Agosteros

05/08/2016 - 13:03 Luis Monje Ciruelo

Contra lo que se ha entendido siempre, llamo agostero al que sale este mes a veranear.

Contra lo que se ha entendido siempre, llamo agostero al que sale en este mes a veranear; a la media España que ha empezado sus vacaciones. En las que, por cierto, cada familia gastará, según una encuesta, una media de 2.200 euros, que en 2015  calculó en menos de mil. Es el momento de acordarnos de los que nos quedamos en casa por diversos motivos (edad, salud, economía, etc) No hay otra época del año en que  nos alegremos tanto de que los otros se hayan ido de vacaciones. Da gusto salir ahora a la calle sin tener que dar o recibir empujones ni encontrar problemas de aparcamiento. Aunque el sol nos aplane a mediodía, resulta evidente que se está mejor en Guadalajara ahora que cuando vuelvan los veraneantes. Y es que hay que ver cómo nos complicamos la vida queriendo vivir juntos en las ciudades. Es cierto que esa concentración tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes, que tratamos de solucionar buscando el respiro de un chalé en el campo, aunque sea pareado, o una casa en el pueblo. Pero resulta que los chalés también se agrupan en urbanizaciones, y éstas terminan siendo pequeñas poblaciones. Con ello, lo que se gana por un lado se pierde por otro, y así nos pasamos la vida corrigiendo, en cierto modo, a Dios, que nos dio el campo para vivir en plenitud, pero nosotros preferimos aborregarnos en la ciudad. Por algo se ha dicho que Dios hizo el primer jardín y el Diablo la primera urbanización. Sería curioso saber por donde andan las familias que ahora tienen clausuradas sus puertas: cuántas se han limitado a ir a la casa del pueblo o al chalé hipotecado de sus sudores, y cuántas  han elegido el viaje, el hotel o el apartamento en la costa. Y también sería interesante una estadística de las familias que se quedan y disfrutan sus ocios veraniegos en la piscina o en la umbrosidad de nuestros muchos parques respirando frescor y oxígeno que no tendrían en la playa ni en los aeropuertos. Y luego habría que hacer un balance de quienes lo han pasado mejor y con menos daños financieros. Ya se nota que en agosto no hay temas para escribir o falta voluntad para desarrollarlos. Aunque este octavo mes, dedicado al emperador Augusto, ya es de por sí un buen tema que deberíamos desarrollar como exponente de la calidad de vida de un país. Entre los agostos de hace cuarenta años, y los de hoy, en los que quienes no van al Caribe es porque se han ido a la Micronesia, la diferencia salta a la vista. Lo que no sabemos es si estos regresan más satisfechos. Desde luego, con la escarcela más vacía.