Abajamientos en Aragón

Solo faltan unos días para que llegue el Domingo de Ramos e iniciemos formalmente la Semana Santa que es, sin lugar a dudas, una de las tradiciones más arraigadas en Aragón. Como ya sabéis, su celebración está vinculada a todo tipo de costumbres ancestrales que transforman el aspecto de nuestros municipios llenando sus calles de luz, incienso y sonidos estruendosos. Los actos litúrgicos, procesiones, tamborradas y dramatizaciones serán las protagonistas de estos días festivos. Por eso, hoy hemos querido acercarnos a conocer más a fondo el origen y desarrollo de los tradicionales abajamientos que todavía se representan la tarde del Viernes Santo en muchos lugares de Aragón.

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Paso del Descendimiento en Zaragoza

La función del abajamiento o del desenclavo, es la representación teatral del Descendimiento de la cruz de Jesucristo. Es una tradición que, como el resto de autos o teatros medievales centrados en la representación de los diferentes momentos de la Pasión, surgió en el seno de la comunidad de los franciscanos a finales de la Edad Media.

Siempre preocupados por hacer llegar la Palabra de Dios a los humildes, los franciscanos elaboraron una nueva teología acerca de la Pasión que daba mucho más valor al carácter humano de Jesucristo. Relacionaba los sufrimientos padecidos por su naturaleza humana con los de las personas comunes; estableciendo así, un paralelismo entre unos y otros que debía conducir necesariamente a la redención de los pecados. Nada que ver con la surgida en la época de las cruzadas.

Jesucristo y las armas de la Pasión

Esta nueva devoción resultó ser todo un éxito pues tuvo una considerable acogida en una época plagada de desastres en forma de guerra y epidemias. Pero buena parte de este éxito se debió al uso del teatro como medio de difusión. La organización de dramas que representaban la Pasión se convirtió en una manera muy efectiva de hacer llegar a las gentes la nueva teología. Afortunadamente, seis siglos después, en Aragón todavía conservamos representaciones del drama de la Pasión en Alcorisa y Huesca (salesianos) que son herederas directas.

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Drama de Alcorisa.

Entre todas las funciones propias de la Pasión pronto destacó la del abajamiento puesto que hacía hincapié en la verdadera muerte de Jesús en la cruz, afirmando su naturaleza humana. Su popularidad se vio animada por la nueva sensibilidad religiosa que se impuso en España tras el Concilio de Trento. Una época en que la religiosidad popular, poco a poco, fue tomando un carácter menos espiritual y mucho más emocional, teatral y efectista, con el objetico de sugerir la piedad de los fieles. Una concepción de la religión que servía mejor a los intereses del catolicismo en su lucha por frenar el avance del protestantismo, muy beligerante frente al culto de las imágenes. Algo clave para desarrollar la actual Semana Santa.

En la actualidad el abajamiento se sigue realizando tras la predicación de las Siete Palabras en lugares como Ibdes, Ateca, Ambel, Santa Eulalia o Castejón de Monegros; también en los diferentes pueblos del Bajo Aragón; y ciudades como Épila, Daroca, Borja o Tarazona.

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Abajamiento de Ambel. Comarca del Moncayo.

El ritual, que se fue estableciendo con el paso de los siglos, se ha conservado con pocas variaciones de un sitio a otro. Incluso en algunos lugares todavía sigue siendo organizado por las cofradías de la Sangre de Cristo o de la Vera Cruz que surgieron en el seno de las comunidades franciscanas. Así ocurre, por ejemplo, en Castejón de Monegros.

Generalmente, antes de iniciar el abajamiento se disponen enfrentadas las imágenes de Cristo crucificado y la Virgen de los Dolores. La presencia de la «Dolorosa» en estos actos es fundamental y permitió desarrollar entre los fieles nuevas meditaciones sobre la Fe y la Esperanza que han tenido su reflejo en la proliferación de cofradías bajo la advocación de la Soledad de María. Otros personajes que pueden aparecer son San Juan, la Magdalena o la Verónica.

El acto se inicia cuando dos personas, que pueden ir ataviadas a modo de José de Arimatea y Nicodemo, como ocurre en Ibdes (los santos varones), suben con escaleras hasta la cruz y, de manera solemne, le van retirando los clavos, la corona de espinas y la cartela con el INRI a mismo tiempo que el sacerdote va realizando diferentes predicaciones y los fieles entonan cantos tradicionales. Todo bajo la atenta mirada de la guardia romana.

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Abajamiento de Ambel. Comarca del Moncayo.

Posteriormente, la imagen es descolgada puesto que propio de estos autos es el uso de crucificados articulados, es decir, que permiten doblar sus brazos a la altura de las axilas y ser descendidos con la ayuda de un sudario. Si quieres ver un pequeño video del abajamiento de Samper de Calanda pincha aquí. Echa un vistazo a un montaje fotográfico de la Semana Santa en Ibdes pinchando aquí.

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Abajamiento en Ibdes. Comarca de Calatayud.

Dentro del ritual es también muy común que tras el Descendimiento se muestre a la Virgen el cuerpo muerto de Jesucristo; creando así un momento en gran tensión emocional que se incrementa en realismo si María es también articulada y recibe a su hijo con los brazos abiertos. En otras ocasiones se puede incluso dejar reposar durante unos momentos en los brazos de la Virgen. Como podéis imaginar estas escenas estuvieron muy relacionadas con el desarrollo del culto a la Piedad de María.

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Piedad de Miguel Angel

Finalmente, la imagen de Jesucristo se deposita simbólicamente en una urna o féretro a modo de sepulcro. Normalmente son monumentos simples pero, antiguamente, la influencia de los enterramientos reales hacía que en algunos lugares se levantasen grandes catafalcos (monumentos funerarios utilizados en las capillas ardientes) adornados con telas y velas para favorecer la veneración del cuerpo muerto de Jesucristo.

Abajamiento en Ambel. Comarca del Moncayo.

Terminado el acto se da inicio a la procesión del Entierro de Cristo en la que su cuerpo muerto y dispuesto en una urna es acompañado por un cortejo en el que aparecen numerosos elementos alegóricos y simbólicos. Entre ellos se pueden señalar los sugerentes estandartes y pasos de la Muerte con sus escalofriantes esqueletos que dieron origen a múltiples supersticiones como ocurre en Epila con la peana de «la muerte cajalera». Todo un despliegue de medios que invitaba a los fieles a cuestionarse sobre la muerte y la redención.

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Paso de la muerte en Borja.

En muchos lugares la función con la imagen del yacente no termina con la procesión del Entierro. En lugares como Alcañiz o Tarazona se realiza el Sellado del Sepulcro; un acto también muy rico en simbología y que es protagonizado por los romanos o «los judíos». Aunque también pueden participar niños vestidos de ángeles, como ocurre en Épila; una tradición que responde a la creencia de que Dios sólo puede ser enterrado por personajes puros.

Ahora que ya conocemos algo mejor los tradicionales abajamientos de nuestra Semana Santa, es el momento de organizar una escapada para ir a conocerlos en vivo a cualquiera de los municipios de Aragón donde todavía se representan. Animaros, es un plan muy recomendable para el Viernes Santo.

 

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