02/05/2024
09:54 PM

'Fui alistador de zapatero, sastre y tapicero”

Se crió en Santa Rosa de Copán con su madre Hortensia Carballo y otros tres hermanos, menores que él. A su padre no lo conoció

“A mí me tocó trabajar, cuidar a mis hermanos menores y ayudarle a mi mamá a hacer pasteles para la venta, mientras estudiaba”. Eso suele decir el director del instituto José Trinidad Reyes, José Antonio Carballo, a los alumnos que tratan de justificar con miles de excusas, las dificultades que enfrentan para cursar una carrera.

Carballo nació en Santa Rosa de Copán en el seno de un hogar donde la madre Hortensia Carballo hizo también el papel de padre. Su papá, de origen salvadoreño, fue un capataz de la constructora Saopín que construyó la carretera a Santa Rosa de Copán en tiempos de Villeda Morales, y así como llegó así se fue. “Soy hijo natural, por eso llevo el apellido de mi mamá”, manifiesta.

Ella tuvo que enfrentar sola la responsabilidad de criar a sus cuatro hijos vendiendo pastelitos, poleada y arroz con leche en el mercado de Santa Rosa. El mayor de los chigüines era José Antonio quien se levantaba muy de mañana a doblar los pastelitos de arroz con carne que la madre vendía en su puesto del mercado.

Gracias a lo que la madre le enseñó en la cocina, ahora Carballo se considera un experto en gastronomía casera, aparte de ser un profesional de la docencia, forjado en el yunque del sacrificio pues siempre le tocó trabajar mientras estudiaba.

Apenas si le quedaba tiempo para darle a la pelota en las potras que jugaba con otros cipotes en aquellos tiempos en que la única diversión de los niños era el fútbol.

Se apasionó tanto por ese deporte que llegó a jugar como volante en una liga de segunda división de aquel lugar.

Aprendió la sastrería, zapatería y tapicería. Este último oficio lo desempeñó aún estando trabajando ya como maestro.

Hizo de todo

Remontándose a su niñez dijo que “cuando salía de la escuela aprendía a hacer hilvanes, ojetes y a pegar botones en la sastrería de un compadre de mi mamá, pero no pasaba de hacer solo eso y yo quería un oficio del cual poder vivir”.

Fue entonces que se metió a aprender el oficio de hacer zapatos con el mejor zapatero de la ciudad. “Por algún tiempo estuve alistando zapatos, pero tampoco me pagaban por eso. Estando en esos menesteres conoció a un amigo que le enseñó la tapicería de carros la cual perfeccionó hasta que pudo vivir de ella.

Así tenía ya un trabajo que le ayudara a sostener sus estudios que había comenzado en el instituto Santo Domingo Sabio de Santa Rosa.

Allí solo hizo el plan básico de estudios, porque un diputado de la localidad le consiguió una beca para estudiar magisterio en la Escuela Normal de Comayagua. Estuvo internado en ese centro de estudios como era antes la modalidad para los becarios, pero los fines de semana en vez de irse a pasear hacía trabajos de tapicería a domicilio. Los compañeros que estaban externos, le ayudaban a conseguir los contactos con los vecinos de la ciudad, según dijo.

Aún después de haberse graduado como profesor de Educación Media en 1988 siguió tapizando muebles. Dejó de hacerlo en 1990 luego de ser contratado para dar clases en la universidad.

Por ese tiempo ya se había casado con Gladys Yolanda Herrera, una maestra de educación primaria a quien conoció en Dulce Nombre de Copán adonde él también estuvo dando clases.

Al instituto José Trinidad Reyes llegó en el 2006 a cubrir la vacante dejada por la profesora Gladys Fajardo, en un momento en que la institución estuvo pasando por una etapa difícil.

Muchos de los alumnos recibían clases bajo los árboles porque había un déficit de siete aulas. Recuerda que para paliar la situación se construyeron inicialmente unos galpones que los estudiantes llamaban “gallineros” porque solamente eran el techo.

Carballo se siente satisfecho de haber construido, con la colaboración de los padres de familia, las aulas que faltaban y haber depurado la población estudiantil que estaba infiltrada por mareros.

El problema ahora es que el Estado no ha hecho, desde el año pasado, el desembolso del fondo para la matrícula gratis, por lo que el colegio se ha estado sosteniendo con aportaciones voluntarias de los padres. Dijo que de persistir la situación, el instituto fundado hace 87 años, podría cerrarse.