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ALETARGAMIENTO En el año 2025, las promesas educativas aún eran promesas. La decadencia estructural no cesaba; al igual que el aletargamiento de los estudiantes. Nadie quería luchar, pensaban que no podrían. Y poco a poco la educación se convirtió en un sistema. Un simple proceso de silenciación. No era culpa de nadie, ellos mismos se dejaron silenciar. La ignorancia empezó a gobernar desde 2018. No hay recuerdos de cuando la rebelión salpicaba los magnánimos estados con furiosos argumentos buscando la igualdad. Desde entonces, el mundo había quedado estéril. Estéril de conocimiento. Las bibliotecas en crisis. La agricultura en basura. Todo se redujo a lo inútil. Incluso el porcentaje intelectual cerebral se disipó junto con los rumores de inconformismo y el poco oxígeno respirable. La utilización excesiva de hidrocarburos fue tal que acabó con ellos y la búsqueda de un nuevo combustible se convirtió en primicia. El gobierno hablaba de un diálogo de paz. De un acostumbrarse a la cubierta guerra. A taparse los oídos frente a los gritos; de ser indiferentes a los llantos. No querían otra cosa que manejarnos. La historia estaba manipulada, ahora los libros decían que Cristóbal Colón era un superhéroe de los comics y no era más que eso. Toda la información estaba acomodada a favor del silencio. Las calles estaban vacías. Salí de casa a las 3.40 a.m, tomé un café. El autobús esperaba hasta las 4. Me recosté en las toscas sillas del transporte comunitario y me dispuse a leer el periódico. M pregunto si todos sienten las cadenas. Estamos atados a la dictadura. Las varas de la jaula con el tiempo son más invisibles. Si alguien más se siente esclavo ¿por qué no se rebela? Una chica de pelo rubio se sentó junto a mí. No llevaba nada y parecía estar preocupada. Me despertó algo de intriga ver a alguien con expresión. Sus rasgos faciales delataban su extranjería. ¿Sería libre su nación? Abandonó el autobús en la siguiente parada. Un impulso me llevó tras ella. Caminó un buen rato. En una pequeña casa al norte de Zipaquirá se detuvo; revisó su alrededor. Me escondí tras un árbol. Puso su pie en una piedra y una especie de pasaje se abrió y se la llevó. La imité. Era una compuerta a otra realidad. Un letrero en un desconocido idioma estaba sobre un paquete junto a mis pies. Me agaché para recogerlo y justo cuando mis manos se aproximaron al sobre gritaron mi nombre. Una suave mano de mujer me tomó el brazo por la espalda y entramos en un campo magnético muy fuerte, era una máquina del tiempo. Eran diferentes multiversos. Era el futuro. Aunque había tantas variables, todas eran crueles, todas eran cárceles, todas no eran libres. Tanto dolor me dejó sin habla. Le pregunté si se podría cambiar aquel futuro incierto todavía, sonrió y me soltó. Desperté sobresaltado. Las elecciones presidenciales me preocupaban. Me dirigí al puesto de votación. Lo extraño era que en el tarjetón decía “elecciones presidenciales 2018-2020”. Debíamos hacer una buena elección.