El estilo de Gunilla von Bismarck, reina de la pista, en 10 modelazos
Daniel SIMON/Getty ImagesUn soplo de aire fresco.
La bisnieta del canciller Otto von Bismarck visitó Marbella por primera vez en 1961, como ella misma explicó en una entrevista en Vanity Fair: “A mi madre le encantó. A mi padre no tanto. Yo tenía 11 años (…) Veníamos en Semana Santa a disfrutar. Mi padre se quejaba. No hay nadie. No hay casas. No hay nada”. Con los años la reina alemana del papel cuché se convirtió en una jovencita amante del estilo hippy. Eran los años 70. Su presencia en España, como la de otras tantas extranjeras en las zonas costeras, supuso una revolución para los habitantes locales gracias a sus aires frescos de bikinis, vestidos largos de corte imperio y sombreros de ganchillo multicolor.
picture alliance/Getty ImagesUna boda de cuentos de hadas.
Gunilla y Luis Ortiz celebraron su boda en octubre de 1978 en el castillo familiar de Friedrichsruh, donde había nacido la novia. La fiesta duró tres días, von Bismark llegó a ser apodada Musa internacional del cachondeo. Los contrayentes se habían visto por primera vez en el hotel Marbella Club creado por Alfonso de Hohenlohe, y como reconoció el propio novio “Fue un flechazo, pero fue ella la que me pescó, porque en ese tiempo Gunilla era impresionantemente guapa, y todos querían casarse con ella, pero se fijó en mí”. Para la ceremonia principal él se vistió de pingüino, con chistera incluida, y ella con un vestido blanco, como manda la tradición. El escote redondeado de la pieza lo dibujaban dos volantes de gasa que caían sobre los hombros haciendo las veces de mangas. Tras el talle ceñido nacía una amplia falda con vuelo. Y el largo velo ribeteado partía de unos adornos florales colocados a ambos lados de la cabeza sobre la cabellera rubia, tan clara que se confundía con los detalles.
RP/GTRESLa reina de la pista.
La famosa edad dorada de Marbella se extendió durante las décadas de los años setenta y ochenta, en los noventa ya muchos la consideraban hortera, y von Bismark fue considerada su reina sin trono. Esta instantánea resume a la perfección como vivían sus días en la ciudad malagueña los miembros de su jet set; por el día tomaban el sol y hacían deporte y por la noche movían el esqueleto o veían como los otros lo distorsionaban. Yeyo Llagostera, miembro de los Chorys como Luis, recuerda aquellos días “ligando las borracheras: una mediodía, otra por la tarde y otra por la noche”. Atardecer tras atardecer se preparaban a conciencia para recorrer los locales en boga. La alemana era una auténtica Dancing Queen y no dudaba en vestirse con monos de licra para favorecer los movimientos más acrobáticos. Una comodidad por la que no renunció a los detalles brillantes –corbatas de cristales incluidas-, a las medias de encaje y a los zapatos altos de tacón en purpurina. Todo lo que hacía resaltar un buen bronceado era considerado chic.
GtresLos divorciados mejor avenidos.
Cuentan que Gunilla y Luis se dieron puerta en 1989 para hacer caja con la venta de la exclusiva. Hoy siguen funcionando como un matrimonio. Uno que se quiere y hace vida en común bajo el mismo techo. En algún momento antes de esa separación de mentirijilla que duró un año, los Ortiz von Bismark volvieron a celebrar su amor, como no podía ser de otra forma, con un fiestón en el que él se vistió de esmoquin y ella con un vestido de escote corazón ajustado hasta el muslo. Sobre su piel morena destacaban unas joyas de diamantes, incluida una tiara dibujando ondas que se adelantaba a un moño alto del que partía el velo corto de tul al estilo novia en Las Vegas. Como ramo, esta vez, la de Aumühle, prefirió una cartera plateada.
© GtresRecuerdo de Marbella.
La condesa alemana ha hecho de la diversión con método (ni fuma, ni bebe, ni se droga) su motor de vida. Al contrario que la mayoría de las nobles, Gunilla ha huido de la elegancia aristocrático-burguesa, apostando por un estilo propio que combina lo hippy con lo principesco sin despeinarse. Esta falta de prejuicios le ha permitido hacerse con una de las colecciones más amplias de prendas concebidas como souvenir. En este caso sí, una imagen vale más que mil palabras.
JX/GTRESConexión real.
Algunos saraos estivales de la Costa del Sol durante los años 90 no estuvieron exentos de cierto protocolo palaciego y Gunilla se adaptó a ellos con soltura. Pocos pueden presumir de haber asistido al colegio con el rey Carlos Gustavo de Suecia y la von Bismark es una de ellos. En esas citas nuestra protagonista solía apostar por la misma fórmula de vestido compuesto por un cuerpo ajustado con escote y falda levantada por un cancán. En el caso concreto de esta instantánea la alemana se cubrió con el mismo estampado floral con el que la reina Margarita de Dinamarca se confección un modelo que ha utilizado en numerosas cenas de gala, incluida la organizada para las casas reales de Europa con motivo del jubileo de oro de la reina Isabel II de Reino Unido.
©GtresonlineEstampado trampa.
Con el paso de los años von Bismark ha ido abandonando las piezas con grandes volúmenes para asistir a las fiestas de postín prefiriendo modelos que le permiten caminar sin miedo a tropezar con los bajos de los vestidos de noche. A lo que no ha renunciado es a los estampados, como demuestra en la imagen, en la que su atuendo cruzado de Attico juega con una especie de dibujo sobre la seda creando un efecto pata de gallo en blanco y negro y en rojo y negro.
ACTION PRESS / FOTO LANGBEHNMadre orgullosa, reina del reciclaje.
Gunilla y Luis tuvieron a su único hijo en 1980. Francisco José Ortiz von Bismark contrajo matrimonio en Zurich con Elizabet Dutú Mazas en noviembre de 2010. Entonces la madre del novio comentó: “No pierdo un hijo, gano una hija, y espero que ganemos algo más. Estaría encantada de ser abuela, aunque ya buscaríamos otro nombre diferente, porque esa palabra no me gusta”. Para asistir a la íntima ceremonia celebrada en el Pavillon des Verwaltungszentrum eligió un traje de chaqueta que ya había lucido durante un bautizo en 2006. Todo en gris adamascado, la chaqueta sobresalía por el cuello y los puños de piel y la falda por su silueta acampanada conseguida gracias a la suma de piezas en dos tonos diferentes. Como complemento principal eligió un sombrero Cloche, similar al creado por Caroline Reboux.
KMJ/KMA/GTRESFondo de armario.
Durante la entrevista concedida a esta revista en 2019, la alemana aseguró que “Antes todo era más glamuroso, ahora se conoce a menos gente (…) Antes había muy buena música. Muy buena comida. Ahora todo ha cambiado. No para peor, sino para diferente. Creo que ahora la gente joven lo pasa peor, ¿no?”. Pese a este lamento no deja de asistir a eventos por todo el mundo. Sus convocatorias favoritas son las fiestas de disfraces. En esta instantánea la vemos ataviada como una auténtica flapper de los años veinte del pasado siglo. Gunilla solo tuvo que añadirle unos detalles de plumas a un vestido que ya lució en 1982 y coronarse con un tocado de época para emular a las amantes de la danza a las que de alguna manera se parece tanto.
KJMEl vestido de la discordia.
A principios del pasado verano von Bismark prometió dejarse ver muchísimo por el festival Starlite. Ella y su marido tenían unas ganas locas de volver a disfrutar de la noche marbellí una vez levantadas las restricciones para evitar contagios de covid-19. Para asistir a una de esas galas a mediados de agosto, Gunilla recurrió a la aguja de la firma Amen Style. La casualidad quiso que Victoria Federica de Marichalar y Borbón también eligiese ese modelo de pasamanería creando un dibujo que deja el escote al aire. Según contó la propia ex mujer de Luis Ortiz, la sobrina del rey Felipe VI se enfadó al verla vestida igual que ella e intentó vetarla en el photocall. Su “gemela”, contraatacó ofreciéndole a Victoria posar juntas para quitarle hierro a un asunto tan tonto. Un guante que no recogió y que tampoco sentó nada bien a la hija de la infanta Elena que al final tuvo que ver como todos los medios presentes en la alfombra roja compartían bromas con la reina oficiosa de la ciudad.
