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Voto de Ferdydurke:
6
6.4
1,401
Drama
David es un joven de 20 años de París que se dedica a vivir el presente. Se gana la vida con pequeños trabajos, y evita tomar decisiones que le comprometan. Es solitario y soñador. Un día se enamora de Lena, una vecina que acaba de llegar. Pero el tranquilo transcurso de su vida estalla de pronto cuando su hermana mayor muere brutalmente en un atentado. David es la única persona que se puede hacer cargo de Amanda, su sobrina de siete años. (FILMAFFINITY) [+]
13 de agosto de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zarandeado(s). Quemar las naves.
Cine francés... que intenta ser sensible sin ser sensiblero, dramático sin ser escabroso, delicado sin ser (demasiado fulleramente) lloroso, crudo sin ser morboso, inteligente sin ser pedante, interesante sin hacer alarde, divertido sin ser gracioso.., cine francés que intenta (no) ser como (casi) todo el resto. Y... a medias lo consigue, más que suficiente. Quizás habría estado mejor sin ese corte abrupto a los veinte minutos o todavía más superior si hubiera sido como los primeros cinco, con Elvis lost in translation, perdido en expresiones, pero las tres posibilidades sumadas o juntas (nos) hacen un buen apaño o arreglo, la niña es un pimpollo, él es en casi todos los aspectos (tal vez le falten libros y músicas o películas de fondo) un personaje emigrado del cine de Rohmer (en la carcasa o aspecto, canijamente bello, afeminadamente hombre, un óscar ladoire sin gracejo, como más adolescente, principito, hecho de papel y cartón, que cuando te acercas o lo tocas de pena y emoción cruje, un cariño, y en el dubitativo vulnerable vitalista sutil comportamiento) y, bueno, la mirada sobre todo y sobre todos es caritativa o compasiva o querida luminosa, el dolor se trata de sublimar asimilar, y es, en resumen, un claro sí al mundo y al demonio pese a todo, sin cargar las tintas, impostar la voz o montar el número, sabio estoicismo, nada es tan importante, ni siquiera la muerte, todo es decisivo, hasta la vida.
Cine francés... que intenta ser sensible sin ser sensiblero, dramático sin ser escabroso, delicado sin ser (demasiado fulleramente) lloroso, crudo sin ser morboso, inteligente sin ser pedante, interesante sin hacer alarde, divertido sin ser gracioso.., cine francés que intenta (no) ser como (casi) todo el resto. Y... a medias lo consigue, más que suficiente. Quizás habría estado mejor sin ese corte abrupto a los veinte minutos o todavía más superior si hubiera sido como los primeros cinco, con Elvis lost in translation, perdido en expresiones, pero las tres posibilidades sumadas o juntas (nos) hacen un buen apaño o arreglo, la niña es un pimpollo, él es en casi todos los aspectos (tal vez le falten libros y músicas o películas de fondo) un personaje emigrado del cine de Rohmer (en la carcasa o aspecto, canijamente bello, afeminadamente hombre, un óscar ladoire sin gracejo, como más adolescente, principito, hecho de papel y cartón, que cuando te acercas o lo tocas de pena y emoción cruje, un cariño, y en el dubitativo vulnerable vitalista sutil comportamiento) y, bueno, la mirada sobre todo y sobre todos es caritativa o compasiva o querida luminosa, el dolor se trata de sublimar asimilar, y es, en resumen, un claro sí al mundo y al demonio pese a todo, sin cargar las tintas, impostar la voz o montar el número, sabio estoicismo, nada es tan importante, ni siquiera la muerte, todo es decisivo, hasta la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y sale Greta Scacchi (y parece que también el no escritor Jonathan Cohen, menudo reparto), quién lo hubiera dicho, nadie lo hubiese imaginado, la extranjera, el carajo.
El mal es ciego y sordo, en off, brusco y a contrapelo, absurdo y azaroso alevoso ominoso, pasan por el de largo, minuto de silencio, fundido en negro, como de puntillas, el coco, no mires a la cara a la bicha, huye, no hay mayor desprecio que correr un tupido velo.
Con los huecos o elipsis o cortes agujeros que deja esta película se hace el 99,99% del cine mundial (una chaqueta de serpiente, un forro para el más duro invierno), he dicho, por lo tanto, el espectador normal medio sano, usted mismo, no como otros, echará en falta algo, el universo completo, debajo de qué alfombre me lo han metido, dónde está mi primavera, y lo que cuenta le dejará a ese mismo espectador querido frío, vacío, poca chicha, la sensación de sacarina, una rebequita, de una tonta caricia dormida que no lleva a nada, un sopor mortecino insípido, usted elige, dónde está el precio de la sal, lo que pesa el alma, menos de una libra, unos 21 gramos, suma.
Los juncos salvajes.
Match Point.
Por cierto, Elvis vive, juega al tenis, pierde siempre.
El mal es ciego y sordo, en off, brusco y a contrapelo, absurdo y azaroso alevoso ominoso, pasan por el de largo, minuto de silencio, fundido en negro, como de puntillas, el coco, no mires a la cara a la bicha, huye, no hay mayor desprecio que correr un tupido velo.
Con los huecos o elipsis o cortes agujeros que deja esta película se hace el 99,99% del cine mundial (una chaqueta de serpiente, un forro para el más duro invierno), he dicho, por lo tanto, el espectador normal medio sano, usted mismo, no como otros, echará en falta algo, el universo completo, debajo de qué alfombre me lo han metido, dónde está mi primavera, y lo que cuenta le dejará a ese mismo espectador querido frío, vacío, poca chicha, la sensación de sacarina, una rebequita, de una tonta caricia dormida que no lleva a nada, un sopor mortecino insípido, usted elige, dónde está el precio de la sal, lo que pesa el alma, menos de una libra, unos 21 gramos, suma.
Los juncos salvajes.
Match Point.
Por cierto, Elvis vive, juega al tenis, pierde siempre.