Aromas de la infancia:
Cada vez que hago esta receta, su aroma me hace volver el tiempo atras, específicamente a mi infancia. Nací en Ramirez, Pcia. de Entre Rìos, pero de muy chica mis padres me trajeron a vivir a Bunos Airess, mas precisamente a Escobar.
Cada tanto íbamos a visitar a los parientes que quedaron en Ramirez, y en esa época, no estaba el puente Zarate Brazo Largo, ni el Túnel Subfluvial Paraná – Santa Fe, el viaje en sí era toda una aventura.
Tomábamos el tren que llegaba hasta un lugar, que no recuerdo bien si era Ibicuy o una zona cercana, allí el tren subía a un ferry, y tardaba horas en cruzar el río pero no era que el tren subía ni bien llegaba, no se por que causa, había que esperar si subía o bajaba el río, o como se daban las correntadas.
Eso no viene al caso, lo concreto es que ese viaje en ferry era toda una aventura para mis hermanas y para mi, nos instalábamos en en tren, y como eran muchas horas las que pasábamos sobre el agua, nuestra mamá, Erica, nos dejaba andar por el tren, bajar las escaleras y contemplar el agua, y si la noche era estrellada, contemplar como se reflejaba la luna en el río, era hermoso, lo recuerdo como si fuera hoy, y ustedes dirán: que tiene que ver este viaje con el pollo a la marinera?, pues tiene, y mucho que ver, ya que a la hora en que todos empezábamos a tener hambre, lo que comunmente llamamos «pica el bagre», nuestra madre, y todas las mujeres Alemanas del Volga, que viajaban en el ferry, comenzaban a destapar sus fuentes enlozadas, que hasta el momento tenían tapadas con repasadores y manteles (no existían los tupper ni las bolsas de nylon) comenzaba a invadir todo el tren el aroma del pollo a la marinera, era como si todas las mujeres Alemanas del Volga se hubiesen puesto de acuerdo para cocinar lo mismo, Pollo a la marinera, fácil de comer, aún sin cubiertos, y riquísimo!!!!
Nos repartían una presa a cada una y a comer, nada de platos ni cubiertos, que hermosas épocas, que hermosos recuerdos!!!, el aroma del pollo, me trae las voces de mi mamá y todas las otras mujeres, hablando en dialecto, y los chicos todos jugando corriendo sobre el tren, mirando el agua, y de vez en cuando alguna historia de miedo que contaban las hermanas mayores, que me hacían salir corriendo en busca de la falda de mi mamá en uno de esos viajes, tiré mi chupete cuando era pequeñita.
Cuando consulté a mis hermanas, y mis primas que recordaban que comían en el ferry, todas contestaron «Pollo a la Marinera»
Espero que alguno de los que lea este relato, recuerde esos viajes, y tenga esa hermosa sensación que tengo cada vez que lo cocino.!!!

La receta:

Se toma un pollo mas bien chico, se lo corta en presas, la pechuga en varios trozos, se le saca la piel. en una fuente poner 3 huevos, batirlos y agregarles ajo y perejil picados, sal y pimienta a gusto, poner ahi dentro las presas de pollo y dejar marinar por 1 hora aproximadamente.
Luego poner a calentar aceite en una olla o sartén profunda, mientras tanto ir pasando las presas de pollo por harina presionando con la mano para que la misma se pegue, cuando el aceite está caliente, comenzar a freír, poniendo pocas presas a la vez para que tengan lugar, bajar el fuego al mínimo, para no re cocinar por fuera y que quede crudo por dentro, cocinar en la olla tapada, dando vuelta cada tanto, hasta que estén dorados por fuera y cocidos por dentro asi hasta cocinar todas las presas con el huevo restante que queda al sacar las presas, como los volguenses no tiraban nada, agregar harina y hacer pequeños buñuelos que quedan riquísimos, servir el pollo acompañado de la tradicional ensalada rusa.

Historia, receta y producción fotográfica: Mabel Heffele Fuchs