Juan Jofre: “este gobierno no quiere evitar o combatir el adoctrinamiento, sino todo lo contrario”

Foto: El País Digital
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El Profesor en Ciencias de la Educación nos acerca en la siguiente columna, una reflexión profunda sobre la propuesta que enviará el gobierno de Javier Milei al Congreso de la Nación, a fin de modificar la Ley de Educación Nacional incluyendo dos artículos para “castigar” el “adoctrinamiento” en las escuelas.

ADOCTRINANDO CON BOMBAS DE HUMO

Por Juan Jofré

Lo primero que quiero decir es que lo que Adorni, el vocero presidencial, anunció ayer sobre la propuesta de modificar la Ley de Educación Nacional con el objetivo de “penar el adoctrinamiento en las escuelas”, es claramente una nueva bomba de humo para distraer de las penurias de la realidad económica y social, y de lo aún más importante: la entrega de nuestros recursos naturales o bienes comunes a manos extranjeras.

Anuncia esta nueva mentira, de ideas copiadas de Bolsonaro, para tratar de instalar en agenda nuevos temas que no sean los aumentos de precios, tarifas y dengue en un contexto de brutal caída de los salarios. Por su puesto, evitar que se hable y se difunda la entrega a manos estadounidenses de nuestros recursos naturales para que ellos los exploten a su antojo.

Además, al mismo tiempo, había reclamos docentes porque el Gobierno quitó el incentivo docente, porque está quitando presupuesto a las universidades, porque está vaciando el INFOD y el INET.

Ante todo ese cuadro de la realidad, el Gobierno eligió seguir con su receta de virtualidad: largar una nueva mentira y que los medios, redes y trolls lo instalen y desvíen la atención.

Dicho esto, me meto igual en el tema, porque me gusta mucho, y porque hace años que lo vengo estudiando y sobre todo proponiendo acciones que ayuden a combatir en serio el problema del adoctrinamiento.

Arranquemos por definir. La real academia española, dice sencillamente que adoctrinar es “inculcar a alguien determinadas ideas o creencias”. Diríamos que hasta acá nada extraño a lo que hace cualquier ser humano y cualquier institución educativa.

Claramente, cuando lo pensamos como una práctica negativa, es porque a esta inculcación se le suma que se puede hacer mediante métodos autoritarios y sin permitir el estudio o debate de otras ideas o creencias. Es decir, cuando hablamos de adoctrinamiento en la escuela, hablamos de imponer una única verdad como válida.

Como claramente este problema no es nuevo, sino que existe desde que los primeros seres humanos enseñaban algo a las jóvenes generaciones, la humanidad ha ido avanzando en propuestas y respuestas para combatir esto de “transmitir como válida solo unas ideas o creencias”.

Algunas respuestas fueron la creación de organismos que se dedicaran a estudiar, a recopilar el conocimiento, sistematizarlo y compartirlo. Escuelas, universidades, entidades dedicadas a la ciencia y la tecnología que validen de alguna manera el conocimiento.

Con el tiempo, sobre todo ya en el siglo XX, se encontró que la participación de la ciudadanía también aportaba a democratizar lo válido y aceptable. Así, docentes, estudiantes, organismos sindicales (de trabajadores, pero también empresariales), hicieron y hacen sus propuestas y participan en el debate de qué cosas son dignas de transmitir y enseñar en las escuelas. Lo “verdadero, lo bueno y lo bello”, dice Gardner. Lo “útil”, suman otros. Todo es parte de un gran debate, siempre abierto y dinámico.

Ahora ya en el siglo XXI, desde organismos internacionales, y con la adhesión de muchos países incluido el nuestro, se propone trabajar abiertamente la capacidad de pensamiento crítico en las escuelas, como forma fundamental de hacerle frente al problema del adoctrinamiento.

El trabajo con esta capacidad incluye crear buenos ámbitos de diálogo entre generaciones adultas y jóvenes; propone la necesidad de disponerse a tomar el tiempo de pensar, investigar, chequear fuentes, consultar varios puntos de vista, etc.

Entre otras cosas propone que los adultos aclaren sus puntos de vista, pero lo muestren como un punto de vista más, como ofreciendo la posibilidad de que otras personas tengan otros puntos de vista. Para eso importante no descalificar al que piensa distinto. Además, hace mucho énfasis en “posponer el juicio”, en no apurarse a opinar o actuar, sino a tomarse el tiempo de buscar buena información antes de juzgar.

En esta misma línea, se insiste mucho en enseñar y practicar la “búsqueda de indicios y de información confiable”, contrastar, y analizar, para detectar información falsa o sin fundamentos.

Toda la literatura especializada que estudia este tema, y también esos organismos internacionales, las universidades, y cuantas fuentes de consulta se busque, recomiendan que estas prácticas además de llevarse adelante en las escuelas se hagan también en los medios de comunicación, para no difundir información falsa, o adoctrinar.

Si ya leyó hasta acá, le irá quedando claro que este gobierno no quiere evitar o combatir el adoctrinamiento, sino todo lo contrario: imponer sus ideas y creencias mediante su red de generación y difusión de noticias falsas.

Aquí voy a esbozar solo ciertas preguntas, porque desarrollar argumentos me llevaría mucho tiempo, y porque al preguntar, usted que lee, puede buscar sus propias respuestas.

¿Será que deberemos utilizar el 0-800 que supuestamente van a crear para denunciar “inculcación ideológica” de parte del mismo gobierno?

En caso de que implementen esta medida… ¿Quién decidiría qué es adoctrinamiento y qué no? ¿Crearían una oficina como la del INADI que cerraron? ¿Van a nombrar nuevas personas a hacer esa tarea? ¿o lo va a resolver el mercado mediante alguna empresa privada contratada a tal fin?

¿Con esta propuesta el Gobierno pretende hacer frente a los males de la educación que ellos diagnostican? ¿Con esto se logra que los estudiantes de tercer grado aprendan a leer o que los jóvenes logren terminar el secundario?

Una cosa muy importante que aclarar: para implementar lo que dicen que quieren implementar no necesitan modificar la Ley de Educación Nacional ni ninguna otra ley, porque las normativas vigentes en nuestro país apuntan a lograr, entre otras cosas, que no se adoctrine en las escuelas (y también lo propone para los medios de comunicación).

Por otro lado, los responsables de la secretaría de Educación de la Nación (ya no es más ministerio), dijeron que se enteraron por los medios.

Estos dos últimos indicios me hacen pensar que lo del anuncio fue solo una bomba de humo, otra más.

Una oficina que “controle el adoctrinamiento”, es claramente una propuesta para vigilar y castigar a quienes piensan distinto. Este tipo de propuestas las hizo el autoritario gobierno de Bolsonaro en Brasil recientemente, pero también las dictaduras, y la Unión Soviética que tanto cuestiona el presidente Milei.

Podríamos ahondar muchísimo en la temática, pero he intentado ser breve, y lo breve suele ser enemigo de lo completo.

Para terminar, decir que hoy 5 de abril es el día mundial de la conciencia, mediante el cual “la ONU invita a todos los Estados Miembros, las organizaciones del sistema de la ONU y otras organizaciones internacionales y regionales, así como al sector privado y la sociedad civil, incluidas las organizaciones no gubernamentales y los particulares, a que fomenten la Cultura de Paz con Amor y Conciencia”. ¿No sería por ahí el camino? ¿Proponer espacios de pensamiento crítico en el aula? ¿Fomentar la participación y diálogo de estudiantes y adultos?

Sigo creyendo que sí, que por ahí es el camino. Gran parte de la sociedad lo sabe y lo comparte. Lamentablemente, el Gobierno no.

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