La almadraba de Tarifa inició hoy el proceso de calamento

Se trata de los trabajos previos a la fase de pesca que tendrá lugar desde finales de abril hasta el mes de junio

La almadraba de Tarifa, junto con la de Zahara de los Atunes, han comenzado hoy los trabajos de calamento para la primera fase de la temporada de almadrabas en el Estrecho. Ya hace una semana, la de Conil comenzó también con estos trabajos, por lo que todas las que integran la  Organización de Productores Pesqueros de Almadrabas (OPP51), se encuentran ya en plena actividad.

La fase de calamento es la primera de la temporada de almadrabas: “En el calamento, denominado también calazón, se realizan los trabajos de tierra y mar que formarán el entramado de redes con el que se captura el atún rojo salvaje de almadraba”.

Tras la fase de pesca, que se da entre finales de abril y principios de junio, llega la última etapa de la temporada, denominada la leva, donde se recoge todo el material que ha facilitado la captura del atún de almadraba en la provincia de Cádiz, explica esta Organización, que distribuye sus productos en exclusiva a través de la firma Gadira, en Barbate, a través de sus diferentes canales: restauración y tienda online (www.productosdealmadraba.com)..

En 2022, la OPP51 conmemora su ‘Aniversario 20+2’ y, con dicho motivo, tras haber aplazado su vigésimo cumpleaños por la pandemia, pondrá énfasis en la divulgación de los oficios ligados a la almadraba y que ofrecen empleos para medio millar de personas.

El calamento o calazón ya comenzó la pasada semana en Conil

Entre otras actividades, se prepara una exposición itinerante, publicaciones o acciones en centros escolares son algunas de las acciones previstas para esta conmemoración.

La OPP51 nació en el año 2000 con el propósito de garantizar el ejercicio racional y sostenible del atún rojo (Thunnus thynnus), a través del arte de la Almadraba. Así, agrupando a las empresas almadraberas de Zahara de los Atunes, Conil y Tarifa (Cádiz), la OPP51 actúa como interlocutora entre las distintas administraciones y el sector pesquero. “Asimismo –aseguran desde dicha organización–, vela porque se cumplan las leyes vigentes de conservación y explotación sostenible”.

En este periodo, ha llegado a promover junto con la organización WWF el Plan de Recuperación del Atún Rojo (BFT), implantado a nivel mundial en 2007.

“Desde los inicios de la captura del atún en las costas atlánticas gaditanas, la calidad de las piezas obtenidas ha sido extraordinaria, y con unas características únicas. La OPP51 ha trabajado para que se reconozca esa singularidad, consiguiendo en el 2005 la creación de la Marca de Calidad Certificada “Atún Salvaje de Almadraba del Sur de España” A.S.A.S.E. Esta marca distingue el atún procedente de las almadrabas de los producidos mediante otras técnicas y artes de pesca”, afirma esta entidad.

Gadira y OPP51 han suscrito un acuerdo de colaboración con el Máster en Gestión e Innovación de la Cultura Gastronómica, denominado Masterñam, de la Universidad de Cádiz (UCA): “Este posgrado, pionero en abordar la enseñanza de la gastronomía desde la perspectiva de la cultura gastronómica, incluirá al atún rojo salvaje de almadraba en el ámbito académico y de la investigación”, asegura la Organización.

La almadraba es, en síntesis, un conjunto de redes que van de la superficie al fondo y que, en esta temporada, obligan a los atunes que se dirigen al Estrecho para pasar al Mediterráneo a reproducirse -atunes `de derecho`- a dirigirse a una serie de cámaras de las que no pueden salir, y en la última de las cuales se procede a la `levantá`, que consiste en sacar los atunes del agua con ayuda de unos ganchos.

El prestigioso blog CosasDeComé explica así el funcionamiento de las almadrabas gaditanas

El arte de la almadraba se remonta a la época fenicia, 3.000 años atrás, pero la primera concesión oficial para la captura de estos “cerdos del mar”, como les llamó Estrabón, data del siglo XII cuando el duque de Medina-Sidonia  recibió  la gracia del rey de gestionar las almadrabas del sur atlántico y del  Mediterráneo. Esta casa nobiliaria fue su propietaria hasta finales del  siglo XVIII: hasta entonces, esta zona, en palabras de Miguel de Cervantes, concentraba al “finibusterrae” de la picaresca. Los pícaros acudían al calor del dinero que generaba lo que se denominaba “La conquista de Túnez” –título de un estupendo relato del escritor algecireño Antonio Torremocha–. A principios del XIX, pasaron a gestionarse a través de empresas y la irrupción de las factorías flotantes japonesas, ya a finales del siglo XX, pusieron en peligro a la especie, por su alto número de capturas, que ahora ya se encuentran reguladas, aunque el sistema no funcione a la perfección.

Entre los años 1928 y 1970, se constituye el Consorcio Nacional Almadrabero, resultado de la unión de empresas almadraberas andaluzas, que construyó y gestionó poblados almadraberos en Sancti Petri, Tarifa y La Atunara, en La Línea, entre otros. En estos poblados, ya desaparecidos, vivía la población que trabajaba tanto en faenas de pesca como en actividades anexas, fundamentalmente en las fábricas de salazón y conservas de atún. A la otra orilla, también cala cada año la almadraba de Ceuta pero, a esta, en la actualidad, son cuatro, las de los puertos de Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa.

Así funciona la almadraba. Infográfico de la Conservera Tarifeña

“La Almadraba podría definirse como la forma en que el hombre, desde tiempos inmemoriales, ha logrado interceptar a los grandes Pelágicos en su paso migratorio por el Estrecho de Gibraltar –se afirma desde la Conservera tarifeña–. A día de hoy, la Almadraba sigue siendo un arte de pesca fijo y selectivo. Un ingenio del ser humano que, año tras año, trata de engañar al gran océano. Pero, lo cierto es que tras más de tres mil años de historia, sigue dependiendo de sus caprichos y avatares para garantizar su éxito y continuidad. La campaña de pesca de cada temporada dependerá siempre de factores difíciles de controlar; desde las propias rutas migratorias de los peces y la presencia de Orcas, hasta las fases lunares, las mareas y corrientes del Estrecho de Gibraltar o la temperatura, salinidad y claridad de sus aguas”.

Las Almadrabas se comienzan a calar o colocar unos dos meses antes  de empezar la temporada de pesca, en este caso, en el mes de abril: “Es un arte fijo de redes verticales que se sostienen en superficie con flotadores y cuya fijación se hace mediante miles de metros de cables de acero engrilletados a unas anclas”.

“Los almadraberos tras  largos meses de preparativos para calar las artes en  las aguas gaditanas, durante los meses de mayo y junio, afrontan la etapa más  espectacular y laboriosa de la campaña anual: la tradicional levantada de las redes. El resultado es un espectáculo visual en el que este complejo y frágil arte de pesca de tradición trimilenaria y ejecución totalmente artesanal que  ha sabido, de manera sostenible,  adaptarse a las exigencias del mercado  actual”.

La fase de “La Levantá”  o levantada de las redes es un momento intenso y eléctrico:  “Cada pocos días, y según la cota fijada para cada Almadraba, se procede a  sacar los Atunes, Melvas y otras especies, ya que si no,  los peces atrapados  en su laberinto perderían el sentido de su orientación migratoria”.

La fase de La Levantá culmina el trabajo almadrabero

“En la superficie  les esperaban perfectamente dispuestas las cuatro embarcaciones y  las  redes, o raberas de fuera y de tierra, que conforman el copo, que no es sino  el cercado en el que quedan atrapados los peces. Asegurando que no se  produce ningún daño a las grandes poblaciones de cetáceos que habitan estas aguas, al tratarse de un arte completamente abierto. Primero  los barcos  situados en el área inmediatamente anterior al copo, conocida como buche,  inician su labor, que consiste en conducir a los peces  hacia el cercado. Una vez cercados,  los barcos que delimitan el copo, denominados sacada, testa y raberas de fuera y tierra, cierran circulo acortando distancias. Empieza el  aleteo conjunto de los peces dando impresión de hacer hervir el agua. Poco a poco las redes se van izando, haciendo visibles a los enormes y majestuosos ejemplares, que saltan entre  las olas  con sus más de 200 kilos de peso de media. Los almadraberos parecen tener el cuerpo hecho a las olas,  al viento y al salitre. Cuando la proa es azotada por una ola que salpica  media cubierta, los almadraberos, en su mayoría ‘copejadores’, ni se inmutan… parecen pegados a cubierta”.

En La fase final de la levantá “los pescadores echan el lazo a pequeños  grupos de ejemplares y los suben en grúa hasta las cubiertas de los barcos”.

“Y tras una lucha frenética, en la que buzos, pescadores, peces y la mar se unen en una furiosa actividad, todo termina y los hombres regresan a puerto a descargar a la lonja. De las mareas, los vientos y la luna depende y seguirá dependiendo este arte ancestral de la Almadraba, como huella genética de las gentes de Andalucía,  manteniendo el respeto a las especies que recibimos desde el océano y  conservando las tradiciones con nuestra herencia de la pesca artesanal. Porque Tarifa tiene alma de almadraba y corazón marinero”, aseguran desde su conservera.

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