Entrevista | Francisco Bescós Escritor

Francisco Bescós: «Los premios son un aliciente, pero se pueden convertir en un aliciente cruel»

Francisco Bescós, publicista y escritor, ha escrito no ficción, relato y novela. Por uno de sus relatos, ‘Hombres de negocios’, ganó el Premio de Relato de la Semana Negra de Gijón. En el campo de la novela ha publicado títulos como ‘El porqué del color rojo’ (2018), premiada con los premios Novelpol, el Pata Negra y el Cartagena Negra. Ahora regresa con ‘La Ronda’ (2023), nominada al Premio Ciudad de Santa Cruz Novela Criminal.

El escritor Francisco Bescós.

El escritor Francisco Bescós. / La Provincia

Elizabeth López

Este año está invitado a la novena edición del Festival Tenerife Noir como autor y como nominado por su obra La Ronda (2023). ¿Los premios son siempre un aliciente o se pueden llegar a convertir en lastres?

Son un aliciente, pero pueden ser un aliciente cruel. Cuando pasa la euforia de la concesión del premio, lo que notas es como un látigo de siete colas lacerándote la piel. Para una persona de carácter inseguro, no basta con ganar el premio. Luego tienes que demostrar (o demostrarte a ti mismo) que no te lo han concedido por un tremendo error, por una desafortunada confusión. Por eso te planteas que tienes que seguir escribiendo novelas que estén a la altura del premio que ganaste con la anterior. Y la presión se nota.

¿Cuál fue la chispa que detonó La Ronda?

Un accidente. O casi. Se me gripó el motor de mi vieja Vespa en mitad de la M-30. Las ruedas se bloquearon y no fui al suelo de milagro, cuando había coches circulando a 90 km/h. Me sorprendí cuando a los pocos segundos apareció un vehículo de inspección de Calle 30, cortó el tráfico, me puso a salvo. Provocó una gran retención por mí. Y yo me empecé a preguntar: ¿cómo me ha visto? ¿Cómo funciona esto? Empecé a pensar en que sería bueno hacer una novela sobre esos sistemas casi neuronales que hacen funcionar un gigantesco organismo como una ciudad. Estaba convencido de que podía contar mucho sobre Madrid.

Maras salvadoreñas, sicarios, policías corruptos. ¿Tiene La Ronda más de hardboiled que de género negro?

Tengo que confesar que yo estaba convencido de que estaba escribiendo thriller, que es un poco el hermano chungo de la novela negra. Sin embargo, al publicarlo, expertos a los que respeto, como Ricardo Bosque, la definieron como una novela negra con ritmo de thriller. También tiene mucho de hardboiled, sobre todo en el último tercio, cuando las cosas se precipitan. Es habitual en mis novelas (y en las de casi todo el mundo) que los elementos salten los límites de cada categoría y que, al final, sean obras híbridas. Luego, yo tengo un defecto que creo haber conseguido convertir en virtud: quiero hablar de todo, aunque no quepa, y no soy capaz de reprimirlo. Así ha surgido un rasgo de estilo que yo llamo horror vacui narrativo, presente en todas mis noveles, y que comparto con otros autores (por ejemplo, El buen padre de Santiago Díaz, también resuelve ese horror vacui con mucha destreza).

Además de Seito, O’Rourke o Rodrigo, la M30 es un personaje imprescindible de la novela. ¿Por qué?

Suele ser un cliché el decir que el escenario es un personaje más de la novela. Pero en este caso es cierto. La Ronda no se habría podido escribir en otra ciudad. Bueno, quizá en dos o tres ciudades más en todo el mundo, y lo sé porque las he buscado y aparecen en el texto. Hay muy pocas que cumplan con las condiciones necesarias para ser escenario de esta historia.

«Al lector le suele gustar experimentar vidas extremas, muy alejadas de su realidad»

A veces pesa más el escenario en la trama que los propios personajes. ¿Sus novelas son más de personajes o de contexto?

Me cuesta hacer la distinción, porque trama y personajes son parte de una misma realidad. Una trama es coger a alguien que quiere algo y ponerle todas las trabas posibles para que lo consiga, y así asistir a cómo supera esas trabas hasta llegar o no a la meta. Muchas trabas son externas: por ejemplo, un personaje quiere llegar a una casa, pero resulta que hay un río y se ha caído el puente. Pero otras trabas son propias del temperamento del personaje: por ejemplo, podría nadar para cruzar ese río, pero resulta que siente pánico al agua por una experiencia traumática en la infancia, y no sabe nadar. Ambos elementos, trama y personaje, son indisociables en una novela.

Seito es un policía atormentado por su pasado, un antihéroe. ¿Por qué cree que este tipo de personajes les gusta tanto a los lectores?

Por un lado, porque si la lectura es una forma de vivir vidas que, de otra manera no tenemos posibilidad de vivir, al lector le suele gustar experimentar vidas extremas, muy alejadas de su realidad... y sentir alivio de que no sean las suyas. Pero, además, porque los personajes atormentados explican muy bien al ser humano rutinario, que también se puede definir por lo que no es y por lo que no hace. Yo siempre hago el siguiente ejercicio mental: cuando quieres dibujar la silueta de una persona en un papel, puedes hacerlo de dos maneras: o trazas el contorno y coloreas el interior, o trazas el contorno y coloreas el exterior. Al final el resultado es el mismo: una silueta. Decir lo que alguien no es o no debe ser es una forma creativa de explicar lo que otra persona sí es o sí debe ser.

La novela, dentro de su trepidante trama, nos da un respiro con la aparición del hijo de Seito, un niño con parálisis cerebral. ¿Fue una forma de exorcizar su miedo a convertirse en el padre que teme ser?

Efectivamente. Y esto tiene muchísimo que ver con lo que respondo en la anterior pregunta, me está definiendo a mí, a base de mostrar el negativo de mi retrato. El caso de Seito es un ejemplo muy representativo, porque le he dotado de muchas circunstancias que yo mismo vivo en mi vida. La más determinante: ambos tenemos un hijo con parálisis cerebral. Sin embargo, él ha reaccionado a esa circunstancia de la peor de las maneras posibles, quiero pensar que de una forma muy distinta a como yo me relaciono con esa realidad. Así, Seito es mi brújula inversa, me avisa de por dónde no debo ir. Tiene algo de pensamiento mágico; no hay que olvidar que Gabriel García Márquez le hizo sufrir golondrinos al protagonista de El coronel no tiene quien le escriba, porque él mismo los sufría y quería pasarle a su personaje la dolencia.

A veces ganan los malos en las novelas, ¿y en la vida?

En la vida no hay finales, no hay tercer acto, clímax y fundido a negro con The End. Se puede considerar que una persona gana o pierde según donde te pares a mirar hacia atrás, pero siempre hay una secuela. Además, en las novelas nos es muy fácil identificar a los protagonistas y antagonistas, pero no siempre los protagonistas serían buenos ni los antagonistas malos si los extrapoláramos a la vida real. El relato es un constructo humano, las novelas son laboratorios donde generar esos constructos, pero cuando sales a buscarlos a la vida todo es mucho más complicado, y por eso sigue habiendo gente que vota a partidos extremistas, por ejemplo, o por eso Pablo Escobar o los narcos de Barbate son vistos como héroes por algunos.

Para entender esta pregunta, el lector está obligado a leer La Ronda. Pero ¿son importantes los patrones en su vida?

La segunda ley de la termodinámica dice que para mantener un orden hay que invertir energía. Yo no tengo energía, por lo tanto, soy muy desordenado, así que, por este lado, no, los patrones no son importantes en mi vida porque soy incapaz de respetarlos. Por otra parte, soy muy observador, y me gusta encontrar cierto orden en las cosas que miro: las constelaciones, la forma en que se colocan fotos en un álbum, la manera en que se distribuyen los botones de una aplicación (lo que se llama User Experience). Así que te diría que los patrones, como los perros, me gustan siempre que no sea yo quien tenga que sacarlos a pasear y recoger sus excrementos.