El árbol del pino, se consideraba en la antigüedad como símbolo de inmortalidad y de fecundidad, era respetado por su capacidad de supervivencia en las tierras menos fecundas y la sorprendente capacidad de multiplicación.

El Pino ha sido y es símbolo de regeneración

Entre la tierra y el cielo: El árbol es materia o material simbólico del sentido humano, al tiempo que el símbolo y el simbolismo humano adquieren un sentido arbóreo o arborescente. La savia convertida en sabiduría. El árbol arraiga nuestra alma en tierra y proyecta nuestra imaginación a los cielos

El Pino es uno de los árboles más abundantes y comunes en la península. Árbol de hoja perenne que viste de verde todo el año a nuestros montes. El Pino es un árbol de rápido crecimiento, un superviviente, crece rápido, con lo cual es un árbol perfecto para la repoblación y reforestación. Decimos del Pino que es el símbolo de la regeneración porque es capaz de superponerse a toda adversidad. Cuando un bosque se quema, las piñas, al contacto con el fuego salen disparadas, diseminando a kilómetros sus semillas, con lo que el fuego quema al pino, pero al mismo tiempo éste asegura que volverá a nacer muy rápido. En suelos rocosos, donde las raíces de otros árboles no pueden profundizar, el Pino crece alto y soberbio, pues sus raíces pueden dar soporte al pino creciendo en horizontal. Es cierto que la madera del pino no es muy dura ni resistente, y sus raíces son superficiales, por lo cual los pinos pueden romperse fácilmente por la acción del viento o la nieve, pero también es cierto que esparcen muy rápido sus semillas y crecen muy rápido, por lo tanto rápidamente el pino caído es sustituido por muchos pinos jóvenes. El pino es conocido también por su alelopatia, por no dejar crecer a otros vegetales, en un bosque de pinos, es difícil que puedan crecer otras especies de árboles, pues las raíces del pino segregan unas sustancias tóxicas, terpenoides, especialmente alcanfor, que impide el crecimiento de otras especies, si a esto añadimos que el pino se reproduce fácilmente y crece muy rápido, cuando en un bosque aparecen los pinos, rápidamente cubren el sol con sus hojas, dificultando a las plantas que estén bajo él que reciban los queridos rayos solares, y por si esto fuera poco, las hojas el pino cubren rápidamente el suelo y tardan mucho en descomponerse con lo cual dificultan el crecimiento de otras especies. De hecho, si damos un paseo por nuestros bosques de pino veremos que estos conviven con otros pocos árboles.

Esta gran capacidad de regeneración y repoblación ha sido venerada por muchas culturas. La piña es el símbolo de la fertilidad y la reproducción, el dios Dionisio, lleva una piña en su bastón como símbolo de que la naturaleza siempre se regenera. Entre los celtas existía la costumbre de regalar piñas a las mujeres para augurarles una gran fertilidad. Los sumerios y asirios de Babilonia y Egipcios dibujaban siempre piñas en las manos de sus dioses como portadores de los regalos de la naturaleza.

Se dice que cuando los romanos conquistaron Hispania, precediendo a las carrozas de los generales, andaban multitud de siervos lanzando piñones, semillas de pino (y no pétalos de rosa como le gusta mostrar al cine), para repoblar los bosque y asegurarse abundancia de madera rápida.

Yemas y hojas: las yemas, tallos jóvenes y hojas del pino son ricas en terpenos (pineno, limoneneo, mirceno, sabineno,…), en alcoholes terpénicos (borneol) y terpenoides (alcanfor), carótenos, y vitamina C,…. Lo cual les otorga grandes propiedades medicinales. La infusión de yemas de pino y hojas es antiséptica, expectorante, mucolítica, broncodilatadora y febrifuga, especialmente útil para las afecciones respiratorias: resfriados, tos, faringitis, gripe, etc… El poder antiséptico del pino es potente, se puede realmente utilizar la toma de infusiones de las yemas y hojas de pino para todo tipo de infecciones: infecciones de orina, dérmicas, digestivas, etc..

El pino es también un buen diurético, por tanto puede ser de ayuda en cistitis, edemas y retención de líquidos.

El alcanfor le otorga propiedades antiinflamatorias y calmantes, por lo que puede utilizarse tanto en infusiones como de manera tópica para calmar el dolor en caso de tensión o sobrecarga muscular, gota, reuma, artrosis, etc…

Aceite esencial de Pino: gran parte de los principios activos de las yemas y hojas del pino son aceites esencial, por tanto cuando tras la destilación aislamos el aceite esencial del pino, éste contiene sus mismas propiedades pero mucho más concentradas. El aceite esencial de pino es un antiséptico potente, de amplio espectro, tanto para infecciones víricas, bacterianas y de hongos. También es calmante y antiinflamatorio y diurético.

Se utiliza el aceite esencial de pino en aplicación tópica sobre las uñas de los pies o manos para tratar los hongos, podemos rebajarlo con aceite vegetal y aplicarlo sobre pecho y espalda para tratar procesos de infecciones de las vías respiratorias como los resfriados, las gripes, faringitis, etc…. Podemos elaborar cremas y ungüentos a base de aceite esencial de pino para calmar los dolores, etc…

Corteza: rica en trementina, resinas y taninos, lo que le da propiedades desinfectantes, antisépticas y cicatrizantes. Desde la antigüedad es común el uso de las resinas de pino o del polvo de la corteza del pino para las heridas. Ayuda a que cicatricen más rápido y evita que se infecten. También en épocas de hambruna se ha utilizado la corteza triturada como harina para hacer pan.

Flor de Bach de Pine: en flores de Bach encontramos el elixir elaborado a partir del Pino

Las primeras referencias de los pinares

Actualmente, cuando hacemos referencia al pinar, se nos viene a la mente un lugar de gran importancia paisajística, con un gran valor ecológico y medioambiental, del que hace unos años no teníamos conciencia o que no valorábamos como tal.

Estamos inmersos en una comarca natural denominada «Tierra de Pinares», que abarca municipios pertenecientes a las provincias de Valladolid y Segovia, y que cruza nuestra provincia de este a oeste acompañando a varios ríos en el curso hacia su desembocadura.

Se conocen en esta zona los pinares de forma documental desde el siglo XIII, aunque fue durante los siglos XVI y XVII cuando se hicieron repoblaciones importantes en terrenos generalmente arenosos.

Estos pinares están poblados de dos especies de pino: pinus pinaster, llamado popularmente resinero o pino negral, y el pinus pinea, también conocido como pino piñonero o pino albar.

En unos lugares predomina el piñonero y en otros el resinero. Ambos, se encuentran enclavados en su mayor parte en terrenos arenosos y frecuentemente cerca de los ríos, donde como hemos dicho, hace siglos se empezaron a sembrar en tierras que eran improductivas para la agricultura. En ellas se han adaptado perfectamente y han protegido las arenas en que se asientan, dando al paisaje un contraste de una singular belleza, que algunos han bautizado poéticamente como «mar de pinares» por las preciosas vistas que desde los elevados cerros pueden admirarse.

Ya en el siglo XVIII, D. Pedro Ucero, boticario afincado en Cuéllar, hizo una descripción exhaustiva del pino y de la importancia de este árbol:

«…doy razón en particular de cuan provechosa es para nuestra salud, útil para maniobras, necesaria para edificios y precisa para todas las artes…»

Y refiriéndose al terreno arenoso donde se asienta manifestaba:

«¿Quién no se pasma y engrandece el Divino Poder, al ver que en unos arenales muertos, tierra al parecer la más inútil, haya el Divino Hacedor producido tan vasto número de pinos, plantas, las más útiles al hombre? Son los arenales, según lo acredita la experiencia, tierra sin sustancia, destituida de todo suco nutricio de viviente alguno y con todo el Divino Labrador planta en ellos, no yervas humildes, no mieses anuales, sino empinados y perennes pinos para beneficio de los mortales. ¡O alta y soberana Providencia»!

Aquellas gentes de antaño, cuidaban el pinar como una fuente de trabajo y de extracción de productos, del que han sabido aprovecharse y adaptarse para habitar y levantar estas tierras que ahora nosotros disfrutamos.

Las ramas del pino, que en algunos pueblos nombran como «ramera», cuando éste se olivaba o podaba, servían para alimentar los hornos donde se hacía el pan, para combustible de caleras y pegueras, para atizar las glorias que calentaban las casas, para la realización de techos y tenadas donde se guardaban los animales. Las hojas de los pinos conocidas como «tamuja», «zarambujas», «burrajo» o «barrujo», dependiendo de las zonas, se usaban para suelo de los corrales y camas para los animales, que luego de convertirse en estiércol se utilizaba para abonar las tierras, etc. Las piñas que como fruto produce el pino negral o resinero, son de forma alargada y con unos pequeños piñones que están provistos de una especie de ala casi transparente, que le sirve para dispersarse con el viento. Estas piñas, llamadas «piños» o «piñotes», eran muy apreciadas en las lumbres para encandilar o comenzar a hacer fuego.

La corteza, conocida como «roña», era molida en tahonas o molinos de sangre, llamados así porque eran movidos por animales. La roña convertida en polvo era rica en taninos y, cargada en sacos, se vendía a las fábricas de curtidos de pieles. Era también un buen aislante de la humedad, para los pisos y paredes de las viviendas. Recién cogidas estas roñas, servían de leña para las lumbres y aunque se trataba de una leña floja y con poco poder calorífero, dicen los mayores que hacían compañía, debido al chisporreteo que producen al quemarse.

Con el humo de los hornos o pegueras donde se destilaba la resina o miera, se llegó fabricar tinta negra que usaban en las imprentas

Si hablamos del pino piñonero, o albar, tenemos que afirmar que tiene una corteza o roña menos tosca, y de un color más claro, además de disponer de una madera más fina para la realización de muebles y tallas. En muchos aspectos, sobre todo cuando el pino era viejo, su madera servía de combustible para las cocinas, pero la importancia de esta variedad está en su sabroso fruto: el piñón.

El fruto o piña es de forma más redonda que la piña del pino negral. Esta piña tarda en madurar para la extracción del rico piñón, tres temporadas o años, por lo que en un mismo pino podemos ver piñas del primero, segundo y tercer año, cuando ya están maduras, que adquieren un color más oscuro. El fruto que sale el primer año recibe el nombre de «perindola» y apenas es apreciable una pequeña bola o piña que resulta difícil distinguir a simple vista sobre todo en los grandes pinos. El tercer año, en verano, brilla el fruto de la piña ya desarrollado. Se trata, en palabras de Ucero, de una fruta sabrosa y apetecible, con su sabor agridulce característico, que las hacía ser muy solicitadas, tanto en la Corte, como por las gentes humildes: «…y por lo mismo, la gente pobre con solo pan y piña verde se suele alimentar».

Era costumbre hace años, que los jóvenes en el mes de junio alrededor de la festividad de San Juan, fueran al pinar a coger piñas verdes, las cuales pelaban, como si de una fruta se tratara, comiéndose los tiernos piñones, por supuesto que con cáscara y todo, pues todavía no estaba formada. Estaban tiernas y sabrosas o en leche como se decía. Si la piña era tierna se comía toda ella, y sobre todo, dependiendo del hambre que se tuviera. Prueben y comprueben ese sabor agrio especial que estimula las glándulas salivares. La moderna cocina, tan en boga en estos tiempos, está probando e introduciendo en sus fogones estas piñas verdes para acompañar y sofisticar ciertos platos, sorprendiendo a sus comensales.

En los meses de invierno, en que no se podía trabajar en el campo, la recogida de piñas y la extracción del piñón, empleaba en nuestros pueblos a un montón de jornaleros en el cascado manual del piñón, que luego era utilizado en repostería y como un fruto seco de un sabor, yo diría que inigualable. La finura y sabor de este manjar no es superado por los modernos frutos secos que ahora importamos.

Una vez extraído de la piña, su fruto, el piñón, éstas pasaban a denominarse «cogollos» o «cogollas», y son y eran un excelente combustible para lumbres y estufas, con un gran poder calorífero, además de desprender un agradable olor a leña quemada, impregnando el ambiente en los fríos días del invierno castellano.

Úsos medicinales del pino

Uno de los usos menos conocidos del pino, pero no por ello menos importante, es su utilidad medicinal, en unos siglos en los que las plantas suponían un remedio eficaz para muchas enfermedades.

Con la pez que fabricaban los pegueros se servía la medicina para tratar fracturas y dislocaciones. La pez en polvo era conocida por la medicina popular y se usaba también como preventivo en la producción de coágulos sanguíneos.

La miera que destila el pino se usaba como bálsamo en heridas y golpes, y seguro que los resineros todavía recuerdan cuando se cortaban con la azuela usada para trabajar el pino. Esta resina se ponía en la herida para que cicatrizara. El mismo método era usado por labradores y demás trabajadores del pinar y del campo, como también para tratar las heridas de los animales.

El efecto balsámico de la resina o miera se ha estado utilizando hasta no hace muchos años. Seguro que habrá personas de mediana edad que en su niñez, cuando padecían de algún catarro o enfermedad pulmonar, acudían al pinar a respirar la miera de los propios potes para aliviar estos padecimientos.

La miera era usada directamente por los afamados médicos para tratar diversas enfermedades, como el mal de piedra y numerosos padecimientos de la vejiga, riñón, etc. La trementina que se extraía de la miera mediante un proceso de calentamiento, se aplicaba como bálsamo en heridas y lesiones de la piel.

Ya hemos hablado antes de que la corteza del pino, conocida por aquí como «roña», se usaba como aislante de la humedad, pero también tenía su aplicación médica y según Dioscorides, médico romano de la época de Nerón, usada y mezclada con incienso u otras sustancias era útil en las heridas de la piel. Esta corteza molida también era aplicada como remedio en cortaduras.

Qué decir de los piñones, que aparte de ser un alimento exquisito, como todo el mundo habrá comprobado, era muy apreciado como medicina por tísicos y tábidos (dos enfermedades frecuentes en siglos pasados y que hoy conocemos como tuberculosis y sífilis). También para enfermos renales. El aceite extraído del piñón tendría un efecto más concentrado que la propia semilla.

Hasta las finas y alargadas hojas que da el pino fueron usadas en medicina. En los meses de primavera cuando el pino despierta de su letargo invernal y toma un precioso color verde, salen nuevos brotes en los extremos de las ramas. Estas flores, que en los pueblos pinariegos conocemos como «renuevos», tenían un efecto positivo contra el escorbuto, que es una enfermedad producida por falta de vitamina C en el organismo. Estos renuevos masticados regularmente aportaban gran cantidad de esta vitamina para curar la enfermedad. Otro efecto de las nuevas hojas, majadas y mezcladas con vinagre, servían como analgésico en los insoportables dolores de muelas.

El muérdago, una planta parásita con buena suerte

Una planta que siempre hemos conocido asociada a los pinos es el popular «muérdago», llamado por algunos «almuérzago». Esta planta, cuyo nombre científico es «Viscum album», es parásita, pues vive a costa del tronco y de la savia del mismo, pero no es exclusiva del pino; ésta y otras variedades también se dan en olivos y en distintos tipos de árboles. Aunque vive a costa de la savia del mismo árbol, no suele producirle grandes males, a no ser que el árbol ya esté debilitado por otros motivos. La reproducción de esta planta la perpetúan los propios pájaros que se alimentan de sus semillas y que luego con sus excrementos van fijando las semillas en el tronco de otros pinos.

El muérdago ya era utilizado en la medicina tradicional como antiepiléptico en el siglo XVIII, para los vértigos, en apoplejías (problemas cerebrales y neuronales), contra las lombrices que parasitan el intestino humano, en otras enfermedades, como el lumbago, y como homeostático para detener hemorragias. Las hojas del muérdago son perennes y coriáceas, dando un fruto redondeado, de color blanquecino y transparente cuando está maduro, cuyas bayas tienen un líquido pegajoso que se usaba hasta no hace mucho tiempo, en que se prohibió, para hacer la llamada «liga» de cazar pájaros.

Esta planta ha estado siempre provista de un halo mágico, sobre todo en el norte de Europa. El muérdago es muy apreciado en Navidad y no falta en ninguna casa, ya que le atribuyen poderes mágicos, tradición que se ha conservado durante siglos. Se suele poner a la entrada de las casas.

A la variedad de muérdago que parasita los olivos, se le conoce con el nombre de «marojo» y a la acción de limpiar los olivos «desmarojar».

Su nombre parece que procede del latín «mordere», aludiendo a la característica de parásito, que le sirve para mantenerse fresco.

Los antiguos celtas y los pueblos del norte de Europa, lo utilizaban como planta de buen augurio, siguiendo para recogerla todo un rito que consistía en cortarla en fechas próximas al solsticio de invierno. Debía ser cortada con una hoz de oro, de un solo golpe y sin que cayera al suelo. Luego de cortada, se colgaba en techos y en las entradas de las viviendas como símbolo de bienvenida y de buena suerte sobre todo en las fiestas navideñas y de año nuevo.

En el invierno, cuando el pasto para los animales escaseaba, era muy apreciado el muérdago para la alimentación de cabras y ovejas, cuyos pastores recorrían el pinar en su busca.

Aquellos que gusten de pasear por los abundantes pinares que poseemos en nuestra comarca, habrán observado cómo algunos pinos tiene junto a sus ramas una especie de colección de pequeñas ramas de forma oblonga o redondeada, de un color algo más oscuro, y que forma una especie de tumor que se distingue a distancia. Esto no es una planta parásita como el muérdago, sino que se trata de una malformación de algunos pinos conocida con el nombre de «tabernera», porque los antiguos cantineros las ponían a la puerta de sus establecimientos cuando no existían rótulos y luminosos que anunciaran la venta del abundante vino que por entonces se producía y consumía.

Cría el tronco del pino una especie de musgo, que dicen que sirve para orientarse en el pinar, en caso necesario, pues suele salir en mayor abundancia en la roña que se orienta al Norte y que comúnmente se conoce como «muito». También fue este muito en épocas pasadas un fiel aliado de la medicina tradicional.

Después de todo esto, ya tenemos un motivo para darnos una vuelta por nuestros pinares y comprobar algunas de las cosas que aquí hemos dicho. A buen seguro que aprenderemos algo nuevo, a la par que pasaremos un rato agradable y conoceremos un poco más el entorno donde vivimos. Para que luego digan que el pino es un árbol cualquiera.

Hace ya muchos años que las gentes de nuestros pueblos que vivían del pinar, en todos los sentidos, eran conocidas y apodadas como «pinariegos» en sentido peyorativo, pero gracias a Dios esto pasó a la historia y hoy ser pinariego puede considerarse un orgullo… «y a mucha honra».

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