Sexo

5 consejos para no parecer un desesperado

Los que terminan con el brazo en alto son los que mejor ejecutan su estrategia.
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De niño, cada vez que veía con mi papá las funciones sabatinas de box por televisión, me preguntaba qué le decían los entrenadores a sus pupilos después de un round. Sin importar si iban ganando o la cantidad de golpes que habían recibido, los peleadores siempre parecían desconcertados en el banquillo. ¿Qué mensaje recibían y cómo podían procesarlo en esas condiciones?

Años más tarde entendí que aquella disciplina se basaba en la estrategia, aunque ésta era difícil de percibir a través de la pantalla. Además de surtir motivación durante los recesos entre cada asalto, la esquina técnica notifica al boxeador cuáles son las debilidades de su contrincante que debe explotar.

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El terreno de la seducción no es muy distinto a una batalla sobre el ring. Si bien hay un intercambio de técnicas de ataque y defensa que ponen a prueba la resistencia física y mental, la principal similitud con el boxeo es que quienes terminan con el brazo en alto son los que mejor ejecutan su estrategia.

Mantener la guardia arriba no es suficiente. Es necesario esconder las zonas blandas y, tanto en una conquista como en el cuadrilátero, no existe peor flaqueza que mostrar desesperación. De hecho, la autora y consultora de pareja Antonia Greco describe a “la necesidad evidente de ser aceptado o querido” como “un repelente de mujeres”.

El tiempo sin obtener una victoria no es relevante, la chica a la que se intentará seducir no debe conocer el récord que se sostiene hasta el momento. Esconder la ansiedad de volver a la senda del triunfo es el primer paso para conseguirlo. Es así como llegamos a las cinco señales que para ellas delatan instantáneamente nuestra desesperación, y no se tocarán el corazón para noquear con su rechazo a quien se descuide.

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Saber cuándo parar

En el juego del ligue, la mente puede ser un enemigo funesto, al punto de hacerle creer al conquistador que al no rendirse obtendrá su cometido. Y digo que la mente es funesta porque en muchas ocasiones tiene razón. Hay casos en los que la persistencia se convierte en la clave del éxito, pero hay que aprender a identificar cuando un "no" es contundente y definitivo. Si se está frente al objetivo, basta con leer su lenguaje corporal: una mujer que no está interesada no tendrá reparo en demostrarlo al tapar cualquier ruta de acceso o comunicación. En ese momento, lo ideal es darse la vuelta y no mirar atrás. Aunque todas las probabilidades parezcan desfavorables, el simple acto de no insistir puede ser suficiente para despertar su curiosidad.

Saber callar

Durante un primer encuentro, cuando se ha entablado un diálogo con la susodicha, la emoción puede ser contraproducente —en especial si se cuenta con una marca perdedora en los últimos combates—, ya que el seductor suele dejarse llevar por el momento afortunado y hablar de más. Establecer una retórica plagada de presunciones innecesarias, piropos ordinarios y reiterados, así como un notable egocentrismo es una forma de decirle: “Hola, estoy desesperado, ¿me das tu teléfono?”.

Saber celebrar

Imaginemos que la suerte da un tumbo y la racha del seductor cambia. En su primer intento, consigue conversar con la chica que le gustó y de manera sutil y espontánea quedan en volverse a ver. Un error gravísimo sería aprovechar el impulso y poner la mira en otro objetivo en ese mismo lugar. El riesgo de que la primera chica se dé cuenta es alto, ya que seguirá a su conquistado con mirada sigilosa el resto de la noche y, con recelo implacable, buscará cualquier excusa para dejar en “visto” sus mensajes. Lo recomendable aquí es emprender una retirada heroica o simplemente disfrutar del momento bajo el mejor comportamiento posible.

Saber vivir el aquí y ahora

Otra equivocación imperdonable es evocar el futuro antes de tiempo. De hecho, nunca hay un momento idóneo para hacerlo. Los planes y expectativas son información sumamente personal que solo se comparte con quien se ha ganado la confianza necesaria para conocerla. Mencionar instancias como matrimonio, familia o vivir en otro país en las primeras salidas es igual de desagradable que una mucosidad asomada de una fosa nasal a lo largo de la cita. Es mejor esperar a que ella haga las preguntas y remitirse a contestarlas, es decir, cederle la iniciativa en los temas escabrosos.

Saber comportarse en internet

Vivimos en la era de las redes sociales y las interacciones que suceden ahí son determinantes. Aunque es imposible saber cuándo una persona está realmente interesada en otra por su reacción a los posts compartidos, es sencillo quedar como un desesperado cuando se dan demasiados “likes” en poco tiempo. Lo que para el seductor es un flirteo, para la chica del otro lado de la pantalla puede ser un acoso cibernético.