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Acromatopsia La acromatopsia es un subtipo de agnosia visual en la que la percepción de colores por parte de un individuo es nula. Cuando se da una acromatopsia central, el individuo percibe el mundo en blanco y negro, es decir, no puede discernir colores. La percepción de los colores también puede ser parcial, donde únicamente se encuentran afectados colores determinados, usualmente el verde y el rojo (Ardila, 2009). Sería lo que comúnmente se conoce como daltonismo (Perales García, Ivette Lozano, & López Rodríguez, 2018). Hemos considerado la acromatopsia como un tipo de agnosia aperceptiva debido a que este problema se da por una lesión que afecta a la percepción del color en relación con el objeto, pero no existe un problema de tipo asociativo ni en los receptores. La acromatopsia central afecta a la percepción de los colores como un atributo de los objetos, es decir, como una característica relacionada, por lo que normalmente aparece asociado con la agnosia para objetos (Ardila & Ostrosky, 2012). Esta afectación permite al individuo mantener la capacidad de imaginar los colores aunque no puedan ser percibidos; es decir, el conocimiento sobre los colores no está afectado (Ardila, 2009). La acromatopsia central se produce debido a una lesión en la corteza extraestriada. Esta afectación también se puede producir por una lesión que afecta al lóbulo occipital y temporal ventromedial con afectación a la circunvolución lingual y fusiforme, donde hay estructuras asociadas a la codificación cromática (Oliveros-Cid, 2004). A su vez, los infartos temporooccipitales también podrían ser causa de la acromatopsia (Ardila, A., & Castillo-parra, 2008), así como la encefalitis o enfermedades neurodegenerativas también pueden dar lugar a este déficit (Álvarez & Masjuan, 2016). Normalmente no es común encontrar individuos que tengan únicamente una afectación de tipo acromatopsia, sino que suele aparecer con alexia, prosopagnosia y defectos en el campo visual (Álvarez & Masjuan, 2016). La lesión no afecta a la retina ni a las fibras que transmiten la información a la corteza estriada. Tampoco se encuentra afectación a nivel de los mecanismos retinianos encargados de la visión del color ni los mecanismos de conos (Bueno, Fátima, Tapia, Palomares, & Moreno Álvarez, 2006). Para evaluar se pueden usar los siguientes tests. Test Cartas de Ishihara: Este test, en su versión corta, está formado por 24 platos que contienen puntos de diferentes formas y matices, pero manteniendo el mismo nivel de brillo entre ellos. En cada carta, hay una serie de puntos de un determinado color que representan un número, el cual puede ser diferenciado del fondo por las personas que no tienen ningún tipo de problema relacionado con la percepción de los colores. En las personas que presentan acromatopsia se espera que no haya distinción entre número y fondo en ninguna de las láminas. Este test se compone por un plato control, siete platos son de transformación de números, otros siete presentan números evanescentes, los tres siguientes presentan números escondidos y, por último, se administran tres platos para el diagnóstico específico de protán (defecto en la percepción rojo-verde, afectando más al rojo) y deután (defecto en la percepción rojo-verde, afectando en mayor medida al verde) (Ajwani, 2014). Test de Farnsworth-Munsell: La versión extendida de 100-matices está formada por 85 estímulos que presentan en cuatro grupos, uno de ellos compuesto por 22 conjuntos de colores y otros tres de 21 conjuntos de colores con matices diferentes, pero manteniendo la misma cantidad de saturación y luminosidad. Los cuatro grupos de colores son: matices magenta-naranjas, amarillos- verdes, azules-morados y morado-magenta. El objetivo de este test es ordenar las muestras de colores en orden progresivo según el matiz que presenten. El orden correcto es presentado previamente durante un minuto. Se espera que los pacientes con acromatopsia no sean capaces de realizar esta actividad correctamente debido a su ceguera hacia todos los colores (Bento-Torres et al., 2016). Mollon-reffin Minimalist Test: También conocido como Cambridge Color Test. Se disponen una serie de tarjetas formadas por un fondo de puntos de diferentes cromaticidades, pero distribuidas espacialmente de la misma manera y sin cambios en la luminosidad. Dentro de este fondo se encuentra la letra ‘C’ en un color diferente del fondo y orientada en diferentes posiciones, dependiendo de la tarjeta. El objetivo de este test es que el individuo sea capaz de discernir la posición en la que se encuentra la ‘C’. Se espera que los pacientes con acromatopsia no sean capaces de realizar correctamente esta actividad debido a su incapacidad para diferenciar colores (Bento-Torres et al., 2016). Respecto a la intervención, la acromatopsia suele ser irreversible, por lo que la intervención debe centrarse no en la recuperación, sino en la mejora de la calidad de vida de estas personas. Una de estas medidas puede estar centrada en la ayuda que los familiares pueden proporcionar para cosas tan sencillas como combinar colores de ropa o asegurarse del buen estado de las comidas. A su vez, la tecnología puede ser un gran aliado ya que existen numerosas aplicaciones que identifican colores. También, la luminosidad de la casa y los dispositivos electrónicos debe ser adecuada. Por último, existen unas lentes especiales que ayudan a diferenciar ciertos colores aunque no ha sido probada la completa efectividad en todo tipo de pacientes (Care, 2016). Agnosia asociativa Tipo de agnosia en la que el paciente percibe formas, pero es incapaz de interpretarlas; los pacientes con agnosia asociativa son capaces de parear figuras semejantes y aún copiarlas, pero no pueden relacionar formas con objetos, por ejemplo un rectángulo con un libro. La agnosia asociativa se caracteriza porque existe una capacidad de percepción íntegra. Los sujetos que la padecen no llegan a quejarse de su vista a pesar de no poder reconocer objetos, pues son capaces de describirlos y de dibujarlos mediante la copia. Aquellas personas que padecen una agnosia asociativa no son capaces de emparejar objetos en base a categoría según la función, sus errores en el proceso identificativo pueden ser morfológicos, funcionales o perseverativos, sin embargo, las personas que padecen este tipo de agnosia pueden mostrar el uso de los objetos tras recibir una petición verbal. Cabe destacar que la identificación de las imágenes suele ser más difícil que la de los objetos, y que en los casos puros el déficit en el reconocimiento está limitado a la identificación visual de manera que los sujetos reconocen de forma eficaz mediante el tacto, siendo capaces de clasificar las etiquetas verbales de las imágenes cuando estas se presentan de manera oral. Hay que mencionar que, dentro de las agnosias asociativas, existen dos subtipos. Por un lado está la “agnosia asociativa estructural” en la que los pacientes pueden evidenciar fallos en la representación estructural de los objetos presentados visualmente y la “agnosia asociativa de acceso semántico” en la que los fallos radican en el conocimiento de los mismos y sus funciones (Oliveros- Cid, 2004). Las lesiones afectan típicamente a la región posterior, concretamente a la región occipitotemporoparietal del hemisferio izquierdo o a la de los dos hemisferios, y este tipo de agnosia se asocia frecuentemente a una hemianopsia lateral homónima (comúnmente a la derecha, excepcionalmente a la izquierda), a una prosopagnosia o a una anomia de las caras, a una anomia de los colores y a una alexia (Oliveros-Cid, 2004). Prosopagnosia
 El término procede de las raíces griegas prosop que significa rostro y gnosis que significa reconocimiento. Fue el neurólogo Joachim Bodamer (1947) quien la descubrió y definió.
La prosopagnosia es un síndrome neuropsicológico que impide el procesamiento correcto de las caras. Su etiología puede corresponder a un daño cerebral adquirido o puede venir dado desde la infancia y sin presentar daños cerebrales, a este último tipo se le denomina prosopagnosia congénita o del desarrollo (Ariana, Elizabeth, & Arturo, 2013). En concreto, la prosopagnosia es un déficit específico en el reconocimiento de la identidad de las personas a través del rostro. Esto quiere decir que la memoria sobre los individuos no se encuentra afectada por norma general y los sujetos que padecen la enfermedad son capaces de identificar a las personas a través de información complementaria (cicatrices, gafas, tipo de ropa o pistas no visuales) (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). Además de la distinción de prosopagnosia adquirida o congénita se puede realizar una subdivisión entre prosopagnosia aperceptiva y asociativa. En este trabajo hemos presentado la prosopagnosia como un subtipo de agnosia asociativa. Esto se debe a que existe un déficit en la conexión entre el procesamiento perceptivo y la memoria. Sin embargo, también podríamos categorizar en aperceptivo los casos en los que el déficit es debido a una pérdida de detectores específicos para los rostros (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). En este tipo de prosopagnosia la zona cerebral que con mayor frecuencia se encuentra dañada es la corteza occipitotemporal ventral en la cual se encuentran los giros fusiforme y lingual (Ariana et al., 2013). En la mayoría de los casos es una lesión bilateral. Las lesiones unilaterales derechas también pueden causarla, sin embargo, estas deben tener una extensión mucho mayor para que pueda darse el déficit (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). La etiología más habitual para este tipo de lesiones son las siguientes: infartos en la arteria cerebral posterior, trauma craneal, y encefalitis. Los principales test para evaluar el procesamiento de caras y realizar un posible diagnóstico de prosopagnosia son el Test de Reconocimiento de Caras de Benton y la versión acortada de esta misma propuesta por Levin, Hamsher, & Benton (1975). También se utiliza el test de Memoria de reconocimiento de Warrington y el test de reconocimiento de caras famosas (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). El primero, evalúa la etapa inicial del proceso donde se da el procesamiento y categorización de la percepción visual. El sujeto debe seleccionar cuáles son las caras semejantes entre una cara de referencia que se le asigna y otra que se encuentra perdida entre un conjunto de caras con diferentes características (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). En el test de Memoria de Reconocimiento de Warrington se le presenta al paciente cincuenta caras en una primera serie y a continuación se le pide que reconozca las caras visualizadas anteriormente en una nueva serie que contiene caras antiguas y nuevas (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). Como se ha aclarado anteriormente quien sufre este déficit tiene problemas para medir el reconocimiento de la identidad de las personas. Para ello se usa el test de reconocimiento de caras famosas. Este test se construye muchas veces personalizado en el que se presentan al paciente fotografías de personajes públicos conocidos o incluso familiares del propio paciente mezclados con gente anónima y desconocida como distractores. El paciente deberá reconocer a los diferentes personajes y nombrar alguna característica de los mismos para evaluar que el reconocimiento es correcto (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). El test de reconocimiento de caras famosas aporta información sobre la gravedad del déficit mientras que el test de Memoria de Reconocimiento de Warrington permite descartar un problema de memoria global. El Test de Reconocimiento de Caras de Benton no sirve para establecer el diagnóstico de prosopagnosia directamente pero nos aporta información relevante para observar el estado del procesamiento perceptivo de los rostros (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.). Los procedimientos terapéuticos para la intervención de prosopagnosia se centran en generar y mejorar estrategias para compensar el déficit en sí mismo. Es decir, conseguir identificar a las personas a través de información adicional de los propios sujetos como anteriormente hemos mencionado. No existe un tratamiento farmacológico concreto para mejorar este déficit (Bobes León & Lopera Restrepo, n.d.).