CINE
Cine

'Asedio': Natalia de Molina y el cine que suda (****)

Actualizado

Miguel Ángel Vivas convierte la pantalla en una vibrante experiencia física muy cerca de la más gozosa encerrona de la mano de una Natalia de Molina excelsa

'Asedio': Natalia de Molina y el cine que suda (****)

Immanuel Kant, filósofo de profesión, estaba convencido de que todo lo que signifique una pérdida de fluidos, malo. Para el hombre imperturbable que nació, vivió y murió Königsberg cualquier líquido corporal malgastado lleva consigo una pérdida de energía vital, sea esto lo que sea, tan injustificable e inútil como innecesaria. Lo mismo da que sea saliva, sangre, semen o, lo más habitual, sudor. 'Asedio', de Miguel Ángel Vivas, es, desde este punto de vista y quizá alguno más, una película antikantiana. Ver la última producción del responsable de la eléctrica y electrificada 'Tu hijo' es esencialmente un ejercicio de sudoración. También se pierde saliva y, en menor medida (que nadie se venga arriba), sangre, pero lo que cuenta es la sensación física y agobiante de sentirse atrapado en el interior de cada uno de los fotogramas que componen este ejercicio de cine visceral sencillamente irrespirable. Y gozoso.

Se cuenta la historia de una mujer que, además, es policía antidisturbios novata. De ella, y de otra mujer, emigrante desde Nigeria, que, además, acaba de ser desahuciada por la primera. Las dos se verán obligadas a defenderse, a protegerse y, en efecto, a transpirar juntas cuando se vean perseguidas por una trama de agentes del orden (compañeros de la primera) perfecta y sudorosamante corrupta. Desde el primer segundo queda claro que aquí, como en el mejor cine de género, se ha venido a sudar. De miedo, de angustia, de nerviosismo, de simple calor, pero a sudar al fin y al cabo.

La pantalla se achica y comprime alrededor de la mirada del espectador hasta hacerle sentir culpable; hasta obligarle a padecer y disfrutar a la vez la experiencia dura y clara de verse dentro de un cine a oscuras. Se ponga como se ponga Kant, perder fluidos purifica. La película quiere trasladar a la pantalla el ruido de una batalla de cuerpos que chocan y, al hacerlo, se incendian. La cámara se dedica con fruición a golpear los rostros, a arañar la superficie de las pieles y, llegado el caso (que no cunda el pánico), a acariciar con suavidad los sexos. Todo lo inflamable. La puesta en escena se encuentra al servicio de una pantalla que se quiere empapada de eso húmedo y algo viscoso que la ciencia natural ha dado en llamar vida; una vida que mancha. De otro modo, tremendo.

El guion de la también debutante en estos menesteres Marta Medina se ajusta a la perfección a la intención y fiebre de la propuesta. Los elementos entre mágicos o sólo etnográficos que enmarcan el relato dibujan el espacio entre surrealista y solo soñado de una realidad sucia, injusta, brutal y muy (pero muy) machista. La idea es enfrentar la ensoñación esperanzada del que huye de la miseria de su país de origen con la decepción sin paliativos de lo que se encuentra al otro lado. Y en ese contraste entre la materialidad salvaje de un cuerpo con un chaleco blindado que cumple órdenes y la espiritualidad de la carne frágil que recibe golpes es donde habita el sentido profundo de una película cruda, contradictoria y, ya se ha dicho, empapada en sudor. Y que sangra. Suda y sangra con convicción y entrega una inédita Natalia de Molina, y suda y sangra con desesperación una inmensa Bella Agossou.

Digamos que 'Asedio' hace suyos los postulados claustrofóbicos de esa obra magistral con eco que es la reciente Atenea, de Romain Gavras, a la vez que se siente deudora de esa rama del cine que se entiende a sí mismo como una bacanal de energía vital desperdiciada. Decía Shakespeare, quizá como réplica 'avant-la-lettre' a Kant, que cada vez que el hombre actúa pierde un líquido sea sangre, semen o leche. Lo decía sin moral alguna, ajeno a que eso fuera bueno o malo. 'Asedio', contra el filósofo de Königsberg, es la prueba de que es bueno. 'Asedio' es cine que suda.

---

+La sensación de peligro lo preside todo. Se puede salir herido de la sala de cine.

-El prólogo no está bien resuelto. Ni ayuda a la lectura de la película. Pero, también es cierto, se olvida pronto.

---

Dirección: Miguel Ángel Vivas. Intérpretes: Natalia de Molina, Bella Agossou, Francisco Reyes, Fran Cantos. Nacionalidad: España. Duración: 99 minutos

Conforme a los criterios de The Trust Project

Saber más