Manuel Garrán, buñolero: "Un sábado de Navidad vendo entre 18 y 20 kilos de buñuelos"

Una de las citas obligadas en estos días es comerse unos buñuelos, siempre calientes, con vainilla o chocolate. El sanluqueño Manuel Garrán lleva 25 años vendiéndolos en la puerta del centro comercial Los Cisnes

Manuel Garrán en su puesto del centro comercial Los Cisnes, sirviendo unos buñuelos.
Manuel Garrán en su puesto del centro comercial Los Cisnes, sirviendo unos buñuelos. MANU GARCÍA

Puro magnetismo

Hay cosas que se venden (o no) por su presencia, por esa imagen que nos entra por los ojos, nos hace ver el producto atractivo y nos incita a comprarlo. Es una cuestión de estrategia, de marketing, ahora que todo parece tener que decirse anglicismo mediante.

Sin embargo, hay algunas cosas, las de comer, sobre todo, que no hace falta verlas para desearlas; como el pescaíto frito de alguna freiduría o, el caso que nos ocupa, los buñuelos que salen calentitos y dulces del puesto de Manuel Garrán (Sanlúcar de Barrameda, 1958) en la calle Larga, en la entrada del centro comercial Los Cisnes, en Jerez. El aroma se dibuja como en esas animaciones en las que aparecen unas manos nubosas que te llaman al hombro o se meten por los agujerillos de la nariz. Te hipnotizan y te llevan en trance entre la alharaca del estómago que reclama aquella delicia que desprende un olor que solo dice una cosa: cómeme.

Tengo que reconocer que he tenido que buscar la palabra exacta para definir el oficio de la persona que tenía que entrevistar. Entenderá que un buñolero no es alguien a quien se entreviste todos los días.

Yo soy vendedor, de toda vida. Pero sí, soy buñolero. Vendo buñuelos, así que ese el término correcto.

Cada vez que veo este puesto y huelo este aroma cuando paso por aquí, lo imagino a usted en algún rincón de cualquier feria.

Cuando empecé en el año 90 lo hice en ferias. He hecho muchas, pero durante los cuatro años que estuve, vi lo que era el mundo de la feria y dije: “esto para los feriantes”. Ellos están acostumbrados a esta historia.

"Cuando empecé en las ferias y vi lo que era dije que eso no era para mí"

Y luego de las ferias...

Pues seleccioné más los sitios donde quería vender buñuelos, y fui buscando los centros comerciales.

No sé si es consciente de que este (por el centro comercial Los Cisnes, en la calle Larga) debe de ser uno de los negocios que mejor funciona del centro comercial.  

(Carcajada) Puede ser, puede ser. En estas fechas especialmente.

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Parte del proceso de coción de los buñuelos en aceite.   MANU GARCIA

 

¿Hay fechas para comer buñuelos?

Sí, sí. No es lo mismo en verano que en invierno. El buñuelo funciona cuando hay ambiente festivo. Es decir, yo trabajo especialmente en Navidades, un par de días en carnavales y luego en Semana Santa, que es muy buena fecha esa también.

Y los fines de semana, que me dijo usted que para esta entrevista, por estas fechas, es imposible que pare para la charla.

Hay muchísima gente, hubiese sido imposible, desde luego.

¿Tiene un cálculo de los kilos de masa de buñuelo que vende un sábado de Navidad, con las Zambombas y todo el ambiente en las calles?

Un sábado de Navidad, entre 18 y 20 kilos de buñuelos.

¿Conoce a alguien a quien no le gusten los buñuelos? Es para ir a entrevistarlo.

La verdad es que no (risas),

Y el número de clientes, irá según los días, ¿no?

Así es. Un día normal vienen 40 o 50 personas. Un sábado pueden venir 300.

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Atendiendo a dos clientes en su puesto.   MANU GARCÍA

 

¿Este puesto como va? Porque podemos verlos iguales en esas ferias de las que hemos hablado antes. ¿Es algo parecido a un franquiciado?

Sí, sí. Es una franquicia. Además, la masa no la hago yo. Ten en cuenta que para vender un producto como este al público, hay que tener muchas precauciones. Tiene huevos, tiene leche, tiene una serie de productos que si no se cuidan pueden ser peligrosos. Aquí todo viene en polvo: los huevos, la leche, la vainilla.

Cero riesgos.

Ceros riesgos. Si me sobra medio kilo de masa cuando termino por la noche, va a la basura.

"Si me sobra medio kilo de masa por la noche, cuando cierro, medio kilo que va a la basura"

Esto de hacer buñuelos, aparentemente, tiene bastante de rutinario.

Cansa. Si un sábado abro a las cuatro de la tarde y cierro a las tres de la mañana, las horas seguidas pesan. Pero no es un trabajo de matarse. Yo lo llevo bien.

¿Y cómo lleva eso de bregar con parte del público que, de Zambomba en Zambomba, llega al puesto con alguna copilla de más?

El capote de Curro Romero necesito. Cuando me vienen así, y teniendo la edad y la experiencia que tengo, pues se capotea al personal. Esto es como todo: algunos vienen alegres y con buen rollo, y otros vienen metepatas. Hay que saber cortar el rollo. A la calle, que es muy ancha. Llevo 30 años vendiendo buñuelos. Sé cómo tratar a unos y otros.

Hablando de calle. ¿Usted mira el pronóstico del tiempo? Porque está a cubierto, pero no deja de ser la calle. Esto no es un local cerrado.

Miro el tiempo. Lo tengo que saber. Si hace frío y no apetece salir viene menos público, como es normal. Yo mismo me tengo que abrigar para echar la jornada aquí.

Sobre el autor:

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Juan Manuel Sainz Peña

Con más de 150 premios literarios nacionales e internacionales (Premio Iberoamericano de Novela, Verbum, 2019, finalista del Premio Juan Rulfo de novela en París, y ganador del Premio Internacional de Novela Bachiller Alonso López) es uno de los autores españoles más premiados de los últimos años. Ha dirigido programas en Onda Jerez Radio y colaborado con las emisiones locales de la Cadena SER. Del 2000 al 2004 escribió para Jerez Información. Desde 2003 hasta 2013, y de 2015 a 2019 fue colaborador y crítico teatral de Diario de Jerez.

 

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