PRENSA

Por Darío Martínez*

El 8 de septiembre de 1967, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco) declaró el Día Internacional de la Alfabetización. El propósito de esta acción radicaba en señalar la importancia de la alfabetización para todos los seres humanos. Sobre todo aludía a los hombres y las mujeres adultas que no sabían ni leer, ni escribir.

El contexto de la década de 1960 tenía un escenario convulsionado por las disputas en el marco de la Guerra Fría y los procesos políticos de liberación que emprendían algunos pueblos del Tercer Mundo. En todas las iniciativas políticas, las acciones destinadas a culminar con el analfabetismo formaban parte del horizonte estratégico que diseñaban. Los destinatarios principales eran los sectores campesinos, los migrantes y las mujeres.

La noción de alfabetización que se reivindicaba estaba limitada al aprendizaje de la lectura, la escritura y las nociones básicas de cálculos matemáticos. En esos años, para amplios sectores de la población mundial, ser analfabeto los imposibilitaba de poder participar de la vida política de sus comunidades. Es decir, sin saber leer ni escribir, muchas personas no podían votar. De allí devenía la importancia que se le asignaba a la tarea de alfabetizar.

América Latina tiene una vasta memoria de experiencias de alfabetización. En un amplio arco de la educación popular que va desde Simón Rodríguez hasta Paulo Freire, podemos situar a las propuestas políticas que tomaban a la alfabetización como un instrumento destinado a la transformación del contexto. Algunas posiciones buscaban que la alfabetización quedara en la decodificación de la palabra escrita y leída, mientras que en ciertos escenarios latinoamericanos eso era tomado como un punto de partida para la intervención política. Las experiencias son heterogéneas, diversas, en este sentido. Solo mencionaremos, como un ejemplo ilustrativo de estas propuestas de alfabetización en nuestro país, a la Campaña de Reactivación Educativa del Adulto para la Reconstrucción (Crear) diseñada en la gestión del ministro de Educación, Jorge Taiana, durante la presidencia de Héctor Cámpora.

La concepción de la alfabetización vinculada con exclusividad a la lectura y la escritura ya resulta insuficiente. Las sociedades contemporáneas se revelan con una complejidad mayor. El conglomerado mediático y el desarrollo del capitalismo cognitivo (o del semiocapitalismo) son proclives al desciframiento de otros lenguajes. Al mismo tiempo, en nuestro continente persisten las opresiones históricas que se conjugan otras de nuevo cuño, donde muchas personas se ven compelidas a tener una vinculación intermitente con el derecho humano a la educación. En esas tensiones oscilan las alfabetizaciones en América Latina.

En el siglo XXI, es plausible reivindicar todas las acciones destinadas a la visibilización de las alfabetizaciones para todas las personas. Esta celebración acontece en un el marco de una pandemia que hizo aún más evidente las desigualdades en términos de acceso a la conectividad. Por ello, para los tiempos venideros, es necesario establecer que las discusiones en torno de las alfabetizaciones deben problematizar a los dispositivos tecnológicos y a las tecnicidades para que habiliten horizontes políticos más justos y solidarios.

*Profesor de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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