Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

David Emmanuel Ágreda
2 min readJul 26, 2018

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, llamada Isabel. Eran ambos justos a los ojos de mi Padre Dios, caminando sin falta en todos sus mandamientos y preceptos. No tenían hijos porque Isabel era estéril y ambos avanzados en edad.

Ejerciendo Zacarías su ministerio sacerdotal, le tocó en suerte entrar en el Santuario del Templo para ofrecer el incienso. La muchedumbre del pueblo estaba fuera orando. Se le apareció un ángel puesto de pie a la derecha del altar del incienso. Se turbó Zacarías al verle y le sobrecogió el temor. Mas el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración; y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan. Él será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento; porque será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor que embriague; será lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor, su Dios. Él mismo le precederá con el espíritu y poder de Elías, para retornar los corazones de los padres hacia los hijos y los rebeldes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

Dijo Zacarías al ángel: “¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad”.

El ángel respondió diciendo: “Yo soy Gabriel que asisto en la presencia de Dios y he sido enviado para hablarte y darte esta buena nueva. Y he aquí que estarás mudo y sin poder hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no diste fe a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.

Estaba el pueblo esperando a Zacarías y se maravillaban que tardase tanto tiempo. Y cuando salió no podía hablarles y entendieron que había tenido una visión en el Templo. Les hablaba por señas, pues como el ángel le dijo, quedó mudo.

Cumplidos los días de su ministerio, Zacarías se marchó a su casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y ella lo ocultó cinco meses, diciendo para sí: “Así lo ha hecho el Señor conmigo el día en que se ha dignado quitar mi vergüenza entre los hombres”.

[Lucas 1:5–25]

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