1. Unidad I : La idea de modernidad
Unidad II: El humanismo renacentista
2. Inicio de la filosofía moderna
Suele situarse entre los siglos XV y XVI. Sin embargo,
desde el punto de visto filosófico no hay ningún hecho
concreto que nos permita fechar con precisión el inicio
de la llamada “modernidad”.
Se proponen diversas fechas simbólicas como inicio de
la modernidad: 1453; 1492; 1521,1596.
Los límites entre épocas son difusos y, así, podemos
encontrar actitudes netamente modernas en el siglo
XIV (v.g. los círculos ockhamistas) y características
escolásticas en el siglo XVII (v.g. la escolástica española
y protestante alemana)
Lo mismo ocurre para señalar el final de la filosofía
moderna y el comienzo de la contemporánea (muerte
de Kant: 1804 o de Hegel: 1831).
3. Etapas de la filosofía moderna
El Renacimiento como etapa intermedia entre Medioevo y
Modernidad, con características propias.
La Revolución científica del siglo XVII con Kepler, Galileo,
Newton, etc.
El movimiento racionalista, con Descartes, Spinoza,
Malebranche, Leibniz, Wolf, etc.
El movimiento empirista, con Bacon, Hobbes, Locke,
Berkeley, Hume, Stuart Mill, etc.
La ilustración del siglo XVIII, con Bayle, Voltaire, Diderot,
D’alembert, D’ Holbach, La Mettrie, etc.
El apriorismo kantiano.
El idealismo absoluto alemán de la primera mitad del s.
XIX.
4. Carácter polémico del término moderno
Dante y Petrarca usan el término moderno con un significado
valorativo que implica la idea de la modernidad como valor positivo
frente a lo anterior.
El carácter positivo de lo moderno aparece de manera más patente
en la división tripartita de las edades históricas, que se generaliza
desde fines del siglo XVII. Hablar de edad antigua, media y
moderna permite resaltar los dos extremos, frente al significado
despectivo de “edad media”, entendida como un mero interregno sin
brillo ni peso propio.
Lo “moderno” (presente) se propone como arquetipo,
convirtiéndose en clásico, sin esperar a que el juicio de la historia
así lo considere.
Esta actitud de desprecio y minusvaloración de las épocas
anteriores, revela la ausencia de sentido histórico, debida a una
sobreestimación del propio tiempo que tiene, como consecuencia,
la tendencia a juzgar el pasado desde el presente.
5. Esquema iluminista/idealista de la “modernidad”
Lo que comúnmente se entiende por “modernidad”, es la
imagen inmanentista de lo moderno acuñada durante el siglo
de las luces y continuada por la historiografía idealista (Hegel,
Burckhardt, Fiorentino, Spaventa, Croce, Gentile, etc.)
Según esta visión, la filosofía moderna, cuyos inicios deben
ubicarse en el Renacimiento, se presenta como un proceso de
progresiva inmanentización de la razón. La modernidad
consistiría, sobretodo, en el abandono de la creencia en un
Dios trascendente por un Dios racional, filosófico, inmanente,
cuya culminación sería el “Espíritu Absoluto” de Hegel.
Este esquema de lo moderno se inspira originariamente
en el pensamiento del filósofo y teólogo protestante Pierre
Bayle (1647-1706); y a partir de allí pasa a ser, sobre todo en
D´Alembert, la base histórico-ideológica del iluminismo.
6. Pierre Bayle y el “esquema de lo moderno”
“En la obra de Bayle, históricamente hablando, se habían encontrado
por primera vez, las tres rebeliones a la autoridad, hasta entonces
discordantes, del protestantismo, del cartesianismo, y del escepticismo
libertino. Como consecuencia de esto, se entiende la definición del
mundo moderno como caracterizado por el rechazo de toda autoridad
superior a la conciencia individual, con la implicación del rechazo de la
soberanía de Dios y sobretodo del Dios que revela; en pocas palabras la
caracterización del mundo moderno como subjetivismo”. (Augusto del
Noce, Il Problema dell’ateísmo Il Mulino, Bologna, 3° edición, 1973, pág
527/526).
“El hombre que hizo perder teóricamente todo crédito a la metafísica
del siglo XVII y a toda la metafísica en general, fue Pierre Bayle” (Karl
Marx La Familia Sagrada cap. VI parágrafo 2.)
“La importancia y la influencia de Bayle en la formación del
racionalismo y del ateismo moderno puede reconocerse como decisiva
y no inferior a la de Spinoza, Hobbes, Locke” (Cornelio Fabro:
Introduzione all´ateismo moderno, Studium, Roma, 1969, Vol. I, p 201)
7. Esquema iluminista de la modernidad
La modernidad surgiría a partir del siglo XV como ruptura definida con
el pensamiento cristiano medieval y sería el resultado de la suma de
tres factores convergentes:
1. Renacimiento considerado como antropocéntrico, inmanentista,
naturalista y neopagano como negación de la Edad Media
oscurantista y tenebrosa, dejando de lado todo aspecto de
continuidad con la Edad Media que presenta el Renacimiento, sobre
todo en el humanismo italiano.
2. Reforma protestante del libre examen de las Sagradas Escrituras,
como protesta contra el centralismo papal, protesta contra la
autoridad eclesiástica, protesta contra el magisterio, contra la
tradición, etc. Pero se deja de lado el aspecto antihumanista y
antiintelectualista de reacción frente a los elementos naturalistas,
pelagianos y neopaganos del Renacimiento, como así también la
componente esencial pietística de la Reforma protestante.
3. La filosofía crítica e inmanentista de la duda que desarrollará
Descartes, pero dejando de lado la componente esencial anti-libertina
y contra-reformista de la filosofía de Descartes.
8. Crítica del “esquema de lo moderno”
Ahora bien, las tres corrientes de pensamiento tomadas en su
integridad nunca podrían formar un conjunto convergente
porque:
el humanismo renacentista tuvo un carácter profundamente cristiano,
que se manifiesta claramente en el pensamiento de los más
significativos representantes del humanismo (Petrarca, Ficino, Pico
Della Mirándola, Lorenzo Valla, Campanella, etc.). Estos pensadores no
rompen, sin más con la Edad Media, sino con una escolástica ya
decadente y con el aristotelismo naturalista alejandrinista y averroísta.
la Reforma protestante surgió, en gran medida, contra los excesos
paganizantes del Renacimiento que se verificaron en el seno mismo de
la Iglesia católica y de los cuales el libertinismo erudito representa el
último resto.
la filosofía cartesiana surgió explícitamente para combatir el
escepticismo ateo y libertino y, aunque de manera imperfecta, se coloca
en el terreno de la contrarreforma francesa en la defensa de la libertad
contra el De servo arbitrio de Lutero.
9. Esquema de lo “antimoderno”
El primer formulador ha sido el tradicionalista Louis de
Bonald (1754-1840) y su expositor más riguroso V.
Gioberti (1801-1852) en su “Introduzione alo Studio della
filosofia”.
Para los partidarios de este esquema el Renacimiento y la
filosofía posterior se caracterizan por implicar una
ruptura con el orden medieval, por desarrollar una visión
antropocéntrica que sobrestima la razón frente a la fe.
Por lo tanto rechazan en bloque a la filosofía moderna y
niegan la posibilidad de un pensamiento filosófico
cristiano moderno. Esto impide una visión clara y
penetrante de la filosofía moderna porque además de ser
una oposición es, a la vez, una subordinación.
10. El joven Maritain antimoderno
El mismo Maritain, de origen socialista y protestante, bajo
la influencia de Charles Maurras y de un ambiente católico
fuertemente integrista y tradicionalista, adhiere,
inicialmente, a este esquema:"... hay que decir que el
cisma moderno inaugurado de hecho, no de
intención, por los arcaizantes del Renacimiento y de
la Reforma y más conscientemente por Descartes, es, a
pesar de las grandes palabras y las apariencias de
forma, una reivindicación pura y simple de la
barbarie".
Sin embargo, aunque inicialmente atacó y con dureza estas
ideas, cambia luego de manera sustantiva. Poco a poco se va
emparentando con ellas, configurando una doctrina que él
y sus seguidores llamarán "personalismo".
11. La verdadera ruptura con el pensamiento medieval
La profunda ruptura ideológica con el
pensamiento medieval se produce en el
nominalismo del siglo XIV y la ilustración del
siglo XVIII”.
En el primer caso, no tanto en la elaboración
peculiar de Guillermo de Ockam (1298-1349), sino
como “forma mentis” generalizada, negadora de la
metafísica y del orden natural, que engendra las
direcciones de pensamiento opuestas como el
racionalismo y el empirismo.
Esta primera ruptura madura, después, en el
“iluminismo” del llamado “siglo de las Luces”.
12. Ruptura y continuidad con la edad moderna
Durante los siglos XV, XVI y XVII hay tanto ruptura
como continuidad. El pensamiento medieval continúa en
el pensamiento moderno: en el sentido del orden natural
en la ciencia de los siglos XVI y XVII hasta Kant; en el
derecho natural del siglo XVII y XVIII; en la escolástica
medieval en la escolástica española y en la escolástica
protestante alemana.
El agustinismo, por ejemplo, se desarrolla de manera
vigorosa en Francia e Italia: Bérulle, Malebranche, Pascal,
Vico, Gerdil. Las disputas teológicas (relación gracia y
naturaleza, pecado original, predestinación, libre albedrío,
etc.) son importantes hasta el iluminismo y, después de la
Revolución francesa, se reanudan en las escuelas
tradicionalistas.
13. El Renacimiento (1350-1600)
Fenómeno inicialmente Italiano, se enraizaba en la idea de
resurgimiento del Estado Romano, ya viva en la edad media, así
como del renacer del espíritu nacional unido a la fe cristiana.
Se caracteriza, en un principio, por ser una «regeneración», o
«renovación» del gusto artístico de acuerdo con los ideales de la
antigüedad clásica y que, posteriormente, se distingue como una
renovación de la sociedad en general por el «renacimiento» de la
cultura clásica llevada a cabo, principalmente, por los autores
humanistas.
Sin embargo, el humanismo y el renacimiento en la intención
originaria de los hombres de aquel período histórico no se
proponen el resurgimiento del paganismo, sino una nueva
construcción, de acuerdo con un proyecto nuevo.
El renacimiento representó un fenómeno grandioso de
regeneración y de reforma espiritual, en el que el retorno a los
antiguos significó una revivificación de los orígenes, un
retorno a los principios, es decir, un retorno a lo auténtico.
14. ¿Significa el renacimiento la inauguración de la
época moderna?
Para los que sostienen el “esquema de lo moderno”, e identifican
modernidad con modernidad iluminista, sí y en un sentido
polémico y antimedieval: “Tras el fulgor del Renacimiento,
sobre el fondo del horizonte, se espesa todavía la niebla
medieval; y la luz naciente se enrojece con los reflejos
humeantes de aquella niebla, que el alto sol, esplendente en
medio del cielo, barrerá, cuando a los albores antelucanos
suceda el gran día de la Edad Moderna” (Gentile: Il pensiero
italino del Rinascimento, Firenza, 1940, p. 175).
Hoy se tiende a considerar que la filosofía moderna comienza con la
Revolución científica, es decir, con Galileo. En este sentido, el
primer filósofo moderno fue Descartes y Bacon. El Renacimiento
representaría una época distinta, tanto respecto a la época medieval
como respecto a la época moderna y sería, en parte, la eclosión de
fuerzas culturales acumuladas durante el medioevo y, en parte, un
puente entre la edad media y la edad moderna.
15. El humanismo renacentista
El término “humanista” nace a mediados del siglo XV para indicar a
quienes enseñaban y cultivaban la gramática, la retórica, la poesía, la
historia y la filosofía moral.
Para Cicerón y Aulio Gelio “humanitas” significaba educación y
formación del hombre (paideia). En esta tarea fundamentalmente
espiritual desempeñaban un papel esencial las “litterae humanae”, y se
llegó a considerar que la antigüedad clásica latina y griega era un
paradigma y punto de referencia ineludible, en lo que concierne a las
actividades espirituales y la cultura en general.
Kristeller: limita el significado teórico y filosófico del humanismo,
restringiéndolo al ámbito de las disciplinas retórico-literarias. El
humanismo representaría sólo la mitad del fenómeno renacentista y,
además, la no filosófica, mientras que el aristotelismo expresaría las
verdaderas ideas filosóficas de la época.
E. Garin: Reivindica el valor filosófico del humanismo. El humanismo
se caracteriza por llevar a cabo el esfuerzo de comprender a los clásicos
en su real situación histórica.
16. Características del humanismo
A mediados del siglo XIV, la Escolástica latina estaba en
franca decadencia. Esto impulsó a buscar nuevas formas
de pensamiento capaces de expresar la vigencia perenne
de la filosofía cristiana en sus verdades fundamentales.
El Humanismo italiano fue uno de esos caminos.
La presentación que, en general se hace del
Renacimiento como período histórico naturalista y
anticristiano, es justamente aquello contra lo cual el
verdadero humanismo renacentista nació.
Si bien se reacciona contra la escolástica decadente, hay
continuidad con el pensamiento cristiano medieval; se
busca unir fe y razón, naturaleza y Dios pero en el
hombre (antropocentrismo aún cristiano).
17. El Humanismo y la edad media
El Renacimiento surgió afirmando la dignidad de la
persona humana y la incompatibilidad de ésta con la
filosofía naturalista y panteísta del aristotelismo
heterodoxo.
La dignidad de la persona humana solamente prospera allí
donde se afirma la creación como creación de Dios. La
exaltación de la “dignitas hominis” halla en el ambiente
medioeval su sustancial justificación.
El humanismo renacentista fue, en parte, una eclosión de
las energías culturales acumuladas durante el medioevo. Se
suele dejar de lado el aspecto cristiano y de raíz medieval
del humanismo renacentista.
18. El humanismo renacentista
Reacciona contra la escolástica decadente y el aristotelismo
heterodoxo averroísta y alejandrinista, pero hay continuidad
con el pensamiento cristiano. La exaltación del hombre y la
naturaleza no hace más que manifestar la gloria del Creador,
ya que el verdadero humanismo se funda en Dios.
Muestran un interés por estudiar y revivir a los autores
clásicos en línea con una visión cristiana del hombre y de la
vida. Se trata, en cierto sentido, del mismo espíritu con que
los Padres de la Iglesia encontraron en los autores paganos
semillas de la verdad cristiana.
No puede dejar de señalarse la presencia de una tendencia
paganizante y descreída en los s. XIV y XV, pero no está
representada por el movimiento humanista, sino por el
“averroísmo” y “alejandrinismo” que, desde una actitud
naturalista antimetafísica, se oponen radicalmente a aquél.
19. Corrientes filosóficas en el Renacimiento
La corriente más representativa es la platónica o
neoplatónica, aunque también hay una corriente
aristotélica y un resurgir de las filosofías helenísticas
(estocismo, epicureísmo, neoplatonismo, neopitagorismo).
El platonismo resurge gracias a la llegada de maestros
platónicos provenientes de oriente, para el concilio de
Ferrara- Florencia (1438) y por la caída de Bizancio (1453).
Estos maestros vuelven a poner en contacto a occidente con
los textos y el pensamiento de Platón, del platonismo
medio, del neoplatonismo y de la patrística griega.
Los aristotélicos, de orientación averroísta o
alejandrinista leen a Aristóteles de modo naturalista,
cientificista y antihumanista (fuertemente anticristianos),
cuyo representante más importante es Pietro Pomponazzi.
20. El platonismo renacentista
El platonismo renacentista tiene como principales
representantes en el s. XV a Nicolás de Cusa, los
filósofos de la Academia Florentina: el card. Bessarión
( que busca el acuerdo entre Platón y Aristóteles),
Marsilio Ficino (Teología platónica: acuerdo básico
entre platonismo y cristianismo), G. Pico della
Mirándola, que resaltan la dignidad del hombre y la
inmortalidad del alma, y en el s. XVI a Giordano Bruno
y Tomás Campanella.
Los platónicos y humanistas de este tiempo están en
conflicto con los aristotélicos averroístas o
alejandrinistas, ambas tendencias leen a Aristóteles de
modo naturalista, cientificista y antihumanista.
21. El aristotelismo anti-humanista
Las tendencias hostiles al cristianismo se encuentran
fundamentalmente entre los aristotélicos averroístas y
alejandrinistas.
La postura anti-humanista de los averroístas es bien
explícita. Se manifiesta de manera muy clara, por ejemplo,
entre los médicos de Padua, que en nombre del carácter
científico de la Medicina desprecian las especulaciones
literarias de los retóricos y poetas. La Medicina, en cambio,
se ocupa de los elementos reales que encontramos en la
constitución del hombre, y entre ellos no descubre ningún
alma espiritual.
En la misma línea, el aristotelismo alejandrista Pedro
Pomponazzi afirma que en sede filosófica no puede
sostenerse la inmortalidad del alma.
22. Humanismo literario: Francisco Petrarca (1304-1374).
En él se unen el entusiasta interés por los autores clásicos
con la defensa firme de los valores humanos.
Petrarca no ataca a Aristóteles, sino al "cientificismo" anti-
humanista de los médicos padovanos y de los averroístas
que se escudaban en la autoridad del Filósofo.
En esta polémica de Petrarca ya se empieza a perfilar con
claridad que el verdadero adversario del humanismo es
mucho más el averroísmo que la escolástica cristiana.
Se apoyaba filosóficamente en el platonismo cristiano de
San Agustín, a quien admiraba tanto por la profundidad de
su pensamiento como por la perfección ciceroniana, de su
estilo. En esto también encontraba él una neta
superioridad de Roma sobre París, del latín clásico y pulido
de los retóricos sobre el seco y árido lenguaje escolástico,
sometido a la dictadura de la Lógica.
23. Jorge Gemistos Pletón (1355-1442)
Filósofo bizantino, fundó en Mistra una escuela religiosa y
filosófica con el fin de revitalizar el pensamiento platónico.
En 1383 marchó a Italia para participar en el concilio que
buscaba la unificación de las iglesias cristianas de Roma y
Bizancio. Luego se instaló en Florencia, donde frecuentó el
círculo de Cosme de Médicis, a quien sugirió la creación de
una Academia platónica en Florencia.
Escribió una obra polémica titulada “Diferencias entre la
filosofía de Platón y Aristóteles” (1439), que fue contestada
por Jorge de Trebisonda con su “Comparación de las filosofías
de Aristóteles y Platón” (1455). A partir de estas publicaciones
se abrió un fuerte debate entre platónicos y aristotélicos.
Pletón era partidario de la unificación de todas las religiones
monoteístas y su fusión en una religión sincrética basada en la
filosofía de Platón.
24. Superioridad de Platón sobre Aristóteles
"Los griegos y romanos de la antigüedad han colocado
a Platón muy por encima de Aristóteles. En cambio los
contemporáneos, más precisamente los occidentales,
pretenden ser más inteligentes que ellos y admiran más
a Aristóteles que a Platón. Siguen, lamentablemente, al
árabe Averroes, quien considera la doctrina aristotélica
de la naturaleza como la culminación de toda
sabiduría, y quien en otros temas es tan necio que
describe al alma como mortal." De platonicae atque
aristotelicae philosophiae differentia, 1 (citado por L.
Mohler: Kardinal Bessarion als Theologe, Humanist und
Staatsmann, Paderborn, 1967, vol. I, p.350).
25. Jorge de Trebisonda (1395-1472),
Emigrado a Italia, asimila rápidamente la lengua y la
cultura latinas, dedicándose a la Retórica. Convertido al
catolicismo, se mostró siempre defensor de la reunificación
de la Iglesia bajo el primado de Roma.
Entra en contacto con la filosofía aristotélica, sobre todo a
través de la Escolástica latina. Al mismo tiempo,
comienzan sus desencuentros con Platón.
Hacia 1455 publica sus “Comparationes philosophorum
Aristotelis et Platonis”, en respuesta al escrito de Plethón.
La filosofía de Aristóteles aparece en total consonancia con
la fe cristiana. En contraposición, la filosofía de Platón
aparece como fuente de los mayores errores. La crítica se
extiende a Plethón, de quien no sólo refuta sus ideas
filosóficas, sino también su prédica religiosa en favor de un
nuevo paganismo.
26. Cardenal Basilio Bessarion, (1395-1472)
Filósofo, teólogo y humanista, nacido en Trebisonda
(Turquía), metropolitano de Nicea.
Uno de los principales responsables del inicio del
Renacimiento platónico en Italia, que llegará a su plenitud
con la Academia de Florencia.
Escribe, contra Jorge de Trebisonda, In calumniatorem
Platonis, pero, por otra parte, traduce la Metafísica de
Aristóteles del griego al latín.
La defensa de Platón y su filosofía contra los ataques del
adversario, termina siendo poco menos que una excusa para
exponer detenidamente algunos grandes temas de la filosofía
platónica.
La insistencia de Jorge de Trebisonda en presentar a Platón
como fuente de todos los errores y herejías contra la fe
católica, lo lleva a remarcar, como contrapartida, su
concordancia esencial con las grandes verdades cristianas.
27. Bessarion: Platón y cristianismo
En cuanto al tema teológico, es verdad que en Platón hay una
pluralidad de dioses, pero está muy lejos de compartir el
politeísmo vulgar. Defiende la existencia de un Dios supremo,
fuente de toda verdad y bondad (Idea de Bien).
En cuanto a la creación del mundo, encontramos en Platón una
mención explícita del tema, aunque en lenguaje alegórico, en el
Timeo (Demiurgo), cosa que no podemos decir de Aristóteles.
También en el tema de la Providencia se destaca la superioridad
de Platón sobre su discípulo; particularmente detalladas son sus
enseñanzas al respecto en el Libro X de Las Leyes.
Mientras que en Platón es indudable la afirmación de una
inmortalidad personal del alma y de una vida en el más allá, en
Aristóteles el tema es mucho más oscuro. La ambigüedad de sus
textos es tal que se prestan a interpretaciones discordantes, como
las de los mismos filósofos árabes que Bessarión demuestra
conocer en detalle.
28. Concordancia entre Platón y Aristóteles
El reconocimiento de una cierta superioridad de Platón no
supone el rechazo o desprecio de Aristóteles. Considera que los
dos grandes filósofos griegos coinciden en sus tesis de fondo.
"Pues hablamos también de Aristóteles siempre con gran respeto,
y deseamos mantener alejada la perversa e insolente actitud de
atacarlo a él para defender a Platón. A uno y otro los
consideramos grandes sabios, y estimamos que a ambos debemos
estar agradecidos por los beneficios legados al género humano."
(I.C.P., II,3,1)
"De lo cual se sigue que los dos filósofos están de acuerdo entre
sí, y que cada uno habla y juzga con verdad y sabiamente desde
un punto de vista diferente." (De Natura et .Arte, 6, 8)
"Nosotros, por nuestra parte, admiremos en verdad a Aristóteles,
admiremos también a Platón, y tratemos de cosechar los frutos
de la enseñanza de ambos en cuanto podamos." (Ibidem, 9).
29. Importancia de la obra de Bessarión
La obra de Bessarión constituirá un fuerte impulso a
las iniciativas de los humanistas italianos que habían
comenzado a bucear en las obras de Platón y a
encontrar en ellas una fuente de inspiración.
Confirmará la tendencia a buscar en la enseñanza de
Platón la fundamentación filosófica más adecuada
para el ideario humanista, aportando al mismo tiempo
un conocimiento más sólido y completo de sus
doctrinas.
Y por otro lado, contribuirá a disolver la resistencia de
ciertos sectores eclesiásticos frente a los humanistas en
general y al platonismo en particular.
30. Nicolás de Cusa (1400-1464)
La docta ignorancia es una bella obra escrita hacia 1440. En
ella, al estilo socrático, nos insta a no creer que sabemos, sino
a adoptar un renovado “sólo se que no sé nada”, una “docta
ignorancia”, que nos llevará a la verdadera sabiduría.
Esta ignorancia la debemos aplicar en primer lugar al
conocimiento de Dios, del que no nos cabe un conocimiento
positivo, sino negativo. El proceso del conocer es un camino
infinito hecho de conjeturas por el que caminamos a tientas.
Con Nicolás de Cusa emergen antiguos temas neoplatónicos.
Por ejemplo, para él Dios es el UNO, el Ser Supremo en quien
se concilian las oposiciones (coincidencia oppositorum).
El mundo es creado por Dios, pero guarda de tal manera la
huella de su creador que el cusano le llama Deus contractus
(Dios resumido).
31. Lorenzo Valla (1407-1457)
Cultivó la crítica filológica y la investigación histórico-lingüística
y esto le llevó tanto a manifestarse crítico del método escolástico
y la lógica aristotélica, como a descubrir la falsedad del
documento llamado Donación de Constantino.
Propone, en sus “Disputaciones dialécticas” (1439) volver al latín
clásico, cuidar la expresión lingüística del pensamiento y
retornar a las fuentes etimológicas, donde radica la fuerza
significativa de los conceptos.
En su “El libre arbitrio” (1443) se planteó la compatibilidad entre
la presciencia divina y la libertad humana.
Busca establecer un epicureísmo cristiano que declara bueno
todo lo natural y por encima de todo el «placer» (voluptas), que
le causó dificultades de conciliación con ciertos aspectos de la
doctrina cristiana. Se opuso a una concepción estoica de la vida.
32. Marsilio Ficino (1433-1499)
Sacerdote y filósofo nacido cerca de Florencia. Tras estudiar
filosofía aristotélica y medicina, entra en contacto en 1462 con
Cosme de Médicis, quien le dona una villa en Carreggi para que
pueda dedicarse al estudio del platonismo. Esta fecha marca el
comienzo de la denominada Academia Florentina.
Ficino estaba convencido de que la verdadera filosofía, es decir, el
platonismo está en armonía básica con la fe cristiana. Considera
como su propia misión revivir la filosofía platónica para
beneficio de la religión verdadera.
Traduce y comenta no sólo los escritos de Platón y los
neoplatónicos, sino también las obras atribuidas a Hermes
Trismegisto, Zoroastro, Orfeo, que Ficino al igual que muchos
consideraba testimonios venerables de una filosofía y teología
paganas antiquísimas, que precedieron e inspiraron a Platón y
sus discípulos.
33. Panorama de obras y pensamiento
De entre sus escritos destacan De la religión cristiana (1476) y
Teología platónica sobre la inmortalidad de las almas (1482) y su
Comentario al Banquete, en las que expone su neoplatonismo y
sus doctrinas sobre una «pía filosofía» o una «docta religión»,
que es la fusión de platonismo y cristianismo.
Sus argumentos sobre la inmortalidad del alma -que llama
«cópula del mundo», o punto de unión entre lo divino y lo
humano-, que son un alegato a favor de la inmortalidad
individual frente a la postura averroísta.
En su “Comentario al Banquete de Platón acuña la expresión
“amor platónico” o “amor socrático”, también llamado “amor
divino”, porque el amor verdadero entre dos personas es a la vez
reflejo y camino al amor de Dios. Su teoría del «amor
platónico», expresa la ascensión del alma desde la belleza terrena
hasta el amor a Dios, identificando Eros platónico con amor
cristiano.
34. Pico Della Mirandola (1463-1494)
Destinado a una carrera eclesiástica empezó a estudiar Derecho
canónico en la Universidad de Bolonia en 1477. En 1479 se halla
en la Universidad de Ferrara estudiando filosofía.
Después de Ferrara, de 1480 a 1482, estudió filosofía en Padua,
uno de los centros principales de la tradición aristotélica
averroísta. En Padua, fue alumno del judío averroísta Elias del
Mendigo que preside la Escuela Talmúdica de Italia.
En 1484 decide marchar a Florencia. Se empapa en este ambiente
de tradición platonizante aunque no lo lleva esto a renegar de
Aristóteles para hacerse platónico.
Su propósito es encontrar las coincidencias entre ambos
filósofos. Esto anticipa lo que constituirá su mayor empresa: su
llamado a la paz y a la concordia de los espíritus cuyo programa
se centraba en la famosa y fallida discusión de las 900 tesis (1486)
que Pico propuso al Papa discutir en un “Concilio filosófico” en
Roma.
35. Crítica a los humanistas retóricos
Durante su estancia en Florencia, en 1484 y 1485, escribe
dos célebres cartas. La primera dirigida a Lorenzo el
Magnífico; la segunda, dirigida a Ermolao Barbaro,
influyente humanista, “Sobre la manera de hablar de los
filósofos”, en la que critica lo que considera degeneración
humanista de preferir la literatura y la retórica clásica a la
filosofía antigua y escolástica: de preferir Pericles a
Sócrates.
Cuestiona su desprecio por los pensadores que sin
elegancia verbal se han entregado a las más arduas
indagaciones. Los textos de esos escolásticos denigrados
por Ermolao encierran tesoros que no pueden sin más
desecharse con argumentos de purismo estilístico.
36. La dignidad del hombre
Sus principales obras filosóficas son Heptaplus (1489),
comentario sobre los primeros versículos del Génesis,
Sobre el ser y el uno (1491), Disputaciones contra la
astrología adivinatoria (1496), y la Oratio o Discurso sobre
la dignidad del hombre (1496), obra central del humanismo
renacentista. Se centra en dos temas: la consideración del
hombre como centro del universo creado y la búsqueda de
la concordia del pensamiento; y representa todo un
“humanismo de la libertad”.
La dignidad del hombre tiene su causa en Dios, creador de
un ser extraordinario, por “indefinido”, capaz de devenir lo
que el mismo se propone. El resto de la creación tiene
marcado su destino, tiene una naturaleza fija, salvo el
hombre. La grandeza del hombre tiene su origen en la
libertad.
37. Pietro Pomponazzi (1462-1525)
Profesor de Medicina y Filosofía Natural en las universidades
de Padua, Ferrara y Bolonia, Pomponazzi representa la vía
alejandrinista del aristotelismo que se opone por igual al
averroísmo latino y al exceso platonizante de la época.
Quería recuperar al Aristóteles auténtico y para ello
consideraba imprescindible desembarazarse de las
interpretaciones escolásticas cristianas y averroístas.
Contra los averroístas escribió “Sobre la inmortalidad del
alma” (1516) en la que mantiene la no existencia de un alma
universal separada y la imposibilidad de demostrar
racionalmente la inmortalidad del alma.
Su naturalismo le llevó a las siguientes conclusiones: los
milagros son hechos naturales cuyas causas desconocemos;
todas las religiones son iguales y el cristianismo es una
religión más tendente a desaparecer.
38. Bernardino Telesio (1509-1588)
En 1565 publicó su obra principal titulada De rerum naturae.
En ella rechaza la doctrina de Aristóteles por considerar que
contradice a los sentidos y a las mismas Escrituras.
Piensa que el espacio es algo distinto a los cuerpos que
contiene y puede existir sin ellos. Respecto al tiempo, opina
contra Aristóteles que no depende del movimiento y que todo
movimiento presupone el tiempo. Estos dos casos representan
una gran novedad que guarda relación con las nociones que
elaborarán Newton y Kant.
Telesio creía que el hombre tenía dos almas. Una superior e
inmortal, creada por Dios, y otra corporal y mortal,
compartida por todo el reino animal. De esta manera, los
hombres tenemos un doble deseo y doble intelecto. Sin
embargo, todo conocimiento se reduce, en última instancia, a
una percepción sensorial.
39. Francisco Patrizzi (1529-1597)
Se interesó por muy diversos aspectos del saber, en los que se
enfrentaba a Aristóteles. Su obra más importante fue “Nova de
universis philosophia” (1591), en la que introduce cuatro nuevos
principios del mundo físico: el espacio, la luz, el calor y la
humedad, con los que pretendía reemplazar a los cuatro
elementos clásicos.
Concibió el espacio como anterior a los cuerpos, como un
receptáculo vacío, llenado, en primer lugar, por la luz. De la luz
deriva el calor, como principio activo y formal. La humedad, por
otra parte, es un principio pasivo y material y representa la
materia prima.
Dividió el universo en tres partes: el empíreo, espacio infinito
que rodea el mundo celestial, y está lleno de luz; el etérico o
etéreo, en el que se incluyen todas las estrellas hasta la luna; y el
mundo elemental o sublunar, donde la Tierra ocupa el centro
del universo, aunque reliza un movimiento de rotación sobre sí
misma.
40. Giordano Bruno (1548-1600)
Hasta los 28 años perteneció a la orden de los dominicos.
Llevó una vida independiente y aventurera. Traicionado por
el noble veneciano Giovanni Mocenigo, fue puesto a
disposición de la Inquisición en 1592. Después de un largo
proceso rehusó retractarse de sus opiniones filosóficas y fue
sentenciado a muerte. Murió quemado en la hoguera en
1600.
Filosóficamente, G. Bruno es neoplatónico y, como tal
entiende la creación como emanacionismo y a Dios como
una suerte de “alma del mundo” (cierto panteísmo).
El hombre no sería sino un momento de esa “alma del
mundo”, de ese Todo.
En Cosmología adoptó el sistema Copernicano y anticipó la
concepción del universo tal y como se desarrollará más
tarde.
41. Erasmo de Rotterdam (1467-1536)
Tras realizar viajes por toda Europa, entablando amistad
con los humanistas y, particularmente con Tomás Moro, se
estableció definitivamente en Basilea (1519), donde inicia
una polémica con los protestantes sobre su manera de
entender cómo había de plantearse la reforma de la Iglesia
y, muy en especial, con Lutero -que le pide, sin éxito, que se
adhiera a la reforma protestante- por sus teorías contrarias
a la libertad del hombre; contra Lutero escribe su Diatriba
sobre el libre albedrío, publicada en 1524.
Su humanismo filosófico pertenece a lo que se conoce
como humanismo cristiano del Renacimiento: el
humanismo más propio de los países nórdicos, en que el
centro de atención es el hombre, enraizado en las
corrientes místicas de aquellos países.
42. Panorama de la obra y pensamiento
Erasmo centra su filosofía humanista, a la que llama
«filosofía de Cristo», en un conocimiento de sí mismo,
conseguido por el hombre que vive la fe evangélica original,
con escaso aprecio por las ceremonias exteriores, las
instituciones eclesiásticas y las filosofías escolásticas; para
ello se impone una necesaria vuelta a las fuentes literarias y
a los textos críticos.
Las obras más célebres son Institutio Principis Christiani
(1516), Institutio Christiani Matrimonii (1526), Vidua
Christiana (1529) y, sobre todo, Enchyridion Militis
Christiani (1503).La obra más divulgada de Erasmo es, no
obstante, Elogio de la locura (o Encomio de la Moría), que
escribe en el espacio de una semana durante su segunda
estancia en Inglaterra, en casa de Tomás Moro, a quien le
dedica esta sátira sobre la locura humana.
43. La revolución científica
A fin del s. XIII surge el interés por la investigación de la naturaleza,
desarrollado en el s. XIV a través de la corriente okkhamista
(Buridan, Oresme, Alberto de Sajonia, etc.), extendiéndose luego en
el siglo XV con el aporte de las filosofías antiguas, la magia, la
cábala, las ciencias ocultas, etc, para dar paso en el s. XVI a un gran
entusiasmo por estas investigaciones en autores como Telesio,
Campanella y Bruno.
Se afianza la tendencia naturalista de indagar más inmediatamente
y mas de cerca la naturaleza. Se quiere conocer mejor los
fenómenos, pequeños y grandes, manifiestos y ocultos, cómo y por
qué suceden. Se consolida la idea de que todos los fenómenos
naturales tienen su origen y razón en la misma naturaleza.
En la edad media la naturaleza era símbolo de lo espiritual, divino y
sobrenatural. Por eso prevalece la consideración filosófico/teológica
de la naturaleza. Sin embargo, la escolástica entiende el mundo
material como real y como creación de Dios y, por consiguiente,
inteligible y digno de consideración científica.
44. La revolución científica
Crece la convicción de que si el hombre llega a comprender
cómo la naturaleza produce todos sus fenómenos hallará el
modo de producir siempre que quiera los efectos deseados.
Tal persuación y esperanza son la causa de la gran
fermentación de las pseudociencias del Renacimiento:
teurgia, alquimia, astrología… en las que la naturaleza es
representada ingenuamente como un ser animado.
Faltaba a estos hombres un concepto claro de lo que era este
nuevo conocimiento de la naturaleza, que no debía ser
filosofía. Sobre todo les faltaba un método para realizar el
nuevo tipo de conocimiento.
Por este motivo, los orígenes de la ciencia en la época
moderna están unidos al problema del método, y es así como
se presenta, a las puertas de la edad moderna, el problema
mismo de la ciencia en la especulación de Bacon y Galileo.
45. La ciencia experimental moderna
La ciencia experimental moderna se desarrolló
sistemáticamente a partir del siglo XVII en la Europa
cristiana, y su progreso ha contribuido a crear nuevas
circunstancias sociológicas y culturales que influyen de
modo decisivo en la civilización actual.
La ciencia moderna se desarrolló como una empresa
autosostenida, desde que consiguió combinar las
matemáticas y la experimentación para elaborar un
conocimiento que, por una parte, se formula con precisión
matemática y, por la otra, se somete a control experimental.
Sin embargo, este hecho no debe hacernos olvidar que la
revolución científica del siglo XVII fue el resultado de un
lento proceso que se desarrolló durante siglos.
Tres son los elementos principales que van a componer la
nueva metodología: la observación y el experimento, el
razonamiento inductivo y la matemática.
46. El heliocentrismo de Copérnico
En 1543 se publica el libro escrito por Nicolás
Copérnico: “Sobre la revolución de las esferas celestes”.
El Sol es el centro del universo y los planetas describen
órbitas circulares alrededor de él.
La Tierra es un planeta más que rota sobre sí mismo.
La rotación de la Tierra explica la sucesión del día y la
noche (el movimiento diario de este a oeste del sol, la
luna, los planetas y la esfera de las estrellas fijas).
El movimiento de traslación explica el movimiento
aparente, de oeste a este, del Sol, la Luna y los planetas
alrededor de la Tierra (también explica las
observaciones de la retrogradación en los planetas).
El universo de Copérnico admite un centro pues es
finito (sería el sol o alguna región cercana a él).
Tampoco admite la existencia del vacío.
47. Johannes Kepler (1571-1630)
El astrónomo alemán Kepler añadió al heliocentrismo
copernicano dos leyes fundamentales que expuso en su
obra “Astronomia Nova”.
La primera ley dice: “las órbitas de los planetas son
elipses en las cuales el Sol ocupa uno de los focos”. El
movimiento de los cuerpos celestes ya no es circular, sino
elíptico: era el golpe definitivo a la explicación ptolemaica.
La segunda ley permite una determinación más exacta de
los movimientos celestes y reza así: “las áreas
determinadas por el rayo vector que une el Sol al
planeta son proporcionales al tiempo”.
Finalmente, afirma que todo el movimiento de los planetas
surge de una fuerza motriz de carácter magnético que
procede del Sol.
48. Galileo Galilei (1564-1642)
Galileo aplicó el movimiento pendular a la medida del
tiempo y observó que todos los cuerpos caen a igual
velocidad.
Estableció las leyes de la caída de los cuerpos, enunció el
principio de la inercia y el movimiento parabólico de
proyectiles.
Construyó el anteojo ocular divergente con el que pudo
realizar observaciones hasta entonces impensables.
En su obra “Diálogo sobre los dos sistemas máximos del
mundo” defendió las ideas copernicanas, a pesar de la
prohibición de 1616. Todo ello le llevó a un
enfrentamiento con los aristotélicos que veían atacados
sus principios fundamentales y con la Inquisición que le
impuso abjurar de sus doctrinas (1633).
49. Galileo y el nuevo método científico
Se puede considerar a Galileo como el creador del
método experimental.
Según dicho método, la labor del científico
comienza con una descripción de los hechos,
continúa experimentando y acaba ideando una
hipótesis que explique los fenómenos.
Si esa hipótesis resiste la comprobación
experimental se puede formular como ley
(matematizada).
Galileo está convencido que el libro de la
naturaleza está escrito en caracteres matemáticos y
el que quiera leer en él debe conocer matemáticas.
50. Convicciones cristianas de Galileo
A pesar de su desdichado suceso con un sector de
eclesiásticos, muere pacíficamente en su casa (en donde
había sido recluido) profesando su fe en Dios y en la
Iglesia católica, apostólica y romana.
Galileo afirmó citando a San Agustín: "la razón de ser de
la Iglesia no es explicar a la gente cómo funciona el
Cielo, sino cómo ir al Cielo".
En su carta a Benedetto Castelli sostiene que “la Sagrada
Escritura no puede jamás mentir o equivocarse, sino
que sus decretos son de una verdad absoluta e
inviolable. (...) si podría no obstante equivocarse alguno
de sus interpretes y comentaristas, y eso de varios
modos; entre los cuales uno gravísimo y muy frecuente,
consistiría en querer atenerse siempre al significado
literal de las palabras, porque de esa forma aparecerían
en ellas no sólo diversas contradicciones, sino también
graves herejías e incluso blasfemias (...)”