Articulo de reflexión

El amigo en Aristóteles como posibilidad de autoconocimiento ylas diferencias con un adulador1

The friend in Aristotle as a possibility for self-knowledge and the differences between a friend and a flatterer

O amigo em aristóteles como possibilidade de autoconhecimento e as diferenças com um adulador

Luis Fernando Garcés Giraldo *
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia
Omar Huerta Díaz
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
Adriana Patricia Arboleda López
Corporación Universitaria Lasallista, Colombia

El amigo en Aristóteles como posibilidad de autoconocimiento ylas diferencias con un adulador1

Revista Lasallista de Investigación, vol. 14, núm. 2, pp. 192-202, 2017

Corporación Universitaria Lasallista

Recepción: 12 Julio 2017

Aprobación: 15 Septiembre 2017

Resumen: Desde la perspectiva aristotélica, se establecen las diferencias que existen entre un amigo y un adulador, describiéndose los elementos esenciales que hacen parte de una relación de amistad verdadera donde confluyen elementos de ética y de autoconocimiento. Se establece es este sentido, y de acuerdo con el Estagirita, que se puede tener una relación amistosa si se dan estas condiciones:1) hacer el bien o lo que parece el bien a otros; 2) querer que su amigo exista y viva por el amor de su propio amigo; 3) pasar el tiempo con el amigo y elegir las mismas cosas que este; 4) compartir las alegrías y penas del amigo. En sentido contrario, no hay amistad si no existen condiciones de igualdad, semejanza de virtud y reciprocidad entre los amigos; donde cada uno desea el bien para el otro, tanto como para sí mismo.

Palabras clave: Amigo, adulador, amistad, Aristóteles.

Abstract: From the aristotelean perspective, the differences between a friend and a flatterer are established, describing the essential elements which constitute a true friendship relationship, where elements of ethics as an essential virtue and self-knowledge come together. In this sense, it is established, following the Stagirite, that one have a friendship relationship without these conditions: 1) doing good, or what seems to be good, to others; 2) wishing that your friend exists and loves for the love of their own friend; 3) spending time with and choosing the same things as your friend; 4) sharing your friend's happiness and sorrows. Conversely, there can be no friendship if there are no conditions of equality, similar virtue and reciprocity between friends; where one wishes good for the other as much as for oneself.

Key words: Friend, flatterer, frienship, Aristotle.

Resumo: Desde a perspectiva Aristotélica, se estabelecem as diferenças que existem entre um amigo e um adulador, descrevendo-se os elementos essenciais que fazem parte de uma relação de amizade verdadeira onde confluem elementos de ética como virtude essencial e de autoconhecimento. Se estabelece é este sentido, e de acordo com o Estagirita, que se pode ter uma relação amistosa se dão estas condições:1)fazer o bem ou o que parece o bem aos outros; 2) querer que seu amigo exista e viva pelo amor do seu próprio amigo; 3) passar o tempo com o amigo e eleger as mesmas coisas que este; 4) compartilhar as alegrias e angústias do amigo. No sentido contrário, não há amizade se não existem condições de igualdade, semelhança de virtude e reciprocidade entre os amigos; onde cada um deseja o bem para o outro, tanto como para si mesmo.

Palavras chave: Amigo, adulador, amizade, Aristóteles.

Introducción

Cuando Aristóteles manifiesta que la amistad se da principalmente entre los hombres buenos, y como lo bueno es agradable y amable, nos dice (Aristóteles, 2010a, p. 225): y al amar a un amigo aman su propio bien, pues el bueno, al hacerse amigo, llega a ser un bien para su amigo. Cada uno ama, pues, su propio bien, y devuelve lo que recibe en deseo y placer; se dice en efecto, que la amistad es igualdad, y esto se da, sobre todo, en la de los buenos". Esto quiere decir que no hay amistad si no existen la igualdad y la semejanza de virtud entre los amigos; cada uno de ellos desea el bien para su amigo, tanto como para él mismo. En la Retórica hablando de las cosas buenas que se les desean a los amigos nos dice (Aristóteles, 2010b, pp. 710-711):

[…] es necesario que sea amigo quien se alegra con los bienes de uno y se entristece con sus penas, no por ninguna otra razón sino por uno mismo. Porque, ciertamente, todos nos alegramos cuando acontecen las cosas que apetecemos, así como sentimos pesar cuando acontecen las contrarias, de modo que tanto las penas como los placeres son signos de la voluntad. En consecuencia, son amigos aquellos que tienen por buenas o malas las mismas cosas y por amigos y enemigos a las mismas personas; pues es forzoso querer (para los amigos) lo mismo (que para uno), de manera que aquel que quiere para otro lo mismo que para sí pone con ello de manifiesto que es amigo suyo.

Para Aristóteles, lo que une a los amigos debe de ser lo amable y lo que puede amarse; al respecto dice (Aristóteles, 2010a, p. 219): "Parece, en efecto, que no todo puede amarse, sino solo lo amable, y que esto es o bueno o agradable o útil […] útil es, aquello a través de lo cual se produce un bien o un placer, de modo que lo amable sería lo bueno y lo agradable como fines".

El amigo en la ética de Aristóteles

El Estagirita resalta, como aspecto más importante de la amistad, que en su práctica se conoce al amigo, y este conocimiento posibilita su autoconocimiento; tener amigos es una condición necesaria para el conocimiento de uno mismo. Por tanto, ser bueno y tener amigos es requisito indispensable para cultivar la virtud. Aristóteles lo ha dicho: todos los rasgos de la amistad comienzan en uno mismo, y son extendidos a los amigos; cultivar la amistad desde la virtud es una forma de hacer el bien y ser felices (Rico, 2014, p. 2). Para Aristóteles, el amigo incluso es quien prefiere su propia muerte antes de permitir que este entre en dificultades, incluso es proyectado a la propia patria (Aristóteles, 2010a, p. 25):

[…] el bueno hace lo que debe hacer; porque el intelecto escoge, en cada caso, lo que es mejor para uno mismo, y el hombre bueno obedece a su intelecto. Es también verdad que el hombre bueno hace muchas cosas por causa de sus amigos y de su patria, hasta morir por ellos si es necesario. Abandonará riquezas, honores y, en general, todos los bienes por los que los hombres luchan, procurando para sí mismo lo noble; preferiría un intenso placer por un corto período, que no uno débil durante mucho tiempo, y vivir noblemente un año que muchos sin objeto, y realizar una acción hermosa y grande que muchas insignificantes.

Los que son amigos por causa de la virtud desean vivamente tratarse bien entre sí; esto es propio de la virtud y de la amistad, y si en algún momento rivalizan, en este tipo de amistad no hay reclamaciones ni disputas, pues nadie se enoja con el que lo quiere y favorece; antes bien, si es agradecido corresponde devolviendo un bien mayor (Aristóteles, 2010a, p. 240). Es hermoso hacer bien sin buscar una compensación, pero recibir los servicios de otro es provechoso (Aristóteles, 2010a, p. 242). Además (Aristóteles, 2010b, p. 710): " [...] es amigo el que ama y es, a su vez, amado. Y también se consideran amigos los que creen estar mutuamente en esta disposición".

Es decir, para Aristóteles en las amistades basadas en la virtud no hay reclamación y la intención del dador parece ser la medida, porque en la intención1 radica lo principal de la virtud y del carácter (Aristóteles, 2010a, p. 243). Si bien entrega un bien, no espera recibir nada a cambio; sería bueno e interesante que el que recibe el bien sea capaz de devolver un bien equivalente o más al recibido, por su propia cuenta y voluntariamente; esta situación, incluso, se convierte en algo más noble y bueno (Aristóteles, 2010a, p. 242). Así, el que ha recibido un beneficio entrega su benevolencia por lo que recibió; de manera que es justo. Pero el que quiere hacer el bien a otro y espera una recompensa material no parece estar bien dispuesto hacia el amigo, sino hacia sí mismo; tampoco se podría decir ser su amigo, si lo que busca es una utilidad desde la amistad. Es por esto, que la benevolencia surge por alguna virtud y bondad, cuando alguien es noble, o algo semejante (Aristóteles, 2010a, p. 255).

Puede suceder que exista ruptura entre los amigos, principalmente cuando se acaban la utilidad o el placer por los que se fundó la amistad; suena absurdo afirmar que una amistad basada en la utilidad y el placer se rompa; se entiende que se acaba esta amistad por las razones que dieron origen a ella misma; es por esto que la mayor parte de las diferencias entre amigos tienen lugar cuando no son amigos de la manera que creen serlo; por tanto (Aristóteles, 2010a, p. 250):

Así, cuando uno mismo se engaña creyendo que su amigo lo ama por su carácter, sin que este haga nada de esta suerte, deberá culparse a sí mismo; pero, cuando es engañado por el fingimiento de su amigo, es justo acusar al otro, y más que a los falsificadores de monedas2, por cuanto su malevolencia afecta a algo más valioso3. Por su parte, la virtud es, por lo que parece, la facultad de producir y conservar los bienes y, también, la facultad de procurar muchos y grandes servicios de todas clases y en todos los casos. Por otra parte, si uno acepta a alguien creyendo que es bueno y luego se vuelve malo y lo parece, ¿deberá seguir queriéndolo? ¿O esto no es posible, si en verdad no se quiere todo, sino solo lo bueno? Lo malo ni es digno de ser amado ni debe amarse. En efecto, uno no debe amar lo que es malo ni asemejarse a un hombre vil, y se dice que los semejantes aman a los semejantes.

La amistad deber romperse en el momento en que un amigo se vuelva malo; esto es propio de la amistad; el amigo que rompa esta amistad no hace nada absurdo, pues no era amigo de una persona así; y si su amigo ha cambiado y no puede salvarlo, se separará de él. No se puede ser amigo si no se tienen los mismos gustos, ni alegrarse con las mismas cosas; pues no tendrían los mismos sentimientos entre sí, y sin esto no pueden ser amigos, porque no es posible la convivencia (Aristóteles, 2010a, p. 251).

El amigo es uno de los mayores bienes; la carencia de ellos y la soledad se hacen más terrible sin ellos; el trato voluntario que se da en la vida con los demás tiene asiento con los amigos (Aristóteles, 2010a, p. 92). Para Aristóteles el hombre aislado o solo no existe, porque no es esa su naturaleza; este ha nacido para compartir con otros su vida y apropiarse en conjunto de la autosuficiencia, que es una condición necesaria para su felicidad (García, 2011, p. 21). En la pobreza y en las demás desgracias consideramos a los amigos como el único refugio; con amigos los hombres están es capacidad de pensar y actuar (Aristóteles, 2010a, p. 261). El amigo y la amistad son un bien, por cuanto también el amigo es digno por sí mismo de ser elegido y productor de muchos bienes (Aristóteles, 2010b, p. 619).

Es bello que lo que es preferible por sí mismo sea digno de elogio o que lo que es bueno resulte placentero en cuanto que es bueno. Pero si todo esto es bello, entonces la virtud tiene que ser, sin excepción, bella, puesto que, siendo un bien, es digna de elogio; por tanto, la "virtud es la facultad de producir y conservar los bienes y también la facultad de procurar muchos y grandes servicios de todas clases y en todos los casos (Aristóteles, 2010b, pp. 639-640). Aristóteles hace una lista de bienes en su Retórica, donde inicia con la felicidad y describe cada uno de ellos (Aristóteles, 2010b, pp. 618-619):

[...] La felicidad, por cuanto es por sí misma elegible y autosuficiente y porque por su causa elegimos muchas cosas. La justicia, el valor, la moderación, la magnanimidad, la magnificencia y otras cualidades semejantes, pues son virtudes del alma. La salud, la belleza y demás (cualidades) semejantes, ya que son excelencias del cuerpo y causas productoras de muchos otros bienes, como, por ejemplo, la salud, que lo es del placer de la vida, por lo cual pasa también por ser lo más digno de ser elegido, dado que es la causa de los dos bienes que más estima la mayor parte de los hombres: el placer y la vida.a riqueza, porque es la excelencia de la posesión y la causa productora de muchos bienes. El amigo y la amistad, por cuanto también el amigo es digno por sí mismo de ser elegido y productor de muchos bienes. El honor y la fama, puesto que son placenteros y, asimismo, causas productoras de muchos bienes; aparte de que generalmente se sigue de ellos, el entrar en posesión de aquellas cosas por las que reciben honores. La habilidad para hablar y actuar, pues todo ello es causa productora de bienes. Además, la buena disposición natural, la memoria, la facilidad para aprender, la viveza de espíritu y todas las demás semejantes, ya que estas facultades son causas productoras de bienes. Igualmente, todas las ciencias y las artes. Y la propia vida, pues, aunque ningún bien se siguiera de ella, es elegible por sí misma. Así como la justicia, puesto que es conveniente para la comunidad.

Aristóteles no pasa por alto los bienes materiales para la consecución de la felicidad; estos representan tan solo un requisito y no una parte constitutiva de la felicidad; los bienes exteriores se requieren para el adecuado despliegue de la actividad del alma. Si se carece de uno o de varios de estos bienes exteriores, no ocasiona la pérdida de la felicidad, pues estos no obrarán nunca en contra de la virtud; pero si faltan aquellas cosas que producen el bien y que son propias de la virtud, el hombre no podrá ser feliz a plenitud (Adum, 2016, p. 12); pero, además: "El valor de los bienes externos no depende de ellos mismos porque son bienes instrumentales. Su valor depende más bien del modo en que contribuyan a la realización de la vida feliz. Los bienes externos son un requerimiento para la vida feliz, pero no son una parte constitutiva de ella".

Esta virtud de la amistad es, por tanto, uno de los mayores bienes con los que cuentan los seres humanos; es la amistad en sentido ético; se debe procurar, entonces, que de esta relación, ambas partes implicadas compartan los mayores bienes. En la Ética eudemia se dice que (Aristóteles, 2011a, p.122): "Si son amigos en sentido ético, hay que considerar si su intención es igual y ninguno de los dos debe reclamar algo más digno del otro; si son amigos útiles y políticos, hay que considerar cómo habrían podido sacar provecho de su acuerdo". Polo (2008, p. 480), hablando del amigo virtuoso, nos dice: "la virtud del amigo consiste en querer. Para Aristóteles es natural que los hombres virtuosos sean amigos de verdad, en ellos se dan todos los elementos: el bien, lo placentero y lo útil"; en su Magna moralia indica que (Aristóteles, 2011b, p. 223):

[…] la amistad más firme, duradera y hermosa es naturalmente la que se da entre los hombres de bien, que es una amistad basada en la virtud y el bien. Pues la virtud, en la cual se funda la amistad, es inconmovible, de modo que lo natural es que semejante amistad sea inconmovible; en cambio, el interés nunca se mantiene idéntico. Por lo cual la amistad por interés no es firme, sino que cambia al tiempo que lo hace el interés.

Querer al amigo por sí mismo

Qué significa entonces, "querer al amigo por sí mismo"; según Calvo (2003): "significa quererlo por la excelencia de su carácter, por la excelencia de sus virtudes, pero no como algo estáticamente poseído por el amigo, sino como resultado y fuente, a la vez, de sus elecciones. Por tanto, podemos decir que es quererlo como persona, si por 'persona' entendemos un agente activo y responsable que se realiza y se expresa a través de sus elecciones". En la Ética eudemia, se habla de las cosas buenas que se le desean al amigo, por causa del otro (Aristóteles, 2010a, p. 111):

[…] se considera que un amigo es aquel que le desea a alguien cosas buenas o que cree que son buenas, no por causa de sí mismo, sino por causa del otro; y, en otro sentido, lo es también aquel que desea la existencia de alguien por causa de este otro y no por sí mismo. […] es amigo aquel que elige convivir con alguien por causa de su compañía y no por razón de otra cosa.

Una de las condiciones para que se dé una amistad es que entre ambos haya reciprocidad; Polo (2008, p. 47) dice que: "El amor de amistad es recíproco; por lo que lleva consigo correlación de libertades: hay que velar por el bien del amigo". El amigo desea el bien del amigo por causa de este, y deseará los mayores bienes para él, pero no todos los bienes, sino el bien por sí mismo (Aristóteles, 2010a, p. 229). Todos encontramos agradable compartir las cosas buenas con los amigos, y todo lo que nos sucede en las cosas del bien y que sean lo más buenas y mejores posible (Aristóteles, 2010a, p. 129). Aristóteles (2010a, p. 269) nos dice:

En la prosperidad, por otra parte, la presencia de los amigos hace nuestro pasatiempo agradable y crea la impresión de que nuestros amigos se complacen con nuestro bien. Por eso parece que deberíamos de ser solícitos en invitar a nuestros amigos a compartir nuestra buena fortuna (porque es noble hacer bien a otros), y tardos en requerirlos en las desgracias porque los males se deben compartir lo menos posible. El mejor tiempo para llamarlos es cuando a costa de una pequeña molestia, pueden sernos de gran utilidad. Recíprocamente, quizá es conveniente que vayamos solícitamente y sin ser llamados en ayuda de los amigos en la adversidad (porque es propio del amigo hacer el bien, sobre todo a los que están en un apuro y no lo han pedido, lo cual es para ambos más noble y grato); y en las alegrías colaborar de buena gana (pues también hay necesidad de amigos en ellas); pero ser lentos en aceptar favores, porque no es noble desear vivamente ser favorecidos.

La convivencia es una característica esencial de la amistad; los amigos necesitan convivir; al respecto, Mira (2010, p. 73) indica: "Para Aristóteles es esencial en la amistad que se quiera pasar tiempo con el amigo y que el amigo sea agradable. Los amigos encuentran placentero compartir, pasar tiempo juntos; allí donde no existe el agrado de la convivencia, no hay amistad". Rico (2014, p. 8) hace una relación entre la reciprocidad que se debe dar en la convivencia y del tiempo que se debe dedicar los amigos:

La reciprocidad y el deseo del bien para el otro por él mismo son esenciales por cuanto si no hay un reconocimiento del deseo de bienestar por parte del otro no puede afirmarse que haya amistad, o al menos un anhelo de la misma. Esto último por cuanto Aristóteles expondrá que, si no hay convivencia entre los amigos, si no pasan tiempo juntos, a pesar de que se den las otras condiciones, no podrá hablarse de amistad en un sentido pleno.

En la Retórica, Aristóteles da unas indicaciones sobre las características de aquellos quienes deseen compartir los días juntos (Aristóteles, 2010b, p. 710-713):

Las personas de ánimo afable, no propensas a censurar nuestros errores, ni dados a buscar querellas o contenciosos; quienes son ingeniosos o contenciosos; quienes son ingeniosos para recibir bromas; aprecian nuestras buenas cualidades, sobre todo aquellas que tememos no poseer; ante quienes no sentimos vergüenza por faltas convencionales; aquellos por quienes no sentimos temor.

Los amigos pasan los días juntos con aquellos que más se aman en la vida; porque, queriendo convivir con los amigos, hacen y participan en aquellas cosas que creen que produce la convivencia (Aristóteles, 2010a, p. 270). Además (Aristóteles, 2010a, p. 231): "… es propio de los buenos [amigos]4 no caer en el error ni permitir a los amigos que caigan en él. En cambio, los malos no tienen firmeza, pues ni siquiera permanecen semejantes a sí mismos; por poco tiempo se hacen amigos, complaciéndose cada uno en la maldad del otro".

Es decir (Aristóteles, 2011a, p. 109): "El hombre bueno es siempre semejante a sí mismo y no cambia de carácter; el malo y el insensato no se parecen en nada por la tarde, a lo que eran por la mañana. Por esto, los malos, si no se ponen de acuerdo, no son amigos entre ellos, sino que se separan; y una amistad inestable no es amistad". Los amigos desean compartir no solo en el dolor, sino que desean sentir el mismo dolor del amigo; lo mismo que la alegría, se desea alegrarse por la única razón de que el otro se alegra (el amigo) (Aristóteles, 2011a, p. 112). Algunas características de este compartir con el amigo se dicen de la siguiente manera (Aristóteles, 2011a, p.112): "Y desear, principalmente, la existencia, el convivir, el compartir alegría y el dolor y ser, por tanto, una sola alma, y no poder vivir el uno sin el otro, sino desear morir juntos […] todos estos sentimientos pertenecen al hombre bueno […] el amigo según la virtud".

De igual manera, Aristóteles continúa afirmando, y encuentra fundamento para reflexionar si se puede ser amigo de sí mismo, así (Aristóteles, 2011a, pp. 110-111): "[…] algunos creen que cada uno es, ante todo, amigo de sí mismo y, sirviéndose de esta amistad como de una norma, juzga la amistad con respecto a los otros amigos. […] esta amistad existe de una cierta manera analógica, y no de una manera absoluta, porque ser amado y amar son dos elementos distintos".

Disposiciones para una relación amistosa

Para Aristóteles existen unas condiciones que se requieren para una disposición amistosa: 1) hacer el bien o lo que parece el bien a otros; 2) querer que su amigo exista y viva por el amor de su propio amigo; 3) pasar el tiempo con el amigo y elegir las mismas cosas que este; 4) compartir las alegrías y penas del amigo (Aristóteles, 2010a, p. 252). Las anteriores condiciones se le atribuyen al hombre bueno; ese hombre bueno, según el Estagirita, es aquel que tiene atributos respecto de sí mismo, porque estar dispuesto para el amigo es como estarlo para uno mismo (el amigo es otro yo) (Aristóteles, 2010a, pp. 252-253); por eso se debe cumplir los siguientes atributos:

Puesto que estos atributos pertenecen al hombre de bien respecto de sí mismo, y puesto que estar dispuesto para el amigo es como estarlo para uno mismo (ya que el amigo es otro yo), también la amistad parece consistir en algo de esto, y ser amigos, aquellos en quienes se dan estas condiciones (Aristóteles, 2010a, p. 253). Existen hombres en los que no se dan las condiciones para una disposición amistosa, y son: aquellos que son completamente malos y realizan actos impíos; los frívolos porque están en conflicto consigo mismos; los incontinentes que eligen cosas agradables por el deseo, aunque dañinas; los cobardes e indolentes que se abstienen de hacer lo que creen mejor para ellos y aquellos que intentan escapar de sí mismos (Aristóteles, 2010a, pp. 253-254).

Cuando Aristóteles indica que el tipo de relación que una persona tiene consigo misma es una relación cuyas características son similares a la amistad de los hombres buenos, se refiere a lo siguiente (Mira, 2008, p. 102):

[…] la idea de que las características de la amistad con los demás se originan de las de los hombres en relación con sí mismos, tenemos entonces que aquellas características que determinan las relaciones amistosas interpersonales, dadas en una relación de dos elementos distintos, se originan de la relación de un solo elemento, no de la interactividad y la convivencia con otros, sino de la convivencia consigo mismo […] Aristóteles ha planteado que el amor hacia el otro debe originarse del amor a sí mismo o, mejor, dicho, que todo lo que se atribuye a la amistad con el amigo se atribuye al buen hombre en relación consigo mismo.

Para Aristóteles, conocerse a sí mismo es como conocer al amigo y cumpliendo con las características anteriores, en su Magna moralia nos aclara aún más que el amigo "es un segundo yo" y continúa diciendo: "Y puesto que el conocerse a sí mismo es lo más difícil, aunque también lo más grato (pues conocerse a sí mismo es grato), pero nosotros no somos capaces de contemplarnos por nosotros mismos" (Aristóteles, 2011b, p. 234). En el mismo texto, Aristóteles hace una metáfora para entender dicha cuestión:

Así, pues, del mismo modo que cuando queremos contemplar nuestro propio rostro lo miramos dirigiendo la vista al espejo, así también cuando queramos conocernos a nosotros mismos nos reconoceremos mirando al amigo. Pues el amigo es, como decimos, otro yo. Por tanto, si es grato el conocerse a sí mismo y no es posible hacerlo sin otro amigo, el hombre autosuficiente necesitará de la amistad para conocerse a sí mismo. […] si tales cosas son buenas, agradables y necesarias y no es posible que sucedan sin amistad, el autosuficiente tendrá necesidad de la amistad (Aristóteles, 2011b, p. 234).

Otro asunto que es tratado en la Ética a Nicómaco, y que gurda relación con conocerse a sí mismo, es el amor a sí mismo; se genera, entonces, la inquietud de si uno debe amarse a sí mismo, más que a cualquier otro, y dice lo siguiente (Aristóteles, 2010a, p. 259): "En efecto, se censura a los que se aman sobre todo a sí mismos, y se les llama egoístas, como si se tratara de algo vergonzoso. Parece que el hombre vil lo hace todo por amor a sí mismo, y tanto más cuanto peor es (y así se le reprocha que no hace nada sino lo suyo), mientras que el hombre bueno obra por lo noble, y tanto más cuanto mejor es, y por causa de su amigo, dejando de lado su propio bien". Hablando del hombre egoísta, Delgado (2016, p. 186) hace una interpretación de este, para insistir sobre las potencialidades del hombre virtuoso:

El hombre egoísta no puede amarse a sí mismo porque se encuentra agobiado por sus deseos y es tiranizado por ellos; el egoísta no está en armonía porque le presta atención solo a la parte concupiscible de su alma, dejando de lado a la razón que anhela la mayor de las riquezas. Por el contrario, insistamos, el hombre virtuoso en su acción abraza el bien y eso le permite abrazar a los otros, quererlos en sus fines en tanto él ama los suyos, él ama lo mejor de sí y del otro.

Entre los bienes que más estima el hombre son los placeres y la vida; y algunos pueden ser amantes de los honores; el egoísmo de algunos hombres es causa de injusticias; a algunos también le son placenteras sus propias cosas, las obras con palabras; por eso este tipo de hombres son amigos de los aduladores e intenta parecer sabio6; además están dominados por el afán de lucro y son cobardes frente a los peligros, para mostrar lo temible que es estar a merced de otros (Covarrubias, 2000, pp. 273-274). Aristóteles en la Retórica, hablando de la envidia y de los envidiosos, nos aclara que (Aristóteles, 2010b, pp. 743-745):

[…] la envidia, consiste en un cierto pesar relativo a nuestros iguales por su manifiesto éxito en los bienes citados, y no con el fin de obtener algún provecho […] En consecuencia se sentirá envidia de quienes son nuestro iguales o así aparecen; y llamo iguales a quienes lo son en estirpe, parentesco, edad, modo de ser, fama o medios económicos. También son envidiosos los que poco les falta para tenerlo todo (razón por la cual los que realizan grandes cosas y los afortunados son más envidiosos), ya que piensan que todos quieren arrebatarles lo que es suyo.

Por lo tanto, el hombre bueno, debe amarse a sí mismo, porque se ayudará a sí mismo haciendo lo que es noble y será útil a los demás; el malo no debe serlo, porque siguiendo los malos deseos, se perjudicará tanto así mismo como a los demás; mientras que el hombre bueno, escoge lo que es mejor para él mismo; este obedece su intelecto (Aristóteles, 2010a, p. 261). Delgado (2016, p. 186), ampliando el hecho de que uno debe ser primero amigo de sí mismo, para poder relacionarse con los otros, dice: "[…] para Aristóteles en la Ética a Nicómaco la idea de construir las relaciones entre los hombres está atravesada por el presupuesto de que nadie puede ser amigo si no es capaz de ser primero amigo de sí mismo, sino que el alma del amigo debe estar en armonía para poder acoger a los otros".

Pero, se dice que se debe querer más al propio amigo que a sí mismo; al mismo tiempo que el amigo es el que desea el bien de aquel a quien quiere, aunque nadie llegue a saberlo; además, todos estos atributos pertenecen al hombre en relación consigo mismo, y todos los restantes por los que se define el amigo; pero no podemos olvidar que todos los sentimientos amorosos proceden de uno mismo y se extienden después a los otros; por esto se hace importante recordar frases que se usan para esta identidad como: "una sola alma", "las cosas de los amigos son comunes", "amistad es igualdad" y "la rodilla es muy cercana a la pierna"; todo esto se aplica en el amor a sí mismo, porque debemos primero amarnos a nosotros y, como lo hemos dicho en la amistad aristotélica se debe ser amigo de sí mismo (Aristóteles, 2010a, pp. 259-260).

Es verdad que el hombre bueno hace muchas cosas por sus amigos, hasta morir por ellos si es necesario; abandonará riquezas y honores y en general todos los bienes por los que los hombres luchan; prodigará sus riquezas para que los amigos tengan más; así el amigo tendrá riquezas, pero él tendrá gloria; todo lo cederá al amigo, porque esto es hermoso para él y laudable; a este hombre se le tiene por bueno, ya que prefiere lo noble a cualquier cosa; se siente mejor obrar bien por el amigo que por sí mismo; por tanto, el hombre bueno debe amarse a sí mismo y no como el común de los hombres (Aristóteles, 2010a, p. 262).

El hombre bueno aristotélico es un hombre que siempre tendrá necesidad de amigos a quienes favorecer; la virtud propia del hombre es ser benefactor, es más hermoso para él hacer el bien a los demás; el hombre bueno, necesitará de quienes confíen bien y de buena fe. El hombre, para Aristóteles, es un ser nacido por naturaleza para vivir con otros. Así el amor hacia el otro se actualiza efectivamente en la convivencia, y es cuando se muestran las acciones del hombre bueno (García, 2011, p. 14).

Aristóteles (2010a, p.13-17) afirma: "Los amigos se necesitan en la prosperidad y en el infortunio, puesto que el desgraciado necesita bienhechores, y el afortunado, personas a quienes hacer bien. Es absurdo hacer al hombre dichoso solitario, porque nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar solo. Por tanto, el hombre feliz necesita amigos". Parece ser que la presencia de los amigos es una especie de mezcla: en el infortunio, porque vienen a hacer un remedio contra el dolor; el amigo puede consolar con su tacto y sus palabras; es doloroso ver al amigo afligido. En la prosperidad hace la presencia de los amigos una vida más agradable, los amigos se complacen con nuestro bien; hace, también, que se pasen momentos agradables; se debe compartir con los amigos la buena fortuna, porque es noble hacer bien a otros. Por tanto, la presencia de amigos es deseable en toda circunstancia (Aristóteles, 2010a, p. 269).

Si un amigo es considerado realmente amigo, debe ser no solo bueno de manera absoluta, sino también bueno para ti. No se puede ser amigo de muchos al mismo tiempo, pues no es posible ser activo respecto de muchos al mismo tiempo; es por esto que la amistad hace parte de las cosas estables (Aristóteles, 2011a, p. 103). Herrera, hablando del amor propio en relación con los otros, afirma (Herrera, 2013, p. 8):

En consecuencia, se plantea la cuestión de si es justificable el "amor propio" o philautía, que puede llegar al extremo de olvidarse absolutamente de los demás. En este caso, y si demostramos que el hombre feliz necesita de los amigos, ese egoísmo de la philautía no solo traerá infelicidad, sino también inactividad, ya que no se puede estar en continua actividad consigo mismo, pero en compañía de otros y en relación con otros es mucho más fácil.

Del amor propio habla Rico (2014, p. 11) citando a Suzanne Stern-Gillet y Smith Pangle:

[…] el amor propio es condición de posibilidad del altruismo y, como se explica, una vida virtuosa. Tal es el caso de Suzanne Stern-Gillet. Esta autora expone que para Aristóteles el amor propio es 'condición y expresión de excelencia moral'; sin amor propio no puede haber philía ni autarquía, y sin estas, no habrá eudaimonía. Una lectura similar propone Smith Pangle: considera también que el amor por uno mismo tiene una faceta bondadosa y lo justifica mostrando que en el caso de Aristóteles el amor propio está bien visto siempre y cuando este 'gratifique y obedezca la parte dominante de sí mismo, la mente'. De esta manera se conquista la autarquía, se vive filosóficamente y se es feliz.

Refiriéndose a la autarquía, Aristóteles en la política enumera varios aspectos que se deben de tener en la polis, para ser autárquica: 1) debe tener alimentos, oficios y armas; 2) Es necesario también cierta abundancia de recursos para cubrir las necesidades en tiempo de penurias o guerra y 3) Debe habilitarse un órgano que juzgue lo que más conviene o lo justo entre ciudadanos. Para Aristóteles el hombre es un ser político porque la vida política es un paso que se hace necesario para el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos y la consecución de la felicidad; es por esto que en la polis las relaciones interpersonales cobran una nueva dimensión; por tanto, lo que era antes un grupo de individuos, que perseguían en conjunto la supervivencia, se transforma en una comunidad (Jiménez, 2013, p. 72). También existen argumentos en la Ética a Nicómaco, para la compatibilidad de la autarquía y la amistad, que son relacionados e interpretados en Santana (1996, pp. 10-11):

Tres son las premisas que la sostienen. 1) La eudaimonía no es una actividad continua, 'esta actividad se genera y no está ahí simplemente como una posesión. Aquí se tiene en mente el contraste entre eudaimonía humana divida. En contraste con la divina, la eudaimonía humana es discontinua. 2) Lo propio del virtuoso, su actividad virtuosa, es algo agradable, pues se alegra de la virtud. 3) Podemos observar mejor a los prójimos que a nosotros mismos y su accionar mejor que el nuestro. Aquí se nos dice que la autoobservación tiene alguna dificultad, no específica que no se presenta en la observación de los demás.

Alabar más la inactividad que la acción no puede ser verdad, por cuanto la felicidad es una actividad; además, las acciones de los hombres justos y prudentes tienen como resultado muchas obras nobles (Aristóteles, 2011c, p. 511). Debemos, por tanto, recordar lo que se ha discutido en el capítulo 1,y que la Retórica nos lo afirma (Aristóteles, 2010b, pp. 607-608):

Existe un objetivo, más o menos el mismo para cada hombre en particular y para todos en común. Tal objetivo, es para decirlo en resume, la felicidad […] aquellas cosas que procuran, bien sea la felicidad, bien sea alguna de sus partes, o también aquellas que la acrecientan en vez de disminuirla, esas cosas son las que conviene hacer y, en cambio, se debe evitar las que la destruyen o la dificultan o proporcionalmente, lo que es opuesto a ella.

En la Retórica, Aristóteles explica qué significado tienen "algunas de sus partes" y aclara qué es cada una de ellas (Aristóteles, 2010b, pp. 609-610):

Ahora bien, si esto es la felicidad, hay que convenir entonces que sus partes son la nobleza7, los muchos y fieles amigos8, la riqueza9, la bondad y abundancia de hijos10 y la buena vejez11; además, las excelencias propias del cuerpo (como son la salud12, la belleza13, la fuerza14, el porte y la capacidad para la competición15); y así mismo la buena fama16, el honor17, la buena suerte18 y la virtud [..] los bienes que están en uno mismo son los que se refieren al alma y al cuerpo, y los que vienen de afuera, la nobleza, los amigos, el dinero y el honor, pero además pensamos que es adecuado disponer de poder y de suerte.

Se ama a aquellos que queremos tener como amigo; estos amigos son los que, por virtud, son buenos y los que gozan de buena reputación; al amigo se debe admirar y, por supuesto, sentir lo mismo de él; los amigos elogian las cosas que uno tiene, sin caer en la adulación; disfrutan de nuestra compañía, comparten los mismos sentimientos sobre todo por las cosas por las que queremos ser admirados y aquellas que tienen que ver con la virtud (Aristóteles, 2010b, p. 713); pero sobre todo, amamos también (Aristóteles, 2010b, p. 714):

Amamos también o deseamos ser amigos de aquellos de quienes nosotros somos competidores y por los queremos ser emulados, no envidiados. Como también de aquellos a quienes ayudamos a conseguir bienes, siempre y cuando no vaya eso a acarrearnos males mayores. Y de aquellos que aman a sus amigos ausentes de la misma manera que a los presentes o en general, se ama a los que son muy amigos de sus amigos y no los abandonan en las dificultades; porque, en efecto de entre los hombres buenos amamos sobre todo a los que son buenos en la amistad.

En suma, el amigo es una única alma, la mía y la de él (Aristóteles, 2011b, p. 228). Además, Aristóteles también afirma que el amigo es mi otro yo; la esencia de la amistad radica en el compartir, el conversar y en el compenetrarse. El amigo como otro yo nos procura lo que podemos obtener por nosotros mismos (Aristóteles, 2010a, p. 262). La verdadera amistad es incompatible con la adulación, la zalamería y el servilismo; estos son contrarios al amor de verdad (Polo, 2008, p. 480). Para Jaliff (2006, p. 11): "[…] en la amistad entre los hombres están ensamblados el elemento divino junto con otras dos realidades estrictamente humanas como son el interés y el placer. Esta triple articulación de la amistad aristotélica manifiesta la genuina preocupación del filósofo por la naturaleza divina del hombre unida a sus necesidades físicas y sentimentales". Se ha introducido el tema de la adulación; se hace necesario establecer las diferencias entre lo que es un amigo y lo que es un adulador, dejando claro, que la adulación, como se ha afirmado, es un vicio o un extremo de la virtud de la amistad (Garcés y Giraldo, 2012; Garcés y Giraldo, 2013).

Diferencias entre un amigo y un adulador

Aristóteles hace diferencia entre un amigo y un adulador; un adulador se esfuerza en mostrarse demasiado agradable y en aparentar que es amigo; al respecto dice lo siguiente (Aristóteles, 2010a, p. 277): "La diferencia entre un amigo y un adulador parece también poner de manifiesto que el placer no es un bien, o que hay placeres de diferente especie; pues se considera que la compañía del amigo es por causa del bien, mientras que la del adulador es por causa del placer, y al uno se le censura y, en cambio, al otro se le alaba puesto que se comporta con otros fines". Además, también afirma que (2010a, p. 230): "La mayoría de los hombres, a causa de su ambición, parecen preferir ser amados que amar, y por eso, a la mayoría les gusta la adulación; en efecto, el adulador es un amigo en posición inferior o un hombre que finge ser tal y amar más que ser amado". Pakaluk (s. f., p.1) define al adulador así:

[…] un adulador no sabe, o simula no saber, lo que es bueno para alguien más; su interés es simplemente que su amigo esté contento y satisfecho. Sobre todo, su objetivo es llevarse bien con todos, para obtener los beneficios que él piensa que se derivan de asociarse con ellos. Se da cuenta de que puede quedar bien haciéndose sentir bien y, para lograr esto, dirá cualquier cosa que tenga que decir.

Los aduladores no son amigos, aunque lo parezcan (Aristóteles, 2011b, p. 220). Un adulador es aquel que finge sentir amistad con la esperanza de sacar provecho. El amigo verdadero es aquel que elige la amistad, y al amigo por lo que es; es aquel que no espera ni busca un beneficio ulterior ni ser honrado por el otro. Este es el sello principal de la amistad que consiste más en querer al otro, que en ser querido (Araiza, 2005, p. 146); además, "[…] Todos los aduladores son serviles y los de baja condición son aduladores (Aristóteles, 2010a, p.117)"; al parecer para Aristóteles los aduladores carecen del sentimiento de su dignidad personal. Para Arenas, hablando de los aduladores (2014, p. 23-24):

La mayoría parece que prefiere ser querida a profesar afecto; y, por eso, a esa misma mayoría le gusta ser halagada. El adulador entonces resulta una especie de lisonjero que se finge como tal o que finge la estima a la que, por otra parte aspira, al parecer, la mayoría. Esos, sin embargo, no parecen aspirar a la estima por ella misma, sino solo ocasionalmente. Y así se complacen los que forman esas mayorías, esperando estos ser estimados por los poderosos; en especial debido a las expectativas que de ello resulta, pues consideran que pueden obtener para sí mismos lo que necesitan, y se complacen esperando fervorosamente las señales de los favores anhelados.

Por eso los aduladores no son verdaderos amigos, ni tampoco los que buscan el propio provecho. Como el querer es una actividad, la amistad es más provechosa en los seres más activos. Araiza (2005, p. 133), hablando del adulador, nos dice: "El adulador se comporta frente a los demás en exceso agradable, porque espera de estos sacar provecho. Si se comporta excesivamente amable sin esperar beneficio alguno, no es entonces adulador sino complaciente". El adulador, lo hace con naturalidad, muchas veces no tiene conciencia de que lo hace; al respecto, Pakaluk (s. f., pp. 1-2) nos dice que:

La mayoría de la gente no tiene conciencia de sus propios defectos y ser un adulador es un defecto. El adulador no tiene que ser ni manipulador ni calculador, ni siquiera tiene que deliberar concienzudamente acerca de cómo alcanzar el efecto que quiere. Más bien, podríamos esperar que, típicamente, la adulación sea su manera habitual de actuar. Es algo que hace con toda naturalidad.

También Araiza (2005, p. 134): indica que: "Ante la pregunta de por qué los amigos de honores estiman a un adulador más que a un amigo, se argumenta de manera semejante mediante la distinción entre una relación de amistad, que se apoya en la igualdad, y una relación de adulación, que implica sustancialmente un trato de inferioridad"; además, afirma: "... el adulador es un amigo en posición de inferioridad o aquel que finge ser inferior y amar más que ser amado". García (2008, p.161), hablando de noción de naturaleza y su relación para fundamentar la igualdad entre las personas, dice:

En realidad, la noción de naturaleza podría ser básica para fundar la igualdad profunda de todo ser humano. Por encima de las diferencias coyunturales y sociales, todos los seres humanos tienen una igualdad natural porque poseen una naturaleza común, una forma sustancial idéntica, en la que solo caben diferencias accidentales ciertamente importantes, pero que impiden afirmar que unos seres humanos sean diferentes de otros 'por naturaleza'.

Algunas diferencias entre el amigo y el adulador, se describen en la tabla 1 (Pakaluk, s. f., p. 2):

Tabla 1
Diferencias entre el amigo y el adulador
Diferencias entre el amigo y el adulador

Presentadas estas diferencias entre un amigo y un adulador, se observa que en la adulación, el que adula induce al engaño, atribuyéndole, al adulado, capacidades y virtudes de las que carece, con el objetivo de ganar alguna ventaja o un beneficio propio; es un personaje ridículo, digno de desprecio. Es un vicio político y amenaza con la conservación de un régimen legítimo. La adulación es propia de las personas serviles y, en muchas ocasiones, es una habilidad perversa de personas con altos niveles de preparación intelectual (Chuaqui, 2004, pp. 185-188).

Conclusiones

Aristóteles desde sus escritos aporta importantes reflexiones acerca de la amistad y sus características. El Estagirita resalta en sus descripciones, como aspecto más importante de la amistad, que en su práctica se conoce al amigo, y este conocimiento posibilita su autoconocimiento; y así tener amigos es una condición necesaria para el conocimiento de uno mismo.

Asimismo, el amigo es uno de los mayores bienes que tiene el ser humano; la carencia de ellos y la soledad se hacen más terrible sin ellos; el trato voluntario que se da en la vida con los demás tiene asiento con los amigos, es por ello, que el hombre aislado o solo no existe, porque no es esa su naturaleza; este ha nacido para compartir con otros su vida y apropiarse en conjunto de la autosuficiencia, que es una condición necesaria para su felicidad. Además, es importante tener en cuenta de acuerdo con lo evidenciado en este artículo, que existen diferentes tipos de amigos y que en la naturaleza misma de la amistad verdadera se ama a aquellos que se quiere como amigos; estos amigos son los que, por virtud, son buenos y los que gozan de buena reputación; así, al amigo se le debe admirar; y entre amigos se elogian las cosas que uno tiene, sin caer en la adulación; siendo esta última un tipo de relación en la que el adulador se esfuerza en mostrarse demasiado agradable y en aparentar que es amigo, sin serlo de verdad.

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Notas

1 Artículo derivado del proyecto de investigación "la amistad virtud necesaria para la vida buena y la vida en comunidad: una reflexión desde la ética de Aristóteles" de Luis Fernando Garcés Giraldo en el marco del Posdoctorado en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.
1 La proaíresis, es la idea central de la ética aristotélica; es decisión, elección meditada, principio de la acción (Ética a nicómaco, nota 199, p. 243).
2 Se aclara en la Ética a Nicómaco que este delito, en Atenas, daba pena de muerte (Aristóteles, 2010a, pie de página, p. 207).
3 Aquí se refiere que afecta a la amistad.
4 Lo que hay en corchetes es de los autores.
5 La nota al pie número 210 de la Ética a Nicómaco usada en esta investigación dice: "De acuerdo con las definición de hombre como animal racional. La mente, entonces, dirige todas las actividades humanas".
6 Estos son los sabios, solo en apariencia, porque estos ambicionan lo que respecta a la sabiduría (Aristóteles, 2010a, p. 744).
7 Nobleza es cuando los habitantes de una ciudad son de origen autóctono y cuando sus primeros caudillos han sido ilustres y han engendrado muchos descendientes; ilustre es aquel que es digno de emulación. De manera particular, se es noble, cuando es de origen legítimo por ambas líneas y que sus ancestros hayan sido famosos, sea por virtud, por riquezas o cualquier otra razón honorable (Aristóteles, 2010b, p. 610).
8 Amigo se define como aquel que pone en práctica por causa de otro lo que juzga que es bueno para este otro; quien dispone de muchos conocidos de esta clase tiene muchos amigos, y si además son hombres honrados, entonces tiene amigos fieles (Aristóteles, 2010b, p. 614).
9 La riqueza es la abundancia de dinero y tierra. Pero ser rico consiste más en usar los bienes que en poseerlos, pues lo propio de los bienes es que se pongan en acto y su uso es la riqueza (Aristóteles, 2010b, p. 611).
10 Una comunidad posee buena prole si dispone de una juventud numerosa y buena. En lo particular, consiste en tener muchos hijos propios y de las mejores cualidades (porte, belleza, fuerza, capacidad para competición y virtud) (Aristóteles, 2010b, p. 611).
11 La buena vejez es la vejez lenta y sin dolor. No es buena vejez aquella en la que se envejece rápidamente ni tampoco la del que envejece con lentitud, pero con sufrimiento. Ella procede de las excelencias del cuerpo y de la fortuna (Aristóteles, 2010b, p. 614).
12 La salud debe ser de tal naturaleza que sea posible servirse del cuerpo sin enfermedades (Aristóteles, 2010b, p. 613).
13 La belleza es diferente en cada una de las edades: la del joven en tener un cuerpo útil para los ejercicios fatigosos; los jóvenes más bellos son los que actúan en el pentatlón. La belleza del hombre maduro radica en la aptitud para los trabajos de la guerra, en que parezca agradable y temible. La belleza del anciano reside en la suficiencia para resistir las fatigas necesarias y en estar libre de dolores por no sufrir ninguno de los inconvenientes que afligen a la vejez (Aristóteles, 2010b, p. 613).
14 La fuerza es la facultad de mover otro cuerpo según se quiera o arrastrarlo, o empujarlo, o elevarlo, o apretarlo y oprimirlo; el que es fuerte es porque es capaz de hacer todas estas cosas o algunas de ellas (Aristóteles, 2010b, p. 613).
15 La excelencia en el porte consiste en sobresalir en estatura, volumen, anchura, velocidad sobre los demás. Es un factor cualitativo sobre las dimensiones físicas sobresalientes del cuerpo humano (Aristóteles, 2010b, p. 613).
16 La buena fama radica en ser considerado por todos como virtuoso o bien en poseer algo de tal naturaleza que aspire a ello o todos o la mayor parte o los buenos o los sensatos (Aristóteles, 2010b, p. 612).
17 El honor es el signo de que se posee buena fama de ser capaz de obrar bien; el obrar bien se refiere a la salvación de la vida, o a cuanto es causa de la existencia, o cualquier otro bien, cuya posesión no es fácil (Aristóteles, 2010b, p. 612).
18 La buena suerte, la fortuna, es causa de algunos bienes que proceden de la naturaleza: la salud, la belleza, el porte. Son aquellos bienes de los que a otros les da envidia (Aristóteles, 201ba, p. 615).

Notas de autor

* Autor para correspondencia: Luis Fernando Garcés Giraldo, email: lugarces@lasallista.edu.co

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