Paseaba yo por el Vaticano, que es lo que acostumbro a hacer todos los lunes (los martes estoy en Nueva York) cuando, de repente, justo a la entrada del Vaticano, me encuentro con el padre Ángel. Le reconocí por su bufanda roja pero cuál sería mi sorpresa cuando contemple cómo, en lugar de su corbata sino... ¡un alzacuello! Increíble pero cierto: el padre Ángel con alzacuello. Palabra, ocurrió el pasado miércoles 27 de junio del año de gracia de Nuestro Señor de 2023.

Claro que luego pude comprobar cómo los indios, desconozco si hindúes, han tomado la entrada del Basílica de San Pedro y de los Museos vaticanos para vender pareos con los que taparse las partes pudendas antes de entra en la Basílica o en los Museos vaticanos. Y nadie protestaba. Debe ser que el respeto al arte supera en muchos corazones al respeto debido al Santísimo.

Pero el fin justifica los medios -este no es un aforismo cristiano, sólo maquiavélico- así que, si con el negocio indio se consigue un poco de respeto al Rey de Reyes... ¡pues hágase el milagro y hágalo el diablo!

Y si tal es el requisito para que nuestro primer filántropo (¡Dios nos libre de los filántropos"), el Padre Ángel, se vista de cura... pues entonces sólo tenemos que elevarnos en acción de gracias al Cielo y enviar al Padre Ángel al Vaticano 'seven eleven' siete días por semana, 365 días al año.