Doriforo de Policleto

Contexto:

Esta obra escultórica es una de las más representativas del período Clásico del arte griego (siglos V-IVa.C.), período que se caracterizó por las tensiones socio-políticas entre las formas de gobierno democráticas y las aristocráticas. Artísticamente, esta tensión se observó en una evolución progresiva hacia el naturalismo

Esta etapa que comienza con la victoria sobre los persas, inicia una evolución de las formas de gobierno hacia la democracia que se traduce, en el arte, con una evolución progresiva hacia el naturalismo. Esta imagen corresponde a una copia romana posterior, pero debemos situar el original hacia el 440-430 a. C.

La tregua de treinta años entre Atenas y Esparta tiene su punto de partida en el año 445. La obra maestra de Policleto aparece pues, al principio de este corto período, en el cual la civilización griega, en pleno florecimiento, ha tenido un equilibrio que luego no ha encontrado jamás

Obra típica del período clásico del s. V a C., representa un momento culminante dentro de la evolución de la escultura griega

Autor y significado

Conservamos pocas obras del artista, Policleto. Pertenece a la escuela de Argos y trabaja en los años de Fidias (entre el 460 y el 420 a. C.), aunque como escultor del bronce. Sus obras originales no se conservan, pero sí buenas copias en mármol encargadas por clientes de Roma, como es el caso de la obra que comentamos (la copia más destacada es la del Museo de Nápoles procedente de Pompeya). Tendrá continuadores en el siglo IV a. C. Incluso en Roma, se ve su estilo en obras como el Augusto de Prima Porta.

La figura representa a un atleta desnudo en actitud de reposo antes de participar en una prueba de lanzamiento.

la función de esta obra en el momento de su creación fuera conmemorativa  y puede que de exaltación del deporte. Su significado último, está en la intención del autor, de plasmar su ideal personal de belleza. Representando de una forma tangible, lo que Policleto llamó el “Canon”, es decir, el tipo ideal de belleza, en este caso, masculina.

 

Características de la obra:

En primer lugar, el dominio técnico alcanzado por el escultor, auténtico maestro en la representación del cuerpo desnudo masculino, lo que le permite reflejar de una manera más natural la anatomía, redondeándose la musculatura propia de un atleta. Aquí todavía se intuye cierta sencillez que remite a formas geométricas. Las líneas del pecho y del bajo vientre están muy marcadas, formando segmentos de un óvalo. La forma esférica de la cabeza ha hecho recordar que Platón defendía que los dioses habían dado esa forma a la zona más noble del ser humano como imagen de la figura del universo. Así el pelo se ciñe al cráneo para no romper el contorno esférico.

 

En segundo lugar, lo más destacado de él es el Canon o cálculo de proporciones medido por el escultor, para conseguir una imagen de belleza ideal, basada en el estudio de la naturaleza. El tratamiento anatómico está supeditado el cálculo matemático.La proporción consiste en que el cuerpo completo mide 7 cabezas. Hizo también el cálculo del rostro, que se divide en tres partes iguales, señaladas por las cejas, la base de la nariz y el mentón.

El equilibrio y armonía de los movimientos se consigue mediante el “contraposto”, posición más natural de un cuerpo en reposo, que consiste en flexionar una pierna dejando rígida la otra, lo que inclina ligeramente la línea de las caderas y hombros. Igualmente mantiene rígido un brazo mientras flexiona el otro. Policleto perfecciona esta actitud iniciada ya por escultores anteriores al llevar más atrás la pierna que descansa y tocar el suelo sólo con los dedos del pie. De este modo la figura gana en profundidad (a lo que contribuye también el brazo que lleva la lanza) y da una mayor impresión de vida. La cabeza gira ligeramente hacia la izquierda rompiendo con la frontalidad, aunque la figura está concebida para observarse desde un único punto de vista principal (unifacialidad). El movimiento del atleta es tranquilo: parece andar con su lanza en la mano derecha apoyada en el hombro y busca expresar a la vez vitalidad y serenidad, dos ideales del clasicismo. No se renuncia pues a la placidez y calma que emanaba ya de las obras del período arcaico. La expresión del rostro más bien serio y abstraído está poco acusada.

 

 

 

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