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< Mapa del trayecto de la misión Dakar-Djibouti
reproducido en la primera edición del libro de Michel
Leiris L'Afrique fant6me. Gallimard, Paris. 1934.
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LA MISIÓN ETNOGRÁFICA Y LINGÜÍSTICA
DAKAR-DJIBOUTI (1931-1933)
y el fantasma de África
Nicolás Sánchez Durá
Hasan G. López Sanz*
*/ Profesores, Titu lar y Asociado, del Opto. de Metafísica y
Teoría de Conocimiento de la Universidad de Valencia-UVEG.
1 / Para los diferentes miembros de la expedición, véase en este
mismo volumen el artículo de Jean Jamin, «De Dakar a Djibouti,
o el ataúd de Oueequed».
2 / Fue patrocinada por tres ministerios y por veintiún
organismos oficiales o académicos, además de contar con la
participación de la Fundación Rockefel ler, de diversas
La Misión Etnográfica y Lingüística Dakar-Djibouti, dirigida por el etnólogo Marce!
Griaule, futuro primer catedrático de etnología de la Sorbona,' fue la primera gran
expedición etnológica francesa bajo los auspicios de la República y de las instituciones
científicas de su tiempo. 2 Llegada a Dakar el
31 de mayo de 1931, proveniente del puerto
de Burdeos donde había embarcado con todo su material en el Saint-Firmin el 19 del
mismo mes, la expedición cruzó durante
veintiún meses el continente africano por
su parte más ancha, desde el Atlántico hasta
el mar Rojo, bordeando el límite inferior del
desierto del Sahara. El viaje hasta Dakar duró más de 10 días y los expedicionarios, en
la larga espera hasta su destino, se dedicaron
a entretenerse con rudimentos de la investigación etnográfica que les esperaba. Marce!
Griaule hacía fotos y las revelaba en su improvisado laboratorio fotográfico, mientras
que Mouchet y Leiris hacían sus primeras
indagaciones lingüísticas con un grupo de
la etnia kru que viajaba en el barco para ser
repatriado después de haber trabajado como
fogoneros en un carguero francés . Además,
en su escala en la isla de Tenerife el día 26
de mayo, la Misión hizo algunas averiguaciones sobre los guanches que habían habitado la isla.J
En su recorrido, la expedición realizó dos
«investigaciones intensivas », en el escarpe
de Bandiágara (Sanga, Malí) entre los dogón,
y en Gondar, Etiopía. En total recogió unos
3.600 objetos, 300 manuscritos y amuletos
etíopes, hizo unas 6.ooo fotografías a la vez
que estudios etno-musicales (zoo registros
sonoros), lingüísticos, zoológicos (incluido
el aporte de varios animales vivos para el
Museo Nacional de Historia Natural) , botá-
nicos y etnográficos. 4 Llegada a Djibouti
después de recorrer unos veinte mil kilómetros, embarcó de regreso el 7 de febrero y
amarró en Marsella el 16 del mismo mes.
La «Dakar-Djibouti » sintetiza de manera
especial y preeminente muchas de las notas
características de una época. U na época de
un mundo ya periclitado, pero no por ello
desprovista de enseñanzas. Porque no es
posible entender el África de nuestro presente si no es aquilatando, una y otra vez,
el periodo colonial, las trasformaciones materiales y sociales que produjo, pero también
los discursos que generó. Es cierto que no
sólo el colonialismo explica la compleja realidad africana de hoy. Pero no es menos
cierto que la imaginación y actitudes europeas respecto del continente negro quedaron
profundamente marcadas por ese periodo.
A la vez, las poblaciones africanas no sólo
sufrieron expolias económicos y trastornos
políticos y demográficos de largo alcance,
también su futuro se vio afectado por los
discursos sabios conexos con el poder colonial. Discursos que produjeron mecanismos
complejos y contradictorios de identificación y de etnificación que perviven de múltiples modos. Ahora bien, en este sentido,
no cabe duda de que entre los discursos
científicos que la Europa colonial generó, el
más relevante en el ámbito de las ciencias
humanas fue la etnología.
No sólo Francia dominó colonialmente
África, otras potencias europeas lo hicieron.
Parece innecesario nombrar a la entonces
también poderosa Inglaterra, Bélgica, Portugal, a la Alemania anterior al tratado de Versalles, a Italia e incluso España. Pero todavía
produce pasmo, tal fue su magnitud, el observar sobre los mapas la gran extensión
personalidades privadas y numerosas firmas industriales y
comerciales. Cf. nota al pie 41.
3 / Michel Leiris anotó en su diario, dicho sea de paso, una
descripción de la España republicana: «Aquí y allá ondea la
bandera republicana. Una ca ll e, cuyo antiguo nombre ignoro ha
recibido un nombre nuevo por la supresión, en la placa de piedra
indicadora, de la cuarta y la última letra. Ahora se llama LEN
IN»... En un ed ificio público se ve que la corona monárquica ha
sido partida» Leiris, M. El África fantasmal. Pre-Textos, Valencia,
2007, pp. 27-28.
4 /Véase la relación en Paul Rivet y Georges-Henri Riviére, «La
Mission ethnographique et linguistique Dakar-Djibouti», en
Minotaure nº 2 (numéro spécia l). A. Skira, Paris, 1933. Todos
estos objetos y documentos se encuentran hoy depositados en
11
12
de lo que se dio en llamar el África Occidental Francesa (A.o.F), el África Ecuatorial
Francesa (A.E.F) y el resto de sus dominios en
el continente (colonias o protectorados): Mauritania, Senegal, Guinea (Conakry), Sudán
Francés (actual Malí), Alto Volta (Burkina
Faso, desde la independencia), Costa de Marfil, Togo, Dahomey (Benín, desde la independencia), Níger (A.o.F); Chad, Camerún, Gabón,
Congo Brazzaville y Oubangui Chari (República Centroafricana desde la independencia)
(A.E.F); además, habría que sumar, partes del
actual Marruecos, Argelia, Túnez, la Costa
Francesa de los somalíes (Djibouti), Madagascar, La islas Comores y La Reunión. Sin
que las cifras sean precisas, dada la precariedad de los medios y el difícil acceso a las
poblaciones muy desigualmente repartidas
en cuanto a su densidad, según el censo de
1936 el A.O.F tenía 14-488.828 habitantes; el
A.E.F, 3.000.000; Argelia, 5.500.000; Marruecos, 4.500.000; Túnez, i.900.000 y Madagascar, 3.500.000.5 La Misión Etnográfica y Lingüística Dakar-Djibouti recorrió gran parte
del África Occidental y Ecuatorial francesas
según un itinerario que atravesaba los actuales Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger,
Benin, Nigeria, Chad, Camerún, República
Centroafricana, borde septentrional de la
República del Congo, Sudán, Etiopía, Eritrea
y la República de Djibouti, donde llegó a
mediados de enero de 1933· Durante su recorrido, según el mapa político de la época,
la expedición liderada por Griaule cruzó diez
países bajo dominio francés; sólo Nigeria
(bajo dominio británico), la República del
Congo (entonces belga), Sudán (parte del
condominio anglo-egipcio), Etiopía (siempre
independiente) y la Eritrea italiana no lo
estaban.
La impronta colonial de la misión DakarDjibouti está inscrita en su proyecto desde
su concepción y justificación ante el mundo académico y la República. Puede apreciarse explícitamente en documentos en
apariencia de índole meramente científica,
como el folleto Instrucciones sumarias para
los recolectores de objetos etnográ.ficos,6 o
en la conferencia «Objetivos y método de
la próxima misión Dakar-Djibuti» (conferencia que pronunció Griaule en el Museo
de Etnografía del Trocadero la tarde de la
inauguración de la exposición que mostraba el material de intendencia de la expedición y las donaciones en especie de algunos
de sus patrocinadores privados);7 pero igualmente es llamativa esa impronta en documentos netamente políticos, como el Proyecto de Ley sometido a la Asamblea
Nacional y aprobado el 31 de marzo de 1931,
donde se imputó a la expedición una subvención de 700.000 francos.
Las Instrucciones sumarias para los recolectores de objetos etnográficos se publicaron, como reza su colofón, con los fondos
recaudados en la gran Gala de Boxeo organizada por Paris-Ring el 15 de abril de 1931
en el Circo de Invierno de París. En el combate, el campeón mundial de pesos gallo
Panamá Al Brown se enfrentó al campeón
de Francia de pesos pluma, Roger Simendé.
Aunque anónimo, dicho opúsculo lo redactaron Marce! Griaule y Michel Leiris a partir de los cursos impartidos en el Instituto
de Etnología de la Universidad de París y
su edición literaria corrió a cargo del «Museo de Etnografía (Museo Nacional de Historia Natural) y de la Misión científica DakarDjibouti». El objeto del folleto era instruir
a los colonos y a los administradores colo-
niales para que normalizarán y sometieran
a un canon estandarizado -según un sistema
de fichas, clasificaciones, entradas y categorías- lo que era habitual y azaroso, la colección de objetos indígenas «curiosos » (desde
el punto de vista exotista), considerados
documentos etnográficos desde el punto de
vista de los etnólogos. Recogidos, almacenados o vendidos sin ninguna información
asociada (lugar, fecha, etnia, nombre, uso,
etc.), los objetos perdían su valor informativo y documental. No se trataba de impedir
o perseguir ese hábito de, podríamos decir,
«coleccionismo salvaje», sino de que, dicho
con las palabras de la conferencia «Objetivos
y método... », «en lo que concierne a lascolonias francesas en las que tenemos la suerte de poder contactar con un personal de
élite que tales hombres funcionen, en cierto modo, como un apéndice nuestro y continúen nuestro esfuerzo ». Aprovechando la
estructura empresarial y administrativa colonial, el objetivo era «crear centros de estudio, núcleos de información», pues «conviene decirlo, los colonos han hecho estudios
sobre los pueblos y sobre las comarcas donde viven cuyo interés es capital para la historia de la humanidad y para la solución de
los problemas de la colonización». Esa era
la función de las Instrucciones sumarias...,
el ser un manual de adiestramiento para la
creación de aquellos centros de estudio o
núcleos de información proto-etnográfica
de base netamente colonial. Pues bien, las
instrucciones comenzaban con un breve
epígrafe definitorio sobre qué debía entenderse por etnografía, para pasar a otro no
menos breve donde se subrayaba su valor:
«No solamente es preciosa la etnografía para el estudio del hombre prehistórico, del
las siguientes instituciones francesas: Musée du Quay Branly,
Musée National d'Histoire Naturelle, Fonds Marcel-Griaule,
Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE, Université Paris Ouest
Nanterre La Défense y Bibliotheque littéraire Jacques Doucet.
5 / Hardy, Geoges, L'Afrique Occidentale Fran9aise, Librairie
Renouart-H. Laurens éditeur. Paris. 1937, pp. 47-48.
6 / lnstructions sommaires pour les collecteurs d'objets
ethnographíques, Musée d'Ethnographie (Museum National
d'Histoire Naturelle) et Mission cientifique Dakar-Djibouti. Paris,
Palais du Trocadéro. 1931.
7 / Esta conferencia, hasta ahora inédita, puede encontrarla el
lector traducida en el presente volumen. Su publicación nos ha
sido graciosamente concedida por la hija de Marce! Griaule, la
prestigiosa etnolingüísta Genevieve Calame-Griaule.
Informe del Proyecto de la Misión etnográfica y lingüística
Dakar-Djibouti. 4 de junio de 1930. © Bibliotheque centrale
du Muséum National d'Histoire Naturelle, París.
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cual restituye el medio, y del hombre moderno, sino que también aporta a los métodos de colonización una contribución indispensable, revelándole al legislador, al
funcionario y al colono los usos, las creencias, leyes y técnicas de las poblaciones indígenas, haciendo posible una colaboración
con ellas más fecunda y humana, conduciendo así a una explotación más racional
de las riquezas naturales». 8
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PROJET
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d'Lthnologie,anoien chal'g6 de m1aa1on
en hbyaain1e,de11MNrant
rue du 01Ct eau, Qjッオャァョ・M。イセエゥ@
( eine) 6.
&eaaibura lea >ecrftairea 06Dáraux de
l'Institut d 1 ::thnolot.1• de l'Uninrsit6 de Paria, I9I Rue a1nt-Jaoc¡ues
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Ldeaaieura ,
J'ai l 'honneur de vous soumettre lea propoaitiona
auivantes ,relativas 6. une ezP'dition aoientitlque que Je
projette d'ex . cuter a travers 1 1 /.f'rique et que J• d6airera1•
placer aous le patronage ef 1'eotit de 1 1 Inatitut d 'Etbnologie.
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congo Belge,le Soudan Anglo-Egyptien,1 1 b7eEinie.
cet itinéraire aera errectu• moitié par terre (moyena de
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Ethnographie
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1ipl. del 'Bc. des Hautes r..tudes
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Iº)Enquete extensiva en territoire colonial rranqaia.
Le but poursuivi dana cea contréea eat avant tout le
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draln6a par l•• oollectlon eurs ou par lea mia!lonnalrea acien•
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Jueque dane nos coloniea.Le tour1ame,aot1v1t6 qu'il taut oertea enoour•ger,eet un dea granda ennem1a
de l'obeervateur et oontribue.pour une lJira• part セ@ la dlaparltlon du falt et nographlque.or 11 se 、セカ・ャッー@
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et dana quelques anníea 11 ne sera plu• de cont•de atr1oa1ne
ou 11 ne sera poeslble de se reodre daos lee meilleurea oondlticna de confort et d a4our1t6.
Daos d'autrea oaa,,pour dea ralaoae 1nt4r1euree,dee tren•·
fol'llllltiona radloales a'op&rent ou aont suaoeptiblea de se produir• dan• dea paya jueque ャセ@
termia ou peu favorable• • la
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15
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venemants politiquee survenus dernierement dans ce paya auron) une rápercussion énorme sur sea institutions;l'avenement
du Roi Tafari et la disparition du parti conservateur hostile
aux étrangers va donner un essor considérable au.x entreprises
.européennes.Déja le roi a conclu un accord avec des organismes am6ricains pour l'utilisation du Lac Tana.Toute cette rágion sera transformée avant cinq ans.et il s ' agit du centre
de la culture classique des Amharas d'une part,et d'autre part
de populations a peu pres inconnues qui d'ailleurs subissent
de plus en plus profondément 1 1 empr1se de leurw conquérants
abyssins (Wohitos,Roums,Zellan etc)
La comn.e ailleurs, il sera bientot trop tard pour faire
des observations fruetueuses sur des civilisations ineonnues.
RESULTATS ENVISAGES.
Ils sont de deux ordres:matériels et moraux.
Je tiene a attirer spécialement l'attention sur l'intéイセエ@
qu'il y a de rassembler systématiquement des oollections
nombreuses accompagnées de tous les renaeignements concernant
ohaque objet (localisation ,aire de répartition,méthode de
fabrication,usage,nom,etc.) et de 、ッョ・セ@
des directivas a
ceux qui vivent sur le terrain et qui n'attachent pas toujours
assez d'importance a la valeur de cetse document&tion.
Le Musée d 'Ethnogruphie du tイッ」。、セL@
qui contient des
riohesses inestimables,ne possede,au point de vue africain
que peu de collections parfaitement déterminées et comprenant
des séries completes pour une contrée donnée.Par ailleurs,les
objeta manquent pour certaines イ←ァゥッョウNセャ@
importe de eombler
ces lacunes et de doter le premier musée ・エィョッァイ。ーゥセオ@
franqais de colleotions africaines inégalables,qui continueront
l'oeuvra de l ' Exposition Coloniale.
Il n'est pas inutile de rappeler que lea collectione
formées par des spécialistes pendant pres d'une année de travail (durée du passage de la mission sur les seules colonies
franqaises) peuvent atteindre une valeur dépassant de beaucoup les dépenses engagées par l'expédition ,dépenses déja
oouvertes en grande partie par les résultats d'un autre ordre .
Je donne qゥM、・ウ
セ ッオウ@
un aperqu sucoinot des résultats
envisagés :
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moraux
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セ@(
r•)colleotions ethnogrephiquea:
Instrumenta méoan1quea,vannerie,poter1e,
corderie,aparterie,teintures,armes de
guerre,de ohaaee et d 1 apparat,matfriel de
transport(navigation,portage,eto.)T3tements et parurea,ustensilee domeatiquea,
instrumenta agrioolea,objeta religieUJl,
instrumenta de musique,objeta esthétiquea,
Juridiquea et e.
2º)Collectiona botaniquea,minfralQóiques,entomolcgiquea,zoologiquea etc.
üº)toeuments photographiquea et 」ゥョ
ᄋセ@
tographiquea Hウ」セョ・。LエWーFQャッゥ@
et usage
des objeta etc)
º)Diaquea ーィッョセイ。ゥアオ・N@
5º)0baervationa ethnographiquea:
a)com1plément a la mise1on pr6c6dente au
po1nt de vue de l'Ab7a 1n1e.
b)Etude des ohitoa du Lac Tana.
o)Etud des populationa Kouer et セィQャッオォN@
d)Etude extens1ve faite durent tout le
vo¡&ge de certaines _ueations importantes
(habitat1on,nav1gat1on,transporta eto)
e)Enquates artisanalestcolon1es franqa1•e•
Iº) elat1ons créfea entre 1 1 Institut d'Ethnologie et le (UsJe d' :::thnographie d 'une
part et lea Colonias tranqaises d'autre
part.
セᄎIdゥイ・」エカ。@
donn6ea aux tonctionnairea de
bonne Tolonté pour effectuer des observat iona util1aablea et pour rassembler des
collect1one selon une méthode rationnelle
Indicstion des faite urgente n observar.
Entente avec ces 616ments pour une collaboration ultár1eure.
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)D6terminat1on chez les 6tudiants エイ。ョセウゥ@
d'un courant de sympathie en feveur des
études ethnolog1ques par la d1monstration
des lllllthodee enae1gn4es セ@ l'Institut d 1 Eth
nolog1e .Publ1c1t6 faite su セ。£・@
d' :thnograph1e.
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Marsella, 15 de abril de 1931 . «M. Mario
Roustan expone los objetivos de la Misión
Dakar-Djibouti». © Bibliothilque centrale du
Muséum National d'Histoire Naturelle, París.
M. Mario Roustan expose le but
de la Mission Dakar-Djibouti
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20
Esa impronta colonial se remonta a las
primeras memorias generales del proyecto
de la Misión del Museo de etnografía del
Trocadero, y también se aprecia explícitamente en textos netamente político administrativos como es el Proyecto de Ley presentado ante la Asamblea Nacional con el
fin obtener cobertura y financiación públicas. La primera memoria general del proyecto de la Misión es del mes de junio de
i930. Este primer esbozo irá tomando progresivamente forma, siendo sustituido por
otro muy similar fechado el día 2 3 de septiembre del mismo año. En la memoria, se
fija como uno de los objetivos principales
la «reunión de importantes colecciones y la
toma de contacto con los organismos administrativos y militares en vistas de una colaboración ulterior».9 No es baladí que la
memoria incidiese en estos aspectos, sobre
todo teniendo en cuenta que se pretendía
obtener apoyo político y económico oficial.
La Dakar-Djibouti debía convertirse en una
cuestión de estado, y en ello pusieron todo
su empeño desde el primer momento Marce! Griaule y George-Henri Riviere, gran
impulsor de la expedición y subdirector del
Museo de Etnografía del Trocadero. Así, tal
y como está escrito en la agenda de la Misión
de i931, el día 9 de enero, Marcel Griaule
se reunió con Gaston Palenski, entonces
Director del gabinete del diputado Paul Reignaud, quien le dio una serie de consejos
sobre cómo elaborar el texto base para la
redacción del proyecto de ley que debía presentarse ante la Asamblea Nacional. En la
agenda se puede leer:
«Consejos de Palenski para el proyecto de ley:
1° Exposición sumaria de las investigaciones
etnográficas alemanas (Frobenius).
9 /Véase la «Memoria de presentación de la Misión etnogrMica
y lingüística Dakar-Djibouti» (23 de septiembre de 1930),
depositada en la Bibliotheque centrale du Muséum national
d'histoire naturelle, París. También está digitalizada en los
archivos del Museo del Ouai Branly.
MARDI.
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Doble página de la Agenda de la Misión Dakar-Djibouti del
31 de marzo de 1931, día en que se aprobó la ley que
financiaba la expedición. Fonds Marce! Griaule,
Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE. Université de París
Duest Nanterre La Défense - France.
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2Q Necesidad de una gran misión etnográfica
destinada a formar personal sobre el terreno,
reunir colecciones a precios abordables, acumular objetos de cambio con otros museos,facilitar
investigaciones científicas diversas.
3ª Plan de la misión.
4Q Efectivos y ejecutantes: un profesor del
«College de France, etc...»
Patrocinios y garantías
Por estas razones proyecto de ley siguiente:
1Q Una misión de investigaciones etnográficas y paleontológicas se ha constituido
con el motivo...
2ª Se requerirá del presupuesto del ejercicio 193cr1931 una suma de 400.000 francos,
y sobre el presupuesto del ejercicio 1931-1932
una suma de 300.000 francos. Destinados a
sufragar los gastos de la misión llamada
Dakar-Djibouti». 'º
El proyecto de ley presentado por el Ministro de Instrucción Pública y de las Bellas
Artes Mario Roustan, reproduce el esquema
anterior y toma párrafos enteros de las memorias generales de la Misión. El texto, reproducido en la revista de la Société des .
Africanistes, 11 no tiene desperdicio. Como
en las diferentes memorias y en las Instrucciones sumarias, lo cual adquiere visos de
obsesión, se insiste que el tiempo se acaba,
que el contacto cada día más íntimo de los
europeos con los indígenas hace que las
instituciones, las lenguas y las técnicas desaparezcan y que los objetos «sean drenados
por los coleccionistas o las expediciones
extranjeras». El mismo efecto tiene el turismo, «actividad que hay que alentar», pero
que es «uno de los grandes enemigos del
observador... y contribuye a la desaparición
del hecho etnográfico». Pero la justificación
de la Misión, que hemos dicho repite los
10 /Véase, Agenda/, 1931. depositada en los «Fondos Marce!
Griaule». en la Universidad Paris X-Nanterre.
11/Tomo1, 1931. pp. 300 y ss.
21
22
argumentos de fomentar una colaboración
«más humana y más fecunda» con las poblaciones indígenas para alcanzar una explotación más racional de las riquezas naturales, se inscribe en el marco de la
competencia y los conflictos de prestigio y
hegemonía de las potencias coloniales. En
particular, la necesidad y utilidad de la Misión se conecta con la carencia en Francia
de un museo de etnografía a la altura de los
que poseían otras naciones del concierto
colonial. Sí, se subraya, «numerosos colonos,
a lo largo del siglo XIX, han enriquecido la
metrópoli, con sus colecciones, ya sea que,
· como viajeros, se hayan aventurado en regiones entonces desconocidas, que, siendo
militares, hayan sido parte activa de la colonización, o que, en tanto administradores,
comerciantes, ingenieros, misioneros, médicos o sabios no especializados en los estudios etnológicos» se hubieran dedicado a
exceder su actividad propia ensanchando el
acervo francés. He aquí pues toda la constelación de los agentes de la colonización.
Pero Francia, afirma el proyecto de ley, no
dispone de instituciones museísticas como
las fundadas por las otras naciones, instituciones como «el Museo del Congo Belga en
Bruselas-Tervueren, el Instituto Colonial de
Ámsterdam o la Institución Smithsoniana
en Washington, etc.» Con todo, el ministro,
en declaraciones a la prensa un mes antes de
someter al parlamento el proyecto de ley,
formuló un curioso bucle entre necesidades
museísticas, explotación racional de las colonias, «humanismo» y orden público y militar. Inglaterra, no mencionada en el proyecto, es aquí el ejemplo: los ingleses lo han
comprendido bien, al crear en Costa de Oro,
en 1922, un «Servicio de Antropología, es
decir de etnología, reclamado desde hacía
tiempo por los gobernadores y que, apenas
instalado, tuvo ocasión de justificar su existencia..., el hecho merece ser traído aquí: la
administración inglesa estaba a punto de
tomar, a propósito de un objeto sagrado venerado por los ashanti, una medida aparentemente anodina pero que hubiera fatalmente provocado una insurrección en el interior
de la colonia. Advertido, el jefe del servicio
de antropología previno al gobernador del
peligro inminente. El objeto fue respetado
y los espíritus se calmaron. Así se evitaron
los gastos de una expedición de represalia
y se ahorraron muchas vidas humanas» .12
En cualquier caso, los objetivos que se le
asignan a la Misión son de una magnitud
considerable, abarcando la etnografía, la
arqueología, la lingüística, la musicología y
las ciencias naturales.
Para subsanar esa falta de sistematicidad,
de rigor científico en la recogida de objetos
museables y de las observaciones etnográficas, se creó el Instituto de Etnología de la
Universidad de París, sigue exponiendo el
proyecto de ley, «cuyos maestros imparten
enseñanza a los futuros colonos y, a la vez,
a los que desean especializarse en las ciencias etnológicas». De forma análoga, el texto acaba asegurando que, lejos de limitarse
a sus propios trabajos, la misión «comunicará a los colonos sus métodos, alentará sus
investigaciones y establecerá relaciones perdurables entre ellos y los establecimientos
científicos de la metrópoli». Así las cosas,
no es sorprendente que las primeras líneas
del texto de lo que finalmente fue ley establezca una conexión directa entre el proyecto de la misión etnográfica y la Exposición
Colonial Internacional de 1931 1 que según
12 / «M. Mario Roustand expose le but de la Mission DakarDjibouti», en PetitProvenyal, Marsella. 16 de abril de 1931.
el Ministro de Instrucción Pública debía de
mostrar al mundo el interés de Francia por
el estudio «de las civilizaciones de nuestras
posesiones de ultramar».
Colonialismo, exposiciones y negaciones
En el contexto de la crisis económica de
los años 30 1 el gobierno francés puso todo
su empeño para que la Exposición de 1931
fuera un éxito que defendiera la importancia de las colonias cuando muchos cuestionaban su necesidad. Inaugurada en París
pocas semanas antes de la partida de Misión,
todavía incluía lo que se había convertido
en una atracción muy popular, los «Vtllages
No ir es». El fenómeno de los セ@ Villages noirs »
se caracterizó principalmente por la puesta
en escena de la alteridad exótica en toda su
extrañeza. Retomados por las Exposiciones
Universales, Coloniales y Regionales, habían
sido empresarios privados quienes previamente los habían llevado a lugares como el
fardín de Aclimatación de París o los Campos
de Marte. Cerca de 30 Exposiciones se realizaron en Francia en el intervalo de 1900
a 1937 y, sin duda, la de París de 1931 fue
la más importante. Especialmente durante
el periodo de entreguerras, las Exposiciones
fueron un dispositivo muy relevante para
la difusión de la ideología colonial. Teóricamente, en ese periodo ya no se trataba de
mostrar la alteridad exótica en tanto mero
objeto de curiosidad y entretenimiento de
masas, como había sido la tónica a finales
del siglo XIX y principios del xx. Ahora se
trataba de mostrar al público que, a pesar
de las diferencias de aspecto y de la rareza
de las costumbres «indígenas», estas poblaciones habían aportado, aportaban y debían
seguir aportando todavía más cosas positi-
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Tajeta postal de la Primera Guerra Mundial «En Alsacia Tirail/eurs senega leses rechazando un ataque».
Colección Nicolás Sánchez Durá.
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Lucien Jonas, Cartel «Jornada de la armada de África y
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1917. Bibliotheque Forney, Vi ll e de Paris.
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vas al futuro de la República francesa. Un
argumento clave, que defendieron políticos
y militares interesados en las cuestiones coloniales, fue el del papel que las tropas coloniales durante la Primera Guerra Mundial.
La Gran Guerra había dado la oportunidad
de ver combatir por Francia a los oriundos
de las colonias, que murieron y sangraron
por decenas de millares en los frentes de
las grandes batallas. En lo que respecta a
África son conocidas las compañías de zuavos y los famosos Tirailleurs du Sénégal,
denominación que refiere a todas las tropas
provenientes del África Occidental Francesa y no sólo del actual Senegal. Los «salvajes» se habían convertido en «indígenas»,
hijos de la República francesa. Ese cambio
se hizo patente también en la iconografía.
El tirailleur se convirÚó en un icono utilizado en la publicidad y ganó protagonismo
en las tarjetas postales de carácter bélico
que se difundieron durante este periodo,
al combatir en zonas tan sensibles para el
espíritu patriótico como Alsacia. En el ámbito comercial, la publicidad del desayuno
Banania es el ejemplo más claro. El célebre
cartel que De Andreis pintara en i915, y
que tuvo sucesivas versiones en la posguerra (1920, i927 ... ), se diseña en el momento en que los primeros batallones senegaleses, que han sufrido grandes pérdidas,
comienzan a ser licenciados para integrarse en lo sucesivo en regimientos mixtos
(uno de cada cinco no volverá a casa). En
cualquier caso, de los cerca de cuatrocientos
carteles que se publicaron durante la guerra
y en la inmediata posguerra, sólo se dedicaron apenas una docena a las tropas africanas. Los tres primeros, publicados en junio
de i917, lo fueron para rendir homenaje al
23
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E n Alsace. -
Tir ailleurs sCnéga lai:;
rep o u s.':icu1/
un e ultaqt:c.
De Andreis, cartel «Bananian, 163 x 123 cm. Camis, Paris,
1915. Bibliothéque Forney, Ville de Paris.
«Negros embarcados mirando al marn. Copia sobre papel
baritado. Collection Gérard Lévy, París.
Cartel «Exposición Colonial-Marsella 1906, desde el 15 de
abril al 15 de noviembre». David Dellepiane 120 x 160 cm.
Moullot, Marsella.© FR ANDM 9Fi575.
Tarjeta postal de la Exposición Colonial de Estrasburgo,
«La sala de las danzas», 9 x 14 cm. 1924.
Collection Gérard Lévy, París.
Tarjeta postal de la Exposición Colonial de Marsella, 1922.
«Palacio del A.D.F. Un grupo de danzantes senegaleses».
Collection Gérard Lévy, París.
«Mujeres con discos labiales ataviadas con paletós»,
9 x 14 cm. Oubangui, África Ecuatorial Francesa.
Collection Gérard Lévy, París.
«El profesor Bergonier dando una conferencia sobre las
mujeres con discos labiales de Centro África en el Jardín
de Aclimatación de París», 1928. Copia sobre papel
baritado, 12'8 x 17'9 cm. Collection Gérard Lévy, París.
BANANIA
valor de esas tropas en la [ornada del Ejér-
cito de África y de las Tropas Coloniales.
1
3
El anuncio de Banania, supone una imagen
exótica pero «simpática», el negro, un tirailleur uniformado, ya no come cosas horrorosas, desayuna lo mismo que cualquier
ciudadano de la metrópoli y, de siempre, las
diferencias extremas en la dieta se habían
considerado un síntoma de salvajismo (o, en
el extremo, de cierta inhumanidad). Es más,
en este caso el anuncio dice que el delicioso
desayuno «es para estómagos delicados». Con
todo, habla mal para expresar su satisfacción,
«Y'a bon ».
Después de la guerra de i914-18, la
primera gran Expos ición Colonial organizada en Francia fue la de Marsella del año
1922 . En ella se escenificó el mundo colonial y sus poblaciones. Pero ya no se tra13 /Véase Bachollet, R., Debost. J.B., Lelieur. A.C. y Peyriére,
M.C. Négripub. L'image des noirs dans la publicité. Somogy,
Paris, 1994. Para los Tirailleurs y sus representaciones
cinematográficas, véase Bloom, P.J. French Colonial
Documentary, University of Minnesota Press, Minneapolis,
London, 2001, pp. 35-65.
taba só lo de crear espacios ficticios que
abstraían a los individuos de su contexto
social y no permitían al ciudadano más
que ver reproducidos los habituales estereotipos sobre el continente africano y sus
poblaciones; sino que, aún siendo los "Vill ages Noirs" una de las principales atraccio nes, se reunió cuantiosa información
en forma de estadísticas, informes y documentos oficiales sobre las colonias. En ellos
se reflejaban en términos económicos los
beneficios que Francia extraía o extraería
a la larga de las colonias, a la vez que se
mostraba cómo la población indígena participaba en ese sistema y contribuía a su
funcionamiento. No obstante, los «Villages
Noirs » o «Villages Africains», como se llamaron en ocasiones, siguieron reproduciendo - si bien atildados con afeites huma-
nistas- los mismos es tereotipos que se
difundieron en las exposiciones anteriores
a la Primera Guerra Mundial. Los «Villages »,
ya "Noirs" ya "Africains", seguían siendo
espacios reservados para el exotismo. Además, la dimensión divulgativa no era en
definitiva el elemento principal que atraía
al vulgo, sino el elemento mistérico derivado todavía de las ensoñacianes primitivistas
Otras exposiciones, como la Estrasburgo o
Grenoble, siguieron a la Exposición Colonial
de Marsella. Huelga decir que las tarj etas
postales y fotografías en formato tarjeta de
visita seguían la línea de las de Marsella.
Si el visitante adquiría toda la serie, podía
recorrer nuevamente el trayecto de la Exposición con sus protagonistas, sin moverse de su casa: la puerta de entrada, los diferentes gremios y actividades, etc.
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Tarjeta postal de la serie La divulgación Etnográfica.
«Las mujeres con discos labiales. Felicidad en el
poblado», 9 x 14 cm . Collection Gérard Lévy, París.
30
El día 6 de mayo de i931 se inauguró la
Exposición Colonial Internacional de París
con la presencia del presidente de la República Gastan Doumergue y el Mariscal Lyautey, héroe colonial y comisario General de
la Exposición. En los meses que duró, tuvo
más de treinta millones de visitas, incluidas
personalidades como el rey y la reina de
Bélgica, la reina de Holanda o representantes de los gobiernos de Inglaterra, Italia o
Portugal. El lugar elegido para su emplazamiento fue el bosque de Vincennes, lugar
en el que todavía hoy pueden encontrarse
vestigios del gran evento. Sin duda alguna,
el más importante es el edificio de la actual
Cité nationale de l'histoire de l'inmigration,
un edificio que albergó lo que se conocería
como Museo permanente de las colonias y
del que destaca su fachada, donde están talladas en piedra las principales gestas coloniales del imperio francés y los nombres de
sus protagonistas.
Para hacerse una idea de la magnitud
del evento, basta con ver el plano de la Exposición e imaginarse i 10 hectáreas de terreno ocupadas por edificios representativos
de la arquitectura local y monumental de
las colonias francesas, así como de los territorios confiados por la Sociedad de Naciones
después de la Primera Guerra Mundial. Además, en la Exposición Colonial se reservó
un espacio a las principales potencias coloniales europeas: Bélgica, Italia, Holanda,
Estados Unidos, Dinamarca, Portugal, etc.,
con una gran ausente, Inglaterra. Así, el
bosque de Vincennes ofrecía la oportunidad,
tanto a la población francesa como a los
turistas de paso por París, de obtener una
visión de conjunto del universo colonial en
ese momento.
«Inauguración de la Exposición Co lonia l de París, 1931.
Vincennes». 6 de mayo de 1931. Copia sobre papel
baritado. 11'1x16'8 cm. Collection Gérard Lévy, París.
«Museo de las colon iasn. Inauguración de la Exposición
Co lon ial de París, 1931 Copia sobre papel baritado.
12'9 x 17'5 cm. Collection Gérard Lévy, París.
«Inauguración de la Exposición Co lonial de París, 1931.
Vincennes». 6 de mayo de 1931. Copia sobre papel
baritado. 11'1x16'8 cm. Collection Gérard Lévy, París.
Portada de la publicación infantil Benjamin. Aux co/onies!
Suivez le guide, ed Benjamin. Numéro spécial vacances
du Journal Benjamin (Le Journal comme papa).
Bibliothéque L'Heure Joyeuse, París.
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Además de los pabellones coloniales, la
Exposición reservó un espacio a la Francia
metropolitana. En él se presentaron los principales logros de la tecnología moderna.
Otro de los edificios importantes fue la Cité
des informations, un edificio moderno donde el visitante obtenía información sobre el
imperio colonial francés y que a su vez le
servía de introducción de lo que podría ver
durante su recorrido. De las secciones que
más llamaron la atención del público destacan dos: Indochina y el África Occidental
Francesa. El éxito de la primera se debió
principalmente a la reconstrucción de una
parte del famoso templo de Angkor; el del
África Occidental Francesa, a sus construcciones inspiradas en la arquitectura saheliano-sudanesa y las danzas africanas. En este
segundo caso, lo más curioso es que la mezc
quita de Djenné, considerada durante mucho
tiempo un arquetipo de arquitectura sudanesa, fue construida por orden de un administrador colonial francés y mal recibida por
la población local que se negaba en la medida de lo posible a acudir allí para rezar.
Llamativos slogans y carteles propagandísticos invitaban al público a asistir a la
Exposición: «Una vuelta al mundo en un
día», «El viaje más bello a través del mundo ». «¿Sabía usted que Francia era tan grande? ». '4 Mediante propaganda, prensa y radio
convocaban al potencial espectador para que
acudiese a la Exposición. En las diferentes
secciones, había restaurantes donde el visitante podía degustar platos típicos de cada
uno de los países representados, incluida
como no, la cocina francesa. Además de los
restaurantes, en cada una de las secciones
se había habilitado una zona para la venta
de productos típicos de las diferentes regio14 / Lemaire. Sandrine. «Le «sauvage" domestiqué par la
propagande coloniale". Nicolas Bancel; Pascal Blanchard;
Gilles Boetsch; Éric Deroo; Sandrine Lemaire (Eds.). en Zoos
humains. Au temps des exhibitions humaines, La Oécouverte,
Paris. 2004. p. 278.
31
nes, así como puestos donde se proponían
al visitante actividades diversas. Estos estaban dirigidos por presuntos nativos: en algunas fotografías de la Exposición puede
verse a los camelleros paseando a los asistentes por la sección de África; a los piragüistas, generalmente venidos de Dahomey
(Benin) o de La Martinica, cruzando a los
visitantes de una parte a otra del lago Daumesnil; a los comerciantes y artesanos vendiendo recuerdos e imitaciones de objetos
tradicionales y rituales, etc.
Cada sección de la Exposición tenía su
día de fiesta. En el capítulo del Rapport gé-
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neral de l'Exposition Coloniale Internationale dedicado a la vida de la sección del África Occidental Francesa, puede leerse: «Sur
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Amulette en la Exposición C 1 . 1Pans de 1931. «La familia
Benjamin. Aux coloniesl S o on;a n, doble página de
Numéro spécial vacanc.es セカコ@
e gwde, ed Benjamin.
comme papa). Bibliotheque セh@ ournaJI Benjamin (Le Journal
eure oyeuse, París.
«Gentío visitando los puestos». Exposición Colonia l de
París, 1931. Copia sobre papel baritado, 13 x 18 cm.
Collection Gérard Lévy, París.
cadraient les cases rondes du camp des gardes, des séances de danse avaient lieu pendant le jour ». 1s De forma rotatoria, pasaron
por la·sección algunas de las etnias supuestamente más pintorescas de los países bajo
jurisdicción francesa. Fue el caso de los dogón, que tanto llamaron la atención de Marcel Griaule con sus danzas de máscaras durante la misión Dakar-Djibouti. En el mismo
Rapport géneral... puede leerse:
«La Sección disponía de cuatro grupos de
danza: los bailarines de Dahomey, los de Bandiagara, el tam-tam acrobático de Man, el tam-tam
de los niños de Man, a los cuales se añadía el
tam-tam de las jóvenes de Siguiri. Los diversos
grupos de bailarines dieron por turno rotativo
varias sesiones de danza por día, hasta el momento en el que la llegada de los primeros fríos
obligó a repatriarlos a sus pueblos». 16
Desde el mes de mayo hasta el mes de
noviembre de i931, todos los domingos por
la tarde un cortejo de «indígenas» desfiló
por la Gran Avenida de las Coloni as. Los
espectáculos se presentaban de forma alterna; un día «La Feria africana», otro «El Mundo Colonial que baila y canta», otro aún «Las
noches coloniales » y finalmente, «El adiós
a las colonias ». Los espectáculos hicieron
acudir masivamente a la población durante
más de i 50 representaciones repartidas durante el tiempo que duró la Exposición. 17
Pero, ¿en qué aspectos insistían las fotografías que se hi cieron y difundieron?
¿Qué imagen se dio de la Francia colonial,
y en particular, de las colonias del co ntinente africano? Como en el caso de las
Exposiciones anteriores, aunque ahora con
toda una parafernalia mistificadora, la Exposición Colonial en general y las represe ntaciones fotográficas en particular, re15 / Rapport géneral de /'Exposition Colonia/e lnternationale.
Tome V, 2éme partie, Paris, 1931 , p. 303.
16 / Rapport géneral de /'Exposition Colonia/e lnternationale.
Op. cit.. p. 304.
33
17 /« Numerosas fiestas se desarrollan en el curso de la
Exposición: fiestas coloniales (Indochina, de África Negra, de
África del Norte, de las antiguas colonias): fiesta del turismo
colonial, anunciada por la Gran semana de París y que será, al
mismo tiempo, la fiesta de las Elegancias; fiestas militares y
ecuestres». Demaison, André. Exposition Colonia/e
lnternationale. Guide officie/, ed. Mayeux, Paris. 1931, pp. 25-27.
«Paseo en camello en el pabellón del África Occidental
Francesa)). Exposición Colonial de París, 1931. Copia sobre
papel baritado. Collection Gérard Lévy, París.
34
afirmaban el racismo popular. Como ha
señalado Catherine Coquery-Vidrovitch, la
Exposición Colonial de París presentó un
«azar mitificado». 18 La reconstrucción de
los «Villages Noirs » se mostraba al público
como una realidad colonial: «De hecho se
trataba de un personal que había sido reclutado por las administraciones imperiales, asalariados que estaban ahí para representar imágenes coloniales llamadas a
convertirse posteriormente en «imágenes
verdaderas» publicadas muy ampliamente
en la prensa de la época. 19 La autora reafirma su tesis mostrando cómo las representaciones ofrecidas durante la Exposición
fueron retomadas por la prensa de la época como si de la realidad se tratase. André
Demaison, uno de los escritores coloniales
france ses más conocidos del periodo de
entre guerras, subrayó en la Guía Oficial
de la Exposición Colonial que el visitante
se había dirigido allí no sólo por distracción, sino «porque habéis sentido que la
gran colectividad humana llamada FRANCIA
tenía hoy unos horizontes más vastos que
los que estáis habituados a considerar sobre
el mapa de Europa ». º
Los medios de comunicación difundían
una imagen precisa del indígena como figurante, y en la medida en que esto sucedía,
los espectadores que se acercaban esperaban que lo que iban a ver se correspondiese con esas representaciones periodísticas.
Por otro lado, tanto las fotografías en formato tarjeta de visita como las postales
vendidas ofrecían una imagen exotizante
y magnificada del continente africano. La
serie de tarjetas postales se cuenta por más
de mil. Mostraban los pabellones desde todas las perspectivas imaginables, ofrecían
2
18 / Coquery-Vidrovitch, Catherine. <<Apogée et crise colonials»,
en Pascal Bl anchard; Armelle Chatelier (Oir.), lmages et
co/onies. Syros/ACHAC. 2003, p. 28.
19 / Coquery-Vidrovitch, Catherine. Ibídem, p. 29.
al visitante la posibilidad de comprar imágenes coloreadas, vistas nocturnas de las
avenidas, monumentos de la exposición, etc.
En general, en las postales no hay público
presente. Los auténticos protagonistas son
los edificios, las calles, las fuentes de la Exposición. Algunas tomas confunden. Viéndolas, el espectador desprevenido no sabría
diferenciar si está en París o en África. Pero no en un África colonizada, sino pura,
arcaica, tradicional, salvaje y fantaseada. Por
el contrario, las fotografías en formato tarjeta de visita ofrecían una perspectiva diferente. En la medida en que eran hechas
por fotógrafos profesionales dentro del recinto y vendidas como souvenir a los visitantes, éstos podían sentirse parte integrante de la Exposición, llevarse un recuerdo a
casa de la fiesta a la que habían asistido,
valorar la cantidad de gente que había acudido para ver tal o cual espectáculo, o simplemente, verse a sí mismos posando en
alguno de los lugares emblemáticos del recinto. Hay que añadir, además, las fotografías que los visitantes hacían con sus propios aparatos fotográficos.
«Paseo en camello en el pabellón del África Occidental
Francesa)). Exposición Colonial de París, 1931.
Copia sobre papel baritado 13'2 x 18'1 cm.
Collection Gérard Lévy, París.
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Exposición Colonial de París, 1931. Copia sobre papel
baritado. Collection Gérard Lévy, París.
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Álbum fotográfico privado de la Exposición Colonial
Internacional de París, 1931 . Colección Hasan
G. López Sanz.
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«Fábrica eléctrica, un motor diesel y el gran cuadro».
Bamako, Malí. Copia argéntea 13 x 17'5 cm. c. 1900.
Agencia económica de Francia de ultramar.
© FR ANOM 30Fi11/49.
«Plantación de tabaco». Bobo-Dioulaso, Alto-Vo lta
(Burkina Faso). Copia argéntea 10'7 x 15'3 cm. (1930/1936).
40
Se ha sabido que la mayoría de los «indígenas» de la Exposición Colonial había
frecuentado la escuela profesional. Seis de
ellos, malgaches, incluso obtuvieron permiso para permanecer en París tras el cierre
de la Exposición con el fin de seguir con sus
estudios. En otros casos, se trató de trabajadores remunerados que en función de su
origen gozaban de un estatus u otro. Por
ejemplo, los artesanos-comerciantes de Túnez y Marruecos habían hecho construir
tiendas. Se beneficiaban de un régimen cercano a la concesión, pagando una retrocesión de los beneficios al comisariado de la
sección tunecina o marroquí. No existen
datos precisos sobre esta cuestión, pero sí
se sabe que éstos tenían incluso horarios
regulados y un día de fiesta por semana, en
principio el lunes, el día de menor afluencia
de público.
20 / Demaison, André, «Adresse au visiteur», en Exposition
Colonia/e lntemationale. Guide offcie/, op. cit., p. 17.
Agencia económica de Francia de ultramar/ Gobierno
General de África Occidental Francesa.
© FR ANOM 30Fi/53.
«Bobo-Dioulaso. La estación». Alto Voila (Burkina Faso).
Copia argéntea. 13 x 18 cm. (1920/1939). Agencia
económica de Franc ia de ultramar/Servicio intercolonial
de información y documentación.© FR ANOM 30Fi6/72.
«Algodón irrigado». Sudán Francés. Copia argéntea
11'5 x 16'5 cm. c. 1900. Agencia económica de Francia de
ultramar. © FR ANOM 30Fi8/93.
«Ferrocarril de TN [Thies-Niger], locomotora Mikado».
Senegal. Copia argéntea 11'5x16 cm. c. 1900. Agencia
económica de Francia de ultramar.© FR ANOM 30Fi30/13.
«Ferrocarril de Dakar-San Luís [de Senega l], interior del
vagón restaurante». Senegal. Copia argéntea 11'5 x 16 cm.
c. 1900. Agencia económica de Francia de ultramar.
© FR ANOM 30Fi30/9.
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«Bobo-Diulaso. Los indígenas viajan en el tren»
Halto-Volta !Burkina Faso). Copia argéntea 11'8 x 14'8 cm.
c. 1900. Agencia económica de Francia de ultramar.
© FR ANOM 30Fi6/66.
«Segou. El poblado nuevo». Sudán Francés !Malí). Copia
argéntea 11x16 cm. c. 1930. Agencia económica de
Francia de ultramar.© FR ANOM 30Fi13/17.
«Niénébale. Poblado de colonización». Sudán Francés.
Copia argéntea 13 x 18 cm . Agencia económica de Francia
de ultramar. © FR ANOM 30Fi13/8.
42
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«Hipopótamos abatidos». Camerún. Copia argéntea
13x18 cm. (1919/1939). Agencia económica de Francia de
ultramar/Agencia económica de las colonias autónomas y
de los territorios bajo mandato. © FR ANOM 30Fi61/16.
«Jefe de cantón dirigiéndose a sus administrados».
Banfora, Alto-Volta (Burkina Faso). Copia argéntea
12 x 16'2 cm. (1930/1936). Agencia económica de Francia
de ultramar.© FR ANOM 30Fil/3.
«Sedhiu. Escuela rural, clase al aire libre». ·senegal.
Copia argéntea 11'5x16'5 cm. c. 1900. Agencia
económica de Francia de ultramar.© FR ANOM 30Fi26/54.
«Niños de una guardería católica». Yaoundé, Camerún.
Copia argéntea 12'5 x 16 cm. 1931. Agencia económica de
Francia de ultramar/Congregación de los padres del Santo
Espíritu.© FR ANOM 30Fi64/9.
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«Guardería de la M
comiendo». Yaounc
12 x 16'3 cm . (1930/
de ultramar/Gobier
Francesa. © FR AN
«Guardería de la Misión católica. Grupo de huérfanos
comiendo». Yaoundé, Camerún. Copia argéntea
12 x 16'3 cm. (1930/1936). Agencia económica de Francia
de ultramar/Gobierno General del África Occidental
Francesa . © FR ANOM 30Fi64/29.
45
«Tatuajes bamiléké». Camerún. Copia argéntea, 11x16 cm.
(1919/1939). Agencia económica de Francia de ultramar/
Agencia económica de las colonias autónomas y de los
territorios bajo mandato.© FR ANOM 30Fi64/123.
«Escarificaciones bamiléké». Camerún. Copia argéntea,
11x16 cm. (1919/1939). Agencia económica de Francia de
ultramar/Agencia económica de las colonias autónomas y
de los territorios bajo mandato.© FR ANOM 30Fi64/125.
«Manatí". Camerún. Copia argéntea 12 x 16 cm (1919/1939).
Agencia económica de Francia de ultramar/Gobierno
General del África Ecuatorial Francesa.
© FR ANDM 30Fi65/47.
«Capitanes". Copia argéntea 12 x 16 cm (1919/1939).
Agencia económica de Francia de ultramar/Gobierno
General del África Ecuatorial Francesa.
© FR ANDM 30Fi65/54.
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Portada de la primera edición de la obra de André Gide
Voyage au Congo suivi du Retour du Tchad, illustrée de
soixante-quatre photographies inédites de Marc Allégret.
Gallimard, Paris, 1929. Colección particular.
Lo dicho muestra pues una realidad compleja, no exenta de tensiones y conflictos de
puntos de vista. Pero a pesar del cambio de
percepción general debido a la quiebra antropológica de la Gran Guerra - donde el
indígena ya no es percibido como salvaje
indómito y las poblaciones europeas tienen
una concepción más escéptica o pesimista
de «su» civilización- , ese viraje se inscribe
todavía en la lógica «civilizadora» coloni al
oficial, como puede apreciarse en la innúmera cantidad de documentos fotográficos
producidos por la Agencia Económica de la
Francia de Ultramar y otras instituciones
de la administración colonial: fotografías
del trabajo fabril, de las grandes explotaciones agrícolas, de infraestructuras y vías de
comunicación, de los administradores coloniales dirigiéndose a las poblaciones, nuevos
poblados de coloni zación construidos junto
a los asentamientos nativos, escenas de caza, evangelización ... y representaciones étnicas objetivantes que a menudo siguen el
mismo canon que las taxonomías botánicas
y zoológicas. Se aprecia también en las publicaciones infantiles, incluidas las aparecidas para dar noticia a los niños de la Exposición de i931, y en los cuentos edificantes o
de propaganda evangelizadora. De hecho, las
Exposiciones Coloni ales son la expresión
simbólico-política de esa lógica civilizadora.
Pero todo ello convivía con críticas de
la colonización y de la propia civilización
que el colonialismo decía querer extender.
No por azar André Gide dedicó a la memoria de Joseph Conrad su ácido Voyage au
Congo et Retour clu Tchacl (i929 ), ilustrado
fotográficamente por el entonces joven Marc
Allégret, su compañero de viaje (1924-25),
que debutó cinematográficamente con una
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Portada del libro infantil La tamil/e Bobichon á /'Exposition
Colonia/e, Berger-Levrault Éd., Paris, 1931. Bibliotheque
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Portada del cuento Dick et Nique ou le tour du monde en
24 heures, N.R. Money Éd., Paris, 1931. Bibliotheque
LHeure Joyeuse, París.
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película del mismo título. Los surrealistas y
los comunistas también lanzaron la consigna de no visitar la Exposición Colonial. Para los comunistas y los sindicatos de izquierda, la Exposición no era más que otra forma
de explotación. En los «poblados africanos»
los observados estaban separados de los
espectadores por una valla. En la actividad
económica se les explotaba y ahora, al exponerlos, se les humillaba convirtiéndolos
en objetos de consumo. De forma paralela
a la Exposición Colonial, otra exposición
titulada «La verdad sobre las colonias» fue
organizada y presentada por la ccrn,
L'Humanité y La Liga contra el Imperialismo
y la Opresión Colonial en el Pabellón de los
Soviets, anexo de la Casa de los sindicatos.
La contra-exposición duró 8 meses, desde
el mes de julio de 19 31 hasta febrero de
1932. En ella se mostraba la cara más cruda
de la acción colonial francesa en los territorios de ultramar. 21 Fotografías sobre las guerras coloniales, dibujos satíricos, gráficos
sobre los beneficios obtenidos gracias a la
explotación de los territorios colonizados,
etc. Además de la contra-exposición, los
comités de lucha repartieron octavillas en
lengua malgache o francesa con consignas
denunciando la opresión de los imperialistas explotadores, afirmando que la obra
civilizatoria no era más que pura hipocresía con una innoble cara oculta. Otras octavillas en qu6c-ngu advertían a los amnamitas de que se les había hecho venir a la
Exposición para servirse de ellos «como de
una tropa de extrañas bestias» y hacer de
21 /Sobre la oposición comunista a la Exposición Colonial,
remitimos a los siguientes artículos: Charles-Robert Ageron.
«L'Exposition coloniale de 1931. Mythe républicain ou mythe
impérial7», en la revista on-line Études Coloniales. http.//
etudesco/onia/es.canalb/og.com/; Catherine Alcacer,
«Synthése», en Pascal Blanchard; Armelle Chatelier (ed.). en
lmages et co/onies, op. cit.; la ya citada Catherine Coquery-
Vidrovitch, <<Apogée et crise colonials», Ibídem y Catherine
Hodeir. «Etre «indigene» aux Expositions: Paris 1931 et Paris
1937», en Pascal Blanchard; Stéphane Blanchoin; Nicolás
Bancel; Gilles Boetsch; Hubert Gerbeau, L'Autre et Nous
«Scénes et Types» Syros/ACHAC, Paris, 1996.
Cubierta del cuento infantil Le pelerinage de deux petits
noirs. Cante d'année Sainte, Imp. Franciscaine
Missionaire, Vanves, 3" Edición 1932. Colección Nicolás
Sánchez Durá.
Viñeta del cuento i1
noirs. Cante d'anné
Doble página del cuento infantil Le pelerinage de deux
petits noirs. Cante d'année Sainte, 1932.
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ellos «una banda de monos para un parque
zoológico» . El Socorro Rojo Internacional
imprimió panfletos anticolonialistas de título «La verdadera guía de la Exposición
Colonial» , que contenían cifras sobre «la
represión en las principales colonias francesas », a la vez que dibujos ilustrando «violencias y masacres ». Lo mismo hizo el Partido Comunista que explicaba a los obreros
franceses: «El imperialismo francés lucha
para conservar y explotar las colonias. El
Partido Comunista lucha por la liberación
e independencia de las colonias», o «Los
pueblos coloniales no piden gobernantes
social-fascistas . Lo que reclaman es la independencia ».
El colonialismo, como rezaba un cartel
del PCF y de la CGTU, era riqueza para unos,
y pobreza para la mayoría; expolio de las
riquezas autóctonas, especialmente de las
LE PELERINAGE DE DEUX PETITS NOIRS
Et qu'allez-vous dire au Pape ? continue
le Pere de plus en plus intéressé.
- Nous lui dire: « Mon Pere le Pape aime
«bien petits Noirs, petits Noirs a1ment bien
« mon Pere le Pape. >>
- Et alors?
- Alors !. .. Liko hésite ... Ah ! si on avait
la banane !...
- Eh bien ! il va ·pardonner tous les péchés
de Liko et de Makou. Mais... mais... petits
negres plus banane ... Makou a laissé tomber
dans le grand trou quand on était dans roiseau ... >> et deux grosses larmes couleJ;It lentement sur les joues de Liko. Puis il déverse son
petit cceur dans celui du grand ami et raconte
bien au long les péripéties des précieux fruits,
puis enfin le saut périlleux de la seule survivante. A plusieurs reprises, le Missionnaire a
interrompu le récit d'un grand éclat de rire.
« Pourquoi ris-tu, grand ami mon Pere ? le
grand Chef ,des chrétiens pas content avec
banane ?
55
LE PELERINAGE DE DEUX PETITS NOIRS
- Si, si, mais il sera tres content aussi de
vous voir ... sans banane, j'en suis sur ... ),
Et les confidences continuent. On est bientot
un trio d'amis. Tous les jours, les entrevues se
renouvellent, le Pere en profite pour continuer
l'instruction religieuse encore bien sommaire des
pelerins. L'Histoire Sainte intéresse vivement
les étudiants,
surtout l 'épisode
de Jonas. A ses
セ
M ⦅ャ@
moments de loiMセ@
sir, Makou cher'*'
-che areconnaitre
le gros chelekeke
qui a logé mon
Pere Jonas. Un
On est bienf"éH. un trio d'amis.'
soir on a parlé
du Jubilé. Liko
tres attentif a bien compris : il faut se confesser, puis faire beaucoup de visites .dans la
grande église de Rome, c' est tres fac1le.
.
La traversée touche a sa fin. Un jour, le capt-
--
materias prirr
tróleo, plata,
cobre) y fore:
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LE PELERINAGE DE DEUX PETITS NOIRS
Et qu'allez-vous dire au Pape '? continue
le Pere de plus en plus intéressé.
- Nous lui dire: « Mon Pere le Pape aime
«bien petits Noirs, petits Noirs aiment bien
« mon Pere le Pape. >>
- Et alors?
- Alors !... Liko hésite... Ah ! si on avait
la banane !...
- Eh bien ! il va ·pardonner tous les péchés
de Liko et de Makou. Mais... mais... petits
negres plus banane... Makou a Iaissé tomber
dans le grand trou quand on était dans l'oiseau ... » et deux grosses larmes 」ッオャ・セエ@
lentement sur les joues de Liko. Puis il déverse son
petit creur dans celui du grand ami et raconte
bien au long les péripéties des précieux fruits,
puis enfin le saut périlleux de la seule survivante. A plusieurs reprises, le Missionnaire a
interrompu le récit d'un grand éclat de rire.
« Pourquoi ris-tu, grand ami mon Pere ? le
grand Chef ,des chrétiens pas content avec
banane ?
55
LE PELERINAGE DE DEUX PETITS NOIRS
_ Si, si, mais il sera tres content auss1 de
vous voir ... sans banane, j 'en suis sur ... >.
Et les confidences continuent. On est bientot
un trio dtamis. Tous les jours, les entrevues se
renouvellent, le Pere en profite pour continuer
l'instruction religieuse encare bien sommaire des
pelerins. LtHistoire Sainte · intéresse vivement
les étudiants,
surtout 1t épisode
de Jo nas. A ses
moments de loisir, Makou cherche areconnaitre
le gros chelekeke
qui a logé mon
Pere Jonas. Un
SOÍf On a parlé
On est bienlót un trio d'amis .
du Jubilé. Liko
.
tres attentif a bien compris : il faut se confesser, puis faire beaucoup de visites dans la
.
grande église de Rome, e' est tres facile.
La traversée touche a sa fin. Un jour, le cap1-
-
materias primas mineras (fosfatos, sal, petróleo, plata, plomo, azufre, zinc, hierro,
cobre) y forestales, a la vez que mano de
obra barata para las grandes explotaciones
agrícolas y agropecuarias . También, disciplina policial y militar, represión y orden
público. Pero además, en un cartel comunista de un mitin de Marsella llamando a la no
asistencia a la Exposición Colonial de París
aparece mencionado otro aspecto: los trabajos forzados, según el sistema de cambiar
pago de tributos por trabajo en las grandes
obras públicas y explotaciones. En este ejemplo se dice «i 7 .ooo negros han perdido sus
vidas en la construcción del ferrocarril de
África Ecuatorial Francesa». Lo cual nos
lleva a Joseph Conrad de nuevo: esos negros
que se mueven como hormigas, exhaustos,
consumidos, que no tienen ni fuerza para
levantarse e ir a beber, que se retiran a la
sombra para dejarse morir, descritos por
Marlow cuando llega a Matadí desde Boma
según el relato de El corazón de la tinieblas
¿no estaban construyendo un ferrocarril
(desde Matadí a Kishasa)?
En cuanto a los surrealistas, su crítica
incluye otro aspecto. Michel Leiris, el que
fuera secretario archivi sta de la Dakar-Dji-
Cartel «Partido Comunista. Región marsellesa. Contra la
Exposición Colonial Internacional. Por la independencia
de la coloniasn, 1931 . 85 x 61 cm.© FR ANOM 9Fi404.
52
bouti, escribió en i929, dos años antes de
partir, un breve artículo de título «Civilización» publicado en el nº 6 de la revista Documents. En él se avista críticamente la civilización desde la instancia de lo primitivo,
que se identifi ca con fuerza natural, con
vitalidad espontánea opuesta al artificio, con
creatividad libre y apasionamiento no ahormado por formas culturales decadentes. El
punto de vista de Leiris es radical: no se
trata de reivindicar algo entonces tan a la
moda como las «artes primitivas» o el «art
naire », pues el Leiris de antes de la partida
no piensa que bajo la categoría de arte se
pueda subsumir «una máscara o una estatua,
con struidas con fines rituales precisos y
complejos ».22 Tampoco se trata de regenerar
nuestras produ cciones culturales, «todas
esas bellas forma s de cultura de las que estamos tan orgullosos», gracias a las cuales
nos consideramos civili zados. A su juicio,
todas ellas son sosas, aburridas, mediocres,
feas, vulgares, cobardes, acomodaticias, de
una cortesía estéril; incluso la técnica es
calificada de «fruto de una ciencia que nunca se despreciará lo suficiente» . De talmanera que «la civilización puede compararse
sin demasiada inexactitud con el verdín
- magma viviente y detritos variados- que
se forman en la superficie de las aguas estancadas y que a veces se solidifica y se
encostra, hasta que un remolino viene>>. 2 3
Su apología del jazz, o del circo y sus acrobacias con el riesgo fís ico que comportan,
no lo es en función de que sean «un Arte
propiamente dicho » -« arte», «esa espantosa
palabra con mayúscula que sólo debería escribirse con una pluma llena de telas de araña»-, sino con el fin de que nos provoquen
tal locura -« histeria », dice- que seamos ca22 / Leiris, M. «Civilizaciónn, en Huellas [Brisées]. F. C. E.
Méjico. 1988, p. 25.
23 / Ibídem, p. 24.
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Dimanche 19Avril,a10 h. du matin,au Brébant Marseillais
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Vu lo cundhJnt : PEFU.
Cartel «100 años de dominación francesa ¡Para unos la
miseria ... para otros la riqueza! Bajo la bandera del
partido comunista y de la CGTU en pie por la
independencia de los pueblos colonizados» Imp. spécial
pour affiches. c. 1930. 80 x 60 cm.© FR ANOM 9Fi27.
«Línea férrea Congo-Océano. Región de Mayumbe.
Viaducto de cinco arcos en el kilómetro 87» Congo.
Copia argéntea 13 x 18 cm. Agosto de 1930. Agencia
económica de Francia de ultramar/Gobierno General de
África Ecuatorial Francesa.© FR ANOM 30Fi77/19.
Dedicatoria de la primera edición de la obra de André
Gide, Voyage au Congo suivi du Retour du Tchad, illustrée
de soixante-quatre photographies inédites de Marc
Allégret. Gallimard, Paris, 1929. Colección particular.
paces de realizar «actos sórdidos» y «extravagantes libertinajes». De acuerdo con Giacometti, piensa que la única obra de teatro
posible sería aquélla en que se levantara el
telón y apareciera un bombero gritando
«¡Fuego!», para después bajar el telón y conseguir que la audiencia, presa del pánico,
abandonara la sala en un «desorden feroz».
Esa deseada emergencia de energía, de
fuerza y poder Leiris la identifica, o bien con
un acercamiento a «nuestros orígenes salvajes », o bien con dejar aparecer «el aterrador
salvajismo, revelado por las fisuras» que soterradamente recorre nuestras vidas encorsetadas. Y, en este punto, las metáforas que
elige indican un deseo de cataclismo. Porque
ese salvajismo, que nos empeñamos en anonadar, romperá esa corteza de verdín pútrido
produciéndose la catástrofe del volcán: «tocia
nuestra vida, incluso nuestra respiración está relacionada con lavas, cráteres, géiseres».
El salvaje primitivo no se refiere tan sólo al
otro lejano sino que, al igual que en el Conrad
de El corazón de las tinieblas, también está
dentro de nosotros agazapado.
Sin embargo, su libro LA.frique fantóme,
surgido de las anotaciones diarias a lo largo
de la misión, no sólo es la crónica del viaje,
la hilatura de sus impresiones, desgarraduras,
emociones y transformación identitaria. También es el atestado de una decepción, la de
aquél que no encuentra lo que pensaba encontrar y donde la impronta del colonialismo
en sus múltiples formas, incluido el trabajo
etnológico, le produce un progresivo malestar. El prólogo de L'Afrique fantóme que escribió en i950, para una edición posterior a
la primera de i934 requisada por el gobierno
colaboracionista de Vichy, está cuajado de
referencias a Joseph Conrad.
53
En la distancia, un Leiris que se sabe
otro del que fue, nos dice explícitamente
que el África que él vio ya no era la heroica
de los pioneros de la que extrajo Conrad la
materia de su novela. De hecho vuelve a
referirse a él, al caracterizar su actitud en
los tiempos de la expedición, cuando afirma
que a través de su relato también se revela
la suficiencia de un occidental cuyos cambios de humor tendían a identificarlo, en
algunos instantes fugaces, al colonial brutal
que nunca fue; aunque «un cierto gusto
conradiano por los cabezas abrasadas de los
confines me empujaba, por momentos, a
tomar prestados algunos de sus gestos». 2 4
Pero, por otra parte, cuando en esta introducción quiere dar cuenta de su nuevo punto de vista, aparece otro Conrad como contraste. Leiris afirma que no hay «etnografía
24 / Leiris, M. L'Afrique fant6me, en Miroir de L'Afrique, op. cit.,
pp. 91 y SS.
A
LA MÉMOIRE
DE
JOSEPH CONRAD
Contraportada con dibujo de Paul Colinde «Un vent de
folie. La Revue des Folies Bergéres. Programme de 1927n.
Colección particular.
54
ni exotismo» que puedan mantenerse inermes frente a las graves cuestiones del colonialismo; y critica la etnografía como ciencia humana que, en cuanto disciplina con
pretensiones científicas, permanece ajena a
toda efusión sentimental, cautiva de una
observación que se quiere objetiva e imparcial, pero que por esa misma razón no permite «contacto» alguno con las gentes descritas. Tal perspectiva anticolonialista, dice,
«ya no es un falaz intento de hacerse otro
efectuando una inmersión -por otra parte
completamente simbólica- en una «mentalidad primitiva» de la que tenía nostalgia». s
Es en este punto donde Conrad aparece de
nuevo, pues la nueva actitud del etnólogo
anticolonialista la define como una «muy
neta camaradería» que debe abandonar el
papel romántico del buen blanco generoso
que condesciende a bajar del pedestal de los
prejuicios raciales para tomar partido por
los que están al otro lado de la barrera: «tal
como Lord Jim apostando su vida por fidelidad a un jefe malayo». Sólo unos meses
antes de terminar este prefacio Leiris había
pronunciado una conferencia en la Asociación de Trabajadores Científicos titulada
«L'ethnographe devant le colonialisme».
Ante un auditorio que contaba, entre otros,
con la presencia de Aimé Cesaire, Claude
Lévi-Strauss, Jean Rouch y Maxime Rodinson, redefinió el lugar que le correspondía
al etnólogo en el recién inaugurado proceso
de descolonización. 26 Si en un primer momento se había asumido que la etnografía
debía contribuir a la racionalización administrativa de las colonias, a partir de ahora,
dirá Leiris, el etnógrafo deberá convertirse
en un «abogado natural frente a la nación
colonizadora». 2 7
de Paul Colín, podía leerse: «Miss Baker les
recibirá a media noche en su cabaret, en el
número 40 de la calle Fontaine, donde se
cita la élite parisina y extranjera». Ese pasión
por la ajeno y distante bien podría calificarse de «humanismo cosmopolita snob»: por
un lado, acercamiento y simpatía por lo africano, que incluso se ve como instancia desde donde avistar críticamente las normas y
valores propios; por otro, y a la vez, representación imaginaria y fantasmática de lo
negro, donde toda identidad particular -personal o comunitaria-es reducida a una abstracción naturalista: fuerza, vigor... instinto.
Lo hemos visto incluso en el Leiris con intención crítica de «Civilización ».
Se ha llegado a defender cierta equivalencia entre los etnólogos de la Dakar-Djibouti
y los surrealistas: mientras los primeros se
habrían dedicacto a hacer familiar lo extraño
a través de descripciones, clasificaciones e
interpretaciones, los segundos habrían hecho
extraño lo familiar al provocar la irrupción
de la alteridad. No por azar algunos de los
organizadores y miembros de expedición,
como George-Henri Riviere, Marcel Griaule,
André Schaeffner o Michel Leiris, mantuvieron relaciones con el movimiento surrealista
unos años antes de la Misión. Precisamente,
Leiris conoció a Griaule en la redacción de
la revista Documents - de subtítulo Doctrines,
Archéologie, Beaux Arts, Ethnographie- fundada en i929, el mismo año en que Leiris,
setretario de redacción de la revista, se separó junto con Bataille (ca-fundador de la misma), Desnos, Artaud y Queneau del grupo
surrealista liderado por André Breton. Por
otra parte, si en el primer número de la revista Minotaure aparecían estudios sobre
Sade y reproducciones de Masson, Picasso o
Dalí junto a un primer artículo de Griaule
sobre los resultados de la expedición; el segundo número fue un monográfico especial,
con portada pintada por Gastan-Luis Roux,
donde se daba cumplida cuenta, junto a una
considerable cantidad de imágenes, de los
diferentes estudios monográficos realizados.
Es significativo que hasta poco antes de la
partida, Griaule mantuviera abierta su invitación a Luis Buñuel que, caso de aceptar, se
encargaría de rodar un documental.2 8
Algunos miembros de la Misión DakarDjibouti visitaron la Exposición Colonial de
i931 antes de partir hacia el continente afri-
25 /Loe. cit.
26 /Sobre el punto de vista crítico de Michel Leiris antes y
después de la Misión Dakar-Djibouti, véase Nicolás Sánchez
Durá «Gauguin, Conrad y Leiris, un episodio en la invención de
la identidad del primitivon, en Sanfélix Viciarte, V. (edit.) Las
identidades del sujeto. Pretextos, Valencia, 1997; también,
Hasan G. López Sanz. «El lugar de la crítica cultural en la
etnografía de Michel Leirisn, en Ouaderns de filosofia i ciencia,
Societat de Filosofía del País Valenciá, nº 37, Valencia, 2007.
27 / Lei ris. M. «l: ethnographe devant le colonialismen, en Cinc
études d'ethnologie, Gallimard, Paris, p. 88. Hay una traducción
al catalán acompañada de un interesante prólogo de Manuel
Delgado en Michel Leiris, L'etnóleg davant el colonialisme, ed.
Icaria, Barcelona, 1995.
28 / Buñuel. L. Mi último suspiro Plaza y Janes, Barcelona.
1982, pp. 134-35. Por cierto, que el relato que hace Buñuel en
sus memorias es tota lmente disparato. Según él, el Vizconde de
Noailles le había dicho, que su cuñado, Gobernador del Congo
belga, estaba auspiciando una «expedición sensaciona ln de
unas «doscientas o trescientas personasn que iría de Dakar
hasta Djibouti, ofreciéndole realizar el documental de tal
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Por otra parte, La moda ciudadana de lo
exótico, especialmente todo lo relacionado
con el «art naire», tan en boga, tenía un
carácter ambiguo. En la contraportada de
Un vent de folie. La Revue des Folies Bergéres. Programme de 1927, junto a un dibujo
Cubierta de la Revista Minotaure, nº 2, (1933) «La Mission
Dakar-Djibouti (1931-1933)». MNCARS, Biblioteca. Madrid.
El sportman corre; el etnólogo se
detiene, observa ...
cano, esa exposición que la izquierda política
y sindical criticó con acritud. Reaccionar contra la Exposición Colonial suponía igualmente reaccionar frente a la Misión Dakar-Djibouti,
una empresa científica que se situaba del lado de este tipo de eventos destinados a poner
en valor a las colonias y que, malgré tout,
suponía legitimarlas. La Misión Dakar-Djibouti se mueve en un espacio ambivalente.
En L'Afrique fantóme pueden leerse numerosos pasajes que revelan conductas y hechos
-que tuvieron la eficacia de la revelación y
fueron la ocasión para la transformación personal de quien lo escribió- que oscilaban
entre concepciones altruistas de la ciencia y
actitudes orgullosamente patrióticas. Con todo, no es menos cierto que aquella expedición
contribuyó poderosamente a la construcción
de una concepción humanista de la alteridad
cultural y cosmopolita de la humanidad.
expedición. Como «había que observar cierta disciplina militar y
abstenerse de fumar durante los desplazamientos de la
columna», había rehusado. Además no le atraía África .
El contexto colonial, con sus tensiones y
desgarraduras, no agota el sentido de la Misión Dakar-Djibouti, sólo lo localiza y emplaza, lo especifica. Tan vano sería enmascarar
esas determinaciones sociales y políticas generales, cuanto ocluir el interés de la misión
desde el punto de vista etnológico y su notable onda expansiva social y académica. Una
expedición dada en un tiempo en la que ni
siquiera el uso de los términos - «etnografía»,
«etnología», «antropología»- estaba estabilizado. Una disciplina, la etnología, desarrollada de forma muy desigual, tanto teórica
cuanto institucional y académicamente, según los ámbitos nacionales y lingüísticos. La
misión Dakar-Djibouti también es significativa en este punto pues, en cuanto gran expedición etnológica oficial, nos ayuda a ver
las diferencias en la constitución de un saber
que hoy aparece notablemente unificado en
su canon, por más que subsistan las difereµcias de escuela o las adscripciones teóricas.
O dicho de otra manera: la reflexión sobre
esa expedición nos muestra -entre otras muchas cosas- cómo la construcción de lo que
James Clifford, 29 en su conocido ensayo, llamó «autoridad etnográfica», tuvo una cronología desigual en los ámbitos anglófono y
francófono; fue más tardía en éste último y
afrontó competidores diferentes en su conquista de una legitimidad única para hablar
con pretensión de verdad de las sociedades
distantes y ajenas. Además de otorgar en su
actividad, por razones sobre las que volveremos, un papel central al objeto etnográfico
que, una vez en la metrópoli, debía ocupar
el espacio del museo. Un museo, en este caso el del Trocadero, que estaba pendiente de
29 / Clifford, J. «Sobre la autoridad etnográfica», en Dilemas de
la Cultura. Gedisa, Barcelona, 1995.
una profunda remodelación en cuanto al
orden y la manera de desplegar la exhibición
de sus fondos (entre ellos los que aportaría
la Misión).
En efecto, en uno de los lugares canónicos donde se da cuenta de la constitución
de esa nueva autoridad etnográfica en ciernes, el prólogo de Los Argonautas del Pacífico Occidental (1922), de título «Objeto,
método y finalidad de esta investigación »,
Malinowski insiste de distintas maneras,
una y otra vez, en que lo que prevalece hasta principios del siglo xx es una distinción
entre el descriptor de costumbres y el constructor de teorías generales sobre la humanidad. No era meramente una distinción de
dicto, sino de re. Eran personas distintas el
«hombre sobre el terreno» (el administrador
colonial, el viajero mitad aventurero o deportista, el comerciante, el misionero ... ) y el
teórico, el sociólogo o el antropólogo de la
metrópoli que se abastece para construir sus
teorías de los datos e informes que le proporcionaban los hombres allí a lo lejos. Malinowski pone todo su empeño en señalar
la diferencia entre «esos blancos » y el experto, que trata de establecer su competencia científica, su autoridad:
«Había hombres que habían vivido allí durante años, con constantes oportunidades de observar
a los indígenas y comunicarse con ellos, y que, sin
embargo, a duras penas sabían nada que tuviera
interés, ¿cómo podía, pues, confiar en ponerme a
su nivel o superarlos en unos cuantos meses o en
un año?... la forma en que mis informantes blancos
hablaban sobre los indígenas y emitían sus puntos
de vista era, naturalmente, la de mentes inexpertas
y no habituadas a formular sus pensamientos con
algún grado de coherencia y precisión. En su mayoría ... estaban llenos de prejuicios... inevitables
55
en el hombre práctico medio, ya sea administrador,
misionero o comerciante, opiniones que repugnan
a quien busca la objetividad y se esfuerza por
tener una visión científica de las cosas. La costumbre de tratar con superioridad y suficiencia lo que
para el etnólogo es realmente serio, el escaso valor
conferido a lo que para él es un tesoro científico
- me refiero a la autonomía y las peculiaridades
culturales y mentales de los indígenas-, esos tópicos tan frecuentes en los textos de los amateurs,
fueron la tónica general que encontré entre los
residentes blancos».Jº
A lo largo de todo el texto, Malinowski
establece el canon que por largo tiempo -en
lo que se ha denominado el periodo clásico
de la Antropología, hasta los últimos años
cincuenta cuando se acelera el proceso de
descolonización- toda etnografía posterior
debía cumplir; si es que quería ser considerada académicamente como un estudio
científicamente legítimo digno de cobertura institucional. Porque distinguido el antropólogo del amateur o de los «hombres
sobre el terreno », defendida la fusión en
una sola persona de las dos tareas de recogida de datos y de formulación de explicaciones particulares en pos de generalizaciones posteriores, su nueva autoridad
epistemológica viene condicionada por la
adopción de un método equiparable al de
las ciencias de la naturaleza. Con todo, Malinowski no defiende un positivismo ramplón: distingue entre varios niveles de exigencia metodológica entre éstas (entre la
Física y la Química, por un lado, y la Biología o la Geología, por otro), refiriéndose
también a la «reina de las ciencias humanas», la Historia. En definitiva, lo que defiende no es más que al igual que se especifican las condiciones de los experimentos
en los laboratorios, se especifiquen las condiciones de la recogida e inscripción de las
observaciones etnográficas, incluidas las de
tiempo y lugar; también, que se distinga el
diferente régimen de los enunciados: «...
considero que una fuente etnográfica tiene
valor científico incuestionable siempre que
podamos hacer una clara distinción entre,
por una parte, lo que son los resultados de
la observación directa y las exposiciones e
interpretaciones del indígena y, por otra
parte, las deducciones del autor basadas en
su sentido común y capacidad de penetración psicológica ». Pero hay más, al igual que
el historiador debe desvelar sus fuentes y
no hablar del pasado como «si lo conociera
por adivinación », el etnógrafo es, a un tiempo, su propio cronista e historiador. La figura del observador participante intensivo
que así se recorta es la de un teórico, apartado de lo suyos, que vive no en el asiento
colonial más o menos cercano sino en las
aldeas nativas, tan omnipresente en su vida
social que acaba por ser transparente, todo
lo ve, hasta el menor detalle, desde las formas de aseo, pasando por los chascarillos y
disputas, para llegar a técnicas, fiestas y ritos;
pero al cabo de un tiempo reúne las notas
de omnisciencia y de invisibilidad, ya nadie
repara en él y, en el límite, asintóticamente,
se convierte en un indígena muy peculiar,
siendo sin ser, capaz de vivir inserto en una
malla de relaciones sociales a la vez que distanciado, de manera tal que su observación
no distorsiona lo observado.3'
Dice explícitamente Malinowski que todo
ello es «la condición previa para llevar a cabo
con éxito el trabajo de campo». Un trabajo
que se concibe como la resolución de un
enigma, pero no según el modelo de una in-
vestigación policial o de un atestado judicial,
sino de la caza. Tanto si se trata de uno como
de otro, esas formas de entender la etnología
la pone en relación directa con la tarea colonial, puesto que convierte al otro en una
suerte de emboscado empedernido que se
resiste arteramente a revelarnos su secreto,
debiendo el etnólogo proceder según un cúmulo de indicios y pistas para hacer inferencias. O también, como es aquí el caso, en una
materia exterior a la que moralmente ni se
interpela, ni se implica -« dado que el indígena no es un compañero moral para el hombre blanco ... »-, una pieza a la que hay que
acosar y cazar: «El etnógrafo no sólo tiene
que tender las redes en el lugar adecuado y
esperar a ver lo que cae. Debe ser un cazador
activo, conducir la pieza a la trampa y perseguirla a sus más inaccesibles guaridas».
' Volvamos ahora a las Instrucciones sumarias ... de la Misión Dakar-Djibouti, o a las
memorias del proyecto que fueron la base
de la redacción del proyecto de ley ante la
Asamblea Nacional. Toda la misión puede
ser considerada como el gran avatar de la
construcción de la autoridad etnográfica francesa... pero una década más tarde. Ahora bien,
una de las características del caso francés en
África es la presencia de un poderoso rival,
prácticamente ausente en el caso de Malinowski . Curiosamente, menos Evans-Pritchard y su monografía sobre los Nuer, todos
los textos que James Clifford señala como
lugares donde se incoa la legitimación científica del etnólogo como único especialista
fiable, se refieren a islas del Pacífico: Los isleños Adaman, de Radcliff-Brown; Nosotros
los Tikopia, de Raimond Firth o Sexo y adolescencia en Samoa, de Margaret Mead. Pero
en el caso francés no son islas oceánicas, es
30 / Malinowski, B. Los argonautas del pacífico occidental,
Península, Barcelona, 1995, p. 23.
31 /«Poco después de haberme insta lado en Omarakana (islas
Trobriand). empecé a tomar parte ... en la vida del poblado, a
esperar con impaciencia los acontecimientos importantes ..-. a
tomarme interés personal por los chismes y por el
desenvolvimiento de los pequeños incidentes pueblerinos; cada
mañana, al despertar. el día se me presentaba más o menos
como para un indígena ... En mis paseos matinales por el
poblado podía ver detalles íntimos de la vida familiar. del aseo,
de la cocina y de las comidas; podía ver los preparativos para el
trabajo del día ... o a grupos de hombres y mujeres ocupados en
tareas artesanales. Las peleas, las bromas, las escenas
fam iliares, los sucesos en general triviales y a veces
dramáticos, pero siempre significativos, formaban parte de la
atmósfera de mi vida diaria tanto como de la suya ... los
..........
Neograbado. «La travesía del Sahara por lo s vehículos
Renault 10 CV, 6 ruedas. Por primera vez, vehículos
automóviles llegan a Gao (Sudán Francés)». Anónimo.
1927. 65'5 x 85 cm.© FR ANOM 9Fi649.
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Neograbado. «La travesía del Sahara por los vehículos
Renault 10 CV, 6 ruedas. En la s montañas de Saoura, entre
Beni-Abbés y Adran>. Anónimo. 65'5 x 85 cm.
© FR ANOM 9Fi650.
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un inmenso continente, cruzado por el imponente desierto del Sahara y las zonas semidesérticas del Sahel, o las tenebrosamente
boscósas de la selva de lluvia pluriestacional.32 Y en ese marco propicio para la aventura aparece una figura ausente en el espacio
clausurado de las islas. El viajero automovilístico, una mezcla de dandi, sportman, aventurero, explorador y militar colonial. Es decir,
una de las sombras poderosas que persigue
al etnólogo en la construcción de su identidad
y autoridad científica es el participante en
los raids o travesías automovilísticas.
Los relatos escritos y gráficos de las travesías automovilísticas en el primer tercio del
siglo xx (periódicos, libros de memoria, revistas ilustradas fotográficamente, carteles y
documentales, exposiciones posteriores de los
trayectos ...) contribuyeron en gran medida a
la difusión del fantasma de África entre la
población francesa y europea. Por referimos
al contexto de la Dakar-Djibouti, raids como
La Cruzada Negra Citrben (1924-1925); la
travesía Renault cruzando el Sahara por el
Tilemsi hasta Gao (1927); o la de Isaac
Koechlin y Jean Vallée en vehículos Peugeot,
atravesando el Tanezrouft, según el periplo
Argel-Gardai a-Gao-N iamey-OuagadougouBa m ako-Dakar-Mop ti-To m b ou cto u -Ti mimoun-Argel (1929-30). En general, el relato
de los raids automovilísticos, ya escrito ya
gráfico, siempre seguía la misma pauta. La
técnica como santo y seña de la tarea civilizatoria encarnada en el coche, potente, resistente, capaz de vencer los más abruptos e
inhóspitos terrenos, de trazar vías de comunicación, de acercar velozmente lo lejano y
extraño. Pero también formaba parte de ese
relato una épica masculina especial: junto a
los coches, o ante las múltiples piezas de caza
indígenas. al verme constantemente todos los días. dejaron de
interesarse. alarmarse o auto controlarse por mi presencia. a la
vez que yo dejé de ser un elemento perturbador de la vida tribal
que me proponía estudiar. .. ". Ibídem. p. 25. El énfasis es nuestro.
57
LA TRAVERSl!E DU SAHARA PAR LES 10 CV 6 roues RENAULT
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LA TRAVERSl!E OU SAHARA PAR LES IO CV b roucs RENAUlT
Dans les mont agnei; de la S.oura,
32 / Para éste periodo habría que señalar la obra insoslayable
de Maurice Leenhardt en Nueva Caledonia. Pero es a partir de
1926 cuando Leenhardt se dedicó por entero a la etnología y
dejó atrás su actividad de misionero evangélico.
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Bcni-Abbb rt Adrar
Cubierta del libro de Jean Vallée lmages d'Afrique.
Prefacio de Marc Orlan. Ed. Berger-Levrault, 1931.
Colección Nicolás Sánchez Durá.
Mapa del raid Argel-Dakar-Argel por el Tanezrouft del
libro de Jean Vallée lmages d'Afrique. Prefacio de Marc
Orlan. Ed. Berger-Levrault, 1931.
Portada del libro de Jean Val lée lmages d'Afrique.
Prefacio de Marc Orlan. Ed. Berger-Levrault, 1931.
58
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adrnini11m1eur-t1.;1.:gui de Ja St>dlr/ du lf11trmwM/u Pmswr
mayor abatidas, los que posan son hombres
blancos educados, intrépidos, diestros ante
un sin fin de contingencias, cuya voluntad y
tesón rompe cualquier límite. No importa que
sea la primera vez que pisen parajes lejanos,
recónditos, siempre parecen estar familiarizados, seguros y decididos ... en casa. Paradójicamente, son los nativos los que parecen
estar fuera de lugar, pasmados, incómodos,
reservados y distantes o serviciales cuando se
les fotografía dedicados a tareas de ayuda a
la intendencia del viaje, o posando para mostrar el elenco de la variedad étnica y ritual.
Con todo, en el trasfondo de las travesías
automovilísticas había también una motivación económica: la competición, no precisamente deportiva, por el prestigio de las marcas
en el contexto de la rápida ampliación del
mercado colonial del automóvil. Según datos
del Almanaque Citroen de 1932, en África Occidental Francesa en el lapso de 1925 a 1931
se pasó de i.ooo a 9.661 vehículos, y de l }451
habitantes por vehículo a i.4oi. En África
Ecuatorial Francesa, las cifras son inferiores
para el mismo lapso temporal: en 1925 había
150 y en 1931 1 910 vehículos (de 20.827 a
3-433 coches por habitante). Pero en el caso
de Argelia, Marruecos y Túnez, precisamente
los lugares desde donde partían las travesías
transharianas (especialmente de Argelia), las
cifras son sensiblemente mayores: de 17-4ºº
a 50.250 vehículos en Argelia; de 3.900 a
16.257 en Túnez y de 6.721 a 28.000 en Marruecos (siendo la proporción de vehículos por
habitante en 1931de119, 132y 15oparaArgelia, Túnez y Marruecos).
Es significativo que la Misión DakarDjibouti fuera criticada por utilizar coches
Ford - americanos- para su travesía. En un
artículo del periódico France Militaire, «La
mission Dakar-Djibouti va partir», el coronel
Jean Ferrandi, que lo firma, escribe después
de ironizar sobre la expedición de Griaule:
«¡Sin embargo, un reproche! ¿Cómo es posible que esta misión 'francesa' parta en automóviles extranjeros? Cuando hice la pregunta se me respondió: 'porque la marca
americana elegida ofreció las mejores condiciones '. Mala razón, Marce! Griaule. Una misión francesa, equipada gracias a los apoyos
financieros franceses (¿No ha dado el Estado
700.000 francos?) debe servir en ultramar a
la industria y la expansión francesas. Debe
hacerlo cueste lo que cueste: es su primer
deber. ¿qué dirán los indígenas de A.o.F. y los
de Abisinia cuando vean llegar en vehículos
americanos a nuestros camaradas franceses ...? Dirán que el jefe de la misión estaba
tan poco seguro de la buena calidad de nuestra producción nacional que ha confiado su
suerte a un material extranjero».33 Griaule le
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33 / Ferrandi, J. «La mission Dakar-Dji bouti va partir», en France
Militaire del 5 de mayo de 1931.
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Propaganda de la marca de automóviles Rosengart
Revista Vu. Número monográfico de la Exposición
Colonial, nº 168, mayo de 1931. Colección particular.
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Estadística de «La circulación del automóvil en las
colonias francesas» publicado en el Almanach Citriien,
1932. Colección particular.
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contestó unos días más tarde que «la firma
de automóviles aludida se llamaba también
«sociedad anónima francesa », tenía una fábrica en Asniere y sus trabajadores eran franceses; en cualquier caso, el dinero oficial recibido era para bien administrarlo en la
realización de investigaciones científicas, y la
casa Ford le había ofrecido excelentes ventajas
«sin condiciones de publicidad», sin olvidar
que detrás de su proyecto estaba la Fundación
Rockefeller y otros particulares americanos,
entre los que nombraba a Lumiansky y al
«campeón mundial» Al Brown.34
En cuanto a la Cruzada Negra Citroen
fue la travesía automovilística trans-africana
con mayor resonancia de todas las que se
hicieron en la primera mitad del siglo xx.
Recorrió aproximadamente 28.000 kilómetros, reuniendo un total de 8.ooo fotografías,
27.000 metros de película, i5 álbumes de
dibujos, 300 mamíferos disecados, 800 pájaros y i5.ooo insectos. Su organización
estuvo relacionada directamente con las
actividades promovidas por los gobiernos
en el contexto de la crisis de las colonias
posterior a la Primera Guerra Mundial. Pero
si antes de la guerra del catorce las misiones
de exploración tuvieron como finalidad «penetrar las tinieblas» de los territorios desconocidos y escrutar sus riquezas, en los
años veinte primó el afán de hacer accesibles
por pistas o carretera los principales núcleos
de población de los grandes territorios colonizados, dándolos a conocer a los franceses del hexágono. La era de las grandes
gestas militares pacificando poblaciones, o
el asentamiento de agentes colonial es en
territorios todavía desconocidos y hostiles,
había terminado (aunque, aspecto no siempre subrayado, los movimientos de resisten34 / Ferrandi, J. «La Mission Dakar-Djibouti. La réponse de
Marce l Griaule», en France Militairedel 15 de mayo de 1931.
59
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Propaganda de los camiones Laffly publicada en la Guía
oficial de la Exposición Colonial Internacional de París,
1931. Ed. Mayeux, Paris, 1931. Colección particular.
Propaganda de la marca de automóviles Fiat. Revista Vu.
Número monográfico de la Exposición Colonial, nº 168,
mayo de 1931. Colecc ión particular.
Propaganda de la marca Ounlop. Revista Vu. Número
monográfico de la Exposición Colonial, nº 168, mayo de
1931. Colección particular.
Propaganda de los automóviles Oelahaye, con la travesía
Argel-Chad , ida y vuelta (Misión del príncipe Sixto de
Barbón, 1929). Revista L'l/lustration, nº 4603,
23 de mayo de 1931 dedicada a la Exposición Colonial
Internacional de París, 1931. Colección particular.
60
cia de las poblaciones, revistiendo una forma
u otra, nunca desaparecieron del todo; por
hablar del trayecto de la Dakar-Djibouti, la
rebelión de los dogón en i908 o la revuelta
de André Matswa en el Congo francés en
i920. De hecho la Cruzada Negra partió del
sur de Argelia, de Colomb-Bechard y no de
Argel, debido a las revueltas del momento).
La justificación ahora reposaba en el prestigio de la velocidad, el triunfo de la capacidad técnica (de siempre, uno de los síntomas de la supuesta superioridad cultural del
colonizador) y la didáctica científica.
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Jean Ferrandi. «La Misión Dakar-Djibouti va a partir», La
France Militaire, 5 de mayo de 1931. © Bibliotheque
centrale du Muséum National d'Histoire Naturelle, París.
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Jean Ferrandi. «La respuesta de Marcel Griaule», La
France Militaire, 15 de mayo de 1931. © Bibliothéque
centrale du Muséum National d'Histoire Naturelle, París.
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comporte la grande cllugonole Dakar - Djiil travers la Cóteboutl, avec des ョャ・」セ@
d"Ivotrc, le Dahomcy et le C'.runeroun.
(J"cst une rapide prospc-ctlon llCl.entillqnl.' de
l"Afrlt}ue frll.ll<;lli8e (une de plus!) et de l"AbysFinl<'. De trlles cntrcprises &ont utlles et mf>me
m1lls¡lcnsables, 1mrtoul depuit; <¡ne la plélade
cl"ofllclers coloniaux inltlél! 011:.: sclcnces natnrellcs (Desplugnc•s, Frcydeuloerg, Goillard, Cortil.'r, Arnaud, etc... ) n"t'SL plus en sltuotJou
d'apporter bénévolrment au Uuséum 1l'Wslolre
naturclle le fruit de ses prospections désl.ntéressées.
Mais je suis forcé de reconnuttre que ponr
rem¡llir il fond le programme qu'il s'est tracé,
Marce! Griaulc ourait besol.n de dlx anl!ées
- nu mol.ns.
Ne ic découragoons pas ! Il cst trop hem·<'ux
nu mllieu de ses tentes neuves, de son apparell
de T. S. ll,., de son alnmbic, de ses conserves et
uussi de ses 111lmiratenrs, car ceox-ci étaienl1
r.ombreux au Trocadéro jeudl soir.
Un reproche cependant ! Comment eette ml.ssion e fran!;lllse > part-elle sur des automoblles ←エイ。ョァセ・Aャ_@
J'al posé la que>1tion; on m'a
ré-pondu : e Parce que la marque a.mérkaine
adoptée a fnlt les <'Ondltlons les meillenres. >
Mauvnise raison, Marce! Griaole. Une mlss!on fralll;Dise, équlpée grAce i'l des conrours
financiera ヲイ。ョセNゥウ@
(L'Etat n'a-t-ll pas donné
'i00.000 francs?) <lolt servir outre-mer !'industrie et le rayonnement fr1wcais.
Elle doit le faire cotlte que cotlte : c"est son
premier devoi.r.
Que diront le.s indlgruies d'A. O. F. et ceux
d'Abyssinie, lorsqu'ils verront nrriver sur des
véhicules a.méricains nos camarades fran<;a.i.11 ,
et aossi lorsqu'lls constateront que le propulBeur amovible de la balelnlilre démontable est
de marque anglulse?
lis <liront que le chef de la mlssion étalt si
peu stlr de la bonne quallté de notre production natlonale qu"il a confié sa chance A du
matériel étranger.
Cette réllexion, qui m'est pénible, car j'al
beaucoup de sympatble pour Marce! Grlanle,
e suls forcé de la faire. Nous capltulons trop
acllement dnns cet ordre d'idéetl et c'eet Ja
une tres :fAcheuse habitude.
Ce<'I dlt, bonne chance l1 111 mlsslon Dakar • ·
jlbou
Jea.n FEmlANDL
LA ML SlON DAKAR-DJIBOUTI
LA MPONSE DE MARCEL GRIAULE
J "ava4s et.U, do.ns un artt'cle róoortl, rimpre.«
セMゥNoャ@
pr.hw-btt:' que m'avaU ca-usd6 lti faU q1w
Za tn:i.ltaio11. ele mon eimi Maroel Griawle t<U
vqulpée 611 vá/1.i.ctlles M fn(IN[Ue étrang&re. fl
ma 1iaraissalt, el il me para-lt en.rore, rauretl1•bl<i, アQセG@
miRslOfl o!ficixJlw frmu,;a-iso, qi¡i
doil trC1v01·s1•r l"A . O. F. et l'Etltiopic, se p1'"1J..
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éfra,n(JCl·e:i. L<:8 h.a.b-itan.ts, en 6f1et, pou.n·o.,1
e11 tirtr, cm oe ,qui CQllC6'1'116 la fabrimJ.tio"
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p1¡1tif m1oore ü approiwer, tout a fciU, tna,is je
¡!QV¡{ 1i l'.cimitié que je luí potia d'6 fai.ru CQfl,
poilL/ etc vua. le voici :
Q セ\ュ@
Mon cber Colonel,
J'ai !u -nvec ,plaisir votre article dan.s , La
F"r1mce militaire " du 5 mai, rendant coma>te
tle ruon exposit.ion au Trocadéro, et je vous
e.11 セ ・ュイ」ゥ@
vtvemen t. JP me permets cepondani d'attire1 votl'e attention SUT' ce faiL que
la firme automobile I!. laquelle vous faites
aJlusion s'n1ppelle aussi • Société anonyrne
fr an caise •, qu'elJe a une usine I!. Asnieres et
qu e son personnel est fran9ais.
Par ailleurs , ce n·est 1pas a un scientifique,
c·est-lkdirP A un pauvre lle soutenir les puisセ。 エゥ ッ ョ ウ@ automolJiles qui n'ont pa.s
suntes ッイァ。ョゥ
1 daigné lui accorder plus qu'un uccueil poli et
.l.l' •' J.é<lu t"l 1un Ll éris1,ire. L'Etat m'a donné
flxi.OOl'l •trancs 1pour les truvaux scientiilques
;préeis et nou pour acheter, co1lte que coüte,
1•des,wi.tures de te lle ou tell e marque et, puis. qne "le Parlement m'a fai.t le supréme hon1 neu.r a·érnett.re un vote unanime sur mon projet, j'étals .en droit d'attendre de tous, et 1particulierement des Francals, aide et assistance.
Nombreuses out été les maisons francaises et
étrangeres qui l'ont compris et qui m'ont ao.
cordé le plus larga concoius.
Je dois dire que la Société anonymc francaise en question m'a donné de f)articuliéres
marques d'encouragement et sans aucune con;,
dition de publicité. Quant ao moteu.r américain de ma ·pi r ogue, ll me rappellara que j'ai
1 ucrriere moi la fondation Rockefeller et de
1 généreux 1parÚculiers comme l'amérioain
•
rniansky et le champion du monde Al. Brown
1 de Panaroa.
Je vous seraia tres rrconnaissant, mon cher
colonel, de bien vouloir dire tout ceci aux lecteUis de Ja • France militaire • a イセ@
desquela jセ@ taena q>a.rticoliilrement.
ᄋセイ・@
Siguiendo estas pautas, el i2 de abril de
André Citroen presentó un ambicioso
proyecto ante el Ministerio de las Colonias.
La intención del fabricante de automóviles
era subvencionar una expedición con vehículos Citroen de tracción por cadenas que
partiría desde la ciudad argelina de ColombBechard para alcanzar Djibouti, en la Costa
francesa de los somalíes del Mar Rojo. Sin
embargo, el Presidente de la República, Gaston Doumergue, en una entrevista con el
empresario, llamó su atención sobre el aislamiento y relativo olvido en Francia de la
isla de Madagascar. A resultas del encuentro
se acordó que la expedición no acabara en
Djibouti, sino en la capital de Madagascar,
Antananarivo. André Citréien disponía de
los fondos y medios necesarios para llevar
a cabo la travesía: vehículos especialmente
diseñados para recorrer todo tipo de terrenos, acondicionados para transportar gran
cantidad de material, personal cualificado,
permisos gubernamentales, etc. Pero el proyecto debía de contar no sólo con el beneplácito oficial, sino con la aprobación de la
comunidad científica. Con semejante apoyo
la Cruzada Negra se distanciaba, al menos
en apariencia, del resto de travesías automovilísticas que venían realizándose. La
expedición recibió el sostén de dos de las
instituciones académicas francesas más importantes en el campo de las ciencias naturales, la geografía y la etnografía: el Museo
Nacional de Histori a Natural y la Sociedad
de Geografía de París. Tal como se presentaba, la travesía de la casa Citréien no era
sólo una proeza técnica sino una contribución científica. En el caso del Museo Nacional de Historia Natural, la negociación incluyó el respaldo del Museo a cambio de las
i9 24
Cubierta del libro de Georges-Marie Haardt y Louis
Audouin Dubreuil La craisiere naire. Expeditian Citroiin
Centre-Afrique. Ed. Pion, 1930. Colección Nicolás
Sánchez Durá.
colecciones etnográficas y naturalistas fraguadas en el transcurso de la travesía. A
medida que La Croisiere Naire tomaba forma, Georges Marie-Haardt, director de la
expedición junto a Audouin-Dubreuil, insistía en sus comparecencias públicas en que
la expedición no era un raid automovilístico donde lo importante es la velocidad, sino
un trabajo científico cuyo propósito era realizar un reconocimiento metódico y completo de los lugares recorridos, lo cual implicaba hacerlo a una velocidad limitada.35
Tales declaraciones no eran azarosas, Haardt también quería asentar su legitimidad
frente a otros. En el momento en que los
vehículos Citroen se ponían en marcha hacia Ciudad del Cabo, el capitán Delinguette
emprendía un recorrido similar - cumplido
en poco más de siete meses- en un vehículo Renault de 6 ruedas. No era la primera
vez que la casa Renault competía con Citroen en África . En el año i922 1 las dos
marcas automovilísticas habían organizado
una expedición transahariana desde
Touggourt, por el Tan:ezrouft, hasta Tombouctou. La travesía supuso la unión en
automóvil entre el sur de Argelia y el río
Niger. En un comunicado en ruta Haardt
afirma: «Es evidente que el espléndido trabajo de documentación en todos los órdenes
que mi misión aportará a Francia cuando
regrese será antes que nada el gran resultado que hay que esperar de ella, más que la
publicidad siempre ruidosa que puede colar
un excitado sobre la travesía de África con
un solo coche. No queremos ver los resultados in mediatos, sino el conjunto de los
que podemos esperar para el porvenir».36
En uno de los largos artículos que
l'Ilustration le dedicó a la expedición, pu35 / Véase por ejemplo el periódico L'l//ustratian del 26 de
septiembre de 1925.
36 /Citado en Bories. Estelle. Les phatographies de la croisiere
naire (1924-1925): L'Afrique apartée de regard, Maitrise d'histoire
de la photographie sous la direction de M. Poivert, Université de
Paris 1-Sorbonne, Année universitaire 1999/2000, p. 12.
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blicado el primero de ellos con el título «De
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el 26 de septiembre de i925, el periodista
Robert de Beauplan repite la consigna de
Haardt. La expedición no se había propuesto una proeza deportiva, sino científica: «A
la vez que efectuaban una gran conexión
intercolonial africana, querían poner al servicio de la ciencia la eficacia de sus medios
y sustituir un raid por un verdadero viaje
de estudios».37 El periodista insiste, casi al
dictado, en que la expedición se había esforzado en recoger toda la información posible
en materia de geografía, etnografía e historia
natural, así como sobre las necesidades económicas en las colonias.
Para acometer la tarea, la expedición
Citri::ien contó con un equipo técnico y humano de primer orden: vehículos especial37 / L'//lustratian. 26 de septiembre de 1925, p. 305.
Mapa de la Cruzada Negra Citroen publi cado en el libro
de Georges-Marie Haardt y Louis Audouin Dubreuil
La craisiere naire. Expeditian Citraiin Centre-Afrique.
Ed. Pion, 1930.
mente diseñados para la ocasión, maletas
para el almacenaje de las colecciones científicas, equipos de medición, cámaras de
fotos y de filmación, etc. En cuanto al equipo humano, contó con la colaboración de
un gran número de especialistas, según el
principio industrial fordista de la división
del trabajo; Georges Marie Haartd y Audouin-Dubreuil, jefes de la expedición secundados por un miembro de la infantería colonial
llamado Bettembourg; Maurice Penaul, jefe
de los mecánicos, y su equipo: los dos hermanos Billy y Roger Prud'homme; René
Rabaud, Maurice Piat, Henri de Sudre, Joseph Rémilier y Émile Trillat, el ingeniero
Charles Brull, Alexandre Iacovleff, pintor
de la expedición, Léon Poirier, encargado
de las filmaciones ayudado por Georges
Specht, operador cinematográfico y fotógrafo, el conocido profesor Eugene Bergonier, médico, antropólogo y taxidermista,
Clovis Balourdet, técnico de la expedición
y Baba Touré, jefe de los cocineros.
La documentación fotográfica y fílmica
era fundamental para la difusión y popularización de la travesía. Haardt cuidó especialmente el equipo formado por Léon
Poirier, que en aquella época ya era un reconocido director de cine, y Georges Specht,
fotógrafo más próximo al ámbito del arte
que al de la ciencia, que ayudó a Poirier. A
disposición de ambos había dos vehículos
especialmente preparados dotados de espacios para la conservación del material fotográfico y cinematográfico, uno de ellos·equipado con un dispositivo para la toma de
imágenes desde el vehículo. Poirier y Specht
utilizaron los aparatos y cámaras más modernos, entre ellos una «Derbie cv», un Gillon normal, aparatos fotográficos cargados
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Alexandre lac ovleff. Cartel de la exposición en el Hotel
Jean Charpentier de las pinturas de Alexandre lacovleff
de la Expedición Citroiin. Musée du quai Branly,
nº inv.: F-L-A-006110 © musée du quai Branly/Scala,
Floren ce.
de placas de vidrio de i3x18 cm, cámaras
instantáneas Kodak, y un verascope Richard.
Más tarde, todo ello posibilitó una gran difusión mediática gráfica. Esas fotografías se
difundieron tanto en publicaciones etnológicas y antropológicas, como en revistas de
gran tirada tipo L'Illustration o el propio
Almanach Citroen.38 Pero además las fotografías de la Cruzada Negra fueron expuestas en el pabellón Marsan del Louvre el mes
de octubre de i926. La exposición estuvo
copatrocinada por el Museo de Artes Decorativas de París y por el Museo Nacional de
Historia Natural. Sólo este último apoyo
dotaba de un viso científico a la exposición.
En lugar de situarse al lado de los objetos
etnográficos «amontonados » en el entonces
desvencijado Museo de etnografía del Trocadero, las colecciones, incluidas las fotografías de la Cruzada Negra, se colgaban junto
a las obras maestras del arte occidental. En
una parte de la exposición las fotografías
convivían con otro tipo de documentos: objetos, dibujos, animales disecados, etc. El
visitante podía recorrer el continente africano a través de sus vestigios materiales y
creer revivir experiencias similares a las de
los expedicionarios. En los archivos del Museo del Quai Branly hay depositado un volumen donde se conservan encuadernados
los trabajos de redacción escolares, corregidos en rojo por el maestro, que dan cuenta
de su visita a la exposición (el título de todos
ellos es «Una vi sita a la Cruzada Negra»;
para enseñar a un niño cómo cerrar correctamente el relato el maestro añadió al final
de uno de ellos: «Conservo de esta visita un
recuerdo muy vivo y, cierto, ¡Que placer sería si yo mismo pudiera visitar estos países
misteriosos!»). Además, en el pabellón Mar38 / Véase principa lmente el ya citado L'lllustration. «De
l'Algérie á Madagascar en autochenilles I», 26 de septiembre
1925, n' 4308 y L'lllustration, «De l'Algérie á Madagascar en
autochenilles 11 », 17 de octubre de 1925, n' 4311. También. el
Almanach Citroen, 1932.
san se reservó una sala dedicada exclusivamente a las fotografías. En ella, las imágenes
se expusieron ampliadas y aisladas del resto de documentos, de manera que las fotografías se convertían en objetos autónomos
de apreciación estética. Por su parte Alexandre Iacovleff, el pintor asociado a la expedición, inauguró una exposición de pinturas
y dibujos en el Hotel Jean Charpentier de
París el 7 de mayo de i926. El documental,
rodado y montado por Poirier, se proyectó
en varias capitales europeas como Londres
o Roma, y su estreno en el Teatro de la Opera de París fue un gran acontecimiento social
que contó con la presencia del Presidente
de la República.
Portada de la guía de mano de la exposición de los
materiales recogidos por la Cruzada Negra Citroiin en el
Pabellón Marsan del Louvre. Colección particular.
PALATS DU LOUVRE
PAVILLON DE MARSAN, ro7, RUE DE RIVOLI
Octobrc-Dfo:mbre 1926
EXPOSITION
DE LA CROISIERE NOIRE
DOCUMENTS RASSEMBLÉS PAR
L'EXPÉDITION
CITROllN-CENTRE-AFRIQUE
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A pesar de las declaraciones directas, o
periodísticamente inducidas, de Haardt, la
Cruzada Negra fue mucho más un raid automovilístico deportivo que una misión científica. No sólo su trabajo efectivo, también
lo muestra el centro de su actividad no estrictamente viajera, sino de registro fotográfico y fílmico de paisajes, etnias, danzas y
folklore en general. Si analizamos esas representaciones - sobre las que volveremos
más tarde a propósito de las fotografías tomadas por la Misión Dakar-Djibouti-lo que
muestran es, sobre todo, un relato muy pormenorizado de los observadores según la
ép ica masculina mencionada más arriba,
autofotografiándose de continuo en los múltiples avatares de su gesta viajera; en cuanto
a lo observado por ellos, África se nos ofrece
primitiva, exótica, misteriosa, hostil y grandiosa en su naturaleza desbordante. Como
había afirmado Robert de Beauplan en el
artículo del i 7 de octubre de L'Illustration
respecto del documental rodado por Poirier,
unos meses antes de su estreno, «está concebido y constru ido para ser un espectáculo
y para hacer revivir ante los ojos del público,
de manera tan dramática como pintoresca,
Tarjeta postal «La Cruzada Negra. Mujer de un jefe
Mangbetu (Congo belga)». 14'5 x 9 cm . Colección Nicolás
Sánchez Durá.
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Página del periódico L'l//ustration, 17 de octubre de 1925.
Bibliotheque Forney, Ville de Paris.
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las aventuras de esta excursión extraordinaria, de esta verdadera Cruzada Negra de innumerables peripecias. ¿Qué otro medio, que
no fuera la pantalla, permitiría mejor el hacer sensibles y vivos los acontecimientos, los
incidentes, la satisfacción, las decepciones,
las impresiones, dicho brevemente, la existencia cotidiana de los viajeros intrépidos
sembrada de imprevistos entre la naturaleza
nueva, las bestias salvajes y los hombres
desconocidos? ».39
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17 de octubre de 1925, nº 4311 , p. 413.
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Musée du quai Branly, n' inv.: PAOOOl 17 © musée du quai
Branly/Scala, Florence.
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«Una visita a la exposición de la Cruzada Negra». Página
del cuaderno de deberes escolares sobre la exposición
del material recogido por la Cruzada Negra Citroen.
Musée du quai Branly, nº inv.: PA000244 © musée du quai
Branly/Scala, Florence.
68
Esos oscuros objetos del deseo
Si la Cruzada Negra, a pesar de su magnitud excepcional, fue un raid automovilístico más ¿Por qué hemos afirmado que en
la construcción de la nueva autoridad etnográfica el jefe de un raid es una de las figuras rivales propias del panorama africano
frente a la que aquélla debe afirmarse? Bien,
hay que subrayar que ahora vemos la partida cuando ya ha sido jugada; cuestión diferente es la percepción que tenían los jugadores entonces, cuando se desarrollaba.
En primer lugar, porque los argumentos que
justificaron el proyecto de la Cruzada Negra
y los que justificaron la realización de la
Misión Dakar-Djibouti fueron muy similares: recoger información científica relevante de los territorios colonizados con el propósito de humanizar la tarea colonial en un
momento en el que se creía que el África
ancestral y sus producciones materiales desaparecían aceleradamente. En segundo lugar, porque la Misión Dakar-Djibouti recurrió a un sistema de promoción y recaudación
de fondos similar al de la Cruzada Negra:
se competía por el patrocinio de entidades
privadas que completaban, en el caso de la
dirigida por Griaule, la insuficiente subvención pública. En tercer lugar, porque ambas
expediciones estuvieron rodeadas de una
serie de acontecimientos de promoción que
para el gran público las equiparaba, tanto
antes de la partida (exposiciones del material de intendencia de la expedición, conferencias radiofónicas, artículos de periódico ... ), como tras su llegada a París (exposición
del -en expresión de Rivet y Riviere- «botín» de las expediciones, proyección de la
película montada a partir de las imágenes
filmadas, etc.).
Pero no debe olvidarse una cuestión
epistemológica del todo relevante. A pesar
de que sólo trascurren cinco años entre la
Cruzada Negra y la Misión Dakar-Djibouti,
el contexto académico y científico en que
se realizaron fue completamente distinto.
Entre ambas expediciones se produjo la
creación del Instituto de Etnología de París
en el año i925 . En ese momento, se produjo un giro importante en la etnología francesa. No era posible concebir y aceptar un
saber sobre la otredad cultural que no estuviese fundamentado sobre unos principios metodológicos que regularan la práctica de la etnografía. De ahí que uno de los
propósitos fundamentales del Instituto de
Etnología - lo recordaba el proyecto de ley
ante la Asamblea Nacional- fuese formar
trabajadores de campo capaces de llevar a
cabo investigaciones etnográficas rigurosas.
El África pintoresca ya no tenía cabida en
un discurso con pretensiones de objetividad. Los etnólogos debían mirar hacia lo
cotidi ano, los hábitos y maneras, técnicas,
sistemas de parentesco, ritos y fiestas,
creencias .. ., en definitiva, observar e inscribir todas las producciones materiales e
inmateriales resultantes de la interacción
espontánea que constituían la «Vida» del
nativo. Fue en el seno del Instituto de Etnología donde se organizó la Misión DakarDj ibou ti. Además, otro acontecimiento
fundamental condicionó el carácter de la
expedición que dirigiría Marce! Griaule: la
reorganización del Museo de Etnografía del
Trocadero, dirigido por Paul Rivet secundado por George Henri-Riviere. En resumen, la etnología académica francesa se
ihstitucionalizaba y su consolidación tenía
esos dos referentes fundamentales, el Instituto de etnología y el Museo de Etnografía del Trocadero. No es azaroso, pues, que
la misión Dakar-Djibouti a pesar de los puntos en común -unos reales, otros sólo en
apariencia- tratase de marcar distancias
con las actividades de la travesía Citroen.
Griaule conocía bien el trabajo de ésta; tanto él como Georges Marie Haardt tenían
relación con la Sociedad de Geografía de
París. De h echo, hubo un intento por su
parte de negociar la colaboración de la famosa empresa del automóvil francesa. No
se produjo. Quizá porque sólo unos meses
después de la partida de Griaule y los ·suyos,
Georges Marie Haardt emprendería un reto técnico mayor que el realizado en África
en i 924, la travesía del continente asiático
desde Beirut hasta Pekín, misión que se
conocería como la Cruzada Amarilla.
..........
s:
e : -·
Jean Habe, «Del Atlántico hasta el Mar Rojo a través del
continente negro•>, Ami du peuple, 31 de diciembre de
1930. © Bibliotheque centra le du Muséum National
d'Histoire Naturelle, París.
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De l'Atlant·que a la Mer Rouge
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Un enlretien avec M. Marce! Griaule, chef de la mission
clh11ographique et linguistique Dalear-Djibouli
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'\ .-ir• l'andonnÉcs autoroobiles U.1ra- pas inntil e nu エッオイゥ
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colla iJomtion u llé ri eui·c. ll es L évr- 」Nij・イャゥセ@
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cndres co!o ni oux - c1vtl s e' m1l1 - vrf les ¡eux rl n. mcltet' et de 1 uili· n' est-ce pas snr la con nai1.1sm1cc p1·n·
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t::i ire.; _u ne vüila ble arn1ée セ ャ ・@ co l· c;nn. De son cu.le, le 111usrcog-1·aphe r,e ronde rle l'indinene _ de ウ・セ@
mi::curs,
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En una entrevista periodística poco más
de un año antes de la partida, «Del Atlántico al Mar Rojo a través del continente negro.
Una entrevi sta con el Sr. Marcel Griaule,
jefe de la Mi sión etnográfica y lingüística
Dakar-Djibouti», el conflicto de legitimidad
con los participantes en los raids subtiende
todo el texto desde sus primeras líneas. La
entrevista resulta un documento de notable
interés porque, además de las declaraciones
textuales del etnólogo, el periodista escribe
su texto prácticamente siguiendo las indi·
caciones de aquél.4° Las aventuras de los ases
del volante o de la hélice parece que hayan
dejado el mundo sin posibilidad de exploración. Pero ello se debe a que «no se distingue suficientemente entre un raid y una
misión científica». No se trata de despreciar
a los «modernos deportistas», sino de tener
en cuenta que «el hombre de laboratorio es
un observador » que tiene sus necesidades.
Los dos son viajeros, con fines dife rentes,
no contrarios. El deportista abre las vías que
el sabio aprovechará: «el sportman quiere
'matar el tiem po'; el sabio quiere, por el
contrario, prolongarlo ¡si es posible! Uno
pasa, corre; el otro se detiene, observa» . El
caso es que en los últimos ti empos había
habido muchos más raids, decía Habe, que
expediciones científicas. En este marco, son
significativas las presentaciones de la misión
y de su líder. Porque el artículo se demora
tanto en los méritos académicos de Griaule,
cuanto en la enumeración de las instituciones que respaldan su misión. En cuanto a
su retrato, el artific io retórico consiste en
contradistinguirlo con el tópi co del sabio,
ratón de biblioteca, enjuto, barbado y con
sus gruesas lentes ... cuando uno espera encontrar alguien así, o «un vieux broussard
40 / Lo cual es evidente porque util iza expresiones literales de
otros textos de Griau le, incl uso algunas que pasaron al proyecto
de Ley. Jean Habe 11De l'Atlanlique á la Mer Rouge á travers le
continent noir. Un entretien avec M. Marce! Griaule, jef de la
Mission Ethnographiq ue et Lingü istique Dakar-Djibou1i", en Ami
du Peuple, 2 de febrero de 1930.
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barbu», ... se encuentra con un hombre ágil,
joven, treinta añero, distendido, lleno de
vitalidad ... es decir, con los rasgos del deportista, aventurero. Pero, de inmediato,
vienen en cascada todos los atributos académico científicos que lo distinguen jerárquicamente y la lista de instituciones que
lo respaldan. «Este joven explorador» es
asistente del Laboratorio de Etnología, diplomado de la Escuela de Lenguas Orientales, secretario general de la Sociedad de
Africanistas y miembro del Instituto Francés, además ya en el año 1928-29 había realizado una misión científica en Abisinia. En
cuanto a las instituciones académicas y políticas que le han encargado la dirección de
la misión etnográfica y lingüística, la enumeración es morosa e imponente: el Instituto de Etnología de la Universidad de París
y el Muséum Nacional de Historia Natural,
los ministerios de Instrucción Pública y de
las Colonias, la Academia de las Inscripciones y de las Bellas Artes de la Universidad
de París, el Museo de Etnología del Trocadero, la Academia de las Ciencias de las
Colonias, la Sociedad Geográfica, el Comité
del África Francesa y los Gobiernos del África Ecuatorial Francesa, de Camerún, de la
Costa Francesa de los Somalíes, «etc., etc.».41
Cuando Griaule pasa a enumerar los que le
van a acompañar en la realización de su
proyecto, no se olvida de afirmar: «Tenga
muy en cuenta que nuestro personal, quizá
con la excepción del archivista [i.e., Michel
Leiris], se compone únicamente de especialistas ». Desde la perspectiva de la institucionalización de la etnología, y a pesar del gran
respaldo oficial obtenido, es significativa la
afirmación de Griaule cuando, al regresar
de África, da cuenta de su viaje en el núme-
ro especial que le dedicó la revista Minotaure. Comparando el número de abogados,
médicos o ingenieros con el de etnógrafos,
afirma que la etnografía «auque tenga ahora su lugar entre las ciencias, no es un camino oficialmente abierto a lo s jóvenes:
todavía hoy es más una vocación gratuita
que una carrera» .4 2
Esa autoridad etnográfica disputada, una
vez establecida y estabilizada, recupera al
«hombre blanco sobre el terreno » al cual se
le otorga, si instruido y autorizado por el
etnólogo, una autoridad parcial y delegada.
En efecto, Griaule pasa a esquematizar el
trayecto de su expedición y sus objetivos. Su
intención es hacer una investigación «extensiva» en territorio colonial francés y dos
«intensivas», una de seis meses en Camerún
y otra en Abisinia. Poco importa, para lo que
nos ocupa, que cuando el viaje se produjese
un año después, una de las investigaciones
intensivas más importantes no fuera en Camerún, sino una aquí silenciada, en el escarpe de Bandiágara, entre los dogón, el inicio
de uno de los trabajos sistemáticos de la etnografía francesa ulterior más conocidos y
singulares. Lo que merece ser señalado ahora son las razones que da Griaule para justificar esa división del trabajo. En el caso de
la travesía de las colonias francesas el objetivo es la toma de contacto con los organismos administrativos y militares en vistas a
una colaboración ulterior: «es evidente que
un jefe de puesto o un administrador puede convertirse en un excelente observador...
por poco que le inculquemos ciertos métodos
científicos ... conviene que actúe según las
directrices que le serán dadas por los organismos científicos de la metrópoli cuya misión es centralizar todas las informaciones,
41 I Además de las instituciones mencionadas en el artícu lo La
Misión Dakar-Ojibouti fue patrocinada por el Ministerio de '
Agricultura (Instituto de Investigaciones Agronómicas). Instituto
de .Francia (Academia de Inscripciones y de Bellas Letras).
Universidad de París (Fundación David-Weill). Fundación
Nacional para el Estudio de las Ciencias y de las Civilizaciones
Extran¡eras (Fundación de la Condesa de Montfort). Escuela
Nacional de Lenguas Oriental es Vivas, Sociedad de Amigos del
Museo de Etnografía del Trocadero, Asociación Francesa para el
Avance de las Ciencias. Comité Francés para el Estudio
Científico de los Problemas de Poblaci ón, Centro Internaciona l
de Síntesis, Instituto Colonial Francés. Unión Colonial Francesa
y la Liga Marítima y Colonial Francesa.
todas las comunicaciones ... Tenemos en nuestros cuadros coloniales -civiles y militaresun verdadero ejército de colaboradores desinteresados («bénévoles»), es cosa nuestra
utilizarlos ». Esa era la función a la que debían ayudar, ya ha sido dicho, las Instruccio-
nes sumarias para los colectores de objetos
etnográficos que fueron redactadas y publicadas un año después de esta entrevista. Lo
cual indica que el esquema de trabajo, y la
concepción que lo sustentaba, no era una
coletilla irrelevante, un perfume de época,
sino una idea bien meditada. Como en Abisinia no se disponía de tal ejército de cooperantes «benévolos », además de atravesar una
situación política fluida que iba a permitir
el fácil acceso de las potencias europeas rivales, había que apresurarse, pues «todo
documento que no se recoge se pierde para
siempre jamás para la ciencia».
En cualquier caso, en la justificación de
las investigaciones intensivas o extensivas
aparece de nuevo la, podríamos decir, obsesión por los objetos, toda clase de objetos
de la interacción social, que aquí Griaule
llama «'testigos' de esas civilizaciones agonizantes» . Ahora bien, esa pasión objetual
no tiene una justificación meramente museística, como es colmar las lagunas de las
colecciones africanas del Museo de Etnografía del Trocadero para que estuviera a la
alturq de los grandes museos. Porque si esos
objetos son dignos de ingresar en el museo
no es tan sólo para enmendar una carencia,
para satisfacer el prestigio patrio en el concierto internacional, sino por el peculiar
estatuto ontológico y epistemológico que
encarnan. De hecho, esa etnología centrada
objetualmente desde el punto de vista del
método es una manera de responder al pro42 / Griaule, M. «lntroduction Méthodologique,, Minotaure, n' 2
(numéro spécial) op. cit.
71
72
blema señalado por Malinowski en el texto
de Los Argonautas del Pacífico Occidental
que hemos citado.
En efecto, dice allí que el etnógrafo es, a
la vez, su propio cronista e historiador, y que
si bien sus fuentes son fácilmente accesibles
su dificultad no se debe tanto a la complejidad, sino a ser sumamente evasivas,
«ya que no radican tanto en documentos de
tipo estable, materiales, como en el comportamiento y los recuerdos de seres vivientes. En
etnografía hay, a menudo, una enorme distancia
entre el material bruto de la información - tal Y
como se le presenta al estudioso en sus observaciones, en las declaraciones de los indígenas, en
el calidoscopio de la vida tribal- y la exposición
final y teorizada de los resultados. El etnógrafo
tiene que salvar esta distancia a lo largo de los
laboriosos años que distan entre el día que puso
por primera vez el pie en una playa indígena e
hizo la primera tentativa por entrar en contacto
con los nativos, y el momento en que escribe la
última versión de sus resultados». 43
Pues bien, el objeto tal como lo concibe
Griaule aporta la estabilidad material que
Malinowski reclamaba. En la distancia no
sólo temporal sino epistemológica que separa el magro impout del trabajo de campo
y el elaborado ouput de la monografía etnológica acabada, el objeto es el testigo que
encarna una multiplicidad de información
social por cuanto condensa un intrincado
plexo de prácticas y relaciones sociales. De
manera que el objeto se convierte en pasto
de los diferentes especialistas y el trabajo
etnográfico ya no es la tarea de un sujeto
aislado, omnisciente, transparente y omnipresente, sino de un equipo que trabaja
coordinado y conspira para alcanzar un fin,
el sentido de la vida de una determinada
43 / Malinowski. B. op. cit., p. 21. El énfasis es nuestro.
comunidad social. Sea el ejemplo de un tipo
de cestas. El botánico estudiará qué especies
vegetales han sido utilizadas en su confección y el tecnólogo las técnicas artesanales.
El fotógrafo captará no sólo el objeto, sino
el ejercicio de las habilidades técnicas para
su producción y su uso. El musicógrafo registrará las canciones del canastero y el
lingüista anotará las letras. Finalmente, el
etnólogo se informará de los múltiples usos
de los objetos de cestería, de las leyendas y
de las costumbres propias de los que a ella
se dedican. Toda la conferencia que Griaule
dio, poco antes de partir, en el Museo de
Etnografía del Trocadero la tarde de la inauguración de la exposición de la intendencia
de la expedición, resume este punto de vista. Pero a su vuelta Griaule vuelve a insistir:
«El etnógrafo-que-lo hace-todo es una concepción periclitada ». Es una idealización
estéril pensar en el trabajo etnográfico independientemente de las habilidades de
cada cual. Quien no tenga un cierto sentido
práctico encontrará dificultoso comprender
una técnica y quien no tenga oído no podrá
hacer transcripciones fonéticas. La necesidad del «trabajo de equipo» se debe tanto
a la multiplicidad de temas de estudio cuanto a la de los procedimientos de observación
y las destrezas que comportan. Por otra parte, asunto del todo relevante, el «observador
solitario se verá pronto materialmente desbordado » cuando el objeto de estudio es un
acontecim ien to espacio-temporalmente
complejo, asunto éste sobre el que pronto
hemos de volver.44
Ahora bien, esta nueva concepción ontoepistemológica del objeto etnográfico supone una renovada manera de exhibirlo cuando haya sido desarraigado de su contexto
de vida y pase al museo de la metrópoli. El
antiguo museo de etnografía -es decir, el
del Trocadero antes de la llegada de Rivet y
Riviere- disponía sus objetos según el concepto de «panoplia ». La panoplia -el ejemplo
al que recurre Griaule es la panoplia de armas- no permite conocer nada de lo que así
se expone, ni el país de origen, ni el uso o
función, la fabricación ... La panoplia es una
amalgama desordenada (desde el punto de
vista etnográfico) cuyo único criterio de disposición son las consideraciones estéticas de
quien la ha dispuesto. Esta noción de panoplia no es preciso referirla a las que lo son
en sentido estricto. Una vitrina también
puede estar organizada según el modelo de
la panoplia, si además se le suma el criterio
militar de «alineamiento »: los objetos colocados según el tamaño de los mismos, los
grandes en el centro, los otros en su torno
a medida que decrecen sus dimensiones .
Todo ello, además, incluye el poder mirar
los objetos sólo según un punto de vista, el
frontal, como si de cuadros, dibujos o grabados se tratara. Sin embargo, afirma Griaule, «el nuevo método que se enseña en el
Instituto de Etnología consiste en considerar
el objeto en función no del efecto artístico,
sino de la enseñanza que podemos extraer
de él. Se trata de rodear cada objeto de una
especie de envoltura de vida. Aunque esté
situado en una vitrina a miles de kilómetros
de su lugar de origen, es necesario que este
objeto continúe revestido de algún reflejo
de su vida cotidiana».45
Esta consideración de los objetos se remonta a Marce! Mauss, como puede ap reciarse en su Manual de etnografía.46 Objetos
y testimonios orales deber ser ambos interpretados, pero a diferencia de los segundos,
44 / Griaule, M. «lntroduction Méthodologique», en Minotaure.
op. cit., p. 8.
45 /Véase la conferencia de Marcel Griaule «Objetivos y
método de la próxima misión Oakar-Ojibuti» en este mismo
volumen.
46 / Mauss, M. Manual de etnografía, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires. 2006.
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"Poste antropomorfo yorubau. Ketou, Ouéme, Benin.
130 x 16 x 21'5 cm. Musée du quai Branly,
nº inv.: 71.1931.74.2380 © musée du quai Branly/Scala,
Floren ce.
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los primeros no mienten. El objeto, por emplear la terminología de Durkheim, constituye por sí mismo un testimonio del «hecho
social» , pero su capacidad de aportar evidencias diferidas depende del conj unto
co mplejo de inscripciones que lo hacen
inteligible al inscribirlo en sus coordenadas
sociales. Por ello, una vez recogidos sobre
el terreno, se les debía asignar «un número
escrito en tinta, remitiendo a un inventario
y una ficha descriptiva, que darán la reseña
sobre el uso y la fabricación del objeto ». A
su vez, «se acompañará la ficha descriptiva
de varios anexos, en particular un anexo
fotográfico y, de ser posible, un anexo cinematográfico. Se agregará un dibujo cada vez
que haya que mostrar el funcionamiento de
un objeto, un movimiento de la mano o del
pie ... ».47 Es notorio, tras lo ya dicho, que tal
forma de proceder fue la adoptada por
Griaule y los suyos en la Misión Dakar-Djibouti. En el texto de las Instrucciones sumarias ... - muchos párrafos de las cuales recuerdan al Manual de etnografía de Mauss- se
insiste en este punto, aunque en su vertiente museográfica: «Envolviendo el objeto de
una masa de informaciones, técnicas o de
otro tipo (fotos, dibujos, observaciones) se
podrá evitar que una vez en el museo se
transforme en objeto muerto, abstraído de
su medio e incapaz de servir de base a la
menor reconstitución ».4 8 La razón de ese
eco debe explicarse, pues la publicación de
las Instrucciones sumarias ... (1931) es anterior al Manual de etnografía, publicado en
1947; no obstante, las Instrucciones ... se redactaron a partir de los cursos que Marce!
Mauss profesó en el Instituto de Etnología,
lecciones que bajo el título «Instrucciones
de etnografía descriptiva para uso de viaje47 / Mauss, M. Manual de etnografía, op. cit.. p. 34.
48 / lnstructions sommaires pour les collecteurs d'objets
ethnographiques. op. cit.. p. 1O.
ros, administradores y misioneros» impartió
en el Instituto desde 1925 a 1939, siendo
reunidas posteriormente para su publicación
en el Manual.
Desde este punto de vista, si el sistema
de fichas anexo a un objeto condensa la
observación plural y transversal de un grupo de especialistas, los dibujos, pero sobre
todo las fotografías y las filmaciones, permiten su descompresión interpretativa e
incluso descubrir aspectos que en la observación inicial au plein air pudieron pasar
desapercibidos. Con todo, existe el problema
de la existencia de asuntos o acontecimientos portadores de evidencia etnográfica que
no pueden ser calificados de objetos en el
sentido que lo son los que se exhiben en
vitrinas. Es decir, para Mauss había actividades en que el propio cuerpo se convertía
en objeto. En las Instrucciones sumarias ...
Marce! Griaule y Michel Leiris, a partir de
sus clases y cursos, llamaron «Tecnología
propiamente dicha » a «todas las artes de la
producción material no estética». Pero, además del fuego, del trabajo de la piedra y de
la madera, la cerámica, la cestería, la espartería, los sistemas de transporte y de adquisición, etc., introdujeron el ítem «Técnicas
puras » y, como subapartado, lo que se dio
en llamar «Técnicas del cuerpo » (expresión
que aparecerá ya claramente diferenciada
en el Manual de etnografía de Mauss). En
su Manual, el maestro defenderá que de los
objetos se debe fotografiar no sólo las «técnicas de fabricación» (cómo son, cómo se
producen), sino también las «técnicas del
cuerpo» (cómo se utilizan, el cuerpo realizando las manipulaciones que cada objeto
induce o requiere).
Ahora bien, la expresión «técnicas del
73
«Poste tallado yoruban. Misión Dakar-Djibouti. Copia
sobre papel baritado 18 x 13 cm. Fonds Marcel Griaule,
Bibliothéque Éric-de-Dampierre, MAE, Université de Paris
Duest Nanterre La Défense - France.
74
cuerpo» es compleja y puede entrar en competencia directa -si no contradicción- con
la hegemonía que se le había reservado al
objeto material en el proceso interpretativo
de la acción social; pues es obvio que multitud de acciones significativas no están
mediadas por manipulación alguna de objeto ninguno. En las Instrucciones sumarias
no se aborda esta cuestión, sólo se dice que
la fotografía sirve para recoger esas «técnicas del cuerpo», mostrando las «posturas de
trabajo, la forma de caminar, de correr, de
reposar, de dormir ... ». Pero Marce] Mauss
no pudo pasar por alto el asunto, y aún sin
abandonar su punto de vista inicial, le dedicó un ensayo, «Las técnicas del cuerpo»,
publicado en 1 936 .49 Allí las define como
«las formas en que los hombres, sociedad
por sociedad, de una forma tradicional, saben servirse de su cuerpo» y parece ser
consciente del problema que supone entender acciones que no dependen de objetos
materiales estables, temporalmente persistentes.s0 De manera que, para ser consecuente con su teoría, «estira » la noción de objeto tal como la había estado utilizando y
acaba por decir que «el cuerpo es el primer
y más natural instrumento del hombre. O
más exactamente, sin hablar de instrumento, el primer y más natural objeto técnico,
y al mismo tiempo medio técnico, del hombre, es su cuerpo ».5' El cuerpo, aunque no
museable, se convierte en un objeto, salvando así las objeciones que pudieran derivarse de la puesta en práctica de su teoría por
la Misión Dakar-Djibouti.
¿Y qué mejor forma de recoger todo lo
que tiene relación con éste que a través de
la fotografía? Además de las fotografías de
los objetos recogidos en el continente afri49 / Joumal de Psychologie, XXXII, nº 3-4, 15 marzo de 1936. El
texto reproducía una comunicación presentada en un congreso
de la Sociedad de Psicología el 17 de mayo de 1934, es decir,
poco más de un año después de la experiencia de la Misión
Dakar-Djibouti.
50 / Mauss, M. «Les Techniques du Corps», Marcel Mauss (ed).
Sociologie et anthropologie, PUF, Paris, 2003, p. 365.
cano, la Misión trajo co nsigo cuantioso
material fotográfico de juegos de niños
donde sólo interviene la habilidad de éstos
para formar torres humanas y otros tipos
de figuras, de diferentes de peinados, etc.
No disponemos de una evidencia concluyente sobre la importancia del trabajo de
campo de la Misión liderada por Griaule (y
su componente fotográfica) en la redefinición del concepto de objeto de Mauss. Sin
embargo, no es inverosímil pensar que la
gran cantidad de materiales diversos aportada le hizo volver sobre una cuestión anteriormente asumida sin más complicación.
Más tarde Griaule volverá sobre el estatuto
de los ob jetos y de las acciones, a la par
que sobre el uso de la fotografía, en la in51 / Mauss, M. «Les Techniques du Corps», en Marcel Mauss
(ed). Sociologie et anthropologie, op. cit., p. 372.
52 / lnstructions sommaires... op. cit., p. 27.
terpretación etnográfica. Pero durante la
misión había aplicado los principios de la
práctica fotográfica expuestos en las Instrucciones sumarias ... La producción de
imágenes se había sometido a un control
riguroso, dada la necesidad de marcar diferencias con las imágenes pintorescas del
continente africano del tipo de las de la
Cruzada Negra Ci tri:ien. En el mismo momento en que se tomaban y revelaban las
fotografías, se anotaban en un cuaderno
fotográfico : número de cliché, identificación
de la escena, breve descripción, etc. Las
tomas, de cara a su posterior consulta, debían ofrecer el menor grado posible de
ambigüedad, de forma que el fotógrafo venía obligado a evitar «efectos artísticos,
dando cuenta lo más exactamente posible
de la realidad ».52 Las fotografías de la Misión Dakar-Djibouti ponen de manifiesto
que la mirada del fotógrafo a través del
objetivo de su cámara estaba determinada
por el sistema de clasificación de objetos
recomendado en las Instrucciones sumarias ... : «Tecnomorfología » (imágenes que
muestran la adaptación de un pueblo al
suelo en el que habita: paisajes, puentes,
bosques, etc.); «Técnicas propiamente dichas» (cerámica, metalúrgica, trabajo de la
piedra y de la madera, etc.), «Estética » (juegos, artes plásticas, artes musicales), «Monumentos de la actividad social» (fenómenos
religiosos, fenómenos jurídicos, fenómenos
económicos, etc.). En el caso de las «Técnicas propiamente dichas», las fotogr.afías
muestran los obj etos acabados desde diferentes perspectivas, cómo son fabricados
y cómo se utilizan. El intento de captar el
objeto como una totalidad compleja llevó
en ocasiones a Griaule a recurrir a varias
r- r-
«Poste tallado yoruba". Misión Dakar-Djibouti. Copia
sobre papel baritado, 18 x 13 cm. Fonds Marcel Griaule,
Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE, Université de Paris
Duest Nanterre La Défense - France.
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cámaras a la vez, incluso a utilizar técnicas
de reconstrucción de imágenes en tres dimensiones como las vistas estereoscópicas.
Sin embargo, la Misión Dakar-Djibouti
tuvo que hacer frente a otras acciones más
complejas que combinaban escenarios distintos, o se desarrollaban en un lapso temporal que podía durar semanas, meses, incluso años, y en las que los gestos estaban
desprovistos de relaciones técnicas con el
ámbito de los objetos tridimensionales. El
caso más conocido estudiado por el equipo
de Griaule fue el de los funerales de un cazador dogón en el mes de febrero de i93 i.
Ahora no se trataba de captar los aspectos
más pintorescos del ritual, o de construir
imágenes jugando con los personajes, los
ángulos de enfoque de la cámara o su tiempo de exposición, como se había hecho eN
la Cruzada Negra. Se trataba, por el contrario, de hacer un estudio pormenorizado de
todos y cada uno de sus momentos, identificar a los personajes, delimitar los diferentes escenarios donde transcurría la acción,
comprender su sentido en el conjunto etc.
En total, se tomaron cerca de 140 fotografías
durante los días que duró el funeral. El escenario era espacio temporalmente complejo y el equipo tenía que ser ágil en su movilidad y resuelto en sus decisiones si quería
captar el acontecimiento en su complejidad.
Así, varias cámaras, desde posiciones diferentes, dieron cuenta de su desarrollo. Una
de ellas, desde una posición alejada y desde
lo alto, captaba la escena en la plaza. De
manera que los planos generales en picado
permitían reconstruir el marco espacial de
la acción de conjunto. Mientras tanto, dos
aparatos más se entremezclaban con la multitud ofreciendo una mirada fragmentaria
pero más cercana. Además, el desplazamiento del ritual de un lugar a otro del pueblo
-por ejemplo, de la plaza a la casa del muerto- obligaba a trasladar las cámaras de un
lugar a otro en función de tales movimientos. Por otra parte, en ocasiones, dos acciones diferentes se desarrollaban en el mismo
momento en espacios distintos. La fotografía también debía dar cuenta de ello.
En la revista Minotaure Griaule utilizó el
trabajo realizado sobre los funerales dogón
como ejemplo de aproximación al ideal de
investigación en etnografía. En 1957 lo retomará en su obra Método de etnografía. 53
En el caso de las revista Minotaure, un croquis sirve para situar el discurso . En él se
muestra un plan de trabajo en la plaza en la
53 / Para un análisis detallado del trabajo fotográfico de la
misión Dakar-Djibouti, véase; Anne-Laure Pierre. «Ethnographie
et photographie. La misión Dakar-Djibouti". en Gradhiva, nº 7,
1989/1990, p. 106 y Hasan G. López Sanz. «Memoria colon ial y
etnohistoria de la mirada. Las fotografías de la Misión
Dakar-Dj ibouti», en Pasajes. Revista de pensamiento
contemporáneo, nº 24, 2007.
que se desarrolló parte del ritual el segundo
día de los funerales. Griaule cuenta que siete investigadores colocados en lugares distintos debían estudiar los diferentes aspectos
de la ceremonia. Uno de ellos, dice el etnógrafo, debía dominar desde lo alto de una
roca situada en el noroeste de la plaza la
escena completa. Esa persona era la encargada de fotografiar a los grupos de gente y
anotar sus movimientos. El segundo, oculto
a la sombra de la casa de las mujeres con la
menstruación debía estudiar las reacciones
de ese grupo, las idas y venidas de ciertos
individuos y las visitas que allí hacían algunos parientes del muerto. Mientras tanto,
los otros, hasta siete, dotados de una cámara
ligera o tomando notas, debían repartirse,
algunos entremezclados entre la gente, otros
en las entradas de la plaza, recorriendo las
calles de los alrededores en dirección a la
casa del muerto, vigilando la orquesta, inspeccionado los enlutados venidos de otros
pueblos o viendo las acciones de los portadores de antorchas y las distintas reacciones
de las mujeres ante ellos; «que sea de noche
o de día, cronómetros individuales permitirán a cada uno anotar la hora de las observaciones» .54 Ese trabajo empírico debía sentar las bases para el trabajo posterior de
interrogatorio de los nativos y, en el límite,
debía permitir alcanzar el sentido del complejo sistema de las acciones desarrolladas.
Volvamos ahora - de hecho no lo hemos
abandonado- al asunto que nos ocupaba: la
importancia de las fotografías para captar
las «Técnicas del cuerpo » que no tienen una
proyección sobre objetos materiales. Si Marce! Mauss había dado una respuesta al problema, Marce! Griaule también aportará su
contribución. En su Método de etnología -en
54 / Griaule, M. «lntroduction Méthodologique» y «Le Chasseur
du 20 octobre (cérémonies funéraires chez les Dogon de la
falaise de Bandiagara, Soudan
pp. 10 y SS.
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en Minotaure, op. cit..
75
Croquis dibujados durante los funera les de un cazador
dogón. Fichas de campo de la Misión Dakar-Djibouti, 1931.
Fonds Dakar-Djibouti, Bibliothéque Éric-de-Dampierre,
MAE, Université de Paris Duest Nanterre La Défense France.
«Funerales de un cazador. La Mission Dakar-Djibouti en
país Dogon», Misión Dakar-Djibouti, octubre de 1931. Malí.
Copia sobre papel baritado. 11'5x12 cm . Musée du quai
Branly, nº inv.: PP0030593 © musée du quai Branly/Scala,
Florence.
la línea del pensamiento de Mauss, pero
ahora partiendo de su propia experiencia de
campo durante más de veinte años- diferencia entre «hechos relativamente estables» y
«hechos en movimiento ». Griaule afirma que
«un objeto, un edificio, son hechos relativamente estables. Congelan y representan un
momento de la actividad y se sitúan en la
serie de movimientos que los han creado,
que los utilizan y que los destruyen ».55 Estos
fenómenos, dirá, son más fáciles de observar,
dada su durabilidad. Por el contrario, los
hechos en movimiento «son fugitivos, complejos y aparecen raramente al observador
en su unidad». Algunos duran muy poco,
en ocasiones ni tan siquiera una fracción
de segundo. Griaule vuelve al ejemplo de
los funerales del cazador dogón, «Los funerales comprenden: la muerte, el entierro, las
fiestas de los funerales, que a menudo tienen
lugar en dos tiempos y engloban el duelo
familiar, la salida de duelo, el establecimiento del status del muerto. El conjunto se extiende a veces a varios años».56
55 / Griaule, M. El método de la etnograffa. Editorial Nova,
Buenos Aires, 1957, p. 71.
56 / Ibídem, p. 78.
«Fiesta conmemorativa por un muerto. Danza de las
máscaras llamadas timmi(cruz). A la derecha, la máscara
marabú (mukiné), a la izquierda, máscara lebe bailada por
un joven». Misión Dakar-Djibouti, octubre de 1931. Mali.
Copia sobre papel baritado. 13 x 18 cm. Fonds Marcel
Griaule, Bibliotheque Éric-d e-Dampierre, MAE, Université
de Paris Duest Nanterre La Défense - France.
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1931. Fonds Dakar-Djibouti, Bibliotheque Éric-deDampierre, MAE, Université de París Duest Nanterre
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ritualesn. Misión Dakar-Djibouti, octubre de 1931. Mali.
Copia sobre papel baritado, 13 x 18 cm. Museo del Ouai
Branly. Fonds Marcel Griaule, Bibliotheque Éric-deDampierre, MAE, Université de Paris Duest Nanterre La
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«Mujeres tatuadas de raza turka». Banfora, Halto-Vo lta
!Burkina Faso). Copia argéntea, 12 x 16'3 cm.11930/1936).
Agencia económica de Francia de ultramar/ Gobierno
General de África Occidental francesa.
© FR ANO M 30Fi7 /60.
¡Qué difícil resulta entender los objetos
implicados en estas acciones, o encontrarlos,
si es que éstos existen! Pero incluso en el
caso de los «hechos estables» Griaule se da
cuenta de que hay algunos que no son coleccionables. El etnólogo francés pone concretamente el ejemplo de los p einados al
que más arriba nos hemos referido. Pero se
podrían añadir muchos otros, como las escarificaciones, las deformidades corporales
provocadas, etc. En algún momento incluso
roza la herejía al casi cuestionar al maestro
Mauss cuando afirma: «Se advertirá así que
lo material constituye jalones en la observación de los hechos en movimiento y que
hacer de él el objeto principal de la investigación es truncar singularmente la actividad
humana ».s7 Aquí es, en cierta medida, la
fotografía la que devuelve su «densidad»
ontológica a la acción: pero en este caso, a
diferencia de Mauss, la acción no se analoga con unos objetos de nuevo tipo, sino que
la fotografía se equipara a la escritura. Griaule incluso afirma que cada cliché es en sí
mismo una ficha de la que todos sus detalles
deben ser comentados en el lugar (de ahí la
importancia de revelar las imágenes inmediatamente): «la fotografía apuntala a la
ficha, jalona la encuesta a través de una serie de imágenes ».
Lo hasta ahora dicho respecto de la fotografía podría inducir a la conclusión errónea de que las únicas imágenes que aportó
la Misión Dakar-Djibouti conciernen a «Técnicas propiamente dichas » y «Técnicas del
cuerpo». El caso es que otro bloque importante de fotografías estuvo dedicado a paisajes y vistas. Las anotaciones de los carnés
fotográficos sitúan las escenas de forma
precisa: lugar, orientación, etc. En los paisa57 /Ibídem. p. 83.
jes el trabajo se vio facilitado por el uso de
fotografías panorámicas. Lo mismo ocurre
con las fotos de lugares y monumentos .
Cuando están demasiado cerca de la cámara para poder ser representados mediante
este tipo de negativos, Griaule recurrió a
croquis dibujados a mano donde se señalaba la serie de fotografías de formato tradicional que componen la vista panorámica.
Es el caso del abrigo Desplagnes en Songo,
que Leiris llamó «el Jerusalén de la circuncisión», en el que encontraron un gran número de pinturas sobre las paredes de piedra. El voladizo tuvo que ser fotografiado
por partes que al unirse formaban una gran
vista panorámica. Además, Griaule reprodujo el detalle de todas y cada una de las
pinturas de la pared.
Por otra parte, a pesar del giro que se
estaba produciendo en el campo de la etnología en i931 , los trabajos antropológicos
basados en el estudio de los rasgos fisonómicos seguían ocupando un lugar importante. El propio Paul Rivet, director del
Museo de Etnografía del Trocadero -y como
vimos, uno de los principales impulsores de
la Misión-, era un antropólogo de la vieja
escuela. De manera que la Dakar-Djibouti
trajo consigo abundante documentación de
este tipo. En las fotografías de tipologías
humanas de la Misión se reproducen los
cánones de representación de la fotografía
raciológica y antropométrica de finales del
siglo x1x y principios del xx. Algún matiz,
sin embargo, marca la diferencia. Ciertas
fotografías de tipos identifican al sujeto representado evitando gentilicios de tipo étnico. No siempre ocurre así; expresiones
como «mujeres kirdi », «tipo dogón», etc., se
repiten en las leyendas de los carnés foto-
gráficos. Estas representaciones, como ocurría con las fotografías antropométricas o
incluso en muchas de las que se hacían durante los «Villages noirs » y Exposiciones
Coloniales, llaman hoy la atención por lo
que tienen de antipático (en el sentido etimológico de la palabra), de falta de afectos
en común, de objetivante. En las series hay
algunos pares de fotografías en las que las
personas, convertidas en tipos, sostienen una
pizarra donde está escrito su nombre, la etnia y la casta a la que pertenecen. No es
raro apreciar en la expresión de las caras el
disgusto que la pose y el mismo acto de
fotografiar produce en los fotografiados .
Pero además de estas fotografías que
corresponden a las categorías clasificatorias
del trabajo etnográfico, encontramos entre
las fotos de la Misión una muestra intere-
«Kulugidi - Fadyala, joven mandinga tocado de un gorro
blanco» Misión Dakar-Djibouti, 1931. Malí. Copia sobre
papel baritado, 13 x 18 cm. Fonds Marcel Griaule,
Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE, Université de Paris
Ouest Nanterre La Défense - France.
«Jóvenes Sembla en Nakanfesso». Halto-Volta (Burkina
Faso). Copia argéntea, 12 x 13'5 cm. c. 1930. Agencia
económica de Francia de ultramar.© FR ANOM 30Fi7/58.
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sante de imágenes difícilmente clasificables,
pero que cobran todo su sentido en el contexto de la época y en el conflicto de legitimidades. La Misión no sólo fotografía,
sino que también se auto-fotografía realizando sus tareas cotidianas e identificándose como investigadores-etnógrafos. De
manera que la distancia respecto a las representaciones como las de la Cruzada Negra no concierne únicamente a la forma de
fotografiar los objetos, sino también a cómo
la propia misión se representa avanzando
a través del continente africano acometien-
Ya no se trata de
do su tarea 」ゥセョエ■ヲ。N@
exaltar el carácter de proeza técnica de la
Misión, la intrepidez y valentía de sus integrantes, sino de mostrar lo que hace un
equipo de etnógrafos y cómo desempeñan
su trabajo. De ahí que sus miembros aparezcan en ocasiones en sus tareas cotidianas; haciendo investigaciones etnográficas,
tomando anotaciones en el curso de ceremonias, rituales, etc., dibujando objetos,
embalándolos, fotografiando, etc. Incluso,
podemos encontrar al menos una fotografía
de cas i todos los miembros de la Misión
desempeñando la actividad que les era propia. Por ejemplo, Marce! Griaule en su improvisado laboratorio fotográfico revelando
placas de cristal, Michel Leiris tomando
anotaciones o confeccionado un informe
en su tienda de campaña, Gaston-Louis
Roux copiando las pinturas de la iglesia de
Antonios en Etiopía, Larget reparando un
motor, André Schaeffner haciendo investigaciones musicográficas, etc. Un trabajo que
los alejaba largos periodos de casa, alteraba
las formas familiares y suponía serios desgastes emocionales, como Genevieve Calame-Griaule describe en este mismo volumen en su escrito de b ellísimo título
«Tiempo de ausencia ».
Afirmaba Clifford Geertz que una de
las características de los relatos etnográficos radica en que, de diversos modos y
maneras que tienen que ver con los diferentes recursos retóricos de cada autor,
éste se hace presente en su relato en la
forma del «yo estuve allí ». Ese «estar allí »
es lo que autori za su texto y contribuye a
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«Joven cautiva dyula, Tukoto». Misión Dakar-Djibouti,
octubre de 1931 . Malí. Copia sobre papel baritado,
13 x 18 cm. Fonds Marce! Griaule, Bibliotheque
Éric-de-Dampierre, MAE, Université de Paris Ouest
Nanterre La Défense - France.
su verosimilitud. Verosimilitud que tiene
la forma de que si nosotros - que «estamos
aquí»- hubiéramos «estado allí », habríamos visto y concluido lo mismo que el
autor. s8 Esa es la razón de que siempre
haya «un contrato narrativo muy minuciosamente redactado y respetado entre el
escritor y el lector. Los pres upuestos sociales, literarios y culturales comunes al
autor y su público están tan profundamente arraigados e institucionaliz ados que
signos casi imperceptibles son capaces de
transmitir mensajes importantes".s9 Malinowski, por seguir con su comparación,
utili za como uno de sus recursos retóricos
la invitación a ponernos en su lugar y para ello nos hace partícipes de sus recuerdos, emociones y sensaciones; reiterativamente, lo cual tiene una fuerza enfática,
nos dice que nos pongamos en sus zapatos,
que imaginemos cuál ha sido su experiencia vivida, de manera que nos hagamos
copartícipes de ella:
«Imagínese [el lector de su libro, N.S.D y H.L.Sj
que de repente está en tierra, rodeado de todos
sus pertrechos, solo en una playa tropical cerca
de un poblado indígena, mientras ve alejarse hasta desaparecer la lancha que le ha llevado.
.. .Imagínese, además, que es usted un principiante, sin experiencia previa, sin nada que le
guíe ni nadie para ayudarle. Se da el caso de
que el hombre blanco está temporalmente ausente, o bien ocupado, o bien que no desea perder
el tiempo en ayudarle. Eso fue exactamente lo
que ocurrió en mi iniciación en el trabajo de
campo en la Costa Sur de Nueva Guinea ... Tuve
períodos de tal desaliento que me encerré a leer
novelas como un hombre pueda darse a la bebida en el paroxismo de la depresión y el aburrimiento del trópico.
58 /Véase. Geertz. C. El Antropólogo como autor. Paidós.
Barcelona. 1989, pp. 139 y ss.
59 / Geertz. C.,»Diapositivas antropológicas», en Todorov. T. (edil.)
Cruce de culturas y mestizaje cultural. Jucar. Madrid. p. 103.
Imagí nese luego haciendo su primera entrada en una aldea, solo o acompañado de un
cicerone blanco. Algunos indígenas se agrupan
a su alrededor, sobre todo si huele a tabaco ...
Volví a su debido tiempo y pronto reuní una
audiencia a mi alrededor. Cruzamos unos cuantos cumplidos en pidgin-English, se ofreció tabaco y tomamos así un primer contacto en una
atmósfera de mutua cordialidad. Luego intenté
proceder a mis asuntos». 60
Pues bien, en el caso de Griaule y su
equipo el artificio retórico del «estuvimos
allí », puede ser cumplido con un «mire y
vea » cuáles son los avatares de un equipo
de trabajo etnográfico sobre el terreno. La
verdadera sa turación de reproducciones
fotográficas del número especial de Minotaure dedicado a la Misión puede servir de
ejemplo. Pero también, a pesar de todo, el
60 / Malinowski. B. op. cit. El énfasis es nuestro.
continente africano tenía un magnetismo,
suponía un Jantóme, que en ocasiones llevaba a los expedicionarios a identificarse
con esos exploradores intrépidos, viriles, con
los que teóricamente no habían querido
identificarse. De ahí que en el conjunto del
trabajo de la Misión se puedan encontrar
algunas fotografías que responden más a
un discurso del tipo «grandes exploradores »
que a una expedición científica. Uno no
puede dejar de sentir ese halo de quien cree
estar por encima del bien y del mal en la
fotografía del campamento de Niamey en
que aparecen Michel Leiris y André Schaeffer con su salakot cerrando los embalajes
de las colecciones reunidas en la región,
mientras una caja de balas Gevelot y otra
de carburante Shell se ofrecen al objetivo
de la cámara; o esa otra en la que aparecen
Marce! Griaule y André Schaeffner en territorio kirdi, rodeados por un grupo de nativos
desnudos mientras ellos sonríen recostados
en el capó del coche en el que viajan. Es
cierto que estas imágenes responden en
ocasiones a intereses comerciales relacionados con el patrocinio de la Misión o a requerimientos de la prensa, como se puede
leer en una carta en la qu e George Henri
Riviere pide explícitamente a Griaule que
le envíe algunas imágenes del tipo «grandes
exploradores »: «Me piden [la prensa, N.s.n.
y H.Ls.j muchas foto s. No puedo, ni quiero
darles de técnicas; envíame tres o cuatro del
género exploradores para saciar la curiosidad pública. Es posible que necesitemos a
la opinión si, como es poco probable, el presupuesto fuese aplicado de un año para otro
y si una disposición presupuestaria fuese
necesaria para la inscripción de nuestro segundo crédito ».61
61 /Carta de George Henri Riviére a Marce! Griaule. 30 de
septiembre de 1931. Bibliothéque centrale du Muséum national
d'histoire naturelle, París.
«Ambara». Misión Dakar-Djibouti, octubre de 1931. Malí.
Copia sobre papel baritado, 13 x 18 cm. Fonds Marcel
Griaule, Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE, Université
de Paris Ouest Nanterre La Défense - France.
«Ambara». Misión Dakar-Djibouti, octubre de 1931. Malí.
Copia sobre papel baritado, 13 x 18 cm. Fonds Marcel
Griaule, Bibliotheque Éric-de-Dampierre, MAE, Université
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Confianza, veracidad y mayéutica
etnográfica
La descripción de Malinowski de lo que
debía ser el método científico de la etnografía, la figura de un sujeto con estancias prolongadas sobre el terreno, involucrado y
distanciado, omnipresente, transparente, que
ve sin ser visto, que todo lo registra y cuya
observación no altera lo observado, «ese nativo asintótico», es un ideal. Un ideal que el
propio Griaule critica indirectamente al afirmar que la figura del etnográfo-que-lo-hacetodo era una figura periclitada. Pero un ideal
poderoso que posibilitó un tipo de obras del
periodo clásico de la etnología que hoy, más
allá de las teorías antropológicas ya decaídas
que las sustentaban, todavía se consultan.
Un ideal cuyas fisuras, desajustes y obstáculos epistemológicos el propio Malinowski
contribuyó a develar críticamente a partir
de la publicación póstuma de su A Diary in
the Strict Sense of the Term. 62 En el caso de
Griaule y su equipo puede decirse algo se62 /En español publicado con el título Diario de campo en
Melanesia. (Trad. Alberto Cardin). Madrid, Jucar, 1989.
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85
.
mejante respecto de la Misión Dakar-Djibouti,
sus objetivos y métodos. Su convincente
exposición de la observación transversal y
plural de un equipo coordinado se topa con
dificultades que él mismo constata o expresa a través de síntomas. Desde luego en el
caso de las investigaciones «extensivas » -y
la misión lo fue en gran medida-, pero también en el caso de las «intensivas». Las extensivas, definidas como el estudio de una
cuestión dada en el mayor número posible
de sociedades, se topan con el obstáculo de
la rapidez, de la falta de información colateral y del desconocimiento del contexto, la
poca familiaridad con los informantes y la
escasa o nula posibilidad de contrastar sus
testimonios. Griaule defiende ese método
extensivo aduciendo que hay instituciones
o aspectos que desbordan una comunidad
social y que para entenderlos se debe recurrir
a un estudio comparativo -él no la llama
así- en grandes áreas. A pesar de todo ello,
piensa que si se sabe dirigir la investigación
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y los informantes no tienen «ni mala fe, ni
mala voluntad » se obtendrá «la revelación
de secretos» que constituirán la clave de la
interpretación requerida. Sin embargo, es
obvio que el argumento -unas veces soterrado, otras explícito- que justifica tal tipo
de investigación es la colecta más numerosa
y rápida posible de objetos etnográficos destinados a las colecciones del museo de la
metrópoli. Precisamente por este punto - más
la justificación a lo Mauss del valor epistemológico de los objetos- comienza una vez
más el texto del escrito «Introducción metodológica » de la revista Minotaure.
Pero la investigación «intensiva » no encuentra menores dificultades. Él mismo
afirma que el tipo de observación prescrita
para el caso de los funerales del cazador
dogón, que hemos descrito y aparece esquematizado en sus croquis y fichas, «no lo
pude realizar por falta de personal» . Que el
número de observadores tienda a ser el mismo que el número de personajes, o al menos
Carnés de encuesta lingüística de la Misión DakarDjibouti. Chancellerie des Universités de Paris,
Bibliotheque littéraire Jacques Doucet, Paris.
86
de los grupos de actores o de asistentes que
juegan roles diferentes, es una «regla que
expresa un ideal más que una posibilidad». 63
Pero la arquitectura del método es tal que
el que la observación plural y transversal
sea una mera posibilidad nunca efectiva
deja truncada ab initio la captación del sentido. Esa sea quizá la razón del desespero
interpretativo y que tal desespero se haga
recaer en lo que parece ser -a estas alturas
de su obra, antes de la aparición de Ogotommeli en su expedición de i947- una
sempiterna desconfianza en los informantes.
El problema no es que lo que sepan unos
no lo sepan otros, según casta, edad, actividad o pueblo de procedencia, que lo que es
tabú difiera de unos a otros, o que una familia sepa poco del tótem de otra ... Esas son
dificultades que en principio podrían vencerse, según las entrevistas cruzadas, o las
reuniones donde se redactan los informes
y los diferentes trabajadores de campo contrastan sus averiguaciones, las validan o,
ante las contradicciones, establecen por dónde seguir la pesquisa. El problema es que
los informantes generalmente se muestran
interesados y no precisamente por el conocimiento etnográfico, son esquivos, tramposos y mendaces. Hasta tal punto eso es así
que en la «Introducción metodológica» llega a afirmar que «la elección del informador
que debe interrogarse, y todavía más el apreciar exactamente el calado («jaugeage») del
que a menudo imponen las circunstancias,
son de los problemas más delicados entre
todos lo s que un trabajador [de campo]
tiene que resolver». 64 De manera que los
interrogatorios de los informantes, las estrategias para conseguir arrancarles la información que poseen y que ocultan, se
63 / Griaule, M. «lntroduction Méthodologique», en Minotaure,
op. cit., p. 1O.
64 / Ibídem, p. 9. Véase el artículo de Jean Jamin en este
volumen.
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describen como la dramatización de un atestado policial (con su inspector bueno y su
inspector malo, yendo de sala de interrogatorio en sala de interrogatorio para confundir a los diferentes implicados y conseguir
su confesión) o de la instrucción de un sumario judicial:
«El examen gira poco a poco hacía la auscultación y ésta hacia la confesión. Sorprendido de
escuchar al europeo hacer alusión a hechos que
no ha descrito, que quizá haya voluntariamente
ocultado, ignorante de las deposiciones hechas
por sus camaradas ... inquieto por las consecuencias de una mentira inútil, aunque por otra parte tranquilizado puesto que no tiene ya la impre-
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sión de revelar sino más bien simplemente de
confirmar, el informador abre todas las puertas
de sus conocimientos».65
En cierto sentido, de L'Afrique fantóme
de Lieris puede hacerse también un uso semejante al que posibilitó la publicación póstuma y tardía de Un Diario en el sentido
estricto del término de Malinowski. Cierto,
un uso que no agota en absoluto su sentido,
pero que permite ver la encarnadura vital,
social y política de los postulados teóricos y,
por ende, sus limitaciones. Son numerosos
los pasajes donde Leiris muestra un ir a tientas interpretativo. Unas veces son dificultades empíricas y prácticas, otras de carácter
65 / Ibídem, p. 11.
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insuperable. En la anotación del 26 de octubre, entre los dogón, Leiris describe un ejemplo de malentendido «que perturba de forma
periódica la indagación tan pronto como hay
que recurrir a la traducción ». Queriéndole
dar a entender a su informante que desea
obtener «traducciones literales y no traducciones aproximadas», establece un símil;
coge unas piedras y las alinea una detrás de
otra indicando que cada piedra está por una
palabra. Después dispone otra línea de piedras sugiriendo que cada una está por una
palabra francesa. Acto seguido le pide que
le explique la frase sustituyendo - como había hecho con las piedras- cada una de las
palabras de la lengua secreta que componían
la frase por la palabra dogón correspondiente, traduciendo finalmente el intérprete ésta
al francés :
«Ambibe Babadyi coge la primera piedra que
correspondía a la palabra 'hombre' y creo que ha
comprendido. Pero toma una segunda piedra ...
diciendo que es una 'mujer peul'. Después traza
una línea sobre la mesa con el dedo, coge la primera piedra y la desplaza a lo largo de esa línea
imaginaria, mientras me explica que el hombre
está andando por el camino. Todo mi hermoso
plan se derrumba: una vez más Ambibe ha confundido la palabra con la cosa, el signo con la
cosa significada... El ejemplo concreto que había
tomado creyendo hacerle comprender mejor, no
ha conseguido más que embarullar/o todo, y hacer resplandecer también una doble estupidez:
la ele Ambibe, incapaz de tener una clara noción
del lenguaje como tal, la mía, capaz de haber
tratado las palabras de una fra se como entidades
indepenclientes»66
Pero éstas son dificultades, en principio
superables, resolubles por la traductología,
aunque ponen de manifiesto que la com66 / Leiris, M. El África fantasmal. op. cit., p. 186.
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prensión cultural es dificultosa, sinuosa, llena de meandros y necesitada de largos periodos de estudio. Lo revelador son otros
casos. 67 Como, por ejemplo, la estancia entre
los kirdi del norte de Camerún. De nuevo
allí se producen malentendidos, el poseedor
de un cuchillo arrojadizo - que por fin se
compra- se niega a mostrar su uso para fotografi arlo, porque no cree que se le pida un
simulacro, sino que realmente hiera a alguien. Pero lo verdaderamente notable es la
falta de traductores intermedios y de informantes; una y otra vez no acuden a las citas,
aunque le hayan asegurado -después de haber visitado una tumultuosa fiesta en el po-
blado de Mora con Lutten primero y con
Griuale después-, que bajarían al campamento junto al puesto del teniente destacado.
Varias veces Leiris anota en esos días que
«nos faltan intérpretes y que el trabajo se
presenta bastante mal ... no pudiendo hacer
nada entre los kirdi, Griaule se centra en los
mandara » (4 de enero de i932); de nuevo el
i 3 de enero, «muchas dificultades entre los
kirdi, tan intactos que muy pocos indígenas
conocen su lengua y ciertamente no hay un
intérprete en un radio de cien a doscientos
kilómetros». Pero el i4 de enero anota lo
que califica de «un nuevo sinsabor» que es
«lo más irritante que le ha ocurrido » desde
67 / James Clifford, en ttPoder y diálogo en etnografía: la
iniciación de Marce! Griaule», en Dilemas de la cultura. op. cit..
aborda la cuestión de cómo toda etnografía implica unas
relaciones de poder. Nuestro propósito es ir más allá y analizar
la forma específica en la que estas relaciones determinan el
respecto anta-epistemológico del método etnográfico que
presid ió el trabajo de campo de la Misión Dakar-Djibouti. Por
otra parte, Clifford aborda lo que llama ida metáfora iniciática»
del trabajo de campo, referida a una época más tardía de
Marce! Griaule que aquí no abordamos.
88
las informaciones confusas, caprichosas y
erráticas de su informante dogón, Ambicié
Babadyi, en Sanga. Mientras Griaule interroga a un niño sobre distintos juguetes, se
entera de que allí también hay bramadores,
«Más aún: la utilización de ese bramador es
objeto de una iniciación, y la salida de los
iniciados coincide justamente con la fiesta
a la que, primero con Lutten, y después con
Griaule, asistí en la montaña de Mora Kirdi,
cuando bebimos tanto pipí. Mis informantes
de allí, a los que había interrogado acerca de
la fiesta, no habían dicho nada de eso. Aunque por otra parte trataba de saber si existía
una iniciación, no había obtenido nada mediante preguntas directas ».68
Ahora bien, lo notable es que esas dificultades pragmáticas se deben a un contexto donde no es de extrañar que los kirdi se
mantuvieran alejados, remisos al testimonio
y, en su caso, desarrollaran diversas estrategias de emboscadura y camuflaje verbal.
Pues todas las anotaciones etnológicas de
Leiris de esos días están entremezcladas sin
discontinuidad con numerosas notas, aquí
y allá, donde se revela una estructura colonial y unas relaciones de dominio que en
nada pueden posibilitar algo así como el
inicio o la tentativa de un diálogo franco
presidido por el principio de veracidad. Los
prisioneros languidecen en los calabozos
porque no pueden soportar la reclusión, «el
clásico medio de represión contra los kirdi
es incendiar sus poblados. Huyen como pueden y van a levantarlo a otra parte » (11 de
enero); cenando con el teniente, Griaule se
entera de que «el Ministerio de las Colonias
ha dirigido notas muy severas a los jefes de
los puestos militares para que impidan que
se fotografíen cadáveres o prisioneros ... » (10
68 / Lei ris, M. El África fantasmal, op. cit., p. 262.
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de enero); «hace algunas semanas, el teniente (obligado a defenderse) mató a uno de
ellos. Apenas a dos días de marcha hay poblados completamente insumisos » (s de
enero) . De hecho, en la primera anotación
de toma de contacto con los kirdi (z de enero), Leiris relata que Mouchet, en su época
de recaudador de impuestos como funcionario colonial, ya había tenido que disparar
su fusil frente a un ataque con flechas venenosas; y prosigue, «unos prisioneros, encadenados de tres en tres con ayuda de pesados
anillas que les rodean el cuello, nos traen el
agua del aseo matinal. Parece que esa gente
ha robado, se han atacado mutuamente de
poblado a poblado. En Birki Koni, nos habían
enseñado el sitio donde acababa de ser fusilado un hombre... ».69
No obstante, hay algo sorprendente en
todo este continuo de apuntes del diario .
Leiris extrae conclusiones políticas - de hecho hay un subtexto que expresa sus preocupaciones de ese orden referidas a Europa, también manifiestas en las cartas que
envía y recibe de Zette-,7º pero no parece
referir esas relaciones de dominio que el
mismo anota a los problemas y dificultades
para realizar las pesquisas etnográficas. Así,
por ejemplo, el 9 de enero, en un rapto de
furia : «Y que ganas de romperlo todo al
69 / Ibídem. p. 247.
70 / 16 de enero de 1932, «... leo los radiogramas. En Europa
todo parece ir de mal en peor. Huele a guerra mundial. Vuelvo
descorazonado ¡Qué tristeza! ¡Antes morir veinte veces por una
cosa que nos guste que sufrir lo más mínimo por semejante
estupidez ! ¡Cierto, no soy un patriota ... ! Me asquea que estas
historias me obliguen a pensar en mi puñetero país»; antes, el 4
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volver.. .! ¡Es una pena que los colonizados
no sean algo más fuertes, para dar, a su manera, una lección! »; y con la actitud de un
Lord Jim - que ya hemos dicho abandonará
más tarde- prosigue, «No concibo actividad
más grandiosa que la de encabezarlos, si, en
todo caso, quisieran aceptarlo ... ».7 1 Pero sólo en ocasiones hay una referencia directa de
una cuestión (las relaciones políticas de dominio) a la otra (las dificultades de obtener
información etnográficamente fiable de los
informantes) . Es el caso, sea éste uno de los
ejemplos, de su anotación perteneciente al
periodo de la estancia en Sanga y el escarpe
de Bandiágara, uno de los momentos donde
mayor número de engaños y malentendidos
se acumulan: «Hipócrita europeo todo almibarado, hipócrita dogón tan sumiso por ser
más débil - y por otro lado acostumbrado a
los turistas- no será la bebida fermentada
que hemos intercambiado lo que nos acerque.
El único vínculo que existe entre nosotros es
una falsedad común ».72
Griaule califica al proceso de interrogatorio de los informantes de «mayéutica ».
Pero la mayéutica, término socrático por excelencia, supone como condición trascendental de posibilidad la sinceridad y la veracidad
(truthfulness, dicen los ingleses ) de los que
buscan una verdad en la que convenir a través del diálogo. Y justamente esa actitud, esa
intención de ser sinceros y veraces en el intercambio de enunciados verbales, es la que
aquí falta y no puede sino faltar. El vínculo
que une al etnógrafo y al informante no es
ni la sinceridad ni la veracidad, sino la simulación, la falsedad . El etnógrafo, por decirlo
con palabras de Griaule, una vez tiene sentado al informante en el banquillo, hace desfilar ante sus ojos «la más bella colección de
máscaras que no posee ningún museo »: «...
camarada afable... amigo distante, extranj ero
severo, padre compasivo, mecenas interesado,
comerciante que paga cada una de las revelaciones, auditor aparentemente distraído ...
amigo complaciente vivamente interesado
por los relatos de los problemas fam iliares
más insípidos ... ». Comentar esta «mayéutica»
o «dédalo de la encuesta » sería, dice, escribir
un tratado de etnografía activa o del «arte
de ser una comadrona o un juez de instrucción ».73 Desde luego, no es lo mismo ser una
comadrona que un juez de instrucción, pero
ninguna de esas dos cosas, ni todas las demás
máscaras que resumen, suponen ni la sinceridad, ni una actitud veraz. En cuanto al nativo, tampoco es el caso. Desconfía del etnólogo cuyas intenciones no entiende, o si las
comprende no las comparte; en cualquier
caso, se enfrenta a él como una jerarquía
avalada sobre el terreno por las autoridades
coloniales y militares y sus múltiples prácticas disciplinarias o abiertamente represivas
y violentas. No es pues extraño que se escabulla, enrede, intente sacar provecho tratando de vender informaciones o conocimientos
que no tiene, se esconda de sus próximos
que lo pueden considerar sacrílego, colaboracionista o chivato ante lo que no les parece sino una máscara ocasional de la autoridad
que les administra, aplica una ley que no
entienden, les recauda el tributo o les envía
a trabajos en las vías de comunicación o en
las plantaciones.74
En cuanto a la colecta de obj etos hay
algo de irónico. Si aplicáramos el principio
que Griaule repite una vez más en el inicio
de su «Introducción metodológica» - «... teóricamente, sería posible llegar a conocer una
sociedad fundando su observación sobre
de noviembre de 1931, «Carta de k. en la que me informa de que
el congreso de Jarkov ha condenado formalmente la disidencia
surrealista». Ibídem, p. 264 y 194 respectivamente.
71 / Ibídem. p. 258.
72 / Ibídem, p. 168.
73 / Griaule, M. «lntroduction méthodologique11, art. cit., p. 1O.
74 / 17 de septiembre de 1931 «Cólera tremenda contra un
hombre que viene a vender unos grigris y que al preguntarle
cuáles son las fórmulas mágicas que es necesario pronunciar al
servirse de ell os, da, cada vez que le hago repetir una de esas
todo lo que ha creado o utilizado rodeándolo
de un máximo de documentación» -, si aplicáramos, repetimos, dicho principio a nuestras sociedades, o por lo menos a la Francia
de los años treinta, la conclusión no sería
muy halagüeña. De nuevo el inclasificable
libro de Leiris abunda en la descripción de
casos donde la colecta no es precisamente
propicia a la recogida de documentación que
la teoría estipulaba: i 8 de septiembre, reciben un telegrama del gobernador, a través
del administrador, rogando que entreguen
«una máscara 'requisada' en San que el propietario reclama »; 28 de septiembre, intento de compra de unas cerraduras, pero «la
gente protesta y deshace la venta ya realizada: con un gesto de cólera, Griaule rompe
un wasamba que ha pagado y manda decir
que maldice el poblado »... Pero quizá el episodio más conocido y comentado sea el de
dos de las piezas más famosas aportadas al
museo del Trocadero (y hoy, tras su paso
por el Museo del Hombre, en el del Quai
Branly) : la m áscara Kono y el «cochon de
lait», conseguidos en Kéméni y Dyabougou,
en el círculo de San, región de Ségou.
El día 6 de septiembre de i931 Griaule
y Leiris encontraron la choza del kono. Tras
tomar una foto, entran en la estancia. Allí
encuentra una gran calabaza llena de los
más diversos objetos entre los cuales hay
varias flautas de diferentes materiales,
Griaule esconde dos de ellas en sus botas.
A la izquierda, colgado del techo, rodeado
de una multitud de calabazas hay un paquete cubierto de plumas de diversos pájaros que contiene una máscara. Tras la inspección salen del recinto y comienza una
larga discusión sobre la elección del sacrificador que debe proceder al sacrificio nefórmulas para anotarla, una versión diferente, y, cada vez que
hay que traducir, nuevas versiones otra vez ... », Leiris, M. El
África Fantasmal, op. cit., p. 154.
Páginas del manuscrito de L'Afrique fantóme
correspondientes al 6 de juni o de 1931. Chancellerie des
Universités de Paris, Bibliotheque littéraire Jacques
Doucet, Paris.
cesario para poder entrar al recinto de hecho ya profanado. Todo el relato de Leiris
describe un tira y afloja entre el jefe del
kono y el intérprete respecto de los animales que deben sacrificarse, su compra, quién
debe sacrificarlos -pues los nativos presentes se niegan- o a cuántas personas da derecho de entrar en el recinto el sacrificio.
En el relato de Leiris se describen los diferentes movimientos de regateo, engaño o
despiste del responsable del kono y los nativos que asisten a la escena. Convencidos
de que se están burlando de ellos, Griaule
manda decirle al jefe del poblado que, en
represalia, deben de entregarles el kono a
cambio de diez francos,
«o, de lo contrario, la policía, supuestamente
escondida en el camión cogerá a los notables de
la aldea para conducirlos a San, donde se explicarán ante la administración. Horrendo chantaje...
El jefe del poblado ha sido humillado. El jefe del
kono ha declarado que en tales condiciones podíamos llevamos el fetiche. Sin embargo, unos
cuantos hombres que se han quedado con nosotros parecen a tal punto horrorizados que los
vapores del sacrilegio comienzan realmente a
subírsenos a la cabeza ... Griaule y yo pedimos
que los hombres vayan a buscar el kono. Como
todos se niegan, vamos nosotros mismos, embalamos el objeto en la lona y salimos como unos
ladrones, mientras el jefe, espantado, huye ... Cruzamos el poblado completamente desierto, y, en
medio de un silencio de muerte, llegamos a los
vehículos. Los hombres se hallan agrupados a
cierta distancia ... Uno de ellos sale corriendo en
dirección a los campos y hace desfilar a toda
prisa a un grupo de chicos y chicas que llegan
en ese momento. Desaparecen en el maizal... La
chiquilla que hemos visto hace un momento ... ha
dado media vuelta y lleva ahora sobre la cabeza,
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llorando, su calabaza. Se le dan los diez francos
al jefe y nos vamos apresuradamente, en medio
del pasmo general, y adornados con una aureola
de demonios o cabrones, particularmente poderosos y audaces ... Desembalamos nuestro botín:
es una máscara de forma vagamente animal. Por
desgracia deteriorada, pero enteramente recubierta de una costra ele sangre coagulada que le
confiere la majestad que la sangre le otorga a
todas las cosas».75
Al día siguiente, 7 de septiembre, antes
de abandonar Dyabougou, donde habían
inspeccionado su botín de Kéméni, visitaron
la aldea y robaron un segundo kono. Leiris
dice que teniendo en cuenta el escándalo
del día anterior, percibe «con mayor agudeza la enormidad de lo que cometemos». En
este caso es Lutten el que desprende la máscara del traje de plumas al que está unida,
la embala junto a Leiris en una lona y, tras
la petición de éste se apropia también de
«una especie de lechón, así mismo de turrón
pardo (es decir, de sangre coagulada) que
pesa al menos quince quilos y que embalo
con la máscara ».7 6 De nuevo salen apresuradamente y abandonan el poblado con los
coches campo a través tras haberle dado 20
francos al jefe del poblado que los rechaza.
En el poblado siguiente localizan una nueva
choza de kono «y decidimos dar el golpe» .
De nuevo, le anuncian al jefe del poblado
«que el comandante de la Misión ha dado
la orden de hacerse con el kono» y que están
dispuestos «a abonar una indemnización de
20 francos». Esta vez es Leiris quien se encarga de la operación y entra en el recinto
sagrado con un cuchillo de caza en la mano
para cortar las ataduras de la máscara. Dos
hombres, «a decir verdad nada amenazadores », van tras él y, dice, «constato con estu75 / Ibídem, pp. 133-134.
76 / Ibídem. p. 135.
91
92
por, que sólo cierto tiempo después se transforma en asco, qu e a pesar de todo se
siente uno muy seguro de sí cuando es blanco y sujeta un cuchillo en la mano ... ».77 El
9 de septiembre Leiris anota que Griaule y
él lamentan que en los poblados Baoulé que
atraviesan ya no haya konos «aunque no
por las mismas razones: lo que me empuja
en mi caso es la idea de la profanación ... ».78
Paradójicamente, es Griaule, según la anotación del día, quien le dice a un nativo,
Mamadou Keyta, que querría convertirlo
en un gran etnógrafo.
¡Tanta preocupación teórica por rodear
a los objetos de toda la información posible,
de propiciar una observación plural y transversal, de que cada investigador «pueda
extender la malla de sus informaciones hasta la interferencia con las mallas vecinas»,79
y se olvida u ocluye una parte esencial!: la
compleja red de prácticas políticas y sociales que lo convierten de un objeto de culto
en un objeto etnográfico, en gran medida
silente, que habitará por siempre desarraigado en el museo. Uno recuerda a Adorno: museo, mausoleo.
Con todo, no es menos cierto que la Misión Dakar-Djibouti dio lugar, posteriormente, a un programa de investigación etnológica que ya no se desarrolló sobre las mismas
bases de aquel recorrido, no sin cierta épica,
desde Dakar hasta Djibouti a comienzos de
los años 30. 8º Tras el regreso de la Misión y
antes de la Segunda Guerra Mundial, Marce!
Griaule dirigió todavía tres expediciones
etnográficas en África: la Misión SaharaSudán (1935), Misión Sabara-Camerún
(1936-1937) y la Misión Níger-Lago Ira
(1938-1939). En ellas participaron algunos
investigadores de la Misión Dakar-Djibouti.
Fue el caso de Eric Lutten, el incondicional
Marce! Larget, André Schaeffner y Deborah
Lifchitz que tomaron parte en la misión
Sahara-Soudan. 81 Por otra parte, se incorporaron nuevos investigadores, algunos de los
cuales han pasado a form ar parte de los
grandes nombres de la etnología africanista
francesa: Solange de Ganay (Misión SaharaCamerún, Misión Níger-Lago Ira), Denis Paulme (Misión Sabara-Camerún), Jean Paul Lebeuf (Misión Sabara-Cam erún, Misión
Níger-Lago Ira) y Germaine Dieterlen (Misión
Sabara-Camerún, Misión Níger-Lago Ira) .
Aunque truncadas por la guerra, las investigaciones etnológicas se centraron progresivamente en los dogón del escarpe de Bandiágara. Las revelaciones del cazador ciego
dogón Ogotemmeli en 1946 supondrán un
giro radical en la forma de entender el discurso etnográfico-etnológico. Si en un principio se había centrado en el objeto entendido como testigo del «h echo social», a
partir de ese momento las investigaciones
de Griaule y su equipo se centrarán en el
estudio de la mitología y de las representaciones simbólicas africanas. Ogotemmeli,
según Griaule en el Prefacio de la sin duda
su obra más conocida, Dios del agua, le reveló que «estos hombre viven según una
cosmogonía, una metafísica y una religión
que les sitúa a la altura de los pueblos antiguos y que la misma cristología podría estudiar con provecho» .82 El viejo dogón, después de una presencia del etnólogo francés
de más de quince años entre su pueblo, había comprendido el «interés de los estudios
etnológicos de los blancos », decidiéndose a
iniciar en ese conocimiento esotérico al que
fu e el jefe de la expedición Dakar-D jibouti.
De ahí que uno de los fines principales de
77 / Loe. cit.
78 / Ibídem, p.
79 / Griaule. M. «lntroduction méthodologique», art. cit., p. 9.
80 / En nuestro país la etnografía francesa de los dogón ha
merecido un estudio monográfico. véase Giobellina Brumana, F.
Soñando con los dogón. En los orígenes de la etnografía
francesa. CSIC: Madrid, 2005.
81 / Oeborah Lifchift y Oenise Paulme acompañaron a la Misión
Sahara-Sudán con el propósito de realizar sus propias
investigaciones de campo, a diferencia de los miembros citados,
y de lo nuevos incorporados Roger Mourlan (cineasta). Solange
de Ganay (etnógrafa) y Héléne Gordon (periodista). que
trabajaron junto con Griaule durante esta expedición.
Dios del agua sea hacer un homenaj e «al
primer negro de la Federación Occidental
que reveló al mundo blanco una cosmogonía
tan rica como la de Hesiodo, poeta del mundo muerto, y una metafísica que ofrece la
ventaja de proyectarse en miles de ritos y
gestos en una escena donde se mueve una
multitud de hombres vivos ». 83 Las investigaciones al hilo de los sistemas simbólicos
y la tradición oral del pueblo dogón se prolongarán a lo largo de diez años. Los que
entonces le quedaban de vida al etnólogo
francés, siempre acompañado de sus colegas
de trabajo, Solange de Ganay (en 1946 y
1948), Germaine Dieterlen (quien participa
en la mayoría de las expediciones) y su hija
mayor (en 1946 y 1954), la hoy prestigiosa
etnolingüi sta Genevieve-Calame Griaule,
autora de obras de referencia como Etnologie et langage. La paro/e chez les Dogon
(1965), 84 a quien nunca dejaremos de agradecer su generosa colaboración en este proyecto, cuya intención última no es otra que
rendir homenaje a aquéllos que tuvieron el
coraje de cruzar África movidos por la convicción de que el conocimiento de los otros
era una condición necesaria para el conocimiento de sí mismos. •
En 1943 Deborah Lifchitz fue detenida por la policía del régimen
de Vichy. Murió gaseada en Auschwitz en 1944.
82 / Griaule. Marce l. Dios del agua, Ed. Altafulla, Barcelona.
2000, p. 10.
83 / Griaule. Marcel. Dios del agua, op. cit., p. 1O.
84 / Hay traducción española con el título Etnología y Lenguaje.
La palabra en el pueblo dogón. Editora Nacional. Madrid, 1982.
LA MISIÓN ETNOGRÁFICA
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Y EL FANTASMA DE AFRICA
INSTITUCIONES ORGANIZADORAS
CRÉDITOS PUBLICACIÓN
AGRADECIMIENTOS
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
PREDI DENTE
Alfonso Rus Terol
Edición literaria y se lección de imágenes
Nicolás Sánchez Durá
Hasa n G. López Sanz
DIPUTADO DE CULTURA
Salvador Enguix Moran!
Textos
Nicolás Sánchez Durá
Hasan G. López Sanz
Héléne Joubert
Jean Jamin
Marcel Griaule
Genévieve Calame-Griaule
Alain Weill
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Angel e Martín IMusée du quai Branly, París)
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Anne Marie Peatrik ILaboratoire d'Etnologie et de la
Sociologie Comparative. Université de París Ouest Nanterre
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Aurélien Gaborit IMusée du quai Branly, París)
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Naturelle. París)
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MAE, Université de Paris Ouest Nanterre La Défense France)
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Vicent Botella (Caja Mediterráneo)
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MuVIM
DIRECTOR
Romá de la Calle
UNIVERSITAT DE VALÉNCIA
RECTOR
Francisco Tomás Vert
CAJA MEDITERRÁNEO
PRESIDENTE
Vicente Sala Selló
INSTITUCIONES COLABORADORAS
MUSÉE DU QUAI BRANLY
PRESIDENTE
Stéphane Martín
ARCHIVES NATIONALES D'OUTRE-MER
DIRECTORA
Martine Comede
INSTITUT franセis@
DIRECTOR
Pascal Letellier
Diseño
Rafael Ramírez
Maquetación
Antonio J. Ballester Sanz
Coordinación MuVIM
Carlos Pérez
María José Hueso
Coordinación Universitat de Valencia
Lluís Miró
Traducción
Beatriz González Morillas
Eva Montero Sánchez
Hasan G. López Sanz
lnstitut Francais de Valencia
DE VALENCIA
BIBLIOTHÉQUE ÉRIC-DE-DAMPIERRE.
LABORATOIRE D'ETNOLOGIE ET DE LA SOCIOLOGIE
COMPARATIVE. UNIVERSITÉ DE PARIS OUEST
NANTERRE LA DÉFENSE - FRANGE
DIRECTORA
Marie-Dominique Maulan
Esta publicación se ha realizado con ocasión de la
exposición «La Misión Dakar-Djibouti 11931-1933) y
el Fantasma de África», comisariada por Nicolás
Sánchez Durá y Hasan G. López Sanz. en el Museu
Valencia de la 11 -lustració i de la Modernitat
IMuVIM) del 27 de febrero al 1Ode mayo de 2009.
Ce libre a pour origine l'exposition «La Miss ion
Dakar-Djibouti et le fantome de l'Afrique». des
commissaires Nicolás Sánchez Durá y Hasan
G. López Sanz, réalisée au «Museu Valenciá de
la 11-lustració i de la Modernitat IMuVIM)»
du 27 février au 1Omai 2009.
Imágenes
Archives Nationales d'Outre-Mer, France.
Bibliothéque centrale du Museum National d'Histoire
Naturelle. París
Bibliotheque Éric-De-Dampierre, MAE, Université de
París Ouest Nanterre La Défense - France
Bibliothéque Forney, París
Bibliotheque LHeure Joyeuse. París
Chancellerie des Universités de París, Bibliothéque
Littéraire Jacques Doucet, París
Musée du quai Branly, Foto Scala. Florencia.
MNCARS, Biblioteca
Pierre Moas
Rafael de Luis
Impresión
LAIMPRENTA CG
ISBN: 978-84-370-7370-5
Depósito legal: V-656-2009
© de los textos: los autores y sus derechohabientes
© de las imágenes: los autores y sus derechohabientes
© de la edición: Universitat de Valencia
Nicolás Sánchez Durá /
Hasan G. López Sanz
La Misión Etnográfica y Lingüística
Dakar-Djibouti (1931-1933) y el fantasma
de África
La Misión Etnográfica y Lingüística
Dakar-Djibouti (1931-1933) Autorretrato
Jean Jamin
De Dakar a Djibouti o el ataúd de
aueequeg
Hélene Joubert
La Misión Dakar-Djibouti: algunos
grandes momentos de la colecta
etnográfica a través de la colección del
Museo del Quai Branly
Genevieve Calame-Griaule
El tiempo de la ausencia
Marcel Griaule
Objetivos y método de la próxima Misión
Dakar-Djibouti
Traducción al francés
A
LA MÉMOIRE
DE
JOSEPH CONRAD
Dedicatoria del libro de A. Gide «Voyage au Congo suivi du
Retour du Tchad", 1929. Colección particular.