El Cansinamiento de Sierra Espuña

19 02 2011

Por fin. Ya ha llegado el día de hacer la tan esperada ruta por Sierra Espuña.

La ruta prevista era, saliendo de el restaurante El Jarro de Oro, llegar hasta la cota máxima de Sierra Espuña, donde está la base militar, y bajar por trialeras y sendas.

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Había puesto el despertador a las 6:25, pero a las 5:50 ya tenía los ojos abiertos yo solito. Me estoy haciendo mayor, como los abuelos que se despiertan antes de que suene el despertador. No quiero llegar tarde, así que me levanto y desayuno tranquilamente. A las 6:55 estoy en el coche saliendo de casa, y llego al Jarro de Oro 20 minutos antes de la hora a la que habíamos quedado (7:45). Así que me tomo un café tranquilamente; al rato llega Juan, luego Jose Antonio (el mergo) y Vicente, despues Sergio y cuando ya estamos preparando las bicis, Sergio. Quedaban por llegar dos colegas pachequeros de Sergio, Paco y Antonio.

Sergio y su pañuelo de nazareno

Preparamos todos los archiperres, sin pausa pero sin prisa. Juan va a probar la BH de un colega de Sergio, pero no la llega ajustada a su altura y peso, así que nos retrasamos un poco en la salida. Por fin, salido por la carretera de asfalto que sube a Sierra Espuña; al poco nos desviamos a la izquierda para comenzar a subir, coger la carretera del trasvase y tras un rato de ir en paralelo al trasvase lo cruzamos por una pasarela que hay y empezar a subir las 1000 curvas. No las he contado, pero desde luego que hay unas cuantas! Se trata de una senda que va haciendo zig-zag, no muy empinada, pero si larga y bastante técnica, que requiere de la máxima atención en cada curva para hacerla sin poner pie a tierra. Los máquinas (Jose Antonio, Vicente, Sergio y Paco) se destacan rápidamente, yo todavía no tengo la pierna al 100% y es la primera vez que subo a Sierra Espuña, así que voy tranquilamente a mi ritmo y controlando la pierna por si me da algún aviso; cierran la subida Juan y Ruben a los que se oye hablando y haciend bromas mientras suben.

La subida es larga, con numerosos descansos, no muy exigente físicamente, pero como ya he dicho bastante técnica. A medio camino, junto a un corazón hecho con piedras en el suelo, hacemos una parada técnica para reponer fuerzas y reagruparnos. Llega otro grupo por detras, muy numeroso, y de repente esto está muy concurrido. Reanudamos la marcha, que todavía queda mucho. Esta vez me pego al grupo de cabeza e intento subir con ellos; me llevan a 8 km/h, en mi límite, pero la pierna responde y consigo llegar con ellos al final de las 1000 curvas. Otra paradita para agruparnos y barrita.

Ya estamos en la pista que sube muy tendida, hasta la carretera asfaltada, poco antes del Centro de Interpretación Ricardo Codorniú. Aquí cogemos la Pista Forestal de la Cuesta del Marqués. Intentamos subir todos juntos, pero pronto Juan se empieza a quedar retrasado, lleva poca presión en el amortiguador trasero y va muy bajo, en una posición muy mala, y como él mismo dice «parece que voy en barro, pegao»; unos kilómetros mas arriba, Ruben y yo nos descolgamos, estos cabrones están muy fuertes y todavía queda mucha subida, así que los dejamos irse y cogemos un poco de aire. La piesta parece que a penas sube, muy suave, pero sube por que obliga a subir piñones para poder ir cómodo; es larga, muy larga, y aburrida, muy aburrida, así que Ruben y yo nos ponemos a hacer un poco el tonto para pasar el rato y terminamos rebautizando la cuesta como Cuesta del Cansino, por que es muuuu cansina.

Unas cuantos kilómetros y muchas curvas después llegamos a la Y; una bifurcación de la pista en la que esperamos a Juan. Entre bromas, geles y barritas la espera se hace amena y Jose Antonio nos cuenta unas buenas historias, para reirnos un rato.

Jose Antonio en plena explicación

Vicente decide bajar a «remolcar» a Juan, y al rato llega con él. A XXXXXX se le ha hecho tarde y se baja él solo de vuelta a los coches. Tras un rato de dudas, decidimos no subir hasta la base militar, vamos justos de tiempo y algunos justos de fuerzas. Un poquito mas de descanso y afrontamos las últimas rampas de la pista, un pco más duras. Al poco nos desviamos a la izquierda para coger la senda de El Salvaje y subir un poco mas, con unas rampitas que ya se pegan a estas alturas de la ruta. Finalmente llegamos a la altura máxima de la ruta, y vemos a unos 4 o 5 bikers, poniéndose las protecciones.  Desde aquí todo para abajo, primero por una senda tendida, muy chula y rápida, pero estrecha que obliga a ir muy atento para no tener un susto; después de tanta subida se agradece y se disfruta.

Vista desde el inicio de la Trialera de El Salvaje: Murcia al fondo

Sin darnos cuenta, llegamos al punto donde la senda se convierte en trialera. La trialera de El Salvaje. Que como comprobaremos, hace honor a su nombre. Paramos para ponernos las protecciones, bajar sillines, poner a grabar las cámaras etc. Primero empiezan a bajar Jose Antonio y Vicente. Jose Antonio con su horquillón de 160 baja como si nada, yVicente con bici rígida y sin bajar el sillón, baja sin problemas. Desde luego estos tíos son unos máquinas. Luego vamos Ruben, yo y Juan. No puedo seguir a Ruben y lo dejo irse. A mitad de bajada, tengo un despiste, la rueda delantera se me cruza, y zas, al suelo. Sin consecuencias gracias a las protecciones de rodilla y espinilla. Cada día me alegro mas del dinero que gasté en ellas. Sigo y me reagrupo con los que van delante que nos están esperando. Al poco llega Juan que baja con cuidadín, todavía no confia en la doble. Cuando ya estamos esperando todos, aparecen Sergio y Paco: estos si que bajan rápido, parece que vayan por una pista forestal. Que animales. Viéndolos parece tan fácil. Pero es muy jodida: piedra de punta, rocas sueltas, escalones bastante grandes, raices. Vamos, los que se dice una trialera cabrona. Pero muy guapa.

Nos reagrupamos todos en el cortafuegos, y ya cogemos el orden natural. Primero bajan Sergio y Paco, seguidos por Jose Antonio y Vicente. Ya a distancia Ruben y yo. Y cerrando el grupo, Juan. La trialera sigue igual, piedras y mas piedras, escalones, raices, y mucha inclinación. Obliga a ir continuamente aprentando frenos, tirando de cuadriceps, y echando el peso lo mas atras posible. Consigo ir junto con Rubén, y aprovechamos el mas pequeño sitio, para descansar piernas y brazos. Nunca pensé que una bajada se me fuera a hacer larga, pero las piernas y los antebrazos ya empiezan a doler. Casi llegando al final, otro despiste, pero consigo echar pie a tierra y no caer, pero al forzar la postura me da un tirón en el cuadriceps. Ya venian avisando. Unos pocos estiramientos y termino los 20 metros que me quedaban. Ya están todos esperando en la pista forestal donde termina la trialera. Ojo, que al final hay un escalón de medio metro, que como no andes listo, clavas la rueda delantera.

Comentamos la bajada, y las caras de felicidad son evidentes. Al poco llega Juan, despacio pero seguro. Ya se va haciendo con las sensaciones de la doble. Mientras descansamos un poco, Rubén se da cuenta de que el sillín se le ha bajado, hasta tal punto que se le ha quedado encajado, ni siquiera Juan tirando a muerte, puede sacarlo. Así que le toca llevarlo así el resto de ruta, suerte que es todo para abajo. Por suerte se da cuenta que con los tirones, han sacado la rueda trasera de su sitio! (serán burros). Y al poner la rueda otra vez en su sitio, nos damos cuenta que las pastillas del freno están juntas, así que toca hacer bricolaje. Y al hacer bricolaje, descubrimos que la pinza del freno va con los tornillos sueltos. Desde luego Ruben, los mecánicos de las tiendas contigo se mueren de hambre. Lleva la bici y que te la revisen y te la pongan a punto, hombre. 🙂

La reparación

Tras unos minutos, la rueda se queda en su sitio, un poco frenada pero para bajar no debe importar mucho. Un poco de pista forestal para seguir bajando en busca de El Rápido. Antes de llegar Sergio decide bajar investigando por una zona nueva, pero los resultados no son muy buenos. Tenemos que hacer un poco de off-road y pie a tierra un poco. No es recomendable. Un poco de asfalto con ligera subida y llegamos al inicio de la senda de El Rápido. Al poco llegamos a una bifurcación. Sergio y Paco se van por la derecha subiendo, en busca del Pico de la Garita y del cortafuegos que sale desde allí. Quedamos en un punto donde el cortafuegos se cruza con la senda de El Rápido. El resto seguimos por El Rápido, intento seguirles el ritmo a los de Lorquí (Jose Antonio y Vicente), y no sin dificultades lo consigo, pero me funde. El Rápido es una senda-camino, de anchura media, con muy poca pendiente de bajada, que permite una buena velocidad, máxime si das pedales. Bajamos a todo lo que podemos y rápidamente llegamos al cortafuegos. Sergio y Paco todavía no han llegado y el tiempo ya se echa encima, así que deciden irse directos a los coches acortando la ruta por la bajada de El Paleto. Yo me quedo a esperarlos. Al poco llegan, no por el cortafuegos, si no por una senda cercana. Un último chupito al gel y seguimos por El Rápido.

Sigue igual durante unos cuantos kilómetros más, pendiente suave, curvas amplias y buena velocidad y algún que otro mini-salto. El final es bastante divertido, con unas cuantas zetas que tienen su aliciente si las intentas bajar rápidas. Terminada la pista (ojo que al final hay una puerta) cogemos otra vez asfalto, para buscar de nuevo la carretera que corre paralela al trasvase. Un poco de llaneo y al rato nos desviamos a la izquierda para coger la senda de «los saltos» que tiene unos badenes de buen tamaño que permiten unos saltos interesantes, si tienes lo que hay que tener, claro. Un último desvío para hacer «la rambla del rubén»: un cuestón de 15 metros y 45 o 50 grados de desnivel, donde, según cuentas, la última vez el mencionado estuvo a punto de dejarse algo mas que la piel en la bajada. Yo, por hoy, ya he tenido ración suficiente de caidas y cojo el desvio que hay a la izquierda. La próxima vez la bajo… o no.

Un último esfuerzo y llegamos a asfalto. Sergio va jodío, justo de fuerzas y como es habitual en él en estos casos, a penas habla. Un par de kilómetros cuesta abajo y llegamos de nuevo al Jarro de Oro. Como hoy vamos sin prisa recogemos todo tranquilamente y nos tomamos una cerveza al sol, en el Jarro de Oro. Paco pide la que supongo es una de las especialidades de la casa: Una empanadilla frita, rellena de ensaladilla y con un boquerón en vinagre dentro. Estaba buenísima. Lo recomiendo. Mientras damos cuenta de ella, nos cuenta que también hacen muy bien las costillas a la brasa. Qué hambre!!!

En la mesa de al lado, escucha Ruben, había un perro-flauta auténtico con pinta de no haberse lavao en 3 años, su perro lleno de mierda y una pinta… que me quedé con ganas de hacerle una foto. Pero algo me dice que no se lo habría tomado muy bien. Un saludo al perroflauta del foro desde aquí.

En definitiva, una ruta larga con nuestra velocidad media, pero muy divertida, toda la subida al principio y toda la bajada al final. Quitando alguna de las curvas de las 1000 curvas y la trialera de El Salvaje, el resto es muy asequible. Como siempre nos hemos dejado deberes sin hacer, y tendremos que volver otra vez, a subir hasta la base militar e inmortalizarnos allí.


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