Como parte de los objetivos que tiene Mexicaini que es recalcar lo bonito que es México, el día de hoy quiero compartir la muy colorida y mexicana experiencia que es comer en El Abajeño en Tlaquepaque, Jalisco.

Tlaquepaque es un municipio con alrededor de 500,000 habitantes y haberlo visitado en fechas cercanas al día de muertos, me parece que lo pintó aún más del folclor de México.

De este modo, visitando este mencionado restaurante, resulta que hallé un ejemplo claro entre la teoría del Marketing que dice que se puede vender una experiencia como producto, y es así como El Abajeño aplica la venta de experiencias combinadas con un buen sazón y un no tan buen servicio.

Tener la idea de vender tequila de Jalisco mezclado con mitades de toronjas, naranjas y limones, dentro de una cazuela de barro es una práctica que jamás había llevado a cabo.

Utilizar una cazuela de barro es lo que me parece más recalcable, porque no es un objeto con el cual pareciera resultar práctico beber tequila con popote; sin embargo, era algo de lo más común para los habitantes de Tlaquepaque y a todos parecía gustarles.  Al ser una bebida, me causaba conflicto beber con pajilla lo que bien podría ser una sopa por la forma en que está presentada, pero al final fue más el placer de la experiencia tan distinta el que se quedó en mi parecer.

Combinar el buen sabor que logran estas cazuelas con el excelente sazón de las enchiladas verdes que probé, dejaron en mi una buena opinión. Aún así, el servicio de meseros estuvo algo pobre porque no era muy eficiente, y a pesar de ello, el sabor de la comida y la singular presentación de mi bebida, lograron opacar el mal servicio, y todo eso sin contar que se enchina la piel mientras uno come, puesto que en todo momento hay un mariachi o dos amenizando el momento con boleros, baladas y todo tipo de melodías mexicanas que te hacen sentirte orgulloso de nuestras tradiciones. ¡Provecho y que Viva México!