El ciego que se hacía abofetear (1) (adaptación)

Empezamos la lectura de este entretenido relato.

El ciego que se hacía abofetear.
El ciego que se hacía abofetear.ABC Color

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Se cuenta que cierto día el califa Harún Al- Raschid salió disfrazado de su palacio para ver lo que ocurría en las calles de Bagdad, al ir a cruzar una plaza vio sentado en medio de la misma a un ciego de mucha edad que pedía limosna a los transeúntes. Buscó el califa una moneda y la puso en la mano del mendigo. Pero cuando quiso seguir su camino, el ciego le agarró de la manga, al tiempo que le decía:

—¡Que Alá te bendiga por esta buena acción! Pero te suplico otro favor antes de marcharte. Y es que levantes tu brazo y me des una buena bofetada.

El califa quedó muy perplejo al oír aquello y contestó que era indigno golpear a un anciano de aquel modo, y que de ninguna manera estaba dispuesto a hacerlo.

En tal caso, lleva tu moneda—dijo el ciego—, pues he jurado solemnemente que solo aceptaré limosnas con esa condición.

El califa no quiso que le devolviera la moneda, pero el anciano insistió a voz en grito que entonces debía darle una bofetada. Y como muchos curiosos comenzaron a arremolinarse en torno a ellos, el califa temió ser reconocido por alguno, de modo que, para zanjar aquella cuestión, resolvió hacer lo que el ciego tan porfiadamente le pedía, soltándole con su mano derecha un sonoro guantazo.

—¡Que Alá te bendiga! —exclamó el ciego, alzando las dos manos al cielo.

Tras lo cual Al-Raschid pudo seguir su paseo, aunque tan intrigado por el proceder de aquel singular mendigo que, nada más al regresar al palacio, encargó a su visir que fuera en busca del ciego y lo condujera a su presencia.

Cumplió el visir el encargo. Y cuando el ciego estuvo ante el califa, este le preguntó la causa de su extraño comportamiento. A lo que el otro respondió con la siguiente historia:

«Hace muchos años vivía un próspero mercader que, gracias a su trabajo, había logrado reunir un rebaño de ochenta camellos, los cuales le producían muy buenos beneficios siendo alquilados a las caravanas. Era, sin embargo, de naturaleza tan ambiciosa, que aspiraba a ser el conductor de camellos más rico de todo Irak.

Cierto día, regresaba de Basora con sus ochenta camellos, después de haber transportado hasta esa ciudad un cargamento de mercancía, cuando, al hacer un alto en un pequeño oasis, vio llegar a un derviche, quien, tras desearle la paz, se sentó a su lado.

Tal y como es costumbre en el desierto, los dos hombres compartieron sus alimentos, tras lo cual hablaron de esto y de aquello, hasta que, al salir el tema de los negocios, el mercader habló de los proyectos que tenía para, en el transcurso de los próximos veinte años, hacerse rico y opulento.

—¿No te parecen demasiados años de trabajo y fatiga? —preguntó el derviche después de haberle escuchado—. ¿No te gustaría mejor hacerte inmensamente rico en un abrir y cerrar de ojos?

—¡Claro que me gustaría! Pero no veo cómo podría suceder tal milagro.

—¿No has oído hablar de tesoros escondidos y riquezas bajo tierra? Pues si confías en mí, podrás decir que hoy te has encontrado con la mayor de las suertes.

Vocabulario

Califa: príncipe musulmán que ejercía la suprema potestad civil y religiosa en todo el imperio musulmán.

Derviche: especie de monje musulmán.

Actividades

1 Investiga el significado de visir.

2 Escribe cómo crees que continuará el relato.

Sobre el libro

Título: Las mil y una noches

Editorial: Grafalco

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