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1917
1
VOCES CHILENAS
DE LOS
EN EL
A LA
ACADEMIA CHILENA
J. T MEDINA
SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA UNIVERSITARIA
Bandera 130
1917
2
Capítulos (no listados originalmente)
Prólogo · A · B · C · Ch · D · E · F · G · H ·
J · L · Ll · M · N · Ñ · O · P · Q · R · S · T ·
V · Z
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DOS PALABRAS A MODO DE PRÓLOGO
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aborígenes americanos, y cuando no lograron saberlos, hubieron
de limitarse a describirlos por sus cualidades características,
relacionando, en cuanto les fué posible, sus analogías o
diferencias con las que les eran familiares.
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gran cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, que en una fecha tan
cercana al descubrimiento como el año de 1535, publicó una
obra especialmente destinada a tratar en sumario de la natural
historia de las Indias, que en la parte que a los chilenos puede
interesar recordó también la piña, el guayabo, el guayacán, que
el Diccionario acogió bajo el nombre de guayaco; la tonina, la
tuna y la jaiba (que aun no aparece en el léxico oficial); y luego
después, cuando escribió su Historia General, describió el ají,
el alcatraz, la barata (aun no consignada, a no ser por la
designación de «cucaracha de Indias», bajo la voz fótula); la
batata, el pájaro carpintero. que se decía pito en España, pero
que no aparece bajo tal nombre en el Diccionario; el cardón, que
se da como sinónimo de cardencha, o sea de la carda que
llamamos, tomando la parte por el todo; la guayaba, la llama, el
maguey, el maní, la nigua, la papa (cambiada sin fundamento
alguno y con prescindencia de su etimología indígena, en patata);
el sagú, el tabaco, la tuna, el vagre (escrito ahora con b e
incorporado por fin en la última edición del léxico) y de la yuca.
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Agustín de Zarate menciona el alcatraz y es el primero que habla
del cóndor, que hoy aparece al cabo en el léxico con el acento
que le corresponde.
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de la piña (que nadie, sea dicho de paso, llama en estas partes
con el nombre brasileño de ananás): la tuna y el tunal, la
viscacha, la vicuña y el zapallo, que aun no logra la suerte de
otras voces de hallar el sitio que tan justamente le corresponde
en el habla castellana. De dos frutas de Chile habla también el
curioso jesuíta: la frutilla y los coquillos, nuestros coquitos: y
con él se cierra el número de los escritores que de cosas
americanas trataron hasta finalizar el siglo XVI. El XVII puede
decirse que pasó, si exceptuamos la obra del cronista Antonio de
Herrera, escrita muy a sus principios y que contiene la noticia de
algunas plantas americanas, y por lo que a Chile toca, la muy
curiosa que da de la teca de los araucanos, único cereal que
hasta hoy haya desaparecido del globo terrestre; si exceptuamos
ese libro, digo, pasó sin que la literatura general aportase dato
alguno a la lexicografía americana, siendo necesario esperar
hasta los últimos años del XVIII para ver aparecer el
Diccionario geográfico de la América de don Antonio de
Alcedo, en el que muy de propósito se insertó al final una
nomenclatura de voces indígenas de ella, con sus respectivas
definiciones, que en la parte que a Chile interesa, por tratarse de
las que aquí son conocidas, contiene las siguientes:
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maíz, maní, maqui, molle, murtilla, níspero, que como sinónimo
amecano de zapotillo nos da el léxico; pájaroniño, palta, papas,
papaya, pericote, picaflor, piña, pique o ñigua, pita, piuquén,
puma, quinchamalí, tril (que escribe trillis), tutuma, viravira,
vizcacha, zapallo (con y) zancudo, zapote.
Tenemos, pues, así, que por primera vez salen a plaza las voces
chilenas diuca, madi, maitén, maqui, piuquén, quinchamalí y
tril: que de las otras de tal procedencia contenidas en esa
enumeración ya veremos que lo estaban de antes.
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Mendoza, luego ocurre a los puntos de la pluma el nombre de
don Alonso de Ercilla, que estuvo en Chile cerca de tres años y
que aquí escribió gran parte de su Araucana, según de todos es
sabido, en la cual es de creer que se hallaran algunas noticias de
los objetos naturales de esta tierra. ¡Desilusión profunda! Ya
Humboldt achacaba al poeta su falta de observación de la
naturaleza del país en que se desarrollaron las hazañas de los
héroes de su epopeya, reproche que repetía después don Miguel
Colmeiro, llegando a decir que, en materias de botánica, aun le
superaba don Diepo de Santisteban Osorio, el pedestre
continuador de su Araucana, y en verdad que les sobra razón
para ello. Esa obra, salvo unas cuantas voces americanas, como
son, apó, bejuco, cacique, canoa, chaquira, escaupil, inca,
llanto, mangle, palla, vicuña, en todo lo demás bien manifiesta
que, en ese orden, bien pudo ser escrita por alguien que no
hubiese salido de Madrid. Así, de animales, habla del león, del
tigre, de la onza, del pardo, de los venados; en términos poéticos,
de la golondrina y del ruiseñor (Progne y Filomena); en igual
forma, de «la mustia Clicie» (el girasol o nuestra maravilla); de
plantas, apenas si de la frutilla de la murta y de las ovas
marinas; y en cuanto a Mores, de las que se daban en España:
Pero, chilena, ni una sola! Sin duda que en esto le hizo ventaja
nuestro Pedro de Oña, que comprendió cuánto ganaría su relato
con insertar en él vocablos que propendiesen a darle el
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conveniente sabor local, según tuvo cuidado de advertirlo en su
prólogo al lector, al prevenir que en sus versos iban «mezclados
algunos términos indios, no por cometer barbarismo, sino
porque, siendo tan propria dellos la materia, me pareció
congruencia que en esto también le correspondiese la forma»;
cuidando, además, de aclararlos en notas que puso a ellos al final
de su obra. Y así fué cómo y por qué habló en ella de apó,
callana, cóndor, chaquira, chicha, huincha, llanto, macana,
muday, pérper, pillán, ulpo y yole, y, dentro del orden de voces
de que tratamos, de la cortadora, del madi, del molle y del
pacay, nombre que da a un árbol de que se hacía el mejor
carbón, que perdura en el Perú y en algún lugar geografico y que
hoy ya no se conoce en Chile, en cuanto yo sepa.
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colocada en el léxico,—el pengu (peumo), el maqui, el molle, el
huigán (huingán), la murtilla, el quelu (queule) y la frutilla; el
luche y el cochayuyo; de las aves, la lloica (loica), el peucu i
(peuco) y el qulten (queltehue); de los mariscos, los choros, los
locos y los picos; y de los animales, el cuy, el guanaco y el
quirquincho.
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excepción hecha de cuando, al hablar de la ciudad de Valdivia,
dice que «es abundosa de todos los mantenimientos que siembran
los indios para su sustentación, así como maíz, papas, quinua,
madi, ají y frísoles»; y cuando enumera el cori, (corecore),
lanco, cuilén (culén), la lepichoa (pichoa) y otras tres plantas
que llama quedanque, chopeichope y megue, que no se sabe hoy
en día cuales sean; y de «unas matas de una vara de altura, de tal
calidad, que cayendo en ellas el rocío, a ciertos tiempos del año
se sazona de manera, que se vuelve en sal menuda», fenómeno
sobre el cual Gómez de Vidaurre había de llamar también la
atención más tarde.
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obras hasta nuestros días. No así la del sacerdote francés Luis
Feuillée, a quien le fué dado visitar las regiones vecinas a
Concepción en un viaje de estudio realizado en 1710, cuando con
el cambio de política seguido por España con el acceso al trono
de Felipe V estos remotos países se abrieron al comercio de la
Francia. Publicó Feuillée su Relation du voyage, etc., en París,
en 1714, dando en ella a conocer al mundo sabio algunas plantas
chilenas con descripciones científicas y laminas grabadas en
cobre, cuales fueron, aunque con graves yerros en los nombres,
como no pudo menos de ser para un oído extranjero: (cullé)
culén, clincín, chanco-laguén (cachanlagua), illen, itíu, ligtu
(liuto), llanpanke (pangue), nillgue (ñilhue), pichua (pichoa),
pillabileum, quellgón, tupa, y alguna otra.
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en gran folio, con el título de Flora Peruviana et Chilensis, en
los que, junto con descripciones acabadas, se puede disfrutar de
la vista de las especies en láminas admirablemente grabadas y de
tamaño casi siempre del natural. Como es obra escasa ni
adquirible aun a mucho costo, no esta de mas que apunte aquí los
nombres indígenas de plantas chilenas que en ella se consignan,
algunas de las cuales ya no se conocen con los que en aquel
tiempo llevaban.
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Guillipatagua (Villaresia mucronata); esto es, el árbol del
huillín». Ictriho o itíu (Loranthus verticillatus); illen,
(Anthericum caeruleum); illmu (Conanthera bifolia); lintu, ligtu,
según Feuillée; lúcumo (Achras lucuma) «et fructus lúcumas
appellantur». Lun o liun o sietecamisas (Stereoxylon revolutum),
«quia cortex in laminulas septem, tenues dipescituir»; maitén;
ñipa; quila, vulgo zarzaparrilla (Herreria stellata).
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su amor sin limites al trabajo y su bondad nunca desmentida,
siempre tan claro como conciso en sus descripciones, que he de
seguirlas con preferencia a todas.
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Manuel Antonio Román, cuyo tomo IV. que comprende hasta la
letra Q, acaba de publicarse.
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Presentado así éste que llamaría banquete chileno de trescientos
y tantos platos, la Academia elegirá entre ellos los que guste,
que, me imagino, sera en su mayor parte, puesto que están
llamados a enriquecer nuestra lengua de lo que da buen indicio la
tendencia ya claramente manifestada en su última edición del
léxico, incorporando en ella voces chilenas que en las anteriores
no figuraban, y si ya tienen lugar en él, como no puede menos de
ser, tantas americanas, y entre ellas, las chilenas que en este
momento recuerdo, como son, frutilla, frutillar, murtilla, mote,
palqui, patagua, etc., ¿por qué dudar de que en una edición
venidera no se dé cabida a tantas otras no menos acreedoras a
ese título?
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VOCES CHILENAS
QUE PUDIERAN INCLUIRSE EN EL DICCIONARIO DE LA
LENGUA.
A
Achira. f. (Canna indica).
20
hablado de ella Ortúzar, Cañas y Lenz. Traela Zerolo.
Alcatraz, m.
Algarrobilla, f.
21
brevifolium). «Las algarrobillas son los únicos [frutos] que se
usan en las curtidurías. Los arbustos que producen estas
legumbres o vainas, se hallan en las provincias de Atacama y
Coquimbo, huyendo la costa. Su cantidad últimamente ha
disminuído, porque los troncos se usan de leña y las vainas se
agarran en proporción tan desmesurada (hasta en estado verde),
que la reproducción de la planta se dificulta cada año más.»
Reiche.
Habita las costas desde las de Santiago hasta las del Perú.
22
Azulejo, m. (Carcharias glaucus).
23
B
Lenz, n. 1439.
24
mantiene así en el aire, son sumamente rápidos y se asemejan a
un baile.» Reed.
25
Boldo m. (Boldoa fragans).
26
Bollén, m. (Kagenekia oblonga).
Lenz. n. 1459, que escribe esta voz con v. Puesto que no hay
certidumbre de su etimología araucana y todos los escritores
emplean la b, conservamos esta letra. Así también Román, quien
dice: «Aboguen los naturalistas porque sea admitida en el
Diccionario».
27
Boqui. m. (Lardizabala biternata).
Su etimología es araucana.
Véase CÓGUIL.
28
C
Caballo del Diablo, m. (Bacunculus phyllopus.)
29
Cabinza. f. (Mendosoma coerulescens y Fernandeziana.)
30
Rosales escribe cachalagua; Molina y Córdoba y Figueroa,
cachanlaguén; Olivares, canchalagua.
31
«El cague es una especie de oca que habita los mares de Chiloé,
y cuya particularidad consiste en la absoluta diferencia de color
que se nota entre el macho y la hembra, porque aquél está vestido
de blanquísimas plumas, y tiene pico y pies amarillos, y ésta es
totalmente negra, y sus pies y pico son pardos.» Molina.
Véase PIUQUÉN.
El doctor Lenz escribe cagüil, pero advierte que «no está seguro
si no es más bien cáhuil.» Tal es, en efecto, la forma verdadera,
y con ella registra Asta-Buruaga en su Diccionario la aldea y
laguna así llamadas.
Román, I, 512.
32
Cala. f. (Cala aethiopica).
Calabazo, m.
Véase ZAPALLO.
Callampa, f.
33
Caminante, m. (Certhilauda cunicularia).
34
garganta amarillentos; la barba es blanquizca; una leve ceja
amarillenta se extiende desde los respiraderos nasales hasta la
nuca; pico y pies de un bruno obscuro. Longitud total: 8
pulgadas.» Gay.
35
Vidaurre. Hoy sólo se conoce con el nombre de canelo.
Capi, m.
Cardón, m. Cardonal, m.
Véase CHAGÜAL.
36
Es el mas hermoso de los gansos silvestres de Chile. El macho
tiene la cabeza y la parte superior del cuello de color ceniciento;
la región inferior del pescuezo, el pecho y las plumas de la cola,
bermejas; las patas negras y anaranjadas. La hembra, que es un
poco más pequeña que el macho, tiene fajas negras en el pecho,
en el dorso, las espaldas y la parte inferior del cuello.
Véase PIUQUÉN.
37
«La catita de Chile, que se extiende hasta Magallanes...»
Phillippi. Es una especie de papagayo pequeño.
38
Lenz, n. 158. que cree, con razón, que la etimología de esta voz
debe ser araucana.
Caucha, m.
39
algunos naturalistas pretenden que es otro pez parecido a éste.»
Cineraria, f.
40
Ciruelillo. m.
Clarín, m.
Lenz, n. 173.
«De estos troncos nacen unas vainas muy largas, de más de tres y
cuatro varas, y algunas anchas de cuatro, seis y ocho dedos: éstas
llaman cochayuyo, y son de dos suertes y especies...» Ovalle.
«...éstos andaban vestidos de unas mantas largas, con los
41
cabellos largos, y los que no los tenian, los traían postizos de
cochayuyo...» Pineda y Bascuñan. p. 361.
42
«La más útil de todas estas especies es el cogul... Luego que
llega a la copa, se pasa al árbol más inmediato, o baja
perpendicularmente, volviendo a subir y a bajar tantas veces,
enredándose consigo mismo y con los demás voquis, que forma
una especie de confusión de cuerdas pendientes muy parecidas a
los aparejos de un bajel... Su fruto es una baya de una pulgada de
grueso y de seis o siete dedos de largo, dentro de la cual se
contiene una pulpa blanquecina, mantecosa y de sabor
agradable.» Molina.
Véase BOQUI.
43
tiene en la espalda unas cuatro protuberancias que parecen otros
tantos ojos, por lo cual lo llaman también sapo de cuatro ojos.»
Román.
44
Coipo. m. (Myopotamus coipu).
45
Lenz, n. 194. Román dice: «Gramínea muy abundante en Chile,
de hojas duras y punzantes, y usada para techo de casas en los
campos. Su nombre debe tener cabida en el Diccionario.»
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al insecto de que se trata por tener una franja única amarilla en el
extremo del abdomen, todo de color negro. Posiblemente sería
designado así por las tropas peruanas que llegaron a poblar a
Valdivia a mediados del siglo XVII.
Colihue. m. (Chusquea).
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Colilarga, f. (Synallaxis aegythaloides).
Por mi parte, añadiré que entra dentro del género que en España
llaman paro, a que pertenecen los que allí se designan con los
nombres de alionín, herrerillo y pájaro moscón; pero el nuestro
es diverso de todos ellos: «de color gris bermejo por cima, su
capucha bermeja, estriada de negro, con una especie de collar de
estrías detrás de la nuca; alas de un bruno obscuro; cola negra,
muy recortada; la garganta blanca; los carrillos y los costados
del cuello, variados de manchas blancas y brunas; el pecho y su
medio de color gris; los pies negros. Longitud total, 8 pulgadas.»
Gay.
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«El colliguay, arbusto común en nuestras provincias centrales,
cuya leña da un olor agradable al quemarse.» Philippi. «El
coliguay es una mata de una vara de alto y su raíz, partida, echa
una leche tan venenosa, que los indios de esta tierra enherbolan
con ella sus flechas.» Rosales. «Y el tronco del colliguay echado
en el fuego, exhala un olor agradable a rosa, que no lastima la
cabeza.» Molina. «Lo mimo hace la madera del colliguay, pero
su fragancia luego se disipa.» Olivares.
49
Planta de origen peruano, de muy frecuente cultivo en Chile,
sobre todo entre la gente del pueblo.
Lenz, n. 225.
Coquito, m.
50
en Chile; son algo menores que nueces, pero más redondos.»
Tomo I, p. 250, ed. de Madrid, 1790, 8.°
51
alteraciones más o ménos variadas, aparece en otros escritores.
Es hierba usada en la medicina casera y muy abundante en todo
Chile, con flores pedunculadas dos a dos, muy pequeñas, que se
acercan al color de rosa; cáliz velludo, con sépalos terminales
espinudos; pétalos enteros, obtusos; carpelos peludos, y con
hojas radicales redondeadas, divididas en siete lóbulos. Florece
durante gran parte del verano.
Coronta, f.
52
Corontillo. m. (Escallonia illinita).
Cortadora, f.
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Quién el desierto albergue trastornando
En término más breve que de un hora
Cargado vuelve y crespo de totora
Do están las camaradas aguardando;
Quién con la verde juncia minorando;
Quién con la paja seca cortadora;
Quién por allá cubierto de carrizo.
Más erizado asoma que un erizo.
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Corvinilla. f. (Corvina trispinosa).
55
Se da este nombre a un ave zancuda, de pico largo, recto, muy
aplanado horizontalmente y ensanchado en forma de cuchara en
el extremo. Pertenece a la familia de los plataleidos, y es de
color generalmente rosado, con la cabeza, el cuello y el pecho
blancos. Aunque se halla esparcida por las dos Américas, sólo
de cuando en cuando suele encontrarse algún ejemplar en Chile.
Cuculí, m.
56
paloma es tan bello y tan rotundo, los golpes de su pecho tan
acompasados, que es muy solicitada para la jaula, donde se cría
perfectamente, no obstante lo arisco y soberbio de su carácter.»
Arona. «Y en esta cita, concluye Román, tiene la Academia los
datos suficientes para la aceptación de este vocablo.»
57
Lenz, n. 263, que cita también, entre los modernos, a Vicuña
Mackenna, a Barros Arana, a Bello, que usó de esa voz en verso,
y a Amunátegui. Al través del Diccionario, pp. 235 y siguientes.
Concluye Román: «No hay más remedio que incluir en el
Diccionario su verdadero nombre araucano (culén), que es el
que le damos en Chile...» Y otro tanto opina respecto a culenar.
58
Román cree que corresponde en todo a la oruga castellana, si
bien agrega que «será difícil desterrar de Chile el popular
nombre de cuncuna, que es usado por toda clase de personas,
mientras que el de oruga solo es conocido de las personas muy
instruídas.» Pero añadiremos más: la oruga es cualquiera larva
en forma de gusano, al paso que la cuncuna es la que esta
cubierta de pelos, a modo de ortigas, como ya lo advirtió Febrés.
Es, por tanto, una clase especial, aquella que hace daño al
tocarla.
Curagua, f.
Bien que para esta operación [de tostar el maíz] prefieren otra
especie que llaman curagua, que aunque mucho menor en todas
sus partes, se hincha de tal modo en el baño de arena, que
adquiere un volumen mucho mayor que los otros, y da una harina
mas ligera y mas blanca...» Molina.
59
Según Lenz, n. 285, la etimología araucana de curagua (que
escribe curahua) vendría de cura, piedra, y de hua, maíz, es
decir, maíz (duro como) piedra.»
Lenz, (n. 295) cree que la voz procede del araucano y que será
onomatopéyica.
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Zerolo. En Chile, Carvallo, Rodríguez, Gay, Philippi, Lenz y
Román, de quien son las palabras que siguen: «En toda la
América del Sur es conocido con el nombre quichua cui, que ya
debe escribirse a la castellana, cuy, e incluirse en el
Diccionario, porque no es propio que en España sigan diciendo,
como en tiempo de la conquista, conejillo (o cochinillo de
Indias...). El plural castellano, como se ve, no puede ser otro que
cuyes; el femenino, que entre la gente educada es invariable,
porque el nombre es epiceno, tiende entre el pueblo a la forma
cuya...»
61
Ch
Chacay, m. (Discaria trinervis).
Lenz, n. 306.
62
Chamico', m (Datura stramonium).
Lenz, n. 336.
Champa. f.
Chanchito. m. (Oniscus).
63
escriben respectivamente, chanchu y chancu como términos
castellanos usados en Chile a mediados del siglo XVIII.
«Los habitantes del país conocen las lúcumas silvestres bajo los
nombres de bellota, queule y chañar...».
64
Lenz, n. 348.
Lenz, n. 370.
Lenz, n. 376, y Sup. II, donde observa con razón que «el
sustantivo chépica se usa generalmente como colectivo, y raía
vez en plural.»
65
Chequén. m. (Eugenia chequen).
Lenz, n. 378.
66
prefiere a los bosques, los parajes cubiertos de matorrales, y
casi no hay ninguno como él que viva tan cerca del hombre, hasta
penetrar confiadamente en las casas. Es insectívoro y uno de los
principales bienhechores de la agricultura, porque destruye
prodigiosas cantidades de insectos, arañas y otros animalillos
nocivos.
Chilca, f. (Baccharis).
67
introducido su nombre en Chile en tiempo de la conquista
incásica.
Lenz, n. 390.
Lenz (n. 391) cree que ha debido existir una voz semejante en
araucano, y en efecto, en el Diccionario de Hernández está en la
forma chillco, tomada de Febrés, quien la anota como «hierba
fresca medicinal y sirve [a los indios] para teñir sus mantas.»
«Es muy común en la mayor parte de Chile el thilco o chilco de
los campesinos.» Philippi. Y aquella primera forma sería la
netamente indígena.
68
flores más hermosas de nuestra flora de costa, lo cual hizo que
algunos la llamaran jazmín del Papa, como puede verse en Gay.»
Lenz (n. 406) cree que debe de ser voz araucana, aunque no se
halle en los diccionarios, por cuanto existe entre nosotros el
lugar llamado Chincolco: agua del chincol. «La hembra se llama
chincola.» Román.
69
«... el chinchimén o chungungo, gato de mar...» Philippi. «El
chinchimén es un animalejo que tendrá 20 pulgadas de largo,
midiéndolo desde la punta del hocico hasta el origen de la cola.
Diéronle los españoles el nombre de gato marino.» Molina.
70
terminación, por más que alguien haya escrito chinga, por la
hembra del chingue.
Chinita. f. (Coccinella).
Chirguatera. f.
71
Sinónimo de molinera. Véase esta voz.
Choclo, m.
72
tiene en su favor más respetables autoridades.»
Choco. ca.
73
Cholgua. f. (Mytilus chilensis).
Lenz, n. 442, que cita también bajo el número 195 la voz colhue,
asimismo de un molusco de concha blanquecina, en araucano
collhue, que Febrés traduce «unos choros de cáscara blanca.» Y
bajo la voz chollhua «cáscara de choros blancos.» Román acepta
también a colhue; pero, en verdad, basta comparar las dos
definiciones de Febrés para caer en cuenta, al menos tal me
parece, que ambas voces significan una misma cosa, y en el
hecho eso es lo que ocurre. Aplicando lo dicho a cholgua,
concluiremos con Román: «Como el molusco existe y sólo se
conoce con este nombre en todo Chile, es tiempo ya de admitirlo
en el Diccionario.»
74
Lenz, n. 447 y Román, quienes notan que la etimología de esta
voz proviene del quichua chunta. Regístranla también Tobar, en
el Ecuador y Arona, en el Perú. Alcedo la describió, advirtiendo
que esta palma abunda en todos los bosques de América, y los
botánicos españoles Ruiz y Pavón la incorporaron, asimismo, en
su Flora. Hay, pues, sobradas razones, apunta Román, para que
esta voz figure en el Diccionario, por lo menos como
americanismo.
75
historiadores antiguos y por los naturalistas, tiene ya pleno
derecho a figurar en el Diccionario.» Román.
Choro maico: llámase así a los muy pequeños que se hallan fuera
del agua asentados en las peñas, y que, por tal causa, no llegan a
desarrollarse. De ahí su significado araucano de «imperfecto».
76
por los campesinos en Llanquihue como pájaro de bue« o mal
agüero. Es ave peculiar a Chile.
Lenz, n. 462.
Chuchoca, f.
77
le dan una ligera cochura, y entonces le llaman chuchoca...»
Molina.
Es voz que tanto puede proceder del quichua, como del aimará, y
aun del araucano, pues Febrés dice: chuchoca o cunarquén.
Regístrala Zerolo y se halla empleada en muchos autores y
lexicógrafos americanos, que cita Lenz bajo su número 463. Y.
pues, como advierte Román, «aunque el pueblo pronuncia aquí, a
veces, chichoca y en el Ecuador chuchuca, en el Perú y la
Argentina, chuchoca, «en esta forma debe entrar en el
Diccionario.»
78
planta se chupan.
Lenz, n. 484.
79
D
80
Hojas opuestas, pecioladas, ovaladas, acuminadas, a veces algo
carnosas, obtusas por la base o subcordiformes, muy agudas en la
punta, enteras, glabras o apenas pestañosas en sus contornos, de
una a cuatro pulgadas de largo, sin incluir el pecíolo, que mide
seis a doce líneas. Flores cortamente pedunculadas, reunidas de
tres a seis en fascículos terminales. Perigonio tubuloso-
campanulado, de como una pulgada de largo, purpúreo, amarillo
o blanco sin olor.» Flor de esta planta, añade Román.
81
así como también dichillo.
Dihueñe. m.
«El roble, dice Rosales, es árbol alto, copado, que lleva una
fruta que llaman diguen, de el tamaño de un puño, sin hueso
ninguno, toda ella esponjada y los poros llenos de un licor dulce
como almíbar, con que la fruta parece un buñuelo natural; su
color es entre blanco y amarillo.» «Sobre sus ramas tiernas [las
del roble] se forman ciertas excrecencias, que llaman dihueñes,
blanco-rojas, al principio todas lisas, y después forman hojas
amarillas cuasi redondas, en cuyo estado es común encontrar
dentro un gusano. Estos dihueñes llegan a tener más de una
pulgada de diámetro, son dulces y delicados... y los comen con
delicia los campesinos. Tienen tantos en una rama que cuasi
forman un racimo.» Gómez de Vidaurre.
82
«La diuca canta con grande armonía al primer albor del día...»
Córdoba y Figueroa. «...la diuca, su canto es delicioso,
especialmente al amanecer, viviendo alrededor de las casas, al
modo que los gorriones, cuyas propiedades tiene.» Molina. «La
diuca, ave de color celeste, poco mayor que un jilguero, cauta al
comenzar el día...» Olivares. Hallase asimismo en Alcedo, y don
Andrés Bello la incorporó al lenguaje poético en su Oda al 18 de
Septiembre.
83
de la costa desde Coquimbo hasta Valdivia, y cuyos frutos son
comestibles, aunque un tanto purgantes; tienen gusto a grosellas.
84
E
85
F
Véase VIUDITA.
86
heráldica.» Román: Flor de esta planta.
87
fresón. Y siendo esto así, habrá que cambiar también la
definición de frutillar que es sitio donde se crían las frutillas y
no las fresas. Ejemplo del uso de frutillar: «...porque de la
suerte que entre nosotros se benefician las viñas, de la propia y
aun con más cuidado labran ellos sus frutillares, porque hacen
pasa mucha cantidad de ella para sus bebidas.» Núñez de Pineda,
Cautiverio feliz, p. 495.
88
G
Gallinaciega. f. (Caprimulgus bifasciatus).
Gallina trintre.
89
«Me refiero a las gallinas rizadas o trintres... no me cabe duda
de que hay en ese tipo sangre propia del continente americano...»
Castelló, Curso de Avicultura, p. 130.
Gallineta, f.
90
etimología observa, que, aunque falta tal voz en los diccionarios
araucanos, pudiera relacionarse con algún verbo de esa lengua.
Román cree que se trata de un nombre onomatopéyico, como
parece lo natural cuando se ha oído el graznido del guairabo.
Guanaco. ca.
Guarén, m.
91
cuando se le observa, para despistar atraviesa sumergido grandes
espacios de agua.
92
árbol llamado guayacán en los términos de la ciudad de
Santiago, cuya madera es fortísima y dura para obras de dura,
curiosas y perpetuas, y es eficaz remedio para el humor gálico
bebiendo el agua cocida de sus astillas.» Rosales. Citan también
al guayacán Córdoba y Figueroa y Olivares, Alcedo, etc. El
anotador de Fernández de Oviedo advierte que «la Academia de
la Lengua lo describe con el nombre de guayaco, que recibió en
España durante el siglo XVI, al aplicarse a la medicina.» Pero
bien se deja entender que por lo menos se trata de dos diversas
especies.
Guillave, m.
93
así denominaron el fruto del quisco por cierta semejanza que
reviste con la guayaba; por mi parte, me inclino a pensar que
proceda del araucano gùyun, estrujar como ordeñando por la
manera como hay que comer el fruto de que se trata.
94
H
95
Higuerilla, f. (Xanthium italicum).
Huala. f. (Podiceps).
96
Hualputa. f. (Medicago).
97
«Árbol que puede alcanzar a 50 metros de altura, de hojas
caedizas, aovadas oblongas, oblicuas, doblemente aserradas, de
dos y medio a cuatro centímetros de largo; invólucro poco
erizado. Su madera es muy pesada, dura, preciosa para
construcciones.» Philippi.
Suele escribirse guañil. Así Román, que aboga porque esta voz
sea admitida en el léxico. Véase WANILKELEN en el Diccionario
del P. Augusta.
98
cuernos ahorquillados, que se halla desde el Perú hasta
Magallanes en los lugares abiertos de la alta cordillera.»
Philippi. «Hay también corsos pequeños o venados, que los
chilenos llaman pudú, y otros animales semejantes a los ciervos
que en la lengua de los indios se llama guamul.» Rosales. La
descripción que de este ciervo da Molina es del todo imaginaria
y conforme a ella se dibujó en el escudo nacional de Chile.
También es errada la que trae Zerolo bajo la voz guemul.
99
forma de collar debajo de los ojos. Prefiere para vivir los
lugares pantanosos. Es de doble tamaño que el vari. Véase esta
voz.
Lenz, n. 629.
Huilte. m.
100
estando un poco al fuego, se monda como un tronco de lechuga, o
como el de alcachofa, aunque tiene muy diferente sabor.» El uso
más constante exige hoy huilte, voz evidentemente, araucana,
aunque no consignada en los léxicos de esa lengua.
Huille. m. (Leucoryne).
101
conocemos, uno es el que los indios llaman huillín..., que los
españoles llaman nutria.» Rosales.
Lenz, n. 643, que enumera los autores que traen la voz en sus
diferentes variantes ortográficas. «... Como la especie chilena no
es en todo igual a la nutria, conviene incluir el vocablo en el
castellano.» Román.
102
garras.»
103
color atabacado, graciosamente variado de manchas negras
redondas, las cuales se extienden hasta la cola.» Gómez de
Vidaurre. Y en la misma forma guiña, Molina (que también
escribe güiña), Carvallo, Gay y Philippi, como se ha visto.
Huina, dice Román, que opina porque tal voz es corrupción del
castellano fuina; Lenz, a la inversa, la supone procedente del
araucano, relacionándola con huyñán, que significa tenderse de
largo a largo; etimología que no acepta el P. Augusta.
Huira, f.
Observa Román que esta voz nada tiene que ver con el árbol
güira, que trae el léxico, y en cuanto a su etimología, que bien
pudiera tener su origen en vira, «tira de tela, badana o vaqueta.»
Rodríguez y Lenz piensan que viene del verbo araucano huyrun,
desollar, mondar; y esto es lo que tengo por más probable.
Huiro. m.
104
Las ramas largas del cochayuyo, a modo de lazos o cordeles,
algunas hasta de varios metros de largo, y menos generalmente
las de otras algas marinas de las fucáceas.
105
J
Jaiba, f.
«... Los cangrejos marinos son notables entre los mariscos por su
delicado sabor, las jaibas...» Molina. Es un crustáceo semejante
al que en España llaman cámbaro y cabrajo.
106
la mayor parte de la América del Sur, especialmente en las
vecindades de las costas.
107
L
Lahue. m. (Roterbe bulbosa).
108
Lenz, n. 692, quien añade que se llama también «yerba de los
perros», porque los perros enfermos la comen mucho.» Sup. II.
Román, que copia la siguiente descripción de Philippi: «Especie
perenne, cespitosa, cuya paja alcanza a 60 centímetros de alto; la
panoja es grande, floja; las espiguillas, muy comprimidas, de 16
a 26 milímetros de largo, con cuatro o seis flores; la palea
inferior tiene 10 a 13 milímetros de largo, y su arista, 8 a 10.»
Su etimología es araucana.
Lenz, n. 698.
109
Lenz, n. 700; Román, que considera simplemente incorrecta tal
voz.
Lengua, f.
Llamase así en Chile a cada uno de los ovarios (cinco) del erizo
de mar; comida exquisita y muy rica en fósforo.
Liguano, na.
110
Lenz, n. 1604, que establece la etimología araucana de ligua:
«maíz blanco».
Véase YECO.
111
el de las centrales, dice Phillippi, «tiene las hojas más
acuminadas en su base, mas pálidas en la cara inferior, el
perigonio blanco y sedoso.» Su madera es excelente para
muebles, y la corteza se usa para curtir las pieles. «Así, pedimos,
dice Román, que se admita este vocablo con las dos acepciones
de árbol chileno (ya descrito y clasificado), y corteza de este
árbol.»
Lenz, n. 719.
112
advirtiendo que en Chile se le da el de lithy.
Lenz, n. 720.
«Esta planta, que los indios llaman liuto... la raíz produce cierta
pulpa o tubérculo que, cocido, es de muy buen alimento.»
Molina. Liutu escriben Córdoba y Figueroa y algún otro autor
moderno; y así también Zerolo al hablar de la voz chuño.
113
Lenz, n. 721.
114
gris más claro, y el de su pecho, un rojo pálido y desleído. »
Molina. Ovalle escribió la voz de manera algo diversa: «los
pájaros que llaman los indios lloicas son muy célebres entre
ellos.» En tal forma, alternando con loica, aunque ambas escritas
con y, se encuentra en el Calepino araucano de Febrés. Desde la
octava edición del Diccionario de la Real Academia apareció
lloica, forma que está errada. Véase Amunátegui, Al través, etc.
En la décimacuarta, al mencionar esa voz, la da como sinónima
de pardillo, al cual con efecto se parece, pero son dos especies
diversas bien estudiadas. «Debe, pues, la Academia, concluye
Román, enderezar el entuerto, escribiendo loica como
provincialismo de Chile, dándole su etimología araucana y
describiendo el pájaro como distinto del pardillo, pechirojo o
pechicolorado.»
Lenz, n. 725.
Lora. f.
115
Lúcuma f.
116
El Inca Garcilaso nos habló ya de su fruta, «que los indios
llaman rucma, dice, y los españoles lucma...»
Lenz, n. 731.
«En las rocas del mar chileno crece bajo del agua una yerba que
llaman luche, cuyas hojas son bislungas, lisas y de un verde muy
oscuro. Los nacionales del país comían dicha yerba frita, o con
la carne, y gustándola los españoles, se ha extendido entre ellos
su uso, de tal suerte, que no sólo se interna en el Reino sino que
se lleva al Perú, y en todas partes se recibe con aprecio...
Forman de ella unos grandes panes, y duran mucho tiempo sin
corromperse ni descomponerse.» Gómez de Yidaurre.
Lenz, n. 732, que en apoyo del empleo de esta voz por autores
117
modernos, cita el siguiente pasaje de la Historia de Santiago de
Vicuña Mackenna: «Albas ninfas, las unas como las espumas del
mar, morenas y encantadoras; Venus, nacidas del luche, las
otras.»
118
Lenz. n. 736. «Es voz que debe entrar en el Diccionario sin duda
alguna... » Román.
119
Ll
Llaca. f. (Didelphus elegans).
Llaullau. m.
120
Cítanla todos los botánicos chilenos, a contar desde Feuillée.
Lleivún. m. (Cyperus).
121
«El lleuque... los frutos están dispuestos en pequeños racimos, y
parecidos en forma y tamaño a pequeñas guindas y tienen una
carne comestible.» Philippi.
Lluellucha. f.
122
M
123
grandes, verdes, y de forma mas oblonga; las aletas son
uniformemente morenas; pero la dorsal y la caudal tienen un viso
dorado, sobre todo la primera. Longitud total: llega a un pie.»
Gay.
124
bollos en medio de porotos, linaza tostada y otras legumbres
gustosas de que ellos usan por regalo, dos docenas de rosquetes
de huevos y otras dos de panes de maíz, que llaman umintas y
nosotros tamales...» Pag. 288. «El madi es una planta de cuya
semilla se saca un aceite bueno para comer.» Molina. Tal voz
araucaua ha sido empleada también en poesía por Pedro de Oña
(Arauco domado, cauto XIII):
Sacáronle piñones, avellanas,
Frutilla seca, madi enharinados,
125
árbol de copa muy hermosa, la hoja de un verde desmayado, que
nunca se le cae...; es tenido por el sen.» Olivares. Descríbelo
también Alcedo, y don Andrés Bello lo ha celebrado en poesía:
Su etimología es araucana.
126
de las Ranunculáceas, que forman la sección de las
phychrophila, caracterizada por estar dotada de pedúnculos
radicales unifloros y hojas con apéndices, que viven en las
vecindades del Estrecho de Magallanes y en las partes elevadas
de la Cordillera de los Andes; «su raíz, dice Philippi, se
considera como un remedio excelente contra los dolores de
estómago y la neumatosis.»
127
aunque desagradable; con cabezuelas solitarias en el extremo de
las ramas, pedunculadas; de color blanquecino amarillento.
Maleza sumamente abundante en todo Chile y de procedencia
europea.
Reiche, p. 24.
128
son vihuelas, arpas...» Rosales. «El mañiu (que tal es su
ortografía correcta,) crece desde el Nuble para el sur.» Philippi.
129
fruto propiamente es el que llaman los indios maqui, voz que ya
en tiempo de Febrés se consideraba incorporada al castellano.
Matapiojo. m. (Libellula).
Mate. m.
130
Marinero, m. (Rhyephenes).
131
sur los indios llaman a este árbol traftrafon.
Melón, m.
Melonhue. m.
132
Viene del araucano múlon, caracoles del mar, y hue, lugar: sitio
en que abundan los caracoles, pasando así del todo a la parte.
Román y Cavada.
Michay. m. (Berberis).
133
ciertamente que se trata de especie diversa, tanto, que en Chile
tenemos más de veinte, y pues que con tal nombre es conocida
entre nosotros, consérvese el vocablo por lo menos como
chilenismo.
Mitahue. m.
134
ambas fruticosas y que se emplean para combatir la gonorrea.
Varían los autores en cuanto a la grafía de esta voz; unos quieren
que se diga mitriu, otros mitique; mas cercana a su probable
derivación araucana, parece la que empleamos, que es también la
que Román dice haber oído.
Mollaca. f.
Del quichua molle y akca, chicha, a causa que de este fruto del
quilo se hace una de las clases del licor así llamado. Es voz que
se usa en las provincias del norte de Chile, aquellas que las
primeras y más profundamente sufrieron la influencia incásica.
Mollar, adj.
135
Molle. m. (Schinus latifolius).
«Otra bebida hacen del que llaman huigán y los españoles molle,
que es del color y figura de pimienta...» Ovalle. «El molle es un
árbol que se cría con mucha lozanía en estas provincias; es de
moderada estatura y esparce mucho las ramas, vestidas de
menudas y prolongadas hojas, como el lentisco, y nunca las
pierde...» Rosales. «El peumo es fruta gustosa, el maque, el
molle... aplican para sus bebidas los indios...» Córdoba y
Figueroa. «En lo restante del reino se encuentran... el molle...»
Molina.
Este árbol es diverso del que procede del Perú (Schinus molle)
llamado vulgarmente en Chile pimiento, que han descrito y
celebrado Cieza de León y Alcedo, entre otros. El originario de
Chile lo recuerda Pedro de Oña en su Arauco domado (canto
XIII):
Y en copas de madera no medianas
Les dan licor de molle regalado...
Lenz, n. 902. Román, que trae una larga cita del Inca Garcilaso
136
sobre el árbol peruano de este nombre, pide que el Diccionario
incluya la voz con las acepciones correspondientes a las dos
especies.
Monroy. m.
Mote. m.
137
Muermo, m. (Eucryphia cordifolia).
Mulita, f. (Hydrometra).
138
elemento... Mulitas los llaman en Colchagua, y en realidad que
justifican su nombre, porque por los grandes grupos que forman y
el color café obscuro de su cuerpo, son cual las recuas que el
arriero conduce por los caminos al sonoro toque del cencerro.»
Medina, Los insectos enemigos en Chile, apud Sud- América, p.
719.
Multiflor. f.
139
en las provincias respectivas...» Reiehe.
140
N
Nalca. f.
Procede esta voz del araucano, que Febrés traduce: «lo que se
come del pangue.»
Naranja capuchina, f.
141
Trae la voz Román.
Lenz, n. 927.
142
nombre de notul: pero Philippi y Murillo con el de notru; Lenz,
n. 936, con el de notro, y así también Román. Preferimos la
forma más usada y que corresponde de cerca a su etimología
araucana notu o nothu.
143
N
Ñilhue, m.
144
La Jacobaea Leucantemi de Molina, de la cual dice: «El Padre
Feuillé, cuya memoria sera siempre grata a los chilenos, describe
difusamente un gran número de plantas medicinales del reino de
Chile, y entre las muchas que representa con la mayor exactitud
en bellísimas láminas, se encuentran elegantemente descritas la
pichoa... y el ñilhue, del cual usan mucho para purificar la
sangre.» Lenz prefiere la forma nilhue, que en todo caso,
cualesquiera que sean las variantes ortográficas de tal nombre, la
más corriente es la que emplea la ñ, mas ajustada a la etimología
araucana, que sin duda le corresponde. Así también Pérez
Rosales: «El ñilhue, que sube a la altura de un hombre a caballo,
ostenta un tallo tierno y jugoso, de dos pulgadas de diámetro...»
145
Ñire, m. (Fagus pumilio).
Tanto este autor como Gay, escriben ñirre, pero la forma correcta
es la que da Lastarria, ñire, que es con la que todos le conocen
en el sur, como observa Román.
146
Román y Lenz.
Ñuño. m. (Sisyrinchium).
147
O
Olivillo. m. (Kageneckia angustifolia).
Oreganal, m.
148
rojizas; hojas pequeñas, lineares-oblongas u obovaladas, obtusas
y angostadas hacia la base en peciolo, enteras, borde encorvado,
glabras y coriáceas; cáliz tubuloso de sépalos tubulados, corola
un tercio mayor que el cáliz, peluda y roja.
Oveja, f.
149
P
Paguacha, f.
Paico. m.
150
mas próxima a su derivación araucana, que es netamente tal,
aunque no se halla en los vocabularios indígenas.
151
mediano, y pùd, cosa espesa y también desparramada.»
Palqui. m.
152
Pangue, m. (Gunnera chilensis).
153
canto XIX:
154
Pañil, m. (Buddeleya globosa).
Papa. f.
155
que buscar su nombre en el latín.»
156
de un gris ligeramente apizarrado.
157
que exista la forma tripoca, y añade respecto de la etimología de
esta voz: «Si tripoco es la primitiva, se podría analizar según
Febrés: thùpun, pegar, aporrear, azotar, + co, agua; sería «pato
azota-agua.»
158
Pejezorra. m. (Carcharias vulpes).
«De las provincias del Sur, merece un lugar en los jardines por
sus hermosas flores doradas, y que tiene madera dura y
preciosa.» Philippi.
159
«El pilo es una planta leguminosa, de que hay dos especies, que
viven a orillas de las aguas, de hojas menudas y ramas muy
flexibles, con flores amarillas; y el de las lomas, de pequeño
tallo y sin uso.» Rossel, Guía de Concepción.
160
metafóricamente.
Perdiz cordillerana, m.
Pericote, m.
161
«Rata grande. Asi lo definió Marty Caballero como
americanismo, y así se usa por lo menos en Chile, en la
Argentina y en el Perú. Convendría, pues, incluirlo en el
Diccionario. Román.
162
Una especie de las llamadas perdicitas en Chile, que habita las
partes altas de la Cordillera de los Andes. El género a que
pertenece se caracteriza por tener «las alas puntiagudas, los
tarsos bastante delgados, y escutelados, es decir, que la
membrana que lo cubre por delante parece formar escudo en su
parte delantera,» y representa en Chile a las codornices de
Europa. Philippi.
163
ingredientes.» Ovalle. Y así en esta forma peugu por regla
general en los primeros cronistas, que tomaron la voz del
araucano pegu, convertida hoy invariablemente en peumo, desde
Molina acá: «el peumo comprende cuatro especies distintas.»
Advertiré, con todo, que en Núñez de Pineda, quizás por mala
lectura del manuscrito, salió con la variante pengu, que tengo por
yerro de la imprenta. Vale la pena de leer el párrafo que dedica a
este árbol: «Desmontamos de los rocines y a unos árboles
vistosos los atamos, que cerca de la puerta hermoseaban el sitio
y su contorno, por ser de calidad que todo el año conservan
verde y vistosísima la hoja, demás de ser crecidos y copados; y
cuando están con su fruta colorada, es a la vista apacible y
deleitable; a éstos llaman pengus, que su sombra también es
copiosísima y saludable de verano, y las hojas, batidas y
oprimidas, despiden de sí un fragante olor y muy suave, y puestas
en la cabeza, mitigan el dolor de ella causado del calor y de la
fuerza que el sol tiene de verano. Y la corteza y fruta son
medicinales para achaques del vientre y del estómago.» Pág. 85.
164
Lenz y Román.
«Es más común decir pico solamente, y así debe entrar esta voz
en el Diccionario.» Román.
165
Román, quien advierte que en la nueva edición de la Historia del
Paraguay, de Charlevoix, se llama a este arbusto «yerba de
orina o meona.»
166
Pertenece a la familia de las Euforbiáceas; «la raíz es perenne,
gruesa y echa muchos tallos, largos, de cinco o seis pulgadas,
poblados de hojas alternas, sésiles, ovaladas oblongas y
acuñadas; se terminan en umbelas trífidas, con radios dicótomos;
las cápsulas son lisas; hay una variedad lampiña y otra vellosa.
La pichoa se cría casi en todo Chile, y desde el mar a la
cordillera.» Philippi.
167
Lenz, n. 1073, y Román.
168
Molusco parecido a la taca, aunque de mayor tamaño, así
llamado en Chiloé. «Esta especie, dice Gay, la más grande del
género, es notable por su espesor, su forma orbicular, y, sobre
todo, la coloración rosada de la charnela al interior. La concha
es de un blanco amarillento.»
Traen esta voz Lenz, Cavada y Román. «El nombre tiene forma
de araucano, observa este último, pero no aparece en los
diccionarios.»
«El pilme, negro, con los muslos rojos, causa a veces muchísimo
daño en las huertas.» Philippi. «Se encuentra un escarabajo
negro, de ocho líneas de largo, llamado pilmo, el cual arruina las
plantas leguminosas.» Molina. Forma esta última del todo
abandonada; en araucano es pùlmi.
Pilpil. m.
169
Pilpilén. m. (Haematopus palliatus).
Lenz, n. 1088.
Pilvén. m. (Trichomycterus).
170
«Tenemos una especie en Chile muy parecida a la cigüeña blanca
de Europa, que se conoce en el país con el nombre de pillo.»
Philippi. «El pillu es una especie de ibis, de color blanco,
variado de negro, que habita en los ríos y en las lagunas. Este
pájaro es notable entre todos los acuáticos por la altura
desproporcionada de sus patas, que tienen dos pies y ocho
pulgadas de largo, comprendidos los muslos; y así dan los indios
el sobrenombre de pillu a aquellas personas que tienen de un
largo desproporcionado esta parte del cuerpo.» Molina.
171
hojas opuestas, a veces parecidas a escamas.»
Lenz. n. 1097.
172
pequeñas, y cùhuy, gusanito largo y delgado.
173
Pircún, m. (Anisomeria drastica).
Pirhuín. m. (Hirudo).
174
Apenas se necesita advertir que la voz es netamente araucana.
175
Pitoitoy. m. (Totanus melanoleucus).
Lenz, n. 1129.
176
Los polvos de pitra son de muy frecuente uso en la agricultura
como insecticidas y constituyen un ramo de comercio de alguna
importancia. La pitra corresponde, en ese orden, al pelitre
español.
177
Figueroa y Alcedo.
178
los arbustos pequeños. Su nombre le viene del color de su
plumaje.
179
despojos de sus enemigos vencidos uno a uno, suspende su
enrejado castillo entre las ramas de los árboles. Ahí, por un
vuelo demasiado rápido, va a caer entre las redes un pololo...»
Medina, opúsculo citado.
180
amarillo, expresa Febrés.
Poroto, m.
181
Ave zancuda, de la familia de los Escolopácidos, de formas
delgadas y largas, con el pico fino, prolongado y algo
redondeado en la extremidad. Por encima esta matizado de negro,
leonado y bruno; en el pecho tiene manchas de este último color,
y sobre la frente cuatro fajas longitudinales, también brunas. Del
grito que da, ha procedido su nombre.
Es voz onomatopéyica.
Poto. m.
182
llaman pudú...»
Lenz, n. 1168.
Puya, f.
183
Aconcagua al Norte, cardón, en las del centro, y puya, en las del
Sur.»
184
Q
Quelenquelén. m.
185
en cuanto ve algún extraño a la casa, de día o de noche, denuncia
en el acto su presencia.
«En el sur de Chile hay un pato muy grande, con alas pequeñas
que no sirven para el vuelo, el quetru.» Philippi. «El quethu
(con aquella pronunciación) es del mismo género y casi de la
propia magnitud y figura del pingüino, del cual se distingue en
tener las aletas absolutamente sin pelo, sus pies están divididos
en cuatro dedos palmeados, y tiene vestido el cuerpo de una
especie de pluma espesa, larga y de color ceniciento, y tan
ensortijada y suave, que parece lana.» Molina.
186
gustosa; el hueso es sólido y liso, del tamaño de una avellana; la
madera es incorruptible, de que se hacen obras de
ensambladura..» Rosales.
«Los habitantes del país conocen las lúcumas silvestres bajo los
nombres de bellota, queule y chañar. El queule, que crece más de
cien pies en alto, echa las hojas ovales, de seis o siete pulgadas
de largo y de un color verde brillante; sus frutas son redondas, de
un hermoso color amarillo...» Molina.
187
Pertenece a la familia de las Gramíneas. «La quila de Valdivia, y
sobre todo, la valdiviensis, es muy ramosa y trepa en los árboles
basta la altura de 30 y 40 pies; hace el monte impenetrable; del
colihue de la Araucanía (chusquea coleu) los araucanos y
pehuenches hacen sus lanzas.» Philippi.
Véase COLIHUE.
188
suborden de las Anapocíneas); tallos cubiertos de un vello medio
blanquizco, hojas cortamente pecioladas auvadas, de un verde
subido, lustroso por encima; flores blancas, bonitas, axilares, en
número de una a cuatro. Su raíz es medicinal. Común en las
provincias del Sur.» Philippi. «El quilmay, entre las plantas
trepadoras o enredaderas se distingue por sus hermosas flores,
de las que hay gran variedad; sus hojas son grandes y lustrosas,
muy parecidas en su forma a las de la camelia.» Rossel, citado
por Román, quien añade: «El nombre tiene forma araucana, pero
no aparece en los diccionarios.»
189
dulce.» Los indígenas pronuncian kèlo y kèlon.
Quiltro, tra. m. y f.
190
alcanza aún sentido figurado. Los antiguos cronistas americanos
afirman que los quiltros eran mudos y que se podía golpearlos
hasta la muerte sin que diesen un ladrido; los que se conservan
entre los araucanos y patagones semejan una raposa pequeña.
Lenz, n. 1227. «Por el mucho uso que tiene la voz quiltro, dice
Román, pedimos que sea admitida como chilenismo.»
Opina este último autor que tal voz viene del catalán quisso y
quitro: Lenz, que es araucana.
191
ventaja al jabón.» Philippi.
192
Havestadt la cita con el nombre de killoikilloi y así también los
naturalistas, pero en el común decir sólo quilloy, «y en esta
forma, dice Román, puede entrar en el Diccionario.»
193
«Como el quinchamalí constituye un género nuevo, he tenido por
conveniente darle su nombre chileno.» Molina.
194
Planta anual, de la familia de las Quenopodiáceas, de tallos
estriados de verde y blanco, con las hojas aovado-romboidales o
lanceoladas, desigualmente sinuado-dentadas; inflorescencias
formadas de flores muy pequeñas sésiles: perigonio de cinco
hojuelas verdes; cinco estambres; fruto, una nuez membranosa.
195
Hállase consignada esta voz en Zerolo.
196
Las especies aromáticas forman aluna el género ambrina; a éstas
pertenecen nuestros paicos.» Philippi. «Otra yerba hay poco más
alta que el madi, a que llaman quínua, cuya semilla, asimismo
tostada, se hace blanquísima y muy semejante a grajea o anís
confitado, que también es comida muy apacible.» González de
Nájera.
197
Garcilaso.
Estar como un quique: frase fig., que vale hallarse por extremo
encolerizado. «Este animal es naturalmente feroz, y tan
excesivamente colérico, que ha dado motivo para que los
naturales apliquen el epíteto de quiqui a todas aquellas personas
que con poco motivo se dejan arrebatar de la cólera...» Molina.
Quirinca. f.
198
La vaina dura que contiene las semillas del espino chileno
(vachelia cavenia) es lo que en Chile se llama quirinca.
Lenz, n. 1248.
199
sus colas se aprovechan para yesqueros, acepción de esta última
voz que asimismo falta.
200
«Del quichua quichca. (Mossi, Torres Rubio). Quisca y quisco
deben admitirse como chilenismos...» Román.
201
R
Lenz, n. 1252.
202
dentado; el color de su espalda es un gris cargado y obscuro, que
se aclara en toda la parte del vientre; y las guías de las alas y las
plumas de un lado y otro de la cola tienen las puntas negras.»
Molina.
Lenz, n. 1258.
Lenz, n. 1263.
203
«Los picos-de-tijeras, tienen el pico perfectamente aplanado, por
los lados muy delgado, y la mandíbula superior mucho más corta
que la inferior... Esta ave singular no es muy rara en Chile, donde
se llama rayador...» Philippi. Tal nombre le viene de que al
volar sobre las aguas del mar con suma rapidez, parece que en
efecto fuera rayando la superficie.
204
de cuatro en cuatro por todo el tronco como los de la cruzada;
sus flores son blancas y monopétalas, divididas en cuatro partes,
y sus semillas están encerradas en dos granos rojos y ovales
situados en el centro de la flor, como las tienen las <le la rubia
europea. Su raíz, que es roja, se profundiza bastante en la tierra y
arroja en la circunferencia de dos pies una infinidad de fibras.»
Molina.
Lenz, n. 1267.
Retamilla, f.
Véase ñanculahuén.
205
S
Saltaperico, m. (Elater).
206
Tabolango, m. (Paradoxomorpha crassa).
«La taca es una concha del género de las chamas, casi redonda,
de cuatro pulgadas de diámetro, estriada longitudinalmente y
manchada de blanco, de violado y de amarillo. La superficie
interna es de un hermoso color de aurora y el animalejo que allí
207
se alberga tiene un excelente sabor.» Molina.
208
Véase HUALA.
209
cuales hacía su habitación el mastodonte descrito por Philippi
con el nombre de M. Medinae.
«Tayu o palo santo, árbol grande de las provincias del sur, con
flores poco aparentes y dos espinas a la base de cada hoja; su
corteza se considera como muy vulneraria.» Philippi.
210
espiguilla con dos o tres flores fértiles. Usase para el tejido de
sombreros. Procede de Europa.
Teca. f.
211
voz de uno solo...» Molina.
Lenz, n. 1329.
«El teniu, árbol muy grande de las provincias del sur.» Philippi.
Descrito por Gay. Botánica, III, p. 45, donde se advierte que se
llama también tinel, palo santo, y maden.
212
y recto en la base; y por su plumaje opaco; por sus alas
prolongadas, que casi cubren enteramente la cola. Como en toda
las aves de aquella familia, la hembra es un tercio grande que el
macho (35 centímetros) y su plumaje mas oscuro. Es omnívoro, y,
por consiguiente, tan perjudicial como útil.
Lenz, n. 1345.
213
Lenz, n. 1373.
214
Su etimología es araucana y probablemente onomatopéyica,
Febrés escribe: «thili o chili, el tordito con manchas amarillas
en las alas; de este nombre opinan algunos llamaron Chile a este
reino los españoles.»
215
las alas cortas, la cola un tanto larga y siempre levantada, y las
patas con tarsos muy fuertes y gruesos. Es de plumaje pardo
rojizo y de un aspecto de los más extraños. El célebre Darwin,
que en 1884 observó en Chile la turca, dice que cuando se le ve
por primera vez, uno se imagina que se trata de algún ejemplar
horriblemente mal disecado, que se ha escapado de un museo y
vuelto a la vida. Se oculta al menor ruido, y por lo regular no se
nota su presencia sino cuando deja oir su grito, que dice
claramente «turca». Vuela y corre poco y no hace más que saltar.
Lenz, n. 1411.
216
V
217
52) la enumera entre las aves conocidas en España, al decir:
«Hay muchas de rapiña y volatería, gavilanes, halcones, neblíes,
sacres, azores, xirifaltes y gran suma de garzas y vandurrias...»
González de Nájera trae la siguiente variante en la grafía de esta
voz: «Hay unos pájaros grandes, poco menores que gansos, de
pico largo y encorvado, a que llaman mandurrias...»
Alcedo escribe con v y dice: «Ave del reino de Chile que Perú
llaman canclón,» y en el lugar respectivo canelón, donde
expresa que esa ave «es semejante a la vandurria...»
218
batro, pero debe preferirse la forma que apunto, porque en
araucano suena vathu.
219
Vinchuca, f. (Reduvius infestans).
220
intermitentes, en los resfriados y constipados.. Ama los lugares
montuosos y áridos, pues donde se le ve vegetar mejor es en los
montes pelados y en las barrancas peinadas...» Gómez de
Vidaurre. Citas que podría aumentar con varias otras.
Lenz, n. 1454.
221
donde habría provenido el nombre del río Biobío, celebre en los
anales de la guerra indígena, recordado por Ercilla en cuatro
pasajes de su Araucana.
222
Z
Zancudo, m.
Zapallo, m.
223
también, según el Diccionario, con el nombre de bototo, queda
como americano.
Derivado: zapallar.
224
FIN
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3. ↑ https://www.gnu.org/copyleft/fdl.html
4. ↑
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