—Agravantemente así —El castaño miró a Serena sin que ésta lo notara y sonrió levemente, después hizo una mueca de decepción —. Lo corté en rodajas finas, luego lo tomé con un poco de salsa de soya. Sabía increíble —Volvió a mirar a Serena y se acercó levemente a ella —. Puedo traerte un poco la próxima vez.

Serena frunció el entrecejo en confusión mientras en su interior comenzó a sentirse algo avergonzada por la repentina cercanía del castaño.

—Odasaku, debiste reprenderlo.

Una voz masculina proveniente de las escaleras de la entrada llamó la atención de todos. Serena volvió a sentirse extrañamente aliviada gracias a esa interrupción, la cual provocó que el castaño volviera a su lugar.

Giró levemente a su derecha para encontrarse a un joven hombre de aspecto académico que bajaba la escalera.

—Eres demasiado suave con Dazai. Deberías llamarlo y golpearle la parte posterior de la cabeza con un martillo por cada dos de las tres cosas que dice, o de lo contrario se saldrá de los rieles —comentó el de lentes acercándose a las tres personas de la barra.

Después de mirarlo un par de segundos más, Serena cayó en cuenta de que se trataba de Sakaguchi Ango. Un azabache vestido formalmente con una chaqueta de negocios y gafas redondas, parecía un académico, pero en realidad, era parte de la Mafia como las tres personas de ahí. El informante personal de la Mafia.

—¡Ango! —habló Dazai en voz alta con una sonrisa —. Tiempo sin verte, luces bien.

—¿Llamas a esto verse bien? —cuestionó alzando una ceja —. Acabo de regresar de hacer negocios en Tokio, y fue un viaje de un día. Estoy tan agotado cómo un viejo periódico —miró a Serena con algo de duda —. No nos conocíamos personalmente, Serena —mencionó extendiendo su mano hacia la nombrada —. Sakaguchi Ango.

Serena giró levemente sobre su asiento para poder estrechar su mano y asentir ligeramente.

—¿Es que eres demasiado nueva? —preguntó Dazai mirándola.

—Me mantengo ajena a las relaciones amistosas —respondió mirando sus manos sobre la barra —. Llevo dos años dentro.

—Serena se unió durante el incidente cabeza de dragón —mencionó naturalmente Odasaku, a lo que la mencionada asintió.

Ango se sentó junto a Dazai y se quitó la pequeña bolsa de cuero carmesí que colgaba sobre su hombro y la dejó sobre la barra.

—¿Desde entonces trabajas junto a Odasaku? —preguntó Dazai. Serena asintió —. ¿No has intentado escalar un poco más?

La azabache sopesó por unos segundos sus palabras y negó.

—No es que me interese realmente —respondió sin mirarlo —. Simplemente estoy aquí para poder ganar lo suficiente para cuidar de alguien.

Sin dejar de mirarla, Dazai formó un oh con sus labios y se abstuvo de seguir haciendo preguntas.

—Cantinero, lo usual, por favor —Ango rompió el silencio que se había creado durante varios segundos.

Casi de inmediato, en cantinero dejó un líquido dorado sobre la barra frente a Ango.
Había comenzado a preparar la bebida en el momento que lo escuchó bajar las escaleras.

—Trabajo de negocios, ¿eh? perro suertudo —comentó Dazai riendo en levedad —. Yo también quiero ir a pasar el rato a Tokio. Cantinero, más cangrejo enlatado —dijo, sacudiendo la lata vacía.

No fue hasta que dijo eso, que Serena se percató de las tres latas vacías frente a él.

—¿Pasar el rato? —preguntó Ango incrédulo —. Nadie en la mafia vive para pasar el rato como tú, Dazai. Realmente estaba trabajando.

—Si me preguntas, Ango... —Dazai tomó una pieza de cangrejo entre sus dedos y la miró con detenimiento —. Cualquier cosa en éste mundo es sólo una forma de matar el tiempo antes de morir. De cualquier manera, ¿qué tipo de trabajo era?

La mirada de Ango vagó levemente antes de responder a la pregunta del castaño.

—Pescando.

—Oh, bien. ¿Atrapaste algo?

—Nada, fue una pérdida de tiempo —respondió con aburrimiento —. Escuché que habría algunos artículos de primer nivel en Europa, pero terminó siendo nada más que la basura habitual que verías en un mercado de pulgas local.

La mención pescando es un código en el sindicato para comprar bienes de contrabando.
Por lo general, los productos que compraban eran armas o artículos ilegales hechos en el extranjero. En raras ocasiones, también había obras de arte y joyas.

—Sin embargo, había un reloj antiguo que no era tan malo —mencionó Ango, sacando a la azabache de trance —. Fue creado por un relojero a fines de la Edad Media. Probablemente sea falso, pero alguien estará dispuesto a pagar por una artesanía tan fina.

Les dio a todos un vistazo a una caja envuelta en papel dentro de su bolso. Además había cosas que llevaba consigo en su viaje de negocios, como una pequeña sombrilla y cigarrillos.

—¿A qué hora terminó el trato? —preguntó Dazai repentinamente sin dejar de ver el interior del bolso.

—Ocho de la noche. Y regresé inmediatamente después de que terminó —sonrió con ironía antes de agregar —. De todos modos hice lo que me pidieron, por lo que parece que no me van a despedir hoy.

—Es muy manso de tu parte, Sakaguchi Ango. Eres el hombre que conoce todo acerca de la Mafia —puntualizó Dazai con una sonrisa antes de volver a comer una pieza de cangrejo.

Serena, quien se percató de la repentina mirada fría de Dazai, no dejó de mirarlo, lo cual el castaño notó y le regaló una sonrisa.
Serena dirigió una fugaz mirada a Ango y volvió a mirar a Dazai, quien continuaba sonriendo a la azabache.

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Break my heart.  »Dazai Osamu.  FINALIZADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora