El Día de la Bondad se celebra el día de hoy en distintos países del mundo. Esta celebración tiene la finalidad de conmemorar y promover la importancia de la empatía, la bondad y en general la amabilidad entre las personas y el resto del planeta. Sin embargo, en algunas ocasiones es un hecho que la amabilidad no se siente como un estado de la mente ni del ser realmente natural, sino que a veces no nos dan tantas ganas de ser amables con el resto de las personas.
Aprovechando el Día de la Bondad, nos preguntamos cuándo es que vale la pena ser amable con alguien y cuándo de plano no podemos pretenderlo. Para comenzar, lo primero es definir qué es la amabilidad.
¿Qué es la amabilidad?
En el Día de la Bondad se habla mucho de la importancia de la amabilidad en el mundo, pero ¿qué significa esto? Ser amable consiste en relacionarse con los demás mediante la compasión y la empatía, contemplando las experiencias particulares de cada persona y aprendiendo a respetar sus propios comportamientos, siempre y cuando no crucen una línea de lo que para ti es tolerable. La amabilidad se basa en el amor, la buena comunicación y la empatía.
¿Cuándo ser amables?
Ser amables con las demás personas cuando estamos frente a generaciones más jóvenes es fundamental para ir creando un buen ejemplo. Si tienes hijos, es particularmente importante que seas amable con los demás, ya que hay unos ojos que están aprendiendo de ti constantemente, y así podrás sembrar una semilla que pase de generación en generación, fomentando buenos modales.
En situaciones donde están presentes relaciones jerárquicas, es importante ser amable, pues debe fomentarse la cordialidad y el respeto entre todas las partes. No por nada, la empatía es una pieza clave de un buen líder, y es que para que los equipos de trabajo funcionen, es fundamental que exista buena comunicación y que así las personas sientan un interés genuino por las metas en común. Cuando en las relaciones de poder se generan malos tratos y poca empatía, es muy probable que las personas en estratos subordinados comiencen a sentirse poco valoradas o con poco interés en trabajar hacia un bien colectivo.
Es un hecho que en la vida todas las personas enfrentamos momentos difíciles que luego pueden ir transformándose y dando pie a momentos más luminosos. Cuando estamos pasando por una etapa complicada o difícil de asimilar, somos más sensibles a la manera en que el resto de la gente nos pueda tratar. Por eso, si estás frente a una persona que está pasando por un momento difícil, procura ser amable y empático, ya que probablemente su forma de interpretar los estímulos que lo rodean están permeados por aquello que le afecta, y podrías dañar a alguien más de lo que era tu intención original.
Hablamos de amabilidad hacia los demás y muchas veces olvidamos que la primera persona con la que debes ser amable es contigo mismo. ¿Cómo te tratarías a ti si te imaginaras que tú eres uno de tus seres queridos? ¿Qué hábitos cambiarías? ¿Qué pensamientos pararías? Ser amable contigo mismo es clave para el bienestar.
¿Y cuándo no ser amable?
La verdad es que existen pocos contextos en los que una carencia total de amabilidad se justifique. En general, vale la pena relacionarse mediante la empatía pues verás que esto te ayudará a construir relaciones más fructíferas y a crear mejores vínculos. Sin embargo, la amabilidad no es sinónimo de sumisión, así que si en algún momento alguien está ignorando tus necesidades o se está aprovechando de ti, puedes poner un límite sin temor, esto al final solo fomentará tu estabilidad emocional.
