Sin dinero no

Hoy noticias y tertulias hablan de dinero porque los partidos importantes hablan de dinero porque el dinero es lo que más importa a los millones que no tienen dinero y que la proximidad de unas elecciones convierte en importantes porque esos millones votan y los votos valen dinero. ¿Y qué dicen del dinero? 

Del dinero, los de las derechas, naturalmente, dicen que hay que bajar impuestos a los ricos. Para que no suene mal, justifican lo que se supone que responde a su ideología intentando convencer a los medio pobres de que si los ricos son más ricos, su riqueza se extenderá a todo bicho viviente como las estrellitas que salían de la varita mágica de Campanita en las antiguas películas de Disney. Parece infantil, pero el cuentecito se ha colado en el corazoncito de millones y los defensores de los ricos están ganando millones de votos en Madrid, en Andalucía, hasta en la fastuosa Italia; sitios llenos de pobres y medio pobres, por cierto.  

En el polo opuesto, los de izquierdas que se consideran más de izquierdas que los otros de izquierdas dicen que hay que bajar impuestos a los medio pobres. Suena bien, pero ¿qué pasa si alguien se pregunta cómo va a ayudar el gobierno a pobres y medio pobres si se queda sin dinero para ayudar a los enfermos y a los estudiantes que no pueden pagarse la sanidad y la educación que sólo se pueden pagar los ricos? Los de izquierdas más  de izquierdas confían en que nadie se haga preguntas tan profundas. Parece infantil, pero es que la mayoría de los votantes son como niños que votan por sus personajes favoritos sin aburrirse haciéndose preguntas de búhos sabios. No hay ninguna película en la que un búho sea protagonista. Los búhos aburren. 

¿Y qué dicen del dinero los de un partido para adultos que sólo habla de posibles sin adornar la realidad con estrellitas fantásticas o con cuentos de camino? Los del partido para adultos dicen lo que se puede y lo que no se puede hacer para conseguir una sociedad más igualitaria en la que los ricos no sean tan ricos y los medio pobres no caigan en la pobreza y los pobres de solemnidad consigan vivir como seres humanos sin ser excluídos de todo lo que un ser humano necesita para disfrutar de su humanidad. De ese partido para adultos se habla poco en la prensa y en las tertulias, y cuando se habla, se habla mal. Ese partido aburre. Y los que se aburren cambian de periódico o de canal por lo que no aportan dinero a los medios.

Entonces, ¿qué hacer si la mayoría prefiere el entretenimiento que le proporcionan sus pantallas para no aburrirse tomándose su vida y las vidas de los demás en serio? Dicen las encuestas que los políticos que se toman su trabajo en serio no ganan elecciones; conclusión fácilmente comprensible tomando en cuenta que las pantallas no enseñan lo que es la verdadera política y para qué sirve. La utilidad primordial de la política auténtica reside en administrar los recursos para que la sociedad de un país sea lo más igualitaria posible. Eso no se puede discutir. Cabría suponer, por lo tanto, que esa es la que debe ser finalidad primordial de los políticos de todos los partidos. Sin embargo, considerando que los partidos necesitan una cierta organización y que esa organización requiere dinero, el pragmatismo obliga a todo político pragmático a buscar dinero por encima de todo antes de pensar en cualquier otra cosa, como por ejemplo, la reducción de la desigualdad.       

Hoy en día, lo de una sociedad igualitaria suena a cuento chino. Y no sólo por la desigualdad en los ingresos. Para comprobarlo, basta un ejemplo. Parece que se avanza en conseguir la igualdad entre hombres y mujeres. Hay ministras, presidenta de una capital europea y hasta primera ministra de un país importante. Pero hoy, día en el que, por lo visto y oído, toca hablar sólo de dinero, adquiere relevancia muy relevante algo que sólo afecta a las mujeres. Resulta que en vez de decir que se baja el IVA a los productos de higiene femenina -¿para qué más si no hay mujer ni hombre con cerebro que no lo entienda?-, las tertulias matutinas han dedicado tiempo, reflexiones y comentarios a instruir a todo el personal sobre la regla. Por lo visto, se ha puesto de moda hablar de la regla. Lo han puesto de moda las de un partido de la izquierda más izquierda para ponerse una medalla por haber conseguido meter en rango de ley a la baja laboral por indisposiciones menstruales y por bajar el IVA a adminículos para el mismo asunto. Pues bien, flaco favor le han hecho a las jóvenes recordándoles el mal trago mensual y a las que rechazan en entrevistas de trabajo por temor a posibles bajas mensuales y a quienes tenemos una memoria y una imaginación tan despiertas que una tertulia sobre el asunto nos hace revivir días dolorosos y embarrados. Las únicas que podemos librarnos del efecto nocivo de tanto comentario somos las que hemos dejado el asunto atrás. O sea, que  no hay igualdad posible mientras se tenga la regla, ¿es eso? Pues eso se corregiría en un santiamén si en vez de tanta retórica se dice que se baja el IVA a los productos de higiene femenina y punto. Lo de las bajas por indisposición sobra. Cualquier indispuesto por cualquier motivo puede obtener baja laboral sin especificar motivos. Pero claro, lo de poner la dismenorrea  como causa de baja en blanco y negro y papel oficial es un medallón que puede obtener montones de votos femeninos si se machaca y da la traca con el asunto. ¿Y si causa más problemas que beneficios? Volvemos a lo de siempre; la fe en el voto de los que votan sin hacerse preguntas. Es decir, que muchos que van de políticos convierten la política en politiqueo con su retórica porque el politiqueo consigue más votos que la política y los votos se traducen en cargos y dinero. 

Sorprende que a tantos sorprenda que el politiqueo -populismo, en más fino- del signo que sea, hoy consiga imponerse en tantos países a la política auténtica. El neoliberalismo, término eufemístico para la ideología del reino absoluto del dinero, ha conseguido que se imponga en todo el mundo lo que es rentable y que pierda importancia todo lo que no lo es.  Hablar de política auténtica no es rentable porque requiere de un votante el trabajo de asimilar lo que oye y reflexionar sobre lo que ha oído e informarse para comprobar si le han dicho la verdad. Pocos votantes están dispuestos a meterse en semejante berenjenal.

Politiquear es rentable  porque no requiere tanto esfuerzo. Todos los partidos políticos tienen forofos como los equipos de fútbol; forofos que votan a unos porque les viene de familia o por cualquier otro motivo irracional. Ese forofo ni siquiera se pregunta a quién votar y menos, por qué, por lo que no interesa a los cazadores de votos. A los cazadores de votos interesan los que votan por quien les dice lo que quieren oír; los peliculeros que se pirran por los follones; los rencorosos porque han perdido algo con un partido en el poder; en fin, los que votan con las glándulas. Son esos los que forman el cardumen en los que pescan los populistas porque saben que excitando las glándulas de quienes les oyen, pueden conseguir más incautos que muerdan su anzuelo. Además, excitar glándulas requiere mucho menos esfuerzo que poner cerebros a pensar. Empieza a hablar de la regla, por ejemplo, y tendrás la atención sorprendida de mujeres y de hombres por igual -a muchos interesan los misterios femeninos. Advierte a las jóvenes de los problemas que pueden encontrarse a la hora de buscar trabajo y cómo evitar encontrarse en ese atolladero, y los oídos que intentas seducir se irán a otra parte en busca de algo que les entretenga más. El problema, siempre grave, es que cuando el cardumen inconsciente se hace mayoría, suelen ganar las elecciones los politiqueros que sólo buscan su propio beneficio a costa de lo que sea, aunque lo que sea, sea la mismísima democracia, es decir, la libertad.             

A muchos les costó la libertad con Trump, pero Trump y los trumpistas siguen pescando votos con discursos incendiarios y prometiendo cortar libertades tras convencer al personal de que esas libertades permiten a las minorías imponerse sobre la mayoría patriótica, cristiana y de sangre pura y blanca. Dentro de muy poco sabremos si la mayoría brasileña también se ha tragado el discurso politiquero de Bolsonaro. Ya sabemos lo que pasa en Hungría, en Suecia, en Italia. Ya sabemos que el que no tiene dinero suficiente para considerarse rico se consuela atontándose con las pantallas de lo que tenga. ¿Puede pasar en España? A menos que se prohíban por ley los discursos hueros y engañosos de los populistas, puede.  Pero esa ley no se aprobará nunca. No da dinero 

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

2 comentarios sobre “Sin dinero no

  1. Menuda encrucijada. Leo a depalacios : Si sólo se intentara lo posible ¿qué seríamos?…
    Yo opto por intentar contradecir a Einstein cuan dijo: El universo y la estupidez humana son infinitos, y de lo primero no estoy seguro.
    No podemos darnos por derrotados antes de la batalla, no es el camino. Sé, cómo tú sabes, María, que la burricie y el desinterés por cualquier cosa que haga pensar a los semovientes se vende muy mal, ¿pero qué otra cosa haces tú con tus artículos si no tratar de que el lector piense, razone y decida?.
    Son muchos los obstáculos, pero ya lo dijo Bette Davis: Envejecer no es para nenazas.
    Yo afirmo, pensar no puede ser solo cosa de nenazas.
    Frente a la palabrería de los politiqueros, los hechos incontestables de un gobierno que nos ha devuelto la fe en cosas dónde ya la habíamos perdido: Subida del SMI, indexación de la subida de las pensiones al IPC, Ley de Eutanasia, Ley de solo sí es sí… y tantas y tantas otras destinadas al Estado de Bienestar que debe alcanzar a todos.
    No, yo no me doy por vencido por encuestas pagadas en B, ni busco mi reflejo en Italia, Hungría, Suecia o Polonia, para nada. Nosotros venimos de un gobierno neoliberal que cargó todo el peso de la crisis financiera en las costillas de las clases pobres y medias, desconozco si en en los paises mencionados ha sido igual. En cuanto Pedro Sánchez pisó La Moncloa la fotografía de este país pasó del negro y gris al tecnicolor ¿no va a servir de nada todo el ímprobo trabajo de este Gobierno?… No, como ya dije, creo que a los agoreros, a los vendedores de humo y bálsamos de Fierabrás, no les va a resultar tan fácil hacer olvidar en que punto estamos y lo lejos que podremos llegar a estar. No hay color ni posible comparación.
    Soy un optimista convencido, e informado, así es que, con la regla, con las compresas o con la dismenorrea lo que queda después del ruido es que los productos de higiene femenina bajan al 4% de IVA, que nadie puede despedir a una trabajadora por una regla dolorosa y que la normalidad se vende sola.

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