LA COMPROBACIÓN EN CIENCIA ES FUNDAMENTAL PERO NO SUFICIENTE…

in #castellano6 years ago (edited)

En el mundo fascinante de la ciencia, una cuestión es comprobar y otra es objetivar. La primera premia lo inmediato, lo fenoménico, lo factual; lo segundo, tributa la virtuosa bisagra de esto con las determinaciones totales.

Dentro del inmenso repertorio de las expresiones populares de todas las latitudes del mundo figura un adagio de suyo interesante; a saber, “No solo de pan vive el hombre”… Hay quienes le añaden: “hay que untarle algo de mantequillita”.

Bien. En el mundo de la ciencia, el procedimiento de carear el conocimiento que va aflorando en el tortuoso trabajo de la investigación (contentivo de errores y aciertos), con la realidad objetiva (siempre terca e inexorable), constituye algo así como la regla de oro. Es que de este careo brota la información de acuerdo a la cual el investigador da como comprobado (o no) el conocimiento que ha bregado en el trabajo. Si el conocimiento que va saliendo en la labor indagatoria se empalma (por vía lógica) con los hechos reales, pues se logra la verificación; se alcanza la comprobación.

Pero a lo expuesto aquí hay que agregar algo que no es un simple accesorio decorativo, sino muy importante. Si bien comprobar es una condición indispensable para la ciencia, ello no es suficiente. Es que una cosa es verificar, comprobar, y otra es objetivar. La categoría objetivación va más allá de la recién aludida. Veamos…

Sabemos que los fenómenos naturales y los fenómenos socio-relacionales muestran en la práctica, algo de lo que respectivamente son; ello, al tiempo en el cual ocultan en la práctica, algo de lo que respectivamente son. Si tales fenómenos de la realidad fueran sinceros (es decir, se mostraran ante nuestros ojos tal y como son en verdad)… ¡para qué estudiarlos, entonces! Con solo vivir en ellos bastaría para conocerlos. Con solo vivir un cáncer o vivenciar una catástrofe como un tsunami, sería suficiente para entender qué pasó; pero, como todos sabemos, esto no es así. Alguien por ahí decía con razón… “ten cuidado que no te engañe la verdad”; y advertimos que tal juego de ideas lleva consigo un significativo sentido de razón.

A través del tiempo hemos caído en la cuenta que la única manera mediante la cual podemos desbloquear esta vocación de semi-ocultamiento que todo fenómeno de la realidad posee en sí, es comprender, por una parte, cómo cada uno de éstos se mueve en lo concreto (en el aquí y ahora) y por otra parte, cómo el contexto de lo total-real lo determinan (respectivamente, claro). Ya que nombramos el tsunami, vale la pena exponer que para comprender uno en particular, se hace estrictamente necesario describir cómo éste se presentó (términos de sus manifestaciones en el medio acuático, en el medio terrestre; dimensiones de la tragedia humana; en fin), pero hay que tomar cognitivamente el pulso de las causas planetarias del fenómeno. Y más allá de esto, el componente que en estas causas planetarias, haya podido tener el elemento humano (políticas sociales que permiten la contaminación ambiental...); en fin.

Ahora bien; para las comprobaciones hubo necesariamente que hacer mediciones de variables, mediciones de las relaciones que estas variables establecieron, etcétera; pero para el establecimiento de las determinaciones globales, tales mediciones no son suficientes. En algunos casos, no resultan posibles. Se hace menester entonces, apelar a las teorías calificadas que existan sobre el asunto. Se hace necesario, reiteramos, echar mano a lo que de teoría calificada haya.

Pero surge el problema de que en el tejido de esas teorías pueda hacer vida "el contrabando" de alguna ideología. Sí; de alguna ideología con capacidad de echar a perder el sentido de la ansiada objetivación (tan propia del trabajo científico).

Tenemos que decir que en efecto tal riesgo existe. También hay que decir que -ciertamente- existe en la misma medida en que asimismo existe el ya aludido peligro de engañar que todo fenómeno de la realidad posee en la praxis.

En ese zigzag dialéctico, se debate la verdad en ciencia.

¿Cuál de uno y otro peligro, es peor, es mayor?

Es un tema, quizá más para el filósofo de la ciencia, que para el científico en sí. O para ambos. Cuando valoramos la obra de Einstein, de Hopkins y de no pocos más, calibramos entonces que una y otra van juntas (aunque creando maravillosas y alumbrantes angustias).

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Fuente de la imagen: https://pixabay.com/es/extasiado-sorpresa-equipo-emoci%C3%B3n-2821540/

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Saludos @alexandermoreno. Su post me parece bastante interesante porque dice algo que en el mundo de la ciencia nadie dice; y es acerca de la importancia de la filosofía como proveedora de teoría al momento de la comprobación. La ciencia llega hasta la comprobación, pero son las determinaciones totales quienes determinan la trascendencia del fenómeno, y eso es competencia de la filosofía; he allí la importancia de la teoría en la ciencia.

Gracias, @anmilnet. Ciertamente, para que la ciencia cumpla su función de explicar la realidad (habida cuenta sus movimientos y sus contradicciones) tiene que, además de comprobar lo que plantea la pertinente labor indagatoria, vincular complejamente esto con lo que son las determinaciones totales. Esto último está unido al aporte de la teoría calificada.

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Excelente, profe!!!! Pues y como diría Karel Kosik en su dialéctica:

para que pueda surgir conocimiento verdadero, el mundo de la pseudoconcreción debe ser destruido

Como Usted lo dijo: en el aquí y en el ahora....

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