Twitter, el odio y el acoso

Ayer, dando el clásico RT a un tuit de Tatiana Clouthier, la esposa de Andrés Manuel López Obrador manifestó, otra vez, su comprensible molestia con el elevado nivel de agresividad —de insultos, calumnias, odio— de las redes sociales, especialmente Twitter. Se entiende la queja de Beatriz Gutiérrez Müller ya que ella, su compañero Andrés Manuel y hasta su hijo (menor de edad) han sido víctimas de acoso violento en la plataforma del pájaro azul.

Beatriz sostiene lo que ya todos sabemos, pero no por ello hay que dejar de decirlo: el impresionante número de nuevas cuentas falsas que se están creando, así como de violencia verbal, difamaciones y mentiras que se espetan sin control vía redes sociales. Algunas de ellas involucrando a personajes o cuentas de personas conocidas en hechos, información, acciones y pronunciamientos que no se han dado en realidad.

Pero, si se pìensa bien, lo más lamentable del caso no es la agresividad tuitera, sino que Beatriz Gutiérrez tenga también que sufrir por grillas en columnas periodísticas, algunas de ellas, las más duras, claramente generadas en casa, es decir, el también clásico fuego amigo.

La ropa sucia no se lava en casa

En El Heraldo, la periodista Martha Anaya les llamó el viernes pasado “Pleitos de familia” y dijo con envidiable claridad: “...por increíble que parezca, en sólo 131 días, los pleitos palaciegos alcanzan intensidades dignas de las temporadas de las candidaturas presidenciales.” 

Y, sí, la disputa en los círculos cercanos a AMLO ya tuvo su primera baja: el subsecretario de Turismo, Simón Levy. Como dijo el siempre informado Carlos Loret de Mola en El Universal, si bien se anunció su renuncia “por motivos personales”, lo cierto es que el secretario Miguel Torruco lo mandó a su casa por considerar que le estaba jugando chueco y grillando de más. Andrés Manuel, contra su estilo en estos casos, aceptó el despido y este se consumó. 

Pero el punto a notar es que, en días recientes, han volado muchos rumores sobre estas guerras intestinas. Dos han sido los más importantes: que si el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard (Fausto Pretelín en El Economista) y la titular del SAT, Margarita Ríos-Farjat (Mario Maldonado en El Universal), saldrán del gabinete. Rumores que, por una parte, el propio mandatario y su equipo han tenido que desmentir (al menos el primero de ellos) y que, por otro lado, buscan poner en el centro de las disputas a la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, como si ella estuviera operando algunas de las desavenencias.

¿Por qué Beatriz?

Sorprende el nivel con el que grillan a Beatriz, ya que incluso han llegado a hablar (Mario Maldonado) del “desgaste en el gabinete” de la esposa del presidente López Obrador. El periodismo de rumores sin confirmar es un vicio que daña a la vida pública mexicana. Sin duda, incluir a Beatriz en maquinaciones en las que no participa, genera innecesariamente no solo inestabilidad al interior del gobierno, sino también en el sistema político nacional como un todo. 

Habría que recordar que, siempre en el perverso juego de las intrigas palaciegas, cuando te descubren en ello, la pena es que te corten la cabeza. Así, cuando López Obrador descubra quiénes están metiendo a Beatriz –como victimaria en un caso y víctima indirecta en el otro– podría venir una segunda guillotina, pero esta vez a un nivel muy alto y cercano al presidente. Y es que solo alguien poderoso podría animarse a involucrar a BGM, ¿qué no?

Eso sin contar que el tiempo que requiere dedicar AMLO para resolver estos asuntos creados le resta atención a cuestiones mucho más serias e importantes que reclaman su involucramiento, como la impresión y distribución de los libros de texto gratuito para el próximo año escolar o proveer de suficientes medicamentos a las clínicas y hospitales de México. Esos problemas sí son mayores y están a la vuelta de la esquina.