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Persio Flaco, Aulo - Sátiras [pdf] - Historia Antigua

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[JUVENAL] º PERSIO *SÁTIRASINTRODUCCIONES GENERALES DE MANUEL BALASCH y MIGUEL DOLÇINTRODUCCIONES PARTICULARES, TRADUCCIÓN Y NOTAS DEMANUEL BALASCHBIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 153EDITORIAL GREDOS* [Aunque el libro está conformado por las dos obras señaladas, en las versiones digitales aparecerán por separado. Notadel escaneador]


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 1Asesores para la sección latina: JAVIER ISO y JOSÉ LUIS MORALEJO.Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por OLGA ÁLVAREZHUERTA.© EDITORIAL GREDOS, S. A.Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1991.Depósito Legal: M. 33342-1991.ISBN 84-249-1467-Impreso en España. Printed in Spain.Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1991. - 6492.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 2INTRODUCCIÓN GENERAL ........................4751. La vida .........................................................4752. La obra .........................................................4793. Ética y arte ...................................................4814. La obscuridad ..............................................4915. Supervivencia y fortuna ...............................496Bibliografía ......................................................500SÁTIRA I .........................................................505SÁTIRA II ........................................................517SÁTIRA III ......................................................525SÁTIRA IV ......................................................535SÁTIRA V .......................................................541SÁTIRA VI ......................................................557COLIAMBOS ..................................................567INDICE DE NOMBRES ..................................571VIDA DE AULES PERSIO FLACO, TOMADA DEL COMENTARIO DE VALERIO PROBO *[La numeración corresponde a la edición impresa]INTRODUCCIÓN GENERAL1. La vidaSi la edad imperial nos ofrece en Roma la más variada producción satírica, desde la sutilezarefinada y fría de Petronio o la diatriba violenta y amarga de Juvenal a la mordacidad ampliamentehumana de Marcial, no la deja de animar también la sátira estoica, marcadamente formalista, de<strong>Persio</strong>. Nació <strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong>, caballero romano, el 4 de diciembre del año 34 de la era cristianaen Volaterra (Volterra), antigua ciudad etrusca. Los datos más extensos y verídicos sobre su vidanos han sido transmitidos por la Vita del poeta, debida al famoso gramático M. Valerio Probo 1 , quevivió en la época de los Flavios; esta biografía que encabezaba, al parecer, una edición comentadade las Sátiras de <strong>Persio</strong>, pertenece a aquella serie de esbozos biográficos con que el gramáticoilustraba sus recensiones y comentarios de poetas como Terencio, Lucrecio, Virgilio y Horacio, yrecuerda, por su disposición y analogías, las biografías de poetas que nos quedan del De virisillustribus de Suetonio.Hijo de una acomodada familia ecuestre, <strong>Persio</strong> perdió, cuando apenas contaba seis años deedad, a su padre; confiado a los cuidados y a la enseñanza de su madre, Fulvia Sisena, y de su tía —damas de una sociedad impregnada del mos maiorum—, tuvo, en medio de un discreto lujo, unaeducación excelente, sin duda de carácter estoico. Su madre se unió en segundas nupcias con Fusio,un caballero romano tal vez oriundo de Luna (Luni); gracias a esta unión, el muchacho tuvo laoportunidad de pasar temporadas, incluso unos años más tarde, en la costa lígur. Hasta sus doceaños, es decir, hasta el 46, <strong>Persio</strong> permaneció en Volterra; parece que más tarde su madre, que denuevo había enviudado, se lo llevó consigo a Roma.En la capital continuó <strong>Persio</strong> los estudios iniciados en su ciudad natal. Allí frecuentó las escuelas* Este texto no se incluye en la edición de Gredos, pero se incluye aquí por su importancia para el conocimiento de lasFuentes del poeta [Nota del escaneador]1 Puede verse el texto de esta Vita en las ediciones de <strong>Persio</strong>, más adelante citadas, de Jahn, Cartault, Ramorino, Owen,Villeneuve o Clausen.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 3de dos célebres maestros, el gramático Q. Remio Palemón, profesor asimismo de Quintiliano, y elrétor Verginio Flavo. A sus dieciséis años, la edad de vestir la toga viril, tuvo la fortuna de trabaramistad, que nunca abandonaría, con el que iba a ser el verdadero director espiritual de suconciencia hasta la muerte, Aneo Cornuto, un africano de Leptis Magna, el cual, establecido enRoma bajo Claudio, fue uno de los representantes más conspicuos del estoicismo y permaneció enRoma, rodeado del afecto general, incluso durante los catorce años del reinado de Nerón, hasta queeste Emperador lo desterró en el 68 2 . En su Sátira V, <strong>Persio</strong> nos ha dejado una impresionante pruebade esta predilección recíproca y nunca menguada.Gracias a Cornuto, <strong>Persio</strong> se relacionó con eminentes miembros de aquella peña de estoicos que,bajo el despotismo de Nerón, conservaban viva en la soledad la llama de la doctrina de Crisipo yCleantes. En la misma escuela de Cornuto tuvo como condiscípulo a Lucano, cinco años más jovenque <strong>Persio</strong>, y tan ferviente admirador de los escritos de éste, que, al escucharlos, proclamaba queesto era poesía auténtica, y su producción simples fruslerías. La Vita nos transmite los nombres deotros compañeros de la primera adolescencia de <strong>Persio</strong> que conocemos vagamente o sólo por lamención del biógrafo: Claudio Agaturno, Petronio Aristócrates, Cesio Baso —destinatario de laSátira VI—, Calpurnio Estatura, Servilio Noniano, Plocio Macrino —al que va dedicada la SátiraII—. Más tarde, conoció a Séneca, pero «sin sentirse atraído por su talento». La observación delbiógrafo es significativa: <strong>Persio</strong> adolescente, de carácter riguroso, de una pieza, difícilmente podíacongeniar con el talento brillante, pero frondoso y desmedido, y con el espíritu, sólosuperficialmente estoico, del maestro de Córdoba. <strong>Persio</strong> debía de considerar a Séneca como un«aficionado» de la poesía 3 . Durante diez años, en cambio, gozó del tierno afecto del filósofo estoicoP. Clodio Trásea Peto —cuya esposa, Arria la menor, era parienta de nuestro poeta—, con quienhizo un viaje que le había de procurar, con su intimidad, una dedicación más rendida todavía a losprincipios del Pórtico 4 .Breve, como la de Tibulo o la de Catulo, fue la existencia de <strong>Persio</strong>. En una hacienda que poseíacerca de la Vía Apia, a ocho millas de Roma, murió el 24 de noviembre del 62, víctima de unadolencia de estómago. No había cumplido los veintiocho años de edad. Probablemente era decomplexión débil desde su mismo nacimiento; de aquí la necesidad que sentía en los últimos añosde su vida del benigno clima invernal de Luni, donde poseía una mansión. Su vida habíatranscurrido tranquila, sin sobresaltos, entre la familia, los amigos y los correligionarios, sin conocerni querer otra cosa fuera de este círculo selecto de damas y patricios virtuosos, de poetasdelicados y escritores, de filósofos, pensadores y héroes; de costumbres morigeradas, de pudorvirginal, de comportamiento sociable, el poeta se había mantenido sobrio y modesto, ejemplarmenteafectuoso con su madre, su hermana, su tía paterna. Los arranques de irascibilidad, enojo odescontento que aparecen en su obra, si no se justifican como nacidos exclusivamente de los efectosque produjo en su alma la filosofía estoica, serían un reflejo de su constitución orgánica, de su saluddelicada. Al morir, legó a la madre y a la hermana su patrimonio, cerca de dos millones desestercios 5 ; a Cornuto, por medio de un codicilo escrito a su madre, cien mil sestercios, o veintelibras de plata labrada, y toda su biblioteca, integrada esencialmente por los setecientos libros deCrisipo. Cornuto aceptó la herencia de estas obras, pero renunció a la manda pecuniaria.2. La obra<strong>Persio</strong> escribió poco, lentamente y con esfuerzo. Casi en su infancia, según el biógrafo, habíaescrito una praetexta, un libro de aventuras o viajes —tal vez alusivo al que efectuó con su pariente2 Sobre Cornuto, véase R. REPPE, De L. Annaeo Cornuto, Leipzig, Teubner, 1906, y V. PALLADINI, «maestro di<strong>Persio</strong>», Scritti per XIX Centen. di <strong>Persio</strong>, Lucca, Artigianelli, 1936.3 Como lo conceptuaba QUINTILIANO, X 1,129.4 Véase C. MARTHA, Les moralistes sous l'empire Romain, París, 1865, 116-119.5 Unos 120 millones de pesetas actuales (1990).


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 53. Ética y arte¿Qué razón impulsó a <strong>Persio</strong> a dedicarse a la sátira? Su biógrafo lo manifiesta de forma explícita:apenas dejados los maestros, habiendo leído el libro X de Lucilio, se animó fervorosamente a seguirel ejemplo del magnífico modelo: con un verso luciliano abría, precisamente, su Sátira I. No esimprobable, por otro lado, que orientara al poeta hacia el campo de la sátira el magisterio deCornuto —cuyas enseñanzas nunca serían olvidadas por el poeta—: la influencia del admiradomaestro se refleja no sólo en la Sátira V que le dedicó, sino en todo el librito, ya que su contenidose inspira profundamente en la doctrina del Pórtico, a excepción de la Sátira I, de carácter literario,escrita contra un público corrompido en el gusto y el espíritu, incapaz de apreciar la esencia del artey la sabiduría. El análisis de ciertas apreciaciones literarias expuestas principalmente en esta pieza,así como sus mismos procedimientos de composición, denuncian que era enemigo de las exageradasinfluencias griegas, particularmente del alejandrinismo; de donde, su admiración por el arcaísmoviril de los antiguos poetas latinos.Absolutamente estoicos, en efecto, son los pensamientos sobre la disposición espiritual con quehay que dirigirse a la divinidad (Sátira II), la teoría de las pasiones, consideradas comoenfermedades del alma (III), la doctrina sobre el perfeccionamiento personal, que se obtienebajando a menudo a nuestro interior y no censurando al prójimo (IV), la esencia de la libertad,derivada del dominio sobre las propias pasiones (V), y, en fin, el argumento acerca del recto uso delas propias rentas sin despilfarro y sin tacañería (VI). En consecuencia, la obra de <strong>Persio</strong> esbásicamente filosófica y didáctica y, en cierta manera, convencional, casi desentendida de laauténtica vida vivida, de los vicios dominantes en la Roma neroniana. Por otro lado, no debemosolvidar que toda la verdadera filosofía bajo el Imperio, representada principalmente por Lucano,<strong>Persio</strong> y Séneca, deriva del estoicismo, y que, en Roma, fue también la filosofía estoica una de lasarmas ocultas más poderosas de la oposición a los césares, una de las formas más sutiles delrepublicanismo ideológico.No deja de ser impresionante esta posición del ingenuo adolescente volterrano, discreto yenfermizo, pero moralmente encadenado a los principios de una escuela severísima, que sólodisponía de la «pluma» para desatar su ímpetu agresivo y señalar el camino de la virtud, sin conocerpor experiencia a los hombres y las miserias de su época. Conoce la maldad, no por su propiaexperiencia, sino por sus lecturas. Sólo la indudable sinceridad de su palabra justifica tal actitud.Todo es en él intransigencia y desabrimiento; vocablos como radere y mordax son frecuentes en susversos. Como ocurre con los enfermos, a quienes la dolencia física deforma la visión clara de larealidad de la vida, <strong>Persio</strong> lo ve todo empañado u obscuro y refunfuña contra todo y contra todos.¿Podríamos ver aquí un rasgo de su Etruria natal, poco propicia al alborozo? De todas formas, elcontraste parece sólo aparente: la sátira a menudo se compagina a la perfección con la moral, lafilosofía y la religión; no en vano se ha comparado la doctrina estoica con la predicación cristiana.<strong>Persio</strong> quiere hombres perfectos, elevándolos por encima de vanidades y desdichas; ataca a loscobardes, los politicastros, los haraganes, los viciosos, tanto si son centuriones, patricios, el mismoEmperador, como si son viles plebeyos, proponiéndoles el espejo de la verdadera libertad humana,de las limitaciones de la vida, de la abnegación. Sustancialmente su doctrina coincide con laintención moralizadora que entrevemos todavía en los fragmentos salvados del naufragio de la obrade Lucilio, y no difiere del pensamiento expresado en los Sermones de Horacio, su otro granmodelo, al cual deliberadamente imita y a veces refunde. Pero, ¡qué desigualdad entre la sabiduríaaprendida en los libros y el furor del viejo poeta de Sesa Aurunca disparado en la Romarepublicana, o el escéptico y sonriente humorismo del epicúreo venusino, libre de vínculos deescuela y primoroso explorador de los defectos humanos!Es cierto que entre Horacio y <strong>Persio</strong> existen diferencias, no sólo de temperamento y escuela, sinotambién por las condiciones de las respectivas circunstancias históricas. Horacio, que asiste a la


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 6restauración de Roma bajo Augusto, puede confiar todavía en un mejoramiento social; <strong>Persio</strong>, quevive bajo Nerón, amargado sin duda por las torpezas y los delitos del monstruo laureado, se encierravoluntariamente en su torre de marfil o lo ataca a hurtadillas, lejos de toda sospecha, cuando, pocodespués, Juvenal fustigará enfáticamente los escándalos de la Urbe y Marcial escribirá el mayorepigramatario objetivo de todos los tiempos. Nuestro satírico, hurtado a la realidad, no se mueve desus dominios ideales y teóricos, de su intención totalizadora. Un aspecto de esta indeterminaciónpodemos comprobarlo en la misma lista de nombres propios mencionados en las Sátiras: raramenteacude <strong>Persio</strong> a personajes reales designándolos individualmente; la misma pauta seguirá en susataques el epigramista bilbilitano. Sólo los nombres de los destinatarios de las Sátiras son evidentementede personajes reales; todos, o casi todos, los restantes son ficticios y usados con lafinalidad exclusiva de dar una fisonomía viva a las ejemplificaciones y a las categorías sociales —elrufián Estayo, el arúspice Ergena o el arriero Dama—; los mismos nombres históricos —Craso,Bruto, Mercurio, Batilo— pertenecen al pasado y tienen igualmente valor prototípico. La únicaexcepción es Cota Mesalino, mencionado específicamente como muestra de la corrupción a que lohabían reducido los vicios. Todo ello se explica si se tiene en cuenta que la sátira persiana norezuma una sola gota de veneno: agitada en el campo de las ideas, es sosegada con las personas.ComoHoracio, no se dobla <strong>Persio</strong> a la invectiva personal. El aequus animus de Horacio y la virtus de<strong>Persio</strong> convergen en la idea de una rectitud moral, de una dignidad rigurosamente humana.No conviene, por tanto, extremar las conclusiones. El contenido de la sátira de <strong>Persio</strong> no es unproducto exclusivamente formalista o reflejo: no ve siempre los vicios y los defectos a través delcristal de sus propias lecturas y de las máximas filosóficas, sino, más bien, situándolos en la esferadonde acaban por encontrarse siempre aquellos que, menospreciando las normas éticas máscomunes, dan libre curso a sus pasiones. La época de <strong>Persio</strong> revive en las Sátiras, representada en elmal gusto de los hombres de letras, en la sordidez del pueblo bajo, en el orgullo de los nobles y enel despotismo del Emperador, expresada con la más íntima convicción filosófica. No son raras en suobra las hermosas sentencias y los análisis agudos del alma. Se ha estudiado minuciosamente sucarácter estoico, casi pretendiendo que <strong>Persio</strong> aspiró a hacer servir la sátira como simple vehículode las ideas del Pórtico; pero no raramente se levanta por encima de las doctrinas filosóficas, hastalograr que sus tendencias no sean solamente las de un teórico o un doctrinario. El poeta no pierde devista, de raíz, la vida: es significativo, en efecto, que no vague alrededor de principiosespeculativos, sino de principios que sirvan de norma a la vida interior, que dirijan y gobiernen, ensuma, la conducta humana y civil del civis, hombre libre y miembro de una sociedad. Sería, portanto, incongruente negar toda intención política a sus sátiras.Se podría, en todo caso, sospechar que <strong>Persio</strong>, tan inmaturo para el arte como para la vida, es unsatírico malgré lui. En el período formativo de toda vida de artista no encontró su camino, no suposistematizar su ideal literario como resultado de unas vivencias y una lucha artística. Lo pone demanifiesto un examen de la forma literaria, de la lengua y del estilo de las Sátiras. No sólo por elcontenido de los argumentos, sino también por la forma y su desarrollo, la sátira de <strong>Persio</strong> seconecta con la de sus predecesores Lucilio y Horacio. Como ellos, usa en las seis piezas elhexámetro dactílico, que Lucilio había fijado de forma decisiva en el libro V de su primera serie,después de las inseguras variedades métricas de los primeros libros. Las sátiras de <strong>Persio</strong> sonasimismo sermones de tono familiar, esmaltadas de descripciones, anécdotas históricas, recuerdosmitológicos, reflexiones y máximas: a veces, en forma de epístola dirigida a un conocido; otras, amanera de diálogo con el lector o con un interlocutor imaginario. La imitación persiana, de vez encuando literal, de Lucilio y Horacio, es un hecho incuestionable; por lo que afecta a Lucilio, ante lapobreza material de lo que nos queda del gran satírico, el parangón con <strong>Persio</strong> resultará siempreinsuficiente y provisional; en cambio, no resistirá <strong>Persio</strong> la comparación con Horacio, del que sesitúa muy por debajo en la agilidad transparente y en la desenvoltura elegante, características delarte horaciano.La obra de <strong>Persio</strong> es muy a menudo un mosaico de reminiscencias de Horacio, desde el motivo


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 7entero de una sátira o la representación de toda una escena hasta meros conceptos, ecos o frasesdichas con idénticos vocablos; esta imitación ha sido estudiada una y otra vez en diversas épocas.Ya I. Casaubon, en el siglo XVII, consagró una famosa disertación al tema, en la que sistematizabatodas las derivaciones horacianas en <strong>Persio</strong> 7 ; la discusión ha sido reanudada y completada amenudo, no sin cierta petulancia. Con todo, pese a las innumerables reminiscencias horacianas,clasificadas por la más exigente avaricia crítica, nunca la sátira de <strong>Persio</strong> podrá ser consideradacomo un retoño del animus horaciano. Horacio y <strong>Persio</strong> forman dos centros espiritualesindependientes, sin puntos de contacto, sin ninguna vibración común, aunque se trate de dossatíricos, con analogías y calcos. <strong>Persio</strong> no puede ser explicado por Horacio. La imitación persianade Horacio es un hecho puramente incidental. No debe olvidarse, a propósito de estas reflexiones, elcurioso concepto que tuvieron en general de la imitación los antiguos, que se deleitaban, al leer a unautor, en percibir recuerdos y ecos, personalmente modificados, de otro escritor. Por otro lado,existía realmente una tradición de pensamientos, metáforas, fórmulas y tipismos continuada entrelos satíricos romanos: la originalidad y la variedad del arte consistían en presentar bajo nueva luz elviejo y obligado recuerdo. <strong>Persio</strong> ha evitado esta frialdad de recetario mediante una sucesión deimágenes fuertes, enérgicas y renovadas: en él la imitación se convierte paradójicamente en parteesencial de la espontaneidad del discurso, en elemento vital, en jugo y sangre de su arte; suimitación, en suma, es un procedimiento meramente literario, un barniz del alma, una sensación delespíritu que late por toda la materia viva. De aquí que, para entender su arte, hay que penetrarlo unay otra vez, quebrantando esta costra de erudición, prejuicios y confusiones tradicionales.Mediante esta operación de análisis íntimo, llegaría a parecernos un pretexto —en el sentidoetimológico del vocablo— el mismo factor satírico del poeta: ¿qué quedaría, entonces de <strong>Persio</strong>?Un paisaje fragmentario, sin duda, pero positivo, genuino, perdurable. Lo que se nos presenta, através de los detalles y las rendijas de su obra, es un pequeño mundo vigoroso, un arteauténticamente realista, una revelación lírica embrionaria. He aquí el principal valor artístico de lasSátiras. Los croquis que <strong>Persio</strong> incrusta aquí y allá en sus composiciones, pintando al vivo escenasy caracteres humanos, quedan grabados para siempre en la fantasía. Obsérvese, por ejemplo, elefecto pintoresco del poeta en boga que se dispone a recitar sus versos en un auditorium,impecablemente acicalado, luciendo la gran sortija que le regalaron en su aniversario, y sube a lacathedra, después de haberse enjuagado la garganta con gargarismos, y empieza a vocalizar con voztierna y mirada lánguida sus poemas (I 15-19); o el brutal realismo del libertino que, después dehundir el vientre blancuzco en el baño, se sienta a la mesa y, presa de temblor agónico, deja caer delas manos, rechinándole los dientes, la copa espumosa y las viandas grasientas de la bocaentreabierta (III 98-102); o la caricatura medio goyesca de la abuela o la tía que coge al bebé de lacuna y, tras humedecerle con saliva la frente y los labios a fin de librarle del aojamiento, lo hacesaltar en sus brazos y pide a los dioses que le concedan éxitos y fortuna, de forma que el rey y lareina lo deseen por yerno, se lo disputen las muchachas y nazcan rosas donde él ponga los pies (II31-38). ¡Cómo se desahoga su pecho agradecido, en una corriente de emoción, ante la paternaafectuosidad de Cornuto! (V 26-29, 41-51). En otras ocasiones, la reproducción de las actividadeshumanas es una simple silueta o un esbozo improvisado: tal es la descripción de los juegosinfantiles (III 48-51), el gracioso aguafuerte de la manumisión del muletero Dama (V 75-79), eldiálogo de la emulación entre la avaricia y la pereza (V 132-139) o el reposo otoñal en la costa lígur(VI 6-8). Estos fragmentos revelan por sí solos unas dotes de auténtico artista, son voces aisladas deun lirismo espontáneo y seguro.Si incluso en estos casos <strong>Persio</strong> pagó tributo a una moda, el recurso no escamotea ningunapartícula a la sinceridad artística. Ya J. Lido, el erudito bizantino del siglo VI, afirmaba 8 que <strong>Persio</strong>había querido imitar los mimos de Sofrón, consistentes en cuadros de género o en breves apuntes7 I. CASAUBON, Persiana Horati imitatio, ensayo publicado como apéndice a su edición de las Sátiras, París, 1605,525-558.8 Cf. Lido, De magistr. , I 41


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 8populares, muy admirados en la Antigüedad y leídos preferentemente por el mismo Platón. Y, enefecto, no pocas expresiones familiares, crudas y a veces obscuras, de las sátiras de <strong>Persio</strong> aluden alos ademanes y procedimientos de los mimógrafos, como al describir las muecas que se hacen aespaldas de la gente (I 59 y ss.), o las risotadas de la juventud que se mofa de los estoicos, juzgándoloslocos o quijotes de la filosofía (V 86-87), o la actitud de la soldadesca que no daría un aspor un sabio (V 189-191).<strong>Persio</strong> no ríe como Marcial ni retumba como Juvenal; cuando intenta reírse, la risa se le quiebrade pena o se le muere degollada por la sentencia filosófica. Esquiva todos los excesos, todas lasestridencias; hay en él un fondo de inapetencia, de resignación apagada, de indecisión de lavoluntad: sólo de esta forma aparenta cierta semejanza con Horacio. De aquí que no fuerareformador ni innovador ni opositor. Si pretende colocarse enfrente de su época, no sabedesprenderse de sus vicios: al satirizar los versos de moda, vacíos de contenido, cubiertos de vanafrondosidad y de mitología patética, lo hace por medio de versos elegantes y redondeados quehabrían levantado una tempestad de aclamaciones en una recitatio y que contribuyeron sin duda aléxito inmediato de sus Sátiras. Pero es un secreto y un privilegio de artista fustigar las modas sinrenunciar a ser portavoz de sus consecuencias. Por otro lado, la moda es una ley del tiempo, de laque no consigue librarse ni el escritor más rígido y más independiente. Desde este punto de vista,<strong>Persio</strong> tiene en Séneca, a quien conoció, pero sin dejarse seducir por su talento, un espíritu fraterno.Si <strong>Persio</strong>, en lugar de ser un joven morum lenissimorum, verecundiae virginales, como dice subiógrafo, hubiera sido un carácter virulento, tal vez hubiera renovado la sátira o la lírica latina. Nose le puede regatear el temperamento poético ni las dotes de un buen versificador; es cierto que aveces construye el hexámetro con dificultad y técnica imperfecta, pero no debe olvidarse que elhexámetro satírico gozaba de libertades especiales; en no pocos de sus versos, el acento rítmico deldáctilo del quinto pie no coincide con el acento tónico de la palabra en que cae, ocasionando asífinales inarmónicos, como sucede igualmente en Horacio.Quizá su juventud o su época frustraron la realización que hace vislumbrar su obra: la de unlírico, si hubiera vivido bajo un libre régimen republicano, y no en un período de vida frenética yhedonística, y, más concretamente, la de un poeta pindárico, como ponen de manifiesto, si no susvuelos de inspiración, sí su organización de saltos, inconexiones y premuras. Pero sobre su ánimo,esencialmente lírico y sentimental, acabaron por actuar la influencia de la sátira de Lucilio y elestoicismo de Cornuto. El poeta creyó que la sátira, tal como la habían transmitido suspredecesores, podía acoger a un tiempo su arte y su doctrina, convirtiendo la sabiduría en poesía. Enconsecuencia, el verdadero valor artístico de <strong>Persio</strong> responde siempre a una doble corriente, a undualismo lírico-satírico, que sólo llega a fundirse en la concepción unitaria del estoicismo, en la vozde una minoría intelectual que, a partir de Nerón, más que profesar un sistema filosófico,enarbolaba una bandera de combate. <strong>Persio</strong>, en definitiva, no es un genio; pero tampoco sus Sátirasson, como a veces se ha insinuado, una de las más enojosas creaciones del arte poético, ni su lecturaconstituye, por la forma, un martirio; es un talento prematuro, que sabe unir a una delicadasensibilidad la capacidad de abordar las ideas generales y los grandes problemas de la aventurahumana. Como filósofo, posee al mismo tiempo la finura de Séneca, la firmeza de Epicteto y laclaridad de Marco Aurelio; como satírico, es menos carialegre que Horacio y menos brillante queJuvenal, pero su acento es sin duda más íntimo y más profundo.4. La obscuridadHay que confesar, sin embargo, que, sin ser insoportable, como ciertos críticos aseguran, la obrade <strong>Persio</strong> resulta difícil para el lector actual. <strong>Persio</strong> es uno de los escritores menos accesibles. Taninnegable como la gloria que coronó inmediatamente la breve producción del poeta, es su dificultad,que poco a poco fue creciendo hasta hacerse legendaria. Los exegetas han ido embrollando lacuestión, han acentuado la dificultad, hasta el punto de hacer creer que para <strong>Persio</strong> cualquier


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 9expresión natural, incluso la más sencilla, era tabú. Ahora bien, haciendo caso omiso deexageraciones y leyendas, ¿qué carácter presenta esta obscuridad, que llegó a parecer impenetrable?En primer lugar, un hecho es indiscutible. Para glorificar la obra de <strong>Persio</strong>, sus contemporáneostuvieron que entenderla: afirmar que la admiración es un resultado frecuente de la incomprensión,como alguien ha apuntado, no es sino escaparse por la tangente; en tales casos, dicha admiracióngrotesca, que todos hemos conocido en alguna ocasión, se reduce a pequeños núcleos de pedantes yalabarderos, pero no encuentra eco en los ámbitos conscientes. Pese a todo, no puede negarse que amenudo una neblina, tal vez pasajera, se extiende ante los ojos del lector y no le permite seguir elproceso y encadenamiento de las ideas. Se necesita, en una palabra, la máxima atención y el máslaborioso análisis para no creer de vez en cuando que nos hallamos ante una esfinge.Esta obscuridad, frecuentemente confundida con la ambigüedad o la anfibología, ya fueadvertida por los antiguos. Elocuentes, aunque del todo legendarias, son las anécdotas, tantas vecesrepetidas, según las cuales San Ambrosio, irritado por no lograr entender a <strong>Persio</strong>, tiró el librogritando: Si non vis intellegi, non debes legi, mientras que San Jerónimo, por el mismo motivo, lolanzó al fuego para que las llamas alumbraran el pavoroso antro. Sería ocioso buscar en las obras delos dos Santos Padres ninguna expresión que justificara la leyenda; San Jerónimo, por el contrario,cita constantemente a <strong>Persio</strong>, haciendo ver que lo entiende y aprecia de veras. Pero en la bajalatinidad, y especialmente entre los escritores no romanos, la lectura de <strong>Persio</strong> se había hechosumamente difícil. La penosa impresión persistió a través de los autores de los siglos X y XI, puestoque en no pocos manuscritos de las Sátiras aparecen un Incipit y un Explicit parafraseados en rudosepigramas, que comparan al autor, por su obscuridad, al mismo infierno. Valga como ejemplo:«Comienza <strong>Persio</strong>, por todas partes obscuro orco; como el infierno, así permanece él en sustinieblas». En otros epigramas, la poesía de <strong>Persio</strong>, por sus contorsiones de lengua y estilo, escomparada al rabo de un cochinillo. Probablemente estos versos, breves y harto vulgares, derivan deuna fuente única, muy anterior a los mismos manuscritos que nos los transmiten, sin que parezcaarriesgado sospechar que se entroncan con la emendatio de Barcelona de que luego hablaremos.De donde se desprende que, alejados por siglos de distancia de la época del poeta, los copistastropezaban con dificultades que a la sazón no podían descifrar la filología ni los conocimientos dellatín. Fácilmente se comprende que, frente a las construcciones violentas, a los pensamientos pococlaros y no siempre trabados entre sí, a los vocablos nuevos o usados en sentido distinto delcorriente, los amanuenses poco expertos perdiesen los estribos. Todavía en unos tiempos máscercanos a los nuestros, J. César Escalígero y su hijo José se enfurecían contra <strong>Persio</strong>, un ostentatorfebriculosae eruditionis, declarándolo ineptus, porque cum legi vellet quae scripsisset, intelleginoluit quae legerentur 9 . El mismo Casaubon, pese a su decisiva contribución al esclarecimiento delas dificultades de <strong>Persio</strong> y a su defensa contra el ataque de Escalígero, admitía que el poeta,especialmente en las Sátiras I y IV, gustó de refugiarse en el enigma, mientras Cornuto le debía desusurrar insistentemente al oído la antigua palabra skoJtison “obscurece”. De esta forma, <strong>Persio</strong> fuesiempre retenido por el autor más obscuro de toda la latinidad. Auctor difficillimus y obscurus vatesse lee en la portada de diversas ediciones y explanaciones antiguas. Dicha obscuridad, yaproverbial, halla todavía un eco en sor Juana Inés de la Cruz y en Boileau, el cual, sin embargo, enL'Art poétique, señalaba acertadamente que <strong>Persio</strong> en ses vers obscurs, mais serrés et pressants, /affecta d'enfermer moins de mots que de sens.Desde su punto de vista, la crítica no era del todo incongruente. El problema, finalmente, fueplanteado con precisión por O. Jahn, en su edición fundamental de <strong>Persio</strong> (1843), cuando reconocíaque es imposible procurarse un texto crítico del poeta prescindiendo de un comentariointerpretativo; a su vez, C. F. Hermann precisó que las dificultades del satírico dependen más de lanaturaleza del texto que de las dudas de lectura, es decir, que en el caso de <strong>Persio</strong> es más necesariala tarea del intérprete que la del crítico. ¿Qué grado de verdad, en suma, hay que reconocer en laencarnizada hostilidad de los detractores del poeta?9 J. C. ESCALIGERO, Hypercrit. 6, y Ars Poet. III 97.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 10Las dificultades existen, evidentemente, en sus Sátiras. Pero dificultad no equivale a obscuridad,como advertía G. Papini, refiriéndose a Dante Alighieri. Toda gran obra permanecerá siempreobscura para quien la aborda sin la seriedad y la preparación especial que exige la aproximación decada uno de los niveles culturales en sus diversos aspectos. Baste recordar los casos de los poemashoméricos, de Virgilio, del mismo Dante, de Quevedo, de P. Valéry o de C. Riba. <strong>Persio</strong> pertenece,sin ser un genio, a este linaje de escritores privilegiados. Para entenderlo, hay que excluir, deentrada, la sospecha de que el poeta persiguiera deliberadamente esta obscuridad, hasta el punto deno comprenderse a sí mismo; no podemos dejarnos arrastrar por las leyendas que vieron en él unskoteinoJtato" el «más sombrío»; es peligroso convertirse en Edipo de una esfinge imaginaria,porque el trance es un juego difícil y nos recuerda un nombre mítico que no se vio acompañado dela buena suerte. Parece injusto que para entenderlo nos esforcemos en renunciar a las reglas de lalatinidad. Los modernos progresos filológicos nos permiten penetrar íntimamente en sus secretos;hoy, con voluntad y reflexión, podemos gozar de su lectura como sucedió a sus contemporáneos: heaquí un principio indiscutible.Ahora bien, debemos reconocer que la proclamación milenaria de la obscuridad de <strong>Persio</strong> nocarece de fundamento. Esta «tenebrosidad», hoy casi vencida del todo, procede de diversas causas.En primer lugar, de la concisión característica de su estilo quebrado, vigoroso, abrupto; noraramente, la exposición de su pensamiento carece del nexo más rígidamente indispensable; unasveces, al precipitársele el pensamiento en la expresión, cierra las premisas sobrentendiendo laconclusión; otras, la conclusión supone unas premisas inexistentes. Las transiciones suelen serbruscas, improvisadas; el lector se ve obligado a reflexionar, a leer entre líneas, a releer todo elpasaje o toda la composición para entender, casi por sorpresa, el encadenamiento de las ideas; y notodos los lectores se imponen, desgraciadamente, dicho esfuerzo. Otra razón es la forma dialogada aque <strong>Persio</strong> recurre a menudo, introduciendo en el discurso un supuesto interlocutor o fingiendo lareproducción de sus palabras; no siempre se logra distinguir con claridad si habla el interlocutor, elpoeta, o si interviene repentinamente otro personaje; así el recurso artístico del diálogo llega aresultar en sus manos un lamentable «fiasco»; la diversa distribución de los elementos dialogísticosentre los intérpretes puede no influir a veces sensiblemente en el sentido de un pasaje, pero otrasveces da lugar a profundas modificaciones. Otras razones pueden ser el afán del poeta, tal vezdemasiado amante de locuciones insólitas o nuevas para herir la imaginación del lector o del oyente,por servirse aquí y allá de metáforas o metonimias audaces, coloreadas, extrañas, a veces dobles,que a la primera ojeada no permiten desvelar su pensamiento; o su propensión al uso, tal vezdeliberado, de frases ambivalentes o ambiguas, susceptibles de diversas interpretaciones; o lasfrecuentes alusiones, también corrientes en Marcial o Juvenal, a costumbres, sucesos y recuerdos desu tiempo, ciertamente claras para sus contemporáneos, pero enigmáticas por su mismo desgasteante la posteridad, si no van acompañadas de comentarios minuciosos. Podrían añadirse a estascausas su falta de fantasía poética, su inexperiencia de escritor, las características de su sermo, sumuerte prematura. <strong>Persio</strong> dejó inacabada su obra: nuestro juicio no puede prescindir de esta fatalidad.Sólo así se comprenderán objetivamente sus notables cualidades de pensamiento y estilo, dereproducción artística de las circunstancias ambientales, de eficacia ética, de entusiasmo por el bien,existentes en sus Sátiras.5. Supervivencia y fortunaEstas últimas cualidades ocasionaron, sin duda, en la Antigüedad la fama de <strong>Persio</strong>. Ya hemosvisto cómo, según el testimonio del biógrafo, se entusiasmaba Lucano con la lectura de las Sátiras yqué éxito inmediato de público acogió su publicación. Un crítico tan sagaz como Quintiliano, quecita e incluso imita a <strong>Persio</strong>, dejó en su reseña de los escritores griegos y romanos el famoso juicio:


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 11Multum et verae gloriae quamvis uno libro Persius meruit 10 . Unos años antes, Marcial, alrecomendar la brevedad como don inestimable en literatura, había cerrado un epigrama con eldístico: Saepius in libro numeratur Persius uno / quam levis in tota Marsus Amazonide 11 . Es ciertoque Juvenal, al recordar los grandes satíricos de Roma, no menciona a <strong>Persio</strong>, pero se sirve endiversos pasajes de su obra de frases típicamente persianas. Sólo la época frontoniana, de tendenciaarcaizante, carece de alusiones a nuestro poeta. Pero luego se multiplican las citas y los elogios, a loque contribuye el espíritu de los primeros siglos del Cristianismo, cuya ética concordaba con elvalor moral y no pocas ideas de la doctrina estoica. <strong>Persio</strong> es recordado por los apologistas y lospadres de la Iglesia: Tertuliano, Lactancio, Jerónimo, Agustín, Isidoro de Sevilla; es conocido porlos poetas, como Ausonio, Prudencio, Sedulio y Sidonio Apolinar; es mencionado y estudiado porlos gramáticos más famosos, como Diomedes, Donato, Servio y Probo.A esta misma época, a comienzos del siglo v, se remonta la más antigua emendatio o revisiónconocida del texto de las Sátiras: exactamente al año 402, en que un erudito, Flavio JulioTrifoniano Sabino, revisó en Barcelona un manuscrito de <strong>Persio</strong>, arquetipo de los códices posteriores,al que puede atribuirse la denominación de recensio Sabiniana o Barcinonensis. Loscódices de <strong>Persio</strong> se multiplicaron notablemente a partir del siglo iv hasta el punto de que no hayninguna biblioteca en Europa que no posea uno más o menos antiguo o reciente. Aunque su númeropuede llegar al centenar y medio, la moderna crítica textual sostiene que, para obtener un buentexto, basta acudir a unos pocos, no más de diez, los más antiguos y de reconocida autoridad. Todoslos indicios y testimonios demuestran que <strong>Persio</strong> no dejó, durante la Edad Media, de ser leído,buscado, glosado y transcrito con un incesante afán, que perdura hasta los tiempos modernos, almenos por lo que atañe al interés de los eruditos, a pesar de las opiniones hostiles al poeta por ladificultad o el hermetismo de su estilo. Puede afirmarse que, después de Virgilio, Horacio yJuvenal, <strong>Persio</strong> ha sido el poeta latino que ha gozado del mayor número de escoliastas ycomentaristas.La época humanística continuó dedicando al poeta toda la atención de editores y glosadores, perono cesaron —aunque de forma esporádica—, como advertíamos más arriba, las voces deincomprensión o de abierta censura, entre los estudiosos, ante la producción satírica de <strong>Persio</strong>.Contra la irrupción, a veces desabrida y brutal, de tales detractores se levantaron los disidentes,entre los cuales sobresalió el que más derecho tenía de asumir la defensa de <strong>Persio</strong> por haber sido,después de los antiguos escoliastas, el que más que nadie contribuyó a explorar y esclarecer lamentalidad del poeta: el humanista suizo Isaac Casaubon (1559-1614). Éste, al admitir que <strong>Persio</strong>ensombreció deliberadamente, una y otra vez, su pensamiento, se anticipaba al juicio de los críticosmodernos ante el fenómeno de la poesía hermética. No siempre son suficientes la nitidez o lacordura para explicar la obscuridad: los temas más inocentes, como acontece en <strong>Persio</strong>, pueden servíctimas del mismo conflicto. Las modernas ediciones comentadas de <strong>Persio</strong> y la abundancia deensayos, artículos y monografías que se han dedicado al satírico 12 no olvidan las sabias directricesde Casaubon, sin dejar de reconocer las frecuentes ambigüedades que presenta su estilo: tampocoescasean éstas en el mismo Virgilio. Sólo los poetas mediocres no suscitan discusiones ni necesitanintérpretes.MIQUEL DOLÇ10 QUINTILIANO, X 1 , 94; cf. XII 10, 2611 MARCIAL, IV 29, 7-8.12 Véanse en la Bibliografía los principales títulos.


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<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 14SÁTIRA IEsta sátira inicial de las de <strong>Persio</strong> es una ruda diatriba contra los pésimos gustos literarios de sutiempo. Ataca la poesía helenizante de los aficionados y de los modernos, y justifica su derecho adedicarse a este género. Nuestro poeta declara a un interlocutor anónimo que no se preocupa por elcorrompido juicio literario de los romanos, atentos únicamente a la pompa vana de los recitales. Esconsciente de que será poco leído, y de que le pospondrán a cualquier poetastro. Éste es el tonogeneral del preámbulo, iniciado con una exclamación y una máxima que delatan inequívocamente elcarácter moral del género. El poeta bosqueja un apunte breve, pero lleno de vida, de los recitalespúblicos, en los que se da a conocer una poesía o una prosa vana y grandilocuente, exhibidas confrecuencia en sobremesas ante comensales algo ebrios y en todo caso ignorantes. No es que <strong>Persio</strong>sea insensible a la gloria, pero no quiere en modo alguno imitar a los ricos que se buscan el aplausopor medio de regalos, y que hacen caso omiso de las burlas que, son conscientes de ello, se leshacen a sus espaldas. Lo que aquí nuestro poeta subraya con fuerza es que técnica y artificiocarentes de inspiración no conducen a nada, son incapaces de suscitar emociones auténticas.El poeta, pues, se pregunta por los gustos del público, y cuando su interlocutor le constata quefundamentalmente es una poesía construida, él añade que huera, y completa la visión con unaacerba crítica de la manía arcaizante. Y ante la insistencia del interlocutor sobre la belleza, a fin decuentas, de la poesía que él alaba, contraponiéndola incluso a algún verso menos perfecto deVirgilio, <strong>Persio</strong> llega al fondo de la cuestión, emergiendo otra vez la idealización del génerosatírico, subrayando la libertad con que escribieron sus eximios representantes Lucilio y Horacio.Para ello alude a los derechos de la virilidad romana.Porque la situación en Roma tal como <strong>Persio</strong> la ve es especialmente dura. En Ovidio(Metamorfosis XI 180 ss.) leemos que el barbero del rey Midas descubrió que su amo tenía orejasde burro. Y cuchicheó el secreto en una cueva, bajo tierra. El secreto de <strong>Persio</strong> es que en Roma todoel mundo tiene orejas de burro, pero nuestro satírico, lejos de enterrar su secreto, lo proclamaconfiándolo a su libro. El paralelismo de Midas con el vulgo romano impone, pero los romanossalen peor parados. Pues Midas recibió sus orejas como castigo de su incompetencia como críticode arte: en efecto, juzgó que Pan era superior a Apolo. No de otra guisa es el pésimo gusto literariode los romanos, pero su raíz es peor, pues la degeneración en el gusto literario procede de ladegeneración moral. Éste es el meollo de toda la sátira de <strong>Persio</strong>, y en este sentido pretende sercorrectivo de aquella sociedad.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 15SÁTIRA I«¡Oh cuidados de los hombres! ¡Cuánta es la inanidad de las cosas!» 1 «¿Quién leerá esto?» «¿Melo preguntas a mí? Nadie, ¡por Hércules!» «¿Nadie?» «Quizás un par de personas, quizás ni una tansiquiera». «¡Qué vergüenza y qué miseria!» «¿Por qué? ¿Temes que Polidamante y que LasTroyanas 2 me pospongan a Labeón 3 ? ¡Tonterías! No porque la turbia Roma juzgue que una obra esde tres al cuarto tú vas a estar de acuerdo y enderezarás el fiel [5] descentrado de tal balanza, o tebuscarás fuera de ti. Vamos a ver, en Roma, ¿quién hay que no... 4 ? ¡Ah, si se pudiera hablar! Perosí, se puede. Entonces, cuando he observado nuestros cabellos blancos y nuestra triste vida, todo loque hacemos luego de haber dejado atrás los juegos [10] con las nueces 5 , cuando adoptamos laseveridad de nuestros tíos 6 , entonces, entonces... perdonadme». «No quiero». «Pero, ¿qué puedohacer? Tengo hiel agresiva y suelto la carcajada».Nos encerramos en nuestro estudio y nos ponemos a escribir, éste en prosa, aquél en verso, peropiezas sublimes que un pulmón pródigo de aliento emitirá jadeante 7 . Y es algo evidente que cuandotú, bien peinado, con la [15] toga recién almidonada y luciendo, en fin, la sardónica de tucumpleaños, blanco de pies a cabeza, y sentado en una cátedra elevada, leas en público tuscomposiciones, no sin antes haberte aclarado la garganta con gargarismos fluidos, te engreirás roto,con los ojos en blanco. Pero entonces verás cómo los Titos colosales 8 se estremecen de [20] maneraindecente, con la voz alterada mientras la poesía se les escurre dentro por los lomos y su trémolo lesllega a tocar el mismísimo carajo.¿Es que tú, viejo chocho, les das pastos a los oídos ajenos, a aquellos oídos a los que tú mismo,con la piel tensa, a punto de estallar, dirías: «¡basta!»? «¿Para qué haber aprendido, para qué estalevadura si tal cabrahígo cuando ha echado raíces en nuestra entraña no nace y nos revienta elhígado 9 ?» «De ahí la palidez y la decrepitud. [25] ¡Vaya costumbres! ¿Hasta tal punto no valennada tus saberes si los demás no saben que sabes?» «Bueno, pero te llena que te señalen con el dedoy que digan: «es él»: ¡Y ahí es nada haber sido el tema propuesto para un dictado a cien mozalbetesrizados 10 !» «Hete aquí que, entre copa y copa, a los quirites bien hartos les apetece [30] saber lo queexplican los divinos poemas, y entonces cualquiera que se arrope las espaldas con un manto decolor de jacinto empieza a balbucir de una manera pedantesca, con voz gangosa, algo de Filis o deHipsípila 11 , o lo que haya de quejumbroso en los poetas; con su paladar tierno les pone la1 Esta exclamación es tanto de fondo ciceroniano (De oratore III 2, 7) o lucreciano (II 14) como evoca la misma Biblia,su libro Cohelet o Eclesiastés I 1: Vanitas vanitatum et omnia vanitas. El segundo verso está tomado, con seguridad,literalmente de Lucilio, y probablemente también el primero, éste con algún retoque.2 No se puede excluir aquí una alusión a las dos tragedias de Eurípides que llevan estos nombres, sin embargo, laalusión cierta es al pasaje de la Ilíada XXII 100 ss., donde Héctor declara preferir la muerte a los reproches dePolidamante. Cuando <strong>Persio</strong> cita a las troyanas quiere resaltar el afeminamiento de los romanos, descendientes deEneas, pero no hay que olvidar que según una tradición épica (contenida en la Pequeña Ilíada), fueron las mujerestroyanas la causa del injusto juicio que asignó a Ulises, frente a Ayante, las armas de Aquiles.3 Accio Labeón, un pésimo traductor de Homero.4 Lo que aquí se sobreentiende se dirá mucho más abajo: «tenga orejas de burro» (v. 121).5 En Roma los niños solían jugar con nueces.6 Una traducción más ceñida sería: «nos las damos de tíos severos», pero si se traduce así surge en castellano unequívoco molesto.7 Aquí comienza exactamente la sátira contra los pomposos y fatuos autores de poemas declamatorios.8 Los nobles romanos: la frase es solemnemente declamatoria para ridiculizar un linaje de héroes degenerado. Titus erauno de los praenomina más antiguos.9 La pasión de escribir raja el hígado, sede de los afectos, tal como las raíces del cabrahígo hienden la roca en que estáplantado.10 Bien peinados y con el cabello intacto. Los adolescentes romanos no se cortaban el pelo. El detalle indica que estánen plena edad escolar. Los quirites, a continuación, son genéricamente los ciudadanos romanos.11 Protagonistas de poemas que eran abandonadas por sus amantes; de ahí que se prestaran a versos lastimeros yramplones.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 16zancadilla 12 a las palabras. Los hombres hechos [35] y derechos manifestaron su acuerdo: ¿no sonahora felices las cenizas ilustres del poeta? ¿No pesa menos la losa encima de sus huesos 13 ? Losinvitados aplauden; tú dime: ¿es que de estos manes 14 gloriosos y de estos despojos afortunados novan a nacer violetas?» «Me tomas el pelo» —exclama— «y te entregas con exceso al placer [40] defruncir las narices». «¿Habrá alguien que se niegue a merecer el reconocimiento del pueblo, alegarnos, en un estilo digno del aceite de cedro 15 , unos poemas que no temen ni a la caballa ni alincienso 16 ?».¡Oh tú, quienquiera que seas, a quien ahora mismo he movido a hablar contra mí! Sí, cuandoescribo me sale, por puro azar, algo un poco aceptable. Pero, ¿cuándo [45] ocurre? Es una rara ave;con todo, si me ha salido algo aceptable no me darán miedo las alabanzas, puesto que no soy depiedra 17 . Lo que sí niego es que tu «¡Bravo!», tu «¡Estupendo!» constituyan el término y el colmode la perfección. Vamos, escudriña algo este «¡Bravo!». ¿De qué carece en su interior? ¿No hay enél la Ilíada de Accio [50] borracha de adelfa 18 ? ¿No hay los poemillas que han dictado los próceresantes de hacer la digestión? ¿Y todo lo que, en fin, se escribe tumbado en lecho de cidrera 19 ? Sabesservir caliente la tetilla de cerda, sabes obsequiar con un manto raído a un muerto de frío que esmiembro de tu cortejo, y a continuación le espetas: «Quiero la verdad [55], decidme la verdadacerca de mí». ¿Cómo es posible? ¿Quieres que te la diga? Bromeas, pelón, cuando tu barriguilla depuerco 20 forma una prominencia, un colgajo que mide más de un pie. ¡Oh Jano, a quien nunca unacigüeña picoteó por la espalda 21 ni golpeó una mano hábil en remedar las blancas orejas de un asnoni la lengua tan larga como la de una perra sedienta de Apulia! Vosotros, [60] los de sangre patricia,que tenéis derecho a vivir con un cogote sin ojos, volveos de pronto a la mueca que os hacen pordetrás.¿Y qué dice el público de todo ello? ¿Pues qué va a decir? Que hoy por fin los poemas fluyencon un ritmo fácil, de manera que sus junturas permiten el paso por una superficie lisa 22 a las uñasmás exigentes: «sabe alinear bien el verso, no de otro modo que si dirigiera con [65] un solo ojo elcordel rojo 23 . Si hay que hablar contra las costumbres, contra el lujo, contra los banquetes que seechan los reyes, la musa regala con ideas grandiosas a nuestros poetas». Hete aquí que no hacemucho que enseñamos a expresar sentimientos heroicos a los que hasta ahora solían decir frusleríasen griego 24 , incapaces de poner un bosque sagrado o de celebrar una heredad productiva [70], en laque se contemplan cestos, la lumbre de un hogar, los cerdos y el heno humeante de las Palillas 25 . Deahí procedieron Remo y tú, Quincio, que desgastabas tu arado en el surco cuando te nombrarondictador, y tu mujer te vistió temblorosa, delante de los bueyes, y fue [75] un lictor quien devolvió12 Porque recita muy mal.13 Alusión a la costumbre romana de poner sobre las losas funerarias las iniciales S.T.T.L. (sit tibi terra levis), como siel peso de la losa o de la tierra oprimiera los restos del difunto.14 Los espíritus de los antepasados.15 El aceite de cedro se usaba como preservativo contra la polilla.16 Expresión proverbial: se usaban envoltorios hechos de membranas que ya no sirvieran para nada.17 El sentido es el dado, pero el texto latino exactamente dice: «no tengo fibras de cuerno».18 La adelfa o eléboro se tomaba como pócima para estimular la inspiración poética, pero también era remedio contra lalocura. De modo que para <strong>Persio</strong> la Nada de Accio era obra de un loco presuntuoso.19 Divanes dispuestos para que se pudiera escribir cómodamente echado. Eran piezas de lujo.20 Era opinión común que los obesos son cortos de alcances. No es imposible aquí un alfilerazo contra Nerón, cuyaobesidad era harto conocida.21 Porque es un dios bifronte; por consiguiente no se le puede hacer burla por la espalda. El poeta describe tres gestoschocarreros de mofa. El primero consistía probablemente en levantar el brazo y agitar la mano con los dedos estirados yjuntos, imitando la curva del cuello de la cigüeña y el movimiento de su pico.22 Se comprobaba con las uñas si dos tablas de madera o dos piezas de mármol se ensamblaban tan perfectamente queno se pudiera ni tan siquiera introducir una uña en medio.23 Era la plomada, de la que pendía un cordel teñido de bermellón, que dejaba huella.24 Se refiere a jóvenes y adolescentes en edad escolar.25 Era la fiesta que los pastores celebraban en honor de Pales el día veintiuno de abril. En Roma se unían a estas fiestasdos conmemoraciones: la fundación de la ciudad por Rómulo y Remo precisamente en estas fiestas, y la elección deQuincio Cincinato, que estaba arando sus tierras cuando le llegó la noticia de que había sido nombrado dictador.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 17el arado a tu casa. «¡Bravo, poeta 26 ! ¿Es que hoy hay alguien que se entretenga con la obra,demasiado venosa, del báquico Accio 27 , con Pacuvio 28 y su Antíope llena de verrugas, que apuntalacon congojas su corazón enlutado?» Desde que ves que unos padres de ojos legañosos imbuyenestos preceptos a sus hijos, ¿te preguntas de dónde ha venido a las lenguas este estilo de sartén 29 , dedónde procede esta ignominia que [80] hace exultar a lo largo de los bancos al petimetre calvo? ¿Noes una vergüenza que no puedas defenderte de una cabeza cana sin que desees oír aquella tibiaexclamación:«¡Bien dicho!»? «Eres un ladrón», le sueltan a Pedio 30 . Y bien, Pedio, ¿qué es lo que hace?Equilibra los puntos de la acusación con antítesis bien limadas, pues se le alaba [85] haberintroducido figuras doctas: «¡Qué hermoso es esto!» ¿Esto es hermoso? ¿Acaso te contoneas,Rómulo? ¿Crees que me excitará? Pongamos que el náufrago cante 31 : ¿es que le voy a alargar unas? ¿Canturreas cuando llevas colgada del hombro la imagen de ti en una nave rota? El que quieraque me agache sobre sus lamentos debe de llorar con lágrimas sinceras y no amañadas la nocheanterior. [90]«Pero los versos mal digeridos han ganado en belleza y en armonía. Yo he aprendido a acabar unverso así 32 : Atis de Berecinto, y el delfín que surcaba el azul de Nereo; otro por el estilo: le hemosarrancado una costilla al largo Apenino. Las armas y el hombre, ¿no es un principio [95]espumoso, de corteza gruesa, como una rama añosa ahogada por una costra excesiva de corcho?»«¿Pues qué hay lo bastante tierno y que se deba leer con el cuello torcido lánguidamente? Esto 33 :han llenado las trompas feroces con los alaridos [100] de las bacantes, y la Basárida, que sellevará la testa arrancada al soberbio ternero, y la ménade, que dirigirá al lince con guirnaldas deyedra, aclaman: ¡evohé! el eco sonoro les responde. ¿Pasaría esto si dentro tuviéramos viva la venamás pequeña del testículo de nuestro padre? Esto es lo que sobrenada, deslomado, en la saliva a florde labio: la ménade y Atis suenan en [105] el vacío, esto no martillea la cabecera del lecho ni sabe auñas roídas 34 .«¿Pero qué necesidad hay de roer con el mordisco de la verdad los oídos delicados? Míralo, si teplace; a lo mejor se te enfrían los umbrales de los palacios: allí aúlla, [110] nasal, la letra canina 35 ».Por mí desde ahora todo es blanco; da lo mismo. ¡Todos bien! ¡Todos muy bien! Seréismaravillosos. ¿Os gusta? «Prohíbo» —exclamas— «que aquí hagáis porquerías». Tú pinta dosserpientes 36 . «Chicos, el lugar es sagrado; ¡a mear a otra parte!» Yo me voy. Y, con todo, Luciliodesolló la ciudad, y se ensañó contigo, Lupo, y contigo, Mucio; contra aquéllos se partió [115] lamuela del juicio. Horacio pone maliciosamente el dedo en la llaga a su amigo 37 , que se monda de26 El adversario de <strong>Persio</strong> cuando oye que éste ataca a los poetas contemporáneos, superficiales y artificiosos, ataca a suvez a los arcaicos.27 Accio, famoso trágico latino (que no cabe confundir con el poeta citado en la nota 18) de la época republicana,llamado aquí báquico sólo porque la tragedia griega procedía del culto báquico o dionisíaco.28 Pacuvio, otro poeta trágico aún de edad anterior. Había nacido en Bríndisi. Ambos se caracterizaban por la rudeza delestilo de su lenguaje. La obra más famosa de Pacuvio fue la Anilopa, en la que se evocaba el caso de esta heroína,madre de Zeto y de Anfión, perseguida por Dirce.29 Seguramente quiere decir: estrepitoso y vacío.30 Pedio Blaso, político de la época de Nerón, que fue condenado a cárcel por concusión. Quizás cultivara la poesíacomo simple aficionado. En tal caso la acusación de robo vendría doblada por la de plagio.31 Era algo frecuente que los que se habían arruinado en un naufragio pidieran limosna exhibiendo un cuadro querepresentaba precisamente el hundimiento de su nave.32 <strong>Persio</strong>, por boca de su adversario, cita tres ejemplos de la métrica contemporánea, de rara elegancia y de sonoridadafectada, propia de la poesía entonces en boga, y que recuerda a los poetas alejandrinos. Cita también, desdeñosamente,las dos primeras palabras de la Eneida de Virgilio.33 El adversario responde a la pregunta del poeta con cuatro versos que propone como modélicos, seguramente extraídosde algún poema en boga, que aluden a una orgía báquica. Su sentido más exacto no se puede precisar.34 Es decir, no se trata de un poema trabajado y acabado, obra de un artista consciente.35 Versos en los que abunda la consonante r, inicial de la palabra latina rabies.36 Se pintaban ritualmente dos serpientes en los lugares que se quería preservar de males, principalmente en estelasfunerarias. Bruscamente el poeta compara a los grandes personajes con los monumentos protegidos así.37 Principalmente en sus Sátiras y Epístolas.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 18risa, cuando él ha logrado entrar hasta el dintel de su corazón, pues Horacio es diestro en ganarse elpúblico sacudiéndole la nariz 38 . ¿Sólo yo cometeré sacrilegio si susurro una palabra? ¿Incluso en losecreto, si le hablo a un agujero dondequiera que sea? Sin embargo, aquí voy a enterrar algo, lo hevisto con mis propios ojos, librillo mío... ¿quién no [120] tiene orejas de burro 39 ? Este misterio demi pensamiento, esta risa mía, esta nadería, no te la vendo por una Ilíada. Tú, quienquiera que seas,que has escuchado el bufido del audaz Cratino y has empalidecido ante la ira de Éupolis y ante ladel viejo prestigioso 40 , no pierdas tampoco de vista lo que sigue: a lo mejor percibirás algo biencocinado. Que el lector se limpie en ellos las orejas antes de [125] quemarse contra mí, que no seauno de estos paletos que se aprestan a armar jarana acerca de las sandalias de los griegos 41 , capaz dellamar «tuerto» a un tuerto, que no sea uno que se cree ser alguien porque, engallado en unamagistratura italiana, ha mandado romper, en su calidad de edil 42 , alguna medida de líquidosfalseada, eso en [130] Arezzo. Que no sea tampoco un pillo que sabe reírse de las cifras del ábaco yde los conos trazados en el polvo 43 , presto a pasárselo bomba si una mujer descarada le tira, alatardecer, de la barba a un cínico. Para estos tales por la mañana el edicto, y en la sobremesa,Calírroe: éste es mi regalo 44 .38 Hoy decimos mejor: dejarle a uno con un palmo de narices.39 <strong>Persio</strong> grita su secreto a un agujero, como antaño lo hiciera un siervo del rey Midas para revelar que su señor teníaorejas de asno. Es muy conocido el hecho de que aquí <strong>Persio</strong> había escrito inicialmente auriculas asini Mida rex habet,en una alusión directísima a Nerón, pero al editarlo su maestro Cornuto lo modificó cautamente y le dio el giro actual.40 Aristófanes, el principal comediógrafo griego. <strong>Persio</strong> recomienda vivamente la lectura de estos tres autores.41 El poeta quiere decir: despreciar a los griegos sin saber nada de ellos.42 Los ediles municipales eran empleados de poca monta, a los que competía el examen, y en su caso la destrucción, delas medidas de líquidos y de áridos que no tuvieran la capacidad legal en su uso destinado al comercio.43 La sátira concluye con un puyazo contra los que desprecian el saber.44 La sátira acaba con una frase de interpretación incierta. Parece que <strong>Persio</strong> recomienda al paleto de que antes hablóque se pase la mañana en el Foro, donde se trataba de política y se cerraban negocios, pero donde había también unacharlatanería vacua, y que por la tarde asistiera a la representación de una comedia o acudiera a algún recital.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 19SÁTIRA IIPor la forma esta sátira responde exactamente al tipo horaciano de las epístolas; el tema esprofundamente religioso: lo que precisamente los hombres no deben hacer en su relación con losdioses, pedirles algo deshonesto, pedirles algo insensato o pedirles algo incoherente con el génerode vida que lleva el solicitante. La primera sería una plegaria impía, la segunda una plegaria vana yla tercera una plegaria contradictoria. Si lo miramos más atentamente, <strong>Persio</strong> acusa a los hombresde atribuir a los dioses su propia mezquindad y de imaginarles sensibles al lujo y al derroche,cuando ellos lo único que aprecian es la honestidad y la pureza de alma. Se ha notado que en estasátira recurren bastantes motivos existentes en el diálogo pseudoplatónico Alcibíades Segundo. Estasegunda sátira es uno de los monumentos más sólidos de la sabiduría romana, y aunque carece de laamplitud y de la variedad de la décima de Juvenal, la supera en nobleza de espíritu. Gozó de granestima entre los Padres de la Iglesia Latina, y fue asiduamente leída en las escuelas monacales delmedievo europeo.La viveza de su escritura procede, en parte, del uso diversificado de afirmación, interrogación yplegaria, y también de los niveles distintos de dicción, que producen una cierta estratificación detonos; pero esto último se nota de manera incomparablemente más clara en la lectura del originallatino.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 20SÁTIRA IISeñala, oh Macrino 1 , con la piedra más propicia 2 este día que, siempre blanco, añadirá un año alos que se te escurren: viértele vino a tu genio 3 . No pidas con ruego interesado 4 lo que no sabríasconfiar a los dioses sin hacer un aparte con ellos 5 .En cambio, una buena parte de los grandes señores hará su ofrenda con incensario sigiloso 6 ; noestá al alcance [5] de todos desalojar de los templos el murmullo y los bisbiseos a ras de suelo yvivir según unos ruegos declarados. «Buen juicio, reputación, lealtad», esto con voz clara y demodo que el invitado lo perciba. Pero hete aquí lo que el corazón le rezuma en la entraña, pordebajo de la [10] lengua: «A ver si mi tío paterno la palma; ya le haremos un entierro por todo loalto». También: «¡Ojalá crepitara debajo de mi azadón una marmita atiborrada de plata, por unfavor de Hércules 7 ! ¡Y quién pudiera cancelar de la lista de los herederos a este pupilo 8 que me vapor delante, que padece roña y que está abotargado de bilis ácida 9 ! Nerio, por su lado, ya sepultó asu tercera mujer 10 » [15]. Para santificar tales preces de buena mañana sumerges dos o tres veces tucabeza en los remolinos del Tíber, y el río purifica tu noche 11 . Ea, veamos, dime —lo que pretendosaber no es casi nada—, tú, ¿qué piensas de Júpiter? ¿No te parece que hay alguna razón paraanteponerlo a... «¿A quién?» ¿A quién? ¡Hombre, a Estayo! 12[20] ¿Acaso titubeas? ¿Qué juez mejor y más indicado para los casos de niños huérfanos? Puesbien: esto mismo con que intentas ganarte la atención de Júpiter, díselo a Estayo, y él mismoexclamará: «¡Júpiter, buen Júpiter!» 13 . Y aun Júpiter mismo, ¿no se imprecaría él en persona? ¿Opiensas que te ha perdonado porque cuando truena el azufre sagrado hiende de inmediato un roble,en vez de hacerlo a ti y a tu casa? Y si todavía no yaces inhumado en [25] los bosques sagradoscomo en un lugar fulminado por un rayo 14 , sitio vitando y execrable, como prescriben las fibras delas ovejas sacrificadas y manda Ergena 15 , ¿piensas por ello que Júpiter te ofrecerá estúpidamente subarba para que se la meses? ¿Con qué clase de moneda has podido comprar los oídos de los dioses?¿Acaso con un pulmón y unos intestinos grasientos 16 ? [30]1 Al amigo Plocio Macrino, de quien el escoliasta o comentarista antiguo alababa la cultura, sólo le está dedicada estabreve introducción. El resto de la sátira está dirigido a la generalidad de los lectores.2 Era más frecuente decir «con piedra blanca». E] uso aludido, que se convirtió en proverbial entre los antiguos, eramarcar en el calendario los días felices con una piedrecita blanca y los infelices con una negra.3 En el día de cumpleaños se ofrecía vino, perfumes y flores, pero no víctimas, al genio tutelar, la divinidad que presidíael nacimiento y acompañaba la vida de cada hombre.4 Es decir, no intentes sobornar.5 Algunos fieles ofrecían una propina a los celadores de los templos para que les permitieran llegarse hasta la imagendel dios y susurrarle al oído sus demandas.6 Ofrecerán sacrificios en secreto.7 A protección de Hércules se atribuían los favores inesperados de la fortuna.8 Este breve monólogo secreto debe ponerse en boca de algún tutor desleal.9 Se trata de un adolescente que debía de padecer roña e ictericia.10 Otro caso de uno que ha tenido buena suerte; se trata de un usurero notorio, envidiado aquí porque ha heredado losbienes de sus tres esposas difuntas.11 Abluciones rituales que menciona también Juvenal en su Sátira VI.12 Debe aludirse a Gayo Elio Estayo, juez corrompido e inmoral, contemporáneo de Cicerón, que en un juicio aceptósoborno de la parte demandada y de la demandante, y las engañó a ambas; poco tiempo antes se le había confiado elcaso de un pupilo estafado por su tutor; aceptó una fuerte suma de dinero para tratar el caso, que acto seguido abandonó.Todo ello ocurría hacia el año 70 a. C.13 Es decir, la cosa es tan grave que el mismo Estayo se escandalizaría.14 El lugar en que caía un rayo era considerado maldito, y no se podía pisar, para lo cual se vallaba convenientemente.Si encima el rayo había ocasionado la muerte de alguien, los arúspices examinaban las vísceras de una oveja sacrificaday decidían si el muerto debía ser enterrado allí mismo, en cuyo caso la prohibición de pisar el lugar era doble.15 Ergenna es un nombre etrusco probablemente para significar genéricamente a los arúspices.16 Eran las partes más apreciadas de las víctimas. La pregunta es irónica: ¿habrías podido comprar a mejor precio?


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 21Mira 17 cómo una abuela o una tía materna llena de supersticiones levanta de su cuna a un niño ycon el dedo infame y saliva lustral 18 empieza por purificarle la frente y los húmedos labios, pues esexperta en conjuros contra el aojamiento 19 . Luego sacude al lactante con sus manos, [35] y su votoferviente osa empujar la frágil esperanza hacia los latifundios de Licino 20 y los grandes palacios deCraso: «Que el rey y la reina le deseen como yerno, que las jóvenes se lo arrebaten, que allí dondehaya pisado nazcan rosas». Pero yo estos votos, no se los confío a una nodriza. ¡Niégaselos, Júpiter,aunque te los haga vestida de [40] blanco!» 21Pides energía para tus nervios y un cuerpo que no venga a menos con la vejez. De acuerdo: peroaquellos platos opíparos y aquellas pingües salchichas se aprestan siempre a impedir a los diosesescucharte y paralizan la buena voluntad de Júpiter 22 .Sacrificas un buey y pides lograr amasar una fortuna; con entrañas de víctimas invocas aMercurio 23 : «Hazme [45] la gracia de hacer prosperar mi casa, concédeme ganado y rebañosfecundos». ¿Y cómo lo harías, malvado, si haces fundirse en el fuego del altar las tripas de tantasterneras 24 ? Él, a pesar de todo, se obstina en superar la circunstancia a fuerza de inmolación debestias, de ofrecer tortas rellenas 25 : «Ya se incrementan mis tierras, ya prosperan mis hatos, loconseguiré, sí, sí...» hasta que, con [50] desilusión y desesperada, una moneda suspira en vano en elfondo de la bolsa.Si yo te llevase el don de cráteras de plata o de otros objetos recamados ricamente de oro,sudarías y en el lado derecho de tu pecho tu corazón, trepidante de contento, destilaría gotas 26 . Deahí te ha venido la obsesión de aplicar una mano del oro de las ovaciones 27 a la faz de los dioses:«Entre los hermanos de bronce 28 deben ocupar el [55] primer lugar aquellos que nos mandan unossueños libres de constipados 29 : tales dioses tendrán las barbas de oro 30 ». El oro quitó ya de en mediolos vasos de tierra de Numa y los bronces saturnios 31 , y sustituye a las urnas de las vestales y lasarcillas etruscas 32 . ¡Oh almas [60] agachadas hasta el suelo y vacías de pensamientos celestiales,¿de qué aprovecha introducir en los templos nuestros usos y reputar como gratos a los dioses losantojos de nuestra pulpa criminal? Es ella la que nos ha empujado, por su gusto, a estropear el aceitedisolviéndole la esencia, y a teñir en caliente la lana de Calabria con la púrpura [65] corruptora; esella la que nos ha impulsado a rascar la perla de su concha, y a sacar de simple polvo venas de metalincandescente 33 . Peca también ella, peca ciertamente, pero por lo menos extrae algún provecho de17 Cambio de escena: pasamos de las plegarias impías a las sencillamente insensatas.18 El digitus infamis era el dedo en medio de ambas manos; agitarlo extendido daba a entender prácticas sodomíticas.De todos modos en lenguaje corriente y algo vulgar significaba simplemente el dedo mencionado. Aplicar saliva erauna práctica apotropaica que rechazaba daños morales y materiales.19 Es la conocida superstición según la cual ciertos males se pueden pegar o transmitir mirándole a uno fijamente.20 Las riquezas de Licino, liberto de Augusto, y las de Marco Licinio eran proverbiales. [La nota falta en la ediciónimpresa. Nota del escaneador]21 Cuando la plegaria revestía solemnidad especial requería ser efectuada llevando vestidos blancos.22 Es decir, ya los antiguos eran conscientes de que la sobriedad en el comer y en el beber fomenta la buena salud. Losdioses no podrán hacer nada si atentamos contra ella.23 En contraposición a Hércules (cf. nota 7), Mercurio era el dios del lucro comercial, y también el protector del ganado.24 No está muy claro lo que <strong>Persio</strong> quiere decir, seguramente que el solicitante es una mala persona y que los dioses noatienden a sus ruegos.25 Las tortas rellenas eran ofrendas típicas a los dioses.26 Se habla no sin razón de la oscuridad de <strong>Persio</strong>. Aquí el satírico establece una comparación muy implícita: ¿por elhecho de que tú te alegres si te regalan oro, crees que los dioses van a alegrarse de lo que les ofrezcas tú?27 Se trata del oro tomado al enemigo, y que el general exhibe en el desfile triunfal de regreso a Roma. Este desfile seefectuaba entre las ovaciones del gentío espectador, de ahí la denominación.28 Entre los dioses en general, entre sus imágenes fundidas en bronce.29 Los sueños verídicos, los más claros, no perturbados por los humores corpóreos.30 Era práctica frecuente sobredorar la barba y la cabeza de las imágenes de los dioses.31 Vasos de arcilla y arneses de bronce, evocados como símbolo de los tiempos más antiguos del Lacio.32 Terracotas etruscas y urnas de tierra de que antaño se servían las vestales en los actos de culto.33 La primera alusión es a los perfumes, siempre densos y como oleaginosos; la tercera es al proceso de obtención deloro por fusión de la ganga que lo contiene.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 22su perversidad. Decidme, pontífices: ¿para qué sirve el oro en los templos? Para lo mismo, ¿quéduda cabe?, en que aprovechan a Venus las muñecas que le regalan las jovencitas.[70] Decidámonos a ofrecer a los celestes lo que ni tan siquiera la legañosa progenie del granMesala 34 les podría ofrecer en su enorme bandeja: la armonía de las leyes divinas y las humanas enel alma, una íntima pureza de pensamiento y un corazón transido de magnánima honestidad. Séameconcedido llevar esto al templo, y rogaré .a los dioses con [75] un puñado de harina 35 .34 Se trata de Lucio Aurelio Cota Mesalino, hijo del célebre orador y general Valerio Mesala Corvino; si el padre fuemodelo de virtudes, el hijo lo fue de los peores vicios.35 Este lacónico final de la sátira, denso pero contenido, viene subrayado por la humildad de la ofrenda.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 23SÁTIRA IIILa sátira se dirige contra los que tras haber empezado, descuidan el estudio de la filosofía, yceden al atractivo del ocio y de la pereza, ello sin menoscabo de la presunción e indolencia queevidencian los jóvenes que así se comportan. De modo que a una sátira literaria y a otra religiosa lessigue una tercera moral.La pieza comienza con una animada escena en la que un amigo, o quizás un pedagogo, reprochaa un joven que se pase prácticamente toda la mañana durmiendo; no se puede malograr esta edad enque se da más fácilmente la formación del hombre según los dictámenes de la filosofía. Es másculpable el que tiene conciencia de su pecado que el vicioso ya insensible debajo de la costra de unaculpa inveterada. Resulta necio escudarse en una pretendida ascendencia aristocrática cuando enrealidad se vive en la corrupción, y se ahoga la voz de la moral.El poeta describe graciosamente los ardides de que se valía, en su niñez, para rehuir el estudio,pero su joven interlocutor carece de disculpa, tanto más cuanto que ya tuvo algún trato con lafilosofía estoica. Luego la sátira generaliza más su alcance: de la misma manera que hay que atajarel mal en su raíz con los remedios oportunos, así hay que asimilar en su pureza los principios de lafilosofía, y desechar la envidia. Debemos vivir según una regla de conducta ética, lo cualaccesoriamente nos pondrá al abrigo del materialismo y la ignorancia, simbolizados aquí por uncenturión corto de entendederas. También el enfermo que desoye los consejos del médico acabamal.Hasta cierto punto la sátira tiene una grandeza que trasciende con mucho su dedicatoria directa aun estudiante holgazán:¡Sumo padre de los dioses! Te ruego que castigues de este modo a los crueles tiranos cuando laimpía pasión infectada de veneno hirviente los revuelve: que vean la virtud y que se pudran porhaberla abandonado.Dejando aparte las respuestas que se les dan, el poeta se plantea los problemas más centrales decualquier filosofía: el origen del ser, e implícitamente el sentido de la existencia. Por encima de sumaterialidad, este tema cohesiona la sátira íntegramente. Y hay una interacción entre lo físico y lomoral: la palidez, la hinchazón, la fiebre y el temblor se relacionan con los defectos morales comola glotonería, la cólera, la lujuria. También el temor ofrece síntomas corporales.Esta sátira incluso en el aspecto formal, es de una rara modernidad por su disposición artística,musical y polícroma, que hace que la leamos con verdadero encanto.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 24SÁTIRA III«¿Conque siempre a lo mismo 1 ? La mañana luminosa nos entra ya por las ventanas y con su luzensancha las angostas rendijas, pero nosotros continuamos roncando lo suficiente para evaporar elindómito Falerno 2 , mientras la sombra toca la línea de la meridiana ya por quinta vez 3 ¡Ea! ¿Quépretendes lograr? Hace ya rato que la insensata canícula quema las áridas mieses, y todo el rebaño[5] se encuentra al abrigo del ancho follaje del olmedo». Así dice un amigo. «¿De veras? ¿Es así?¡Pronto, que acuda alguien! ¿No hay nadie? Mi bilis, tersa como el cristal, se hincha. Yoreviento...» 4 de modo que creerías que rebuzna a un tiempo toda la asnería de Arcadia 5 .Están ya en la mano el libro, el pergamino a dos tintas [10] y perfectamente rasado 6 , el papiro yla pluma nudosa. Pero entonces nos quejamos de que el líquido 7 es denso y de que nos cuelga delcálamo... si echamos agua el negro de sepia se desvanece. Y nos lamentamos de que la caña sueltede dos en dos las gotas diluidas. ¡Oh desventurado! ¡Más desgraciado cada día que pasa! ¿A tal [15]punto hemos llegado? ¿Por qué no, mejor, te pones a reclamar las papas bien desmenuzadas, comoun tierno pichoncillo o un niño de casa rica 8 ? ¿Por qué no coges un berrinche y te rebelas ante losarrullos de tu nana? «Yo no puedo escribir con esta pluma». Eso, ¿a quién se lo dices? ¿Por quérepites estas historietas? Eres tú a quien [20] toca jugar. 9 Te pierdes neciamente y caerás en eldesprecio general. Una jarra mal cocida o que no tenga la arcilla totalmente seca suena cascadacuando recibe un golpe: revela su defecto en su sonido. Ahora que eres todavía barro húmedo yblando, ahora debes moldearte en el ligero torno, sin pérdidas de tiempo ni interrupciones. Ademásde las tierras que te legó tu padre tienes una aceptable cosecha de trigo, y no te falta un salero 10 bienpulido y sin [25] defectos (¿pues qué debes temer?) y la seguridad de una cacerola que cuidará tuhogar. Y esto te basta. ¿O piensas que has de hincharte a más no poder los pulmones porque ocupasel lugar número mil en un árbol genealógico etrusco 11 , o porque, vestido con la trábea y a caballo,puedes saludar al censor de tu distrito 12 ? Deja al vulgo estos adornos. Yo te conozco bien por fueray en tu fuero interno: ¿no te avergüenza vivir como este disoluto que es [30] Nata 13 ? A él leembrutece el vicio, y en el corazón le ha crecido la grasa. Ya no es consciente de nada, no sabe loque se pierde, y, hundido en lo más bajo, ya no hace bullir el agua de la superficie 14 . ¡Sumo padrede los dioses! Te ruego que castigues de este modo a los crueles tiranos cuando la impía pasióninfectada de un veneno [35] hirviente excita su mente: que vean la virtud y que se pudran porhaberla abandonado 15 . ¿Es que el bronce del ternero de Sicilia 16 gimió más doloridamente y, ante la1 Un pedagogo, o quizás un compañero de estudios, reprende la pereza de un joven señor, a quien encuentra muyavanzada la mañana durmiendo la borrachera de la noche anterior.2 Era un excelente vino de Campania, de alta graduación.3 La quinta línea tocada por la sombra proyectada sobre el cuadrante de un reloj de sol por la varilla clavadaperpendicularmente a él. La hora indicada eran las once, hora para los romanos del prandium o almuerzo.4 Estas palabras hay que ponerlas en boca del dormilón sorprendido.5 Los asnos de la Arcadia eran famosos en la antigüedad.6 Por fin el joven se dispone a hacer algo, pero aún encuentra pretextos para no hacer nada. El pergamino tenía una cararascada de pelos y pulida, para ejecutar en ella los trabajos; en la cara opuesta se había escrito el correspondienteborrador; esta cara se ofrecía tal cual.7 La tinta era negra, y se obtenía principalmente con escamas de sepia trituradas.8 Se echa en cara al holgazán al comportarse como un niño muy pequeño.9 Metáfora tomada del juego de los dados.10 El salero de mesa era considerado por los romanos como símbolo de las cosas indispensables para la vida, y se pasabacomo herencia de padres a hijos.11 Los etruscos tenían a gala la gran antigüedad de sus linajes.12 En la parada anual de los idus de julio, cuando el censor pasaba revista a los caballeros romanos de su distrito.13 Nombre de un romano disoluto, seguramente tomado genéricamente, aunque en rigor no se puede excluir que se tratede Pinario Nata, libertino citado por TÁCITO (Anales IV 34).14 Es decir, es incapaz de salirse del barro de la corrupción.15 Aquí hay que intuir el nexo; el poeta ha caracterizado al hombre caído en el vicio: si se diera cuenta verdaderamentede ello sentiría remordimientos, el más cruel de los suplicios, que es lo que desea <strong>Persio</strong> a los tiranos.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 25espada 17 suspendida del artesonado de oro las nucas adornadas de púrpura no sintieron más temorque el infeliz [40] que ha de repetirse a sí mismo: «Vamos, sí, vamos al abismo», y palidece porquesu mujer, que está a su lado 18 , nada sabe?De niño, recuerdo, me untaba con frecuencia los ojos con aceite 19 cuando no me apetecía dirigir aCatón moribundo [45] frases grandilocuentes 20 , destinadas a recibir muchas alabanzas de unpreceptor no en sus cabales, a ser oídas por mi padre sudoroso acompañado por sus amigos. Porquecon razón mi mayor deseo era saber lo que se gana con un buen seis, y también cómo vacía elbolsillo una tirada desafortunada, la del uno, no errar la estrechez [50] del ánfora en su embocadura,y ser el más hábil en hacer girar el trompo de boj con la cuerda 21 . Pero tú ya tienes experiencia paracaptar lo que está mal hecho y de entender los preceptos del sabio Pórtico pintarrajeado con medosen calzones 22 ; a tales sabios les atiende, insomne y con la cabeza rapada, una juventud que sealimenta sólo [55] de legumbres y de una polenta gruesa. La letra del filósofo de Samos, con suspalos divergentes 23 , te ha mostrado el sendero que se encarama a tu derecha. A pesar de todocontinúas roncando, y tu cabeza da bandazos: sus junturas se desarticulan y bostezas el vino deanoche con las mandíbulas por ambos lados desencajadas. ¿Apuntas con tu [60] arco hacia algúnblanco, o bien persigues cuervos por todas partes tirándoles tiestos y fango al buen tuntún, confiadosólo en a dónde te lleven tus pies, y vives al día?Es inútil —te das cuenta— pedir eléboro cuando la piel ya se hincha, negruzca 24 ; atajad el mal deraíz y, ¿qué necesidad habrá de que prometáis el oro y el moro al médico Crátero 25 ? Estudiad,infelices, y aprended las [65] causas de las cosas: qué somos, para qué vivimos, el lugar que se nosha asignado, cuál debe ser nuestro punto de partida y cómo hay que girar para dar la vueltaágilmente a la meta 26 , cuál es la medida exacta del dinero, lo que podemos lícitamente desear, paraqué puede servir una moneda recién salida de la ceca, lo que hay que dar a la patria y a losbienamados padres, qué nos exige ser la [70] divinidad y el sitio que nos ha fijado entre loshombres. Asimila todo esto y no tengas envidia de que muchas jarras, en compañía de pimientos yde jamones, homenaje de un cliente de los Abruzzos, se pudran en la despensa opulenta 27 , pago porla defensa de unos umbros obesos 28 ; no te concomerás porque la salazón aún no ha disminuido en elborde del barril.[75] En este punto algún centurión de la clase de los chivos 29 me dirá: «Con mi buen juicio me16 El toro de bronce en el que Fálaris, tirano de Agrigento, hacía quemar vivos a sus enemigos. En realidad los quegemían eran los que quemaban dentro, de modo que aquí hay una hipálage.17 La conocida espada de Damocles, que el tirano Dionisio de Siracusa hacía pender sobre la cabeza de algún invitado, yque colgaba de un hilo muy tenue.18 Es por la noche cuando más roe el remordimiento.19 Es decir, fingía padecer de legañas, que se curaban con aceite.20 Es decir, hacer ejercicios de elocuencia, aquí recomendando o justificando el suicidio de Catón. Los padres asistían alos ejercicios de sus hijos, e invitaban a sus amigos.21 <strong>Persio</strong> cita aquí tres juegos de niños de su época: los dados, que entre los mayores eran un verdadero juego de azar,las nueces que se tiraban a un ánfora colocada a cierta distancia, y hacer girar la peonza.22 En la Poikile Stoa o Pórtico Pintado, en Atenas, sede de la filosofía estoica, había pinturas murales del pintorPolignoto, que representaban las victorias de los griegos sobre los medos; éstos últimos llevaban unos calzones muycaracterísticos.23 La alusión es a Pitágoras y a su interpretación simbólica de la forma de la letra griega ípsilon (Y), en la que el palorecto significaba la infancia y la adolescencia; luego en el camino de la vida venía una bifurcación; la vía de la derechaera empinada y significaba el bien.24 Tomar eléboro curaba de la locura (cf. nota 18 de la Sátira I), y también la hidropesía, en creencia de los antiguos.25 Médico muy célebre contemporáneo de Cicerón.26 Imagen tomada de las carreras del circo: al llegar a la meta (spina) los corredores debían doblarla por su parte exteriory correr hacia el punto de partida.27 La despensa de un abogado de provincias con éxito profesional se llenaba por los pagos de los clientes, que confrecuencia se hacían en especie.28 La obesidad de los umbros era proverbial.29 Es decir, maloliente. <strong>Persio</strong> era antimilitarista, y ridiculizaba en los soldados su materialismo y su incultura.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 26basta, y no aspiro a ser un Arcesilao o uno de los míseros Solones 30 que, cabizbajos y con la vistaque les taladra el suelo van royendo dentro de sus vísceras sus murmullos y su silencio [80] rabioso,y alargando los labios sopesan las palabras, meditando los sueños de un viejo enfermo 31 , eso es, quenada puede nacer de la nada, que nada puede regresar a la nada... ¿No es esto lo que te hacepalidecer? ¿No es esto [85] lo que a algunos les quita el apetito?» Estos asuntos hacen reír a lagente, y la juventud nervuda frunce la nariz y suelta la vibrante carcajada.«Examíname 32 , no sé por qué me tiembla el pecho y de la garganta enferma me sale un alientocansado; visítame, por favor». El que ha acabado de decir esto al médico y ha recibido laprescripción de guardar cama, si [90] después de tres noches nota que su pulso late rítmicamente,mandará a pedir a uno más rico que él vino dulce de Sorrento en un frasco de tamaño mediano, parabebérselo antes del baño. «Amigo, estás pálido» 33 . «No es nada».«Vete con cuidado, sea lo que sea, poco a poco la piel se te vuelve macilenta». «La tuya lo esmás todavía; no [95] me hagas de tutor. Hace ya tiempo que enterré al mío; ahora me quedas tú».«Haz lo que te dé la gana; ya me callo». Y he aquí que toma el baño hinchado de comida y con elvientre blancuzco, mientras su gaznate exhala lentamente hálitos pestilentes. Mas cuando bebe leentra un [100] temblor que le hace caer de las manos la copa caliente, se le ven rechinar los dientesy por los labios lacios le sale la comida llena de babas. Luego suena la trompeta, se encienden lascandelas y, en fin, nuestro señorito, bien compuesto en el elevado lecho y empapado de ungüentos[105] los aceitosos extiende sus pies rígidos hacia la puerta, y los que desde ayer son quirites 34 secubren la cabeza y se llevan el cadáver.«Tómame el pulso, desgraciado, aplícame la mano sobre el pecho: nada de fiebre; tócame laspuntas de las manos o de los pies: no las tengo frías» 35 . Pero si tu ojo se clava en el dinero o la bellaamante del vecino te sonríe insinuándose, ¿a ti el corazón te seguirá latiendo normalmente? Te hanservido una verdura vulgar en un plato [110] frío y un pan de harina cernida con el cedazo de laplebe: veamos tus tragaderas. En tu boca delicada se esconderá una llaguita fétida, que no debe serrascada por una acelga vulgar 36 . Sientes escalofríos cuando un pálido miedo [115] eriza en tusmiembros las puntas de tus pelos; otras veces, como si te hubieran rozado con una antorcha, tehierve la sangre y los ojos te chisporrotean iracundos. Y dices y haces cosas que el mismo Orestes 37juraría que son propias de un loco.30 Arcesilao de Pítane fue un filósofo académico del s. III a. C.; Solón es el legislador ateniense.31 El aludido es Epicuro, que murió tras una larga enfermedad. Los epicúreos se formulaban las cuestiones propuestasaquí y declaraban no tener respuesta para ellas.32 Aquí se inicia un diálogo entre un presunto enfermo y un médico. El enfermo se cree curado antes de tiempo; durantela convalecencia se tomaba vino de la mejor clase.33 Segunda intervención del mismo médico. Luego, sin solución de continuidad ya se describe el entierro.34 Esclavos a los que el dueño, muerto el día anterior, concedió la libertad en su testamento.35 La sátira concluye con una variación del motivo anterior: ahora se ve la reacción del paciente, o de cualquier persona,ante una emoción fuerte e inesperada. Tener frías las pumas de las manos o de los pies era tenido por señal de muerteinmediata.36 El afectado finge tener una llaga en la boca.37 Orestes, enloquecido por las Furias o Erinias por haber dado muerte a su madre.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 27SÁTIRA IVEl tema de esta sátira es el antiguo refrán: «conócete a ti mismo». <strong>Persio</strong> pone en escena aSócrates, que reprocha al joven Alcibíades que se dedique a la política sin tener para ello la madurezy el buen juicio debidos. Este principio de la sátira se inspira en el diálogo platónicoAlcibíades 1. Pero ello es sólo una motivación muy accidental: la Sátira IV de <strong>Persio</strong> es en toda suextensión una lección político-moral contra el vicio, común a todas las épocas, de lanzarsetemerariamente a la vida pública y a las empresas más arriesgadas sin la debida preparación. Entradala sátira, el poeta pasa a reprochar sucesivamente el vicio común de considerar siempre losdefectos del prójimo (como la avaricia y la sodomía) y el de no descender al conocimiento profundode nosotros mismos. No examinamos nuestra alma; el rigor crítico se ejerce únicamente en vista almundo que nos rodea. De modo que a lo largo de la pieza la amonestación se generaliza, y la sátirase dirige claramente al conjunto de la juventud romana. La teoría se ejemplifica con dos anécdotasvivamente dialogadas: la de dos individuos que dejan de vuelta y media a un tal Vetidio, y la de unvecino que nos da maliciosamente con el codo para señalarnos las costumbres infames de unhomosexual.Aunque empieza con fuerza, hay que decir que esta sátira a lo largo de su composiciónlanguidece, y es una de las piezas más flojas de <strong>Persio</strong>. En efecto: la figura del demagogo Alcibíadestenía poca aplicación en la Roma imperial. La introducción del afeminado viene poco motivadapor el contenido, y el paralelismo entre el trasfondo político griego de la primera parte de la sátira yel trasfondo social romano de la segunda mitad no tienen nada que ver entre sí. Esta incoherenciaresta vigor y sentido a la intencionalidad directa del autor.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 28SÁTIRA IV«¿Te quieres dedicar a la política?» —imagina que te habla así el maestro barbudo a quien sellevó el terrible trago de cicuta— «¿en qué confías? Respóndeme, pupilo del gran Pericles 1 . Sinduda has adquirido muy pronto, antes de que te apunte la barba, ingenio y experiencia de las cosas,y sabes aquello de lo que se puede hablar y lo que se debe de callar. Por eso cuando a la morralla se[5] le inflama la bilis y organiza un tumulto, tú estás en situación de imponer silencio con un ampliogesto de tu mano a la masa soliviantada. Bueno, ¿qué le dirás? «Quirites 2 , esto (por ejemplo) no esjusto, aquello es malo, lo de más allá es más honrado.» De hecho, sabes pesar lo justo en los dosplatos de la balanza incierta, sabes discernir [10] la línea recta incluso cuando se insinúa entre lascurvas, cuando una regla de pie algo torcido podría llamarnos a engaño, y estás en situación deseñalar como infame el vicio y de pegarle el negro signo 3 de la condena. En tal caso, ¿por qué nodejas, ya que tienes sólo la inútil belleza del cuerpo, de menear la cola 4 antes de [15] tiempo frenteal vulgo que te adula, cuando lo mejor sería que sorbieras puro el eléboro 5 de las tres Antíciras?¿Cuál es para ti el colmo de la felicidad? ¿Tener siempre una buena cocina y una piel cuidada concontinuos baños de sol 6 ? Mira, esta pobre vieja 7 no dice otra cosa. ¡Ea, pues, vete soplando: «soy elhijo de Dinómaca 8 , y soy [20] blanco». Da lo mismo, mientras no sea menos sensata la harapientaBaucis 9 cuando le grita al esclavo descamisado: ¡Albahaca!¡Qué gran verdad es que nadie intenta descender al fondo de sí mismo; nadie, pero todo elmundo se fija en la alforja del que le va delante 10 ! Supongamos que preguntas: «¿Tienes idea de lasposesiones de Vetidio?» «¿De [25] quién?» «De aquel ricachón que en Curas 11 tiene tantas tierrasque no las sobrevolaría un milano». «¿Te refieres a aquél odiado por los dioses y enemigo de sugenio, que cada vez que debe colgar un yugo en los arcos de las encrucijadas 12 vacila temeroso dequitar el polvo viejo de una jarra de vino, y masculla: “¡Buen provecho!” cuando [30] mordisquea,sazonada con sal, una cebolla sin pelar al tiempo que los esclavos lo celebran junto a una olla degachas 13 y él sorbe el poso harapiento de un vinagre casi echado a perder?». Pero si después dehaberte ungido con aceite haraganeas bajo los tiros del sol, a tu lado hay un desconocido que teatiza un codazo y te escupe su acrimonia: «¡Vaya moda la de escardarse el carajo y lo más secretodel cuerpo para abrir a la gente las mustias fosas! [35] Si te peinas con cuidado la lana perfumadade tus mejillas, ¿por qué en tu ingle tu miembro emerge sin pelo? Aunque cinco mancebos de lapalestra 14 intenten arrancar esta vegetación y torturen con pinzas ganchudas tus nalgas1 Es Sócrates que se dirige a Alcibíades. El principio de esta sátira está inspirado en el diálogo platónico Alcibíades 12 Aquí la sátira pasa a ser plenamente romana.3 Es la letra griega zeda, (Θ), inicial de la palabra griega thánatos, muerte.4 Como un perro, o quizás como un pavo.5 Cf. las notas 18 de la Sátira 1 y 24 de la Sátira III. En Grecia había tres ciudades llamadas Antícira, y en las tres seproducía eléboro, por lo que aquí la expresión significa «todo el eléboro del mundo».6 Los romanos acostumbraban a tomar el sol en unos lugares determinados (solaria); previamente se ungían el cuerpocon aceite.7 Como haciendo un gesto señalando una mujer anciana que pasa.8 Cita el nombre de la madre de Alcibíades, descendiente de los alcmeónidas.9 Era una vendedora ambulante de hierbas aromáticas.10 <strong>Persio</strong> imagina, variando ligeramente la fábula tradicional de las dos alforjas (se lleva una delante con los viciosajenos y otra en la espalda con los propios), que todos los hombres llevamos una sola alforja en la espalda, con nuestrospropios defectos. Por eso sólo vemos los ajenos.11 Curas, ciudad natal de Numa Pompilio, era una población de la Sabina; Vetidio es el nombre de algún terrateniente.12 En las fiestas Compitalia, dedicadas a los dioses de las encrucijadas, los agricultores colgaban aperos de labranza,principalmente yugos, en los templetes que aquellos dioses en ellas tenían, y celebraban in situ banquetes copiosos, perono este Vetidio, que se limita a comerse una cebolla, y a beber un vino de mala calidad.13 Era su pobre comida ordinaria.14 Especialistas en depilación.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 29reblandecidas, no hay arado capaz de domar estos [40] helechos».Nosotros herimos las piernas con flechas y a la vez exponemos las nuestras a ellas. Así es lavida, ya se sabe. Padeces debajo de los sobacos una herida secreta, pero el oro de tu ancho tahalí ladisimula. Cuanto más te quieras date por satisfecho con historias y engaña a tus nervios, eso si lologras 15 . «Cuando el vecindario me trata [45] de hombre excepcional, ¿no voy a creerlo?». Si anteuna moneda, sinvergüenza, palideces, si le haces a tu verga todo lo que se te ocurre, si azotascautamente el brocal amargo 16 con numerosos moratones, en vano abrirás al [50] público tus orejassedientas. Aleja de ti lo que no eres, devuelve a los baratilleros sus presentes. Mora en ti mismo:verás lo reducido de tu ajuar 17 .15 Pero no lograrás que tu sistema nervioso no advierta los achaques que puedes ocultar a los demás.16 Expresión algo enigmática. El puteal Libonis (o sea, el recinto construido por Escribonio Libón para aislar un lugarfulminado por un rayo) era un lugar del Foro Romano, junto al cual había un pozo, en el que se reunían traficantes yusureros, por lo que aquí parece decirse que la persona que tú crees ilustre acostumbra a azotar a sus clientes junto alpozo de Libón, es decir, junto a este pozo presta dinero a interés enorme.17 Es decir, tus cualidades personales.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 30SÁTIRA VComo la segunda sátira, también ésta reviste forma de epístola, que <strong>Persio</strong> dirige a su maestro enfilosofía estoica, Cornuto. El tema de la pieza es uno de los centrales en toda la filosofía antigua, elde la verdadera libertad; una libertad que no es la libertad política y social de que goza el ciudadanoromano, esto es, la simple negación de la esclavitud, sino la libertad frente a las pasiones queesclavizan el alma y que permite al hombre vivir según su más fundamental esencia. Maravilla vercómo en la versión de la moral estoica dada por <strong>Persio</strong> se dan profundos contactos con losplanteamientos de la moral cristiana que precisamente durante su vida empezaba a propagarse portodos los ámbitos del mundo grecorromano.La sátira tiene claramente dos partes perfectamente trabadas. La primera arranca con un tematípico de los estoicos, la gratitud. Aquí el tono es deliberadamente oratorio. <strong>Persio</strong> agradece a sumaestro la formación que le ha dado, que se ha convertido en una amistad entrañable. En el mismocontexto se declara la variedad de las profesiones de los hombres, de las cuales Cornuto eligió lamás noble: la formación y educación de la juventud.La segunda parte desarrolla en profundidad el tema ya indicado, la distinción entre la libertadlegal y la libertad moral. El poeta muestra cómo la avaricia, el sexo, la ambición y la supersticiónson formas de esclavitud. El hombre verdaderamente libre es el que logra superar estas pasiones yalcanza a vivir según la noción objetiva de la virtud. En una sarcástica coda, en laque emerge otravez el antimilitarismo de <strong>Persio</strong>, el centurión zafio e ignorante que es Palfurio declara que no daríani un as por un filósofo griego.La sátira tiene un vivo movimiento teatral recogido del griego Menandro, y en su dicción latinamezcla con efectividad un lenguaje coloquial con expresiones afectadas y muy técnicas, lo queotorga a esta quinta sátira de <strong>Persio</strong> una fisonomía muy peculiar no sólo entre la totalidad de suobra, sino incluso en el panorama de la poesía latina del siglo I de nuestra Era.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 33falsario incluso en el magro pienso que les echa a sus jamelgos: que su dueño le haga darse lavuelta, ¡y hete ahí a Marco Damas! ¡Caramba! Marco da garantías, ¿te niegas a prestarle tusdineros? Marco actúa como juez, ¿tú te pones [80] pálido? Marco lo ha dicho, es así, ¡firma elcontrato, Marco! 31 Ahí tienes la libertad pura: ahí tienes la que las gorras 32 nos otorgan. «¿Es que elhombre libre no es aquel que puede pasar la vida como quiera? Puedo vivir a mi aire: ¿no soy máslibre que Bruto?» 33 . «Tu deducción [85] es falsa», responde este estoico que se limpia las orejas convinagre mordaz 34 ; «acepto el resto, pero tú suprime este «puedo» y aquel «como quieras»». «Despuésde haberme despedido del pretor soy dueño de mi persona gracias al golpe de vara; ¿por quéno me va a ser permitido hacer todo lo que decida mi voluntad, exceptuando lo que prohíba algúntítulo de Masurio 35 ?». [90] Apréndelo, pero que de tu nariz caigan la ira y las arrugas de una mueca,mientras te arranco del pulmón las abuelas chochas 36 . Porque no era cosa del pretor señalar a losestúpidos los deberes sutiles de la realidad y poner a su disposición la práctica de una vidavertiginosa. Más fácilmente acostumbrarías a un ganapán fornido a tocar la [95] sambuca. Se alzacontra ti la razón y charlando te musita al oído la prohibición de hacer lo que uno estropeará porhacerlo. La ley común de los hombres y la naturaleza incluyen esta norma sagrada: que laignorancia impotente se retraiga de las acciones que le están vetadas 37 . Tú preparas [100] unasolución de eléboro y no sabes fijar en el punto preciso el fiel de la balanza: eso te lo prohíbe laesencia misma del arte de la medicina. Si un labrador que calza grandes botas, pero no reconoce allucero del alba 38 , pretende dirigir una nave, Melicertes 39 exclama que en el mundo ya no hayvergüenza. ¿Es que la filosofía te ha dado el poder vivir de pie sobre tus talones 40 , y te has [105]aplicado en distinguir la verdad de la apariencia, para que ésta última no emita el tintineo engañosodel cobre con una capa de oro 41 ? ¿Las cosas a que debemos atenernos y aquellas que, por elcontrario, debemos evitar, las has marcado, las primeras, con yeso, y luego éstas, las segundas, concarbón? 42 ¿Eres moderado en tus aspiraciones, tienes un hogar austero, eres afable con tus amigos?¿Te [110] sentirías dispuesto ya a cerrar, ya a mantener abiertos tus graneros 43 y a pasar por encimade una moneda clavada en el fango 44 sin tragarte la saliva de Mercurio 45 ? Cuando puedas decirrazonablemente: «Tengo estas virtudes, las poseo», entonces sé libre y juicioso con elconsentimiento de los pretores y de Júpiter. Pero si tú, que hasta hace [115] poco eras de la mismaharina que nosotros 46 , conservas la piel de siempre, y, pulido sólo en la frente, conservas en tu almadesvaída la astucia de la zorra, retiro lo que te otorgué más arriba 47 y vuelvo a tirar de la cuerda 48 .30 Nombre casi genérico de esclavo. A continuación se indica su nuevo nombre y se le cita sólo por él.31 El poeta indica tres ejemplos de actos legales en los que podía intervenir un ciudadano: efectuar un préstamo, actuarcomo juez, y ejercer de testigo autentificando un documento con la firma y el cuño personal.32 En el momento de recibir la libertad el ya ex-esclavo se tocaba con una gorra característica.33 Fue el primer cónsul, símbolo por antonomasia de la libertad romana.34 Es decir, dotado de buenas entendederas, muy inteligente.35 Masurio Sabino, jurisconsulto famoso de la época de Nerón.36 Otra vez una imagen violenta y forzada, que se refiere a los prejuicios inveterados.37 <strong>Persio</strong> es muy pesimista: afirma que lo que ha de ser, acaecerá fatalmente, para señalar luego que no debemosejecutar acciones cuya naturaleza desconozcamos. Lo que sigue son ejemplos concretos que ilustran la norma general.38 Es el planeta Venus, que, como es bien conocido, luce en el crepúsculo matutino y en el vespertino. Aquí se le citacomo compendio de lo que debe saber el navegante.39 Es otro nombre de la divinidad más conocida con el nombre de Portunus, patrona de los navegantes.40 El latín dice exactamente esto, pero no se ve claro lo que significa, posiblemente vivir con entereza moral.41 Es decir, dar gato por liebre.42 Esto es una variante de lo que se dice al principio mismo de la Sátira II.43 A ser pródigo o a ser avariento.44 Sin agacharte con fatiga a recogerla. Un juego de los niños romanos consistía en poner una moneda de poco valor enun lodazal y esconderse para observar la reacción de los que iban pasando.45 Ya es sabido que Mercurio era el dios del comercio y de las ganancias.46 En castellano decimos mejor: de la misma pasta.47 Inmediatamente antes: «Sé libre, y juicioso...».48 Para recuperar lo que solté. La frase que sigue es una explicitación de esto. Es en sí una sentencia estoica. Cf.CICERÓN, De Finibus III 17.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 34La razón no te ha concedido nada; sólo alargar el dedo, y ya delinques. ¿Hay algo másinsignificante? En todo caso, con tu incienso no alcanzarás de los dioses que en los [120] necioshaya siempre una pequeña media onza de bien 49 . Esta mezcla es sacrílega, y puesto que, por otrolado, no eres más que un destripaterrones, no bailarás ni tan siquiera tres compases del Sátiro deBatilo 50 . «¡Soy libre!» ¿Quién te ha dado esto que te atribuyes, si estás sujeto a tantas cosas?¿Acaso no conoces otro dueño que no sea el que puede conferir la libertad con la vara? Si él techilla [125]: «¡Vamos, muchacho, llévame los estrígilos a los baños de Crispino 51 ! ¿Te entretienes,gandul?», no te empujan los rigores de la esclavitud ni te penetra, de fuera, nada que te sacuda losnervios 52 ; pero si en tu interior y en tu hígado enfermizo surgen otros dueños, ¿sales de allí menosmerecedor de castigo que aquel que han hecho correr [130] hacia los estrígilos la correa y el miedohacia su amo? 53De madrugada roncas perezosamente. «¡Levántate!» dice la Avaricia 54 , «Vamos, ¡levántate!». Túdices que no; ella insiste: «¡Levántate!» exclama. «No puedo». «¡Levántate!». «Pues, ¿qué puedohacer?». «¿Me lo preguntas? Importar del Ponto sardinas, castóreo, estopa, ébano, incienso [135],vinos dulces de Cos. Anticípate a todos en descargar el pimiento así que llegue, incluso antes deabrevar a los camellos, estafa, perjura». «Pero Júpiter puede oírme». «Vamos, gran zopenco, tepasarás la vida satisfecho de agujerear con el dedo tu salero a fuerza de probarlo 55 si pretendes viviren armonía con Júpiter».Te remangas hasta la cintura y ya cargas a hombros de tus porteadores el saco de piel y el cestode botellas: [140] «¡Ea! ¡A la nave!». Nada se opone a que a bordo de un barco enorme devores elmar Egeo, a no ser que la artera Lujuria te aparte algo y te advierta: «A ver, atolondrado, ¿haciadónde te precipitas, hacia dónde? ¿Qué es lo que quieres? ¿Es que en el fondo de tu pechoinflamado se te hinchó tu bilis varonil 56 , tanto, que ya no la apagaría [145] ni una jarra de cicuta?¿Vas a saltar al mar? ¿Sostenido por un cáñamo torcido, cenarás en un banco de remeros y un botijode ancha panza te hará subir a la nariz el aroma de un vinillo rojo de Veyes 57 echado a perder por lapez maloliente? ¿A qué apuntas? ¿A que tu dinero, que hasta ahora habías conservado a un modestocinco por [150] ciento, te rinda, a fuerza de sudarlo, un ávido once? Sé bueno con tu genio 58 ,recojamos las dulzuras, es bien nuestra la vida de que disfrutas; en ceniza, en manes y en rumoresdel pueblo: en esto te convertirás; vive pensando en la muerte, el tiempo huye; eso que ahora mismodigo ya pertenece al pasado». Y bien, ¿qué haces? Un doble anzuelo te desgarra en sentidosopuestos. Tú, ¿cuál de los dos sigues? Es ineludible que por doble obediencia [155] túalternativamente te sometas a un dueño y te alejes del otro. Pero no porque te hayas resistido unavez, porque te hayas opuesto a obedecer sus imperiosas órdenes dirás: «Ya he roto los lazos»,porque también la perra rompe el lazo a fuerza de tirones, pero en su huida arrastra en el cuello unbuen trozo de cadena.«Créeme 59 , Davo, por favor, pienso poner pronto fin a mis viejos dolores» dice Queréstrato,mordiéndose las [160] uñas hasta hacerlas sangrar. «¿Voy a ser el deshonor de mis austeros49 Para los estoicos el bien y el mal morales tienen valor absoluto, y no admiten mezcla.50 Célebre mimo alejandrino, liberto de Mecenas, conocido principalmente por las danzas obscenas que ejecutaba, unade las cuales debía denominarse Sátiro.51 Con seguridad el nombre de unas termas, pero no tenemos noticia de ellas.52 Imagen extraída del teatro mecánico de muñecos; los estoicos la usaban habitualmente.53 Las pasiones que nacen en nosotros nos dominan no tan visiblemente como el amo a los esclavos, pero nos sujetanmás y nos aprisionan más tiránicamente.54 En una concreción ascendente muy lograda <strong>Persio</strong> personifica aquí la pasión de la avaricia y luego la de la molicie.55 Es decir, serás sin remedio pobre de solemnidad.56 Alusión a la pérdida de juicio, porque se consideraba que la causa de la locura radicaba en la bilis. Por lo demás, secreía que tomar un poco de cicuta curaba las enfermedades biliares.57 El vino de Veyes era muy malo (cf. HORACIO, Sátiras 2, 3, 143), pero éste de ahora huele todavía peor por la malacalidad de la pez que se había usado para fijar la tapadera del recipiente.58 Date una buena vida.59 Ejemplo brusco de la esclavitud del alma, extraído de la comedia de Menandro El eunuco, retomado por Terencio, yseguido por Horacio, Sátiras 2, 3, 258. El amo, Queréstrato, dialoga con Davo, su esclavo.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 35parientes? ¿Voy a destrozar, mientras las hablillas se refieren a mí, mi patrimonio ante un umbralobsceno, mientras canto borracho, con la antorcha apagada 60 , ante la puerta húmeda 61 de Crisis?» 62 .«Muy [165] bien, joven, eres sensato, sacrifica una cordera a los dioses que alejan el mal». «¿Perotú crees, Davo, que ella gemirá al verse abandonada?». «Bromeas; te castigarán, muchacho, agolpes de sandalia roja 63 ; no te muevas ni roas [170] las redes tupidas, ahora feroz y violento, peropresto a responder: «voy al punto» si te llama». «¿Qué hago ahora? ¿Tampoco acudiré cuando mellame y me suplique con insistencia?». «Si saliste de allí sano y salvo 64 , no, ni tan siquiera ahora».Aquí, aquí precisamente está lo que buscamos 65 , aquí y no en la vara que blande un lictor inepto.[175] ¿Es en verdad dueño de su persona el adulador 66 arrastrado boquiabierto por la Ambición 67almidonada? «Espabílate y arroja pródigamente garbanzos al pueblo que se pelea, para que losancianos, amigos del sol, puedan acordarse de nuestras fiestas de Flora» 68 . ¿Puede haber algo máshermoso? Pero cuando llegan los días de Herodes 69 y las lamparillas, coronadas de violetas, vomitan[180] en las ventanas aceitosas una niebla grasa, y la cola del atún nada abrazando el plato de arcillaroja, y la jarra blanca rebosa de vino, entonces mueves los labios silenciosamente y el sábado de loscircuncisos te hace palidecer. Luego se presentan los negros fantasmas 70 y los riesgos [185] queanuncia un huevo roto 71 , y los galos corpulentos y la sacerdotisa bizca con su sistro 72 hacen entrarviolentamente en ti a los dioses que hinchan el cuerpo si no has probado antes tres veces cadamañana la cabeza de ajo prescrita.Intenta decir esto en un corro de centuriones varicosos 73 e inmediatamente el ingente Palfurio 74soltará una risotada y ofrecerá por cien filósofos griegos la suma regateada [190] de cien ases.60 Porque está lloviendo.61 Por la lluvia, o quizás «por mis lágrimas».62 Nombre genérico de las cortesanas caras y derrochadoras.63 Ella te zurrará con sus sandalias.64 Fórmula de la integridad moral del sabio inaccesible a las influencias externas.65 Es decir, la verdadera libertad.66 El esclavo de la pasión política.67 Sigue la personificación señalada en la nota 54.68 Eran las fiestas llamadas Floralia que se celebraban del 28 de abril al 3 de mayo. Nuestro candidato las celebra comoedil, pero aspira a magistraturas más altas, y por eso quiere recomendarse repartiendo víveres en abundancia.69 Las fiestas de los hebreos, en las que se iluminaban las ventanas y se comía atún, vienen aquí citadas como ejemplosde ritos supersticiosos a los que es proclive el hombre ambicioso.70 Las sombras de los muertos (lemures) vagaban entre los vivos y debían ser aplacadas con sacrificios.71 Un rito adivinatorio consistía en depositar un huevo en un brasero; si al contacto con las brasas el huevo rezumaba laclara por alguna parte, era signo de buen agüero, pero si se rompía su cáscara era uno de los presagios peores.72 Los galos son los sacerdotes de Cíbele; la sacerdotisa, que empuña el sistro, es la de Isis. Comer ajo protegía contralos encantamientos de ellos y de ella.73 Enfermos de varices por las largas marchas.74 Nombre de un centurión grosero e ignorante.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 36SÁTIRA VIPor lo que se refiere a su género literario esta sexta y última sátira de <strong>Persio</strong> presenta una ciertacontaminación. Pues de nuevo la forma es más bien epistolar. <strong>Persio</strong> desde las playas de Liguriaescribe a su amigo el poeta Cesio Baso, que en pleno invierno se ha retirado a su finca de LaSabina. Pero aquí <strong>Persio</strong> trata más de sí mismo que de la situación y de los intereses del amigo.Pues si bien el inicio es el normal de una carta, pedir y dar nuevas personales, explicando él mismocómo se encuentra en Luna, un delicioso y apacible paraje, y alabando el talento poético del amigo,una hábil transición le conduce a plantear el tema de la avaricia y a exponer cómo él, <strong>Persio</strong>, novive la vida de un avaro. Evita el derroche, pero no se guarda el dinero si se trata de ayudar a unamigo que ha sufrido una desgracia, aquí un naufragio. Con más razón debe hacerse un usointeligente de las rentas propias, guardando el capital y resarciéndose de los gastos, incluso los demantenimiento; el resto puede expenderse sensatamente. Hasta aquí la primera parte de la sátira.En la segunda parte <strong>Persio</strong> sostiene un pintoresco diálogo con su presunto heredero. Unalfilerazo ocasional contra el malfamado emperador Calígula, que se atribuía victorias jamás obtenidas,o al menos jamás obtenidas por él, lleva al poeta a declarar que ofrecerá de su bolsillo elespectáculo de cien pares de gladiadores para festejar el triunfo. El presunto heredero protesta enojado:las rentas de <strong>Persio</strong> no dan para tanto; él renuncia a la herencia. No se da cuenta de que ésta escomo un don de Mercurio, que <strong>Persio</strong> ahora hará recaer sobre el primer mendigo que se le cruce. Nova a vivir angustiadamente, arguye, para que su heredero luego viva espléndidamente. A éste, unavaro —uno de los aciertos de esta sátira es describir con agudeza los rasgos de la avaricia—, loanima a dedicarse al tráfico más infame, el de esclavos, y, luego de arruinar su virilidad conprostitutas de lujo, a intentar rehacerse seduciendo a una matrona con la vista puesta en el dinero deella. Pero el avaro nunca sabrá cuándo debe poner fin a su avaricia; el sorites de Crisipo cierra laúltima de las sátiras de <strong>Persio</strong>.Ésta tras un principio prometedor por la firmeza de sus trazos muestra un cierto decaimiento. Ala exposición del ideal medio de vida entre la avaricia y la prodigalidad le falta la garracaracterística de los mejores momentos de la poesía de este poeta. Tampoco el diálogo entabladoentre él y su presunto heredero es verdaderamente tal; las partes del propio <strong>Persio</strong> son más bien unareflexión personal que una respuesta en una disputa perfilada nítidamente.Por contra es espléndida la descripción de la llegada del mensajero que anuncia la supuestavictoria obtenida sobre los germanos, y la crudeza con que el poeta delata el decaimiento del vigoramoroso de su heredero y cómo intenta resarcirse de lo que antes derrochó.El final de la sátira con el sorites de Crisipo nos deja en la duda de si <strong>Persio</strong> en el fondo no estaráalgo de acuerdo con el avariento de la segunda mitad de la sátira, pues la interpretación de losúltimos versos es en sí ambivalente. En cualquier caso, atendiendo al tono más general de la obra de<strong>Persio</strong> hay que pensar que ésta se cierra con el ideal estoico de una prudente moderación y víamedia.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 37SÁTIRA VI¿El invierno, oh Baso, te ha acercado ya al hogar que posees en La Sabina? 1 ¿Y las severascuerdas de la cítara bajo tu plectro cobran vida, oh artista el más maravilloso, que reflejas en losritmos la antigüedad de las voces primitivas y los viriles acentos de la lira latina 2 , egregiamentehábil luego, pese a tu ancianidad, en hacer vibrar la alegría de la juventud y en solazarte con unpulso siempre honesto? En esta época yo disfruto del calorcillo de las [5] costas ligures y delinvierno de este mi mar querido 3 , donde los escollos levantan una pared formidable, y la playa searrebuja en una hondonada profunda. Venid a conocer el puerto de Luna, ciudadanos, pues bien selo merece. Os invita a ello el corazón de Ennio, una vez [10] despertó del sueño de creerse elMeónida Quinto, nacido del pavo pitagórico 4 . Aquí yo, desentendiéndome de la multitud y de lo queprepara el siroco funesto para los rebaños 5 , desentendiéndome de si el pegujal de tierra del vecinoes más fértil que el nuestro, aunque toda la gente [15] de nacimiento inferior al mío se enriqueciera,me negaría en absoluto a agacharme por ello bajo una decrepitud que me socavara, o a cenar sin unacarne bien condimentada, o a tocar con la nariz el sello de una botella desabrida 6 .No faltará quien discrepe. Tú haces nacer, horóscopo, dos mellizos con genios opuestos: uno esun tacaño, que sólo en su cumpleaños mojará sus legumbres enjutas con [20] una salsa que compróen su tarro 7 , y él mismo se espolvoreará la sartén con el sacrosanto 8 pimiento. El otro es unjovencito derrochador que devora a dentelladas su inmenso patrimonio. En cuanto a mí, usaré demis bienes, usaré de ellos, sí, pero no por ello seré tan delicado como para ofrecer rodaballo a mislibertos, ni un experto en distinguir por la saliva el gusto refinado del zorzal. Vive de acuerdo con tupropia cosecha, y manda moler —los dioses te lo permiten— el trigo de tus graneros. ¿Qué es [25]lo que temes? Desterrona tus tierras, y en la lozanía de la hierba tendrás la próxima cosecha.Pero el deber te reclama: un amigo necesitado, pues se le astilló la nave, se aferra a losrompientes calabreses 9 ; ha enterrado en el Mar Jonio todos sus bienes y sus votos [30] nocumplidos; él mismo yace tendido en la playa y con él los dioses enormes de su popa 10 ; el costillarde la nave destrozada se ofrece desde ahora a los somorgujos 11 . Es el momento, cercena algo de tumota viva 12 , sé generoso con su miseria, para que no se vea forzado a vagabundear de acá para allá1 El famoso poeta latino Cesio Baso, que fue el primer editor de las sátiras de <strong>Persio</strong>, poseía una residencia de inviernoen La Sabina. Los romanos acomodados dejaban la capital y se retiraban al campo no solamente en verano y en otoño,sino también en invierno, durante las Saturnales, para evitar la barahúnda de estas celebraciones del solsticio deinvierno.2 El poeta contrapone la severa poesía de Enio, de la que algo más abajo nos ofrecerá un verso, y la poesía amorosa, deinspiración más ligera.3 Es la actual Riviera italiana, tan famosa en la época de <strong>Persio</strong> como ahora mismo.4 El paso no es fácil, aunque parece aludir al proemio de los Anales de Enio, del que existen dos versiones. En ambasHomero se aparece al poeta latino, en la primera para revelarle que su alma había pasado a un pavo (llamado aquípitagórico porque Pitágoras fue un firme defensor de la metempsícosis) y luego a él mismo, o sea a Enio. En la segundaversión Homero se aparece a Ennio y le comunica que el alma de Pitágoras había pasado sucesivamente a un pavo, aEuforbo, al propio Homero, y, en fin, al mismo Ennio, el «quinto», en cuyo caso el nombre Quinto sería doblementeajustado a la situación.5 El siroco, viento funesto para los rebaños y las plantas, sopla con frecuencia en Roma y en la Campania.6 Para no gastar demasiado. El poeta prepara la transición al tema de la avaricia.7 El avaro compra, sólo para las grandes ocasiones, un poco de salsa que guarda en un pote o tarro.8 Expresión sarcástica, extraída del lenguaje religioso.9 Entramos en la descripción, brusca y algo desordenada, de un naufragio ocurrido ante las costas de Calabria, zona enla que eran frecuentes los accidentes marítimos.10 Eran las grandes figuras o imágenes pintadas de los dioses que se llevaban a popa para la tutela divina y protección dela nave.11 Aves marinas de voracidad proverbial.12 La mota viva es el capital puesto a interés, sin contar los réditos que se le suman. Como este capital procedierafundamentalmente de ingresos por producción agrícola, por esto se le llama mota viva.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 38pintado en una tabla azul 13 . Pero el heredero omitirá la cena fúnebre 14 , enfurecido porque le hasdisminuido la hacienda, confiará tus huesos a la urna sin perfumarlos, dispuesto a ignorar si elcinamomo ha perdido [35] su aroma o bien si la canela ha sido mezclada con corteza de cerezo 15 .«Sano y salvo todavía, ¿disminuirías tu fortuna? También Bestio 16 apremia a los maestros griegos:«hete aquí lo que ocurre: desde que la sabiduría ajena llegó a nuestra ciudad junto con el pimiento ylos dátiles, y la nuestra no cruzó nunca el mar 17 , nuestros segadores han emponzoñado las gachascon manteca espesa» 18 . [40] Estas cosas, ya las temerás cuando te hayan incinerado». Mira tú,heredero mío, quienquiera que fueres, sepárate algo de la turba y atiéndeme: ¿no te has enterado,buen chico? El César 19 acaba de enviar una carta laureada, por la excepcional derrota de la juventudgermánica, barren de los altares la ceniza fría y Cesonia 20 ya [45] encarga armas para los dinteles delas puertas y clámides reales y pelucas rubias para los prisioneros, y carros y estatuas colosales delRin 21 . De modo que, en honor de los dioses y del genio del general yo ofrezco cien pares degladiadores en honor de estas hazañas extraordinarias. ¿Quién va a prohibírmelo? ¡Atrévete! ¡Pobrede ti si no guiñas el ojo en señal de conformidad! Distribuyo pródigamente a la gentuza aceite yempanadas. ¿No me lo permites? Dímelo sin tapujos. «No acepto la herencia» —exclamas— «elcampo es un cuerpo sin huesos» 22 . Ea, pues, [50] si no me resta ni una tía materna, si no tengotampoco primas del lado de mis tíos paternos ni ninguna bisnieta de mi tío paterno, si mi tíamaterna no tuvo hijos, y ya no vive nadie del lado de mi abuela, me largo a Bovila 23 ; y al cerro deVirbio, allí daré enseguida con un Manio 24 que me herede. «¿Un hijo de la tierra?» 25 . Pregúntame[55] quién es mi tatarabuelo paterno; yo habré de meditarlo, pero te lo diré; añade otro y aun untercero; ya éste es hijo de la tierra y según las leyes del parentesco este Manio será casi el hermanode mi bisabuela. ¿Por qué has de anticiparte a él en reclamar la antorcha para la carrera? 26 [60] Yosoy tu Mercurio 27 , un dios que acude aquí en persona, exactamente tal como nos lo pintan. ¿Conque13 Porque es el color del mar.14 Hasta hace cuarenta o cincuenta años en determinadas zonas rurales europeas persistía el uso de ofrecer una comida alos deudos y amigos de un difunto el día del entierro o de los funerales.15 En los casos de difuntos de cierta posición social se perfumaban los cadáveres con cinamomo y canela, que debían serpuros y sin mezcla, pero aquí el heredero, enojado porque el legatario regaló parte de los bienes que le habríancorrespondido en herencia, se despreocupa de la autenticidad de tales productos aromáticos.16 Bestio, que sale en Horacio, Epístolas I 15, 37, es el nombre genérico de los que se oponían a dar una formaciónpreponderantemente griega a la juventud romana. Aquí se censura en los maestros griegos relajación de costumbres ylujo en las comidas.17 El texto latino aquí es de interpretación dudosa, y también podría entenderse: «falta de virilidad». Pero si se tiene encuenta que los productos importados llegaban a Roma por mar, la traducción dada es probablemente la más correcta. Lainterpretación alternativa significaría que la sabiduría genuinamente romana no tiene la consistencia, solidez ycoherencia de la griega.18 Esto lo dice Bestio, que es contrario a la formación griega impartida a la juventud romana, pero no es lo que piensa<strong>Persio</strong>, naturalmente, de filiación claramente estoica, bien griega, por consiguiente.19 Ataque feroz contra Calígula, que se jactaba de victorias nunca conseguidas.20 Es la emperatriz, que hace el juego a su marido y arrienda a los contratistas los ornamentos necesarios para festejar eltriunfo en realidad inexistente. Como no había habido triunfo no había botín capturado al enemigo, y para el desfiletriunfal que iba de todos modos a celebrarse había que alquilar los supuestos trofeos, armas y demás elementos.21 Como que el hipotético triunfo había sido sobre tribus germánicas, en el desfile debían figurar el río Rin, representadopor una gran estatua; tal río era el limes o límite septentrional del Imperio. Las pelucas rubias aluden a lo mismo, y lasponían a esclavos a los que se hacía marchar cual si fuesen los prisioneros capturados.22 También este lugar es de interpretación difícil. Generalmente se entiende como «estéril», «que no rinde nada».23 Bovila se encontraba en la Via Apia, a once millas de Roma, y algo más allá se alzaba el cerro de Virbio, héroe que secorrespondía con el griego Hipólito.24 Manio indica aquí el nombre de uno de los muchos mendigos que pululaban por aquellos parajes.25 Es decir, un desconocido, como se ve claramente algo más abajo.26 Es decir: ¿qué derechos de precedencia crees tener sobre un mendigo cualquiera para exigirme la herencia ya antes demorirme? Aquí hay una alegoría más bien súbita, derivada de las carreras de relevos con antorchas, en que los distintoscorredores se pasaban una antorcha encendida; aquí la antorcha simboliza la sucesión.27 Ya se ha visto repetidamente que Mercurio es el dios del comercio y de la ganancia; con frecuencia se le representabacon una bolsa de dinero.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 39rehúsas? ¿Quieres gozar del resto? «Al total le falta algo». Yo mismo lo disminuí, pero para ti,quede lo que quede, es un todo. No vayas a preguntarme dónde está lo que un día me legó Tadio 28 , yno me dictes: «Pon ahí el patrimonio; suma el producto de los intereses y resta los [65] gastos: ¿quédiferencia arroja?» ¿Qué diferencia 29 ? Ahora, ahora mismo aliña, muchacho, mis coles con másaceite. ¿Vas a hervirme, en un día de fiesta, ortigas y media cabeza de cerdo llena de humo y con laoreja horadada 30 [70] para que más tarde ese nieto tuyo, ahíto de hígado de oca, se corra en unavulva patricia cuando el imperioso deseo palpita en el pene promiscuo? ¿Voy a quedarme en puroshuesos mientras a él su panza de victimario 31 se le remueve de gorda?[75] Tú vende tu alma al lucro, negocia y escudriña afanosamente todas las partes del mundopara que no haya quien te supere en el arte de golpear con la palma de la mano a los gordoscapadocios 32 encima de una rígida estrada; multiplica por dos tu fortuna. «Ya lo hice: la riqueza seha triplicado, se ha multiplicado por cuatro, por diez en mi bolsillo; indícame el punto en que debohacer alto». Pues he encontrado uno, Crisipo, que pone fin a [80] tu sorites 33 .28 Un antepasado, sin duda imaginario, del poeta.29 El poeta pregunta, furibundo, y se contesta él mismo con el propósito de no reparar en gastos.30 O sea, una comida miserable.31 El que efectuaba los sacrificios de las víctimas era gordo porque comía de la carne de los animales sacrificados.32 Es decir, conviértete en un rico traficante de esclavos. Estos para su venta se exponían desnudos, para que lospresuntos compradores pudieran examinarlos a completa satisfacción. Para ello se ponía a aquellos desgraciados encimade un tablado o estrada, y los posibles clientes les palpaban las carnes y los huesos. Los esclavos procedentes deCapadocia gozaban de gran aprecio.33 Crisipo fue un filósofo estoico discípulo de Cleantes, que se hizo famoso por su sofisma llamado sorites (= montón).Según él, si a un montón de trigo se le quita un grano, el montón seguirá siendo exactamente igual (en la práctica,aunque no en la teoría), y lo mismo ocurrirá si se le quita otro grano, y luego otro, etc. Nunca se podrá determinar conseguridad cuándo el montón dejará de ser tal para ser un montón distinto. Lo mismo, apunta <strong>Persio</strong>, le sucede al avaro,que siempre será incapaz de determinar el punto fijo en que debe dejar de atesorar.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 40COLIAMBOSA diferencia de las sátiras, redactadas en hexámetros dactílicos, esta composición viene escritaen trímetros escazontes o hiponacteos. En bastantes ediciones figura como prólogo del libro, peropor el contenido parece más bien un epílogo que sustenta una tesis radicalmente opuesta a la delconocido refrán de que el poeta nace y no se hace.Declara <strong>Persio</strong> que no ha bebido en la fuente de Hipocrene ni ha dormido en el Parnaso, lo cualsignifica que no ha nacido poeta, pero a pesar de ello participa activamente en las reuniones depoetas, luego se ha hecho tal. Mas el móvil que le ha impulsado ha sido noble: a algunos poetasmediocres les empuja el hambre; otros ricos compran el aplauso a precio de oro. La obra de <strong>Persio</strong>acaba donde empezó, en una crítica a los pésimos gustos literarios. Razón de más para pensar queestamos ante un epílogo y no ante un prólogo.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 41COLIAMBOSYo no he abrevado mis labios en la Fuente del Caballo 1 y no recuerdo haber soñado nunca en loalto del Parnaso de dos cumbres 2 , de modo que me hiciera precozmente poeta; las diosas delHelicón y la pálida Cirene 3 , las remito a aquellos cuyos bustos lame 4 la yedra trepadora [5].Personalmente soy un medio labriego 5 que aporta mis versos a los sagrados festivales de los poetas.¿Quién ha hecho soltar al papagayo «Buenos días»? ¿Quién adiestró a las garzas a remedarpenosamente nuestras palabras? Un maestro de arte y un derrochador de [10] talento, el vientre, 6artista hábil en reproducir las voces que no da la naturaleza. Pues si brillara la esperanza de lamoneda dolosa creerías que los poetas-cuervo y las poetisas-garza cantan el néctar 7 de Pegaso.1 La fuente de Hipocrene, al pie del monte Helicón, que brotó de una coz del caballo Pegaso.2 Las cumbres de Nisa y de Cirra. Soñar en el Parnaso, como había explicado de sí el poeta Ennio, significaba obtener eldon de la inspiración poética.3 Las diosas del Helicón son las Musas, y la fuente de Cirene está al pie del Acrocorinto, en la ciudad del Istmo deCorinto. También era un paraje predilecto de las Musas. La palidez alude al sufrimiento que exige el oficio poético.4 Los poetas oficiales, que gozaban de prestigio y posición por causas ajenas a la verdadera poesía, y a veces algoinconfesables.5 No es seguro el sentido del término latino correspondiente: o bien <strong>Persio</strong> declara de verdad su ascendencia campesina,o el poeta dice modestamente que no es un poeta consumado.6 La pobreza y el hambre empujan a los poetas mediocres a dar recitales.7 El néctar de las Musas, es decir, poesía inspirada y sublime. Aquí hay un ataque contra los que venden sus aplausoscomplacientes a patronos ricos y ambiciosos de gloria poética.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 42ÍNDICE DE NOMBRESABRUZZOS: III, 75.ACCIO: I, 76.ANTÍCIRA: IV, 16.APENINO: I, 95.APULIA: I, 60.ARCADIA: III, 9.ARCESILAO: III, 78.AREZZO: I, 130.ATIS: I, 93, 105.BASÁRIDA: I, 101.BASO: VI, 1.BÁTILO: V, 123.BAUCIS: IV, 20.BERECINTO: I, 93.BESTIO: VI, 37.BOVILA: VI, 55.BRUTO: V, 85.CALABRIA: II, 65.CALÍRROE: I, 134.CATÓN: III, 45.CESONIA: VI, 47.CIRENE: COL, 4.CORNUTO: V, 23, 37.CLEANTES: V, 64.COS: V, 135.CRASO: II, 36.CRÁTERO: III, 65.CRATINO: I, 123.CRISIPO: VI, 80.CRISIS: V, 165.CRISPÍN: V, 126.CURAS: IV, 26.DAMAS: V, 76, 79.DAVO: V, 161, 168.DINÓMACA: IV, 20.EGEO (mar): V, 142.ENIO: VI, 10.ERGENA: II, 26.ESTAYO: II, 19, 22.FALERNO (vino de): III, 3.FILIS: I, 34.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 43FLORA: V, 178.GLICÓN: V, 9.HELICÓN: Col., 4; V, 7.HERCULES: II, 12.HERODES: V, 180.HIPSÍPILA: I, 34.HOMERO: VI, 11.HORACIO: I, 116.JANO: I, 58.JONIO (mar): VI, 29.JÚPITER: II, 18, 21, 22, 23, 29, 40, 43; V, 50, 114, 137.LABEÓN: 1, 4.LICINO: II, 26.LUCILIO: I, 114.LUNA: VI, 9. 75.LUPO: I, 115.MACRINO: II, 1.MANIO: VI, 56.MARTE: V, 57.MASURIO: V, 90.MELICERTES: V, 103. 9MELLIZOS: V, 49.MERCURIO: II, 44; VI, 62MESALA: II, 72MICENAS: V, 17.MUCIO: I, 115.MUSA: V 21.NATA: III, 31.NEREO: 1, 94.NERIO: II, 14.NUMA: II, 59.PACUVIO: I, 71.PALFURIO: V, 190.PALILIAS: I, 72.PARCA: V, 48.PARNASO: Col., 2.PEDIO: I, 85.PEGASO: Col., 14.PERICLES: IV, 3.POLIDAMANTE: I, 4.PONTO: V, 134.PÓRTICO: III, 53.PROCNE: V, 8.PUBLIOS: V, 72.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 44QUERESTRATO: V, 162.QUINTO: VI, 11.QUIRITES:III, 106; IV, 8; V, 75.REMO: I, 73RIN: VI, 47.ROMA: I, 5, 8.RÓMULO: I, 87.SABINA: VI, 2. 62.SAMOS: III, 56.SATURNO: V, 20.SICILIA: III, 39.SOLÓN: III, 78.SORRENTOSUBURA: V, 32.TADIO: VI, 66.TÍBER: II, 15.TIESTES: V, 8.TITOS: I, 20.TROYANAS: I, 4.VELINA: V, 73.VENUS: II, 70; V, 58.VETIDIO: IV, 25.VEYENTO: V, 147.


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 45VITA AULIS PERSI FLACCI DECOMMENTARIO PROBI VALERI SUBLATAVIDA DE AULES PERSIO FLACO, TOMADA DELCOMENTARIO DE VALERIO PROBOAules Persius Flaccus natus est pridie Non. Dec.Fabio Persico L. Vitellio coss., decessit VIII Kal.Dec. P. Mario Afinio Gallo coss.natus in Etruria Volaterris, eques Romanus,sanguine et [5] affinitate primi ordinis uirisconiunctus. decessit ad octauum miliarium uiaAppia in praediis suis.pater eum Flaccus pupillum reliquit moriensannorum fere VI. Fuluia Sisennia nupsit posteaFusio equiti Romano et eum quoque extulit intrapaucos annos.[10] studuit Flaccus usque ad annum xii actatissuae Volaterris, inde Romae apud grammaticumRemmium Palaemonem et apud rhetoremVerginium Flauum. cum esset annorum XVI,amicitia coepit uti Annaci Cornuti, ita ut nusquamab eo discederet; inductus aliquatenus inphilosophiam. est.[15] amicos habuit a prima adulescentia CaesiumBassum poetam et Calpurnium Staturam, qui uitioeo iuuenis decessit. coluit ut patrem SeruiliumNonianum. cognouit per Cornutum etiam AnnaeumLucanum, aeque tum auditorem Cornuti. namCornutus [20] illo tempore tragicus fuit sectaepoeticae, qui libros philosophiae reliquit. sedLucanus mirabatur adeo scripta Flacci, ut uix seretineret recitantem a clamore: quae illius essentuera esse poemata, se ludos facere. sero cognouit etSenecam, sed non ut caperetur eius ingenio. usus estapud Cornutum duorum conuictu [25]doctissimorum et sanctissimorum uirorum acritertunc philosophantium, Claudi Agathini mediciLacedaemonfi et Petroni Aristocratis Magnetis, quosunice miratus est et aemulatus, cum aequales essentCornuti, minor ipse. idem decem fere annis summedilectus a Paeto Thrasea est, ita ut peregrinaretur[30] quoque cum eo aliquando, cognatum elusArriam uxorem habente.fuit morum lenissimorum, uerecundiae uirginalis,famae pulchrae, pietatis erga matrem et sororem etamitam exemplo sufficientis. fuit frugi, pudicus.[35] reliquit circa HS uicies matri et sorori. scriptistantum ad matrem codicillis Cornuto rogauit ut daretHS XX , aut ut quidam, C ; ut alli uolunt, et argentifacti pondo uiginti et libros circa septingentoslirysippi siue bibliothecam suam omnein. uerum[40] Cornutus sublatis libris pecuniairi sororibus,quas heredes frater fecerat, reliquit.scriptitauit et raro et tarde; hune ipsum libruminperfectum reliquit. uersus aliqui dempti suntultimo libro, ut quasi finitus esset. leuiter contraxitCornutus et Caesio Basso, petenti ut ipse [45]ederet, tradidit edendum. scripserat in pueritiaFlaceus etiam praetextam †uescio et opericon†Aules <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> nació en la víspera de las nonas dediciembre, siendo cónsules Fabio Pérsico y L. Vitelio; murió aocho días de las calendas de diciembre, siendo cónsules P.Mario y Afinio Galo.Nació en Etruria, en Volterra. Caballero romano, por lasangre y [5] por el parentesco estuvo ligado a varones del ordenprimero. Murió dentro de su propiedad en la vía Apia, hacia laoctava columna miliar. Su padre <strong>Flaco</strong>, al morir, lo dejóhuérfano, aproximadamente de seis años. Después FulviaSisenia tomó por esposo al caballero romano Fusio, y también aél lo llevó a sepultar en pocos años.[10] Sin interrupción, <strong>Flaco</strong> estudió en Volterra hasta losdoce años de edad; después en Roma, con el gramático RemioPalemón y con el rétor Virginio Flavo. Cuando tenía dieciséisaños comenzó a valerse de la amistad de Aneo Cornuto; tantoque en ninguna ocasión se separaría de él. Se introdujo hastacierto punto en la filosofía.[15] Desde su primera juventud tuvo como amigos al poetaCesio Baso y a Calpurnio Estatura, quien murió joven, viviendoél. Cultivó a Servilio Noniano como a un padre. Por Cornutoconoció también a Anco Lucano, entonces oyente por igual deCornuto. En efecto, [20] en aquel tiempo Cornuto fue untrágico de escuela poética, que dejó libros de filosofía. PeroLucano admiraba tanto los escritos de <strong>Flaco</strong>, que, recitándolos,difícilmente se reprimiría del clamor: lo que sea de él esverdadero poema, que él mismo hace juego. Tarde conocióincluso a Séneca, pero no de manera de ser cautivado por sutalento. En casa de Cornuto se sirvió del trato [25] de dosdoctísimos y venerabilísimos varones, que entonces filosofabancon agudeza: el médico lacedemonio Claudio Agatino yPetronio Aristócrates de Magnesia, a quienes de maneraexcepcional admiró y emuló, aun siendo de la misma edad deCornuto, menor él mismo. Además, fue muy querido por PetoTrásea por casi diez años; tanto que incluso [30] alguna vezviajaría por el extranjero con él, quien tenía por mujer a Arria,parienta suya.Fue de costumbres suavísimas, de vergüenza virginal, de pulcrafama, modelo de piedad suficiente hacia su madre, suhermana y su tía paterna. Fue frugal, púdico. [35] Dejó cerca dedos millones de sestercios a su madre y a su hermana. Sólo rogóa su madre, por medio de unos codicilos, que le diera veinte milsestercios a Cornuto; o, según quieren algunos, cien mil; segúnotros, tanto veinte libras de plata labrada, como cerca desetecientos libros de Crisipo, o toda su biblioteca. [40] PeroCornuto, una vez que le proporcionaron los libros, dejó el dineroa las hermanas, a quienes su hermano había hecho herederas.Escribió rara y tardíamente; dejó imperfecto este mismo libro.Fueron quitados algunos versos del último libro, para que encierto modo estuviese acabado. Superficialmente lo recogióCornuto, y para publicarlo lo remitió a Cesio Baso, quien lo [45]pedía para él mismo publicarlo. En su adolescencia <strong>Flaco</strong> habíaescrito también una "pretexta": Vescia , un libro Itinerario, y


<strong>Aulo</strong> <strong>Persio</strong> <strong>Flaco</strong> S á t i r a s 46librum unum et paucos [sororum Thrasea] in Arriammatrem uersus, quae se ante uirum occiderat. omniaea auctor fuit Cornutus matri eius ut aboleret. editumlibrum continuo mirari homines et diriperecoeperunt.[50] decessit autem uitio stomachi anno aetatisXXX. sed mox ut a schola magistrisque deuertit,lecto Lucili libro decimo uehementer saturascomponere instituit. cuius, libri principium imitatusest, sibi primo, mox omnibus detrectaturus cum [55]tanta recentium poetarum et oratorum insectatione,ut etiam Neronem illius temporis principeminculpauerit. cuius uersus in Neronem cum ita sehaberet: auriculas asini Mida rex habet, in eummodum a Cornuto, ipse tantummodo, est emendatus:auriculas asini quis non habet? ne hoc in se Nerodictum arbitraretur.unos pocos versos sobre Arria, la madre [de las parientas deTrásea], la que se había quitado la vida ante su marido. Cornutofue un consejero para la madre de aquél, a fin de que destruyeratodo esto. Inmediatamente los hombres comenzaron a admirar ya disputar el libro publicado.[50] Pero murió por un mal de estómago, en el año treinta desu edad. Luego que se apartó de la escuela y de los maestros,leído el libro décimo de Lucilio, con vehemencia empezó acomponer sátiras. Imitó el principio de aquel libro,primeramente para censurarse a sí mismo, luego a todos, [55]con escarnio tan grande de poetas y oradores recientes, queincluso inculpó a Nerón, príncipe de aquel tiempo. El verso suyocontra Nerón, aunque se tuviera así: el rey Midas tiene orejas deasno, fue enmendado por Cornuto —tan sólo ése— de estamanera: ¿quién no tiene orejas de asno?, para que Nerón nocreyera que éste fue dicho contra él.

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