Donde se guarda la auténtica 'Crown'

La grandeza de la Abadía de Westminster, el escenario de las coronaciones reales

El imponente templo londinense ha sido el escenario de hasta 40 coronaciones reales desde 1066, más de mil años siendo testigo de la ascensión al trono de sus monarcas.

La abadía de Westminster (minster, en inglés templo) se sitúa al oeste (west) de la City, la cuna religiosa y política de Londres. Su visita permite admirar algunos de los edificios más icónicos de ciudad, que recuerdan al visitante los episodios más brillantes de la historia del país. Destaca con su famoso Big Ben el Parlamento, uno de los cuatro lugares Patrimonio de la Humanidad de la capital británica, junto con Greenwich Marítimo, Royal Botanic Gardens Kew y la Torre de Londres. El imponente palacio que alberga al gobierno empezó a construirse en su origen en el siglo XI junto a la iglesia que el rey Eduardo «el Confesor» había convertido en 1050 en la mayor catedral de Inglaterra. Desde la coronación de Guillermo «el Conquistador», la primera que albergó en 1066, la abadía ha acogido las de la mayoría de reyes británicos.

Westminster en 60 segundos

En el CORAZÓN DE LONDRES

Al otro lado del Támesis y del Parlamento hay que cruzar la coqueta St. Margaret Street hasta la Parlament Square, con su moderna estatua de Winston Churchill, para alcanzar la entrada oeste de la abadía de Westminster. Originaria del siglo X, fue consagrada en el XI como Colegiata de San Pedro. Sus dependencias, capillas y naves cargadas de historia hacen que esté considerada la iglesia más importante de Londres, además de panteón de numerosos monarcas británicos y sede de sus coronaciones, bodas y otras celebraciones. Su visita desde esta fachada permiten admirar las dos torres que la presiden, construidas en estilo neogótico entre 1734 y 1745, y proyectadas por el arquitecto Nicholas Hawksmoor. Con ellas el monumento quedó completado.

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un origen de leyenda

Según se cuenta, hace más de mil años, un joven que estaba pescaba en el río Támesis tuvo una visión de san Pedro cerca de la ubicación donde hoy se alza la abadía. Esta leyenda fue el inicio de la llamada «tradición del salmón» que los pescadores del río ofrecían al templo en años posteriores, una costumbre que aún mantiene el Gremio de Pescadores. El origen del templo primitivo está documentado en la década de 960 a 970, cuando consta que san Dunstán y el rey Edgar instalaron en él a una comunidad de monjes benedictinos.

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LA HISTORIA INTERMINABLE

El templo primitivo se empezó a construir en una zona pantanosa conocida como Thorney Island y entonces habitada por leprosos. Allí se mantuvo hasta que Eduardo «el Confesor» mandó construir en el siglo XI una pequeña iglesia, con el fin de albergar su sepultura. El rey sajón no vio culminada su obra, ya que falleció la víspera de la consagración de Westminster como abadía; fue enterrado tras el altar Mayor. Hoy es una de las iglesias de mayor importancia histórica de Reino Unido, además de un ejemplo de la arquitectura gótica inglesa. De su origen medieval han perdurado el Westminster Hall, la sala Píxide subterránea y la cripta normanda de la Westminster School, además de una puerta que se dice que pertenecía a la iglesia sajona previa.

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A lo largo de su historia, Westminster ha sido reconstruida y ampliada en muchas ocasiones, comenzando ya en tiempos de los normandos y en época del gótico francés en el siglo XIII. La única representación de la abadía de Eduardo que se conserva, junto al primitivo y adyacente Palacio de Westminster, la muestra el Tapiz de Bayeux. Este gran lienzo bordado en el siglo XI relata la conquista normanda de Inglaterra y se exhibe en el museo de la localidad francesa que le da nombre. Otros cambios importantes en Westminster se dieron en el siglo XVIII, cuando su estructura incorporó las torres de su fachada. Un atentado de sufragistas el 11 de junio de 1914 fue su última calamidad destacada, y por suerte reparada.

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monumento 'british'

El imponente edificio de Westminster se levanta sobre una superficie de 3000 m2. Si en el exterior exhibe una sinfonía compuesta en piedra de Pórtland, en el interior relucen muros y suelos con el mármol de Purbeck. Mitad iglesia y mitad museo, la abadía ocupa un lugar destacado en el catálogo del patrimonio monumental británico. Exhibe una asombrosa diversidad tanto arquitectónica como escultórica, abarcando desde el austero gótico francés de la nave de 10 metros de ancho, comparativamente estrecha para ser la más alta de Inglaterra, a la excepcional complejidad del techo de la Capilla de Enrique VII, de estilo tudor.

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CAPILLA DE ENRIQUE VII

Hay unanimidad en afirmar que el principal tesoro de Westminster es la Capilla de Enrique VII, obra maestra del siglo XVI, con un soberbio techo abovedado en abanico de piedra blanca, y un coro con sillería de madera que data de 1512, coloreado con estandartes de los caballeros de la Orden Real. Se la conoce también como la Lady Chapel por su adbocación a la Virgen María. Durante la apertura del monumento, es habitual ver en Westminster a los Limosneros del Rey, un grupo de personas designadas por Buckingham Palace, encargados de asistir a los sacerdotes en los cultos y recoger las limosnas. Suelen ser trabajadores jubilados de la abadía, viven en ella y reciben un salario. Se identifican por un traje rojo con una insignia rosa en el hombro izquierdo.

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el trono DE LA CORONACIÓN

Es imprescindible recorrer otras capillas, como la de San Jorge, que guarda la Silla de la Coronación, y el sepulcro de Eduardo «el Confesor» y otros reyes medievales. La Coronation Chair fue tallada en madera en 1301 y en ella se han sentado los soberanos ingleses para su coronación desde 1308 a 1996 (salvo un periodo en 1950 cuando fue robada). Incluía la Piedra de Sconem, sobre la que en el medievo se había coronado a los reyes de Escocia, y que los ingleses 'tomaron prestada' para exhibirla en Londres. Secuestrada de nuevo por los escoceses, se recuperó para la coronación de Isabell II el año 1953.

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tumbas 'reales'

La abadía de Westminster se convirtió en el lugar de coronación de los reyes normandos, aunque ninguno fue enterrado allí hasta que Enrique III remodeló el templo en gótico anglofrancés para venerar a Eduardo «el Confesor». Desde este, una veintena de reyes han sido enterrados en Westminster, algunos en tumbas deliberadamente sencillas y otros de riquísima ornamentación. Destacan por su belleza las sepulturas de Isabel I, quien reinó de 1558 a 1603, y la de su hermana, María I, apodada «la sangrienta».

Desde la Edad Media, también empezaron a ser enterrados aristócratas en capillas que ellos mismos sufragaban, mientras que los monjes lo hacían en los claustros y otros rincones de la abadía. Hoy Westminster acoge las sepulturas de más de mil trescientas personas, principalmente ilustres de la historia británica como primer ministros, poetas laureados, actores, científicos. Incluye una tumba al soldado desconocido.

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RINCÓN DE LOS POETAS

En un lateral del Altar Mayor, en el crucero sur junto al Museo de Westminster, merece la pena buscar el Rincón de los Poetas, con hornacinas y esculturas de grandes figuras de la literatura, como Shakespeare o Keats, y las tumbas de Chaucer, Rudyard Kipling o Charles Dickens. También se hallan músicos que trabajaron en la abadía como el compositor del siglo XVII Henry Purcell.

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LA SALA CAPITULAR

A la derecha del Altar Mayor se abre la Sala Capitular, un espacio de base octogonal y estilo geométrico, con vidrieras y un embaldosado del siglo XIII. Esta ampliación de la abadía fue creada durante el reinado de Enrique III, alrededor de la década de 1250. Se accede por un pasillo que se abre en un lateral del claustro, y a través de una doble puerta cubierta por un gran tímpano. En el primer vestíbulo puede verse una puerta de madera obtenida de un solo árbol procedente del Hainault Forest: tallada en torno a 1050, es de las más antiguas de las que se conservan en Gran Bretaña. El espacio está sostenido por un pilar de ocho vértices que se ramifican por el techo abovedado. Bajo esta sala se ocultan otras criptas de Westminster.

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las eNTRAÑAS DE WESTMINSTER

Por debajo de la abadía, hay «otro Westminster» desconocido, más antiguo y dueño de mil y un secretos. Allí está, por ejemplo, la Sala del Píxide, un sótano abovedado del siglo XI, cuyo nombre hace referencia al antiguo cofre de boj en el que los monjes guardaban las monedas que acuñaban. Luego también protegía las joyas monásticas y reales. Fue así hasta 1908. Desde el 2012, esos tesoros se muestran en las Galerías del Jubileo de Diamante de la Reina Isabel II, un nuevo museo incorporado a la abadía de Westminster, instalado en el triforio medieval, oculto a la vista por más de 700 años. Se accede a través de la torre de Weston. En él pueden admirarse, entre más de un millar de objetos, los que se utilizan en las ceremonias de coronación, de valor histórico y económico incalculable. Es el caso de la esfera del Orbe y varios cetros creados en 1661, de oro y recubiertos de piedras preciosas, o la corona de St. Edward, que únicamente se utiliza el día de la investidura. Al descender del trono, al rey se le coloca la corona Imperial, de 1937 y usada en ocasiones especiales como la apertura anual de las sesiones del Parlamento.

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CLAUSTRO Y LAS ESCUELAS DE WESTMINSTER

El Claustro, construido en origen entre los siglos XIII y XIV, conectaba la iglesia con las otras dependencias de la abadía. Con muros y suelos con cofres y lápidas mortuorias, su centro se abre a cielo abierto. Tal vez cuando se sale a este relajado espacio se tiene ocasión de escuchar el tañir de las diez campanas de Westminster, que fueron renovadas en 1971. Existen otras dos campanas menores que llaman al culto, una del siglo XIV y la otra del XVI; estas, junto a varias «campanillas de plato» que se usan en los cultos forman parte del Patrimonio Histórico de la Iglesia de Inglaterra. Vecinos al claustro, el recinto incluye la Westminster School y la Westminster Abbey Choir School; en esta última se educan y ensayan los niños del coro de gran prestigio, que cantan en las principales ceremonias que se celebran en la grandiosa Westminster. 

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