Moda

Elogio de los 'yuppies', los mercenarios que amaban la moda masculina

Cuarenta años después de su nacimiento, reivindicamos la figura de estos vanidosos 'businessmen' que establecieron un nuevo estándar sartorial.
american psycho yuppies
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Despuntaba 1980 y los rancios atavismos de la doble moral americana estallaban por los aires. Julian Kaye, el personaje de Richard Gere en el filme 'American Gigolo' (1980), simbolizaba una nueva forma de ejercer la profesión más antigua del mundo: era hombre, culto, elegante y gigoló. Hasta entonces, nadie había disociado la prostitución de su componente marginal; extravagancia inconcebible que convertía al protagonista en un antihéroe. Por aquel entonces, a un Giorgio Armani ya de vuelta de casi todo y con Europa rendida a sus pies, la vida le deparaba un nuevo triunfo. El director de la película, Paul Schrader, llamó a las puertas del italiano para rogarle que vistiese al joven Gere. Dicho y hecho. Los elegantes trajes con los que Gere se paseaba por Palm Springs le abrieron a Armani las puertas de los Estados Unidos de par en par. Las fronteras europeas de su imperio se evaporaron y su nombre se convertiría en sinónimo de estilo global.

La moral laxa de Julian Kaye (Richard Gere) inspiró a miles de jóvenes que fantaseaban con el ideal consumista

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Así nace el germen de una de las tribus urbanas que mejor definió la ambición económica y social de una generación de hombres (y algunas mujeres) dispuesta a todo. La moral laxa de Julian Kaye inspiró a miles de jóvenes que fantaseaban con el ideal consumista que los tiburones de Madison Avenue habían agitado en la época dorada de la publicidad: universitarios formados en finanzas y dirección de empresas vieron un filón en el nobilísimo hecho de venderse. En este caso sustituyeron el "dinero a cambio de sexo" por la especulación financiera, una manera de comerciar sin demasiados escrúpulos con participaciones en sociedades, préstamos, depósitos, fondos monetarios, etc. ¿La recompensa? Dinero fácil y rápido, y una vida de lujo.

Los yuppies eran jóvenes de entre 20 y 40 años de edad con altos ingresos económicos que vivían en la ciudad

Una nueva aristocracia

Como todo fenómeno social que se precie, resulta capital contar con símbolos propios y una etiqueta identificativa. Así, algunos columnistas estadounidenses acuñaron el término yuppie , acrónimo para 'young urban professional', en español joven profesional urbano. Y los símbolos propios fueron las prendas que, gracias a 'American Gigolo', configuraron un nuevo estándar sartorial y definieron la estética de una década. La élite yuppie la formaban jóvenes de entre 20 y 40 años de edad con altos ingresos económicos que vivían en la ciudad y profesaban un amor desmedido por el dinero. Todo ello para invertir a espuertas en bienes de lujo y experiencias a precios prohibitivos. El esfuerzo, la dedicación, el ideal de la familia y los planes vitales a largo plazo pasaron a un segundo plano en la nueva escala de valores. Estos hombres, no obstante, alumbraron un nuevo capítulo en la historia de la moda masculina.

Frente a las sastrerías inglesa o italiana, al otro lado del charco una amalgama de referencias sartoriales empezó a tomar forma

'American Gigolo' impuso un antes y un después en la noción que el hombre tenía de sí mismo. La escena en la que Richard Gere acomoda trajes, camisas y corbatas sobre su cama para decidir qué ponerse cambió el destino de nuestro género. Evidentemente no todos los yuppies especulaban con productos financieros o se ganaban la vida con actividades poco ejemplares, pero todos ellos compartían su amor por los trajes de silueta ancha y solapas XL y además recuperaron los tirantes en perjuicio del cinturón. La raya diplomática, cuyo origen hay que buscarlo en la élite bancaria de la City londinense que más tarde saltaría a los Estados Unidos, revivió en el armario yuppie. Asimismo, las camisas oxford o con rayas blancas servían de lienzo para lucir corbatas de motas o rayas tipo 'college'.

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Gordon Gekko, el gran icono

En 1985, Juan Cueto describía en el diario El País a estos ilustres habitantes de las colmenas de cemento: "Los yuppies son un hecho visual (por sus marcas de lujo duro los reconoceréis), pero lo novedoso son sus costumbres urbanas. Es una raza dotada de altísima productividad, obsesionada enfermizamente por la gloria profesional, que persigue el éxito por el placer de triunfar en la selva del libre mercado y que no ha traicionado del todo los tics culturales de la era del furor anticonsumista. Los pavores favoritos de los yuppies son el colesterol, el fracaso, los kilos, la política y la calvicie".

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Dos años después, en 1987, en pleno apogeo de la glorificación del perfil de mercenario de las finanzas, ocurrieron dos hechos decisivos, la cara y la cruz de la moneda yuppie. El 19 de octubre, lunes, el índice bursátil Dow Jones se desplomó 508 puntos (un 22,6%) en un solo día. Ni el colapso de 1929 ni la caída de Lehman Brothers superan en magnitud a lo que sucedió aquel Lunes Negro, como se le bautizó. Aquella tragedia económica causó pérdidas de más de 500.000 millones de dólares entre los inversores, pero creó el mejor contexto para el estreno, dos meses después, de la película 'Wall Street', de Oliver Stone. Su lanzamiento supuso el nacimiento del referente yuppie por excelencia: Gordon Gekko, interpretado por Michael Douglas.

El tipo que dijo que "el dinero es una puta que se acuesta contigo pero nunca duerme" o que "lo malo del dinero es que te obliga a hacer cosas que no quieres" mostraba la cara oculta de este perfil humano supuestamente tan exitoso. Los estilismos concebidos por el diseñador Alan Flusser eran una exageración del look del tiburón de las finanzas: camisas azules o de rayas con puños y cuellos blancos (en inglés, contrast cuffs y contrast collar), tirantes llamativos, corbatas de pala muy ancha, pasadores de corbata y pañuelos de bolsillo.

Pese a la dudosa ejemplaridad de los yuppies y su cuestionada popularidad a partir del Lunes Negro, algunos políticos estadounidenses comenzaron a emular una estética que había hecho estragos en ciertos círculos de poder. Un joven empresario llamado Donald J. Trump o el gobernador de Arkansas que respondía al nombre de Bill Clinton, futuros inquilinos de la Casa Blanca, empezaron a aplicar en sus estilismos las enseñanzas de Gekko y Kaye. Al fin y al cabo, y pese a su líquida honradez, no dejaban de ser referentes de estilo. El 8 de abril de 1991, sin embargo, la revista Time emitió el certificado de defunción de los yuppies en un sarcástico obituario. Los 80 fueron suyos; los 90, no tanto.

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La sastrería estadounidense

Frente a la escuela inglesa o italiana, al otro lado del charco una amalgama de referencias sartoriales empezó a tomar forma. A principios del siglo XX se fraguó lo que más tarde se conocería como sastrería estadounidense. El cine fue la gran plataforma que popularizó a iconos como Cary Grant, Clark Gable, Fred Astaire o Steve McQueen. Antes de eso, tal y como explica John Hopkins en un libro de título marxista llamado 'Ropa de hombre' (Gustavo Gili), fueron "los europeos emigrados quienes llevaron las habilidades de la sastrería y sus artesanías relacionadas a lugares urbanos, como Chicago o Nueva York. La introducción de patrones y sistemas de tallaje estándar coincidió con la transformación de los talleres en industria, que pasó de ser un sistema manual a una fabricación mecanizada". Por lo tanto, la sastrería yanqui se caracterizó por su sistema de producción prêt-à-porter, algo que no existía hasta entonces, o la promoción del estilo universitario Ivy League, precursor del preppy.

Entre los grandes agitadores de la moda masculina americana encontramos a la firma Brooks Brothers, que relajó la sensibilidad europea e impuso los trajes con dos y tres botones y caída de hombros natural. El gramaje de los tejidos variaba en función de la estación, pero adelgazó los hasta entonces pesados trajes ingleses e impuso mezclas con seda o seersucker. Además, Brooks Brothers inventó la camisa de cuello abotonado o button-down collar shirt. Más tarde llegarían Oxxford Clothes, J. Press o Ralph Lauren.

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En el origen de la estética yuppie encontramos una de las doctrinas sartoriales más populares de los años 40: el zoot suit. Fueron los italoamericanos y algunos latinos, deudores del estilo pachuco y jazz de los suburbios, quienes hicieron bandera de este estilo en las calles más gastadas de Nueva York, Detroit y Chicago. El atuendo consistía en trajes muy holgados, con hombreras marcadas y solapas extragrandes. Las exageradas proporciones de los diseños destacaban casi tanto como los vivos colores que elegían sus portadores, siempre emperifollados con sombreros, gafas y joyería.

Los yuppies hoy

Un año antes del 11-S, Hollywood resucitó a los yuppies que había hecho desaparecer una década antes. La película 'American Psycho', de Mary Harron, dio vida a esta novela de Bret Easton Ellis que describe a un joven profesional urbano con tendencias psicopáticas y un gusto desmedido por la sangre humana. Una vez más, la caricatura de los yuppies. Eso sí, los estilismos de la película, ideados por Michael Adkins, mostraron el mejor legado de esta estética, con trajes de raya diplomática de Valentino, corbatas de Giorgio Armani (guiño a 'American Gigolo') y gafas de Oliver Peoples.

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A pesar de que la historia no le ha granjeado connotaciones muy positivas, esta temporada las firmas de moda más lujosas han reivindicado inesperadamente la raya diplomática, uno de los símbolos del yuppismo. Este otoño-invierno los trajes de día sacrifican definitivamente el corte slim fit y ceden todo el protagonismo a las líneas blancas, tanto en apuestas cruzadas como en botonaduras sencillas. Y es que la sastrería prêt-à-porter ha restablecido su idilio con este estampado que hace dos temporadas ya propuso Balenciaga; pero ahora son Emporio Armani, Alexander McQueen, Maison Margiela, Off-White o Versace los que abogan por una alternativa al traje business tradicional. Lo encontrarás en tejidos oscuros y con líneas de todos los grosores.

Por todo ello, los yuppies (los viejos emprendedores que vivieron los excesos del pasado) siguen siendo un referente ineluctable para entender la historia de la moda masculina de los siglos XX y XXI. Cuarenta años después de su nacimiento, es hora de reivindicar la figura de estos vanidosos businessmen que establecieron un nuevo estándar sartorial. Ejemplares en casi todo.