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C A R A S r^

;CVAIJ D E LOS übs?

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^A ¥ ANTiPERSONALISTA

*-> f L> A ¿. C O P L A
por fi me tkUr\ ^- P o r i¡, Hlp(51tfo. m e & b r k s o .
I c o n fi'
1^ Ka voz ^•
tito no hA«a.s cafso; (Cité. MarcpK), fto h^gatcaar);
eii tuipro o s a tif. & (tuien*iiitloro ua a li).
¡Estómago Sucio!
¡UN PELIGRO!
¡Materias Descompuestas Dentro del Estómago!
i A veccf;, sin saber porqué, nos sentimos de repente muy incómodos e indispues-
tos, con Decaimiento y gran Abatimiento General, con Malestar en todo el cuerpo,
con Torpeza y Pereza para hacer cualquier Esfuerzo, y aun con Dolores y Pesadez
en el Estómago, en la Cabeza y en el Vientre, en fin, sin gana ni ánimo alguno de
trabajar!
¡ Siemprf que estas Perturbaciones aparezcan así de repente, la persona puede
estar segura de que su ;2stómago e Intestinos están muy Sucios y Llenos de Mate-
rias Descompuestas y en este mismo día debe comenzar a usar V e n t r e - L i v r e para evi-
tar que aparezca cualquier Complicación Peligrosa y Enfermedad Interna o Externa!

¡Comer Mucho! ¡Beber Demasiado!


Cuando hubiere cometido alguna imprudencia o extravagancia, comido dema-
siado o bebido mucho Vino, mucha Cerveza, Licores o cualquier otra Bebida Alco-
hólica, para no contraer alguna Indigestión u otro Desarreglo del Estómago, del
Hígado, del Bazo e Intestinos, conviene mucho tomar por la noche, cuando vaya a
dormir. Dos o Tres Cucharaditas (de las de te) de V e n t r e - L i v r e en Medio
Vaso de Agua!
¡Haga siempre así y evitará muchas Enfermedades!

^ C n i r e - L i l V r C ^g ^j mejor Remedio para el Tratamiento del Estreñi-


miento, Indigestión, la Mucha Sed y la Gana Excesiva de Beber Agua. Sequedad
ce Vientre, Estómago Sucio, Vómitos, Eructos, Empacho, Dolores, Cólicos, Pesadez,
Calor y Ardor del Estómago, Sabor Amargo en la Boca, la Falta de Apetito, Dolores
del Vientre, A Inflamación de las Hemorroides, los Dolores, Cólicos y Pesadez del
Hígado, el Estreñimiento causado por las Enfermedades del Útero, el Estreñimiento
Durante el embarazo y luego Después del Parto, el Estreñimiento Durante los Viajes!

' " n t i C ' l ^ l V l C gg también el mejor remedio para los Niños en las
Indigestiones, Dolores de Vientre y otros Desarreglos Peligrosos del Estómago e
Intestinos!
¡Obra pronto! ¡Es muy Sabroso al Paladar!
* **
DE VENTA EN TODAS LAS FARMACIAS
* ««

i<i^ ¡Mucha Atención!


i V e n t r e - L i v r e no es p u r g a n t e !
Los Médicos saben que los Purgantes son violentos i r r i t a n t e s y e m p e o r a n
las Enfermedades, causando un gran daño a los Intestinos, Estómago e Hígado!
¡ V e n t r e - L i v r e «s un V i g o r i z a d o r - T ó n i c o , el Mejor Fortificador - T e r a -
p é u t i c o de las Carnadas Musculares de los Intestinos, Estómago e Hígado!
¡ E s por esta razón que V e n t r e - L i v r e hace siempre Mucho Bien a los Enfermos!
¡ Use V e n t r e - L i v r e durante el tiempo que explica el Librito que acompaña cada
frasco de este remedio, que los resultados serán positivos y certeros!
j N o Olvide N u n c a : V e n t r e - L i v r e « o «» p u r g a n t e !
* **
Depósito General: JDr. J . G E S T E I R A . 129. Maidcn Lañe, New York. U. S. A.
* **
( En la Argentina: A. Lourtau y Cía. Paraná 182. Buenos Aires.
Depositarios En el Uruguay: Juan Carrasco, Araucho la. Montevideo.
i En Chile: Droguería Daube y Cía. Santiago y Valparaíso.
\ NTONTO haberlo salvado
Jiménez del duro trance.
s:iltó del Tenia el sentir
'lx)te a la sincero y limpio
escalera del an- como el agua de
tiguo muelle de una fuente, y si
pasajeros con el jior su juven-
espíritu contur- t u d no había
bado. El lK>tero una arruga en
le alcanzó el pe-
queño y casi
NOVELA CORTA el cuerpo, por
su moral aldea-
vacio baúl que
trajera de su pue-
Y VOLCAR na tampoco la
tenía en el alma.
blo, en el que la madre No era tonto, jiero ig-
amorosa habla puesto, ade noraba la vida. Deletrea-
más del escaso ajuar, un es- ba malamente los poco co-
capulario, una estampa de la munes impresos que le llegaban
Virgen y u n libio de devociones. a las manos, y no habla aprendido
Cogió el baúl, se lo echó al hombro, más porque un día el cura de la aldea,
recorrió toda la extensión del muelle, y que le enseñaba a leer, le regañó a causa
cuando llegó a tierra íirme, frente a las ca- de haberle pillado subido a una higuera de
sillas del resguardo, en el Paseo de Julio, y su huerto de la que se atiborraba con los más
cnfilan'lo con la vista la calle de Cuyo, puso en el maduros y sabrosos frutos. No volvió desde en-
suelo su carga, se sentó sobre ella y hundió la cara tonces al patio de la casa del cura, donde éste
en las palmas de las manos, aywyando los codos daba sus lecciones a los niños del pueblo, y ésta
sobre las rodillas. Estaba entre jubiloso y triste. fué la causa por la cual apenas llegó al fatigoso
E n el fondo de los ojos tenía la imagen de la madre deletreo que poseía y que tampoco se había preo-
ausente; en el fondo del alma tenia puesta su es- cupado mucho en peifeccionar, en razón de que
peranza en la tierra de promisión a la cual acababa había estimado, junto con sus padres, que no .se
de llegar. Era una mezcla de lágrimas furtivas y necesitaba saber leer correctamente para ordeñar
de sonrisas leves, luminosas, como relámpagos de la vaca, sembrar habichuelas o cortar los racimo^
una dicha futura, que pasaban veloces como alon- de las parras cuando venia la época de la vendi-
dras por su espíritu joven mia. ¿Acaso habla nacido
y fuerte en el ansia de una él para cura o para maes-
conquista s( fiada allá, en tro de escuela o para al-
el viejo terruño, en su ado- Este trabajo en «I qut campea la calde de Vimianzo? ¿Te-
rada aldea de Vimianzo, bondad y el carácter que imprimía nia acaso su familia capi-
donde estaban sus mayores tal bastante para hacerlo
a todos sus escritos D. Pablo Delta
vegetando sobre el pedazo boticario, o ventero, o due-
Costa, es una de sus producciones ño de cualquier comercio
de tierra que cultivaban
con el escaso empeño que postumas, que "Caras y Caretas" para el cual se necesitaba
dicta la ley de la costum- exhuma en homenaje a su concep- saber leer y escribir cou
bre y el hábito de vivir. tuado, viejo y querida colaborador. cierta propiedad? No, ¡puesl
Tenía diei y siete afloa Ese era u n lujo que podían
y era robusto como u n gastar con .sus hijos las gen-
tes de algún viso, las que hubiesen conseguido acu-
roble. En la aldea le llamaban el gigante, en razón
mular algunos centenares de duros, favorecidas
de su desarrollo físico y de su recia musculatura.
por la buena fortuna. Pero sus padres vivían al
Desde chico habla dominado a pescozones a todos
día, njatando y salando el cerdo anual, comiendo
Jos muchachos del pueblo que tenían su edad, do
las berzas que con sus manos sembraban, poniendo
t.il manera que ninguno se atrevía a discutir ni a
en el h o m o el pan moreno que semanalmente ama-
pelear con él. Sin embargo, su fondo era bueno.
saban, gracias a los pocos duros que el p a d r e ga-
Cuando vela que algún grandullón per.segula a cual-
naba en la heredad de u n vecino adinerado qu*
quier rapazuclo endeble y canijo, Antonio tomaba
hacia vino recio para el consumo de los poblados
decididamente su defensa, ahuyentando con el po-
de los alreilcdiires.
' der de su puño al malandrin q u e se atrevía a mo-
'l«itar al indefenso, al qne acariciaba designes á» En .1 i i|ui- 11- .. uília •
se notó un día que Antonio, si no estaba demás en solo, en un mundo nuevo, sin experiencia, con re-
la casa, tampoco producía cuanto consumía, por- cursos limitadísimos, y vio ante sus ojos el fan-
que la tierra era chica y el producto escasf). Sus tasma de la miseria si no llegaba a conseguir tra-
padres vieron «on los ojos dol alma a la América bajo inmetliatamente. Sin embargo, durmió toda
lejana, misteriosa, como envuelta en una nube do- la noche de una sola pieza. La juventud puede
rada, llena de promesas, sirena que llamaba con más que las desazones. A la mafLana siguiente se
RUS cantos seductores a los jóvenes, a los robustos, levantó bien temprano, alegre, lleno de fe en sí
a los emprendedores, que los acogerla en sus senos mismo y dispuesto a trabajar en cualquier cosa
palpitantes de calor y de fortuna. Y una noche, a que fuese, con tal de ganar.se el sustento. El tío,
la luz humosa del viejo quinqué cargado de pe- a quien se le habían pasado los vapores del vino,
tróleo, se decidió que Antonio fuese a América a estuvo más humano.
enriquecerse, a cargarse de oro, que les servirla — Mira — le dijo: — t e llevaré al almacén de
más tarde de amparo a su vejez, que se iba acer- don Manuel, que necesita un chico para el despacho
cando lenta pero fatalmente, como se acerca la de bebidas; atenderás a los bebedores y lavarás
noche cuando va muriendo el d í a . . . las copas. Es trabajo fácil y pronto lo aprenderás.
Hubo necesidad de empeflar la tierra que poseían Por lo menos tendrás techo y comida, que, en
para poder comprar el pasaje de tercera del futuro cuanto a hacer la fortuna que has soñado, vendrá
millonario, amén de agregar las pocas pesetas que seguramente para tj cuando las ranas crien pelo.
se habían ahorrado con ingentes sacrificios durante Dicho y hecho: Antonio ingresó al almacén de
el último afio. Muchas eran las esperanzas pater- don Manuel sin sueldo y con mucho trabajo, do
nas y muchos eran los anhelos de Antonio. Está seis de la mañana a once de la noche, y parcamente
bueno que el tío Joaquín, que se había establecido alimentado. Al poco tiempo, como era trabajador,
en América desde hacía algunos años, no había fuerte, sufrido y callado, don Manuel le fijó el pri-
logrado ponerse rico, pero el tío Joaquín no era mer sueldo, que fué creciendo sistemáticamente
u n hombre serio, puesto que todo se lo gastaba, cada tres meses. El muchacho había resultado oro
o, más bien dicho, lo tiraba, en francachelas, hol- en polvo, y don Manuel no era tan avaro que no
gorios y amoríos fugaces. No le pasaría lo mismo .supiese recompeasar a quien t a n bien le servía.
a Antoflico, que era bueno, juicioso, amante de El hablar con los clientes de la trastienda le había
sus padres, y con tales condiciones del vastago pri- enseñado a conocer el país en los tres años que es-
mogénito contaban cuando se decidieron a empe- tuvo lavando copas y escanciando alcoholes. «Hay
llar la tierra y a desprenderse de los escasos duros que ir a trabajar al campo para hacer fortuna»,
que poseían, en aras de una dicha mejor en tiempo le decían los clientes más conversadores; «aquí no
no lejano. Cuando, entre lágrimas y estrechos abra- se llega nunca a nada». Y Antonio, que oía bien
zos, los padres lo dejaron en las lindes de Vimianzo, lo que le decían, ahorraba la totalidad de sus suel-
antes de darles la espalda en dirección al puerto dos, no salía nunca de paseo, no se peimitía espar-
de la Corufia, Antonio les dijo dulcemente: cimientos de ningún género. El único placer real-
— jPadrecitos míos, está lejos la América, pero mente sincero que experimentaba era cuando t o -
yo estaré siempre al lado de vosotros, porque sois maba un giro de veinte o cincuenta pesetas para
el alma de mi a l m a l . . . enviarlo al lar paterno, al terruño donde vio los
primeros cías.
Y u n t la, tres años después de su llegada al país,
pudo despedirse cariñosamente de don Manuel y
olvidarse del tío Joaquín, que no le habla servido
UANDO Antonio levantó la cabeza, des- para maldita la cosa, con el mismo modesto baúl que

C pués de su largo ensimismamiento, ha-


bla dejado de ser u n niño. Se .sintió u n
hombre en toda la plenitud de sus facul-
tades, capaz de acometer las empre.sas más ar-
duas, los trabajos más difíciles, los sacrificios
trajera de su casa, con algunos centenares de pesos
en el bolsillo, dueño de la experiencia adquirida
detrás del mostrador, con los oídos atiborrados de
coasejos y de prevenciones, pero con un deseo in-
contenible de hacer fortuna, tomó un tren del Sur
más dolorosos, con tal de poder no solamente y fué a parar a treinta leguas de la capital provi-
vivir, sino ser el amparo permanente de sus padres. sional de la república. Se iniciaba en aquella épo-
El país nuevo había encendido en su cerebro una ca, por los propietarios, el alambrado de los cam-
luz intensa y misteriosa, que jamás se apagarla, pos. Antonio se hizo alambrador. Tomó varios peo-
precisamente porque se había hecho el propósito, nes a su cargo, trabajó con ellos y mucho más que
en aquel breve instante de meditación, de triunfar ellos, porque era más fuerte, más activo y más am-
a toda costa. Cogió de nuevo su baúl, averiguó a bicioso. Zanjeaba y alambraba, garuando mucho
n n mozo de cordel dónde quedaba la calle en que dinero con su esfuerzo y el ajeno, que explotaba
vivía el tío Joaquín, y, así que obtuvo las sefias, acabadamente por el estímulo que sus inagotables
con paso ligero, alegre y confiado en su buena es- esfuerzos inspiraban a los demás.
trella, fué en busca del pariente. Lo halló en el A los veinticinco años ya era dueño de un al-
fondo de u n conventillo, con las barbas largas y macén en el que, además de vender mucho alcohol
canosas, la nariz enrojecida por el alcohol, casi des- y mucha yerba, acopiaba frutos del país, cuya pro-
dentado, con poco aseo en la cara y en el cuerpo, cedencia, no siempre absolutamente legitima, au-
trasudando del cutis grasicnto u n vaho de abandono, mentaba su caudal en forma desmesurada. Un dia
de crápula y de \-icio. La primera impresión de pensó en su ilustración escasa. En Vimianzo no
Antonio fué de disgusto. El tío, que no lo esperaba hacía maldita la falta tener buena caligrafía, co-
ni sabia que venía a América, lo recibió mala- noce) las cuatro reglas de la Aritmética, leer y en-
mente. Le dijo que el país era malo para trabajar, tender con propiedad lo que lela; pero aquí las co-
qne no haría nunca fortuna, que se volviera a Vi- sas cambiaban de aspecto. Habla que tener el de-
mianzo t a n pronto como pudiera, porque en los coro mental que la posición exigía, y por eso An-
campos argentinos los indios m a t a b a n a lanzadas tonio dedicaba todos sus momentoas libres a apren-
a los españoles. No le ofreció amparo alguno por- der todo lo que ignoraba. Y puso en ello un ahinco
que no tenía nada que darle, pero que aquella formidable. Comprador de tierras baratas, t u v o
iKJcbe podía dormir en sn cuartujo, siempre qne tratos con los escribano», con los rematadores, con
al día siguiente tratase de colocarse. La primera los abogados, para estudiar los títulos de Ins campos
impresión le resultó fuertemente ingrata. Estaba que adquiría, para darse cuenta de que no le en-
gafiaban. Y asi llegó, con su inteligencia natural, el amor, por la fortuna. Sólo le faltaba perpetuar su
con su clarividencia de los buenos negocios, con nombre, rad cario nativamente al suelo quo t a n
la inagotable buena fortuna que le perseguía con cariñosamente le habla acogido, dándilc una prole
una tenacidad incansable, a ser dueño de muchos digna de su esfuerzo. Mientras tanto sus campos
campos, chicos y grandes, en los que ponía vacas se valorizaban, sus haciemlas aumentaban, los ne-
y toros, pensando que la madre naturaleza, pródiga gocios, cada vez más favorables, afluían como en
en dones, habría de multiplicarlos espontáneamente bandadas trayendo montañas de oro y de billetes
aunque sin selección de sangre, desde que nadie al caudal ya crecido del animoso emigrante. Una
había pensado todavía en achicar las guampas vez, cuando ya habla llegado a multimillonario,
enormes de los cornúpetos primitivos. Alicia le murmuró al oído la feliz mieva de su
Mientras tanto, los giros a Vimianzo aumentaban próxima maternidad. Y, entre mimos, caricias y
en progresión geométrica, t a n t o en el valor como en zalamerías, agregó:
el número. Y eso era bueno para su espíritu de hijo Tendremos que c<lucar al nene en Buenos Aires...
amantlsimo... Un tierno abrazo de Antonio selló la promesa
afirmativa. Alicia, con su pedido satisfecho, rea-
lizaba la más grande de sus aspiraciones. Nunca
había querido ser una modesta lug.ircfla millonaria.
Desde niña había soñado brillar en los grandes sa-
N día, cuando ya tenia mucho dinero y lones, deslumhrar, dominar, y si casó con Antonio

U treinta y cinco años, se miró al espejo.


Se vio simpátito. Había perdido total-
mente la ludcza de sus primeíos afios.
Estaba bien vestido; era cas elegante. Pero su
fué no por amor, sino contando quo los millones
que ganaría su esposo la llevarían seguramente al
logro de sus escondidas ambiciones aristocráticas.
Habla otultado su vanidad y su orgullo como el
avaro esconde su tcs<5ro. Falsamente humilde, ha-
casa, donde no le faltaba nada, era fría. Tal vez
si pusiese al lado de su cabeza la cabeza de una bía logrado apoderarse del corazón y de la volun-
mujer y ambos se mirasen en el mismo espejo, t a d de su compañero de lecho. Y el bueno de An-
las paredes, las cortinas, el comedor, el escritorio, tonio vino a la capital, compró un pedazo de tie-
la alcoba, despedirían más calor. Le hablan hecho rra en el barrio más aristocrático, llamó al arqui-
socio del Club, que poco frecuentaba en razón de tecto más renombrado y mandó construir un ver-
sus muchas ocupaciones. Una vez que se realizaba dadero palacio para la dueña de su vida y su alma,
una fiesta de caridad, a la que concurrió por ex- para la madre de sus hijos, para los nietos de sus
cepción y en la que dio una fuerte suma de dinero padres ausentes y nunca olvidados.
en favor del hospital, supo que las chicas del pue- Tres años más tarde, cuando los mobli.stas, los
blo le habían puesto u n mote: le llamaban el «oso tapiceros, los decoradores se retiraron del palacio,
bonito», y quien le habla obsequiado con el apodo cuando fueron colocados los cuadros, los bronces,
era una ñifla interesante, de mirada picaresca y los mármoles; cuando la riquísima vajilla de plata
traviesa, que tenía u n mohín lleno de gracia en la adornó los muebles y los anaqueles del comedor;
comisura de los labios, que andaba con garbo, que cuando la biblioteca estuco bien cubierta de libros
se vestía elegantemente, que era hija de un hombre de grandes autores; cuando estuvo hecha la se-
rico, catalán y rudo, y que muchos eran los pre- lección de los cocheros, de los lacayos, de los coci-
tendientes a la mano de esa perla campesina de neros, pinches, mucamos, nodrizas, etc., los espo-
modales desenvueltos y distingxiidos. Recordó todo sos se instalaron en la mansión principesca con las
esto delante del espejo y le pareció que, si llegaba dos hijas que habían tenido: Noeml, de dos afios,
a atreverse, quizás no fuese rechazado. No estaba y Leonor, recién nacida.
enamorado, pero su figurita le interesaba. El oro abre todas las puertas. Alicia
KUa le h á b i l m rado dos o tres veces insis- quería penetrar en el gran mundo, en la
tentemente, y le había parecido que, como alta sociedad, y desde ese día pu.so todo su
Musetta, tenía «un far compiometente e empeño en ello. Si bien por su apellido era
lusinghier» La figurita se obsesionó en absolutamente resronocida, contaba para
sus ojos y peco a poco fué pe- conseguirlo con el renombre que
netrando más adentro, escondén- su esposo había alcanzado, no
dose recónditamente en los plie- sólo por su foituna, sino yior la
gues secretos de su ánimo de inteligencia que en los grandes ne-
liombre sincero. gocios había desarrollado. Le ins-
Cortejó con delicadeza, se in- tigó para que se hiciera socio de
sinuó levemente, y, después de los grandes centros, el Jockey
algunas esquiveces simuladas, ella, Club, el Circulo de Armas, el Club'
que habla desoído a t a n t o s pre- del Progreso; y en todos ellos, por
tendientes, dio audiencia al re- ser u n verdadero «pioimer», tuvo
clamo del futuro millonario, pro- fácil acogida. Formó parte de so-
metiéndose en su fuero interno ciedades comerciales, industriales
amarle con sinceridad en el caso de y bajicarias; se le nombró, por el
que se sometiese a sus más mín - número de acciones adquiridas,
mos caprichos. Así fué cómo, sois miembro de diversos directorios,
meses más tarde, se realizó en el y, de vinculación en vinculación,
pueblo la suntuosa boda de Antonio llegó a formarse un núcleo do ex-
Jiménez con Alicii Monteret. boda tensas amistades que alcanzaron
que hizo época por su deslumbra- a su esposa y a las esposas do los
dora esplendidez, por el mundo d potentados y de aquellos que
nvitados que as stió a ella, p • traían rancios abolengos de la his-
los regalos recibidos, por los pláce- toria patria, desde la conquista
mes y los augurios copiosos de que hasta la emancipación.
fueron objeto los felices desposa- Alicia habla realizado todos sus
dos. Antonio había colmado todas Kucñ( s de vanidad; la lugareña
sus aspiraciones: era u n triunfador envidie sj no lograba, sin embargo,
de la América, por el t r a b a j o , por is amigas
con el brillo de sus niiliones. Le faltaba algo, un y las exigencias de la madre por convertirlas en
blasón, una enseña, un escudo, que el paterno lio- futuras reinas de la sociedad. Todos los refinamien-
gar catalán no habla podido darle, como tampoco tos de la instrucción, todos los mejores maestros
lo tenia el ya famoso inmigrante de Vimianzo. atendieron su niñez y su adolescencia, y las mejores
modistas vistieron aquellos cucrj-os gentiles en la
pubertad y en la juventud. Había mucho dinero
poq en la casa y no se le escatimaba en la educación
feOeJ de aquellas dos criaturas que podían transformarse
en figuritas ideales, en sensibles y delicadas plantas

U
NA carta paterna y el deseo de realizar de invernáculo, en marfiles rosados de salón, en
un viaje de placer por Europa decidie- cristales sutiles y delicados que vibraran al menor
ron a Antonio a invitar a su esposa a soplo del aire. Noemí tenía ti alma del padre y
una jira de seis meses por las grandes Leonor era un vivo reflejo materno. En la primera
capitales del mundo civilizado. AMcia aceptó con una ola suave de vago romanticismo adornaba la
placer la invitación. Le serviría para conocer los dulzura de su carácter. E n la segunda un soplo
íntimos detalles de la vida aristocrática europea; leve de prepotencia, una inclinación casi epidér-
tratarla de apoderarse de los últimos adelantos mica de orgullo nativo traslucía la fibra recóndita
de la moda femenina; procuraría imbuirse en de la heredada .soberbia catalana. Antonio compa-
una distinción social que hasta ahora le resultaba raba a sus hijas, y mientras una «ran beatitud
u n poco escasa. Y todo ello para poder, a su re- llenaba su ser cuando ponUí su pensamiento en
greso, hablar de Parts, de Londres, de Roma, de Noemí, una sensación de tristeza, como aquella
Berlín, de Viena y hasta de Madrid, que para ella que tuvo a bordo del trasatlántico, de regreso a
era la ciudad capital más atrasada del mundo, ciu- su patria de adopción, llenaba su espíritu cuando
dad de «gallegos» insignificantes, donde las mujeres juzgaba a Leonor con toda la claridad de su in-
usaban todavía mantilla y claveles rojos en el ca- teligencia siempre despierta.
bello. La jira se hizo. Antonio llevó a Alicia a t o - Presentadas en los .salones de la aristocracia por-
das partes, a los paseos, a los balnearios, a los tea- tefla, fueron ambas acogidas con toda la deferencia
tros, a los museos — que la aburrieron bastante — que imponen los millones y la educación esmerada.
y, finalmente, ya de regreso del largo ambular, Sin embargo, Noemí, más retraída, más amante
fueron a parar a Vimianzo, al viejo solar paterno del arte y de la lectura, más soñadora, más idealis-
de Antonio, convertido en rica y amable vivienda ta, no se avenía mucho con el brillo deslumbrador
de los ancianos progenitores. Decir los agasajos de los salones. Le gustaba más la serena tranqui-
con que el «indiano» fué recibido por las gentes lidad de su casa, la quietud de la biblioteca, donde
humildes de la aldea y las lágrimas de gozo que pasaba largas horas nutriéndose espiritualmente
derramaron sus padres al estrecharle entre sus en el seno de los poetas y de grandes autores, que
brazos, no es para contado. Muchos cariños hi- todo el ruido y el boato de la sociedad, que en-
cieron también a Alicia, cariños que ésta recibía contraba un poco frivola, un poco superficial, un
sin efusión, con serias reservas mentales, porque poco alejada de ese calor suave y dulce del hogar
t a n t o el pueblo como «los viejos»''andaban muy intensamente amoroso. E n cambio, Leonor no per-
por debajo de sus fantasías aristocráticas. Pasaron día una sola fiesta, estaba en todas partes, en la
allí unos quince días, y después que Antonio hizo Opera, en el paseo, en el baile, en el funeral, en
abundantes dádivas en beneficio de los pobres del la comisión de las sociedades caritativas, en los
pueblo, que le valieron loas y agasajos, empren- «five o'clock teas», dondequiera que ella o su madre
dieron el viaje de r ^ r e s o por el mismo puerto co- fuesen invitadas. Su asiduidad a las fiestas des-
ruñés que treinta años antes habia visto embarcar pertó muchos celos y emulaciones entre las que,
hacia el mono fabuloso al niflohombre, al hombre- menos bellas, menos jóvenes, menos ricas pero con
acción, convertido en triunfador americano. más rancio abolengo, se sentían visiblemente des-
Una tarde, durante la travesía del Atlántico, alojadas ante los posibles pretendientes. Por eso
apoyados los esposíjs en la borda del vapor, mien- se dijo un día que no era más que «una galleguita
t r a s el sol se hundía en el horizonte en un cre- pretencio.sa», y por eso la calificación despectiva
púsculo deslumbrador, Antonio dijo a Alicia: se hizo carne en un vasto circulo de jóvenes aspi-
— ¿Viste qué buenos son mis p a d r e s ? . . . rantes al matrimonio. Cuando la imputación ma-
— ¿ B u e n o s ? . . . S í . . . pero muy r ú s t i c o s . . . levolente llegó como un murmullo a los oídos de
Antonio sintió como una puñalada en medio Antonio, sintió otra viva panzada en el corazón.
del c o r a z ó a Alicia renegaba, con esto, de la hu- ¡Cuarenta años de trabajos, de sacrificios, de lucha,
mildad de la cuna de los Monteret y de los Jimé- de honradez, de virtud acrisolada, no bastaban
nez, ya que los respectivos ascendientes de los es- para borrar la modesta humildad de su cuna de
posos eran de idéntica alcurnia, labriegos, aldea- labriego que t a n t o a d o r a t a ! . . .
nos, gentes de las breñas o de los valles que no
sabían de la vida sino la rústica sencillez del lugar,
que no conocían más mundo que el campanario
de la pequeña iglesia, la casa del cura, la plaza, la
íaente, la feria, las mozas garridas, los mozos for- L fallecimiento del catalán Monteret ha-
sados y tostados por el sol, la pinta del tinto y el
caldero humeante sobre las brasas rojizas en t r e n
de bullir el cocido hogareik>. Un vago sentimiento
de tristeza, una angustia lenta comenzó a dominar
todos l(js sentiflos de .\ntonio. Vela que Alicia era
E bía aumentado infirmemente la fortuna
de Alicia, que, única heredera, se ocupó
más de terminar rápidamente la testa-
mentaría que de llevar flores y derramar ligri-
mas sobre ¡a t u m b a de su padre. «De todos modo»
inferior a él, que no tenía la exquisitez cié alma — d e c b ella, — papá no ha figurado nunca en la
que habla presumido en ella cuando la llevó al buena sociedad; h a querido mantenerse encerrado
altar, y sintió que d dorado palacio de sus ilusio- en sus estancias y por erso nadie Je cx)hocía. No
nes habla sufrido u n fuerte sacudimiento, basta vale la pena guardarle muclio luto». Y, en efecto,
hacer temblar la rudeza con que habla sido edi- no habla llegado el primer aniversario de la muer-
ficado. te, cuando Alicia y Leonor volvían a pem+rar
Mientras t a n t o , las hijas iban creciendo, flores en los salones y a dar recibos ;iiin<jue de carácter
<le belleza, entre ios halagos incontables del padre Intimo. Antonio y Noemí n di^ntsto esi
actitud de despego por el muerto, pero no se atre- de Austria, solicitó del embajador csp.iflol el honor
vieron siquiera a insinuar una jrotesta porque de ser presentado a Noeml, Concedido el favor, el
ambos, que se entendían sin hablarse, preferían gallardo militar se indinó para besar la mano
mantener la paz del hogar a costa de cualquier enguantada de Noemí, mientras el diplomático
desencanto. Para rllos, Alicia y Leonor estaban decía:
perdidas. Se hablan dejado arrastrar por la bó- — El señor Federico Klingclfuss, barón von Roo-
rágine de una soberbia desmedida, entre el m i d o senthal...
de las fiestas, soberbia que se habla acrecentado El brillante capitán de los coraceros de Fran-
con la posesión de una fortuna propia, sobre la que cisco José solicitó la distinción de ser, durante la
su esposo no podía ejercer vigilancia alguna — que noche, el «cavalier servant» de Noeml, distinción
tam]x>co hubiera pretendido ejercer por delicade- que obtuvo, ya que el apuesto militar hablaba en»
za, — dejándola correr al arbitrio de sus inces;in- correctísimo francés, que también ella dominaba
tes caprichos. admirablemente. Iniciada la conversación, von Ro-
Hubo un brillantísimo sarao durante las fiestas osenthal hizo una verdadera ajiologla de la belleza
del Centenario de Mayo, dedicado especialmente a femenina fx)naerense, tic su distinción, de su ele-
la infanta Isabel de Rirbón, al que asistió el Pre- gancia, pero reservándose el deitxho de creer que
sidente de la República, los embajadores especia- Noeml era la reina que sobresalía sobre todas las
les, los diplomáticos, los agregados militares y na- princesas de la distinción y la hermosura que habla
vales de todas las naciones representadas, la no- en la fiesta. Gentil y amable el elogio, no la con-
bleza de todos los países que había llegado en ho- movió mucho, porque soñaba con otras cosas. Pa-
menaje al grandioso acontecimiento patrio. A esta saban por su imaginación las figuras fabulosas de
fiesta fué invitad;i la familia de Jiménez. Deslum- la Mitología germana y escandinava. Veía pasar
brantes de luces l;i calle, el pórtico, la fachada, los a Lohengrin y a Parsifal, iba y venia entre las ne-
jardines, los salones, el palacio del magnate bulosas leyendas de los Nibelungos y las ro-
donde la recepción se realizaba parecía mánticas creaciones de Goethe y de Schi-
una inamcnsa ascua de fuego desta- 11er, coronadas por las melancólicas
cándose en la tiniebla amarguras de Heine, y
de la noche. Dos horas si en e.sas ensoñaciones
duró el desfile tle ca- poéticas Ucgó a estable-
rruajes de gala y de cer que ninguno de esos
utomóvilcs que deja- personajes fabulosos
ban en el pórtico y ni los autores que los
bajo la elegante mar crearon eran aus-
quesina a los cen- tríacos, no por eso
tenares de invita- ohádó que la raza
dos, que penetra- era la misma, que
ban entre una do- el Rin, el río do
ble fila de laca- oro, bañaba tam-
yos a la suntuosa bién las orillas
morada. Era un rutilantes de ver-
río de entorcha- dura del país del
dos, de galones, de b i z a r r o soldado,
casacas floreadas soldado que lleva-
de oro, de trajes vis- ba un titulo y un
tasDs en los hombres, nombre i l u s t r e s . . .
y era un desfile mara- Cuando la brillante
villoso de bellezas feme- fiesta terminó, asi que
ninas, con sus blanquí- llegó el momento de las
simos hombros desnu- despedidas, el barón von
dos, sus joyas rutilan- Rooscnthal afirmó con
tes, sus vestidos luciertes y en- voz segura:
cantadores. Tantas eran las mujeres — Me gustarla mucho vivir
hermosas que se hablan dado cita en la fies- país amable y rico, que posee mi,
t a aristo crática, que en cierto momento la prin- hermosas...
cesa ob.scquiada llegó a preguntar, y no a titulo de — Nadie se lo i m p i d e . . . — murmuró a me<lia
galantería: voz Noeml.
— ¿Es que habéis escondido a todas las mujeres
feas?...
E s que, en realidad de verdad, d tipo de la
mujer argentina, con la mezcla de razas operada ^
en el país, habla despertado en el espíritu de la in-
fanta una sensación legitima de asombro y de ad-
miración. Noeml, con su elegante estatura, sus L día siguiente Noeml pasó toda la tar-
grandes ojos garzos, un poco melancólicos y sofla-
dores, habla merecido de la serenísima .sefiora una
palabra de amable elogio a su bcllera cuando supti
que era hija de un espaflol y de una nativa del
A de encerrada en la biblioteca. Su ima-
ginación, en la semiobscuridad de aquel
salón severo, cuyas estanterías de li-
bros se elevaban ha.sta los artesonados, vagat»
país. Después del elogio, el embajador de Espafka alre<ledor de la figura del capitán de coraceros
la tomó del brazo y le hizo algunas presentaciones y el rostro de su buen padre, a quien no suges-
de personajes de las distintas embajadas. E n un tionaban los fulgores de la aristocracia empin-
grupo de agregados militares extranjeros, Noeml gorotada y llena de preocupaciones sociales y
causó verdíidera sensación. Eran todos jóvenes y de sangre azul. El le habla hablado muchas veces
apuestos, elegantes y varoniles, tipos de salón, hom- de la nobleza del trabajo, de los timbres limpios
bres de mundo. Uno de ellos, alto rubio, elegante, de la honradez, de la lucha virtuosa por la vida,
vestido con el uniforme de los coraceros del Águila de las virtudes sin mácula de sus padres cristianos,
Negra, que era el regimiento escolta del emperador de quienes habla tomado vivo ejemplo. Al propia
tiempo venían a su memoria los reproches que An- La pregunta fué una sorpresa para Antonio, No
lonio hacia a Alicia por su ansia dosenlrenada de era una contestación categórica, pero importaba
cxhibiciAn en el gran mundo, al cual no dehla as- someter a su exclusiva decisión el problema de la
pirar por la propia humildad de la cuna de ambos. futuia felicidad de su hija. ¿Noemí había hablado
Por otra parte, si bien el barón von Roosenthal con el corazón o con la cabeza? ¿Amaba ya al
no la habla herido en medio del corazón, habla de- barón Roosenthal?.. . ¿Merecía aquel hombre, apa-
jado en su espíritu una sensación simpática y agra- recido de improviso, la mano de aquella niña, dócil,
dable. El no le habla dicho nada que fuera funda- buena, rica, encanto de belleza, flor de cultura?
mental. Se había limitado a ser un verdadero «ra- ¿No serla mofa de las envidiosas agregar una lu-
valier servant», u n gentilhombre perfecto, y si ciente baronía al modesto solar de los Jiménez de
sa frase «me gustarla vivir en este país amable Vimianzo, por aquello de que a Leonor se la habla
' y rico» podía ser una insinuación, también podía motejado de «galleguita» p r e t e n c i o s a ? . . .
tener la intención de una simple galantería corte- Estas y muchas otras preguntas se hizo Intima-
sana .para el país y para la mujer a quien llevaba mente Antonio en menos de un segundo. No era
«olgada del brazo. Y entre estos pensamientos se fácil bailar respuesta a todas ellas. Se levantó, cogió
mezclaban las visiones lejanas de los pueblos del entre sus brazos a Noeml, la miró profundamente
norte, t a n poblados de leyendas, de misterios de en el fondo de los ojos transparentes y límpidos,
los tiempos pasados, de héroes, de semidioses, de de los cuales se escapó una perla liquida, y le
v í r g e n e s inmaculadas y d e caballeros mls- dijo:
t icos... — Hablaremos después de la comida a la emba-
Cuando llegó la hora del te, Alicia y Leonor pe- jad.i austríaca.
netraron en la salita Intima lionas de alegría; Nocmí
parecía como fatigada, como si hubiese descansado
mal de la fiesta. E n cambio t r a í i su serenidad do
siempre, su inalterable tranquilidad de espíritu el
jefe de aquella familia forjada sobre el vibrante
yunque de su exclusivo es-fue.zo. S3 habló de la
fiesta. Leonor había sostenido una larga e intere-

L
A iiesta se realizó con todo el esplendor
sante conversación con el doctor Lamadrid, nieto deseado. Además de I.1 embajada, asis-
del procer general Aráoz de Lamadrid, y le había tió a ella u n buen número de perso-
pedido permiso para que su padrino, el presidente nas invitadas, entre las íntimas de la
«le la Corte Suprema, se presentase a Antonio en familia Jiménez. Después de comer se hizo una
misión de la mayor transcendencia, permiso que a larga tertulia, d u r a n t e la cual el barón von Roo-
la vez solicitaba Leonor de su padre. Alicia estaba senthal tuvo oportunidad de conversar largamente
encantada. El embajador austriaco la habla CÍJI- con Alicia, <;on Noemí y con Leonor. Puso todo
mado de atención y hablando del barón von Roo- su empeño la dueña de casa en aclarar bien la an-
senthal le había informado que descendía de la tigüedad de la noble alcurnia del barón, y ésto,
más alta nobleza del Imperio, que su abuelo, el deferente, habló de torreones, de castillos, de puen-
general lüingelfuss, había sido un militar de re- tes levadizos, de fuertes armaduras y de templa-
nombre, que durante la guerra y la dominación de dos aceros. No menos de cuatro siglos hizo pasar "'-
Austria en Italia se había conducido como un va- el señor Klingelfuss ante la soniisa complacida de
liente, contribuyendo a asegurar para la corona Alicia. Siguiendo la tradición de la familia, el barón
las provincias de Trieste y de Trento, que daban se habla dedicado a la carrera de las armas, y, dado
sahda por el Adriático a los productos de su patria. su abolengo, el emperador le distinguía entre los
Después, Alicia hizo un elogio desmedido de las militares de su generación. Lo probaba el hecho d<
condiciones morales del gallardo militar, de su be- haber sido agregado a la embajada de que formaba
lleza íLsica, de la distinción de sus modales que le parte y que t a n felices momentos le proporciona-
exhibían como a un acabado hombre de salón. Y ba. No era grande la fortuna de sus mayores, pero
terminó diciendo a Nocmí, en forma casi impera- a él le bastaba para dar brillo a su nombre, no
tiva: sólo como hombre de armas, sino como hombre de
— Dcbi(ra,s casarte con é l . . . Serias baronesa. . . sociedad, pues los salones, los clubs, los centros de
— E s que el barón de Roosenthal no me ha reunión aristocrática estaban abiertos para él de
dicho «na palabra — c o n t e s t ó rápidamente par en par. Decía estas cosas con una naturalidad
sencilla y simpática, con voz insinuante, como si
iix>rta; ya t e la dirá. Por de pronto he hubiese querido interesar f u e r t e m e n t e a sus
I cn.sad(j que debemos dar una comida en honor de oyentes. 1
la embajada austríaca, con todo su personal, si t ú Lo consiguió prontamente en el ánimo de Alicia
no t e ojx)ne.i — dijo Alicia dirigiéndose a su y de hcomn. Para ambas el barón era la realiza-
esposo. ción inmcxliata de sus sueños de incorporación de-
Antonio se encogió de hombro.s; fué esta acti- finitiva y de absoluto derecho a la alta aristocracia '»
tud, para Alicia, una forma de asentimisnto tárjlo. bonaeren.se. S', además de esto, Leonor lograba
Después del te, Antonio llevó a Noemí a tai escri- unir su apellido al de un descendiente de procer,
torio y la interrogó sobre si el barón le interesaba. ya nadie pcxlrla objetarle que era una pretenciosa.
AI principio la joven no supo qué contestar. Sen- Noeml, por su parte, habla escuchado el relato del
t a d a en un gran sillón, c o a la cara puesta entre barón con interés pero sin el entusia.smo que" ha-
las manos, pa.>¡ó un largo rato sin dar respuesta. blan «lemostratio I,eonor y Alicia. Fl barón era sim-
Miraba con los ojos del alma la ambición materna pático, fuerte, elegante, fino, culto, pero tenia cierto
l>or conquistar tin titulo de nobleza para agregar brillo en los ojos, cierta manera de expresarse, cier-
al nombre de su íamili.!, miraba a su hermana per- t a s formas de iasinuación que la hacían dutlar de
Riguiendí> apellidos de proceres, miraba al mundo la perfecta sinceridad de sus palabras. Un poco ca-
BTicial qnc no considera a los humildes, miraba a vilosa, llena de a<liniración por la autoridad pa-
su padre que no quería desprenderse de su n * raa, recta en el fondo como su progenitor, Noeml
«irado afecto al viejo y modesto terrufk), y liiese deseado que el abolengo del barón y las
j u é s , corao si hubieíic tomado una resolución u^- «•-•tas lie sus antepasados hubiesen sido más sen-
jmitiva, le pregunló: cüla», menos exaltadas por el entusiasmo del úl-
— ;Y a ti te i n t e r e s a ? . . . timo heredero de la noble extiri)e. Sin embargo,
se sentía inclinaaa ple aventurero, que
hacia él por sus tiraba un golpe de
lecturas, por su fortuna? ¿Serla u n
aspecto v a r o n i l , gentil caballero de
por sus mo(lalc3 aquellos que cono-
fie perfectx) caba- cía por las leyendas
llero y u n poco fabulo.sas d e los
también por satis- tiempos p a s a d o s ,
facer la inconteni- que venía a colo-
ble vanidad de su carla en u n trono
madre y de su de oro y marfil?
hermana, que ¿Tendría el alma
nunca le habrían poética e idealista
perdonado el fra- que ella necesitaba
caso de a q u e l l a para completar su
conquista. vida dulce y me-
Porque, e f e c t i - líiucólica de soña-
vamente, el barón, dora? Sentía que
durante la comida, comenzaba a amar-
y estando sentado le; su voz insi-
al lado de Noeml, nuante sonaba en
habia lanzado una sus oídos como una
i n s i n u a c i ó n más mú.?ira suave, co-
directa:habla dicho mo un halago fres-
que sería el hom- co y generoso que
bre más feliz del llenaba ác una in-
mundo si lograra finita transpai en-
radicarse en el paLs cía su alma; pero
al lado de una aquellos ojos,
compañera i d e a l , aquel mirar que
dulce y suave co- fulf^uraba a ratos
mo ella, dejando sobre su rostro va-
para siempre su patria y su carrera, en aras de ronil como u n fuego de perversión la hacía temblar
u n amor que ambicionaba, como broche de oro como si estuviera al borde de u r u honda y negra
de su vida. Nocmí recibió serenamente aquella sima. Cayó de rodillas, levantó los ojos al cielo y,
declaración. Abrió sus grandes ojos y los posó como una intensa súplica escapada del fondo de
sobre los ojos del barón como para asegurarse de su corazón, exclamó:
que no eran mentidas sus afirmaciones. Von — (Dios mío, ampárame y hazme í e l i z l . . .
Roosenthal sostuvo la mirada de Noeml sir»
pcstafiear, aunque un fulgor extraño, u n relám-
pago fugitivo iluminó las pupilas del capitán de
coraceros del emperador de .Austria. Cuando &
iba a terminar la fiesta, Federico se dirigió a
Antonio y le manifestó que la embajada se au-
sentarla dentro de u n mes, asi que hubiesen termi-

U
N mes después, y dos días antes de que
nado los festejos del Centenario y cuando ellos hu- la embajada austríaca se a l e j a s e del
biesen retribuido las atenciones sociales que habían país, los diarios dieion la noticia oel
recibido. Mientras tanto solicitaba permiso para compromiso matrimonial de Noemí Ji-
cumplimentar a la familia durante su estada en el ménez con el señor Federico Klingelfuss, barón
país, siempre que no fuese molesto. Obtuvo tal de Roosenthal. Se habían cnmjilldo todas las for-
venia, que agradeció efusivamente, y la reunión malidades del caso. Federico había hecho varias
fué disolviéndo.se poco a poco, hasta quedar solos visitas a la familia de Jiménez, durante las cuales
los dueños de casa. había sido cxpllcit" • " " Antonio y con Alicia. Ha-
Cuando ya no quedaron invitados en la ri\L.ia bía declarado que Noemí, que dejarla todo
mansión, Noemí llevó a su padre al escritorio, y, lo que tenía en su , , ,su patria y su carrera
sin otro preámbulo, le preguntó: para radicarse en el país, que vendría a acrecentar
— ¿Te i n t p r e s a ? . . . su fortuna en el suelo argentino, que era u n hombre
— Poco hablé con el bíirón —• contestó Antonio; de honor y que se haría digno de los nuevos padres
— no he podido estudiarlo a través de su cortesía que tendría. Después vino el pedido en forma de
impecable, de esa capa de serenidad que cubre a la mano do Noemí, hecho por el mismo embajador
todos los diplomáticos, aunque sean militares, así do Austria, junto con la promesa de que el barón
es que nada puedo decirte <Ie él. Pero t e he de von Roosenthal estarla de regreso seis me.ses más
de decir que, a voces, su mirada no me gusta. No tarde, después de haber liquidado sus intereses
sé qué extraño brillo despide de vez en cuando. en su patria. Noeml fué muy felicitada por sus
Puede que sea una aprensión mía. una legítima des- amigas, y fué tierna y conmovedora la despedida
confianza .sobre un hombre a quien no conozco de los novios en el momento en que el trasatlán-
Intimamente, puede ser que mi cariño de padre me tico iba a soltar las amarras que lo sujetaban a los
haga ver peligros para ti remotos e injustificados, murallones de la dársena Norte.
pero, lo repito, la miratia del barón de Roosentlial, Los seis meses de ausencia de Federico sirvieron
en ciertos momentos, no me tranquiliza del todo. para acrecentar la simpatía que Noemí tenía por
Sin embargo, si es de tu agrado, si t e sientes in- su novio, pues las cartas que de él recibía \X}T cada
d i n a d a hacia él, si picnsa.s que algún (Ma puedes corr«5, a las que contestaba inmediatamente, eran
amarle y hacerte amar, yo no puedo ni quiero opo- verdaderos poemas de ternura, odas ál amor y a '
nerme a tu felicidad. la gloria «le la vida, promesas de dicha inextingui-
Noeml. en su alcoba, sola con sus pensamientos ble, horas de inefable deleite quo pasarían para
y sus ensueños, luchaba con la duda. ¿Seria u n sim- ellos como una elcniííUul de lKirvuiz,i. Nomni había ,
llegado a cieer, mediante esas cartas, no sólo en gocio, no hnbía fijado rumbos a .sus esperadas
la sinceridad del amor de Federico, sino en su es- actividades, no había hecho esfuerzo alguno por
píritu caballeresco de hombre noble. Aquella mi- independizarse de la largueza de sus padres po-
rada del barón, que tanto la habla impresionado líticos, ya que sus propias rentas no bastaban a
en los primeros momentos, se haijía desvanecido llenar las exigencias de su vida. Dijo que el idilio
l^ior comi'leto, y, a la distancia, lo encontraba un era atlorable, pero que era bueno retornar a la rea-
hombre perfecto, ideal, física y moraímcnte. Hizo lidad práctica de la existencia. Por eso nwesitaba
esta confidencia intima a su padre, y el bueno de de toda su libertad de acción; [jor eso debía vincu-
Antonio, conmovido ante la futura felicidad de larse a los grandes negocios y a las empresas re-
su hija, la estrechó entre sus brazos tiernamente, productivas; por eso necesitaba del contacto de
mientras una lágrima de regocijo at escapaba de los hombres de valía en la banca, en la política,
sus ojos de anciano. en el comercio, a fin de tomar derroteros seguros.
Volvió el ausente en la fecha fijada y fué el bien- Y así fué cómo, todas las noches, después de co-
venido. Había alegría en la casa de Antonio. Mien- mer, Federico penetraba en el club aristocrático,
t r a s se iban haciendo los preparativos de la boda, donde pasaba largas horas en compañía de los hom-
que duraron más de seis meses, Alicia y Leonor no bres más jóvenes y más arriesgados en los azares
se ocupaban sino de hacer notar a sus relaciones del juego. El lecho conyugal se iba enfriando len-
que pronto Noemí sería baronesa, una baronesa tamente. Las caricias eran cada vez menos apasio-
auténtica de viejos y respetables pergaminf)s, en nadas y menos efusivas. Se iba levantando una
t a n t o que Noemí y Federico prolongaban su idilio, barrera entre los esposos, que sf hizo más alta uiia
v;>gando por los jardines de la mansión principesca. noche en que Federico le manifestó que tenía un
Cuando todo estuvo preparado, cuando el acto so- compromiso de honor que debía solventar al día
lemne de la firma del contrato matrimoniai se hubo siguiente. Habla entrado, por pasatiempo, en una
realizado, los nuevos esposos encontraron en su partida de naipes, y como, .según él, no era juga-
canastillo de bodas el título de propiedad de u n dor, había perdido una gruesa suma de dinero que
precioso chalet en el barrio aristocrático, que el no poseía. Noemí le entregó la suma y le rogó que
padre les regalaba, y u n cheque de quinientos mil no jugase.
pesos que Alicia habla delizado, de su propio pe- Un día, Lamadrid, que continuaba cortejando a
culio, entre las suaves malinas de la ropa de la Leonor, con quien se casaría seguramente, dijo
desposada. en casa de sus futuros suegros que Federico ju-
Tanto Antonio como Alicia se hablan enterado de gaba «demasiado bien» razón por la cual casi siem-
que la fortuna de Federico no era cuantiosa. Go- pre ganaba dinero en el club. La afirmación no era
laba, sí, de una renta modesta, que le permitía muy exacta, pero no dejó de causar impresión en
vivir sin grande holgura, y por eso ambos se pre- en el espíritu de Antonio. Se puso alerta respecto
ocuparon de alhajar la casa de los novios y asegu- de los procederes de su yerno. Una vez el barón
rarles la vida durante algún tiempo y mientras el informó a Noemí que se le había propuesto la com-
yerno fuese, con su trabajo, labrándose una posi- pra de unas minas en la Rioja, cuyos estudios ase-
ción independiente, ya que el régimen dotal no guraban una fortuna incontable. Pero para ello se
está instituido en nuestros hábitos y en contratos requería un capital que él no poseía. Noemí, que
matrimoniales. quería atraer a su esposo y desvincularlo de su?
Y el idilio d o r ó nn afio. Cuando Noemí cayó des- amigos del club, puso a su orden, en d banco, tode
fallecida entre los brazos amantes de Federico, lo que poseía, para que Federico trabajase. Duran-
éste le m u r m u r ó dulcemente al oído: t e algún tiempo el barón simuló conferencias en
— jMía. siempre mía, eternamente m í a ! . . . su casa con capitali-stas, ingenieros y exploradores
— ¡Mío, siempre m í o ! . . . — repuso ella en un de minas, que ni) eran sino sus amigos, sus malos
hondo suspiro de felicidad colmada. Y le miró en el amigos, jugadores, dilapidadores de fortunas, ca-
fondo de los ojos y otra vez la mirada extraña, laveras impenitentes y desvergonzados, persegui-
llena de fulgores inexplicables, brilló en los ojos dores de mujeres fáciles, bebedores y morfinómanos
del barón von Roosenthal, llenando de fugaces te- envilecidos, que en dos años lograron acabar con
mores el alma sensitiva de la hija del labriego de el caudal destinado a la explotación de las supues-
Vimianzo. La nube pasó, voló a lo infinito, como t a s minas. Federico habla hecho total abandono
un átomo de polvo llevado por el viento. Era una del hogar, y cuando Noemí se permitía algún re-
mera ilusión de sus sentidos, un secreto temor que proche tímido sobre su conducta, él se contentaba
las primeras caricias borraron, e instintivamente con decirle que ella no era una mujer de mundo,
volvió a ver a su noble barón, al duefio de su cuer- que no conocía la libertad de que gozaban, en E u -
po y de su espíritu convertido en u n caballero ideal, ropa, los hombres de su condición, que no tenían
en el Ijohengrin soflado, en el ser superior y poé- a su esposa sino a titulo de adorno de .salón y
tico apetecido por su ansia de vida superior, be- nunca como burguesas matronas encargadas ex-
bida en las leyendas fantásticas de los tiempos pa- clusivamente de la tranquilidad y del sosiego del
sados. Renovado cada día el placer de aquella unión hogar.
espiritual que ella creía sinceramente compartida, Cayó Noemí en una profunda melancolía. Todas
pasó el primer aflo en la beatitud serena de un sus ilusiones, sus dulces idealidades, se iban de-
|X)ema nunca turbado. La oda del amor y de la rrumbando una tras otra. Su marido era indigno
dicha cantaba al oído de Noemí las estrofas m á s de su respeto y de su amor. Separado el lecho con-
dulces que jamás sofiara, y creyó que la canción yugal, Federico era apenas un huésped pasajero
sería e t e r n a , . . en la casa de Noemi. La infeliz esposa no quiso
nunca participar a .su padre c o i n t a desdicha pe-
saba sobre ella. Pero Antonio había logrado darse
cuenta de aquella situación. Habia averiguado,
además, la vida anterior del barón von Roosenthal.
Supo que en Viena habían sido sonados los escán-
os deberes srcjali» íinKai motivo para dalos sociales del brillante capitán de coraceros;

L que Federico reclamase, después del pri-


mer a ñ o de matrimonio, el derecho de
alternar con sus amigos del Club. Du-
rante aquel tiempo no habla iniciado ninglin ne-
supo que en poco tiempo habla dilapidado la ma-
yor parte de la fortuna de sus mayores y que la
escasa suma que le quedaba la habla traído a Bue-
r>os Aire* para contraer u n enlace de conveniencia
con «una villana última amenaza de
millonaria» que le muerte. Antonio la
habla salido al pa- oyó sin inmutarse,
so, ansiosa de jw- .sm hacer u n solo
seer u n titulo de gesto de dolor o
nobleza, s i q u i e r a de ira. C u a n d o
fuese comprándolo, Noemi terminó su
p a r a c o l m a r su relato, Antonio la
vamdad. Corrieron t o m ó entre s u s
todas esas especies b r a z o s , la besó
por la capital aus- con intenso cariño
tríaca, y llegaron, y con la más ínti-
en a l a s de los ma dulzura le dijo:
vientos rumorosos, — Todo esto lo
hasta los oídos de scspechaba. No t e
Antonio. aflijas, Noemi. es-
Federico h a b l a 1 érame aquí. Yo
caí.lo en la mayor mismo voy a lle-
abyección. E n su varle a tu esposo
ansia de ganar di- los cien mil pesos;
n e r o , se h a b í a todo esto se arre-
vuelto un jugador glará c o n v e n i e n -
de mala fe. Hizo temente y pron-
trampas en u n a to volverás a ser
partida de poker, feliz...
y, descubierto, se
le rogó que aban-
donase la mesa do
fttegn, sin otra pe-
nalidad, en razón
del prestigio de que gozaba el nombre de Antonio NTONIO salló de su casa media hora más
Jiménez. Aquella noche bebió hasta el desborde.
Cuando llegó a su casa, tambaleante y descompues-
to, se dirigió a la alcoba de Noemi, a la que desper-
t ó bruscamente. Federico tenía en los ojos aquel
fulgor extraño e inquietante que Antonio y Noemi
A tarde, y jxico después llegó al suntuoso
chalet de su hija. Penetró en el dormitorio
de su yerno, que dormía en un sopor pe-
sado por efe<to de la embriaguez. Antonio lo
despertó, sacudiéndolo fuertemente de un brazo.
hablan descubierto más de una vez y que tanto les Sobre la mesa de noche estaba el revólver con el
habla preocupado. cual Federico habia amenazado a su esposa. An-
— Levántate — le dijo siniestramente; — le- tonio lo tomó por el cañón, y cuando Federico
vántate y vístete ahora mismo; ve a casa de estuvo bien despierto le dijo, con un acento
tu padre y dile que antes de las doce del día que no admitía réplica:
, necesito tener en mi poder cien mil p e s o s . . . — ¡Usted es un miserable!... Cuando un
No protestes, no hables; obedece y calla, hombre deshonra el apellido de sus mayores;
fmrque si n o , . . — Y Federico, el noble cuando llega a la villanía de ser un fullero;
barón do Koosenthal, el bello y gallardo cuando juega, se embriaga y llega al ex-
capitán do los coraceros del Águila Ne- tremo final de querer m a t a r a su esposa
gra, puso a pocos centímetros de la por un puñado de dinero, ese hombre
frente de Noemi el cañón luciente cobarde, bajo y vil, no tiene el derecho
de u n r e v ó l v e r . . . de continuar viviendo. Es usted el
Ya no habla duda: la mirada si- más abyecto de los hombres que he
niestra tle Federico era el espejo conocido en mi vida. Tome usted el
de sus instintos (riminales. Una revólver con que amenazó matar
angustia de i n u n t o invadió el a mi hija y hágase saltar la tapa
alma de la romántica soñado- de los s e s o s . . .
ra. No habló, no protestó. Fué Y Antonio pu aanos
vistiéndose lentamente para del indigno y S I U K M I " II!IS<J-
esperar que adelantase el naje el arma.Cuando el padre
dia, y a las ocho de la ma- de Noemi bajaba las escale-
ñana cayó, llorosa y de- ras del lujoso chalet, sintió
sesperada, en los brazos que sonaba una detonación.
: , de su padre a quien na- — Esto ha concluido
•^ rró todas sus desdi- ccmo debia concluir —
chas, desde el primer m u r m u r ó tranquila- '
d í a del desvio de mente el anciano la-
Federico hasta su briego de Vimianzo..,

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VIAMONTE. 871 BUENOS AIRES
LOS LIBROS
• POEMAS MEDIOEVALES do el pueblo ruso. Porque el dolor humano no es en
todas partes igual, puesto que la scnsibiliiiad de todos
roK M A N U E L L U O O N B S
los pueblos no es igual. Meis, a pesar de to<Jo, el autor
de este libro nos autoriza con él a esperar con confianza
IEN se Te qae el autor de este libro de renoa ha
B estuíliado con amor y cuidado el que, bien que
no del todo exactamente, podría llamarse espí-
ritu poético de la Edad Media en sus déca<laa más
•el fruto de un talento promisor de cosas mucho más
bellas», como dice también sn prologuista.

cercanas al Renacimiento; pero no se ha dejado ven- UN H O G AR


cer por la tentación de escribir precisamente en la
forma en que lo ha<;ian los poetas de esa época, en lo POS SAMUEL EICHBLBAUH

cual ha hecho muy bien, pues, así, sus composiciones


tienen una gracia y una frescura que se nos ocurre
incompatible con la polilla artificial de los meros imi-
tadores de la forma extema, sin comulgar con el espí-
ritu. Tiene mucho mérito, pues, el libro del señor Lugo-
E S un hogar singularmente lastimoso el que el
autor ha pintado en esta que él llama come<lia,
estrenada hace más de un año en un teatro de
Buenos Aires. Ignoramos la impresión que hará en la
nes, obra de un poeta que no por prurito de anacro- escena la obra del señor Eíchelbaum, porque no la
niamo verbal, sino por afinidad espiritual, ha encon- hemos visto representar; en cuanto a su lectura, debe-
trado en el acerbo poético de la Edad Media, delicada, mos reconocer que deja un gusto amargo en la boca,
bien que peligrosa, fuente de inspiración. como se dice, pues la humanidad que en ella se en-
cuentra, con una que otra excepción, no e« de lo más
consolador, desde el punto de vista del proceso plas-
LEYENDAS ABORIGÉNES mador de nuCTtra sociedad. No hay derecho para dudar
de que en «Un Hogar» el autor ha" trasuntado una rea-
FOX V A L E N T Í N M. G R A C I A N O lidad; pero es una realidad cuya contemplación sería
indeseable si no fuese necesario conocer los males
STA vez no se trata de leyendas de aquellas que para curarlos. En cuanto a lo que su obra significa
E pueden ser comprendidas en el que podría lla-
marse ciclo incásico, que han sido y con mucho
hu favoritas de loe aficionados al folklore aborigen,
como valor teatral, entendemos que el autor es uno
de los más aplaudidos en los escenarios nacionales, y
la lectura de «Uo Hogar» explica perfectamente esos
sino de leyendas de loe indígenas que habitaron el aplanaos.
Chaco, el Paraguay y la Mesopotamia Argentina, de
loe cuáles no se sat>e, en realidad, tanto como se debie-
n , a pesar de loe esfuerzos de algunos estudiosos EL JARDÍN SECRETO
serios, como el doctor Fulgencio Moreno, por ejemplo,
cuyos articaloe de «La Prensa» acerca de asuntos reU- K O K E T A R M Í H D B Z
cioDodos con algunas de esas poblaciones nativas, son

O
del mayor interés. Resultado de esos y otros estudios r r e s quisiese escribir, sin otro material que
ha de ser un conocimiento menos vago del grado de este libro, un estudio crítico sobre el autor, y
civilización a que aquellas alcanzaron; entretanto, el quisiese como buen crítico clasificarlo ponién-
•eSor Graciano ha recogido en so libro alguna* lejren- dolo en la casilla correspondiente del amplio casillero
das que a su juicio demuestran la bondad de sus hipó- de géneros y maneras que todo crítico que se respeta
tesis sobre las condiciones intelectuales de la raza, junto tiene par» su uso personal, se encontraría bastante
con encemr bellezas origínales y tener, de ordinario, perplejo, pues el señor Evar Méndez — ya tan mere-
on faoáo nada común do morabdad. És posible que cidamente estimado por libros anteriores — so nos
los especialistas, que son siempre muy exigentes, en- presenta, en este «Jardín Secreto», de una «efugiedad»
cuentren que en el libro del ^ñor Graciano no se dan desconcertante para quien quisiese llevar a cabo tal
explicaciones suficientes que garanticen que se trata empeño. Mas, cuando se trata de poetas, semejante
de leyendas venladeramente aborígenes, y no de le- empeño es incongruente y mucho más si el autor se
yendas atribuidas a los indígenas y nada más; pero adelanta a decir que «estos fueron motivos de poemas,
]>ara el lector curioso y sentmiental, esa reserva vale rápidas anotaciones, las más, a fin de no perder para
poro, pues lo esencial es que este libro, que está muy siempre la fugaz emoción, el recuerdo, la idea opor-
bien escrito, le proporciona unas cuantas horas de tuna.» No intente, pues, el lector clasificación alguna;
positivo e instnictivo deleite. limítese a leer el libro del señor .Méndez con la seguri-
dad de que la lectura ha de proporcionarle momentos
singularmente agradables.
TI N I E B L A S
pox ELIAS CASTn.Ht;oro MATRONAS Y MAESTRAS
POS A L S B S T O MEYBII ARANA
os parece que el prologuista de esta obra tiene
N razón sobrada cuando previene al lector que
cree «sinceramente que el sentvlo trágico de las
rosas que campea (en ella) es todavía un poco arti- B tBN conocido y apreciado es el autor de este libro
por sus obras históricas acerca de la Sociedad de
Beneficencia, que han puesto de manifiesto,
• ficioBO y otro poco reflejo de sus lecturas (del autor)». junto con un noble espíritu, un profundo conocimien-
Kl seSor Üosteuiuovo es, sin duda, un escritor dotado to de épocas aún no completamente dilucidadas de
de excelente» condiciones de observación y dueño de nuestra historia.
an espíritu lleno de las cualidades que se designan con Y como era natural, el señor Meyer Arana no
fl genérico nombre de «humanitarismo», que no es sino podía dejar de sentirse irresistiblemente atraído por
U vieja filantropía de tos filósofos de nace an siglo, fas bellas y austeras figuras de las mujeres de tales
hila laica, por decirlo así, de la ann más vieja (nstu- tiempos, en alguno de ios cuales ya el mero vivir er»
raknente) caridad de los teólogos; pero la otwervoción ;anar una batalla, y a perpetuar su recuerdo en el
6e su prologuista nos da la clave de cierta impresión
de cosa aprmdida que hace la lectura de muonas de
fibro ha dedicado algunas de sus vigilias de estudioso
infatigable. l-)e ahí •?!encanto especial de este pequeño
K«a páffaias. El """'^r I 'A«t''lnuovo sufre en grado agudo libro, en el cual se traba conocimiento con algunas
la inmiencia <!- -acritores rusos cuyo valor de esas mujeres superior^, de las cuales diic rl autor
iwimofdial esta i'nte en la rimmRtjincia de que «descendían a maestras las lisiadas de la fortuna,
«|ae son rusos, es decir, tienen una i^' y una apenas separadas de las maestras por un escafto más
aKntalldad que son producto de la,<- ^ espe- ancho que alto y tan fácil de subir como de vejar,
cialisimas, intelectuales, morales y ha.s[a tnuiertales, FÍ las primeras continuaban mostrándose modestas,
«• que ha VÍVKIO darante siglos y todavía sigue vivien- aventajaban en retórica n las segundas».

1 - - , —• 4 !...*«.*.»» . * ^ • í í s ^ [ í f f l « ? ^ ^ í * ^
EGIPTÓLOGO/Dos desonfrcnadr s
sabios de ocasión
— ¡No sea igoprantel
— ¡No sea imprudentel
h a b k n , exaltados, . , — Yo sé lo que digo. »
de Tutaakhamón: — Siempre se equivoca,
— H"v • " *'••'is lados, — Deje hablar, amigo.
los hi — ¡tállese la bocal
t r a t a n ..i -v. , najes, — Pues, como decía, desde que en su infancia
de sus servidores, dio pruebas sublimes d e su inteligencia,
de sus equipajes, nadie en importancia
de sus magistrados, d e su protocolo, le ganó. ¡Qué ciencia
de su- manicura, de su palafrén. la del sóljcrano!
Hoy se ocupan sólo — Diga: iqué elegancial
de Tutankhamón. — Lo d e la elegancia no tiene importancia.
— De Tutankhamén. — ¡Vaya una insolencial
— ¡No sea Vd. necio! — Digo, y lo so.stengo, que desde chiquito,
— |No sea Vd. bolol quiso ser famoso,
Yo lo digo bien. bien por su apetito,
• Puesto que según bien por lo gracioso,
los q u e saben mucho d e egiptolr-gía, bien por lo erudita,
ese rey dcbfa bien por lo orgulloso.
ser Tutanlchamón. ¡Tutankhamoncito,
— No; T u t a n k h a m ü n . fuiste deliciosol
— |No sea rocfn! ~ TiJilo lo que afirma no me importa un pito.
— jN'o sea patán I ^ ' más n o l l e y algo más grandioso
— ¡Fué Tutankhamfn! !' Tutankhamón.
— ¡Fué Tutankhamánl •— \.\ que sale ahora ccn que inventó el flanl
— y<) sé muchas cesas No es mala invención
de esc gran monarca. la del que e^as cosas t r a t a con «le.sdén.
- Tuvo unas ideas poco religiosas ¡Lo que nos refiere do Tutankhamán
y era un oligarca. o Tutankhamíjn o Tutankhamén
— Recogió brillantes, dípteros y rosa-s o Tutankhamfn
que g u a r d ó en un arca. t a n t o charlatán,
Y una barca t u v o d e las más grandiosas t a n t o parlanchín!
j n e se hundió en u n charco. — ¡Basta ya, groscrol
— ¡No; fué en u n a charcal — <No oyen? ¡Qué ordinario!
— .X- - - j^edantel — jTutankhamoncrol
— aix:cntel — ¡Tutankhamrmariol

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117 SE es el momento más propicio para librar-
• ^ se de todos los defectos de su cutis. Lávese
la cara con agua tibia, y mientras su tez está
todavía húmeda, extienda un poco de cera
pura mercolizada (puré mercolized ^ax) sobre
toda su cara y cuello. Después de unas cuan-
tas noches de este tratamiento, las arrugas,
manchas y cualquier otro defecto de su cutis
habrán desaparecido por completo.
La cera mercolizada disuelve todo el cutis
viejo y seco, dejando la tez nueva y fresca.
La belleza escondida bajo una capa de ma-
teria muerta queda al descubierto.
Toda farmacia puede venderle verdadera ce-
ra pura mercolizada.

No pida cera pura, debe ser: Cera Pura Mercolizada. La encontrará


en todas las farmacias, perfumerías y tiendas que expenden ariiculos de
toilette en todo el mundo.

éf
í >

De La Plaía

baso d« dsmai v¡e, b*jo la dirección de U leñora Rosa F. M. de Vidal, organizó un homeoaie > los caidoi en la tevolanón de 190S.
L> Mfiorita Bou Orello, pronunciando un conceptuoso diácono.
•Por desgracia, habíase olvidado >— ¡Inaudito! ¡Prodigioso! ¡For-
, U N A ANÉCDOTA DE la noche anterior de cerrar una ven- midable! Ese lago de fango de donde
RODIN CONTADA POR tana, y como aquella madrugada emerge Víctor Hugo. ¡Qué símbolo.
estallara una terriole tormenta, una Maestro: ¡ésto es un destello del
ANATOLE FRANCE tromba de agua había reducido el genio! ¡l'eted ha querido represen-
inmenso grupo » una informe pa- tar la ignominia de una época en
•Acababa Rodin de terminar en pilla. La pena hablase desplomado que sólo descollaba noble y pura la
ye«o una estatua imponente de Víc- sobre las danzantes deidades. En
tor Huso. £1 poeta erguíase todo dere- cuanto a Víctor Hugo, habíase caído inspiración del bardo sublime! ¡Qué
cho en M punta de una peña. Tudafi en un océano de fango. hermoso es ésto!
las clases imaginables de Musas y •Empujó Rodin la puerta, hizo »—^De veras? — preguntó tími-
üceánidas buIUao a su alrededor. pasar a sus convidados.y de pronto damente Rodin.
•Una mañana condujo el escultor notó el desastre. Por poco si se *— ¡Cómo que si lo es! ¡Es la obra
• ru estudio a una caravana de arranca las barbas de desesperación. maestra de las obras maestras! ¡Oh,
periodistas anoiosos de contemplar >Pero ya ll(^aba a DUS oklos un sobre todo, maestro, no la retoque
•u nueva obra. concierto de eu>gioe: usted !f

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Pfwdado «M Ona Fnmlo r Madafla ds offo en la
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Cuando V d . de>ee teAir mi* ropas ii«e s i e m p r e e l

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roso y un perjuro y un ladrón; y
T OMAS Masterick miraba
cstú]ndamente el pequrflo
cuadrado de cielo|gris, más
allá de la alta ventanilla de su
después probó que había muer-
to a Fred S m i t h . . . Y yo no
maté a Fred Smith; no le ha-
celda. Habla llegado a conside- bía visto ese d í a . . . Pero no
rarlo como una entidad, como quisieron oír mis r a z o n e s . . .
algo que casi tenía vida. Poseía Yo nunca he mentido, nunca he
una cualidad peculiar: era la jurado en falso, nunca he roba-
única cosa de la celda que do nada a nadie. Y el juez
siempre cambiaba. Era un pe- POR me dijo cpie iban a ahorcarme,
queño cuadro que se movía len- A mi me parece que tal vez
tamente en un mundo fijo y sin SEAMARK íuó Jack el que mató a Fred
movimiento. Ma.stcrick le ha- Smith; pero yo no lo m a t é . . .
blaba en voz baja, monótona, que tenía algo Pero cada vez que pienso en estas cosas
del mugido de la vaca en su completa falta me dan vértigos. Entonces leo la Biblia...
de expresión. Durante quince años había Pero el hombre vestido de negro que dijo
estado hablando los diversos objetos de la que yo había muerto a Fred Smith, es un
celda, razonando vacamente con ellos sobre mentiroso como no hay o t r o . . . Y yo llego
su amargo rencor contra la vida. a creer sinceramente que Fred Sraitli no está
No era rencor en el ordinario sentido de muerto. Creo que se embarcó el mismo día
la palabra, porque no había ni sombra de que cUcen que le maté. Si volviese de repon-
resentimiento en el alma de Tomás Maste- t e . . . Jack debe saber algo, porque siempre
rick. Solamente una perplejidad ofuscada, viaja m u c h o . . . No puedo creer que el ca-
un jeroglífico que no quería someterse a des- dáver que encontraron apuñaleado fuese el
cifración alguna, por mucha que fuese U an- de Fred Smith. Era marinem y nunca tuvo
siedad con que él lo intentase. Todo lo que reloj-pulsera. Apostaría también que nunca
pedía a la vida era una explicación, una se había puesto botas. No le conocían; sin
razón que justificase la más bien desleal ma- embargo, dijeron que era Fred Smith, y no
nera con que la vida le había tratado. Y no quisieron creerme a mí después de lo que
podía nunca dar con la explicación, que siem- el hombre vestido de negro dijo.
pre se le escapaba. Mil veces había inten- Masterick oyó rumor de pasos en una es-
tado dar con la verdadera razón, y no lo ha- calera distante, y el tintineo metálico de
bía conseguido. Después se dio cuenta de que unas llaves.
I'icjbablemente el obstáculo estaba en que ya — E s el viejo News — observó. — Viene
11 > podía pensar t a n fácilmente como solía. a abril las puertas para la comida. Hoy tam-
— Lo malo es — le decía al cuadrado gris bién tendremos camero cocido y verdura.
— que he pensado demasiado; que lie pen- También tendremos pan y después un baño.
sado muchas veces en ello. Ya sé lo que ten- Y después el 631 nos raspará la piel de la
go, porque cuando intento pensar realmente cara con su mala n a v a j a . . .
bien, lo único que saco es un vértigo. Y esos
vértigos me dan dolor de c a b e z a . . . La gente II
puede decir lo que quiera; lo único que no
puede decir es que yo maté a Fred Smith.
Pueden decirlo y lo dicen, lo dicen, lo dicen;
pero con eso no hacen que yo le haya muerto.
Se sentó al borde de un,banquito y hojeó
R ECHINARON los ccrrojos exteriores del vi-
sillo de la celda, y Tomás Masterick
recibió su ración. El guardián asomó
la cabeza y dijo:
rápidamente una Biblia que había en la me- — Número 3-5-4, hoy no saldrá uste<l des-
sa de madera blanca. pués de la comida. Se quedará en su celda
— Por supuesto — siguió diciendo, — la basta que venga el capellán. Lo verá a usted
otra cosa mala es que creen que lo hice, y esta tarde.
por eso me condcnaion. Y lo que me in- — E s t á bien, gracias.
quieta más es que de nada vale que diga El guardián miró fijamente al reo.
que no lo hice cuando siguen diciendo que — ¿No se siente bien? — le preguntó.
lo hice. No mo creen a mí más que yo les — Estoy perfectamente bien; pero temo
creo a e l l o s . . . El que empezó a decir que que me dé uno de mis vértigos. Todo iiá
yo habla sido, fué ese hombre vestido de bien después de que haya comido.
negro, el peor de todos. E n mi vida he visto — E s necesario que tenga mejor aspecto
un demonio más mentiroso. De pie delante cuando veníüa el capellán, si no quiere que
<lf;l tribumal — delante del tribunal, fíjense lo lleven a la enfermería. Usted no quiere
•— sostenía firmemente que yo había muerto ir a la enfermería, ¿verdad?
8 Fred Smith; y había un infierno de gente Masterick miró al guardián con infantil in-
oyéndole. Todos oían. No podían dejar de credulidad. De toda s las delicias deseable» en la
° " ' . . . Pero ^córnn lo sabía él? Reconocía prisión, la enfermería era la más dulce, la mejor.
que en su vida habla visto a Fred Smith, y — No pienso ir a la enfermería — dijo
cuando yo se lo pregunté se echó a reír. No Tomás. — Hay mucha bulla.
me gustó esa risa. Reconoció también que Sin preocuparse de continuar su nii-sión,
nunca me habla visto; entonces, ¿cómo sa- el guardián entró en la celda.
b i a ? . . . Y sin embargo, prribó que yo habla —Diga, 354, ¿no -sábelo q u e l e v a a s u c e d e r ?
muerto a Fred S m i t h . . . ¿Y las preguntas Masterick lo miró con expresión ilr i '
que me h i z o ? . . . Probó que yo era un menti- en la mirada.

•"*»4¿W!f
— Mañana va usted a salir, 354. ¿No k> Pero no ocurrió nada. Dos meses después
sabe usted? |Desgraciadol de puesto en libertad, las autoridades reco-
Esto úhimo lo dijo el guardián porque nocieron que eran inlundadas sus sospechas
Masterick se puso a temblar y luego se dejó sobre la conducta de Masterick, y suspendie-
caer abatido en el suelo, derramando el caldo ron la vigilancia de que había sido objeto. No
del cordero cocido. había maniíestado ningún rencor con los que
— [Caramba! — decía media hora después habían intervenido en su proceso — proceso
el guardián en el comedor. — No sé para que, salvo la circunstancia de que Masterick
qué diablos va a servir ahora el 354. Es el no había muerto a Fred Smith — había sido
primer preso que he visto que no puede de- llevado hasta el fin con la mayor corrección.
cir, con diferencia de un segundo, el tiempo E n realidad, Masterick fué calificado como
que ha estado aquí. un buen caso de «reforma». Consiguió trabajo
E n los mismos momentos, Tomás Mas- en el puerto y se dedicó con toda seriedad a
terick conversaba con su escudilla: hacerse u n nuevo sitio en la vida civilizada.
— Durante varios años llevé la cuenta de E n su caso, no era de temer una reincidemia,
los días que iba pasando aquí. Con una as- Y sin embargo, poco tiempo después, ellos
tilla que saqué de una tabla del piso, mar- se vieron en el cas<> de reconocer que habría
caba cada día en la pared, y luego, cada diez sido mucho mejor para ellos y para la pompa
días, hacía arriba urja marca más grande. y vanidad de todo el mundo legal, que Tomás
Asi llegué a contar cuatro mil cuatrocientos Masterick, al salir de la prisión, hubiese com-
ochenta días; pero una tarde, mientras prado un revólver y mandado al infierno a
e s t á b a m o s en el baño, diez personas, de acuerdo
blanquearon la pared y con las medio apagadas
perdí la cuenta. luces de su inteligencia.
Cuando el capellán llegó Porque el problema que
encontróa Masterick tran- Tomás Masterick les plan-
quilo. teó con fría y bien calcula-
— ¿Cómo está usted, da deliberación, cuando
354? — le preguntó con llegó el momento oportu-
austera amabilidad.— Es- no, fué un golpe terrible
pero que bien... y prepara- para los jueces y demás
do para su grande aventu- minis-tros de justicia. Fué
ra de mañana... Deseo muy también un golpe para In
sinceramente no volver a ley misma. Los viejos ju
verle nunca por acá. risconsultos del país debie-
Masteric k volvió la vista ron echar mano a viejos y
hacia el cuadrado de cie- polvorientos volúmenes
lo gris. para encontrar alguna luz
—Estoy bien, pero todo y guía en el caso; pero no
depende de lo que ellos hubo luz ni guía. Tomás
piensen ahora — contestó Masterick los había ven-
como distraído.—Yo nun- cido total y completamen-
ca he sabido lo que pen- te, cruel y horriblemente.
saban hacer conmigo. Porque yo no maté a Porque cuatro meses después de haber sii! •
Fred Smith; usted lo sabe porque yo se lo puesto en Ubertad, y por mero accidente,
be dicho. Masterick se encontró con el hombre vestido
de negro que habla convencido al tribunal de
— SI, pero yo quiero saber lo que va us-
que él había asesinado a Fred Smith. Miem-
ted a hacer; es posible que pueda ayudarle
bro de u n alto tribunal, llevaba en el ojal del
a prepararse una nueva vida. ¿Tiene usted
jaquet un botoncito azul, correspondiente a
alguien a cuya casa ir cuando salga de aquí?
una condecíjración.
— No puedo decirlo. He estado aquí mu-
cho tiempo, y lo más probable es que haya Masterick no lo sabia, ni le habría im-
muerto toda la gente qve conocía. Quién sa- portado u n comino saberlo.
be si hasta Fred Smith ha muerto ya. Se acercó a él, en una calle m u y concurrida,
— E s una verdadera lástima que no tenga y le dijo:
usted a donde ir. Quizás yo p o d r í a . . . — jOiga, seflorl ¿Se acuerda usted de todas
— E s que tengo algo que h a c e r . . . las mentiras que dijo «obre mi?
— jAhl ¿Sí? Entonces todo irá bien. ¿Ya El señor condecorado le miró despreciati-
usted a trabajar en algo? vamente y después de u n momento, dijo:
— E s posible. Deseo encontrar al hombre —No; no creo haber hecho lo que usted dice.
vestido de negro que probó que yo habla — Pero no, no puede usted haber olvidado
muerto a Fred Smith. Porque yo no maté el montón de mentiras que dijo sobre mí en
a Fred Smith, el tribunal. Los ojos del señor se contrajeron
ni ligeramente.
Algo despertaba en él los campos m á s
t capellán, que liabía oído repetir t a n t o
E
rnas
esas palabras, hasta el extremo de que
i. 1 ,.. >.,,-,ado a creerlas, pensó que Tu-
era un sujeto que convenía
lejanos de su memoria.
— ¡.\h, sil — dijo después de u n instante
de vacilación. — Me parece r e c o r d a r . . . Per-
mítame que p r e c i s e . . .
fuese vi^iiti.,,, cuanílo saliese de la prisión. — SI, señor, así fué, y fué mal hecho. Todo
era mentira, porque yo no m a t é a Fred y que usted no dejaiá por nada de recibirle.
Sniith, a pesar de todo lo que usted dijo. Le Parece un asunto muy importante, señor.
juro que no lo hice; y uno de estos días se lo Y Fred Smith ha venido con él.
probaré a usted. Le daré la gran sorpresa de — (Santo Dios! — exclamó el caballero,
su vida, y será también la gran sorpresa de la miranilo asustado en torno suyo. ¿Está ahí
vida de todos los que lo vieron. Fred Smith?
El caballero condecorado respiró larga y — Y hay otro hombre con él, señor; otro
suavemente y en voz t a n baja que apenas po- hombre que parece muy excitado.
día ser oída: — iDios mío. a y ú d a m e !
— Asi es q u e . . . ¿acaba usted de s a l i r ? . . . Y el caballero se volvió a sus compañeros
¿Tiene usted trabajo y a ? . . . Si necesita usted de lunch, y llena deangustia la mirada les dijo:
algo... — Es la cosa más extraordinaria del mun-
— Si, señor; tengo trabajo, regular-no más, do. Óiganme, amigos. Me está pasando algo
pero trabajo. Muy lejos de aqui. q u e a ustedes no les ha ocurrido jamás. Este
— Hay que ser un hombre honrado — y el es u n lunch que ustedes recordarán por mu-
caballero deslizó u n billete de cinco libras en chos años.
la mano de Tomás. — P a r a que se compre Un verdadero cuento de revista ilustrada.
usted ropa. ¿Recuerdan ustedes aquel asesinato ocu-
— Muchas gracias, señor — dijo Tomás rrido en el puerto hace quince años? Un
metiéndose el billete en el bolsillo. t a l Masterick m a t ó a u n tal Fred Smith. Yo
Después de u n momento, agregó: t u v e que intervenir como fiscal y usted, Rum-
— ¿Podría usted darme u n consejo, señor? bold, era uno de los jueces. Masterick fué
— Cómo no, cómo no. ¿Qué es lo que le condenado a la horca; pero el gobierno le
pasa? conmutó la pena de muerte por quince años
— Bueno; supongamos que u n día encuen- de prisión.
t r e a Fred Smith, el hombre que usted ase- Rumbold asintió con la cabeza, y los de-
guró que yo habla asesinado. Supongamos más aguzaron la memoria para recordar bien
no más; ¿qué podría hacer yo? el caso.
— Pues bien, |Masterick está aquí y Smith
IV también! — g r i t ó el caballero, ya casi fuera dé
sí. Después, en pocas palabras, expUcó el
L caballero condecorado respiró con an- caso y contó su entrevista con Masterick en
E ijustia.
— E n ese caso—dijo—lo mejor que po-
dría usted hacer sciU quizás ir a verme, a mi
la (^alle.
Concluyó ordenando al mozo que hiciese
entrar a los dos hombres.
oficina. Cualquiera le dirá, en el Palacio de Entraron, Masterick seieno, bien que u n
Justicia, en dónde está mi oficina. poco sospechoso; Fred Smith visiblemente
— Porque en la casa en que duermo, hay asustado.
u n hombre que asegura que ha visto a Fred — ¿Quiénes son estos señores? — preguntó
S m i t h . . . después de que usted probó que yo Tomás Masterick, mirándolos a todos.
lo maté. Dice que está en San Francisco, de — Son amigos míos, amigos que están t a n
cargador en el puerto. Se h a b r á cansado de deseosos como yo de ayudarlo en cualquier
ser marinero. cosa. Yo creo que no hay en el mundo u n
— B u e n o . . . a m i g o . . . si alguna vez lo jurisconsulto de más talento q u e . . . mi amigo
encuentra usted, vaya a verme. Haré todo lo R u m b o l d . . . que puede a y u d a r l e . . .
que pueda para ayudarle. — Yo no quiero la ayuda de nadie — in-
— Yo desearla probarles a todos los que terrumpió Masterick arrogantemente, y em-
me condenaron que son unos mentirosos. pujó a Smith hacia el centro de la habitación.
— ¿Podría usted hacerlo? Me ha costado u n triunfo dar con él, y cuan-
—Claro que podría. Y más q u e eso t a m - do lo encontré no quería venir, hasta que le
bién. dije todo lo que habla y le conté b que había
E l señor condecorado movió dudosamente hablado con usted, señor. Y ahora no tengo
la cabeza y se alejó, con compasión y ganas mucho que d e c i r , . . Tengo miedo de que me
de rcir al mismo tiempo. dé un v é r t i g o . . . Peto voy a h a b l a r . . . Uste-
F.ra buena persona; pero el ácido de la ley des fueron una banda de demonios en el tri-
c e n i a por sus venas. bunal. No quisieron oir ninguna r a z ó n . , , Yo
Sus percepciones eran siempre demasia- les dije cien veces que no habla muerto a
do contrarias a las consecuencias de la Fred Smith, y sin embargo, ustedes me con-
lógica. denaron por haberle m u e i t o . . . Me han te-
Pero ocurrió que t u v o noticias de Tomás nido quince años en prisión por a s e s i n o . . . Y
Masterick otra vez. Era u n dia excepcional- no habla muerto a n a < h e . . . Pero ha llegado
mente propicio. El caballero condecorado es- el momento del c a s t i g o . . .
t a b a tomando el lunch con varios amigos, Y Masterick sacó rápidamente u n revólver
todos hombres de ley. Habla otros señores y le metió una bala en el coiazón a Fred
condecorados, un procurador general y dos Smith, que cayó redondo.
miembros de la Cámara de Apelaciones. — Ahora — gritó Masterick blandiendo el
El criado del caballero entró y le dijo algo revólver — he cometido el asesinato por
:il oído. „__ . . . _ el cual me condenaron hace quince
— Insiste mucho en verle, señor. p 1 N a ñ o s . . . ¿Qué tienen ustedes que de-
Dice que se llama Tomás Masterick —— '"•"" cir?...
De B a h í a Blanca

Coaiiióo d* MAoritu y caballera «a* tuvo a lu cargo la organizaciAn de la kamnM patrocinada pof Caía da Calida da aquella ciu-
dad, an loa lalonM del Gran Hotel Eipaña.

Carta de Paria:

LA ANEMIA ES FÁCIL DE CURAR


EL SORTILEGIO DE LOS FERMENTOS DE UVA
No se maere de anemia, dice el vulgo. E» podría pasar por milagrosa, si no fuera relativa-
potible; pero si la anemia ae prolonga con exceso, mente fácil de explicar. Es la antigua "cura de
o se hace perniciosa, mata perfectamente a sn ivas", siempre tan popular, revisada, corregida
SQJeto. En todo caso, la postración que ínfUge y mejorada por la ciencia moderna. Cuidadosa-
8 sos victimas, junto con la incapacidad para el mente seleccionados, aclimatados por un método
trabajo, la neurastenia, el disgusto de todo, seguro para vivir a la temperatura del tubo
butaa para envenenar su existencia. Es preciso digestivo aproximada a la de los países cálidos
reaccionar. (35" a 37"). de donde son originarias las uvas
La anemia resolta del empobrecimiento de la que los suministran estos fermentos se bailan
sangre. Se debería, pues, poder remediar por una "como en su casa" en el interior de la economía.
alimmtacidn sabatáaciaU jra que es a los ali- AlU evolucionan y hacen su oficio de levaduras,
mentos a los qae la sangre debe su riqueza. que es el de resolver lo que nuestros padres lla-
Desgraciadamente, los anémicos asimilan mal, maban, "los humores pecantes", activar la
y aún. las mis de la* veces, carecen en absoluto nutrición, y neutralizar los microbios, las toxi-
del apetito. nas, los residoos inasimilados, en una palabra,
todo lo que puede empobrecer o corromper la
De aqoi la necesidad de introducir, en el orga- Mugre. La natortleaa se encarga del resto.
nismo debilitado, elementos vivos que purifiquen, Ho le tarda en ver afloir los glóbulos rojos.
fustiguen su enorgia y restableacaa ti ritmo de la tez recuperar so brílio, renacer el apetito,
las funciones pertorbadai. con las fuerzas, d UmMtar y la actividad. Ei
Desde este ponto de vista nada puede igualar ona resorreooión.
a los FERMEirroS DE UVAS JACQUEMUT
cuya acción porifieadwa, estimulante y tónios EMtLt f. • ' •
I'unlea lialUrM t o i ' • •'•" i-i^—.-, . 1 . . . ,.•«. •l^taliHi eompletoa aobn) ei tratainiento tti romo >.< '.; n,^ u
sntorlnda do emlDeolr< < iltntrado: -tt IMkJaa <• i«l r«RB*ni«a", «i» •« entiari
graMIWnmte • lo* qtir . •e y dirección al DrpOrno Onifrat: 684 Siiii MarMn, I'» Au' «.
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RiCARDO MÜLLEBAC^ ^vtnuia <5<u>n* 44 -¿5t./v^ oficie ^
WM-:

EL ATORRANTE
Los criados duennen, y el atorrante se tamente a tomar de entre un platillo de
introduce sin que nad'e lo detenga, en la cristal y oro, una pastilla de JABÓN
mansión lujosa. REUTER, de la que aspira luego el per-
Su r-rimer movimiento ha sido dirigirse fume exquisito con verdadera fruición y
a la cocina y merodear en las ollas. arrobamiento.
Luego la idea del robo, ante tanta rique- La idea del robo desaparece como por
za ha surgido en su cerebro embrutecido. encanto en él, y de todas aquellas cosas
Pero el atorrante, ha sido en su juventud ricas y hermosas que lo rodean, lo único
hombre de plata, elegante, de gustos refi- que se apropia y esconde entré sus ropas,
nados, y un vaho deücioso que parte de es el pan aquel de JABÓN REUTER.
las intimidades misteriosas de la toilette, lo Por la noche, en un sitio apartado de
sorprende de improviso, resucitando en su la playa del Río de la Plata, el atorrante
adormecida imaginación quién sabe qué se da un espléndido baño, jabonándose
recuerdos y qué imágenes placenteras. con el exquisito JABÓN REUTER.
Se dirige, pues, con paso pesado al Este baño y esta jabonada, es una
solitario retrete, y allí, ante la rica mesa verdadera agua lustral, no tan sólo para
del profuso tocador, se detiene como ante el cuerpo sino también para el espíritu de
\3S\. altar. Sus nervios se dilatan, su boca aquel infeliz.
se entreabre, y sus ojos chispean reflejos Y ahi tienen ustedes a un hombre re-
del pasado. generado, gracias a la influencia ejercida
Extiende por fin como una garra su en él, por el mejor, el más sano, el más
mano sucia y grosera y entre todos los inocuo, el más simpático y atrayente por
botes de afeites, intr^ tddti- i..< f. ,-~,,K <n dulzura V pnr su nmniii de todos los
de aguas, extratu» } Imu , li. V A JAlíON R i : U I F R .
L A sugestiva cabeza del
enfermo de la cama nú-
mero lo era la implaca-
ble obsesión de sor Cristina. La
mirada intensa de sus ojos de
de lirios sobre la almohada, con
la secreta esperanza de que el
enfermo, al despertar, sonriera
por ella. Pero al retirar las ma-
nos, tocó sin querer la frente
tísico; su frente amplia y extra- marfilina del desconocido, y
flaraente pensativa; sus cabe- tomóse intensamente lívida de
llos ensortijados y revueltos improviso, quedándose junto al
destacándose sobre la blancura lecho inmóvil como una es-
de la almohada, hablan termi- tatua.
nado por ser la continua visión Poco a poco se fué serenando,
de la hermana de caridad. y doblándose con lentitud sobre
Sor Cristina, siempre que pa- el enfermo hasta llegar muy
saba por delante del lecho del cerca de su rostro, murmuró en
enfermo, se detenía un instante un suspiro profundo:
y le preguntaba con voz suave: — ¡Hermano!... ¡Hermano!...
— ¿Cómo se siente? Presa de un estremecimiento
— ¡Lx) mismo, hermana! nervioso apoyó una mano sobre
A veces aparecía la religiosa el hombro y lo sacudió leve-
con un ramo de flores en la mente:
mano, semejante a una figura — ¡Hermano!...
de Dante Gabriel Rosetti, y, Ya convencida de la doloro-
despertando el asombro curioso sa realidad, se puso de rodillas
de los demás enfermos, las de- poco a poco ante el cadáver
positaba en la cama de su mis- del misterioso asilado, y rezó
terioso predilecto. con los ojos llenos de lágrimas, con un dolor
— Las he cortado hace un momento — le decía; — desconocido hasta entonces.
se las dejo para que tenga con que distraerse. Y en el silencio matutino de la sala bañada de sol
La cabeza del enfermo se movía agradeciendo la resonaron despaciosamente las voces de los demás
olorosa ofrenda de la monja. Los ojos pensativos, enfermos:
rodeados de profundas ojeras violáceas, se clavaban «¡Padre Nuestro que estás en los cielos!...»
con infinita ansiedad en el rostro suavemente ru- , . III '" : •-
boroso de Sor Cristina, que inclinaba la frente para
ocultarse bajo la albura de su toca, como temerosa OMO no hubo parientes que se presentaran a
de que el enfermo descubriese su tortura interior. C reclamar el cadáver, el médico de la sala orde-
nó que lo transportaran al anfiteatro.
II
IV
I A cabeza del tísico se hacía cada vez más su-
gestiva. A medida que el mal implacable ETRA el crepúsculo de aquel mismo día y las últimas
continuaba su marcha fatal, la cabeza del joven *-* violetas de la t a r d e se deshojaban sobre la
desconocido iba adquiriendo una belleza rara, co- fría soledad del anfiteatro. Sor Cristina, a pasos
mo si la terrible enfermedad se entretuviera en lentos, se dirigía hacia él como una sombra, ca-
embellecerla. minando con cautela, como temiendo ser sorpren-
Mientras tanto, el sueño de la monja era inte- dida, y al llegar a la puerta fúnebre miró a lo
rrumpido por la mortal obsesión que la perseguía. largo de los senderos, y luego se introdujo con
E n la soledad de su celda lloraba el impulso ciego presteza en el recinto. Sobrecogida de u n terror
que la arrastraba con fuerza inaudita hacia las ideas subitáneo, se detuvo, pero una vez serenada empezó
que, como sierva de Dios, rechazaba más tarde con a caminar ansiosamente mirando los cadáveres que
t o d a la voluntad de su espíritu y de su corazón. yacían sobre las frías mesas marmóreas. De pronto
Pero a pesar de todo, la visión del enfermo flotaba quedóse inmóvil. E n una de las mesas estaba la
perpetuamente ante sus ojos de atormentada, asi cabeza del tísico separada del tronco, hermosa, su-
como una tentación diabólica, con sus cabellos gestiva, en su perpetua inmovilidad, bañada por
ensortijados y negros, su frente nivea, su boca los postreros fulgores del sol.
húmeda y levemente roja y sus ojos extraños Sus ojos entreabiertos parecían contemplar la te-
llenos de ternura. nue vaguedad de la t a r d e que se esfumaba en tonali-
Una mañana, después de haber pasado la noche dades de milagro. Sor Cristina, convulsa, trémula,
completamente ir..5omne, fuese al florecido jardín poseída fatalmente por su obsesión, tomó entre sus
del hospital, y cortando un manojo de lirios blancos dos manos crispadas la cabeza del muerto, y en la
y morados encaminóse hacia la espantosa soledad del anfi-
sala como si obedeciera a una teatro resonó el chasquido de
fuerza poderosa y fatal. un beso profundo, loco, terrible.
Después de atender solicita La noche cubrió con su man-
y benévola a unos y a otros, t o piadoso aquella incompara-
dirigió sus pasos hacia la cama ble escena de amor, y la estrella
de su incógnito amigo. Este, de la t a r d e filtraba a través de
de espaldas en el lecho, cu- los ventanales su oro celeste.
bierto con las colchas h a s t a Al día siguiente un grupo de
el mentón, dejaba ver su cá- a l a r e s estudiantes encontró el
b e l a más bella que nunca; cadáver de sor Cristina con-
sus ojos ligeramente entrea- traído con la boca fuertemente
biertos le daban un aspecto de oprimida a la del muerto, como
melancólica beatitud. La monja si con aquel beso infinito quisie-
se detuvo a contemplarlo como ra resucitar al viajero querido.
encantada de su imposible be- El sol la bañaba toda, como
lleza; y creyéndolo dormido, se perdonándola y purificándola
acercó m á s y depositó el r a m o con su reguero de luz.
De Ayact7cho

Klembro* d« la Oomúión DiredÍTa j coerpo mMioo del bospilal local, cayo «rttbleciminto hospitalario H dntaca entre loa de la
proTinoia. poi la labor del Director, doctor Ricardo S. Malbrjin.

a'4'lit'4f''f''i,F'fS'1í'£l'^íiiB.j

;.ESTÁ Vd. HERNIADO?


Si U8t«d esli herniado
68 seguro que tíabrá usa-
do bragueros y faja» más
o menos cóinoda», e in-
finidad de otros métodos
para curar 1» hernia, iwro
sin resultado: e« tamnicn
muy posiblo que habrá
sido OPERADO una o
más veces sin conseguir
la cura deseada. Por ta-
les motivos debe uHted
desechar esos VIEJOS
SISTEMA;) que ya no
sirven para nada.
Todos las hernias (auebraduran), se reducen
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cómoda y endureciendo el tejido muscular al
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Y la adquisicTón de un Tractor CASE, porque así se le podrá em-
pezar a usar con los primeros trabajos agrícolas del año, es
decir, con el rastreo y la aradura del suelo, para continuar usándo-
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1?^ fM^ w*"» '^/T^SÍB

Uembna de la Sociedad Beoreativa "Loa 30 amigoe rennidos", que concunieron al atrasrente picnic realizado en bona de bu lefio-
ritu «oe integran la Conúsün de Fieetaa.
eUnct ball», ves una variación delpo- a los guardadores de la portería.
UN NUEVO DEPORTE puiarisimo níoot ball», que tanto apa- En los colegins de señoritas de In-
INGLÉS siona los ánimos en nuestro tiempo. glaterra parece que se juega ya mu-
Pero como no estaría bien que da- cho el «net ball». Sus reglas no tar-
En Inclaterr», el país deportista mas y damitas deformaran y estro- darán en traspasar el Canal de la
por excelencia, donde tuvieron su pearan BUS linda» piernas en el vio- Mancha y las Ironteras, para que el
cana casi tfidiM loa deportes conoci- lento ejercicio del balompié, que dijo nuevo deporte se imponga en los de-
do», ha comeníado a cultivarse un Cavia, en el «net ball» los balones se más países.
nuevo juego, ^ue no tardará en ha- impulsan con las manos. Sin embargo, como variedad de
cer su apanción en los demás Como en el «foot ball», juégase el rfoot ball», el nuevo juego ofrecerá
países. nuevo deporte |)or dos bandos, y el mucho menos interés, y como jue-
El nuevo deporte, dedicado más objetivo está en meter el balón go de pelota será inferior al «tennis»
especialmente a las señoras, se llama en el campo contrario, burlando y aun al de pelota vasca.

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' ^
Mili»

DB LA VIDA prestigio de coturno, y, aunque ba a ofrecerle. Entonces grita-


INQUIETA fuese vestido de andrajos, en toda ba, con voz tenante, al perro:
ocasión su figura descollaba y res- — [Viens i c i ! . . .
plandecía como la de un rey. ^ El can, como si supiese lo que
Era de vulgar estatura, erguido debía hacer, ladraba, brincaba, y
E L "DIVINO" y bien proporcionado. Llevaba los
cabellos, que fueron negrísimos y
sacudiendo ruidosamente su ca-
dena acercábase a su amo. Al sen-
ondulados, a media melena y par- tirle a su lado, sumiso. Sawa re-
tidos en crenchas iguales, y el pá- petía:
ALEJANDRO lido rostro de perfil judaico en- — 1 Viens ici I
marcado por una barba nazarena. Y, llevándole cogido por la car-
Se parecía a Daudet. Y reafirma- lanca, cruzaba despacio y triunfal
ba la expresión desdefiosa, más el salón, bajo la mirada expectan-
que altiva, de su hermosa cabeza t e del público.
meridional, la miopía que le afli-
gió desde mozo y le obligaba a re-
treparse con orgulloso estiramien-

T AMBIÉN y recordando la sin-


gular teatralidad de sus gus-
tos, acciones y palabras, solíamos
to ante sus interlocutores y a mi-
rarles un poco de arriba abajo. En-
tonado, ajeno a cuanto sucediese
U NA noche «Claudio FroUo»,
otros dos amigos y yo nos tro-
pezamos en el cruce de las calles
llamarle Alejandro «el Magnifico», a su alrededor, superhombre y Pez y San Bernardo con Alejandro
o el «Excelso». Hablo de Alejan- ecuánime, «el divino Alejandro» Sawa. Venía hacia nosotros pausado
dro Sawa. había sabido hacer de la humildad y señoril, cual haciendo de la des-
El autor de Noche, de La mujer de la tierra un pedestal. nuda acera un salón alfombrado,
de iodo el mundo, de Iluminaciones E n París, donde vivió muchos y muy tieso entre su perro y el
en la sotnbra y de otro libro noto- afios la bohemia artística de Mont- bastón que pendiente traía del an-
riamente influenciado por el «na- martre y del Birrio Latino, olvidó tebrazo izquierdo, l^as grandes alas
turalismo» entonces prepotente, su hablar nativo — Sawa era an- chambergas de su sombrero negro,
fué un temperamento excepcio- daluz, —• y regresó con u n acento echado hacia atrás, mejoraban la
nal. Aunque exiguo y afeado de marcadamente exótico, que con- autoridad de su melena, que los
c o n t i n u o por v o c a b l o s y giros vertía las «erres» en «ges»; una afios irreverentes comenzaban a
exóticos, en su léxico había una enonne pipa,'regalo de Verlaine; platear, y sobre el amplio lazo do
inexplicable elegancia, una musi- una corbata flotante, u n recio bas- su corbata se dibujaba su barba
calidad enfática y sencilla a la tón en forma de cayado, y un pe- partida de rabí. Aquella corbata
vez, enteramente «suya», adjeti- rro magnífico. iTodo g r a n d e ! . . . tremolante era todo el verbo fron-
vaba de manera desconcertante, El perro, la corbata, el bastón y doso del «divino Alejandro».
y todos sus personajes aparecían la pipa. Poseía aquel hombre, co- Al vemos demostró que nuestra
impregnados de solemnidad. E n mo nadie, el secreto de lo decora- presencia le colmaba de alegría;
Sawa, lírico fastuoso y grandilo- tivo, la ciencia de «obtener efec- nos llamó «atenienses», dedicó u n
cuente, «el hombre» avasallaba al tos» y de dar proporciones ingen- recuerdo rápido a las noches de su
escritor. Comparadas con él, sus tes a lo infinitesimal. La hipér-
novelas eran mezquinas migajitas bole le acompañaba, le envolvía
caídas de la mesa del gran ban- radiosa, semejante a una luz ce-
quete bizantino de su alma infla- mtal, y sus manos blancas, elo-
mada, y he aquí porqué el recuer- cuentes y pulidas, en las que cada
do de su figura ha sobrevivido a dedo representaba una elegancia,
la huella de su obra. f parecían jugar con lo extraordi-
Ni aun en París, donde la «pose» nario. Los que no le conocían, al
sirvió de cimiento momentáneo a cruzarse con él en la calle, sentían
t a n t a s reputaciones de bazar, co- la fuerza subyugadora de su per-
nocí tipos capaces de emular al sonalidad, y, maquinalmente, se
autor de Carne de ruMes, en ego- volvían para observarle. E n el arte
latría, vanidad y prestancia. Este difícil de «llamar la atención» era
culto a sí mismo le dio el triunfo. un maestro, un príncipe, y él lo
Ni la miseria, que lo acosó impla- sabía y abusaba de ello.
cable, ni tampoco la ceguera cruel Al entrar en u n café, por ejem-
de sus últimos afios, abatieron su plo, aunque fuese aquel café donde
soberbia ni empafteron la euritmia concurría a diario, «el divino Ale-
helénica de sus actividades. Nació jandro», en el instante de desta-
«gran scftor», y basta cuando so- carse del vano de la puerta, deja-
licitaba algo parecía mandar. Tenía ba caer el bastón y escapar el pe-
el rostro y los ademanes tranquilos rro. Con un gesto vago de ciego
y reposada y afectuosa la voz; en miraba a su alrededor y, sin mo-
sus pies, aristocráticos por lo re- verse, extendía una mano buscan-
ducidos y por la nerviosidad de su do su bastón, que siempre algún
andar, las viejas botas adquirían espectador compasivo se acelera-
U nudm. — IT iMmtt. Jo»p, qM
dn<io te «isM «AM *i OMH trt • U
•Mstia; <a* toíro i* »•*»*• »f « í :
dnuil iMo» » « • d tumiiol Hoa « -
luKM «oBiaado róji»...
juventud, a sus noches de «Paagis», caba — Cuando me aserqué «al
como él decía, y con gentil vehe- dios», y todavía el recuerdo de su
mencia nos invitó a beber un tra- mirada fulgurante me hace tem-
go de vino en «casa de Manolo». blar.
Aceptamos todos la oferta y pe- Manuel, entretanto, habla sa- EDUARDO
netramos en la taberna, situada cado de u n cajón un trozo de pa-
a cortos pasos de allí, por este pel mugriento, escrito con lápiz,
ordcii: primero el perro, después y leía: ZAMACOIS
Siwa y luego nosotros. El esta- — Aquí está la relación de lo
blecimiento estaba vacío. que usted me debe. Hace tres me-
— Amigo Manuel — exclamó el ses le di a usted un d u r o . . . luego
novelista con aquella inflexión de dos p e s e t a s . . . Otra noche vino
voz «suyísima» en la que se con- usted a cenar con un amigo suyo
tundían el ruego y la orden; — y tampoco pagó. Los otros días
tendrá usted la bondad de servir me pidió ustetl diez pesetas, pro-
vino a estos señores, todos ilus- metiéndome devolvérmelas en se-
tres sacerdotes del arte, y de dar- g u i d a . . . ¡y hasta h o y ! . . . jEso LEJADDRO Sawa murió ciego
me un duro que necesito.
La cara softolienta del interpe-
no se h a c e ! . . . A y miserable en un cuarto de la
Alejandro «el Magnífico» prosi- calle del Conde Duque. Empero
lado se anubló, encolerizáronsele guió impávido, sordo, admirable- hasta el postrer instante su espí-
las cejas, y las mejillas se le acar- mente inaccesible a las groserías ritu superior, su elegancia y la
minaron. Tardó unos segundos en con que su enemigo procuraba gracia de su conversación le acom-
responder; mortificarle: pañaron.
— Serviré las copas de vino — — «Víctor Hugooó» me acarició Cuando algunos amigos iban a
pudo decir — pues no quiero des- los cabellos. «Que la felisidad, ex- visitarle, él se adelantaba a reci-
airar a nadie, pero esas cinco pe- clamó profético, deshoje sobre t * birles, golpeando el solado desnu-
setas no se las doy a usted, don cabeza lag grasas fragantes del do con su bastón, y, majestuosa-
Alejandro, porque usted me de- amor y del é x i t o . . . » Y me besó mente, poniendo siempre algo de
be m u c h a s . . . |y de mi nadie en la frente. ¿Queréis creer que, maestro en el ademán, les acogía
abusa I no obstante ser yo u n niño, desde entre sus brazos. Hacíase leer los
Sus palabras resonaron violen- aquel día, y paga mejor conservar periódicos y hablaba férvidamente
tas, insultantes, en el silencio de el beso «del dios» me negué en ab- de Paagis, cuyo recuerdo bri-
la tienda, y todos nos sentimos soluto a lavarme la f r e n t e ? . . . llaba en su alma como u n foco
cohibidos. Únicamente Sawa, el Hasta que luego supe que mi her- de luz.
«Excelso», parecía no haberlas oído. mano Miguel, que vivía conmigo, — Ahora — decía — les ense-
Vuelto orguHosamente de espal- y es una vulgaridad ipobresito\ me ñaré a ustedes mi museo.
das al mostrador y dueño absolu- la limpiaba por las nochescuando Adornaban las paredes de la es-
t o de si mismo, nos hablaba de yo dogmia con una esponja hú- tancia u n pequeño retrato de Víc-
«Víctor Hugooó» (ortografía suya). meda. tor Hugo, u n autógrafo de Verlai-
— Dase años tenia yo — expli- Nosotros reíamos. ¡Divino Sa- ne, metido en u n marco, una pipa
wa! jAh, qué libros imperecederos que fué de M o r c a s . . .
hubiese escrito de saber llevar a Las manos delgadas de Sawa
las cuartillas el hechizo triunfal palpaban el muro buscando aque-
de su conversación!... llos recuerdos.
De pronto el tabernero, que t a m - — |Esta es la efigie del diosl
bién le admiraba, debió de com- — exclamaba conmovido; — ésta
prender el enorme desnivel men- es la letra del «pobre L e l i á n ! . . .
tal que le separaba de su cliente, Y devotamente cogía los cua-
y t u v o vergüenza de su tacañería dritos y los besaba.
y plebe>'ez, por cuanto declaró de Murió Sawa en belleza, sin una
súbito. contracción en el hermoso sem-
— Bueno, don Alejandro, no lia- blante, sin una frase torpe ni un
blemos más; tome usted sus cinco gesto feo. Dentro del ataúd, colo-
pesetas, pues ni con ellas ni sin cado en el suelo y a la luz de los
ellas he de salir de pobre. cirios, parecía una estatua.
Entonces, reix>sado y cortés, «el Detalle calofriante:
Magnífico» volvióse hacia Manolo, Un clavo, mal puesto, de la
y presentándole por encima del caja, lo había lastimado una sien,
mostrador la palma de su diestra, y de la herida salió un hilito de
suave y blanca, dejó caer estas sangre, que cuajó en seguida. Ese
palabras, dignas de u n griego del clavo, sobre el que apoyaste t u
siglo do Feríeles: frente para dormir el último sue-
— (Pues si al fin y al calx) habla ño jinfeliz hermano! — es el sím-
de darme usted el duro, señor t a - bolo despiadado de t u historia
bernero, ¿por qué no dármelo con triste.
una íongri$a1.,.

— ¡Abofa, pronto: ¡AmattM» usted


la ctntiui í lo IcTanUtél
Enlaces

8«úorita Catalina Boar con el («ñor Luis Bcltr&n Meirot.


Santiago del Eiteto.

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El número de Febrero aparecerá mañana

con el siguiente magnífico


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SUMARIO:
"Poemas solariegos: Hora meridiana", por Leopoldo
Lugones, ilustración de Macaya. "Los peinados en
1500 y . . . 1924", por Rafael Símboli, pastel de Loy.
"Nocturno de las primeras rosas", por Arturo Capde-
vila, ilustración de Bonomi. "Wilson", por E. G. Hur-
tado de Arias. "En el corazón de los Andes: La Cor-
nisa", por Atilio Chiappori. "Los siete monjes", por
Alfredo R. Búfano, ilustración de Larco. "Lenin", por
Eduardo del Saz, cabeza al carbón de Alvarez. "Con el
ministro de Colombia", por Eduardo Carrasquilla Ma-
llarino. "Calle de las Sierpes", por Oliverio Girondo, ilus-
traciones de Sirio. "La Ciudad Encantada", por J. Cés-
pedes R. La Paz. "Transformación del Museo del Pra-
do", por José M.' Salaverría. "La fiesta anual de los ar-
tistas en el Delmonico's", por Roberto Lee. "Cuarenta
siglos antes de Voronoff". "Cazando en la selva afri-
cana". "La amenaza del Inca". "PIvs Vltra" en Mar del
Plata: El Golf Club". Reproducciones a cuatro colores:
"La couplctista", óleo de Anglada Camarasa. "Fantasía",
óleo de Eduardo Soria. "La barranca del Gallo", óleo
de J. Peris Brell. Numerosas y artísticas ilustraciones
fotográficas reproducidas a dos colores.

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PLVS VLTRA Administración d o P L V S V L T R A


PUBLrCACIÓN UBNSUAL ILUSTRADA
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PRECIOS DE SUBSCRIPCIÓN EN TODA LA REPÚBLICA
AdjuntQ la suma de
Trimestro ( 3 e|»mplarw) t 3.00 X-
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Para subecripclones o aúmerrx sueltos dlrltin* * todo* loe agentes Dirección
de iCaru y Ceretas» o dlrectameote • la Admlnlstiacián. Cha- (109)
cibuco, 1S1/1S5, Buenoe Airea.
En las sicule.itas oficlnaa de los «Mensaieroa da la Capital) se anotan subscripciones y t» renden slemplarss:
B. Mitre, 479: Esmeralda. 527; Ub«rUd, 1027: Chacabueo. 330; Callao, 2 » ; B. Mitre, 3660; RlTadavia, 1294.
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asB so»
Si8i»-»:»)í^W»<s?w -4'&ím' — fc(r-» ^-^
De San Fernando De Tigre

El popular campeón d« natacióo te&or Enriana Tlrubochi, rodeado Nüdeo de señoritai y jóvenes que integran la C. D. de la Sociedad
por algDiioe de kM concoReotea a ia dtmoatiaeión «ne le inera Kecreativa y FUodramática •alarias que nacen», a cura elicaz
Mbotada por el Comiti Italiano, celabraado so brillante actuación dirección débese el ínto obtenido en loa leativatei patrocinado!
deportiva poc dicha entidad.

Cualquiera de[nuestras lectoras que mo y repetida varias veces al dia,


LAS ARRUGAS DE LA ponga en duda' el aserto, no tiene trae j)or consecuencia un desgaste de
CARA Y LOS ESPEJOS más que fijarse en una amiga suya los tejidos y de los nervios, que aX^úa
cuando se naya acabado de peinar o tiempo después se traduce en una
UN CONSEJO PARA LAS DAMAS quiera arreglarse un bucle, un ador- serie de arrugas que en breve plazo
no, etc. Entonces verá cuántas mue- desfiguran el rostro más lindo que
ijoñ espejos de mano producen más cas hace para verse por todos lados, se puede soñar.
etrugas en el rostro de la mujer que armada con el espejito traidor. Conviene, por lo tanto, no abusar
(D verdadero enemigo, el tiempo. Esta operación, violenta en extre- de loe espejos de mano.

KALISAY
El grán producto argentino.
Da a las personas que lo to-
man antes de las comidas,
una satisfacción superior.
Como estimulante del ape-
tito, el aperitivo vino-qui-
nado KALISAY, no tiene
similar.
Es el gran tonificador del
organismo humano, por
estar científicamente pre-
parado a base de la mejor
quina del mundo.
22 «ftoa de ¿xito
LAOOBIO y Cía. — Bnsaoi Airoj.

]llllllllllllllllHi,li,.,„u,^„

¿A Q U I E N NO LE G U S T A UN BUEN ASADO?
Para conseguir que éste sea sabrosísimo, lo misino que su complemento las ensaladas, es necesario
preparar la botella del adobo con VINAGRE "OMEOA". Haga la prueba y notará la diferencia
que hay al emplear otros vinagres que no son de puro vino y que están hechos a base de ácido
acético artificial que es tan nocivo a la salud.
Se vende en botellas de un litro a $ 1.20 en la Capital y $ 1.30 en el interior.
FOT sn pnrott, el Vinagra " Omega", obtuvo el Primer Premio de U Municipalidad de la Capital
- ' • • — '
Sus Polvos, :
Lociones
y Extractos son
agradables
y persis-
tentes.

VIVITZ AZUREA

Jabón
REINITA
De alta calidad.
Distingue a
la persona
que lo
POMPEÍA usa FLORAMYE
De Trenque Lauquen

Diiiii^uiáo nix!l«o d« teftozitu que tomó pane e,a el torneo da "teñáis" realizado bajo los auspicioa del Club Progreso.

ser una realidad, puesto que ahora. uirió, hace muy pocos aSos, valia
LO QUE VALEN LAS Con motivo de un suceso judicial
ocurrido en París, cuyo examen no
?vale
20.000 francos y que actualmente
1.100.000.
PERLAS hace al caso (referente al robo de La diferencia de valor, es, pues,
un collar), se ha puesto de relieve considerable. En pocos años ha au-
un todos los tonos se ha dicho el piecio que han alcan/.adu los bue- mentado de valor el referido collar
qne l«s perlas estaban expuestos a nas perlas. en 374.000 francos.
perder su valor merced a unos pro- El perito encargado de fijar el va- Ello hace deducir, en términos ge-
digiosos descubrimientííS japoneses, lor de cuatro perlas desaparecidas nerales, el gran aumento que en firo-
por 1M cuales se íabricalmn perlas del collar, después de haber sido gresión ascendente vienen obtenien-
artificiales idénticas a las naturales. éste recuperado, ha manifestado en do en su valor las pcrU« por estar
Esto, sin embargo, no ha debido su informe que cuando la joya se ad- de moda.

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d« leiidoa, por Unos y dslicados que tstoa eean, sin da-
ñarlos, l o manelis l u manos ni las oteosUios.
Siicnieado lai insineoioMi dd Idit^o el resultado et ma-
raviliota no siesdo iwoesario luat sal ni Tina«re, etc., por
lo Qo* bao* «w, la maraTiUna AJIIUIIA AL^DAHA
V n u S Í M üBiea es lu giomo j de lan táiUl oao que
hasta OB iiiSe puede (etir.
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, LA RENUNCIA DE DON JUUO


Roct. — Yo no Mil- pongo ose disfraz de intervenido.
— Pero si es de última moda.
— No importa; no me gusta disfrazarme. Que se lo pongan a mi sucesor.

MOMO PLATENSE UNA ENTREVISTA DECORADO OKIQINAL


Outilo. — Yu Boy el que moior Repórter. — ¿Qué escribe, doctor? — ¡Qué bien quedan esa» t«la«
•uilomui»} la foch*. Celebro olcooio- De la Torra. — Mía memorias. de araña! j Quién las ha pintado?
oes en CarnavaL Repórter. — i Y cómo titolaráel — Son naturales, señor Noel. Las
libro? hemos sacado de los expedientes de
De 1» Torre — «El «oUtario y su la Intendencia
tiempo».
De Primera Junta. F . C. O.

Concurrentes al picnic organizado por la C. D. del Club Atlético Primera Junta en honor de las familias de sus socios.
Cuando se quiera p r o l o n g a r l a vi- Segunda. Se escribe sobre u n a ho-
LA A S P I R I N A d a d e l a s flo''e.s que h a n d e e m p l e a r j a d e p a p e l d e celuloide; y
Y L A S FLORES las mujeres p a r a a d o r n a r s e , se las im- T e r c e r a . E s t a hoja r e p o s a s o b r e
p r e g n a d e l c i t a d o p r o d u c t o c o n \m u n a p a s t a cuyo secreto se ignora.
L a a s p i r i n a n o es útil s o l a m e n t e algodón. Si se t r a z a sobre este p a p e l u n
p a r a s u p r i m i r los dolores d e r e u m a - signo o dibujo c u a l q u i e r a , ésto apa-
t i s m o , p a r a e v i t a r l a jaqueca, hacer rece en seguida por su adherencia con
d e s a p a r e c e r los dolores d e m u e l a s y LA H O J A ETERNA l a p a s t a sobre l a q u e reposa; pero
conseguir que desaparezca l a fiebre. E n los escaparates d e las librerías b a s t a l e v a n t a r esa hoja de p a p e l p a r a
Si rinde buenos servicios a n u e s t r o h a aparecido hace a l g ú n t i e m p o u n q u e el dibujo o el escrito se desvanez-
o r g a n i s m o , t a m b i é n favorece a l a s p e q u e ñ o b l o c - n o t a s o m e m o r á n d u m , c a n , n o d e j a n d o r a s t r o n i reliquia d e
llores. que se c a r a c t e r i z a p o r las siguientes lo escrito o d i b u j a d o .
Basta verter una pequeña cantidad particularidades; D e m o d o que este bloc d e u n a sola
de a s p i r i n a en el a g u a en que se ha- P r i m e r a . N o es necesario escribir hoja p u e d e d u r a r i n d e f i n i d a m e n t e .
llen sumergidos los t a l l o s p a r a con- con lápiz n i p l u m a ni valerse de t i n t a , E s t a i n n o v a c i ó n es i n t e r e s a n t í s i m a
B ^ u i r que conserven d u r a n t e m u c h o sino d e u n o b j e t o c u a l q u i e r a q u e ter- p a r a hacer cálculos, croquis o dise-
t i e m p o t o d a s u lozanía. m i n e en p u n t a , s i n que p i n c h e . ñ o s , t o m a r n o t a s , etc., etc.

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CORRIENTES, 838 — Buenos Aires C. PELLEGRINI, 78


Dirigir correspondencia a CORRIENTES, 838 SOLICITEN CATÁLOGOS

MODELO N.° 193 MODELO H.


Botín gum metal color
o negro, caña de ga- Botín o zapato en ¿ u n
bardina marrón, beige metal negro o olí-
claro, beige obscuro, doble suela, tollo i
Uso o picado, con cor- sido alrededor. ji
puntera o bigotí r i,
dones o botones,

$ 14.90 Í4.S0

14.90 14.90

MODELO N.° 59
Botín o zapato con puntera ó bigotera. En anca de MODELO N.» 58
potro negro. En gum metal negro. En gum metal En gum metal negro. En gum metal color, doble
color, todo cosido alrededor, doble suela. suela, gran moda.
MODELO N.° 818 MODELO N." 205
En cabritilla color En cabritilla charo-
sangre y negra. En lada, negra, color san-
gamuza neg^a y ma- gre y marrón. En ga-
rrón. En piel de co- muza negra, marrón
codrilo color sangre. y color sangre.
En cabritilla charo- Taco de 3 1/2 y 5 1/2
lada negra,

$ 14.90 $ 14.90

MODELO N.» 218 MODELO N.» 233


En cabritilla negra, En piel de cocodrilo
color sangre y marrón. color sangre. Lu c i-
En gamuza negra. En brililla negra U-1 t i i
cabritilla charolada y cabritilla color •• i'i-
charolada colorsangre. gre, lisa. En g un ,' i
negra, lisa.
Í4.90 $ 14.90

Para pedir cualciuiera de los modelos expuestos en esta rágiiia, no es necesario cortar el di-
bujo: basta con indicar el número del modelo. Sírvase solicitar nuestro catálogo número 18 A,
que contiene 60 modelos distintos.
Notas varias

TILLA DEVOTO. - Se- OLATABRIA. - S«flar SAITTA FE. - Señor Ce- José Diax, sanador del Señor Jos< Vaccari, jo-
ñor Jorge Bassi. Emilio Garda Blanco, leitino QiúreUi. premio 'Carai y Caretas" ?en tenor argentino que
en el concurso literario acaba de debutar con
flUKdoreí del premio instituido por "Caraa y Caretas" en loa oonconos de organixado por el Centro lisonjero iiito en el tea-
tito de esas localidades. tro Caicano de MUán.
Ex alomoot de D. Bosro.
De San Isidro

LA AMERICANA RKOIO DOBlOTOBia roble ina-


ciso, 3 cuerpo», entrante 9 C C _
o ««líenle, 4 petas.... I « « « •
BMHO OOKIIITOBIO, dn roble
maclio, formato 3 cuer- A p A _
pos, 3 luna*, a t •«»''•
U mismo Jtteg» o«i 1 ncfí _
im». •. j*DW.-
Ki mismo, lmll«cl«a ro- 4 a C _
bleocedro,» t '«»*'•
ja mismo, más chk», a 4 RK^_
OOBIOOSn dsMle P»- 1 CA .
•os i«»w«
SoUeM* eattloco B, oon la mwra
nbaja da prseios.
BnbaUls r aeurso cr^ls.
.^Miiiniiniiniiiiiiiiiitiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiy^¿>.

En los festivales de Carnaval


. ...donde la mujer luce su gracia y sus
donaires, no debe Vd. olvidar que su cutis
juega importante papel en sus triunfos.
No olvide pues, que como siempre en el
$ 1 . ^ la caja POLVO GRASOSO

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22
i JBrissac.
2 encontrará Vd. el producto de tocador indicado
•• •• y preferido por las damas como el mejor protector
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S 21 JORGE NEWBERY, 34*M¡6- U. Telef. 0945, Caiacrita. •• g

BlllllllllliaillllllllUIIIIIIIIIIIIIIIIUIlIlUlUUlBlUIIIIIIIIB
TERTULIA HABrrUAL EN EL CAFE "EL OATO HKOBO" DE MADRIO.—InMtio eomwtriota Albarto Qhinldo IOIMUIO por
IM MOritoKS í utiltai r«dro Mata, Dia^ lan Joié. Andr^ Ooaiiln BUnoo, Joié Has. Maeitro Llopií. Haoitto Fortaa, Bicaido
MoQiftario. Cruolaoo Pompay. E. Kamim Ángel, CarUü F. Cneoca. Franoiaco de Iracbeta, A. Heraáadez Hír y oitm.

E
L Café es en Madrid ón y en el trato.
una Teniadcra ins- Uno de los vicios de Ma-
titución ciudada- drid es la conversación.
na. — «Voy al
Café, donde me espe-
El Kn esta ciudad se vive
hablando. Creo que
ra Fulano'; «rengo
«1(1 Café, de estar PEREGRINO en ella muchas de
las enei;gia« huma-
ron Zutano»; «esta nas se pierden en
noohe me veré en el C U R I O S O el vacio por medio
Café con Perenga- de la palabra. De
noi; «lo encontraré aquí el auge del
a nsted en el Café Café, sitio propicio,
rata noche»; «luego LOS C A r t S D E U A O K I D como ninguno, para
arreglaremos « o en el Ca- UNA rNSTITUCIÓN CIUDADANA dar placer a la lengua. Es
fé«: son Ifts frases que todo curioso el espectáculo ofre-
verdadero madrileño pronun- cido por un Café de Madrid
cia a cada Iiora. a cada instante, cualquiera, deede el más lujoso
porque en el Café realiza su tertulia más modesto, de tres a cinco de
aiona, combina negocios de toda ín la tarde. A tales horas os raro encon-
dolé, hace política, escribe cortas, trar mesas desocupadas. Convertidas
períodjsta redacta crónicas, el comedió- todas en verdaderos racimos humanos,
grafo planea escenas, el novelista trama enjambres o peva-, como en realidad se las
uuntos, el poeta forja estrofas y hasta el ora- denomina, sólo escucharéis el niraoreo confuso,
dor ensaya gestos, actitudes y forma» de retorica. ensordecedor y único, formado por la emisión de mil
El Cafe es, en realidad, el más grande escenario de voces, confundidas en el más enloquecedor marcmag-
Madrid y adonde vamos en busca del político influ- num, con el ruido de tazas, copas, vasos, botellas y
yente, ^ 1 autor de moda, del actor a quien nos es cucharillas entrechocándose sobré los mármoles. A cada
difícil hablar en su propio teatro, y, también, deseando s^undo veréis cruzar las siluetas lentas de lo» cama-
pasar una hora agradable y útil, porque allí, mejor reros que nunca se inquietan, posiblemente porque
que en el mismo circulo, club, casino o Ateneo, nos saben que ninguno de sus clientes tiene prisa, en
es más cómodo enteramos de las noticias importantes, demanda de ordene'», transmitidas a su vez por olios
de las novedades literarias y artísticas, de los planes al mostrador, y seguiíios por el conductor del liquido
tMitrales de la temporada, de la marcha de las empre- hirviente, conservado en grandes cocharros o «pavas»
sas editoriales, y también de la influencia de la guerra de las que sale a chorros, en la cantidad que ambioi-
colotiial en la jjolítica interna del país. néis, para ser servido en la clase de vasija determinada
por vuestro capricho. Chorro aquí, chorro allí, chorro
Cada personaje ilustre tiene su Café predilecto, ooo más allá; hay quien lo pide en todas las vanija.", quizás
especialidad U» «acritores y artistas. pensando compensar asi en alxo la media (xa-etn, el
Una de las notos relevantes de esta ciudad es el ooate excesivo y sin propina de la estimulante infusión.
espíritu democrático de que está saturada; y*aal ve- Hay algunos de estos Caféí con tradición voHadera
mos complacidos, cómo a estos grupos, a estas peños, y con historia, entre ellos el de «Pombo» y el do «El
a estos reuniooes de hombres cliobres, se acercan los (Qato Negro», fundados hace muchos años y por los
más modestos ciudadanos en tren de oamamderia que han desfilado todos los R30ritore.<í do Madrid.
tan liimpitica como sugestiva, tonto más si se
piensa qnc este pueblo vive bajo la sujeción de Nada más curioso, para un reconstructor de
una monarqnia donde DOÜ imao^inábamo^i en- ambientes, que recoger, en un libro, la vida
contrar una diütoncia de claaeH difícil de do una de e«tas casas modríleiiaa dcmde
transponer. Este espíritu de igualdad tanta« horas de labor y de placer se mez-
Giudodana lo encontramos en todos los claron, hacioido el proceso de esa fiebre
ambientes, acentuándose en el Caté, creadora de oenbrc» excepcionales
pfg la facilidad ea la comuni- que poblaron de visiones las salas
ahogadas por el humo; visiones que con el liumo tes, más o menos tliacretos, y, en ooosiones, oscuros.
salieron a la calle, fugaces o perdurable», para pra- Es la misma de todas las grandes urbe.«, corcho o resa-
barse, al día BÍpuiente, en la página diaria y volan- ca, flotante en la marea social. Sin otioio. sin ocupación
dera o, más tarde, en la más cuidada del libro, o pro<luctora, sin misión verdadera, siempre al acecho
pasaron al escenario del teatro preferido, converti- de la peseta o el duro, hoy en posesión de un dato,
das en diálogos admirables, apreciados por el público, obtenido a las voces con ingenio innegable, fiwilitun
después, como producto de una gestación metódica, una transacción comercial, y mañana dan caza a
realizada en el solemne gabinete de estudio o en el un ¡71/í a quien despluman en pandilla echándolo
pupitre de la biblioteca augusta y silenciosa. al me<lio en la partida de naipes jugndla en el salón
lx)s públicos de Café varían de acuerdo con las alto del Café predilecto, donde también se tira de la
h o r ^ del día. Aunque abij;arradas siempre, dada la oreja a Jorge, y en algunos, como en el «Ideal» y en
forma de colocación de las mesas, presentan aspectos el «Palace», se baila de tarde y noche, el chMs español
completamente distintos. Por la mañana podéis ver y clásico, la matchicha brasileña, endemoniada, cari-
sentados, en los mismos divanes en que se repantigarán ñosa, lúbrica y loca, y el tango melancólico, sen-
por la noche os elegantes madrileños, a los moiiestos timental, enfermizo y voluptuoso, de los arrabalo»
obreros o dependientes de tiendas y almacenes. Belwn argentinos,
su taza calentita acorapañaíla de la tradicional media Pero esta es una nota exceix^lonal en el ambiente
tostada, de arriba o de abajo, según los gustos. Y des- madrileño, fuera del que me he propuesto observar
pués, al yunque o al mostrador. A forjar hierros o a en esto capítulo. Vaya, pues, ella como paréntesis y
medir géneros, que tanto da, ya que el jornal escasea prosigamos en nuestra clasificación.
en el taller v en la tienda. Más tarde, de diez a una, De tres a cinco, nueva mutación. La escena cambia
otra clientela, syi géneris, invade las amplias salas. o, más bien dicho, cambian los personajes. Se han le-
Hitad chulos y mitad señoritos, no sabéis en qué vantado los servicios de mesa, manteles y cubiertos;
renglón social clasificar a estos nuevos parroquianos V otras caravanas, alegres y bulliciosas, penetran por
vestidos en forma tan peregrina como asaz pintoresca. las puertas giratorias reemplazando a las salientes. £a
Chaquetas, de corte extraño, ciñen algunos bustos. la hora de los escritores y de los artistas. Se bebe cafó
Sobre la chaqueta, la capa con vueltas rojas o azules. y se charla, entonces, de asuntos elevados q\ie inte-
Botín fuerte, l ' a n t a l ' i también ceñido. Y, coronando resan al espíritu, y, cuando ha cerrado la noche, hay
el indumento, el chambergo de anchas alas o la gorra, quien sale rumbo a ln redacción del periódico con la
más castiza. — ¿Toreros? — pensáis. Si no lo son, se crónica del día concebida o realizada, y más de nn
aproximan, decís para Vuestros adentros. Averiguáis ilustrador de revistas con su dibujo de la semana,
y sabéis, por boca del camarero, que aquella es gente listo y debajo del brazo.
que comercia en ganado o que se entiende con é l . . ,
Otros, más refinados, ostentan bombines o galeritas, l)e ocho a diez las salas hierven. Es, quizás, ésta
habiendo suprimido la capa, cambiándola por el có- la hora más animada y febril y en que se confunden
modo y atJornado gabán, que suele lucir terciopelos, todos los públicos. A los diez abren sus puertas loa
teatros para sus funciones nocturnas. Los (^afés ae
Eistracanes o pieles en los cuellos y puños, orgullosos. despueblan, quedando silenciosos hasta el momento
Llegan, generalmente, a la hora del almuenco. en que los espectáculos teatrales terminan, lo que
Es necesario advertir que la mayoría de los ocurre entre doce y una y media, hora en que,
Cafés de Madrid dan de comer, preparando, por última vez, van lai bandada-' tío aves
diariamente, dos o tres platos de cocino, nocturnas a inundar las salas, en donde lea
fuera de los infaltables fiambres, maris- espera el chocolate, perfuma<io y sabroso,
cos frescos y frutas o dulces servidos o el vaso de cerveza, doblemente hela-
a todas horas. Kn realidad, mucha do; ingeridos conscientemente, como
, de esta gente vivo de expedien- premio postrer de ¡a j o m a d a . . .

A L B E R T O G H I R A L D O

La amUra (t la biia da im* actrii oonocida). — j l o M ha ba> EHTRE AimCDABIOg


ftado to madie borF — tad, jao tba* a axíoiiat un macnilioo moblai* Lail XU?
— lo. l o lia> luUoitot* l u para IM lot4(talM,« — lU. Pico Bo B* lo baa totminado loi (baniítaim
*

Le bastará probarlo una vez para sentirse


impresionado por la sorprendente riqueza
de sabor del

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BUENOS AIRES, 1." DE MARZO DE 1924
N.» 1326
ASO XXVÍI
CARASYCARETAS JOSlí S. ALVARKZ
rt'N DADOR

VISITA P R E S I D E N C I A L A LA BOLSA DE C E R E A L E S
E
l. primer M.iKÍ-tr.ulo de lí N";u ion, aconipañiulo del Ministro <le At4ri< ulUira, del presidente y niiem-
liros directivcjs de Ui institiuión y de ()tri>s tiestacados |ersi'najes, asiste al «lunch» i c n que luc aga-
sajado durante su detenida visita a todas las dei endencias de la Casa, que entoni es se hidlaha en
plena .ii ¡ividad. Kl doctor Alvear tuvo frases de sint ero elogio para la cxi elente orfíanizat ion y piospcridad
que pudio advcr' ir i'n el citado organismo, reílejo iiel de tina de nuestras Uientes de riqueza niásinq^ rtantes.
FOTO DH ARROYO
A C T U A L I D A D E S DE LA SEMANA
Homenate a la memoria de Falucho En el American Club

El sacerdote Florio de Olivari haciendo una patriótica apoloRta El director general de la Associated Fress, mister Frederick Roy
del héroe del Callao en el atrio del convento de Santo Dominxo, Martin, pronunciando su discurso en el banquete ofrecido en su
donde se tributó el acto organizado por el Centro 25 de Mayo en honor por la importante institución, al que asistieron el embajador
presencia de representantes de nuestras instituciones armadas. de Norte América y distinguidas personalidades argentinas.
Demostración al ex-presidente de la Federación General de sociedades italianas

EJ doctor Alberto Costabel ocupando la cabecera de la mesa y rodeado de los delei!ad9S de las sociedades italianas de la capital y del
interior que le olrecieron un banquete para testimoniarle su simpatía por su brillante actuación presidencial y despidiéndola coa
motivo de au ausencia del pais.
Partida del personal del Observatorio metereológico de las islas Oreadas

JQ Préndente de la Bepública y lot Ministros de Marina y Aftri- El jefe de la comisión, señor A. Dobrowaky, acompañado de los
enltiir* diriciéndoee a la Dársena Norte para despedir a I* nueTi demás miembros une, dorante nn año, realizarán interesantei
comiiióo cientilics que partió a bordo del "Guardia Nacional". estudios en aanellas leianu islas del Sur de la Bepáblica.
U N A M U N o
E
s u n sabio mapatro, l'ara n o s o t r o s es el s a l á o
a u n q u e a él no le !,'ustu dijjno de res))eto que se ba-
lili calilicación. HCMII' ila por encima d e las luchas
hacp nnicliüs años colnlxjiu p a r t i d i s t a s . Es el b a t a l l a d o r
en (!AUAS Y CAHKTAS, una iviejito» ilesterrado a J''ucr-
(le B\is m á s (|ucriilaH cátodraK t e v c n t u i ' a isla aUiea d e jies-
IJerioílistii-as, (ífroeicndo al c a d o r e s d o n d e el i'cjioso y el
públioí) artictitino (Miscnan- s u a v e clima le ofrecen un re-
zas inaprccialilcs. Don Mi- fuL'iii jiropicio (lara la medi-
inc'l ili' l'naiTUino, :\\\n en t a c i ó n y el e s t u d i o .
Í os párrafos en <\ne el lector Si la «dina Icx» del desfierro
n o connilu'a con las Meas del no lo i m p i d e , el simjiático y
ííran polit:rafo, nos dice cosas b o n d a d o s o sabio Cíuitiuuará
v e n l adera mente i n s t r u c t i v a s su l a b o r t a n a m e n a en las
i n v e n t a d a s por él o pi-oducto c o l u m n a s do su r e v i s t a fa-
<ie liifieiks lecturas. Filolo- v o r i t a , d á n d o n o s la miel d e
gía, etno;írafia, e s t é t i c a , lús- su es))íritu maíinifico. E s t a
t o r i a , m o r a l , de tt>do esci'i- colalioración, que él siem]ire
liió en e s t a s iiáüiuas menos escribiera «más all.i <lel bien
d e politii'a. iSii fino t a c t o ydehnal»,.sequila.' omosiem-
s u p o a d v e r t i r (pie CARAS V |ire, beneficiando al n u m e r o s o
<'ARKTAS s o l a m e n t e se ocupa púl>lico bis])ano a m e r i c a n o , y
d e política nacional, y eso en será u n o d e los e s p a r c i m i e n -
broma caricaturesca y ama- to.-' plácidos d e que ilisfnite en
ble. Por lo t a n t o , no quere- sus «soledades» el erudito e
nio.s h a b l a r <le su d i s e e t i d a infienioso escritor t a n univer-
i'.ctuación política esjiañola. saluiente conocido.

ACTUALIDAD POLÍTICA D E CÓRDOBA


RENUNCIA DEL GOBERNADOR DR. JUL o A. ROCA

£1 mandatario dimitente, m i > •secretario


el doctor Damián Fernández, saliendo del Plaza Hotel
después de haber firmado el texto del sereno y elogiado
documento enviado a la legislatura.

El doctor Roca rodeado de un prupo de amti^os que fvieron a saludarle luego


de darse a conocer su renuncia, cuya noticia tantos comentarios suscitó en todo
el país y particularmente en el seno del Partido Demócrata Progresista. La
actitud del renunciante ba provocado una honda conmoción en Córdoba, agra-
vándose aun mhs la crisis porque atraviesa aquel partido.

h03 miembros del Gobiernu y et ]ete de Poheiu en seguida de haber presentado £1 vicegobernador, doctor Félix Sarria (bi)on gue se ha
IOS renuncias solidarizándose con et doctor Eloca. De iiquierda a derecha: hecho cargo del mando, y el señor Dionisio Centeno^
Ministro de Obras Públicas, ingeniero Daniel T. Gavicr; de Hacienda, doctor ex jefe de Policía, saliendo del hotel donde se entrevis-
Lais Achával; de Qobin'no, doctor Guillermo Rothe, y iefe de Policía, conira- taron can el ex-gobernador.
almit&ate Alfredo Malbrán.
REGATAS INTERNACIONALES EN MONTEVIDEO
7íii 1 y -

EJ OcbOí del Buenos Aires Rowiiur nal de Educación Física, distancia


Club, que se adjudicó el Pre- 1500 metros, recorridos en 5
mio Comisión Nacio- minutos 30 segundos.

BriUante aspecto que ofrecía el puerto a !< únales en que las thpiUaciones
ar(rentina,t cun'iiiisiaron pfi riuprüt ini , rip las H iimebas ilPl proCTarna.

4í|.-^^«,-^

o. FotüiCQ, el invencible La tripulación del boto del Club Canottieri Italiani argentino , "tfovi- Juan A. Gabarda, uruKsaya,
remero argentino, repreaen- cios Four", que ganó el Premio Municipalidad de Buenos Aires. del "Júnior Sinsle Scull",
lanie del Club Remeroa Es- ganador del Premio Club Na-
candmaToa. cional de Revatai.

LcM remero; del Nacional Rowuu; Club de Bueno* Air»i, que ganaron la carrera "Júnior eigbt", distancia ISOO metroi, premio Comi-
misión Municipal de Fieatai.
F a n U s t i c o aspecto del
" r i n g ' " y de los asien-
tos preferidos d u r a n t e
a n o de los " r o u n d s "
tí-^O repórter taálico señor
Pedro Arroyo.

LA
PELEA
F I R P O
L O DGE

El campeón
sudamericmw
obtiene una
nueva y deci-
siva victoria
en el jy." round.
B camiwón s u d a m e r i c a n o en un rincón del "rinfc'' LfOdKe. con sesto " a n s i o s o " , observa los preparativos
a n t e i de darse principio al tan esperado **matcb'\ de lo? segundos de su temible contrario.

miicuilo :uiliolan-
L A exTirrtftf i-
va (i(Si»<Ttii- \i' livs iu,-i(l,'m-ia9
ík- lU IR'll'H, CUl-
d a i'<>r ol •rnatcli*
q n e uufHlro r«ni- i n i n o n i u n a uotA
peón debía í»(>Ht('- »!«' intensa emo-
ner fon t'l fm'rt"' ción y d e l i r a n -
puitil norleanií'ri- te pntu>íift«mo
cano, w viú <'oro- l u a n i l o el tíi^nn-
na^la jHir ' i t r i u n - te. veni'itlo por ios
lo qn»' Kirjx} l(>«rú InMuendoa ÍIOIIWS
sobrp «u rival. ilel "1í)ro salvaje
KI pRid'fti'n'Hlo lie Ifts pampas*, «e
maravilliiKo ron';- (ioliloKftl»» lenta-
t i t i l i'i o i>or p | nieiit'' hastii caer
enorinc j a i b l i c o e x t e n \\ a i l o <nial
q«r llrnat>«flam- Q fugante de Minnesota tendido a lo largo del ' r i n e ' compleíamenfe " k i w c k - o u t " por electo largo <'ra «oltre el
ülk) cstailio. «i- de l a i formidables derechas de Flrpo al corazón. «ring».
EL DIBUJANTE EDUARDO ALVAREZ TOMA APUNTES
DEL MATCH F L R P O - L O D G E D E S D E EL RING SIDE

?*^i'

JI>JK:> AL
R O D E A D O POR LA I N M E N S A M U L T I T U D Q U E P E R M A N E C Í A EN LA P E N U M B R A , EL «RING-i E M E R G Í A COMO U N ASCUA DE L U Z , Y S O B R E ÉL R E C O R T Á B A N S E
LAS FIGURAS DE LOS DOS GIGANTES EN E N C A R N I Z A D A Y VIOLENTA L U C H A . — A P U N T E DEL NATURAL POR N U E S T R O D I B U J A N T E S E Ñ O R KUPFER.
C R Ó N I C A P O L I C I A L
Un crimen inaudito
MCAMKNTE juz- (K-sti». penetra en 8ir
U izáiHioio desde casa y pregmi ta a sn
el punto de vista d? I)adre cuándo lleea-
la tilas abítolutn rA 8u madre, enton-
irresponsabilidad, ce« auM>nte en Bue-
detcrniinada ]K>T di- nos Aires, y luego de
versos factores vicio- obtenT labora apro-
so*», puede concebir- ximadla, se retirasin
«¿e la acción incn-i- declarar sus Inten-
lile de este menor cionen, apostándose
f)iie í r i á m e n t e , cerca de la puerta.
a^arda a la aut')i.'t No tarda en lleiíar
lie suBdíafí parade>- ^u madre, con quien
if'rrajarle tn*H h-^Iii- -'<! enfrenta, y ajie-
7/w. He aqiii cúnio ñas le dire rnie desea
-e desarrollM el tre- hablarle y ella se
mendo drama: Jo*é di.spone a escuehar-
Kmesto, de 1** años le. denenfundaHU re-
iiijo del matrimonio vólver, dispar» tní»
José Vak'ntín Ksté- veces y ^t; dii a la
fuya mientras la in-
\ez y Carmen Ha- Carmen Ramiro de Estévez, feliz in t! j M r ene
iinro. eíipañoles. do- ta asesinada por so desnata-
riiiciliaiiffs en I^nús ralixado hijo.

bl comisario de Lanús Oeste, Eduardo Bertoni. interroeando Arturo Estévez, hermano mayor de José Ernesto, que ii;noraba el terrible
al precoz criminal José Ernesto Eitévez, matador de su suceso cuando éste se refugiara en su casa, declarando ante las autorldadef
madre Que instruyen el sumario.

Adulteración de documentos do identidad y buena conducta

DuUio Podro Lorenzcoe, cóm- Jorge Santiago Drago, el lalsi- Horacio Cánepa, que se ocupa- Damián Agapito García, em-
plice, daeño de la casa de licador de los documentos ba de la tramitaci6a de los pa- pleado «n la agencia de Lo-
cmmbú). palM. reoBone.
ESpi'és de prolijas averiguaciones hábilmente conducidas ganancias, fueron detenidos, encontrándoseles vario* certifica-
D por la policia. pe ha descubierto un productivo «negocio» dos falseados, extendido» a nombre de presuntos viajeros. Uno
que pudiéramos llamar internacional, ya que consistía en la a<lul- de loa delincuentes, Duillo l'edro Ixírenione, |»osee uua auencia
t<racióri de lo« documento* qup •^ precisan jtara ilesembarcar de cambio y de i»asaj«'s en la ralle itcconqulsta. lo que facilitaba
en alinmas naciones. i>rinclpnlmfnte en Norte Am*^rlca, como en gran ¡«rte la •sefc'rclí'tti» de la clientela a|if'teci<la. y los otros
Kon certilieados policiales de t>uena crmducta y con^tanrla de tres le secundaMn reijarM^ndíís*. i>| trabajo que exigía la traml*
hal^cr re.^iilido 5 afkts en el ¡laís de eml>arque. los que vendían a tación de los docuiiH'ntos y su vijiadón [^ir l'm rf"i»'ctivos ct'm-
Ui* clientes a raz^m de 7í»0 y 8<K) pesos por r^Tsona, IXÍS cuatro sules extranjeros, frorediendo lurao a las alteraciones con loa
individuos que. obrando en connivencia. reaüzal>an estas buenas datos falsos que autorizarían el deseml>arco.

Detención de un famoso ladrón sacrilego

V iwo conorldo d** la i>ollcía. registrando nada


riH-no* qi»e V¿ proccBoe ¡wr delitf» contra la
propiedad y dejortado en ItííiO. un sujeto. ajiodAdo
•Kl i-rancetiito», volvinde nuevoa sus sacriK'ga'* aí-ti-
vidaili's. es|)eciHÍizándose en el rol»o a las i«li"-ias.
a cuytts jiervcrsos propósitos liabfa organizatlo una
tianda de saqueadores, que capitanealja. uno de bts
cuales, el llamadlo Antonio Alvarez. con 6 proceso*
'•ncima. tarnbit^n fué detenÍ«lo. t i peligroso jefe de
i'sta gavilla, al ser intcrrotrado por la* sutori'Iaílt's.
-e declaró autor, con otn», de los incalifl<^bk's
rol>os comctirlos últimamente en los tcnipk*s de
Santo Doniineo y M<mserrat. y a«lniismo en los de
la *onrcp«Í('>fi. S'itcva Torufieya. N^entra Señora
de Únenos Aires. Virgen del Niño del Parque y otras,
vendiendo las joya»» su*traí<lan a varlí* f«pf^ula-
don-s. Ixw asentes de invr«tÍeariones persiguen
nctivaniente a un terf^r ilflinniente. apodado
[rnesto Armingtoo, alias "El Fraoc»- Mnsolino coi>arttci|ie de aliiumrs de estos cMmn. Antonio Alvrrez, que secundaba al jrf*
Eito'\ á» yétimos aiitec«d«iit«. ddkwos latrodoios. da U banda.
F I G U R A S DE ACTUALIDAD

DR. ROGELIO ARAYA


INTERVENTOR FEDERAL DE LA
PROVINCIA DE SANTIAGO DEL
ESTERO
POR A L V A R E Z

M IEMBRO d e s t a c a d ' del Partido Radical, el nuevo enviado por cl


Poder Ejecutivo, que en su larga actuación p< litica siempre
ha demostrado integridad de carácter y brillantes dotes de inteli-
gencia, ha de in'^pirar todos sus actos en es;is dos esenciales con-
di^i ne-í q\ie han dado singular relieve a su perst naüdad.
LAS B E L L A S A R T I S T A S V 1 E N E 3 A S M A r . A M i N u Z f c . N i Y Y T I L L ! L 0 5 C H
L U C I E N D O , R E S P E C T I V A M E N T E , POR I M P E R A T I V O S DE LA M O D A , U N
G R A N SOMBRERO DE O R G A N D Í BLANCO Y U N P E Q U E Ñ O SOMBRERO
D E COLOR OBSCURO.

/t^
C K A N S O M B R E R O DE JUEGO CON UNA SOM-
«VELOURS BRUN» BRILLA MODERNISTA
A D O R N A D O C O N RO- O R N A D A DE t M A R A -
SAS Y HACIENDO BOUTSt.

Fotos de ñuístiv corresponsal en Viena.


iRsmni>nsMisTtuo$ns
o n msirm^N
I alguna VCÜ, lector, te e n c u e n t r a s salvar un alma, gracias al sencillo hecho de haber
.con un individuo de aquel selectísimo escuchado unos pasos por un pasillo. Está un poco
•club de Los Doce Pescadores Legítimos, orgulloso' de la perspicacia que entonces demostró,
cuando se dirige al Vernon Hotel a la y no dejará de referirte el caso. Pero como es de
comida anual reglamentaria, advertirás, todo punto inverosímil que logros levantarte tanto
en cuanto se despoje del gabán, que su en la escala social para encontrarte con algún
traje de noche es verde y no negro. Si — suponiendo individuo de Los Doce Pescadores Legítimos, o
que tengas la inmensa audacia de dirigirte a ól — que te rebajes lo bastante entre los pillos y crimi-
le preguntas el porqué, contestará probablemente nales para que el Padre Brown dé contigo, me
que lo hace para que no lo confundan con un temo que nunca conozcas la historia, a menos que
camarero, y tú te retirarás desconcertado. Pero t e la oigas de mis labios.
habrás dejado atrás un misterio todavía no re- El Vernon Hotel, donde celebraban sus banque-
suelto, y una historia digna de contarse. tes anuales los E)oce Pescadores Legítimos, era una
Si — para seguir en esta vena de conjeturas de esas instituciones que sólo existen en el seno
improbables — te encuentras con u n curita muy de una sociedad oligárquica, casi enloquecida de
suave y muy activo, llamado el Padre Brown, y buenas maneras. Era algo de todo punto mons-
le interrogas sobre lo que él considera como la truoso; una empresa comercial «exclusiva». Quiere
mayor suerte que ha tenido en su vida, tal vez t e decir que no pagaba por atraer a la gente, sino
conteste que su mejor aventura fué la del Vernon por alejarla. E n el corazón de una plutocracia,
Hotel, adonde logió c \ i a r u n crimen y acaro los comerciantes acaban por ser b a s t a n t e sutiles
j-ara sentirse más csciiipulosos todavía rjue '•ii? Si he loLírado descrilir el ambiciitc (le oste e.xtr,''
ciiontcs. Crean jiositivas .liüi-ultades, a fin de que ordinario hijtcl. el lector experinicntaiá un l( L'Í-
s;! clicntc'a rira y aliiirrid.a yastc dinero y diplo- timo a.-ombro al verme tau bien enterarlo <ie co.-^
macia en trinniar de ellos. Si hubiera en Londres tan iiiac. e>iible, y DUH bo más se | reguntará cómo
un hotel eleyante donde no íueran admitidos ios una pcr-ona tan ordinaria cual lo es mi ami.íjo el
i'jombres menores de seis pies, la sociedad or^;ani- Pariré H'uwn ¡ludo tencí a<ce^o ,'1 a.'iuel ilnialo
zaría diVijmentc |>artidas de hombres de seis pies paraíso, l'cro en lo que a e>tos puntos se relure,
ixira ir a cenar al hotel. Si liubiera un restaiirant mi jii-toria resulta íencüla y li.i'ta. viil,i;ar. Hay en
caio que, por capricho de su jTopietario, sólo se el mundo un agitador y (iemagoyo, ya muy \iejo,
abriera los jueves por ¡a tarde, lleno de gente se que se de-liza hasta los más refinados interiores,
vería los jueves yxjv la tanle. El Vernon Hotel contándoles a todos los hombres que son heniiaao.-;
estaba en el ánijulo de una plaza, en Belcravia. y adonde<)uiera que va i'-te nivelador iivintado en
Kia iin hotel pequeño 5' muy inconveniente, l'ero su ]iálido bridón, el Padre IJrewn tiene por oficio
sus mismas inconveniencias servían de muros jiro- seguirlo. Uno de los criados, un italiano, sufrió
tettores para una clase particular. Uno de sus una tarde un ataque de parálisis, y el amo, judio,
inconvenientes, sobre todo, era considerado como aunque maravillado de tales siqiersticiones, (on-
cosa de vital iinjiortancia: el hecho de que sólo sintió en mandar traer a un sacerdote (atólico.
podían comer simultáneamente en aquel sitio vein- Lo que el camarero confesó al }'adre Brown no
ticuatro per-ronas. La única me.'a «rande era la nos concierne, por el sencillísimo heclio de ejue el
célebre mesa de la terraza, al aire libre, en na sacer<lote se lo ha callado; ])cro, según parece,
galería que daba sobre u n í aquello le obligó a escribir
de los más exquisitos jardi- cierta declaración para co-
nes (le 1,1 anticua Londres. municar cierto mensaje o en-
De modo que los veinticua- derezar algún entuerto. El
tro a.sieiitos de aquella mesa Padre Brown, i-n consecuen-
sólo podían disfrutarse en cia, con un impudor humilde,
tiempo de verano; y esto, como el que hulnera mos-
dificultando aquel placer, le trado en el palacio de Buc-
hacía más deseable. El diiefio kingham, pidió que se le
actual del hotel era un judío proporcionara un cuarto y
llamado Lever, y le sacaba rei:ado de escribir. Místcr Le-
al hotel casi un millón, me- ver sintió como si lo yar-
diante el procedimiento de tieran en dos. Era hombre
hacer difícil su acceso. Cierto amable, y tenía también e:s<a
que esta limitación de la falsificación de la amabili-
empresa estaba compensada dad: el temor de provocar
por el servicio más cuida- dificultades o «escenas». Poi
doso. Ixis vinos y la cocina otra parte, la presencia d(
eran de lo mejor de Europa, un extranjero en el hotel
y la conducta de los criados aquella noche era como un
correspondía exactamente a SL VUeÜO AC- manchón sobre un objeto
TUAL D 5 L HO-
las m a n e r a s estereotipadas TEL BXA OK
recién limpiado. Nunca había
de las altas clases inglesas. J U D Í O LLA- habido antesala o sitio de
El amo conocía a sus criados MADO LEVisR. espera en el Vernon Hotel;
como a los dedos de sus ma- nunca había tenido que
nos; no había más que quince aeuardar nadie en el vestí-
en total. Era más fácil llegar bulo, puesto que los parro-
a miembro del Parlamento quianos no eran hijos de la
que a camarero de aquel hotel. Todos estadan edu- casualidad. Había quince camareros; había deicc
cados en el más terrible silencio y la mayor suavi- huéspedes. Recibir aquella noche a un huésjied
dad, como criados de c.iballeros. Y, realmente, por nuevo, seria t a n extraordinario como encontrarse
lo general había un criado por cada caballero de a la hora del almuerzo o del te con un nuevo her-
los que allí comían. mano en la propia casa. Sin contar crin que la apa-
Y sólo allí podían consentir en comer juntos Los riencia del cura era muy de segundo orden, y su
Doce Pescadores Legítimos, porque eran muy exi- traje tenía manchas de lodo; sólo el contemplarlo
gentes en materia de comodidacles jirivadas; y la Iludiera jirovocar una crisis en el club, Mr, Lever,
sola idea de <|ue los miembros de otro club comieran no ) udicndo iKirrar el mal, inventó un ]ilan para
en la misma rasa los hubiera molestado mucho. disinuilarlo. Según entráis y nunca entraréis al
C on ocasión de sus bantiuetes anuales, los Pesca- Vernon H ' t e l , se atraviesa un pequeño piasillo
dores tenían la costumbre de exponer todos sus decorado con algunos cuadros deslucidos, pero
tesoros, como sj estuvieran en su casa, y especial- importantes, y se llega al vestíbulo principal, que
mente c! ,'amoso juego de cuchillos y tenedores de se abre a mano derecha en unos pasillos i>or donde
pescado, que era, por decirlo así, la insignia de la se va a los .salones, y a mano izquierda en otros
Sticiedad, y en la cual cada pieza había sido la- pasillos que llevan a las cocinas y .servicios del
brada en plata bajo f irma de pez, y tenía en el hritel. Inmediatamente a mano izcjuierda, se ve el
puño una gran perla. Este juego se reservaba ángulo de una ofii ina con cancel de cristal que
siempre para el plato de pescado, y éste era siempre viene a dar hasta el vestíbulo: una casa dentro de
el más magnífico plato de aquellos magníficos ban- otra, por decirlo así, donde tal vez estuvo en otro
quetes. I,a Sociedad observaba muchas reglas y tiempo el bar del hotel l'rccedente.
ceremonias, pero no tenía ni historia ni objeto; En esta oficina está instalado el representante
por eso era tan aristocrática. No había que hacer del propietario (allí, hasta donde es posible, todos
nada para pertenecer a Los Doce Pescadores; pero se hacen representar por otros), y algo más allá,
si no se era ya persona de cierta categoría, ni espe- camino de la servidumbre, está el vestuario, último
ranza de oír hablar de ellos. Hacía doce años que término de! dominio .de los señores. Pero entre la
la Sociedad existía. Presidente, Mr. Audley; Vice- oficina y el vestuario hay un cuartito privado,
presidente, el duque de Chéster. que el propietario srUa usar para asuntos impor-
taiitcs y flrlK'.i'ios, cMiKi el j^rc^lnrle n v.n i]v']\¡o que ro;ii>r;!^i ;>ai.i .'„tr un i-.i'ío. v hombre-- cnic
liiil libv.is o oN<\i^ar.-.(,' yr no (vulcrlc tai'ilitr.i" nic- corricr-rii ]ar,-! <l.'~hz.irsc. Pero ¿yí:\ ))o^ililc (¡uc un
ilio ilu'lin. Lii iiit'ior ]ii>U'l)a«(k' la inai;nítiia i^Ic- lioml-rc c'Tricra p.-u.-i .•inda.r. o ÍMCH (pie .•induvici-a
rajicia '!(• .Mr. l.cvcr consiste en liatcr pciiiiitii!" ) :ira coiicr? Sin einliari;o, aquel luvisible p.'.r de
í|U'; c^lo ^ayradci lugar lucra prolanadii ihiraiito piernas no )i;uecia li.iccr oira (osa. .\qucl lnMiibre.
iiiLMÜa irtr.a i>or un sinipU- saccrclotc i\\ic iH'CO>italí.i '.•• c'.iMa medio palillo ]'ar:i ainl.ir .Icsiuié^ el otro
f;.'rrapat'-.ar tina^ í-(''.;as vn un ita^'f!. Siu í]ii<ia l.i nicdi -. o andaba mcdm pasillo ]>ai.i d.irsc después
l.i-ti'ria (]ue vi Tailrc üi^wi: c-taha tia?aii<ii> <'P. el nusto lio correr el otio medio, líii uno u otro
aípu-l pajii-l era mus ho !nr;.ir que la inu'~(ra: ^'err: c:\->' aquello era .ibsunlo. Y el espiíilu del Padre
luinra yH.iir.á ser c o n u i d a . .Me limitaré a <le( ir que )!ro\vn se ( bscurciia más y más, como su cuarto.
er.i ca-ii lan larL'a emno la nuestra, y que les ,¡e; o Poco a poco, la ol)scuiidad de l,i celda jiareció
tre- últimos i>árralos eran l'-s m e m s imjxprta.utc"- ai larar sus pensamientos. Y le pareció ver aque-
y rnmiiheaflos. llos fantásticos pies haciendo cabriolas por el pa-
I'iirque Ivié en el instante en fiue llenaba a estas sillo en actitudes simbóliías y no naturales. ¿Se
úiiiiuas páyinp.s, cuando el sacerdote comenzó a trataba aiaso de una danza relisiosoiiayana? ¿O
consentir cierta crrabundez a sus iiensaniientos, y era ak'una nueva especie de ejercicio (ieiitiiico?
permitió a sus sentirlos animales, muy af.;udos ]ior El Padre Hrown se pre;.;untaba a qué d e a - podían
lo Kcncral, que despertaran. Obsriirecia: Ilesal-.a !a exactamente corrcsiionder aciuellos paso?. Consi-
hora de la cena; aquel olvidado cuartito se iba que- deró primero el conijiás lento: aquello no corres-
dando sin luz, y tal vez la obscuridad creciente, pondía al andar del propietario. Los hombres de
como a menudo .sucede, afinó su esi>ecie, o andan Con rápi-
los ojilíis del sacerdote. Cuan- da decisión, o no se mueven.
d" el l'.idre Hr^'Wn redactaba Tampoco podía ser el andar
la última y menos im)ior- do un criado o mensajero que
tante parte de su documento, espera órdeiK's; no sonaba a
se (lió cuenta de que estaba eso. En una oligartpiia, las
escribiendo al compás de un personas subordinadas sue-
ruidito rítmico que venía <lel len bambolearse cuando están
exterior asi conio a veces al'.;o ebrias, pero generalmen-
piens,! uno a tono cfm el te, y sobre todo en sitios tan
ni id I de un tren. Al darse imponentes como aquél, o se
cuenta di' esto, comprendió O m l A S B UN HOU- están quietas o adoptan una
DRB DE PBSO LIOK- marclia forzada, .\quel andar
también tle qué so trataba: SO SX UN COK-
no era más (jue el ruido ordi- CURSO DK rASO pesado y, siu euiliari;o, elás-
nario de los pasf)s, cosa nada sAriDO. tico, que parecí;! lleno de des-
extraña en un hotel. Sin em- cuido y de énlasis, no muy
barco, contorme crecía la obs- ruidoso, pero tampoco cuida-
curidad se aplicaba con ma- doso de no hacer ruiílo, sólo
yor ahinco a escuchar el podía iiertenecer a un animal
ruido. Tras de haberlo oído en la tierra. Era el andar de
algunos seRundos como en un caballero de la Europa
sueños, se puso en pie y en\- occidental, y tal vez de un
]iezó a oirlo de intento, in- caballero que nunca había te-
clinando un poco la cabeza. nido que trabajar para ga-
Después se sentó otra vez, y narse la \ i d a .
hundió la cara entro las ma- Al licitar el Padre H n w n a
nos, no sólo para escuchar si- osla certidumbre, el j^aso me-
no para escuchar y pensar. nudito volvió, y corrió frente
El ruido de los pasos era el ruido propio de un a la puerta con la rapidez de una rata. Y el Padre
hotel; con todo, en el conjunto del fenómeno había Hn wn advirtió que este andar, mucho más ligero
alRO extrai-io. Más pasos que aquéllos no so oían. que el otro, era tamluén menos ruidoso, como si
La casa era do costumbre muy silenciosa, p'>rque ahora el hombre amluviera de puntillas. Sin embar-
los pocos huéspedes habituales se recocían a la go, no sugería la idea del .secreto, sino de otra c osa —
misma hora, y los bien c<lucados servidores tenían de otra cosa que Hrown no acertaba a recordar. —
orden de ser imperceptibles mientras no se les Y luchaba en uno de esos estados de seiuirrctuerdo
necesitase. Xo había sitio en que fuera más dilíc il que le hacen a uno sentirse semiperspicaz. E n
sorprender la menor irreRuhiridad. l'cro aquellos alguna otra parte había él oído e.se andar menudo.
pasos eran tan extraños, que no saliia uno si lla- Y de )ironto volvió a levantarse poseiilo de una
marlos reculares o irregulares. El l'adre Browu se nucv.i idea, y se aproximó a la puerta. Su i uarto
puso a seKuirlos con sus dedos sobre la mesa, como no daba directanieuse al ])asil|o, sino, por un lado,
el fiue trata <le aprender una melodía en el ]>iano. a la oficina de las vidrieras, y )ior otro al vestuario.
I'rimoro se oyó un ruido de ]>asitos apresurados; Intentó abrir la puerta de la olicina: estaiin cerrada
diriase u n hombre de peso lijíero en u n ciuicurso (<m llave. Se volvié) a la ventana, (jue uo era a
de paso rápido. De i)ronto, los pasos se detuvieron, atpiella hora más (pie un cuadro de vidrio lleno
y recomenzaron lentos y vacilantes; este nuevo de niebla rojiza al último destello solar; y por un
paso duró casi tanto como el anterior, aunque instante le pareció oler la posibilidad tle <in delito
era cuatro veces más lento. Cuando éste cesó, como el perro huele las ratas.
volvió aquella ola liKor.a y presurosa, y luego otra Su parto racional — hiere o no la mej<ir — acabó
vez el K^lpe del andar pesado. Era indudable que por inip(Mierse en él. Hecordó que el propietario
se trataba de un solo jiar de botas, tanto jiorque le había dicho (pie cerraría la puerta con llave, y
.— c<mio ya hemos dicho — no se oía otro andar, después volverla a sacarlo de allí. Y se dijo (jue
como por cierto chirrido inconfundible que a afiuellos excéntricos ruidos bien (ludieran tener
éste acompañaba. El l'adre Brown tenía un espí- mil explicaciones ()ue a él no se le habían ocurrido;
ritu que no podía menos de jiroponerse interroga- y se dijo además ¡¡ue apenas le (piedaba luz para
ciones; y ante aquel problema aparentemente tri- acabar su tarea. Se acercó a la ventana para apro-
vial, se puso inquietlsimn. Habí.i visto hombres vechar las últimas claridades de la tarde, y se
entregó por entero a la redacción <Ic su memoria. sólo salvará su cabeza el que la haya perdido.
Al cabo de unos veinte minutos, durante los cuales — Me parece, señor — dijo con mucha cortesía —
fué teniendo que acercarse cada vez más al papel que ha de llevar usted plata en los bolsillos.
para poder distinguir las letras, suspendió de nuevo •— ¡Hombre! — exclamó el caballero. — Si yo
la escritura; otra vez se oían aquellos incxi'lica- pretiero darle a usted oro, ¿de qué se rjueja?
bles pies, — Porque la plata es a veces más valiosa que ti
Ahora había en los pasos una tercera singula- oro — dijo el sacerdote. — Quiero decir, en grandes
ridad. Antes, parecía que el desconocido andaba, cantidades.
a veces despacio y a veces muy de prisa, pero El desconocido lo miró con curiosidad; después
andaba. Ahora era indudable que corría. Ahora se miró todavía con más curiosidad hacia la entrada
0''an claramente los síiltos de la carrera a lo largo del pasillo. Después, contempló otra vez a Brown,
del pasillo, como los de una veloz pantera. El que y muy atentamente consideró la ventana que esta-
pasaba parecía ser un hombre agitado y presuroso. ba a c-paldas de éste, todavía coloreada en el
Pero cuando desapareció como una ráfaga hacia crepúsculo de la tarde lluviosa. Y luego, con súbita
la región en que estaba la oficina, volvió otra vez resolución, puso una mano en el mostrador, saltó
el andar lento y vacilante. sobre él i:(jn la agdidad de un acróbata, y se irguió
El Padre Brown arrojó los papeles y, sabiendo ante el sacerdote, poniéndole en el cuello la pode-
ya que la puerta de la oficina estaba cerrada, se rosíi garra.
dirigió a la del vestuario. El criado estaba ausente — ¡Quieto! — le dijo con un resoplido. — No
por casualidad, tal vez porque los únicos huéspedes quiero amenazarlo 1 usted, pero. . .
de la ca.sa estaban cenando, y — Pero yo sí quiero ame-
su oficio era una sinecura. nazarlo a usted — dijo el
Tras de andar a tientas por Padre Brown con voz que
entre un bosque de gabanes, parecía un redoble de tam-
se encontró con que el pe- bor. — Yo quiero amena-
queño vestuario paraba, so- zarlo a usted con los calores
bre el iluminado pasillo, en un eternos y con el fuego que
mostrador de esos que hay en no se extingue.
los sitios donde suele uno de- — Es usted — dijo el ca-
jar sus paraguas o sombrillas ballero —• un extraño bicho
a cambio de fichas numera- de vestuario.
das. Sobre el arco semicircu- — Soy un saccrdi'te, nion-
lar de esta salida, venía a sieur F l a m b e a u — dijo
quedar uno de los focfjs del Bn wn — y estoy disj ueste
pasillo. Pero apenas podía a escuchar su confesión.
alumbrar la cara del Padre El otro se quedó un ins-
Brí.wn, que sólo .se distinguía HR. AUDLBT, t a n t e desconcertado, y luego
como un bulto obscuro contra EL PRESIDEN- se dejó caer en una silla.
T E , E R A UM
la nebulosa ventana de Po- ANCIANO AFA-
niente, a sus espaldas. En BLE QUE TO-
cambio el foco i l u m i n a b a , DAVÍA GASTA-
BA C U E L L O
teatralmente al hombre que
andaba por el pasülo.
Era un hombre elegante,
A LO CLADS-
TCKB. L OS <!os primeros servil ios
habían transcurrido en
medio ilc un éxito placentero.
vestido de frac; aunque alto, No posee copia del menú de
no parecía f:cupar mucho es- his I>)cc Pescaflores Legíti-
pacio. Se diría que podía es- mos, pero si la poseyera, no
currirse como una srmbra poi aprovecharía a nadie; porque
donde muchos hombres más pequen' s n'j hubieran el menü estaba escrito en una especie de superfran-
pedido pasar. Su cara, iluminada a plena luz, era cés de cocinero, completamente ininteligible para
morena y viva. Parecía extranjero. De buena pre- los franceses. Una de las tradiciones del club era
sencia, era atractivo e ins| iraba confianza. El cíticri la abundancia y variedad abrumadora de los hors
sólo hubiera dicho de íl que aquel traje negro era d'oeuvres. Se los tomaba muy en serio, ])or lo mis-
una .sombra que obscurecía su cara y su aspecto, y mo que son números extras, inútiles, como aque-
que le hacía unos bultos y bolsas desagradables. llos mismos banquetes y como el mismo club.
Al ver la silueta negra de Brown, sacó un billete También era tradicional que la sopa fuera ligera
con un número, y dijo con amable autoridad: y de pocas pretensifmes: algo como una vigilia
—- Déme mi sombrero y mi gabán; tengo que austera y .sencilla, en previsión del festín del jies-
salir al instante. cado que venía dcsiiués. 1.a conver^ ición era esa
El Padre Brown, sin chistar, tomó el billete y conversación extraña, trivial, que goliicrna al Im-
fué a buscar el gabán; no era la primera vez que perio b r i t á n i c o — q u e lo gobierna en secreto — y
hacía de criado. Trajo lo que le peiiían, y lo puso «pie, sin embargo, resultaría poco ilustrativa para
.sfibre el mostra<lor. El caballero, que había estado cualquier inglés ordinario, suponiendo que tuviera
buscando en el bolsillo del chaleco, dijo riendo; el privilegio de oiría. A los ministros del Oabineto
— No encuentro nada de plata, tome usted esto. se les aludía por sus nombres de pila, con cierto
Y le dio media libra esterlina, y tomó su som- aire de benignidad y aburrimiento. Al Canciller
brero y su gabán. Keal del Tesoro, a quien todo el partido T i r y mal-
La cara del Padre Brown permaneció impávida, dei ía a la «izón por sus exacciones continuas, lo
pero él perdió la cabeza. Siempre el Padre Brown elogiaban por los versitos que .solía escribir o por
valía más cuando perdía la cabeza. E n tales mo- la montura que usaba en las cacerías. Al jefe de
mentos sumaba dos y dos, y sacaba un total de cua- los «Tories», odiado como tirano por toilos los
tro millones. Esto, la Iglesia católica, cjue está liberales, lo discutían, y, finalmente, lo elogiaV)an
prendada del sentido común, no siempre lo aprue- ] or su espíritu liberal. Parecía, pues, que conce-
ba. Tampoco lo aprobaba siempre el Padre dieran mucha importancia a los políticos, y que
Brown. Pero ello era cosa de inspiración, muy todo en ellos fuera impf>rtante menos su política.
importante en las horas críticas, horas en que Mr. .\udley, el presidente, era un anciano afable
que todavía gastaba ruellns a lo Gladstono: parecía aquel sagrado plato no era m,ás que una especie
u n síml>olo de aquella sociedad, a la vez fanta;- de monstruoso pudín, de a.s]iecto y iiroiiorciones
mafíórica y estereotipada. Nunca había hecho do un pastel de boda, donde considerable número
nada, ni sicpiiera un disiiarate. No era derrochador, de interesantísimos iiecos habían venido a ]>erder
ni tanqioco si neniarme Tile rico. Simplemente, c--- l.i forma que Pios les dio. Los Doce l'escadores
taba en el cotarro, y eso bastaba. Nailie. en socie- Legítimos empuñaban sus famosos cuchillos y
dad, lo ifjnoraba; y si hubiera querido liyur.ir teneilores, y atacaban el manjar tan cuidadosa-
en el Gabinete, lo habría lo,L;rado. líl duque ile mente cual si cail.i partícida del pudín costara
Chéster, vicepresidente, era un joven ]>oliiico tanto como los mismos cubiertos con que se comía.
en manera creciente. Quiere decir que era un joven y . en efecto, creo (pie costaba tanto. Y el servicio
muy aiíracUdile, con una cara llana y pecosa, <lo de honor transcurría en el más profundo silencio de
intelit;en' i.i moderada, y dueño de vast.is \iose- la ilevoración. Sólo cuando su plato estaba ya casi
sioncs. Kn público siempre tenia éxito, mediante vacio, el joven ducpie hizo la observación de ritual:
un principio muy sencUl): cuando se le ocurría un — Sólo acpií saben hacer esto, no en todas partes.
chiste, lo sobaba, y todos oiiinaban que era muy — En ninguna p a r t e — c o n t e s t ó Mr. Audley en
bnll.inte; cuando no se le ocurría nin.iíún chiste, voz de bajo profundo, volviéndose hacia el duque
decí;x que no era tiempo de bromear, y todos opi- y agitando con convicciém su venerable l a b c z a . —
naban que era muy juicioso. E n lo privado, en En ninguna parte; sólo aquí. Me habían dicho que
el seno de un club de su pro]>ia clase, se c<mfor- en el Café A n g l a i s . . .
malia con ser lo más francote y bobo, como un Aquí fué interrumpido un instante por el criado
1 uen chico de escuela. Místcr que le cambiaba (ilato, pero
.\udlcy, que nunca .se había „ ,. ,. . . .» ,. ... .^., . reasumió el hilo precioso de
metido en política, trataba sus pensamientos;
c^tas cosas con una seriedad — . . .Me haliían dicho que
relativa. A veces, hasta po- en el Café Anglais lo hacían
nia en embarazos a la com- lo mismo. Y n a d a , s e ñ o r
pañía, dando a e n t e n d e r , mío — añadió sacudiendo
por alyunas írases, q>ie en- la cabeza como un pelele .—
tre libendes y conservado- Es cosa muy diferente.
res existía cierta diferencia. — Sitio elogiado más de
í'.n cuanto a él, era conser- lo justo — observó un tal
vadfir hasta en la vida pri- Coronel Pound, a quien por
vada. Le caía sobre la nuca primera vez ofa hablar su
una ola de cabellos grises, interlocutor dfSile hacía va-
como a ciertos estadistas a rií)s meses.
la antigua; y visto <ie es- — No sé, no sé — dijo
paldas parecía exactamente el duque de Chésfer, que
el hombre ((ue nec<'sitaba era un optimista. — Yo croo
BL D U Q U E D I
la patria. Visto de frente, CHÍSTER, y I C E • que es una cocina buena
parecía un solterón suave, R E S I D E N T E , ERA para algunas cosas. No es
tolerante consigo mismo, y UN JOVSH POÜTI- pc'sible superarla, por ejem-
COEM M A N E K A
con aposento en el .Mbany, CRECIENTE. plo en,. . .
como era la verd.id. l'n criado llegó en ese
Comt) ya so ha dicho, la instante, escurriéndose j^re-
mesa de la terraza tenia suroso junto a la pare<l, y
veinticuatro asientos, y el des) ués so quedó inmóvil.
club sólo constaba de doce Y todo con el mayor silen-
miembros. De modo que és- cio. Pero aquellos caballeros
tos podían instalarse muy a sus anchas, del lado vagos y amables estaban tan hechos a que la in-
interior de ¡a mesa, sin tener en irente nadie que vi'^ible maquinaria que rodeaba y sostenía sus
les estorbara la vista del jardín, cuyos colores eran vidas funcionara con absoluta suavidad, que aquel
todavía percejitibles, aunque ya la noche se anun- neto inesperado los .sobresaltó como un chirrido.
ciaba, y algo tétrica, por cierto, para los que hubiera Y sintieron lo que t ú y yo, lector, sentiríamos,
sido proj io de la estación. Kn el centro de la línea si nos desobedeciera el mundo inanimado; si, por
estaba el presidente, y el vicepresidente en el extre- ejemplo, echara a correr una silla.
mo derecho. Cuando los doce individuos se dirigían El camarero se quedó inmóvil unos segundos, y
a sus asientos, era costumlire (<piién sabe por en todas las caras apareció una expresión inexpli-
cuáles razimes) que los quince camareros se ali- cable de rubor, que es iiroducto característico de
nearan en la ])ared como tropa ipie jiresenta ar- nuestro tiem)io: u n sentimiento en que so combi-
mas al rey, mientras que el obeso propietario se nan las nociones del humanitarismo moderno con
inclinaba ante los huéspedes, fingiéndose muy la idea del enorme abismo que separa al rico del
sorprendido ¡lor su llegada, como si nunca hubiera ])obre. 1,'n aristénrata genuino le hubiera tirado
oído hablar de ellos, l'ero, antes do que se oyera algo a la cabeza al triste camarero, comenzando
el ])rimer tintineo de los cubiertos, el ejército p<ir l.is botellas vacías y acabando probablemente
de criados desaparecía, y sólo quedaba uno o por algunas monedas. Un demócrata genuino, le
dos, los indispcnsíibles para distribuir los platos hubiera preguntado al instante, con una claridad
con toda rapi<lez, y en medio de un silencio miuMal. llena de crudo comiiaiíerismo, qué diablos se le
Mr. Lever, el propietario, desaparecía también habla perdido por ahí. Pero estos plutócratas mo-
entre zalemas y convulsiones de cortesía. Sería dernos no sabían t r a t a r al pobre, ni como se t r a t a
exagerado, y hasta irreverente, el decir que volvía al esclavo, ni como se trata al amigo. De modo que
a dejarse ver de sus huéspedes. Pero a la hora del una equivocación de la servidumbre los sumergía
plato de solemnidad, ilel plato de pescado, se sentía en un profundo, bochornoso embarazo. No querían
algo—-¿cómo decirlo? — se sentía en el ambiente ser brutales, y temían verse en el caso de ser be-
una vivida sombra, una proyección de su perso- névolos. Y todos, interiormente, desearon que
nalidad, que anunciaban que el propietario andaba «aquello» desapareciera. Y mquello» desapareció.
fímilando por allí ccrci. A los ojos del vul^o, El camarero, tras de quedarse unos instantes más
r i - ; l i í¡U'.' un cataléptico, di6 nifrün viK-ltfi y ~n1ió iim más ni uu''' inen':s. — El prr]-i(-tario -<• \-'>lvió
'.-^apíulM. a él (•( n un c^i'asmo de .'-'iiiTca, y lar1ai:nidi-é>:
Cu.;n ;o rcai-TrcriA cu la L'aleria, n más IJÍ'.TI. en — ¿Oi'.e u-ted.. . . dice usted que vio u-tci! a mis
la ¡iiKTla. venia •acoiiiiiaña-iii le otro (fin quien quince camareros?
•le'-rete il'a al.!»'), yc^tn i^lau'io ("n aiiiiiiación ine- —• C< mo de co:~tumbre — a,-intió el duque. —-
liiiimal. Decliné-, el inainer (aniarero se iiié. ile- ¿Qué tii-!H' e-o df cNtraño?
jaiid'i en la |iuerta al sei^iimln. y a JHI,TI reaparo- — Nada — dijo Eovcr con un proiundo a''ento —
ció aeom|>aña'l'> de un ter^ .;r i. Y cuan lo, un íns- sino que (•- inip'-íMc: porque uno ilc ellos ha
t a m e de^jiué,, un cuarto camarero se ajiroxnuó al muerto hoy mi-rii'i en el |'i-o alto.
sínodo, Mr. Au Uey creyó conveniente, en interés ¡Es[)anto-o silcp.rjn; Es tan .sobrenatural la pala-
del fací ), romper el silencio. A puisa de mazo i>re- bra «muerte', que muy fá'il es que todos aquellos
sidencia! usó de una tos estrepito.sa y lijo: oiios^ts caballerits con-ideraran s^ .nlma ]>or un
— Es es] leu lido lo que hace en Birmania el in-tant". y su alma les ajiateciera más miserable
joven -Moocher. No hay otra rri':ión en el nuindo <)ue un gui-ante marchito. l."no de ellos (tal vez
que pueda . . . el duque) hasta «lijo, cfin la e-túpida amabilidad
ü n quinto camarero vino hacia él como una de la rirpieza:
saeta, y le susurró al oído: — ¿Podemos hacer ali'o jior él?
— ;Un asunto muy urirente' ¡Muy unportante' Y el judio, a quien e-tas ]'alabras conmovieion,
,;Puede el projiietario hablar con el señor? contestó:
El presidente se volvió muy d"~ ".,. .rtiiilo, v — Lo ha auxiliado u n sacerdote.
con rijos de pánico vio que Y entonces, como el tañido
venía hacía él Mr. Lcver, • r de la trompeta d(l Juicio, .se
con aquella su ditícil pres- dieron toflos cuenta de su
teza. Aunque éste era su verdadera situación, l'or al-
paso habitual, su cara estaba gunc'S segundos no habían po-
muy alterada: generalmente dido menos de sentir que el
su cara era de cobre obscuro. camarero nijmero quince era
y ahora parecía de un ama- el esiK.tro del muerto, que
rili ) enfermizo. habla venido a substituirlo,
— IJis) énsemc usted, niís- Y aquel sentimiento los aho-
tcr Audley — dijo con lati'^a gaba, porf|ue los espectro;
de asniátiro. — Er-toy niuv eran para ellos tan incéimodo;
asustado. En los plat' s do como l'is men<l¡gos. l'ero el
pescado de ¡cis señores ;se recuerdo de la i'lata r'impió el
fueron también los cubiertos? -á3 S'irtilegio fuutalmente, vol-
— Sí, naturalmente — con- viendo todos a la realidad. El
testó el presidente con cierto coronel arrojó su silla y se
calor, encaminó hacia la jiuerta.
— ¿Y lo vieron ustedes? — — .Amigos míos — dijo —
jadeó el amo, espantado. — si hay un camarero ni'imero
¿Vieron ustedes al criado que EH E.'STB I B S - quince, (se es el ladrón. Todo
T A H T E UM
se los llevó? ¿Lo cont cen SUCTO CAMA- el mundo a las puertas para
ustedes? HIOIO ENTRÓ imjH'dir la salida, y después
A DBCm...
— ¿Conocer al camarero? se hará otra cos.a. I ^ s veinti-
— contestó indignado míster cuatro perlas del club valen la
Audley. — No jior cierto. jiena de molestarse un i:oco.
-Mr. Lever abrió los brazos Mr. Audley vaciló, pensan-
con ademán asóniro: do si sería prf)pin <le caballe-
— No lo mandé yo — exclamó. — No sé de dónde ros el darse prisa, aun en semejante circunstancia;
ni cómo vino. Cuando yo mandé a mi camarero a pero al ver que el du(|ue se lanzaba a las escaleras
recoiíer el servicio, se encontró con que ya lo había con juvenil ardor, le sit'uié), aunque con ímpetu
recogido alguien antes. más arreglado a sus añ 'S.
Mr. Audley tenía un aire ilemasiado azorado En este instante, un sexto camarero entró a decir
para ser el hombre que le estaba haciendo falta a que acababa de encontrar la pila de platos en u n
la patria. Nadie pudo articular una palabra, excei>to aparador, pero sin la menor huella de los cubiertos.
el hombre de palo, el coronel Pound, que i>arecía I^a multitud de huéspptles y criados, desbordada
galvanizado en una actitud artificial. Se levantó sin cmcieito por los pasillos, se dividió en dos
rígido, mientras los demás permanec ían sentados, grufKis. Los más de los Pescadores siguieron al
;ie afianzó el monóculo, y habló así, en un tono pro])ietario a la ¡)uerta del frente, jfara averiguar
enronque< ido, como si se le hubiera olvidado hablar: si alguien había salido. El coronel Pound, con el
— ¿Quiere usted decir que alguien ha robado presidente y el vicl.presiflente y uno o dos más,
nuestro servicio de plata? se dirigieron al corredor, rumbo a los cuartos del
El propietario repitió el ademán de los brazos, servicio, )ior i)areccrles un camino más pr'Viable
todavía con más desesperación, y de un sídto para la fuga. Y al pa^ar junto a la salita o cav<rna
todos se pusieron de pie. que servia de vestuario, vieron una figura de hom-
— ¿Están presentes todos sus criados? —• ]ire- bre peíjueño, vestitic) de negro — un criado al jia-
guntó el coronel con su voz dura y fuerte. reccr — que estaba perdida en la sombra.
— SI, aquí están todos. Yo lo he advertido — dijo — jHola' ¡Aquí: •—llamó el duque. — ¿Ha visto
el joven duque adelantando la cara hacia el inte- usted pasar a alguien?
rior del coro. —• Yo los cuento siemi)re al llegar, El hombrecito nocontestódirertamente, pero dijo:
coando están ahí formados junto a la ])ared. — Caballeros: tal vez he encontrado ya lo q u e
— Con todo, no es fácil que uno se acuerde ustedes buscan.
e x a c t a m e n t e . . . — c o m e n z ó Mr, Au<iley. Se detuvieron todos, asombrados y dudosos, y el
— Sí, me acuerdo exactamente — gritó el duque. hombrecito se dirigió tranquilamente al interior
— Nunca ha habido aquí más de quince camareros, del vestuario, y vidvió de allá con las manos llenas
y los quince estaban hoy aquí, pmedo jurarlo; ni de reluciente argentería, que depositó tobre el
•iinsiraaor con In calma ile un coirierciaiiti' on j'lala. lado: Í:;Í::,I Uí-tcii con cl N' i]ue t;usle. Ti-io de buena
Y iiitmireí: se viú qiir a<|iicll.i ) lata era una dn- ^;ai;a daría yo uiuohos tencdoi es de pl'ita (-or sal>cr
(cíia (li; par( s ilc rubiortos i!e ^•lot;aiilí^iiria loni-a. lóiiv 1 :'ió lun er esto, v ( ('•nio lo.tiró ii'-t(>d -aiaile
— t ' n l c ' i . . . , ii^teil... - - l;a¡luiccó (>i finiT.cl, la 1 ..-IM!;!. Me i-.1:i ii-.tc! resultando iini-^ ¡isto (|V.P
; c!.l:;li> ) o r iirimera vez ri ajicillo. ^• lió -M el un- ir.o di luonjo.
' ii.-üUt.': ydrd db-ei var nicjdr, y ]ui lo i',(- u'Dtir \A l a d i i ' llrowti supo saboic.ir cl candor al:.:o
lilis (i'Síis; la piiiiK-ra, i|iie <•! hoinbrr :-.nur;:in.o ,U! H'|I!,II1O.
«ir nc'-íin Urvalia un tiajr ili-rnai; y - - lUii'tio - le 1 onlcsló sdiini-ndo No no puedo
que 1,1 viililcra ilcl Inniln i^laba ¡f (.(invi (li-i irle a iislrd todo lo que é. por la 1 onlcsión,
a'^nicn hubii'ra cscajjailn per illa. sobre la ]ier-ona \' l i c h o s di CSC siijcio, ¡leio no
— Cosa? 'le nnulid valor ¡'ara (k']i'>snai las en ten.yo lazones i^ar.i muitarie o que (le él he des-
un \(~tuatio, ;n<) es vu(la<l?—observó el ,-aecr- cubierto por nii |)ro]Ma lucnta.
'i''te ( on ]'lá< ii!o ctinuíliniunto. Y diciendo rsto s;dtó 1 ,111 aiiilidad Mibre el mos-
— j l ' ^ t e " ! . . . u^te'.l rotx') esto? — tartannulcó tiai'ior v icntósc junto ni coioncl Ponnd, moviendo
Mr. Au'Ucy > on ojos relam|ia'-;ueantes. sus ]>iernecitas como un niñ,>. Y' comenzó su his-
— Si así lui'ra — dijo el (lériu'o en tor.o buiióri — toria ((ui tanta natuialidad como si cont,ira cuentos
por lo menos ya lo he devuelto. a nn viejo amif;o, iunt:i a la hoL;uera di~ N,avii!ad.
— Pero no luc usted. . . — dijo el foroncl l'ound, — Verá usted, i orimel. listaba yo ei.ceirado en
sin quitar los ojos de la viilriera iota. ese (labinetito, esciibicndo, cuanilo oí unas pisadas
— Para hablar claro de una vez — cunte.-tó (.1 por el corredoi. tan misteriosas que parecían la
cura, luimoristicaniente — no (lanza de la muerte. Primero
he sjd'i vo. — Y, ron afectada unos (lasifos rái)idos y gra-
,t!ravedad, se sentó en un t.'. ciosos, como de h(,inbre inie
burete que tení.i al lado. ,iiida de puntillas; después,
— ICn lodo ca.so. usted sabe unos pasos lentos, desrui-
quien )ué — advirtió el c<^- daiios, ciujientes, como de
r( nc-l. hombre tpic pasea fumando
— Su verdadero ncndire lo un cigarro. Pero aml-)os pvo-
iunoro — continuó el otro plá vení,vn d" los mismos pies,
(idamente — pero al^o co- yo 1' hubiera jurado, y se
nozco de su luerz.i i¡ar.i el alti'i nab.in: primero la ca-
combate y de sus problemas rrcrita, y después el paseo,
espiritu.des. Me formé idea de V oti,i vez la c a r r e r i t a . . .
la primera cuando trató de es- Me llamó la atención, y al
tran.yularuie, y de los set;uu- fin me llenó de in(pnetud
dos, eu.ando se arre|iintin. el hecho de ijue un mismo
— llfombre! ¿Con que se hombre diera las dos es])e-
arrepintió? — Htitó el joven eies de p:\sos. El j ,vseo n(^
Ché.ster con un alarde de risa. me era des(;ono( ido: eia el
El Padre lirown se puso de 1 aseo de un hombre como
pie. y llevando las manos a visted, iinonel, el paseo de
la espalda.: BLCOXONBL un caballero bien nacido que
— Muy cxtr.año, ,;\eribd? POUND LO U l - está haciendo ticni]:o en es-
— dijo. — ¿Es muy raro q\ie » 6 COK D B Í - pera de aluuna cosa, y que
CONFlAHZA.
un vagabundo aventurero se and.i (le a(iui ]>ara allá, más
arrei'ienta, cuando t a n t o s q u e p o r impaciencia, pot
que viven entre la scRuridad exuber.imia física, l.a ta-
y las riquezas continúan su rrerita tampoco me era des-
vida frivola, estéril para Dios y para los hombre.-,? (onociila, pero no podía yo precisíir (]ué ideas evo-
Pero aquí, si usted me permite, le advertiré (pie caba en mi espíritu. ¿.\ quién, a ijué extraña cria-
invade usted mi provincia. Si duda usted de l,i tura habia yo encontrado en mis andanzas que
verdad de la peniten(ia, no tiene usted nuis que corriera así, de puntillas, de a(iiieUa maneía ex-
ver esos cuchillos y tenedores. Ustedes son los traordinaria? l)es])ués me l>areció oir un luido de
l>)ce Pescadores Legítimos, y ahí tienen ya su pía' is, y la respuesta a mis interrogaciones me
servicio para el pescado. E n cuanto a iní, a mí El resultó t a n clara como la de San Pedro: aciuél era
me hizo pescador de hond)res. el andar presuroso de un criado, el andar con cl
—- ; l í a ocidtad'i u.stcd a ese hombre? — i're.üuntó cuerpo echado ha( ia adelante y la mirada baja, de
el (oronel arrufando el cei"!). l)uiitrllas, la cola del Irac y la servilleta llofando al
El P.idrc Urown lo miró a la cara abiertamente: aire. Medité un poio. Y (reí descubrir y repiesen-
— Sí —-contestó. — Yo lo he pex ado ( on an- t a i m e el delito tan (.Lilamente como si yo mismo
zuelo invi'iible y con hilo <|ue n.idie ve. y (|Ue es lo lo lucra a cometer.
bastante lar'ío para permitirle errar por los térmi- El coronel Pound lo miri) ((.n dcscoulianza, \iero
nos del mumlo, sin (]ue |)or eso se liberte. los mansos ojos grises del cura (luitemidaban vi
Hubo un lart;o silencio. Los presentes se alejaron cielo raso con la mayor inocencia.
pata llevar a sus camar.idas la )ilata reí obrada, o — l'n delito — continuó lentamente — es como
consultar el ca.-^o con el lu'opietario. Pero el coronel (ual()uier otra obra de arle. No se extrañe usted
de la cara tíestii alante se sentó en el mo'-trador, de lo que digo: los crímenes y delitos no i-on las
dejando colgar sus lari,'as jiiernas y mordiéndose únitas obras de arte (jue salen de los talleres infer-
los biuotes. nales. Pero toda <ibra de arte, divina o diabólica,
Y al fin dijo con mucha calma: fiene un elemento indispensable, que es la sinnili( i-
— Ese hombre ha de ser muy inteligente, pero dad esencial, aun cuando el procedimiento pueda ser
yo creo conocer a «tro qiic lo es más todavía. complicado. Así, en el Hamlct, ]Hir ejemplo, los ele-
— Sí; ese hombre es muy intelÍKente — (ontestí^ mentos grotescos: el se]iultureio, las llores de la
cl cura — pero ¿el otro a (]iiien nsted se refiere?. . . doni ella loca, la fantástica elegancia de Osric, la
— E s usted —• 'lijo el coronel .sonriendo. — Yo lividez del cs]icctro, el cráneo verdoso, todo ello es
no tengo espetial empeño en ver al ladrón encarce- como un remolino de extravagancias en torno a la
-oncilla figura tic un hombre vesti<lo de negro. grupo de ustedes con la mayor corrección y rapidez,
ISIcn; pues aquí tamljíén -—añadió dejándose res- convertido así en verdadero criado que cumple la
balar suavemente del asiento y con una sonrisa — orden de un huésped. Claro que esto no podía durar
aquí también se trata de la sencilla tragedia de un mucho, pero no era necc-ario que durara más allá
lioTibrc vestido de negro. Sí — prosiguió ante el del servicio de p,escad<>.
asombro del coronel — sí; todo este enredo gira en Su peor momento fué cuando tuvo que alinearse
t o m o a un frac negro. También aquí, como en el junto a los demás criados, al entrar los caballeros
Hamlet, hay sus excrecencias ridiculas: que, en el a la terraza. I'cro aun entonces se las arregló para
caso, lo son usted y sus r.migos. Hay un camarero venir a quedar en el ángulo del muro, donde los
muerto, que, a pesar de muerto, se presenta a ser- criados ]>udieran figurarse que era uno de los ca-
vir la cena. Hay una mano invisible que limpia la balleros; y los caballeros, que era uno de los criados.
argentería de la mesa y después se evapora. Pero Y lo demás se hizo sin la menor dificultad. Todo
todo delito inteligente está fundado en algún hecho camarero que se encontró con él lejos de la mesa,
simplísimo, en algún hecho no misterioso por sí lo tomó por un perezoso aristckrata. Y no tuvo má?
mismo. Y la mistificación ulterior no tiene más trabajo que acercarse a la mesa dos minutos anteí
fin que encubriilo, desviando de él los pensamien- de que acabaran de comer el pescado, transformar-
tos de los homl)rcs. Este delito sutil, generoso y se en un activo camarero, y levantar los Jilatos.
que, en otras circunstancias, hubiera resultado Arrinconó los platos en cualquier aparador, se ati-
muy provechoso, estaba fundado en el hecho sen- Ijorró I05 bolsillos con los cubiertos, de modo que
cillísimo de que el frac de un (aballero es igual al el traje le hacía unos bultos, y corrió como una
frac de un camarero. Y todo lo demás fué ejecución liebre (yo le oí cuando se acercaba) en dirección
y representación, aunque — eso sí — de lo más fino. hacia el vestuario. Aquí .se transformó nuevamente
— Alto — dijo el coronel, poniéndose en pie y en un plutócrata, en un pjiutócrata a quien acaban
contemplando, siempre con el ccñ) fruncido, sus de llamar para algún asunto urgente. \ con dar su
relucientes botas; — no sé si he entendido l)ien. licha al empleado del vestuario, pudo haberse esca-
— Coronel —• dijo el Padre Brown — le aseguro a pado tan elegantemente como se había escurrido
usted que ese arcángel de impudor que se robó los hasta aquí. Sólo que . . sólo que dio la picara ca-
cubiertos, anduvo de aquí para allá por este corre- suahdadde que, en ese instante, el cm¡ileado del
dor, y a plena luz, lo menos unas veinte veces y a vestuario fuera yo.
vista de todo el que qui.so verlo. No se ocultó en los — ¿Y qué hizo usted? — preguntó el coronel
rincones donde la .sospecha i>udo ir a buscarlo, con sobreexcitado interés. — ¿Qué le dijo usted?
sino que anduvo paseando en los pasill(js ilumina- — Pido a usted mil perdones —dijo, el sacerdote;
dos, y dondequiera que se le sorpjrendicra pare- — I)ero en este punto acaba mi historia.
cía estar por su propio derecho. No me pregunte — Y es donde empieza la historia interesante
usted cóm.') era. Seis o siete veces lo habrá usted •— murmuró Pound. — Porque creo haber cnte.i-
visto, sin duda. Usted y sus amigos estaban en el dido los manejos profe; tonales de ese sujeto, pero
salón vestíbulo que se encuentra entre este corre- los de usted, francamente, no los alcanzo.
dor y la terraza, ¿no es eso? Pues bien; cuando •—• Tengo que marcharme — dijo el I'adre Brown.
nuestro hombre se acercaba a ustedes, a los caba- Y juntos se dirigieron, por el pasillo, al salón
lleros, iba con la ligereza <le un criado, la cabeza vestíbulo, donde se encfmtraron con la cara fresca
baja, columpiando !a servilleta y con pies presu- y pecosa del duque de Chéster, que ruidosamente
rosos. Entraba a la terraza, hacía algo sobre el venía hacia ellos.
mantel, y volvía otra vez hacia la oficina y a las — Venga usted ac.i, Pound — gritó jadeante. —•
regiones de la servidumbre. Y cuando caía bajo la Lo he buscado a usted por todas partes. La cena
mirada .del empleado de la oficina y de los criados, se ha reanudado ya a toda prisa, y el viejo Audley
ya era otro: se había transformado en todas y cada ha dicho un discurso en honor de la recuparación
una de las pulgadas que su cueqto mide, y hasta de los cubiertos. Hay que inventar alguna n u c a
en sus ademanes y gestos instintivos. Y pasaba ceremonia para conmemorar el caso; ¿no le ]¡arece
por entre los criados con la misma insolencia diva- a usted? ¿Qué se le ocurre a usted?
gadof.T que los criados están acostumbrados a ver — ¡Cómo! — dijo el coronel, — Pues se me ocurre
en los amos. Para la servidumbre no es cosa nue- que, en adelante, nos presentemos siempre aquí do
va el que los elegantes de los banquetes se pon- frac verde, en lugar del frac negro. Porque nunca
gan a pasear por toda la casa como un animal del sabe uno a lo que se cxpcme por parecerse tanto a
jardín zoológico; nada es de mejoi gusto y más los camareros.
distinción que el pasear donde a uno le da la gana. — ¡Calle usted! Un caballero no se jiarece nunca
Cuando se sentía, pues, magníficamente aburrido a un criado.
de pasear por aquel lado, se volvía a la otra región, — Ni un criado a un cabíUeio, ¿no es eso? — dijo
y cruzaba otra vez frente a la oficina. Y al rebasar el coronel Pound con una •reciente ola de risa. —
la sombra de ese arco, se metamor- ¿Sabe su ] ..ternidad que su amigo-
íosiaba como por toque de magia, DIBUJOS DE SIRIO te ha de ser todo un elegante )iara
y otra vez llegaba con su trotecito haber podido p a s i r por caballerr?
menudo adonde estaban los pesca- El Padre Brown se abrochó el hu -
dores, convertido en criado solícito. mildc gabán hasta el cuello, jiorque
Naturalmente, los señores no repa- la noche era tormentosa, y tomó
raban en un criado. ¿Y qué podían su humilde paraguas.
sospechar los criados de aquel dis- — Sí — dijo. — Representar do
tinguido sefior que paseaba de aquí caballero ha de ser tarea muy ar-
para allá? Una o dos veces .se dio el dua; f ero, vea usted, yo he creído
lujo de extremar su juego con la a veces que es igualmente difícil
mayor serenidad: en los cuartos del hacer de criado. Y diciendo tbuenas
propietario, per ejemplo, se ast mó noches», empujó las puertas del pa-
a pedir muy garlxisamentc un sifón lacio de los placeres. I ^ s puertas
de agua de sí)da, diciendo cjue tenía de oro se cerraron tras él, y él echó
s e d . Declaró, humorísticamente, a andar a toda prisa por esas calles
que él mi mo se lo llevaría, y asi lo húmedas y obscuras, en busca del
hizo en efecto: porqtie 13 llevó al ómnibus de a penique.
e/ocu/in^z J\w¿M-(sAvia^üi^^'^4rvj(r^ ™ (¿3^¿3*{16^^a4e(P^n<eZiá
DOS HERMANITOS
LEO DE G. F 1 C R E 3 I
ANCIANA FN FÍ-TADO
PE CJNVALFCEN-
C!A.

/
/

UfiA FAMILIA DE RATAS MOSTRADAS FOR SU CUIDADOR- LOS PEQUEÑOS ANIMALITOS.


C NTAMINAD05 POR EL MISMO FLAGELO, SERVIRÁN FARA DEMOSTRAR LA EFICACIA DE LOS
E X Í E R I M E N T O S VERIFICADOS CON ELLOS. PARA EL CONTROL Y ESTUDIO DEL CÁNCER.

©
PARA EL ESTUDIO Y TRATAMIEMO
I\\I:/I'I:H\IIXI\ DEL CÁNCER
l í r n t r u <ÍP un m a r r o SOIK ü l o y silmt ioso. como n i a d r a a un estal>liHÍmioiito doinlo las obser-
varionrt* y el pwtii'lií) son Ion «ios ohjetivc^s primoniialpK, el I n s t i t u t o Kx|M'iin\ontal <!e Meiiicina
que HiriíiP el 'ÜstinKui'lo f a c u l t a t i v o Dr. Hoffo. ha aloan7ad<t fl Itrillantr pn'stiL'io que su mi-
HÍón h u m a n i t a r i a y ciontífica lo ha (tocho menn^cr. ( ' o n s a y r a d o |K)r ent^To PU «iirpctor a In l a b o r
do i n v e s t i g a r lo»* mp<lií)fi más eficaces para c o m b a t i r el terrible flatrelo. Ion resultados han sido
vorrladoramontxi mnmvillnurMa r o m o In nnipltAH (>fÍCÍf>nt«*nifínt4^ loS nUmPrOSOB COfiOS t r a t í i d u S .
LA M A L ^ j í í A . . A kjf-"j5A Lir... : _ . „ : ' J S R O Í - - , . V.- .' •• ' - ---.r ORA
A 5 : D U A Y EFICAZ, CUYA M U E S T E CAUSÓ TAN C O N M O V E D O T A
lUPWZSlót* EN NUESTROS CÍRCULOS C I E K T Í r i C O S . ESTA F O T O J R A r i A
EH QUH AFA??ECE HAPLANDO C^N 5U E S r j S Q Y UN MÉDICO, FUÉ
0 » T E N ; D A DIEZ DÍAS ASTES C E SU REPENTSNO DECE50.

Bien es rerria'i que el amor y el carin<? puestos en la


altruista misión «obre[>asan to<lo lo humanamente con-
CU:-íAC!ON MATINAI- Ktl UNA I >'•: LAS SALAC DKL INSTITUTO. üNFEf-'. ••>K !'L VV. f^l'VALrO MHABH.

CUERFO DE «NURSES» ORÜAMI2ADO F'ÜR EL DR. ROFFO PARA E'^


IN'JTITUTO.

K\|M'rimf'nta! v^, íutuabiwntí*, s()l)rc to'lo con la-^


arn[pliii<Í4iiU'S n'cicnt^'mcnlc inau«;urai!íis, uno '\o los
o^taltUTiniicntos (ivif* liaren honor a nuestro |>ais.
I-a < (»ni[»rol»a(inn tic (•Ht<' aserto, va inorlJL'adít ]>or
cuanto-s tonfMiiinio. la lienuw n'eil)iii<t nost)tros al vi

EL L'-'. KOKFO Of-r !-!fVANi:> I-IN


SU GABINETR LOS TUMORES CAN-
CEROSOS EN UNA RATA BLANCA.

•íilar «íetí'niflamcnte UMLIS las instalaciones, salas y


laltoratoriofi. «iomlo el onipn y P I int'ttído imperan co-
m o unA eniiíiiinift ininnosfa nHm fonaorrnir «1 nohl** fin _
Aprovechándose en
nn come:lor para ni-

LA MIJ-ERIA

Muchachitos pagando con panes de carbón


su entrada al cinematoeraio en uno de los
barrios de la capital.

E L j'ii"t-lo iilrinán. alloifttüiio ((itrio un


niiir til r'iriri'Mtü con l;i ¡iifliKiitM (Id
ni.'irin, >4- rjilini, roiiio >i ti- tTl(iir:iii
íi.. ir-' ;d ¡ii'.'iff r la iiii'',a riK>ti--'la. y *-^a
r a i m a «• ha -o^t. nido confra i(M|a< la-^
liu'las y la- inr.'iiiduiiit.r'> • x t r a ñ a - . (jii'-
la iiiia'jinalaii jir» ciir-oia <!>' nii'\a-i i' -
\U'lta--. Kl al-aiM-f ]-iii,]>-'2Í'(* i\>\ n i i " \ n
i i n f i i t a i i i o h ' t a r i o )ia ^ido ilr un ffiiUi
marav ¡l|(»^o y úiiiro. Hoy, t(nlo <-| inundo
i-itá traii*iiiilo y liastíi s»- cn-c ri<o, \ . . .
Una cocinera económica, que utiliza !io -.'• A »••* '^itiiplt'iiifntf i-n-'-niia o niil-
puñados de marcos pap«l para encen- jnrntc lo ' -t.i. Kl c-pirifu «le o n i ' i i th- . s t a
der el íueRO, ahorrando de ese modo raza ^- iinpotí'' di' nu*vo, y ¡•a-'ada'^ va
alguiK» valiosos decigramos de carbón. la^^ ]:i(»n-i toniK-iiTa-;, han puesto otra wz
niáíjuina ii<-l trahajo. M u ' h a
lÍH' f o d a \ i a ini-^TÍa,
rad<f cxtrftno (pie w n o t a h a
•s<-í de aíiosto V sí-ptícin^-rf.
hundanria >W diri-TO y s-- |('
ta (ftn i'rfKJÍL'alidad. Í,a ini-
!>»• df judión y a;ziori-^*a-*
í|Ut' hacían FU \t'r<lad'ro
Acíísto., c.-KiiiiJinando
al t'r*''jhu() r o n (•!
caiiihio V la PX-

D. B A R R I O S

Los escolarM de con artículos de


ambot sexos de ana primera necesidad,
aldea retribuyen las tales como papas, azú-
lecciones del maeitro car, harina, etcétera.
Una anciana nacMitads Otra viejecita b«rLixMia.
Inclinándose á v i d a -
nipnie sobre s'i tazón

[N ALEMANIA
EN EL PVEBLO

1; &
'sdÜ'^

... 'i - 3 ^
La semilla del o;lio frucliticando. "No se
vende ni a franceses ni a b e l g a s " , advierte
el letrero de esta tienda de comestibles.

peculrt' itiii <i*' 1a nioruMla, ha Io\jint.'nlo il


v u ' I n íh- AlfiMHuia. . . y . . . '^in 'Ifjar ra-v-
tro-*. Kii c u a n t o ¡il actual *n'ri»fiunark» <>
'yoliiiiiark', contiinia cotizándow cu el
int* rior }K)r atriitii de la iwir de la IÍIT»
y ilcl d< !ar, íx^ro i-n cl t*xtranjcro, aún en
im i-aiscs vecinos, no circula, w (oti/.a
nial. Cf»rno es li>«ico. y w le recibe CÍIM
r e r e l o . . . y a bcnefirio de i n v e n t a r i o . . .
Ksta nioneiia "L'arantifta- i ^ r d )'>ta<lo.
con (ñjiolecíis sohn (as jiroiiicdüdos n i r a -
Jp« dt*l i>His, tiene su lado flaco o ^ a i n í u i - Los traviesos pibes que juegan en el
ílaücv 'rcntio dato-^ iireciso« de (jue i'Ura campo saben hacer con marcos unas
aiíT-andar y ilar ostahilidad a la eniisinn, bonitas • ' c o m e t a s " que resultan m i s
y a lo< efeetos de la u a r a n t i a . t*e han tasjido. baratas que de otro papel cualquiera.
T>or pjeini'lo, en íi') y :í() millones de mar-
cos oro, iirf'iiirdades ((iie antes de la ;rucrrn
y en vlcna itr<>duccit',n ajx'nnt» «i valían
3 M -i m>lU)»'jt ih' la niisni i m o n e d a . . .
f}U*'. h o y p o r h o y , h a t e n i d o
)a \ i r ' u d <!•• \ n l \ e r la calma,
y fl d'M'O de trabajo en AUÍ-
n i a n i a . . . .Mientras t a n t o
la \ i d a resulta rarísi-
m a . . ¡x-ro solo para
e\tranit'ros...

GUEVARA

tomando a cam-
bio de tantos pape-
les cualquier cosa uti*
H i a b U y... uomettible.
U D reileio de los añoi y Un vieio veterano cur-
1M privaciODM. tido por la necesidad.
^r E M P o R A D A EN
LAS CLASICAS REUNIONES

SEÑORITAS PE LEDESMA. S E Ñ O R A S ESTELA C H E V A L I E R DE A C E V E D O , CELINA


D E F A Z . M A T I L D E L U R O D E M E Z Q U I T A Y O T R A S CON
EN A N I M A D O C O M E N T A R I O .

SEÑORA DE O PARRELL, SEÑOR O FARRELL SEi^ORITA ESTELA ZUBERBUHLER Y SEÑOR ACEBAL.


M A R D E L I^ L A 1' A
EN EL <,0 C E A N CLUB»

SEÑORAS CELINA ZALDARRIAGA DE PAZ, G U I L L E R M I N A BUNCE DE SESORITAS DE ARIAS.


MORENO Y SEÑORITAS DE MORENO.

SKÑORA MARTA ALEMÁN DE JIMÉNEZ ZAFIOLA SEÑORITA BSATRII ACEVEDO Y DOCTOR


N O T A S G R Á F I C A S DEL B R A S I L

Caballeros yue mtegran la Comisión tinanLiera británica que visita el pais, y de cuyo3 estudios económicos deyenJetán algunos
nuevos arreuios comerciales reciprocamente provechosos.

i RECEPCIÓN DIPLOMÁTICA OFRECIDA POR EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EN EL PALACIO CATETTE.


I Representantes enUanieros saliendo del Palacio después de la Miembros del Estado Mavor del Ejército y de la Cámara Alta
i brillante tiesta. Que asistieron a la presidencial velada.

e.1 ministro de ComuntcscioDes. el Director de TeJésrafoa, el Pielecto de la ciudad r distinguidas lafflUiu qa« concairi«ron a la
inaunurtcióii i» 1> Kadiotdelooia Oticial.
ESTE ES EL ACEITE QUE EL
PÚBLICO CONSUMIDOR BE
SIMILARES DEL MISMO ORIGEN
NOS HA PEDIDO INSISTENTEMENTE
^íeíúcoóL/O^
R A Y O S X <^»<Í><>X*X*>

¡La visión a través de los cuerpos opacos! Gigantesca Si el vacio no es perfecto un resplandor purpúreo
conquista de la Ciencia que amplificó los horizontes sale de la placa A, que se llama el «ánodo* y va debi-
del conocimiento humano, dando especialmente a la litándose gradualmente hasta la placa C que se llama
Medicina un poderoso y eíicaz aliado para el estudio «cátodo».
y tratamiento de múlti{>le8 afecciones. Pero si por el contrario el vacío es absolutamente
Gracias a este descubrimiento que inmortalizará los perfecto no quedando en el tubo más que residuos
nombres de Bequerel y Boetgen, puede hoy el médico mfinitesimales del gas que lo llenaba, todo cambia.
asomarse al interior del cuerpo humano y escrutar La luz purpúrea que aparecía en el ánodo A se des-
•US más recónditos lugares, sin los peligros más o vanece nasta desaparecer, en tanto que alrededor del
menos graves que toda mterv^nción quirúrgica supone. cátodo G se desprenden radiaciones "invisibles" por
Para tener una idea de cómo se producen estos si mismas pero se logra hacerlas visibles mediante
prodigiosos rayos, debemos antes ocupamos de otros ciertas precauciones, estos son los «rayos catódicos»
Lechos no menos sorprendentes que guiaron a los Como hemos dicho, los Rayos Catódicos no son
investigadores en esta benéfica ruta. visibles por si mismos pero es íacil manifestar su pre-
Por recuerdo a la luz emitida por loa fósforos 1 lá- sencia porque eUm iluminan los cuerpos josjorescentes.
manse cuerpos fosforescentes a todos aquellos que son Basta colocar un cuerpo fosforescente próximo al
susceptibles de emitir resplandores visibles en l a obs- cátodo para ver cómo se vuelve luminoso en la obs-
curidad. curidad, el vidrio, el crintol,
Ciertos cuerpos no pueden el sulfuro de cinc, de calcio, la
•er luminosas más que si Jf A creta y la plomina, adquieren
previamente han estado so- . " C.\ I bajo la influencia de los ra-
metidos largo tiempo a la ^ ^^ yos catódicos la propiedad
acción de la luz solar. Esta -t de emitir radiaciones lumi-
ee la fosforescencia ordinaria, ^J' {Ánodo) nosas en la ^obscuridad.
tal como la del sulfuro de Los rayos catódicos que se
calcio, cuerpo que la indus- propagan a razón de 40.000
tria utiliza en la fabricación kilómetros por segundo son
de las esferas de los relojes llamados luminosos. ueieniQos por los otwtOculos sólidos, y tienen la pro-
En realidad, el sulfuro de calcio, como otros mu- iedad de calentar los cuerpos que los reciben, pu-
chos cuerpos, no hacen sino devolver de noche las S iendo llevarlos a la incandescencia y aun a la fu-
radiaciones luminosas que de dia han recibido. sión si se prolonga su a c c i ó n . . .
1 A duración de la fosforescencia es variable según Los rayos catódicos son por último los que dan
las diversas substancias, algunas permanecen varios nacimiento a loa rayos X.
días, otras como el diamente, sólo queda, después de Para producir éstos se hace pasar por un tubo do
•arios minutos de exposición al sol, fosforescente sólo Crookes una corriente eléctrica de 40 a .50.000 voltios,
veinte segundos. q^ue producen en el cátodo C rayos catódicos, los cuales
Por ingeniosos procedimientos háse llegado a deter- SI encuentran un obstáculo, lo calientan, lo hacen
minar fosforescencias más fugitivas. fosforescente y le comunican la inesperada propiedad
La luz ordinaria e.stá compuesta de una infinidad de emitir nuevos rayos que se propagan en el aire y
de colores simples de los cuales las tintas caracterís- que se conocen desde el descubrimiento de Roetgen
ticas son el violeta índigo, azul, verde, amarillo, ana- con el nombre de rayos X.
ranjado y rojo, y en este orden más o menos, se colo- Los rayos X se propagan en línea recta, no se re-
can en el espectro cuando se descomponen los rayos flejan en los espejos, no se desvían ni a través de un
de sol haciéndolos pasar a través de un prisma. prisma ni de una lente, atraviesan todos los cuerpos
Se ha demostrado que son loa rayos violetas y que se encuentran en su camino, loa tejidos humanos,
ultravioletas casi exclusivamente los qiio deearrollan los músculos, etc., pero pasan muy deficientemente a
U fosforescencia. Muy distinta es la ¡luore':c€nria. través de los cuerpos de naturaleza mineral como las
Consiste esta propiedad en una luminosidad especial piedras, las sales metálicas, los huesos, etc., también
que toman ciertos cuerpos, como el verde de urano, impresionan placas fotográficas. De estas propiedades
las soluciones de sulfato de quinina, etc. cuando reciben nacen sus aplicaciones medicas.
los rayos violetas y ultravioletas del espectro solar. So hace funcionar un tubo de Crookes a alguna
Pero a la inversa de los cuerpos fosforescentes gue distancia de un cartón recubierto de una materia
continúan luminosos aun habiendo cesado de herirle lluoresant" y se pone la mano entre el cartón y el tubo.
k» rayos que los excitan, la luminosidad de los cuer- Los rayos X hacen luminosos los puntos díel cnrtí'in
pos fluorescentes se extingue desde el momento que a que llegan libremente.
Bon cesado de obrar sobre ellos los rayos excitadores. La parte situada bajo la mono no se alumbra más
La diferencia esencial entre fosforescencia y fluo- que por las rayos que han atravesado las carnes y los
rescencia es la duración del fenómeno. huesos.
Ahora bien, estos fenómenos de fosforescencia larga La mano aparece menos luminosa que el fondo del
o breve no son provocados solamente por loe rayos cartón, y como los huesos están compuestos por car-
iiolares, vamos a ver, que también pueden ser debidos bonato y fosfato de cal, son atravesados más difícil-
a la acción de rayos especiales de origen eléctrico, a mente que las comes, se proyectarán en sombras más
rayos catódicos y rayos X. acentuadas.
Por lo tanto se destacarán en negro y se podrá ver
RAYOS CATÓDICOS si e:4t<in sanos o roto';, viendo en este último coso la
posición y forma de la fractura.
Consideremos un tubo de vidrio herméticamente Si en fm, un proyectil se ha quedado alojado en el
cerrado en el cual so ha hecho el vacio con la mayor miembro sometido a examen, su masa raetálioa, ira-
perfección posible excluyendo el aire interior por medio permeable a los rayos X, se dibujará romo una mancha
de mía bomba aspirante perfecta. negra en medio de la imagen más clara de las carnes.
El tubo está atravesado en sus dos extremos por Este, examen llámase radiosi^&piro. Si en lugar del
dos alambres de platino a y 6 soldados en el espesor cartón fosforescente se pone una placa fotográfica, se
mismo del vidrio y terminados en el interior del tubo obtiene una fotografía a lu que se da el nombre de
por dos plaquitaa del mismo metal A y C. Un aparato rndiogralia
así consfruido llámase «Tubo do Crookes» del nombre Al ocupamos eri un próximo artículo del «Radio»-
del célebre f¡.«ico inglés que lo inventó. y substancias radioactivos, cuerpos que poseen pro-
Úname» los alambre.T de platino a y 6 a los polos piedades más o menos análogas a los rayos X, vere-
de un aparato de electricidad a muy alto tensión mos laj» innumerables Bi>li:a''iones que estos dwtcu-
40.000 o 60.0ÍX) (') voltios de manera q'ue la corriente brimienlos tienen en la Medi'ina, la cual ha podido
pase en el sentido de las Hechas marcadas en la figura. gracias a ellos, extender su campo de acción

D R . R Z V A E L
NOTA —Papá, ten cuidado, que ya sabes que cuando subes
a grandes alturas padeces de vértigos.
CÓMICA f/iRQStnrtol —Sí, hija, ya lo sé; por eso me he atado la cabeza,
DEL para que no se me vaya.
De Santa Fe

SAMTA TERESA. —Ti*U prlaolpal dal b«rmo«> «dilicio de la Sociedad EapaSola de Sooonoe MatOM. iaangarado recientemaBl*.
• • (1 titéalo, leíar Enúlio Kanendra, praúdenta da la S. E. de BS. HU.. a cnyaa actlvidadaa díbeaa la r8aUtaoi6n da «ata f
tante obra.

'Htl/TlOMm
(AMBOS SEXOS)
Lo más racional jr de tnriores reeultadoii para el
trataniinnto de estas enfermedftdi^s, es atacar e) mal
dondo eoté circunscripto, y no lomar medicinas por
la boca, las que, transformándose en el estómago,
perjudican los rlAones, la vejij^a y órganos anexos. La

INYECCIÓN 9 18
es una preparación clentlíica, de efectos seguros en .
casos rcctentcs o crónicos. Como no iierjodica el
canal urinario, nunca produce estrechez. No «.xigí?
régimen especial y liastao dos InyecdODes diarlas
para hacer deeaparecet cualquier Blenorragia (aon-
que sean cssoe crAoloo* de 16 o % aOoa), Metritis
i'roítatllls, Vaalnltls, Clslltl», Catarro Vesical, Oota
Militar, Flujos Tarlw. etc. Pídala a ?u farman^iitRo
y si no la tjfnc «oM'ffí'Ia dircctainent'^ n (<h. Ijiito-
ratorlrw í'arf- if'inieo. I>'|' H.U-
dito. Garas « Aire».— >ii
reserva a qi loUeto cxpli' i ;;
|nNnit]MriinijiiiuiiimnMiiniiiiHniiMQiiinnnHiaiiniiiMiMC]ninMiiniaiiiiiiinniuur»niiiiinininnininiiiniiMiMniiiiiiinrHuiiiniininHniiinniMini^ iiiuiiiiiiiiiiiiniiiiiiMiiiiaiiiiiiiiiiiitjiiiiiiiiiiii[iiii iiniiiii n liiiioiiiiiimiiniiiiiiiiiiiicjiíiHiiiiiiiniiiiiiiiiintiiiiiiiiiiiiinii iiiiiriiiiiiniiiiiniiiiiiiiiiiiHiiiiiiiiiiiiniiiiii|

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'vwv^jvvMvvMVVMVv^^j^nfVtPMV^jv^jvj'^^jvjvv^Mv.r^j'^irjv^^^^MVM'M

LA ARANA
POR E D U A R D O R I P A

t comerciante Ramón Ansaldo pare- caso podría llamar la atención de su mujer, acosta-
cía que nunca dejarla de engrosar; su da en el lecho contiguo, viéndose obligado, enton-
vientre crecía al par que su fortuna. ces, a manifestarle sus temores. ¿Qué ocurriría si
Por esta causa, desde hacia dos años, la maldita araña no existiera? ¿Si sólo se tratara
durante los meses del verano dormía de u n mechón de c.bello que, suavemente, se
separado de su mujer, joven aún y hubiera deslizado? ¿No quedaría en ridículo? Y en
apetecible. No tenían hijos, pero al comerciante el segundo caso; ¿podría ganar algo con moverse?
Ramón Ansaldo no le preocupaba mayormente; sus No; ha araña, asustada, correrla por su rostro, se
amistades hacíanle la vida llevadera, sobre todo la introduciría probablemente en las cobijas y pasearla
del boticario Bouronie que, como buen francés, era luego por su cuerpo; esto era peor, decididamente.
en extremo atento y servicial. Todas las tardes Aun continuaba inmóvil el comerciante Ansaldo,
acostumbraba hacerle una visita; llegaba a su casa ignorando qué partido tomar, cuando los roza-
bufando, sudoroso, y no bien pisaba el umbral, siem- mientos de hacía u n instante dejáronse sentir, no
pre, invariablemente, escupía; luego se pesaba y, ya en los cabellos, sino en su frente. ¡Oh, aquéllo con-
cargando con una silla, se encaminaba a la trastienda moverla al más estoico!
donde permanecía instalado hasta la hora de comer. — Una araña — p e a s ó . — iQué inmundicial
— ¿Siempre engrosando, don Ramón? Y con movimiento rápido, sin reflexionarlo, se
— iQué quiere Vd.! Asi es la v i d a . . . — Y trans- asestó una palmada en la frente; buscó de inmediato
curridos unos minutos preguntaba: — ¿Está Vd. se- los despojos y no pudo hallarlos.
guro, Mr. Bfjuronie, de que la balanza funciona bien? •— ¡Se ha escapadol — exclamó el comerciante en
— [Hombre! jnaturalmente! — contestaba el bo- alta voz, mientras se preparaba a encender lo más
ticario, sonriendo. rápidamente posible una bujía.
Estas eran las primeras frases que se cruzaban Después de una pesquisa infructuosa, a través
todos los días, desde hacia tres años. de toda la cama, pero ya más tranquilo, esperó que
Don Ramón, pacífico por naturaleza, nunca se in- llegara el sueño y se durmió.
quietaba por nada. Todo el que lo oyera hablar, así Felizmente, mientras ocurría todo eso, n o había
fuera sólo una vez, guardaba la impresión de que despertado su mujer; lo comprobó a la mañana si-
era u n hombre exento de cualquier sobresalto, in- guiente, pues no pronunció una sola palabra qu«
capaz de abrigar miedo ante el suceso más terrible; aludiera al caso; pero don Ramón, obsesionado por
en una palabra, su exterior habíale dado fama de la idea, no pudo callarlo, y asi fué que mientras se
valeroso y de flemático. hallaban comiendo, dijo a su mujer:
No es de extrañar, en consecuencia, que su amigo — ¿Te despertaste, anoche, cuando encendí luz?
el boticario se pasmara a n t e la enorme inquietud — Ño; ¿porqué?
revelada por don Ramón en su última visita. Comen- — Una maldita araña andaba paseando por mi
zando porque se presentó muy de mañana, contra cabeza y no pude atraparla. |Si, se escapó la maldita!
su costumbre no quebrantada jamás, ya se verá Y narró todo lo sucedido, punto por punto, sólo
que algo insólito le ocurría. Sin embargo, todos los callándose algunos de los pensamientos que man-
esfuerzos de Mr. Bouronie, tendientes a conocer tuviera entonces, los que podrían dejarlo en ridículo;
o adivinar la causa, fueron inútiles; don Ramón elu- e inconscientemente, cada vez que aludía a la araña,
día las preguntas demasiado directas e insistía, llamábala la «maldita».
continuamente, sobre la presencia de innumerables Durante el curso de la comida no se habló de otra
insectos durante el verano en curso. E n esta idea cosa. Parecía que su mujer, en toda su vida, no hu-
insistente pensó el boticario que se hallaría la clave biera aprendido más que historias de arañas, pues
de t o d o , mas no pudo aventurar ninguna conjetura. contó infinidad de ellas, cada una superior en espanto
a la anterior. Pero la que refirió con todo lujo de
detalles, acaso por ser la única verdadera,fué una
que le había ocurrido a Irene, prima suya, cuando
era aun soltera. Según ésta , en cierta ocasión, notó

H B aquí la extraña cadena de sucesos, cuyo


desarrollo mortificaba hasta el punto tal al
comerciante Ramón Ansaldo.
Una noche, tres días antes de su última visita a
en el brazo una picadura extraña; no le preocupó
mayormente, hasta advertir que esa misma p i c a - /
dura volvía a producirse todas las mañanas en dis-
Mr. Bouronie, hallándose acostado, s i n t i ó que tintas partes del cuerpo. Así transcurrió una scmanaj
entre sus cabellos algo se movía; permaneció in- al cabo de ella, por acaso, levantando la almohada
móvil u n instante, a fin de comprobar si se t r a t a b a antes de acostarse, descubrió debajo una araña ne-
de una araña, primera idea que, sin saber la causa, gra y enorme.
hablasele ocurrido. En efecto, mediante un es- — Era la que todas las noches — concluyó su
fuerzo de atención, consiguió percibir claramente mujer, como si fuera necesaria esta explicación,—
los movimientos de sus patas, largas al pa- picaba a la infeliz Irene. — ¡La maldita! — Ex-
recer, debido a la suavidad y lentitud clamó, contagiada por la expresión de su
con que se asentaban. Tuvo un momento míirido. Esta historia impresionó mucho
de indecisión: ¿Qné haría? ¿Encender luz? a don Ramón.
¿Moverse bruscamente? Ninguna de los — Sin lugar a dudas,—pensaba,— mi
dos ideas le convenía; en el primer caso es semejante. Verdad que no he

VWV^^V^AA/W^^^V^A^V^A/^^VM^^VW^M^^WM^A^VM^A/M^^M^MMMAAAAA#
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sentido picadura alguna, pero bien puede ser que movimientos cautelosos deslizo uno de sus brazos
la araña haya tomado mi lecho como u n refugio y una vez que lo hubo cogido, aun con mayor
tibio. Le agradará pasar las noches c o n m i g o . . . Se cuidado, lo colocó sobre la mesa de noche; asi
habrá a c o s t u m b r a d o . . . — Y el comerciante, a esa podría gozar de una tranquilidad rel.itiva.
sola idea estremecíase todo. E n efecto, parecía que la araña se había alejado
Por la tarde no visitó a Mr. Bouronie. Sentía definitivamente; mas como el sueño tardaba en
grandes deseos de ir a su casa y no ocultarle nada, llegar, para distraerse, don Ramón pensó en lo que
pero su miedo al ridiculo era mayor aún; le tortu- diría a su mujer al siguiente día; tampoco dejarla
raba esa primera idea que t u v o : «¡Si no fuera una de contárselo a Mr. Bouronie. ¡Oh, no! ya no lo
araña! jSi no fuera nada! callarla más. Un ligero soplo, muy tenue, que le
La noche transcurrió sin novedad alguna. Mas rozaba su rostro, distrájole de estos pensamientos.
al despertarse, ya de mañana jcuál no sería su asom- — ¿Será la maldita?—aventuró a pensar tímida-
bro! Vio una araña de patas largas caminando por las mente.—No| las arañas no soplan. ¿Dónde se ha visto?
sábanas blancas. ¡Encima de su pecho, justamente! No pudo terminar la frase; do nuevo las patas
Poco faltó para que don Ramón lanzara u n grito, largas se movían entre sus cabellos muy cerca de
grito que hubiera sido de espanto, d e asombro y la frente. Y don Ramón encogía las piernas todo lo
de felicidad a u n tiempo mismo. jAhl estaba! ¡Era que su voluminoso vientre le permitía, e igual que
u n a araña real, verdadera; podía decirlo a t o d o el antes exhalaba, mentalmente, unos gritos desga-
mundo! ¡Era la que de noche venia a dormir con él, rradores, lastimeros.
a compartir la tibieza del lecho! Y don Ramón,. — jAyl ¡Aaaay! ¡Una araña qne sopla! jEsto es
fuera de si, no pudo reprimir esta exclamación: horrilí)lel ¡Aaaay!. . .
— ¡Ahora verás, maldita! De esta manera transcurrió toda la noche. Al día
Se movió un poco, lo suficiente para que la ara- siguiente, malhumorado y nervioso, abandonó el
ña, asustada, cambiara de lugar. Dio buen resul- lecho muy de mañana; amplias ojeras, frutos del
t a d o la estratagema; sin apresurarse demasiado, la insomnio, surcaban su pálido rostro.
araña caminó hasta llegar al borde de la cama. Una idea lo ilummó al punto. Pensó que igual
Entonces don Ramón, con u n júl)ilo infantil refle- como en la historia de su mujer, »su araña» podría
jado en su rostro, la empujó rápidamente, de modo refugiarse debajo de la almohada; y sin esperar a
que cayera al suelo; allí, con uno de sus zapatos, más, la levantó. Nada había; solamente una mari-
la mataría. . . ¡Pobre don Ramón! I n d i n a d o eft el posita pequeña, pequeñísima y blanca salió volando;
lecho, pacientemente, bu.scó por el suelo, por las reparó en ella el comerciante y, avergonzado y ju-
sábanas, por la cama toda, más minuciosamente biloso a un tiempo mismo, con rápido movimiento
que aquella n o c h e . . . y ¡nada, nada! Los ojos se le alzó el colchón por l a p a r t e q u e ocupara la almohada.
abrían desmesuradamente, no quería respirar. No se había equivocado: otras maripositas peque-
E n t r e t a n t o su mujer había despertado. Cuando ñas, pequeñísimas e igualmente blancas, salieron vo-
se enteró de lo ocurrido, abandonó prestamente el lando; eran polillas.
lecho; ella también quería buscar. Y he ahí marido Don Ramón se sentó en el borde del lecho; medi-
y mujer, en ropas de dormir, casi arrastrándose t a b a . Sí; no cabía duda alguna; ellas eran las que,
por eí suelo, buscando a «¡la maldita!; con sus vuelos, hiciéronle creer en una araña que
soplaba; la que viera el día anterior fué debidf) a
una mera casualidad; todo se hallaba explicado, no
habla que pensarlo más.

L A noche siguiente fué horrible. No hablan


transcurrido veinte minutos desde que se ha-
llaba acostado, cuando comenzó la inquietud
o, mejor dicho, la angustia; si, porque fué una ver-
Durante el almuerzo estuvo muy locuaz con su
mujer. Narró toda suerte de historias, aun absurdas
e inverosímiles; habló sobre insólitos descubrimien-
tos científicos; en una palabra, puso todo su afán
dadera angustia, en distraerla del recuerdo de «la maldita».
Don Ramón sintió a la araña entre sus cabellos, Llegó la tarde y se encaminó a casa de «monsieuri
como la vez primera, con la diferencia de que ahora Btraronic. Según su costumbre de hacía tres años,
no le cabla duda de si era una araña o u n mechón al pisar el umbral, escupió; e irajiulsado por osa mis-
de cabello que se deslizaba. No quería mover un ma costumbre, se dirigió hacia la balanza (en los
solo miembro ni hacer el menor gesto. días anteriores no lo hizo, tal era entonces su preocu-
— ¡Ay! ¡Aaaay! — gritaba mentalmente don Ra- pación); palideció de súbito, comprobando que habla
món, mientras encogía las piernas todo lo que su rebajado cinco kilos. Escupió nuevamente y penetró
voluminoso vientre le permitía.— La ¡maldita! ¡Ca- en la trastienda.
mina por mi frente! ¡ A a a y l . . . —¿Siempre engrosando, don Ramón?
Si el comerciante hubiera proferido esos gritos Pero don Ramón permaneció callado; no dijo, co-
• n voz alta, habría resultado algo conmovedor y mo era su costumbre: ¡Qué quiere Vdl ¡Así es la vidal
patético; mas no por es<i dejaba de ser conmove- Y silenciosamente acomodó la silla que había lle-
dora, horriblemente conmovedora, la angustia que vado del despacho. Mr. Bouronie, junto a él, se
se desarrollaba en el interior de su pellejo. hallaba preparando una receta; de pronto, a causa
— Si picudo la luz... si prendo la luz... — pensaba de un movimiento brusco, u n frasco pequeño que
don Ramón, ajeno a tales disparates, que su atolon- sostenía en sus manos cayó al suelo con estrépito.
dramiento le provocaba. — Si prendo la l u z . . . — Una araña, — explicó el boticario, — una
De pronto ocurriósele una idea luminosa, en araña me ha sorprendido.
el preciso instante en que se proponía res- — ¿Y se ha asustado de ella? ¡Qué flojo es
pirar fuerte, haciendo ruido como u n fuelle Vd., Mr. Bouronie!—dijo don Ramón us;indo
l)ara alejar a la araña. Pensó que estos un dulce tono de reproche. Y acercándose a
animalejos gustan de la música; y re- donde estaba la arafla, armado con uno de
cordó, súbitamente, que su reloj se sus anchos zapatos, la apretó suave, deli-
hallaba debajo de la almohada. Con cadamente, lo necesario para matarla.

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De Córdoba

tinúa admitiéndose la de 1.485 me- dad del agua a O" sea tle 1.026. Apo-
LA VELOCIDAD DEL tros encontrada en 1827 por CoUadon yándose luego en la teoría del so-
SONIDO EN EL AGUA y Sturm, en experimentos realizados nido, el mismo fí.sico ha formado
en el lago de Ginebra. gráficos que permiten calcular la va-
Be ha admitido, como resultado E l físico francés M. Martí practicó riación de la velocidad oonfonne va-
IQ muchos experimentos realizWos en Cherbourg experimentos para en- ríen la profundidad, la temperatura
sn diversas ocasiones, que la r e l o - contrar la velocidad del somdo en el y la salinidad del mar.
sidad media del sonido en el aire es agua del mar. Según estos experi- Estos últimos resultados son, sin
de 333 metros por segundo, y éste es m e n t o s la velocidad es de 1.304 me- d u d a algun.1, m u y interesantes, pero
>1 námero que suele adoptarse en la tros por segundo, a una profundidad falta encontrar la confirmación prác-
práctica corriente. que representa la presión de una at- tica, mediante mefiidas directas, do
Para la velocidad del sonido en mósfera, a la temperatura de 15° y los datos que han proporcionado las
el agua a la temperatura de 8° con- para una salinidacf tal que la densi- consideraciones teóricas.

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(En dos parte*)
PARTE I

Banuontia KOt» ahora de QD bnsn «m- Heohof eleotiTOi y recontado* loe uia mil Ya en la calle, la detiene oo señor extran-
Blao en nna gran fábrica de sebo. Sn patrón del cheque, chocóle mucho la rapidez del jero, que le pregunta:
M manda al Banco para cobrar an cheque pago, los envolvió en un diario, haciendo on Extranjero. — ¿Señor, es usted del pais?
i * Hia mil p<MM, recomendándola mocho paquete, el que unió a otro que contenía un larrasqneta. — ¡Si, y uno de sus meiores
, as Ma pavo dciindoi* ertalai. tomo de "Las mil y una oochea". frutoi!...
Extranjrao. — 7o acabo de negar de Esta-
doi Unidos.
Sarraaqneta. — ¿Estados Unidos y PerñP
Extranjero. — iNo, sólo de Norteamérica I

18,
'M
^

n a n eiodad...
yM
Extranjara. — I ando perdido en eata Extranjero. — Entremos en an bar para
explicarle bien.
Extranjero. — Además >raigo una beni-
lica misión. Un tio mío, acaparador y mnl-
SarraxiData. — Ro •« aflija; aqoi las situa- Vengo con el propósito de aoometar gran- timiUonario, ha mnerto de hambre al no po-
eiona cambias pronto, y hoy eitá nsted ver- des negocios, en nUnas de oro, plata y hoja- der comer porque le le atraveió en el tuto
tido f mañana «ocoantia la suerte... lata, y con la exclusiva para implantar aquí digestivo una raspa de bacalao, y me en-
Exteanjsto. — Bi que oo conoico lai ca- unaa nuevas máquinas automóviles para la cargó repartir parte de su fortuna entre los
uta «na naoeaito saber para cumplir nna venta callejera da maní torrado eUctrica- pobres de eeta ciudad, donde >e enriqueció-
Biiión qo* traigo a arte pala. mente.

Extranjero. — Ahora bien: mis negocios Extranjero. — Uated que, como veo, ea no Extranjero. — lOb! ahi viene on amigo y
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Bo BU dejarán tiempo para cumplir la úlli- una persona honorable, deaocopada y res- eaentarle a) ilustre ingeniero mister Ka-
Btt volurtad del filántropo ditooto, hacian-
do el reparto de loa cían mil pesos que
ponsable, que bajo algiuia pequeña garantía S
y, tamoeo inventor da l « aotoa para
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del Car- un bra-
naval zo que
esa no- podría
che, De- ser v i r
rrick tu- para pro-
vo la im- tegerla en
presión de medio de es-
que era como t a multitud —
una paja en el dijo D e r r i c k
seno de un to- gravemente.
rrente. Por se- Ella no dijo na-
guir un capricho, da; pero él sintió
se había expuesto a que le clavaba la mi-
una lucha fútil y a rada. De pronto ella
una derrota. En me- sonrió, y Derrick cre-
dio de sonoras car ja- yó ver muchas cosas
jadas, la multitud le te- en su sonrisa. Le pare-
nia a su merced. Cerca de la ció que esa sonrisa lo pro-
suya sentía caras de personas extra- vocaba.
ñas: caras barbudas de hombres, aterciopeladas me- — ¿Se ha separado usted de los suyos en la mul-
jiUa,s de muchachas, cabezas canosas de viejos, rojos titud? — preguntó; y tomando el silencio de la dama
labios de niños. Los más variados olores ponían a por afirmación, agregó: — Hasta que los encuentre,
prueba su sentido del olfato; perfumes de los vesti- permita, mi compatriota, que la proteja.
dos de las mujeres, picantes aromas de tabaco, olor — ¿Protección?
de flores caídas y pisoteadas. La voz del Carnaval se Y la dama se calló un instante. Sonrió de nuevo
elevabaenuna multitud de sonidos diferentes que se y agregó:
refundían en una perfecta sinfonía de alegría. — Sería muy amable de su parte.
Derrick contemplaba encantado a la multitud. — Lo peor es que no puedo hacer mucho. Tendre-
Hombres, mujeres y niños se exaltaban unos a mos que quedarnos aquí hasta que la gente se mueva.
otros; se hallaban en el pináculo de la alegría, muy — Podemos conversar — insinuó la dama. —
por encima del nivel de los días ordinarios. E n la Hábleme en inglés; el idioma natal parece una mú-
cara de Derrick se reflejaba la alegría de los demás. sica a los desterrados.
E r a uno de ellos, un camarada de todos. — ¿Desterrada? E n esta época de libre tránsito...
Un hombre se le acercó y le habló jovialmente: Nuestro país está, de hecho, muy cerca.
•—• ¿Está usted contento esta noche, señor? — Pero lo que está muy cerca puede a veces pa-
— Muy contento; me parece un sueño. Pero ya recer muy lejos. Le diré. , .
despertaremos y el sueño se habrá ido. Pareció vacilar un segundo y agregó atropellada-
El acento con que Derrick hablaba el italiano de- mente:
notaba que era extranjero. — Me estoy imaginando un valle inglés en una
— E n mi país — continuó — no hay Carnaval. tarde de s o l . . . Hay una aldea a la d i s t a n c i a . . .
Las noches de Italia son adecuadas para esto. ¿No ve usted la torre de la pequeña iglesia? ¿No
— Si, señor. oye usted el murmullo del arroyo y el cantar de los
El hombre se rió y se alejó. pájaros?
E n una esquina un muchacho vendía farolillos — Oigo el encanto de su voz en una tierra extraña
colorados, pendientes de un alto palo; parecían es- — replicó Derrick.
trellas rojas en la oscuridad del cielo. Derrick com- Empujada por una comparsa muy numerosa la
pró uno. multitud se echó a la izquierda, y Derrick y su com-
— Uno más entre mil — murmuró, y se rió de pañera se encontraron en la acera, frente a la puerta
si mismo. — Vistos desde arriba debemos parecer de un restaurante. La multitud que los rodeaba les
un enjambre de moscas de fuego. impedía avanzar en ninguna dirección. La puerta
La multitud se hacía más densa. E r a imposible del restaurante les hizo pensar en escapar a las
moverse sin tropezar con los vecinos. Derrick, al apreturas de la gente.
intentar bajar su farolillo, provocó una viva excla- — Entremos — indicó Derrick. — Podrá usted
mación de una mujer que estaba a su lado. sentarse hasta que la gente disminuya; después la
— Disculpe usted; lo siento mucho — dijo; y lue- acompañaré a buscar a los suyos.
go, fijándose en que había hablado en inglés, lo re- Ella le siguió en silencio y continuó callada hasta
pitió en su chapurreado italiano. que se sentaron a una mesa. Derrick examinaba ¡a
L a mujer se rió alegre, melodiosamente. cara de su compañera, que tenía hermosos ojos,
— No se preocupe uted en traducir; entiendo. hermosos labios, hermoso perfil. Su cabello era de
— ¿Habla usted inglés? color bronce oscuro.
Derrick volvió la cabeza para mirar a la mujer. De pronto Derrick se inclinó hacia ella por enci-
Parecía tener unos veinte años, era alta y muy gra- ma de la mesa.
ciosa. Tenía el pelo y el cutis de un color que le hizo — Quiero decirle una cosa, si usted no se e n o j a . . .
recordar a Derrick las mujeres de Rossetti. Esta mañana estuve en la iglesia de San Petronio,
— Veo que usted no es italiano — agregó la mujer. en la cual hay un cuadro que representa una Ma-
— Ningún inglés puede proceder como un italiano dona. E n este país siempre se encuentran joyas ar-
en Carnaval. H a y que nacer para el arte. tísticas; pero lo maravilloso de ese cuadro — ¿lo ha
Derrick hizo un signo afirmativo con la cabeza. visto usted? — es la pura belleza de la concepción
— Tiene usted razón. Hay en esto una gracia, un del artista. Y ahora — la voz de Derrick se puso algo
abandono que nosotros no podemos tenor. trémula — cuando veía la cabeza de usted emer-
Con alguna dificultad bajó su farolillo y lo apagó. giendo entre la multitud, me parecía que el cuadro
— ¿Pero, por qué? — preguntó ella. — Por lo cobraba vida.
menos, estaba usted procurando tener su parte en Ella empujó a un lado la taza de café, y la cuchari-
la fiesta. lla cayó al suelo, haciendo un pequeño ruido.
Derrick se agachó pa-
ra recogerla y luego pidió
disculpas por lo que ha-
bía dicho.
— No debí decir eso.
Era una impertinencia
de parte de un descono-
cido.
— En el primer mo-
mento me sorprendió,
pero no es una imperti-
nencia — dijo ella son-
riendo levemente, y
agregó: — Por lo común,
no se dicen esas cosas a
una mujer que no se co-
noce.
— Lo sé; perdóneme
usted.
Y Derrick siguió hil-
vanando frases para de-
mostrar su arrepenti-
miento. Cuando se calló,
el Carnaval llenaba el
restaurante con el bulli-
cio de risas, cantos, in-
terjecciones. A Derrick
le sorprendió poder oir
la voz de su compañera
en medio de semejante
bullicio. Ella decía:
— Hábleme usted de
nn otoño inglés, cuando
el crepúsculo empieza
temprano y las hojas
muertas crujen a nues-
tros paso», y hay en el
En rí tumvllo riel Camaml,
aire olor de tierra que- Dfrrirk turo la ímpretión de que
mada, como incienso. era como una paja en el 9fno de
Derrick hizo a un lado líft torrente.
su taza. Tenía el corazón
lleno de simpatía.
— Echa usted de menos a la patria... Algún día Su compañera empezó a subir la amplia escali-
volverá usted, y le parecerá mejor por el tiempo que nata de la iglesia y Derrick la acompañó.
ha estado fuera de ella. — La leyenda dice que esta es la única noche del
Ya se ola menos ruido en la calle. La compañera año en que es imposible odiar a un enemigo. El Espí-
de Derrick se puso de pie y se dirigió a la puerta. ritu del Carnaval es muy poderoso: pone un velo
Derrick la siguió y no tardaron en respirar el aire mágico sobre los corazones que no perdonan.
fresco de la noche. La voz del Carnaval parecía ex- — Lindo concepto — dijo Derrick.
ttuñamente distante. Hablan llegado a la maciza puerta de la iglesia.
— ¿En qué dirección quiere que empecemos a Entraron, y la soledad y silencio del templo les pa-
buscar a los suyos? — preguntó Derrick recieron maravillosos después del bullicio del Car-
— ¿Los míos? Llegaría la aurora y nos encontra- naval. Las altas naves devolvían multiplicado el eco
ría buscándolos. de sus pasos.
Derrick la miró sorprendido y su compañera hizo Llegaron frente al cuadro de la Madona de qae
con la cabeza un gesto como para dar a entender había hablado Derrick. Unas cuantas velas permi-
que habla llegado el fin. tían ver todos los detalles de la hermosa obra. La
^ Ando sola — dijo. Madona inclinaba, sonriente, la cabeza hada el
En ese momento un farolillo cayó cerca de ellos y Niño y en sus ojos estaba el amor maternal como en
las llamas del papel quemado brillaron cerca de la rosa el perfume. La expresión de la cara de la
sus pies. Madona correspondía a nna alma femenina formada
— Tenga cuidado — dijo Derrick. — Las llamas por Dios. Era toda pureza. Era toda inteligencia.
casi le queman loe pies. Era toda bondad. Era el eco de una aspiración qne
— [Ya me protege usted!— exclamó ella graciosa- se eleva al cielo.
mente.— Se me aparece usted en medio del Carnaval Derrick murmuró:
como los príncipes en los viejos cuentos de badas. — Esta pintura es un verdadero milagro.
Siguieron andando y se encontraron frente a la Sus palabras no tuvieron respuesta. Se volvió para
iglesia de San Petronio. Derrick se detuvo y pre- ver a su compañera y se encontró solo. Un rumor
guntó: de pasos sonaba en el fondo de la nave. Oyó qne ••
— ¿Quiere que entremos un momento? Todavía cerraba una puerta distante.
hay luces. Derrick se dirigió a la puerta de la iglesia. Al salir
Ella vacilóymiró hacíala iglesia, a travéade cuyas una campesina le saludó:
vetustas ventanas filtraban débiles rayos de luz. — Que tenga usted buena suerte en Carnaval,
— ¿Conoce usted la leyenda que el pueblo re- señor.
cuerda esta noche? Derrick se detuvo vacilante.
• — No — contestó Derrick. — Hace pocos minutos — le dijo a la campesina.
— salió por esta puerta una mujer; ¿no podría usted — repuso Derrick. Echó después una mirada hacia
decirme qué dirección tomó? la ventana que cala al jardín y continuó:
— No, señor; no la he visto. •— De modo que usted ha estado bajo la tormenta
Derrick echó a andar por la solitaria calle. No en- mientras yo estaba cómodamente a q u í . . . Pero
contró a la mujer que buscaba, que habla desapa- ahora. . .
recido irremediablemente en la oscuridad de la noche. Y acercó una silla al fuego haciendo un ademán
üespucs de pensarlo un momento, Derrick no de invitación para que se sentase. Ella hizo un
pudo dejar de aprobar su manera de irse. Estaba de movimiento ambiguo con la cabeza y dijo.
acuerdo con el espíritu del Carnaval eso de que una — ¡frotección! Me aparezco como un fantasma
mujer aceptase la compañía de un desconocido y se de la noche y usted me ofrece p r o t e c c i ó n . . . No, no
marcha.se sin decir palabra. Habla sido todo como tengo f r i ó . . . Es delicioso estar en Inglaterra en
un sueño, intangible y misterioso. pleno invierno. . .
— Kecuerdo — y la voz de Derrick se hizo algo
II profunda.— que en el destierro usted lo echaba de
menos.

D FRRicK ola el fragor de la tormenta como


habría oído la música de una orquesta que
tocíise para deleitarlo. Se hallaba en una pie-
za lujosamente amueblada. E n la chimenea ardía
Ella clavó la mirada en las llamas.
— Me alegro de que el destierro haya concluido —
agregó Derrick.
Ella tendió las manos hacia el fuego y preguntó:
un magnífico fuego. E n la habitación no había sino — ¿Puedo hablar? Me parece que se impone una
una luz que no alcanzaba a los rincones oscuros. explicación.
El criado entró para preguntar si encendía más Su sonrisa era deliciosa y estaba hermosísima.
luces. Derrick cerró un momento los ojos para recordar
— ¿Más luces? ¿Para qué, Dawson? No hay mejor bien la noche de Carnaval.
luz que la de las llamas de la chimenea. — ¡Carnaval! — La voz femenina hizo eco al
El criado salió sin ruido de la pieza y cerró la pensamiento de Derrick como si éste hubiese ha-
puerta tras de sí. blado. Ella agregó:
La oscuridad pareció hacerse más profunda. Las — ¿ Y el Espíritu del Carnaval, tan poderoso
movedizas llamas de la chimenea parecían manos contra los pensamientos de venganza?
que acariciaban las sombras, las tocaban y luego se — ¡Ah! si — recordó Derrick. — Usted rae lo
retiraban asustadas. De pronto Derrick dejó de dijo cuando subíamos la escalinata de San Petronio.
contemplar las llamas y se inclinó hacia adelante; Ella se sentó con la Cabeza medio vuelta hacia
habría jurado que un rayo de luz caía sobre la p u n t a Derrick, y en voz más baja empezó a hablar:
del pie de una mujer. Atizó después el fuego y las — Yo he sido educada en cierto culto de la ven-
llamas llevaron su luz
inas lejos, echando a las
Sombras que las sitiaban.
De pronto Derrick se
puso de pie y exclamó:
— ¿Estoy soñando?
¿Estamos en Carnaval
otra vez? Su cara emerge
de las sombras como la
Madona de San Pe-
tronio.
Encendió más luces y
todos los rincones de la
habitación quedaron
iluminados.
— Eres t ú . ¿Eres el
Espíritu del Carnaval
que ha venido a estudiar
un invierno inglés?
— Y a aprobarlo.
DerricJt recordó la
música de la voz de su
desconocida de Koma.
Ahora la ola más firme,
más acentuada.
— Vivo cerca de aquí;
perdí mi camino a causa
de la tormenta y vine a
dar al jardín de esta
casa.
Se rió y continuó:
— Las ventanas de
esta habitación estaban
mal cerradas y empujé
una. Le vi a usted al
lado de la chimenea,
pero usted no me vio
a pesar de que di unos
golpecitos en el vidrio.
— La tormenta debe ta mmftr pare<M tentr utiM ttinte
Met, era nlla y muy graeiota.
haber ahogado el ruido,
porque no be oido nada
otros. . . Probablemente mi an-
tepasado perdió en la lucha
porque el otro era un hombre
más a p t o . . .
Evelina lanzó una carcaja-
da y continuó:
— Pero es el fracaso lo que !»
más duele y lo que más enoja-
Mi padre fué un artista siD
suerte y mi madre tenía qu*
enseñar inglés para ganar »''
go. Ambos murieron en It*'
lia y yo seguí cultivando 1*
tradición. Al f i n . . . Un día I»
vida me sonrió. Unos pariente*
lejanos de mí madre me dejaroO
una fortuna. . . de trescienta*
libras esterlinas.
Evelina volvió a reirse y *
Derrick le pareció que su visa
tenía t o d a la dulzura y toda 1*
alegría del Carnaval. LuegO'
mirándola fijamente, le dijo-
— Yo soy Roger Derrick-
Asombrado, vio que Evelina
seguía riéndose.
— Ya lo sabía, pues su cara
lo traicionó esa noche de Car-
naval. Tengo docenas de retra-
tos de familia y usted es u"
Derrick p e r f e c t o . . . ¿Y a al-
guien que no fuese un Derriclí
le habría dicho yo lo que le he
dicho a usted? — Evelina se le-
vantó y se echó el tapado sobre
los hombros. Quiso dirigirse
hacia la ventana, pero la man"
de Derrick la detuvo, posán-
dose en su brazo.
— Otra vez no. Ya la perdí
Srelina u diú
multa m la tillii una vez y la vida no me con-
y volvió a mirar denará a perderla por segunda
a Derrici: vez.
— Pero es que yo debo i''
y venir como el Espíritu del
ganza, la vendetta, como dicen los italianos. Du- Carnaval — replicó EveUna riendo.
r a n t e dos generaciones ha habido mortal enemistad Derrick dijo gravemente;
entre mi familia y la otra rama de los D e r r i c k s . . . — E n esta casa mis abuelos y los suyos juga-
¿Qué dice usted? — y miró de frente a Derrick. ron juntos cuando niños, y la idea de enemistar-
— Nada — replicó Derrick. se los habría hecho reir. Ahora se sienten conten-
Ella tornó a mirar las llamas. tos de que la Vida haya cerrado al fin la b r e c h a . . •
— Los detalles le aburrirían a u s t e d . . . E s una La tomó las manos y las retuvo entre las su-
vieja historia de un Derrick que se hizo enemigo yas. La veía hermosísima, le parecía la reali-
de otro Derrick. E r a n rivales en negocios y amaron sación de todos sus sueños, la iónica mujer que
a la misma mujer. Roger Derrick se casó con ella. aceptaría por compañera para toda la vida.
Mediante una estratagema, decía su primo. — ¿Volverá usted algún d í a . . . para quedarse'
— Entonces usted — la voz de Derrick se ¿Hará usted que mi vida sea para siempre u " i
puso trémula — entonces usted ¿es E v e l i n a Carnaval?
Derrick? — Carnaval y santuario — contestó Evelina
— La última de mi rama, y en alguna p a r t e del dulcemente.
mundo debe estar Roger Derrick, el último de su Estas palabras los transportaron al altar de
r a m a . . . Todas estas historias de venganzas son San Petronio. Les pareció ver sobre sus cabeza*
ruines... a la Madona que los bendecía.
Evelina se dio vuelta en la silla y volvió a mirar El rumor de la tormenta, afuera, como que
a Derrick. quería remedar el rumor del Carnaval. A los ojoS
— De cuántas pequeñas cosas se preocupa uno de Derrick, la cabeza de Evelina era como la cabe:
más de lo que merecen — dijo . — A mí me educaron de la visión del artista en su taller-santuario. E''*L
diciéndome que mi pobreza era debida a los otros era la pureza. Ella era la inteUgencia. Ella era 1*^
Derricks, como si la inteligencia de los unos pudiera bondad. Ella era el eco de una aspiración que «*
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LA NIÑA POBRE Y LA NIÑA RICA


QUELLA mañana, ai cruzar Rosita a la escuela. Sola, jamás, j Qué vida la mía !
el vestíbulo de su confortable casa, La pequeña aprendiza le replicó:
observó que estaba de pie, junto — ¡Pero tú no trabajas como yo, y aprendes
a una caja de regular tamaño, la cosas lindas!
pequeña aprendiza de la modista Rosita responde:—-Tu trabajo no esaburridor.
de su mamá. Rosita se acercó Todo el día te lo pasas en la calle, casi .siempre .sola,
solícita a la niña y la invitó afec- viendo a muchas señoras y lindos v e s t i d o s . . .
tuosamente a sentarse. Luego di- I ^ niña cuyo brazo izquierdo descansaba sobre
jo la con bondadoso acento: la caja, se levantó y con voz grave dijo a Rosita:
— Debes estar cansada. — Trata de levantar un poco esa caja.
— Algo — respondió la aprendicita con expre- Rosita hizo la prueba y la dejó en seguida, di-
sión triste. ciendo al mismo tiempo:
Como Rosita disponía de tiempo, porque su — ¡Qué pesada es!
mamá estaba probándose el vestido que la niña — Está v a c í a . . . —- observó la niña. — Ahora
había traído en aquella caja tan grande como ella, mira mis m a n o s . . . Sacó entonces debajo de su
reaividó el diálogo que momentos antes iniciara. pañoletita dos manos hinchadas y llenas de saba-
A los pocos minutos ya eran amigas y hablaban ñones; dos manos que aun debían sostener libros
con ese lenguaje de un corazón que se confía a otro. y plumas y que, sin embargo, la miseria condenó
— Gomo te envidio —• decía Rosita. — Tú no vas a un trabajo prematuro. Después agregó: —|Esto
a la escuela como yo ¿verdad? Si tú supieras qué no sería nada! Lo que más me entristece es haber
aburrida estoy. En lugar de salir con mamá y ido poco tiempo a la escuela... ¡Si supieras qué
pasear con ella, vivo condenada en esta época mal leo! Cuando escribo cometo tantos errores...
del año, a estudiar, a estudiar siempre. Me Diciendo esto la niña inclinó la cabeza sobre
encierro en mi cuarto durante algunas el pecho; dos rizos rubios le temblaban
horas del día para hacer los deberes y sobre la frente.
aprender las lecciones, no sólo de la Rosita comprendió toda la amargura
escuela, sino también las del Con- de aquella almita. Movida de una
servatorio, porque sabrás que gran piedad tomó entre sus ma-
he comenzado a estudiar el nos la cabeza de la niña con
arpa. Y cuando salgo a la intención de decirla una pa-
calle en compañía de la labra buena. En cambio
doméstica, es para ir le dio un fuerte beso.
A D E L I A DI GARLO

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pués de uno o dos meses de s o l y de baños, ¿qué y no la admite en su corte. ¿Tendrá consecuencias la
colorido habéis llegado a obtener? Esto es lo que so desfavorable opinión real?
precisa saber para vestirse modernamen- El puño del paraguas y la oarttera harán
te. Vosotras también, como en otras juego, naturalmente, con los guantes
partes, habéis jugado seguramente y los zapatos. He visto días ha,
«a la que tendría la piel más en Italia, una cartera rubí ha-
quemada», como los pibes jue- ciendo juego con los aros y . . .
gan, cuando se lavan las ma- ¡los labios! Pero no lo acon-
nos, a «el que hace el agua sejo. En Italia, o, mejor di-
más negra». El secreto no cho, en Europa, donde es
os de los más sencillos, y tan común ver a la mu-
el baño de mar, si bien jer fumando, ya empie-
es indispensable para con- za a ser chic el no fu-
seguir ese tono broncea- mar, el papel de los ci-
do que el aire de mon- garrillos hace juego con
taña no pue<le dar, no el color del vestido, o,
es sin embargo suficien- por lo menos, oon el
te. Es necesaria también tono dominonte en el
la fricción con una de- mismo.
cocción de corteza de El sombrero completa el
nuez. juego — inevitablemente.
Pero, en fin, jouél es el En materia de perfumes
justo tono de vuestro cu- ya habrá llegado a oídos
tis? iHabéis llegado, a tra- de nuestras elegantes que
vés de una paciente exposi- ya no es chic citar los nom-
ción a los rayos solares y de bres que otrora nos hacian es-
nn sabio uso del aceite de coco, tremecer de deseo o de placer,
al color de cigarro claro? ¿O vues- como «La contossa azzurra», «Póm-
tra piel se acerca, aquí y allá, al pan pela», «Jacinto negro». Ahora se di-
de espliego o a la caoba? ¿Ó no habéis ce: «El número 24 de la casa X, el nú-
pasado del tono hoja de otoño, o del avellana un po- mero 36 de Z», etc.
co marcado? ¿Habéis conservado el color café con Y esto hace parte de lo que se llama «la elegancia
leche? ¿O leche solamente? ¡Qué vergiienza! ¿El matemática». Cierto es que para recordar il lempo fe-
color nácar de siempre, como si hubierais quedado lice neüa miseria este método matemático carece de
tapadas en vuestras casas bonaeren- poesia, y no será lo mismo decir:
ses? Es necesario estudiar cuidado- «¡Ah, aquel número 47!», que co-
samente el exacto color de vuestra •' mo se decia hasta ahora: «¡Aquél
piel, porque vuestras medias de seda perfume de acacia!». Y, sin embar-
tendrán que ser de ese mismísimo go, se trata del mismo perfume
tuno. La media blanca es hoy día que nos ofrece las mismas emo-
lo que hay de más común, y segu- ciones.
ramente ninguna elegante se resig- En materia de detalles y ador-
narla a usarlas. Solamente es admi- nos, hay que citar una vuelta triun-
tida la media finísima color carne; fal de la pluma de avestruz col-
si destaca, aunque poquísimo, de U gando. A veces están colocadas en
misma, resulta inelegante. Des- la parte trasera del sombrero y caen
entona. hasta el talle; con más frecuencia.
Lo mismo digase de loe zapatos con efecto más bonito, rozan
blancos. Con un vestido entera y
solamente blanco — hay pocos ya —
L nuca y el hombro.
Son muy usadas también para
pueden pasar, pero en todo otro adornos de vestidos y tapados de
caso serian de gusto asaz vul- noche; forman grandes cuellos blan-
gar. dos que encuadran deliciosamente
El zapato preferido será de cabri- la cara, o largas franjas sobre el
tilla de color, bleu roí o cereza, verde boide de la prenda.
o amarillo; en fin, del tono del ves- Generalmente se usan del mismo
tido que deben acompañar. Vues- color del vestido que acompañan,
tros pies parecerán talWloe en pie- pero también se ven en tonos gra-
dra preciosa; serán zapatos de rubí, duales, y son de mucho efecto.
zafiro, esmeralda.,. Obras maestras Ademas de la pluma de avestruz
de esos artífices que otrora se llama- colgando se usa la rígida para som-
ron zapateros. breros no voluminosos, colocada de
Para el golf — es superfino decir- manera que toma la vuelta de la
lo — no hay sino el zapato inglés, de copa, v mientras una extremidad
cuero marrón, con sus suelas gruesas cae soore el ala, la otra se eleva
r sus tacos anchos. Con estos zapatos hilo por hilo hasta formar un co-
Í a media blanca es tolerada, casi pete tiacia atrás.
diria tolerable. Un traje de sport, Otra bonita novedad es la plu-
nada más. ma de avestruz trabajada a cinta.
Empero, mis lectoras no ignoran Con el tul y loe encajes nada más
que sin un cierto conjunto de tonos apropiado ^ue eeaa plumaa.
haciendo juego, no hay elegancia po- Liui franjas de avestruz slioeri-
sible. Me acuerdo haber visto en nadas sobre una capa de noche imi-
Buenos Aires, el invierno último, tan la piel de mono y son más fle-
algunas aficionadas a esos juegos de xibles. Cuando no llevan plumas de
colores, y siendo una moda bonita, avestruz o «cenille» o crisantemos,
exquisitamente estética, no es de los vestidos de tul — preferiblemente
extrañar que sobreviva a las esta- negros — vienen cubiertos de borda-
cicmee. dos de seda en colores e hilos de pla-
1» cajita del polvo — uno de Tsstido da cr«|rf gsomtt* blanoo ta y do oro estilo Tntankamon; oreo-
lo» objetos que más se ven — será •obrs loado d« crspé ds ehine rota. ckmes extravagantes y que al mismo
del mismísimo color del polvo que D ddaotal ts át enea)*, b la «H tiempo representan la expresión de
Vd, usa; armonía elogiable bajo todo paUa la grande btrtba lleva a^isa- nn amable pensamiento hacia el rey
eionei de encij* a pontai, • borde egipcio, cu^a tumbase acabado vol-
aspecto. Por otra parte, hay que del venido m también «daroado oon
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UNA TRAGEDIA RÚSTICA


POR ,

I U L I O A R A M B U R U

CÍA mucho tiempo que la mujer


de Severo Luray sentíase enfer-
ma. Algo anormal le obscurecía
el claro juicio y los sentidos. Su
U N día resolvió él solo sembrar el pequeño
rastrojo de la finca. Mas cuando iba a comen-
zar la faena, una fuerte lluvia ablandó la
tierra, tornando imposible la labranza. Sin em-
( - — 7 r ~ ; = r i \ origen, vaya a conocérselo: quizá bargo, se empeñó en arar entre el barro, pero los
"^Ü^Kj I \ '^' odio, el dolor o el cansancio bueyes no obedecieron. Entonces su ira fué tre-
^ V ^ ¡J de vina vida monótona y sombría. menda y se aprestó a u n escarmiento de martirio.
Rosa Vega era u n temperamento Y allí, bajo el alba lluviosa, los ojos de Luray vie-
enérgico y frío. Alta, grave, su única belleza resi- ron caer los pobres animales sobre el lodo de la
día en el fulgor de los ojos verdes y trágicos. Una gleba, vencidos por el recio castigo del rebenque
cabellera undosa enaltecía la palidez criolla de su y la picana.
rostro, color de marfil viejo. E n sus labios amor- Cuando Rosa presenció aquella escena de cruel-
tiguados y tristes siempre parecía vagar una son- dad le subió la sangre a la cabeza. Al regresar al
risa de ironía y amargura. rancho, el marido tenía el rostro desfigurado por
Luray era un hombre de las montañas de Iluma- una extraña desesperación. Sin embargo, pidió
huaca, hosco y fiero como u n buitre. Su carácter que le sirviese la comida y luego, más calmado,
neurótico y altanero no inspiraba amistad ni sim- comenzó a narrarle los detalles del castigo: la an-
patía. Enemigo del trabajo y de la lucha, su vida gustia de los bueyes, el vigor de los golpes y la san-
serrana era misteriosa y equivoca. Vivía en un gre que brotó de las heridas. Ahora, por mañeros,
modesto arriendo de Tres Cruces, rodeado de setos los dejaría con el yugo puesto t o d o el día, tendidos
y de lomas yermas. En las mañanas, lo pasaba sobre el barro hasta que cesara la tormenta.
arreglando coyundas y trebejos de labranza. Por Ante esa iniquidad con los animales indefensos,
las tardes, salía con la escopeta a cazar vicuñas la mujer no pudo más y estalló gritándole:
en los cerros. — Te odio, Luray. Tú no eres u n hombre sino
La gente de la cercanía decía que era u n tipo una fiera. Tu maldad me horroriza y estoy dispues-
intratable y extraño. Jamás saludó a los vecinos t a a abandonarte. No puedo sufrir más a tu lao.
ni lo vieron asistir a las fiestas regionales en com- Severo Luray tiembla de ira, ciñe el gesto y le
pañía de su esposa. La pobre y resignada mujer responde roncamente:
era una víctima inocente de la perversidad con- — Me amenazas, pero no t e tengo miedo. Yo
yugal. El la martirizaba a todas horas, sin tregua también e.stoy cansao de oirte y de verte. Lo mejor
ni piedad. Las lágrimas y el sufrimiento femenino es acabar con tuito. Quiero vivir solo y libre de una
le producían una insólita voluptuosidad morbosa. vez.
E n un tiempo se fué empleado con una compañía — ¿Entonces me dejarás marchar?
inglesa para los trabajos de explotación minera en — Sí, pero de esta vida. Aura mésmo iré p'alma-
Orosmayo. Al regresar, después de u n año de ausen- cén del turco Elias a comprar aguardiente pa que-
cia, trajo junto con sus ahorros una cicatriz trágica marte viva. Es necesario que desaparezcas para
en el rostro. Averiguar la razón de ese estigma y siempre.
la cantidad de la pueril fortuna, fué para la mujer Inmediatamente Luray se levanta de la silla y '
n n imposible. Y así, entregados a una existencia corre a traer un lazo de cinchar. Ella está espanta-
contradictoria y penosa, aquellos dos seres sufrían da, con los ojos arrasados de lágrimas y el corazón
el desamparo absoluto del amor y de la suerte. oprimido de angustia. La escena es rápida y vio-
MiiniimnnniiiimimwuinMinimiwiinniiiiiiiiiiiiinwiiiiHiininiimi'iiiiiimiiiitiiiiinniiiiiiiiiiiiiiiw

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;0b, Ittttt'. \ V t 6 d e c i u podar bajar tolo e u ba&ll LAS DEPORTISTAS
T... ¿DO lo be baiadol'... — ¿SsbM, FacaP Si no me de j a i ganar eita partida, le con-
tara a tu m a m ! t o e el " e n t r e n a d o r " te bace la corte...
lenta. El la toma de los brazos y la arrastra al co- ingenio y comenzó a implorar su libertad. Luray
rredor. Rosa grita, le pide perdón, piedad, socorro suspendió el llanto para cumplir aquella justa pe-
más nadie la oye ni él se conmueve. tición.
— ¿Qué piensas hacer, Luray?
— Voy a matarte. Por eso t e aseguraré hasta que
vuelva.
EUa ve la sombra de la muerte, lucha por des-
asirse, pero todo esfuerzo es inútil y estéril. I.uray
tenía una fuerza salvaje de púgil. Y allí frente a
L A noche negra aVanziba como una amenaza.
Severo Luray se fué a tir.ir a la cama rendido
por el alcohol y la fatiga. Rosa comprendió
cntoces que esta era la suprema ocasión de .salvar
la tormenta que arreciaba él la amarró contra el
horcón del r^.ncho. Luego trajo el caballo nioro su vida. Ya demasiado había sufrido el castigo y el
que estaba en el corral, lo ensilló y partió al galope infortunio de aquel hombre perverso y desalmado.
como u n enloquecido. Ella deseaba descansar aunque sea para siempre,
no sin antes vengar el martirio de su alma. Refle-
xionaba muy bien que al día siguiente su marido,'
^ libre ya de la modorra del licor, cumpliría mexora-
blemcnte la sentencia. Había que hacer justicia
UÉ misterio encerraba el alma de aquel hom-
Q bre montañés? ¿Porque ese drama constante
de odio y de tortura? ¿Qué razón tenia para
mortificar a la pobre csjiosa que siempre lo acom-
en la tierra antes que sucumbir cobardemente.

pañó con fidelidad y cariño? Algunos decían que os.\ encendió una vela en el cuarto para ob-
estaba embrujado, que habla vendido su alma al
diablo en una Salamanca y que el plazo de morir
1 staba pró.ximo. E n verdad su vida era un enigma
R servar al marido que dormía. Así pa.só varias
horas contemplando a su verdugo. Un ron-
quido rudo y fuerte delató el profundo descanso.
de pasiones malditas y de entrañas sanguinarias. E n ese instante ya no duda de su obra. Va hacia
Hacia dos lu.stros se casó en Salta. Allí residió él y le saca el filoso puñal de la cintura. La blanca
tres años y por eso su lenguaje era culto y expre- hoja y el dorado mango brillan con u n siniestro
sivo. Ella fué sirvienta de una casa rica. Se cono- resplandor. De pronto se siente el golpe seco y
cieron en las fiestas de Sumalao y al poco tiempo firme de un metal que se hunde dentro la carne.
celebraron nupcias. Al principio fueron felices, pero Luego un grito de horror, el pombre de ella en los
más t a r d e comenzó a sufrir el delirio de las per.se- labios convulsionados de Luray; un corazón que
cuciones. Entonces resolvieron de común acuerdo sangra a borbotones. Hay un breve silencio de tra-
irse a vivir en los cerros del Norte .Y aquí empezó gedia primitiva: un cuerpo moribundo que tiembla
la odisea de la mujer .sacrificada. Luray cambió de y una explosión nerviosa de sollozos.
carácter y pasifmes, se aisló de todos y manifestó
u n profundo desprecio por la vida y el destino.

•^
la calda de la t a r d e regresó el marido. Ya
A MANECÍA. Una débil claridad iba serenando el
firmamento. La Rosa abre la puerta del ran-
cho y sale con el cabello suelto y el rostro

A no llovía. El ciclo estaba algo despejado


pero las sombra de la noche comenzaron a
rondar la cercanía. Bajó del caballo con las alfor-
demudado. La misericordia y el perdón brilla en sus
pupilas justicieras. Camina sin meditar hacia el
barranco cercano del hogar maldito. Desde la altura
inmensa contempla el vacío horrendo y el rio re-
jas repletas. Caminaba lentamente y-al punto notó volviéndose a lo lejos como un lisiado entre las
la mujer que estaba ebrio. Su salvación renacía. piedras de la playa. Vacila un instante; mas bajo
Sin murmurar una palabra se fué a sentar en u n un secreto impulso se arroja al abismo con las
banco del corredor para cuidar su víctima. La miró manos ensangrentadas por el crimen. La muerte
como un extraviado y rompió a llorar amargamente. le ofrecía al fin la paz que el amor le había negado
Aquí la psicología femenina ejerció el sortilegio del en la dolorosa senda de su vida.

CONFUSIÓN — ¡Eate le enilqueoió con ri iudoi de l u mujeteil


— jQniMt niied dtrme tu nombre, lefiorP — iQoí hcriorl
— Iio lianto macbo, nftotltt, pero no puedo porque aoy — Oluo, como tne ei el infentor de l u lobiiiueru da
cuado. gama...
De Rosarlo

Hiambros de la Comúúón Directiva de la Sociedad Productores de Leche, reunidos despn^ de la Asamblea realizada para repartit
el dividendo entre los asociados.
que forman el convoy, evitándose El embustero intenta engañar a los
UN APARATO VISUAL infaliblemente las caídas. demás y acaba por engañarse a sí
mismo. — JOSÉ M. FBBSÁNDEZ DE
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Yo quiero un arte que suba la rea- LA Hoz.
Con inmejorable resultado se ha lidad, y no un arte que baje los con-
llevado a cabo la prueba de un apa- ceptos puros y las inspiraciones san-
rato sumamente sencillo, el cual, co- tísimas del espíritu a impurezas de la «Maestro, si quieres cumplir tu
locado en la plataforma anterior del realidad: como quiero un árbol que misión con honradez, instruye al
tranvía y a la altura de la vista del transubstancie los estiércoles de sus niño en lo útil, moralízalo en la mo-
conductor, permite a éste ver las raíces en mieles,aroma8, flores,frutos ral universal, puramente humana,
personas que suban o bajen por las y no un árbol que transubstancie las Í' no dejes de un modo absoluto que
plataformas posteriores mieles y las frutas y las flores en a igleeia o 1» familia lo hagan teólogo,
De esta manera, y aunque el co- estiércoles. — EMILIO CASTELAB. soñador o visionario, porque tu tibra
brador dé la salida, el conductor no se debilita. Tú debes formar hom-
pondrá en marcha el tranvía hasta La verdadera liberalidad socorre bres para la vida y la felicidad
no estar plenamente convencido de en silencio al necesitado. — JOSÉ M. <le este mundo; ¡formarlos para la
que ningún pasajero asciende o des- FEWÍÁNDEZ DE LA HOZ. vida de ultratumba es un ab-
ciende de cualquiera de los coches surdo!»

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ENLACE EN LA CÁRCEL PENITENCIARIA. — El penado Enrique Francioni a anien le Iné acordado el permiso para contraer
enlace con Rosario Montalto, reuUzándose con este motivo una sencilla ceremonia, qu« l a é preienciada por las familias de ambos
contrayentes y por los demás encausado*. La lelú pareja en diitintos up«ctoa del acto.

APÓLOGO se debatía a todo trance, sino que, Y el águila comprendió que era
habiéndose desprendido de las ga- preciso hacer lo que el gato le or-
Había una vez un águila que, rras del águila, se prendió al cuer- denaba. — BENJAMÍN FKANKLIN.
volando sobre una í-'rtuija, en acecho po del ave con las cuatro zarpas y
de una liebre, cayó como un rayo clavaba los dientes en el cuello... iSabe usted que el quiste hídStico,
sobre su presa, la aferró con sus — Suéltame—dijo el águila—y a quien se debe una mortalidad tan
>;arraí! v se la llevó por los aires. te protegeré. grande en la Argentina, se transmite
El águila advirtió muy pronto que — Penectamente,— replicó el ga- pura y exclusivamente gracias a los
80 las había con un animal que en to; pero no me agrada la idea de perros?
fuerza y bravura era muy distin- caer desde esta altura para aplastar-
to de una liebre. A pesar de la me allá abajo. Tú me has arrebatado; jSabe usted que no se debe dor-
agudeza ile HU vista, se había equi- bájame ahora y déjame en el mis- mir en una habitación hermética-
vocado: era un gato. No sólo el gato mo lugar en que estaba. mente cerrada?

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UNA RECETA INTERPRETADA POR GIBSON

Una cura malograda por un remedio


mal preparado, es tan común
que médicos y enfermos han concluido por
reconocer que no se puede confiar la pre-
paración de una receta sino a un estableci-
miento con suficiente capacidad profesional
como para saber interpretarla fielmente, es
decir: la capacidad GIBSON, qu5 ha hecho
de su nombre el símbolo de la farmacia
que sabe lo que hace y entrega lo que debe.

Esiá en boca de todos, cuando se traía de hacer preparar una


' receta lo de ¡levarla a GIBSON si se quiere el preparado
tal cual ordena ¡a prescripción.

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RESPONSO A DON TANCREDO
Don Tancredo López — nunca no sentía esa superstición re-
se le llamó más que Don Tan- verente con que los hombres
credo — acaba de morir en un se inclinan ante los monumen-
hospital de pobres, en la última mi- tos erigidos a los proceres, Don Tan-
seria. credo perdería aquella condición de
Fué Don Tancredo hombre famosísi- respetable solidez que caracteriza a
mo, y supongo que el eco resonante de su las estatuas, yendo a parar a la luna. Filó-
nombradla, traspasando mares y continen- sofo, como todo zapatero (condición previa
tes, llegaría también a la Argentina. de este oficio sedentario) pensó de esta ma-
Este hombre fué en vida la demostración de la nera: «Los grandes hombres son estatuados dos-
gloria que puede proporcionar el valor estéril, es 1.11 és de morir; yo voy a estatuarme antes y moriré
decir, sin finalidad opresora, como el ya marmorizado.
valor militar, y aun el mismo civil.
Era don Tancredo un humiltlí
simo zapatero que, entre el Hízosc una indumentaria imi-
cordobán, las leznas, el cera- tando la estatua de comen-
to y el tirapié, lanzaba su dador. Y se anunció la
imaginación por el vasto magna proeza. Don Tan-
campo de los ensueños credo, subido en un pe-
de gloria y opulencia. queño pedestal, se colo-
Para realizar una em- caría en el centro del
presa magna ea nece- redondel, e s p e r a n d o
sario comenzar por impasible la salida
soñarla; después, por del toro en la pleni-
sazonarla; y, final- tud de su bestial fe-
mente, por ejecutar- rocidad.
la; poniendo así a
contribución la fanta- La plaza estaba cua-
sía, el juicio y la ac- jada de gente, suspen-
ción diligente. so el aliento por la
emoción trágica. Des-
Don Tancredo i l a n - pués del bi illante paseo
teó su problema en esta de la cuadrilla, se colocó
forma: en España, para el pedestal. La estatua
llegar a la celebridad y a la semoviente entró en la pla-
riqueza, el camino más breve za, caminando con el aire
es la torería. Para esto hace fal- propio de los seres de ultratum-
t a gran valor; clavó con fuerza la ba. Subió a la peana, cruzó los
lezna y exclamó para sí: «¡Frascuel >, brazos, irguió la cabeza y sacó el pe-
a mi lado, fué una gallina!» Así argumentó cho, orgánicamente débil, pero lleno, allá
la fantasía. lluego argüyó el juicio: «Pero, para ser dentro, de formidable energía moral. El secreto del
torero, no basta el valor; un toro acaba en seguida éxito estaba en la inmovilidad absoluta, en sugerir
con el más valiente; hay que ser además fuerte, ágil, al toro la impresión de la piedra inmortal. Si Don
correoso, un gimnasta; también es menester juven- Tancredo descubría el engaño, moviéndose por el
tud, belleza y elegancia». Don Tancredo se miró en el menor temblor, estaba perdido. La enorme con-
pedazo de cristal que tenía en la mesa zapateril para currencia, con su silencio imponente, debió entonar
raspar las suelas, y vio que no era joven, ni bello, su espíritu, y aunque su corazón estuviera muerto,
ni fuerte, ni ágil, ni elegante. Ante estas objeciones la vergüenza le dio un brío inaudito para someter
del juicio, recobró su fueros la fantasía y dijo: «Ixis la flaca carne, hasta en su último músculo, a la
toreros se defienden corriendo y esquivando el bulto quietud de una petrificación perfecta. La valentía
con el engaño del trapo rojo. Yo necesito inventar evita más peligros que el miedo. Y el zapatero supo
u n toreo que consista en todo lo contrario, en estarse realizar cumplidamente aquel consejo del Dante:
quieto y no esquivar nada». El juicio tornó a obser- «Permanece firme, como torre cuya cúpula no se
var: «Pero si t e estás quieto, el toro t e mata en un derrumba porque soplen los huracanes». E n esta
santiamén». La fantasía redargüyó: iCierto; pero si ocasión, el huracán traia c u e r n o s . . .
yo invento algo que detenga al toro con la sola virtud
de mi presencia, el éxito será colosal». Y lanzada la Sonó un clarín, abrióse la puerta del toril y apa-
loca por el campo de la absurdidad, divagó de esta reció la colérica fiera, ante cuya violencia trágica
suerte: «Los hombres sienten u n supersticioso res- son pobreí*. gatos los tigres y los leones. Alta la
peto por las estatuas, aunque sean de individuos que astada cabeza, tendió su mirada, exenta de manse-
no las merezcan. ¿No les ocurrirá lo mismo a los dumbre bovina, por toda la circunferencia de la
toros?» De nuevo salió al paso el juicio: «No maca- plaza, poblada por apiñadísima y atónita muche-
nees, fantasía, poique los toros embisten a las mis- dumbre. De pronto fijóse el toro en la estatua y
mas locomotoras, que son más respetables arrancó hacia ella en loca carrera. De veinte mil
que las estatuas». Terció, por último, el valor, pechos surgió un alarido de terror. Don
siempre rectilíneo en la resolución de lo.s Tancredo no se movió, dando al concurso
conflictos: «No hay más remedio que la impresión del máximo heroísmo. La es-
probar con el propio cuero si los toros t a t u a merecía la estatua. Al llegar
sienten o no respeto por las estatuas». la fiera al pedestal se detuvo en seco,
Don Tancredo se irguió: juicio, giró en redondo y presentó a Don
fantasía y valor exclamaron a Tancredo el reverso del testuz.
una: «¡el cuero sin plata ni Los toreros echaron un capo-
gloria, no vale nada!» te, llevándose al salvaje cor-
El e x p e r i m e n t o tenía núpeto a u n extremo de
tres bemoles. Si el toro la plaza. La estatua sa-
lió saltando del redon-
del. Y desde el callejón la viscera corajuda que
tras de la barrera, los adentro palpitaba. Qui-
brazos en cruz, daba mérico y fantástico, co-
las gracias a la formidable, im- mo todo hombre extraordina-
ponente, c a t a r a t a de aplausos. rio, al abandonar su* condi-
No es posible averiguar si el ción de estatua para retornar
toro se detuvo porque las estatuas a la vida, sus poros se abrían a to-
le infunden, como a los hombres, u n das las apetencias, con el múltiple
respeto supersticioso, o porque temió gusto .siempre despierto. No se pue-
que sus cuernos se estrellasen contra el de exigir al héroe continencia, ni orden,
mármol. Nunca se sabe qué*génoro de pen- compás ni medida. El heroísmo rebasa en
samientos hay en una cabeza cornuda. Pero todas las normas vulgares de la existencia.
al ver cómo insiste una y otra vez en que le hieran Don Tancredo no quería la riqueza para guardarla
con el acero de picas y espadas, y cómo embiste a sórdidamente como u n avaro, sino para lucirla
la madera de burladeros y barreras, yo me inclino y dilapidarla como los genios y los paladines. Y
a creer que no le detuvo la impresión de dureza como ellos la hizo sonar, a medida que la adquiría.
del máimol, sitio la sugestión que, hasta en los A todos los hombres excepcionales, si la muerte
toros, ejerce la historia humana representada en piadosa no llega oportunamente, les alcanza la de-
las estatuas de los proceres. presiva decadencia. No fué Don Tancredo una ex-
Don Tancredo salió airoso de la tremenda prueba. cepción a esta regla universal. La arriesgadísima
Se ha dicho que el valor es u n cálculo que hace suerte taurómaca perdió interés, una vez demos-
arrostrar un mal para librarse de otro mayor. Este trado que el toro se sobrecogía temeroso ante las
mal mayor era, para Don Tancredo, continuar ha- estatuas, reconociendo, contra la opinión de Scho-
ciendo zapatos. Abandonada la zapatería, encon- penhauer, la inmortalidad de los hombres.

trábase en condiciones de arrostrarlo todo, pudien- Por otra parte, los toreros, recobrado su prestigio,
do decir como Napoleón: «No se encuentran perso- u n momento en eclipse, hiciéronle una guerra des-
nas intrépidas entre los que tienen algo que perder». piadada y vil, negándose a lidiar donde Don Tan-
credo se presentara. Decían que su hazaña era
una mogiganga. lEUos si que son mogigan-
guistas!...
Don Tancredo pasará a la historia con doble
La popularidad de Don Tancredo superó a la motivo: como rey del valor, en primer término, y
del Cid. A su lado, los toreros, con sus trajes lumi- luego por haber aportado al progreso de las ciencias
nosos, eran unos pobres danzantes, unos volati- naturales «1 singular descubrimiento de que lo»
neros de circo. La verdadera impresión trágica, toros, que nada respetan, inclinan reverentes sus
hasta la congelación de los huesos, era aq^iella que cuernos ante las estatuas humanas.
daba el cx-zapatero. Le llovieron contratos de Por ambas virtudes — desdefló las restantes —
todas las plazas. Con Don Tancredo y unos maletas, merece perennemente la estatua que de moMo tran-
los empresarios aseguraban unas entradas sitorio usó en los circos taurinos. Proba-
colosales. blemente no se la erigirán. Pero, a seme-
Ganó Una gran fortuna, repitiendo la suer- janza de Catón, t a n rígido en lo que atañe
t e en los cien circos taurinos. Pero a la gloria postuma como en lo re-
el «rey del valor», como se le llamaba, lativo a la justicia viviente, po-
dióse a una vida dispendiosa y or- drá Don Tancredo exclamar en
giástica. Aunque por su fi- ultratumba; « \ Prefiero que
gura y edad no competía con digan: ¿por qué no le han
Apolo, tuvo c u a n t a s novias levantado una estatua?; y
quiso. Nada importaba no que digan: ¿por
el c a p a r a z ó n desgali- qué se la han levan-
F R A N C I S C O chado; lo interesante era tado? . . . . GRANDMONTP GNE
De Tucumán

;aracteiizado3 miembros del Partido Liberal «ac proclamaron la candidatura del Dr. Gaspar Tabeada para lai próximas eleociones
gubernativas

existe, lo iiivcrosimil desaparece, lo voluntad ilusoria para que sean prin-


LOS DEMENTES fantástico es cosa corriente, lo sobre- cipes, emperadores o dioses, para que
Los locos suelen tener una atrac- natural se convierte en familiar. Esa posean todas las riquezas del mundo,
ción poderosa sobre los recuerdos. vieja barrera, la lógica; esa vieja mu- todas las cosas sabrosas de la vida,
Los seres privados de razón viven en ralla, la razón; ese viejo parapeto de para que gocen de todos los placeres;
nn país misterioso de seres extraños, las ideas, el buen sentido, se rompen, para que sean siempre fuertes y siem-
en esa bruma imj)enetrable de la de- se abaten, se desmoronan delante de pre queridos. Ellos solos pueden ser
mencia en que todo lo que se ha ama- su imaginación en libertad escapada dichosos en la tierra porque para ellos
do, todo lo que se ha hecho, vuelve a (lor el país ilimitado de la fantasía, no existe la realidad. Yo gusto de
tomar la vida de su existencia ima- l'ara los locos todo debe suceder: asomarme a su espíritu vagabundo,
ginada, fuera de todas las leyes que no hacen nunca esfuerzos para ven- como se asoma uno a un abismo en
gobiernan las cosas que rigen el pen- cer los acontecimientos humanos, do- cuyo fondo hierve un torrente que
samiento humano. mar las resistencias, remover los obs- viene, y ya no se sabe de dónde.
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ESTUPENDO DESCUBRI- ticas que por el mundo corren coinci- na al memorial que le enviara Juan
UIENTO HISTÓRICO den en presentar a Carlos Quinto de Rodríguez Cabrillo»...
Alemania y Primero de España como Y comenta el historiador tal con-
EL BEY LEÓN DB CASTILLA i'mico Rey v Señor de Castilla v Ara- ducta y dice qtie León de Castilla fué
gón. Pues bien, allá por los años de el culpable del escaso arraigo del al-
Todo es relaíivo, las verdades cien- 1542, Mr. Robert Florey, autor de
tificas tenidas hasta hoy por incon- «Filmland», noscuentade otra mane- ma española en California, donde la
cusas, caen ante las nuevas doc- ra la historia y en la página 12 de su colonización hispana llegó con un
trinas de Einstein, ¿qué mucho obra dice así,traducido fielmente... retraso de doscientos veinte años des-
pues que las verdades históricas, «El explorador comunicó el descu- pués bajo el reinado de Carlos IIT
de suyo ya muy relativas sucumban brimiento a su rey León de Castilla, ¡rey de Aragón! según el siempre
ante las aadacias de flamantes in- pero el soberano que tenia por acjuel concienzudo y regocijante historia-
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Autocamiones modernos de gasolina y eléctricos.


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El motor de camión automóvil. Averias en la carretera y conservación del
Combustibles y sistemas de carburación. camión.
Eníriaraiento y engrase de los motores. Reparación y ajuste del camión de gasolina.
Equipo eléctrico de los camiones. Construcción del camión eléctrico.
Embragues y cambios de velocidades. Construcción, conservación y carga de las
Sistemas de transmisión. baterías para camiones.
Elementos del chasis de camión. Maneja y conservación del camión eléctrico.
Aplicacionea especiales de los camiones y Determinación del coste de los transportas me-
tipos de carrocerías. diante camiones.

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Tratado práctico de Reparación de Automóviles.
BSO páginas, 551 figuras, 13 láminas y 2 modelos desmontables.
Tomo III. Extracto del índice de materias.
TaUarea de reparación de automóviles. Averias y reparación de los elementos del
Reparaclonn del motor. bastidor.
Averias y reparación de los sistemas de en- Averias y reparación del eje posterior y del
friamiento, corbuiación y engrase. sistema de transmisión.
Localización y reparación de los defectos en Averias y reparación de las ruedas, llantas y
el encendido. neumáticos.
Averias y reparación de los sistemas de pues- Operaciones diversas necesarias en los tra-
ta en marcha y alumbrado. bajos de reparación.
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ü n sabio y u n decía, a la par
topo e n c e n t r á - que jugaba a su
ronse en el país gusto y antojo
del Ensueño. Aquel em- con las enfurecidas ráfa-
pleara para llegar a las gas. ¿Qué hay en lo pro-
lejanas y maravillosas fundo de los mares y en
tierras un potente y veloz aero- el corazón do los montes y en
plano que, pasando sobre las el reino de los aires que el hom-
montañas y valles, ríos y abis- bre no haya conocido ni con-
mos, selvas y pampas, lagos y desier- quistado? ¿Qué ciencia e.xiste oculta a
tos, salvó las enormes distancias en su penetración? ¿Qué fuerza natural la
una jornada escasa. El segundo, en que no aprovecha y domin;i? Nueva
cambio, t a r d ó largos años en hacer el reco- blasfemia pugnaba por saLr de los labios del
rrido, en cuyo tiempo su suave pelo, de aza- hombre, cuando una nube inmensa y sofo-
bachino que era, volvióse gris, y sus afiladas cante cubrió de súbito los espacios) horribles
«fias gastáronse comple- , resplandores r a s g a r o n
t a m e n t e en la continua los cielos, ensordecedo-
labor de abrir la larga res lugidos, como de.s-
galería. Extático estaba moronamicntos de mon-
el sabio en la contem- tes cruzaren por el éter,
plación de las mil y una y el aeroplano cayó co-
maravillas que se pre-
sentaban al alcance do EL SABIO mo débil hoja envuelto
entre llamas y lavas.
su vista, sin darse cuen- I.a Naturaleza, ixanien-
t a de la vecindad del
topo, cuando éste con Y EL T O P O do en erupción a uno
solo de sus volcanes,
sus redoblados lamentos abatía en breves segun-
llamóle la atención. dos el escaso saber y
— En verdad que tie- la mucha soberbia de la
nes motivo de queja, raza humana. La raída
condenado por toda la fué feliz;un árbol de fron-
dosa copa amortiguó el golpe y el piloto salvó su
vida a no poder contemplar las bellezas y miste-
vida, pero ¡oh, sarcasmo de la misma! partículas
rios que nos rodean, le dijo el sabio en tono que
de lava le quemaron los ojos, y . . . para coinciden-
si se le despojaba del retintín, podía pasar por
cia, al quejarse de su desgracia, fué oído y reco-
piadoso.
nocido por el topo que, aterrado por tanto ruido,
— He andado mucho — respondió el topo — y he había buscado u n refugio entre las raíces del árbol
tardado también mucho en llegar. He creído que en protector.
este país, donde t a n t a s maravillas ha descubierto
la ciencia, donde la inteligencia humana se afana y — ¿Por qué t a n t o te quejas? ¿Qué desgracia pue-
Jucha por escudriñar lo ignoto y sorprender a la de ocurrirte que el saber y la ciencia del hombre no
Natura en el secreto de su continuo laborar, podría pueda disipar? — preguntóle esta vez el topo.
encontrar un alma buena y sabia que diera movi- — Estoy ciego, querido amigo — replicó el sabio.
miento a mis párpados y luz a mis ojos. Esa maldita lava dañó, y quién sabe si para siem-
— Veo — replicó el sabio — que a más de ser in- pre, mi vista.
significante, eres pretencioso. ¿Cómo puedes ima- Ganas le vinieron al topo, acordándose de los des-
ginarte que los seres superiores que estamos engol- precios que el sabio antes le había inferido, de de-
fados en la tarea de arrancar a la Naturaleza todos volverle la oración por pasiva; poro la bondad y mi-
sus secretos y hacerla nuestra esclava vamos a per- sericordia, virtudes ambas que con más frecuencia
der nuestro tiempo en tan elemental operación de se albeigan en el corazón de los pobres y de los
cirugía? ¿Quién eres t ú para tal pretender? ¿En qué humildes que en el de los poderosos, hiciéronle cam-
ciencia t e has doctorado? ¿Qué libro has escrito? biar de conducta y volvió a interrogar:
¿Qué invento has producido? ¿Qué principio o ley — ¿De modo que habría posibilidad de que reco-
natural arrancó tu observación y sapiencia a la casi braras la vista?
ya vencida Naturaleza? — A ciencia cierta no lo sé; tendría para ello que
— Ninguna —replicó el topo, todo confundido tornar a nuestras tierras y ponerme en las ma-
y como temeroso de declarar su completa ignorancia. nos y a los cuidados de algún facultativo; pero
— Y entonces, |desgraciadol ¿cómo puedes preten- ¿cómo llegar a ella? ¿Quién me indicará la ruta?
der que nos ocupemos y fijemos en ti cuando nada ¿Quién me señalará el río o el precipicio que cruza
vales y nada produces? Torna a tu patria, vil gu- el camino?
sano, y cava tu lecho, cada vez más hondoj ocúl- — Yo; — dijo el topo, lleno de resolución y bon-
t a t e cada vez más; así t e evitarás el tener que aver- dad. — Yo t r a t a r é de guiarte y daré por muy bien
gonzarte de tu poco poder y supina igno- empicados todos mis esfuerzos si en virtud
rancia. de ellos pudieras nuevamente huir de líis
Anonadado quedó el topo ante tal senten- garras de ese monstruo horrible que te ame-
cia, y el sabio, ebrio de poder y de naza con las eternas negruras de una
ciencia, lleno de .soberbia, clavó su pe- noche infinita.
netrante pupila en el etéreo infinito y Y el sabio, entonces, por primera
elevándose en los aires sobre vez en su vida, alcanzó a vis-
su pájaro mecánico, azotó des- lumbrar lo impenetrable que
piadado al viento con el rau- era la Naturaleza a sus esca-
do torbellino de la hé- sos conocimientos y lo
lice. mucho que éstos habían
— |MaraviUo.so siglo I — endurecido su corazón.

CÁNDIDO LÓPEZ
DE N E I RA ( H I J O )
üotíje V ©tono
La tarde se volvió íiía y serena,
Y cual imán de aspecto de diamante.
La luna se llevó mi sueño errante
Por sus callados cielos de azucena.

Y quedé libre de alegría y pena


E n la celeste luz de aquel instante:
Petrificada el alma palpitante,
Amargo mi dulzor de agua que suena.

Y fué u n otoño lento por las cosas


De mi esperanza y de mi ayer al modo
De entre las sombras un profundo grito. .M.:
Y era en mi la agonía de las rosas
Y el ansia del azur que mueve al lodo
Y el silencio letal del infinito.

Ilrturo Vá}niit} € tp

JWarcíja i ^ u p c í a l
Vamos debajo de él; recogeremos
Bía lie boliact las flores en tu falda vaporosa,
El día que nos casemos y al pie mismo del árbol, dulcemente
tu estarás trémula y blanca; en loco juego, en farsa deliciosa,
blanca como una azucena, para tu frente casta haré guirnaldas
trémula como una lágrima. • anticipando un poco nuestras b o d a s . . ,
Rojo de orgullo, a mi lado,
t e llevaré aquella noche,
como el botín más precioso
de mis conquistas de h o m b r e . . . itlarctia nupcial
Mas, cuando quedemos solos A la entrada del templo, Mendelssohn;
me invadirá el santo miedo Grieg, cuando nos bendiga el sacerdote,
de estiujar con mano torpe a la salida W á g n e r . . .
la pureza de tu v e l o . . . ' Y armoniosa
|Y t ú estarás toda rojal en las cuerdas más tensas y vibrantes
jY yo estaré todo trémulol de nuestros corazones, la e m o c i ó n . . .

Susano tie iseba


Gusanito de seda, haz tu capullo
Síopaí
con las hebras más suaves y sutiles. Las cinco estrellas de la Cruz del Sur
Larva maravillosa, haz tu capullo t e servirán de prendedor magnífico,
que ya se acerca el día en que mi amada una a una engastadas en el oro
vista el traje nupcial. Haz t u capullo de u n rayito de sol de aquella tarde.
p a r a el joyante traje de mi amada. E n tu dedo anular el solitario
de Venus llevarás, y en las orejas,
naranjo en flor arrancados de Géminis celosa,
Castor y Pólux, claros y mellizos.
(El naranjo vi.ste Envidiosa la luna, aquella noche,
con traje de novia: por ser más obsequiosa que ninguno,
velo de azahares t e hará u n velo inconsútil de reflejos
prendido en la copa para cubrir tu castidad gloriosa.
perfumada y blanca Y cuando llegue el sol del nuevo día
le arrastra la cola. me encontrará, los dedos luminosos,
iVeréis el naranjo quitándote las joyas, descubierto
vestido de novia!) como un ladrón fantástico de estrellas.

l^ebro ^onMle? ^a«(teUfi


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la causa de malos más graves (Cistitis, Ne- \^
fritis, Uretritis, Cálculos, etc.)
El secreto del mantenimiento de una bue-
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aun a los síntomas, aparentemente más in-
significantes. TIENE MAL SEMBLANTE
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Hígado o Vejiga, teniendo a mano u n remedio cuidar un detalle que aunque aparertemen-
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Ya estamos en la sente granos de buen
época de la siembra aspecto, bien desarro-
de alfalfa, en el mes lladoe, de alto poder
de marzo, el más clá- germinativo y bien
sico de las grandes limpios de semillas
siembras de ésta; que extrañas, de malezas
es la reina entre tas forrajeras, y sobre todo de cuscuta.
que a pesar de la invasión de S E M I L L L A S La semilla de alfalfa ha de
otras plantas que le disputan el tener su color amarillo natural
dominio, en sus verdes campee D E ue le es propio; si es más claro
de las grandes sábanas siempre
conserva el privilegio por su ca-
3 enota madurez incompleta; si
pacidad productora, por su poder A L F A L F A es más obscuro es porque es
vieja, o ardida en parva; ha de
alimenticio, por su más extensa ser de grano reluciente bien des-
y variada adaptabilidad a las arrollado, lleno y pesado.
diversas zonas del país, y en fin, por su superioridad En cuanto a su poder germinativo, una buena se-
indisputable a todas luces por la cual ocupa en el milla de alfalfa debería tenerlo no inferior a 90 por
territorio argentino |más de 8 millones de hectáreas, ciento; pero generalmente es difícil alcanzarlo en la
esto es, el treinta y más por ciento del área total cul- práctica, pues la cantidad de granos duros que no
tivada. germinan o lo hacen demasiado tarde, es a veces
Cada vez que se presenta la época de su siembra, excesiva y esta proporción varía según la procedencia;
numerosos y diversos problemas se presentan al cul- esta deficiencia nos explica porqué se emplea a veces
tivador, estanciero o chacarero que sea, sobre qué tan grande cantidad de semilla por hectárea, cuando
clase de semilla debe sembrar, dónde debe comprarla, con pocos kilogramos de buena semilla podríamos po-
dónde la encontrará buena y limpia de malezas y blar densamente el terreno y obtener un alfalfar tupido
plagas, cuántos kilogramos deberá sembrar, cómo con- según las necesidades y el fin del mismo.
viene nms sembrarla y otros detalles de cultivo, que Respecto a la limpieza de la semilla, muchos.i:ulti-
aunque no son nuevos ni de difícil solución, representan vadores no hacen hincapié sobre este detalle porque
con frecuencia otras tantas dudas que debe resolver dicen que la alfalfa mata a las malezas o sino con el
el sembrador de una u otra manera. primer corte se eliminan y destruyen; sin embargo,
Hemos dicho que este es el mes clásico para la es este un criterio equivocado, pues hay malezas,
siembra de alfalfa y es como la quinoa, el yuyo
verdad, porque, si bien colorado, la manzanilla,
es cierto que puede la viznaga, el nabo, etc.
sembrarse en primavera que son anuales y pue-
y también, cuando se den desaparecer con el
siembra con algunas primer corto que se
gramináceas, como tri- haga en el alfalfar o
go, cebada y avene, con el pisoteo do los
puede sembrarse en ple- animales, antes de que
no invierno, en junio o florezcan o semillen; no
julio, sobre todo en así, en cambio, ocurre
zona templada, como con la altamisa, los car-
Santa Fe y Córdoba, no dos, la mata alfalfa y
es menos cierto que otras que siendo viva-
sembrándola ahora en ces, se reproducen por
otoño, a principios de sus raíces, aunque sean
invierno, las plantas han [ •_. ' fe' cortadas o pisoteadas.
arraigado bastante, pa- Pero entre todas las
Bsn esta estación des- noraillas extrañas, la
arrollándose lentamente más peligrosa y perju-
y al llegar la primavera dicial es l a de cuscuta,
entran en producción y wmmmmm'. planta parásita que se
se les puede utilizar ya El rMoltado de nos butna lemilla; un allallai tnpido, bien poblado de reproduce en todas for-
para pastoreo o para plantas Tigorotai y de mocha duración. ma,s, por semilla o por
corte. trozos de sus filamen-
Aunque la producción de semilla en el país es sufi- tos, que vive de los alfalfares, causándoles loe daños
ciente para satisfacer las necesidades de la extensión consiguientes.
del cultivo, todavía importamos del extranjero se- Haciendo un buen cultivo no se debería emplear
milla de alfalfa; en el año 1922 han sido cerca de semilla de alfalfa que no tenga al menos 98 por ciento
25.000 kilogramos y en años anteriores llegó la im- de pureza (2 por ciento de semillas extrañas), 90 por
portación hasta 80 y 100.000 kilogramos traídos prin- ciento de potier germinativo y libre en absoluto de
cipalmente de Francia e Italia. cuscuta. El comercio, en general, ouidr. bastante de
Sin desconocer (\ue la semilla de alfalfa importada estos detalles y las casas serias y responsables no ven-
es de buena y óptmia clase, no podemos menoe que den semilla que no esté en las condiciones anotadas,
afirmar que la nuestra es superior en todos los casos, pero aun así el agricultor o estanciero puede y debe
Bobre todo porque se ha criado en nuestra tierra, cerciorarse de lo que compra y para eso no tiene más
bajo nuestro cielo y por tanto no necesita aclimatación que ocurrir al mas próximo Agrónomo Regional, de
previa. los que hay 35 en la república al servicio del Ministerio
De la semilla de producción nacional, se expende de Agricultura de la Nación, remitirles una muestra
en el comercio de varia procedennia, del Chubut y para su análisis, c^ue es gratuito, y de este modo puede
Rio Negro, de Mendoza y San Luis, de la Pampa y saber a ciencia cierta lo que compra y lo que va a
de la provincia de Buenos Aires. De los territorio» sembrar.
mencionados v de la provincia de Mendoza, llega Con una buena semilla no solamente se obtendrá
semilla de alfalfa de muy buena claae indudablemente, un alfalfar bien poblado, fuerte y lozano, sino (jue so
con granos muy desarrollados y fuertes; pero siendo hará la mayor economía de Bemilla a emplearse, de
de zonas de riego no es conveniente ni adecuada para tal modo que con 15 a 20 kilogramos de semilla por
tierra o cultivos sin riego; en cambio la procedente hectárea, tendremos un buen alfalfar para pastoreo,
de San Luis, Pampa y provincia de Buenos Aires, en tierras sueltas y arenosas, y con 25 a 30 kilogramos
presentan granos bastante desarrollados, de buen as- en tierras más compactas y fuertes, tendremos sufi-
pecto y se adapta admirablemente a cualquier zona ciente para un buen prado para corte; y tratándose
o tierra de secano o por lo menos donde no haya riego. de muchas hectáreas, la economía de 5 a 10 kilogramos
Pero cualquiera que sea su procedencia, lo principal para cada una representa un beneficio evidente y
es que la senuU» sea de buena clase, esto es, que pre- nada despreciable.

H U M I O
isiijjisjaaaatHiaHHHBaaaaHaHHBHaHaaaBHHaiaaaisaBaíaaaHaa
a a
iB A U T O MOTO A V I A C I Ó N Ia
B a
BaBBBBBBBaaaBBBBBHaBaaaBBBaaBaBBHaaBBBBBaaaaaaaaBaBBaaEaaaBaaB
LAS MANIFESTACIONES DE movilismo en nuestro país, cuyo total nificos resultados en sitios donde no
general os de 117.949. se pueda conseguir agua destilada
LA TEMPORADA ACTUAL Año 1900, total importado 9; 1901, para verter en el acumulador; y pu
16; 1902, 28; 1903, 62; 1904, 129; último caso sirve también para tíeber
1"^ ESPUÉs de la cuarta tOopa Amé- 1905, 377; 1906, 712; 1907, 610; 1908, en lugares de agua malsana.
' - ^ rica» hemos tenido varias pruebas 495; 1909, 831; 1910, 1.581; 1911,
motociclistas, tales como el XI Pre- 2.461; 1912, 4.281; 1913, 6.115; 1914,
mio Primaveral y Trofeo Fernet 2.185; 1915, 1.847; 1016, R.929; 1917, MODO DE EVITAR LA
Branca, cuyos ganadores fueron Juan 11.031; 1918, 5.926: 1919, 4.594; 1920,
Balbi y el español Vicente Naure, 13.938; 1921, 9.743; 1922, 15.979. SUBIDA DEL ACEITE
respectivamente. Durante el año 1923, se importaron
La atención de los deportistas, en total, 30.070 unidades, de las cua-
después de csttis carreras, ae halla les 730 llegaron procedentes de Eu-
concentrada en los activos prepara- ropa y 29.370 de Norteamérica. En ^B E N Ciertos auto-
'--' móviles existo
tivos que realiza el Automóvil Club estas cantidades están incluidos los ^B una marcada ten-
Areentino para su «Gran Premio de camiones, chassb, etc. ^H denoia a escapar
1924», que ha de disputarse durante ^••^^H el aceite por los
los días 5 al 7 de marzo próximo, so- ^^HIHB aros y subir a la
bre la doble distancia de Buenos Ai- ^H^^ñn cámara de expío-
res-Pergamino-Rosario-Córdoba, es ^H WBM KÍón, ensuciando
decir, un total de 1.400 kilómetros. En la ciudad de Buenos Aires tra- ^ • H B C — continuamente las
bajan, más o menos, 18.000 chnuf- ^ H ^ ^ H ^ ~ ~ ~ bujías, formando
En ocasión de esta prueba, se rea- feurs, entre los de automóviles par-
lizarán excursiones ai^tomovilisticas ticulares, taxímetros, autobuses, co- ^ ^ ^ • n una gran cantidad
a las sierras de Córdoba, debiendo sa- mercio, carga y descarga. ^ de residuos de ho-
lir los participantes dos horas des- y^m IIín y expulsando
Las instituciones que estos obreros j^B mucho humo por
pués de largarse la carrera. han organizado son c\iatro, a saber:
Con la realización de esta prueba Centro Protección Chauffeurs, fun- ^H el escape, habien-
y otras que se preparan también,"tal dado *1 30dcmayode 1906, que cuen- ^H do por consiguien-
como el Circuito ae la Plata y algu- ta actualmente con 7.223 socios acti- H te gran consumo
nas carreras más en el interior, la vo?;Unión Chauffeurs, con 3.000 so- de aceite.
temporada deportiva de carácter cios; Propietarios de Automóviles Para evitar esto hay varios méto-
automotriz, entrará en su faz defini- con Taxímetro, 1.200 socios; Coope- dos eficaces y que generalmente se
tiva, para iniciarse entoncesiadelVie- rativa de Propietarios de Automó- usan todos a la ycz.
jo Mundo y Norteamérica, cuyo des- viles con Taxímetro , que cuenta Empezaremos
ipez a bajar una tercera
arrollo siguen de cerca los argentinos, unos 1.400 socios. Además existen pa jarte del último aro de abajo, hacién
Í)orque efias marcan en la mayoría de otros cooperativas formadas por dolo quedar lar en
en forma
forma de una
deunacanaleta,
os casos ol progreso alcanzado en el chauffeure, en las que se admiten ual se colocará el
año por la industria del ramo. para lo cual se colocará
torno y se hará la opi el aro en un
operación,
socios de todas las profesiones. Igualmente en el el pistón habrá que
EN ESTA MISMA ÉPOCA, hacerle una ranura pequeña debajo
PROCEDIMIENTO PARA del mismo aro, haciéndole l u ^ o 8 ó
EL AÑO PASADO.. 10 perforaciones de 2 % de diámetro
OBTENER AGUA DESTILADA en la misma canaleta del pistón y es-
AUTOMOVILISMO
tas perforaciones se harán inclinadas.
r\ RGAinZADO por el Automóvil Club /"" OMO se ve en la figura, sólo neoé- Con este dispositivo, el aceite en
^-^ Argentino, se realiza el día 23 de ''-'sitamos utensilios caseros muy demasía que haya entr« el pistón y el
febrero el «Gran Premio 1923», triun- sencillos, y lo único que debemos cilindro, se depositará en esta ranura
fando Guillermo Burkc, al salvar la comprar será un tubo de goma algo y de allí por los agujeros se descar-
distancia de Buenos Aires-Kosario- largo. Se enchufará este tubo do gará al interior del émbolo.
Buenos Aire», en 10 horas, 45 minu- goma en el pico de la pRva, colocan-
tos, 35 segundos. do ésta sobre elfuegoyconpocaagua.
El 11 de febrero, Antonio Gaudinú MODO DE DISTINGUIR
y Pedro Perelló triunfan en sus res- LOS GOLPES DE UN MOTOR
pectivas categorías de motocicletas
y motosidecars, en el Noveno Critc-
rium de motociclismo. URTOS ruidos y golpes en el motor
C de im automóvil son basttutes
, AvuciON difíciles de localizar.
P L 13 de febrero Hernán Hentsch y Para conocer el punto exacto don-
•'-' su pasajero(jlastón Lefovre,sufren de se produce el ruido anormal y r.pre-
una calda mortal en Vicente Casares, ciar su importancia, se tomará na tu-
falleciendo ambos en forma instan- bo de goma corto, de más o menos
tánea. 20 centímetros de largo por 2o3 cen-
El 28 de este mismo mes, el mayor tímetros de diámetro, uno de OU^OD
aviador Shórles Kingsley, con los pa- extremos so aplicará al oído, mien-
sajeros G. Marlener y .1. Mora, inicia Al hervir el agua, el vapor pasará tras el otro se le hará recorrer el sitio
BU «raid» a Comodoro Rivadavia, cu- por el tubo de goma, enfriándose y sospechoso a inspeccionar. Para ha
briendo la etapa San Isidro-Dorrego, condensándose en el fuentón de agua cer más eficaz este método se tapará
el otro oído.
para proseguir dor, días después rum- fría, cayendo luego en la botella.
l)f. a destino, donde llegó el día 4 de A medida que el agua de la pava En lugar del tubo de goma, se pue-
m„rzo, para regrosar el día 10. se va gastando, se la repondrá, cui- de utilizar un palo cualquiera y aun
dando de no echar demasiado; si no el un lápiz común, perú para que dé
vapor saldría por la tapa. Si, a pesar buenos resultados, no se aplicará al
VNA ESTADÍSTICA de esto, el vapor tiene tendencia a sa- oído, sino que se apretará fuerte-
INTERESANTE lir por la tapa, se la sujetará fuerte- mente con los dientes, sin que los la-
mente con un hilo, o sino se le colo- bios lo toquen, debiendo taparse loe
I_Ii3 aquí una estcdistica qne eviden- cará encima un pequeño peso. oídos con los dedos y presionando
' ^ c ia claramente cuál ha sido el pro- Este procedimiento es tal vez algo con la otra punta sobre el sitio que
greso que viene alcanzando el auto- largo, pero que, sin embargo, da mag- se quiete revisar.
De Territorios

MISIONES (Poiadas). Pabellón principal del hermoso hospital Bestíonal. inaiiiiurado en esta ciadad, el que, por su capacidad y mo-
derna instalación, prestará incalculatles benelicios es esta vasta lona.

LA VELOCIDAD DE L O S tros por hora, tiempo que invertiría de los rails otro tren que tardaba
dicho tren en dar la vuelta a la pose- cuarenta y tres minutos en rodar
T R E N E S E N I N G L A T E R R A sión del Pardo, inmediata a Madrid, 44,1.5 millas, o sean 98 kilómetros
cuya tapia tiene un j>erímetro de 99 por hora.
El Great Westem Railway ha kilómetros. El Great Westem no pasaba en
iniesto en circulación a principios del Se trata de la máxima velocidad su tren más veloz de una velocidad
pasado mes de agosto varios trenes alcanzada hasta ahora en Inglaterra. media de 97,8 kilómetros por hora
extraordinariamente rápidos. El año pasado el Gran Central durante ima hora y cuarenta y cinco
Uno de ellos recorre las 77,25 mi- puso en circulación un tren que re- minutos, en que devoraba 107 millas.
llas que separan a las estaciones de corría 22 millas y media en 22 mi- Entre los nuevos trenes de esta
Swindon y Paddington en setenta y nutos y medio, esto es, 98,4 kiló- última compañía figura uno que no
cinco minutos, lo que equivale a metros por hora. hace parada alguna en un trayecto
una velocidad media de 99 kilóme- El North Eastem lanzó a la pista de 358 kilómetros.

ALFA-I^AL Los Niños


Delicados
deben fortalecerse
para resistir a las
enfermedades tipl-
eas de la edad
tierna y la «<lo-
lescencia. La dia-
rrea, el cólico, la
Indi^reetdAn, son
, , todas manlfeeta-
ciones del eetado debilitado del estómaío e
int«stinos. Para oorrepir e«te mal, no hay re-
nadío que iguale la
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Los Callos (íunca


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Los Cabellos Blancos tomarán su pri-
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No tienen tiempo ni siquiera para alzar
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DE LOS EMPLEADOS

L nuevo jefe aca- ¿quién podría suponer que


baba de hacerse tal cargo fuera a llenarse por
cargo de la oficina y ascenso, tratándose de un car-
pronunciar con esc mo- go de confianza y de responsa-
tivo, ante S. E. el Minis- bilidad, en el que se requiere a un
tro del ramo, un magnifico íntimo, a un familiar del jefe?
discurso, que sus numerosos empleados Sin embargo, no todos estaban muy
oyeron con deleite y aplaudieron con fre- conformes con esa teoría, con esa doctrina,
nesí, mientras el superior apoyaba solemne- y hasta hubo algún audaz que exclamó, al
mente con la cabeza las declaraciones del fla- ser llenado el puesto con un extraño a la ad-
mante funcionario. ministración, favorito del director:
Cada uno. de aquellos empleados, al llegar a su — |A1 primer tapón, zurrapas!
casa por la tarde de t a n fausto día, recomendó a su Los empleados se dividieron en la apreciación
familia, padres, hijos, hermanos, y a todos los pa- del hecho; pero la tolerancia que da el sufiimicnto
rientes, vecinos y amigos, ayudándose para el caso y ese ángel bondadoso que se llama la Esperanza,
con el teléfono, al noble, recto y pundonoroso acabaron por establecer que no podía derivarse
ciudadano de que habían pasado a depender. de tal acto un juicio definitivo.
E s t e no sería como el otro, que llenó de allega- Además, el prosecretario no debía entender, de
dos y favoritos la oficina, sin preocuparse para acuerdo con las francas manifestaciones inaugu-
nada de los viejos servidores de la misma, acree- rales del director, que el nombiamieato le decla-
dores a u n ascenso siempre retardado y a una con- raba inapto o inepto, siendo su caso muy parecido
sideración que estuviera más en los hechos y me- al de los secretarios mismos, que no ascienden
nos en las palabras. nunca, o casi nuncS, por muy competentes que
El nuevo jefe les había prometido llenar por sean al puesto superior, que se considera de orden
riguroso ascenso las vacantes que se produjeran. político y está destinado a premiar los grandes ser-
— Sólo no ascenderán — les había dicho con vicios al partido o dar situación condigna a los
viril franqueza — los que no demuestren títulos legisladores no reelectcs y que necesitan u n sueldo.
para subir a posiciones superiores a las que ac- Ya habría ocasión de probar al director, que
tualmente ocupen por faltarles capacidad de tra- seguramente se conduciría, llegado el caso, a la
bajo, el concepto esencial del deber o la energía altura de su cuerpo, que medía 1.85, y a la altura
indispensable para anteponer la función pública de sus palabras, inconmensurables.
a t o d o halago personal y a toda solicitación mun-
dana. Vosotros seréis los jueces de vosotros mismos. ^^
Si alguno es postergado, aspiro a que todos y él
mismo hallen justificable la postergación.
E n esa parte el orador habla merecido una ova-
ción estruendosa y unánime.
E L caso llegó: dos jubilaciones más (¡en este
país se jubila a todo el mundo y hay una
jubilación por minuto!) y una renuncia (a
veces hay quien renuncia todavía) ofrecieron la
Ha.sta el Ministro, t a n sobrio, habla aplaudido oportunidad anhelada.
resueltamente la elocuencia del director. Con esa tres vacantes habría para contentar a
Y lo bueno era que, por jubilaciones sucesivas todo el personal: José pasarla a ocupar el puesto
que estaban «ad portas», debía llegar muy pronto de Juan; Juan el de Pedro; Pedro el de Nicolás.
el momento de cumplir t a n hermoso programa, de Y como los ordenanzas no ascienden sino a ecó-
corregir t a n t a injusticia anterior, de premiar mu- nomos o mayordcmos, con arreglo a la estrictez
chos esfuerzos y muchas abnegaciones, de llevar de nuestra organización cfemocrática, le quedarán
la alegría y un mejor concepto de la justicia admi- al jefe tres puestos que llenar, los de más abajo,
nistrativa a muchos hogares sin esperanza y sin fe. para complacer a personas de afuera, atendiendo
'- E n esos hogares ya se rendía culto al hombre de recomendaciones y saldando compromisos.
las grandes reparaciones, al hombre de carácter
que se había revelado en su magnífica oración [Pebre jefe! El también tiene derecho a cumplir .
inaugural. con los amigos y a quedar bien con los correligio-
narios...
E n las casas de los empleados no se hablaba de
otra cosa.
L primero en acogerse a la jubilación, por Las mujeres no creían mucho, porque en esos
E discreta advertencia del nuevo jefe, fué el
secretario de la oficina.
El hecho dio lugar a una gran expectativa; pero.
casos son terriblemente pesimistas; pero los candi-
datos se enojaban y decían, con relación al dis-
curso programa del jefe:
— ¿Que no tengo yo títulos para subir; que me esa lentitud propia de las lluvias de invierno a
falta acaso la capacidad de trabajo; que no tengo que no se ve el término y que penetran y llegan
el conce])to de mis deberes y la energía indispen- hasta los huesos.
sable? . . . — ¡Cómo se demoral — observó la joven, estre-
— Sí; todo eso tienes, seguramente; pero los meciéndose como a u n triste presentimiento que
nuevos ministros y los nuevos funcionarios tienen le hubiera rozado la frente como el ala de un pa-
también partido, senadores y diputados, amigas jarraco siniestro.
y amigos, sobrinos y yernos, mil allegados a quienes La anciana, sublime en su optimismo o en su
complacer — respondía a su ingenuo y creyente bondad, observó:
marido la más observadora y tristemente experi- — Estará celebrando con sus compañeros la apa-
mentada compañera. rición del decreto.
— jNo puede ser, no puede ser! — gritaba como El grupo se habla trasladado ya al comedor y
loco el candidato, reflexionando en seguida de este sentádose a la mesa cuando apareció, hecho u n a
modo: — Mientras yo sirva bien al Estado, nadie sopa y con uña expresión indefin.blo, el que allí
tiene el derecho de limitar mi capacidad y mis era a un tiempo hijo, esposo y padre.
recursos; nadie tiene el derecho de evitar que me Las miradas hicieron inlltiles las preguntas y
prepare a un retiro más tolerable; nadie tiene el las respuestas.
derecho de exponerme a los tristes comentarios a — T ú tenias razón—dijo él tristemente a su mujer.
que siempre da lugar una postergación. — Pero puedes estar seguro de que tu posterga-
— Repites t a n t o la jialabra derecho — le replicó ción no se debe a una incapacidad o a u n a inha-
la mujer — que parce jrías no estar muy seguro bilidad de tu parte — observó la anciana severa-
ni de su realidad ni de su v a l o r . . . mente.
El día ha llegado; hoy saldrán los ascensos; por — ¡Ya lo creo! — exclamó la nuera, en lucha con
lo menos, hoy saldrá el decreto, que se viene anun- sus propias lágrimas.
ciando desde hace un mes. — ¡Quién sabe! — dijo entonces él, con el acento
Cuesta mucho hacer justicia y no hay que cen- propio de su d e s e n c a n t o . . .
surar la demora.
Las compensaciones serán amplísimas.
El director es u n caballero . . .
ERÍA esa la escena terrible a que acaba de aludir
S el Oficial Mayor de la Cámara, don Ángel Ca-
rrasco, al dirigir la palabra al Presidente de la
misma, que se ha portado como u n bravo hombre,
C AÍA la tarde. Junto a los cristales una ancia-
na, su bella y joven nuera y sus dos delicio-
sos nietecitos, esperan en grupo familiar la
llegada del triunfador.
como u n hombre de corazón y de conciencia, al
suscribir los últimos ascensos en el personal de la
casa.
Un muchacho pasa vendiendo diarios; pero los El no tendrá sobre su alma la sombra de aque-
diarios no traen la anhelada noticia. lla tristeza, mientras caerán bien en cambio sobre
El tiempo ha cambiado de pronto; una tarde es- su figura de caballero andante los parabienes de
tival se ha convertido rápidamente en un cre- la justicia misma y la gratitud de los favorecidos,
púsculo triste y frío; el sol ha desaparecido entre que tuvieron su intéi-prete elocuente en el señor
espesas tintas obscuras; ya empezaba a llover, con Carrasco.

J U A N C A N C I O

p.-JwM\^
La compradora ebie: - ¿lim» (utel an autombnl que — ¡Paro no rrita usted aii. coronel! ;No olvide qns h»
vaya Wen con a'a lela? rrandea doioreí wn madoi!
D e Territorios

fiENESAL PICO (Pampa). ' Se&ora de Torres, señoritas de Brown Paieza, Díaz, Boles, y señor Lanc, que integran la Comijián Ad-
ministradora del hospital Felipe Centeno, de esta localidad.
rillas, «magnesia» bastante para un
LO QUE VALE UN HOMBRE refresco para un individuo, «albúmi- C L A R I V I D E N C I A
na» con que hacer unos diez huevos, B U R O C R Á T I C A
Ut> químico yanqui ha examinado «cal» en cantidad suficiente para
cuidadosamente lo que «cuesta» u n blanquear una pequeña habitación, Maupassant, el célebre escritor
hombre que pesa 100 kilos. Para e l l o «sal» suficiente para un mes e n la francés, estuvo empleado dos años
ha analizado los ingredientes que en- cocina de una familia reducida, (gra- en el Ministerio de Marina, do 1876
tran en el compuesto humano. E l sa», unas 10-15 libras. a 1878. Hace poco se ha encontrado
análisis químico le da el siguiente Hay, además, otros muchos ele- en el archivo de dicho departamento
resultado: mentos, pero en cantidades tan exi- un expediente personal. ¿Qué juicio
•Este hombre contiene, dice, el gua*, que no vale la pena consignar- habían formado de él sus superio-
•hierro» que se halla en un c l a v o de las. Según eso, el quimioo se atreve a res?: «Buen empleado, pero con mal
tamaño medio, «azúcar» capaz de decir que un hombre de KiO kilos de estilo. N o c o n v i e n e encargarle la re-
llenar un pefjueño azucarero, «fósfo- peso vale alrededor d e siete a dacción de documentos de impor-
ro» para fabricar unas doscientas ce- ocho dólares. tancia».

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'io que ya cnjla iJtrnlido; puedo evitar las Inicllas de loa años que pasan,
/ conservar estos colore» y Irescura del cutis tan deseados de la Juventud.
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— ¿Y presu- Hay personas, y


me usted que personas de po-
ese h o m b r e sitiva inlluin-
mantenía rela- cia, mszcladas
ciones sospecho- en todo esto; y
sas con su marido?— las tales pers< ñas
inquirió R u t h con cre- trabajan ahora en la
ciente curiosidad. (CONTINUACIÓN) sombra, desplazando tO('.os
— Iremos por partes. Yo no sus recursos para desviar la
digo tanto, porque mis informacio- acción de la justicia y si es posible
nes no me autorizan a e l l o . . . hasta el presente, hacerle recaer sobre inocentes. Esto es cuanto puedo
Rs indudable que algún negocio los ligaba. En decirle en jusia corre.spcndf-ncia a sus ccnfidencias
cuanto al o t r o . . . y a su buena v< luntad, señora Lesoeur.
La señora Lesocur hizo una pequeña pausa mien- — Tomo buena nota de lo que me dice. Asi
tras su interlocutora, mirándola impacientemente, rnarcharemos mejor de acuerdo. Tengamos .con-
le rogaba que continuara. fianza en que lograremos desvanecer las estúpidas
— El otro era el mismo que usted acaba de ver sospechas que pesan sobre su marido.
cruzado con lápiz en la fotografía del recorte. — Lo ansio por momentos. Puede usted conti-
— ¿Está usted segura? — exclamó Ruth, que nuar con su relato.
comenzó a «aitrever la posibilidad de una orienta- —• Al principio, en cuanto me di cuenta de quién
ción en el asunto. era el hombre que en la obscuridad de la calle ha-
— Absolutamente. Es un digno compañero de blaba con Francis, pensé que se trataría de <ina
Peto, que está calificado como el hombre más malo mera casualidad, de u n encuentro fortuito sin ccn-
de Southfield. No se le calumnia en lo más mínimo secuencia alguna; pero ahora, atando cabos y en
si se le considera como a persona que vive al margen vista del recorte.en que pude reconocer la figura
de la ley y así lo juzgan hasta sus amigotes, bien del hombie, no es difícil establecer entre ambos
que cuidándose mucho de interponerse en su ca- reliciones de compañerismo y de negocios desde
mino. Muchos prefieren no tener contacto con él viejos tiempos.
y otros acaban por ayudarle en sus negocios, ya — La deducción es n a t u r a l — comentó R u t h .
que su influencia parece protegerle en los trances — Y si Francis mantenía relaciones de amistad
más difíciles —• explicó la viuda. — Al menos hasta con un hombre que había estado en la cárcel, y
ahora ha sabido navegar con viento favorable. ses;uía cultivándola después de é^te haber sido
— Siga usted, señora; estoy realmente interesada puerto en libeitad, tamyxsco resultaba aventurado
en su información y es posible que el detective suponer que entre uno y otro existía alguna «razón»
Patrick H. Doyle, una vez al corriente de todo de por m e d i o — a f i r m ó la viuda
esto, pueda establecer algunas relaciones en los —• Negocios de cierta Índole, por supuesto —•
hechos que nos ocupan. aclaró la señora Reverly.
— Por lo que he oído de ese joven Doyle, parece — Naturalmente — asintió su interlocutora. —
que se t r a t a de una persona lista m u y capaz de Negocios que debemos presumir muy poco limpios.
desenredar la maraña más complicada, y me ale- Puedo asegurar que Francis, fuera de sus é]:>ocas
graré que asi sea. ¿Es de entera confianza? en que se entregaba al alcohol, nunca gustaba de
— Confio tanto en su inteligencia como en su relaciones con personas de mala conducta y mucho
fidelidad; es cuanto puedo asegurarle. H e recibido menos con aquellas que hubieran .sufrido condenas.
do él p r u e b a s evidentes de ambas cualidades. Cuidaba mucho su reputación y sus reservas a
— Muy bien; entonces nos serán muy útiles sus este respecto no se le pueden negar.
servicios, porque, por claro que puedan ver dos — Usted, como nadie, tiene motivos para sa-
mujeres, un profesional resulta un colaborador de b e r l o — cumplimentó Ruth.
gran impoitancia. — Muy cierto. Y sí, en aquella ocasión, no
— Tanto más cuanto que son muchos y m u y abrigaba empacho por conversar con el ex pre-
con-iiderables los interese? q u e se ventilan. sidiario, hay que atribuir a una causa pode- /
Si t o d a v í a se t r a t a r a de la investigación de rosa su condescendencia. Por encima de
uno o dos asesinatos vulgares cuyos sus escrúpulos estaba «algo» que se hace
móviles obedecieran a un acto par- necesario averiguar.
ticular, de carácter privado, la ta- — Soy de la misma opinión —»di-
rea de esclarecerlos no tropeza- jo Ruth, a cuya mente se a t r o -
ría con las oposiciones ocultas pellaban los recuerdos relacio-
que nosotros tropezamos. nados con F r a n k Lacy, el
«pajarraco» de lentes de carey al presente «descu- no me merece confianza alguna — dijo la viuda.
bierto». Presentía ella una pequeña luz en el tor- —- ¡Allí No importa. Contamos con mejor apoyo
tuoso camino a seguir para libertar a su esposo. en este ca,so — anunció la visitante.
El personaje de la original entrevista, el hombre — ¿Se refiere usted al profesional Mr. Doyle?
de los diez mil dólares por una simple carta cuyo — Desde luego. Habrá que ponerle al tanto de
contenido «desconocía», presentábase le ahora con t o d o . . . si es que ya no lo está.
nuevos relieves, más concreto y determinado, como —• No es presumible si carecía de presunciones
un hombre tortuoso que, procedente de Sing Sing, anteriores.
la temible prisión neoyorquina, asomábase de nuevo —• En él fallan los procedimientos comunes. Tra-
a la libertad para actuar en asuntos probablemente baja de una monera que a veces desconcierta. Su
pendientes durante su prisión y de cuya resriución mentalidad es muy activa.
dependían sus más fervientes anhelos. Recordaba, Y la señora de Mr. Bcnt, el prisionero, pensaba
asimismo, todos los incidentes suscitados en los en tales momentos, no sin sentir los efectos de su
dos encuentros con ol hombre y estaba segura, en nerviosidad, en la curiosa coincidencia de la infor-
su fuero interno, de la importancia de tal «elemento» mación suministrada por la viuda, la que arribaba
humano, tanto en la misteriosa muerte de su ex a análogas con< lusiones referentes a que el llamado
prometido Jim Armstrong como en el reciente ase- Frank Lacy podía prestar induílablc < laridad en
sinato de Lesoeur. el misterio a esclarecer.
Por unos breves instantes pensó en ser más De su conversación ci n la señora de Lesoeur
explícita con su amiga y aliada, e iba ya a confe- no obtuvo otras noticias que pudieran juzgarse
sarle las circunstancias en que lo conociera cuando, utilizaHcs, pero el viaje no se había perdido y en
con un interno movimiento de reacción, formuló su fuero interno mosti abase muy satisfecha de la
en voz alta c t i pregunta: entrevista. Siendo por fuerza interesadas las de-
— ¿Su seguridad es completa con respecto a la claraciones que le ofreciera Lacy, este descubri-
identidad del ex presidiario y el liombre que ha- miento de su pasado poco limpio le colocaba u n
blaba con Francis? arma en las manos para mantenerlo inofensivo.
— Puedo jurar, con la mano puesta sobre los Ya declararía; ya volvería a cambiar de idea, y
evangelios de mi Biblia, que el hombre de la foto- en caso contrario tanto peor para él. La amenaza
grafía del recorte y el que encendió su cigarro al de sus años anteriores, sin duda alguna abundantes
lado de Francis, a la pueita de calle de esta misma en episodios vergonzosos, obraría sobre el ánimo
casa, son uno mismo — afirmó con tono judicial del ahora «testigo material» de modo seguro.
la anglo-sajona de pura raza. — Señora Lesoeur; me despido de usted hasta
— Es un detalle do mucha significación, que no pronto y le doy las gracias por sus intere.santes
debemos descuidar, y es probable que nos prestará revelaciones. Estoy contenta de haber venido a
positiva ayuda en nuestras posteriores investiga- verla y le quedo muy obligada. Regreso con el
c i o n e s — h a b l ó R u t h adoirtando un aire pensativo. propósito de que sean aprovechados en seguida
— ¿Y qué más sucedió después?—inquirió. sus informes.
—• Nada. A los pocos minutos se despedían. — Confío en que no tardará en apreciar su utili-
Francis penetró puertas adentro en seRuida de dad. Mr. Doyle os el in<licado para poner en limpio
estrechar la mano de su amigo, que dio la vuelta todo lo referente al hombre del grabailo. Para un
para perderse en las sombras. Quién es, se sabría pesquisante de su fama ello será un juego de niños.
perfectamente en Sing Sing, cuyos registros son — Participo de su creencia, señora. Procuraré
completos. El hecho, tal como se lo he relatado entrevistarme con él inmediatamente y se lo con-
es ciertísimo y el trato entre los dos evidente. taré todo. Adiós. Le enviaré noticias en cuanto
Falta saber la especie de negocios que los unía. las tenga.
— Esa será la labor de a l g u i e n — r e p u s o Ruth. — Y yo no descuidaré tampoco informarla.
— No del policía Sánderson ni mucho menos Ruth bajó las escaleras seguida por la viuda
del g o r d o y a n t i p á t i c o J o h n G e r l a c h . Le y Agnes, que de nuevo la despidieron en la calle
vuelvo a repetir que, especialmente el último, mientras el motor comenzaba a trepidar.

Manejaba R u t h el vo- aun no se había dado


lante de su máquina, ya C A P I T U L O XX cuenta del camino reco-
de regreso a su casa, con rrido; tal era su ensimis-
el pensamiento embar- U N B U E N DATO ACERCA D E L PASADO mamiento y su excita-
gado por la conversación D E LACY. — O T R A " T R I V I A L I D A D " ción. La mañana mostrá-
anterior. base generosa con sus an-
DEL DETECTIVE DOYLE POR helos; el conocimiento de
Dejando curso libre a
su mente, refrenó la mar- C O M P L A C E R LA C U R I O S I D A D D E que Franck Lacy proce-
cha con maniobra auto- R U T H . — " E L ODIO A LAS M U J E R E S día de una prisión y man-
mática, a fin de verse E S P R O P I O D E TODOS LOS H O M B R E S tuviera relaciones con el
más desembarazada, de asesinado Lesceur, según
SENTIMENTALES". — SOBRE EL el claro testimonio de la
ese cuidado durante el
trayecto. P R E C I P I C I O DE DYCE'S HEAD. viuda, recompensábala de
Un presentimiento iba cualquier fatiga pasada
abriendo brecha en su Tal detalle marcaba una
cerebro: la aproximación de la hora en que las nueva etapa en el proceso.
investigaciones, orientadas derechamente, no — Doyle investigará el resto — m u r m u r ó
tardarían en traducirse en hechos, en certe- para si mientras penetraba en suS habita-
zas indubitables con las cuales oponerse ciones. — Poco trabajo le costará des-
con ventaja al bloque calumniador que cubrir los antecedentes de Lacy, y
formaban los enemigos de su esposo entonces...
y, por consiguiente, de ella, cuya , Se detuvo en la sala para llamar
felicidad intentaban destruir para a la criada.
siempre. Presentóse Clara, la subs-
A pocos metros de su hogar. t i t u t a de Agnes.
— ¿No h a venido nadie durante mi ausencia? fin, le contó suscintamente la conversación soste-
— preguntóla. nida con la señora Lesoeur, teniendo buen cuidado
— No, señora — contestó ésta. de no intercalar comentarios.
— ¿Nadie ha llamado por teléfono... ¿Mr. Doyle, El detective, sin perder una silaba, ,sc levantó '
mi primo Dick? — insistió el ama. de su asiento y se dirigió al teléfonn, pidiendo comu-
— Tan sólo una vez sonó el timbre del aparato nicación con su oficina de Nueva York.
y contesté yo personalmente. Habló el dueño del — Yo soy Patrick H. Doyle — habló con alguien
almacén para avisar el envió de las provisiones al otro extremo del alambre. —• Acabo de enviar
pedidas. a esa a Richard Balfour, de Beaulieu, que llegará
— Muy bien; puede usted retirarse. en el tren de las cuatro y cuarenta. Le mandé que
Ruth estableció comunicación con su tía, la investigara en la Galería de Culpables. Ya no
madre de Dick, inquiriendo por éste. es necesario. Busquen en los diarios de Nueva York,
— El muchacho me telefoneó desde South- diarios de la mañana de fecha catorce de diciembre,
field, anunciándome que salía para Nueva York listoy seguro de que en el «Courricr» encontrarán,
y que probablemente no regresaría hasta mañana. a juzgar por el tipo de la l e t r a . . . una información
No me dijo el asunto de su viaje — terminó dicien- acerca de un festival en Sing S i n g . . . segunda
do la señora Balfour columna de la séptima página, con un grabado a
Acababa do sentarse ante la mesa para dar co- dos. Quiero que se complete el «record» de la figura
mienzo a su almuerzo cuando se presentó Doyle tercera de la derecha. Volveré a llamar a la noche.
en persona. Avisen a Balfour que regrese inmediatamente.
A la indicación de si quería compartir con ella Puedo necesitarlo. Telegrafíenle al tren y por si
el lunch, el detective aceptó sin preámbulos, asegu- acaso envíen algunos hombres a su llegada. Des- '
rando que poseía un apetito muy grande. cripción: cinco pies con diez, pelo castaño cortado,
Durante los quince minutos que tardaron ambos ojos azules, color tostado, nariz recta, boca grande,
una pequeña rasgadura en la barbilla. Lleva som-
en despachar las viandas, ella no quiso distraer su
brero de paja con cinta azul, traje color canela,
atención. Le observaba comer con notorio gusto
camisa blanca y corbata gris. Eso es todo.
y esperó a los postres para entablar diálogo.
— Si me permite usted fumar — solicitó el detec- Colgó el receptor y se volvió bruscamente en tanto
tive, con la taza del café delante, — se lo agra- que ella le contemplaba con admiración.
decería, Doyle era, sin duda alguna, un hombre de t a n
— Concedido; vamos a la sala si le parece bien reconcentrado poder mental, que podía, en cual-
— consintió ella. quier circunstancia, exteriorizar los más insignifi-
— Usted es una notable mujer, señora Reverly cantes detalles al parecer, y Ruth, mientras asi
•— dijo Doyle: — No me ha «molestado» con pre- pensaba, dábase cuenta de que tales esfuerzos de
g u n t a alguna hasta ahora. retentiva determinaban su carácter taciturno.
Sonrió de buena gana ella. De nuevo acomodado en la silla, el detective, y a •
— Acaso no habrá sido por falta, no de pregun- en calma, dijo: /
t a s , sino de afirmaciones. — Ahora puede usted preguntarme todas esas
— Bueno; ya hemos almorzado. ¿De qué se trata? cosas que le hormiguean en la punta de la lengua.
— inquirió Doyle envolviéndose en una espesa — ¿Ó"^ encontró usted de particular en el «cot-
nube de humo procedente de su pipa. tage» de Mr. Armstrong? — inquirió R u t h sin hacer-
— Frank Lacy es un expresidiario — dijo Ruth, se repetir el permiso.
al tiempo que le alargaba el recorte del diario. — Nada definitivo — replicó él. — No perdí
Ix>s surcos de la frente del pesquisante se acen- allí mucho tiempo. Salí a los pocos minutos y me '
tuaron en un gesto de contrariedad. fui a ver a su marido, llegando justamente cuando
— Supongo que esta noticia me la da usted en usted lo dejaba. Hablé con Mr. Bent y le di mi pa-
seguida de haberla adquirido. H e enviado a su labra de que aunque le fuera adverso el veredicto
primo a Nueva York para que investigara en la preliminar y prosperara la acusación en su contra,
Galería de Culpables si allí se encontraba el retrato el proceso no llegarla a su fallo sin que yo presen- *V
y la filiación de Lacy. Hemos perdido el tiempo tara, para ese día, al criminal verdadero. •
entonces. R u t h , sin poder contenerse, le miró asombrada '
Si Ruth nO se hallara acostumbrada a los des- para murmurar con creciente ansiedad:
plantes de Doyle, cuyas impresiones casi nunca — ¿Usted le aseguró eso?
resultaban de acuerdo con lo lógicamente presu- — Sí — fué la respuesta. - •
mible, es indudable que se hubiera indignado ante — ¿Conoce usted al asesino?
t a l salida descortés; pero, ahora que iba conociendo — Pienso que sí.
su carácter extemo, con el cual ocultaba el hombre — ¿Quién es? —• casi imploró ella.
sos verdaderos sentimientos, no era cosa de repli- Doyle penduleó su cabeza de izquierda a derecha,
carle por la injusticia que envolvía su comentario. — No hasta que yo consiga meterlo entre cuatro
La inmensa vanidad de Doyle, hasta cierto punto paredes — respondió.
infantil, pero reveladora tfe altas cualidades y hasta — Pero hubo dos asesinatos — refutó ella.
disimuladora, en muchos ca.sos, de sus juicios y — y un solo asesino — afirmó el hombre. — Y ,
propósitos, no la ofendían ya. Por el contrario: ahora no más palabras inútiles acerca de esto.
parecíale natural que se mantuviera en su «linea» Deseo que usted me acompañe a dar u n paseo.
y no abandonara sus brusquedades. La ansiedad de Ruth por conocer el nombre
— Traté de ponerme en contacto con u s t e d . . . del criminal hizo que sus movimientos fueran fe-
antes de adquirir la noticia. F u i hasta la casa de briles. E n vano t r a t a b a de dominarse. Quiso
Jim Armstrong, pero ya usted no estaba allí. emplear la astucia p a r a hacerle hablar,
Por otra p a r t e , en cuanto regresé de — Bueno; y o no creo que usted conozca el
Southfield, apenas subí las escaleras, ya nombre. Lo que me dijo usted fué p a r a ,
pregunté si alguien había venido. Ño animarme — insinuó.
hace media hora todavía. El detective la miró con el cefio
— Vamos a ver: ¿ qué ha sabido fruncido.
usted? — interrogó, ya más con- — Yo no soy teatral jamás,
forme, el original personaje. señora Reverly; sépalo y no
Ruth, desde el principio al se le olvide. Sm embargo, por
una vez y para convence: 11, voy a descender hasta que u.sted se enamora fácilmente de todas las
el efettisnio. *iimchachas con quienes ss t r a t a .
Se levantó, dirigiéndose a la puerta que comu- —• ¿Cómo se atreve usted a provocarme con t a n
nicaba al pequeño e.-tudio que Ruth llamaba su ridicula creencia? — saltó Doyle sorprendido.
oficina. —• Porque es usted u n perfecto sentimental.
—• ¿ l ^ e d o usar por unos momentos su e.cri- — ¡Por toda la coite celestial! Yo sí croo que
torio? — demandó. usted padece de insania — apostiofó Doylc. —-
Obtuvo un signo afirmativo y acto seguido se Yo. . . yo od o a las mujeres.
acomodó ante la niesita. —-Muy bien: acaba u s t e d de probar mi opinión
Desde la sala, donde se quedara de pie observán- —-siguió bromeando ella. — Solamente los hom-
dole, R u t h le vio tomar una hoja de papel y es- bres s'.ntimcnt "les cbmo usted son capaces de ex-
cribir con u n lápiz algunas líneas. Luego, doblán- presarse así. . . Bueno; yo pienso escogerle una
dola cuidadosamente, la metió en un sobre, que futura y excelente esposa.
pegó, haciendo fuerte presión con el secante. El original invostigadi r detúvose en seco, con-
—• Ahora escriba su nombre ciuzando bien el templando con ojos fieros a su compañera.
cierre, señora Reverly — dijo Doyle avanzando —• Señora Reverly —• exclamó; —• si no me da
hacia ella y entregándole el sobre y el lái>iz. usted su palabra de que no me presentará, con
Con obediente y silencioso ademán, Ruth rasgueó intención preconcebida, mujer alguna, ceso en este
sobre el reverso del papel. mismo momento de ocuparme en el asunto.
—-Esto le garantiza de que lo c.crito por mi en R u t h reprimió sus ingenuas insinuaciones.
la hoja que guarda este sobre no podrá ser reempla- — Se lo prometo, le doy mi palabra — dijo con
zado sin que se advierta. Perfectamente «escé- mansedumbre.
nic'», ¿no le parece? Pareció tranquilizarse el ánimo sobresaltado de
Y el extravagante policía particular SD guaidó Doylo, aunque siguió mirándola con cierta su.spi-
en uno de sus bolsillos interiores el curioso docu- cacia, pero no se habló más h a s t a que llegaron a
mento. la base del precipicio de Dyce's Head.
—• Dentro de un día o dos se lo podré entregar, —• Su primo Dick me ha contado, como usted
señora Reverly: entonces, cuando lo abra, sabrá sabe, las rebuscas verificadas por Lacy por debajo
si soy o no un jactancioso. y por encima de este despeñadero — habló el de-
No obstante esta e cena, R u t h hallábase decep- tective. — Me marcó, t a n exactamente como pudo,
cionada. Al decirle él que, siquiera por una vez, los sitios por donde el hombre se arrastró en averi-
iba a ser teatral, había pensado que le diría el nom- guación de algo. Además, la otra noche volvió a
bre del asesino. Con todo, a pesar de su contrarie- sus rebuscas y permaneció largo tiempo sobre estos
dad, una dulce confianza le invadía; ya la fe en un peñascos, según usted me refirió.
cercano y feliz desenlace iba tomando cuerpo en Ambos .se detuvieron muy cerca del borde del
su mente, y su contento era tanto mayor cuanto precipicio. Doyle apoyó sobre un saliente u n a de
que, sin haber dudado de la inocencia de su esposo, sus manos para mejor asegurar su jx)sición.
nunca pensara, sobre todo en las últimas horas, — Señora Reverly —• dijo con suave tono de voz:
que su liberación se conseguiría en tan breve tiempo. — tengo una confesión que hacerle. — No puedo
Si I'atrick H. Doylc lo «aseguraba» podía abrigarse estarme en las alturas. Yo bien quisiera e.scudriñar
el convencimiento de que así era en efecto. personalmente, pero me resulta imposible; se me
— Basta ya de trivialidades — habló Doyle con va la cabeza. ¿Quiere usted estirarse sobre el suelo
su habitual arranque de brusquedad. —r ¿Quiere y decirme si alcanza a ver algún lugar donde ilu-
acompañarme hasta Dyce's Hcad? diera haber permanecido Lacy d u r a n t e el tiempo
— Con mucho gusto — contestó ella; —• ¿pero que psted lo estuvo esperando en vano la noche
a qué?... última? Porque resulta increíble q u e él haya po-
— ¿Me hace usted el favor, señora Reverly, de dido sostenerse largo tiempo en u n risco saliente
no dispararme más preguntas? — refunfuñó, nue- de esos o agarrado a algún débil arbusto de los que
vamente ceñudo, el detective. — Me h a obligado ahí se arraigan. Ello requiere no solamente nervios
usted, hace unos minutos, a verificar u n a ton- de acero, sino una resistencia extraordinaria, y
tería que me está avergonzando. Colocar un yo no creo que Lacy posea en tal grado esta últi-
papel con u n nombre en u n s<jbre constituye ma. Mire bien. Debe de haber alguna grieta o
para mí u n a payasada. IJO hice por satisfa- hendidura suficiente para resguardar a u n hom-
cer en cierto modo su intrigante romanti- bre como él. ¿Puede usted escudriñar bien?
cismo. Dése por contenta. ¿Vamonos? — Voy a intentarlo — contestó R u t h .
R u t h se permitió bromear en su cara. Avanzó como un metro hacia el borde del
— lAh! Los ladridos de usted son mucho ^precipicio y se t u m b ó boca abajo hasta aso-
peores q u e sus mordidas. mar la cabeza, corriéndose aun unos centl- -- '
— Yo no acostumbro a perder el metros para ver mejor en el abismo.
tiempo con palabrería fastidiosa; yo No temía las alturas, pero descon- *
soy el hombre más silencioso que fiaba ante la posibilidad de sentir
usted ha conocido, y yo no la en- vértigo, y con notable decisión, pe- '
tiendo a usted, señora Reverly. gando bien el c u c q » contra la . , '
Pero no intento nunca entender tierra, comenzó sus inve.^tiga- _, ^ - '
a las mujeres. Las mujeres no cienes durante algunos mo-
tienen lugar en mi existencia. mentos. . .+ !
: ^ - Salieron de la casa y se diri- Parecíale que nadie podría
* gicrrn hacia los campos del arrastiarse por aquel cor-
golf. tante y p e r p e n d i c u l a r
— Usted es que se «teme» declive peñascoso y, no ,_
y t r a t a de conservar su o b s t a n t e ello, Lacy
valentía — díjole ella por habla d e m o s t r a d o lo . '
el camino: —- Yo creo contrario •
( C O N T I N U A R A E N B L
P R Ó X I MO N Ú M E R O )
CaioiimOi/'.
Un irigoyen ista a su manera,
que es un hombre feroz,
ve a Gallo y vocifera:
— ¡Me comeré ese Gallo con arrozl

—Más de dos minutos nunca se dotiene Con elocuentes razones


.•n ninguna parte. Creo que hace mal. que duran un largo rato,
— Ese es su sistema. Viaja e interviene. un médico literato
¡Qué hombre tan genial! defiende las inyecciones.
Y si dijo alguna vez
• * * vma frase inoportuna,
— Jorge es una miniatura fué porque le dieron una
y de veneno está lleno. invección de estolidez.
— {Y cabe tanto veneno
en tan pequeña estatura?
— Maldiciente empedernido,
nada olvida ni perdona;
el veneno en su persona
está muy bien repartido.
* * *
Igual ave muchos otros vooincleros,
un partidario de los más sincerue
de Irigoyen ptnsaba de este modo: — íie enoja al momento-
— Yo a lo que quiera el jefe me acomodo, No tiene talento;
y el primero seré entre los primeros pero habla por diez.
que inclinen la cerviz humildemente Da miedo su furia,
ante aquello que ordene. Es evidente provoca e injuria
que debo respetar sus opiniones y es torpe y soez.
y no meterme en necias discusiones. Altivo, pedante,
E l desbande ha empezado, irocaz y arrogante
y censuro el desbaiide. Íe temen aqui.
"Seré, ¡ya lo he jurado! — Pues ese ha triunfado.
antipersonalista declarado Le harán diputado
en cuanto don Hipólito lo mande. — Suptmgo que sí.
» »»
Es la elegante Elvira
ecuánime en verdad.
Si liace calor, transpira
:on ecuanjmidr.d.

— Dígame usted, ¿quién concibe


que a X. le dé por bailar?
— Si baila mejor que escribe,
le deben felicitar.
— Erudito de veras
es el doctor Piltrafa.
— ¡Qué me dices! Sobre la conveniencia
— Conoce cuatrocientas dos maneras de la jubilación habla Molina;
de hurgarse las narices. Y suele referirse a la inconsciencia
con que algunos la atacan por rutina.
E l domingo n o sale. La voz cascada — ¡No hay proyecto mejor en la Argentina!
do su esposa le aturde. Come muy mol. aSaae: — Y la experiencia
Recibe una visit.a que no le agraila. de otros pueblos lo viene a demostrar.
Y, cuando llega el 1; nes, dice: — No hay nada Lo que obliga a un sujeto
como el aburrimiento dominical. a que así le pregunté con respeto:
— jY usted, cuando se piensa jubilar?
DiBu;os PE REDONDO

NUESTRO PRÓXIMO NUMERO:


Contendrá las siguientes colaboraciones literarias, artículos, novelas y notas: Aldea española, poi
Fernández Moreno. Historia extra ñ a , por Pedro Heredia. Poemas de otro tiempo, por Arturo Cap-
devila. La última farsa de Jippe nnsha Ikku, por Ricardo Gutiérrez. Semblanza y gesto de un jugador
de raza, por Manuel Trigo Viera. E 1 pensador, por Roberto Ledesma. El velo ideal, poi E. Carrasquilla
MallarinO. El pequeño café de la esqu ina de casa, por F. DefUippis Novoa. El suri de Eufrasio, por
Ciro Torres López. Un pe-itaje trágico, por Atilio Cbiappori. Pobre gigante, por Miguel de Unamuno.
No es una novela, por Mariano Moretti. La estrellita, por Qeorges Doliey. Máscaras, por Frederic Bon-
tet. La tiorra de la verdad, por E. M. Laumann. Balada del nadador, por Manuel Fuga y Acal.
Polémica en el colegio, por Arcadio Avérchenco. El perro del ciego, por Galio do Arizonas. Perso-
nas desconocidas, novela de extraordinarias complicaciones, por Arthur Somers Rocha.
ABETAL

ANO XXVII
SEGUNDO BIMESTRE DE 192*^
NÚMEROS 1326 AL 1334
DE LAS MATERIAS QUE CONTIENE ESTE TOMO

COLABORACIÓN

PROSA

A R A M B l ' R U . J U L I O . — Una tragedia rústica. 1326. generoso. 1330. La severidad de Pepito. 1332.-
A R I Z O X A . G A L I O DO. — El perro del ciego. 1327. Sobriedad. 1334.
A V E R C H E X K O , A R C A D I O . — Polémica en el co- D E F I L I P P I S X O V O A . F. — El pequeño caíé de
• legio. 1327. la esquina de casa, 1327. — El encanto de los
A M A D O R . F E R X A X F É L I X DE. — El hombre y humildes. 1330.
su máscara. 1329. n O L L E Y , G E O R G E S . — La "Estrellita". 1327.
A R G V ? . — La obra de iin músico argentino en París. DA CÁMARA CASCUDO. L U I S , El Caipora, Dios
1331, salvaje. 1331.
BARRIO.S GVEVARA. D. — "Caras y Caretas" en DAXVILA, A L F O X S O . - La saboyana. 1333.
Alemania. 1326.
EYMERY, MARGARITA, — La voz de la sangre.
B U F A X O . A L F R E D O R. — El be.^o. 1326. — Un
1328.
caso terrible. 1330.
ESCALADA. M I G U E L DE.—Voces de! camino. 1330.
B O U T E T , F E D E R I C . — Máscaras. 1327.
FRAXZOSO. J U L I O . — Hablemos de las cosas y no
BARREDA, RAFAEL.—Costumbres de antaño. 1328.
de 'os hombres. 1328.
B E X X E T , A R X O L D . — El tio qne perdió su silla.
F E R X A X D E Z . J U A X R O M U L O . — Aspecto del va-
1329.
lle íle Tuhin. 1329.
B R O W X E . R. G. — El inaccesible. 1330.
B L O M B E R G , H É C T O R P E D R O . — La isla de los FARIAS GÓMEZ, J O R G E , — Dos parábolas. 1329.
pájaros. 1331. F U S T E R CASTRESOY, S A X T I A G O . — Teatro in-
B U X G E DE C A L V E Z . D E L F I X A . — La "clase bu- fantil municipal. 1330. — Entrevista con el gober-
milde". 1331. nador de San Luis. 1331. — La mujer moderna.
BRUMAXA, H E R M I X L \ . — Casamiento en mi pue- 1332. — El alma del soldado, 1334,
blo. 1332. F O R G I O X E . J O S É D. — Recuerdos e intimidades de
BOOZ. M A T E O . — Un burócrata. 1334. la vida escolar. 1330.
B A I L E Y T E M P L E . — La abuela rebelde. 1334. F E R X A X D E Z F L O R E S . W. — El claro del bosque.
C A X C I O . .TL'AN. — La postergación de los emplea- 1330.
dos. 1326. F A R R E R E . C L A U D E . ^ - Los desertores. 1331.
CO.^TA. P A B L O D E L L A . — El labriego de Vimian- F R A X C H I , ANA. — Escorpión. 1333.
,-o. 132C. GHTRALDO, A L B E R T O . — El peregrino curioso.
CHE.STERTO.V, G. K. — La.» pisadas misteriosas. 1326.
1326. G R A N D M O N T A G X E , F R A N C I S C O . — Responso a
C H I A P P O R I , A T I L I O . — Un peritaje trágico. 1327. Don Tancredo. 1326. — La "entente" hispanoita-
C.^XE. L U I S . — La señorita de la renta. 1329. Hana juzgada por Amarrete. 1328. — Plática trans-
C I C H E R O . F É L I X E S T E B A N . — Revisión del pa- cendente de Amarrete y Robledal. 1329. —• Una
sado. 1329. carta de Garramendi. 1332.— La yernocracia. 1334,
C A M B Y . A D R I A N A . — El gerundio. 1329. GÓMEZ DE L.A S E R X A , R A M Ó N . — Los navaje-
C A R R I Z O . CESAR. — Grande es la patria. 1330. ros de Albacete. 1327. — Lavatorio de pies. 1333.
C O L C O R D , L I X C O L X . — ¡ Yo quiero ver a Roose- G U T I É R R E Z . R I C A R D O . — La última farsa de Ji-
velt ! 1330. rrennsba Ikku. 1327.
C H A V E S , A X G E L B. — La ciencia de mi tio. 1331. G H I O , J U L I O CRUZ. — El forastero. 1328.
C A S T E L L A X O S , J O A Q U Í N . — H loco Frías (1.a GARRIÓOS (Hijo), F L O R E N C I O . — El idioma cas-
parte). 1 3 3 1 . — El loco Frías (2.a parte). 1332. tel'ano en la Argentina, 1329 y 1334.
C A R R A S Q U I L L A - M A L L A R I N O , E. — El hallazgo. G U T I É R R E Z C A M E R O , E. — Bedullito. 1332.
1333. CALVEZ. M A N U E L . — Un buen negocio. 1333.
D I C A R L O . A D E L I A . — La niña pobre y la niña GARRIDO M E R I N O . E D G A R D O . — La novia mu-
rica. 1326. — Rayito de sol. 1323. — Corazón da. 1333.
GUZMAN SAAVEUKA, GKEUUKIO. — Uon Sil- R . \ L ) B O L K . \ E E l J d E L . M. .— Carnaval. 13:;ü,
vano, 1333. R.\ZVAEL, doctor. — Rayos X . 1326.
GUAR>ÍIDO, J O S É MORA.—Heroico- remedio. -1333. R I P A , E D U A R D O . — L a araña. 1326.
H E R E D I A , P E D R O . — Historia extraña. 1327. — RUBÍN D E CELIS, A . — La paz de América. 1327.
El hijo prestado. 1330. R I C H A R D L A V A L L E , E. — Dos dómines. 1328.
H A M I L T O N , H . M. — Hasta el fin. 1329. RUEDA, SALVADOR. — Cuadro húngaro. 1328.
H O U S E , G U I L L E R M O . — Clotilde Gamarra. 1332. RISCO, A. — Mi señdr coronel. 1332.
I X F A N T E . CIRO Z. — Antonio Llórente, el "hombre ROXAXA. — Un bello ejemplo de energía. 1 3 3 3 .
fiera". 1334. ROGGERO E G I S T O . — El espejo' 1 3 3 3 .
LA "DAM.A. D U E X D E " . — Xotas sociales. 1327, R O D R Í G U E Z , R O D O L F O F A U S T O . — La bestia.
1329, 1330, 1331 y 1333. 1334.
L . ^ U M A X N , E . M . — La tierra de la verdad. 1327. R A C H I L D E . — El ladrón. 1334.
L Ó P E Z D E X E I R A . C . \ X D I U O . — El sabio y el SEAMARK. — ?. 1326.
topo. 1326. S O M E R S R O C H E , A R T H U R . — Personas descono-
" L U Z Y S O M B R A " . — Después del veraneo. 1326. cidas. 1326, 1327. 1328, 1329, 1330, 1331, 1332,
— Talle corto y pollera larfía. 1327. — La moda 1333 y 1334.
al día. 1328. — ¡ H o g a r ! 1329.— Sombreros. 1330.
SIC.^RD, L U C I A N O M. — El desquite, 1330.
— Hojas caldas. 1331. — El abrigo. 1332. — La
SOTO H A L L , M. — Revelaciones íntimas de Rubén
maceta luminosa. 1333. — Intimidades. 1334.
Darío. 1333 y 1334.
L U Q U E L O B O S , .T. — Un gran señor del espacio.
T O R R E S L Ó P E Z , CIRO. — El suri de Eufrasio.
1332. — La casa del buen amor. 1333,
1327. — El anchi de Doña Daniela. 1331.
L ' E R M I T E , F I E R R E . — ; Demasiado cocido? 1334.
T R I E G O V I E R . \ , M A X U E L . — Semblanza y gesto
M I A T E L L O , H U G O . — Semillas de alfalfa. 1326. —
de un jugador de raza. 1327.
Cultivos industriales. 1327. — Ensayos de semillas.
T I X S E . \ U , L U I S . — El teléfono homicida. 1329.
1328. — El ray gra.ss. 1330. — El eucalipto. 1331.
U X A M U X O . M I G U E L D E . — ¡Pobre gigante! 1327.
— La gran cosecha i)lanca. 1332. — El desmote
— S. V. O. 1329. — Ya se consabe q u é , . . 1330.
del algodón. 1333. — El problema de las patatas.
l ' R R E C H A . F E D E R I C O . — Yo y yo. 132S.
1334.
l ' R I E L . D A V I D . — El "marajah" de hombres y lle-
M O R E T T I , M . \ R I X O . — Xo es una novela. 1327.
ras. 1334.
M A C I E L , S.-\XTI.\GO. — La enfermedad del viejo
WACCARI. doctor A. — El hombre de los terremotos.
Quilques. 1328.
1327. — Los abismos de un alma periodística.
M A R T I X , E D U A R D O . — El rival. 1329.
1329. — Una mujer que ha freído. 1332. — Los ame-
MAGXASCO, COXR.\DO.—Pájaro de tormenta. 1331.
ricanos. 1333. — Una visita a la ciudad de Anco-
M O L I N A , J U A X RAMOX. — El trabajo intelectual.
na. 1334.
1331.
V I L L I E R S D E L ' I S L E . ADAM. — El intersigno.
M . \ X S O . L U I S . — La maestvita. 1 3 3 1 .
132S.
M O R . \ L E S , G U S T A V O . — El collar de perlas ne-
gras. 1329. VÁZQUEZ CEY. A R T U R O . Cartas de amor. 1334.
M O R . \ L E S , D E L I O . — Parientes ricos. 1 3 3 1 . VILLALOBOS, LUIS DE, Cómo vendí mi voto.
M A X G U D O , CARLOS E R X E S T O . — Bravo, 1333. 1333.
X U S E Z D E PR.^^DO, J A V I E R . — Palingenesik. 1331. VI.Ñ-.\S, A L B E R T O . — El lechuzón. 1333.
O R T E L L I , R O B E R T O A. — M i e d o , . , 1333. W O D E H O U S E , P. G. — El colegio de Ukridge para
P E T E R S , G U I L L E R M O . — Ganadería. 1329, 30,
perros. 1338,
1331, 1332 y 1333. Y U X O U E , A L V . \ R O . — Un gesto del destino. 1334.
P.\GES, E M I L I O . — Thaikaa El Kirghiz. 1330, ZAMACOIS, E D U A R D O . — El "divino Alejandro".
P A Y R O , R O B E R T O J. — 5,G32. 1331, 1326. — Una entrevista en una escalera. 1 3 3 3 .
P - ^ P I X I . GIOVAX.XI. — La buena educación. 1332, Z . \ R I X , A. — Un sueño extraordinario. 1332.

VERSO

AMADOR, F E R X A N F É L I X DE.— Se d i c e . . . 1328. G A R C Í A , L U I S . — Egiptólogos. 1326. — ; H a c e ¡alta


A L M E I I ) . \ , ALIT.^N.A. DE. — El elefante blanco, 13S3. o no hace falta? 1329. — ¡Salvados! 1330. — A
BKAÑA. J O S É M. — Mañana gris. 1329. un corcho. 1331. — El nuevo diputado. 1332. — :
BARRED.^. E R X E S T O M.'^RIO, Bogando. Oriflama. Elementos. 1333. — AMÍ va la nave. 1334.
1334. GÓMEZ H E R X A N . — El viento. 1331.
BÓVEDA, XAV/IER. — Bosque druidico. 1334. H I D . \ L G O , A L B E R T O . — E l sastre "simplista". 1329.
C A R R A S O U I L L - A . M . \ L L A R I X O , E. — El velo ideal. H E R R E R O S , P E D R O . — El libro puro. 1329. — El
1327. romance del veraneo. Mañana en ñores. 1333. ,
C-«.PDEVILA, A R T U R O . — Poemas de otro tiempo. H E R X . \ X D E Z , C I D . — A el negro RatJl. 1 3 3 3 . S
1327. L E D E S M A , R O B E R T O . — El pensador. 1327.
C R E S P O G A R C Í A , M A X U E L . — . \ b r e tu diestra, L Ó P E Z D E M O L I N A . — La fiesta del alma. 1 3 2 9 .
hermano. . . 1333. M A R T I X E Z J E R E Z , J O S É . — Canto a muñeca. 1329.
DIEGO .^RBO, CLARISA G. DE. — La luz. 1327.
M.^iCHADO. A N T O N I O . — Retrato. 1333.
R A X L E R O X L O , C O N R A D O . — Guignol. Amor fe-
— La ofrenda. 1332.
liz. 1332.
F E R X A X D E Z , M O R E N O . — Aldea española. 1327.
( ) C , \ M P O , EDU.MtDO MARÍA D E . — Amanacer en
— Infancia. 1333.
la granja. 1330.
F R . \ N C O , A L B E R T O . — Estampas japonesas. 1334.
PUG.S Y AC.'^L, M A N U E L . — Balada del nadador.
G O X Z A L E Z C A S T E L L U , P E D R O . — Marcha nup-
1327.
cial. 132G.
.;ÍÉ'KÁ";>jkCpBO;\—'Madrigal.-Íá3Ó;-;. S T O R X I . - A L F O N S I N A . — Palabras a Delmira' Agus-
PAZ,- C A R L O S B. — La aurora. 133i: toni. 1328. - •
R O S S I . E D U A R D O R.—El sueño de Margarita. 1327. VÁZQUEZ CEY, A R T U R O . — Noche y Otoño. 1326.
RECA MOLTN.X. H O R A C I O A. — A la hora de! VI.'ÍTLLAC. F É L I X B.—Haz que esta n o c h e . . . 1330.
te. 1332.

REDACCIÓN

Número 1326. — Demostración al señor Luis Prats. •— Almuerzo de despedida al ministro de Francia. —
Festival benéfico. — Visita presidencial a la Bolsa Demostración.— S L . . n o . . . N o . . . s í . . . — Hués-
ñe cereales. — Homenaje a la memoria de Falucho. pedes distinguidos. — El sensacional asunto del pe-
— En el "American Club".—Demostración al doctor tróleo en Washington. — El torneo internacional
Alberto Costabel. — Partida del personal del Obser- de ajedrez en Nueva York, — Campeonato argen-
vatorio astronómico de las islas Oreadas. — Actua- tino de ajedrez. — Abordaje de los vapores "Terier"
lidad política de Córdoba. — Unamuno. — La pe- y "Reina Victoria Eugenia". — La página de la
lea Firpo-1-odge. — I'n crimen inaudito. — Adulte- moda. — Presentación de la compañía de Camila
ración de documentos de identidad y buena conduc- Ouiroga. — Notas de Montevideo. — Nuestros
ta. — Detención de un famoso ladrón sacrilego. — pevjueños visitantes.
Uhimas novedades de la moda. — En el Instituto Número 1331. — El baile en el Círculo Valenciano.—
del Cáncer. — La temporada en Mar del Plata. Fiesta en el Chib Sportivo Barracas. — Regatas
Número 1327. — El rey de los payasos. — Xotas internacionales en el Tigre. — Crítación de una
de Carnaval. — Visita del ministro de Guerra a los cátedra de lectura y declamación. — Conferen-
cuarteles de San Luis. — Los últimos modelos de cia en el Colegio ^lilitar. — Banquete al boxea-
la moda. — Tres grandes humoristas del lápiz, dor Spalia. — En honor del ministro argentino en
noneameicanos contratados para "Caras y Caretas". Francia. — Reunión en la Bolsa de Comercio. —
— La temporada en Mar del Plata. — En honor Actualidades de Rosario. — La lucha electoral. —
del nuevo ministro del PeKi en Bolivia. — Home- El escrutinio en el Congreso. — Los últimos mo-
naje a don Miguel de Vnamuno. — Convención del delos de la moda. — Torneo de tennis en San
partido Demócrata. — Firpo-Spalla. — Quintín Ro- Isidro. — En el lejano este. — La lucha contra la
mero. — Sang-rienta terminación de un baile. — hidrofolria. — Nuestros amiguitos de provincias. —•
Incendio en un vagón de inflamables. — Efectos Ntiestros pequeños visitantes.
del ú':timo temporal. Número 1332. — Demostración al doctor M. A. Villa-
Número 1328. — Demostración al señor Antonio Rilo. rroel. — En el Automóvil Club Argentino. — En
Huésped distinguido. — Don Manuel Láinez. — honor del nuevo ministro plenipotenciario ante eí
Homenaje al ingeniero Jorge Xeubery, — Conven- gobierno de Francia. — Clausura del Congreso del
ción radical. — Comisión del corso oficial. — El Ejército de Salvación. — En el caja de Jubilacio-
nuevo Tesorero General de la Nación. — La ca- nes, Pensiones y Subsidios de empleados de em-
rrera automovilística "Gran Premio" del Automó- presas particulares. — L'na feliz iniciativa de la
vil Club Argentino. — La temporada en Mar del Caja de Ahorro Postal. — En el hogar de eníer-
Plata. — La pelea Firpo-Spalla. — Ultimas nove- mt-ras, — Comisión de indígenas en "Caras y Ca-
dades de la moda. — Baile en el Ticrre Club. — retas". — Notas gráficas de Rosario. — La pelea Fir-
Baile en el C'.uh de. Flore?. — Corso ríe Belgrano.— 3'.T-,M1 Reicb. — Efectos del temporal en Mar del
Baile en el Club Atlético San Isidro. — Corso P'atn. — El momento político juzgado por los doc-
oficial de la Avenida de Mayo. — Baile en el tores Juan B. Justo. Leopoldo i^Ielo. Alfredo Sea-
Club Bel.erano. — Corso de la Avenida Montes de rano. Carlos lliarguren. Joaquín Castellanos y Pedro
Oca. — Corso en la Avenida Almirante Brown.— Podesiá. — Final del campeonato de la Asociación
Nuestros pecjueños visitantes. Argentina de Football. — L'ltimas novedades de la
Número 1329. — Escuelas de vacaciones dependien- moda. — El ex presidente uruguayo Baltasar Brum
tes del Consejo Nacional de Educación. Bachilleres en Buenos Aires. — Doctorados en Bioquímica y
egresados del Colegio Nacional "alaríano Moreno"'. Farmacia. — Nuestros pequeños visitantes.
— Balnearios de moda. — Viaje de la fragata es- Número 1333. — La Biblioteca del Consejo Nacional
cuela "Sarmiento". — Demostración en Río de Ja- de Mujeres: su nueva sede.—Demostración al señor
neiro al doctor Fueyrredón. — Retiro de altos Alfredo Gilardoni. —• Diputados electos por la.
jefes del ejérciio. — En la cordillera. — Los can- capital federal ; su proclamación en el recinto de
didatos Radicales y Socialistas proclamados. — Dis- la Cámara. — Jura de la bandera por los aspiran-
tinguidos visitantes. — Demostración. — Inaugu- tes a oficiales de reserva. — En honor del Encar-
ración de la Exposición de muestras. — Regata»; gado de Negocios del Japón. — Demostración a los
internacionales del Tigre. — All Reicb. — Los úl- ganadores del "Gran Premio Automovilístico". —
timos modelos de la moda. — Alfonsina Storni, Homenaje al nuevo director del Iviuseo de Historia
frente a! mar. — Pescadores y pescados de Mar Natural. — Banquete de la colectividad belga. —
del Plata. — Maestras egresadas de la Escuelí Llegadas de los atletas chilenos. — Concurso lite-
Normal número 6. — En "El Reposo". — El Car- rario municipal. — Recepción del ministro japones.
naval en Montevideo. — Trágico suceso en el Pala- Carrera de las 12 horas en el Hipódromo Argentino.
cio de Justicia. — Falsificación de fichas del Club — Hugo Stinnes. •— Notas de Montevideo. — Se-
Mar del Plata. — Nuestros amiguítos de provin- pelio de las víctimas de los sucesos de la Avenida
cias, — Nuestros peíjueños visitantes. de Mayo. — Rosario social. — Doble homicidio en
Número 1330. — Balnearios de moda: Punta del Este. la Avenida de Mayo. — Sangriento Incidente en
— Mar del Plata. — El doctor Alvear ejerciendo un conventillo. — Falso sacerdote. — Accidente
sus f mi clones de ciudadano. — Las elecciones na- mortal. — Muerte de una señora y suicidio del
cionales. — Duelo, generales Justo - Dcllepiani. — crintlnal. — l^a página de la moda. — La compa-
íiLa dramática de Angelina Pagano. — Egresados senador . socialista.'V— Visitas ministeriales.' '•—•^Lá'^
d e ' l a Academia Xacional de Bellas Artes. — Bachi- tradicional ceremonia del lavatorio de pies. — Inau-
lleres egresadas del Colegio Nacional número 2 de guración de las básculas en los Nuevos Mataderos.
Kosario. — Egresados del Iri'stituto Kacional del — En el Club "Marcelo T. de Alvear", — Notas
Proíesorado Secundario. — Xiiestros pequeños vi- giáilcas de Rosario. — Notas gráficas de Montevi-
sitantes. deo. — Concurso de doma. — Huésped distinguido.
Número 1334. — Xolas varias. — Demostración al — Trágico accidente en el río Paraná. — Grave
doctor Vicente Gallo. —• Campeonato interno de suceso de tráfico. — Incidente sangriento por ur.
tennis en San Isidro. Egresados de la Escuela d** perro. — La página de la moda. — La histórica
Agricultura y Ganadería de Santa Catalina — Una anexión de Fiume a Italia. -— Envicjue Borras. —
pista modelo. — La solemne procesión del Santo Profesoras en Letras egresadas de la Escuela Nor-
Sepulcro. — V Campeonato sudamericano de atle- mal número 1. — Maestras nacionales egresadas de
tismo. — Recepción ofrecida por el Encargado la Escuela Normal de Profesores de Ro^^ario. —
de Negocios del Japón. — Proclamación del nuevo .Vuestros peijueños visitantes.

PROVINCIAS

B U E N O S A I R E S . — Avellaneda: Fiesta en el Club natación. 1329. — Fiesta social. 1330. — En el


de Regatas **AniérÍc.-i". i;í26. — J-iestas de Car- Club Atlético Alemán de Gimnasia. — Demostra-
naval. 13*28. — lixpc.sición en la Academia artis- ción al doctor Elustondo. 1331. — Quequén: Ecos
lica "Gobernndor (.'nniilo''. 1330. — Kermesse a del iem]'Oral. 1334. — Rauch: Inauguración del
beneficio del huspiíal local. 1333. — Ayacuchot centro recreativo "Juventud Rauch en se". 1332. —
Comisión directiva y cuerpo médico del hospital. Ramos Mejía: Ecos del Carnaval. 1333. — Reme-
1326. — Alberti: Comisión de las romerias españo- dios Escalada: Inauguración de una capilla. 1327.
las. 1329. — Alcorta: Romerias españolas. 1333.— — Festival en el Club Atlético F. C. S. 132S. —
Arroyo Corto: Fiestas organizadas por la Sociedad Rojas: Picnic. 1326. — San Fernando: Demostra-
cosmopolita. 1333.— Bahía Blanca: Kermesse. 1326. ción a Tiraboschi. 1326. — Comisión Directiva de
— Picnic. 1327. — \'isiia de los niños del Asilo la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos. 1327. -—
Naval. 1328. — Picnic. 1333. — Bánfield: Ecos Fiestas de Carnaval. 1329. — Ecos del Carnaval.
de Carnaval. 1330. — Bernal: Fiestas de Carnaval. 3 330. — Tardes de moda en el balneario. 1331. —
1328.—Ecos de Carnaval. 1331.—Bragado: Muerte Eauíjuete en honor del señor Remigio Lupo. 1333.
de un famoso cuatrero. 1334. — Carlos Casares: — Comisión para recolectar fondos pro "Ambulan-
Picnic. 132i?. — Comisión israelita pro socorros de cia Municipal". 1334.— San Isidro: Salida del tem-
l:t? victimas ríe los "progroms". 1332. — Carhué: plo. 3 326. — Excursión. 1327. — Baile en el Club
En el lago Epecuén. — Grupo de veraneantes. 1330. Náutico Social. 1329. — En eí Club Atlético San
— Caseros: Ecos del Carna\'al. 1331. — Cañuelas: Isidro. Ecos de las elecciones. 1330. — Homenaje
Ecos del Carnaval. 1332. — Chacabuco: Baile en a la señorita Hárrison. 1334.— San Martín: Baile.
el palacio Municipal. 132S. — Chivilcoy: Fiesta en 3 327. — Santos Lugares: Banquete. 1334. — Tren-
el "("hih Pellegrini". 1328. •— Ciudadela: Ecos del que Lauquen: Torneo de tennis. 132 6. — Fiestas
Carnaval. 1332.—Daircaux : Inauguración del "Pra- lie Carnaval. 1329.—Comparsa "Los hijos del deses-
do Espriñol". — Ec.r; del (i'ariiaval. 13 •1. — El perado". 13 30. — Banquete en honor de los docto-
Paraíso: El t'iub "El Omi'ú'*. — Konu-rias cipa- res l'eüro y Ricardo Ürellana. 1332. — Ecos de
ñ'A:í>. i;;3(i. — Haedo: Picnic. 132s. — Isla Ma- Carnaval. 1333. — Tigre: Comisión Directiva de la
ciel: En el club de regatas "'América". — Banquete ."Sociedad "Gloria que Nace". 1326. — Segunda
de Í:Í .Suciedad de empresarios de constructores. reimión de las regatas de Otoño- 1332. — Fiesta
1333. — J u n i n : Apertura de una calle. 1326. — social en el "Tigre Hotel". 1333. — Tandil: Ban-
Picnic. 1328. — Incendio de! cinematógrafo "Am- quete al señor Esteban Maritirena. 132S. — Tres
bos Mundos". — Banquete en el "Prado Español". Lomas: Picnic organizado por la Escuela N." ..—
1;!H4. — La Plata: Homenaje a los caídos en la Exposición de labores de la Escuela N.* 7. 132 8.—•
revolución de 1905. 1326.— Lujan: Almuerzo crio- 25 de Mayo: Picnic. 1331. — Villa L u r o : Festival.
Dci. 1331. — L a n ú s : Fiesta campestre. 1327. — 1332. — Fiesta en la quinta del señor Maggiori.
l-'iesias del Carnaval. 1329. — Lincoln: Ecot del 3 333. ~ Wilde: Picnic. 1332. — Zarate: K.rrmes-
Carnaval. 1332. — Lomas de Zamora; Ecos del sc. 3 329. — Ecos de Carnaval. 1332.
Carnaval. Picnic. 3 3 3 ] . — Fesiivril en el Club de SANTA FE. — Capital: Banquete al doctor Mosca.
(;ini:i;iMa y Ks-rima. 3 333. — Martínez: Entrega Te dan;:;inie. 3327.— Creación de! Insiiiut" currec-
átl camión-automóvil para primeros auxilios. 132 7. eional de mujeres. 3 328. — Baile en el "(-'hib del
— Fiestas de Carnaval. 1329.— Baile en el Circulo Orden". Bailes en el Círculo Italiano y Centro Es-
Social -Argentino. 1333.—Mar del Plata: Accidente pañol. 1330. — Bamjueie en honor de) señor José
de aviación. 1333. — Médanos: Inauguración de Casenove. 1334. — Carcarañá: Romerías españolas.
la usina eléctrica. 1329. — Morca: Centro sportivo Concierto a beneficio de la Colonia de Vacaciones.
"Juventud Unida". 1329. — Morón: Baile en el 3331. — Caseros: Entrega de la Jefatura de Po-
Club del Progreso. 1331.— Olivos: Elecciones pro- licía. 3 334. — Rosario: Comisión Directiva de la
vinciales. Socias del Club de Tennis. 1328. — Baile Sociedad productores de leche. Enlace en la cárcel.
de disfraz. 1329. — Pehuajó: Baile en la Munici- 3326. — Primera comunión infantil. 1327. — Ca-
palidad. Festival campestre. Demostración. 1329.— rreras de bicicletas. Fiesta en el Centro Cátala.
Pigüc: Demostración. 1331. — Piñeyro: Ecos del 1328. — Ecos de Carnaval. Baile en el Club Ita-
Carnaval. 1330. — Primera J u n t a : Picnic. 1326. — liano. Banquete. 1329. — Ecos de Carnaval. Baile
Punta Chica; Fiesta campestre. 1327. — Quilmes: en el Club Español. 1330. — Ecos de Carnaval.
I- ie>ta campestre. 3 32 7. — Concurso nocturno de Baile de faniasia en el Club Alemán. Festival a
y í, beneficio, de la Sociedad'Anita Gramboldi. 1331.* — .^1332. — Colocación de la piedra fundamental del
'-*'• Notas de actualidad. 1332. — Equipo de 5.a divi- edificio de la Bib'ioteca Alberdi. El doctor Cam-
sión del Club Córdoba. 1332. — S.° aniversario pero inicia su jira de propaganda política; Honae-
de la fundación del Club Xewell Oíd Boys. 1333, naje a Francia. Colocación de tma lápida en me-
—• Rueda: Primera comunión de niños en la granja moria de, los soldados franceses que partieron de
'*Maria Teresa". 1331. — San Lorenzo: Homenaje Tucumán. 1334. — Villa Alberdi: En honor del
a los doctores Aldao y Cepeda. 1329. — Santa doctor Campero. 1333.
Teresa: Edificio de la Sociedad Española de Soco-
MENDOZA. —Capital: Carrera de automóviles. 1326.
rros Mutuos. 1326.—Vera: Ecos de Carnaval. 1331.
Alumnas egresadas del Conservatorio Mvisical de
C Ó R D O B A . — Capital: Actualidad política. 1326.—
Cuyo. El poeta R. Nicolai y personal de la "Quin-
Gran carrera de automóviles Buenos Aires-Córdoba.
cena Social". 1328. — Banquete. 1330. — Cacheu-
La llegada de los corredores. 1330. — Alta Gracia:
t a : Notas veraniegas- 1331. — Puente de I n c a :
Grupo de veraneantes. 1330. — Balnearia: Inaugu-
Grupo de veraneantes. 1330. — Notas veraniegas.
ración de la Federación Agraria Argentina. 1329.—
1332. — Tupungato: Inauguración de un templo.
Del Viso: Descarrilamiento de un tren de pasajeros.
1333.
1332. — General Lavalle. — Romería? españolas.
1332. — Río Cuarto: Demostración. 1327. — Co- SANTIAGO D E L E S T E R O . — Capital: Manifesta-
mida ofrecida al doctor Caray. Lunch al doctor ción política. 1326. — Festival organizado por la
.Sívori. 1328. — Asamblea de delegados de las .\sociación "El Maestro". 1330. — Notas de Car-
Cooperativas de^ la Provincia. 1332. — Baile de naval. Notas de actualidad. 1332.—Banquete. 1333.
disfraz. 1333. — Tancacha: Partidos de tennis. Demostración en el Internaflo Modelo de Niños.
1326 Y 1327. — Villa de Soto; Grupo de veranean- 1334.—Herrera: Fiesta popular. 1327.—La Banda:
tes. 1329. — Villa Constitución: Picnic. 1329. Carreras de liicicletas. 132>-'.
E N T R E R í o s . — Concordia: Ecos de Carnaval. 1331. C O R R I E N T E S . — Bella Vista; Nuevas profesoras de
piano y solfeo. 1329.
— Federación: Picnic. 1327.— Team del "San Mar-
tin FootbalV Club". 132?.. — General Campos: SAN L U I S . — Capital: Jeíe^ y oficiales del 4." grupo
Tennis. Picnic. 1326. — Nogoyá: Equipo del Club de ariilleria de montaña. 1326. — Visita del minis-
"San Luis". 1328. — Villa Crespo: Baile de dis- tro de Guerra. Homenaje a Falucho. 1327, — Pro-
fraz. 1330. clamación de candidatos a diputados, 1329.—Ecos
T U C U M A N . — Capital: Miembros del partido Libe- de Carnaval, 1331. — Raid automovilístico Chile-
ral. 1326. — Jira de profesores entrerriano?. Comi- Buenos Aires. 1332. — Banquete. Demostración en
sin Directiva del "Club Atlético AU-Boy's". 1327. honor del general Solari, 1333. — Elecciones nacio-
— Concurso de natación. Proclamación del doctor nales. Baile. 1334.
Bascary para Gobernador de la Provincia. 132S. — SALTA. — Rosario de la Frontera: Demostración.
Intervención Nacional. Ecos de Carnaval. 1329. — 1326. — Nazareno: Inauguración de la Estación
El juez Federal doctor Bencí. presidiendo la junta del Ferrocarril. 1329.
escrutadora, 1330. — El interventor doctor Gondra J U J U Y . — Capital: El comisionado nacional y sus
y otros. El escrutinio. 1331. — Notas de actualidad. ministros. 1327.

TERRITORIOS

P A M P A . —- General Pico: -Fiesia campc-sirc. I:iaugu- Agrícola". 1 -íoO.—Ojeda: E-i.-uela "El Hog;ir Agrí-
ración del puente "Gobernador Molina". Comisión cola". 1327.
de damas del Hospital "'Felipe Centeno". 1326. — CHACO. — Resistencia: Nuevas profesoras de corte
Banquete al doctor Molina. 1327. — Fiestas de y confección. 1327 y 13 31. — Banriuete de confra-
Carnaval. Fiestas en la Sociedad Española de Soco- ternidad ítaloespañola. 1332.
rros Mutuos. 1329.—Picnic. 1331.—Hucal: Picn:c. M I S I O N E S . — Fosadas: Hospital regional. 1326. —
1333. — Intendente Alvear. Escuela "El Hogar Bompland : Nuevos servicios de a^itolius. Picnic. 1333.

NOTAS EXTRANJERAS

A L E M A N I A . — Berlín: Fiesta en le hotel "Espian^- Somatén de la primera región. En el Ateneo. 1327.


•^e", organizada por la Asociación pro acercamient-^ — Los procesos militares. 1330. — Homenaje a
comercial con Sur y Centroamérica. 1330. Jacinto Benavente. Inauguración del Museo-Institti-
•oRASlL. — Río de Janeiro: Comisión financiera bri- to de Valencia de don Juan. Campeonato de España
tánica que visita el pais. Recepción diplomática de "Hockeo". 1331.
ofrecida por el Presidente de la República en el FRANCIA.—Chamonix: Campeonato de "Skis"'. 1329.
palacio Catette. Inauguración de la radiotelefonía — París: J )escubrÍmÍento de la urna fjue guarda
oncial. 1326. — Ceremonia de la entrega del Pa- el corazón de Voltaire. 1330. — Reunión de dele-
bellón Argentino, donada al gobierno brasileño. gados belgas, franceses y Isritánícos en el Ministerio
1331. de Trabajo. Homenaje de Egipto al soldado desco-
ESPAÑA. _ Madrid: Entrega de la bandera al So- nocido. La fiesta. "Mardi Gras". 1333.
niaién. Alfonso N I I I pasa revista a las fuerzas del I T A L I A . — Roma: Firma del tratado de Roma y pacto
de amistad entre Italia y Yugoeslaviá. Marinos norte-"' F i r m a ' d e l tratado, de com'erció ita1oiTiOTÓ.*';Firittá'/del ^J
americanos visitando el Coliseo. Hpmenaje al sol- acuerdo económico entre Italia y Yugoeslavía. 0
dado desconocido por los estudiantes de Genova. 1333.
1330. — pío X I impartiendo su bendición a los RUSIA. — Tchita: Proceso del general Pepeljaev y 25 ^^
fieles. Sesión de clausura de la Conferencia Inter- oficiales. 1331.
nacional pro reducción de armamentos. Proclama- URUGUAY. — Montevideo: Regatas internacionales.
ción de Ins cíuididato? He la lista Nacional. 1326. — Notas veraniega?. 1327.

DIBUJOS

EN COLOR

A L O N S O . — Carátula; La? últimas elecciones. Figu- Figura de actualidad; Doctor Ricardo Aldao. 1323.
ra de actualidad: Kokuro Moroi. 1331.—Carátula: Ilustraciones: El intersigno. l;-i28.—S. V. O. ' 1329.
Hombre no fe ejiojes. Figura de actualidad: M. ¡ ^"o <iiiiero ver a Koosevch ! 1330. — l'n suei'io
Juan Loiseleur des Longcbamps. 1332. extraordinario. 1332. — La :iovia muda. 1333. —
ALVAREZ, E D U A R D O . — Carátula: .;Cuál de lus Antonio Llorejile. el hombre fiera. 1334.
dos? Figura de actualidad: Doctor Roírelio Araya. R E Q U E N A ESCALADA. — Ilustraciones: El hom-
1326. — Carátula: Carnaval de 1924. Figura de ac- bvey su máscara. 1329. — Mi señor coronel. 1332.
tualidad: Doctor Julio A. Roca. 1327. — Carátula: R O M E R O DE T O R R E S , J U L I O . — Composición:
Preparando el menú. 132ÍÍ. — Carátula: . . . c a l ó el .^alomé (óleo). 1329.
d h a p e o . . . ' F i g u r a de actualidad: Contraalmirante S I R I O , A L E J A N D R O . — Ilustraciones: Las pisadas
Carlos C Paireaux. i:329.— Carátula; La pesadilla misteriosas. — 1326. — Poemas de otros tiempos.
actual. 1334. Aldea española. 1327. — Carátula: El gran match
B E S A R E S . — Ilustraciones: El anclii de doña Da- de ajedrez. Figura de actualidad: Doctor Pablo To-
niela. 1331. — r>on Silvano. 1333. relio. 1330. — Ilustración; 5.C32. Figura de actua-
B O N O M I . — Ilustración: El collar de perlüs ne- lidad; Doctores Adolfo Calvete y Carlos Gallegos
gras. 1329. Mcnano. 1331. — Carátula: La línea divisoria. Fi-
CAN ASI. DANTE.—Composiciones: Rapsodia (óleo). gura de actualidad; Comr.i. Alessandro Mondolfi,
133Ü. — ].:i dama del lago (óleo). 1331. Hon. (iiov.inni ("liurati. capitán Cario M. Crenet.
F I O R E S I , G. — Composición: Dos hermanitos (óleo). 1333.
1320. V I L L E G A S , F. — Composición; Amapolas (óieo).
GRÜN J U L E S . — Composición; Arreglando las flores 1327.
(óleo). 1332 2 U B I A U R R E , RAMÓN DE. — Composición: En la
L L A N A C E S , J . — Composición: En el mesón fóleo't Romería (óleoi. 132)?.
1334. 2 U B I A U R R E . V A L E N T Í N DE.—Composición: Cas-
MACAYA. — Ilustración; Histori; extr:i tillo de M,<mbciti-an lnleo>. 1333.

EN NEGRO

A L V A R E Z . E D U A R D O . — Ilustraciones; Apuntes del y liecho. El nuevo diputado. 1332.—r>icho y hecho.


ma|ich Firpo-Lodge. IM-Jtí. — La pelea Firpo-Spalla. Eleme;uo5. I"n buen negocio. 1333. — Dicho y he-
132r!. cho. Allá va la nave. Vn burócrata. Canas de
B E S A R E S . — Ilustraciones; La señorita de la renta. amor. 1334.
1329. — El encanto de ios humildes. — El hijo P A L A C I O S . — Ilustraciones: El tio que perdió SJ
prestado. 1330. — El hallazgo. 1333. silla. 1329. — Parientes ricos. 1331.
BO.NOMI. — Ilustración: Clotilde Gamarra. 1332. R E Q U E N A ESCALADA. — Ilustraciones; La tierra
K U P F E R . — Ilustración; Aspecto del ring ia noche de la verdad. 1327. — El claro del bosque. 1330.
del match Firpo-Lodge. 1326. — La bestia. 1334.
LARCO. — Ilustración: Cuadro húngaro. 1328. R E D O N D O . — Ilustraciones; A Sarrasqueta le hacen
MACAYA. — Ilustraciones: El labriego de Vimianzo. el cuento de las limosnas (1.a parte). Comentarios.
Egiptólogos. Dicho y hecho. 1326. — Un peritaje 1326. — A Sarrasqueta le hacen el cuento de las
trágico. El suri de Eufrasio. 1327. — -Dicho y limosnas (2.a parte). Comentarios 1327. — Sarras-
hecho, l^a '"entenie" bispanoitaliana juzgada por queta acata las ordenanzas. 1328. — Sarrasqueta
Amarrete. 132.-;. — Dicho y hecho. ; H a c e falta o experto. 1329. — Comentarios. 1330. — Sarrasqueta
no hace ía!l;i: 1329, — Dicl'.o j - hecho. ¡Salvados! mus de ocasión. Comentarios. 1331.—• Comentarios.
Grande es la patria, l-^l dcsiiuite. i:i;iO. — Dicho y 13o2. — La hrinradez recompensada. Comentarios.
hecho. .A un corcho. 1 .os dcM-rlore?. 13;'.l. — Dicb.j ]:;;:r..— Sarra^quela y los jieli^ros de la calle. 1334.
RETRATOS FOTOGRÁFICOS

A R R I X G T O N , E R N E S T O . 1326. C A X E P A , H O R A C I O . 1326. ' Franco, Luis L. 1333.


Alvarez, Antonio. 1326. Calles Plutarco, Elias, general. 1327. Funes, Faustino. 1333,
Arrastúa, Felipe. 1327. Coceo, Héctor, contador de 1.a 1329. Fonseca, Amalia. 1333.
Acevedo, Ángel, Tte. de fragata. 1329 Cosentino, Benjamín, Ing. 1329. Ferrario, Florindo, 1333.
Alvarez, José Luis. 1329. Cornell, Ricardo, general. 1329. Fernández, María del Carmen. 1333.
Andreis. Fernando de. 1329. Castellanos, José D. 1329. Franchelli, Honoria. 1333.
Albani, Eugenio. 1329. Carballo, Raúl. 1329. Ferrari, Alfredo. 1333.
Araño, Ercilia. 1329. Coca. Joaquín. 1329. Fernández, J. 1333.
Alvarez, Clara. 1329. Carugbi, Celia. 1329. Ferro, Juan J. 1334.
Ant(;^aza. Amalia. 1329. Cámara Ruth de la. 1329.
Algan, Elena. 1329. Capablanca, José Raúl. 1330. GARCÍA BLAXCO, E. 1326.
Adaro, Esteban P. 1329. Casares, Olga. 1330. García, Damián Agapito. 1326.
Alekhine, Alejandro. 1330. Cavalcanti y .Mburquerque, G. 1330. Giacurabo, Adelina, doctora. 1327.
-\rellano, Enrique. 1330. Castellanos. Joaquín, doctor. 1332. Gutiérrez. Ricardo M. 1327.
Arneodo. .^na. 1330. Cerrillos. Beatriz. 1332. Guillot, Víctor Juan. 1329.
.\bad Consuelo. 1330. Caussade, Carmen. 1332. Guzzo. Domingo. 1329.
Aguilera, general. 1330. Casenave, Juan de. 1332. González Iramain, Héctor. 1329.
Aranguren, Dr. Ramón. 1331. Celsi, Santiago A., doctor. 1332. Güimaraes. Manuel. 1329.
Avila. Julio E., doctor. 1332. Craviotto, José, doctor. 1332. García Velloso, Luz. 1330.
-Amador. Fernán Félix de. 1333. Cattaneo, Angélica. 1333. Griffin. Robert S.. almirante. 1330.
Anselmetli. Velia. 1333. Castro. María Esther. 1333. Goicochea. María. 1330.
Andolfatto, Luisa. 1333. Capdehourat, .Angela. 1333. García Moreno, general. 1330.
Amaya, Juan. 1334. Campos, José A. 1333. Gutiérrez, Elíseo. 1330.
Ambrosoni. Héctor. 1334. Cocito, Alejandro. 1333. Giordano. Raúl, doctor. 1332.
Arzuaga, Miguel. 1334. Correa. Lascano R. 1334. González Carbalho. 1333.
Arzuaga, Roberto. 1334. Calderón. .Adela. 1334. Giaiupietro. Rosa. 1333.
Comas, Francisco. 1334. Giménez, María Deüa. 1333.
BASL J O R G E . 1326. Guitian. Esperanza Arias de. 1333.
Bianchi, .Adolfo. 1327. DÍAZ. J O S É . 1326. Galloni. Elvira L. 1333.
Bendandi, Rafael. 1327. Drago, Jorge Santiago. 1326. Goldenberg, Luisa. 1333.
Belloni, Arturo. Tte. de fragata. 1329 Doni, Carlos. 1328. Genez, Ireneo Saín. 1333.
Borracbía, Florinda. 1329. Diaz. Miguel P., doctor. 1328. Goldenstein. B. 1333.
Bidegain, Pedro. 1329. Dlckmann, Enrique, doctor. 1329. García. R. 1334.
Bergalli, Héctor. 1329. Dellepiane. Luis F., general. 1330. González Marín. José. 1334.
Bunge, Augusto, doctor. 1829. Denby. Edwin. 1330.
Broggi, Elsa. 1329. Danvila. Alfonso. 1331. H t ' E R T A . A D O L F O D E LA. 1327.
Benonasco. Irene. 1329. De León, Ángel. 1332. Hernández, Manolo. 1332.
Barcos. Justo, doctor. 1329. De Prando, Luis, doctor. 1332.
Barbrani, Fernando. 1329. Duiowy. Luisa. 1333. I R I A R T . JUAX C . doctor 1329.
Barones de Blumenthal. 1330. Daglio. .Angélica. 1333. Ibarguren, Carlos, doctor. 1332.
Bogoliubow. E. 1330. Ducasse, Francisco. 1333. Isaura. Mary. 1332.
Bi.ubuir. Carlos. 1330. Dalí Zotto. Ángel R. 1333. Igartúa, Marcelino 1.. doctor. 1332.
Britos. Juan José V., Dr. 1331. Di Bernardi. Juan. 1334.
Bravo, Mario, doctorí^'l331. Dova. Francisco. 1334. JU.STO. JUAX B., doctor. 1329.
Bonanova, Fortunio. 1332. Justo, Agustín P., general. 1330.
Brun, Baltasar, doctor. 1332. E S T E V E Z . CARMEX R. DE. 1326. Jano\vsl<y. David. 1330.
Boerr. Marcelino, doctor. 1332. Estrada, Enrique, general. 1327. Justo, Juan B . . doctor. Í332.
Braga, Lucas, doctor. 1332. Estevez, Raúl. 1329.
Bistoletti, Luis F., doctor. 1332. Estevez, Eduardo. 1329. L O R E X Z O . P. D U I L I O . 1326.
Bandoni. .Mfredo J.. doctor. 1332. Elicetche. Victoria. 1333. Láinez, Manuel. 1328.
Blotta, Elisa. 1333. Eberbach, Wolígang. 1334. Laville, Julio A., 1329.
Bartrons, Francisco E., Dr. 1333. Eraso. Abel J. 1334. Lecumberry. Modesto. Tte. 1329.
Braña Rodríguez. Antonio. 1333. Enrico. M. H. 1334. López Carpió, Luis -A. Cont. 1329.
Blanco Piusa, Victorino. 1333. Estevez, Martin David. 1334. Luciani, Olga. 1329.
Braña Rodríguez, Juan. 1333. Escobar, F. 1334. Landaburu, Laureano, doctor. 1329.
Barausse. Lucía. 1333. Laslier, Eduardo. 1330.
Bouza. Obdulia. 1333. F I R P O . L U I S A X C E L . 1327. Lasker, Manuel, doctor. 1330.
Butterini. Eduardo. 1333. Fragueiro. Alfredo. 1328. Lacanal, coronel. 1330.
Blanco, Filomena. 1333. Fuente. Mariano de la. 1328. Lasala, Antonio. 1333.
Verdiales. Betanzina. 1333. Florido, Pedro. Tte. de navio. 1329. Lin, Alfredo. 1333.
B
" i i a . Blanca X. 1333. Fablet. Julián. Cap. de fragata. 1329. Larazón, .Alfredo. 1333.
Berdiales, Julia S. 1333. Fonrouge. Guillermo. 1329. Lara, Humberto. 1334.
Blanco, Federico. 1333. Fernández Lima, Elvira. 1329. López, Arturo. 1334.
Balza, Justo p . 1333. Ferrari, Josefina. 1329.
Benitez. Juan B. 1334. Ferrari. .Aurelia S. 1329. M E X D E Z , E M I L I O . 1326.
Benzo. Santiago. 1334. Fagioli. Luis. 1330. Martin. Federico .A., teniente. 1329.
Brunetto, Luis A. 1334. Fernández. León, coronel. 1330. Maleva, Luis, Tte. de Frag. 1329.
Barroso, Isabelita. 1334. Frontera, Juan, 1332. Mainer. Joaquín, Ing. de Maq. 1329.
Barroso. América. 1334. Flores, César, doctor. 1332. Molinari. Diego Luis. 1329.
Barroso, Irene. 1334. Fontanellas. Amparo. 1333. Moluindo. Anihal, doctor. 1329.
Borras, Enr;ique. 1334. Ffingi. .\melia. 1333. Mnzzio, .\gustin S. 1329.
i'.;^^or. i\eii.iiuu, üuciüi. io:iy. .^egrcl. Margol. looO.
Mulle, Ana M. 1329. Principe de Wittgenstein. 1330. Sirvent, coronel, 1330k
Manfrini. Josefina. 1329. Principe de Lippe. 1330. Saro. general. 1330.
Marshall, Fraiik .1.. 1330. Principe de Karolat. 1330. Scarano. .Alfredo, doctor. 1332.
Maroczy, tk-za. 1330. Pa'oroba. Ricardo. 1330. Solari. Amalia F.. doctora. 1332.
Martínez. Delia. 1330. I'érez, Lilis. 1330. Savazzini, Lilia A., doctora. "1332.
Moglia, María? 1330. Piazza. Pablo. 1330. Susso, - Xicolás Antonio. 1333.
Martínez Piñeyro. coronel. 1330. Pecanha. Nilo. doctor. ]332. Sbinnes, Hugo. 1333.
Marenco, Eryaslo. doctor. 1332. ]'odestá. Pedro, doctor. 1332. Salza. Carlos Emilio. 1333.
Meló. Leopoldo, doctor. 1332. Palo?. Francisco. 1332. Sinisterra, Amelia, 1333.
Martin, Matilde. 1332. Ponce, Jorge, 1332, Savastano, .Amalia B., 1333,
Montany, Manuel. 1332. Pereyra, Flora. 1332, Silvert. Pedro, 1333,
Marconi, Jacinto D., doctor. 1332. Pustilnik, Rebeca. 1333. Si.xto, Emilio E., 1333.
Matera. Carlos, doctor. 1332. Pagano. Angelina, 1333. Suaya, Antonio. 1334.
Malusardi. Blanca. 1333. Patrón, Ana H, 1333,
Mascordi. Emilio. 1333. Padin. María, 1334, TABOADA, C,A,SP.\R, 132S,
Maas, Carlos. 1334. Plaza. Jlanuel. 1334. Torello, Pablo, doctor, 1829.
Minetti. Domingo. 1334. Tergano. Juana. 1329.
Moreno, V. 1334. O r i R E L L I . CELE.STIXO. 132fi. Tartokower. Savielli. doctor. 1330.
Mesejo, Emilio. 1334. Ouiroga. Modesto, doctor. 1329. Tomasini. Elvira. 1333.
Ouiroga. Alberto, doctor. 1329. Todd, sir Joseph Wliite, 1333. -;
X U S E Z , A D O L F O . 1330. Querencio. C. A., doctor. 1330. Thomas, Xilo. 1334. i
Novero, Anita. 1333. Ouiroga, Camila, 1330,
Xewhery, Guillermo. 1334. Ouintana, .Samuel, doctor. 1332.
l " X . \ M l - X O . M I G U E L DE. 1326.
OU.STALET. L f l . ' í . 1327. R O M E R O . O r i X T I X . 1327.
Oliver Calixto. Tte. de Frag. 132ÍI. Revol. Pedro. 1329. VACARL J O S É . 1326.
Oddone, Jacinto. 1329. Reich. All. 1329. A'illegas. Miguel. A'A. de navio. 1329.
Olarra, José. 1330. Razzetti. Maria E. 1329. X'élez. Gregorio, general. 1329.
Oliver. Francisco J.. doctor. 1331. Russo. Carmen. 1329. \'idiri. Carmen. 1329. 3
Orellana, Ricardo, doctor. 1332. Ruíett. José Maria. 1329. Vives. Amadeo. 1330.
Orellana. Pedro, doctor. 1332. Ruiett. .Vida Florentina. 1329. Vives. Amadeo. 1332.
011er. Antonio, doctor. 1332. Robinsón, John K, 1330. Villar. Alicia. 1333.
Olguin, Eleodoro. l 3 3 4 . Retí, Richard. 1330. Valeiras. .Antonio. 1333.
Ruiz Fornell, coronel. 1330. Vandiero. Héctor D. 1333.
P I X I . H É C T O R . 1327. Rey. Francisco, doctor. 1332. Vitarella, Juan C. 1333.
Roccatagliata. .Otilio, doctor. 1332. Valhinia. Valerio. 1334.
Pelizola, José. 1327. Ré. Lucia. 1333. X'izconde tle Pirrie. 1334.
Pintos. Martin. 1327. Roxlo. Conrado Xalé. 1333.
Pallus de Rubito. Rosa. 1327. Romani. Matilde. 1333. W I X K l . E R . A L : C L \ . 1329.
Padilla, Ernesto, doctor. 1328. Kcossí. Luis. 1333. Watt ("Iregory. Tomás. 1330.
Pastor Florencio, Tte. de Frag. 1329. \\'a.k, .\ngel. 1330.
Podestá, Pedro, doctor, 1329, SPALLA. H E . R M I X I O . 1327.
Poggi. Juan S.. doctor. 1329. Sánchez Guadalupe, general. 1327. ^"ATES. F. 1). 1330.
Pena. Tose Luis. 1829. .Siches. Jorge. Tte. de navio. 1329.
Pérez Leirós. Francisco. 1329. Serrato. Juan G., coronel. 1329. ZURl'FT.A. T O M . \ S . COXT. 1329.
Pracchia. Marta. 1329."'',. Sulllván, Guillermo, doclí>r. 1320. Zamora. .Antonio. 1330.
Pinko. Esther. 1S29. .Stravon. Silas H. 1330. Ziu-ini. Blanca. 1333.
Panighini, María. 1329. Scarcella, Julio. 1330. Zigíiano. Fortun.aio. 1334.

GRUPOS DENOMINADOS

Número 1326. — VA ílocior Alvcar y otros. — Kl dnc- C. de Alonso. Gonsuelo. luán Carlos y Mercedes
tor Alberto Cnstahcl y oiro>;. — El doctor Rr-ca y A!on?o y señora de Caliallc. — Señorit.i^ de Kicci.
otras. — "El ingcnit-ro Dnnlel T. Gavier y otros. —- Señoritas Montes de Oca. Grill y otras. — Seño-
Número 1327. — Kl gi-inrrrtl Insto y otros. — Kl ritas PíTcel. Etchecopar y i<iras.—Señoritas Masía.
doctor rinilk't y oíros. — El general Primo *U- Berrutti y otras. — Doctor Lijó. Pacia y oíros.—
Rivera y otros. — El señor Osorio y Calíanlo y Señoritas .Sackmann y Alharracin. — Señoritas Hi-
otros. — El señor Elias Bonnemaison y otros. — dalgo. Orma y otras. — Familias de Fernández,
El doctor Kicardb Rojas y otros. — El general Montes de Oca y otras. — Familias Giraldi. Cánepa
Obregón y otros. y otras.
Número 1328. — El embajador de los Estados Unidos, Número 1329. — Tenientes coroneles Barrionuevo y
los minisíj-os de Relaciones Exteriores. Marina, Solari. — Señor Macera y familia. — Señor A. de
Agricultura y otros. — El doctor Zubizarreta, inge- la Vega y otros. — Doctor Ezequiel Vbatuba y
niero Millán y otros. — Señora Ana M, de Figue- otros- — Raúl Silva Castro y otros. — Doctor José
roa y su hija. — Señora Monte Domecq y señoritas Lo-Zito y otros.
Genes Romero. — Señor Alfredo Catelín y señora. Número 1330.— .Señoritas de Cnitiérrez. Beríe y otras.
— Señoritas Meinke y Doblas. — Señoritas Arias Doctor José Barral y Señor Monte Domecq. — Seño-
y WilHam. — Señoras Wnitle-Biile, Terzolo y Dn- rita Rosi y señor Boga. — El ministro del Interior,
íour. — El Jefe de Policía y otros. — Señora Tnana el Director General de Correos y otros. — Ministros
^' diíerentes personalidades de los diversos partidos, el doctor José Luis Camilo, el almirante Manuel
depositando su voto. Domecq García y otros. — El doctor A. M. Xlnsair.
Número 1331. — El doctor Alvear, la señora de Alvear y otros. — El cacique Juan Llanquetruz y otros.
y otros. •— El doctor Sagarna. el señor Alfredo G. Número 1333. — El general Broquen y otros.—El señor
Villalba y otros. — El doctor Alfredo Fernández Renzo Sarrada y otros. — El señor Doello Jurado >
otros.
Verano y otros.— Wm. Howard y otros.— El doctor
Número 1"334. — El ministro de Marina, el represen-
Federico Alvarez de Toledo y otros. — Señoritas de
tante diplomático del Japón y otros. — El doctoi
Pasman, Méndez, Delfino y otras.—Señoritas Cabred, Juan B. Justo y otros. — El ministro de Guerra y
Díaz, Pettes y otras. — El rey Alfonso, don Jacinto otro?. — El ministro de Relaciones Exteriores y
Benavente y otros. — El general Pepeljaer y otros.— otros. — Monseñor Ezcurra y otros. — El Intenden-
Número 1332. — El doctor Federico Alvarez de Toledo, te Municipal y otros.

FOTOGRAFÍAS DENOMINADAS

A R R O Y O . — Visita presidencial a la Bolsa de Cereales. ARROYO, BELL. VARGAS Y CHIAVAZZA. — Ac-


Match Firpo-Lodge. 1326. — La pelea Firpo-Spalla. jualidades de la semana. 132S.
132S. — El doctor Alvear ejerciendo sus funciones L E L L . — Huésped distinguido. 132S. — Solemne pro-
de ciudadano. 1330. — En honor del ministro pleni-
cesión del Santo Sepulcro. 1334.
potenciario ante el gobierno de Francia. 1332. —
Recepción del ministro Japonés. 1333. \"ARGAS. — Las clásicas reuniones en el "Ocean Club"
ARROYO Y B E L L . —Actunlidades de la semana. 1326, dtr M:ir del Plata. 1826. — Repalas internacionalef
1327 y 1334. L-n L-1 Tigre. 1331. — Proclamación de los diputados
A R R O Y O , B E L L Y VARGAS. — V.« Campeonato sud- (riectos por la Capital Federal. Carrera de las 12
americano de atletismo. horas en el Hipódromo Argentino, i:->33. — Con-
A R R O Y O Y VARGAS. — Actualidades de la semana. rurso de doma. 1334.

LOS LIBROS

Número 1326. — "Poemas medioevales", por ^íanuel (.•aidcira.


Lugones. — "Leyendas aborígenes", por Valentin M. íúmero 1331. — "l.iieratos y t.^pícos españoles", por
Graciano. — "Tinieblas"', por Elias- Castelnuovo. — X'fntnra ("numillas. — "Armón i as", por Gustavo R.
"Un hogar", por Samuel Eichelbaum. — "El jardin I.enus.—"l'nn mujer fronteriza"'", por Gaspar Martín.
secreto", por Evar Méndez. — "Maironas y Maes- — "El doci'T Francia", por Enrique Wisner de Mon-
tras", por Alberto Meyer Arana. L:e>ier. — "K? una novia Sevilla", por J. Muñoz San
Número 1329. — "El árbol, el pájaro y ;a fuente", por Román. — "VJ am<,ir como redención". pí>r Fernando
^ C. Córdoba Ilurburu. — "Lu? senderos dt ]talia". Ay*i)c>r So1.'recas;t>.
por José Pacifico i )tero. — "El di\'orcio como insti- '•Jmero 1333. — "Tradiciones históricas", por Bernardo
tución religiosa", pcjr H. Lartigau Lespada. — "El Frías. — " L a Saboyana", por Alfonso Danvila. —
jardín de mis recuerdos", por Irene Barthalot. —• "Casa de Oración", por Cionzález Carbalho. — "Una
"La senda florida", por José M.a Olmos Cárdenas.— de ella.';", por Carmen I-una. — "España". — "Enci-
"Gracia y Castalia", por María ,\ngé'.ica ]\Iéndez clopedia Hípasa.

VARIEDADES

Número 1326. — Un servicio ideal de teléíonus. — Una barca, viejo bar<iuero. — Papel de plantas acuática^.
anécdota de Rodin, contada por Anatole France. — — El Cristo de Burgos. — Himno al Rin. — Mr.
l"n nuevo deporte inglés. — Las arrugas <^,e la cara Ford, profeta. — El cania del poeta. — Infeliz de la
y los espejos. — Lo que valen las perlas. — La aspi- que nace hermosa. —• Ea nueva enfermedad de la
rina y las flores. — La .hoja eterna. — La velocidad radiomanía. — Rayos y sombras. — La radiotelegra-
del sonido en el agua. — Un aparato visual para firi. — Los "chatjffeurs" examinados cien tíficamente.
motoristas. — Apólogo. — Los dementes. — Estu- Kúmcro 1328. — A las mujeres pobres. — El credo de
pendo descubrimiento histórico. — La velocidad de los Ku-Klux-Klanes. — La maldad. — Lo que su-
los trenes en Inglaterra. — Lo que vale un hombrf. fren los animales para que las nnijeres se adornen
Número 1327. — Luz apagada. — Refranes sobre e! y abriguen con pieles. — Alambre de aluminio. —
amor y la mtijer. — La lección de Franklin. — For- Un nuevo procedimiento para conservar la madera.
tunas hechas con los deportes. — Las anguilas y la — Curioso fenómeno. — La mujer. — Como el mo-
destrucción de las mosquitos. El mayor yacimiento lino.—Enérgica campaña contra las actuales modas.
de hitrro magnético. — Burros con suerte. — Vieja — Se medirá la tierra por medio de la radiotelefo-
nía..— Una de las más altas torres. — Lindo modo -Número 1332. — La producción de los Estados Unidos.:''^
de iniciar un "flirt". •—. El secreto. — Un edicto — Setecientos edificios para" un libró,. sagrado. —^ •
contra la raza de color. — E! "año nuevo" judío en Huelga-de los sombreros.-— El verdadero arte. —
,. NoAv ^'ork. -r- En una reválida de veterinaria. — El Los árboles frutales y las carreteras. — El " t r u s t "
bastón de mariscal. — La invención del fósforo. de las propinas. — La muerte del amor. •— Historia
Número 1329. — Los troncos secos. —• Las lágrimas. y origen del ámbar. — Camilo Flammarión. — La
— Canciones. —; ¿Se acabarán los monos? — Lns unión de las iglesias. — Los botines sucios. — El
chimeneas más altas del mundo. — El hombre más nuevo Abraham. — Igualdad. — El aspirante a aca-
feo'del mundo. — Dedo prehensil para manos dobles. démico. — Contraste. — Un tiburón destrozado por
— La marea comercial más" vieja que se conoce. — una lancha.
Los diez mandamientos del marido. — Los animales Número 1333. — El obelisco de San Pedro. — El ayuno»
domésticos en la propagación de la tuberctilosis. — verdadera panacea. — Un olvido que debe salvarse.
El consumo de la carne de caballo. — Los indígenas — El feminismo en el extranjero. — La obra de
de Australia. — La edad de la tierra. — Sopa de Pasteur. — El aporte de América a la literatura. —
cerveza. — Histórico. — Curiosidades de nuestro ca- Para guiar los aviones a través de la niebla. —
lendario. •— Xuevo invento. Casas con resortes. — Justo premio. •— El periódico
Número 1330. — Distintos puntos de vista. — El pre- más antiguo del mundo. — Los términos "fuerza"
sidente Ebert sólo gana 110 pesos. — ¿Qué significa y "potencia" y el signo " H P " . — Una estatua céle-
la risa de un niño? — Hospedería para solteras. — bre. — La radiotelefonía y el culto. — Curioso ma-
E! iiremio Noel. — La energía eléctrica. — En favor jiuscriío. — El derecho de primogenitura, curioso
del sistema métrico-decimal. — La sidra asturiana. caso nue se r^resenta en el Brasil. — Los fracasados.
— Cómo debe usted sentarse. — Las tres carretas. — Países sin culebras. — Papel del bazo en el orga-
Número 1331. — Un ministro modelo. — Antigüedad ni.=mo. — ; Cuidado con las tulas !
de las campanas. — La cuerda del ahorcado. — La Número 133-i. — Cómo se salva a las víctimas de la
modestia de Paderevosky. — l ' n colono. — Un in- tr'cciriridad. — El soldado desconocido. — Una ciu-
vento que interesa a los automov¡lista5, — Un amigo (biH li.-ira el "pilie". — Nombres y apellidos largos.
femenino. — El mejtjr oculista. — Canciones. — La — La caridad, — La evolución del periodismo mo-
misa de nochebuena. — Un incidente curioso. — >e dera:'i. — La cárcel. •— Método práctico para des-
descubrió un nuevo cmieía de octava magnitud. — troncar un campo. — La industria de los automó-
(Grandeza del universo. — La calvicie apócrifa. — Un vi'es en los Estados Unidos. —• Los hijos de Back.
inr.íido en una cabellera. — l,a polilación de Nueva Vork.

ENLACES

Número 1326. — Catalina Bour con Luis Beltrán Nei- KM.-a A. Standke con Azíz J. Dil.i. — E.-iefanía
roi. — María Echandia Gullerce con Carlos Derudi. Kl izaba raíz con Jaime Cardeyro. — Emma Mijares
— Ermijida Calina con Tomás Jaime. — Teresa COI) Joaquín Manso.
Giannini con Alfredo Cípettini.—Taverna-Macagnc). Número 1331. — Obdulia Arce con Alfredo J. Bales-
Número 1327. — Ana Rosa Garret con Juan F. Lan- Trini. — Elsa María poviña con César R. Torres,
glois Idalgo. — Amelia Isolina Galimberti con Raúl — .'"^ara Trapa ni y Lara con Edelmiro A. Cabello.—
J. \'erdí. — Torgelina .'^erra con Francisco Cristia-
( arolinn Galán con Roberto R. Ortega, — Podestá-
no. — Dclia Biancheiii con Mario Gorostegui. —
(iaravar.o. — María Adciaida Avaro con Bautista
María Ferrero con Lorenzo ^L'lglione. . — Bertha
l'oüíidío. ~ Blanca Ferreyra con Gregorio R. Obre-
Alvarez con, ("Germán Kramiñar.. — Rosarito Pardo
o6n. — D'Ur^o-Catrie.
cciU Enrique M. "^"aicnian. — Susana Labn^gle coii
el doctor Alberto Diez de Medina. Número 1332.— Juana A. Garre con el doctor Enrique
M. Canil ire. — Mari a Elena Pretile con WilÜain
Número 1328. — Raquel D^ra Schapira con Adolfo
Gover. — Elena Estela Rivelli con Horacio E. Cu- Cainiie. — Nely Teich con Wálter Hahn.
chettí. — Ana E. Ibarra con Manuel Arbillaga. — Número 1333. — Julia Elena Scboo Lastra con Rafael
Luisa A. Díaz con Dalmiro E. Costa. López Agrelo.—Eloísa Mulhall con Carlos Alberto
Número 1329. — Trini Bonilla con Antonio Pintos T'ardo. — Esther Casco con Miguel Alfredo Molina.
Moure. — Margarita Rodríguez Andía con Enrique — María Isabel Casalnuovo con Roque Domingo
T. Badaraco. — Ana Angélica Hermann con el Cisana. — Sofía W. de Rosemberg con Miguel
doctor Remo Pietranera. — Catalina E. Foniíaii Rosemberg. — K. Almeida Huerta con Benigno
con Luis D'Alessandria. — Soto-Lascano. — Anita Montes de Oca. — Paulina Pausíilník' con David
Pía con Félix Bautista. — Dominga Moni i crjn .Mniaieck. — Pa'aco-Garríoní.
Ricardo Monies de Oca. Número 1334. — Vüa Palacios-Méndez. — Sachetto-
Número 1330. — Carmen Moscato c-m Cl^ecri S. líu- Jainu-, — .^ola-Díaz. — .'~ímargÍonÍ-Di Prinzio. —
nader. — María Faz¡(.' con Antonio ."^cognaniido. — Kt'lmiío-Gjanoglio. — Ferrand o-H oreada.

BODAS DE ORO Y DE PLATA

Número 1327. — Rosario PalopoH y Vicente Jovarone. Esposos Molina.—Cándido Mayo y Juana Boullon.
Esposos Lofredo.—Luisa Baclo y ]^orenzü Ramassa. Esposos Nutti.
Número 1333. — Nessí-Piccardo.
— Esposos De Vila. — Maria V. de Guerra y Vi-
Número 1334. — Luisa Cogorno y Nicolás Bartgnia.
cente Guerra. — Maria Pozo y José Han franco. — Guillermo y
Número 1329. — b'austino Posse y María C. Posse. — Juana Forta.
NECROLOGÍA

Número 1327. — María Angélica Xeira. — Nieves Binoghi de Carrau. — Emma . C. Accinelli.—Andrés
Espasea de Betbeder. — Elvira C. de Ciaffone. — Roca. — Patricio Méndez. — Miguel Gíordano. —
Angela F. de Fissito. — Concepción Pérez. — Ra- Ramón Cornell. — Silvio Xasurdi.
fael Meo. — Gabriel Sanfeliú. — José Fernando Número 1332. — Regina Correa de Frigero.—Petrona
Renzis. — León A. Durand. A. B. de Abra güín. — SilTia Conca. — Filomena
Número 1328. ' — Úrsula de Coup. — Carmen L. de Taranlino de Melandra. — Francisco Lojo, — Vic-
Médici. — "Edmundo Piazza. — Ángel C. Bocci. — torio Trueco. — Luis Felisia. — Cándido Berti. ---
Prudencio Ramón Fredes. — Alfredo Gasti. — Ca- Isidoro i í . Suárez.
milo Raffo. — Cirilo Caballero. — Juan Parodi. — Número 1333. — María Gastelumendi de De La Ries-
Ángel Mira. tra. Sofía ]!)e Mayo de Laico. — Lorenzo Bussio. - -
Número 1329. — Filomena Romana de Carelli. — Sara Sabino Ingratta. — Enrique P. Sargenti. —• übaldo
A. Rayos. — Mariana B. de Kicotera. — Francisco Acosta.
Bertoletti. •— Vicente Frezza. — José Orlando. — Número 1334. — Doctor Carlos A. Becú. — Elena
Horacio Durañona. — Fortunato Hárrison. Morallee de Cozorno.—Carmen D. L. de Ponzio.—
Número 1331. — Berta Quinteros Ramos de Prother. Adela B, de Cobas.—-Francisca Mengelle de Milich.
— Martina R. de Lanzetti. -;- Luisa Cordillo de —Agostino Raffo. — Ezequiel Rey Várela.—Miguel
Castrofilo. — X él ida F. Caray Ferreyra, — Inés Mi chelín i. — Bernardo I L Begrísteín.

GALERÍA INFANTIL

Número 1326. — Adolfo y Abel Marroüo Asereto. — Amor. -— Raúl JuÜo del Molino Torres Morteo.
Joacjuín Héctor Echagiíe Pereyra.—Haydée Amelia Número 1331, — Corina María Calvo.—Xíña Mulhall.
Alonso. — Pedrito R. Blanqué.
Número 1327. — Ernesto. Mangudo Lascano. — Hilda Número 1332. — Xíña Culotta. — Jorge D. López
María Carraro. —- Lita Ambrosini Cañáis.
Bacigalupo. — José Luis Fara.
Número 1328. — María Irene Lesea Galup.—Enrique
Número. 1333.—Xiño Xocetto.—Hipólito E. T. Bonin.
Cano Torrazza.—María Rosa Fernandez Bonamino.
Número 1329. — Atílio y Lydia Cimíni. — Merceditas — Xélída Carmen Mutis.
Dora Burgos Santillán. — Liria Esther Marguiegui. Número 1334. — Tí'rgc Ernesto Xewbery Hueyo. —
Número 1330. — Hebe y Emma Ferrari. — Roberto Héctor Mrdírdalena. — Xoem; Morello.

SECCIONES ALTERNADAS

Comentarios. — En los números 1326. 1327, 1330, Ajedrez. — En los números 1327. 1329. 1331 y 1333.
1331, 1332 y 1333. Pasatiempos. — En los números 1327, 1328, 1332 y
Auto, Moto y Aviación.—En los números 1326, 132B, 1334.
1330, 1332 y 1334. Correo sin estampillas.—

SECCIONES PERMANENTES

En todos los números; Concurso infantil para colorear Oibnios. Concurso de dibnjos infantiles.

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