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PARTE I:

DIOS ESTÁ SACUDIENDO LA TIERRA

CAPÍTULO 2
EL SACUDIMIENTO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Los tiempos que vivimos marcan el comienzo del fin de una era: la era del Espíritu
Santo, también llamada la era de la iglesia, la misma que concluirá cuando Jesús
aparezca en el rapto. El fin de una era significa la culminación de un aspecto de los
propósitos de Dios, señala el fin de algo viejo y el nacimiento de algo nuevo; mientras
que, “la plenitud de los tiempos” (Efesios 1:10), aquello que hablamos en el capítulo
anterior, significa la finalización de todas las cosas. “La plenitud de los tiempos” será el
clímax de los tiempos y las temporadas, y la culminación de la vida en el mundo actual.
Ese es el momento en que Dios ha “de reunir todas las cosas en Cristo, así las que están
en los cielos como las que están en la tierra” (Efesios 1:10). Una vez más, los eventos que
evidenciarán la plenitud de los tiempos son: la segunda venida de Cristo, Su reino
milenial y el juicio final.
SEÑALES Y TEMPORADAS
Cada temporada en la vida se identifica por ciertas señales. En el mundo natural, en el
hemisferio norte, el otoño está marcado por lo general por la caída de las hojas de los
árboles; el invierno por temperaturas más bajas y nevadas; la primavera por el
nacimiento de las flores; y el verano por temperaturas muy altas y el crecimiento de la
vegetación. Ahora estamos en una temporada sobrenatural de sacudimiento y debemos
estar preparados para ver señales espirituales y físicas de ello. Sobre esta temporada no
solo se profetizó en el Antiguo Testamento, sino que también Jesús habló de ella. (Vea,
por ejemplo, Hageo 2:6–7; Mateo 24:5–8). Las señales de esta temporada —como
tsunamis, inundaciones, incendios, huracanes y más— se están manifestando en
nuestro mundo físico. Un informe de CNN puntualiza sobre los huracanes que han
impactado los Estados Unidos y las islas del Caribe en los últimos treinta años. Precisa
que el número de huracanes intensos, con intensidad sostenida después de tocar tierra
ha aumentado, y esa tendencia continuará.12 También estamos viendo pestilencias,
enfermedades, epidemias, perplejidades, guerras civiles, anarquía y gente inundando
las calles exigiendo sus derechos. Vivimos días de gran agitación. Los investigadores y
analistas pueden describir eventos que están ocurriendo y proporcionar algunas
explicaciones científicas y sociales para ello, pero usualmente solo lo hacen desde una
perspectiva humana. Como creyentes no podemos enfocarnos solamente en las
manifestaciones terrenales, sino que debemos discernir el significado espiritual detrás
de ellas y responder apropiadamente.
Por ejemplo, como se apuntó en el capítulo anterior, el mundo sigue lidiando con la
plaga del coronavirus o COVID-19. El origen de este virus continúa siendo objeto de
debate, y ha demostrado ser muy difícil de controlar, con variantes que surgen y
producen nuevas oleadas de enfermedad y muerte. A principios de 2021 muchas
personas en los Estados Unidos hacían largas filas esperando impacientemente recibir la
primera dosis de una vacuna. Millones alrededor del mundo todavía no tenían acceso a
ellas. A medida que avanza el 2021, muchos han elegido no ser vacunados, otros aún no
han podido obtener las vacunas, mientras que los casos de COVID-19 con la variante
Delta han aumentado en todo el mundo. Incluso se han registrado algunos “brotes”
infecciosos en personas ya vacunadas que han contraído el virus. Mientras escribo este
libro, todavía existen muchas preguntas acerca de cuándo terminará esta plaga.
Creo que se detendrá cuando su propósito concluya. Dios no es el autor de
enfermedades o dolencias, pero desde un punto de vista espiritual este virus es una
señal de que una nueva temporada de los últimos tiempos ha comenzado. Esto apunta
tanto a los últimos días profetizados como al regreso de Jesús. Ha habido un
movimiento en la dimensión espiritual, y lo que vemos manifestado en la tierra es una
consecuencia de lo que está sucediendo en el mundo espiritual.
EL ÁMBITO NATURAL Y EL ÁMBITO ESPIRITUAL
Todo lo relacionado con los seres humanos y lo que hacen está conectado con el ámbito
espiritual. Sin embargo, la mayoría de personas no pueden explicar fácilmente esta
dimensión espiritual porque no la entienden. No se conocen completamente a sí
mismos ni conocen la Biblia; mucho menos comprenden lo que está pasando a su
alrededor, ni por qué. No son conscientes del ámbito espiritual que los rodea e
influencia. Una vez más, los seres humanos solo pueden monitorear y explicar, hasta
cierto punto, los elementos naturales que captan a través de sus sentidos físicos. No
pueden ver ni comprender la dimensión espiritual sin la ayuda del Espíritu Santo de
Dios. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”
(1 Corintios 2:14).
SI NO VOLVEMOS A LA DIMENSIÓN DEL ESPÍRITU,
NO ENTENDEREMOS A DIOS Y SUS PROPÓSITOS.
Si removiéramos el ámbito espiritual, no habría universo ni humanidad, porque la
dimensión natural depende de la espiritual para existir.
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)
Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el
aliento de su boca. (Salmos 33:6)
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
(Génesis 1:27)
Es más, el ámbito espiritual gobierna el natural; por lo tanto, nada de lo que está
sucediendo en el mundo en este momento — ya sea ambiental, político, económico,
físico o emocional— está fuera de la influencia espiritual. Todo tiene un trasfondo
espiritual, una causa y un significado.
No me refiero solo al ámbito espiritual celestial y su influencia, sino también al ámbito
demoniaco y su influencia, que está en oposición a Dios y será completamente
removido en la plenitud de los tiempos. Por ejemplo, estudios de “la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y el [programa] Global Burden of Disease [Carga Global de
Enfermedades]... estiman que casi 800,000 personas mueren por suicidio cada año. Eso
significa una persona cada 40 segundos”.13 Las personas mayores son el grupo de edad
más afectado, y los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de
terminar con sus vidas.14 Otros estudios revelan que la mayor parte de la población
mundial vive en la pobreza. Dos tercios viven con menos de diez dólares al día, y uno
de cada diez vive con menos de dos dólares al día, que es lo que el Banco Mundial de
las Naciones Unidas considera “pobreza extrema”.15 Mientras que, en lo exterior, estas
condiciones extremas podrían parecer causadas por varios factores sociales, económicos
y físicos. Aquellos que están en sintonía con el ámbito sobrenatural pueden ver que
también hay una dimensión espiritual en ellas: el enemigo está utilizando espíritus de
suicidio y pobreza para atormentar a la gente en todo el mundo.
Una vez más, el Espíritu Santo de Dios es el único que sabe completamente lo que está
pasando en el mundo y por qué. Él conoce los tiempos y las temporadas de los planes
de Dios para la humanidad, para este planeta y el universo. La buena noticia es que el
Espíritu todavía habla —tanto a través de las Escrituras como directamente— al pueblo
de Dios, a aquellos que creen en Jesucristo y lo obedecen.
Antes de dejar esta tierra y ascender al cielo, Jesús les dijo a Sus discípulos: “Pero
cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará
por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que
habrán de venir” (Juan 16:13). El Espíritu Santo puede brindarle una perspectiva
espiritual para entender lo que está ocurriendo tras bastidores en el mundo de hoy;
podrá reconocer la temporada en el ámbito espiritual, la cual refleja lo que está
sucediendo actualmente en el mundo natural. A medida que lo haga, podrá
comprender lo que antes no tenía sentido para usted acerca del sacudimiento que
estamos experimentando.
El Espíritu está usando a los apóstoles y profetas de Dios para llamar la atención de la
iglesia en esta temporada sobrenatural, a fin de prepararnos para ser su remanente en
estos últimos días. Sin embargo, todavía hay mucha confusión entre la gente de la
iglesia, porque numerosos predicadores están rechazando esencialmente al Espíritu
Santo y Su poder en un momento que es vital tener Su revelación y consejo. Su
consiguiente ceguera y sordera frente al Espíritu les impide comprender por qué el
mundo está tan sacudido, lo que les impide transmitir la revelación a sus
congregaciones. Carecen de conocimiento —y, sobre todo de sabiduría— para guiar al
pueblo en estos tiempos. En cambio, confunden aún más a quienes los escuchan. No
pueden dar respuestas con revelación a las preguntas del pueblo; tampoco saben
afrontar personalmente estos días ni prepararse para lo que viene.
SIN LA GUÍA DEL ESPÍRITU SANTO SERÁ IMPOSIBLE
QUE CONOZCAMOS LA VOLUNTAD DE DIOS.
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL SACUDIMIENTO?
Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la
tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado
de todas las naciones. (Hageo 2:6–7)
La voz [de Dios, cuando dio la ley en el Monte Sinaí] conmovió entonces la tierra, pero
ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino
también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles,
como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. (Hebreos 12:26–27)
En estos pasajes, Dios está diciendo: “¡Sacudiré el cielo y la tierra!” Por lo tanto, aunque
Satanás y los seres humanos provoquen opresión, dolor y muerte en el mundo, en
definitiva, no es el diablo ni los hombres los que están detrás de los sacudimientos de
los últimos tiempos, sino Dios mismo. Él es el único que puede crear un sacudimiento
global como el que estamos experimentando. En consecuencia, el sacudimiento no es
algo contra lo que podamos orar. Más bien, debemos atravesarlo porque es una señal de
los últimos tiempos que está sucediendo como un acto soberano de Dios.
En Hageo 2:6–7 la palabra hebrea para “temblar” es rā‘ash, entre cuyos significados se
encuentran “ondular, o moverse con un movimiento ondulatorio (como la tierra, el
cielo, etc.; también como un campo de cereales), especialmente por causa del miedo”,
“temer”, “sacudir” y “estremecer”. Cuando la Biblia habla de ese tipo de sacudimiento,
se refiere a una demostración asombrosa del poder de Dios.
Los versículos anteriores de Hebreos 12 explican cómo, en el Monte Sinaí, cuando Dios
le entregó las tablas de la ley a Moisés para que las obedeciera el pueblo de Israel, Él
sacudió la tierra. Este evento es considerado como el primer Pentecostés. El segundo
Pentecostés ocurrió cuando el Espíritu Santo descendió sobre los ciento veinte
discípulos de Jesús que estaban orando y esperando por Su promesa en el aposento alto.
En ese momento, la tierra volvió a temblar. (Vea Hechos 4:31). Hoy, Dios está
sacudiendo la tierra una vez más, pero esta vez a escala global.
LA SEÑAL DEFINITIVA DE LA APARICIÓN DE CRISTO
ES EL SACUDIMIENTO GLOBAL.
Este sacudimiento tiene tres etapas: una etapa preliminar, la cual atravesamos a
principios del siglo XXI, con continuos ataques terroristas; una etapa intermedia (en la
que nos encontramos ahora); y una etapa final (que
El sacudimiento de los últimos tiempos en realidad se inició con el arribo de la década
de 2020, pero que se hará cada vez más intensa). Una vez más, la etapa final conducirá a
la culminación de la temporada del Espíritu Santo en la tierra, que se caracterizará por
un avivamiento espiritual y una cosecha sin precedentes. Estamos en la cúspide de la
hora cero señalada para la tierra, antes de la aparición de Cristo. Somos la generación
que está viendo el mayor cumplimiento de profecías bíblicas y, sin duda, veremos el
regreso del Señor.
Durante los tiempos de sacudimiento divino, los actos soberanos de Dios desafiarán el
conocimiento humano.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de
las gentes confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los
hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra;
porque las potencias de los cielos serán conmovidas. (Lucas 21:25–26)
“El sol, la luna y las estrellas” pueden representar el rango de entendimiento de los
seres humanos, su capacidad para ver y comprender el mundo en que viven. Significan
la luz de la educación humana, la sabiduría y el conocimiento adquirido a través de los
siglos. Sabemos que dicho conocimiento es limitado, y las limitaciones de la capacidad
humana están siendo expuestas en el sacudimiento de los últimos tiempos. Cuando la
gente experimenta sacudimientos se desorienta, distrae, confunde, angustia, preocupa y
asusta. Esto sucede porque las cosas que parecían estar seguras en sus vidas y en su
entorno están siendo desplazadas y removidas. Los tiempos difíciles en que vivimos
están dejando a la gente perpleja, en crisis, sintiendo que no tienen salida. No tienen
respuestas adecuadas porque todo lo que saben está siendo sacudido. Su conocimiento
terrenal no es suficiente para proporcionar respuestas reales y soluciones sostenibles
para las crisis de hoy. Cuando las personas no pueden comprender, explicar o
interpretar lo que está sucediendo en el mundo, solo les queda clamar a Dios por
sabiduría y ayuda.
LA BASE DE NUESTRA CONFIANZA EN DIOS ES QUE ÉL CONOCE EL
RESULTADO FINAL.
Por ejemplo, la economía mundial está siendo sacudida como una señal divina para que
el hombre se arrepienta y busque a Dios. Es por eso que hemos experimentado crisis
financieras como la caída de la bolsa de valores en 2008 y otros problemas económicos.
Dios está demostrando que Él es el verdadero dueño de todo el oro y la plata del
mundo. Debemos darnos cuenta que el propósito de estas señales es captar la atención
de la humanidad, porque Dios sabe que es durante esas crisis cuando la gente se vuelve
a Él. Dios tiene las respuestas a través del Espíritu Santo para aquellos que lo buscan de
corazón.
Como describí anteriormente, no es solo la economía mundial la que está siendo
sacudida y continuará siéndolo. Hemos visto sacudimiento en los patrones del tiempo.
La naturaleza está confundida y en consecuencia también nuestro clima. Dios está
sacudiendo sistemáticamente todas las cosas. Las naciones, los gobiernos, los sistemas
políticos, las instituciones educativas, el comercio, las denominaciones religiosas, las
iglesias, los ministerios, las familias, las relaciones, las estructuras físicas, las montañas
y otros elementos naturales, los tiempos y las estaciones; aun el mismo diablo está
siendo sacudido. La única persona que no está siendo sacudida, y para quien el
propósito del sacudimiento es claro, es aquella que lo está produciendo. Desde la
perspectiva de Dios, este sacudimiento, aparentemente caótico, está trayendo orden
porque está conforme a Su plan para los últimos tiempos.
En estos tiempos el evangelismo se vuelve clave a medida que las personas buscan
verdadera seguridad. La gente necesita a alguien que les ayude a encontrar la salvación
en Cristo y a recibir al Espíritu Santo para que more dentro de ellos. Por lo tanto,
durante el sacudimiento, debemos predicar el evangelio con denuedo, con
demostración del poder de Dios y de forma personal, como hizo Jesús con la mujer del
pozo. (Vea Juan 4:1–42). El testimonio más poderoso es el que resulta de una
experiencia personal con el poder de Dios. ¡Eso es irrefutable!
FUNDADO SOBRE LA ROCA O SOBRE LA ARENA
Nada que pueda ser sacudido permanecerá sin sacudir. Cada dimensión o esfera de la
vida que no esté basada en Dios caerá, mientras que todo lo que esté establecido en Él
permanecerá. (Vea Hebreos 12:27). Esto fue
El sacudimiento de los últimos tiempos lo que Jesús explicó en la parábola de los dos
cimientos, o la parábola de los constructores sabios y necios:
¿Por qué me llamáis, “Señor, Señor”, y no hacéis lo que yo digo? Toto aquel que viene a
mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al
hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y
cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo
mover, porque estaba fundada sobre la roca. Más el que oyó y no hizo, semejante es al
hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con
ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. (Lucas 6:46–49)
¿Está su vida construida sobre la arena, o está construida sobre la roca? ¿Está su fe
basada solo en las cosas que puede ver, o está establecida en el Dios eterno? Si su fe está
en las cosas materiales, definitivamente será sacudida. Cualquiera puede afirmar que
tiene fe, pero cuando vienen las crisis y son sacudidos, se revelará el fundamento sobre
el que su fe está fundada. Nuestra fe debe estar establecida en Cristo, la Roca firme.
(Vea, por ejemplo, Hechos 4:10–12).
CUANDO DIOS SACUDE UNA CASA, SE REVELAN LOS CIMIENTOS SOBRE LOS
QUE ESTÁ CONSTRUIDA.
No importa quién es usted o lo que hace, no escapará al sacudimiento de los últimos
tiempos. Todos tendremos que pasar por eso. La única diferencia será que si nuestro
fundamento está construido sobre Cristo, nos mantendremos firmes y tendremos
respuestas para estos tiempos de crisis; pero si nuestro fundamento está construido
sobre algo material, temporal o espiritualmente débil, seremos sacudidos hasta que
busquemos a Dios de todo corazón.
No importa lo que suceda en la tierra, Dios no cambiará. (Vea, por ejemplo, Santiago
1:17). Él no puede ser movido o sacudido. (Vea, por ejemplo, Salmos 62:2). Él tiene todo
el control. Debemos descansar en este conocimiento mientras experimentamos
sacudimiento en nuestras vidas, sabiendo que si permanecemos en Cristo,
permaneceremos firmes. Hebreos 12:28 dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con
temor y reverencia”.
CUATRO ASPECTOS DEL SACUDIMIENTO DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Debemos entender que hay cuatro aspectos en el sacudimiento de los últimos tiempos:
(1) el juicio de la casa de Dios, o de la iglesia; (2) el juicio a las naciones; (3) el
sacudimiento de todas las naciones; y (4) la revelación de la gloria de Dios.
1. EL JUICIO DE LA CASA DE DIOS
En las Escrituras leemos que el juicio comienza con el pueblo de Dios:
Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza
por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? (1
Pedro 4:17)
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el
día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno
conforme a sus obras. (Romanos 2:5–6)
Dios ama a Su pueblo; por lo tanto, como Él sabe que se acerca el fin, está juzgando a la
iglesia apóstata; esa porción de la iglesia, especialmente sus líderes, que satisfacen los
deseos carnales del pueblo, creyendo que de esa manera mantendrán estables sus
congregaciones, en lugar de guiar a las personas a arrepentirse de sus pecados. Tanto la
iglesia apóstata como la novia remanente se revelarán en los últimos tiempos. Esta
última es la iglesia dentro de la iglesia, que se mantiene “velando y orando” (vea, por
ejemplo, Marcos 13:33), y que se distingue por lo sobrenatural, la santidad y el hambre
por Dios.
LA MARCA MÁS DISTINTIVA DEL REMANENTE ES LO SOBRENATURAL.
Si usted es un líder en su iglesia y le gusta complacer a la gente, entonces tenga
cuidado: este no es momento de complacer al mundo. Necesita arrepentirse y buscar a
Dios porque será sacudido. El remanente de Cristo debe tener la capacidad de satisfacer
las necesidades de las personas con el poder sobrenatural de Dios. Esto no se logra
conformándose a lo que la gente quiere que se haga, sino haciendo únicamente lo que
Dios quiere que se haga. La sobrevivencia de la iglesia en los días venideros dependerá
de que caminemos en el poder sobrenatural divino; de lo contrario, seremos
irrelevantes. No tendremos respuestas reales para las necesidades cruciales de los
individuos, las comunidades y las naciones.
Independientemente de si un sacudimiento en particular está dirigido al remanente, ese
sacudimiento revelará a los verdaderos y fieles seguidores de Dios, porque Dios
guardará a su remanente en medio del derramamiento de su ira. Así lo anunció Isaías:
“Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas, escóndete un
poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación” (Isaías 26:20). Lo que
hagamos, creamos, y cómo actuemos en el momento del sacudimiento es lo que
revelará nuestra identidad en Dios, nuestra autenticidad, nuestro conocimiento
espiritual y nuestra posición en Cristo. Si somos la iglesia remanente, Dios nos
sostendrá.
EL PRIMER SACUDIMIENTO COMIENZA CON LA CASA DE DIOS, PORQUE NO
TODOS EN ELLA FORMAN PARTE DEL REMANENTE.
2. EL JUICIO A LAS NACIONES
Otro aspecto del sacudimiento de los últimos tiempos es el juicio de Dios a las naciones.
La Biblia dice que Dios tiene copas o vasos en los que acumula varias cosas, como Su
salvación, Su misericordia, las oraciones de Su pueblo, Su ira, y la iniquidad de la
humanidad. (Vea, por ejemplo, Apocalipsis 5:8; 16:19). Cuando una copa alcanza su
capacidad máxima, o cuando Dios así lo ordena, esa copa es derramada sobre la tierra.
En este momento, dos copas están derramándose: la copa de la ira de Dios —a causa de
la iniquidad o la maldad del hombre— y la copa de Su misericordia. Estas copas
contienen siglos de acumulación y han alcanzado su plenitud. Dios juzgará a los que
sembraron iniquidad y bendecirá a los que sembraron misericordia.
El sacudimiento es el castigo indignado de Dios a la humanidad que, en completa
rebeldía, vive sin fe, sin Dios y sin esperanza en el mundo (vea Efesios 2:12),
despreciando la vida y la creación que Dios le ha confiado. Así lo anticipó el profeta
Isaías: “Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra
por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no
encubrirá ya más a sus muertos” (Isaías 26:21).
Como expliqué en el capítulo 1, el sacudimiento de la iglesia es diferente al
sacudimiento del mundo. El sacudimiento del mundo es para juicio, mientras que el
sacudimiento de la iglesia es para purificación. Todas las plagas que Dios envió a
Egipto fueron dirigidas al gobierno; pero Dios protegió a Su pueblo y preservó a sus
primogénitos mediante la sangre del sacrificio del cordero. (Vea, por ejemplo, Éxodo
12:13). De manera similar, usted debe aplicar la sangre de Jesús a su vida para ser salvo
y resguardado espiritualmente. (Vea, por ejemplo, 1 Juan 1:7; Apocalipsis 1:5).
3. EL SACUDIMIENTO DE TODAS LAS NACIONES
“Y haré temblar a todas las naciones” (Hageo 2:7). En el capítulo 1 escribí que el
sacudimiento de los últimos días es una señal para la iglesia, Israel y el mundo de que
estamos en los tiempos finales. De nuevo, cuando vemos el coronavirus sacudiendo al
mundo entero, debemos reconocerlo como una señal de los últimos días. Ya sea que el
virus fue creado por el hombre o transmitido por animales, Dios lo permitió, y
permitirá plagas futuras que devastarán la tierra como señales de los últimos tiempos.
EL SACUDIMIENTO VIENE A JUZGAR, REPRENDER Y CORREGIR, PERO EL
ARREPENTIMIENTO HACE QUE DIOS RETRASE O DETENGA SU JUICIO.
En estos últimos días, Dios está sacudiendo a todas las naciones a fin de prepararlas
para ser testigos de la iglesia remanente que predicará el evangelio. Como he venido
enfatizando, si la gente no es sacudida o quebrantada,
El sacudimiento de los últimos tiempos no estará dispuesta a escuchar el evangelio. El
sacudimiento trae juicio y misericordia al mismo tiempo; juicio para los que no se
arrepienten y misericordia para aquellos que se humillan y someten su vida a Dios.
4. LA REVELACIÓN DE LA GLORIA DE DIOS
La tierra está a punto de concluir el ciclo que comenzó con la gloria de Dios y terminará
con esa misma gloria. El profeta Isaías anunció esto cuando dijo:
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre
ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti
amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los
reyes al resplandor de tu nacimiento. (Isaías 60:1–3)
Nuevamente, la iglesia tiene una cita con uno de los más grandes derramamientos del
Espíritu Santo: el avivamiento y la cosecha de los últimos tiempos. Estamos a punto de
experimentar un despertar sin precedentes entre los hijos de Dios; será algo que la tierra
no ha visto antes, y sucederá en medio del mayor sacudimiento que el mundo jamás ha
experimentado. El sacudimiento dentro de la iglesia traerá un derramamiento de la
gloria de Dios que preparará al remanente para el rapto, porque Jesús regresa por una
iglesia gloriosa. (Vea Efesios 5:26–27). En medio del sacudimiento la iglesia estará en
gloria, de modo que, mientras el mundo esté en caos, la iglesia será vista como un lugar
de refugio.
AQUELLOS QUE NO TIENEN CONOCIMIENTO DE LA GLORIA SOLO RECIBIRÁN
JUICIO.
¿QUÉ DERRAMAMIENTO RECIBIRÁ USTED?
Permítame preguntarle de nuevo, ¿de qué lado está usted? ¿De qué derramamiento está
listo para recibir: de la copa de juicio o de la copa de misericordia? ¿Experimentará la
maldición o la bendición? Este es el momento de enfrentar la verdad sobre su fe y cómo
la ha vivido hasta hoy. El sacudimiento viene a los hijos de Dios para despertarlos del
profundo sueño de la comodidad y el confort. Seguir a Cristo no es fácil. Después de
todo, Él no prometió un camino fácil sino todo lo contrario. (Vea, por ejemplo, Mateo
16:24–25). Para seguirlo, debemos morir a los deseos de la carne, a los placeres de este
mundo, a la soberbia de la vida y al éxito como el mundo lo define. (Vea, por ejemplo, 1
Juan 2:16). Debemos morir para vivir; y debemos perder para ganar. (Vea, por ejemplo,
Juan 12:24). Los creyentes deben comenzar a recordar estas verdades, buscar a Dios con
todo su corazón y tomar sus lugares como miembros de la iglesia remanente; como la
novia gloriosa que manifestará el poder de Dios sobre la tierra y preparará el camino
para la venida de Jesucristo.
TESTIMONIOS DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Mario Dávila asiste al Ministerio El Rey Jesús en Miami. Durante la pandemia de la
COVID-19, su tío en Nicaragua, quien estaba al comienzo de sus sesenta años, estuvo
expuesto al virus y los médicos le dieron dos semanas de vida. Cuando su cuerpo dejó
de funcionar, Mario y su esposa, llenos del Espíritu Santo, clamaron a Dios.
Mi esposa y yo hemos sido testigos de la mano de Dios en esta crisis reciente. Nuestra fe
ha sido encendida por los milagros que hemos visto en nuestra familia. El tío de mi
esposa y sus compañeros de trabajo contrajeron el coronavirus. Sin embargo, aunque
los compañeros de trabajo del tío estaban muriendo, él pasó por la enfermedad sin
experimentar ningún síntoma.
Además, mi tío de sesenta y un años contrajo el coronavirus y estuvo un mes en el
hospital, entubado durante dieciséis días. Sufría insuficiencia renal, insuficiencia
hepática, insuficiencia cardíaca e insuficiencia pulmonar. Los médicos le informaron a
su hijo que solo tenía un 10 por ciento de probabilidades de vivir. Le dijeron que no
había nada que hacer, que su padre moriría en dos semanas. Mi familia creó un grupo
de internet para comunicarse con los hermanos de mi tío y averiguar cómo iban a lidiar
con esta situación. Esperaban lo peor. De hecho, algunos de los miembros de mi familia
estaban orando para que se hiciera la voluntad de Dios al aceptar la posibilidad de su
muerte. Sin embargo, les dije: “¡No! Vamos a creer que Cristo lo va a revivir y que él va
a servir a Dios”. Milagrosamente, mi tío se recuperó. De los seis pacientes que estaban
con él, solo dos sobrevivieron, un joven y mi tío. ¡Fue un milagro! Pudimos ver el poder
de Dios manifestado, un antes y un después visible, para Su gloria. Ahora, puedo
testificar que mi familia está viviendo un gran avivamiento y que Dios usó este proceso
para mostrarnos Su amor.
El siguiente es el testimonio de una mujer que, en medio del sacudimiento mundial,
entregó su vida a Dios y ahora vive en lo sobrenatural, de milagro en milagro. Mientras
otros se desesperan tratando de encontrar una salida a problemas imposibles, ella se
vuelve a Dios y ve que sucede lo imposible.
Mi nombre es Edenia y soy originaria de Cuba. Me convertí al Señor en 2014. Fui
víctima de violencia doméstica, tenía una niña de 4 años y no tenía recursos. Cuando
emigré a los Estados Unidos, llegué llena de miedos. Mis padres no eran malas
personas, pero durante mi infancia se divorciaron y su separación marcó mi corazón
con resentimiento. Luego de ir a mi primer retiro en el Ministerio El Rey Jesús, el Señor
comenzó a remover la falta de perdón, el resentimiento y el miedo. Entonces todo
comenzó a encajar. Lo que más me impactó fue sentirme limpia por primera vez. El
Señor perdonó todo mi pasado.
Había estado asistiendo al Ministerio El Rey Jesús no más de un año, cuando tuve una
experiencia que me impactó aún más. Un día en la iglesia, estaba muy impresionada
por la atmósfera espiritual; tuve un encuentro con el Señor en el que me atreví a creer
en Su provisión e hice un pacto con Él con respecto al dinero que me quedaba en mi
cuenta de banco —solo diez dólares— para comprar una casa; y Dios fue fiel. Le pedí al
Señor por una casa de dos pisos, tres cuartos, dos baños y medio. Quería ser una líder
de Casa de Paz,16 así que quería una casa de esquina, espaciosa, con un baño
16. Una Casa de Paz se refiere al hogar de un miembro del Ministerio Internacional El
Rey Jesús o de sus iglesias asociadas que recibe a vecinos, parientes y amigos con el
propósito de compartir el evangelio del reino, enseñar la Palabra de Dios e impartir Su
poder. La misma unción, poder sobrenatural y la presencia de Dios que se encuentran
en la iglesia principal del Ministerio El Rey Jesús se manifiestan allí en el primer piso.
Había incluido tantos detalles en mi petición de oración que mi familia pensó que
estaba pidiendo demasiado. Pero en agosto de 2015 recibí exactamente la casa que había
pedido. Ahora me atrevo a creerle a Dios por cualquier cosa.
Ese mismo año comencé a pedirle a Dios en nombre de mi media hermana, su esposo y
su hijo que se pudieran reunir conmigo en los Estados Unidos. La gente me dijo que
sería imposible que fueran aprobados por inmigración; pero yo le creí a Dios. Cuando
fui a CAP 2015, hice un pacto y creí que antes del Día de la Madre de 2016 mi hermana
y su familia estarían en los Estados Unidos. Por lo regular el proceso lleva de dos a
cinco años; sin embargo, llegaron al país el domingo antes del Día de la Madre de 2016,
tal como yo lo había declarado. Ese mismo año, perdí mi trabajo; pero no mi fe. De
nuevo, hice un pacto con Dios y le dije: “Señor, no quiero un trabajo pequeño. Quiero
un trabajo real en mi profesión, con beneficios”. Y el Señor fue bueno, porque ese
mismo año comencé a trabajar para el gobierno, con pago de vacaciones, un plan de
jubilación y seguro médico. ¡Ya me han promocionado cinco veces!
En 2017 me diagnosticaron un quiste de unos cuatro centímetros cerca del ovario
izquierdo. Incluso podía sentirlo por fuera. Cuando el médico quiso programar la
cirugía, le dije que no, que creía en un Dios sobrenatural, y que ningún bisturí iba a
tocar mi cuerpo. En una reunión de la iglesia, un profeta oró por las mujeres con quistes
y declaró sanidad. En ese momento, sentí que el quiste se había ido. Después de tres
semanas, fui al médico porque me dijo que no podía posponer más la cirugía. Cuando
le dije que ya no tenía el quiste, sonrió con incredulidad. Hizo dos ultrasonidos porque
no encontró el quiste en el primero. Al final me dijo: “Es verdad, ya no está. ¿No ha
tenido dolor? ¿No ha sentido nada?” Yo le respondí: “No, solo he sentido la gloria de
Dios en mi vida y sé que Él me sanó”.
En CAP 2018 me atreví a creerle al Señor por mis deudas; le dije que quería entrar al
2019 libre de deudas. Entonces, hice un pacto y creí. Tuve un hermoso encuentro con el
Señor y mi fe creció. Hice un pacto para refinanciar mi casa y pagar mis deudas. En
2019 comencé el proceso; hoy puedo testificar que refinancié toda la deuda y la casa.
Recibí una llamada del banco para ofrecerme un tipo de interés prácticamente insólito,
incluso para personas con buen crédito. Dejé de pagar más de 40,000 dólares en
intereses. ¡Mi deuda fue pagada por completo!

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