Historias de Granada
  • Los tres hombres que más han hecho por el turismo en Granada han sido guiris: Washington Irving, Francisco de Icaza y Agustín Lara

Unos cuentos, una canción y un poema

El autor de este texto entrevistando a Washington Irving. El autor de este texto entrevistando a Washington Irving.

El autor de este texto entrevistando a Washington Irving. / Juan Ortiz

Durante un tiempo fui corresponsal en Granada de la revista Época. No sé si se acuerdan, pero esta publicación era carácter de general y políticamente muy escorada a la derecha. Había sido fundada por Jaime Campmany en 1985 y de vez en cuando me hacían algún encargo. El caso es que uno de sus fotógrafos había venido por Granada a pasar unos días y había hecho unas fotos tan espectaculares de la ciudad que pensaron aprovecharlas con un texto que yo debía hacer. Me llamó el redactor jefe de la publicación -de cuyo nombre ni me acuerdo ni quiero acordarme- para encargarme el trabajo, pero su petición era tan general que se notaba que lo que yo escribiera daba lo mismo, lo que a él le interesaba era publicar las fotos.

-Escribe lo que se te ocurra de Granada -me dijo.

-¿Lo que se me ocurra?

-Sí, hombre. Algo curioso. Nada de política, que ya llevamos bastante.

-De Granada se puede escribir de muchas maneras, pero yo creo que la mejor es tratándola con la dignidad que se merece. Una ciudad antigua que ha dado mucho en la Historia, en la que están enterrados los Reyes Católicos y que tiene un monumento nazarí que es único en el mundo, hay que escribir sobre ella con respeto.

Algo así le dije.

-Estupendo. Eso que has dicho te ha quedado bien. Mételo en el reportaje. Ahora tengo que dejarte, tengo una reunión de contenidos dentro de unos minutos -me dijo con un tono de voz apresurado que evidenciaba sus ganas de dar por terminada la conversación.

Le estuve dando al caletre y al poco tiempo se me ocurrió escribir un reportaje sobre los tres hombres, a mi parecer, que más han hecho por el turismo en Granada. Uno de esos hombres escribió un libro de cuentos que se hizo viral entre los viajeros románticos, otro le dedicó un poema-piropo que ha sido repetido hasta la saciedad y otro le compuso una canción que se ha cantado en todas las partes del mundo. Me estoy refiriendo a Washington Irving, Francisco de Icaza y Agustín Lara. Los tres guiris, aunque todos hablaban español.

El cantante mexicano con estatua en la plaza El Ángel compuso ‘Granada’ cuando aún no conocía nuestra ciudad

Para el reportaje me tuve que documentar bien sobre la vida de estas personas. Hablé con expertos, leí algún libro que otro y me puse manos a la obra con cierta ilusión porque en este tipo de reportajes nunca deslindaba la literatura del periodismo. Podía echar mano de esa afición mía a la fabulación y dejar que los lectores decidieran sobre la naturaleza del relato. En periodismo hay un viejo aforismo que dice que no hay que dejar que la realidad te estropee una buena noticia. Yo podía moldear esa realidad con la biografía un tanto novelada de los tres protagonistas.

El libro más vendido de la época

Hago un paréntesis para decir que es vital para un periodista documentarse antes de hablar o de escribir sobre un tema. Nunca hay que ir a interviuvar a un personaje sin haber leído algo de él o sobre él. Y por supuesto saber a qué se dedica. Recuerdo que a una colega la mandaron a entrevistar al profesor José Luis Aranguren porque habían llamado a su periódico para decirle que habían visto al estimado filósofo en una exposición de pintura. La redactora salió corriendo a entrevistarlo sin saber quién era José Luis Aranguren. Así que la primera pregunta que le hizo fue:

-¿Usted desde cuándo pinta?

La redactora creyó que como el presunto entrevistado estaba en una exposición, su profesión era la de pintor.

-Cuándo usted sepa quién soy le atenderé con mucho gusto -le contestó el profesor con una sibilina sonrisa.

Yo una vez ‘entrevisté’ para una serie de televisión a Washington Irving, el de los Cuentos de la Alhambra. De Irving hacía un actor granadino -siento no acordarme de su nombre- que lo representó tan magníficamente bien que el algún momento creí que estaba de verdad ante el escritor norteamericano. Para eso me documenté bien leyendo lo que se ha escrito sobre él. Irving vino a Andalucía en 1829 en compañía de un amigo, un aristócrata ruso. En aquellos años los únicos que se podían permitir viajar de un sitio a otro eran personas adineradas. Los padres de Irving tenían una buena posición económica y a los 21 años comenzó a viajar por Europa. No tenía otras obligaciones. Visita Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra y, años después, España. En un principio le atrae nuestro país porque está escribiendo un libro sobre los viajes Colón y necesita datos que solo aquí podía obtener. Por entonces no existía internet. Busca primero esos datos en la biblioteca Colombina de Sevilla y después viene a Granada. Hace el viaje con unos arrieros que le dicen que guarde bien su dinero y que deje un poco en una bolsa por si le atacan los bandoleros.

Por lo pronto empieza a odiar esta ciudad porque nada más llegar alguien lo engaña y lo mete en una posada zarrapastrosa y llena de chinches. A la mañana siguiente se va de la posada y alguien le dice que puede alojarse en la Alhambra, que por entonces tenía muchos inquilinos. Fue en una sala del palacio árabe donde empezó a escribir sus cuentos, alentado sobre todo por lo que le contaba un tal Mateo, que conocía muchos refranes y sentencias y le hablaba de encantamientos, fantasmas de moros y tesoros escondidos. Al publicarse los cuentos, llegó a ser uno de los libros más vendidos de la época, no sólo en su país, sino en el resto de Europa. Se tradujo a varios idiomas. De ahí que la Alhambra empezara a sonar en los oídos de muchas personas. Y de ahí que el turismo decimonónico empezar a pensar en Granada como destino turístico. 

El ciego de Granada

Francisco de Icaza. Francisco de Icaza.

Francisco de Icaza.

De Francisco de Icaza, embajador y poeta mejicano, dijo Antonio Machado que tenía perfil de virrey. A este hombre se le ocurrió un poemilla que ha cautivado a millones de personas. Este vate mejicano se enamoró de una cubana trasplantada en Granada llamada Beatriz de León y Loynaz, con la que se casó y con la que se iría a vivir a Madrid. Icaza casi doblaba en edad a su bella esposa, que según se decía, el mismo Alfonso XII le tiraba los tejos, cosa no rara en el abuelo de don Juan Carlos I. Los cuatro versos famosos se le ocurrió cuando paseaba por el centro de Granada con su esposa. Estaban recién casados. De pronto un mendigo ciego se les acercó y les tendió la mano para pedirles una limosna. Entonces él le dijo a su esposa:

-Dale limosna, mujer…

Cuando Beatriz le dio unas monedas al ciego, el diplomático poeta improvisó el resto de la cuarteta:

-Que no hay en la vida nada

como la pena de ser

ciego en Granada

Enseguida sacó de su bolsillo un papel y un lápiz y escribió aquello que se le había ocurrido. El verso brotó espontáneo y sonaba muy bien. En realidad, había compuesto la estrofa más famosa que se haya escrito sobre Granada. Tanto que ha sido mil veces utilizada, aunque con distintas variantes. El dibujante Mesamadero, por ejemplo, la utilizó para la portada de mi libro Dejaos de pollas, vayamos a pollas (perdonen la publicidad encubierta), en la que se ve el órgano sexual masculino con gafas de ciego y a su lado un letrero que dice: ‘Dale limosna mujer, que no hay que la vida nada, como la pena de ser, pene en Granada”.

Portada de 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas'. Portada de 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas'.

Portada de 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas'.

Su famosa cuarteta la integró después Icaza en un libro de poemas que se llamaría Cancionero de la vida honda y de la emoción fugitiva. Cuando fue nombrado director general de Bellas Artes Antonio Gallego Burín, lo primero que hizo fue que se grabaran esos versos en una placa de mármol para ponerla en la muralla que hay cerca de la Puerta del Vino de la Alhambra. A esta puesta de placa vino la hija del poeta mexicano, la escritora Carmen de Icaza, quien habló de su padre y de su querencia por Granada. Carmen de Icaza fue autora de novelas rosas que se vendieron como churros en los años inmediatos a la postguerra. De su novela Vestida de tul se vendieron 10.000 ejemplares en una semana. Tiene una calle dedicada en el barrio del Zaidín.

Carmen de Icaza y Gallego Burín. Carmen de Icaza y Gallego Burín.

Carmen de Icaza y Gallego Burín. / Juan Ortiz

Tierra soñada por mí

El tercer hombre que más ha hecho por Granada ha sido sin duda Agustín Lara, que le dedicó una canción a esta ciudad sin haber estado en ella. La había escrito sin nostalgia de esta tierra porque nunca la había visitado. Yo también escribí un reportaje sobre la tumba de Lara en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México sin haber estado allí. Ambos solucionamos nuestras deficiencias, salvando las distancias y el tiempo, claro está. Agustín Lara vino por fin a Granada en junio de 1964 y yo visité su tumba en México -donde se dice que se vertió una pequeña porción de tierra de Granada- casi 50 años después.

Benítez Carrasco (izda) y la viuda de Agustín Lara (dcha.), en el homenaje al cantante en 1992. Foto. Juan Ortiz. Benítez Carrasco (izda) y la viuda de Agustín Lara (dcha.), en el homenaje al cantante en 1992. Foto. Juan Ortiz.

Benítez Carrasco (izda) y la viuda de Agustín Lara (dcha.), en el homenaje al cantante en 1992. Foto. Juan Ortiz. / Juan Ortiz

“El cantar de Agustín Lara estaba hecho de fantasía, de melancolía, de ensoñación porque la ciudad no es aún conocida por él”, escribió Gallego Morell, por entonces el delegado de Información y Turismo y al que se le ocurrió traer el mejicano para promocionar el nombre de la ciudad en el mundo. Granada no reparó en gastos para que viniera Agustín Lara. Incluso se contrataron a las 'misses' elegidas en concursos de belleza para que estuvieran esas fechas en Granada, cosa que no disgustó en absoluto al mujeriego ‘Flaco de oro’, como se le conocía al cantante. Gallego Morell movilizó a todos los medios de comunicación para que hablaran extensamente de la visita. El día 14 de junio llegó el cantante y la ciudad se volcó con él. Turismo le regaló una edición de las obras completas de García Lora, una grabación del Amor Brujo y El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, y una guía artística del que fuera alcalde de Granada, Antonio Gallego Burín, padre del promotor de la idea.

En una entrevista radiofónica que se le hizo Agustín Lara decía que estaba convaleciente de una enfermedad en el hospital Juárez de México cuando un amigo suyo le regaló un libro llamado Embrujo de Sevilla. La lectura de este libro despertó en él las ganas de componer algo sobre España. Y así compuso Granada, “sin conocerla, soñándola”, confesó en la entrevista.

Noche de la inauguración de la estatua a Agustín Lara, con Jesús Quero al fondo. Noche de la inauguración de la estatua a  Agustín Lara, con Jesús Quero al fondo.

Noche de la inauguración de la estatua a Agustín Lara, con Jesús Quero al fondo. / Juan Ortiz

La canción fue todo un éxito. Se cantó en más de treinta películas y no había español emigrante que al oírla no se le pusieran los pelos de punta. Por eso en Granada Agustín Lara fue recibido con bombos de platillos. Estaba como alcalde de la ciudad Manuel Sola y la ciudad le regaló una parcela de 1.000 metros cuadrados en Sierra Nevada para que el cantante se construyera una casa. Fue nombrado hijo adoptivo de Granada.

En agosto de 1965 Lara volvió a Granada, pero ya en visita privada. Se alojó en la casa del alcalde Sola. Allí pasó noches de mucho güisqui y piano, pero de los terrenos en Sierra Nevada y de la casa nadie le dijo nada. José Luis Entrala dice que al bohemio mexicano tampoco le importó mucho el que no le hablaran de la casa prometida, porque le bastaba con la intención. El caso es que en 1970 moría Agustín Lara y hasta aquí vino un compatriota para llevarse tierra de Granada que echarle a la tumba del cantante. En Granada le levantamos una estatua que está en la plaza del Ángel. Fue inaugurada en febrero de 1992, siendo alcalde Jesús Quero. Vino a su inauguración desde México el poeta Manuel Benítez Carrasco y la viuda de Agustín Lara.

Pues bien. Sobre estos tres personajes escribí, pero el reportaje no se publicó al final. Me dijeron que estaba muy bien pero que eso solo les interesaba a los granadinos. Me confesó que él mismo no había oído hablar nunca de Francisco de Icaza ni de Agustín Lara. Washington Irving sí le sonaba algo, pero no sabía bien de qué.

-Escribió Cuentos de la Alhambra -le aclaré. 

-¿Ves lo que te digo? Es un tema muy localista -me dijo aquel zote.

Así que el reportaje lo tenía guardado en el ordenador, en la carpeta de los ‘sin publicar’, y me ha servido para contarles hoy a ustedes esta historia. Ya me dirán si ha perdido o no actualidad.

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