Los balleneros que ‘conquistaron’ el noroeste de Australia

Arqueología

Los tripulantes de los barcos estadounidenses ‘Connecticut’ y ‘Delta’ dejaron su marca en las costas del archipiélago de Dampier, a donde llegaron persiguiendo ballenas jorobadas

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Los balleneros que 'conquistaron' el noroeste de Australia

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Sobre el arte rupestre de los aborígenes australianos había unas marcas extrañas, distintas, modernas. Mezclado con los petroglifos de las rocas costeras del pequeño archipiélago de Dampier, que incluye unas 30 islas y varios grupos de islotes en el noroeste de Australia, aparecieron dos inscripciones hechas por balleneros estadounidenses.

El marinero Jacob Anderson, un joven afroamericano de 19 años que trabaja en un barco llamado Connecticut, quiso conmemorar si viaje al hemisferio sur. Optó por un hábil grabado sobre una cuadrícula ya existente y con un guión cuidado. No era cuestión de hacer un grafiti cualquiera. J. Leek, del navío Delta, sumó varias marcas a su escrito.

Sobre el arte rupestre de los aborígenes australianos había unas marcas extrañas, distintas, modernas

Los tripulantes del Connecticut y Delta llegaron en 1842 y 1849, respectivamente, a las islas de Rosemary y West Lewis. El negocio de la caza de ballenas estaba en su máximo apogeo en Estados Unidos. A mediados del siglo XIX había alrededor de 900 embarcaciones con unos 22.000 marineros a bordo que viajaban hasta remotos territorios de África, el Pacífico o Australasia.

En 1840, por ejemplo, cuando el bergantín HMS Beagle de la Marina Real Británica visitó Perth, el oficial John Lort Stokes se sorprendió al “contar hasta trece balleneros estadounidenses fondeados” en las costas australianas.

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El archipiélago de Dampier

Antiquity / mapa de Ken Mulvaney

“Estas visitas exploratorias, impulsadas por el interés comercial, fueron parte de los primeros procesos de colonización y expansión cultural. Los balleneros precedieron la expansión europea que sometió al pueblo Yaburara a una traumática historia colonial”, escriben los investigadores en un artículo publicado en la revista Antiquity .

Hasta ahora se daba por hecho que la colonización británica de la costa septentrional de Australia no comenzó hasta 1863 con la llegada de personas blancas que se establecieron en la zona para encontrar perlas o cuidar sus rebaños de ovejas. La masacre de Flying Foam, que ocurrió en 1868, culminó una serie de enfrentamientos entre los invasores y los aborígenes que acabó con decenas de Yaburara muertos.

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Arriba, la costa de Rosemary Island. Abajo, West Lewis

Antiquity

Los aborígenes -que habitaban el archipiélago de Dampier (conocido como Murujuga, en la lengua local) desde el Pleistoceno- tomaron represalias por los abusos sexuales que sufrían sus mujeres por parte de los perleros. Mataron a un policía blanco y a su ayudante. La violencia desatada acabó con el asesinato de hasta 60 indígenas en unas confrontaciones que duraron varias semanas.

“Los indígenas y los balleneros, en cambio, compartieron territorio sin un conflicto aparente”, apuntan Alistair Paterson y su equipo. Los textos que dejaron los marineros son un “ejemplo raro de inscripciones marítimas en roca” y representan la “única evidencia tangible de esta fase más temprana de colonización blanca del Norte de Australia occidental hasta el momento”, añaden.

Los indígenas y los balleneros compartieron territorio sin un conflicto aparente

Los autores sugieren que los tripulantes del Delta y el Connecticut situaron sus notas “en superficies ya ricamente decoradas” ilustrando “un proceso deliberado de selección, un intentó de interactuar con las tallas aborígenes y, indirectamente, conversar con los propios Yaburara”. Lo que da más valor a las inscripciones es que no existe otra evidencia de contacto entre ambos colectivos.

Esta “colonización” económica fue marítima, costera y estacional, concentrada durante el invierno del hemisferio sur, cuando las ballenas jorobadas migratorias estaban presentes en la zona. “A diferencia de los asentamientos blancos posteriores, no hubo competencia directa por la tierra, por lo que los balleneros fueron una amenaza menor para el pueblo Yaburara”, señalan.

Aún así, los arqueólogos entienden que las enfermedades occidentales sí podían constituir un serio peligro. En un viaje en 1854, el Delta visitó Pohnpei, en Micronesia, donde acabó enterrando a varios tripulantes que habían muerto de viruela. Los locales contrajeron la misma enfermedad, que devastó la isla. Murieron la mitad de los habitantes, incluidos muchos altos jefes, en apenas unos meses.

Las inscripciones marítimas en roca son relativamente raras. De los 23 escritos históricos registrados en Australia relacionados con la exploración temprana y realizados entre 1616 y el siglo XX, solo seis son grabados en piedra. Los textos de las islas Rosematy y West Lewis, además, estaban situados en lugares de difícil acceso y quedan muy disimulados.

Las inscripciones marítimas en roca son relativamente raras

El texto de los tripulantes del Connecticut indica que visitaron Rosemary Island el 18 de agosto de 1842, después de haber salido de New London (Connecticut) el 12 de agosto de 1841 bajo el mando del capitán Daniel Crocker. El barco atracó en Fremantle, el puerto de Perth, el 30 de septiembre de 1842 y regresó a New London el 16 de junio de 1843 con 1.800 barriles de grasa de ballena.

Jacob Anderson, que era afrocamericano igual que uno de cada seis hombres a bordo de los balleneros estadounidense alrededor de 1850, escribió una parte del texto. La otra fue realizada por alguien más, quizás el propio capitán Crocker, un experto ballenero de 34 años.

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El mensaje de Jacob Anderson y sus compañeros del Connecticut

Antiquity

Los detalles escritos por los balleneros del Delta señalan el día, el mes y el año (12 de julio de 1849). Otro elemento destacado son las iniciales ‘BD’. Este barco fue construido en Newbury (Massachusetts) en 1831 e hizo 18 viajes para cazar ballenas entre 1832 y 1856, cuando quedó maltrecho y fue apartado del trabajo.

En su decimosexto trayecto, entre octubre de 1848 y junio de 1851, el navío estaba bajo las órdenes del capitán David Weeks. El hecho de que las inscripciones no registren el nombre del capitán, sino que destaquen a ”J. Leek”, apoya la interpretación de que estos grabados fueron trabajos espontáneos hechos por la tripulación.

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La inscripción de los marineros del Delta

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