El misterio de “La duquesa de Alba de negro”, el cuadro que esconde un romance prohibido

Más de 300.000 visitantes ya han visto el lienzo en el Museo del Prado. Esta es la historia de uno de los retratos más enigmáticos del arte español.

Francisco de Goya realizó dos retratos de cuerpo entero de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, la legendaria XIII duquesa de Alba. El primero de ellos, de 1795, enseña a la aristócrata vestida de blanco y radiante. Era el preferido de Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba que todos conocemos . El otro cuadro, de 1797, muestra a una Cayetana viuda, de negro y mantilla. Éste nunca llegó a las manos de la familia Alba y eso marcó su destino errante.

Goya nunca entregó “La duquesa de Alba de negro” a su musa. Lo guardó en su taller hasta su muerte. Su hijo, Javier Goya, lo heredó y en 1836 lo vendió al barón Isidore-Justin Taylor para que engrosara la colección de arte de Luis Felipe de Orleans, rey de los franceses. Durante 12 años colgó en la famosa Galería Española del Museo del Louvre , pero el estallido de la revolución francesa de 1848 volvió a torcer su destino.

Tras abdicar, el rey de Francia afirmó que su colección de arte era personal y privada, una reclamación que le permitió disponer de ella en última instancia. Las pinturas del monarca, incluida “La duquesa de Alba de negro”, fue vendida en una subasta en Londres en 1853. Era el lote 444 y lo adquirieron los hermanos Jacob-Émile e Isaac Pereire, dos ricos industriales que en 1868 lo vendieron a Alexis-Joseph Febvre. En los años posteriores, el cuadro pasó por las manos de media docena de coleccionistas : Bamberg, Paul Sohège, José Domingo Irureta Goyena, Paul C. W. Sohège, Ernest Gimpel y Nathan Wildenstein…

En 1906, “La duquesa de Alba de negro” volvió a salir a subasta en París. Dos prohombres de la época pujaron por ella: por un lado, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba y descendiente directo de la retratada, y por el otro, el filántropo estadounidense Acher M. Huntington , heredero de una gran fortuna de los ferrocarriles. "Jimmy" Alba y Huntington eran amigos y compartían su pasión por el arte español. Finalmente, ** el millonario americano se quedó con la pieza** y la donó a la Hispanic Society of America, en Nueva York.

Un siglo después de aquella subasta, la duquesa ha vuelto a España. La pintura es una de las "vedettes" de la exposición “Tesoros de la Hispanic Society of America. Visiones del mundo hispánico” , que acoge del Museo del Prado hasta el 10 de septiembre. Según ha confirmado el museo a Vanity Fair, más de 300.000 personas ya han visto la muestra, que reúne lo mejor de la colección de Huntington, la más importante de arte hispano fuera de nuestro país. Esperan superar los 400.000 visitantes, lo que colocará a la exposición entre las más vistas en la historia del Prado (más de 600.000 vieron El Bosco) . El misterio que envuelve a la pintura de la duquesa alimenta el éxito de público.

Los reyes eméritos en el Museo del Prado, durante la inauguración de la muestra “Tesoros de la Hispanic Society". De fondo, "La duquesa de Alba de negro", de Goya.

Enigmas sin resolver

La duquesa de Alba fue una de las figuras más llamativas en la corte española de los últimos años del siglo XVIII. Cuando Goya pasó unos meses en su finca deSanlúcar de Barrameda, de 1796 a 1797, María del Pilar Teresa Cayetana tenía 35 años, acababa de enviudar y estaba en la flor de su belleza. Para un visitante francés en Madrid, Jean-Marie-Jerome Fleuriot, doña Cayetana “no tenía un solo cabello que no inspirase deseo”. Poetas como Meléndez Valdés, Arriaza y Quintana le dedicaron versos de amor. Por su parte, el pintor era 18 años mayor que ella y ya estaba sordo. Pese a la diferencia de edad, el artista y su mecenas fueron objeto de numerosos rumores.

En la pintura que cuelga ahora en el Prado, se ve a Cayetana dando la espalda a lo que podría ser el Guadalquivir en su hacienda de Sanlúcar, vistiendo el traje negro de maja. El pintor captó con vividez a su modelo, pero Cayetana sostiene una mirada enigmática. La relación íntima que hubo entre los dos dio origen a especulaciones. En Madrid se comentaba qua la aristócrata acudía en secreto al estudio del artista para que éste la maquillara. Que ** Goya sucumbió al hechizo de la duquesa** lo revela claramente su arte. En la arena de “La duquesa de Alba de negro” está escrito “Solo Goya”, y en los anillos de la duquesa se leen las inscripciones “Alba” y Goya”.

Manuela Mena, jefe del Área de Conservación de Pintura del siglo XVIII y Goya del Prado , y Gudrun Mühle-Maurer abordaron en un ensayo el mito y la historia de Goya y su musa. Tras una vasta investigación, llegaron a la conclusión de que el romance carece de base documental. Ni la inscripción “Solo Goya” ni las palabras “Alba” y “Goya” impresas en las sortijas que porta la aristócrata en ese cuadro corroboran la tesis del affaire prohibido. “Solo Goya” no sería una declaración de amor, sino el reconocimiento de la duquesa al artista. Y las palabras “Alba” y “Goya” no proceden de la mano del artista, sino que se incluyeron posteriormente.

un Testamento polémico

Otras tesis apoyan el romance en que la noble dama incluyera en un segundo testamento, de 1797, a Javier Goya, hijo del pintor, entre sus herederos. Algo que pudo ser una forma de agradecimiento al pintor por sus servicios. Después de todo, doña Cayetana incluyó también como herederos al mayordomo, el bibliotecario, el médico... Ello, unido a la desigualdad de clases entre ambos y a que la duquesa estaba muy enamorada de su marido, hacían poco probable la verosimilitud del romance. Pero ni siquiera muerto el duque de Alba se acallaron los rumores : se habla de una viuda alegre que lleva una vida disoluta en su retiro en Sanlúcar de Barrameda.

Después de "La duquesa de Alba de negro", Goya no pintó a su musa en vida nunca más. Se especuló con que pudieron casarse en secreto, pero ella murió en 1802. El artista conservó el retrato en su taller muchos años después de muerta Cayetana. Hizo un proyecto para un monumento funerario en la tumba de la duquesa, pero solo quedó en eso. Un proyecto...

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