Demostrar la presencia de vida extraterrestre en Encélado, una luna de Saturno, podría ser más fácil de lo que se pensaba

Encélado expulsa chorros de agua enriquecida con metano, un gas que podría delatar la presencia de vida extraterrestre en el océano que subyace a sus hielos perpetuos.
Encélado
Encélado, luna de Saturno NASA/JPL/Space Science Institute, dominio público, Wikimedia Commons

Encélado, la sexta luna más grande de Saturno, es un cuerpo esférico cuya superficie está rodeada por una gruesa capa de hielo. Es por esto que, cuando fue inspeccionado por primera vez en 1980 por la Voyager 1 de la NASA, no resultó demasiado emocionante para los científicos. Sin embargo, entre 2005 y 2017, la sonda Cassini de la misma agencia recorrió el sistema de Saturno y estudió sus anillos y lunas con un detalle sin precedentes. Fue entonces cuando la sorpresa surgió. Bajo el hielo de Encélado yacía un océano relativamente cálido de agua salada. Cassini observó también que, desde la profundidad líquida de este océano, es liberado metano hacia la superficie. Lo más interesante: el metano es un gas que, al menos en la Tierra, está fuertemente asociado a la vida microbiana. Así, el metano de Encélado podría delatar la presencia de vida extraterrestre en el satélite.

El metano, junto con otras moléculas que también suelen estar asociadas a actividad biológica, es disparado por espectaculares columnas de agua, similares a géisers. Estas columnas son causadas por el campo gravitatorio de Saturno, que aprieta y tira de Encélado conforme la pequeña luna orbita a su alrededor. La fricción resultante de este movimiento calienta el océano encapsulado.


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El metano presente en el agua expulsada por Encélado recuerda a uno de los ecosistemas más extraordinarios de la Tierra, a saber, las fuentes hidrotermales del fondo oceánico. En nuestro planeta, los bordes de placas tectónicas adyacentes son el escenario en el que el magma caliente que subyace al lecho marino crea respiraderos. Estos enriquecen el agua de mar con minerales y la despiden en bubujeantes chorros hirvientes. También fue una sorpresa descubrir, hace décadas, que en un oscuro lugar como este, alejado de la luz solar, la vida, pequeña y grande, podía prosperar valiéndose de la energía almacenada en los compuestos químicos de los respiraderos hidrotermales.

Un nuevo estudio desarrollado por una alianza de institutos de investigación franceses y la Universidad de Arizona, sugiere que alcanzar evidencias fuertes para argumentar la presencia de vida microbiana en Encélado podría ser menos complicado de lo que se pensaba en primera instancia.

En efecto, la comunidad científica ha presionado a la NASA para que respalde misiones a esta pequeño satélite. La misión teórica Enceladus Orbilander, propuesta por el Laboratorio de Física Aplicada de Johns Hopkins en Maryland, plantea mandar dispositivos robóticos que alunicen en el suelo y lo estudien por espacio de al menos año y medio, hacia la década de 2050. El costo de esta misión sería de 2.5 mil millones de dólares, según The Planetary Society, organización sin fines de lucro centrada en impulsar la exploración espacial.


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El nuevo estudio, publicado en The Planetary Science Journal este diciembre, plantearía un enfoque diferente. "Claramente, enviar un robot arrastrándose a través de grietas de hielo y sumergiéndose profundamente en el lecho marino no sería fácil", dijo Régis Ferrière, uno de los coautores de la investigación. Por su parte, sostiene que basta con mejorar la tecnología para explorar la columnas de agua.

"Al simular los datos que una nave espacial en órbita más preparada y avanzada recopilaría de las columnas, nuestro equipo ahora ha demostrado que este enfoque sería suficiente para determinar con confianza si hay o no vida dentro del océano de Encélado sin tener que sondear las profundidades de la luna", dijo. "Esta es una perspectiva emocionante".

Con todo, la vida en Encélado podría ser escasa. Ferrière sugiere que una nueva exploración no debería buscar muestras irrefutables de vida, sino centrarse en determinar si el metano y otras partículas presentes son explicables sin la hipótesis de la vida en el satélite.


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"Teniendo en cuenta que, según los cálculos, cualquier vida presente en Encélado sería extremadamente escasa, todavía hay una buena posibilidad de que nunca encontremos suficientes moléculas orgánicas en las columnas para concluir sin ambigüedades que está allí", dijo Ferrière. "Entonces, en lugar de centrarnos en la pregunta de cuánto es suficiente para demostrar que hay vida, nos preguntamos: '¿Cuál es la cantidad máxima de material orgánico que podría estar presente en ausencia de vida?'". Mediciones que superaran un cierto umbral pondrían la hipótesis de la vida en Encélado al frente de la fila de las teorías que explicarían el metano en su agua.

"La evidencia definitiva de células vivas atrapadas en un mundo alienígena puede seguir siendo esquiva durante generaciones", dijo Antonin Affholder, coautor del artículo e investigador asociado postdoctoral de la Universidad de Arizona. "Hasta entonces, el hecho de que no podamos descartar la existencia de vida en Encélado es probablemente lo mejor que podamos tener".

Encélado se encuentra a unos mil 300 millones de kilómetros de la Tierra y completa una órbita alrededor de Saturno cada 33 horas. La pequeña luna, de apenas 500 kilómetros de diámetro, refleja la luz de nuestra estrella como ningún otro objeto del sistema solar. En su polo sur, al menos 100 columnas gigantes de agua brotan desde la profundidad de grietas, como si se tratara de la erupciones de un conjunto volcánico. \