Estímulos adecuados, no abundantes, son el secreto para generar situaciones de aprendizaje y el desarrollo del pensamiento divergente, que en los niños es inagotable y asombroso. Cuántas veces, observamos a un niño con un recipiente, que se puede convertir en sombrero, en cuna para un bebé, en olla, en contenedor de otros elementos, en carrito y muchas cosas más. Esto es a lo que llamamos el pensamiento divergente, aquel que elabora criterios con originalidad, con flexibilidad y con gran inventiva. Este tipo de pensamiento creativo no se usa para hacer una pieza de arte, sino que se plasma en las técnicas con las que se realiza alguna tarea, los descubrimientos que hacen las personas y los inventos en general; de ese modo somos capaces de modificar lo que ya se encuentra establecido y nos topamos con nuevas formas de hacer las cosas, incluso podemos solucionar problemáticas que parecían no tener arreglo. El pensamiento divergente se desarrolla de forma espontánea y tiene gran despliegue en un ambiente de libertad, donde el pensar fuera de la caja está permitido.
Este tipo de pensamiento tiene su “periodo sensible” es decir, llega a su mayor potencial, entre los 4 y 6 años, por ello es que hay que estimularlo desde siempre. Después de este tiempo, se producen “podas de las sinapsis”, que suceden cuando los esquemas mentales, se pierden porque lo que aprendimos alguna vez no lo practicamos.
Según el profesor Pascual-Leone de la Escuela de Neurología de la Universidad de Harvard, el pensamiento divergente en los niños de 5 años suele presentar puntuaciones similares a los de un adulto con altas capacidades intelectuales. Así, cuando a estos pequeños se les pregunta cuántos usos le pueden dar a una taza, un lápiz o un zapato, pueden dar hasta 100 respuestas (válidas). Un adulto suele dar entre 10 y 12. Ahora bien, si pasamos una prueba de pensamiento divergente a un niño de 10 años, nos daremos cuenta que ese potencial se ha reducido en un 60% aproximadamente. De modo que, queda muy claro que los estímulos o experiencias potenciarán o limitarán el aprendizaje y la forma de resolver los problemas en la vida.
La creatividad no depende del coeficiente, en cambio, se relaciona plenamente con la curiosidad, la persistencia, la fineza de la percepción, la intuición, la voluntad de experimentar, de asumir riesgos, el inconformismo y las ganas de superarse a sí mismo. También intervienen en su desarrollo y fijación: la alegría, el espíritu positivo, la elevada autoestima y las relaciones sanas; todos ellos anteriores al proceso interno de motivación, por tanto, muy necesarios.
Aquí te dejamos algunos consejos para fomentar el pensamiento divergente en tu niño desde la primera infancia:
Ø Permíteles actuar con libertad en cuanto a los elementos que le están permitidos usar. La libertad, lleva a la autorrealización.
Ø Confía en el potencial de tu niño, observa y pregunta.
Ø Intuye y procura interpretar lo que hace; participa cuando te invite.
Ø Cuando le permites al niño transformar elementos, estimulas su capacidad creativa. Esto le ayudará a resolver problemas de formas diferentes.
Ø Evita la rutina cuando se trate de desarrollar el pensamiento, la rutina es buena para marcar horarios, crear ritmo en lo cotidiano, pero no siempre debes usar los bloques de determinada manera o leer el cuento de la misma forma. Innova en situaciones cotidianas.
Ø Dale otros usos a los elementos que tienes y conviértelos en cosas originales.
Ø Permítele que esté en contacto con muchas personas, grandes y chicos, tu niño o niña verá formas de usar los elementos de manera distinta y ello le dará información de las diferentes posibilidades que tiene, lo que traspondrá a otras situaciones.
Ø Trata de limitar tus conceptos de correcto o incorrecto estrictamente a lo que se refiera a la integridad personal. En la primera infancia debemos valorar los diversos usos que le den nuestros niños a los objetos, esto incrementará su creatividad, lo que le permitirá ver soluciones, donde otros no pueden.
Ø Procúrale clases o talleres, donde se realicen actividades artísticas, con autonomía; no donde tenga que seguir un molde exacto, sino, dónde pueda expresarse con libertad.
