Honeyworks en español (hiatus)

Capítulo 3 - Encuentro desagradable

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“Ah, ¿ahh? ¿Ah~? ¿Ahhhh?”. Durante el almuerzo, Ken se reunió con Kotaro y Koudai para almorzar.

Ken sostenía en su mano un pan relleno de crema y miró en dirección a Arisa, quien estaba girando con el libro de texto.

Kotaro entonces le dijo a Shibaken que la crema estaba a punto de caer al escritorio. Koudai se fijó en Ken también, apartando la vista de su libro.

“Eso es raro, ¿no?”. Arisa siempre abandonaba el aula rápidamente durante el almuerzo, pero ahora se dedicaba a leer en esta.

Shibaken, que había decidido distanciarse de ella, no había hablado con Arisa desde hace un semana entera. Se suponía que debía estar enfadado.

Pero ahora era completamente ignorado por Arisa, no hubo ninguna interacción durante la semana. De hecho pasaban por el pasillo y el aula y siempre era completamente ignorado por ella.

“¿Cómo es posible? Tratarme como si fuera aire… Estoy esforzándome, ¿sabes?”

Se sintió como un boxeador derribado que repetidamente se ponía de pie, intentando pasar la perseverancia de Arisa por alto.

Pero debido a ese trabajo arduo también, había podido hablar anteriormente con ella. Ya no había una “prohibición de hablarle”. Lo cual significó una gran mejora.

“Hablando de ello, cuando estaba tirando la basura, lo dijo muy severamente… ¿soy realmente tan malo, lo que dije fue horrible?”

Cuando recordó la expresión de Arisa con los ojos llorosos, Ken se sostuvo la cabeza. “¡Es realmente malo! ¡¿Por qué dije algo así?!”

Kotaro, notando a Shibaken así, le dijo que sería mejor descansar en la enfermería si sentía dolor de cabeza. Afortunadamente ellos eran sus amigos, y sabía perfectamente que podía discutir el tema con ellos.

Ken entonces miró el libro de Kodai e inmediatamente entendió que cualquiera podía “tomar material” de ello y él no deseaba que después se convirtiera en una noticia en el campus.

Visualizó nuevamente el asiento de Arisa, se levantó y salió del aula. Los otros dos atrás aún trataban de persuadirlo para que fuese a la enfermería a descansar.

Al darse cuenta que realmente estaba siendo ignorado, metió lo que sobraba del pan en la boca de Kotaro. —En un rato vuelvo… —y se marchó.



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Aizou le colgó el teléfono a su agente y suspiró.

De vuelta en casa, después de abrir la puerta, vio que en el porche había un par de zapatos de cuero. Y el sonido del agua y de su hermano mayor lo condujeron inmediatamente a la puerta del baño.

—¡Ah, no, no huyas!

“Ah, una mujer….”. Aizou caminó exhausto a la sala de estar.

—Agh, qué mal.

Después de dejar la mochila en el suelo, se dejó caer en el sofá y miró hacia el techo. El sonido de la puerta abriéndose le hizo girar la cabeza y ahí estaba su hermano con el cabello mojado.

—¿… Por qué estás aquí?

—¿Acaso no puedo? Es mi casa de todos modos…

“Uh… ¿un gatito?”

Aizo notó que su hermano sostenía un gato.

“¡¿De dónde lo recogió?”

Después de notarlo, Aizo saltó rápidamente del sofá.

—¡Espera, espera, espera, espera, espera, espera…! —mientras bloqueaba a Ken, cerró abruptamente la puerta del frigorífico que este estaba abriendo.

—¿Qué te sucede?

—¡¿Que le ibas a dar de tomar?!

—Uhm… leche.

—¡Le podría hacer mal al estomago! ¿No tenemos leche para gatos?

—¡¿Eh? ¿No puede tomar leche común? —le preguntó su hermano mientras sostenía al gato en su mano, Aizou también tenía ganas de sostenerlo.

“De ninguna manera puede ser esto cierto…”, pensó.

— No hagas nada hasta que regrese. ¡Absolutamente nada de nada!

“Si le da esa leche al gato, podría morir”

—¡Además, no lo dejes solo en casa!

—¿Ah? ¿Por qué debo recibir órdenes tuyas?

—Solo hazlo —después de terminar la oración, Aizou salió rápidamente de la casa.



Shibaken estaba sentado en el sofá tomando una gaseosa y cuando vio que el gatito estaba interesado en ella, preguntó por si quería probar.

—Realmente, no puedo ayudarte~

—Entonces dime~ —suspiró Aizo saliendo por un lado, —¿Qué vas a dejar que coma?

—¿Ah? —Ken lo miró.

Justo en ese momento, Aizo había regresado a la casa, entrando su bicicleta. Había llegado de la tienda de mascotas más cercana.

—¡Toma esto! Si quieres quedártelo, cuídalo bien —Aizo le dio una bolsa de plástico a Ken y se fue de la sala.

Leche específica para gatos, comida enlatada, champú especial, un manual de cómo criar, arena para gatos e incluso juguetes.

—Entonces… ¿a este tipo le gustan los gatos? —sonrió Shibaken para sí mismo.



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“Lástima… ¿qué debo hacer?”

Ken y Arisa no se dijeron nada, era ya la segunda semana que estaban así.

Originalmente se decidió él a reunir coraje para presentarse ese día a hablarle pero, al final, no encontró el momento. Si eso continuaba, desaparecería cualquier tipo de vínculo.

“Si eso ocurre, sería una lástima. ¡Todos mis progresos se hubiera ido por la basura!”, pensó Ken frente a la máquina expendedora.

De repente, distraído por pensar en ella, presionó accidentalmente equivocado. Del aparato bajó una lata de sopa de frijoles rojos calientes. Era verano, Ken suspiró porque no le encontró ningún sentido a una máquina con ese tipo de bebidas.

En ese momento unas chicas le preguntaron a Ken si podían ir juntos a la escuela y después le preguntaron sobre la relación distanciada con Arisa.

Luego le cuestionaron el porqué deseaba acercarse a ella, si le tenía lástima por verla sola. Una chica le avisó que Arisa nunca pareció llevarse bien con nadie.

—Takamizawa-chan siempre ha tenido una atmósfera de ese estilo desde la secundaria.

“Mira, solo diré: sé que ella es muy fría y eso hace que la gente se aleje”.

—En ese momento, ella parecía intimidar a las personas de la clase y luego se aisló de todo.

“Hmm… hey, espera un minuto. ¿Ella dijo qué?”

La chica que lo acompañaba le dijo a Ken que dejara de buscar a Arisa y él le explicó que esos solo eran rumores.

—Lo escuché de alguien que iba a la misma secundaria que ella, es cierto.

“Yo también he ido con ella…”

Una voz de repente se oyó llorando y gritando en el piso superior: —¡No funcionará así! Lo he visto.

—Pero… —confuso y desconcertado, Ken siguió la conversación. —Arisa, ¿ella es… una buena chica?

—¿Eh?

—Sí, ella es una buena chica y estoy más que feliz de hablar con ella. Es completamente diferente a esos rumores que se esparcieron.



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Entre los escalones, Arisa escuchó la conversación entre Ken y las chicas que se encontraban frente a la máquina expendedora.

—Takamizawa-chan siempre ha tenido una atmósfera de ese estilo desde la secundaria.

—En ese momento, ella parecía intimidar a las personas de la clase y luego se aisló de todo.

“¿Yo… qué?”

Arisa se detuvo a escuchar en las escaleras. Ya había oído esos rumores fríos innumerables veces. Pero incluso en ese momento, no deseaba explicar sobre ello y tampoco le importaba lo que piensen otros.

Ella inclinó su cabeza hacia abajo y fijó su visión en sus propios pies.

—Arisa, ¿ella es… una buena chica?

Al escuchar la voz de Ken, Arisa levantó la cabeza inmediatamente y de forma inconsciente.

—¿Eh?

—Sí, ella es una buena chica y estoy más que feliz de hablar con ella. Es completamente diferente a esos rumores que se esparcieron.

“¿Por qué él…?”

Al darse cuenta que podía hacer cualquier ruido, se cubrió la boca con sus manos. Después de que Ken dijo aquello, Arisa se dio la vuelta y subió rápidamente las escaleras.

Obviamente sabía que sólo las personas que hablaban mal de ella creían en esos rumores.

Él… no creía en ellos.

El interior de Alisa se sintió calentarse gradualmente, agarró así la prenda del uniforme sobre su pecho.



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Ninguna de los dos se había dirigido la palabra por tres semanas completas.

“Casi es hora de hablar con ella. ¿Cuánto tiempo más me quedaré en este estado? Aunque… ¿por qué hablar? ¿Qué excusa metería?”

Shibaken escuchó esa voz desde su propio corazón. Ella le había dicho que no eran amigos, lo que significaba que su relación ahora era solo de compañeros de clase.

Una vez que ella le borre de su vida, no habrá vuelta atrás.

Ken abrió Internet y buscó “cosas y razones para empezar una conversación”

Resultados encontrados: 0

“Aunque bueno….”

Ken miró atentamente hacia el asiento de Arisa, ella parecía estar parada buscando dentro de su mochila.

“¿Olvidó su libro de textos? La siguiente clase es de matemáticas”.

Los maestros de matemáticas eran famosos por ser muy severos y crueles. Si alguno descubría que ella lo había olvidado, Ken sabía que definitivamente le caería una reprimenda.

“Debo hacer algo…”, pasó por su cabeza mientras apretaba su propio libro de texto. “¿Por qué estás nervioso? Solo debes acercarte y hablar con ella, ¿verdad? Es simple”.

“Hasta ahora, no recuerdo cuántas veces he hablado con ella en verdad. Solo sé que necesito sonreír como de costumbre y comenzar la conversación”.

Shibaken escuchó latir fuerte su corazón y caminó hacia el asiento de Arisa.

—¡Hey, esto! Úsalo —le extendió su libro de texto a ella. —Planeo saltarme la próxima clase.

Por un momento lo vio: ella sonrió levemente y se volteó.

—Gracias —susurró Arisa.

—Ah, ¿ahh? Qué me pasa, ¿esto qué es? ¿Por qué entonces…?

Ken sintió como todo su corazón saltó y con dolor parecía que su cuerpo se tornara todo caliente y después todo frío. No podía decir las siguientes palabras realmente.

—Sin embargo… está mal omitirse las clases. ¡No lo usaré!

—Hmm… ¡Oye, sí lo usarás!

—Ja, ja. ¿No son tus notas inferiores a las mías igual?

Para Ken era una conversación ordinaria, pero se sentía extremadamente nervioso y le costaba hablar.

Cuando volvió a escuchar el “gracias” de Arisa, no pudo evitar sentirse extremadamente feliz.

Y como un tonto, se quedó todo nervioso y avergonzado frente a ella. Se lo estaba jugando todo y en vano.

Porque pasó por su cabeza: Arisa lo veía todo de él, desde el principio.

“Y ahora… ¿qué otra forma de pretender ser genial voy a usar?”. En realidad no había razón para hacer esa búsqueda según Ken.

Solo deseaba hablar con ella, le era más que suficiente.

Fingiendo indiferencia ante el tema, se había encontrado con el “amor” sin darse cuenta.



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—Arisa-chan~ —después de la escuela, Ken se alejó de otras chicas y corrió rápidamente hacia Arisa. —Hey, podemos ir después a…

—No estoy libre —Arisa aceleró y avanzó.

“Moh, ni terminé de hablar…”, se quejó Ken interiormente con una sonrisa amarga.

Le fascinaba su actitud fría y sus palabras.

“¿Qué haces? ¿Me podrías mirar?

¿Qué es lo que debo hacer para que me sonrías?

¿Qué puedo hacer para verme en el reflejo de tus ojos?”

Se sintió molesto por esas palabras que parecían clavarse como agujas. A pesar de que esforzaba, se notaba que sonreía bastante feo.

Aunque así no se rendiría, cortaría esa distancia.

En cuanto al método: acompañarla en la idea y la vuelta, todos los días.


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