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URGENTE

Martes, 22 de febrero de 2005
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MURIERON 39 PERSONAS
El embajador Máximo Cajal, único superviviente del asalto a la Embajada española en Guatemala

ISABEL R. AMAT
(Publicado por El Mundo de Catalunya el 12/04/2000)

Máximo Cajal, en una foto tomada en 2000. (Foto: Domenec Umbert)
Máximo Cajal, en una foto tomada en 2000. (Foto: Domenec Umbert)
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"Nunca he sido comunista". Casi por obligación, esta es la pregunta que rompe el hielo de una conversación pausada y con profundos matices sentimentales. Por la exactitud con la que revive el asalto a la Embajada española en Guatemala donde la dictadura militar mató a 39 personas en 1980, no parece que hayan transcurrido ya 20 años. Máximo Cajal, el que entonces fuera embajador de España, es el único superviviente de aquel asalto.

El grupo de indios quichés y el personal que trabajaba en la legación murieron carbonizados en apenas 10 minutos. "La policía tenía órdenes de que nadie saliera con vida de allí e impidió que entraran los bomberos".

Recuerda con emotividad que los indios que asaltaron pacíficamente su embajada "lo intentaron primero en la de Canadá pero sus fuerzas de seguridad les impidieron la entrada. España, por aquél entonces, no tenía dinero para la vigilancia de sedes diplomáticas así que nadie les puso pegas en la entrada".

Aquellos indios querían llamar la atención sobre la brutal represión que el Gobierno ejercía sobre su pueblo. Cajal no podrá nunca olvidar aquél fatídico 31 de enero. "Cuando vi que no podía convencerles para que se fueran ya era demasiado tarde, unos 300 policías habían sitiado la embajada. Ante la brutalidad con la que los policías estaban entrando nos refugiamos todos en mi despacho, entonces, se produjo una gran explosión y yo salí volando por los aires", recuerda. Aquello y la enfermera de la Cruz Roja, Odette Arzú, que le reconoció al salir tambaleante y evitó que los policías le matasen a quemarropa, le salvó la vida.

Después, a su vuelta a España, creyendo volver a casa, se encontró con el despecho de algunos gobernantes y una campaña de desprestigio orquestada por el propio gobierno de Guatemala y por los periódicos de derechas españoles. "A pesar de que el gobierno de Adolfo Suárez rompió relaciones diplomáticas con Guatemala, al cabo de un tiempo me sentí abandonado. También en España me acusaron injustamente de comunista", recuerda. "La visión idílica que se tiene del cuerpo diplomático es falsa. Como en toda carrera elitista existen los celos y las envidias", afirma el diplomático.

Después fue embajador de España en la OTAN, en París y en Lisboa, además de secretario general de Política Exterior -desde donde negoció la retirada final de las bases americanas de Torrejón- y otras tantas asignaciones que ha desempañado en sus 35 años de carrera diplomática.


En 2000, Máximo Cajal presentó su libro '¡Saber quién puso fuego ahí!' en la editorial Siddhart Mehta.
Dijo: "Decidí contarlo todo por tres motivos: por dejar constancia de la verdad, como una cierta catarsis personal y como homenaje a los 39 muertos".

   
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