Hoy: “Alcira y el campo de espigas”, la poetisa que fue heroína en México

“Alcira y el campo de espigas”, uno de los documentales más desafiantes del cine uruguayo se exhibe esta noche en el auditorio de Casa de Cultura (Leandro Gómez 852), a las 20 horas.
Cuenta la historia de la poetisa Alcira Soust Scaffo, un misterio entrañable para quienes la conocieron en Uruguay y México. A los 18 años se recibió de maestra y trabajó en escuelas rurales. A los 28 años, cuando todavía ejercía como maestra, Alcira fue becada por la Unesco y partió de Montevideo a Michoacán para realizar un posgrado en el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe. Un año después, cuando ya había terminado sus estudios, no se presentó al vuelo que la devolvería a casa. Porque su casa ya era otra. En 1954 la poeta se mudó a Ciudad de México y vivió con el médico Guillermo Santibáñez, con quien luego se casó. En México fue poeta, artista, plantó flores y árboles y Roberto Bolaño fue uno sus amigos. Él se inspiró en ella para crear un personaje de dos de sus novelas. Pero para la familia que estaba en Montevideo era la tía Mima, desconocida y heroína.

Su familia no tenía idea de qué estaba haciendo Alcira en México. Años después se podría reconstruir parte de aquella parte de su vida. Después de su tesis académicas con honores, abandonó la universidad y comenzó una vida nómade, a mediados de la década de 1960. Era bien conocida entonces por repartir sus poemas o traducciones de otros poetas en francés, y por ser una gran lectora de los poetas españoles exiliados como Pedro Garfias y León Felipe. Sin un trabajo estable, vivía de changas o de la ayuda de sus amigos.

La ocupación de la Ciudad Universitaria de la UNAM en 1968 por parte del ejército mexicano, con el tiempo, la convirtió en leyenda. Ella permaneció oculta en un baño de un piso de la universidad, durante la ocupación. “La uruguaya que resistió 12 días escondida en el baño” fue primero una anécdota que se repetía en bares y en los pasillos de la universidad, pero 30 años después Bolaño publicó Los detectives salvajes, libro que pero tomó una dimensión incalculable cuando fue registrada en una de las novelas fundamentales de la literatura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, que narra el ambiente literario de esa época. Porque 30 años después de aquella noche, Bolaño publicó Los detectives salvajes y le dedicó uno de sus capítulos a Alcira, a la que renombra Auxilio Lacouture.

El encargado de unir los diferentes trozos de la historia de Alcira fue el fotógrafo uruguayo Agustín Fernández Gabard. Es que Alcira Soust Scaffo era su tía abuela.
En el documental, Alcira se va armando testimonio a testimonio, historia a historia, como un puzzle del que no hay foto de referencia. La ópera prima de Agustín Fernández Gabard logró, con un equipo de trabajo de lujo, trazar un camino entre los dos mundos geográficos que Alcira transitó y echar luz sobre su vida.

“Alcira y el campo de espigas” se exhibe esta noche a las 20, en el auditorio de Casa de Cultura, con entradas a 250 pesos. Reservas por el 099509385.

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