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Una imposición histórica y cultural: la italianización de Trieste Marco Frank1 Resumen La historia de mi ciudad es una historia que a lo largo del siglo XX fue protagonizada por diferentes sucesos: la Primera Guerra Mundial, la caída del Imperio austrohúngaro, la anexión al Reino de Italia, las políticas fascistas, la Segunda Guerra Mundial, la institución del Territorio Libre de Trieste, el regreso de la administración italiana, la caída del bloque soviético. Todo esto viene narrado por la historiografia italiana oficial de manera acrítica y nacionalista, exaltando los méritos de los gobiernos italianos, minimizando u olvidando del todo sus culpas. En esta ponencia se intentarán aclarar algunos de estos sucesos cruzándolos con la historia oral de mi familia. Palabras clave: Trieste, Italia, historia oral, fascismo, limpieza étnica, Primera Guerra Mundial. Abstract The history of my city is a history that throughout the twentieth century was led by different events: the First World War, the fall of the Austro-Hungarian Empire, annexation to the Kingdom of Italy, fascist policies, World War II, institution Of the Free Territory of Trieste, the return of the Italian administration, the fall of the Soviet block. All this is narrated by the official Italian historiography in an acritical and nationalistic way, extolling the merits of the Italian governments, minimizing or 1 Universidad de Colima 1 forgetting completely their guilts. This paper will try to clarify some of these events by crossing them with the oral history of my family. Keywords: Trieste, Italy, oral history, fascism, ethnic cleansing, World War I. Introducción Una de las preguntas más difíciles que recibo de manera frecuente es “¿De dónde vienes?”. Mi pasaporte dice nacionalidad “italiana”, pero es suficiente verme para entender que poco tengo que ver con la “nación” italiana.2 Mi mentalidad, mi carácter, mi historia familiar tienen poco o nada en común con los italianos. La respuesta es muy difícil, ya que los papeles me hacen pertenecer a un país que no reconozco como mío, bajo ningún aspecto. Siento lo mismo que sentía el héroe de la primera guerra mundial, Goffredo de Banfield, quien había defendido la ciudad en contra de los ataques italianos: “La mia vera patria sono questa città e questo porto..la mia patria è la costa dove sono nato”.3 (Magris & Ara, 2015) En la misma condición se encuentran miles de triestinos, obligados a dejar el territorio de Trieste de diferente manera. ¿A qué se debe esta desubicación? ¿Qué pasó en Trieste para transformarla étnica y culturalmente? Trieste es el cruce en donde se encuentran tres diferentes culturas: la germánica, la latina y la eslava. La convivencia de estas etnias fue posible por muchos años gracias a la administración habsburgica, la cual estuvo siempre atenta en mantener un equilibrio entre las diferentes etnias que vivían en los territorios del Imperio. Este equilibrio se quebró con la llegada en la ciudad del “irredentismo” italiano, un movimiento nacionalista abiertamente racista y anti eslavos. Con la anexión del territorio triestino Es interesante notar como en los documentos italianos no se indica “nacionalidad”, sino ciudadanía, dejando entender que hay ciudadanos italianos de otra nacionalidad. 2 3 “Mi verdadera patria son esta ciudad y este puerto…Mi patria es la costa en donde nací”. 2 al Reino de Italia a finales de 1918, la situación se vino abajo: se empezó a expulsar a los grupos étnicos no italianos y a discriminar a la población de habla no italiana. Por un periodo que va desde finales de 1918 hasta 1943 el gobierno italiano aplicó una política de limpieza étnica, con violencia, discriminación y emigración forzada. Después de la segunda guerra mundial Italia perdió la soberanía sobre Trieste con el tratado de paz de París de 1947, situación que de iure sigue hasta el momento. Con el regreso de la administración italiana en 1954 después del memorándum de Londres, inicia una segunda ola de discriminación, de expulsiones y de mistificación de la historia, basada en la mitología ultranacionalista del fascismo, que dura hasta el día de hoy. El objetivo de la presente ponencia es evidenciar cómo en la ciudad de Trieste y en su territorio se creó y se impuso una historia ideologizada y politizada, que contrasta con la historia oral y familiar de los triestinos y que olvida, minimiza o justifica acciones de limpieza étnica y emigración forzada hechas por parte del gobierno italiano a lo largo de varias décadas. Breve historia de Trieste Trieste actualmente es una ciudad de 200 mil habitantes en el norte del mar Adriático; y desde hace siglos es el punto de unión entre las culturas latinas, germánicas y eslavas. Su orígenes se encuentran en la edad antigua; los primeros asentamientos fueron en la época prerromana, por parte de la población de los vénetos, como parece indicar su antiguo nombre, Tergeste (Ter –mercado geste– ciudad; ciudad mercado). El historiador romano Strabone hizo derivar el nombre de las tres batallas que los legionarios tuvieron que combatir para ganar las poblaciones locales (“Ter-gestum bellum", desde el latin "ter" =tres veces y "gerere bellum"= hacer guerra, cuyo participio pasado es "gestum bellum"); el mismo historiador comentó que los primeros asentamientos en el área fueron hechos por los celtas cárnicos, dando el nombre de 3 Pago Carnico a la ciudad. A partir del siglo II A.C. la antigua Tergeste fue una colonia romana, llegando en los tiempos del emperador Trajano a una población de 12 mil habitantes. (Kandler, 1851) Después de la caída del Imperio romano de Occidente, Trieste pasó a estar bajo el control de los bizantinos hasta el 788, cuando fue ocupada por los francos. Administrada desde el siglo XI por el obispo de la ciudad, se transformó en el siglo XII en Libre Común. Por siglos el Común de Trieste luchó en contra de la República de Venecia, que quería ocupar la ciudad para afirmar su hegemonía en el mar Adriático. Después de la ocupación veneciana que duró de 1369 a 1380, la ciudad de Trieste se puso bajo la protección del duque de Austria, conservando muchas de sus autonomías. El momento crucial de la historia de Trieste llegó en 1719, cuando el emperador Carlo VI creó el porto franco. La ciudad de convirtió en el puerto del Imperio y a partir de 1867 fue la capital del Österreichisches Küstenland. Gracias a las inversiones estatales, el fondo del mar particularmente amplio, la posición estratégica – aún más importante después de la abertura del canal de Suez- Trieste se transformó en la tercera ciudad del imperio austrohúngaro. El desarrollo económico atrajo gente de todo el imperio y de todo el Mediterráneo: albaneses, alemanes, armenios, austriacos, croatas, eslovenos, griegos, ingleses, irlandeses, italianos, serbios, suizos y judíos convivían en la ciudad cosmopolita, haciéndola prosperar. Las diferentes etnias, gracias al artículo 19 de la constitución austrohúngara de 1867, tenían garantizado el derecho a conservar su cultura y su lengua materna; en Trieste había escuelas alemanas, eslovenas e italianas. En la víspera de la primera guerra mundial, en 1914, Trieste tenía 250 mil habitantes y era el principal puerto del imperio austrohúngaro y el segundo del Mediterráneo después de Marsella. La primera guerra mundial, para Trieste, empezó en 1914 y no en 1915 como dice la historiografía italiana; los triestinos alistados en las fuerzas armadas austrohúngaras participaron en las batallas en Galicia o sirvieron en la armada. 4 El 1 de noviembre de 1918 las tropas italianas entraron en Trieste, que fue formalmente anexada al Reino de Italia con el tratado de Rapallo, el 12 noviembre de 1920. La anexión causó la migración forzada de miles de personas. Una vez conquistada, Trieste entró en una fuerte crisis política, económica y social: se había transformado en un puerto periférico del Reino de Italia, perdiendo su hinterland comercial y pasando por las políticas étnicas y nacionalistas del fascismo, que con el incendio del Narodni Dom (Casa del Pueblo) de la comunidad eslovena el 13 de julio de 1920 se presentó en el panorama político italiano.4 La política de desnacionalización siguió durante todo el “ventennio”, con persecuciones, procesos y castigos. La sublimación de esta política se dio el 18 de septiembre de 1938, cuando Mussolini proclamó en Trieste las “Leyes raciales”, lo cual golpeó duramente a la comunidad judía de la ciudad, la más numerosa del reino italiano. Con la entrada de Italia en la guerra a lado del Tercer Reich, la situación empeoró aún más; la agresión al Reino de Yugoslavia, las violencias operadas en contra de eslovenos y croatas en las zonas cercanas a Trieste por los fascistas, la creación de los campos de concentración para eslavos como los de Arbe y Gonars y las políticas terroristas y criminales operadas por el “Regio Esercito” en las zonas yugoslavas ocupadas contribuyeron a despertar la resistencia eslava, con tintes fuertemente anti italianos. Después de la rendición de Italia el 8 de septiembre de 1943 ante los Aliados, Trieste fue anexada de facto a la Alemania nazi en la “Operationszone Adriatisches Küstenland”(OZAK), aunque formalmente seguía siendo parte de la República Social Italiana. Las fuerzas fascistas e italianas eran subordinadas al Gauleiter Rainer, participando de manera activa a la lucha anti partesana, la represión y a la deportación de judíos y enemigos políticos en los campos de concentración alemanes. El historiador Renzo de Felice lo definió como “el verdadero bautizo del escuadrismo organizado” (“il vero battesimo dello squadrismo organizzato”) (De Felice, 1965) 4 5 Con la rendición de Alemania en 1945, Trieste fue ocupada por 43 días por las tropas del mariscal Tito, en un intento por anexar la ciudad a la República Socialista de Yugoslavia. Si bien para la comunidad eslovena fue un momento de liberación, para la comunidad italiana fue un periodo de terror, fomentado por la propaganda fascista, antes y nacionalista, después.5 Pasados dos años de ocupación aliada de la ciudad, Italia perdió su soberanía sobre la ciudad con el Tratado de Paz de París de 15 septiembre de 1947, en fuerza del cual se constituyó el Territorio Libre de Trieste. El Territorio Libre de Trieste (TLT) ya había sido autorizado por las Naciones Unidas el 10 de enero del mismo año con la resolución 16 del Consejo de Seguridad. En espera del nombramiento del gobernador, el TLT fue dividido en dos zonas: la A, controlada por las tropas angloamericanas y la B, controlada por el ejército yugoslavo. Debido a la situación de tensión que se había creado con la guerra fría, el Consejo de Seguridad nunca pudo nombrar el gobernador del nuevo estado, no obstante que el régimen provisional de éste ya estaba en función. Como consecuencia del Memorandum of Understanding de Londres del 5 de octubre de 1954, el 25 del mismo mes la administración civil de la zona A del TLT pasó a la República Italiana, mientras la Zona B a la República Socialista de Yugoslavia.6 El regreso a la administración italiana causó otra migración forzada: entre 20 y 30 mil triestinos (más del 10% de la población), en su mayoría Ya en 1943 las autoridades fascistas empezaron a hablar de “foibe”; este fenómeno fue el resultado de una jaquerie de los campesinos eslovenos y croatas en Istria en contra de los miembros del PNF o de los nacionalistas italianos después de dos décadas de injusticias, discriminación y violencia. No obstante, estudios históricos serios y documentados como Operazione foibe de Claudia Cernigoi demuestren como el fenómeno de las “foibe” fue limitado como magnitud y enfocado en la eliminación de criminales nazifascistas, la historiografía italiana sigue hablando del “genocidio delle foibe”, calculando en miles el número de las víctimas, culpables “solamente de ser italianas”. 5 6 De iure la situación no ha cambiado; no obstante la República Italiana ejerza una soberanía de facto, esta no está respaldada por ningún tratado internacional. La cuestión está en fase de estudio por parte del doctor Tom Grant, de la Universidad de Cambridge, y el doctor Guglielmo Verdirame del King’s College de Londres. 6 empleados del TLT, fueron obligados a dejar la ciudad, dirigiéndose un gran número hacia Australia. A partir de este momento, e impulsada por los planes industriales del gobierno italiano – que en 1966 cerró los astilleros “San Marco”, dejando sin empleo miles de obreros – empieza una lenta e inexorable emigración de los triestinos hacia el exterior; si en 1913 los habitantes de Trieste eran poco más de 242 mil, en el día de hoy son poco más de 204 mil.7 Mistificación y uso político de la historia A lo largo del siglo XX los diferentes gobiernos italianos modificaron la historia, la cultura y la sociedad de Trieste a su conveniencia, encaminándola de manera que la población triestina se sintiera italiana; el gobierno fascista definió estas acciones como “bonifica étnica”. Debido a la vastedad de la temática en esta ponencia vamos a enfocarnos en dos momentos, ambos conectados con la historia oral de mi familia, historia común a miles de familias triestinas. Estos momentos serán la mistificación de la historia de los triestinos en la Primera Guerra Mundial y la italianización forzada de los triestinos de etnia no italiana, ambas favorecidas por los gobiernos italianos. La primera guerra mundial Para Trieste la guerra empieza en 1914, no obstante en las escuelas y en la historiografía italianas se hable de “15-18”. El hecho de que la gran mayoría de los habitantes del Litoral Austriaco, supuestamente italianos, lucharon, y en varios casos murieron, por el emperador habsburgico no es simplemente concebible por los historiadores italianos, que aún hoy siguen la versión nacionalista y fascista de la historia triestina, mitificándola. Como escribe Fabio Todero, el Reino de Italia necesitaba “construir una 7 Como señala el político de la derecha italiana Piero Camber, desde 1953 cada 6 horas y 15 minutos un triestino deja Trieste. (Camber & Scozzai, 2012) 7 memoria y una identidad italianas en tierras cuya composición nacional no era homogénea”. 8 (Todero F. , 2010) La propaganda del estado italiano tenía entonces el objetivo de cambiar la memoria de todas las poblaciones que no se identificaban ni en el reino sabaudo ni en los ideales irredentistas, exaltando las figuras de quien se había alistado en el Regio Esercito –de hecho traicionando a su país– y dejando caer en el olvido a quien había luchado por los Habsburgo. El imperial –regio 97º regimiento de infantería, por ejemplo, viene descrito por el historiador Raoul Pupo aún en 2010 como “mejor conocido como el regimiento “demoghela” (escapamos) por la propensión mostrada numerosas veces a huir del combate en el frente ruso durante la gran guerra” (Pupo, 2010). El regimiento en realidad enseñó su valor en numerosas ocasiones: recibió siete encomios oficiales, 18 distinciones en los boletines de guerra y un total de 3290 medallas, entre las cuales están 14 de oro al valor, 215 de plata y 587 de bronce. (Todero, I fanti del Litorale Austriaco al confine orientale 1914-1918, 2012) El “K.u.k. Infanterie Regiment Feldzeugmeister Georg Freiherr von Waldstätten Nr.97”, había sido formado en 1883; uno de sus batallones tenía su sede en la “Caserma Grande” de Trieste; el 11 de agosto de 1914 4.300 hombres empezaron su camino hacia el frente en la Südbahnhof (la actual “Stazione Centrale”) de Trieste, llegando a Galicia el 26 de agosto. A partir de este momento las tropas del litoral pelearon en el frente oriental en contra de los rusos, sufriendo numerosas bajas. Es fácil imaginar los motivos italianos por denigrar este regimiento: ¿Cómo era posible que los triestinos no sólo no quisieron ser liberados, sino lucharon con el ejército de los Habsburgo y, además, de manera valerosa? A esto se junta otro hecho, voluntariamente olvidado por la historiografía italiana, es decir, la historia del X Marschbatallon del “La costruzione di una memoria e di un'identità italiane in terre la cui composizione nazionale era tutt'altro che compatta”. 8 8 regimiento. Al momento de la entrada en guerra del Reino de Italia – que por los austriacos representaba una traición, ya que el estado sábaudo era aliado de la monarquía habsburgica desde hacía más de treinta años –las únicas tropas disponibles para construir las defensas en la frontera eran los soldados del 97º regimiento, triestinos–. Estos soldados fortificaron las líneas, pusieron el alambre y muchos murieron bajo el fuego de la artillería italiana. El batallón siguió luchando en el frente italiano, distinguiéndose en la segunda batalla del Isonzo y ganándose el apodo de “batallón isontino”. La propaganda italiana no podía (y no puede todavía) decir que unos triestinos fueron los primeros defensores que contrastaron el ataque del “Regio Esercito”; estos soldados fueron olvidados voluntariamente por décadas. A estas historias “de valor” se suman las de los miles de prisioneros de guerra que, caídos en manos del ejército ruso, en muchos casos tuvieron que regresar a su casa caminando en medio de la revolución rusa. Este es el caso de mi bisabuelo Gregor Ferluga; enviado a Galicia, fue tomado prisionero en 1916 y enviado a un campo de la Rusia Europea; las autoridades zaristas cuidaban los “hermanos” eslavos, permitiéndole trabajar en las granjas. (Orlović, 2016) De esta manera el cautivo era más tolerable y no había problemas con la comida; diferente la suerte de otras etnias, enviadas en Siberia o a las minas. Al respecto mi bisabuelo comentaba que los rusos fueron buena gente, que lo habían ayudado en varias ocasiones. “Despierten, el sol ya está alto en el cielo” es una frase en ruso que Gregor repetía a mi mamá y a mis tías recordando su experiencia como prisionero de los rusos. Después de la Revolución de Octubre a finales de 1917 de repente se encontró libre. En medio de la Revolución Rusia se encaminó hacia Trieste, a donde llegó en 1919, encontrándose en una ciudad completamente diferente de como la había dejado, teniendo que esconderse de las autoridades italianas que no veían a los veteranos austrohúngaros con buenos ojos. Los soldados del 97º regimiento no fueron los únicos triestinos en luchar bajo la bandera austrohúngara: al final del conflicto el total de habitantes del Litoral Austriaco 9 que sirvió en las fuerzas armadas habsburgicas fue de casi 60mil personas. (Todero R. , I fanti del Litorale Austriaco al confine orientale 1914-1918, 2012) Muchos sirvieron en la K.u.K. Kriegsmarine, la Marina de Guerra Imperial y Real austrohúngara, que tenía varias de sus bases en los alrededores de Trieste. Entre ellos mi abuelo, Joseph Frank, quien se alistó como voluntario el 3 de marzo de 1917, recién cumplidos los 17 años. Fue embarcado en el acorazado SMS Tegetthoff, donde sirvió hasta el final de la guerra, participando en la batalla de Premuda. En esta ocasión fue testigo del hundimiento de otro acorazado, el SMS Szent István, centrado por dos siluros italianos. Mi abuelo recordaba cómo se encontraba cerca del oficial que filmó el hundimiento del buque, mientras los marinos intentaban salvarlo; el video se puede fácilmente encontrar en internet. Imagen 1. Mi bisabuelo Gregor Ferluga y mi abuelo Joseph Frank, portando el uniforme austrohúngaro. 10 No obstante las historias pasadas oralmente de generación en generación, las evidencias documentales y la caída del fascismo, el día de hoy las administraciones italianas de Trieste no reconocen el sacrificio de los soldados austrohúngaros durante la primera guerra mundial. Dos placas conmemorativas fueron puestas por dos asociaciones privadas en 1996 y en 2014. La primera, que conmemora todos los soldados que lucharon por el Impero, fue puesta por la administración comunal en un lugar apartado, con la prohibición de escribirla en otra lengua que no fuera el italiano: la visión nacionalista y fascista de la historia de Trieste sigue vigente. A esto se suma la propaganda univoca propuesta por asociaciones nacionalistas como la “Lega nazionale”, de la cual vamos a hablar en un segundo momento. El adoctrinamiento sobre la Primera Guerra Mundial empieza desde la escuela, como testimonian los escritos de unos niños premiados por la asociación: “Cari amici, sono una ragazza di tredici anni, frequento la terza media e vivo a Trieste. La mia città, essendo città di confine, è sempre stata una città contesa e soggetta ad invasioni di stati vicini. (…)L’arrivo della nave era il segnale che i nostri fanti avevano fatto arretrare l’esercito austriaco liberando Trieste e il Carso dalla loro dominazione”.9 Otro alumno agrega: “Infatti quel giorno avvenne la liberazione di Trieste dall’Austria e la sua unione al Regno d’Italia. Mi immagino tutta l’allegria del popolo che finalmente dopo tanti anni di guerra era finalmente ridiventato italiano. (…)Così quando nel 1915 l’Italia entrò in guerra, gli irredentisti pensarono che avessero qualche possibilità di ridiventare italiani e così in molti combatterono a fianco dei soldati italiani. Quindi, secondo me i Triestini erano finalmente felici di appartenere all’unico stato che gli aveva dato prosperità, inoltre avevano la stessa lingua e gli stessi costumi che i Triestini avevano “Queridos amigos, soy una chica de trece años, estoy cursando el tercer año de secundaria y vivo en Trieste. Mi ciudad, siendo ciudad de frontera, siempre fue contendida y sujeta a invasiones de los estados cercanos. (…) La llegada del buque era la señal que nuestra infantería había hecho que el ejército austriaco se retirara, liberando Trieste y el Carso de su dominación”. 9 11 conservato, nella speranza di ridiventare italiani”.10 (Trieste 1918 -2008: i temi premiati , 2008) Parece innegable el contraste con lo anteriormente expuesto y es evidente el intento de la asociación, con el apoyo de los maestros de la escuela pública, de promocionar una versión de la historia triestina muy alejada de la realidad. Como comenta Roberto Todero, la memoria de la Gran Guerra no es univoca, está dividida. Es evidente que la mayoría de los ciudadanos de estas tierras participó en la guerra en el ejército imperial; pese a ello, los recuerdos, las historias y la memoria de estas personas fueron calladas. “le voci che, negli anni dopoguerra, narrarono di questa esperienza furono quanto mai rare, soffocate e sistematicamente eliminate dal nazionalismo, dal fascismo e dalle sue mitizzazioni della Grande Guerra, dalla necessità di costruire una Trieste città italianissima (che invece fu cosmopolita), che aveva dato il suo contributo per ricongiungersi alla madrepatria; impossibile, non conveniente o comunque imbarazzante parlare degli uomini che avevano portato l’uniforme asburgica”. 11(Todero R. I fanti del Litorale Austriaco al confine orientale 1914-1918, 2012) “Entonces aquel día paso la liberación de Trieste desde el Austria y su unión con el Reino de Italia. Me imagino toda la alegría del pueblo que finalmente después de tantos años de guerra había regresado a ser italiano. (…) Así, cuando en 1915 Italia entró en la guerra, los irredentistas pensaron que hubieran tenido alguna posibilidad de regresar a ser italianos, así que muchos pelearon con los soldados italianos. Entonces, según yo los triestinos fueron en fin felices de regresar al único estado que les había dado prosperidad, además tenían el mismo idiomas y los mismos costumbres que los triestinos habían conservado, en la esperanza de regresar a ser italianos”. 10 “Las voces que, en los años de la posguerra, narraron sobre esta experiencia fueron raras, sofocadas y eliminadas por el nacionalismo, por el fascismo y sus mitizaciones de la Gran Guerra, por la necesidad de construir una Trieste italianísima (que en realidad fue cosmopolita), que había contribuido a reunirse con la madre patria; imposible, no conveniente o embarazoso hablar de los hombres que habían vestido el uniforme habsburgico”. 11 12 La italianización de Trieste Si por un lado se pudiera entender la creación de una “memoria compartida”, bajo determinados puntos de vista y en una óptica muy cínica de “razón de estado” lo que pasó en las dos décadas siguientes, la Primera Guerra Mundial no tiene justificación alguna, enseñando el carácter aberrante, discriminatorio y racista del fascismo y del nacionalismo italiano. 12 La italianización de Trieste tuvo tres características principales: la emigración forzada de la población no deseada, es decir, no de sentimientos o cultura italiana; la italianización de los apellidos, para eliminar las raíces no italianas de la mayoría de la población; la italianización de la cultura y de la región, pintando los alemanes y los eslavos como razas inferiores y bárbaras y conectando la zona a la mitología nacionalista, que hacía de Italia la heredera del imperio romano. Las expulsiones de los no italianos empezaron desde 1919.13 Los primeros triestinos que tuvieron que dejar la ciudad fueron los que pertenecían a la comunidad de lengua alemana, que antes de la guerra contaba con 11856 personas. La gran mayoría pertenecía a la administración austriaca, que pronto fue sustituida por burócratas italianos. La comunidad eslava, compuesta por eslovenos y croatas, era más numerosa; los nuevos administradores actuaron en varias formas. Las elites intelectuales y las personas importantes que podían transformarse en líderes fueron internadas en islas o en pequeñas comunidades aisladas; esta suerte tocó a más de quinientas personas, entre las cuales se encontraba el obispo de Veglia, Anton Mahnić. A éstos pronto se sumaron los trabajadores del ferrocarril, en mayoría austriacos o eslavos. Los austriacos dejaron la ciudad por integrarse al ferrocarril austriaco, mientras los eslavos subieron un 12 Hablo de fascismo y nacionalismo italiano porque las ideas raciales y étnicas que causaron la italianización de Trieste no pertenecen solamente al fascismo, sino al nacionalismo italiano, que al día de hoy sigue propagándolas y defendiéndolas. Los datos sobre las migraciones en el área de Trieste son tomados del libro “Metamorfosi etniche” de Piero Purini. 13 13 despido masivo en 1919, procedimiento que afectó también a mi abuelo Joseph Frank; quien al regresar a la vida civil fue despedido del ferrocarril y tuvo que encontrar trabajo en el astillero local. Purini calcula que ya a finales de marzo de 1919 entre 30 y 40 mil personas habían dejado la zona, siendo sustituidas por burócratas, militares y policías italianos con sus familias; llegaron 47 mil italianos provenientes de otras partes del Reino de Italia. El mismo autor cuantifica el número de cien mil personas, quienes fueron obligadas por la nueva situación política o por presiones a dejar el litoral austriaco con la llegada de los italianos. A estas migraciones forzadas se suman las políticas actuadas por el Reino de Italia para homogeneizar una ciudad y un territorio que era el cruce de encuentro de diferentes culturas. Los apellidos de los triestinos tenían origen alemán, austriaco, croata, esloveno, friulano, húngaro, judío: más de dos tercios eran de origen no italiano. (Purini, 2013) En 1929 Aldo Pizzigalli publicó en Trieste el libro “Per l’italianità dei cognomi nella provincia di Trieste” (“Por la italianidad de los apellidos en la provincia de Trieste”); el libro, introducido por el secretario del Partido Nacional Fascista (PNF) quería justificar la italianización forzada de los apellidos de los triestinos, acusando los padres eslovenos de haber alterado o “mutilado” los nombres, transformándolos en eslovenos. La transformación de los apellidos se dio con la ley N. 17 de 10 enero de 1926, que Pizzigalli definió como “sabia” y que “beneficiaba las familias”. En este texto racista y nacionalista los verdugos admiten sus crímenes: “Prossimamente saranno emessi i decreti di restituzione d'ufficio dei cognomi disitalianizzati. Si prevede che tale restituzione darà cognome italiano a 50 mila cittadini di Trieste, calcolando che in media uno stesso cognome appartenga a oltre 20 persone”.14 Atrás de la “restitución” “Próximamente serán emitidos los decretos de restitución de oficio de los apellidos desitalianizados. Se prevé que esta restitución va a dar el apellido italiano a 50 mil ciudadanos de Trieste, calculando que mediamente el mismo apellido pertenece a más de 20 personas”. 14 14 estaba la voluntad de transformar la identidad étnica, histórica y cultural de la zona. Esta política, entre 1919 y 1945, cambió casi 500 mil apellidos, solamente en la zona de Trieste fueron alrededor de 100 mil. (Parovel, 1985) Victimas de estas políticas de italianización fueron también mis familiares. Mi bisabuelo Josip Škrinijar se transformó en Giuseppe Scrignari; mi abuelo Joseph Frank se volvió Giuseppe Franco. En este último caso se conservó el decreto del 25 de octubre de 1929, lo que me permitió regresar a mi apellido original. (Imagen 2) En caso de no cambiar el apellido o de seguir usando el original el culpable podía ser obligado a pagar multas entre 500 y 5000 liras; considerando que un obrero especializado ganaba entre 350 y 400 liras al mes, se puede imaginar lo que hubiera implicado no proceder con el cambio. (Pizzi, 2017) La italianización no se limitó solamente a los apellidos. Las calles de la ciudad fueron dedicadas a “héroes” italianos de la Grande Guerra, como los irredentistas o los generales del Regio Esercito; montañas, pueblos y ríos fueron “restituidos” a la italianidad. El pueblo de Boljunec se transformó en Bagnoli; Opcina en “Poggioreale del Carso”; Dolina en “San Dolrigo de la Valle”.15 Entre las restituciones más forzadas se encuentra el nombre del poblado en donde se construyó el sagrario militar que recuerda las víctimas de la primera guerra mundial: pasando de Sredipolja (en eslavo antiguo “en medio de los campos”) al topónimo de “Redipuglia” (Rey de Puglia, una región italiana). 15 Las políticas nacionalistas a respeto todavía siguen; el 3 de julio de 2002 los habitantes del pueblo votaron en un referéndum para regresar al nombre original de Dolina. No obstante que la casi totalidad de la población, de etnia eslovena, fuera de acuerdo con el cambio, la administración italiana sigue señalando el lugar como San Dorligo della Valle. 15 Imagen 2. La “restitución” a la italianidad de mi abuelo, Joseph Frank. La italianización no se limitó sólo al cambio de los apellidos; nacionalistas y fascistas usaron sistemáticamente violencia, tortura y represión. Esta manera de actuar correspondía a la ideología fascista que se había afirmado con la toma del poder por parte de Benito Mussolini. El régimen quería recrear una Italia basada en la imagen del imperio romano, formando la nación alrededor de un modelo de patria que no 16 contemplaba nada que fuera extranjero. Si por un lado se dieron acciones que pueden parecer hasta cómicas, como la italianización de las palabras “extranjeras” (como por ejemplo “football” transformado en “calcio”, “brioche” en “brioscia”, “champagne” en “sciampagna”; “hangar” en “aviorimessa”), por el otro se activó un proceso de “racistización” de la población, que atacaba cualquier elemento o persona que no correspondía al modelo de italiano propuesto por el régimen. En la década de los ’20 el régimen cerró todas las actividades de la comunidad eslovena; el esloveno fue prohibido en los lugares de trabajo y en las escuelas; los topónimos fueron italianizados; las asociaciones deportivas y culturales suprimidas; los sacerdotes y los maestros eslovenos cambiados por italianos. Pirjevec estima que se cerraron 488 escuelas, 400 círculos culturales, 400 bibliotecas, alrededor de 300 instituciones financieras. Todo esto, junto a la prohibición de hablar en un idioma eslavo en cualquier lugar público, enseña la voluntad fascista de cumplir una limpieza étnica en estas zonas. (Pirjevec & Kacin Wohinz, 1998) El periodista Livio Ragusin Righi, en su tratado Politica di confine justificaba la limpieza étnica. Los eslavos eran “... soltanto gruppi sparsi di “allogeni”, che non avevano né una storia, né una civiltà, né una classe intellettuale. Privi di una propria convinzione e di qualsiasi coscienza nazionale, essi sono stati sempre guidati o con la forza e l’intimidazione oppure con le lusinghe e le illusioni”, que tenían como destino el ser incorporados “dalla superiore civiltà italiana, con una colonizzazione sull’esempio di Roma antica”.16 (Pizzi, 2017) Boris Pahor recuerda en su libro Necropolis estos momentos, de los cuales fue testigo: “El miedo había sido la sustancia misma de nuestra comunidad por aquel entonces, “…solamente grupos dispersos de “alógenos”, que no tenían ni una historia, ni una civilización, ni una clase intelectual. Sin una cualquiera conciencia nacional, siempre fueron guiados con la fuerza y la intimidación o con halagos e ilusiones.” Tenían como destino el ser incorporados “por la superior civilización italiana, con una colonización basada en el ejemplo de la antigua Roma”. 16 17 desde el final de la Primera Guerra Mundial y desde aquellos días en que los libros de nuestras bibliotecas fueron amontonados delante del monumento de Verdi y las llamas que los consumían fueron recibidas con alegría. Después, el miedo se convirtió en nuestro pan de cada día cuando en los suburbios nuestros teatros se redujeron en cenizas, cuando un fascista disparó a un sacerdote esloveno en un templo de Kanal, cuando en un pueblo un maestro, enfermo de tuberculosis, castigó con su saliva los labios de una niña que se había atrevido a hablar en su lengua materna”. (Pahor, 2010) Mi abuela Maria Ferluga, hija de Gregor, vivió de cerca todo esto. De etnia eslovena, con el cierre de las escuelas eslovenas, tuvo que acudir al kínder italiano sin hablar una sola palabra de la lengua de Dante, que aprendió a fuerza de golpes por parte del maestro. Mismo tratamiento fue reservado a mi otro abuelo, Stojan, hijo de Josip Škrinijar/Scrignari. Los dos recordaban como no podían hablar en esloveno en lugares públicos; si esto pasaba cualquiera podía pegarle o denunciarlos a las autoridades. Esto siguió por toda la Segunda Guerra Mundial; el hermano de mi abuela, Carlo Ferluga, enlistado en el Regio Esercito, participó a la Campaña de Grecia. En el puerto de Tirana, en Albania, encontró unos marinos de Capodistria, una ciudad cercana a Trieste y empezó a hablar con ellos en esloveno; fue escuchado por un oficial y condenado por el tribunal militar a la cárcel y luego declarado como elemento alógeno, siendo destinado a labores agrícolas durante la guerra. Una suerte similar tocó a mi abuelo Stojan; embarcado en el crucero pesado “Trieste”, en 1943 fue desembarcado en la Isla de Elba junto a otros marinos considerados alógenos y de “sospetti di sentimenti infidi”, es decir, sospechosos de tener sentimientos traicioneros, y usados como guarnición de Portoferraio. Con la rendición de Italia frente a los aliados, fue capturado por los alemanes, alcanzando a escapar durante el viaje hacia los lager nazi y uniéndose a los partisanos. Esta política corresponde a la que Marco Pizzi llama “vergüenzización”; el proceso empezado por el régimen fascista tenía como objetivo obligar a los no italianos a 18 renegar de sus raíces, adoptando una nueva identidad, olvidando sus orígenes y sintiendo vergüenza por ellas, sintiendo un vacío y una desorientación en sus propios sentimientos. (Pizzi, 2017) Esta violencia psicológica enfocada en la limpieza étnica, sigue todavía: en Trieste los eslavos vienen discriminados y tratados en muchos casos como barbaros estúpidos e incultos. Víctimas de la “vergüenzización” fueron mis abuelos, que no quisieron enseñar el esloveno a mis papás. Un intento, desafortunadamente tardío, fue hecho por mi abuela Maria con sus nietos, para preservar sus raíces; aún puedo recordar el Padre Nuestro en esloveno que mi abuela me enseñó cuando era niño. Debido a su historia personal podemos suponer que las intimidaciones que habían subido durante su juventud y la imposición cultural que sufrieron, los llevaron a evitar que la experiencia se repitiera con sus hijas. A esto se junta la denigración y las amenazas recibidas en sus trabajos, que eran estatales: aún después de la Segunda Guerra Mundial los eslovenos no sólo no eran bien vistos, sino también amenazados de perder su empleo. Conclusiones Después de la Segunda Guerra Mundial, Italia perdió la soberanía sobre Trieste, que fue declarada capital del Territorio Libre de Trieste; la región de Istria fue anexada a la república yugoslava. Con el nuevo estado, y sin la administración aliada, el puerto de Trieste había regresado a los niveles de la época habsburgica. Puerto principal para la llegada de las ayudas por la reconstrucción del centro Europa, parecía que Trieste hubiera retomado el camino hacia la prosperidad y el desarrollo. Desafortunadamente las potencias occidentales y la recién nacida República Italiana tenían otros planes. Con la Guerra Fría en curso y la ruptura entre Tito y Stalin de 1948 el T.L.T. se transformó en una especie de moneda de cambio para alejar a Yugoslavia de la influencia soviética. Los gobernadores aliados de la “zona A” actuaron de manera parcial e interesada, no sólo negándose a dar la ciudadanía del nuevo estado a los habitantes, sino permitiendo 19 la creación de grupos –que hoy en el día se definirían terroristas– financiados por el UZC (Ufficio Zone di Confine) del gobierno italiano y permitiendo la entrada de miles de prófugos italianos provenientes de Istria, asustados por la propaganda nacionalista. (De Castro, 2010) Después del Memorandum of Understanding de Londres del 5 de octubre de 1954, el 25 del mismo mes regresó la administración civil italiana en la zona A del T.L.T. Como admite el mismo De Castro, Trieste era “un territorio in amministrazione fiduciaria, sotto una nostra sovranità di fatto, ma non di pieno diritto.”17 La temática es bastante amplia y obviamente esta ponencia no es suficiente para cubrir todos los aspectos. Sin embargo, resulta evidente la limpieza étnica hecha por los gobiernos italianos, sin que hasta el día de hoy se haya desarrollado un proceso similar a los que pasaron en Alemania y en Japón a final de la Segunda Guerra Mundial, con procesos y condenas a cargo de los responsables y la concientización de la población sobre los crímenes cometidos por los italianos antes y después del conflicto. No obstante que Etiopia, Francia, Grecia, Yugoslavia y Unión Soviética hayan pedido la entrega y el proceso de 323 criminales de guerra, el gobierno italiano, respaldado por Estados Unidos, se negó siempre a proceder con cualquier acción. (Focardi, 2014) De esta manera se puede explicar en Italia la presencia del mausoleo de Mussolini a Predappio –inimaginable un mausoleo de Hitler en Alemania– o la mitificación de la historia, como en el caso de Trieste, con grupos políticos que, a la fecha, siguen propagandeando el odio hacia los eslavos (aún acomunados con los comunistas) y olvidándose completamente de todo lo que había causado la dictadura fascista. Como señala Miro Tasso, la gravedad de los hechos no está tanto en los individuos que cumplieron materialmente las acciones, sino en la voluntad de las instituciones de Trieste era “un territorio en administración fiduciaria, bajo nuestra soberanía de hecho, pero no de derecho”. 17 20 cumplir la limpieza étnica que acabamos de describir. La tardía ley italiana 114 de 1991, que permite regresar a su apellido original, no sólo no intenta arreglar la situación que se había creado; cesa, después de 65 años, una ley fascista y racista y no se acerca de ninguna manera al reconocimiento de los derechos humanos, así como están definidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, firmada por Italia. La esperanza de muchos triestinos, entre los cuales me incluyo, es que se pueda crear un eco sobre nuestra historia olvidada y transfigurada, obteniendo, por lo menos, el reconocimiento por parte del gobierno italiano de sus crimines y la consecuente modificación de sus políticas en el área. Bibliografía Camber, P., & Scozzai, M. (2012). Trieste : storie proprie e guerre altrui : piccola biografia in numeri di una città e del suo territorio. Trieste: Fondazione per il benessere e la difesa di Trieste e del Carso, Regione autonoma Friuli Venezia Giulia. De Castro, D. (2010). 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