La caja de Jodorowsky

Alejandro Jodorowsky: “Así me espiaba el Gobierno mexicano”

Durante 13 años, el artista chileno Alejandro Jodorowsky fue perseguido en nuestro país. Hoy, en entrevista exclusiva, nos habla sobre ello.
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LOCARNO, SWITZERLAND - AUGUST 12: (EDITORS NOTE: Image has been converted to black and white). Alejandro Jodorowsky attends the Pardo of Honor photocall during the 69th Locarno Film Festival on August 12, 2016 in Locarno, Switzerland. (Photo by Pier Marco Tacca/Getty Images)Pier Marco Tacca

Pocos lo saben, pero el cineasta chileno Alejandro Jodorowsky fue perseguido por el Gobierno mexicano. “Escandalera” es una palabra que Alejandro Jodorowsky (el artista, poeta, ensayista y creador de la Psicomagia) suele utilizar con regularidad y que está relacionada con su vida en México. Y, en efecto, destrozar un piano con un mazo en el programa televisivo de Juan López Moctezuma escandalizó a los que lo vieron en vivo. También la idea de entrevistar a una vaca para que ‘hablara’ de arquitectura ‘escandalizó’ a Emilio Azcárraga Milmo, quien manifestó que a Televisa no entraba ni una vaca, a lo que Jodorowsky respondió: “Hay muchas vacas haciendo telenovelas”. Otra escandalera más, casi al nivel de las presentaciones artísticas del grupo Pánico, el cual ayudó a crear en 1962; o de sus Efímeros pánicos, una serie de actos espontáneos de liberación corporal a los que el teatro mexicano no estaba acostumbrado; de su montaje de La opera del orden, señalado de agredir a la iglesia católica del país; también de la accidentada realización de la película La montaña sagrada. Y un largo etcétera. Es decir, la escandalera de Jodorowsky resonaba y resonaba.

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Fue así como Alejandro, al igual que varios artistas de la época, se ganó la atención de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) mexicana que, durante los años 70, funcionó bajo el mando de Miguel Nazar Haro, quien extendió sus redes de espionaje e impulsó los programas secretos de infiltración de sus agentes para cubrir más sectores sociales. Así lo muestra la caja 240 de la serie DFS, impresa con el nombre “Jodorowsky Prullanski, Alejandro”, con una extensión de 63 fojas en su versión pública disponible en el Archivo General de la Nación (aunque ya no se puede solicitar), y que repasa capítulos relacionados con él, sucedidos entre 1965 y 1978.

Alejandro Jodorowsky, actor, Torino-Turin, Italy, March 2018. (Photo by Leonardo Cendamo/Getty Images)Leonardo Cendamo

Alexandro, nombre con el que fue presentado como parte de la compañía de Marcel Marceau, llegó al Distrito Federal en 1959, para después ser contratado por Salvador Novo como profesor de pantomima en la escuela de Bellas Artes, pero fue hasta mediados de la década de los 60 que la DFS comenzó sus labores de espionaje contra él. Uno de los primeros reportes del expediente dice que el chileno llegó a México procedente de La Habana, Cuba, con pasaporte ordinario, el 31 de diciembre de 1965. Y cuando, vía telefónica, escucha esa sentencia, él no duda en mostrar desconfianza. Según el psicomago, de manera casi invariable, “siempre existe una fuerza política o religiosa detrás de los periodistas. Debo ser una persona muy importante. ¿A quién le pagaron durante 13 años para que vigilara a un pobre artista? ¡Es algo repugnante! Es el miedo absoluto a la búsqueda de la cultura. Todo el mundo hablaba en silencio sobre esos temas, porque temíamos que nos estuvieran espiando, y en realidad, teníamos razón después de escuchar acerca de esa caja (la 240)”.

Entre muchos otros datos, el archivo menciona que su cinta Fando y Lis fue exhibida en 1968 en el Fuerte de San Diego, Acapulco, Guerrero, y que se le consideró “sucia, morbosa y que denigraba a México”, según el reporte titulado “Colaboradores de la revista Piedra Rodante (versión tropicalizada de Rolling Stone, la cual incomodaba al priismo de la época) que tienen antecedentes en esta Dirección Federal de Seguridad”. Jodorowsky no tarda en responder que Fando y Lis rompió con todos los cánones de las películas de charros y el cine comercial, al grado de ser llamada “Fango y Chis”. Recuerda también la historia de cómo El “Indio” Fernández lo quería matar. “Apagaron las luces del Fuerte y me sacaron en la oscuridad. La gente me quería linchar. Salí de ahí escondido en un automóvil”. Cuenta también que más tarde, en el bar de su hotel, miró al propio ‘Indio’, sentado, y aprovechó para mandarle dos botellas del whisky que estaba bebiendo. “Me llamó a su mesa y me senté con él. Borracho y feliz, me dijo que yo era muy valiente y que quería ser asistente de director de mi siguiente película. Tiempo después, en efecto, fue mi asistente de director cuando hice Santa sangre”, sentencia Alejandro, cuyas memorias están cinceladas a lo que hoy quiere él que se piensen de ellas. Libros como La danza de la realidad (2005) viven como versiones confesas casi novelizadas de su vida. Para él, su fantasía siempre fue más real que la realidad misma y es fácil encontrar anacronismos en esos relatos. Pero cuando se platica con Jodorowsky, no hay manera de tener el control de la entrevista: se trata de un personaje poderoso.

Jodorowsky llegó a México en 1959.

George Stroud

Otra página del expediente revela que en febrero de 1971, Alejandro fue detenido junto a un grupo de ‘hippies’ cuando celebraba “una bacanal” en el número 945 de Paseo de la Reforma. Jodorowsky ríe para repetir de nuevo: “¡Fue una escandalera!”. Dice que fue una redada de la CIA. Que lo invitaron a una gran fiesta, junto a varios artistas, para después acusarlo de hippie y llevarlo preso tres días. “Por ahí estaba Isela Vega, Pepe Alonso, Héctor Bonilla. Había unas 150 personas, o eso creo. Zabludovsky fue a entrevistarme a la cárcel. Estaban ahí los guardias, amenazándome para que no hablara con él. Sin embargo, lo hice, pues yo tenía un nene esperando en casa. Pedí que me hicieran un examen sanguíneo, o lo que fuera, pero que me soltaran”, platica el también escritor, quien hace referencia a la CIA en su libro La danza de la realidad (2005), donde el psicomago se apostó a decir que el accidente aéreo de 1983 donde murieron, entre otros, Jorge Ibargüengoitia y Bernardette Landru, madre de su hijo Brontis, con destino al aeropuerto de Barajas, fue un acto encubierto de la propia Agencia.

Ya que mencionó a Isela Vega (a quien dirigió, junto a otros actores, en la obra teatral Zaratustra), aparece otro reporte del archivo desclasificado, con fecha de 1970 (año que coincide con el montaje de la obra teatral). En él, se detalla cómo la actriz y el actor Jorge Luke realizarían una boda desnuda en Atlixco, Puebla, y que Jodorowsky fungiría como “Juez de Paz”, también desnudo, al igual que el resto de los asistentes a la boda. Que dicha ceremonia hippie no se llevó a cabo, y que de haber sucedido lo contrario, la policía estatal, al mando del coronel Carlos Huerta Rojas, realizaría una estrecha vigilancia para evitarla. “Un día, llegaron al teatro dos guaruras a decirme: ‘Usted viene con nosotros’. Me querían llevar al ministerio no sé qué de la cultura; que el ministro quería hablar conmigo. Me dijo: ‘Mire, tal presidente lo quiere mucho, pero también puede ser su enemigo. Entonces, usted va a casar a Isela Vega y Jorge Luke en Puebla, desnudos, sólo con una corbata en el cuello’. ¡Era un chiste de ellos, qué sé yo lo que fue!”. Para estas alturas de la entrevista, Alejandro Jodorowsky suena un poco más relajado. Su voz suena tan suave como terciopelo de vejez plácida. Hechiza. Ya es fácil entender cómo sus actos de psicomagia sanan a sus fanáticos más devotos (que son más que numerosos): aquellos que adoptan sus palabras como mandamientos incuestionables de vida. Hoy día, por lo general, viste de negro y una bufanda color púrpura cuelga de su cuello. Parece sacerdote repartiendo fe, pero en su universo, la única divinidad tiene su propio rostro.

Obra de teatro "Zaratustra".

Jacques PRAYER

Otro de los renglones de una página de su fólder, fechada en enero de 1971, apuntaban que Jodorowsky había despegado desde Los Ángeles, California, con rumbo a Yugoslavia, acompañado de Dennis Hopper. “No sólo fue Dennis Hopper, también fue Peter Fonda. Ambos estaban de moda por Easy Rider (1969) y fueron admiradores de El Topo. Me invitaron a un festival de cine en Yugoslavia. Quería pasar desapercibido y acudí como su astrólogo de cabecera”. Y 1971 concuerda también con la recta final de la producción de The Last Movie, cinta dirigida por Hopper y de la que se dice existen dos versiones: la del director y la que, según el mismo Jodorowsky, editó, con la misión de otorgarle claridad a la narrativa final. “Dennis Hopper no lograba terminar su película y me pidió que lo ayudara. Andaba drogado todo el día. Entonces, fui a Taos, Nuevo México, donde habían cuatro máquinas de edición. Creo que en cinco días hice la película, pero alguien debió tener un ataque de celos: hasta la fecha, se busca mi versión”.

Por fin, parecen agradarle los temas de la charla. Recuerda con cariño sus domicilios en México, como el de la calle de Lerma, con el número 330, depto. 10, en la colonia Cuauhtémoc. Dice que también habitó, junto a una curandera llamada Pachita, un departamento muy bonito que rodeaba a la Plaza Río de Janeiro, donde, según él, nació la psicomagia. Que durante cinco años, cada domingo, publicó en El Heraldo las famosas Fábulas pánicas, que combinaban la fábula y el cómic. Que por esos años, Rius publicó unas viñetas donde lo atacaba a lo largo de unas 20 páginas (se refiere a una entrega de Los Supermachos, titulada “Alexandro Jodorowsky, ¿un caso clínico?”). Todos, recuerdos que lo motivan a conceder esta entrevista exclusiva y a aceptar que sus escandaleras del pasado mexicano hoy son grandes objetos de culto: una apología constante que él mira en el espejo de sus épocas pretéritas.

Jodorowsky junto a sus dos hijos en 1976.

Francois LOCHON

El gran desafío de Alejandro nunca fue tener ideas, sino ser consecuente con ellas. Hoy, admite tener un ego bastante desarrollado: es un ser humano. Para Alejandro Jodorowsky, jamás existieron los fracasos; sólo los virajes en su trayecto sagrado. Y para Alejandro Jodorowsky está más que claro: su vida en México sí fue una escandalera.

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