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Vocabulario de mexicanismos :

comprobado con ejemplos y


comparado con los de otros
paises hispano-americanos
por Joaquín García Icazbalceta

Índice

Vocabulario de mexicanismos

Comprobado con ejemplos y comparado con los de otros países


hispanoamericanos

o Advertencia
o Provincialismos mexicanos

o A

o B

o C

o CH

o D

o E

o F

o G
Vocabulario de mexicanismos
Comprobado con ejemplos y comparado con los de otros países
hispanoamericanos

Joaquín García Icazbalceta


-III-

Advertencia
Al morir el autor, llevaba impreso hasta la palabra filvan, y dejó concluida la letra
G, con la que se proponía cerrar este primer tomo. En carta -la última de su vida- a uno
de sus corresponsales, decía: «El Vocabulario avanza poco á poco; he terminado la G y
allí cortaré para formar el primer tomo y soltarlo: veremos qué suerte corre, y según sea
ella seguiré ó no este pesado trabajo».

De acuerdo con la idea de mi padre publico ahora el primer tomo, y procuraré hacer
otro tanto con el segundo, que él comenzó a preparar.

En la parte impresa por el autor, le ayudaron especialmente los señores don José
María Vigil y don Rafael Ángel de la Peña. Reciban estos excelentes amigos las gracias:
tal como se las hubiera dado mi inolvidable padre.
Por vía de prólogo, me ha parecido oportuno reimprimir el estudio del autor sobre
provincialismos mexicanos, inserto con este título en la página 170 del tomo tercero de
las Memorias de la Academia Mexicana Correspondiente de la Real Española.

México, 7 de mayo de 1899.

LUIS GARCÍA PIMENTEL

-[IV]- -V-

Provincialismos mexicanos
Invitada bondadosamente esta Academia por la Real Española para contribuir al
aumento y mejora de la duodécima edición del Diccionario vulgar, se le enviaron unas
mil trescientas cédulas, después de discutidas detenidamente en nuestras juntas. Verdad
es que esa labor no fue del todo fructuosa. Buen número de cédulas no halló cabida en
la nueva edición; pero basta que más de la mitad de ellas fuera admitida, para que no
pensemos haber trabajado en vano. Aunque mezcladas, formaban en realidad dos partes
distintas: una, las adiciones y enmiendas a las palabras españolas; otra, los
provincialismos mexicanos. Ignoramos qué criterio estableció la Real Academia para
admitir o desechar las cédulas; y el simple examen del Diccionario no puede dárnosla a
conocer. En la parte primera bien podemos quedar contentos con el número de las
admisiones, puesto que nos entramos en el terreno propio de los ilustres académicos de
Madrid; y habérsenos dado lugar en él, poco o mucho, debe ser justo motivo de
congratulación para nosotros; sea que nuestra propuesta fuera causa de la admisión, o
que simplemente coincidiéramos con el propósito que ya tenía la Academia de admitir
tales voces en su Diccionario; porque de todos modos nos es grato recibir la aprobación
de Cuerpo tan distinguido. No habérsenos abierto de par en par las puertas, puede
argüirnos de haber errado muchas veces, lo cual no sería maravilla; pero puede también
significar, en ciertos casos, que esas voces españolas desechadas, aunque corrientes aquí
y en otras partes, no tenían aún derecho a entrar en el cuerpo de la Lengua, que debe ser
común a cuantos pueblos la hablan. Y es curioso notar, que ciertas voces que no nos
atrevimos a -VI- proponer -entre ellas onusto y peragrar- aparecieron en la nueva
edición del Diccionario. Tocante a nuestros provincialismos, es de creerse que la Real
Academia aceptó aquellos que encontró apoyados por autores antiguos, o que le
parecieron de conocimiento más necesario, por designar objetos sin nombre propio
castellano. No podía conocer cuáles eran de uso tan general en México, que debieran
considerarse como incorporados ya definitivamente en esta rama americana; porque
nosotros -preciso es confesarlo- pocas veces cuidamos de advertirlo, y en realidad no
era fácil establecer semejante distinción.

La Academia Mexicana ha creído conveniente publicar en sus Memorias la lista de


las cédulas que fueron acogidas por la Real Academia Española. Comienza ahora por las
correspondientes a la letra A, y dará sucesivamente las demás, suprimiendo las
definiciones propuestas, por carecer ya de objeto. Al hacer esta publicación no le lleva
mira alguna de vanagloria, que le estaría mal y que no alcanzaría con tan corto trabajo;
ni menos pretende reivindicar la exigua parte que tiene en la última edición del
Diccionario. Quiere tan sólo mostrar que no ha permanecido ociosa, y al mismo tiempo
dejar consignadas algunas etimologías que no aparecieron en el Diccionario, y unas
cuantas autoridades que de ningún modo podían caber en él, por rehusarlas su plan.

Por causas conocidas de esta Academia, y cuya exposición no interesaría fuera de


ella, no fue completo el examen de la undécima edición del Diccionario, ni se
recogieron muchas más adiciones y enmiendas que habrían resultado, sin duda, si todas
las letras del alfabeto se hubieran revisado. Tenemos noticia, aunque no oficial, de que
la Real Academia prepara ya otra edición de su principal obra, y creemos, porque lo
pasado nos lo asegura, que recibirá con su acostumbrada benevolencia lo que le
propongamos.

Nos vemos, pues, en el caso de entrar de nuevo al mismo campo, donde queda
todavía copiosa mies. Y aun cuando así no fuera, nos quedará el deber de colegir los
provincialismos de México, que caen de lleno dentro de nuestra jurisdicción.

Penoso es haber de confesar que en este camino casi ningún auxilio encontraremos
que nos alivie la jornada. No existe obra en que expresamente se trate de los
provincialismos de México, mientras que otras naciones o provincias
hispanoamericanas han recogido ya los suyos, si bien con diferente método, varia
extensión y desigual éxito. Entre los trabajos de esta especie corresponde el primer lugar
a las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano, del insigne filólogo don Rufino
-VII- José Cuervo: obra que cuenta ya cuatro ediciones 1, y que, como lo han notado
varios críticos, no corresponde a su título, porque le excede con mucho. Verdadero
tesoro de erudición filológica, da riquezas no tan sólo a quienes quieran estudiar los
provincialismos hispanoamericanos, sino a cuantos usan de la lengua castellana. Es, sin
embargo, una pequeña muestra, nada más, de la pasmosa erudición del autor, que
vendrá a descubrirse toda entera, si, como tanto deseamos, Dios le conserva la vida para
dar término a su asombroso Diccionario de construcción y régimen de la lengua
castellana, de que solamente disfrutamos ahora el primer tomo2.

En su inestimable trabajo sigue, en cierta manera, el señor Cuervo, el orden


gramatical, comenzando por la prosodia, donde trata de la acentuación y de las vocales
concurrentes. Pasa luego al nombre, de cuyos números, géneros y derivados trata: habla
largamente de la conjugación, en seguida de los pronombres y artículos, de los verbos y
partículas; corrige en otro capítulo las acepciones impropias, y termina con el examen
de las voces corrompidas o mal formadas, así como de las indígenas o arbitrarias. En
todas partes derrama gran copia de doctrina, apoyada con numerosos ejemplos de
autores: enmienda los defectos del habla de sus compatriotas -de que en gran parte
adolecemos también nosotros-, y no es raro encontrar en sus páginas verdaderas
disquisiciones filológicas. Diseminados en todo el curso de la obra se encuentran los
provincialismos colombianos; pero es fácil hallar los que se busquen, mediante el índice
alfabético con que termina el libro.

Existe asimismo un Diccionario de chilenismos, por don Zorobabel Rodríguez 3,


actual secretario de la Academia Chilena Correspondiente: trabajo estimable, aunque
inferior al que acabamos de mencionar; y no creemos ofenderle con esta calificación,
porque a pocos es dado llegar a la altura del autor de las Apuntaciones: acercársele es ya
mucho. El método es el del Diccionario de galicismos de Baralt: orden alfabético en
párrafos más bien que artículos estilo a veces ligero y picante. El autor no halló acaso
escritos bastantes para autorizar muchas de sus voces, y se resolvió a citar con
frecuencia los suyos propios: determinación exigida sin duda por la necesidad, y que
disculpa en el prólogo; pero que a alguno parecerá extraña. A lo menos no es corriente
entre lexicógrafos.

-VIII-

El Diccionario de chilenismos dio pie a unos Reparos que escribió don Fidelis P.
del Solar4, en tono un tanto agresivo, y en no muy castizo castellano. Contiene, sin
embargo, observaciones fundadas.

Cuenta el Perú con un Diccionario de peruanismos 5, por Juan de Arona, seudónimo


del conocido escritor y poeta don Pedro Paz Soldán y Unánue, hoy miembro de la
Academia Correspondiente del Perú. A semejanza de Rodríguez, y probablemente por
igual razón, suele citarse a sí propio, como autoridad. Sigue el método de Baralt y de
Rodríguez. Es obra de mérito, donde hallaron cabida, más de lo conveniente, amargas
censuras y aceradas pullas contra la sociedad en que vivía el autor. Deslúcela también
un tanto el tono de ciertas críticas del trabajo del señor Cuervo.

La Isla de Cuba ha producido cuatro ediciones del Diccionario casi-razonado de


vozes cubanas, por don Esteban Pichardo6, en que se incluyen muchas de historia
natural. Tiene forma rigurosa de diccionario: en artículos y a dos columnas. Rara vez se
dan autoridades; y sobre haber introducido el autor variaciones ortográficas de su
cosecha, llegó en ciertos artículos a tal desenfado, que ni a los diccionarios, con ser por
su naturaleza tan laxos, puede tolerarse.

Con motivo de las Apuntaciones del señor Cuervo publicó don Rafael María
Merchán en el Repertorio Colombiano 7 un erudito artículo en que hizo notar la
conformidad de Colombia y Cuba en muchas voces, locuciones y aun defectos de
lenguaje.

De palabras de la antigua lengua de las Antillas tenemos un glosario agregado a la


Relation des choses de Yucatan, del ilustrísimo fray Diego de Landa, publicada por el
padre Brasseur de Bourbourg8. Otros glosarios de voces americanas se hallan en algunos
libros, como en el Diccionario de América de Alcedo, y señaladamente en la bella
edición que la Real Academia de la Historia hizo de la grande obra de Gonzalo
Fernández de Oviedo. Tales como son, sirven bastante, y lo que de ellos se saca es casi
lo único que nos resta de las lenguas antillanas, desprovistas de gramáticas y
vocabularios en forma. Últimamente han aparecido en las Actas y Memorias de las
Academias Venezolana y Ecuatoriana listas de voces propuestas a la Real Academia
Española, entre las cuales hay algunos provincialismos de aquellas Repúblicas.

-IX-

A los trabajos mencionados -que tenemos a la vista- hay que añadir otros de que,
por la funesta incomunicación en que permanecen las Repúblicas hispanoamericanas,
no nos ha sido dado alcanzar más que noticias vagas y acaso erradas. Tal sucede con una
colección de provincialismos del Ecuador, por don Pedro Fermín Ceballos, actual
director de aquella Academia Correspondiente; y en igual caso se hallan una
recopilación de voces maracaiberas; un extracto9 del Diccionario -al parecer inédito- de
vocablos indígenas de uso frecuente en Venezuela, por el finado don Arístides Rojas; un
trabajo de importancia tocante a Buenos Aires, y algo más que se oculta sin duda a
nuestras indagaciones.

Mas solamente con lo que ahora tenemos basta para advertir con asombro, cuán
grande es el número de voces y frases que nos hemos acostumbrado a mirar como
provincialismos nuestros, siendo en realidad comunes a otras tierras hispanoamericanas.
Está muy extendida la errada creencia de que esos provincialismos son tomados, en su
mayor parte, de las lenguas indígenas que antes de la conquista se hablaban en los
respectivos lugares. Sin negar que son muchos los de esa clase, es sin comparación
mayor el número de los que salen de la propia lengua castellana, y han desaparecido en
su patria original, o por lo menos, no han entrado al Diccionario. «Es curioso ver -dice
el señor Cuervo10- el número de voces, más ó menos comunes entre nosotros, que ya en
la Península han caído en desuso: hecho éste muy fácil de explicar para quien tenga en
cuenta la incomunicación en que vivieron nuestros abuelos y en que hemos seguido
viviendo nosotros con los españoles transfretanos: tales vocablos son monumentos y
reliquias de la lengua de los conquistadores, que deberían conservarse como oro en
paño, si la necesidad de unificar la lengua en cuanto sea posible y razonable, no exigiera
la relegación de muchos de ellos». Y en otro lugar dice 11: «Si los vocabularios del
gallego y asturiano, del catalán, mayorquín y valenciano, y del caló mismo, esclarecen
muchos puntos de la fonética y la etimología castellanas, las peculiaridades del habla
común de los americanos no pueden menos de ser útiles al filólogo, por dos conceptos
especialmente: lo primero, porque no habiendo pasado íntegra al Nuevo Mundo la
lengua de Castilla, á causa de no haber venido el suficiente número de pobladores de
cada profesión y oficio, la necesidad ha obligado á completarla y á acomodarla á nuevos
objetos: -X- lo segundo, porque habiendo venido voces, giros y aun corruptelas que
están hoy olvidadas en la Metrópoli, no pocas veces hallamos en nuestro lenguaje la luz
que nos niegan los diccionarios para comprender y comprobar vocablos y pasajes de
obras antiguas».

Considerados por este aspecto los Diccionarios de provincialismos americanos,


adquieren una importancia que no aparece de pronto en el título. Pero si aislados la
tienen, mucho crece cuando reunidos y comparados se advierte que no son grupos
aislados de voces y frases, importantes tan sólo para quienes se valen de ellas en el trato
común, sino partes de un todo grandioso, cuyos dispersos componentes no han sido
hasta ahora congregados.

Al verificarse la conquista carecía España de un Diccionario propiamente dicho, y


no le tuvo sino hasta dos siglos después, cuando los beneméritos fundadores de la
Academia Española dieron brillante comienzo a sus tareas con la publicación del gran
Diccionario de Autoridades (1726-1739), que por desgracia verdaderamente lamentable
no ha vuelto a imprimirse, pues la segunda edición (1770) no pasó del tomo primero.
Aquel trabajo, como primer ensayo, resultó necesariamente incompleto; y por lo mismo
que según el plan adoptado los artículos debían ir fundados con la autoridad de uno o
más escritores, no tuvieron cabida muchas voces del lenguaje vulgar no escrito que para
aquella fecha habían desaparecido. Se habrían hallado muchas, con todo, si entonces
corrieran ya impresas tantas obras antiguas que después han salido a luz, y que no
pudieron disfrutar aquellos laboriosos lexicógrafos, quienes, a la verdad, tampoco
llegaron a recoger todo lo que tenían, ni se engolfaron mucho en la antigüedad. Ni el
Diccionario vulgar ha agotado todavía los provincialismos de España: menos aún las
voces antiguas. Hecho tal trabajo, se vendría en conocimiento de que muchos de los
llamados provincialismos de América se usan asimismo en provincias españolas,
particularmente en Andalucía: otros aparecerían como voces antiguas sepultadas en
escritos de épocas remotas.

Al pasar a Indias conquistadores y pobladores, trajeron consigo el lenguaje vulgar


que ellos usaban y le difundieron por todas partes, aumentándole con voces que solían
inventar ellos mismos para suplir la parte deficiente de su propio idioma, de que nos
habla el señor Cuervo, y con las que tomaban de las lenguas indígenas para designar
objetos nuevos, o relaciones sociales desconocidas. El continuo movimiento de los
españoles en aquellos tiempos daba por resultado que al pasar de unos lugares a otros
llevaran y trajeran palabras tomadas en cada uno, -XI- las comunicaran a los demás, y
aun las llevaran a España, donde desde antiguo echaron raíces ciertas voces americanas,
en los documentos oficiales primero, luego en las relaciones e historias de Indias, y al
cabo en el caudal común de la lengua. «De nuestro modo de hablar -decía a fines del
siglo XVI el padre Mendieta 12- toman los mismos indios, y olvidan lo que usaron sus
padres y antepasados. Y lo mismo pasa por acá de nuestra lengua española, que la
tenemos medio corrupta con vocablos que á los nuestros se les pegaron en las islas
cuando se conquistaron, y otros que acá se han tomado de la lengua mexicana». Así nos
explicamos que en todas partes se encuentren vocablos de las lenguas indígenas de
otras, aunque a veces estropeados, o con cambio en la significación.

Conocido el origen del lenguaje hispanoamericano, ya comprendemos por qué no


solamente nos son comunes voces y locuciones desusadas ya en España, sino hasta los
defectos generales de pronunciación y la alteración de muchas palabras. A los
andaluces, que vinieron en gran número, debemos sin duda el defecto de dar sonido
igual a c, s y z; a ll e y: en general acostumbramos pronunciar unidas vocales que no
forman diptongo, diciendo cái, máiz, páis, paráiso, óido, cáido, véia, etc., etc.:
cambiamos, añadimos o suprimimos letras, mudamos los géneros, y aun decimos
verdaderos disparates con maravillosa uniformidad. ¿Nos hemos puesto de acuerdo para
todo esto? Imposible: las lenguas no se forman ni se modifican por ese medio. ¿Es el
resultado de continuo trato y comercio entre los pueblos hispanoamericanos? Jamás ha
existido. ¿De dónde viene, pues? De un origen común, tal vez modificado en ciertos
casos por circunstancias peculiares de las nuevas regiones.

Y esas palabras, esas frases no tomadas de lenguas indígenas, que viven y corren en
vastísimas comarcas americanas, y aun en provincias de la España misma, ¿no tienen
mejor derecho a entrar en el cuerpo del Diccionario, que las que se usan en pocos
lugares de la Península, acaso en uno solo? «Valdría la pena -dice Merchán- escribir un
Diccionario de Americanismos, fijando, hasta donde fuese posible, la etimología de
ciertas voces que todos, desde Río Grande á Patagonia, entendemos ya, y darlo á España
diciendo: De los cuarenta y dos millones de seres que hablamos español, veintisiete
millones hemos adoptado estas palabras con este sentido: ellas son el contingente que
tenemos el deber y el derecho de llevar á la panomia de la lengua». Ya desde antes
defendía don Andrés Bello los mal llamados americanismos. «No se crea -escribe en
-XII- el prólogo de su Gramática- que, recomendando la conservación del castellano,
sea mi ánimo tachar de vicioso y espurio todo lo que es peculiar de los americanos. Hay
locuciones castizas que en la Península pasan hoy por anticuadas, y que subsisten
todavía en Hispano-América: ¿por qué proscribirlas? Si según la práctica general de los
americanos es más analógica la conjugación de algún verbo, ¿por qué hemos de preferir
la que caprichosamente haya prevalecido en Castilla? Si de raíces castellanas hemos
formado vocablos nuevos, según los procederes ordinarios de derivación que el
castellano reconoce, y de que se ha servido y se sirve continuamente para aumentar su
caudal de voces, ¿qué motivo hay para que nos avergoncemos de usarlos? Chile y
Venezuela tienen tanto derecho como Aragón y Andalucía para que se toleren sus
accidentales divergencias, cuando las patrocina la costumbre uniforme y auténtica de la
gente educada. En ellas se peca mucho menos contra la pureza y corrección del
lenguaje, que en las locuciones afrancesadas de que no dejan de estar salpicadas hoy día
las obras más estimables de los escritores peninsulares». Salvá defendió también el
derecho de las voces americanas a entrar en el Diccionario, y dio el ejemplo incluyendo
muchas en el suyo, aunque no tantas como quisiera, por las razones que expresó en el
prólogo.

Notamos hoy dos defectos igualmente viciosos en el lenguaje: quienes le destrozan


con garrafales desatinos en lo que parece castellano, y le completan con galicismos;
quienes pretenden llevar la atildadura hasta el punto de no admitir, por nada de esta
vida, voz o acepción que no conste en el Diccionario de la Academia. Los primeros no
tienen cura, porque manejan una máquina que no conocen, y cuyo mecanismo no
quieren estudiar o no alcanzan a comprender. A los otros podría preguntarse, qué sería
de la lengua, si cuantos la hablan o escriben se sujetaran a tan riguroso sistema. A la
hora en que tal se verificara, la Academia misma se encontraría encerrada en los límites
que ella tuviera fijados; carecería de objeto, y no podría hacer más que aumentar el
Diccionario con el rebusco de voces usadas por los autores cuyos escritos estuvieran ya
aceptados como autoridad. La lengua castellana quedaría fija, muerta como la latina; y
las lenguas cambian, pierden por una parte, ganan por otra, ya con ventaja, ya con
detrimento, pero no mueren, sino cuando mueren los pueblos que las hablan. Tan difícil
es, decía cierto lexicógrafo, fijar los límites de una lengua en un diccionario, como
trazar en la tierra la sombra de un árbol agitado por el viento. El vulgo y los grandes
escritores crean las voces y locuciones nuevas: -XIII- aquél a veces con acierto
instintivo; éstos conforme a la necesidad o a las reglas filológicas: el uno las introduce
con el empuje de la muchedumbre; los otros con el pasaporte de su autoridad. Preciso es
que alguien proponga, para que haya materia de examen. Las Academias no inventan:
siguen los pasos al uso, y cuando le ven generalizado, examinan si es el bueno, para
rechazar novedades inútiles o infundadas, apartar lo bárbaro o mal formado, y acoger
con criterio lo que realmente sirve para aumentar el caudal legítimo de la lengua. Oficio
suyo es presentar el fiel retrato de ella en el momento de tomarle; mas no le pinta a su
antojo. Las palabras nuevas andan fuera del Diccionario, no porque sean sin excepción
inadmisibles, sino mientras no son aceptadas por quienes pueden darles autoridad, y se
averigua si son dignas de aprobación definitiva. Los individuos mismos de las
Academias, como particulares, emplean en sus escritos voces y frases que, reunidos en
Cuerpo, no se resuelven todavía a admitir en el Diccionario. No temamos, pues,
valernos de voces nuevas; temamos, sí, acoger sin discernimiento las malas.

¿Por qué, pues, hemos de calificar rotundamente de disparate cuanto se usa en


América, sólo porque no lo hallamos en el Diccionario? Esos mal llamados disparates
¿no son a menudo útiles, expresivos y aun necesarios? ¿No suelen ser más conformes a
la etimología, a la recta derivación o a la índole de la lengua? Deséchese enhorabuena,
con ilustrado criterio, lo superfluo, lo absurdo, lo contrario a las reglas filológicas; pero
no llevemos todo abarrisco, por un ciego purismo, ni privemos a la lengua de sus
medios naturales de enriquecerse.
Propendemos en América a sacar verbos de nombres, y es cosa que mucho se nos
imprueba (sin estar por cierto vedada), aun cuando sean ellos útiles para atajar
circunloquios y economizar el verbo hacer, tan ocasionado a galicismos. Traicionar,
después de mucho rondar las puertas, al fin se entró por ellas, y tomó asiento en el
Diccionario. Mas no han logrado igual fortuna acolitar, que abarca todo el oficio de los
acólitos, y no es puramente ayudar a misa; festinar, hijo legítimo del latín, y buen
compañero de la aislada festinación, agredir, latino también, más enérgico y concreto en
ciertos casos, aunque defectivo, que acometer o atacar; harnear, mejor, como derivado
de harnero, que aechar, vocablo huérfano, sin etimología en el Diccionario vulgar, y con
una descabellada en el de Autoridades 13, extorsionar, de extorsión, y -XIV- otros.
Dictaminar, que se usa aquí, en Chile, y probablemente en las otras Repúblicas, ha
corrido peor suerte. Hace cuarenta años que le recomendó Salvá y le acogió en su
Diccionario: nuestra Academia le propuso, y lejos de ser aceptado, fue excomulgado
nominatim en la Gramática (1880; página 280), donde se le calificó de «invención
moderna, á todas luces reprensible». Igual censura mereció presupuestar, y Juan de
Arona se burla de él, teniéndole por «grosero, bárbaro, rudo verbo». No le
defenderemos, ciertamente; pero el hecho es que corre, por lo menos, aquí, en el Perú y
hasta en España, y acaso llegue a encajarse en la lengua. El participio irregular
presupuesto ha venido a convertirse en un sustantivo de grande importancia para todos:
su origen de presuponer casi está olvidado, y con un paso más salió de él un verbo que
no se parece al otro, y equivale a «hacer ó formar un presupuesto». Ni tampoco es caso
único en nuestro idioma. De exento, participio irregular de eximir, y al mismo tiempo
sustantivo, ha salido el verbo exentar; de sepulto (irregular de sepelir, anticuado)
sepultar; de expulso (irregular de expeler) expulsar; de injerto (irregular de ingerir, y
sustantivo) injertar. Entre nosotros, el vulgo ha llegado a sacar de roto (irregular de
romper) rotar, que la gente educada nunca usa, si bien cuenta con análogos en derrotar
(disipar, romper, destrozar), y malrotar (disipar, destruir, malgastar la hacienda u otra
cosa). Con el tiempo, alguno de estos verbos americanos entrará al Diccionario en pos
de traicionar; y cuando esté legitimado, los pósteros se admirarán de nuestros
escrúpulos, como ahora nos admiramos nosotros de los del autor del Diálogo de la
Lengua.

En último caso, y aun tratándose de verdaderos disparates, esa conformidad en


disparatar es punto digno de estudio. Cabe menos aquí el acuerdo, y habremos de
ocurrir, ya que no al arcaísmo o a la herencia común, por lo menos a alguna razón
fonética, a predisposición particular de los hispanoamericanos, o a cierta modificación
de sus órganos vocales. General es la dulzura y suavidad del habla, particularmente en
el sexo femenino; y tanta, que si en unos sujetos es agradable, en otros llega a ser
empalagosa. No sé si la exageración de esta cualidad o la constelación de la tierra, que
influye flojedad, nos hace tan amigos de la sinéresis; porque, a lo menos para nosotros,
es más suave y cuesta menos trabajo pronunciar leon, que le-ón; páis, que pa-ís, ói-do,
que o-í-do; cre-ia, ve-ia, que cre-í-a, ve-í-a. A-ho-ra se convierte a cada paso en aho-ra,
y aun o-ra: no hay para nosotros c ni z, todo es s, letra que pronunciamos con suma
suavidad; y prodigamos, a veces hasta el fastidio, los diminutivos y términos de cariño.
Es un hecho, que -XV- la pronunciación de los españoles recién llegados, y sobre
todo la de las españolas, nos parece áspera y desagradable, por más que la
reconozcamos correcta. Pasados algunos años, raro es quien no la suaviza, y entonces la
encontramos sumamente agradable. Esta tendencia de la lengua a modificarse en
América es digna de estudio; lo mismo que la causa de los trastrueques, supresiones y
añadiduras de letras, cuando son comunes a diversas regiones.
Ninguna investigación puede ser fructuosa sin la previa reunión de los vocabularios
particulares de todos los pueblos hispanoamericanos: faltando algunos, pierde el
conjunto su fuerza, la cual resulta del apoyo que las partes se prestan mutuamente. El
material está incompleto: no hay datos suficientes para juzgar. A cada nación toca
presentar lo suyo; algunas así lo han hecho ya: nosotros permanecemos mudos. Si
pretendemos tener parte en la lengua, si queremos ser atendidos, preciso es que
reunamos nuestros títulos y los presentemos a examen: de lo contrario, el mal no será
únicamente para nosotros, que merecido le tendríamos, sino que, privando de una parte
al conjunto, le debilitaremos, y en fin de cuentas, perjudicaremos a nuestra hermosa y
querida lengua castellana. Difícil es, en verdad, el trabajo, y más propio de una sola
persona, para que haya perfecta unidad en el plan y en la doctrina; mas como tal persona
no se ha presentado hasta ahora, esta Academia tiene que acudir a la necesidad. No debe
aspirar desde luego a mucho, porque no alcanzará nada; y ser remota la esperanza de
llegar felizmente al fin, no es razón para dejar de poner los medios. El soldado está
obligado a pelear como bueno; no a vencer. La Academia puede publicar sucesivamente
en sus Memorias lo que vaya recogiendo, y allí quedará para que ella misma, o quien
quisiere, lo aproveche después.

De los dos métodos adoptados para formar los Diccionarios de provincialismos


parece preferible el que no se ciñe a la forma rigurosa de Diccionario, es decir, el
adoptado por Rodríguez y Arona, a imitación del de Baralt. Permite explicaciones y
observaciones que no caben en la estrechez de una pura definición, y aun reminiscencias
o anécdotas que contribuyen grandemente al conocimiento del origen, vicisitudes y
significado de las voces: se presta asimismo a dar cierta amenidad relativa a un trabajo
árido de suyo, con lo cual se logra mayor número de lectores, y es mayor el beneficio
común.

Sea cual fuere el plan, en la ejecución nunca debe olvidarse que un Diccionario de
provincialismos no es un Diccionario de la Lengua. Éste -XVI- pide suma severidad
en la admisión de artículos, como que van a llevar el sello de su legitimidad: el otro
debe abarcarlo todo; bueno o malo, propio o impropio, bien o mal formado; lo familiar,
lo vulgar y aun lo bajo, como noto que en soez u obsceno; supuesto siempre el cuidado
de señalar la calidad y censura de cada vocablo, para que nadie le tome por lo que no es,
y de paso sirva de correctivo a los yerros. Tal Diccionario debe reflejar como un espejo
el habla provincial, sin ocultar sus defectos, para que conocidos se enmienden, y no se
pierda el provecho que de ellos mismos pudiera resultar. No es que todo se proponga
para su admisión en el cuerpo de la lengua. La Real Academia, como juez superior,
tomará, ahora o después, lo que estime conveniente: lo demás servirá para estudios
filológicos y como vocabulario particular de una provincia.

Esta palabra, respecto al caudal de la lengua castellana, significa en América una


nación hija de la Española, y que antes fue parte de ella. Estas naciones se subdividen a
su vez en provincias, que tienen sus provincialismos especiales. A los habitantes de la
capital nos causan extrañeza el acento y fraseología de los naturales de ciertos Estados,
y no entendemos algunos de los vocablos que ellos usan. En Veracruz, por ejemplo, es
bastante común el acento cubano; en Jalisco y en Morelos abundan más que aquí las
palabras aztecas; en Oajaca algo hay de zapoteco y también de arcaísmo; en Michoacán
son corrientes voces del tarasco; en Yucatán es muy común entre las personas educadas
el conocimiento de la lengua maya y el empleo de sus voces, porque aquellos naturales
la retienen obstinadamente, y casi la han impuesto a sus dominadores. Los Estados
fronterizos del norte se han contagiado de la vecindad del inglés, y en cambio han
difundido por el otro lado regular número de voces castellanas, que nuestros vecinos
desfiguran donosamente, como puede verse en el Diccionario de americanismos de
Bartlett. En general, las provincias, mientras más distantes, más conservan del lenguaje
antiguo y de las lenguas indígenas que en cada uno se hablaron. Todos estos
provincialismos particulares tienen que venir a incorporarse en nuestro proyectado
vocabulario; siempre con la correspondiente especificación del lugar donde corren.

Con el idioma hablado sucede en México lo mismo que ha sucedido en España. Ya


hemos visto que allá se perdió buena parte de él, antes que hubiese Diccionario: lo que
vino a refugiarse aquí también se ha ido perdiendo por falta de registro en que se
conservara. La pérdida de lo que aún se conserva será, pues, definitiva e irreparable, si
no se -XVII- evita con la pronta formación del Diccionario de provincialismos. La
destrucción es tan rápida, que los que hemos llegado a edad avanzada podemos recordar
perfectamente voces y locuciones que en la época, por desgracia ya lejana, de nuestra
niñez eran muy comunes, y hoy han desaparecido por completo.

Difícil es reunir los provincialismos; pero mucho más autorizarlos. Los buenos
escritores procuran mantenerse dentro de los límites del Diccionario de la Academia: los
malos tratan de imitarlos, pero con tan poco acierto, que cerrando con afectación la
puerta a voces nuevas y aceptables, o usándolas mal, la abren ancha a la destructora
invasión del galicismo. Aquellos nos dan muy poco: éstos no tienen autoridad. En todo
caso, como el lenguaje hablado no se halla en libros graves y con pretensiones de
eruditos, a otros recursos hay que apelar.

Nada se ha hecho todavía entre nosotros para colegir el folk-lore, como ahora se
llama a la sabiduría popular, es decir, la expresión de los sentimientos del pueblo en
forma de leyendas o cuentos, y particularmente en coplas o cantarcillos anónimos,
llenos a veces de gracia y a menudo notables por la exactitud o profundidad del
pensamiento. Una colección de esta clase sería inestimable para nuestro libro: no
habiéndola, hemos de ocurrir a la novela, y a las poesías llamadas populares, aunque de
autores conocidos y no salidos del pueblo. La novela ha alcanzado poca fortuna entre
nosotros, aunque no faltan algunas que nos ayudarían. Cuando buscamos el lenguaje
vulgar hablado no debemos despreciar verso o prosa, por poco que valga literariamente:
antes esos escritos, por su mismo desaliño, nos ponen más cerca de la fuente, como que
excluyen todo artificio retórico, y toda tentativa de embellecimiento, que para nuestro
objeto sería más bien corrupción. Por desacreditado que esté el lenguaje de la prensa
periódica, no hay tampoco que hacerle a un lado. En el periodismo antiguo, más seguro
en esa parte, no faltará cosecha: sirvan de ejemplo las Gacetas de Alzate. El moderno
puede darnos comprobación del uso, bueno o malo, de ciertas voces; y no olvidemos
que para nuestro intento no necesitamos tanto de autoridades de peso que decidan la
admisión de un artículo en el Diccionario de la Academia, aunque no estarían de sobra,
cuanto de comprobantes del uso.

Si queremos remontarnos más e ir a rebuscar en el lenguaje de los conquistadores,


habremos de ocurrir a los documentos primitivos. Las Historias formales no nos darán
acaso tanto como deseáramos, porque sus autores procuran atildarse; la mejor mies se
hallará en los innumerables -XVIII- documentos que existen en forma de cartas,
relaciones, pareceres y memoriales, en que no se ponía tanto cuidado, porque sus
autores, a veces indoctos, no se imaginaban que aquello llegaría a andar en letras de
molde. Pero lo más útil en ese género está en los Libros de Actas del Ayuntamiento de
México, que por fortuna se conservan sin interrupción desde 1524. En el Cabildo
entraban los vecinos principales de la capital; y salvo algún licenciado, los demás no
eran hombres de letras. Sus acuerdos versaban casi siempre sobre asuntos comunes de la
vida ordinaria; y por costumbre, tanto como por necesidad, tenían que usar el lenguaje
ordinario de su época.

Reconstruir hasta donde sea posible el idioma de los conquistadores, que debe
conservarse como oro en paño, según la atinada expresión de Cuervo; seguir los pasos a
la lengua en estas regiones; presentar lo que aquí ha conservado o adquirido; señalar los
yerros para corregirlos y aun aprovecharlos en ciertas investigaciones; prestar ayuda a la
formación del cuadro general de la lengua castellana; tal debe ser el objeto de un
Diccionario hispano-mexicano. De la utilidad de la obra nadie puede dudar; materiales
para ella no faltan; a la Academia toca poner los mejores medios para ejecutarla, o
prepararla siquiera.

JOAQUÍN GARCÍA ICAZBALCETA

-1-

A
† Abadejo. m. «CANTÁRIDA, 1.ª acep.» (Dicc., 2.º art., 2.ª acep.). En el lugar a
que remite describe el Diccionario un insecto muy semejante a nuestro ABADEJO, si no
el mismo. Compréndense en el nombre cantárida muchos insectos que tienen
propiedades vejigatorias; pero lo que comúnmente se entiende por eso son las moscas
verdes bien conocidas; y así dice el Diccionario de Autoridades: «Especie de moscas
llamadas en algunas partes de Castilla abadejos». Y de éstos había dicho que son «cierto
insecto á quien unos llaman gusano, otros escarabajo, y otros moscarda, y es de color
verde [...] y es el que comunmente se llama cantárida, como lo dicen Laguna, sobre
Dioscórides, lib. 2, cap. 53; y Covarrubias en la palabra Cantáridas. [Cantárides]». Lo
cierto es que en el uso común nadie confunde la cantárida con el ABADEJO, porque la
diferencia salta a la vista. Los ABADEJOS son más enérgicos que las cantáridas, y los
veterinarios componen con ellos la llamada unción fuerte que aplican a las caballerías.
Abundan en toda la República, pero especialmente en las tierras templadas. V. el art.
CANTÁRIDAS en la Farmacopea Mexicana, p. 40. En apoyo del uso común tenemos la
opinión de un doctor español que impugnó a Laguna. Es ésta:

«Aunque el Dr. Laguna dice que las cantáridas se llaman en algunas partes de
Castilla abadejos, venerando á tan docto castellano, paso á decir que las moscas
cantáridas no se llaman en Castilla abadejos, sólo sí cantáridas; verdad es que entre las
muchas especies que hay de cantáridas se numeran aquellos insectos gusanillos
llamados abadejos, los que también se apellidan por los castellanos carralejas. Tienen
los abadejos las mismas virtudes que las cantáridas; pero también otras muy singulares»
(DR. SUÁREZ DE RIBERA, Anotaciones al Dioscórides anotado por el Dr. Laguna,
lib. VI, cap. 1).

Abajeño, ña. adj. «Amér. Dícese del que procede de las costas ó tierras bajas. Úsase
también como sustantivo».

Este artículo apareció por primera vez en la 12.ª edición del Diccionario; fue uno
de los propuestos por la Academia Mexicana. Salvá había admitido ya la palabra como
«prov. de Bolivia y la República Argentina», y la define: «El que procede de las
provincias bajas del Río de la Plata». Dudo que pueda calificarse de voz americana,
porque no la he hallado en ninguno de los Vocabularios hispanoamericanos que he
registrado, ni siquiera en el Rioplatense de Granada, donde debiera hallarse, conforme a
la calificación de Salvá. Únicamente en el Diccionario de chilenismos se lee que
«abajino es un adjetivo que se aplica á los habitantes de las provincias de Norte y
centro, por los de aquellas que se hallan más al Sur».

«Son unos rancheros abajeños muy ricos» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 166). «Los
mastines criollos y abajeños adonde [esto es, cuando] afianzan el gaznate ahogan» (Id.,
tom. I, cap. 12, p. 232).

† Abarcar. a. Comprar gran cantidad -2- de una mercancía con el fin de


encarecerla y lograr crecida utilidad al revenderla. Dícese particularmente de los
comestibles: ABARCAR el frijol, el garbanzo.

† Abarrotes. m. pl. Se comprenden en México bajo esta denominación muchos y


muy diversos artículos de comercio, nacionales o extranjeros, como caldos, cacaos,
almendra, conservas alimenticias, papel, hoja de lata, etc. En inglés: Groceries.

«La península ibérica nos ha dado desde hace cuatro siglos [sic] buenas iglesias,
buenos edificios y tiendas de abarrotes» (FACUNDO, Las prosperidades nuestras, II, p.
211). «Han llegado [los españoles] á posesionarse casi en su totalidad del comercio de
abarrotes» (ID., El Agio, I, p. 211). «Estos son los que no les bajan un punto de brutos á
los comerciantes de abarrotes» (ID., Isolina, tom. II, cap. 13, p. 214).

«Las tiendas de comestibles


Tienen muy distintos nombres:
Se conocen por bodegas
O por tiendas de abarrotes».

(SOMOANO, p. 39)

Perú. «Almacén ó comercio de comestibles en grande y por mayor es lo que se


entiende bajo esta palabra» (ARONA, p. 1).
Ecuador. «ABARROTE. No tiene otra significación sino la de fardo pequeño hecho
á propósito para llenar el hueco que deja otro grande, y le aplican á las tiendas en que se
vende licores y cosas pertenecientes á droguería, buhonería, cerrajería, mercería, etc., y
no paños, lienzos ni otros tejidos» (CEVALLOS, p. 29).

Acá no entran en los abarrotes la droguería, buhonería, cerrajería y mercería.

Abarrotero. m. El que comercia en abarrotes.

«Iba ya poniendo buena cara á un gallego abarrotero, vecino suyo» (R.


BÁRCENA, Noche al raso, VI, p. 106). «Abre una brecha anchísima por donde entra á
México el panadero y abarrotero español» (FACUNDO, Vistazos, p. 26).

Inglés: Grocer.

† Abasto. m. ant. La contrata que los ayuntamientos hacían con una persona para
que a precio determinado y con privilegio exclusivo abasteciera de algún artículo de
primera necesidad a la población. En México duró largo tiempo el ABASTO de carnes.

«En carta de 20 de Septiembre de 1732 disteis cuenta, con testimonio, de todo lo


ocurrido en el abasto de carnes de esa ciudad, que había de empezar desde Pascua de
Resurrección del año próximo pasado de 1733» (BELEÑA, Autos acordados, tom. II,
pág. 6).

«TOMAR EL ABASTO. Hacer obligación y encargarse de la provisión de los


mantenimientos, como carnes y otras cosas necesarias para el sustento común del
pueblo» (Dicc. de Aut.).

Como adverbio, la Academia le califica de anticuado: «Copiosa y


abundantemente». No creo que sea anticuado. «Dar ABASTO, dar abundantemente toda
la provisión que es necesaria», dice el Diccionario de Autoridades. Esta frase es todavía
muy usada: No doy ABASTO a tantos pedidos.

«Trabajaban en la reducción de toda esa gentilidad que sucesivamente se iba


descubriendo en tierras tan remotas, á las que no podían dar abasto solos los religiosos
de la Custodia» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 30).

«Abastero llaman en Chile al proveedor de reses ó carnes vivas» (RODRÍGUEZ, p.


7).

Abodocarse. pr. vulg. poco usado. Salirle a uno bodoques o chichones.

«Ni tu honra está en la plaza, ni tu crédito vuela, ni la frente se te abodoca»


(Astucia, tom. II, cap. 7, p. 181). El sentido es aquí grosero: equivale a «no se te apitona
la frente».

Abolsarse. pr. Formar bolsas. El Diccionario sólo trae el adjetivo ABOLSADO,


DA.
† Abrazadera. f. «Pieza de metal ú otra materia, en forma de anillo, que sirve para
ceñir y asegurar alguna cosa» (Dicc.).

No es esencial que la ABRAZADERA tenga forma de anillo; puede ser cuadrada,


octágona, etc., y hasta una escuadra doble. He aquí la definición de Bails: «Llanta de
hierro acodillada á escuadra en ambos extremos, que asegura, abrazándolos, dos ó más
maderos ensamblados unos con otros» (Dicc. de Arquitectura).

† Abrigadero. m. Lugar adonde acude y se oculta gente de mal vivir. Ese monte es
un ABRIGADERO de ladrones. Tal casa es un ABRIGADERO de pillos. También
hablando de animales: ABRIGADERO de chinches, de pulgas.

† Abrigador, ra. adj. Que abriga. Dícese del traje, colcha, zarape, etc., que -3-
por ser grueso y suave preserva del frío.

2. m. Encubridor, el que ampara, oculta o defiende a otro: tómase siempre en mala


parte.

«No quiero que digan mis compañeros, que soy un abrigador de macutenos»
(PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 2).

† Abrillantar. a. «Labrar en facetas las piedras preciosas, imitando á los brillantes.


Dícese también de ciertas piezas de acero ú otros metales» (Dicc.) Hay igualmente
cristal ABRILLANTADO.

Aburrada. adj. Dícese de la yegua destinada a la cría de mulas.

† Abusión. f. Superstición, agüero. No es voz de América, como dice el


Diccionario, sino española anticuada.

«E yerran más peligrosamente contra este mandamiento muchos malos cristianos


que [...] creen en muchas cosas vanas y supersticiosas [...] y en otras muchas abusiones»
(ZUMÁRRAGA, Doctrina de 1543, pl. b, plana últ.). «Tienen [los indios] por abusión,
que en entrando á curarse en él [el hospital] luego se han de morir» (Descr. de
Zempoala, 1580, MS.). «Otras muchas abusiones y malos agüeros tienen muy caseros y
de las puertas adentro» (SERNA, Manual de Ministros, capítulo XIII, § 4). «Son tantas
las idolatrías, brujerías, encantos y abusiones, que...» (ESPINOSA, Vida del P. Margil,
lib. II, cap. 11).

«ABUSIÓN vale casi lo mismo que superstición, ó falso ahuero, ó superstición


[sic]» (COVARRUBIAS, art. Abuso).

Perú. «Esta hermosa palabra del castellano antiguo tiene todavía bastante uso entre
nosotros, en el sentido de superstición» (ARONA, p. 3).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 8.

Ecuador. «La Academia da por anticuada esta voz. Sin embargo, no lo está en el
Ecuador» (Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, página 55).
Salvá la trae como anticuada, no como americana. En México poco se usa.

† Abusionero, ra. adj. Agorero, supersticioso. Según el Diccionario es anticuado y


de América. Salvá le tiene nada más por anticuado. En México es de raro uso.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 8.

† Acabar. a. y pr. Desfallecer, rendirse de fatiga a fuerza de ejecutar con ahínco una
acción que denota afecto del ánimo; y también recibir los efectos de esa acción. El niño
se ACABABA a gritos, y su mamá se lo ACABABA a besos. Ya me ACABABA a
ruegos.

«Conocí á cierto perico que se acababa á suspiros, me quería devorar con sus
miradas, se desmechaba solito y hacía tantos extremos para que le correspondiera, que
todo él se volvía un terrón de amores» (Astucia, tom. II, cap. 13, p. 391).

† Academia. f. No parece ser indispensable, que las Academias se establezcan con


autoridad pública; las hubo y hay que han existido y existen sin tal requisito.

* Acahual. (Del mex. acahualli, yerbas secas y grandes para encender hornos.
MOL. Broussailles sèches; terre inculte; champ en friche. SIM.). m. Dase hoy este
nombre en general a las yerbas altas, de tallo algo grueso, de que suelen cubrirse los
barbechos; y en particular a una especie de girasol, helianthus annuus, muy común, y
que, lo mismo que las demás yerbas, sirve a veces de combustible. La Academia califica
esta voz de provincial de América; mas creo que sólo se usa en México.

* Acal. (Del mex. acalli, compuesto de atl, agua, y calli, casa: casa del agua o sobre
el agua). m. Nombre que los mexicanos daban a la embarcación que en lengua de las
islas se llama canoa, y aun a los barcos de los españoles.

«Lo más del trato y camino de los indios en aquella tierra es por acallis ó barcas
por el agua. Acalli en esta lengua quiere decir casa hecha sobre agua» (MOTOLINÍA,
Hist. de los Indios de N. España, trat. III, cap. 10). «Dijeron que ocho jornadas de allí
había muchos hombres con barbas, y mujeres de Castilla, y caballos, y tres acales (que
en su lengua acales llaman á los navíos)» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 177).

Nadie usa ya esta voz en México.

Acamellonar. a. Formar camellones en la tierra.

«Y parece bien claro que debía ser así, por la mucha tierra que labraban y
cultivaban, que hoy día parece acamellonada generalmente en todas partes» (J. B.
POMAR, Relación, p. 54).

Acancerarse. pr. Cancerarse.

Ecuador. CEVALLOS, pr. 29.

Acaparador, ra. adj. Que acapara. Úsase también como sustantivo.


«Que no pudiesen sacar los granos de sus pueblos para que no se acumulasen en los
graneros -4- de los que ellos llamaban acaparadores» (MIÑANO, trad. de la Hist. de
la Rev. Franc., por Thiers, tom. IV, p. 42).

Acaparar. (Del francés accaparer). a. Comprar grandes cantidades de un artículo de


comercio, para revenderle con utilidad excesiva. ACAPARAR, lo mismo que
acaparador, es voz, puramente francesa; pero se va extendiendo su uso hasta en sentido
figurado: ACAPARAR los empleos.

«Así en 1789 como en 92 había gran riesgo de ser robado en los caminos y perder
sus granos en los mercados, por lo que no se atrevieron los arrendadores á ir á
venderlos, y el vulgo creía que era porque los acaparaban para enriquecerse»
(MIÑANO, traducción de la Hist. de la Rev. Franc., por Thiers, tom. IV, p. 40).

«ACAPARAR, ACAPARADOR. Estas voces difieren en sus significados, de


monopolizar y monopolista. Esta verdad se palpa en el siguiente ejemplo: Ciertos
especuladores han acaparado todo el azúcar existente en la plaza, con el fin de hacer un
monopolio inicuo» (RIVODÓ, p. 41).

ACAPARAR es algo más que abarcar, y se acerca mucho a monopolizar.

Acapillar. a. ant. Atrapar, prender, echar mano.

«Que todos nos diesen guerra, y de noche y de día nos acapillasen, é los que
pudiesen llevar atados de nosotros á México, que se los llevasen» (BERNAL DÍAZ,
Hist. verd., capítulo 83). «No osaban ir á los pueblos que tenían en encomienda, porque
no los acapillasen» (ID., ib., cap. 160).

«¡Cómo! ¿sin licencia vienes?


La justicia te acapilla».

(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. VII)

Acatarrar. a. fam. Importunar, hostigar. Me tiene ACATARRADO con sus


continuos pedidos; con sus interminables historias.

* Accesoria. f. Habitación baja, compuesta comúnmente de una sola pieza con


puerta a la calle, y sin ninguna al interior de la casa. El Diccionario no le pone nota de
prov. de Méj., aunque el artículo fue enviado por la Academia Mexicana, y no creo que
la acepción sea española.

«¿Qué diré de uno que vive en una accesoria, que le debe al casero un mes ó dos?»
(PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, página 90, et passim).
Cuba. «En la parte occidental se entiende el cuarto ó pieza de la parte principal, con
puerta á la calle, é independiente, regularmente ocupada por gentualla ó tienda»
(PICHARDO, p. 4). MACÍAS, p. 12.

ACCESORIA DE TAZA Y PLATO, la que además de la pieza baja tiene otra


encima, a la cual se sube por una escalera de madera, comúnmente muy empinada: son
raras.

† Accidentado, da. adj. Hablando de caminos, doblado, fragoso, quebrado etc., y


antiguamente agro. Es neologismo o galicismo inútil y disparatado. Condénanle con
justicia Baralt, Cuervo (§ 479) y Rodríguez (p. 10); mas le defiende Rivodó (p. 126).

* Acecido. (Del verbo acezar). m. Acezo, respiración frecuente y fatigosa.

«Con la diferencia, que en algunos, por leve movimiento, se sigue anhelación ó


acessidos» (DR. J. FCO. MALPICA, Alexipharmaco de la Salud, p. 140).

Chile. «Son estos dos vocablos [acezar y acecido] una muestra más que se nos
ofrece de los muchos que habiendo caído en desuso allá en España, se conservan
todavía en América como un viviente recuerdo del lenguaje de los conquistadores
castellanos del siglo XVI» (RODRÍGUEZ, p. 11).

† Aceitar. a. «Dar, untar, bañar con aceite. Úsase entre pintores» (Dicc.). Y lo
mismo entre maquinistas.

† Aceite. m. ACEITE DE ABETO, y vulgarmente de BETO: abetinote.

«Es la serranía toda de dicho pueblo y de sus subjetos poblada de mucha suma de
árboles de pinos, y entre ellos se hallan árboles de que se saca el aceite de beto en gran
cantidad» (Descr. de Tetiquipa, sec. XVI, MS.).

Parece que también al árbol se daba el nombre de beto.

«En esta jurisdicción de Cuzcatlán hay pinos, sauces, madroños, robles, encinas,
betos y árboles de sangre de drago [...] y otros muchos árboles, todos los cuales son de
mucho efecto y virtud, y para edificios de tablas y vigas y leña, y aceite de beto» (Descr.
de Cuzcatlán, 1580, MS.).

ACEITE DE PALO: lo mismo que de beto.

«A mí no me valió el aceite de palo [...] ni cuantos remedios de estos le aplicaba»


(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 128).

«Mas que quiera dar salud


Sin conocer la virtud
Ni aun del aceite de palo;
Malo».
(OCHOA, letrilla X)

ACEITE DE NABO, el que se extrae de -5- la semilla del chicalote (Argemone


mexicana).

«Á la presente alumbra menos [el gas] que el aceite de nabo del tiempo de los
virreyes» (FACUNDO, Nuestras cosas, p. 36). «Los que opinan por el aceite de nabo en
lugar de la luz eléctrica» (ID., ¡Agua!, p. 84). «Globos de papel y lámparas de petróleo
en las casas de los ricos, y candilejas de aceite de nabo en las puertas de los pobres»
(DELGADO, La Calandria, XXIX).

ACEITE DE MANTECA. La parte oleaginosa que se extrae, por presión, de la


manteca o grasa de cerdo. Úsase principalmente para aceitar máquinas.

ACEITE DE MANITAS. El que se obtiene cociendo las patas de las reses, y


recogiendo la grasa que sobrenada. Es muy claro, y propio para maquinaria delicada.
Los franceses le llaman huile de pied de boeuf.

ACEITE DE YEGUAS. Le hallo mencionado en un escrito antiguo, e ignoro lo que


es.

«Y que asimismo la cantidad de pesos que se les daba de la Real Caja para el aceite
de las lámparas lo consumían en sus usos, y encendían aceite de yeguas en ellas»
(Diario de GUIJO, 1654, p. 288).

† Acervo. m. Parece que este nombre no sólo puede aplicarse al «Montón de cosas
menudas, como de trigo, cebada, legumbres etc.», según dice el Diccionario, sino
también a otras cosas amontonadas en cantidad y sin orden: v. gr.: ACERVO de papeles.
Creo haber visto ejemplo de este uso.

† Acidia. f. ant. Pereza, uno de los siete pecados capitales. Trae esta voz el
Diccionario; pero sin la nota de anticuada que merece. Terreros dice que antiguamente
se tomaba también por envidia o sentimiento del bien ajeno. Debe verse a este propósito
la definición del Diccionario de Autoridades, en la 1.ª edición del tomo primero; en la
2.ª está muy cambiada.

† Acidioso, sa. adj. ant. Perezoso, flojo.

«E si fuese perezoso y acidioso ó negligente en el servicio de Dios y en hacer bien,


que sea diligente» (ZUMÁRRAGA, Doctrina de 1543, pl. b iiij vta).

Trae el Diccionario esta voz sin nota de anticuada. V. ACIDIA.

† Acitrón. m. No es en México «Cidra confitada», sino la biznaga en igual estado.


«La madre de la muchacha se ocupaba en espantar las moscas que acudían por
millares á los calabazates y acitrones» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 15).

† Aclarársele a uno. fam. Acabársele el dinero.

«Yo permanecí allí más de fuerza que de gana después que se me aclaró»
(PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 3, p. 51).

Acocile. (Del mex. acocili). m. Especie de camarón de agua dulce. Cambarus


Montezumæ. Crustáceos.

«Hay unos animalejos en la agua que llaman acocili: son casi como camarones:
tienen la cabeza á modo de langostas: son pardillos, y cuando los cuecen páranse
colorados como camarones. Son de comer cocidos, y también tostados» (SAHAGÚN,
Hist. Gen., lib. XI, cap. 3, § 5).

V. AJOLOTE.

* Acocote. (Del mex. acocotli). m. Calabaza larga, agujerada por ambos extremos,
que se usa para extraer, por succión, el aguamiel del maguey.

«He visto, por desgracia, que algunos han soltado el acocote para tomar el cáliz»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 9, p. 107).

Rivodó (p. 31) censura a la Academia por haber dado lugar a este terminacho en el
Diccionario.

* Acojinar. a. Revestir los muebles, u otras cosas, con un acolchado grueso, para
hacerlos más cómodos. La Academia, como pr. de Méj., le da el equivalente acolchar.
Entre nosotros, a lo menos, el ACOJINADO es mucho más grueso que el acolchado.

Acolchonar. a. Rellenar de lana, cerda u otra cosa para formar uno como colchón
pequeño.

Venezuela. RIVODÓ, p. 22.

Acólhua. (Del mex. acolli, hombro, y hua, partícula de posesión: hombres


hombrudos, fuertes, robustos). adj. Individuo de una tribu venida del NO poco después
de la invasión de los chichimecas, y que se estableció en Tetzcoco, dando origen al reino
de Acolhuacán. Úsase también como sustantivo.

«Los de Tezcoco [...] se llaman hoy día acólhuas, y toda su provincia junta se llama
Acolhuacán, y este nombre les quedó de un -6- valiente capitán que tuvieron, natural
de la misma provincia, que se llamó por nombre Acoli, que así se llama aquel hueso que
va desde el codo hasta el hombro, y del mismo hueso llaman al hombro acoli»
(MOTOLINÍA, Hist. de los Indios de N. España, Ep. Proem., p. 11).

Acolitar. a. Desempeñar el oficio de acólito (2.ª acep.). ACOLITAR una misa.


También se usa en Colombia, según Cuervo, quien le da pase (§ 750).
Acomedirse. pr. Prestarse de buena voluntad y gracia a hacer cualquier trabajo o
servicio que no es obligatorio.

«A todo me acomedía, y eso me sirvió de que el administrador me tuviera algún


aprecio» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 273). «Acomídete á todo, haz cuanto esté de tu
parte para granjear el bocadito» (Id., tom. II, capítulo 5, p. 111). «Eso es, se los dice V. y
á mí me copinan por acomedido». (Id., tom. II, cap. 5, p. 117).

Bogotá. Otro vocablo á que agregamos indebidamente el prefijo a es comedirse (y


su participio comedido): bien es verdad que el Diccionario no le da precisamente el
mismo sentido que por acá le damos; cero, con todo, en los buenos escritores se hallan
lugares en que si no significa ofrecer espontáneamente ayuda, frisa con esta acepción:
«Le vi en disposición, si acababa antes que yo, se comediría á ayudarme á lo que me
quedase» (HURT. DE MENDOZA, Lazarillo de Tormes, trat. III). «¿Quién reparte? En
la casa de los grandes, el maestresala; en las otras el ama de casa, ó el que se comide á
ello» (LUNA, Diál. Fam., I, en SBARBI, Refranero general español) [...]. «Nuestro
acomedido vale generalmente, servicial, oficioso; y desacomedido indica la carencia de
estas cualidades» (CUERVO, § 677).

Perú. «Acomedirse: doble corrupción de comedirse, puesto que le aponemos una a


que no tiene, y le hacemos significar prestarse á hacer un servicio graciosamente, por lo
que el participio acomedido, que es de mucho uso, equivale á servicial, solícito; y
desacomedido, que es un feo reproche, á lo contrario» (ARONA, p. 8).

* Acordada. f. Especie de Santa Hermandad establecida en México el año de 1710


para aprehender y juzgar a los salteadores de caminos. En 1719, el virrey marqués de
Valero, amplió las facultades de este célebre juzgado privativo, con acuerdo de la Real
Audiencia, de donde le vino el nombre de Acordada. Diose, por extensión, el mismo
nombre a la cárcel en que se custodiaban los reos, y aún le conserva, a pesar de que el
edificio está hoy convertido en casas particulares.

(BELEÑA, Autos Acordados, tom. I, p. 71 del tercer foliaje).

«La Acordada es un antiguo edificio construido desde el tiempo del gobierno


español, y que ha servido y sirve de prisión á los criminales de ambos sexos» (PAYNO,
Fistol, tom. I, cap. 19).

La Academia llama indebidamente Carta Acordada a la institución; sobra el Carta,


pues aunque el nombre le vino de haberse instituido en virtud de una Carta Acordada,
retuvo tan sólo la segunda palabra.

* Acordonado, da. adj. «Méj. Cenceño. Dícese de los animales» (Dicc.).

Acosijar. a. Perseguir, acosar, apretar.

«Viéndose D. Cristóbal de Oñate acosijado por todas partes...» (MOTA PADILLA,


Hist. de la N. Galicia, cap. 24, n.º 6). «Seguro está que me acosije el hambre» (Astucia,
tom. I, cap. 6, p. 117).
† Actualmente. adv. t. y m. «En el tiempo presente», dice el Diccionario; mas
parece que en ciertos casos puede referirse a tiempo pasado: entonces, a la sazón.

«Este religioso entiendo que era Fr. Juan de Ayora, varón apostólico de grande
ejemplo, que siendo actualmente Provincial de la Provincia de Michoacán renunció el
provincialato, y pasó con los frailes descalzos á las islas Filipinas» (MENDIETA, Hist.
Ecles. Ind., libro IV, cap. 27).

Fr. Juan se fue a Filipinas en 1577, y Mendieta escribía en 1596.

«Dice otra relación manuscrita, que el R. P. Fr. Marcos de Niza, actual provincial
de la Prov. del Santo Evangelio...» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib.
2, cap. 13). «Y encontró á esos sacerdotes diabólicos en actual idolatría» (ID., ib., pte. I,
lib. 2, cap. 25).

La Academia misma, en el art. MILPA, dice: «Pedazo de terreno destinado á la


siembra de maíz, aunque no esté actualmente [entonces] sembrado».

El Diccionario de Autoridades, en su primera edición, da una definición muy


diversa:

«ACTUALMENTE. adv. de modo. Real y verdaderamente, con actual sér y


exercicio. Lat. Reipsa. Reapse. Revera, vel Actu, aut de præsenti. ESPIN. Escuder. -7-
fol. 15. Aunque es verdad que vos actualmente no habeis hecho ofensa en esta
HORTENS. Paneg. fol. 286. Y que actualmente se hallan fuera de sus casas».

Concuerda este artículo con el de Actual, que le precede.

Por aquí se ve que a juicio de los primitivos autores del Diccionario,


ACTUALMENTE no significaba tan sólo en el tiempo presente, sino también en acto,
no en potencia. Mas en la segunda edición de aquel mismo Diccionario, desapareció el
artículo de la primera, juntamente con sus autoridades, y se sustituyó con éste, sin
ninguna:

«ACTUALMENTE. adv. mod. Ahora, al presente. Actu, re ipsa, revera».

Las correspondencias latinas concuerdan con la definición primitiva, como que de


allí están entresacadas, y nada tienen que ver con la nueva. En dicha segunda edición se
introdujo el verbo Actualizar, que no ha pasado. «Reducir á acto alguna cosa». El
Diccionario vulgar dice que Actual es «activo, que obra».

Resulta de esto que puede usarse ACTUALMENTE en los sentidos propuestos de


entonces, y de en acto. El último es corriente entre los ingleses (He did it actually: Lo
hizo real y verdaderamente), y es conforme al lenguaje filosófico.

† Acuerdo (Real). m. «Se llama también [Acuerdo] el cuerpo de los ministros reales
que componen una chancillería ó audiencia, con su presidente ó regente, como las de
Valladolid, Granada, Sevilla y otras. Lat. Iudicum consessus. OVALLE. Hist. Chil. p.
157. No hay apelación de la sentencia de revista que se da en este Real Acuerdo, sino
para el Real Consejo de Indias» (Dicc. de Aut.). Se podrían citar innumerables textos de
nuestros escritores antiguos en que se da a la Audiencia el nombre de Real Acuerdo.

Achahuistlarse. (De chahuistle). pr. Enfermar de chahuistle las plantas.

«El trigo todo el mundo sabe que se achahuiztló» (ALZATE, Observ. Meteor.,
1770, página 3). «Los quiero agricultores á la vieja usanza: no con mucha química ni
muchas matemáticas, como esos agricultores de la Escuela, que saben sembrar cebada
en el pizarrón, pero se les achahuixtla en la sementera» (FACUNDO, Fuereños, cap. 2).

† Achaque. m. ant. «Voz forense que, según dice Covarrubias en su Diccionario, es


la denunciación de algún contrabando ú otra cosa, que se hace secretamente y con soplo,
para componerse con la parte y sacarle algún dinero, sin proseguir ni hacerle causa»
(Dicc. de Aut.). Covarrubias no dice tanto, sino: «La denunciación que se hace con
soplo para componerse con él y sacarle algún dinero, sin proceder más adelante».

Esta acepción de ACHAQUE se parece bastante al chantage francés, que usamos


en castellano por no hallársele equivalente en nuestra lengua: sacar dinero a alguno,
mediante amenaza de difamarle, en especial por la prensa.

Achicopalarse. pr. Abatirse, desanimarse, entristecerse con exceso. Se aplica


también a los animales, y aun a las plantas.

«Eso: no te achicopales, manito» (DELGADO, La Calandria, XIX). «Los achaques


me tienen triste y achicopalado» (ID., Angelina, VIII).

Achicharronarse. pr. Encogerse, arrugarse, endurecerse por exceso de resequedad o


calor.

«Los hallé secos [los calzones puestos junto al fuego]; pero achicharronados»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, p. 113).

† Achichintle. m. El que de continuo acompaña a un superior y cumple sus órdenes


ciegamente. Tómase siempre en mala parte.

«No salga ninguno, principalmente el Rotito con sus achichintles» (Astucia, tom.
II, cap. 8, p. 271).

Achilaquilado, da. adj. Semejante al chilaquil. Dícese del sombrero viejo y


apabullado.

«Un sombrero mugriento y achilaquilado» (PENSADOR, Catrín, cap. VI, p. 219).

Acholole. (Del mex. choloa, chorrear el agua). m. Sobrantes del riego que escurren
por el extremo de los surcos. -8- Úsase más comúnmente en plural (Estado de
Morelos).

Achololear. n. Escurrir agua los surcos (Estado de Morelos).

Achololera. f. Azarbe, zanja pequeña que recoge los achololes (Estado de Morelos).
Achucharrarse. pr. Arrugarse, encogerse, amilanarse.

«No te achucharres, enderézate, levanta la cabeza» (PENSADOR, Periquillo, tom.


II, capítulo 9, p. 145).

Bogotá. «¿Cómo lograríamos que de hoy en adelante ninguna persona decente


dijese achucharrar en lugar de achicharrar? (El primero es, según Salvá, lo mismo que
achuchar, aplastar, estrujar)» (CUERVO, § 550).

† Adán. «TODOS SOMOS HIJOS DE ADÁN Y DE EVA, SINO QUE NOS


DIFERENCIA LA SEDA» (COVARR., Tesoro). Refr. con que se da a entender que
aunque todos los hombres tienen un mismo origen, la educación y las riquezas
distinguen las diversas clases sociales.

Adiós! interj. que expresa incredulidad; y también desaliento o desconsuelo por


algún mal irremediable. Muy usada.

«¡Adiós! ¿No la conozco? Como tus manos la conoces» (PENSADOR, Quijotita,


capítulo 10). «¡Adiós! ¡Adiós! respondió Camila: ¿pues de cuándo acá andan Vdes. con
corazonadas y temores?» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 290). «¡Adiós! le dijo la más
próxima: salga Vd. al frente» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. I, p. 22). «¿No es
cierto? -¡Adiós! ¿Y por qué?» (DELGADO, La Calandria, V). «¡Qué preguntas tienes! -
¡Adiós! ¿por qué? -Porque sí» (ID., ib., X). «¡Adiós! ¿Es Vd. general?» (ID., ib., XII).
«¡Dichoso tú! -¿Dichoso? ¡Adiós! Si tú estás mejor» (ID., ib., XIII). «¡Qué paz tan
dulce! -¡Adiós! replicó Tacho. ¿En qué historia aprendiste esas cosas?» (ID., ib., XII).

† Adir. a. Este artículo del Diccionario no es más que una remisión a Adir la
herencia, y no se halla en el art. HERENCIA. ADIR la herencia es aceptarla, tácita o
expresamente (Salvá).

En ADICIÓN repite la Academia «Adición de la herencia. Acción y efecto de adir


la herencia».

Adjuntar. a. Acompañar un papel a otro, para que lleguen juntos a su destino. Muy
usado en el comercio: ADJUNTO una factura.

Bogotá. «Adjuntar se nos figura inútil, una vez que hay incluir y otros modos de
expresar lo mismo» (CUERVO, § 752).

Úsase también en el Ecuador. CEVALLOS, p. 30, le califica de intruso.

En Venezuela, RIVODÓ, p. 22. Michelena le reprueba (Pedantismo literario, p. 3).

† Administrarse. pr. fam. Recibir el viático y la extremaunción. Hoy se ha


ADMINISTRADO el enfermo.

Cuba. «Por antonomasia se refiere al Sacramento de la Extremaunción, hoy


ADMINISTRARON á fulano» (PICHARDO, p. 5).
† Ad nútum. exp. lat. Se remite en el Diccionario a Amovible ad nútum, y no se
halla en AMOVIBLE. Salvá, en AMOVIBLE, trae la frase: «Se dice de aquellos
destinos que no son fijos, y de que pueden ser removidos los que los obtienen sin que
deba resultarles descontento ni ofensa».

La Academia dice «BENEFICIO AMOVIBLE AD NÚTUM. Beneficio eclesiástico


que no es colativo, denotando la facultad que queda al que le da, para remover de él al
que le goza».

† Adobe. DESCANSAR HACIENDO ADOBES, fr. que equivale a la castellana


Mientras descansas machaca esas granzas. Se dice cuando alguno, por voluntad o por
fuerza, emplea en otro trabajo el tiempo destinado al descanso.

* Adobera. f. Queso hecho en forma de adobe.

† Adonde. conj. caus. y cont. fam. Dado que, supuesto que, cuando.

«Alguna cosa grave le habrá acontecido adonde no ha llegado según me lo ofreció»


(Astucia, tom. I, cap. 7, p. 121).

† Adoquín. m. Aunque conforme a la etimología sólo puede ser de piedra, como


dice la Academia, hoy se da también este nombre a los que se hacen de madera, o de
asfalto comprimido.

† Adulón, na. adj. Úsase también como sustantivo. Adulador; pero en sentido aún
más despectivo. El adulador suele ejercer su mal oficio con personas principales, y
procura disimularlo: el ADULÓN es más descarado y hace la barba en cualquiera
ocasión a todo -9- aquel de quien aguarda el más pequeño provecho. Con igual
terminación tenemos en el Diccionario acusón, muchacho que acostumbra acusar a los
otros.

«Y tú, guapo Don Simplicio,


El ya libre, ya adulón,
Ya el padre de los donaires,
Ya el payaso, ya el simplón».

(Don Simplicio, dbre. 16 de 1846)

«Hipócritas y adulones andaban siempre [los gatos] por el fogón» (DELGADO, La


Calandria, XI).

En el Perú, ARONA, p. 10. En Chile, RODRÍGUEZ, p. 15; SOLAR, p. 19. En el


Ecuador, CEVALLOS, p. 30; Mems. de la Acad. Ecuat., tom. II, p. 64. En el Río de la
Plata, GRANADA, p. 71. En Venezuela: «El adulador puede serlo con una intención
inocente, por cariño, por afecto sincero; mas el adulante, adulantón, adulón, se entiende
que lo es en mal sentido, con bajeza siempre, con ruindad» (RIVODÓ, p. 42).

Cuba. PICHARDO, p. 30; MACÍAS, p. 18.

Aerimancia. f. ant. Aeromancia. «La tercera [devinatoria] Aerimancia, quiere decir


adevinar por el aire, que en griego se llama Aer: que los vanos hombres paran mientes á
los sonidos que se hacen en el aire cuando menea las arboledas del campo, cuando entra
por los resquicios de las casas, puertas y ventanas, y por allí adevinan las cosas secretas
que han de venir» (DR. PEDRO CIRUELO, Reprobación de las Supersticiones y
Hechicerías, pte. II, cap. 4).

Aeróstato. m. Globo que se eleva en la atmósfera por tener un peso específico


menor que el de ella.

Afanador, ra. m. y f. Persona que en establecimientos públicos, de beneficencia o


de castigo, se emplea en las faenas más penosas.

Afanaduría. f. En las cárceles, hospitales, e inspecciones de policía, la pieza en que


se reciben heridos o lastimados, y se les hace la primera curación, se depositan los
cadáveres que llegan, etc.

† Afectar. a. Apropiar, destinar una cosa a algún uso. Tiénesele por galicismo
reprobable. Sin embargo, en el Diccionario de Autoridades hallamos: «Vale también
Agregar, unir y apropriar alguna cosa á otra para que sea dueño de ella, como afectar
una dignidad, un oficio, un patronato, etc. Lat. Annexum reddere. PELLICER, Argen.
part. 2, folio 79. Siendo la mayor esperanza al robador de que gozando de tan Real
thalamo tuviese causa de afectar la Corona y Monarchía francesa. MÁRQ., Gobern.
Christ., lib. 2, cap. 3, § 1. No quiso que se afectase el reino á una familia cierta». En la
segunda edición del tomo primero del mismo Diccionario se cambió la definición en
esta otra: «Unir o agregar. Dícese más comunmente de los beneficios eclesiásticos.
Annectere, alligare»; y se suprimió la cita de Pellicer, dejando solamente la de Márquez.
En el Diccionario (vulgar) tiene AFECTAR por tercera acep. Anexar.

Úsanle también algunos en el sentido de tomar o remedar una cosa la forma o


apariencia de otra: éste parece ser galicismo inútil.

«Carácter geológico ó de yacimiento, que consiste, no propiamente en la parte


mineralógica, sino en la estratigráfica, ó sea la disposición afectada por las capas,
bancos ó estratos en su natural superposición» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant., tom.
II, p. 256).

† Afecto, ta. adj. Destinado a algún uso u ocupación. V. AFECTAR.

Afligir. n. fam. Hacer fuego, desde una trinchera o mamparo, contra una persona o
grupo que ataca a cuerpo descubierto. También apalear, golpear. Rige dativo de persona.

«Cada uno se atrincheró en una almena de la barda, y á cuantos desembocaban en


la plaza les afligían de lo lindo» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 148).
† Aflojar. n. En sentido absoluto, soltar el dinero.

«Eso es: Enrique es riquillo: que afloje» (FACUNDO, Las Posadas, III).

Perú. ARONA, p. 11.

Afollador. m. El que mueve los fuelles de una fragua.

Afrontilar. a. Atar una res vacuna por los cuernos al poste o bramadero,
particularmente con objeto de domarla o de matarla para la carnicería.

«Daba vuelta al bramadero


Y allí muy quieto se estaba
Hasta que la afrontilaba
Agustín, ó el matancero».

(Chamberín, p. 6)

Agachona. f. Ave acuática que abunda en las lagunas cercanas a México.

-10-

«Después de llenar el estómago con un par de agachonas» (PAYNO, Fistol, tom.


III, capítulo 3).

† Agarrada. f. fam. «Altercado, pendencia ó riña de palabras» (Dicc.) Entre


nosotros no sólo es de palabras, sino también de obras.

«Se dieron los contendientes una buena agarrada en Acajete» (Astucia, tom. I, cap.
8, p. 136). [Se trata de una batalla].

† Agarrar. a. No solamente le usamos mal, por coger, en muchas frases, sino que el
vulgo hasta le da la acepción de tomar un rumbo: v. gr.: ¿Has visto por dónde se fue
Juan? -Sí, señor; AGARRÓ para abajo.

Perú. «AGARRAR. De muy buen castellano es este verbo, y no hay de malo sino el
abuso que de él hacemos, empleándolo constantemente por coger, verbo que parece no
existiera para nosotros» (ARONA, p. 11).

Río de la Plata. «Asir ó tomar, aunque sea con las yemas de los dedos un finísimo
pañuelo de ñandutí ó la flor más delicada. Lo mismo en toda América, según tenemos
entendido. De más es decir que no abogamos por esta impropiedad» (GRANADA, p.
71).
AGARRARSE. pr. Contender, reñir de obra: Se AGARRARON a los golpes, a las
patadas; y en ese mismo sentido le trae Terreros.

Agarrón. (De agarrar). m. Acción de agarrar con fuerza y dar un tirón.

«Y dándole un furioso agarrón de un brazo, que le hizo pegar un grito, se paró


[puso en pie] más que de prisa» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 303).

V. CABRESTEAR.

Agorzomar. a. Acosar, fatigar, dar mucha prisa a alguno.

† Agostadero. m. Lugar en que, por circunstancias particulares, se conservan mejor


los pastos, y adonde se llevan los ganados que ya no encuentran de qué alimentarse en
el punto de su habitual permanencia.

«El [ganado] ovejuno lo sacan sus dueños á extremo, que acá se dice agostadero
[...] y allí los tienen hasta que llueve por esta tierra, que vuelven con ellos» (Descr. de
Querétaro, 1582, MS.). «Los mejores agostaderos de los hacendados del reino caen en
sus inmediaciones» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 30).

† Agostar. n. Pastar durante la seca el ganado en rastrojos o prados reservados. Se


conserva la palabra castellana; pero aquí no corresponde a los hechos, porque en agosto
es ordinariamente la mayor fuerza de las lluvias, y por consiguiente los ganados no
AGOSTAN en agosto, sino en el invierno y principios de la primavera.

AGOSTAR se llama también dejar descansar, en cualquier tiempo, las arrias o


recuas, soltándolas al campo.

Agredir. (De agresión). a. Acometer a alguno con intención de herirle o matarle.


Muy usado, particularmente en el foro. Sin duda se le ha inventado porque determina la
significación de acometer. Nadie dirá que un ejército AGREDIÓ a otro. Con este verbo
se da a entender que la agresión es personal, e indica también el principio del ataque. Si
el AGREDIDO repele la fuerza con la fuerza, ya no se dice que AGREDIÓ, sino que
acometió al agresor, o arremetió contra él. No es razón para desechar este verbo la
circunstancia de ser defectivo, porque muchos de esta clase tenemos en castellano: ahí
está transgredir, que la Academia anticúa. En caso necesario habrá de hacerse lo que con
todos los defectivos: suplir con los de otro verbo los tiempos que les faltan, o emplear
un rodeo. De todas maneras convendría conservar siquiera el participio, como adjetivo
sustantivado, para hacer compañía a agresor: Él fue el agresor, y el otro el AGREDIDO.

«Ninguno de los agredidos escapó con vida» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant.,
tom. III, p. 450). «Verdad es que los agredidos no entendían la lengua extranjera» (ID.,
ib., tomo IV, p. 86). «Acometió ciego de ira contra los tres que lo agredían»
(FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 2).

Bogotá. «Agresor y agresión nos han hecho formar agredir, verbo inconjugable en
muchas de sus inflexiones, é inútil por existir acometer, atacar, embestir. Aunque en lo
antiguo se usó transgredir, nos parece hallarse en el mismo caso, y cuando se nos
ofrezca diremos violar, quebrantar, traspasar» (CUERVO, § 759).
Venezuela. «El Diccionario trae agresión y no agredir, y así como tenemos
transgresión y transgredir, nos parece que ninguna dificultad hay para que pueda decirse
también agredir. Sólo sí que debe observarse que tanto el uno como el otro son verbos
defectivos, que -11- análogos á abolir, garantir, etc., no se conjugan sino en las
inflexiones que tienen i, como agredí, agredimos, agrediera, agredido» (RIVODÓ, p.
42).

Tengo casi certeza de que AGREDIDO se usa igualmente en Cuba, pues aunque no
le traen Pichardo ni Macías, le he hallado en un periódico de la Habana. Baralt propone
la adopción de AGREDIR.

† Agua. f. Trae el Diccionario «AGUA DELGADA. La que por contener una


cantidad muy pequeña de materias extrañas presenta un peso específico próximo al del
agua destilada». En México se bebe AGUA delgada y AGUA gorda. La primera es la
que proviene de los manantiales de Santa Fe y de los Leones: su densidad a 9ºC es de
1,000267; la segunda proviene de los de Chapultepec: densidad a 22,5ºC 1,000280
(Farmacopea Mexicana, p. 132).

ECHAR AGUA ARRIBA A UNO, reprenderle severamente.

ESTAR COMO AGUA PARA CHOCOLATE, estar de picadillo, sumamente


airado.

«Mi compañero, que lo había entendido, y estaba como agua para chocolate, no
aguantó mucho» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, capítulo 3, p. 48). «Estoy como
agüita para chocolate» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 33).

AGUANIEVE. f. Aunque nunca trae nieve, se llama así la lluvia menuda y


continua que suele caer al fin de la estación de aguas. Úsase más en plural.

AGUAS FRESCAS o LOJAS: las compuestas con azúcar y el zumo de alguna


fruta, o con la semilla llamada chía.

Cuba. «AGUALOJA. Bebida compuesta de agua, azúcar ó miel, canela, clavo,


etc.» (PICHARDO, p. 6). MACÍAS, p. 26.

NO ES CAPAZ DE DAR AGUA AL GALLO DE LA PASIÓN, dícese del que es


muy mezquino y egoísta.

NO BEBER AGUA EN ALGUNA PARTE es no poder ir a ella, por temor de caer


en manos de la justicia el que ha cometido allí un delito.

«Y Vd. la vió? -Yo no, ya sabe usté que no bebo agua por la hacienda»
(FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 16).

Aguado, da. adj. En la 11.ª edición del Diccionario se encontraba este adjetivo con
la sola acepción de «El que no bebe vino», y fue suprimido en la 12.ª. Venía del
Diccionario de Autoridades. Pudieran añadírsele otras dos: «Lo que no está espeso:
caldo AGUADO, salsa AGUADA»; y «Lo que no tiene consistencia: sombrero
AGUADO».
† Aguador. m. En las haciendas el que cuida de las aguas para que no se extravíen o
derramen, e impide que las roben.

† Aguadura. f. Aquí no se conoce con este nombre la enfermedad de las caballerías


descrita en el Diccionario, sino un absceso que se forma en lo interior del casco, y es
muy frecuente.

† Aguaje. m. Abrevadero: lugar adonde va a beber el ganado, sea corriente el agua,


o recogida en presas o estanques. Este rancho tiene buenos AGUAJES.

«Donde el arroyo de S. Vicente corre por varias llanuras, que los patrios llaman
marismas, fué preciso detenerse por estar distante el aguaje» (Gaceta de México, junio
1722). «Y que más adelante no hallaría cosa alguna por estar todo despoblado, á causa
de faltar los aguajes» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 11).
«Pero en estos llanos no halló aguajes» (ID., ib., cap. 12). «Llamándole la atención
algunas oficinas nuevas, bordos y presas para tener el agua para los riegos, y aguajes
para el ganado» (Astucia, tom. II, cap. 2, pág. 62).

En el Río de la Plata dicen Aguada (GRANADA, p. 73).

2. El segundo barro muy blando y aguado que se pone sobre la azúcar para
purgarla.

Cuba. PICHARDO, p. 6.

* Aguamiel. f. Savia o jugo del maguey que, fermentado, produce el pulque.

«Beben también una como aguamiel que sacan de los magueyes» (Descrip. de
Tecuicuilco, 1580, MS.).

† Aguardiente. m. Por antonomasia el de caña, que también se llama Chinguirito,


nombre que no se usa en el comercio. El de España es nombrado Catalán.

Cuba. PICHARDO, p. 6; MACÍAS, p. 27.

* Águila. f. Moneda de oro que vale veinte pesos fuertes. Hay también medias
águilas de valor de diez pesos.

-12-

Aguilita. m. Celador municipal: especie de mozo de oficio del Ayuntamiento. En


otro tiempo, antes de la creación de los gendarmes, eran también agentes de policía.
Dioles el pueblo ese nombre porque usaban, bordadas en el cuello, unas águilas
pequeñas.

«Gendarmes, alguaciles, esos que llaman aguilitas, ó cualquiera otra clase de gentes
con que mantener la seguridad personal» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 223). «El
mal no se ha remediado, y los diurnos hacen lo mismo que los antiguos policías que
llamaban aguilitas» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 19, nota). «La policía, es decir, los
aguilitas, estuvieron alarmados, y comenzaron á observar los garitos y tabernas» (ID.,
ib., tom. II, cap. 12). «Los corchetes que nombran aguilitas cuyo oficio es extorsionar á
los pobres indios traficantes y puesteras» (ID., Viaje a Veracruz, I).

«Maldígalo más quedo: es aguilita».

(Don Simplicio, tom. II, n.º 5)

«Yo no sé si la vocación de mandar aguilitas y de presidir las funciones de teatro


valga la pena de abandonar los asuntos propios y apechugar con la rechifla»
(FACUNDO, Las prosperidades nuestras, I, p. 183).

* Agujas. f. pl. Maderos agujereados que se hincan en tierra, y pasando por sus
agujeros unas trancas, sirven para cerrar entradas de potreros y sementeras, formar
corrales volantes, etc.

En Cuba lo mismo. (PICHARDO, p. 8).

AGUJA DE JARETA, la larga, gruesa y roma que sirve para introducir el cordón o
cinta en la jareta.

† Agujerear. a. Para el Diccionario son sinónimos agujerar y AGUJEREAR. Acá les


atribuimos significación diversa. Por agujerar entendemos hacer un solo agujero; y por
AGUJEREAR, hacer muchos, lo cual va de acuerdo con la desinencia frecuentativa ear.

† Ahorcado, da. m. y f. «Persona ajusticiada en la horca», dice el Diccionario; pero


se da igual nombre al que todavía no ha sido ajusticiado: Ahí va el AHORCADO. Salió
el AHORCADO a las siete, y le ahorcaron a las nueve. Salvá, conformándose con el
uso, añadió la acepción «El que han de ahorcar», que la Academia no ha admitido,
aunque puede comprobarse con el Quijote (pte. II, cap. 56): «Bien así como los
mochachos quedan tristes cuando no sale el ahorcado que esperan»; a lo cual anota
Clemencín: «El AHORCADO. El reo que van á ahorcar. Dícese así vulgarmente, y se le
llama ahorcado aun antes de que le ahorquen, y lo mismo se dice del azotado. Esto
consiste en que no hay en castellano verbales ó participios de futuro, como no sea el
ordenando». (También educando, y otros). El refrán que trae el Diccionario: «No llora,
ó no suda, el AHORCADO, y llora, ó suda, el teatino», se muda aquí en No suda el
AHORCADO, y suda su Reverencia. Ese mismo refrán comprueba la acepción añadida
por Salvá, pues el ajusticiado, o castigado con la pena de muerte ya no llora ni suda. Por
lo demás, en México no hay ya AHORCADOS, porque todas las ejecuciones capitales,
sean de militares o de paisanos, se hacen pasando al reo por las armas. Debe añadirse
que ni AHORCADO ni fusilado pueden tener acá género femenino, por estar abolida la
pena capital para las mujeres.
† Ahorcar. a. AHORCAR a alguno es valerse de su necesidad para hacerle pagar un
interés excesivo por dinero que se le presta, o para comprarle alguna cosa en menos de
su justo valor.

Ahorita. adv. t. dim. de Ahora, aun más del momento que ahora. Muy usado.

«Ahí van ahorita mi jefe» (Astucia, tomo II, cap. I, p. 5).

Perú. ARONA, p. 13. Cuba. PICHARDO, p. 8; MACÍAS, p. 32.

Aun se estrecha más el tiempo, diciendo ahoritita, como en Cuba ahoritica.

Ahoy. adv. t. vulg. Corrupción de Hoy. Úsase fuera de la capital (Estados de


Morelos y de Veracruz).

«Lo que es yo te quedré siempre lo mismo que ahoy» (DELGADO, La Calandria,


VIII). «¡Eso! Mira, Enrique; yo antes animaba á este: ahoy [en la segunda edición
ahora] no» (ID., ib., XIX). «Ahoy te desprecio». «Te he amado con toditita mi alma;
pero eso te mereces ahoy» (ID., ib., XXXIX).

Ahuate. (Del mex. auatl. MOL.). Espina muy pequeña y delgada que, a manera de
vello, cubre algunas plantas, -13- como en ciertas especies de la caña de azúcar.

Ahuatentle. (¿Del mex. atl, agua, y tentli, labio, borde, orilla?). m. Zanja pequeña o
surco en la orilla de una sementera de caña, que sirve para distribuir el agua a
determinado número de surcos (Estado de Morelos).

Ahuauhtle. (¿Del mex. atl, agua; huautli, bledos?) m. Huevos del mosquito llamado
axayacatl (coniza femorata), que los indios recogen en la laguna de Tetzcoco. Se comen
guisados de diversas maneras. Los españoles le comparaban al caviar.

(OROZCO Y BERRA, Memoria para la Carta Hidrográfica del Valle de México, p.


152).

* Ahuehuete. (Del mex. ahuchuetl, de atl, agua; y huehue, viejo. Otros le dan
diversa etimología. Cupressus disticha: Taxodium mucronatum). m. Árbol que crece en
las orillas de los ríos, o en lugares pantanosos, y adquiere enorme corpulencia. Se les da
también el nombre de sabinos, y suelen estar cubiertos de una parásita blanquizca,
llamada impropiamente heno (tillandria usneoides). Son celebrados los del bosque de
Chapultepec, inmediato a México, así como el de Atlixco, mayor aún; pero a todos
excede el famosísimo del pueblo de Santa María del Tule, cerca de Oaxaca, que he
visto. Habla de él Humboldt, y dice (Ens. Pol., lib. III, cap. 8, § 7) que es aun más
grueso que el ciprés de Atlixco, que el dragonero de las islas Canarias, y que todos los
boabales de África. Hay dibujo y descripción de este árbol estupendo en El Mosaico
Mexicano (1841, tom. V, p. 77); y la misma descripción se incluyó, sin dibujo, en el
Diccionario Universal de Historia y de Geografía (supl. tom. I, p. 236); pero ni dibujos
ni descripciones pueden dar idea de ese coloso vegetal; es preciso verle.

Ahuevado. m. Cierto adorno de los trajes, por lo común de la misma tela que ellos,
plegada de modo que forme unos como huevos.
«Tiene su túnico angosto
Con ahuevados y cola».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 237)

Ahuizote. (Del mex. ahuitzotl). m. Animal anfibio, que aún no se sabe a punto fijo
cuál es. «Cierto animalejo de agua como perrillo», dice Molina. Hernández (p. 78, ed.
rom.) cree que puede colocársele en el género de las nutrias. Clavigero le describe de
este modo: «El ahuitzotl es un cuadrúpedo anfibio que por lo común vive en los ríos de
las tierras calientes. El cuerpo tiene un pie de largo, el hocico es largo y agudo, y la cola
grande. Tiene la piel manchada de negro y pardo» (Storia ant., lib. I, § 10). «Anfibio
común en los ríos de la tierra caliente, y raro en los lagos de México: se le llama perro
de agua» (E. MENDOZA, Cat. de palabras mex.). Este animal daba materia a los
mexicanos para muchas consejas y supersticiones, que el P. Sahagún refiere así:

«Hay un animal en esta tierra que vive en la agua y nunca se ha oído, el cual se
llama Avitzotl, es del tamaño como un perrillo: tiene el pelo muy lezne y pequeño; tiene
las orejitas pequeñas y puntiagudas, así como el cuerpo negro y muy liso, la cola larga,
y al cabo de ella una mano como de persona; tiene pies y manos, y son como de mona:
habita este animal en los profundos manantiales de las aguas, y si alguna persona llega á
la orilla de donde él habita, luego le arrebata con la mano de la cola, y le mete debajo
del agua y lo lleva al profundo: luego turba á ésta y le hace vertir y levantar olas: parece
que es tempestad de agua, y las olas quiebran en las orillas y hacen espuma; y luego
salen muchos peces y ranas de lo profundo, andan sobre la haz de la agua, y hacen
grande alboroto en ella; y el que fué metido debajo allí muere, y de ahí á pocos días el
agua arroja fuera de su seno el cuerpo del que fué ahogado y sale sin ojos, sin dientes y
sin uñas, que todo se lo quitó el avitzotl: el cuerpo ninguna llaga trae, sino todo lleno de
cardenales. Aquel cuerpo nadie le osaba sacar; hacíanlo saber á los sátrapas de los
ídolos, y ellos solos le sacaban, porque decían que los demás no eran dignos de tocarle,
y también decían que aquel que fué ahogado, los dioses tlaloques habían enviado su
ánima al paraíso terrenal [...]. Decían también que usaba este animalejo de otra cautela
para cazar hombres cuando ya mucho tiempo hacía que no había cazado ninguno, y para
tomar alguno hacía juntar muchos peces y ranas por allí donde él estaba, que saltaban y
andaban por el agua, y los pescadores, por codicia de pescar aquellos peces que
parecían, echaban allí sus redes, y entonces cazaba alguno, ahogábale, y llevábale á su
cueva. Decían que usaba otra cautela este animalejo, que [...] salíase á la orilla -14-
del agua y comenzaba á llorar como niño, y el que oía aquel lloro iba, pensando que era
realidad, y como llegaba cerca del agua, asíale con la mano de la cola, y llevábale
debajo de ella, y allá le mataba en su cueva» (Hist. Gen., lib. XI, cap. 4, § 2).

Sin duda que la perversa índole atribuida al animalejo fue causa de que en las
pinturas aparezca como símbolo infausto y anuncio de calamidades. Se ignora por qué
tomó el nombre de Ahuitzotl el octavo rey de México, y a fe que le cuadró a maravilla,
porque se señaló por sus continuas guerras y por la multitud de víctimas humanas que
hizo sacrificar, particularmente en la dedicación del templo mayor de México, con lo
cual tenía hostigado al pueblo, y su nombre se hizo tan aborrecible a propios y extraños,
que ha venido a significar «el que molesta y fatiga á otro continuamente y con exceso»
y así decimos todavía: Fulano es mi AHUIZOTE.

«El nombre de Ahuitzotl se usa como proverbio, aun entre los españoles de aquel
reino, para significar un hombre que con sus molestias y vejaciones no deja vivir á otro»
(CLAVIGERO, Stor. ant. del Messico, lib. IV, § 26). «Él se hizo mi íntimo amigo desde
aquella primera escuela en que estuve, y fué mi eterno ahuizote» (PENSADOR,
Periquillo, tom. I, cap. 6, p. 59). «Él es mi ahuizote, sin duda: es otro Doctor Pedro
Recio» (ID., ib., cap. 11, p. 140). «Los violinistas son su ahuizote» (FACUNDO,
Mariditos, cap. 6). «Hoy todavía, como herencia de los tiempos antiguos, cuando una
persona nos molesta atosigándonos de una manera insoportable, acostumbramos decir:
fulano es mi ahuizote» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant., tom. I, p. 447).

Incluye este nombre D. Juan Fernández Ferraz en sus Nahuatlismos de Costa Rica,
y le da la significación de agüero, creencia vulgar, brujería.

Cuba. MACÍAS, p. 32.

Aindiado, da. adj. Que tira a indio: semejante a los indios en color y facciones.
Salvá dice que es voz de Cuba; mas no la trae Pichardo. Macías la da (p. 33); pero cree
que no es sólo de Cuba, sino general en América; y añade que en Cuba es precisamente
en donde menos se emplea; lo cual es muy creíble, pues no ha quedado allá indio
alguno.

Río de la Plata. GRANADA, p. 78.

† Aire. m. En el juego del monte se llama así la salida de dos cartas de igual clase,
como dos reyes, dos sotas, etc., cuando se sacan para el albur. (V. en el Dicc.
ENCUENTRO, 5.ª acep.).

VOY AL AIRE, fr. fam. que sirve para expresar que se consideran igualmente
malas dos cosas y no se sabe cuál de ellas elegir.

EN TANTO QUE EL AIRE, fr. fig. y fam. En un instante.

«Mira qué sermón tan largo nos ha echado en tanto que el aire» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 21). «En tanto que el aire se hizo la hijuela ó partición de bienes» (ID.,
Periquillo, tom. II, cap. 4, pág. 60).

2. Enfermedad que paraliza alguna parte del cuerpo. Le dio un AIRE.

Cuba. PICHARDO, p. 8; MACÍAS, p. 33. Canarias. «Cierta parálisis ligera: tiene


un aire: le dió un aire. Es corriente también en Andalucía» (ZEROLO, p. 56).

† Aislador. m. Dase especialmente este nombre a la pieza de vidrio que se coloca


en el extremo superior de los postes en las líneas telegráficas para sostener el alambre y
aislarle.
* Ajolote. (Del mex. axolotl. SIM. MEND. Proteus Mexicanus. LL. Siredon
Humboldti. DUM.). m. Animal acuático que pertenece al orden de los batracios; vive en
el valle de México y en otros lugares de la República. En circunstancias especiales
pierde las agallas, y se trasforma en animal terrestre. Su carne se usa como alimento y
como medicina.

HERNÁNDEZ, p. 316, ed. rom.; SAHAGÚN, lib. I, cap. 13; lib. VII, cap. 2; lib.
XI, cap. 3, § 5; CLAVIGERO, lib. I, § 13; OROZCO Y BERRA, Mem. para la Carta del
Valle de Méx., p. 150.

«Habiendo bajado las aguas, produjo la tierra en sus cienos sabandijas, culebras,
ranas, ajolotes, sapos, murciélagos» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XI ,
n.º 10). «Ministran á los rústicos habitantes cultivadores una pesca abundante de
pescaditos, ajolotes, acociles y ranas» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 8).

† Alabado. m. Cántico devoto que en algunas haciendas acostumbran entonar los


trabajadores al comenzar y al terminar el trabajo.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 20.

-15-

† Alabar. n. En las haciendas, cantar el alabado.

† Alacranado, da. adj. ant. Inficionado de algún mal.

«Los [indios] que vuelven á sus casas vienen tan alacranados que pegan la
pestilencia que traen á otros, y así va cundiendo de mano en mano» (MENDIETA, Hist.
Ecles. Ind., libro IV, cap. 37).

Alacre. (Del lat. alacer o alacris). adj. Alegre y presto para hacer alguna cosa.

Ya que el Diccionario ha dado cabida a Alacridad, bien pudiera entrar también


ALACRE, como los ingleses tienen alacritas y alacrious. No conozco otra voz que le
equivalga exactamente.

Alagartarse. pr. Apartar la bestia los cuatro remos, de suerte que disminuye de
altura.

Alamedero. m. Guarda de una alameda.

«La criada se miraba en el niño, lo cual no era un obstáculo para que el alamedero
se viera en la criada» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 1). «Por lo que toca al pobre
alamedero» (ID., ib., tom. I, cap. 12).

† Alarma. En México se usa en todas sus acepciones como femenino.

«La voz alarma no es en su origen sino el grito ó señal que se da para llamar á las
armas: usóse después sustantivamente escribiéndose las dos partes componentes en una
sola palabra. Por tanto creemos puesto en razón darle el género masculino, como lo hace
la Academia; no obstante es de advertirse que otros diccionarios, acordes con un uso
bastante general, lo hacen femenino: en Martínez de la Rosa se nos ofrece por el pronto
el siguiente ejemplo: Un déficit de cincuenta y seis millones causó vivas alarmas»
(Espíritu del Siglo, lib. I, cap. 4, en una nota). (CUERVO, § 172).

† Alátere. m. «Á LÁTERE. fig. y fam. Persona que acompaña, constante ó


frecuentemente á otra. Se toma á veces en mala parte». Así el Diccionario.
Considerando a ALÁTERE como junta de dos palabras latinas, castellanizada ya, puede
tener plural, ALÁTERES, que es como la trae Salvá, y comúnmente se usa. Pero decir y
escribir adlátere y adláteres es, aquí y en España, un desatino justamente censurado por
Cuervo (§ 375), quien añade, y es cierto, que para comprender la razón de la censura
basta haber pisado los umbrales de una clase de menores.

«El pollo, por su parte estaba diciendo á su adlátere». «Pidió auxilio á sus
adláteres». «A la prima que estrenó el vestido de la esposa, y á todos sus adláteres».
«Para hacer exactamente lo que ellos hicieran en materia de obsequiar debidamente á
sus adláteres» (Escritor mexicano contemporáneo).

V. TINTERILLO.

† Albardón. m. Nombre que se da a la silla de montar inglesa, llana y sin borrenes.

† Albazo. m. Aunque el Diccionario le pone nota de anticuado, no lo es aquí, sino


de uso constante en vez de alborada, acción de guerra al amanecer. Siempre se entiende
por caer de sorpresa sobre el enemigo.

Lo mismo en el Ecuador. (Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, página 56).

† Alborotarse. pr. Animarse, inquietarse con la perspectiva de una diversión u otro


goce que se desea con ansia. Es el Embullarse de Cuba.

«Y eso que todavía no les ha acabado la modista sus vestidos color de oro viejo,
por lo que están tan alborotadas» (FACUNDO, Fuereños, cap. XII).

† Alboroto. m. Lo mismo que Embullo en Cuba. Animación, predisposición con


entusiasmo para la diversión, bulla, fiesta u obsequio que se prepara o se espera.

Albortante. m. Candelero sin pie, de una o más luces, que comúnmente se fija en la
pared. Dase asimismo tal nombre a los brazos de un candelabro o de una lámpara.
También se halla escrito arbortante y abortante. La definición de CANDELABRO en el
Diccionario incluye la de albortante, sin distinguirlos.

La descripción de albortante presenta cierta analogía con la de arbotante en


lenguaje náutico, pues según el Diccionario Marítimo es «todo trozo ó pieza de madera
ó hierro que sale del cuerpo principal del buque, ó de otro objeto á que está hecho firme,
para sostener cualquiera cosa». Así como el arbotante marino es una pieza horizontal
que avanza fuera de la nave para sostener -16- cualquier cosa, del mismo modo el
brazo de candelabro sale del pie de éste, de la lámpara o de la pared, para sostener una
luz.
«Tiene distribuidas [la lámpara] cuarenta y dos arandelas en sus bien trazados
albortantes, en forma de azucenas» (Gaceta de México, julio 1733). «Ese mismo día se
estrenó [en la Catedral] la insigne lámpara [de plata] de peso de dos mil seiscientos
marcos, compuesta de vaso tan capaz, que tiene diez varas y media de circunferencia, y
tres y media de diámetro, adornada por sus exteriores de curiosos sobrepuestos,
primorosas molduras, prolijas cornisas, agraciados visos, airosos remates, pulidos
escudos, unos de S. Pedro con la tiara y llaves encrucijadas, y otros de S. M., con la
corona, leones y castillos dorados; observando en sus adornos, tamaños y medidas el
mismo orden el manípulo, y uno y otro en su circunferencia, y las sólidas cadenas (que
son en forma de cartones encontrados, y en su centro ó mediación abrazan siete
lamparines), toda proporción en la distribución de setenta y dos arbortantes y arandelas
que le adornan; toda esta máquina pende de una cadena de fortaleza correspondiente á el
peso de más de cincuenta arrobas, y de lucimiento igual á alhaja tan prodigiosa»
(Gaceta de México, agosto 1733). [Según Sedano en sus Noticias de México, tenía de
alto esta famosa lámpara ocho varas y media; de circunferencia diez y media: era toda
de plata, en gran parte sobredorada, y pesaba 87 arrobas 11½ libras: costó 71.343 pesos
3 reales. La cadena de hierro que la sostenía pesaba 62 arrobas 10 libras. Vi muchas
veces esa lámpara en su lugar: se deshizo y fundió en 1838 por orden del Cabildo, que
no halló, según parece, otro recurso que destruir esta preciosa alhaja, para costear, con
su producto, la compostura de los arcos torales de la iglesia, maltratados por el temblor
de tierra de 23 de noviembre del año anterior]. «Lleva cincuenta y cuatro arandelas con
otros tantos abortantes» (Gaceta de México, agosto 1729). [Este pasaje se refiere a la
lámpara de la Colegiata de N.ª S.ª de Guadalupe, también de plata, y muy semejante a la
de la Catedral, aunque más pequeña, pues sólo pesaba diez y ocho arrobas. No existe].
«En este mismo día, en la capilla de los alabarderos, en la iglesia de S. Agustín, estrenó
la Virgen de la Concepcion dos albortantes de plata» (Diario del ALABARDERO, 1792,
p. 381). «Había algunos arbotantes de hoja de lata con unas velas que ardían en la
noche» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 12). «El queso [...] seguía diseminado en la sala,
sobre los sillones, en la moldura de los cuadros, en los albortantes de los candelabros»
(FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 9). «Había además encendidos cuatro candelabros ó
albortantes de pared, de siete luces cada uno» (ID., Jamonas, tom. I, capítulo 12).

* Albricias. f. pl. Llaman así los fundidores a los agujeros que dejan en la parte
superior del molde para que salga el aire al tiempo de entrar el metal; y se les da este
nombre porque cuando asoma por ellos el metal es prueba de que el molde está lleno, y
saldrá bien la fundición.

† Alcalde. m. ALCALDE DEL MES DE ENERO. La persona que recién entrada en


un cargo demuestra gran rectitud y actividad. Dícese así como anunciando que a poco
minorarán una y otra, según de ordinario acontece. En igual sentido trae el Diccionario
La justicia de Enero.

* Alcantarilla. f. Pilar de mampostería que sirve para recibir y repartir las aguas
potables. Viene a ser una especie de cambija.

† Alcoba. f. Tertulia sin aparato oficial, que daban los virreyes en su palacio.

«Fueron recibidos con gran benevolencia, convidando S. E. á estos señores para las
noches de Pascua á la alcoba que ha de haber en dicho real palacio, cuya práctica es en
algunas salas diversión de juego, en otras música, y otras para conversación,
ministrándoseles con profusión exquisitos refrescos» (Diario de CASTRO SANTA-
ANNA, 1756, tom. III, p. 75). «En el real palacio han concurrido dichas noches muchas
señoras principales y sujetos de distinción, con motivo de las alcobas, en que han sido
muy divertidos y obsequiados» (ID., ib., p. 76). «S. E. se halla perfectamente
restablecido: continuó en las alcobas con crecidas asistencias de señoras y sujetos
principales» (ID., ib., 1757, tom. III, p. 81). «Al anochecer de este día, por convite de
SS. EE. para alcoba, concurrieron en el real palacio muchas señoras de distinción, á
quienes se ministró un amplio refresco; y sabiendo SS. EE. la destreza con que
manejaba el violín el Sr. Conde de San Mateo de Valparaíso, le pidieron hiciera alarde
de su habilidad, lo que practicó con grande aire; y habiendo concluido comenzó el
festejo con un gran golpe de música, que duró hasta la media noche» (ID., ib., 1758,
tom. III, p. 217).

† Alcohólico, ca. adj. Causado por el alcohol, como locura ALCOHÓLICA.

«Y al experimentar los primeros síntomas del envenenamiento alcohólico...»


(FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 14).

2. Concerniente al alcohol.

«La estadística alcohólica» (FACUNDO, Dos millones de pesos, p. 83).

-17-

Alcorozado. m. Hueco que queda entre dos vigas, en la parte de ellas que descansa
sobre la pared. Otros dicen Encorozado. En Andalucía hemos oído llamar a estos huecos
alcautas.

«Unas golondrinas anualmente anidaban en el mismo alcorozado; ó para hablar con


más claridad, en el intermedio formado entre dos vigas [...] porque los alcorozados eran
muchos y muy contiguos» (ALZATE, Gaceta de Literatura, 21 de nov. de 1788).

† Alebrestarse. pr. No tiene aquí ninguna de las acepciones que le da el


Diccionario, sino la de alarmarse, alterarse, alborotarse, por sospecha de algún daño
próximo.

«Los clérigos se alebrestan


Y ya no dicen amén».

(Don Simplicio, enero 2, 1847)

Bogotá. «Al animarse, erguirse, encabritarse ó alborotarse de los caballos y otros


animales, suelen algunos, ignorantes de que se dicen lo contrario, llamar alebrestarse,
verbo que denota el echarse en el suelo pegándose contra él á modo de las liebres (del
cual nombre se deriva), y, por extensión, acobardarse» (CUERVO, § 475).

Según el Diccionario es «echarse en el suelo, pegándose contra él como las liebres,


y por extensión acobardarse». «En Venezuela se usa en el sentido de avisparse, erguirse,
animarse, que es lo contrario» (RIVODÓ, p. 268).

† Alegrón. m. Aficionado a galanteos.

«Yo comencé á ser menos alegrón» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 17). «Es cierto que
ha sido alegrón; pero nada más» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 5).

2. En Tabasco, una de las cosechas del cacao, que se hace de octubre a diciembre.

«En Tabasco regulan tres cosechas, que son: alegrón de octubre hasta diciembre:
invernada á marzo: cosechas en junio ó julio» (ALZATE, copiado en el Dicc. Univ. de
Hist. y de Geog., Apénd., tom. I, p. 420).

† Alesna. f. DOS ALESNAS NO SE PICAN, ref. con que se denota que cuando
dos tratantes son igualmente astutos y versados en su negocio, no puede el uno engañar
al otro.

Alhondigaje. m. Derecho de alhóndiga.

«Que no se cobren [á los indios] alcabalas ni alhondigajes» (MOTA PADILLA,


Historia de la N. Galicia, cap. XVII, n.º 7).

† Alianza. f. Unión, 11.ª acep. Anillo que suelen usar los casados, y sirve para la
ceremonia del casamiento. Hácese de dos argollas, comúnmente de oro, en tal
disposición, que reunidas forman una sola, y en el interior se graban los nombres de los
contrayentes y la fecha de la boda.

Aljedrez. m. vulg. Ajedrez. (Dicc. Marít.).

Bogotá. CUERVO, § 692. Ecuador. CEVALLOS, p. 32.

† Alma. f. El Diccionario trae «¡Alma mía!» y «¡Mi alma!» como «expresiones de


cariño». Entre nosotros es tan prodigado el Mi ALMA, particularmente por la gente del
pueblo, que no se oye otra cosa, y ha llegado a formar una sola palabra con plural en el
sustantivo, sin llevarle en el pronombre.

«Yo por mí ni ato ni desato; ni quito ni pongo; no soy ni mono ni carta blanca,
mialmas» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 11).

Cosa semejante hallamos en el Diccionario: «Como UNAS MIALMAS, expresión


familiar de agrado y satisfacción que se aplica á personas y cosas».

ALMA GLORIOSA. La niña vestida de blanco el día que hace la primera


comunión, o asiste a ciertas festividades religiosas.
«Venían atras [en la procesión] niñas vestidas con trajes blancos y coronadas de
flores, y á quienes todo el mundo convenía en llamar almas gloriosas» (FACUNDO,
Chucho, tom. I, cap. 4).

† Almácigo. m. Por esta voz entendemos lo que el Diccionario llama almáciga:


«lugar donde se siembran las semillas de las plantas para trasplantarlas después á otro
sitio».

Lo mismo en el Perú (ARONA, p. 18), y en Chile (RODRÍGUEZ, p. 23).

* Almaizal. m. Humeral, paño de hombros. «Paño blanco, recamado de oro, que se


pone sobre los hombros el sacerdote, y en cuyos extremos envuelve ambas manos para
coger la custodia en que va el Sacramento, y llevarla de una parte á otra, ó manifestarla
á la adoración de los fieles» (Dicc.).

Parece que nuestra acepción no es propia solamente de México, como la -18-


califica el Diccionario, pues Terreros dice que se usa «en algunas partes».

Almática. f. ant. Dalmática (Salvá).

«La capa no hay razón para prohibirla en nuestras casas [...] ni las almáticas»
(MENDIETA, apud Cód. Mend., tom. I, p. 80).

Almatroste. m. Armatoste.

Lo mismo en Colombia (CUERVO, § 685), y en Chile (RODRÍGUEZ, p. 23).

En Venezuela, Armastrote (RIVODÓ, página 244).

† Almendra. f. «Cada una de las piezas de cristal cortadas en diversas formas, y


comunmente en la de poliedro, que se cuelgan por adorno en las arañas, candelabros,
etc.» (Dicc.). Esta acepción faltaba en el Diccionario y fue propuesta por la Academia
Mexicana, considerándola como propia de México, aunque ya la había dado Salvá sin
nota de provincial o anticuada. Comúnmente no se cuelgan solas las almendras, sino
que a cada una de ellas se agrega una mamadera o prisma. También se unen unas a otras
para formar sartas y adornar con éstas las arañas.

«El acompañamiento de faroles adornados con penachos de cristal en hilos, y con


almendras y prismas colgantes» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 4). «Tapones y
prismas de cristal, almendras de candelabro» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 149).

HACERSE DE LA MEDIA ALMENDRA, hacer melindres, rehusar fingidamente


una oferta que agrada.

«Vaya, niña, Vd. de á tiro quiere hacerse de la media almendra» (PAYNO, Fistol,
tomo I, cap. 11).

† Almíbar. En México se usa como femenino, y lo mismo en Bogotá, según Cuervo


(§ 173), quien cita una autoridad de Moratín (N.), en confirmación de nuestro uso.
Almofrej. m. Aquí se pronunciaba siempre Almofrez, y así le traen Salvá en su
Diccionario, y Alcedo en su Vocabulario de voces americanas. El objeto y el nombre
han caído ya en desuso.

«Anoche se me huyó el mozo con la mula del almofrés, y me dejó sin un real»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 10, págs. 137-138).

Bogotá. «A veces se vuelve á la querencia del origen: el shin árabe se representó


primeramente por x y hoy por j en la voz almofrej, única forma canonizada por la
Academia: no obstante almofrez está muy generalizado, y Salvá le ha puesto en su
Diccionario» (CUERVO, § 688).

Almohacear. a. Almohazar.

Almohada. f. Nadie llama por acá ALMOHADA a la «funda de lienzo en que se


mete la almohada», sino que siempre se nombra funda de ALMOHADA.

Almonedero. m. Que hace almonedas.

«Nos metimos en el coche con el almonedero, que ya estaba aburrido de


esperarme» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, c. 5, p. 90).

V. CONSTANCIA.

† Almorzada. f. Esta palabra (en la acepción que aquí le damos) falta en el


Diccionario, lo mismo que merendada, cenada, paseada, pues da solamente andada,
como anticuada, por «viaje, camino, paso». Como en su lugar diremos, aquí no es
anticuada, y se toma por el acto de andar un trecho largo. Paseada es un paseo
agradable. ALMORZADA, merendada y cenada son el acto de almorzar, merendar o
cenar abundantemente y con agrado. En tal paraje dimos una buena ALMORZADA.

Almuercera. f. Mujer del pueblo que en las puertas de tiendas, zaguanes o


accesorias pone cazuelas con algunas viandas apetitosas, y aun las prepara allí mismo.

«Las almuerceras obran de distinto modo en la apariencia [...] pues aunque no


llaman con la boca á los que pasan, provocan su apetito con más arte, poniendo en sus
puertas las cazuelas de sus almuerzos ó meriendas, muy olorosas y compuestas con
ramilletes de rábanos y lechugas [...]. ¿No es verdad que estas tales se parecen á
nuestras almuerceras» (PENSADOR, Quijotita, cap. 9).

Almuercería. f. Puesto de la almuercera.

«Tuve que pasar por la Alcaicería, donde saben Vdes. que hay tantas almuercerías»
(PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, página 77). «Iba al cuartel algunas veces, y
otras á las almuercerías» (ID., ib., tom. III, cap. 10, p. 177). «Hasta sueño la fiesta de
Santiago, y hasta las almuercerías de las Cañitas y de Nana Rosa» (ID., ib., tom. IV,
capítulo 2, p. 23).

† Alo. m. «Méj. Papagayo grande», dice el Diccionario en la 12.ª edición, y es


copia exacta del artículo de Molina. -19- En la anterior se había puesto «Allo. m. En
México, Guacamayo». Sahagún (lib. XI, cap. 2, § 2) describe el Alo. Si alguna vez ha
corrido aquí entre españoles esa voz puramente mexicana, de lo cual no tengo prueba,
hoy nadie la conoce y debe desaparecer del Diccionario.

Alrevesado, da. adj. vulg. Revesado.

† Alto, a. adj. Distante, en tiempo o lugar, como cuaresma o Pascua ALTA, la que
cae más lejos del principio del año: ALTAS horas de la noche, las que distan más del
anochecer: ALTA mar, «la parte del mar que está á bastante distancia de la tierra» (V. el
art. MAR en el Diccionario). Covarrubias, verb. ARRIBA, dice que en opinión de
algunos no se dice ALTA mar porque esté distante de la tierra, sino porque allí es
profunda.

† Altos. m. pl. Tratándose de casas, ALTO viene a ser en España sinónimo de piso.
Entre nosotros no se usa en tal sentido, sino en el de «La parte alta de una casa», y
siempre en plural, aunque se trate de un solo piso: Fulano ocupa los ALTOS de tal casa.
En México hay casas entresoladas, que son las de un solo piso al nivel del suelo, o poco
elevado sobre él; si hay encima otro, éste se llama los ALTOS, y entonces el piso
inferior toma el nombre de bajos, sea que sirva de habitación, o que esté ocupado por
establecimientos mercantiles: Fulano tiene su tienda en los bajos de tal casa. La mayoría
de las casas consta todavía de estos dos pisos solamente; pero ya se van construyendo
con más; entonces el piso inmediato al suelo conserva el nombre de bajos; el que le
sigue es entresuelo, y el último principal. Rara vez hay otros.

Las casas entresoladas se llamaban antiguamente en Madrid casas a la malicia,


porque las construidas así se libraban de la cama de aposentos.

Perú. «Los altos llamamos en Lima al primer piso de las casas, que es el único,
porque no se edifican varios, como en otras partes. Los bajos ó piso del suelo son lo que
los franceses denominan rez-de-chaussée» (ARONA, p. 19).

† Alzarse. pr. Fugarse y hacerse montaraces los animales domésticos. Ganado


ALZADO. En sentido figurado dícese de las personas que se ensoberbecen e insolentan.
El Diccionario trae en igual sentido ALZARSE a mayores.

Cuba. PICHARDO, p. 16.

Amachinarse. pr. fam. Traele Salvá como provincial de América, y le da la


correspondencia de «amigarse, amancebarse». Así se entiende en algunos de nuestros
Estados; pero en México suelen darle la acepción de encapricharse, aferrarse al propio
dictamen, acaso aludiendo a la proverbial obstinación del macho o mulo. En otras
repúblicas hispanoamericanas significa también amancebarse. En Chile, RODRÍGUEZ,
p. 25. En el Ecuador, CEVALLOS, p. 33, quien cree que viene del quichua. V. asimismo
Mems. de la Acad. Ecuat., tomo I, p. 57.

Amanezca. f. fam. El amanecer. Usado por los pobres con referencia a los primeros
gastos del día, y suelen decir: Con esto tengo para la AMANEZCA.

«Lo primero que hago es rehundir y esconder seis ú ocho realillos para la
amanezca, de la primera ingeniada que tengo» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2,
p. 37). «Será probablemente un pobrete que, como dice esta gente de juego, viene á
sacar la amanezca» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 26). «¿Qué anda Vd. haciendo? Nada,
os dice un barbón: ando tras de la amanezca» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 12, p.
206). «Pues vea Vd., señor; á lo menos se vive, se busca la amanezca» (ID., Gabriel,
tom. I, cap. 9).

Amanezquero. m. fam. El que no tiene oficio ni beneficio, y saca del juego o de


otro mal arbitrio lo necesario para pasar cada día. Desusado hoy.

«Yo no pasaba de lo que llaman amanezquero: apenas afianzaba dos ó tres pesos,
los rehundía, sacaba mi puro, y me lo iba á chupar á la calle» (PENSADOR, Catrín, cap.
7, p. 221).

† Amansador. m. Por antonomasia, picador, el que doma y adiestra potros.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 25. Ecuador. CEVALLOS, p. 33.

† Amarrar. a. Usado casi exclusivamente entre nosotros por atar.

«Me juzgaron ladrón y ya querían amarrarme» -20- (PENSADOR, Catrín, cap.


VII, página 223). «Mis abuelas y otras viejas del antiguo cuño querían amarrarme las
manos ó liarme como un cohete» (ID., Periquillo, tomo I, cap. 1, p. 4). «¡Qué bueno
hubiera sido que mi madre me hubiera quebrado en la cabeza cuanta silla había en la
sala, y bien amarrado me hubiera despachado al primer cuartel!» (ID., ib., tom. I, cap.
10, p. 122). «Le amarró la corbata» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 326).

2. Obligar, atraer, fascinar.

«La compañía de uno de ellos, me deleita, me engolosina, me amarra»


(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 3, p. 47). «Con este modo amarraba más y más á
su marido» (ID., Quijotita, cap. 33, p. 452).

3. También trabar y asegurar una pared con otra, o una cuarteadura, atravesando
losas o piedras que entren en ambas partes.

CARA AMARRADA decimos, en vez de envuelta, entrapajada.

«Tenía la cara amarrada, y en la oreja descubierta le vi el otro arete igual al que yo


tenía en la bolsa» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 296).

Parece que en otras tierras hispanoamericanas se hace igual uso o abuso de este
verbo.

Bogotá. «Dilatamos demasiado la significación de amarrar, cuyo sentido propio es


atar y asegurar por medio de cuerdas, maromas, cadenas, etc., en fin, como lo dice la
palabra, por medio de amarrar. Así pues, se peca contra la propiedad cuando se dice
"amárrese Vd. la corbata"; ó que alguno "tiene la cabeza amarrada": según el caso, serán
preferibles atar, entrapajar, vendar, ceñir». (CUERVO, § 424).
Perú. «AMARRAR. Manera llana y vulgar de expresarnos en muchos casos en que
bastaría atar [...]. Amarrar se usa en lo figurado de una manera más original todavía.
Tener ó estar con la cara amarrada, es tenerla ó traerla ceñida, fruncida. Amarrarse la
corbata, por atársela. Figurado: amarrarse los pantalones, prepararse con toda energía
para una grande empresa» (ARONA, p. 21). [Acá decimos amarrarse los calzones, por
desplegar energía. V. CALZÓN, en el Diccionario].

Chile. «Se usa disparatadamente en casos como los que siguen: "El diputado que
intente contestar ese discurso tendrá que amarrarse bien antes los calzones". "Es el D.
Anacleto tan dejado de la mano de Dios, que en los cincuenta y tantos años que lleva
sobre el espinazo, no ha podido aprender todavía á amarrarse la corbata". "La infeliz
debe de vivir mártir de sus muelas, porque de los doce meses del año, seis á lo menos la
veo con la cara amarrada"» (RODRÍGUEZ, p. 26).

Cuba. «Este verbo marítimo está tan generalizado, que ha dejado sin uso el de atar»
(PICHARDO, p. 17).

AMARRAR UN NEGOCIO, disponerle de modo que el éxito no esté sujeto a


contingencias.

Cuba. (PICHARDO, ubi supra).

Escritura bien, o muy, AMARRADA, la que contiene cuantas cláusulas son


necesarias para no dar lugar a interpretaciones o subterfugios.

Terreros nos da razón a todos, pues dice sencillamente: «AMARRAR, atar


cualquier cosa». Mas no creo que su autoridad baste a legitimar el uso del verbo, en
amarrar la corbata, y otras frases semejantes.

† Amarre. m. Lo que sirve para AMARRAR. Es preciso poner unos AMARRES en


esta cuarteadura. Esta silla tiene AMARRES de plata.

Amasia. f. Usadísimo, sobre todo en el foro, por querida, concubina.

«Sacaron de la cárcel de corte, para ahorcarlo, á un indio; y á una mujer, que era su
amasia, á la vergüenza» (Diario del ALABARDERO, 1784, p. 185). «Fué ahorcado en
la plaza mayor Rafael González, matador de su amasia» (ID., p. 198). «Esta Anita era la
[...] amasia del patrón ó del mendigo mayor» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 8, p.
134).

«La amasia tiene del amor la palma


La corona doméstica la esposa;
Á una el cuerpo se da, y á la otra el alma».
(EL NIGROMANTE, en Don Simplicio, tom. II, n.º 5)

Hállase asimismo en el género masculino, aunque rara vez.

«Que los vió por San Miguel el Grande; que ella ya estaba al caer; que la dejó su
amasio arrimada en casa de unos conocidos» (Astucia, tom. II, cap. 7, p. 188).

Amasiato. m. Concubinato. Vivía en AMASIATO. Poco usado, y solamente en el


foro.

† Amasijo. m. Por «Pieza donde se amasa», no es sólo provincial de Andalucía:


úsase asimismo en México.

«Salía después de cerrar la tienda, con pretexto de ir al amasijo» (Astucia, tom. I,


capítulo 3, p. 145).

Amate. (Del mex. amatl, papel, porque los indios le hacían de su albura). Ficus
benjamina, LINN. m. Árbol hermoso que se encuentra con abundancia -21- en las
regiones cálidas de la República mexicana. El jugo lechoso de estos árboles se usa por
la gente vulgar como resolutivo. Hay dos especies de AMATES: el blanco y el negro.

Hernández (lib. II, cap. 113-133) trata del Amaquahuitl (árbol del papel) y de sus
muchas especies. En el cap. 113 describe la manera de fabricar el papel que usaban los
indios.

† Ambón. m. «Cada uno de los púlpitos que se hallan á uno y otro lado del altar
mayor, y desde los cuales se cantan la epístola y el evangelio» (Dicc.).

«Se pusieron los ambones en su lugar, y los renovaron de color de jaspe y oro»
(Diario de GUIJO, 1659, p. 341). «En el ambón del evangelio leyó en voz alta el Lic. D.
Tomás de la Fuente [...] los testimonios de tres bulas» (Diario de ROBLES, 1701, tom.
II, p. 317). «Pidió á S. Illma. la bendición, y habiéndola obtenido, se fué al ambón y
cantó el evangelio» (ID., ib., 1702, tom. II, p. 354). «Estrenáronse ya en esta Santa
Iglesia [de Puebla] los ambones y púlpito de piedra jaspe, fabricados á lo liso para
mayor lucimiento del bruñido» (Gaceta de México, julio 1732). «El 20 de Octubre del
mesmo año [1585] concluyó su publicación [del Concilio Tercero Mexicano] en el
ambón de la epístola» (ID., dbre. 1738). «Siendo de la misma especie dos ambones ó
púlpitos que á los lados del presbiterio se fabricaron para cantar epístola y evangelio»
(Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1756, tom. III, p. 69).

Esta voz apareció por primera vez en la duodécima edición del Diccionario,
aunque, como se ve, es bien antigua, a lo menos por acá.

Amelcocharse. pr. Tomar cualquier dulce el punto alto y pegajoso de la melcocha.

Cuba. PICHARDO, p. 17.

† Americanismo. m. Predilección por lo americano.


Ameritado, da. adj. Lleno de méritos y servicios: El AMERITADO general fulano.

Ameritar. n. Merecer, dar mérito o motivo para una cosa. Usado, particularmente en
periódicos; pero inútil. Sólo le traemos para hacer notar que Rivodó (p. 22) le cuenta
entre los «usados generalmente, aunque faltan en el Diccionario».

Amestizado, da. adj. Que tira al mestizo; semejante a él en color y facciones.

† Amo. m. NUESTRO AMO. Título que se da comúnmente al Santísimo


Sacramento.

«Una luz amarilla, una vela de la Candelaria, otra de Nuestro Amo y una lamparita
de aceite de olivo» (FACUNDO, Chucho, tom. II, cap. 9). «¿Quién trae vela de Nuestro
Amo? dijo una señora» (ID., Gentes, tom. II, capítulo 5).

NUESTRO AMO llamaban los marineros al contramaestre. (Dicc. Marít.).

El AMO GRANDE. Dios. Es del estilo familiar, y más usado entre la gente del
campo.

«¿Y tú á quién te diriges? -Hombre, primeramente al Amo grande, al Sagrado


Misterio de la Trinidad y su Divina Providencia» (Astucia, tom. I, cap. 7, p. 133).

El refrán del Diccionario: «Quien á muchos AMOS sirve, á alguno, ó á unos ú


otros, ha de hacer falta», le usamos en esta forma.: Quien a muchos AMOS sirve, con
alguno queda mal.

† Amolar. a. Fastidiar, molestar mucho, causar grave perjuicio. Úsase también


como pronominal. Es voz baja, y aun indecente, de que nunca usa la gente bien
educada.

«Haremos una rifa, y al que le toque se amuela» (Astucia, tomo I, cap. 7, p. 129).
«Sólo el capricho de amolarlos y hacerlos entrar al orden me ha hecho conservarme en
el puesto» (Id., tom. II, cap. 12, p. 372).

«Su administrador creyó


Tener en mí una espía,
Me amolaba noche y día,
Y de aburrirme trató».

(Chamberín, p. 11)

«Y lo poco que libré


En Anzaldo lo dejé
Donde otra vez me robaron,
Mi caballo se llevaron,
Y entonces sí me amolé».

(Id., p. 46)

ESTOY AMOLADO, dicen los del pueblo para denotar que están muy pobres,
abatidos, de capa caída.

Perú. «AMOLAR. Es indudable que lo empleamos en su buena acepción española


cuando lo tomamos, que es siempre, por cargar ó molestar. Lo único notable es que
digamos así constantemente, mientras los españoles dicen moler con la misma
constancia» (ARONA, página 25).

Cuba. «Vulgar é indecente, que significa -22- molestar con pertinacia, perjudicar.
Úsase también como recíproco» (PICHARDO, p. 17). MACÍAS, p. 67.

Maracaibo. «Amolar á alguno es una repugnante metáfora. Déjese la amoladura


para las armas é instrumentos; los hijos de Adán toleraremos cuando más que nos
muelan la paciencia, nos perjudiquen, ó cosa semejante» (MEDRANO, p. 19).

Canarias. «v. a. Fastidiar, 2.ª acep. También se usa como reflexivo. Lo hemos oído
igualmente en la Península» (ZEROLO, p. 57).

Amole. (Del mex. amulli, jabón. MOL.). m. Con este nombre se conocen varias
plantas de diversas familias cuyos bulbos y rizomas se usan como jabón. Del sapiendus
amolli, árbol de la familia de las sapindáceas, se aprovechan las semillas (AMOLE de
bolita), y de la polianthes tuberosa los bulbos o cebollas. Por lo general a las plantas
sapindáceas se da en la República el nombre genérico de AMOLES. Hernández (I, 184-
187) menciona el AMOLLI, y dice que limpia tan bien como el jabón; salvo que la ropa
lavada con él causa cierta comezón. Menciona asimismo el amolxochitl seu flos amolli,
el quilamolli y el chichicamolle.

«Ansimismo llevan tea y amole, que es una raíz que sirve entre ellos de jabón, y
entre nosotros la usamos» (Descr. de los Peñoles, 1579, MS.). «Y al parecer de la dicha
raíz [...] es como un lirio del campo, y tiene una cepa como cebolla, con mucha raíces, y
un ástil que sale della hacia el cielo, el cual parece como ástil de gamonita de España, y
en el cabo de él echa ciertas flores que tienen la semilla como grano de mostaza, y de
esta raíz usan como jabón, y así hace su operación» (Descr. de Amula, 1579, MS.).
«También hay en dicho territorio y en la provincia de Amula otro árbol que lleva por
fruto unas como bellotas ó avellanas, que llaman acmuli, que sirven de jabón deshechas
á golpes de piedra, y limpia la ropa como si fuese jabón, de cuyo nombre toma la
denominación la provincia de Amula; y es diverso este fruto acmuli de otra raíz que hay
en muchas partes de la [Nueva] Galicia; del mismo nombre y de la misma virtud de
limpiar como el jabón» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XIX, n.º 12).
† Amontonarse. pr. Reunirse varios para acometer a uno solo. V. MONTONERO.

† Amor. m. UNA COSA ES EL AMOR Y EL NEGOCIO ES OTRA COSA, ref. que


enseña que cuando se interpone el interés se hace a un lado la amistad.

AMOR Y ABORRECIMIENTO NO QUITAN CONOCIMIENTO. «Pasión no


quita conocimiento». (Dicc.) fr. proverbial con que se manifiesta imparcialidad.

¿CUÁNDO AMORES?, frasecilla muy vulgar con que en cierta manera se niega
alguna cosa.

«Si yo quisiera casarme, ya ves tú que me sobran novios [...] pero eso de que yo les
dé mi palabra, ¿cuándo amores?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 20).

POR AMOR DE, por causa de. Los andaluces dicen por mor de.

«Item: que ponga encima de la dicha carne, cuando estoviere en las dichas
escarpias, unos paños limpios por amor de las moscas» (Actas del Cabildo de México, 7
de mayo de 1527). «No acertó á venir más presto; por amor de unas ciénegas y esteros
que pasó» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 31).

Amorrinar. a. ant. Matar, aturdir con un golpe o más en la cabeza. Es el francés


Assommer.

«Algunos que habían subido y pensaban que estaban libres de aquel peligro, había
en las calzadas grandes escuadrones guerreros que los apañaban é amorrinaban con unas
macanas» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 128).

† Amplificación. f. Reproducción, en tamaño mayor, de una fotografía pequeña.


Comúnmente la AMPLIFICACIÓN de un retrato es del tamaño natural.

Ampón, na. adj. Ahuecado, abultado. Refiérese al traje de las mujeres, y a éstas
cuando así lo usan.

«Se encontró con la tal Amalia que andaba en las calles muy ampona, buscando
pichones» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 295). «En la calle se presentaba de traje blanco
muy ampón» (Id., p. 297). «Vestía llevando varias faldas, quiere decir, que aun
permanecía ampona á pesar de la moda» (FACUNDO, Fuereños, cap. VIII). «Las
costeñas, huéspedes y primas de Camilo, y amigas de Arévalo, muy amponas y
dengosas» (DELGADO, La Calandria, XVII). «Diéronle un abrazo de rodillas para
hacer menos amponas las enaguas» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, página 182).

«La del zapato blanco y de bufanda,


De enagua ampona y lúbrico descote».
(G. PRIETO, Poesías festivas, «Contra el gran tono», p. 87)

† Amularse. pr. Volverse mula una cosa; hacerse invisible. Muy usado en el
comercio.

«AMULAR, voz antigua que significa ser -23- inútil ó estéril, no servir de cosa,
como se saca del refrán que dice: Ni tan vieja que anule, ni tan moza que retoce»
(TERREROS).

† Ancas vueltas (Dar). Conceder una ventaja en cualquier juego; sobresalir en él.
Metáfora tomada de las carreras de caballos, que los rancheros suelen ajustar con la
condición de que al partir tenga uno de los caballos la cabeza al frente y el otro en
dirección contraria, de suerte que para emprender la carrera ha de dar media vuelta.

«Si duras otro poco en la hacienda, á todos nos has de dar ancas vueltas»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 8, p. 86). [Esto es, has de ser más diestro que
nosotros].

Anclote. m. Barril pequeño en que ordinariamente se envasan las aceitunas y los


vinos exquisitos. Poco usado.

† Ancón. m. No es sólo «Ensenada pequeña», sino también cualquier rincón o


ángulo entrante en los edificios, y aun en las heredades.

Anchar. a. Más usado que ensanchar. No está en el Diccionario.

A semejanza de ensanchar tenemos en castellano ensangostar, totalmente


anticuado, aunque la Academia no le ponga tal nota. Este verbo perdió el ens que
conserva ensanchar.

Bogotá. «Al modo que de angosto nace angostar, de ancho hubiera de decirse
anchar, como se hace entre nosotros: no obstante, lo castizo es ensanchar» (CUERVO, §
754).

Perú. «Aunque conocemos muy bien, y hasta usamos el verbo derivado de ancho
que es ensanchar, no cabe duda que quien priva con nosotros es anchar, y que el otro
sólo se usa en lo moral: ensanchar el ánimo» (ARONA, p. 28).

Venezuela. «Es forma tan correcta como ensanchar que trae el Diccionario»
(RIVODÓ, p. 136)

† Ancheta. f. La última acepción que le da el Diccionario, de «Beneficio ó ventaja


que se obtiene en un trato», no esta aquí en uso.

No es mala ANCHETA, o Vaya una ANCHETA, se dice de las cosas estorbosas o


inútiles, y de los encargos molestos.

Cuba. «Cosa ó negocio pequeño ó malo (irónicamente). Así se dice: ¡qué ancheta!
¡buena ancheta!» (PICHARDO, p. 17). MACÍAS, p. 71.
Venezuela. «Como más se usa esta voz es en el significado de broma, mal negocio:
quizá esto sea la última acepción que le da el Diccionario, tomada en sentido irónico»
(RIVODÓ, p. 246).

Río de la Plata. «Acción ó dicho simple, desairado, de ninguna oportunidad ó


importancia. Úsase en expresiones como las siguientes: ¡qué ancheta! ¡vaya una
ancheta!» (GRANADA, p. 83).

En el Ecuador significa, al contrario, buen negocio (Mems. de la Acad. Ecuat., tom.


I, p. 58), y lo mismo en el Perú (ARONA, p. 29).

† Andada. f. No es aquí anticuado por paseo algo largo.

«Lorenzo, luego que llegó á las haciendas, les dió una andada» (Astucia, tom. II,
capítulo 13, p. 387).

Andancia. f. Enfermedad reinante, pero no grave. En el Diccionario hallamos:


«Correr una constelación ó ser constelación, fr. que se dice cuando reina alguna
enfermedad epidémica».

«Aquí me tiene Vd. sufriendo de este catarro: la andancia, señorita» (MICRÓS,


Ocios y Apuntes, p. 79).

Venezuela. «Por epidemia, enfermedad reinante en una población; especialmente se


dice de las de poca trascendencia, como catarros, constipados, etc. Á nuestro modo de
ver es vocablo analógico, y como tal aceptable» (RIVODÓ, p. 45).

† Andante. m. Entre rancheros, caballo.

† Andar. a. y n. «Ir de un lugar á otro dando pasos» (Dicc.). Se puede ANDAR sin
dar pases, pues se dice ANDAR en coche, a caballo. Tal vez esto se incluya en la
acepción de recorrer; pero no lo parece

ANDE VD., ÁNDELE, fr. fam. que se usa para animar a que se haga alguna cosa.

«Ande Vd., le dijo á la del rebujo. Este ande Vd. es la frase consagrada de la
galantería de zarape: ande Vd. quiere decir "beba Vd."; ó bien "¿Usted gusta de beber?"
ó "beba Vd. sin cumplimientos"» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 7). «Marcelino
levantó el vaso, y le dijo: ande Vd., D.ª Guadalupe» (ID., Ensalada de Pollos, tom. I,
cap. 10). «Yo quiero la espada: ándale [dámela]» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 196).

«Para animar allí á alguno


Que no peque de atrevido,
Lo mismo para negocios
Que para pegarse un tiro;
Como palabra suprema
En uno y otro sentido,
Para decidirle pronto
Le dicen: ándele, amigo».

(SOMOANO, p. 32)
-24-

YA LE ANDA, YA LE ANDABA, fam., está o estaba en grande apuro.

«Por miedo de su coyote


No saco mi chivo al agua:
L'otro día que lo saqué,
¡Pobre chivo! ya le andaba».

(Copla popular)

Anexionar. a. Dice Rivodó que «se aplica especialmente cuando se trata de países ó
territorios» (p. 23). Aquí usan también algunos de este verbo totalmente inútil, pues no
dice más ni menos que Anexar.

† Ánforas. f. pl. Urnas o vasos donde se depositan las cédulas en las elecciones.

† Ángel patudo. «Persona que, según quien así la llama, está muy lejos de tener la
inocencia ó buenas cualidades que otros le atribuyen». Esto dice el Diccionario. Aquí se
entiende más bien por ÁNGEL PATUDO, un muchacho talludo que conserva aires y
costumbres de niño. Y suele decirse: ÁNGEL PATUDO, que quiso volar y no pudo.

HACER ANGELITO A UNO, es no ponerse luto por él cuando muere.

¡Angela María! Usado como interjección para denotar que se aprueba alguna cosa,
o que se cae en la cuenta de algo, se oye tanto en México como en Bogotá (CUERVO, §
433).

Cuba. «Frase familiar en Puerto Príncipe para manifestar que se aprueba


completamente lo dicho ó lo hecho» (PICHARDO, p. 18). MACÍAS, p. 74, dice que se
usa en toda la isla.

Canarias. «loc. fam. Así es. También expresa admiración» (ZEROLO, p. 57).

Angustiado, da. adj. Corto, estrecho; como término ANGUSTIADO.

† Ánima. SABER HASTA DONDE PENAN LAS ÁNIMAS, saberlo todo.


«¡Hombre! dijo Alejo, que te acompañe Pepe, que sabe hasta donde penan las
ánimas» (Astucia, tom. I, p. 132).

† Animal. m. Muchas veces usamos esta palabra genérica en el sentido especial de


bicho o sabandija. Le picó un ANIMAL. No me gusta la tierra caliente por los
ANIMALES.

Perú. ARONA, pp. 32, 52.

Animalada. f. fam. Machada (2.ª acep.), necedad.

«¡Hombre! no digas animaladas» (TRUEBA, Cuentos color de rosa, «Juan


Palomo», IV).

† Anona. f. Se llama así el fruto de la anona glabra, LINN., de la familia de las


anonáceas, árbol que abunda en las regiones no muy calientes de la República
mexicana. Tiene bastante analogía con la chirimoya; de la cual se distingue, entre otros
caracteres, por el color amarillo de la cáscara, el blanco amarillento de la pulpa y la
menor consistencia de ésta.

Anquera. f. Especie de caparazón de cuero sujeto al borrén trasero de la silla, con


que se cubre el anca del caballo y baja hasta cerca de los corvejones. El borde inferior se
guarnece con una hilera de piezas pequeñas de hierro colgantes a manera de
campanillas, llamadas higas. Sirve para amansar potros, enseñándolos a derribar, y para
defensa del caballo en las corridas de toros. Hoy apenas se usa.

† Ante. m. Postre que se hace de bizcocho, mezclado con dulce de huevo, coco,
almendra, etc. Poco se usa ya.

«Otros dicen que hubo cincuenta [platillos] de diversas viandas, así de pescados
exquisitos como de carnes y aves diferentes, con tres antes y cinco géneros de dulces»
(Diario de ROBLES, 1702, tom. II, p. 362)

«El turrón, los merengues,


Los dátiles cubiertos,
Los postres y los antes
De mantequilla y huevo».

(Don Simplicio, abril 10, 1847)

Anteado. SI NO HUBIERA MALOS GUSTOS NO SE VENDIERA LO


ANTEADO. ref. que enseña que por la diversidad de gustos, todas las cosas encuentran
quien las elija.
Antellevar. a. fam. Llevar ante sí, atropellar.

Antellevón. m. fam. La acción y efecto de antellevar.

† Antepecho. m. El tablero fijo que comúnmente se coloca en la parte alta de las


vidrieras, para disminuir la altura de las hojas movibles. Es nombre corriente; pero muy
mal aplicado.

-25-

Anticonstitucional. adj. Contrario a la Constitución del Estado.

Anticonstitucionalmente. adv. m. De una manera anticonstitucional: infringiendo la


Constitución del Estado.

Antiguo. a. adj. Antepuesto al nombre, significa lo mismo que ex en su segunda


acepción. ANTIGUO alumno del Colegio de S. Ildefonso.

Antuviado, da. adj. ant. Precoz.

«Por ser ese árbol tan antuviado, el hebreo le llama el velador ó madrugador».
«Que es lo que ya tenemos apuntado arriba, temiendo que los tales ingenios antuviados
en las disciplinas, ó han de parar en desvanecimiento ó locura, ó en muerte»
(COVARRUBIAS, verb. ALMENDRA).

Apachurrar. a. Despachurrar.

Perú. ARONA, p. 33.

Apagón. adj. Aplicado al puro o cigarro, el que se apaga con frecuencia, ya por
mala calidad del tabaco, o por defecto de la fabricación. Se dice también del carbón.

Cuba. PICHARDO, p. 19; MACÍAS, p. 80.

Los rancheros llaman APAGÓN al caballo que parte con gran ligereza; pero a poco
se cansa y afloja en la carrera.

Apaninarse. (De panino). pr. poc. us. Acostumbrarse al clima, usos y costumbres de
una tierra el que no es natural de ella: aclimatarse.

«Aunque al principio tuvo algunas calenturas, muy pronto se apaninó» (Astucia,


tomo II, cap. 10, p. 330).

Apantallado, da. adj. Bobo, mentecato, parado.

«Á fuerza este apantallado les ha de haber dicho quiénes son Vdes.» (Astucia, tom.
I, cap. 14, p. 298). «Le estafó á su apantallado amante cuanto constituía el haber de una
honrada anciana y dos inocentes huérfanos» (Id., tom. II, cap. 2, p. 57). «Desde que José
se llevó á esa dómina anda el hombre más apantallado» (Id., tom. II, cap. 7, p. 178).
Apantle. (Del mex. apantli, acequia de agua). m. Cualquier caño descubierto que
sirve para conducir agua. Úsase más en el Estado de Morelos.

«Después de fabricado el cajón, se elige un sitio cómodo inmediato á algún venero


ó apantle, con el fin de dirigir á su interior una poca de agua perenne» (ALZATE,
Gaceta de Literatura, enero 2, 1794). «Sin dejar de seguir el apantle, llegas al Buen
Suceso» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 119). «Cargué con aquello y me fuí para el apantle»
(Id., tom. I, capítulo 16, p. 381). «Yo le robé á Vd. su chiquilla del apantle» (Id., p. 386).
«Se van desfilando con calma por todo el apantle» (Id., tom. II, cap. 8, p. 272).

Apañalarse. pr. Acogerse a algún lugar cómodo y seguro. Poco usado.

«Pío, al gastar el dinero de su padre, no le pesó su conducta anterior, y Blanco,


padre é hijo, se apañalaron cariñosamente en el regazo de la fortuna» (FACUNDO,
Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 1).

† Apartadero. m. Acción y efecto de apartar o separar los animales de diversas


edades, o los que han de llevarse a otro lugar. Hoy se hizo el APARTADERO de los
toros vendidos.

† Apartado. m. Operación de apartar metales.

2. El edificio en que se hace esta operación.

† Apartador. m. Dábase al director de la oficina del Apartado el título de


«Apartador General por S. M. del oro y plata de todo este reino», y era uno de los
ministros de la Real Casa de Moneda (Ordenanzas del Apartado [1784] tít. I, cap. 1).

«En México está junto á la parroquia de Santa Catarina Mártir la casa y horno del
Apartador» (BETANCURT, Theatro Mexicano, pte. I, trat. 2, cap. 1, n.º 46).

† Apartar. a. Operación de extraer el oro contenido en las barras de plata.

«En los demás reales de minas se saca plata con mucho oro, como se ve en el
Apartado, que halló industria la curiosidad para apartar en un horno, con agua fuerte, el
oro de la plata» (BETANCURT, Theatro Mexicano, pte. I, trat. 2, cap. 1, n.º 46).

Apastillado, da. adj. De color blanco con un tinte rosado.

«Los colores de la flor son el blanco, amarillo y carmín; y de estos tres colores
resultan otros medios, como son naranjado, apastillado, etc.» (ALZATE, Gaceta de
Literatura, marzo 24, 1794).

Apastle. (Del mex. apaztli). m. Lebrillo hondo de barro colorado. Los hay de todos
tamaños.

«Sabed (decían) que vendrá una gente barbuda que traerán cubiertas las cabezas
con unos como apastles (que son los barreños ó lebrillos de barro)» (MENDIETA, Hist.
Ecles. Ind., lib. III, cap. 2).
Apealar. a. Sujetar a un animal -26- echándole un peal. Por corrupción dicen
algunos apialar.

Río de la Plata. «Cuando se quiere matar para comer, enlaza un hombre á caballo la
res por las astas ó cuello, y otro la apeala, que es enlazarla por el pie, y estirando
opuestamente, la sujetan y degüellan (AZARA). Se apeala para matar una res, ensillar
un potro, y cualquiera otra operación que lo requiere» (GRANADA, p. 84).

Apeñuscarse. pr. Apiñarse, apretarse cosas o personas, oprimiéndose unas con


otras.

«Antes se apeñusca y endurece de tal manera, que con gran trabajo y dolor se
purga» (J. B. POMAR, Rel. de Tezcoco, p. 62). «Y como están todos en pie y
apeñuscados al tiempo de la bendición...» (MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. IV, cap.
19). «Bajan por una real escalera de dos andenes, como la de Aracœli de Roma; patios y
escalera llenos de gente apeñuscada, con sus ramos en las manos» (ID., ib.). «Patios y
escalera todo lleno de gente apeñuscada con sus ramos en las manos»
(TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XVII, cap. 7). «Recibiendo besos de los viejos,
hombres, mujeres y muchachos, que se apeñuscaban para tener ese gusto» (Astucia,
tom. II, cap. 11, p. 354).

Bogotá. «También se oye decir apeñuscar; pero no en el sentido de apañuscar que


le da el Diccionario de Autoridades y reproduce Salvá, sino en el de apiñar que nos
ofrece el siguiente lugar de Ambrosio de Morales, citado en el primero: Allí hechos una
muela y apeñuscados, pasamos casi toda la noche» (CUERVO, § 676). [El mismo Sr.
Cuervo me ha hecho notar que ese pasaje de la Crónica de Morales (lib. IX, cap. 7, fol.
237, ed. 1574) pertenece a la traducción del famoso privilegio de los votos del Rey
Ramiro, que en latín se encuentra en la España Sagrada (XIX, 331), donde se ve que
aquel pasaje corresponde al latino «in una mole congregati», lo que no deja duda del
sentido del otro].

Ecuador. CEVALLOS, p. 34; Cuba. PICHARDO, p. 30; MACÍAS, p. 82.

Venezuela. «Apeñuscar equivale á apañuscar. Aquella forma consta en la primera


edición del Diccionario de la Academia, lo mismo que el participio ó adjetivo
apeñuscado. Sin embargo, generalmente se usa en sentido equivalente á apiñar,
apiñado» (RIVODÓ, p. 136).

Veamos ahora algo de la historia de estos asendereados verbos. Covarrubias no da


ni uno ni otro. En la primera edición del tomo primero del Diccionario de Autoridades
no hay el infinitivo apañuscar, sino únicamente el sustantivo apañuscador, «la persona
que coge y agarra entre las manos alguna cosa, ajándola y manoseándola». Viene luego
APEÑUSCAR, con definición semejante a la dada en apañuscador; sigue el participio
APEÑUSCADO, «cogido y apretado entre las manos», y allí está el lugar de Ambrosio
de Mor ales copiado por el Sr. Cuervo. En la segunda edición del mismo tomo aparece
apañuscar, definido, en sustancia, como el APEÑUSCAR de la anterior. De este último
verbo dice «lo mismo que apañuscar». El texto de Morales desapareció, como era
natural, porque lejos de autorizar la definición la desautorizaba. Salvá no hace más que
atenerse a esta segunda edición. Terreros trae el apañuscar, que define, poco más o
menos, como la Academia, y pone luego en el lugar correspondiente APEÑUSCAR, con
simple remisión a apelmazar y apañuscar. Extraño es que APEÑUSCAR no haya tenido
cabida en el Diccionario vulgar, estando ya, aunque mal definido, en las dos ediciones
del de Autoridades, en Terreros, en Salvá y en el lugar de Ambrosio de Morales que la
Academia misma había alegado. En vez de retirarle, pudo aceptar la voz y autorizarla
con él y con el de Torquemada (plagio del de Mendieta) que arriba citamos. Es de
suponerse que éste le era conocido, pues pone la Monarquía Indiana en la lista de obras
elegidas para autoridades (2.ª edición). Estos textos eran suficientes para probar que
APEÑUSCAR era verbo castellano y de otra significación que apañuscar, por lo cual
era necesario definirlos separadamente; pero hubo de parecer mejor echar fuera el pobre
APEÑUSCAR juntamente con sus autoridades, y dar la preferencia a apañuscar, casi
falto de ellas.

Ejemplo es éste, entre muchos, de que no debe declararse ligeramente que una voz
es provincialismo nuestro o disparate vitando, sólo porque no aparece en el último
Diccionario. Ciertamente que ni Morales, ni Mendieta, ni Torquemada aprendieron aquí
el APEÑUSCAR o APEÑUSCARSE, ni de acá pasó a Colombia, al Ecuador, a
Venezuela y a Cuba.

-27-

† Apero. m. «Conjunto de instrumentos y demás cosas necesarias para la labranza»


(Dicc.) Acá entran en el APERO las mulas y bueyes, y aun se da especialmente tal
nombre al conjunto de esos animales.

* Apersogar. a. Atar un animal para que no se huya.

Venezuela. «No es voz mejicana, como dice el Diccionario, sino castellana pura,
formada por el estilo de apercollar. Además, su aplicación no se limita, como indica el
Diccionario, á "atar un animal para que no se huya", sino que es extensiva á otros
muchos casos» (RIVODÓ, p. 48).

* Apiñonado, da. adj. De color parecido al del piñón: dícese por lo común de las
personas ligeramente morenas.

«El cutis de Aurora no era de ese blanco de alabastro, que es tan raro en los climas
tropicales, sino de ese color que los pisaverdes llaman apiñonado» (PAYNO, Fistol,
tom. I, cap. 3).

Aplaco. m. ant. Aplacamiento.

«Pareciéndoles que en ello está el aplaco de la persona á quien van á hablar, y el


buen despacho de lo que pretenden» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XIV, cap. 9).

Aplomo. (Del fr. aplomb). m. neol. Serenidad, seguridad con que se dice una cosa.
Dijo con grande APLOMO aquel disparate. Parece galicismo excusado, por más que le
traiga Salvá, como neol., en la acepción de tacto, tino, cordura.

«Esta es cuestión de astucia, de sagacidad, de aplomo. -En hora buena, tendré


aplomo, tendré sagacidad» (FACUNDO, Gabriel, tomo I, cap. 4). «¡Qué naturalidad,
qué aplomo, qué sencillez!» (ID., ib., tom. I, cap. 8). «Ya había logrado Zubieta recobrar
todo su aplomo» (ID., ib.).

RIVODÓ (p. 48) aprueba el uso de esta voz.

Apolismar. a. vulg. Magullar, lastimar el cuerpo sin sacar sangre.

Cuba. PICHARDO, p. 20; MACÍAS, p. 82.

V. APORISMARSE, en el Diccionario.

† Aporcar. a. El Diccionario entiende por APORCAR, «cubrir con tierra ciertas


hortalizas [...] para que se blanquezcan y pongan tiernas». Para nosotros es semejante a
Acollar, y significa arrimar tierra al pie de las plantas en una sementera, para que en vez
de estar en el surco queden en el camellón.

Cuba. «En esta isla no se entiende cubrir con tierra, sino arrimarla al rededor del
vegetal tierno, como el maíz, cuando principia á levantarse, para sostenerle mejor y
fertilizarle» (PICHARDO, p. 20).

Aporque. m. Acción y efecto de aporcar.

† Aprecio. m. Muy usado por caso. No hacer APRECIO, no hacer caso.

«Sin hacer el menor aprecio de su mal» (PENSADOR, Quijotita, cap. 5). «El único
medio de curar ó precaver esta costumbre es no hacer aprecio de sus llantos» (ID., ib.,
capítulo 11). «Ninguno de ellos [de los camaradas] me hacía el menor aprecio, y aun se
desdeñaban de saludarme» (ID., Catrín, cap. 6, p. 212).

«Con mucha serenidá


Lo oyó el loro, no hizo aprecio:
Ya se ve, que de esto al necio
¿Qué cuidado se le da?».

(ID., Fáb. 36)

«Fortuna, no te hago aprecio,


Porque al fin eres mujer».
(PLAZA, «A la Fortuna»)

«No hizo mayor aprecio de tales declaraciones» (ROA BÁRCENA, Lanchitas, p.


140).

† Aproximación. f. En las loterías, los números anterior y posterior al que obtiene el


premio mayor, y que suelen tener señalado otro mucho menor. A veces son más las
APROXIMACIONES.

† Aproximativo, va. adj. En castellano es «lo que aproxima», según el Diccionario.


En tal sentido creo que rara vez habrá necesidad del vocablo. El Diccionario de
Autoridades no le trae. Nosotros le usamos en el sentido de aproximado, y Salvá le
acepta: «lo que se aproxima ó acerca, como cálculo aproximativo». Le hallamos
también en Chile (RODRÍGUEZ, p. 32).

Apruebo. m. ant. Provecho: calidad de ser provechoso, de probar bien.

«A la redonda grandes sabanas ó dehesas do pastan mucha suma de mulas de las


minas de Tasco y otras partes, que se ponen muy gruesas, y es de mucho apruebo para
ellas» (Descr. de Iguala, 1579, MS.)

† Apuntarse. pr.. Hablando del trigo y otras semillas, comenzar a germinar, sin
haberlas sembrado: nacerse.

† Aquerenciado, da. adj. El Diccionario le da como anticuado, por enamorado. Hoy


se aplica al animal que ya -28- adquirió querencia, y en estilo festivo a las personas.

Ecuador. CEVALLOS, p. 35.

Aquexala (pronunciado aqueshala). f. Gavilán (4.ª acep.). El hierro en figura de


paleta que se coloca en el extremo inferior de la garrocha, y del cual se sirve el gañán
para despegar la tierra que se adhiere al arado.

Aquiles. m. met. En las discusiones suele darse este nombre al argumento aducido
como concluyente.

«Nombre que se da en las Escuelas al principal argumento de cada doctrina ó


cuestión» (TERREROS).

† Arandela. f. «Amér. Chorrera y vueltas de la camisola». Así el Diccionario,


fundado probablemente en la autoridad de Alcedo (Vocab.), quien restringe el uso de
esta voz a la América Meridional. Podrá tener razón en ello; y encuentro que en el
Ecuador (CEVALLOS, p. 35) significa «cenefa, gayadura, guarnición». Pero es
conveniente advertir que en México (que también es parte de América) no se conoce
semejante acepción.

† Araña. f. Mujer pública, ramera.


«¡Arre! atrevidote! ¿Te figurarás que soy una de esas arañas de la calle?» (PAYNO,
Fistol, tom. II, cap. 12). «Dejando á un lado á esa multitud de mujeres sin poesía y
llenas de defectos físicos y morales, que con tanta gracia y propiedad han designado
nuestros calaveras con el epíteto de arañas» (ID., Veracruz, 5). «Allí vive una persona
que [...] yo no creo que Vd. la busque. -¿Por qué? -Porque es arañita. -Cállate,
muchacho, y no seas quitacréditos: ¿qué sabes tú de eso? Quiero decir, ella es muy
guapa y es güera; pero no por eso deja de ser arañita» (FACUNDO, Jamonas, tom. I,
cap. 16). «Bajo este punto de vista, lo de la vista gorda respecto á arañas, á borrachos y
á jugadores es una actitud profundamente filosófica» (ID., La Evolución Social, p. 285).

Diose acaso este nombre a las mujeres públicas, porque andan tras la mosca
(dinero). Parece confirmar esa creencia el estribillo de una letrilla satírica de Quevedo:

«Y eras araña que andabas


Tras la pobre mosca mía».

(Edic. Rivadeneyra, Terpsichore, n.º 327)

† Arca de Noé. m. Juguete que consiste en una arquita de forma semejante a la que
se cree haber tenido la que fabricó Noé, llena de figurillas de animales de todas clases y
de las de Noé y su familia, que los niños se entretienen en formar por parejas en hileras.

Arcabuco. m. Lugar fragoso y lleno de maleza, según el Diccionario. Monte muy


espeso y cerrado (VARGAS MACHUCA, Milicia y Descripción de las Indias, glosario).
Es voz muy usada por los primeros historiadores de Indias.

Arcabuezo. m. Parece ser lo mismo que Arcabuco.

«Los guerreros que luego Montezuma envió estaban en unos ranchos é arcabuezos,
obra de media legua de Cholula». «Creyeron que con los guerreros que nos habían de
dar, é con las capitanías de Montezuma que estaban en los arcabuezos y barrancas, que
allí de muertos ó presos no podríamos escapar» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 83).
«Topamos con un buen escuadrón de gente, guerreros de México y de Tezcuco, que nos
aguardaban á un mal paso, que era un arcabuezo, que estaba una puente como quebrada,
de madera, algo honda» (ID., ib., cap. 137).

Arcabuzal. m. Parece ser lo mismo que arcabuco o arcabuezo. No le he hallado más


que en Mota Padilla.

«Vinieron de paz muchos que vivían esparcidos en los montes, quebradas y


arcabuzales» (Hist. de la N. Galicia, cap. XXI, número 1).

Arcial. m. Corrupción de acial.


Bogotá. «Los herradores maltratan á acial, encajándole una r: arcial» (CUERVO, §
511, p. 364).

Arcina. f. Corrupción intolerable, pero muy generalizada, de Hacina (1.ª acep.),


montón de gavillas de trigo, cebada, etc., y también de paja.

«En breve redujo á ceniza como dos mil fanegas de maíz, y seis arzinas de trigo»
(Gaceta de México, mayo 1738). «Habían destrozado milpas, quemado arsinas,
llevándose á los peones del tajo para soldados» (Astucia, tom. II, cap. 7, p. 238).

Arcinar. a. Poner en forma de arcina o hacina: hacinar (1.ª acep.).

Arción. f. Usado casi exclusivamente por Ación.

«El toro se había hecho remolón, y en vano le metió tres arciones» (Astucia, tom. I,
cap. 12, p. 239).

-29-

[Para que se entienda esta cita es necesario advertir que se refiere a un jinete que
coleaba, y para ello pasaba la pierna derecha con estribo y ación sobre la cola del toro;
quiere decir que repitió por tres veces esa maniobra, sin conseguir derribar la res].

Bogotá. «Las correas de que están asidos los estribos son aciones y no arciones»
(CUERVO, § 511, p. 363).

Perú. «Arción. (Arequipa). Por ación, la correa de que pende el estribo. Tampoco
en Lima se pronuncia bien esta palabra» (ARONA, p. 35). Ecuador. CEVALLOS, p. 35;
Mems. de la Acad. Ecuat., tom. II, p. 70. Venezuela. RIVODÓ, p. 244.

Arequipa. f. Cierto postre de leche.

V. CAJETA.

† Arete. m. Zarcillo; pendiente en general; no sólo arillo, como dice el Diccionario.

«La soga de diamantes se la ha regalado un ex-conde: los aretes un rico


comerciante» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 4).

V. AMARRAR. CHÁCHARA.

Perú. «La mayor impropiedad del peruanismo aretes consiste en que con él
designamos los pendientes, zarcillos, arracadas y caravanas en general, sin perjuicio de
usar aquellos vocablos cuando se trata de precisar» (ARONA, p. 38).

Chile. «Aun cuando la Academia se haya decidido á dar en su Diccionario un


lugarcito á arete, remitiendo al lector por su significado á la tercera acepción de arillo,
no debe olvidarse que esta voz es nativa de Cuba, donde, según el Sr. Salvá, equivale á
zarcillo ó pendiente, que es también el sentido preciso que tiene en Chile»
(RODRÍGUEZ, p. 36). [Este autor escribió en 1875, y por consiguiente se refiere a la
11.ª edición del Diccionario].

Cuba. «Así se llama el adorno que llevan las mujeres en las orejas» (PICHARDO,
p. 22). V. también MACÍAS, p. 90.

ARETILLO, nombre vulgar de las fuchsias.

Arfil. m. Pieza del juego del ajedrez. Así decimos aquí siempre, y no alfil, única
forma que registra el Diccionario, y es más conforme a la etimología.

Bogotá. «He aquí ejemplos de esos truecos en nuestra habla popular: l = r en alfil,
que el vulgo pronuncia arfil» (CUERVO, § 685).

Este trueco viene de antiguo. Covarrubias (ad verb. y en Axedrez) da ARFIL y


también alfir; mas no alfil. El Diccionario de Autoridades dice que aunque muchos
escriben y pronuncian ARFIL es impropiamente; sin embargo, dedica artículo especial a
ARFIL, con simple remisión a alfil. Terreros es más explícito: «También dicen alfil;
pero comunmente los jugadores dicen ARFIL». En el Glossaire de Dozy y Engelmann
encuentro: «Au jeu des échecs, alfil, ARFIL, désigne le fou».

El Sr. Cuervo nos proporciona además dos citas de Lope de Vega, que abonan la
forma ARFIL. Una es de la comedia Los Locos de Valencia, acto II, esc. 14.

«Hoy me ha venido á buscar


Á aquesta casa un arfil,
Que con un jaque sutil
Un mate me quiere dar». 65

(Ed. Rivad., XXIV, 125)

Y la otra de La Obediencia Laureada, act. I, esc. 22.

«Ea, por Dios, dime aquí


Las parte, de tu galán:
¿Es caballo ó es arfil».

(Ib., LII, p. 171)

† Árganas. f. pl. El Diccionario trae Árgana; mas la definición no corresponde a lo


que aquí se entiende por ese nombre. No es tampoco lo mismo que Árguenas o Alforjas.
ÁRGANAS son dos bolsas grandes de cuero o tela gruesa que unidas se colocan en la
grupa del caballo, aseguradas en la silla. Hoy se llaman más comúnmente cantinas, y se
hacen de cuero.
«Dile á tu hermana que habilite las árganas». «Cargó Lorenzo con [...] sus árganas
perfectamente abastecidas» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 49). «Nos pusimos á comer las
provisiones que llevaban en las árganas» (Id., tomo I, cap. 16, p. 385).

† Argolla. f. «Especie de anillo grande, y ordinariamente de hierro», etc., dice el


Diccionario. Convendría suprimir el adjetivo grande, porque hay argollas pequeñas.

Aridarse. pr. Por Aridecerse. No le he oído nunca.

«Visitó la célebre Santa Cruz que formada de la grama, llamada en idioma


mexicano zacate, que produce la tierra, se mantiene tan fresca y verde, aun en el tiempo
de invierno en que se arida y seca todo aquel dilatado valle, que causa admiración á
todos los que la -30- visitan y veneran» (Gaceta de México, diciembre 1729).

Armas de agua o de pelo. f. pl. Llamábanse así dos piezas grandes de cuero de
chivo, con pelo, casi cuadradas, que sujetas en la cabeza de la silla o atadas a la cintura
del jinete, le cubrían pierna y pie, y le preservaban del agua. En caso necesario se
tendían en el suelo para dormir sobre ellas. Las había ricamente adornadas. Hoy se han
sustituido con las chaparreras, que no pueden prestar iguales servicios, porque no
cubren el pie ni sirven para dormir.

«Me lo dió [el caballo] sin quitarle la silla, armas de pelo, freno ni cosa alguna»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 123). «Tomando descanso al pie de un
jalocote grande, tendieron sus armas de pelo» (Astucia, tom. I, cap. 16, p. 385). «Se fué
á acostar al pie de su caballo, en las armas de agua y jorongos que sus criados le habían
dispuesto» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 5).

† Armador, ra. adj. Harón. El caballo o mula que se arma.

† Armarse. pr. Plantarse. Dícese de las bestias cuando obstinadamente se niegan a


andar, no por cansancio o enfermedad, sino por vicio.

«Al decir esto, quiso volver la grupa de su caballo; pero no pudo porque éste se le
armó» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 10, página 132).

2. Negarse redondamente a hacer algo.

«Se armaron los panaderos á no querer amasar, y no se hallaba una torta en todo
México» (Diario de ROBLES, 1691, tom. II, página 67).

3. Hacerse de dinero. Tómase de ordinario en mala parte.

«En fin, se armó, general, se armó [el pagador], y como él dice, se preparó para la
de secas» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 3).

4. Ganar alguna cantidad los jugadores para seguir jugando.

«ARMAR AL QUE JUEGA es darle dineros» dice Covarrubias, y lo repite el


Diccionario de Autoridades.
ARMARSE CON ALGUNA COSA, retenerla injustamente, negándose a
devolverla.

† Armazón. m. Anaquelería. Se vende un ARMAZÓN.

«Tenía [la tienda] un mal armazón y mostrador de madera amarillenta» (PAYNO,


Fistol, tom. II, cap. 8).

Chile. «Armazón decimos en Chile á lo que en castellano se llama anaqueles ó sea


anaquelería. Ni faltan, aun entre la gente suficientemente ilustrada, quienes den á
armazón el género masculino» (RODRÍGUEZ, p. 37). [Aquí todo el mundo le da ese
género].

V. PUCHAS.

* Arpillador. m. El que tiene por oficio arpillar fardos o cajones.

* Arpilladura. f. Acción y efecto de arpillar.

* Arpillar. a. Cubrir fardos y cajones con arpillera.

Arpillera. f. Harpillera: tela tosca hecha comúnmente de las fibras del maguey, y
que sirve para abrigar fardos o cajones y defenderlos del agua.

† Arqueada. f. Por Arcada, 1.er artículo.

Bogotá. «¡Toma! Conque esas ansias y bascas que los bogotanos llamamos
arqueadas son música! buen provecho! No sea Vd. porro: esas ansias y bascas son
arcadas, que no arqueadas» (CUERVO, § 434).

Cuba. PICHARDO, p. 30; MACÍAS, p. 92.

* Arquear. n. Nausear. ARQUEAR por nausear se encuentra en el Guzmán de


Alfarache: «En este punto arqueaba yo en oyéndola mentar» (Lib. II, capítulo 2. Ed.
Rivad., tom. III, p. 291). Bogotá. «Salvá en su Diccionario dice que arquear parece
haber significado antiguamente nausear, y en ese sentido lo hemos oído algunas veces»
(CUERVO, § 434).

Nausear es totalmente desusado en México, y aun puede decirse que desconocido.


Jamás le he oído, y por su parte me asegura lo mismo el Sr. Cuervo, a quien debo
también el texto del Guzmán de Alfarache arriba citado.

Arquidiócesis. m. neol. Diócesis regida por un arzobispo. La ARQUIDIÓCESIS de


México, de Guadalajara, etc..

Arrabián. m. ant. Arrayán.

«El sagrado laurel ciña tu frente,


La yedra, el arrabián, trébol y oliva».

(«Soneto de D.ª Catalina de Eslava», en GONZÁLEZ DE ESLAVA, Coloquios


Espirituales)

Cuba. Arraiján. PICHARDO, p. 31; Arraigán, MACÍAS, p. 92.

Arrabiatar. a. Rabiatar: atar el ronzal de una bestia a la cola de otra. Algunos dicen
arrebiatar.

-31-

Bogotá. «Por el ejemplo de Cervantes que antecede nos acordamos de arrebiatar, en


lugar de rabiatar, reatar ó poner de reata. No deja de ser donoso el trastrueque»
(CUERVO, § 511, p.367).

Ecuador. CEVALLOS, p. 35. Venezuela. RIVODÓ, p. 244.

2. pr. fig. fam. Adherirse a la opinión de otro.

Perú. ARONA, p. 38.

† Arracada. f. «Arete con adorno colgante» (Dicc.). Por acá la ARRACADA es una
argolla algo grande que entra en la oreja, sin colgante alguno.

«Todas las mujeres del concurso, de alta y moderada esfera, se vieron ataviadas con
todas sus arracadas y aderezos» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1756, tom. III, p.
60).

«Vendan mis tumbagas de oro


Y de coral la soguilla,
Y mis arracadas grandes
Guarnecidas con perlitas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «La Migajita», pp. 147-8)

«La banda en tu cinturita


Y de oro tus arracadas».
(ID., ib., «Carta leperócrata», p. 164)

El nombre que el Diccionario da a nuestra ARRACADA es verdugo.

† Arraigar a uno. Notificarle judicialmente que no salga de la población, so cierta


pena.

† Arraigo. m. Acción y efecto de arraigar judicialmente. Notificósele de


ARRAIGO.

† Arrancado, da. adj. «Dícese del sujeto que habiendo tenido bienes de fortuna, los
pierde todos y queda pobre y desvalido» (Dicc.). Así es en efecto; pero también se llama
en general ARRANCADO al que está pobre, haya o no tenido bienes; y aun al que los
posee, cuando carece de moneda efectiva. Al proponer un negocio a un propietario rico,
suele contestar: «Ahora no, porque estoy ARRANCADO», es decir, «No tengo ahora
fondos disponibles».

«Haz que nos traigan de almorzar, pues tú estás de vuelta, y nosotros arrancados»
(PENSADOR, Catrín, cap. 6). «Todo, todo, menos pagas de sueldos y dinero á los
arrancados» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 17). «Determiné militarizar á todos los
arrancados y arrancadas» (ID., ib., p. 134). «Para una inmensa multitud de individuos,
aun mayor que la de los arrancados» (ID., ib., p. 139). «Cuando un hombre está
arrancado no debe pasar por la casa de Vd.» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 26). «No
tengo nada: soy un pobre arrancado» (Astucia, tomo II, cap. 1, p. 40). «Pensaban en la
riqueza, ese síntoma de la locura de los arrancados» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p.
174).

Bogotá. «Sería también un triunfo la extirpación de estas otras voces ó locuciones


más ó menos vulgares [...] estoy arrancado, por no tengo un cuarto» (CUERVO, § 550).
Y en nota: «La Academia da esta acepción de arrancado, que casi se ajusta con nuestro
uso: Dícese del sujeto...» [ut supra].

Perú. «Ser un arrancado ó estar arrancado equivale á ser ó estar pobre» (ARONA,
p. 38).

Cuba. «Muy pobre, absolutamente sin dinero, que antes tenía ó perdió»
(PICHARDO, p. 23).

ARRANCADO se encuentra en escritores españoles contemporáneos.

† Arrancar. a. ARRANCAR UN CABALLO, es hacerle partir a escape.

«Se montó Lorenzo en el rosillo, le dió su paseada, lo bulló; lo arrancó» (Astucia,


tomo I, cap. 2, p. 23).
2. n. Usadísimo entre la gente vulgar, por salir de prisa o corriendo.

«Arrancó á refugiarse con la madre» (Astucia, tom. I, cap. 10, p. 191). «Y arrancó á
enseñarles todo» (Id., tom. I, cap. 11, p. 220). «Pepe arrancó tras ella [la mula] para
atajarla» (Id., p. 121). «Violentó la operación, y arrancó para la cocina» (Id., tom. I,
capítulo 15, p. 325). «En cuanto te gruñera un cochino arrancabas de miedo» (Id., tom.
II, cap. 9, p. 309).

V. COMISIÓN.

3. pr. ARRANCÁRSELE a uno: acabársele el dinero.

«Vi que se te arrancó luego que entramos al juego» (PENSADOR, Periquillo, tom.
II, cap. 2, p. 37). «Puso [Pascual] una cara de jugador cuando se le arranca el último
peso, y no tiene á quien pedirle» (ID., Quijotita, capítulo 15). «Y aunque veía que se me
arrancaba por la posta, no me daba cuidado». «En medio de estas alabanzas se me
arrancó de cuajo» (ID., Catrín, cap. 5). «Al fin se me arrancó, y no hallaba almena de
que colgarme» (ID., ib., cap. 10).

«Mire cómo se tantea


No se le vaya á arrancar».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas glosadas», p. 177)

Esta frase tiene otra equivalente en castellano, que no quiero escribir aquí. El lector
curioso puede verla al principio -32- de la col. 1.ª de la p. 321 de la 12.ª edición del
Diccionario.

4. fig. Morirse.

«Pero ¿por qué, querido Gallo, te das por muerto, antes de que se te arranque?
-Porque ya falta poco para arrancárseme» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 553). «Ya
sé que á esa mujer se le arrancó á las dos de la mañana» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 178).

Cuba. «Cuando se usa como recíproco, siempre va unido con el pronombre


personal, significando entonces quedar sin dinero, ó perderle todo absolutamente; y así
se dice: arrancárseme, arrancársete, arrancársele: algunas veces se refiere á la pérdida
súbita ó penosa de la vida: se le arrancó: murió» (PICHARDO, p. 23).

† Arrancharse. pr. fam. Acomodarse con alguno para vivir con él: establecerse,
alojarse, confabularse, amancebarse.

«Por vengarse de mí [D.ª Rufina] se arranchó con el tinterillo del juzgado para
darme picones» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 160).
Arranquera. f. Falta de dinero, habitual o pasajera.

«Porque si es de arranquera, no me digas, que están todos que se sorprende uno»


(FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 10, pág. 137).

Cuba. «Pobreza suma, carencia absoluta del dinero que antes se ha tenido.
Familiarmente dicen en tono festivo-médico arranquitis; y si hace tiempo que se padece,
arranquitis crónica» (PICHARDO, p. 23). MACÍAS, p. 92.

Canarias. «Arranquera y arranquitis. s. f. Carencia de dinero en el que lo ha tenido.


Algunos diccionarios traen estas voces como cubanas» (ZEROLO, p. 57).

También por acá decimos arranquitis y arranqueritis.

Arrastrada. f. Acción y efecto de arrastrar.

V. ZALEA.

† Arrastradero. m. Juego de trucos o garito de baja estofa. Desusado ya.

«Otras [noches], que son las más, las paso en los arrastraderos. -¿Y cuáles son los
arrastraderos? -Los arrastraderitos son esos truquitos indecentes é inservibles que habrás
visto en algunas accesorias» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 35). «En fin,
en estos dichos arrastraderos [...] se roba, se bebe, se juega, se jura, se maldice, se
reniega». «Si antes estaba yo cuidadoso con la pintura que me hizo de la videta
cocorina, después que le dió los claros y las sombras que le faltaban con lo de los
arrastraderos, me quedé frío» (ID., ib., p. 36).

Arreada. f. Acción y efecto de arrear. Echar una ARREADA.

Arreado, da. Flojo, tardo, perezoso, que no cumple con su obligación, si no se le


reprende a cada rato. Este mozo no me gusta porque es muy ARREADO.

Perú. ARONA, p. 39, verb. Arriado.

† Arrear. a. Llevarse violenta y furtivamente ganado ajeno. Úsase también como


pronominal: Anoche SE ARREARON del potrero diez bueyes.

Es muy curioso el largo artículo que dedica a este verbo el Vocabulario Rioplatense
de Granada.

† Arrebatar. a. PARA TODOS HAY, o HABRÁ, COMO NO ARREBATEN, expr.


fam. semejante a la de todo se andará, con la cual se da a entender que se tenga
paciencia, pues todo se irá haciendo con orden y a su tiempo.

(Astucia, tom. II, cap. 3, p. 91).

Arrebiatado, da. adj. vulg. Que acompaña siempre a otro.


«Como siempre andamos arrebiatados, le dió de codo» (Astucia, tom. II, cap. 4, p.
101).

Arrebiatar. pr. V. ARRABIATAR.

† Arredro vaya. ant. Imprecación equivalente a ¡Vaya lejos! ¡Fuera de aquí! (Vade
retro!).

«Arredro vayan los vejancones hipócritas, que ya bien los conozco» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 10).

En mi niñez oía yo a algunas ancianas rezar una especie de rosario que consistía en
invocar mil veces el nombre de Jesús, repitiendo a cada cien esta coplilla:

«ARREDRO VAYAS, Satanás,


A mi muerte no asistirás,
Pues el día de la Santa Cruz
Dije mil veces Jesús, Jesús, etc., etc.».

«Arredro vayas está tomado del vade retro» (COVARRUBIAS. V. Arredrar).

«ARREDRO VAYAS. Fr. En arrière. Lat. Vade retro» (TERREROS).

Arrellenarse. pr. Arrellanarse.

Bogotá. «Los que dicen arrellenarse por arrellanarse (formado de llano), lo han
confundido con rellenar» (CUERVO, § 670).

Ecuador. CEVALLOS, p. 35. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. II, p. 70.

† Arremedar. a. No es anticuado entre nosotros, sino más usado que remedar.

Bogotá. (CUERVO, § 677).

-33-

† Arrempujar. a. No es anticuado aquí por rempujar; pero la gente educada no usa


ni de uno ni de otro verbo, sino que siempre dice empujar.

Bogotá. (CUERVO, § 677).

Cuba. PICHARDO, p. 31; MACÍAS, p. 93.


Arrempujón. m. Rempujón. Ni uno ni otro se oye en boca de gente bien educada;
sino empujón o empellón. Aquéllos son propios del vulgo.

Arretranca. f. Retranca.

También en Bogotá se usa ARRETRANCA y aun arritranco, que acá no


conocemos. Según Cuervo (§ 511), se dijo antiguamente arritranca. Esta última forma se
halla en Covarrubias y en Terreros.

Ecuador. CEVALLOS, p. 36. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. II, p. 71.

Arrevesado, da. adj. Enrevesado, revesado.

Corre asimismo en Bogotá (CUERVO, § 737). Y en el Perú: «ARREVESADO.


Revesado, y aun Enrevesado, dicen el Diccionario y el uso general; pero no faltan
buenos ejemplos de nuestro provincialismo. Lo advertimos á los timoratos» (ARONA,
p. 39). En Chile, RODRÍGUEZ, p. 40. «Arrevesado es forma tan correcta como
enrevesado» (RIVODÓ, p. 137).

† Arria. «(De arre). f. Recua». Doce ediciones ha tenido que aguardar este pobre
vocablo para obtener medio rengloncito en el Diccionario, a pesar de favorecerle su
antigüedad y la palabra arriero que de ARRIA se deriva, como de recua, recuero, y no
de arre, según imaginó Covarrubias. Y pasó a más su desgracia, porque antes que el
Diccionario le acogiese sufrió sentencias condenatorias; una de ellas nada menos que
del Sr. Cuervo: «Todavía pasa de aquí el desacuerdo, pues se llama arria lo que siempre
ha sido en castellano recua, y se da el nombre de aguja de arria, á la aguja de ensalmar»
(§ 285). El Sr. Rodríguez, al informarnos de que se usa en Chile, le condena igualmente:
«Ni árrea, ni arria son castellanos, pues lo que por acá llamamos así, en España se ha
llamado siempre recua» (pág. 38). En Venezuela dicen igualmente árrea, palabra que
nunca he oído; pero ARRIA era corriente en el siglo XVI; veámoslo.

«Y por cada cabeza de ganado mayor, así como yeguas, vacas, novillos, y mulas ó
machos de arrias [...] tenga y pague de pena» etc. (Actas del Ayuntamiento de México,
21 de mayo de 1540). «Por cuanto los señores de arrias de bestias que andan el trato de
esta cibdad á la cibdad de la Veracruz [...] traen arrieros esclavos [...] mandaron que los
tales señores de arrias den fianzas llanas y abonadas [...] é que si no dieren las dichas
fianzas, que no usen de las dichas arrias» (ID., 17 de diciembre de 1540). «También en
lo de los tamemes han sido agraviados [los españoles] porque se publicó y ejecutó la ley
antes que oviese abiertos caminos, ni se proveyesen de arrias». «Pues si este español
para llevar todo esto ha de esperar el arria...» (FR. FRANCISCO DE BUSTAMANTE,
Carta al Emperador, 1551, apud Cód. Francisc., p. 209, et alibi). «Mula de arria liviana»
(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. III, jorn. 5). «Las cosas que se llevan al dicho puerto
se llevan en arrias» (Descr. de Tetiquipa, MS.). «Es toda tierra muy llana, que se camina
de ordinario en carretas y arrias» (Descr. de Tequaltiche, 1584, MS.). En el Vocabulario
de las dos Lenguas Toscana y Castellana, de Cristóbal de las Casas, se halla HARRIA.
Carouana.

Fácil sería añadir otras autoridades; mas estas parecen bastantes al intento.
Aquellos conquistadores y frailes no inventaron aquí la palabra, ni la tomaron de lengua
indígena: de España vino. ARRIA por recua ha caído aquí en total desuso, y sólo se
conserva en aguja de ARRIA: la de enjalmar o ensalmar. Tampoco recua se usa mucho:
la palabra que domina es hatajo.

En Guatemala se dijo también aguja de arria (FUENTES Y GUZMÁN, citado por


Batres, p. 575).

En lo antiguo se escribía harre, harria y harriero.

Cuba. PICHARDO, p. 190; MACÍAS, p. 94, da un ejemplo tomado de las Noticias


historiales de Fr. Pedro Simón.

* Arribeño, ña. adj. Así llaman los habitantes de las costas al que procede de las
tierras altas. Úsase también como sustantivo.

«Solito lo saqué fuera,


Y gritaban con empeño:
Viva, viva el arribeño,
Su caballo es de primera».

(Chamberín, p. 17)

† Arriero. «Arrieros somos: en el camino, ó y en el camino, nos encontraremos»


-34- (Dicc.) Acá decimos: ARRIEROS SOMOS, Y EN EL CAMINO ANDAMOS.

ARRIERO QUE VENDE MULA, o TIRA COZ o RECULA, ref. (de construcción
anfibológica) con que se da a entender que cuando alguno vende cosa de las necesarias
para su ejercicio o profesión, es señal de que algún defecto tiene ella.

† Arrimarse. pr. Establecerse en casa ajena para vivir y aun comer de balde. Es
muy común entre los pobres, cuando no tienen habitación, ARRIMARSE a otro, acaso
tan pobre como él; y asombra la facilidad con que particularmente mujeres pobrísimas y
cargadas de hijos dan un rinconcito en su estrecho y miserable cuarto a otra mujer que
suele llevar también hijos. No es raro tampoco que les den el bocadito, es decir, que
partan con ella el escaso alimento que alcanzan. Y esto lo hacen a veces durante largo
tiempo, sin repugnancia, sin vanagloria, como la cosa más natural del mundo. Es un
efecto de la admirable caridad de nuestro pueblo bajo, de que tengo antiguo y personal
conocimiento, y es tanta que llega a fomentar la vagancia. En las mujeres,
ARRIMARSE es casi siempre indicio de gran necesidad; en los hombres lo es más bien
de holgazanería.

«Pues maldito, malagradecido, fuera de mi casa, que yo no quiero en ella arrimados


que vengan á hablar de mí» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 193). «Volví á
casa de mi patrón, con quien estuve en clase de arrimado mientras el subdelegado
disponía su viaje» (ID., ib., tom. III, cap. 8, página 146). «Y de limosnero ó arrimado en
la casa fui reponiéndome» (Astucia, tom. I, capítulo 13, p. 273). «Esta mujer, como casi
todas las demás vecinas, tiene sus arrimados» (FACUNDO, Casa de vecindad, p. 102).

V. AMASIA.

Émile Chabrand, De Barcelonette au Mexique (p. 343), describe bien lo que es


ARRIMARSE.

† Arriscar. a. y pr. Sin duda que por la acepción de «engreirse ó envanecerse», que
el Diccionario da a ARRISCARSE, y la de «gallardo, libre en la apostura», etc., a
ARRISCADO, todo lo cual despierta la idea de levantar, usamos del verbo en este
sentido.

«¡Oh! ahí es donde me arrisco el sombrero, y juro por la laguna Estigia, que nos
han de oir los sordos» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 21).

Algo semejante hallamos en Chile: «No debe decirse, por lo tanto: Es una lástima
que la niña no sepa reirse sin arriscar la nariz; ni mucho menos de aquellas narices que
parecen temerosas de que la boca se las coma, según huyen de ella y se levantan, narices
arriscadas» (RODRÍGUEZ, p. 41).

† Arrollar. a. Nunca usamos de este verbo, sino de enrollar, por «envolver una cosa
en sí misma». En cambio le emplean nodrizas y niñeras en vez de arrullar. Esto, que
parece disparate, no es más que un arcaísmo español. ARROLLAR, dice el Diccionario
de Autoridades, «es también mecer al niño en la cuna para que no llore y se duerma», y
aduce autoridad de Fr. Luis de Granada en comprobación del uso. Terreros considera
ambos verbos como equivalentes: «ARROLLAR UN NIÑO. V. Arrullar». Mas esas
mismas niñeras que en el verbo usan o por u, hacen a menudo lo contrario al cantar a los
niños, porque no dicen a la ro, ro, ro, como quiere el Diccionario, sino a la ru, ru, ru.

«A la ru, ru, niño,


Y duérmete ya,
Que vendrá macaco
Y te comerá».

ARROLLAR por arrullar se usa también en Bogotá, según Cuervo (§ 436), quien
cita otros pasajes de Fr. Luis. Lo mismo sucede en algunas partes del Perú, según Arona
(p. 40), quien agrega que allí se usa el a la ru, ru, ru. Y lo mismo en Guatemala, según
ejemplo de Batres (p. 191).

† Arrugarse. pr. fam. Según la primera edición del Diccionario de Autoridades,


significaba, en estilo jocoso y familiar, morir. Esta acepción desapareció en la segunda,
y no se halla en el Vulgar. Algunas veces hemos oído ese verbo, igualmente en estilo
jocoso y familiar, por acobardarse, aturdirse. Se vio muy apurado en aquel encuentro;
pero no SE LE ARRUGÓ, y salió con bien.

† Arte. fam. QUIÉN SABE EN QUÉ ARTES, no sé cómo, de qué manera:


trastornado, indispuesto.

-35-

«Me desayuné [...] con café, le eché un poco de catalán, y como no lo acostumbro,
estaba mi cabeza quién sabe en qué artes» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 168).

† Artículo. m. fam. NO ESTAR POR EL ARTÍCULO, no aprobar una cosa; no


aceptar una proposición.

«Porque en esto de forcarnos


No estamos por el artículo».

(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 550)

«Tampoco mi hermana ni Ángel mi cuñado están por el artículo» (Astucia, tom. I,


capítulo 6, p. 112). «La verdad, son chanzas muy pesadas: no estoy por el artículo» (ID.,
ib., cap. 15, p. 345).

Ascensor. m. Aparato, muy usado actualmente, el cual se compone de una caja, a


manera de aposento, que sube y baja a voluntad, mediante cierto artificio. Colócanse en
ella las personas que desean subir a cualquier piso del edificio o bajar de él, con lo cual
evitan la fatiga que causan las escaleras. También se llama Elevador.

Venezuela. RIVODÓ, p. 50; MICHELENA, Ped. lit., p. 7.

Ascética. f. Parte de la teología moral, que enseña el vencimiento de las pasiones y


la práctica de las virtudes cristianas en el grado más alto de perfección, mediante las
asperezas de la mortificación, el desasimiento de las cosas terrenas, la meditación de las
divinas y la frecuencia de sacramentos.

† Asco. m. PONER A UNO DE ASCO, o DEL ASCO, decirle muchas injurias;


ponerle como chupa de dómine, cual digan dueñas.

«Sólo por verla platicar con su primo la puso del asco delante de las visitas»
(MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 82)

† Ascua. f. ¿Pues no hemos dado en decir agarrarse de un ASCUA ardiendo, en vez


de un clavo o de un hierro ardiendo, como si hubiera ascuas que no ardieran? Mentira
parece, pero le oímos a menudo, y allá va un ejemplo.
«Inmediatamente me acordé de aquella terrible máxima que ha hecho progresar
muchas revoluciones, indignas aun de haber comenzado, á saber: es preciso agarrarse de
una ascua ardiendo» (MORALES, Gallo Pitagórico, página 411).

† Asentador. m. Imp. Tamborilete.

† Asentar. a. ASENTAR UNA FORMA. Imp. Colocarla en la losa de la prensa, y


poner el modelo, punturas, alzas, etc., hasta dejarla lista para el tirado.

2. Imp. Tamboriletear.

Asgar. a. Extraño verbo que hemos sacado de las formas irregulares de asir. Úsase
poco, y únicamente en estilo familiar. Su significación es mucho más limitada que la de
asir, porque denota asir por sorpresa, ocultamente, y se toma casi siempre en mala parte.
Se metió en el negocio por ver si podía ASGAR algo; esto es, sacar algún provecho
ilícito. Una de las acepciones que el Diccionario de Autoridades da a CAZAR se acerca
mucho a la de nuestro ASGAR: «Adquirir, tomar casualmente ó con destreza alguna
cosa que no se pensaba, ú de que no se tenía esperanza [...] VILLALOB. Problem. fol.
26. Mienten para cazar alguna golosina». Aquí diríamos «ASGAR alguna golosina».

«Tuvo por fin la fortuna


De asgar junto del pescuezo
Una pulga...».

(PENSADOR, Fáb. 35)

† Así. adv. m. Palabra muy usada familiarmente para expresar una gran cantidad,
una muchedumbre; mas es preciso que vaya acompañada de cierta mímica, como lo
expresa el siguiente ejemplo:

«¡Vaya! pues cuándo lo pudimos salvar! y oiga usté, recomendaciones no faltaron:


así de personas particulares... -Al decir la palabra así, el Pájaro juntó las puntas de los
dedos, moviéndolos. -Así de licenciados, pero siempre lo lastimaron» (FACUNDO,
Gentes, tomo I, p. 158).

ASÍ o ASADO. El Diccionario dice Así que asá, así que asado.

«Y de que sea así ó asado, no se sigue ningún reato moral» (PENSADOR,


Quijotita, capítulo 9).

Asilado, da. adj. Acogido, da. «Persona pobre ó desvalida que se admite y mantiene
en establecimientos de beneficencia» (Dicc.).
* Asistencia. f. Pieza destinada para recibir visitas de confianza, y que comúnmente
se encuentra en el piso alto de las casas, cerca de la entrada.

«Abrí la puerta de la asistencia y me senté un momento» (PAYNO, Fistol, tom. II,


capítulo -36- 2). «En la mayor parte de las casas que prestan alguna comodidad y
tienen alguna amplitud, hay una pieza que se llama la asistencia: generalmente está
hacia un lado de la entrada, y se comunica por una parte con las recámaras y por la otra
con el comedor [...]. En la asistencia se recibe á los parientes y á las personas de
confianza, se ajustan los criados, se reciben y dan recados, se sientan las personas que
esperan al amo ó á la señora, y hasta sirve de taller á la costurera» (FACUNDO,
Mariditos, cap. 1).

† Asolear. a. Hacer contraer a un caballo, por fatigarle con exceso, la enfermedad


llamada asoleo.

«Ábrale el arado á ese pixtle, masque lo asolee» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 50). «El
hobero no corría peligro de asolearse» (Id., tom. I, cap. 15, p. 336).

† Asoleo. m. Nombre vulgar con que se designan las enfermedades de los solípedos
caracterizadas por la sofocación, golpeo de los ijares, con palpitaciones, sensibles aun
sobre la cruz, particularmente por la interrupción del movimiento de inspiración, de
manera que ésta se haga en dos tiempos. El ASOLEO es considerado por los
veterinarios mexicanos como sintomático de una neurosis de la respiración, asimilada a
la asma del hombre; de enfisema del pulmón; de espasmos del diafragma; de afección
orgánica del corazón; de una bronquitis crónica y antigua.

Astabandera. f. El asta o palo que se fija verticalmente en la parte más elevada de


los edificios para izar la bandera cuando corresponde.

* Astillero. m. Lugar del monte en que se hace corte de leña.

† Atacador. m. Correa que en los guarneses de coche parte del freno, y pasando por
una argolla que pende de los extremos del frontal, viene a dar vuelta por un gancho de la
lomera y sigue igual camino hasta el otro lado donde termina asimismo en el freno.
Sirve para hacer que el caballo lleve levantada la cabeza. Hoy suele dársele diversa
disposición.

† Atacar. a. Enganchar el atacador en la lomera para que haga su efecto.

V. DESATACAR.

† Atadero. m. Cenojil, liga (1.ª acepción). El Diccionario trae ataderas, ligas para
atar las medias.

«¡Ay, qué ataderos tan preciosos!» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 6).

En lo antiguo ATADERO no significaba únicamente liga para atar la media, sino


también la cinta que servía para sujetar la bota de campana. Los había de lujo, tejidos de
seda e hilos de oro o plata, con borlas primorosas.
«Sabe coser, lavar y tejer unos ataderos y ceñidores, que es un primor»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 13). «Me regaló botas, zapatos y ataderos» (ID.,
Periquillo, tom. IV, capítulo 9, p. 123).

V. BOTA.

* Atajador. m. Arriero que tiene por oficio preparar la comida para los demás, guiar
la recua y buscar sitio en que se recojan las mulas al fin de la jornada.

«De la mejor buena fe mandaron al atajador tomar el camino indicado» (Astucia,


tomo II, cap. 7 bis, p. 197).

Atarantapayos. m. fam. Espantavillanos. «Alhaja ó cosa de poco valor y mucho


brillo, que á los rústicos y no inteligentes parece de mucho precio» (Dicc.).

† Atarjea. f. Conducto subterráneo de desagüe que hay en las calles, al cual van a
desembocar los albañales de las casas.

2. También todo caño abierto formado de mampostería, al nivel del suelo o sobre
arcos, que sirve para conducir agua. La ATARJEA del molino.

Atarragarse. pr. fam. Atarugarse, atracarse, comer con exceso. Atarugarse no se usa
aquí en esa acepción, sino en la de atontarse, no discurrir ni tomar disposición alguna.
Se acerca mucho a la 3.ª del Diccionario.

Atarria. f. Ataharre. No se usa más que para la albarda, y no también para la silla
como dice el Diccionario.

«¿La qué... mi vida? Pedazo de atarria, le contestó Pepe, soltando una carcajada»
(Astucia, tom. I, cap. 11, p. 218).

Atarugarse. pr. V. ATARRAGARSE.

Atecorralar. a. Cercar con tecorral, o sea albarrada de piedra seca.

† Atender. n. Imp. Leer para sí el -37- original de un escrito con el fin de ver si
está conforme con la prueba que va leyendo en voz alta el corrector.

* Atepocate. (Del mex. atepocatl). m. Renacuajo.

En Guatemala tepocate (BATRES, p. 520).

† Aterrar. a. Llenar de tierra; arrimarla a algún objeto. Los surcos de ese campo
están ATERRADOS (llenos de tierra).

† Atierre. m. Acción y efecto de aterrar (en la acepción expresada).

Atingencia. f. Tino, acierto.


«Me hallo destituido de la atingencia necesaria para no romperme en ellos [los
escollos] la cabeza» (PENSADOR, Fábulas, pról.). «Tuve la maldita atingencia de
escoger para mis amigos á los peores» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 4, p. 47). «Tenía yo
tal atingencia para echarlo todo á perder, que...» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 11).
«Habéis tenido tal atingencia en adivinar mis pensamientos, que si no me decís quién
sois, os veré con desconfianza» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 1). «Elena conoció que
hacía efecto: observación que Elena había hecho repetidas veces, y siempre con una
atingencia extraordinaria» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 12). «Tenéis atingencias y
previsiones llenas de esprit» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 1).

2. Relación, conexión.

«Este homófono no aparece á primera vista tener atingencia con la palabra que aquí
estudiamos» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant., tom. I, p. 524). «Sin atingencia alguna
con el significado» (ID., ib., p. 529). «Esas piedras cilíndricas enhiestas tienen
atingencia con...» (ID., ib., tom. II, p. 417).

Perú. «Vocablos enteramente españoles en apariencia, y hasta latinos, y que aun no


aparecen en ningún diccionario ni libro español, ni se puede decir cómo los hemos
formado ó de dónde los hemos sacado: atingir, acápite, atingencia, etc.» (ARONA, p.
XXXIV).

«Mientras tanto, la tal atingencia no se encuentra en ningún diccionario de la


lengua. Se me figura que ha de venir este sustantivo del verbo latino attingere, que es
atañer, incumbir, concernir, tocar, ó cosa parecida» (ID., p. 43).

* Atizar. a. Limpiar con tiza.

† Atmósfera. f.. HACER ATMÓSFERA, soltar alguna especie o proyecto, a fin de


que, pasando la noticia de unos a otros, pierda su extrañeza, y estén preparados los
ánimos para cuando convenga tratar de la ejecución.

† Atole. (Del mex. atolli). m. Bebida, a manera de gachas, hecha de harina de maíz
disuelta en agua, y hervida. Hácese también con otras harinas, y con leche en vez de
agua; éste se llama ATOLE de leche y el otro ATOLE blanco. Es alimento muy usado en
México.

«El atole de un mismo modo se usa en todas las más naciones, porque licuado el
maíz molido, lo cuelan, de suerte que queda con sólo el cuerpo de la leche, y en ollas lo
ponen á cocer hasta que coge más cuerpo, y este es común alimento y tan sano, que á
todos los enfermos se ministra, de donde se tiene por común adagio, cuando se quiere
asegurar una cosa por infalible, decirse: que primero faltará el atole de San Juan de
Dios, que deje de suceder lo que se asegura» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia,
cap. XXXII, n. 3).

En Cuba, Guatemala y Venezuela dicen atol.

TENER SANGRE DE ATOLE, ser muy pachorrudo y flemático: no alterarse por


nada.
«Al fin es como todos, de carne y hueso: también tiene alma, y no le corre atole por
las venas» (DELGADO, La Calandria, VIII).

Guatemala. BATRES, p. 113.

DAR ATOLE CON EL DEDO, engañar a alguno; embaucarle con palabritas


melosas. Frase tomada de la costumbre que tienen las nodrizas de mojar un dedo en el
ATOLE y ponerle en la boca del niño para entretenerle y acallarle mientras que llega la
hora de darle el pecho.

«¡Bonito yo para que me den atole con el dedo!» (PENSADOR, Periquillo, tom. II,
capítulo 10, p. 177). «No nos dejamos dar atole con el dedo» (Astucia, tom. II, cap. 1, p.
22). «Ya no estoy para que me den atole con el dedo» (FACUNDO, Fuereños, XVIII).

DAR ATOLE EN CALAVERA, sorber el seso a uno, dominarle enteramente.

ÉSTE ES EL POSTRER ATOLE QUE EN TU CASA BEBERÉ, versillo popular


que suele usarse para significar que se hace por última vez una cosa. (PENSADOR,
Periquillo, tomo II, cap. 4, p. 64).

¿A QUÉ ATOLE? ¿Por qué? ¿Por cuál razón? Equivale a la frase: «¿Por qué carga
de agua?».

V. CEMITA.

† Atolería. f. Lugar donde se hace atole, y lugar donde se vende.

«Adiós, pobre fabricante: ve á vender tus palos á las atolerías para que hagan leña,
y -38- quédate á pedir limosna» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 82).

† Atolero, ra. Persona que hace atole o que le vende. Hoy son oficios propios de
mujeres.

«Jamás fué fija amistad


La de ningún atolero».

(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. X)

«Era un cuarto de casa de atoleras» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 8, p.


132).

Atopile. (Del mex. atl, agua, y topilli, criado, alguacil). m. Aguador mayor que en
las haciendas de caña tiene por oficio hacer diariamente la distribución general de las
aguas para los riegos. Es voz usada en el Estado de Morelos.
† Atornillar a uno. fr. vulg. Apretarle las clavijas, tratarle con todo rigor,
prevaliéndose de alguna ventaja.

«Cuán cierto es que á quien la suerte humilla


No le deja tranquilo aunque sucumba,
Porque después de muerto le atornilla,
Y le da con su látigo en la tumba».

(PLAZA, «Palos póstumos»)

Atrabancado, da. adj. Atronado; que hace las cosas, o se arroja a los peligros, sin
premeditación.

«Tanto uno como otro eran incansables, livianos y atrabancados» (Astucia, tom. I,
capítulo 7, p. 127).

Atracada. f. fam. Atracón.

Cuba. PICHARDO, p. 26; MACÍAS, p. 104, art. ATRACARSE.

† Atrancarse. pr. fam. Echar la cerradera; obstinarse en la propia opinión,


negándose a escuchar razones contra ella. Suele decirse ATRANCARSE por dentro.

† Atravesado. m. Piedra pequeña de cantería: media piedra que se coloca


atravesada.

* Atrojarse. pr. Aturdirse. No hallar salida en ningún empeño o dificultad.

«Nos vamos á atrojar» (Astucia, tom. I, cap. 4, p. 83). «Sin atrojarnos echamos
cargas á tierra» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 214).

V. REAL. PELO.

2. Fatigarse con exceso el caballo: encalmarse.

Atrompillar. a. Atropellar? Afianzar?

«Fué tal la vocería de los nuestros, que le obligaron á Michel á empeñarse en


atrompillar al indio» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. IV, n. 3).

† Aumento. m. Palabra que muchos, no muy cursados en correspondencia, emplean


en vez de posdata.

Aunque fuera ya, o allá. Frase vulgar de detestación.


«¡Virgen! ¿Hasta eso? dijo Eufrosina... ¡aunque fuera ya!» (PENSADOR, Quijotita,
cap. 6). «¡Jesús, hombre! ¡Qué pesado eres! ¡Aunque fuera ya!...» (ID., ib., capítulo 8).

† Autor DE LA HERENCIA. for. El testador.

Autoritarismo. m. neol. Sistema fundado exclusivamente en la sumisión


incondicional a la autoridad.

Autoritativamente. adv. mod. neol. De un modo autoritativo.

Autoritativo, va. adj. neol. Que se hace o se dice de propia autoridad.

«Autoritativo, se entiende comumnente aquel que se toma la autoridad que no


tiene, ó lo manifiesta en su modo y trato. V. Arrogante, altivo» (TERREROS).

† Avenida. f. Una de las acepciones que da el Diccionario a esta palabra es la de


«Camino ó paso para ir á un pueblo ó paraje»; lo cual, en verdad, es demasiado vago. El
de Autoridades, en su primera edición, trae el nombre en plural, y dice: «Los caminos
que van y se dirigen á alguna parte. Úsase más regularmente de esta voz en lo militar y
en la caza, para dar á entender los caminos que van á dar en las plazas ó ejércitos, ó por
donde suele venir la caza». En la segunda edición se abrevió el artículo en estos
términos: «Los caminos que vienen á parar á un paraje determinado». Según eso
AVENIDAS son el conjunto de caminos que vienen a terminar en un punto, y el nombre
en singular no puede aplicarse sino a uno de esos caminos, cuando hay varios, pero no si
es uno solo. Los franceses entienden además por avenue un trecho de camino algo largo,
una calzada con arboleda que da entrada a un palacio, a una quinta suntuosa, y aun dan
ese nombre a las calles largas, anchas y rectos -39- de las grandes ciudades. Los
norteamericanos llaman avenues a calles principales y de gran concurso, como la
famosa Quinta Avenida de Nueva York. Nosotros hemos ido mucho más allá. Cuando
hace algunos años se le ocurrió a nuestro Ayuntamiento cambiar por completo la
nomenclatura de las calles de la capital, declaró, por razones todavía ignoradas, que las
calles que corren de norte a sur se quedarían calles como antes, y las de oriente a
poniente se convertirían a todo trance en AVENIDAS, fuéranlo o no. De donde resulta
que la definición de AVENIDA viene a ser en la ciudad de México la siguiente: Toda
calle que corre de oriente a poniente, sea larga o corta, ancha o angosta, abierta o
cerrada, limpia o sucia, y aun con lodazales o basureros en lugar de empedrado.

Aventado. m. fam. Estudiante o profesor que ha aprovechado poco en sus estudios.

† Aventar. a. vulg. Arrojar lejos de sí.

«Aventó la carabina, y con su espada empuñada en la mano zurda, comenzó á


defenderse de la multitud que lo asediaba» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 203).

Hay quien dice Le AVENTÓ un tiro.

Aventón. m. vulg. Rempujón.

«Me dió una puñalada en el pecho, á la vez que un fuerte aventón» (Astucia, tom. I,
capítulo 16, p. 386).
† Aventurero. adj. m. Aplícase al trigo que se siembra de secano. Otros dicen
venturero.

Cuba. «El maíz, arroz, fruta, etc., que se produce fuera de estación ó de su tiempo
común» (PICHARDO, p. 27; MACÍAS, p. 107).

2. m. Mozo que los tratantes en bestias brutas, particularmente mulas, alquilan para
que los ayuden a conducirlas, y una vez vendidas los despiden.

«El encargado [de la mulada] me preguntó si no sabía yo de algún aventurero que


quisiera acompañarlo á expender su partida» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 272). «Con los
aventureros que nos servían de criados en cada viaje marchábamos para México, tierra
caliente, Puebla...» (Id., tom. II, cap. 6, p. 145).

† Averiguar. n. vulg. Andar en disputas o rencillas.

«Esto le dijo por postre


De que estaba averiguando
D. Rufino el de la plaza
Á su dulce dueño amado».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 136)

† Aviar. a. Dar dinero o efectos al dueño de una mina para que la trabaje; y en
general, prestar algún capital a otra persona para que negocie con él y tenga parte en las
utilidades. V. HABILITAR, en el Dicc.

† Avío. m. Acción y efecto de aviar.

2. El conjunto de carruajes, y bestias de tiro y silla, con los mozos


correspondientes, que algunas personas, y en particular los hacendados, previenen para
sus viajes. Pedir el AVÍO. Ya llevó el AVÍO. Las diligencias y los ferrocarriles han
hecho ya casi innecesario el AVÍO.

«Quiso la casualidad que se encontrara con el patrón de la hacienda [...] que con
sus criados, avío, caballos de mano, etc., iba de camino para Zinapécuaro» (Astucia,
tom. I, cap. 4, p. 66). «Se agregó al avío otra mula con colchones» Id., tom. I, cap. 15, p.
372).

V. CUERUDO.

Axcan (pronunciado ashcan). (Del mex. axcan, agora. Adverbio. MOL.). adv. m.
vulg. Ahora está bien; así es.
«Axcan, ansina, eso es, reponía Pascual» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Axcan,
dijo el payo, una cosa ansí me llamo» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 9, p. 155).

* Ayate. (Del mex. ayatl) m. Tela rala de hilo de maguey, que fabrican los indios.

«Comercian todos los más pueblos de la provincia de Ávalos, siendo el principal


trato aperos de recuas, y costalería de ayate» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia,
capítulo XIX, n.º 8). «¿Qué diría Arturo... al ver á Celeste... moliendo camote, colando
piña en un ayate, llenando cajetas, y picando con las tijeras papel de colores para
adornar frutillas de pasta y jamoncillos?» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 15).

«Mas que en saliendo á la calle


Al volver á verlo lo halle
Casi como ayate ralo;
Malo».

(OCHOA, letrilla X)

Ayecote o Ayocote. (Del mex. ayecotli). m. Frijol mucho más grueso que el común.

«[Se cogen] frisoles de muchas maneras: -40- hay otros grandes como habas, que
llaman ayecotli» (Desc. de Epazoyuca, 1580, MS.). «Nos acordamos de esos frijoles
gordos que llaman ayecotes» (PENSADOR, Quijotita, capítulo 10).

Azafranado, da. adj. Se dice especialmente de quien tiene el cabello de color


bermejo, y aun suele usarse como sustantivo.

Azolve. m. El lodo o basura que obstruye los conductos de agua.

† Azteca. adj. (De Aztlan, lugar donde comenzó la peregrinación de esta gente). m.
y f. Nombre con que se designa una tribu de la familia nahoa, que vino a establecerse en
el actual sitio de la ciudad de México, y conquistó después muchas tierras; en especial a
oriente y sur, hasta formar el poderoso imperio mexicano.

2. m. El idioma de los aztecas, llamado también nahuatl o mexicano.

† Azúcar. En México no es ambiguo, sino siempre femenino, en singular y plural.


Las denominaciones de «flor, de pilón, de lustre, de quebrados, moreno ó negro, piedra
y terciado» no se usan. Aquí casi toda la azúcar se fabrica en panes, y por sus clases se
llama, blanca, entreverada, corriente y prieta, según que el pan está más o menos
purgado. Por su estado es entera toda la que está en panes o pilones; pedacería la que
está en pedazos; migaja o polvo la que está en pedazos muy pequeños o en polvo. El
nombre de mascabado (como sustantivo) se ha introducido hace poco para designar la
azúcar en polvo destinada generalmente a la exportación.
«Esta palabra es invariablemente femenina en el Perú» (ARONA, p. 49).

† Azucararse. pr. Cristalizarse el almíbar de las conservas.

† Azucarera. f. Azucarero: vaso para poner el azúcar en la mesa. Siempre le damos


el género femenino.

«Consistía en una charola, dos vasos, una azucarera, una jarra chica y una más
grande» (FACUNDO, Gentes, tom. IV, cap. 6).

AZUCARERA por azucarero parece ser general en América. Perú. ARONA, pp.
XV, 50. Ecuador. CEVALLOS, p. 38. Venezuela. RIVODÓ, p. 137. Río de la Plata.
GRANADA, p. 96. Cuba. PICHARDO, p. 28; MACÍAS, p. 112. Guatemala. BATRES,
p. 121. Bogotá. «Nuestro azucarera es de formación tan legítima como lechera, tetera,
cafetera, etc.» (CUERVO, § 182).

Azucarería. f. Tienda donde se vende azúcar por menor.

Cuba. PICHARDO, p. 29.

† Azul. EL QUE QUIERA AZUL CELESTE, QUE LE CUESTE. fr. fig. con que se
da a entender que quien quiera obtener lo que desea, no debe quejarse si por eso se le
origina costo o molestia.

«¿No se quiso casar contigo? Pues el que quiera azul celeste, que le cueste»
(MORALES, Gallo Pitagórico, pp. 500-1). «Muy bien hecho: al que quiera azul celeste,
que le cueste» (SANCHO POLO, La Bola, cap. 6).

AZUL MARINO, azul de mar.

† Azulejo, ja. adj. Aplícase al caballo o yegua de color blanco azulado: Tordillo
AZULEJO.

Río de la Plata. GRANADA, p. 96.

† Babilla. f. Cuando a consecuencia de una luxación o de una fractura, descuidadas o


mal curadas, la coaptación o consolidación no se efectúan o se verifican viciosamente,
se dice en lenguaje vulgar que esto acontece porque la parte afectada o el hueso han
criado BABILLA. Ésta es en las fracturas el callo que formándose separadamente en
cada fragmento impidió la unión. En las luxaciones es la linfa plástica que a
consecuencia de la desgarradura de los -41- tejidos y de la hemorragia consiguiente,
se organizó, y adhirió viciosamente las partes luxadas o los tejidos cercanos.

«Los diestros cirujanos componen el hueso luego que se disloca, y lo entablan luego que
advierten la fractura, porque si no, cría babilla y se imposibilita la cura» (PENSADOR,
Periquillo, tom. I, cap. 14, p. 184).
Se emplea también la frase metafóricamente (como en el texto citado) para expresar que
se debe corregir a los niños desde pequeños, y extirpar en ellos cualquier vicio antes de
que tome cuerpo.

Baboseado, da. adj. Tratado ya por muchas personas. Materia BABOSEADA, aquella
sobre la cual se ha escrito mucho. Negocio BABOSEADO, el que se ha propuesto a
varios, sin lograr concluirle con alguno.

† Baboso, sa. adj. Soso, que se queda mirando con cara de bobo.

«Haces muy bien, niña, de entretenerte con esos babosos» (PENSADOR, Quijotita,
capítulo 20).

† Babucha. f. Especie de zapato de pala alta cerrada con un cordón. Hácese de paño o
tela semejante, con punta de cuero, y es el calzado ínfimo de las mujeres pobres.

«Cambiando el zagalejo á media pierna por un túnico largo; el rebozo calandrio por un
tápalo de lana, los zapatos de raso blanco por unas babuchas negras» (Astucia, tom. I,
capítulo 14, p. 304). «La levita de un desvalijado se convertía en toquillas á la mañana
siguiente, ó en cortes de babuchas y botines» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 14).

† Bacinica. f. En México significa exclusivamente orinal.

«Salió á llevarles bacinicas» (Astucia, tomo I, cap. 15, p. 324). «La bacinica, tenía un
dedo de sarro» (Id., tom. II, cap. 15, p. 129).

Cuba. PICHARDO, p. 32; MACÍAS, p. 119. Guatemala. Batres (art. Batidor, p. 131),
cita un autor que usa esta palabra, al parecer en nuestra acepción.

Bachichas. f. pl. fam. Restos, sobras que dejan los bebedores en los vasos. Por traslación
se dice de una cosa despreciable, es una BACHICHA.

«Porque yo no me ataranto
Soñándome caldo y sopa,
Y dispertando en cazuela
Con la bachicha y las sobras».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», pp. 239-40)

Bachillerear. a. joc. Dar repetidas veces y con insistencia el título de bachiller hablando
con persona que le tiene: análogo a Señorear.

«Todo ese tiempo fué un continuo bachillereamiento. ¡Válgame Dios y lo que me


bachillerearon ese día! Hasta las viejas y las criadas de casa me daban mis
bachillereadas de cuando en cuando» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 5, p. 57).

† Bagacera. f. El patio donde, en los ingenios de azúcar, se seca al sol y se guarda el


bagazo de la caña. Sólo la gente muy rústica dice gabazo y gabacera. La primera de
estas palabras se registra en el Diccionario. Pichardo asegura que «nadie dice gabazo»,
y lo confirma Macías. La Academia usó antes esta palabra en el art. Fraile (4.ª acep.) y
últimamente (12.ª ed.) la sustituyó con bagazo; pero llamar fraile a éste es cosa que
jamás he oído, por más que esté en Terreros y en el Diccionario de Autoridades.

BAGACERA se usa en el Perú (ARONA, página 54), y en Cuba (PICHARDO, p. 32;


MACÍAS, p. 122).

Bagre. m. Pez de río y aguas dulces: es pardo por ambos lados y blanquecino por el
vientre; carece de escamas; la cabeza es grande respecto al cuerpo, y tiene en la parte
inferior de la boca unos hilos como el barbo. Varía mucho en tamaño, y llega al de una
vara. Su carne es blanca, y para muchos agradable, por más que tenga cierto sabor a
cieno. Parece que según el tamaño varían las especies: el más común entre nosotros es
el Ictalurus Dugesii.

«El río tiene muchos pescados bagres, de arroba» (Descr. de Iguala, 1579, MS.). «Son
como barbos de Castilla, que en lengua mexicana llaman tlacamichin, y por otro nombre
llaman bagres, y en la lengua tarasca llaman curucha» (Descr. de Tancítaro, 1580, MS.).

ALCEDO, Vocabulario de las Voces Provinciales de la América, en el tom. V de su


Diccionario.

Río de la Plata. GRANADA, p. 97.

† Bajo. POR LO BAJO. m. adv. Cuando menos; quedándose corto. Esta alhaja valdrá
POR LO BAJO cien pesos. Fulano tendrá POR LO BAJO cincuenta años.

Las locuciones bajo el punto de vista, -42- bajo el aspecto, bajo la base, bajo el pie,
aunque tan censuradas, se mantienen firmes y cuentan con el apoyo de buenos
escritores. Abundantes ejemplos de ello pueden verse en el incomparable Diccionario de
Construcción y Régimen del Sr. Cuervo, y pudieran añadirse muchos más. El
escrupuloso Baralt, que censuró estas locuciones, dijo bajo un mismo aspecto en su
discurso de recepción en la Academia Española. Ésta usó la frase bajo el punto de vista
en el artículo CERÁMICA de la 11.ª edición de su Diccionario (1869). Después la
condenó en su Gramática (1880), y a pesar de eso quedó en el artículo CERÁMICA de
la 12.ª edición del Diccionario (1884). Tan usadas son estas frases, que van perdiendo su
extrañeza, y acabarán por arraigarse como tantas otras incorrectas, y aun barbarismos,
incrustados ya en la lengua. Acaso algunas de las frases en cuestión pudieran defenderse
tomando a BAJO como equivalente de la preposición debajo de, que significa con
sujeción a personas o cosas. Bajo el punto de vista puede significar con sujeción al
punto que se ha elegido para contemplar el objeto: bajo la base viene a ser bajo la
condición; bajo el pie es inadmisible. Mas como las frases correctas no han caído en
desuso, las otras no han ganado prescripción, y lo más seguro es atenerse a aquéllas.

† Bala. NI A BALA. m. adv. usado familiarmente para asegurar que de ninguna manera
ni por fuerza alguna se hará o consentirá una cosa. No iré NI A BALA. No lo soltaré NI
A BALA.

† Balanzón. m. Es acá un recogedor de hoja de lata o cobre, a manera de pala o de


cuchara, por lo común cuadrado, con mango corto y con rebordes, excepto en el lado
opuesto al mango. Sirve para coger dinero o grano y echarle en sacos. Si se emplea para
levantar la basura del barrido, se llama recogedor.

Balcarrotas. f. pl. Mechones de pelo que los indios dejan colgar a ambos lados de la
cara, llevando el resto de la cabeza rapado. Hoy se ven muy rara vez.

«Fueron los muertos trescientos hombres, unos ahorcados por el pescuezo, otros por las
balcarrotas, y otros á cuchillos» (Diario de GUIJO, 1658, p. 407). [No comprendo cómo
se pueda ahorcar a alguien por las balcarrotas: tendría entonces la palabra otra acepción
que no alcanzo; o ahorcar se toma aquí simplemente por colgar]. «No expresan los
autores que estos indios tuviesen el uso de las balcarrotas» (BEAUMONT, de Crón. de
la Prov. de Mich., pte. I, lib. I, cap. 8). «Tenían cepos y prisiones donde tenían presos á
los indios, los azotaban, y por castigo los trasquilaban, esto es, les mandaban quitar las
balcarrotas; que era la mayor infamia que entre ellos había» (ID., ib., cap. 25). «El P.
Cavo dice que se les mandó tusar [a los indios], y que [falta un no] trajesen balcarrotas»
(BUSTAMANTE, ad. al Diario de RIVERA, p. 73). [El P. Cavo no mienta las
balcarrotas; dice simplemente que «el virrey mandó que á los indios se les cortaran las
melenas, y que trajesen el vestido y cabello á su usanza». Esto fue con motivo del
tumulto de 1692].

Cuervo (§ 778) trae BALCARROTA como equivalente de patillas, y eso parecen.

† Baldosa. f. «Especie de ladrillo fino, cuadrado, de diferentes tamaños, que sirve para
solar» (Dicc.). A esto llamamos acá solera, y BALDOSA se toma comúnmente por losa.

«Cayó sobre las baldosas [de un patio] sin exhalar un grito» (G. VIGIL, Cuentos, p. 28).
«La fuente secular [...] con surtidor de granito [...] del cual salía grueso chorro de agua
cristalina [...] que cuando el viento [...] le hacía pedazos inundaba las baldosas del
contorno» (DELGADO, Angelina, IX).

Balear. a. vulg. Tirotear, y aun se entiende de un fuego nutrido. Úsase más como
pronominal.

«Haciendo desde ellas [las trincheras] los estragos que pudieron, baleando de una parte
y de otra todos los días» (Gaceta de México, abril, 1736).

Rivodó (p. 22) pone este verbo entre los que faltan en el Diccionario.

Baleo. m. vulg. Tiroteo, fuego de fusilería.

† Balero. m. «Boliche. Juguete de madera ó hueso, á manera de cáliz, cuyo pie remata
en punta y lleva pendiente de un cordón una bola agujereada que se lanza de abajo
arriba, procurando recogerla dentro de la taza ó ensartarla por su agujero en el pie»
(Dicc.).
-43-

«Todos los juegos tienen su temporada: cuándo se había de jugar á las canicas, cuándo
al balero» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 14).

En francés bilboquet.
V. CANICA.

Balotada. V. CABRIOLA.

* Banas. f. pl. Amonestaciones matrimoniales. Algunos escriben erradamente vanas.


Viene sin duda de bannum, que en la baja latinidad significaba edicto, bando, y se formó
de la radical sajona ban. El vocablo sólo tiene hoy uso en la frase dispensa de BANAS,
o sea la que el obispo concede para que en casos especiales se omita esa lectura pública.
Años atrás era casi de rigor la dispensa de BANAS en los matrimonios entre personas
de cierto viso; hoy rara vez se pide.

«El sábado le dijo su padre que ya estaba conseguida la dispensa de vanas»


(PENSADOR, Quijotita, cap. 23). «Tomado el dicho á mi novia, presentadas las
informaciones y conseguida la dispensa de vanas, sólo restaba...» (ID., Periquillo, tom.
III, cap. 6, p. 96). «[Dejó] al cura dinero para que sin pérdida de tiempo consiguiese
dispensa de vanas» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 359). «Hoy nadie se casa sin dispensa de
banas. -Porque así todo el mundo sabrá que hubo dispensa de banas» (FACUNDO,
Chucho, tom. II, cap. 3). «Sí, eso es lo que se llama dispensa de banas» (ID., Jamonas,
tom. I, cap. 3).

Esta palabra apareció por primera vez en la 12.ª edición del Diccionario, como propia de
México. No lo es, sino más bien, anticuada en España. Los frailes españoles del siglo
XVI la traían y usaban.

«Que los casos dificultosos matrimoniales que determinaren, determinados los envíen á
sus iglesias, para que allí se hagan las banas é solemnidades del matrimonio» (FR.
ALONSO DE ESCALONA, Petición a la Audiencia, 1570, apud Cartas de Religiosos
de Nueva España, p. 102). «Y así se les avisa, que mientras se examinan sus
casamientos y se van haciendo las banas, se aparejen ellos y se confiesen, como lo
hacen» (Cód. Franc. [1570], p. 98, y pp. 106, 107, 108, etc.).

† Banca. f. «Asiento de madera sin respaldo, y á modo de una mesilla baja», dice el
Diccionario; y según el mismo, Banco es «asiento de madera, por lo común, con
respaldo ó sin él, en que pueden sentarse á un tiempo algunas personas». Acá trocamos
estos términos. BANCA es el asiento de madera o de hierro, con respaldo, en que caben,
por lo menos, dos personas: las BANCAS de los paseos, de los teatros, de las iglesias.
Por banco entendemos un asiento tosco, de madera, por regla general sin respaldo. Si es
para una sola persona le llamamos también banquillo, aunque no sea el famoso de los
acusados. De la cualidad de tosco debe exceptuarse el del piano, que también es banco o
banquillo.

En Chile se hace igual trueco (RODRÍGUEZ, p. 54). En Guatemala se usan


indistintamente banco y banca (BATRES, p. 124).

† Banco. m. V. BANCA.

† Banderilla. PEGAR UNA BANDERILLA, pegar un petardo, un parche.

Banderillazo. m. Petardo, parche, floretazo, o sablazo, como dicen hoy en España.


«Acabó por cansarlos á peticiones y banderillazos, y llegó á palpar frío el fogón de su
cocina» (ROA BÁRCENA, Noche al raso, III, p. 46).

Bandolonista. m. Que toca con destreza el bandolón.

«Dentro de pocos meses salí un buen bandolonista» (PENSADOR, Periquillo, tom. I,


cap. 10, p. 117).

Bañadera. f. Tina para bañarse.

«Sendas tazas de café, tamañas que una bañadera» (DELGADO, La Calandria, IV).

* Barata. f. Venta que se hace, a precios bajos, de los efectos de una tienda, con el fin de
despacharlos pronto.

† Barba. HACER LA BARBA. fam. Adular, obsequiar con fines interesados.

«Siempre en los pueblos hay algunos pobretones que hacen la barba á los
subdelegados» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 9, p. 149). «Me esforzaba cuanto
podía por hacerle una barba finísima» (ID., ib., tomo IV, cap. 7, p. 99).

«Yo soy el adulador


Más grande que en estos tiempos
Haga con todo descaro
Muy buena barba á su dueño».

(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 537)

V. CRESTÓN.

* Barbacoa. f. «Amér. Carne asada en un hoyo que se abre en tierra, y se calienta como
los hornos» (Dicc.). Con esta significación, dudo que sea -44- voz de América: la
tengo por propia nuestra. Aunque Cuervo la trae (§ 776), no expresa lo que significa; y
como la cree procedente de Cuba y Hayti parece indicar con eso que la toma en el
sentido que allá le dan, el cual, según Pichardo (p. 34) es «Lugar en alto inmediato al
techo de algunas casas rústicas, cuyo piso le forma un tablado tosco, sin puerta
regularmente, y destinado, por lo común, á guardar granos, frutos, etc.». Esta definición
corresponde a nuestro tapanco. V. MACÍAS, p. 139, ARONA, p. 58, y el Diccionario de
PÉREZ HERNÁNDEZ, ad verb.

«Los indios tarascos [...] solían aderezar su pan de maíz cociéndolo en barbacoa, esto
es, haciendo un hoyo en la tierra, poniendo una cama de piedras abajo y lo llenan de
leña, y cuando está bien encendida, después que está algo apagada, echan la carne
cubierta con masa de maíz sobre las mismas brasas y piedras: tápanla luego con otras
piedras ardiendo, vuelven á cerrar así el hoyo, dejando estar de este modo el tiempo
necesario para que se cueza bien la carne y la masa del maíz; y cuando está de punto de
asado, sacan su masa en barbacoa, que comen en lugar de pan con la carne»
(BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Michoacán, pte. I, lib. 3, cap. 1). [El uso común es
asar así la carne sola, sin mezcla de ese pan de maíz].

Barbaján. m. Persona rústica y tosca en lenguaje y modales.

«Quítese de aquí el payo bruto, barbaján, majadero» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1).
«¿Qué podrá ser sino un inculto barbaján, y acaso un vicioso perdurable?» (ID., ib.,
capítulo 14). «Pues dice que es un viejo payo, muy barbaján, grosero y celoso» (ID., ib.,
cap. 23). «¡Cómo! ¿esa niña se apasionó del contrabandista, de ese barbaján?» (Astucia,
tom. I, cap. 14, p. 301). «¡Maldito barbaján este! se quedó murmurando el Buldog» (Id.,
tom. II, cap. 1, p. 8). «No me nace de corazón para marido: es muy barbaján» (Id., tom.
II, cap. 1, p. 42). «¡Qué bruto eres y qué barbaján!» (Id., tom. II, cap. 5, p. 123).

Cuba. PICHARDO, p. 34; MACÍAS, p. 140.

† Barbear. a. fam. Adular, y también mimar, hacer caricias y halagos para granjear
cariño.

2. Tomar una res vacuna, particularmente si es pequeña, por el hocico y el testuz o el


cuerno, y haciendo fuerza con las manos en direcciones opuestas, torcerle la cabeza
hasta dar en tierra con el animal. BARBEAR becerros.

† Barbecho. m. En España se dice «firmar como en un barbecho»: acá suprimimos del


todo el un y también con frecuencia el como: firmó en BARBECHO.

«Nuestra viuda firmó como quien firma en barbecho» (PENSADOR, Quijotita, cap. 37).

V. CUERVO, § 601.

† Barbero, ra. adj. Adulador bajo y a veces también halagador, cariñoso, hablando de un
niño.

Cabalmente reñir quiero.


-Verás si te sé sangrar.
-Con tanto y tanto adular
Has aprendido á barbero.

(ROD. GALVÁN, El Privado del Virrey, act. IV, esc. 2)

«Yo tampoco me he podido enojar [...] [contra el muchacho]. -Es medio barbero»
(FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 14).

Barbiquejo. m. Barboquejo.

«Alzó el sombrero de Pepe, y á pesar de tener el suyo puesto y afianzado con el


barbiquejo, hacía ímpetus de ponérselo encima» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 221).

Venezuela. RIVODÓ, p. 137. Guatemala. BATRES, p. 127.


BARBIQUEJO es voz marítima (Dicc. Marít.).

† Barcada. f. No significa más que cargamento o viaje de una barca; pero los primeros
religiosos daban ese nombre a las compañías o grupos de sus hermanos de hábito que
venían de España en un navío.

«A cabo de ocho ó nueve meses que habían llegado los doce primeros á México,
vinieron á ayudarles en la segunda barcada Fr. Antonio Maldonado...» etc.
(MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. III, cap. 29). «Estos siete nueves operarios con otros
compañeros que vinieron en segunda barcada...» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, lib. 2, p. 566). «Como sucesivamente venían copiosas barcadas de
misioneros...» (ID., ib., pte. I, lib. 2, cap. 31).

Barceloneta. m. Dase en México este nombre a los franceses dueños o dependientes de


tiendas de ropa, porque generalmente vienen de Barcelonette. Son por lo común jóvenes
hábiles, honrados y trabajadores, que al cabo de algunos años de asiduo trabajo suelen
reunir capitales respetables, con los cuales se retiran de los negocios, dejándolos a sus
compañeros más adelantados, -45- quienes a su vez hacen lo mismo. También se oye
decir Barceloneto.

E. Chabrand, uno de ellos, ha publicado un curioso libro intitulado: De Barcelonette au


Mexique (París, 1892).

† Barcina. f. En las dos acepciones que le da el Diccionario no es sólo de Andalucía,


sino también muy usado en México. Una BARCINA de paja.

Es también la redecilla con que se cubre el hocico de un buey que trabaja en sembrados
o en la trilla, para que no coma las plantas o la paja: lo cual fue prohibido en la Ley
antigua. (Deuteronomio, cap. 25).

Bardaje. (¿Del ital. bardascia?). m. Sodomita pasivo.

«Y el que condenaba á estos por gente indigna de la vida que vivía, no se olvide del
Emperador Adriano, que no sólo fué notado de este vicio, pero al mancebo que le servía
de bardaje, después de muerto le hizo adorar como dios» (TORQUEMADA, Monarq.
Ind., libro XII, cap. 11).

Traele el Diccionario de Autoridades apoyado con texto de Quevedo. Covarrubias dice


bardaxa, y lo mismo Cristóbal de las Casas. También se halla en Camargo, Hist. de
Tlaxcala, cap. 16.

Barilla o VARILLA. f. Conjunto de mercancías de un buhonero o gorgotero.

«Con mi barilla andaba de plaza en plaza» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 274).

Barillero o VARILLERO. m. Buhonero, gorgotero.

«Y ese prieto que se acaba de sentar, á quien le nombran el barillero, pues con el
pretexto de vender chácharas se junta con los caminantes y los introduce bonitamente á
las emboscadas que él ó sus aparceros tienen dispuestas» (Astucia, tom. I, cap. 12, p.
225). «Unos versos de mi puño y letra con mi firma, que copié de unos versos que había
comprado á un barillero» (Id., tom. II, cap. 1, página 12). «Una tabla entera de botes de
pomadas rancias que compraba á los barilleros» (Id., tom. II, cap. 5, p. 129). «D. Jacobo
ha sido alternativamente impresor, varillero, ayudante del alcaide de la cárcel, por cierto
mal negocio; después jicarero, encargado de pulquería, y últimamente ha sentado plaza
de arbitrista» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tomo I, cap. 1). «El surtidor especial de
la servidumbre de la casa era un varillero. Este varillero se llamaba Angulo» (Id.,
Gentes, tomo I, cap. 14).

† Barra. f. «Rollo de oro, plata ú otro metal sin labrar» (Dicc.). Entre nosotros la barra
de plata pura, plata mixta u oro tiene la forma de una artesa, y su peso legal máximo es
de 135 marcos. Si son de plomo se llaman galápagos, si de fierro zamarras, etc.

Dice también el Diccionario: «Min. Amér. Acciones ó participaciones en que se dividía


una empresa para el laboreo de alguna mina». Esa división subsiste todavía. BARRA es
la unidad elegida para expresar la representación en la propiedad de las minas de
compañía. Según la Ordenanza de 1793, esa propiedad se divide en veinticuatro
BARRAS, unas aviadoras y otras aviadas. Las primeras son las que llevan anexa a la
posesión la obligación de contribuir proporcionalmente a los gastos de la empresa; las
segundas, sin tener esa obligación, tienen derecho a participar proporcionalmente de las
utilidades, después que se han cubierto los gastos de explotación. En algunos minerales
se usa otra especie de BARRAS, llamadas viudas, que disfrutan privilegios especiales,
siendo el principal el de percibir la utilidad que les corresponde, antes de estar
reembolsado el capital. Actualmente se acostumbra sustituir las BARRAS con acciones,
que casi siempre se relacionan con la división en BARRAS, por ser ésta la más general
y conocida.

† Barrenar LA LEY es, en lenguaje periodístico, quebrantarla el poder público.

«No hay un arbitrio mejor para barrenar las leyes y dejar sin efecto las garantías de los
ciudadanos, que las facultades extraordinarias» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 234).

Guatemala. Batres, p. 129, art. Bastardear, usa esa frase.

† Barreno. LLEVAR o SEGUIR EL BARRENO, acomodarse al gusto o humor de


alguno, aparentar que se aceptan sus opiniones, y se sigue su dictamen; ya sea por no
convenir exasperarle, por burla, o por lograr algún fin.

«Como me vieron tan jovial, y que lejos de amohinarme les llevaba el barreno, se
hicieron todos mis amigos» (PENSADOR, Periquillo, -46- tom. II, cap. 4, p. 67).
«¡Cáspita! dijo el capitán, volviendo á tomar otro sorbo de vino, y llevándole el barreno,
como suele decirse, á nuestro filósofo» (PAYNO, Fistol, tom. II, capítulo 8). «Le vamos
á seguir el barreno» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 353).

BARRENO significa «vanidad, presunción ó altanería». Tal vez de esta acepción venga
nuestra frase, que se asemeja mucho a la de halagar la vanidad.

Barrerse. pr. Hacerse a un lado violentamente el caballo, por haberse espantado con
algún objeto.
«Pero barrióse el hidalgo con todo y rucio» (ROA BÁRCENA, Noche al raso, V, p. 89).
«El caballo se barrió con ímpetu desesperado» (FACUNDO, Gentes, tom. III, cap. 4).
«Dijo mi caballo: por aquí, y que se barre» (ID., ib., tom. IV, cap. 3).

† Barreta. f. No le usamos como diminutivo de barra, sino para designar especialmente


la barra de hierro, de que se sirven los albañiles, terminada por un extremo en punta y
por el otro en una especie de paleta. Ha venido a ser proverbial la barreta de la Reforma,
por lo mucho que demolió.

† Barrial. adj. Aplicado a la tierra gredosa o arcillosa, no está aquí anticuado: también se
usa como sustantivo. En el sentido de barrizal o lodazal no se oye nunca. Verdad es que
no usamos barro por el lodo del suelo.

† Barriga. TENER BARRIGA DE ALMOFREZ, se decía familiarmente de quien come


mucho, con alusión a lo mucho que cabía en los antiguos almofreces o almofrejes. La
frase está anticuada, por no usarse ya los almofreces, y hoy se dice tener BARRIGA, o
tripa, de músico.

A BARRIGA LLENA CORAZÓN CONTENTO, ref. que además de su sentido recto da


a entender que una ganancia templa mucho un pesar.

«Ya se ve, que habrán oido decir que los duelos con pan son menos, y que á barriga
llena corazón contento» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 5, p. 56).

«El sabio y el gañán ese portento


Celebran exclamando:
¡Barriga llena, corazón contento!».

(FACUNDO, La Digestión)

Barrilaje. m. Conjunto de barriles. Jamás decimos barrilame ni barrilería (1.ª acep.).

Bartolina. f. Calabozo estrecho, oscuro e incómodo.

«Se providenció por S. E. que la Nobilísima Ciudad diese sitio competente para fabricar
una casa [cárcel] con las viviendas necesarias, calabozos, bartolinas, pulguero y demás
necesarias» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1757, tom. III, p. 123). «A la
presidenta de la cárcel la metieron en una bartolina» (Diario del ALABARDERO, 1782,
p. 145). «Mandó el Sr. Virrey Gálvez que sacaran á D. Pedro Varón, que era cachupín,
que estaba también en capilla, el cual estuvo ocho horas, y lo metieron en una bartolina»
(Id., 1784, p. 189). «Su franqueza le valió su primera persecución política, pasando
algún tiempo en la ex-Inquisición en la bartolina llamada del Diablo» (ZARCO, pról. al
Gallo Pitagórico, p. VIII). «Una horrorosa bartolina que por su hediondez, poca luz y
sabandijas en que abundaba, había quedado en total abandono» (Astucia, tom. II, cap. 7
bis, p. 227).

V. SEPARO.
Basalicón. m. Así llamamos todos al ungüento que según el Diccionario vulgar es
Basilicón. En el de Autoridades (1.ª ed.) se dice que Basilicón es lo mismo que
BASALICÓN. En Terreros hallamos que «muchos dicen en castellano BASALICÓN».
Salvá considera como anticuada esta forma, que también se usa en Cuba (PICHARDO,
p. 53; MACÍAS, p. 146).

† Basto. m. Más usado en plural. Piezas de cuero sobre que descansa el fuste de la silla
de montar, y defienden el lomo de la cabalgadura. Hácense de diferentes formas, y
ordinariamente se forran de jerga o de zalea de cordero.

Batallero, ra. adj. fam. Bullebulle.

Batiboleo. m. fam. Bulla, batahola.

«Cuando regresé me encontré todo en revolución, los muebles en el patio, mi ropa


asoleándose, mucho batiboleo de indios acarreando agua» (Astucia, tom. II, cap. 3, p.
66).

Batiburrillo. m. fam. Batiborrillo, baturrillo.

Lo mismo en Chile (RODRÍGUEZ, p. 59), en Cuba (PICHARDO, p. 53; MACÍAS, p.


150) y en Guatemala (BATRES, p. 130).

Bazar. m. «Tienda en que se venden productos de varias industrias, comunmente á


precios fijos» (Dicc.).

Aquí se conoce por BAZAR la tienda -47- en que se compran y venden objetos de
todas clases, casi siempre usados.

† Bebidas. En este artículo comprenderemos los nombres de muchas bebidas y


bebistrajos endiablados que antiguamente se usaron, algunos de los cuales todavía se
gastan. En la Gaceta de México correspondiente al mes de febrero de 1736 hallamos:
«El 18 se publicó y fijó en los sitios más públicos de esta Corte, de orden de S. E.
Illma., y á súplica del capitán D. Sebastián de Aziburu y Aréchaga que administra el
Asiento general del pulque blanco, un bando en que se incluye otro del Exmo. Sr.
Marqués de Casa-Fuerte, Virrey que fué de estos Reinos, fecho en México á los 23 de
Diciembre del año pasado de 1724, por el cual, conformándose con las Reales Cédulas,
Leyes y Ordenanzas de S. M., se prohiben en un todo (bajo las penas de perdimiento de
bienes, galeras, azotes y destierro) las aguardientes de maguey, de caña, de miel,
cantincara, ololinque, mistelas contrahechas, vinos de coco, sangre de conejo, vinguíes,
tepaches, mezcales, guarapo, vingarrote y demás, sean las que fueren, aunque por sus
nombres no se expresen, por componerse de asquerosos, nocivos ingredientes, de que se
originan graves y frecuentes ofensas del Altísimo, notorio daño á la salud, y grande
quebranto al Asiento del Pulque, pues hoy se vende menos que antes, por la abundancia
que de los sobredichos brebajes se despende; y asimismo se manda librar despachos de
ruego y encargo á los Illmos. Sres. Obispos, sus Provisores, Jueces Eclesiásticos, etc.,
para que publicando censuras contra los transgresores, concurran á lo que es tan del
servicio de ambas Majestades».
D. Manuel José Garay escribió en 1787 una obra que no llegó a imprimirse, y cuyo
título es Breve Compendio del Juicio Criminal, y fácil método de sustanciar las causas.
Lo que hay allí de curioso es la nomenclatura de las bebidas embriagantes, cuyo uso y
abuso caía bajo la jurisdicción del juez privativo de bebidas prohibidas, que lo era el
capitán de la Acordada. Helas aquí al pie de la letra:

1. Aguardiente de S. Luis de la Paz. De uva.


2. Id. de frutas, v. gr. durazno, pera, etc.
3. Id. de uva silvestre, fermentado con la raíz llamada xixique.
4. Binguí. Bebida fermentada extraída de la cabeza del maguey, asada y fermentada en
una vasija que haya tenido pulque.
5. Bingarrote. Aguardiente destilado del binguí.
6. Cerveza, compuesta de cáscaras de piña, clavo, pimienta, cominos, culantro y
azúcar, fermentada en un barril que haya tenido aguardiente.
7. Charagua. Bebida fermentada de pulque viejo, dulce, chile colorado y hojas de maíz
tostadas, fermentada al calor de un fuego suave.
8. Charape. Bebida fermentada de pulque, panocha blanca, canela, clavo y un poco de
maíz infundido dentro de un lienzo. Se fermenta medio día.
9. Chilocle. Bebida fermentada de pulque, con chile ancho, epazote, ajo y sal.
10. Chiquito. Bebida fermentada de tuna cardona.
11. Chamuco. Id. de ciruela ú otra fruta, fermentada con agua y panocha.
12. Copalotle. Id. de semilla de Pirú, madura, con pulque tlachique, fermentada por
uno ó dos días.
13. Coyote. Id. de pulque ordinario, miel prieta y palo de timbre.
14. Excomunión. El mezcal, que se prohibió con esta censura eclesiástica por el Sr.
Elizacochea, obispo de Michoacán.
15. Guarapo. Bebida fermentada, compuesta del jugo de la caña de azúcar ó de maíz,
con pulque, miel y una caliente de maíz. Se fermenta por cuatro días.
16. Mantequilla. Id. de pulque con aguardiente y azúcar.
17. Mezcal. Aguardiente destilado de la cabeza de cierta especie de maguey que no
produce pulque, asada y fermentada. Á esta especie de maguey llaman en la Misteca
yahuitziuque. Suele agregársele pulque y timbre, y se fermenta en cueros.
18. Mezcal cola. El mismo, de la segunda destilación.
19. Mezcal de pulque. Id. destilado del pulque tlachique, fermentado con miel de
piloncillo.
20. Mezcal resacado de cola. El mismo, destilado hasta reducirlo á la cuarta parte.
21. Nochocle. Bebida fermentada de tuna, pulque fuerte y agua.
22. Obo. Id. de esta fruta, que es una especie de ciruela silvestre.
23. Ojo de gallo. Id. de pulque blanco, con agua y miel prieta, hervida con pimienta,
anís y chile ancho, fermentada un día.
-48-
24. Ostoche. Id. de jugo de caña de maíz, con pulque ó panocha y palo de timbre.
25. Peyote. Id. de una especie de biznaga que se cría en terreno seco y estéril,
fermentada. Para darle más fortaleza se le echan unas hojas de tabaco y rebanadas de
peyote. La usan particularmente los indios medio gentiles en sus bailes idolátricos.
26. Polla ronca. Id. de pulque blanco, con zarzamora, capulín, pimienta y dulce.
27. Ponche de pulque. Mixtura de pulque con agua de limón, clavo y nuez noscada.
28. Pulque de coyol. El jugo de la palma llamada coyol.
29. Pulque de obos. Composición de pulque mezclado con el obo, endulzado y colado.
30. Cuauchán. Mixtura del pulque tlachique con la frutilla del Pirú, fermentado por
cuatro ó seis días.
31. Quebrantahuesos. Bebida fermentada del jugo de la caña de maíz, con la simiente
de aquel nombre, tostada, y la del Pirú, fermentada por tres días.
32. Revoltijo. Id. del jugo de la tuna y cáscara de timbre, ó la raíz llamada del pulque.
Después de fermentado se le agrega mezcal.
33. Rosoli. Aguardiente destilado de arroz, garbanzo tostado, cebada, canela y pulpa de
cidra.
34. Sendechó. Bebida extraída del maíz amarillo germinado y fermentado durante una
noche. Después se pone á hervir durante el día, con piloncillo.
35. Sidra. Bebida de manzana ó pera, fermentada durante tres meses.
36. Sisique. Aguardiente destilado de pulque.
37. Tecuín. Bebida fermentada de maíz negro tostado y piloncillo. Fermentado por dos
días.
38. Tecolio. Pulque mezclado con gusanos de maguey, tostados y reducidos á polvo.
39. Tejuino. Bebida fermentada de tuna, con cáscara de timbre.
40. Timbirichi. Id. de la fruta de este nombre.
41. Vino de caña de maíz. Id. del jugo de ésta, endulzado con piloncillo.
42. Vino de mezquite. Aguardiente destilado de la fruta de este nombre.
43. Vino de palma. Bebida fermentada, extraída de los dátiles asados en barbacoa.
44. Vino resacado. Aguardiente destilado del tronco del maguey, asado como para
mezcal, fermentado en pulque.
45. Vino de salvado. Id. destilado de esta sustancia, endulzada y fermentada.
46. Vino tepeme. Bebida fermentada extraída de las pencas de un maguey angosto y
silvestre, hervida con palo de mezquite. Bebida de indios.
47. Vino de tuna. Aguardiente destilado de la tuna, mezclado con arrope de la misma.
48. Yagardiza ó ponche de cidra. Bebida compuesta de agua endulzada, con limón ó
naranja y cidra.
49. Zambumbia. Bebida fermentada de cebada, endulzada con miel de furos ó
panocha.
50. Iliztli. Bebida fermentada del zumo de la caña en vasija de barro, mezclado de
algunas yerbas irritantes.
51. Tepache. Bebida compuesta de pulque blanco mezclado con miel de panocha
hervida con anís.
52. Tepache de ciruelas pasadas. Bebida extraída de esta fruta seca, infundida en agua
hasta que se desbarata. Dilata la operación tres ó cuatro días.
53. Tepache común. Bebida formada de los sedimentos que deja el pulque, desleidos
en agua, con miel prieta, pimienta y una hoja de maíz.
54. Chinguirito. Aguardiente destilado de la miel de caña de azúcar.
55. Pulque.

(Suplementos MSS. a la Biblioteca de Beristain, por D. José F. RAMÍREZ)

En esta lista faltan algunos de los nombres mencionados en la Gaceta, como cantincara,
ololinque y sangre de conejo. Los dos primeros me son desconocidos. Sangre de conejo
se llama todavía el pulque compuesto o curado con tunitas coloradas, lo que le da color
rojo.
La raíz del pulque era la corteza de la planta llamada por los indios ocpatli o medicina
del vino (de octli, pulque, y patli, medicina), que Hernández describe en el cap. 52 del
lib. XVI. Añadían esa corteza al pulque para darle mayor fuerza, y por tal razón fue
prohibido repetidas veces su uso, con graves penas.

«Cocido este licor [aguamiel] en tinaja, como se cuece el vino, y echándole unas raíces
que los indios llaman ocpatli, que quiere decir medicina ó adobo de vino, hácese un
vino tan fuerte, que á los que beben en cantidad embeoda reciamente» (MOTOLINÍA,
Hist. de los Indios de N. España, trat. III, cap. 19).

En sus lugares haremos especial mención de las bebidas más usadas hoy.

Becerraje. m. Conjunto de becerros.

Belducazo. m. Herida dada con belduque.

«Saque pronto esa cajita, y enséñenos lo que tiene dentro, ó yo le saco las tripas de un
belducazo» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 12).

Belduque. m. Cierto cuchillo grande y puntiagudo. Parece que el nombre le vino de


fabricarse estos cuchillos -49- en Bois-le-Duc (Holanda), que los españoles
convertían en Bolduque. Hoy sólo el pueblo usa esta voz.

«Hiciéronles los Padres muchas caricias, diéronles sayales, cuchillos, velduques,


navajas y otros utensilios y dijes» (Noticia de la California, tom. II, p. 324). «Marcharon
algunos á cortar maderas para lanzas [...] en cuyas puntas acomodaron los dos soldados
algunos cuchillos belduques» (Id., p. 411). «Padre (decían unos) danos maíz: Padre,
otros, danos frazadas: otros, danos velduques, danos sayal» (Id., p. 473). «Veremos, dijo
Culebrita; y dando un paso atrás echó fuera un belduque de más de una tercia de largo»
(PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 13). «Mi padre se puso de intermedio, y desenvainando un
belduque que llevaba en la bota, le dijo con mucha socarra...» (Astucia, tom. I, cap. 9,
página 176). «Volví á entrar á la sala empuñando frenético mi belduque» (Id., tom. II,
cap. 6, p. 160). «¿Y quién le pegó? -Pos dizque un tal Machuca. -¿Con arma? -Pues yo
creeré que con belduque» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 8). «¡Mire! tanto
belduque que me encajaron por aquí» (ID., Gentes, tom. III, cap. 3).

«La mano llevó al belduque;


Pero al fin la esquina tuerce».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romancito», p. 152)

«Camisa de puro lino


Y el belduque en el refajo».

(ID., ib., «Romance», p. 293)


«Esto esperaba, maldito
Dijo echando espumas Chano,
Y desenvaina el belduque
Que llevaba en el refajo».

(ID., ib., «Romance», p. 296)

Bogotá. (CUERVO, § 778).

Chile. «El cuchillo ordinario, de hoja comunmente puntiaguda, y con mango de madera
y de una sola pieza» (RODRÍGUEZ, p. 59).

No hay que confundir a BELDUQUE con Balduque (cinta angosta que comúnmente
sirve para atar legajos), aunque ambos nombres tienen igual origen.

† Bellaco, ca. adj. Dícese de la cabalgadura que tiene resabios y es muy difícil de
gobernar.

Río de la Plata. GRANADA, p. 106.

† Bellota. f. Adorno de pasamanería que consiste en una piececita de madera, más o


menos semejante a una bellota, y cubierta de hilo de seda o de lana. Un fleco con
BELLOTAS.

Bembrillo. m. Membrillo. Trueco antiguo que se explica por el cambio común de


labiales, de que cita ejemplos Cuervo en el § 680. V. BOFO.

«Frutas de Castilla hay duraznos, bembrillos, albarcoques». «Frutales, como son


durazno, bembrillo, pera, albarcoque». «Hay árboles de durazno, bembrillo, manzano...»
(Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.).

En otro tiempo se dijo también bimbrera, por mimbrera. El Diccionario de Autoridades


usa bimbres por mimbres en la definición de ALHAMEL; y le da artículo especial, con
la ortografía vimbre, lo mismo que Covarrubias y el Vulgar.

Berbén. m. Escorbuto; mal de Loanda.

«Habiendo contraído en el viaje el común accidente de berbén, murió el día 24 á las


once de la noche» (Gaceta de México, febrero 1739). «Movido este punto del pecho
catolicísimo de nuestro rey, apiadándose de tantos vasallos cristianos que mueren de la
enfermedad de berbén» (Noticia de la California, tomo II, p. 163). «Á algunos
empezaba á afligir el mal de Loanda ó vervén» (Id., p. 358). «El Padre Ugarte no se
había mojado desde la costa de los seris, ni se hallaba tocado del vervén» (Id., p. 363).
«D. Antonio de Herrera se halló acometido de nuevo accidente que agravó el mal
principal de vervén» (Id., p. 455).
V. TERREROS, ad verb., y art. LOANDA.

Berengo, ga. adj. Bobo, cándido. Dícese que este nombre vino del apellido del virrey D.
Félix Berenguer de Marquina (1800-1803), quien era tenido por de pocos alcances,
aunque de excelentes intenciones.

«Á cada paso me salía con que era insulso, insípido, berengo» (Astucia, tom. II, cap. 5,
p. 115). «Á cada paso eran los regaños, tratándome de sandio, berengo, imbécil» (Id., p.
123).

† Berrendo. m. Animal mamífero del orden de los rumiantes, familia de los bobidos,
tribu de los antilopinos, que se encuentra en los Estados del Norte de la República.
Tiene de color castaño la parte superior del cuerpo, y el vientre blanco. Es semejante al
ciervo en lo esbelto, en la clase de pelo y en la cornamenta, que es ramosa. Vive salvaje,
formando rebaños numerosos.

«Habiendo reconocido en este viaje muchas tierras, en algunas muchos berrendos, que
son carneros cimarrones sin lana» (Gaceta de México, abril 1722). «En este intermedio
se hallaron espaciosísimos llanos en que se mantiene -50- abundancia de berrendos
(que como se ha dicho son como carneros sin lana), aunque se aprovechan de ellos los
naturales muy poco, por la dificultad de su caza» (Id., junio 1722). «Salieron los
soldados esta tarde á cazar, y trajeron un berrendo, de que abunda esta tierra: son
animales como cabras monteses, que tienen las astas algo mayores que las cabras» (FR.
FRANCISCO PALOU, Noticias de la Nueva California, pte. II, cap. 11). «Los
verrendos son como cabras monteses: se llaman en ópata cubida. Andan en manadas,
sólo en tierras limpias, y cuando no están pastando andan el uno tras del otro, por
muchos que sean» (Rudo Ensayo... de la Provincia de Sonora, cap. III, sec. 5.ª).
«También se encuentran venados, liebres, conejos y verrendos, que no dejan de abundar,
aunque los indios matan muchos en sus cacerías» (Noticia de la California, tom. I,
página 44).

Berrinchudo, da. adj. Que hace berrinches con frecuencia.

Guatemala. BATRES, p. 134.

Bestializado, da. adj. Convertido en bestia: más enérgico que embrutecido.

«Que el viejo, aunque no quiera, ha de ser sabio y muy prudente, con la mucha vida que
ha vivido, por las experiencias grandes que tiene de las cosas de la vida; si ya no es que
es tan torpe y tan bestializado con los vicios de ella, que no atiende á lo que la razón le
dicta y enseña» (TORQUEMADA, Mon. Ind., libro XI, cap. 18).

Betabel. (Del francés betterave; del latín beta?). m. Mucho más usado que remolacha.

(MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XCIII, n. 9).

† Bibliotecario. m. Autor de biblioteca (2.ª acep.). Está en Terreros.

Bicicleta. f. Especie de biciclo, del cual se distingue en que tiene dos ruedas medianas
de casi igual diámetro, colocadas una tras otra. El movimiento se da con los pies a un
eje separado que le trasmite a la rueda trasera por medio de una cadena sin fin. Es una
plaga para los transeúntes, aparecida en México de poco tiempo acá.

Biciclo. m. Variedad del velocípedo, que, como su nombre lo indica, consta sólo de dos
ruedas grandes, o de una grande y otra mucho más pequeña, colocadas en línea, una tras
otra.

RIVODÓ, p. 51.

† Bicha. f. El Diccionario no trae más que «BICHA. f. ant. Bicho». Acá llamamos ahora
BICHA a una figura pequeña de mujer, que de ordinario sostiene un candelero. En esta
forma se ponen en las barandillas de la crujía y del presbiterio en las catedrales.

«Se compone [la lámpara] de seis vichas que afianzan la cristería con sus resaltos y
sobrepuestos de arquitectura: sobre las seis vichas salen otras tantas columnas que
abrazan el manípulo [?] con otras seis vichas y sus sobrepuestos, hasta el remate»
(Gaceta de México, agosto 1729). «Es preciso ver sus soclos y vasas [...] relieves,
vichas [de un retablo]» (Id., junio 1735).

Cualquiera que consulte solamente el Diccionario vulgar creerá que esta acepción de
BICHA es un provincialismo nuestro. Pero bien antigua es en castellano. En el
Diccionario de Autoridades (1.ª edición) se lee:

«BICHO, ó BICHA. s. m. y f. Ciertas figuras de hombres ú de bestias, que se rematan


de medio cuerpo abajo, cuando se fingen enteras, en otra forma de la que tuvieron al
principio: como en follajes, peces, ó algún otro animal, según la idea que mejor ó más
proporcionada parece al pintor, ó escultor, para mayor adorno de los lugares en que los
emplea, que por lo ordinario suelen ser portadas de casas, grutas de jardines, y en la
pintura en los cuadros de arquitectura. Lat. Monstrosæ figuræ eminentes, seu extantes in
sculptura, aut pictura. CALD. COM. Fieras afemina Amor, Jorn. I. Revestidos de
sobrepuestas bichas y florones de oro, en que venían sentados».

A esta autoridad puede añadirse otra, que aunque parece moderna, viene de documento
del siglo XVII:

«Gaspar Ginés, entallador [recibió], por dos culebras, dos leones, seis bichas, las armas
reales, y la figura del Santo Rey que coronaba la popa, 24 ducados» (FERNÁNDEZ
DURO, El Arte Naval, p. 26).

También se encuentra la palabra en el Índice de los Términos privativos del Arte de la


Pintura, que trae Palomino en su Museo Pictórico (1715): «Vichas. s. f. Figuras de
medio arriba mujeres con alas, y de medio abajo terminan en pescado ó aves; de que se
usa en follajes y otros adornos»; artículo que copió D. D. A. R. D. S. [Don Diego
Antonio Rejón de Silva] en su Diccionario de las Nobles Artes (1788). Le adoptó
asimismo Terreros, variando la redacción, y añadiendo: «Otros llaman también -51-
vichas, etc., á los salvajes ó figuras que se proponen sosteniendo con sus espaldas
alguna portada ó cosa equivalente».

En la segunda edición del Diccionario de Autoridades desapareció aquel artículo de la


primera, sin duda por haberse creído que esa acepción era demasiado técnica para entrar
en el Diccionario vulgar, y ha continuado desterrada de él. Las BICHAS de acá son
simples figuritas de mujer, sin cambios ni añadiduras. V. el Diccionario Marítimo.

Bigardón, na. adj. Bigardo (2.ª acep.), que aquí no se usa. Es más bien sustantivo.

«Eres tamaño bigardón, y no sabes aún trabajar en nada» (Astucia, tom. I, cap. 13, p.
269).

† Bigotera. f. JUGAR UNA BIGOTERA, pegar un chasco; jugar una mala pasada; dejar
burlado a alguno.

Bilma. (Escrito también VILMA). f. Es muy usado por Bizma, y se califica de disparate;
será, si acaso, forma anticuada.

«Es provechoso el zumo que de él sale [del ocotzoquahuitl], que es aceite espeso para
sahumar y para heridas de cabeza, y para echar vilmas» (Descr. de Hueytlalpan, 1581,
MS.). «Hay otra goma á que llaman tecomahaca, que es medicinal para toda frialdad,
puesta como bilma» (Descr. de Zacatula, 1580, MS.). «Tienen asimismo unas cortezas
de un árbol pequeño que llaman tecomasúchil, las cuales dicen que son buenas para el
que tuviere dolor de pechos, de golpes, ó hinchazón, que lo muelen, y hecho una bilma
con suchiolocotl, es bueno y sanan con ello» (Descr. de Huaxtepec, 1580, MS.).
«¿Quién creerá que estas frívolas lisonjas eran las vilmas medicinales que aquellos
tunantes aplicaban á mis golpes y magullones?» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap.
8, p. 87).

«¿Que mire tu salita de alcancía


Y tus sillas con bilma, y un poblano
Petate do la alfombra presumía?».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 89)

«BIZMA, lo mismo que bilma» (COVARRUBIAS).

Úsase en Cuba (PICHARDO, p. 53).

Bimbalete. (¿Corrupción de guimbalete?). m. Palo redondo, largo y rollizo, que sirve


para sostener tejados, y otros muchos usos.

«El 16, en que se había puesto un volador de veinticinco varas de alto delante del obraje
que llaman de Cansino, plazuela que hace espalda á el Colegio de Loyola, acaeció la
muerte lastimosa de cuatro, de nueve indios que (ya próximos á desprenderse del
seisavo en que estaban y sirve de devanadera á los cordeles de que penden para volar
girando en su circunferencia) se tronchó el bimbalete por tres partes, y vinieron al suelo,
sin que por lo intempestivo del suceso se pudiese evitar tan grande estrago» (Gaceta de
México, agosto 1736). «La danza y baile que entre seis ú ocho forman sobre la punta de
un palo [...] al modo de vinvalete, es tan horrible y espantoso, que llena de congojas y
sustos al que lo mira» (GRANADOS Y GÁLVEZ, Tardes Americanas, p. 114).
Bimestral. adj. Que se hace o publica cada dos meses: periódico bimestral.

† Binar. n. Decir dos misas (y aun tres) un sacerdote en los días festivos. Es concesión
que se hace en atención a la escasez de clero.

Bingarrote. m. V. Bebidas.

«Suelen usar de otros brevajes que llaman Vingarrote, tepachi, tejuino, sin embargo de
las censuras y penas contra los que tales bebidas fabrican» (MOTA PADILLA, Hist. de
la N. Galicia, cap. LXV, n.º 3).

† Binzas. f. pl. Llaman así los campesinos á los cordones espermáticos.

Birote. m. Pan compuesto solamente de harina, agua, sal y levadura.

«Dos birotes, un pambazo, y el alpiste para los pájaros: no se dilate» (MICRÓS, Ocios y
Apuntes, p. 57).

Bisemanal. adj. Lo que se hace u ocurre dos veces por semana. Periódico
BISEMANAL.

«Es de notar que la palabra bisemanal se ha introducido en el uso con una significación
especial, pues se entiende como si fuera semisemanal, cuando parece que debiera ser
cada dos semanas. Es curioso que igual cosa pasa en francés» (RIVODÓ, p. 52).

Por nuestra parte no hallamos esa anomalía. Semanal es lo «que se hace ó sucede
semanalmente». Si a este adjetivo añadimos el bi = bis, dos veces, ya se deja entender
que se hace o sucede dos veces semanalmente, o sea dos veces cada semana. Bimestral,
trimestral, semestral, bienal y trienal, no se derivan directamente de mes o de año, sino
de bimestre, trimestre, semestre, bienio y trienio, -52- que son ya voces compuestas, y
la desinencia en al indica pertenencia a esos períodos. Si dijéramos bisanual todos
entenderían que se trataba de dos veces cada año; pero no es necesaria la palabra porque
tenemos ya semestral, que es su equivalente en la mayor parte de los casos. Lo mismo
sucede con bimensual; súplese bien con quincenal, aun cuando en rigor no es
equivalente exacto.

Bistec. m. Biftec. Los españoles han suprimido la s del original, y nosotros la f: váyase
lo uno por lo otro; pero nosotros hemos suavizado más la áspera pronunciación del
original.

† Bitoque. m. Grifo, llave de agua: cánula de jeringa.

«Cada vecino toma el agua que necesita de cada uno de los bitoques de su uso privado»
(FACUNDO, El Aguador, p. 68). «Tomas de agua con llave ó bitoque, ó simplemente
un chorro continuo sin depósito» (ID., ib., página 80). «No tenía [el agua] más salida
que la abierta de un bitoque» (ID., Vistazos, p. 149).

Bizbirindo, da. adj. Vivaracho, alegre, regocijado. Úsase también como sustantivo.
«¿Qué hace Vd. con una bizbirinda como esta, más que quererla?» (Astucia, tom. I, cap.
15, p. 327). «Eran tres pollas, que por lo delgadas de carnes, y lo bizbirindas y alegres,
debían ser tres bailarinas de primera fuerza» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. I).
«Pero en fin, eran unos ojitos bizbirindos y expresivos» (ID., ib., cap. 5).

Bizcar. n. Mirar bizco. Trae la voz Terreros.

«Entretanto, una mujer pecosa que bizcaba del ojo izquierdo, formaba el centro de un
corrillo en el corredor» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 7). «Cisneros, que
bizcaba del ojo izquierdo, tenía el derecho más reluciente que de costumbre» (ID.,
Gabriel, tom. II, cap. 1).

Bizcochería. f. Tienda en que se venden bizcochos y algunos otros comestibles, como


chocolate, panales, etc.

«Les aconsejé que buscasen con empeño una velería, chocolatería ó bizcochería que
traspasar» (PENSADOR, Quijotita, cap. 35). «Nunca le faltaba ó una estanquillera ó
una dueña de bizcochería que lo auxiliara para la compra de guantes blancos» (PAYNO,
Fistol, tom. III, cap. 2).

V. PLATÓN.

† Biznaga. f. Planta de la familia de las cácteas, notable por estar reducida a un tallo
muy corto, casi cilíndrico y sin hojas. Es planta propia de tierras más que templadas, y
crece sin cultivo en los terrenos áridos. Las hay de varias especies; pero la más usada
para acitrón es la Mamillaria sphærica. El acitrón es el tallo descortezado y confitarlo.

«Mencionaré la bisnaga. Esta es una mole vegetal en que se comprehende innumerable


variedad: unas, en su mayor incremento, no llegan al tamaño de una naranja; otras
crecen hasta seis varas, de forma que, vistas á distancia, parecen grandes peñascos. Lo
particular de esta planta [...] es el que carece de hojas» (ALZATE, Gaceta de Literatura,
febrero 15, 1788).

«Cuelgan de entre aquellas rocas


Toscas bisnagas salvajes».

(G. PRIETO, Poesías festivas, «Placeres campestres», p. 100)

Blanqueada. f. Acción y efecto de blanquear.

«En toda revolución queda el palacio bastante agujerado, y aun á veces con un pedazo
menos. El que gana le tapa los agujeros del mejor modo que puede, le da su blanqueada
y su pintada, y ya lo tienes pintiparado para otra revolución» (MORALES, Gallo
Pitagórico, páginas 327-8).

Blanquillo. m. Eufemismo que usan solamente los indios y la gente baja, en vez de
huevo.
«Comeremos muchos blanquillos, buenos pollos» (Astucia, tom. II, cap. 13, p. 387).

Allí tampoco se puede


Llamar á los huevos, huevos;
Hay que llamarlos blanquillos...

(SOMOANO, p. 19)

Bloc o Bloque. (Del inglés block). m. Trozo grande de piedra, natural ó artificial. Se
dice; por lo común, del que está toscamente labrado en forma rectangular, como los que
se destinan á formar el asiento de obras hidráulicas,

«Una cierta exaltación frenética y desgreñada levanta con soplo brutal y poderoso masas
enormes de apóstrofes, invectivas, prosopopeya y visiones apocalípticas que ruedan
como bloques de granito disparados por manos de gigantes» (MENÉNDEZ Y
PELAYO, Ideas Estéticas, tom. V, p. 395).

La Academia no da entrada a bloc o bloque pero sí a blockhaus, en la singular forma


castellanizada blocao.
-53-

2. Dase también el nombre de bloc a un librillo en blanco cuyas hojas, ligeramente


adheridas unas a otras por un costado, pueden arrancarse con facilidad a medida que se
necesitan para escribir recados o dar apuntes en ellas.

† Boa. f. Rollo largo de piel (y a veces de pluma) con que las mujeres se rodean el
cuello para abrigarse, dejando colgar por delante las puntas.

† Bobo. (Huro nigricans). m. Pez de río cuyo mayor tamaño se acerca a dos pies de
largo y cuatro o seis pulgadas de ancho. Su piel es negra y sin escamas: su carne blanca
y con pocas espinas. Según Alcedo, se le dio el nombre de BOBO «por la facilidad con
que se deja matar á palos en las orillas, acudiendo en tropas á las migas de pan que
echan, y muchas veces con sólo mover el agua».

«Todos los años infaliblemente [...] baja por el río una cantidad increible de pescado, á
quien llaman los españoles bobos, que es uno de los buenos é regalados pescados que
hay en este reino» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.).

Guatemala. BATRES, p. 135.

Bobón, na. adj. Aumentativo de bobo; sin gracia.

«Todo el día se está la muy bobona ó en la cocina, ó con la almohadilla, ó con el libro
en la mano» (PENSADOR, Quijotita, cap. 6). «Los muy bobones se endrogan» (ID., ib.,
cap. 20).

«Más vale fea y con gracia,


Que no bonita y bobona».
(Copla popular)

V. DESPULSARSE.

† Boca. f. «Boca de fuego: cualquier arma que se carga con pólvora, y especialmente la
escopeta, la pistola, el trabuco, etc.» (Dicc.). Por mi parte creo haber oído siempre
aplicar esta denominación a las piezas de artillería, y no a las armas portátiles.

ABRIR TANTA BOCA, quedarse pasmado.

HACERSE DE LA BOCA CHIQUITA, rehusar con afectado desdén aquello mismo que
se desea.

SABER LA BOCA A MEDALLA, haber estado mucho tiempo sin hablar.

«No obstante, á eso de las once Anita dijo, por lo bajo siempre, que le sabía la boca á
medalla: con lo cual deseaba explicar, probablemente, ese sabor particular que se tiene
cuando por un forzado silencio las secreciones de la boca han sido escasas»
(FACUNDO, Gentes, tom. IV, cap. 2).

† Bocadillo. m. Plato de dulce compuesto de leche con azúcar, hervida y batida hasta
darle la consistencia necesaria para que pueda cortarse. Suele añadírsele coco o huevo, y
entonces toma el nombre de BOCADILLO de coco, de huevo, etc..

Bocadito. m. dim. Por modestia designa la gente pobre con este nombre la comida.
Cuando una infeliz mujer viene a arrimarse con otra igual, ésta no solamente la recibe,
sino que suele asegurarle que no le faltará el BOCADITO, es decir, que además de darle
alojamiento partirá con ella su comida.

V. ARRIMARSE.

† Bocamanga. f. La abertura de la manga por donde saca la cabeza el que lleva aquella
embrocada. Algunos extienden este nombre a la dragona (V.).

Bocarada. f. vulg. Bocanada.

«Al empezar á proferir una maldición, una bocarada de espumosa sangre que arrojó por
la boca le privó de la vida» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 151). [El autor de este texto
juzgó necesario advertir que las BOCARADAS se arrojan por la boca].

Úsase también en Bogotá: «En bocarada, que decimos en lugar del castiza bocanada, el
cambio es más bien morfológico, debido á la analogía de cucharada, llamarada»
(CUERVO, § 685). Y en Guatemala (BATRES, página 135).

† Bocina. f. Cada una de las piezas de metal que, en forma cilíndrica, sobresalen hacia
fuera en las mazas ó cubos de las ruedas de un carruaje.
Cuba. PICHARDO, p. 45; MACÍAS, p. 174.

Tal vez sea derivado, por cierta semejanza, de bocil o bocín, «pieza redonda de esparto
que se pone por defensa al rededor de los cubos de las ruedas de carros y galeras».

† Bodega. f. «En los puertos de mar, pieza ó piezas bajas que sirven de almacén á los
mercaderes» (Dicc.).

No solamente en los puertos de mar sino en la ciudad de México y en toda la República


se llaman BODEGAS esos -54- almacenes. Las BODEGAS son puramente depósitos
de efectos; no se hacen ventas en ellas y mucho menos al menudeo; nunca se ha dado tal
nombre a las tiendas de comestibles, aunque lo diga Somoano, p. 37.

† Bodoque. m. Chichón, bollo; hinchazón de forma redonda que aparece en cualquier


parte del cuerpo: Tengo un BODOQUE en el brazo.

2. Bulto duro que se forma en una cosa blanda.

«Y aquella cama... ¡qué cama!


Toda bodoques y bolsas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 238)

3. Cosa mal hecha: Esto es un BODOQUE.

Bofo, fa. adj. De uso constante en vez de fofo.

«En todas las lenguas es común el cambio de las labiales entre sí (b, p, f, v, m).
Ejemplos en nuestro lenguaje bogotano son bofo, corrupción de fofo, budín, de pudín ó
pudingo...» (CUERVO, § 680).

Guatemala. BATRES, p. 135.

Boje. m. y f. Simple, bobo.

BOJE se llama también (según Salvá) al boj, y como de esta madera suelen hacerse
peines, de ahí se originó sin duda la frase vulgar (poco usada ya) de «vender peines de
boje», por «estar haciendo una simpleza, ó el papel de bobo»

«Mis relaciones no pasaban más que de amoríos vagos, cambiar prendas, cobrar celos;
propiamente vender peines de boje» (Astucia, tom. II, cap. I, p. 11). «Los conservaré
siquiera para memoria de que he estado vendiendo peines de boje en el gobierno del
Estado» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 245).

Bojedad. (De boje). f. Simpleza, bobería.


† Bola. f. Palabra muy usada para designar toda reunión numerosa de gente en
desorden; diversión bulliciosa, riña en la calle, tumulto, revolución.

«Se comenzó á armar la bola de hombres y mujeres» (PENSADOR, Periquillo, tomo IV,
cap. 7, p. 93). «¿Conque tú andabas también en la bola?» (MORALES, Gallo
Pitagórico, página 464).

«Y el de las selvas rey, siempre temido,


Sacudió la melena soberana,
Rugió feroz y... comenzó la bola».

(PLAZA, «Los Cornudos»)

Por antonomasia se dio este nombre a la terrible «guerra de tres años» (1857-60), a que
siguió la «guerra de la segunda independencia» (1861-67), ambas de imperecedera
memoria.

«Capistrán pasó de reo á héroe, y decía muy ufano y muy para sí: mi vida esta en la
bola» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tomo II, cap. 10). «La tesorería flaquea; á la
bola! Concha me ha derramado la bilis; á la bola! La revolución ha tomado cuerpo; á la
bola! Corro riesgo de quedarme de coronel; á la bola!» (ID., ib., cap. últ.). «Más de una
vez oí en la tienda de los Gonzagas la voz profética de Severo, que con humos de sabio
previsor, creía y afirmaba, que antes de mucho se armaría la bola» (SANCHO POLO,
La Bola, cap. 3). «¡Y cómo sus cortas inteligencias confundían la revolución con la bola
lamentablemente» (ID., ib., cap. 8). «La revolución es hija del progreso del mundo, y
ley ineludible de la humanidad: la bola es hija de la ignorancia, y castigo inevitable de
los pueblos atrasados» (ID., ib., cap. 21). [Allí mismo puede verse lo que era aquella
bola].

«Doliente, mohino
Por tan dura broma
Buscando la muerte
Largóse á la bola.

(PLAZA, «Talento en las corvas»)

«Se lanza como otros munchos,


Y cuando acabe la bola
Ó es jefe... de faja verde...
Ó conquista una poltrona».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 239)


HACERSE BOLA, perder el orden, la formación; dícese de la tropa y de cualquier
reunión.

«Es necesario reglamentarlo también, para no hacernos bola...» (Astucia, tom. I, cap. 7,
p. 131). «Voltearon caras, se hicieron bolas» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p., 199).

«Madre aquí... No se hagan bolas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Serenata», p. 244)

V. CARNEAR.

PARAR LA BOLA, abochornar, correr a alguno en son de broma.

«Decían mis compañeros que yo le paraba la bola á cualquiera» (PENSADOR,


Periquillo, tom. I, cap. 4, p. 49). «Tiene su gusto en pararle la bola, como dicen, á
cualquiera en la mejor concurrencia» (ID., ib., tom. I, capítulo 7, p. 75). «Les va á pegar
su susto y despojarlas para pararles la bola» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 344).

DAR o DARLE A LA BOLA, atinar.


-55-

BOLA, se halla también por cólera. Desusado.

«Esta risa acabó de rematar á Eufrosina, quien estuvo por levantarse de la silla, y lo
hubiera hecho, si el coronel, conociendo la terrible bola que tenía, no la hubiera
sosegado» (PENSADOR, Quijotita, cap. 8). «Viéndome en tal apuro, hube de ceder á la
violencia de mi estrella, y disimular la bola que tenía» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 6, p.
62).

HALLARSE LA BOLITA DE ORO, lograr una buena fortuna.

«Á la verdad que mi mismo marido dice que se halló en mí la bolita de oro» (Diario de
México, tom. I, p. 30). «En fin, yo me hallé la bolita de oro con mi nuevo amo»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 6, p. 82).

Bolea. f. fam. Puñetazo.

«Qué ha sucedido? -Que Machuca el pagador había asestado una bolea descomunal al
pobre de Perico, y lo había postrado en tierra sin sentido» (FACUNDO, Baile y
Cochino, capítulo 8). «Acababa de recibir una bolea en el ojo izquierdo, que le hizo caer
en tierra» (ID., Chucho, tom. II, cap. 2). «Resultándole del examen de este iris
epidérmico la convicción de que la bolea había sido de la mejor calidad» (ID., ib., tom.
II, cap. 2). «No estará tan contento como nuestro compañero, que recibió la bolea más
bien dada que yo he visto» (ID., Isolina, tom. II, cap. 4).

Boleras. f. pl. No se halla esta voz en el Diccionario; pero aquí fue bien conocida y se
leía con frecuencia en los carteles de teatro cuando se usaban estos bailes. No soy
competente para decidir si las BOLERAS y el bolero del Diccionario son o no
sinónimos.

«Unas boleras por Sr. Andrés Castillo» (Diario de México, tom. I, pp. 16, 20). «Yo soy
amante de cantar boleras; por tanto, quiero unos versos de mucha idea y sentido» (Id., p.
394). «Estoy trabajando por aprender á hacer la octava que piden estas boleras»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 10, página 123).

V. CAMPESTRE.

2. fig. Ilusiones, opiniones infundadas, palabras engañosas: Esas son BOLERAS. Más
comúnmente se dice en ese caso BOLERAS manchegas, que equivale a música
celestial.

† Boleta. f. Cédula impresa que se reparte a los votantes en las elecciones primarias para
cargos públicos, a fin de que en el reverso escriban el nombre de su candidato.

Boletero. m. El que vende boletos.

«Sin saber cómo, Pico desorientado llegó al teatro de Oriente: el boletero había sido
sargento de su compañía: circunstancia que hizo innecesario el boleto de entrada, de
manera que Pico entró con su perro» (FACUNDO, Isolina, tom. I, cap. 1).

Perú. «El boletero y la boletería que nos recuerdan los teatros, las estaciones de
ferrocarriles, la plaza de toros, el tranvía, etc., tampoco existen» [en España] (ARONA,
p. 66). [Boletería no se usa acá].

Boleto. m. Billete (4.ª acep.). Tarjeta cuya presentación da derecho a entrar en carruajes
públicos, espectáculos o reuniones.

«El joven recibe un boleto» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 13). «Repetir la
tramitología de sacar boletos» (ID., Pachuca, página 123).

Perú. «Para los españoles todo lo que nosotros llamamos boleto es billete» (ARONA, p.
63). «El Diccionario no trae esta palabra de tantísimo uso entre nosotros» (ID., p. 66).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 63. Guatemala. BATRES, p. 136).

V. BOLETERO.

BOLETO DE EMPEÑO. La cédula que los prestamistas sobre prendas dan a la persona
que recibe el préstamo.

† Boliche. m. El juego de bolos, y el lugar donde se juega.

«Boliche, lo mismo que bolín, en el juego de bolos, y también se toma por el mismo
juego» (TERREROS).

Bolista. m. Que acostumbra andar metido en bolas (revoluciones). Raro.


«El borrador [...] resultó flojo, débil, y sin el nervio que caracterizó siempre mi pluma
de bolista» (SANCHO POLO, La Bola, cap. 9). «Á fuer de bolista me coloqué en el
sitio que me dió la gana» (ID., ib. cap. 11).

Bolón. m. Aumentativo de Bola. Gran reunión de gente apretada, revuelta y


desordenada.

«Era un bolón atroz: les habían robado la bolsa con seis reales: no se podía andar»
(MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 189).

† Bolsear. a. Extraer del bolsillo de alguno el ladrón ratero las monedas u otros objetos.
A fulano lo BOLSEARON ayer en la Catedral.

Guatemala. BATRES, p. 138.

† Bomba. f. Así llaman algunos al sombrero de copa alta.

«Á mí me cortaba el paso un amigo, ó quizá -56- un personaje empingorotado, de


bomba y anteojos, para estrecharme la mano» (SANCHO POLO, El Cuarto Poder, cap.
3). «¡Bonito que se vería con la levita y la bomba!» (DELGADO, La Calandria, X).
«Deponen la blusa azul y el desastrado fieltro, para vestir jaquette, y calarse la bombita»
(ID., ib. XVII).

Cuba. PICHARDO, p. 46.

Bombástico, ca. adj. Aplicado a estilo o frase, ampuloso.

Venezuela. RIVODÓ, p. 53.

† Bombilla. f. Cucharón (2.ª acep.).

† Bonanza. f. En las minas la acumulación anormal y extensa de mineral de alta ley en


la masa del criadero que le contiene. Cuando esta acumulación es poco extensa, toma el
nombre de clavo; si es normal, se llama criadero rico, o más generalmente labor rica; y
cuando no es anormal ni extensa, labor en frutos, o labor de disfrute.

«En menos de quince días estuvo [la mina] en bonanza» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 39).

Boneta. f. Sombrero pequeño y sin alas, que suelen usar las mujeres.

«¡Vaya! todas esas, por ir á lucir la boneta, serían capaces de darte cinco pesos»
(FACUNDO, Fuereños, cap. 5).

† Bonetería. f. He aquí una palabrita que ha cundido como mancha de aceite. Por todas
partes se ven tiendas de BONETERÍA con tamaños letreros; se anuncian artículos de
BONETERÍA, etc., etc. BONETERÍA no es más en castellano que el taller donde se
fabrican bonetes y la tienda en que se venden; y en nuestras BONETERÍAS no se
hallará un bonete ni para un remedio. Lo que sucede es que hemos traducido del francés
al gabacho la palabra bonneterie, que por allá no se reduce a los bonetes, sino que
significa taller donde se hacen y tienda en que se venden artefactos tejidos de punto,
como medias, calcetines, camisas interiores, etc., a lo cual se agregan acá infinitos
artículos que nada tienen que ver con la tal BONETERÍA.

Boquetero. m. Empleado de las cárceles que, colocado en el primer postigo o boquete,


registra a los presos que llegan y los introduce al edificio.

«¡Ahí va ese reo! gritó otra vuelta el boquetero» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 217).

Boquiflojo, ja. adj. Boquirroto.

Borcelana. f. Lo mismo que bacinica.

«El día 28 del pasado se perdió en la calle de las Escalerillas núm. 12 una borcelana de
plata» (Diario de México, tom. I, p. 284). «Una borcelana cascada» (PENSADOR,
Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 20).

BORCELANA se usa en Canarias, en el sentido de aljofaina, palangana (ZEROLO,


página 58).

† Bordo. f. Así llaman los agricultores al reparo, por lo común de céspedes y estacas,
que forman en los campos para represar las aguas llovedizas, o las que derraman los
arroyos en las crecientes; sea para que formen aguajes que sirvan en la seca, o para
enlamar las tierras. Se hacen también para prevenir inundaciones en las labores.

Guatemala. BATRES, p. 140.

V. AGUAJE.

† Bornear. a. En el juego de boliche o bolos es arrojar la bola por el lado derecho de la


mesa, imprimiéndole con la mano cierto movimiento de rotación calculado de manera
que la bola vaya describiendo una curva, y tomando de través los palos, derribe mayor
número de ellos.

Borrachín. m. Borracho por costumbre; pero no con exceso hasta caer.

«Desde allí estuvo pendiente, mirando á D. Epitacio platicar con varios borrachines»
(Astucia, tom. I, cap. 2, p. 34). «Sí, sí, vamos, decía el borrachín» (Id., tom. I, cap. 15,
p. 354).

Cuba. PICHARDO, p. 47; MACÍAS, p. 188, art. Borracho.

† Borrasca. f. En las minas es la ausencia de mineral útil en el criadero.

V. CABALLETE.

† Borrego. m. fam. Pajarota, noticia balsa. BORREGO lanudo, embuste de marca


mayor.

Cuba. MACÍAS, p. 188.


SALIR BORREGO, resultar falso lo que se había creído verdadero; no cumplirse una
cosa anunciada o prometida.

«Pero el programa salió borrego».

(PLAZA, «Cuento»)

-57-

«Y aunque al fin sale borrego


La aspiración masculina,
Más segura es la rutina,
No siempre el amor es ciego».

(G. PRIETO, Poesías festivas, «Un Retrato», p. 69)

«... Cada cual eleve un ruego


Allá á la notaría
Ó al registro civil, para que el día
Que cada cual nació salga borrego».

(M. PEREDO, El fin del año)

SOLTAR UN BORREGO, esparcir una noticia falsa.

TOPAR EL BORREGO, lograr una pretensión o negocio cuando se da a conocer con


cierto disimulo, sin proponerle abiertamente. Vino fulano a ver si TOPABA EL
BORREGO; pero no TOPÓ.

† Boruca. f. Bulla, algazara. La Academia, en la última edición de su Diccionario, ha


quitado a esta voz la nota de prov. de Andalucía, que antes llevaba. En México es muy
usada.

«Pasada la boruca, Camila alzó por alto su copa» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 337).
«Victorina [...] percibió algo de la boruca, y se puso á ver por una ventana» (Id., tom. II,
cap. 6, p. 165).

METER BORUCA, meter a bulla.

«No sólo se excusó con la charla, y metió boruca, sino que abandonó el campo
abochornado» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 303).
HACERSE BORUCA, aturdirse con cualquier ocupación, en especial bulliciosa, para
alejar el recuerdo de algún pesar.

EL DÍA DEL JUICIO DESPUÉS DE LA BORUCA, nunca jamás.

Boruquiento, ta. adj. Bullicioso, animado, alegre, ruidoso.

«Parece muy avisada, veterana, bizbirinda y boruquienta» (Astucia, tom. I, cap. 15,
página 331). «Seres boruquientos» (FACUNDO, La Vida de Noche, p. 181).

† Bota. f. DE CAMPANA o CAMPANERA. Parte del traje de rancheros y charros, que


consistía en una pieza grande de gamuza con que se envolvía la pantorrilla, sujetándola
abajo de la rodilla con un atadero, y bajaba hasta tocar a la espuela. En la parte exterior
tenía corte diagonal y avanzaba hasta la punta del pie, lo que le daba cierta semejanza
con una media campana. Las había también de lujo, primorosamente bordadas de seda y
metales, con ataderos de estas mismas materias. Hoy se ven rara vez, y solamente en los
campos: las de lujo han desaparecido del todo.

«Unas buenas botas picadas y bordadas de oro y azul» (PENSADOR, Quijotita, cap.
15). «Se fué presentando en medio de la sala con su buena manga, paño de sol, botas de
campana, y demás aderezos de un campista decente» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 6, p.
61). «Desenvainó un cuchillo de la bota campanera» (ID., ib., tom. IV, cap. 9, p. 117).
«Ponte estas calzoneras y mis botas de campana» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 33).

V. CACHA. MANGA.

BOTA FEDERICA, bota fuerte y alta, ensanchada en la boca.

«Cuando algún pobre recluta se descuidaba con un botón de la casaca, ó con dejar de
dar bola á sus pesadas botas, que todavía llaman federicas, entonces ardía Troya»
(PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 7).

† Botellón. m. «aum. de BOTELLA» (Dicc.). Por BOTELLÓN entendemos garrafón o


damajuana, esto es, botella muy grande de vidrio forrada de mimbre, que se usa mucho
para envasar vinos y licores.

† Botón. m. Tope de hierro, y más comúnmente de cuerda o cerda liadas en forma de


bola, que se pone en la pica o gorguz de la garrocha para que no penetre en la piel del
animal más de lo necesario para arrearle o detenerle.

2. Pareja de bueyes o de mulas que a prevención se sitúa en algún mal paso o cuesta,
con el fin de agregarla al tiro de los carros que por allí transitan y ayudarle a vencer el
obstáculo.

Box. (Del ingl. box, puñetazo, particularmente en la cara u oreja). m. Vocablo inglés de
reciente introducción, que significa el ejercicio del pugilato.

Boxeador. m. No significa solamente «que boxea» o contiende a puñetazos, púgil, sino


también una pieza de metal, semejante en su objeto al antiguo cæstus, con que se
guarnece parte de la mano, y constituye un arma terrible si la maneja un púgil diestro;
mas no es permitida en los pugilatos concertados a manera de espectáculo público, en
los países donde estos se toleran.

Boxear. (Del ingl. to box). n. Contender -58- a puñetazos. Nos falta en castellano el
verbo correspondiente, porque no considero tal ni he oído nunca el pugilar que trae
Rivodó (p. 54).

Boxeo. m. Pugilato.

† Bozal. m. Usamos esta palabra en el sentido que la Academia da a bozo (3.ªacep.). El


BOZAL se hace rodeando con lazo, reata o cabestro el cuello del animal, sin apretarle; y
después de cerrado este collar con nudo que no sea escurridizo, se pasa el cabo sobrante
al rededor del hocico, sirviendo el resto como rienda única o como cabestro para
conducir la bestia el que la lleva de reata.

Cuba. PICHARDO, p. 48; MACÍAS, p. 191. Chile. RODRÍGUEZ, p. 68.

V. BURRO.

Bozalillo. m. No es diminutivo de bozal, sino una especie de jáquima fina hecha de


cerdas torcidas que se pone a la caballería debajo de la cabezada; y de la parte que rodea
la boca pende la falsarrienda. Sustituye al cabezón de serreta, no usado aquí.

Braceador. adj. Aplícase al caballo que bracea: llamábanse también caballos de piso.
Los hubo antiguamente, y eran muy estimados como caballos de paseo, pues no servían
para otra cosa. Hoy ya no se hallan.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 68.

† Bracear. n. Levantar mucho y sacar hacia fuera los caballos las manos, cuando van a
trote corto, golpeando con ellas el suelo fuertemente.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 68. Río de la Plata. GRANADA, p. 119.

† Braguero. m. Cuerda muy apretada con que se rodea el cuerpo del toro en el lugar
correspondiente a la cinchera de las caballerías, y de la cual se ase fuertemente con
ambas manos el que le monta en pelo.

† Bramadero. m. Estaca gruesa que se clava en los corrales u otros sitios, y a la cual se
atan o afrontilan las reses vacunas para domarlas o matarlas.

Cuba. PICHARDO, p. 49; MACÍAS, p. 192.

† Bramura. f. ant. Fiero, peste, bravata, muestra de grande enojo.

«Estaba tan enojado el Diego Velázquez, que hacía bramuras» (B. DÍAZ, His. verd.,
cap. 24). «Pateaba el caballo y relinchaba y hacía bramuras [...] y los caciques creyeron
que por ellos hacía aquellas bramuras del relinchar y el patear» (ID., ib., cap. 35).
«También se ahogaron dos caballos, y el uno era de un soldado que se decía Solís
Casquete, que hacía bramuras por él, é maldecía á Cortés y á su viaje» (ID., ib., cap.
179).

Según el Diccionario, BRAMURA es un equivalente anticuado de bramido, mas por


estos pasajes de Bernal Díaz parece que las BRAMURAS eran algo más que bramidos,
porque entre aquellas se cuenta el patear del caballo.

* Brasero. m. Fogón (1.ª acep.). Lugar donde se enciende el fuego en las cocinas. Hay
también braseros portátiles, y antes de la invención de los fósforos era de rigor en las
casas el BRASERITO de barro, de porcelana o de plata para uso de los fumadores.

† Bravato, ta. «adj. ant. Que ostenta baladronería y descaro» (Dicc.). Parece que
también se aplicaba a los trajes ostentosos.

«Tiene [México] bizarros caballos y muchedumbre de coches: muchas damas y bravatos


trajes» (DR. JUAN DE BARRIOS, Verdadera Medicina, Astrología y Cirujía).

† Bravo, va. El Diccionario da BRAVÍO y BRAVO. El primero tiene, entre otras


acepciones, esta: «Feroz, indómito, salvaje. Regularmente se dice de los animales
cerriles ó que andan por los montes, y están por domesticar ó domar». En BRAVO
hallamos: «Hablando de animales, fiero ó feroz». De donde parece resultar que animal
bravío es el que anda salvaje, y que por no haber sido domesticado conserva su fiereza;
y BRAVO el que por su propia naturaleza la tiene, y no la pierde del todo, aunque esté
sujeto al hombre. Covarrubias no trae Bravío. En BRAVO dice: «si es animal, como el
toro, vale sañudo, animoso, que acomete á la gente y á los caballos, y mata, hiere y
derrueca hombres. Animal bravo, en cuanto se distingue del doméstico, ó por naturaleza
ó por arte, y lo mesmo decimos de las aves, así de las de rapiña como de las demás».
Esta distinción -59- entre bravío y BRAVO no es muy clara ni se observa
generalmente (V. Dicc. de Aut.). Acá no es necesaria, porque para nada usamos de
bravío: decimos león BRAVO, toro BRAVO. Indio BRAVO es el no reducido a vida
civil. Para los animales salvajes o bravíos, susceptibles de ser domesticados, tenemos
otros nombres, como cerrero, mesteño, alzado, rejiego.

«De los animales bravos é campesinos se hallan en el territorio de esta ciudad algunos,
aunque en poca cantidad y poco feroces» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.).

Cuba. PICHARDO, p. 53; MACÍAS, p. 194.

† Brazada DE PIEDRA. Medida que sirve de unidad para la venta de las piedras de
mampostería, las cuales se colocan de manera que formen un paralelipípedo de cuatro
varas de largo, dos de ancho y una de grueso, que es la BRAZADA.

† Brevete. m. Marbete.

«El color de los licores se armoniza con el de los brevetes y contraseñas, marcas y
etiquetas de Ultramar» (FACUNDO, Las prosperidades nuestras, III, 222).

Brillantina. f. «Especie de pomada para lustrar el pelo, y especialmente los bigotes. La


Academia ha dado pase á bandolina que tiene una significación análoga» (RIVODÓ, p.
55). Úsase en México.
Brin. m. Tela gruesa de lino: úsase comúnmente para forros, y para pintar sobre él
cuadros al óleo.

«Unas [ropas] eran gruesas, como angeo ó brin» (TORQUEMADA, Monarq. Ind., libro
XIII, cap. 34).

«BRIN, tela útil para tiendas de campaña, etc.» (TERREROS).

Perú. «En Cuba como entre nosotros se entiende por brin una tela ordinaria de hilo y
tejido grueso» (ARONA, p. 69).

Cuba. «Tela ordinaria de hilo y tejido grueso, parecido á la Rusia, de uso preferente para
pintar al óleo» (PICHARDO, p. 49; MACÍAS, p. 196).

Venezuela. RIVODÓ, p. 125. Guatemala. BATRES, p. 144.

† Bruja. m. fam. Miserable, hambriento, petardista. En algunas partes dicen también


estoy brujo, por estoy arrancado.

«Pico estuvo reducido por algún tiempo á la condición de bruja. Todos los habitantes de
México conocen á los brujas poco más ó menos como conocen las costumbres del perro
callejero. Los brujas no son más que perros sociales. El perro espera un hueso: el bruja
espera una peseta. El perro husmea la carne, y el bruja las casas de juego» (FACUNDO,
Isolina, tom. I, cap. 1). «Ahora sí, exclama un bruja» (ID., ib., tom. II, cap. 12). «Está á
los diez años en aptitud de prestaros, brujas encanijados, [...] algunos importantes
servicios» (ID., ib., tom. II, cap. 13). «El portal es el manantial de las pesetas. El paseo
de los brujas» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 9).

2. f. Arranquera.

«Entonces la bruja
Trocóse en bambolla».

(PLAZA, «Talento en las corvas»)

«Yo que una bruja singular afronto».

(ID., «El tonto y el sabio»)

3. vulg. Partera intrusa, no recibida.

Buchaca. f. Tronera en las mesas de billar. Como antiguamente había debajo de cada
tronera una bolsa para impedir que la bola cayese al suelo, se dio, sin duda, el nombre
de BUCHACA a la tronera misma, corrompiendo la voz burchaca o burjaca, bolsa
grande que los peregrinos y mendigos suelen llevar colgada al cuello, para echar en ella
las limosnas.

V. PICHARDO, p. 53; MACÍAS, p. 199.

† Buche. m. Bocio, papera: relajación de la glándula tiroides.

«El mal de buche ó relajación de la garganta, que todas aquellas gentes padecían por
beber el agua pútrida» (Astucia, tom. II, capítulo 8, p. 289).

Budín. m. Plato de dulce que se prepara con bizcocho o pan deshecho en leche,
añadiéndole azúcar, licor y frutas secas, cocido todo en baño de María.

Falta esta voz en el Diccionario: la he oído mil veces en Andalucía.

Bogotá. CUERVO, § 680. Ecuador. CEVALLOS, p. 41. Guatemala. BATRES, p. 145.

Budinera. f. Vasija de cocina hecha de cobre o hierro estañado, semejante a la cacerola,


pero con tapadera suelta, sin mango y más honda.

Parece que aunque esta palabra no está en el Diccionario, corre en España.

«En París hay reinas de la moda que en veinte años apenas modifican sensiblemente la
hechura del sombrero que mejor cuadra á su belleza. Ven las extravagancias y no las
siguen: -60- dejan pasar la budinera, el plato, el farol, etc.» (D.ª EMILIA PARDO
BAZÁN, Mantillas y Sombreros).

† Buey. SACAR EL BUEY, o EL TORO, DE LA BARRANCA, ejecutar una cosa muy


difícil.

«El muchacho no es tonto: en un santiamén se aprende la lección: pero con tantas faltas
no sacará buey de barranco» (DELGADO, La Calandria, VII).

BUEY DE AGUA, cantidad de agua que pasa con velocidad determinada por un buque
o data de una vara cuadrada.

HÁGASE LA VOLUNTAD DE DIOS EN LOS BUEYES DE MI COMPADRE, ref.


«Por los bueyes que son de mi padre, siquiera aren, siquiera no aren» (Dicc.). Da a
entender lo poco que nos interesa el perjuicio o daño ajeno.

† Bufarse. pr. Abolsarse una pared por haberse separado de ella el revocado en algunas
partes. Por extensión se dice de otras cosas, como de un papel mal pegado, y que se
arruga. Acaso esta acepción venga de que BUFAR significa soplar, y vidrio BUFADO
es el que por medio del soplo forma una ampolla o vejiga muy delgada; así como la
pared o papel que se BUFA hace también unas a manera de vejigas.

Bufet. m. Voz francesa, buffet. En los bailes, mesa cubierta de fiambres, pastelillos,
vinos, etc., y a la cual acuden los convidados a tomar algo cuando les parece. Suele
servirse también allí té, café y bebidas refrescantes.
Buharro. m. Especie de búho; probablemente lo mismo que buhardo.

«Hay venados [...] águilas, buharros, halcones» (Descr. de Justlavaca, 1580, MS.). «Hay
halcones, gavilanes, buharros» (Descr. de Quauhtlatauca, 1579, MS.). «Hay de ordinario
patos reales bravos, corvejones, cuervos, buharros» (Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.).
«Hay halcones, gavilanes muy grandes, lechuzas, mochuelos, buharros» (Id.). «Hay
aves bravas, como son halcones, gavilanes, cernícalos y buharros y águilas»
(Descripción de Zumpango, 1582, MS.).

«Buharrillo, buharro, ó como escriben otros, buarillo, buaro, especies de buho»


(TERREROS).

Buja. f.. «BUJE, m. Pieza cilíndrica de hierro ó de cobre que guarnece interiormente el
cubo de las ruedas de los carruajes, para disminuir el rozamiento de los ejes» (Dicc.).

Buldog. (Del ing. bull-dog; de bull, toro, y dog, perro. Webster cree que se le llamó así,
o porque se le destinaba a hacer presa en los toros, o por el gran tamaño de su cabeza).
m. Así llamamos todos a un perro de presa, muy notable por su hocico achatado, gran
cabeza y repugnante catadura. Aunque no muy corpulento, es verdaderamente temible
por su mucho arrojo y ferocidad. Ignoro cuál es su nombre castellano, si le tiene; pero
las señas, salvo la corpulencia, corresponden al alano, que también se llama dogo. Úsase
comúnmente el nombre como epiceno; mas los que quieren distinguir la hembra, la
llaman buldoga, y según el femenino doga que la Academia da a dogo, parece que así
debe ser; bien que en este caso el dog nada tiene que ver con los dogos, porque sólo es
el nombre genérico de perro en inglés. Los franceses le llaman bouledogue, que es el
propio nombre inglés con ortografía francesa.

«Se va á pegar á mi oreja,


Unido, como un buldog».

(G. PRIETO, Poesías festivas, «Mi visita», p. 25)

Cuba. PICHARDO, p. 51; MACÍAS, p. 201.

† Bullir. a. Embromar, dar cantaleta.

«Rabiaba por bullir á Pomposa acerca de la buena vida que había entablado»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 28).

BULLIR UN CABALLO, volverle y revolverle para conocer sus cualidades: hacerle


mal como antiguamente se decía.

V. ARRANCAR.

Buñuelero, ra. m. y f. Buñolero, ra.

Burlote. m. Entre jugadores, el monte o partida más pequeña, que alguno de ellos pone,
acabada por cualquier motivo la primera.
«Se puso á tallar, diciendo: tírenle á este burlotito» (PENSADOR, Periquillo, tom. II,
cap. 3, p. 44). «Señores, si á Vdes. les parece, pondremos burlote: yo las tejo. -Sí, sí,
contestaron, brulote» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 161). «La mamá, que conocía el
burlote, y que se preciaba de saber jugar, adicionó el -61- proyecto» (FACUNDO,
Venus, Birján, etc., II, 77).

En Cuba Borlote (PICHARDO, p. 47; MACÍAS, p. 187).

† Buró. m. Voz tomada del francés bureau. El Diccionario la trae, conforme a su origen,
por «especie de escritorio ó papelera»; pero aquí han dado en llamar así a la mesa de
noche.

«El libro de misa que te regaló tu tía está en el cajón del buró» (MICRÓS, Ocios y
Apuntes, p. 1).

Burocracia. f. neol. El conjunto de los empleados, considerado como cuerpo del estado
que ejerce influencia en los negocios públicos.

Venezuela. RIVODÓ, p. 55.

Burocrático, ca. adj. neol. Perteneciente o relativo a la burocracia.

Venezuela. RIVODÓ, p. 55.

† Burrero. m. Dueño o arriero de burros; por lo común se reúnen ambas calidades en la


misma persona.

† Burro. m. Escalera de manó compuesta de dos unidas por arriba con una bisagra, de
suerte que, apartándolas por abajo, quedan en forma de atril, y se sostienen sin arrimo.
Las hay también con escalones en una de ellas solamente.

2. Juego de muchachos, en que uno se agacha apoyando las manos en las rodillas, y los
demás saltan sobre él, poniéndole las manos sobre la espalda, y abriendo las piernas.
Terreros le llama daba la mula. En francés cheval fondu.

V. CHABACANO.

3. Cerquillo o fleco de pelo que dejan caer las mujeres sobre la frente. Por fortuna va
desapareciendo.

«Tenía el pelo negro, y se lo tusaba en línea horizontal, para formar lo que ella llamaba
su burrito» (FACUNDO, Noche buena, IV). «Con esa poca gracia con que muchas de
nuestras pollas dejan crecer su burrito sobre las cejas» (ID., Baco, etc., p. 38).

«Y se baja los pelos de la crisma


También sobre la frente
En forma de burrito
Que en Clara ó Leonor es tan bonito...
Después de tanto esmero
En el burro, en el cuello y la corbata,
De contramaestre inglés lucen la pata».

(FACUNDO, Los Apretados)

METERSE COMO BURRO SIN BOZAL o SIN MECATE, fr. fig. y fam., entrar de
rondón, hóspite insalutato, como Pedro por su casa, como trasquilador por iglesia.

«¿Por qué se vienen metiendo como burros sin bozal?» (Astucia, tom. II, cap. 8, p. 276).

ESTE BURRO ES MI MACHO, suele decirse para motejar al que se encapricha en


sostener un absurdo patente.

† Busca. f. Provecho que se saca de algún empleo o cargo, además de los emolumentos
anexos a él. Úsase comúnmente en plural, y siempre en mala parte.

«Hay señorito de estos que tiene de sueldo diariamente seis, ocho y diez pesos, amén de
sus buscas, que esas serán las que quisieren» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 3,
página 52). «De todo lo que había tenido que manejar le quedaba un pico que con toda
conciencia él llamaba busca legal» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 4). «Con esto y
las buscas de que hablaremos después, Elena y su hijito Chucho no le llegaban á ver las
orejas al diablo de la miseria» (ID., Chucho, tom. I, cap. 1). «La protección consistía en
cajas en el juego, y en otras buscas» (ID., Fuereños, cap. 15). «Esos dioses penates se
llaman [...] busca legal» (ID., Isolina, tom. II, cap. 12). «¿Y las buscas? En eso no hay
buscas» (ID., Jamonas, tom. II, cap. 12).

† Buscar. a. fam. Irritar, provocar.

«Mira, Rosa, no me busques: estoy de un humor de todos los demonios, y hago una
barbaridad» (Tomado de un periódico).

† Buscavidas. f. pl. Además de las acepciones que le da el Diccionario, tiene aquí la de


persona que anda acusando a otras para procurarles algún mal. V. VIDA.

† Cabal! Usado como interjección, aprueba, afirma o corrobora lo que otro acaba de
decir. En igual caso usan en el Perú ¡Cabales!, según Arona (p. 143), quien copia un
pasaje de Fernán Caballero para comprobar que también se usa en España.

Cabalonga. f. Haba de S. Ignacio: -62- semilla de la Ignatia amara. Úsase para


envenenar perros (Farm. Mex., página 38).

Cuba. PICHARDO, p. 53; MACÍAS, p. 206.


Caballada. f. Manada de caballos o de yeguas.

Esta palabra no aparece en el Diccionario, a pesar de hallarse en el de Autoridades, en el


de Terreros y en el de Salvá. También se usa por el conjunto de caballos de servicio, y
así un jefe de caballería dice que trae despeada o rendida la CABALLADA.

«Porque acudiesen los soldados que estaban de custodia en la caballada» (ESPINOSA,


Vida del P. Margil, lib. II, cap. 24). «Los indios bárbaros dan un asalto en esta ó en la
otra hacienda, y se llevan los ganados y caballada» (MOTA PADILLA, Hist. de la N.
Galicia, cap. LXXIII, n. 3). «El motivo fué que junto al mencionado río estaban
paciendo la caballada y muchas bestias de carga» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., parte I, lib. 2, cap. 11). «Caballada bruta ó mansa, mulada, pastorías, en fin, lo
que se proporcionaba» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 145).

Río de la Plata. «Conjunto de caballos, sea cual fuere su número, con especialidad
cuando están destinados á un determinado objeto, como los que se echan por delante en
un vehículo para remudar los de tiro, los que pertenecen á un cuerpo de ejército, ó los de
una mensajería» (GRANADA, p. 123).

2. Torpeza o necedad.

Cuba. PICHARDO, p. 54; MACÍAS, p. 207. Guatemala. BATRES, p. 147.

Caballazo. m. Encontrón que da un jinete a otro, o a alguno de a pie, echándole encima


el caballo.

«Tres ó cuatro rancheros acudieron á su defensa, y rodeándome, me habrían acribillado


á cuchilladas y á balazos, á no haber aparecido en ese momento, como un Santiago, mi
fiel asistente Martín, llamando á gritos al escuadrón, que no existía, y repartiendo á
diestra y siniestra caballazos y cuchilladas» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 16). «Lo
acabó de salpicar, teniendo que meterse á gran prisa, por no recibir un caballazo»
(Astucia, tom. II, cap. 1, p. 34). «No tengo valor para darte un caballazo» (ID., ib., p.
36).

Caballerango. m. El mozo que en las haciendas o casas particulares cuida y ensilla los
caballos.

«Esto hace que tenga que hablar con todo el mundo, y que lo que no sabe por la ama de
la casa lo sepa por el cochero, por el lacayo ó por el caballerango» (FACUNDO,
Mariditos, cap. 4). «Pero el caballerango no supo darle la dirección». «El vicario
escribió la carta. Doña Pancha se la entregó al caballerango» (DELGADO, La
Calandria, XV). «A las doce vino el caballerango» (ID., ib., XXIV).

† Caballería. f. Medida agraria, cuya extensión varía según los países. No es fácil
asignar la que se le atribuía en las primitivas mercedes hechas a los conquistadores y
pobladores. Hoy se conoce con este nombre un paralelogramo de 1104 varas de largo
por 552 de ancho, o sean 609408 varas cuadradas, que corresponden a 42 hectáreas, 79
áreas, 53 centiáreas y una fracción. Adoptado oficialmente el sistema decimal para las
medidas agrarias, el nombre de CABALLERÍA ha desaparecido de los documentos
oficiales e instrumentos públicos; pero se conserva en el trato. En estos últimos tiempos
han dado ciertos jefes militares en usar el plural CABALLERÍAS para designar el
conjunto de cuerpos, destacamentos o pelotones de esa arma, y dicen: Despaché por tal
rumbo las CABALLERÍAS. No era propio el terreno para que pasasen las
CABALLERÍAS. Disparate excusado y anfibológico; porque en ambos ejemplos puede
entenderse que se trata de las CABALLERÍAS o bestias de silla, sin jinetes.

«Esperaremos que la tropa se acabe de alejar, y me iré á buscarlo, pues es regular que
esté con sus caballerías» (Astucia, tom. II, cap. 11, p. 344).

† Caballete. m. La penúltima acepción que le da la Academia debe considerarse como


anticuada, por no haber ya prensas de imprenta que tengan la pieza de ese nombre.

2. En Minería es la masa de roca más o menos grande que se atraviesa en la veta,


generalmente sin alterar sus condiciones geognósticas. Los mineros suelen darle, por
comparación, el nombre de borrasca.

† Caballito del diablo. m. Con este nombre se conocen en México diferentes especies de
insectos del orden de los neurópteros, familia de las libélulas. Las dos más comunes son
el Lestes grandis, y la Aesna multicolor. Tienen, como todos los neurópteros, cuatro alas
membranosas, trasparentes y reticuladas. -63- Según las especies varían los colores, y
el tamaño es por lo común como el de una mariposa grande.

Cuba. PICHARDO, p. 54; MACÍAS, p. 208.

† Caballo. m. Min. Asiento de jarcia tejido en forma de hamaca que se coloca en un


extremo del cable para subir y bajar por el tiro.

DAR CABALLO. Tomar cuatro personas a otra por brazos y piernas; y ya tendida,
montar otra sobre el cuerpo del paciente, al cual alzan y bajan como si le manteasen.
Además de eso y de las costaladas que da en el suelo, sufre los talonazos que el jinete le
aplica en el movimiento ascendente.

«Le dieron culebra, caballo, manta y cuanto les ocurrió» (Astucia, tom. I, cap. 7, página
125).

Encuentro también la palabra CABALLO en un refrancillo que nunca he oído, ni


hallado en otra parte.

«Vd. es como el caballo de S. Panuncio, donde no brinca se asoma; pero se quedará


echando agua como el león de la fuente» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 73).

Del contexto se deduce que el refrancillo del caballo se aplica al que en todo se mete, y
si no descubre a las claras sus designios, los da a entender; y lo del león de la fuente es
llevarse chasco.

SER DE A CABALLO, expr. fam., fumar cigarro puro, y no de papel. Dícese al que
ofrece uno de éstos.

«Sánchez sacó cigarros. ¿Fuma Vd.?, le dijo á su vecino. -Soy de á caballo»


(FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 12).
† Cabañuelas. f. pl. Se llama así a los doce primeros días del mes de enero, con relación
al vano pronóstico que del tiempo que hace en cada uno de ellos se saca vulgarmente
para presuponer el que hará en cada uno de los doce meses del año. Algunos cuentan
además otra serie de CABAÑUELAS del 13 al 24 de enero; pero en orden inverso, de
manera que el 13 corresponde a diciembre y el 24 a enero.

Se halla este artículo en el Suplemento del Diccionario; pero allí se dice que el
pronóstico se saca de los veinticuatro primeros días del mes de agosto. Terreros y el
Diccionario de Autoridades le refieren al de enero, como nosotros.

Cabeceada. f. Cabezada; por «Inclinación de la cabeza hacia el pecho del que se va


durmiendo y no está acostado» (Dicc.). También es la acción de alzar y bajar con
rapidez la cabeza el caballo. Me parece bien formado del verbo CABECEAR, y se evita
la equivocación con cabezada, el golpe que se da con la cabeza o se recibe en ella, y con
cabezada, arreo del caballo.

† Cabero, ra. adj. La Academia califica de anticuado este adjetivo, y no le da otra


acepción que la de último. Nosotros le usamos todavía en casos especiales. Llamamos
CABERO o CABERA al caballo o yegua que va en el extremo exterior de la cobra; en
lo cual nos acercamos a la definición del Diccionario de Autoridades, que es: «El que es
postrero y último, como el caballo, macho ú otro animal cuadrúpedo que va de reata en
el último lugar».

«La carretela estiraba


Cuando no servía de silla,
Y alguna vez en la trilla
De cabero lo plantaba».

(Chamberín, p. 44)

Los albañiles llaman vigas CABERAS a las que están en los extremos o cabos de los
techos, junto a las paredes.

† Cabeza. f. CABEZA DE LOBO. Pretexto colorado que alguno toma para sacar
provecho.

«No han servido ni sirven los dichos hospitales sino para dos ó tres mancos ó
paralíticos, cuando mucho, y á veces sólo uno, que sirve allí de cabeza de lobo para que
los principales hagan sus mangas» (Cód. Franc., p. 74). «Y muchas de ellas [las iglesias]
ni las han de acabar, ni han de servir de otra cosa sino de cabeza de lobo» (Cód. Mend.,
tom. I, p. 139). «La séptima [cosa que hay que remediar] es este repartimiento de que
trato, que es cabeza de lobo y lima sorda que va consumiendo á los miserables indios»
(Id., tom. II, p. 105). «No es el trigo sino cabeza de lobo, y lo que pretenden los que lo
piden y quieren llevar adelante es engordar y ensanchar y tener más para sus vanidades
y superfluidades con el sudor y sangre de los pobres indios» (MENDIETA, Hist. Ecles.
Ind., lib. IV, cap. 38).
«La ocasión que uno toma para aprovecharse, como el que mata un lobo, que llevando
-64- la cabeza por los lugares de la comarca, le dan todos algo, cada uno como puede,
en gratificación del bien que ha hecho en matar un animal dañino y pernicioso»
(COVARRUBIAS).

«Lograr cabeza de lobo, aprovecharse de la ocasión para su interés, como el que coge
un lobo va por los lugares para que le den algo, por haber librado los contornos de un
animal nocivo» (TERREROS, art. Cabeza).

El Diccionario trae la frase «Ser cabeza de bobo, tomar pie ó pretexto de una cosa para
abonar de este modo actos vituperables». No me parece clara la explicación. ¿El sujeto
de ser es el mismo de tomar, como parece pedirlo el sentido? ¿La cabeza de bobo es el
que toma el pretexto, ó el pretexto mismo?

CABEZAS. Por antonomasia, las de carnero asadas en horno, que en unas parihuelas y
dentro de un horno portátil para que no se enfríen, llevan dos hombres por las calles.
Para pregonar su mercancía gritan: A las CABEZAS calientes de horno.

«Buenas cabezas, Tomás,


Están del gobierno en torno;
Pero á mí me gustan más
Aquellas calientes de horno».

(PLAZA, «Epigramas»)

ECHAR DE o POR LA CABEZA. Descubrir por inadvertencia o con mala intención la


parte que alguno ha tenido en un negocio o enredo, de lo cual puede venirle perjuicio o
responsabilidad. También se dice cuando alguno maneja con torpeza la negociación que
se le ha confiado, y origina pérdida al dueño.

«Cuando haya cogido en su red á cuantos incautos pueda, los echa por la cabeza: los
denunciados son perseguidos...» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 141).

METER CABEZA. Encapricharse. Corresponde a Meter la cabeza en un puchero, que


trae el Diccionario.

«Adonde el muchacho meta cabeza, hace lo que se le antoje» (Astucia, tom. I, cap.
294).

VOLVERSE CABEZA. Aturdirse, perder la cabeza, no hallar salida, por la multitud de


negocios o de acontecimientos que sobrevienen simultáneamente.

«Entretanto Sánchez, según expresión de él mismo, se había vuelto cabeza»


(FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 12).

Cablegrama. m. neol. Parte o despacho telegráfico trasmitido por cable submarino. Esta
fea palabra híbrida, introducida poco ha por los periodistas, tiene la ventaja de indicar,
desde el título, que la noticia proviene del otro lado del mar.
Venezuela. RIVODÓ, p. 55. Guatemala. BATRES, p. 172.

† Cabo. m. Tela que antiguamente venía de China, y que ignoro cuál era.

«La camisa era muy fina, las enaguas blancas lo mismo: tenía las de encima casi
nuevas, de fino cabo de China» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 3, p. 128).

CABOS, dice el Diccionario que son «Cola y crines del caballo ó yegua». Olvidó lo
principal: los pies; que, a lo menos entre nosotros, es lo que particularmente se entiende
por cabos; y parece que así lo cree también el Diccionario de Autoridades: «CABOS. En
los caballos y yeguas se entienden los pies, el hocico y la crin de cualquiera color.
Equorum extremæ partes».

MUCHOS CABITOS HACEN UN CIRIO PASCUAL, decimos por «muchos pocos


hacen un mucho». En igual sentido trae el Diccionario: Muchas candelillas hacen un
cirio pascual.

CABO DE ESCUADRA dice el Diccionario; pero acá por abreviar decimos CABO
ESCUADRA. Del mismo modo al CABO DE CUARTO, el que está de turno en las
guardias para acudir al llamado de los centinelas, llamamos CABO CUARTO.

«Eran el cetro, el hisopo


Los símbolos del poder;
La vara del cabo escuadra...».

(Don Simplicio, enero 2, 1847)

«Y el rígido cabo cuarto


Me coloca con afán
En la orilla de una acequia,
En un sucio lodazal».

(Don Simplicio, oct. 24, 1847)

«Enfadado de ser divinidad en Roma [...] cabo-escuadra en Prusia y filósofo en


Francia...» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 7). «Los centinelas de palacio llamaron al
cabo cuarto, para denunciarle el pelotón de gente, conforme á Ordenanza» (FACUNDO,
Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 6).
-65-

«... Y por consigna


De que ya estaba uno harto,
Oir esta razón del cabo cuarto...».
(FACUNDO, 13 de set. de 1847)

En CABO DE ESCUADRA dice el Diccionario: «Es el primer grado de la milicia».


Bueno fuera añadir algo, para evitar la anfibología que resulta de la voz primer, que
tanto puede significar el primer grado que se obtiene en la milicia, subiendo, como el
grado más alto a que en ella se puede llegar.

Cabrestear. n. Úsase en México, con rara excepción, en vez de cabestrear. Salvá trae
Cabrestear, como anticuado.

«Le dí un agarrón á tan buen tiempo de la corbata, que cabresteando muy aprisita
bajamos al patio» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 91).

Bogotá. CUERVO, § 511. Ecuador. CEVALLOS, p. 42. Guatemala. BATRES, p. 149.

ORTÚZAR, p. 62.

Cuervo (§ 511, p. 367) y Rivodó (p. 269) observan, con razón, que éste es un verbo
intransitivo que significa seguir sin repugnancia la bestia al que la lleva; pero no la
acción de llevarla. Ejemplos de ese mal uso tenemos aquí como allá.

«-No cabe de gusto desde que vió pasar á Silvestre [el guía] que va cabresteando al amo
Astucia» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 138).

O CABRESTEA O SE AHORCA. Si no lo hace por bien, lo hará por mal.

«Ó cabresteas ó te ahorcas» (Astucia, tomo I, cap. 7, p. 130). «Donde lo coja á cargo,


cabrestea ó se ahorca» (Id., tom. II, capítulo 3, p. 27).

Cabrestero. m. Cabestrero, el que hace y el que vende cabrestos (o sea cabestros).

Cabresto. m. Es tan general en México el uso de esta forma, que causa extrañeza oír la
correcta cabestro. Salvó la califica de anticuada, y en efecto, la encuentro en un
manuscrito del siglo XVI.

«Destos magueyales se aprovechan de hacer miel, vino, mantas de nequén, jáquimas y


cabrestos» (Descr. de Zempoala, 1580, MS.)

Bogotá. «Generalmente, y ojalá fuera mentira, hemos oído decir á la gente cabresto y
cabrestear» (CUERVO, § 511, p. 367). Cuba. PICHARDO, p. 115. Ecuador.
CEVALLOS, página 42. Guatemala. BATRES, p. 148.

ORTÚZAR, p. 62.

CABESTRILLO es la «cadena delgada de oro, plata ó aljófar que se traía al cuello por
adorno». Aquí se convertía en CABRESTILLO.

«Pérdidas. El 28 del pasado un cabrestillo de oro» (Diario de México, tom. II, p. 200).
El Diccionario Marítimo trae CABRESTILLO, por cabo delgado.

DAR EL CABRESTO POR LAS CORVAS, frase de rancheros; concebir vehementes


sospechas de un mal.

«Esa maldita de Dolores cada día me fastidia más con sus celos: ya le ha dado el
cabresto por las corvas» (Astucia, tom. I, capítulo 2, p. 34). «Me propuse espiarla para
averiguar el motivo, pues no dejaba de darme el cabresto por las corvas» (Id., tom. II,
capítulo 1, p. 16).

† Cabriola. f. Ya que el Diccionario admite voces de Equitación, podría dar a


CABRIOLA el lugar que entre ellas le corresponde, y que le concedió Terreros. Es el
salto que da el caballo, disparando un par de coces mientras se mantiene en el aire.
Faltan también las voces análogas balotada, y grupada: en la primera, el caballo da el
salto mostrando al mismo tiempo las herraduras traseras, sin disparar las coces; en la
segunda, recoge los cuatro remos al saltar, y no muestra las herraduras ni dispara las
coces.

† Cabrito. m. Muchacho que en las obras se ocupa en sacar escombros, o en otras faenas
apropiadas a su edad.

Cabro. m. Macho cabrío.

«No disputarían sobre cuál de sus barbas era más parecida á la de un cabro» (ALZATE,
Gacetas de Literatura, 8 de julio de 1795).

Bogotá. «El macho de la cabra no es cabro sino cabrón, ó en lenguaje más culto, macho
cabrío, ó simplemente cabrío» (CUERVO, § 183).

Esta censura nos prueba que CABRO se usa en Colombia; lo mismo en el Ecuador
(CEVALLOS, p. 42), en Chile (RODRÍGUEZ, p. 74) y en Guatemala (BATRES, p.
149). La voz vino de España. Terreros la trae, y se encuentra en Quevedo:

«¿Abro puerta sin toser,


Y sin decir yo soy cabro».

(TALÍA, ed. Rivad., tom. LXIX, p. 218)

ORTÚZAR, p. 62.

Cábula. f. Probablemente corrupción -66- de cábala, cuya última acepción es


«negociación secreta y artificiosa». Con este significado hallamos la voz en el Ecuador
(Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 62), en Guatemala (BATRES, p. 149) y en Chile
(RODRÍGUEZ, p. 74; ORTÚZAR, p. 62); pero aquí la he oído usar más bien por
superstición, conforme a la 2.ª acepción de cábala en el Diccionario.
Cacahuacentli. (Pronunciado generalmente cacahuacintle. Del mex. cacahuacentli,
mazorca o piña de cacao, MOL.; maíz como cacao, MEND.). m. Variedad de maíz, de
grano más redondo, blanco y suave que el común, de cuya harina se hacen los tamales
cernidos y varias clases de bizcochos.

«Agrégasele [al chocolate] la misma cáscara del guayaquil; y acaso, acaso, maíz
cacahuacentle tostado» (Diario de México, tomo VIII, p. 545).

† Cacahuate. (Del mex. tlalcacahuatl; de tlalli, tierra, y cacahuatl, cacao: cacao de tierra.
Arachis hypogæa). m. Planta que se cultiva en muchos lugares de la República, para
aprovechar su tubérculo, el cual, tostado, es comestible y se consume en grandes
cantidades; también se saca de él aceite. En el interior le llaman taltacahuate, que es más
conforme a la etimología. En Andalucía avellana americana. El Diccionario da como
sinónimos CACAHUATE y CACAHUETE; esta última forma es aquí desconocida.
Para Terreros no son sinónimos. El CACAHUATE es el maní de Cuba. (PICHARDO,
pp. 56, 242; MACÍAS, p. 215; ARMAS, p. 69).

«Montañas de cacahuates tostados y nueces frescas» (DELGADO, La Calandria,


XXIX).

Como los vendedores de CACAHUATE, al pregonar su mercancía omiten el nombre de


ella, y sólo gritan «al tostado de horno», se llama así festivamente al CACAHUATE.

«No se omitió el ordinario tejocote ni el tostado de horno» (FACUNDO, Las Posadas,


IV).

«Verás qué contentos


Y qué algarabía;
Puestos de tostado
Naranjas y limas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Las Luces del Carmen», p. 257)

NO VALE UN CACAHUATE, se dice de una persona o cosa despreciable.

Cacahuatería. f. Este nombre se daba antiguamente en México a las tiendas de


comestibles; hoy está olvidado. Los cacahuates no se venden ya en tiendas, sino en
grandes montones al aire libre, con ocasión de ciertas fiestas, como la de Navidad, etc.

«Viernes 26, á más de las diez de la noche llegaron á la cacahuatería de Antonio Blanco,
en la esquina frente de la Santísima Trinidad, unos embozados» (Diario de ROBLES,
1698, tom. II, p. 226). «La noche del día 24 se prendió fuego por descuido en una tienda
de cacahuatería» (Gaceta de México, diciembre 1733). «Como el [incendio] que hubo la
noche del 12 en una tienda de cacahuatería» (Id., marzo 1738). «Al amanecer del 28 se
prendió fuego á una tienda de cacahuatería» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA,
1753, tomo I, p. 105). «Fué tal su voracidad [del fuego] que abrasó [...] una tienda de
cacahuatería» (ID., ib., p. 130). «Han de tener precisamente en sus casas, almacenes ó
tiendas de cacahuaterías, su fusil, bayoneta, etc.» (Id., 1757, tom. III, p. 168).
Cacahuatero, ra. m. y f. Antiguamente el que tenía tienda de comestibles; ahora el o la
que vende cacahuates en puestos ambulantes.

«Viernes segundo de cuaresma, 26 de Febrero, se alteraron los vecinos cacahuateros»


(Diario de GUIJO, 1649, p. 37). «Pregonóse que ningún tabernero anduviese vestido de
negro, ni trajese golilla; que los cacahuateros vendiesen sólo cacao y azúcar» (Id., 1653,
página 259). «La [cofradía] de los cacahuateros» (Id., 1662, p. 493). «Se descubrió el
robo de Negrete, el cacahuatero de Jesús María» (Diario de ROBLES, tom. II, p. 43).
«Sábado 5 amaneció muerto junto á S. Sebastián un gachupín armado de coleto, espada
y daga, cacahuatero junto á Sta. Inés» (Id., p. 44). «Jueves 22 se degolló un gachupín,
cacahuatero, en la esquina de la Profesa, estando haciendo balance» (Id., 1694, p. 146).
«Al cacahuatero de la esquina en frente de la torre de la misma iglesia [la Merced] le
robaron á la misma hora muchas prendas que tenía empeñadas» (Id., 1701, p. 344).
«Sonríe la buñolera, la portera, el peluquero, el fondista, el cacahuatero» (FACUNDO,
Chucho, tom. I, cap. 2).

Cácalo. m. fam. Yerro, disparate, gazafatón.

* Cacalote. (Del mex. cacalotl, cuervo. MOL.). m. Nombre que el vulgo da al cuervo.

2. Suele usarse asimismo por CÁCALO; -67- y en esta acepción es también voz de
Cuba, según Salvá. Pichardo no la trae; pero sí Macías, y Armas (p. 68).

3. Granos de maíz tostados al fuego hasta que revientan.

«Pues yo, juro á tal, tampoco tengo un puño de maíz de que tostar y hacer cacalote»
(BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 176).

Cuba. PICHARDO, p. 176; MACÍAS, p. 216; ARMAS, p. 68. Costa Rica. FERRAZ, p.
15.

Molina añade a CACALOTE esta otra acepción: «Tenazuela de palo para despabilar
candelas, ó para comer granos de maíz tostado en el rescoldo». En México no se conoce
ahora, que yo sepa, ese CACALOTE de maíz, ni las tales tenacillas.

En Cuba, cuando los granos del CACALOTE se aderezan con sal en vez de almíbar se
llaman rositas de maíz (PICHARDO, p. 232; ARMAS, p. 68), y esas serán las rosetas de
maíz de que habla Alarcón en su preciosa novelita El Sombrero de tres picos, cap. 3.

† Cacao. m. PEDIR CACAO: pedir alafia, darse por vencido.

«Me interrumpieron los gritos desaforados que dieron todos, unos pidiendo su carabina,
otros su caballo, y todos cacao, como vulgarmente dicen» (PENSADOR, Periquillo,
tomo IV, cap. 9, p. 125).

Bogotá. «Los jugadores de gallos [...] han suministrado también su contingente al


lenguaje bogotano [...]. Del que se corre y sale pidiendo misericordia dicen que pide
cacao, con alusión onomatópica á la voz del gallo que sale huyendo» (CUERVO, § 662,
p. 445).
Guatemala. BATRES, pp. 152, 435. Costa Rica. FERRAZ, p. 16. Venezuela. RIVODÓ,
p. 284.

El CACAO sirvió antiguamente de moneda (México en 1554, p. 244, y TERREROS,


arts. Cacao y Tlaco).

«Pardiez, que aunque hables mucho,


Que no vale un cacao».

(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. II, p. 23)

«Señor, no valgo un cacao


En estas cosas de ayuda».

(ID., col. XI, p. 142)

«Hay indios é indias tan diestros y liberales, que cuentan doscientos mil cacaos en un
día» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Aun hoy [1780] se acostumbra en las tiendas dar
granos de cacao en lugar de monedas de cobre» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, lib. 1, cap. 27).

Guatemala. Batres (p. 152) dice que aun se usa en algunos lugares esa moneda.

* Cacaraña. f. Señal ú hoyo que deja la viruela. Por extensión se aplica a los hoyos
pequeños y numerosos que hay en cualquier objeto.

Perú. ARONA, p. 77. Chile. RODRÍGUEZ, p. 74; ORTÚZAR, p. 62. Cuba.


PICHARDO, página 56; MACÍAS, p. 317. Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I,
p. 63.

* Cacarañado, da. adj. Señalado de cacarañas. Se aplica no sólo al hoyoso de viruelas,


sino a cualquier objeto. Pared CACARAÑADA.

«Pobres dioses leprosos y cacarañados, puestos adrede para ludibrio de las gentes»
(FACUNDO, Las prosperidades nuestras, I, p. 186).

Bogotá. «Quiere que olvidemos nuestro tuso para echar mano de cacarañado, voz
gallega usada en algunas partes de América» (CUERVO, § 607).

Perú. Arona (p. 77) trae la voz, y cita textos que comprueban su uso en Galicia.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 75; ORTÚZAR, página 62. Cuba. PICHARDO, p. 56. Ecuador.
Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 63. Guatemala. BATRES, p. 150.
Salvá trae CACARAÑA y CACARAÑADO como p. Amér.; el Diccionario reduce
ambas palabras a Méj.

Cacarañar. a. Arañar, pellizcar una cosa hasta llenarla de hoyos pequeños o cacarañas.
El muchacho se entretenía en CACARAÑAR el dulce.

Guatemala. BATRES, p. 150.

ORTÚZAR (p. 62) le trae como pronominal por «cubrirse de cacarañas».

Cacaraquear. n. Cacarear.

«Alzó escobeta y partió cacaraqueando» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 16). «Y entretanto,
no cacaraquee, porque me hará creer que es gallina» (Id., tom. II, cap. 2, p. 91).

Maracaibo. MEDRANO, p. 9. Guatemala. BATRES, p. 150.

Cacaraqueo. m. Cacareo.

«Y usté, ¿por qué á su gallina


Le atiza el cacaraqueo?».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Contesta de Luisa y Tules», p. 215)

* Cacarizo, za. adj. Lo mismo que cacarañado, y de más uso que éste, sobre todo si se
trata del hoyoso de viruelas. VIROLENTO, 2.ª acep. (Dicc.).

* Cacaxtle. (Del mexicano cacaxtli, MOL.). m. Especie de alacena portátil de enrejado


en que los indios trasportan pavos, gallinas, huevos, quesos, etc.

Costa Rica, cacaste (FERRAZ, p. 16). Guatemala, cacaxte (BATRES, p. 151).


-68-

Los rancheros solían llamar, con afectado menosprecio, CACAXTLE a la silla de


montar.

«Voy á echarle mi cacaxtle: y me salí á ensillar» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162). «Me
voy con Vd.: nada más voy á traer mi cacaxtle» (Id., cap. 13, p. 273).

* Cacaxtlero. m. Indio que transporta aves o mercancías menudas en cacaxtle.

V. GALLO.

* Cacle. (Del mex. cactli). m. Sandalia tosca de cuero que usan generalmente los indios,
y la tropa cuando camina. Los primeros religiosos la adoptaron.

«Otros traen los propios zapatos antiguos que llaman cactli» (Descr. de Cholula, 1581,
MS.).
«Y hoy se retuerce en la impotencia
Bajo del catle de San Miguel».

(PLAZA, «La Mujer»)

«Que cuanto al vestuario y calzado, no usen [los frailes] de más que hábito, túnica y
manto medianamente estrechos, de sayal basto y remendado, y sandalias simples como
los cacles de los indios» (Cód. Mend., tom. I, página 240).

En Cuba se toma por chancleta, según Armas, p. 69.

* Cacomite. (Del mex. cacomitl Tigridia Pavonia. Llámase también Flor del tigre: en
mex. Oceloxochitl). m. Planta que vive en diversas comarcas de la República mexicana,
y produce unas flores muy hermosas, a manera de lirios, y en forma de copa. Son por lo
común rojas en la periferia, y en el centro amarillas; pero con manchas también rojas.
La raíz o tubérculo es rica en fécula, y, cocida en agua, se usa como alimento.

HERNÁNDEZ, lib. IV, cap. 191; lib. XIV, cap. 14. Farm. Mex., p. 38. MOTA
PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XCIII, n. 10.

* Cacomiztle. (Bassaris astuta, Lichtenstein; de la familia de los mustelianos, orden de


los carniceros y clase de los mamíferos. Clavigero dice que no conoce el verdadero
nombre mexicano de este animal, y en efecto, el de CACOMIZTLE no se halla en
Molina. Siméon le trae con referencia a Clavigero, indicando, con duda, que viene del
mexicano miztli [gato o león]). m. Cuadrúpedo poco más pequeño que un gato, de color
gris, con el vientre blanco y cola larga y esponjada, cuyos pelos forman anillos negros y
blancos, alternados. Es animal astuto y ágil, que se alimenta con el cerebro y sangre de
las aves de corral, en que suele hacer grandes destrozos. Vive en los agujeros de las
paredes. Muerto y disecado, le cuelgan los indios, como trofeo, en los techos y
soportales de sus cabañas. El Diccionario trae la voz como propia de México, y remite a
Basáride.

«Cuente sus gallinas, cuente, no sea que alguna se quede por aquí, y se la meriende el
cacomiztle» (Astucia, tom. II, cap. 4, p. 107).

Los rancheros suelen llamar así, por donaire, a las bestias, como despreciándolas.

«Cuando yo lo digo, amito, es porque lo sé hacer, y no digo con esos cacomiztles


[mulas]» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 266). «Ya vió Vd. el cacomiztle [caballo] que tenía
Manuel, que compró en doce pesos» (Id., tom. I, cap. 15, p. 315). «Bien hayan los
Hermanos de la Hoja, que no montan cacomiztles» (Id., tom. I, cap. 15, p. 347).

† Cacha. f. Mango o cabo de cuchillo o navaja. En castellano CACHA es «cada una de


las piezas ú hojas de que se compone el mango de las navajas y de algunos cuchillos.
Úsase más en plural». Nosotros comprendemos en el singular las dos piezas; y usamos
el plural únicamente en la frase hasta las cachas. Terreros dice: «CACHA. El mango del
cuchillo».
«Me clavó un puñal por entre las costillas con tal furia, que la cacha no entró porque no
cupo» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, c. 7, p. 123). «Asomando la cacha de tu puño
en el doblez de la bota de campana» (Astucia, tom. I, cap. 7, p. 122). «A poco entregó á
Pepe una navaja de muelle con cacha de concha» (Id., tom. I, cap. 14, p. 299). «Voy á
metérselo hasta la cacha» (Id., tom. II, capítulo 3, p. 75). «Me le cerré, metiéndole mi
puñal hasta la cacha» (Id., tom. II, cap. 6, p. 161).

Ejemplos de nuestro uso se encuentran en otros países hispanoamericanos.

Perú. «Así decimos [...] la cacha, por las cachas del cuchillo» (ARONA, p. XVI).

Chile. «Llamamos cacha, no las hojas que forman el mango de las navajas y cuchillos,
-69- sino el mango mismo» (RODRÍGUEZ, p. 76). ORTÚZAR, p. 62.

Guatemala. «También dicen la cacha del cuchillo ó de la navaja, por las cachas»
(BATRES, p. 153).

† Cachaza. f. En nuestras haciendas de caña no significa «aguardiente de azúcar», sino


la primera y más sucia espuma que arroja el jugo de la caña cuando empieza a cocerse
para hacer la azúcar; acepción adoptada ya por la Academia. Igual significación tiene en
Cuba (PICHARDO, p. 57; MACÍAS, página 219) y en Costa Rica (FERRAZ, p. 18).

Cachetada. f. Bofetada.

«Sintió [Ernesto] la luz como una cachetada, y si hubiera podido, habría insultado á la
aurora» (FACUNDO, Mariditos, cap. 9).

Perú. «Siendo tal nuestra preferencia por la palabra ésta [cachete], es natural que
cachetada (provincialismo puro) prive mucho más que bofetada» (ARONA, p. 78).

† Cachete. m. «Es tan instintivo nuestro horror á toda frase ó expresión que se aleja un
tanto de lo trivial, vulgar ó común, que en lo general no nos atrevemos á decir carrillo ó
mejilla, temerosos de pasar por afectados, pulcros y hasta por poéticos». Estas palabras
del Diccionario de peruanismos son exactamente aplicables a México. Pocos se
atreverán a decir en conversación carrillo o mejilla, en vez de CACHETE; y nadie dirá
jamás CACHETE por golpe dado en el carrillo (o sea bofetada), sino cachetada.

«Al que respira salud


Le dicen que es ordinario,
Y sobre todo si tiene
Los cachetes colorados».

«En España se usa poco ó nada la palabra cachete, refiriéndose al carrillo; pero en
México se usa mucho» (SOMOANO, pp. 40, 90).

Guatemala. BATRES (en el art. Candela), p. 162.

Cachetón, na. adj. Cachetudo. Suele tomarse también por gordo.


Bogotá. CUERVO, § 710.

Cachirulear. a. Echar cachirulo a un pantalón o a unas calzoneras.

«Unos pantalones viejos suyos [...] cachiruleados» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 112).

Cachirulo. m. Forro de paño o de gamuza que se pone exteriormente al pantalón o a las


calzoneras, y coge la mitad, poco más o menos, de las piernas por la parte interior, y el
asiento. Es más útil y usado en el pantalón de montar.

2. CACHIRULO, según la Academia y Salvá, es «Adorno que las mujeres usaban en la


cabeza á fines del siglo último». De dos CACHIRULOS, ambos parte del traje mujeril,
aunque muy diversos, hallamos noticia aquí. El primero, destinado propiamente al
adorno de la cabeza, es una especie de peineta que usan todavía las mujeres de la costa
de Veracruz. Las hay muy ricas y costosas.

«Cachirulo es una especie de peineta de carey, de varilla angosta que ciñe hasta la mitad
de la cabeza, y á cuyo derredor se enredan graciosamente el pelo, á la manera como se
usaba hace algunos años» (PAYNO, Veracruz, XXI).

«Mi dinero no dejmembra,


Y si en gajtarlo me pulo,
Pueo darle un cachirulo
Como el que tiene la jembra
Mujer de ñor Cleto Angulo».

(ESTEVA, El Jarocho)

El otro CACHIRULO era una pieza de uso equivalente al del chal o la mantilla.
Menciónase con frecuencia en el Diario de México de principios del siglo actual.

«Quien se hubiere hallado un cachirulo de sarguilla de Málaga, guarnecido por delante


con blonda de una tercia de largo, y por detrás de una cuarta, ambas de Francia, con su
cinta de terciopelo de cuadritos, ocurrirá á...» (Diario de México, tom. I, p. 60). «¿Si hay
quien se persuada á que una muchacha de cuarto de vecindad ó accesoria haya
solicitado con la labor de sus manos el costo del túnico de paño de seda, mantilla
correspondiente, crespón, cachirulo y chale, calzado de raso bordado, etc.?» (Id., p.
154). «Qué dirían nuestras coetáneas [...] si los cachirulos y chales se suplieran con
mantillas ú otra cosa que nos cubriera?» (Id., p. 171). «Excluyen de semejantes actos de
edificación á las casacas, fraques y levitas en los hombres, y á los túnicos y cachirulos
en las mujeres» (Id., p. 347 et alibi).

Cachucho. m. Así hemos oído llamar en Veracruz a un bote o lanchilla, en vez de


cachucha, que trae el Diccionario como voz de América. El Marítimo -70- dice que
cachucho es apodo que se da a un barco muy pequeño.

Chile. ORTÚZAR, p. 6.
Cachureco, ca. adj. fam. Torcido, deformado.

Cade. m. No puedo dar con seguridad el significado de esta palabra, que encuentro en
Mota Padilla, Hist. de la N. Galicia, cap. XXIX, n. 7.

«El otro caballero se armó con unos cades de hilo de genique, que usan los indios de
Sayula, poniéndoselos en el pecho».

Paréceme que se trata de cadejos o madejas de hilo de henequén, que por ser muy recio
podía servir de defensa. El padre Beaumont en su Crónica de la Provincia de S. Pedro y
S. Pablo de Michoacán, pte. I, lib. 1, cap. 8, dice que los indios tarascos «iban á la
campaña vestidos de su natural fiereza, en carnes, embijados de colorado, negro y
amarillo, con petos de maguey»; lo que parece confirmar la interpretación que damos al
texto de Mota Padilla.

El Diccionario dice que cadejo viene del árabe caddo; ¿no pudiera considerarse el
cadejo como un diminutivo de CADE?

† Caer. NO SE CAIGA USTED, o NO SE DEJE USTED CAER, PARA QUE LO


LEVANTEN, se dice al que se finge humilde o ignorante, con el fin de que le alaben.

«No sé, señorita, si bailará Vd. cómodamente conmigo. -¿Por qué, Pablito? -Porque no
sé bailar. -No se caiga Vd. para que lo levanten» (FACUNDO, Chucho, tom. I, capítulo
6). «No, Arturo, dijo Magdalena: no se deje caer para que lo levanten» (DELGADO, La
Calandria, XII)

CAERSE DE MADURO. «fr. fig. y fam. que se aplica al viejo decrépito, cercano á la
muerte» (Dicc.). El Diccionario de Autoridades le da otro sentido: «Frase con que al
modo que la fruta cuando está en toda su sazón se cae ella por sí sola, se explica
metafóricamente que un negocio ú otra cosa que tiene ya todo lo preciso para
concluirse, ella por sí misma está para mostrar el fin».

CAER PARADO [de pies]. Quedar en buen concepto, en buena posición,


particularmente después de una contienda, privada o pública, por haber obrado con
doblez, sin declararse partidario de ninguno de los contendientes mientras el éxito
estuvo dudoso.

«Si el periodista descubre mucho la hilaza de que es tejido, adiós, ya no pudo caer
parado» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 10). «Reglas de equilibrio para caer parado
en las oscilaciones políticas» (ID., ib., p. 21).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

† Café. fam. DAR UN CAFÉ, es abochornar, dar una cólera. Otros dicen PEGAR UN
CAFÉ; y también se dice del paciente, que le toma.

«Considera tú el café que tomaría Eufrosina con semejante reprensión» (PENSADOR,


Quijotita, cap. 3).
Cahuayo. La autoridad de que goza Salvá me obliga a insertar este artículo, para que no
se propague el error en que le hicieron caer quienes le proporcionaron voces americanas
para su Diccionario. Dice en él: «CAHUAYO. m. Caballo en algunas partes de
América». En ninguna corre tal voz, que es puramente la pronunciación corrompida que
daban, y aun dan, a caballo los indios mexicanos. Como su alfabeto carece, entre otras,
de la letra b, y además la ortografía castellana corriente en el siglo XVI era cauallo,
pronunciaban así. A renglón seguido trae Salvá: «CAHUAYOCALCO. m. Caballeriza,
en las mismas». Nadie, que no sea indio, conoce tal palabra, compuesta del consabido
cauallo, de calli, casa , y de co, posposición de lugar: «la casa ó lugar en que está el
caballo». Hállase la voz, como mexicana, en el Vocabulario de Pedro de Arenas.
Todavía añadió Salvá otro artículo análogo: «CIHUACAUAYO. m. Yegua en algunas
partes de América». Es voz híbrida, jamás usada en español, compuesta de cihuatl y del
referido cauallo. Como los sustantivos mexicanos carecen de género, cuando hay que
distinguir el sexo de los animales se añaden las palabras oquichtli, varón, macho, o
cihuatl, mujer, hembra. Así, cihuacauayo quiere decir «caballo hembra». Deben, pues,
-71- desaparecer estos tres artículos de Salvá, ajenos al lenguaje hispanoamericano.

† Caja. f. En el juego del monte (o sea albures), el dinero que presta el montero a un
jugador abonado que ha perdido cuanto traía, y quiere seguir jugando. Las CAJAS no se
aseguran con documento alguno, y deben quedar pagadas dentro de veinticuatro horas,
porque se consideran como deudas de honor.

«Empecé á abrir caja [...] y á las doce de la noche tenía yo ochocientos y pico de pesos
en dinero, y cuatrocientos en cajas» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 161). «La protección
consistía en cajas en el juego» (FACUNDO, Fuereños, XV).

V. BUSCA.

PASAR POR CAJAS, en la milicia es asentar a uno por soldado, para que empiece a
ganar el pre.

«En efecto, llegó el día en que me sacaron de allí, me pasaron por cajas y me llevaron al
cuartel» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 9, p. 162). «El día mismo que se
cumplieron los ocho años de mi condena, contados desde el día en que me pasaron por
cajas...» (ID., ib., tom. IV, cap. 2, p. 20).

Cajearse. pr. Contraer el jugador deudas con el montero. Perdió todo, y se CAJEÓ, o
salió CAJEADO, en mil pesos.

Cajero. m. Dependiente que despacha en el mostrador de una tienda: en Madrid, hortera.


Va cayendo en desuso.

«Cayó un rayo [...] y en la esquina del callejón de S. Bernardo, en la tienda, lastimó al


cajero» (Diario del ALABARDERO, 1778, página 48). «D. Modesto mandó cerrar el
cajón, y que se fueran á casa los cajeros» (PENSADOR, Quijotita, cap. 38). «Un
mayordomo de casa grande, un cajerillo, un cualquiera» (ID., Periquillo, tom. IV, cap. 1,
p. 19). «El cajoncito bajó de crédito con su ausencia: el cajero hacía lo que quería, fiado
en la misma» (ID., ib., tom. IV, cap. 12, p. 157). «Conseguí sorprenderla en cuchicheos
con D. Felipito, el cajero de la tienda grande» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 16).
«Luego que en la tienda pára,
Con grata y risueña cara
Sale un cajero doblándose
Allá desde el mostrador.

[...]

El cajero bien quisiera


Sentarse en la delantera.

[...]

Luego releva al cajero


Algún amigo sincero».

(RODRÍGUEZ GALVÁN, La Señorita)

(Véase OCHOA, Poesías de un mexicana, tom. II. pp. 29, 40, 84).

V. GACHUZO.

† Cajeta. f. Caja redonda con tapa de encajar que se usa para echar postres y jaleas. Se
hacen de ripia muy delgada, y su fabricación es una industria especial. Las hay de
diversos tamaños: las más usadas tienen diez o doce centímetros de diámetro, por cuatro
o cinco de altura. También se llama CAJETA al dulce que ésta contiene: Comimos
CAJETA de leche, de membrillo, de guayaba. Salvá da a esta palabra una acepción
obscena en América, que jamás he oído.

«Cinco géneros de dulces, y entre ellos una cajeta de Michoacán á cada convidado»
(Diario de ROBLES, 1702, tom. II, p. 362). «Por el otro [lado] largas filas de cajetas de
arequipa, de guayaba y de membrillo, secándose al sol» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap.
15).

Costa Rica. FERRAZ, p. 17.

V. AYATE.

DE CAJETA. Excelente en su línea: de primera calidad.

«Y harán de Vd. si se casa


(Esto es, si hay bobo que quiera)
Una madre de familia,
¡Pero cómo! ¡De cajeta!».

(OCHOA, Poesías, tom. II, p. 140)


«Ese sí que es maestro de cajeta, porque afuera de que no es muy demasiado regañón, ni
les pega á sus aprendices, los enseña con mucho cariño, y les da sus medios muy buenos
así que hacen alguna cosa en su lugar». (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p.
190). «¿Cuántos [azotes], señor amo? -Doce, pero de cajeta, gritó Astucia» (Astucia,
tom. II, cap. 4, p. 107). «Si uno se duerme, le plantifica unos pellizcos de cajeta» (Id.,
tom. II, cap. 7 bis, p. 235).

Costa Rica. FERRAZ, p. 20.

* Cajete. (Del mex. caxitl; escudilla. MEND.). m. Especie de cuenco o cazuela honda de
barro sin vidriar. Los hay de varios tamaños.

«Llenas sus ruedas de cajetes con aceite de ocote y brea» (Diario de CASTRO SANTA-
ANNA, 1756, tom. III, p. 60). «Jamás comió [...] más que á medio día un cajete ó plato
de frijoles» (ESPINOSA, Vida del P. Margil, lib. I, cap. 12). «Dos ó tres cajetes con
orines» -72- (PENSADOR, Periquillo, tom. III, capítulo 8, p. 132).

Guatemala. BATRES, p. 156.

* Cajón o CAJÓN DE ROPA. m. Lencería; tienda en que se venden géneros al


menudeo, y hoy día otros muchos artículos, como muebles, papel tapiz, ornamentos y
objetos para iglesia, etc.

«Nos volvimos al coche con los ochocientos pesos restantes, que se quedaron dentro de
hora y media en distintos cajones de ropa» (PENSADOR, Quijotita, cap. 36). «Abierto
el cajón de D. Dionisio [...] presentaba las mejores esperanzas» (ID., ib.). «Tenía un
cajoncito bien surtido en el Parián» (ID. Periquillo, tom. IV, cap. 12, p. 156). «Doña
Rosario, por su parte, había tomado efectos en el cajón de Orvañanos» (FACUNDO,
Chucho, tom. I, cap. 3). «Vino; pero dijo que iba al cajón, y volvía» (ID., Jamonas, tom.
I, c. 2). «La conocían en todos los cajones de ropa» (ID., ib., cap. 7).

«Los comercios más lujosos


Y de grandes proporciones,
No se llaman allí tiendas,
Se llaman sólo cajones».

(SOMOANO, p. 39)

Creese que este nombre vino de que antiguamente había en la plaza mayor muchas
tiendecillas de madera, llamadas CAJONES. Tenían ruedas, y se trasportaban a otra
parte, para despejar la plaza cuando había que celebrar en ella alguna fiesta. El
Diccionario dice: «CAJÓN. Tienda amovible de madera».

«Estos dichos cajones [de la plaza] estuvieron ocuparlos por mercaderes de ropa, y los
que se llamen de tiendas mestizas de comestibles y otros efectos» (SEDANO, Noticias
de México, tom. II, p. 91).
2. CAJÓN, o CAJÓN DE MUERTO. Ataúd. Hoy se dice comúnmente caja o caja de
muerto, o mortuoria.

Perú. ARONA, p. 82. Guatemala. BATRES, p. 158.

Cajonear. n. Andar de cajón era cajón, más para matar el tiempo, y ver lo que ha llegado
nuevamente, que con fin determinado de comprar. Ir a tiendas dicen en Madrid.

Cajonero. m. Dueño, y á veces dependiente, de cajón de ropa.

† Cajuela. f. Hueco, a manera de arca, que queda debajo de los asientos de algunos
coches, y que suele tener en la parte superior, debajo del cojín, una puerta, por la cual se
introducen los objetos que se desea llevar sin que estorben.

† Cala. f. Min. Pequeña porción que se saca de un criadero para reconocer su


composición, ley, etc., o los caracteres que presenta en aquel punto. Suélese también
designar con este nombre el lugar del criadero de donde se sacó.

Calabacear. a. Dar calabazas.

«Como yo me he reído de ellas al verlas calabaceadas» (Astucia, tom. II, c. 9, p. 303).

También se usa en España.

«¡Bueno fuera que creyese Rosita que yo iba á pretenderla en busca de su dote, como
fuí en busca del de D.ª Constanza, é imitar á mi prima calabaceándome!» (VALERA,
Las Ilusiones del Dr. Faustino, XIV, in fine).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

Calabacilla. f. Llamamos así a la perla que tiene figura de pera. El Diccionario no trae
esta palabra; pero en el de Autoridades leemos: «CALABACILLAS. Se llaman también,
por semejanza, las perillas de perlas ú de vidro que se ponen en las orejas las mujeres.
Lat. Unio turbinatus. CERV., Nov. 8, pl. 244. Pendiéndola de las orejas dos calabacillas
de vidro. PALOM., Vid. de Pint., pl. 474. Un platero le traía dos pares de pendientes de
calabacillas de perlas». Terreros las llama calabazas.

«Quien se hubiese hallado una calabacilla fina con palito largo y una florecita arriba de
diamantes [...] ocurra», etc. (Diario de México, tom. I, p. 168). «En la calle del Puente
de Jesús María se entregará un arete de diamantes: tiene su calabacilla» (Id., tom. II,
página 468, et alibi).

† Calabaza tacha, o EN TACHA. f. La que, metida en un tompeate, se confita en las


calderas en que se está fabricando la azúcar.

«Tercios de cecina, cueros de melado, calabazas en tacha» (Diario de México, tomo II,
p. 3). «No contento con cuanto me había estafado con los encarguitos continuados de
guajes de melado, calabazas tachas...» (Astucia, tom. I, cap. 5, pág. 102).
En los antiguos aparatos de los ingenios se hacía la concentración del guarapo en juegos
de dos calderas cónicas colocadas sobre un solo horno, lo cual se llama mancuerna; una
de las calderas era la melera, y la otra la tacha. -73- Concentrado un tanto el jugo, se
reunía el contenido de la melera al de la tacha, y allí se confitaban las calabazas. De
aquí el nombre de CALABAZA EN TACHA. El de tacha por caldera para hacer la
azúcar es bien antiguo. Se encuentra varias veces en Ximénez, Quatro libros, etc., lib. I,
pte. 3, cap. 14.

Calabazo. m. «Especie de calabaza de que se hacen vasijas» (Salvá).

«Nos trajo un calabazo ó guaje grande lleno de aguardiente de caña» (PENSADOR,


Periquillo, tom. III, cap. 8, p. 139).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

2. Persona inútil e ignorante. Fulano es un CALABAZO.

† Calador. m. Entre comerciantes, instrumento para sacar muestras, de los tercios


cerrados que contienen almendras, cacaos, semillas y otros áridos. Es un tubo de hierro,
como de una cuarta de largo, aguzado, a manera de pluma para escribir, en uno de sus
extremos, por el cual se introduce en el tercio; y como sale lleno el hueco del tubo con
una parte del contenido, se reconoce la calidad de él.

Calaín. m. Metal amarillo usado en China, y cuya composición ignoro. Engelmann y


Dozy, en su Glossaire, dan a Calaim el equivalente «étain indien».

«El mismo día 1.º se estrenó en el coro de la Metropolitana, ya finalizada, la magnífica


reja de los ricos y exquisitos metales de tumbago y calaín, que se labró en Macao»
(Gaceta de México, mayo, 1730). [Esa reja existe todavía en su lugar. De iguales
materias es la crujía].

Calandrio, a. adj. De color de calandria: amarillo.

V. BABUCHA.

CALANDRIA es hoy, en estilo familiar y jocoso, un coche de sitio de los de ínfima


clase; y le llaman así porque tales coches tienen, por reglamento, pintado de amarillo el
juego.

† Calar. a. Reconocer el contenido de un fardo, sacando de él muestra con el calador.

2. Min. Hacer calas.

Calce. m. Pie, 17.ª acepción. Decimos: Ponga Vd. su firma al CALCE de este escrito. Y
aun algunos sacan verbo del nombre en esta acepción: Vea Vd. bien la firma que
CALZA este documento.

Guatemala. BATRES, p. 159.


† Caldear. n. Producir la caña de azúcar, al molerla, mucho caldo en proporción a su
peso: ser rica en jugo.

† Calderero. m. En los ingenios de azúcar, operario que cuida del cocimiento y limpia
del caldo o guarapo en las calderas.

Calderetero. m. Calderero; el que hace o vende calderetas y otras vasijas pequeñas de


cobre. He oído la palabra en Andalucía.

Cuba. PICHARDO, p. 115.

† Caldo. m. El jugo que se exprime de la caña de azúcar, llamado en otras partes


guarapo.

† Calendario exfoliador. m. Género de calendario de pared, nuevamente discurrido, en


el que hay una hojilla para cada día, pegadas ligeramente por la orilla una sobre otra, de
manera que forman un bloc, y arrancando la del día anterior, queda descubierta la del
corriente. Es común imprimir epigramas, charadas, cuentecillos, etc., en el reverso de
las hojas.

«En la pared, arriba del asiento principal, un calendario exfoliador» (DELGADO, La


Calandria, II).

† Calentura DE POLLO Y MAL DE PERRERA, exp. fam. que se dice del niño que se
finge enfermo por berrinche, o para que le regalen y eximan del estudio. El Diccionario
trae, en sentido semejante, «calentura de pollo por comer gallina».

† Calera. f. Aposento o galera en que se guarda la cal.

† Calibre. m. El Diccionario dice que «Ser de buen ó mal calibre una cosa» es «ser de
buena ó mala calidad». Creemos que CALIBRE se aplica más bien al tamaño, que a la
calidad.

«Nadie la amaba ya, y en medio de este aislamiento, Amalia miraba á los hombres como
viera un arpón (si el arpón tuviera ojos) á un pescado de gran calibre» (FACUNDO,
Jamonas, tom. II, cap. 13).

Calientito, ta. dim. de Caliente. Censura Cevallos (p. 42) el uso de este -74-
diminutivo por calentito. Este último le usan, por lo menos, los andaluces, y fue
propuesto por Salvá; mas no se halla en la última edición del Diccionario. Aquí todos
decimos CALIENTITO.

† Calificación. f. Llámase así en México a cierta distribución (no sé si legal) que


acostumbra hacer cada noche el gobernador del Distrito Federal, o su secretario, de los
reos de delitos no graves o de infracciones de policía, que han sido aprehendidos en el
día, y a su arbitrio suelta a unos, impone a otros ciertas penas y envía el resto a la cárcel,
consignados al juez de turno.

«Es seguro que se queden allí á esperar la calificación, y mañana temprano, ó van á
Belén [la cárcel] ó salen en libertad» (FACUNDO, Fuereños, XVIII).
† Cáliga. f. Galga, 4.º art. «Cada una de las cintas cosillas al zapato de las mujeres para
sujetarle á la canilla de la pierna». Alcancé el uso general de las CÁLIGAS, que hoy han
desaparecido por completo, y hasta el nombre.

«Aguardad: se me ha desatado una cáliga, y esto me impide seguir bailando» (PAYNO,


Fistol, tom. I, cap. 2). «Todo el mundo sabe de cuánta importancia es para un amante
una cáliga, un cabellito, la cosa más insignificante que pertenece á la mujer que ama»
(ID., ib., tom. I, cap. 3). «Elena llevaba un zapatito de raso azul, sujeto con delgadas
cáligas, y además una media finísima de la patente» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap.
7).

Calilla. f. Cala, por mecha, etc. Está en la 11.ª edición del Diccionario, y en Salvá.

Cuba. PICHARDO, p. 64; MACÍAS, p. 239. Guatemala. BATRES, p. 159. Perú.


ARONA, p. 83.

2. fig. y fam. Molestia, pejiguera.

«Me hacen cargar el niño, lavar los pañales, ir á la pulquería, fregar toditos los trastes y
aguantar cuantas calillas quieren» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 189).

En Guatemala se aplica al individuo que molesta (BATRES, ubi supra).

Calillar. a. Echar calas o calillas.

2. fig. y fam. Molestar.

Calmudo, da. adj. Calmoso, 2.ª acep.

Cuba. PICHARDO, p. 64. Venezuela. RIVODÓ, pp. 15, 35, 139. Este autor cree que es
tan bueno como calmoso, y que en calmudo hay algo de irónico, mientras que calmoso
es expresión más seria. Acá no se usa el calmoso.

† Calor. El Diccionario no asigna a esta voz más que el género masculino; pero hasta
hace poco era ambiguo, como lo nota Cuervo (§ 202), y lo confirma con cita de Bretón
de los Herreros. En Andalucía es común decir la CALOR.

ENTRAR EN CALOR, por entrar en celo, se dice de algunos animales, como la vaca y
la yegua. El Diccionario trae estar caliente, en ese sentido.

* Calpixque. (Del mex. calpixqui, mayordomo. MOL.). m. ant. Mayordomo, capataz,


administrador.

«Lo mesmo han hecho los calpisques, que eran unos hombres que tenían los
encomenderos puestos en sus pueblos para hacer dar el servicio cada día é arrendarlo á
otros, y enviar gente á las minas, y hacer recoger los tributos, y molestar en cuanto
podían pensar á los Señores y á todo el común del pueblo, y quitaban y ponían Señores
con muy gran libertad todas las veces que se les antojaba» (ZURITA, Breve Relación, p.
100).
La palabra ocurre con frecuencia en los documentos antiguos, y casi siempre
acompañada de execraciones contra los calpixques. Vaya otra muestra:

«La cuarta plaga fué de los calpixques, ó estancieros, y negros, que luego que la tierra
se repartió, los conquistadores pusieron en sus repartimientos y pueblos á ellos
encomendados criados ó negros para cobrar los tributos y para entender en sus
granjerías. Estos residían y residen en los pueblos, y aunque por la mayor parte son
labradores de España, hanse enseñoreado de esta tierra y mandan á los señores
principales naturales de ella como si fuesen sus esclavos; y porque no querría descubrir
sus defectos, callaré lo que siento con decir que se hacen servir y temer como si fuesen
señores absolutos y naturales, y nunca otra cosa hacen sino demandar, y por mucho que
les den nunca están contentos, que á do quiera que están todo lo enconan y corrompen,
hediondos como carne dañada, y que no se aplican á hacer nada sino á mandar: son
zánganos que comen la miel que labran las pobres abejas, que son los indios, y no les
basta lo que los tristes les pueden dar, sino que son importunos. En los años primeros
eran tan absolutos estos calpixques en maltratar á los indios, y en cargarlos y enviarlos
lejos de su tierra y darles otros muchos trabajos, que muchos indios murieron por su
causa y á sus manos, que es lo peor» (MOTOLINÍA, Hist. de los Indios de N. E., trat. I,
cap. 1).

† Calza. f. Hallamos en el Diccionario, que CALZA (1.ª acep.) es «Vestidura -75- que
cubría el muslo y la pierna», y Calzacalzón «Vestidura que cubría la pierna y el muslo».
¿Cuál era, pues, la diferencia entre estas piezas de la antigua indumentaria? No la
alcanzo.

CALZA es aquí cierta tirilla de badana con que se rodea una de las patas de los gallos de
pelea, y mediante un trozo de cuerda delgada que de la tirilla pende, sirve para
mantenerle sujeto a estaca o clavo fijado en el suelo.

«Y ves que si te ponen una calza


Pierdes las plumas, pero no el valor».

(FIDEL, en el Gallo Pitagórico, p. 387)

† Calzón. m. Enfermedad que padece la caña de azúcar, y consiste en secarse, antes de


tiempo, las dos hojitas del pie, con lo cual se detiene su desarrollo. Proviene
comúnmente de falta o de exceso de riego.

† Calzones blancos. m. pl. Calzoncillos.

V. COTÓN.

* Calzonera. f. Más usado en plural. Pantalón de paño o gamuza, abierto de arriba abajo
por ambos costados, donde hay ojales y botones para cerrarlos a voluntad, en todo o en
parte. Usábase antes más que ahora, en especial para montar a caballo.
«Se la guardó en la bolsa de unas calzoneras de venado que tenía puestas» (PAYNO,
Fistol, tom. II, cap. 12). «Se le ve con su ancha calzonera con botonadura de plata, su
camisa llena de randas, su mascada sujeta con un anillo al cuello, y su gran sombrero
con chapetas de plata» (ID., Veracruz, 5). «El jinete traía una chaqueta de afelpado
negro con agujetas y botones de plata, calzonera negra con botonadura triple de
pequeñas conchas de plata, chaparreras de piel de tigre sobre la cabeza de la silla [...] y
un Spencer [rifle] en su carcaj» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 2).

«Sombrero arriscado,
Camiseta roja,
Calzoneras amplias,
Botones de bola».

(PLAZA, «Talento en las corvas»)

Véase CAMPIRANO. CHAPARRO. ZARAPE.

Calzonudo. m. fam. Hombre.

«Allí apenas va una ú otra visita, y eso de viejas, como dice ella; porque calzonudos,
según dice, no pisarán su estrado por cuanto el mundo tiene» (PENSADOR, Periquillo,
tomo II, cap. 6, p. 105). «No consiento calzonudos en la cocina» (Astucia, tom. I, cap.
15, p. 312). «Por cierto de calzonudos» (ID., ib., p. 343).

Camalote o Camelote. (Panicum holciforme, Stend., fam. de las gramíneas). m. Planta


que abunda en las costas de México, y cuyos tallos contienen una médula semejante a la
de la aralia papyrifera. Hácense con ella flores y figuras con que suelen adornarse
cajitas de dulce para regalos.

«En la chocolatería de la calle del Espíritu Santo se dará razón dónde pueden ocurrir los
que necesiten cajoncillos de camalote, que se trabajan con primor» (Diario de México,
tomo III, p. 392).

Cuba. PICHARDO, p. 65; MACÍAS, p. 246.

Camapé. m. Canapé.

«Se tiró en un camapé de la sala» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 340).

Bogotá. «Acaso por imaginar alguna conexión con cama, dicen muchos, sin
fundamento, camapé en igual de canapé» (CUERVO, § 692).

Ecuador. CEVALLOS, p. 43. Guatemala. BATRES, p. 160.

V. TULE.

† Camarista. m. Camarero, últ. acep. También llamamos así al criado de un particular


que cuida de la ropa de éste, aseo de la habitación, etc.
† Camaronera. f. Lugar en que se pescan camarones.

† Cambiador. m. Guardaaguja. En los ferrocarriles, el que cuida de cambiar las vías


donde se cruzan dos o más, a fin de que cada tren siga la que le corresponde.

† Cambiar es trocar una cosa por otra: supone un convenio entre dos personas, mediante
el cual dos cosas mudan de dueño, de modo que la que antes fue propiedad del uno pasa
a serlo del otro. Así pues, CAMBIAR de ropa quiere decir que A y B se quitan la que
tienen puesta y la truecan, vistiéndose A la de B, y B la de A.

Mudar es simplemente dejar una cosa y tomar otra. Mudar de parecer, dejar el que se
seguía y adoptar otro. Mudar ropa o de ropa, o mudarse, es quitarse -76- la puesta y
tomar otra. Para CAMBIAR casa es necesario que quien ocupa la que voy a habitar
venga a la que dejo. Me mudo cuando me paso a otra casa, sea de quien fuere.

Covarrubias (art. CAMBIO) cita una Ley de Partida que dice: «Cambio es dar é otorgar
una cosa señalada por otra». Y en seguida añade: «En esta significación cambiar vale
tan solamente trocar y permutar una cosa por otra». En MUDAR dice: «Mudar parecer.
Mudar color ó demudarse. Mudar hito. Mudarse, pasarse de una casa á otra».

En Terreros tenemos «CAMBIAR, trocar de cualquier modo una cosa por otra. Mudar,
dejar una cosa que se tenía por otra, y Mudarse, mudar casa».

La etimología de estos dos verbos corrobora lo asentado. El primero viene de cambire,


al cual da Forcellini los equivalentes commuto, permuto. Freund (o más bien Theil) le
traduce por échanger, troquer. Le da además la equivalencia de muto, expresando que es
posterior al período clásico y de muy raro uso. Apoya esta equivalencia únicamente en
la autoridad de Charisius (Flavius Sosipater), gramático cristiano, que floreció según
unos en el siglo IV, y según otros a mediados del V. La baja latinidad convirtió a
cambire en cambiare (MAIGNE D'ARNIS).

Mutare, intensivo o frecuentativo de movere, tiene por principal acepción la de trasladar


de un sitio a otro, y además las de variar de parecer, modificar, y aun cambiar una cosa
por otra, conmutar. Por donde se ve que más bien invade este verbo las atribuciones del
otro que al contrario.

Esta confusión, comenzada en el latín, pasó desgraciadamente al castellano. En el


Diccionario de Autoridades tenemos que «CAMBIAR se toma algunas veces por mudar,
variar y alterar, haciendo que una cosa sea ó parezca diferente y otra de lo que es».
Como autoridad, cita ésta de Saavedra Fajardo: «No cambia más semblantes el mar, que
la condición del hombre»; y esta otra de Mendoza (Vida de Ntra. Sra.):

«Las piedras y hombres cambiaron


Su natural, y cedieron
Ellos su sentir en ellas
Y ellas su dureza en ellos».
Aquí no se trata de mutación, sino de trueque o verdadero cambio entre los hombres y
las piedras, de manera que la autoridad no corrobora la acepción a que se aplica, sino la
primera y legítima que da el mismo Diccionario, de «trocar ó permutar una cosa por
otra».

Poco más abajo viene esta otra acepción: «Significa también mudar una persona ó cosa
de una parte á otra». Y la autoridad es de las Leyes de Partida: «E otrosí el Papa puede
CAMBIAR el obispo ó electo confirmado, de una iglesia á otra». Esta autoridad
proviene, pues, del mismo código que dio a Covarrubias la definición exacta.

En Mudar, todas las acepciones del propio Diccionario concuerdan con nuestro modo de
ver, y enseña expresamente que es dejar una cosa que antes se tenía y tomar otra, como
mudar casa, vestido, etc. Añade que mudarse es tomar otra ropa o vestido, dejando el
que antes se tenía: «regularmente se entiende de la ropa blanca». Expresa, por último,
que mudarse se toma por dejar la casa que se habitaba, y pasar a vivir en otra.

En el Diccionario Vulgar se nota igual confusión. El art. CAMBIAR comienza por la


acepción genuina de «trocar ó permutar una cosa por otra»; pero la cuarta es «mudar ó
trasladar á alguno de una parte á otra». No admite la forma pronominal CAMBIARSE,
sino tratándose del viento, o como término de equitación. Esa forma, con referencia a
personas, puede usarse asimismo en la frase No me CAMBIARÍA por un emperador, u
otras semejantes. Las acepciones de mudar son (entre otras) dejar una cosa que antes se
tenía y tomar otra: mudar casa, vestido, etc. Como pronominal, dejar la casa que se
habita, y pasar a vivir en otra.

Cierto es que la intrusión de CAMBIAR en los terrenos propios de mudar puede -77-
defenderse, en ciertos casos, con la autoridad de buenos escritores, y que está ya
aceptada en frases como éstas: CAMBIAN los tiempos, las circunstancias, las
condiciones de la vida, etc., en que no se trata de trueque sino de mudanza, y nos lo
permite el Diccionario de Autoridades; pero ¡cuánto ganarían la claridad y propiedad del
lenguaje, si se procurara atajar esa corruptela, y se diera a cada verbo su propio oficio!
¿Por qué no decir múdanse los tiempos, las circunstancias, etc., pues que la primera
acepción de mudar es «dar ó tomar otro ser ó naturaleza, otro estado, figura, lugar»,
etc.? Lejos de eso, vamos desterrando a mudar y metiendo en todo a CAMBIAR, quepa
o no quepa. Es consecuencia del virus galicano que infesta hasta los últimos rincones de
nuestra habla. El francés no tiene mudar (porque muer sólo se aplica hoy a la muda de
las aves, y por extensión a la que se nota en la voz de los adolescentes); para él todo es
changer, pues echemos fuera el mudar y venga el CAMBIAR a sustituirle, hasta en
forma pronominal que produce locuciones ridículas. «Aviso á Vd. que ayer ME
CAMBIÉ. -¡Cómo! No comprendo. -Quiero decir que me he mudado; que me he ido á
vivir en otra casa». «Aguárdeme Vd. un poco, que voy á CAMBIARME. -¿Por quién?
-Digo que voy á mudarme, á mudar de ropa». Observa, y con razón, Arona (porque en el
Perú hace también estragos este endiablado galicismo o disparate), que si lo que nos trae
la lavandera es una muda de ropa, y no un CAMBIO, debemos mudarnos, y no
CAMBIARNOS. A Guatemala se ha extendido el contagio, según expresa Batres, quien
copia (p. 156) lo dicho por Arona.

Ha entrado también CAMBIAR por mudar el género de vida, el afecto, la opinión, y por
mudar de semblante. En uno y en otro caso oímos decir: «Fulano ha CAMBIADO sus
horas de comer. Qué CAMBIADO está Vd., se le conoce que ha estado enfermo» Esto,
por lo generalizado, puede ser tolerable; pero no propio.

Si conversamos un rato con cualquier persona, de seguro que no faltará un CAMBIAR


intruso, y aun corren impresos. Ahí van algunos, y pluguiera a Dios que fueran los
únicos.

«Acababa de cambiar de casa por aquellos días una familia». «Se necesita de una
circunstancia extraordinaria [...] para que estas gentes piensen en bañarse, lo cual no
hacen nunca sino para cambiarse de ropa». «C... no había vuelto á cambiarse ropa».
«Salía de debajo de la cama el vetusto baúl, porque P... se cambiaba la camisa».
«Muchas veces mis hermanas y yo habíamos tratado de convencer á mi padre de que
nos cambiáramos de casa» (Escritores mexicanos contemporáneos).

Cambiavía. m. Lo mismo que cambiador en los ferrocarriles. (V.).

Cuba. PICHARDO, p. 65.

* Cambujo, ja. V. CASTAS.

† Camisón. m. Camisa con mangas holgada y muy larga, que las señoras usan para
dormir.

En Cuba es «camisa larga sin mangas, que usan las mujeres de primer vestido sobre el
fustán» (PICHARDO, p. 66; MACÍAS, p. 246). En Bogotá (CUERVO, § 710), en Chile
(RODRÍGUEZ, p. 83), y en Venezuela (RIVODÓ, p. 249) se toma por vestido o traje de
las mujeres. El Diccionario trae «p. Antill. Camisa de mujer», lo cual, como se ha visto,
no es exacto.

Camotal. m. Lugar plantado de camotes.

* Camote. (Del mex. camotli, batata. MOL. Batatas edulis. Convolvulus batatas) m.
Batata: bulbo o tubérculo bien conocido, de que se hace gran consumo cocido, asado,
guisado y confitado de diversas maneras. Los hay de varias especies y colores: blanco,
amarillo, morado, acastañado, etc. Son muy estimados los de Querétaro. Suele darse el
mismo nombre a todo bulbo. Esta palabra mexicana ha pasado a Costa Rica (FERRAZ,
p. 21), al Perú (ARONA, p. 87), a Chile (RODRÍGUEZ, p. 83), y a Cuba (MACÍAS, p.
247; ARMAS, p. 68).

En lenguaje familiar significa igualmente bobo, sandio.

«Camote, para hacer las barajas como yo te digo no son menester tantas cosas»
(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 29). «Ya se ve; el muy camote me tenía por
un buen muchacho ó por un mentecato» (ID., ib., tom. II, cap. 10, p. 178).
-78-

Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64.

ATORARSE EL CAMOTE. No saber qué responder.


«En eso de las declinaciones se me atoró el camote» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 113).

TRAGAR CAMOTE. Expresarse con dificultad, buscando ambajes e indirectas, por no


atreverse a expresar en términos claros una proposición o respuesta que se teme haya de
ser recibida con desagrado.

«Si se les hiciera esa pregunta, vieras como empezaban á rascarse la cabeza y á tragar
camote» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 493).

Camotear. n. Andar de ceca en meca hecho un bobo sin dar con el lugar o la persona que
se busca. También dar pasos inútiles en un negocio. Después de hacerme CAMOTEAR
mucho, al fin no conseguí de él nada.

Camotero, ra. m. y f. Que vende camotes.

† Campanada. POR CAMPANADA DE VACANTE. Rarísima vez.

«Me economizaban los baños terriblemente, y cuando me bañaban por campanada de


vacante, era en la recámara muy abrigada y con una agua bien caliente» (PENSADOR,
Periquillo, tom. I, cap. 1, p. 10).

Campanazo. m. Campanada, en sus tres acepciones.

Cuba. PICHARDO, p. 116.

Campa-te-dije. Persona imaginaria cuyo nombre se toma cuando no se quiere expresar


el verdadero de un sujeto, aunque por los antecedentes se sabe ya quién es.

«Tales son las mañas


De Campatedije,
Desacreditarnos
Y no desistirse».

(OCHOA, letrilla VI)

«Pasa perdonando vidas


El Charro Campa-te-dije,
Con su sombrero tendido
Y en la toquilla mil dijes».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p., 298)

Campechana. f. ant.
«Campechana se llama en esta América la mezcla de dos licores, como vino y
aguardiente» (BERISTAIN, Biblioteca, pról., p. XIII, nota).

«Los Congresos parecen campechana,


Revuelto el aguardiente con el vino».

(Don Simplicio, febrero 17, 1847)

Esta voz se oye ya poco; pero aún corre en Cuba, según Pichardo, p. 66, y Macías, p.
247.

En el Diccionario hallamos: «CALABRIADA. f. Mezcla de vinos, especialmente de


blanco y tinto. || fig. Mezcla de cosas diversas».

* Campero. m. Dícese de cierto paso de caballo a manera de trote muy suave.

* Campestre. m. Baile usado antiguamente en México.

«A más de esto, ya Vd. ha visto que baila un campestre, unas boleras, una contradanza,
un vals, y todo con primor» (PENSADOR, Quijotita, cap. 6).

* Campirano. m. Hombre entendido en las faenas del campo; y el diestro en la


equitación, y en los ejercicios de lazar, colear y jinetear animales.

«Como viejo campirano era aficionadísimo á ensillar caballos jóvenes briosos»


(Astucia, tom. I, cap. 1, p. 7). «Presume de ser campirano» (Id., tom. I, cap. 12, p. 229).
«Quiere ser campirano» (Id., tom. I, cap. 13, página 270). «Y los mejores campiranos, al
verle con sus calzoneras de paño azul y botonadura de plata...» (R. BÁRCENA, Noche
al raso, V, p. 79).

Campista. m. Campirano. Poco o nada usado.

V. BOTA.

† Canalla. f. Es (lo mismo que gente) nombre colectivo, y no admite plural, como lo
dice expresamente el Diccionario de Autoridades: «Esta voz no se puede usar en plural,
sin que sea barbarismo». Hay que exceptuar, sin embargo, el caso de que se trate de dos
o más CANALLAS o conjuntos de gente baja, ruin y de malos procederes. Aplicar este
nombre a un individuo de la CANALLA (Fulano es un CANALLA) téngolo por
galicismo inútil, por más que corra ya mucho y le haya canonizado el Diccionario. Aquí
es aun más inútil porque tenemos para el caso otro término más enérgico: Fulano es un
lépero. Los que a uno de la CANALLA llaman CANALLA, no han de escandalizarse de
-79- que a un individuo del cuerpo de policía se le llame un policía.

† Canario. adj. m. Hablando de colores, se entiende el del pájaro así llamado: amarillo
semejante al del azufre.

Cuba. PICHARDO, p. 66.


Canas. f. pl. Esta voz ha caído en desuso, y el Diccionario no ha creído necesario
conservarla entre las muchas antiguas y olvidadas que registra. La traigo aquí porque se
encuentra en nuestros escritores, y me valgo de la Academia misma, que insertó, en su
Diccionario de Autoridades, el siguiente artículo: «CANAS. Vale lo mismo que límites;
pero en esta acepción no tiene uso. Lat. Fines, ium. Limes, tis. COLM. Hist. Segob.,
cap. 41, § 2. Contradecían la fundación los dominicos, alegando que el sitio se incluía
dentro de sus CANAS ó territorio privilegiado, para que dentro dél no se fundase otro
convento». Terreros, por su parte, dice: «CANAS de una casa, convento, etc. Aquel
término propio que es como aledaño de la casa misma, y que en algunas partes es de
cincuenta á sesenta pasos al rededor de ella».

El artículo del Diccionario de Autoridades aclara suficientemente los textos que cito en
seguida.

«Aunque las otras tres Religiones sagradas nos hicieron toda buena acogida en México
[...] todavía una de las principales de ellas, pareciéndole que el sitio que habíamos
escogido caía intra cannas y perjudicaba á su privilegio, hizo contradicción. Visitó el P.
Pedro Sánchez al procurador, mostróle los privilegios de la Compañía [...] de los cuales
no podía haber entera noticia en las Indias, y en especial el que nos exime de las
cannas» (FLORENCIA, Hist. de la Prov. de la Comp. de Jesús en N. España, cap. 5).
«Aunque el sitio era tan excusado, pareció á los religiosísimos Padres Predicadores que
caía dentro de sus cannas ó lindes, y modestamente expusieron su dicho á la Real
Audiencia. Noticioso el P. Pedro Sánchez de tan justa oposición, pasó á verse con el R.
P. Fr. Pedro Pravia [...]. Propúsole [...] que la Sede Apostólica había concedido á la
Compañía el privilegio de edificar intra cannas de los otros órdenes religiosos, etc.»
(ALEGRE, Hist. de la Comp. de Jesús en N. España, tom. I, p. 62). «Los religiosos de
Sto. Domingo, S. Francisco y S. Agustín se opusieron á la fundación de la Casa Profesa,
alegando estar dentro de sus canas, que así llamaban la distancia que debe haber de una
iglesia á otra» (SEDANO, Noticias, tom. II, p. 102).

† Canasta usamos siempre por cesto, cesta y canasto, palabras que tenemos olvidadas:
acá todo es CANASTA o chiquihuite.

Ecuador. CEVALLOS, p. 43.

ALZAR LA CANASTA A ALGUNO, vale en estilo familiar, suprimirle el sueldo o la


pensión que recibía; negarse a darle o prestarle más dinero.

Cancanear. n. Leer desmañadamente a pausas, y sin dar sentido a lo que se lee.

«Leía tan cancaneado, deletreando tan á menudo, equivocándose con tanta frecuencia,
que...» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, capítulo 4 p. 55).

En Bogotá, según Cuervo (p. 535), CANCANEAR significa tartalear, pujar.

Cancaneo. m. Acción y efecto de cancanear.

Cancón. HACER UN CANCÓN, exp. fam., amenazar con algo que no se piensa llevar a
efecto.
† Candil. m. Úsase exclusivamente en vez de Araña (4.ª acep.).

«Tres candiles con treinta y seis luces cada uno» (Gaceta de México, abril 1722).
«Frontales, jarras, candiles, hacheros de plata» (Id., octubre 1734). «Su arquitectura,
retablos, ornamentos, custodia, vasos sagrados, lámparas, candiles, hacheros y
blandones, pasa su costo de seiscientos mil pesos» [Se refiere a la iglesia parroquial de
Tasco que costeó el minero D. José de la Borda] (Diario de CASTRO SANTA-ANNA,
1755, tom. II, p. 100). «Haciendo limpiar sus ricas y exquisitas alhajas de lámparas,
candiles, hacheros, blandones, tibores, crujía, todo de plata de martillo» (Id., 1756, tom.
III, p. 69). «Diez y seis pantallas iguales á los espejos, tres candiles de cristal y una
alfombra muy buena» (Diario del ALABARDERO, 1785, p. 214). «En el patio se puso
un gran tablado, é iluminó con veinte candiles de plata y muchas pantallas de lo mismo»
(Id., 1790, p. 336). «Multitud de quinqués, candiles y candelabros de cristal» (PAYNO,
Fistol, tom. I, capítulo 2). «Se acordó entonces de que un día había salido el piano, otro
los candiles, y finalmente todos los muebles» (ID., ib., tomo I, cap. 10). «Saldaña se
ocupaba de poner velas en los candiles y en los candelabros» (FACUNDO, Baile y
Cochino, cap. 6). «Aquel vestido, que pesaba diez libras, era la irradiación de todos los
colores imaginables: brillaba como un candil» (ID., ib.). «Pablito y la -80- Sra. D.ª
Rosalía se ocupaban en poner velas en el candil de la sala» (ID., Chucho, tom. I, cap. 5).
«Alfombras, candiles, vajillas, farolas [...] Colocaban faroles, candiles, columnas y
candelabros» (ID., ib., tom. I, cap. 13). «Estaba profusamente iluminado por medio de
un candil con quinqués» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 12).

«Y un mundo de luces
En lo alto y cornisas,
Con tantos candiles
Con tantas bandillas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Las Luces del Carmen», p. 257)

«Allí los grandes saraos


Rayan siempre en lo sublime;
Pero ¡qué cosa más rara!
Los alumbran con... candiles».

«Candiles llaman allí á las que aquí llamamos arañas» (SOMOANO, pp. 55, 92).

El uso de la palabra española podría dar aquí origen a equívocos atroces. Se quedaría
estupefacto el que oyera decir: ¡El salón estaba lleno de arañas!

V. ARAÑA.

CANDIL DE LA CALLE Y OSCURIDAD DE SU CASA. fam. El que se muestra


afable y obsequioso en la calle y con los extraños, y desahoga su mal genio con los de
su casa, tratándolos duramente.
«Chicho, candil de la calle
Ayudante del sereno».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Pepa y el tuerto», p. 315)

Canevá. (Del francés canevas). m. Tela cruda, gruesa y rala que se usa mucho para
bordar tapicería.

«Bordar en canevá, tocar mal unas piezas en el piano» (MORALES, Gallo Pitagórico, p.
98). «Tenía á la sazón la Chata el compromiso de ayudar á unas amigas á acabar una
cartera de cuentas; con otras emprender un cojín bordado en canevá» (FACUNDO,
Jamonas, tom. I, cap. 7).

Cuba. MACÍAS, p. 253.

Cangrejo. m. Apodo que, por alusión al supuesto andar retrógrado de estos animales,
daban, en la pasada guerra civil, los liberales a los conservadores. Fueron muy repetidas
la música y letra de la «Marcha de los Cangrejos», por fortuna ya olvidada, juntamente
con el apodo.

Cangro. m. Cáncer, 1.ª acepción, y Cancro. El Diccionario trae: «CANGROSO, SA. (De
cancro). adj. ant. Que adolece de cáncer».

Bogotá. «Las letras guturales (g, k, j) se truecan igualmente entre sí; por eso decimos
cangro por cancro ó cáncer» (CUERVO, † 681).

Guatemala. «Esta incurable enfermedad se llama cancro ó cáncer; pero no cangro, como
decimos generalmente» (BATRES, p. 162).

Canica. f. Bolita maciza de vidrio, y de varios colores o dibujos, que de algún tiempo
acá usan los muchachos para diversos juegos.

«Otros más allá, en el corredor más lejano [...] jugaban á las canicas» (DELGADO, La
Calandria, I). «Mientras los escolares se detenían en la esquina para emprender [...] un
partido de canicas» (ID., Angelina, IX). «En aquellas escapadas se mordía el pedazo de
pan, resto del desayuno, se contaban las canicas» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, página
15). «Dicen que ahí guardaba todo lo que les quitaba á los niños, muchas canicas [...]
baleros, trompos» (ID., ib., p. 16). «¡Cómo me cambian por pizarrines y canicas!» (ID.,
ib., p. 134). «La caja de las canicas es la estación» (ID., ib., p. 201).

En los dialectos montañés y vizcaíno, canica es «bolita de barro ó vidrio con que juegan
los chicos», según Múgica, pp. 26 y 60.

† Canilla. TENER CANILLA, fr. fam. con que se denota que alguien tiene gran fuerza
física.
«Presume mucho de tener canilla para contrarrestarme» (Astucia, tom. I, cap. 12, p.
229). «Dios le conserve su canilla, que seguramente como esta no hay dos» (Id., tom. I,
cap. 13, p. 267). «Ya sabes que tengo canilla» (FACUNDO, Isolina, tom. II, capítulo 7).

Canoa. CANOA trajinera, es la destinada a conducir carga. Si carece de toldo, se llama


serenera.

Algunos lexicógrafos, entre ellos Covarrubias, atribuyen a la CANOA la circunstancia


de ser hecha de una sola pieza de madera socavada. Hoy son de una pieza las chalupas;
las CANOAS se componen de muchas. Armas (p. 19) no cree que CANOA sea palabra
del lenguaje criollo [de las Islas], sino inventada por los descubridores. Le dejamos la
responsabilidad de su aserto, que apoya con cita de otro autor.

«Surcados [los lagos] por canoas trajineras que hacen el tráfico cargadas de botas de
miel, tercios de azúcar...» (PAYNO, Veracruz, I).
-81-

También se dice simplemente trajinera.

«Metióse alegre en una trajinera».

(Don Simplicio, tom. II, n.º 13)

2. Canal de madera que, tendida á manera de puente sobre una acequia ó zanja, sirve
para dar paso á una corriente de agua. Las hay muy largas, hechas de varios trozos
sostenidos por pies derechos, y hacen oficio de acueductos económicos.

Lo mismo en el Perú. ARONA, p. 93. Y en Chile, RODRÍGUEZ, p. 88.

3. Significa además un gran cajón de una pieza, largo y angosto, que suele servir como
depósito de leche u otro líquido, y también para dar de comer al ganado.

Cuba. PICHARDO, p. 69.

† Canoero. m. Que trajina en canoa, o es dueño de ella.

Río de la Plata. GRANADA, p. 139.

† Cantada. f. Acción y efecto de cantar, en la acepción de descubrir o confesar lo


secreto. Dar la CANTADA.

V. CHINGUIÑOSO.

Cantaletear. n. Dar vaya o cantaleta.

«Comenzaron los compañeros á cantaletear y darle vaya» (MOTA PADILLA, Hist. de la


N. Galicia, cap. IX, n. 2).
Cantamisa. f. El acto de cantar su primera misa un sacerdote.

«Tales [ocasiones] son, por ejemplo, la bendición de una casa ó hacienda; el parabién de
un empleo ó la asistencia á su posesión; una cantamisa, un bautismo, un casamiento y
otras funciones semejantes» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 6, p. 104). «No
había almuercería afamada donde algún día no les hiciera el gasto, ni casamiento, día de
santo, cantamisa ó alguna bullita de estas donde no fuera convidado» (ID., ib., tom. IV,
cap. 6, p. 85). «Y si yo celebraría tus órdenes, tu cantamisa con crecido júbilo y
alegría...» (Diario de México, tom. III, p. 178).

Cantamisano. m. El sacerdote que canta su primera misa.

† Cantera. f. Cantería. CANTERA significa el sitio de donde se saca piedra para edificar
u otros usos; pero no la piedra misma.

«El santo de cantera, el roto macetón en la azotea» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 11).

«Aquel palacio de valiosas canteras, de arquitectura monumental» (ID., ib., p. 98).


«Entre cada dos columnas un santo de cantera» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 215).
«Rodeaban el cementerio corredores techados con vigas, y sostenidos por columnas de
cantera» (ID., ib., p. 344).

† Cantina. f. Por desgracia, las CANTINAS no están ya sólo «inmediatas á los cuarteles
y campamentos», como dice el Diccionario, sino que tropezamos a lo menos con una en
cada calle, y más en las principales.

2. CANTINAS. Dos bolsas cuadradas de cuero, con sus tapas, que unidas se colocan
junto al borrén trasero (o teja) de la silla, quedando una a cada lado de la grupa del
caballo. Sirven comúnmente para llevar en ellas comestibles, y han sustituido a las
alforjas, árganas y cojinillos.

† Cantón. m. Tela de algodón que imita el casimir y tiene los mismos usos.

«Me colgó junto á unos pantalones de cantón remendados» (G. VIGIL, Cuentos, p. 31).

† Canuto. m. Sorbete de leche, huevo y azúcar que se cuaja en moldes cilíndricos, y


queda en forma de CANUTO.

«Concluida la función se les ministró á SS. EE. un especial y exquisito refresco de todo
género de dulces, masas, frutas de horno, quesos, canutos y bebidas heladas» (Diario de
CASTRO SANTA-ANNA, 1758, tom. III, página 252).

† Caña. f. Por antonomasia, la dulce o de azúcar.

Perú. ARONA, p. 94. Cuba. PICHARDO, p. 69.

Cañafístola. f. Cuenta el Sr. Cuervo (§ 708) esta voz entre las adulteradas, y corrige
cañafístula. Y en nota añade: «Es de uso muy antiguo: véase un ejemplo en La Moza de
Cántaro, de Lope de Vega, act. II, esc. II, y otro en el Apéndice V á la Vida de Fr. Bart.
de las Casas, por Quintana. Según el Prof. Blumentritt, se usa también en las Filipinas».
CAÑAFÍSTOLA se encuentra en Covarrubias y en el Diccionario de Autoridades.

«Dase cañafístola» (Descr. de Iguala, 1579, MS.). «Hay otro género de zapotes prietos,
que es de color de dentro de cañafístola». «Limones, cidras, cañafístola y higos» (Descr.
de Teozacualco, 1580, MS.). -82- «La cañafístola cómo se ha de tomar, y á qué hora
para que purguen» (FARFÁN, Tratado Breve de Medicina, 1592, fol. 198 vto.).

Ecuador. CEVALLOS, p. 44. Cuba. PICHARDO, p. 70; MACÍAS, p. 261. Guatemala.


BATRES, p. 164.

† Cañamelar. m. «Sitio poblado de cañas de azúcar» (Dicc.). Jamás he oído ni hallado


en otra parte esta palabra.

† Cañaverero. m. Persona entendida en el cultivo de la carta de azúcar.

† Cañero. (De caña). m. En los ingenios de azúcar, el lugar que en el edificio del molino
sirve para depositar la caña que va llegando y no se muele inmediatamente. Es también
cada uno de los rimeros que se forman con esa misma caña.

2. adj. Lo que sirve para ciertos trabajos concernientes a la caña: machete CAÑERO, el
que se usa para cortarla; carro CAÑERO, el destinado para el acarreo de ella.

† Caño. NO SIRVE NI PARA TAPAR UN CAÑO, se dice familiarmente de una persona


totalmente desmañada e inútil.

Cañón. m. Paso áspero y estrecho entre altas Montañas, por donde ordinariamente corre
algún río, como en el norte el famoso CAÑÓN del Río Colorado, y en el sur el de
Tomellín (Oaxaca). Beaumont llama a estos pasos cajones.

«Por aquí pasa el río Jabesua que nace en el laberinto de cajones que hay por todas
partes». «A distancia de unas seis leguas de tierra quebrada, donde siguen todavía
aquellos profundísimos cajones, va entre ellos el Río Colorado, regando estas tierras»
(Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 11).

Los norteamericanos han adoptado la palabra CAÑÓN (BARTLETT, Dict. of


Americanisms).

† Cañonazo. m. Golpe dado con el cañón del fusil, usado a guisa de tranca.

«A la voz de un par de cañonazos que sentimos cada uno en el lomo nos apartamos y
sosegamos» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 4, p. 61). «Los soldados
comenzaron á repartir cañonazos á diestro y siniestro...» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap.
19). «Repartiendo á diestro y siniestro cañonazos con el fusil de que estaban armados»
(ID., ib., tomo II, cap. 12).

† Cañonera. f. Pistolera.

«Se le olvidó á su pariente pedirme el cachorrito que le chispé de la cañonera» (Astucia,


tom. I, cap. 11, p. 210).
Ecuador. CEVALLOS, p. 44; y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64.

Capadero. m. Diversión de rancheros que se organizaba con motivo de capar los toros
destinados al trabajo o a la carnicería. Era de rigor colearlos antes de la operación; había
además almuerzo y bulla, por lo cual acudía mucha gente. Aún se usa en algunas
haciendas.

«Desde esta vez cuando había


Las corridas ó herraderos
Rodeos, ó bien capaderos,
Yo el primero concurría».

(Chamberín, p. 17)

«Fué el lance que sucedió,


Que estando en un capadero,
Se descuidó un compañero
Y un toro me lo manteó».

(ID., p. 36)

† Capar. a. Hablando del maguey, es destruir el órgano generador de la planta por medio
de una incisión triangular que se practica en el cogollo, para impedir el desarrollo del
bohordo o quiote. Por virtud de esta operación se forma en el cogollo el aguamiel de
que se hace el pulque.

Caparón. m. No hallo esta voz en los Diccionarios. En las Constituciones de la


Provincia de S. Diego de México (fol. 48), tratándose del vestuario de los religiosos, se
dice: «En los novicios el caparón sea la forma de media luna en la delantera, y cuatro
dedos de ancho de sayal pendientes de la chía, de manera que llegue á pasar tres ó
cuatro dedos de la cuerda, y á la espalda tenga la forma menor que la de la capilla, con
otros cuatro dedos de sayal que penda de la puncta, para que pase también de la cuerda
otros cuatro dedos». Era, pues, el CAPARÓN de los novicios un equivalente de la
capilla. En varios lugares de las mismas Constituciones se ve que la pena de llevar
CAPARÓN los religiosos por determinado tiempo era grave e infamante. V. ff. 63, 70,
72, etc.

«Y por la segunda [vez] se le eche el caparón por un mes, y á la tercera por tres» (Cód.
Franc., p. 156).
-83-

† Capaz. adj. Singular uso, y continuo, hacemos de esta palabra, en el sentido general de
posible o probable. Más claro se verá por los textos siguientes:
«¿Cómo era capaz [posible], Señor Ilustrísimo, que estando presente mi prelado fuera
yo tan grosero que me atreviera á seguir mi sermón?» (PENSADOR, Periquillo, tom. I,
capítulo 6, p. 64). «Prueba de ello son las diligencias y el dinero que he gastado por
librarlo; pero no fué capaz [posible]» (ID., ib., tom. IV, cap. 10, p. 140). «¿Cómo era
capaz que Vd. se fuera de mi casa, atenido á una suerte casual?» (ID., ib., tom. IV,
capítulo 14, p. 189).

«Porque no es capaz
Que hable así un caudillo
De la libertad».

(Don Simplicio, dbre. 16, 1846)

«Es capaz [probable] que esté esa pobre vieja encomendándose á la corte celestial»
(Astucia, tom. II, cap. 1, p. 29). «Voy á estar muy fea: es capaz [puede suceder] que
Enrique...» (Id., tom. II, cap. 13, p. 392).

Bogotá. «Si Vd. me dice una palabra más, es capaz que le dé una bofetada» (CUERVO,
§ 366).

¡QUÉ CAPAZ! equivale a es absolutamente imposible.

«Que un rico cuando hay función


Asista á misa y sermón,
Vaya en paz.
Mas que sin que convite haya
Por devoción sólo vaya:
¡Qué capaz!».

(OCHOA, letrilla II)

«Que el militar adamado


Se encuentre aquí sosegado,
Vaya en paz.
Pero que si dicen "Tejas"
Lo oiga sin fruncir las cejas:
¡Qué capaz!».

(Don Simplicio, sept. 9, 1846)

«Mas nunca baja del coche:


¡Qué capaz! sólo de noche».
(RODRÍGUEZ GALVÁN, La Señorita)

«Esp.
Veremos si el fariseo
Al amo le cierra el paso.
Pulg.
¡Qué capaz!
Esp.
Sólo hace caso

De hombres de espléndido arreo».

(ID., El Privado del Virrey, act. I, esc. 3)

«Hombre, Perico, no debes de ir el sábado al baile. -¡Qué capaz que falte! aunque sea
cojeando» (FACUNDO, Baile y Cochino, capítulo 3).

«Que no hace falta,


No ¡qué capaz!
Do está el compadre
Con su mitad».

(G. PRIETO, Poesías festivas, «La Sacamisa», p. 117)

En Guatemala se usa también el ¡qué capaz! por ¡imposible! (BATRES, p. 477).

NO ES CAPAZ, o es incapaz, se dice de aquel de quien es imposible sacar partido.

«¿Y dentro de casa?


¡Qué! ¡si no es capaz!
Duerme catorce horas,
Riñe con papá».

(Don Simplicio, tom. II, n.º 17)

† Capelo. m. Fanal, por campana de cristal que sirve para resguardar del polvo lo que se
cubre con ella. CAPELO de doctor: Capirote, 2.ª acep.

Capense. m. Estudiante que no vive en colegio, y sólo acude a las lecciones. Todos los
alumnos de las escuelas nacionales son hoy CAPENSES, por estar abolido el internado.
«Había infinidad de muchachos, entre pupilos y capenses» (PENSADOR, Periquillo,
tomo I, cap. 4, p. 47). «El año de 1750 se contaban en el colegio de S. Ildefonso 268
colegiales de beca, fuera de los estudiantes capenses» (SEDANO, Noticias, tom. I, p.
299). «Siguió las cátedras de jurisprudencia, como capense ó alumno externo, en el
colegio de S. Ildefonso» (ZARCO, pról. al Gallo Pitagórico, p. IV). «Desde el capense
que estudia en su clase...» (FACUNDO, Vida de noche, p. 181). «Con el barragán del
capense» (ID., Vistazos, p. 114).

† Capirotada. f. vulg. Lugar de enterramiento para gente muy pobre; fosa común;
carnero (2.ª acep.).

† Capitulación. f. Acción y efecto de capitular, en la acepción de hacer o poner a uno


capítulos de cargos por excesos o delitos en el ejercicio de su empleo.

«La capitulación que sufrió dicho juez» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 9,
página 147).

† Capote. m. DAR UN CAPOTE, era, entre estudiantes, dar a un compañero, y aun a


algún inspector o maestro, una tunda de capotazos hasta aturdirle y ponerle en fuga.

«En junta de colegiales viejos se determinó -84- dar un capote al recién venido» (D.
COVARRUBIAS, Gil Gómez, cap. 4, p. 64).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 90.

DARSE CAPOTE, renunciar a un empeño: darse por vencido.

DE CAPOTE. mod. adv. Ocultamente, clandestinamente.

«Secuestrarse un islote
Ó hundir en el abismo
Una ciudad, que viene á ser lo mismo
Tratándose de entierros de capote».

(FACUNDO, El Mundo)

Captación. f. Acción y efecto de captar. Está en Salvá.

V. CAPTAR.

Captador. m. Que capta, Traen la voz Terreros y Salvá.

† Captar. a. Usado en el foro. Atraer alguno la voluntad, benevolencia o atención de otro


con palabras halagüeñas, con la dulzura en el trato, con el discurso elocuente o con otros
medios, para que le haga alguna donación, le nombre heredero, o le dé su voto en la
elección de algún empleo. Para que la captación haga nulas las disposiciones en que
interviene, es preciso que medie dolo o artificio (ESCRICHE). Está en Salvá.
* Capulín. m. Árbol y fruto tienen igual nombre, que es mexicano. Hállase escrito
Capolí, Capollí, Capulí y CAPULÍN: este último ha prevalecido, y nadie usa los otros.
En mexicano se hallan Capolin y CAPULIN; Molina y Sahagún dan sólo este último;
Siméon ambos. La variante no tiene importancia por ser frecuente en la lengua
mexicana el trueque de esas letras, según los lugares. Hernández escribe Capoli, Capolli
y Capolin, y enumera varias especies; Ximénez sólo trae Capolin y Capulin. Colmeiro
distingue dos: Capolí de Méjico, Cerasus Capollin, D. C. (Rosáceas), y Capulí
Mejicano, Physalis Coztomatl, Sess. et Moc. (Solanáceas). La Farmacopea Mexicana da
CAPULÍN, con las equivalencias, Capolin, Mex., Cerassus Capollin, D. C. (Rosáceas);
y Capuli Costomatl, Mex.; Physalis Costomatl, Moc. y Sessé (Solanáceas). Del
Coztomatl habla separadamente Hernández.

En la Sinonimia de plantas que puso Bustamante al fin del libro XI de su edición de


Sahagún, y le fue proporcionada por los botánicos Cervantes y La Llave, se asigna a
CAPULÍN la equivalencia Prunus Capulin; que adoptó Orozco y Berra en su Historia,
tomo I, p. 323.

«Hay mucha cantidad de árboles á manera de cerezos, que en hojas y frutas diferencian
poco de los de España, que llaman, así á la fruta como al árbol capulli» (Descr. de
Cholula, 1581, MS.). «Tienen un árbol que se dice capolli; la fruta es como cerezas de
Castilla, muy buenas y sanas» (Descr. de Tiripitío, 1580, MS.).

El CAPULÍN se compara al cerezo: la fruta se asemeja ciertamente a la de éste en lo


exterior, aunque es de color algo más oscuro; pero en el sabor no hay comparación
posible. Para mi gusto, el CAPULÍN es detestable.

Perú. ARONA, p. 95. Costa Rica. FERRAZ, p. 22.

Capulina. f. Como sustantivo y como adjetivo veo y oigo esta palabra, siempre en el
género femenino. En el primer caso parece significar mujer de malas costumbres: buena
pieza.

«No seré Pepe el Diablo, sino un verdadero demonio, si mañana á estas horas está esa
capulina por aquí» (Astucia, tom. I, capítulo 14, p. 299).

Hay en Oaxaca unas arañas llamadas CAPULINAS. ¿No vendría de ellas la aplicación
del nombre CAPULINA a las mujeres disolutas? Las tales arañas adquirieron hace poco
tiempo mucha y muy pasajera notoriedad, por habérseles atribuido la virtud de curar el
tifo.

Como adjetivo he oído la palabra junta siempre con el sustantivo vida, expreso o
suplido: Fulano se pasa una vida CAPULINA, o simplemente, se la pasa CAPULINA,
esto es, se pasa una vida regalada y exenta de cuidados.

Caquinos. (Del latín cachinnus). m. pl. Carcajadas: reír a CAQUINOS, reír a carcajadas.
En caso de necesidad prefiero mil veces la palabra latina a la antipática frase reír a
mandíbula batiente, que usan algunos revisteros. Y si tenemos la castiza reír a
carcajadas ¿para -85- qué necesitamos de esa mandíbula batiente ni de los
CAQUINOS?
«El pícaro de Juan Largo añadía nuevas facetadas, con que redoblaban sus caquinos»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 6, p. 62). «Esa genial compasión no me permitía
reir cuando todos reventaban á caquinos» (ID., ib., tom. I, cap. 7, p. 74). «En cuanto
aquellos hermanos oyeron mi nombre renovaron los caquinos» (ID., ib., tom. II, cap. 4,
página 66).

«Al oir tales desatinos


Ya por loco lo juzgaron,
Y aun los que antes le alabaron
Le burlaban á caquinos».

(PENSADOR, Fáb. 36)

CAQUINO, por carcajada, se halla en Terreros.

† Cara. f. DAR o HACER CARITA, exp. fam.; demostrar la mujer con alguna señal
exterior, y particularmente con la mirada, que corresponde al afecto del que la galantea.

«Me dió carita, le hablé, y ya estoy al otro lado» (DELGADO, La Calandria, XIII). «Yo
las conozco al palmo, le dan á Vd. carita, lo explotan á su satisfacción, y á lo mejor...»
(FACUNDO, El Egoísmo, p. 69).

«Le da carita, y lo deja


Cuando le baila el porfiado».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 136)

CARA DE HERRERO MAL PAGADO, cara de vinagre.

«Poniéndome una cara de herrero mal pagado» (PENSADOR, Periquillo, tom. II,
capítulo 11, p. 205).

CARA AMARRADA. V. AMARRAR.

Carabao. m. Especie de búfalo. Bubalus Kerabau. Animal feroz cuando no está


domesticado: de la familia de los bóvidos, algo mayor que un buey, y con cuernos
largos, encorvados hacia atrás. Es originario de las islas Filipinas y regiones próximas,
donde se le domestica para emplearle como bestia de silla. En México hemos visto
varios, y en alguna hacienda del Estado de Morelos se trató de emplearlos en el tiro, por
su mucha fuerza; pero fue preciso prescindir de ello, porque conforme a la costumbre de
su especie, luego que entraba el calor del día, corrían, llevándose tras sí el arado o la
carreta, a meterse en el agua, donde se sumergían sin dejar fuera más que la nariz, y
nadie podía detenerlos, ni sacarlos de allí hasta la caída de la tarde, en que ellos salían
voluntariamente.
«Sin que les hubiese quedado cosa alguna para sustentarse, y con grande imposibilidad
de salirse de dicho paraje, manteniéndose con los puercos de monte, carabaos y otros
animales que muertos traían las corrientes que bajan de los montes» (Gaceta de México,
febrero 1737).

Carabino. adj. Hemos oído usar esta palabra, como adjetivo únicamente, en la frase: Es
partido CARABINO, por es partido desigual, desventajoso. Del origen de la frase puede
darnos alguna luz este artículo del Diccionario de Pichardo: «CARABINA. s. f. La corta
cantidad que alguno juega, comparativamente á la grande que otro apuesta á la carta
contraria, siendo ambos apuntes». MACÍAS, p. 271.

Caracas. m. Úsase familiarmente por chocolate, en atención a que antes era el cacao
CARACAS uno de los que principalmente entraban en la fabricación de aquel alimento.

«Exigiendo, como de justicia, en recompensa de sus disparates, el de caracas con sus


alrededores» (Diario de México, tom. II, página 358). «Conque dennos nuestro caracas»
(Astucia, tom. I, cap. 1, p. 13). «¡Señorita! ¡Señorita! no duerma siestas tan largas,
porque el caracas se enfría» (Id., tom. I, cap. 4, p. 75). «Ante los bollitos y el caracas, D.
Manuel estaba grave y reservado» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 3).

† Caracol. m. Chambra.

«Las medias grises, el caracol ajado, y el saquillo de lana con los codos rotos»
(MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 183).

2. Rizo, bucle en el pelo.

«Vea Vd. qué caracoles me hizo tan feos; parecen escaleras arruinadas» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 12).

† Carátula. f.. Portada de libro o cuaderno; impreso o manuscrito.

«Entonces arroja aquel licurgo su instrucción ó autos entre los demás que hay en la
mesa, y de que tal vez no ha visto en muchos meses más que la carátula ó principio»
(Diario de México, tom. I, p. 182). «Se perdieron unos papeles importantes que se
componen de un cuaderno sin carátula ni forro...» (Id., p. 398). «No se le puede dar
crédito á cuanto esté impreso, sólo porque están las letras estampadas con moldes, ni
porque se lea en -86- las carátulas, que están con las licencias necesarias»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 27).

«Diciendo así, de su pecho


Un sucio libro sacó
En pergamino aforrado
Y de pésima impresión.
Tomólo temblando el viejo,
La carátula leyó,
Y gritó en voz balbuciente:
Es el Quijote: ¡Gran Dios!».
(RODRÍGUEZ GALVÁN, El anciano y el mancebo)

«Edimburgo es hoy la medalla de dos caras: el libro de dos carátulas: el pasado y el


presente» (PAYNO, María Estuardo, I).

Bogotá. «Más agudeza que tontería arguye el llamar carátula á la portada, frontis ó
frontispicio de los libros: carátula es lo mismo que careta ó mascarilla, y ¿en cuántos
libros no es la portada una máscara con que se engaña al público prometiéndole cosas
que jamás se cumplen en el cuerpo de la obra?» (CUERVO, § 497).

Perú. ARONA, p. 97. Chile. RODRÍGUEZ, p. 91 (copia el texto de Cuervo). Ecuador.


CEVALLOS, p. 45, y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64. Venezuela. RIVODÓ, p.
56. Maracaibo. MEDRANO, p. 27. Guatemala. BATRES, p. 165.

2. Muestra de reloj. (Nunca decimos muestra).

«Se les figuraba que al través de la bolsa de su chaleco veían su reloj con la carátula
iluminada» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 4).

«Ya para el bien general


Hay un relox excelente
Fijado en sitio eminente
Y en las horas muy puntual.
Su carátula hermosea
Y da perfección al todo:
Lástima que esté de modo
Que ni se oiga ni se vea».

(OCHOA, epig. XXIII)

† Caravana. f. Reverencia, cortesía, por lo común afectada.

«Preséntase á las puertas del estudio de un letrado un litigante, y todo es hacerle


caravanas y cortesías en sus primeros saludos» (Diario de México, tom. I, p. 41). «Le
hice una gran caravana» (Id., tom. II, p. 331).

«Y á mi caravana
Contesta el señor:
Ya vamos mejor,
Vuelva Vd. mañana».

(OCHOA, letrilla IV)

«Una línea de jóvenes hermosas [...] sonreían á una fila de elegantes, que con sus
contorsiones, caravanas, movimientos y miradas se esforzaban en competir en
coquetería con sus bellísimas compañeras de baile» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 2). «Se
adelantó haciendo caravanas y dirigiendo á la joven algunas excusas» (ID., ib., tom. II,
cap. 8). «D. Pedro le hizo mil caravanas y mudos cumplimientos» (ID., ib., tom. II, cap.
12). «El Padre hizo con muy buen estilo dos caravanas, y salió» (ID., ib., tom. III, cap.
12). «Tributo y compensación que inútilmente se demandarán á las muelles y acicaladas
maneras de este siglo de luces y de caravanas» (J. F. RAMÍREZ, Nuño de Guzmán, p.
221). «Entró Pepe, hizo una caravana á la niña» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 300). «En
cumplimiento de tan sensata prescripción hemos inventado frases, caravanas,
genuflexiones» (FACUNDO, Vistazos, p. 125). «Pálidos, desvelados, se vestían oyendo
las recomendaciones del director de escena, que les encargaba hiciesen elegantes
caravanas» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 164). «Se ponían el sombrero de tres picos
en el estómago, y hacían una caravana: ¡y qué caravana!» (ID., ib., p. 166).

CORRER LA CARAVANA, dar aviso, por pura cortesía, de lo que se ha ejecutado o se


va a ejecutar.

«A la tarde, con los referidos sus padrinos, pasó á la villa de Tacubaya á practicar con
SS. EE. la misma caravana [la de avisar un canónigo que había tomado posesión de su
plaza]» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1756, tom. II, p. 240).

El Diccionario y Terreros dan a esta frase el significado de hacer las diligencias que
regularmente se practican para lograr alguna pretensión.

Caravanista. adj. Que hace muchas reverencias, aun fuera de propósito.

«En los corredores y en el patio había ya multitud de hombres muy corteses y


caravanistas» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 26). «Un mulato sumamente político y
caravanista se comidió á servirme» (ID., Veracruz, 16).

Caray. interj. «Voz de infame parentela, que ojalá no se usara en ninguna parte», dice
Cuervo (§ 433); y asentimos por completo a su dictamen. Pero desgraciadamente corre
también por acá; y ojalá, digo a mi vez, que de la parentela infame fuera ésa la única
que oyéramos.

«¡Caray! amigo D. Juan, dijo Garduño» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 339). «¡Caray,
hombre, qué preguntón eres!» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 3). «El portero [...]
aplaudió á la cantora con el ¡caray! más entusiástico que oirse puede» (DELGADO, La
Calandria, VI).

No sólo en México y en Bogotá anda -87- la palabrita, sino que parece haber invadido
media América. La hallamos en el Perú, según Arona (p. 97), quien sospecha que
«pudiera venir del quichua, por la rara coincidencia de haber en esa lengua una
interjección aray! que vale lo mismo». Me parece eso pura coincidencia, porque la
palabra de que tratamos se usa en España, y su origen no es dudoso. Rodríguez (p. 91)
dice que se usa en casi toda la América española. Pichardo (p. 73) cree que es voz
derivada del catalán. V. MACÍAS, p. 274. Venga de donde viniere, nunca deben usarla
personas bien educadas. ¿A qué conducen tales interjecciones, habiendo tantas muy
inocentes? Ni aun estas conviene prodigarlas, como acertadamente aconseja el Epítome
de la Gramática de la Lengua Castellana.
† Carbón. CARBÓN DE ENTREGO: frase que usa el pueblo bajo para indicar traición
o entrega. Tiene origen de que cuando a los indios carboneros se pregunta si venden su
mercancía, suelen contestar que es o va de entrego (entriego, dicen ellos), esto es, que
no la venden porque van a entregarla a quien ya la tiene comprada.

«No quiero que tus vecinos sepan nada, para que no nos delaten, y vayan á hacer carbón
de entrego» (Astucia, tom. II, cap. 6, página 175).

«Ya que tiene su guardado,


No lo arriesgue todo al juego,
Que vende carbón de entrego
Cualesquiera endemoñado».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas glosadas», p. 176)

CARBÓN QUE HA SIDO LUMBRE CON FACILIDAD SE PRENDE, frase con que
se denota cuán fácil es que reviva una pasión aunque parezca apagada.

«Somos conocidos viejos, y carbón que ha sido lumbre con facilidad se prende»
(Astucia, tom. I, cap. 14, p. 299).

† Carcaj. m. La funda de cuero en que se lleva el rifle al arzón de la silla.

«Quitó los botones de las fundas de las pistoleras, y el del carcax en que llevaba el
Spencer» (FACUNDO, Ensalada de pollos, tom. II, cap. 10).

Carcajear. n. y pr. Reírse a carcajadas. Verbo antipático que solamente el vulgo usa.

«Al contarlo en la casa hizo perecer de risa á Manuel y su familia, y principalmente á


Camila, que se carcajeaba con muchas ganas por cualquier cosa» (Astucia, tom. I, cap.
II, p. 222). «Le soltó los pies, recogió su vara, y carcajeándose [...] se fué á sentar con
Camila» (Id., tom. I, cap. 15, p. 339). «Al ver entrar las niñas á Garduño con semblante
alegre y carcajeándose con D. Pepe, también se pusieron halagüeñas» (Id., tom. I, cap.
15, p. 359). «Me rasqué la cabeza para coordinar mi discurso, faltando poco para
soltarme carcajeando» (Id., tom. II, cap. 7, p. 186).

«Carcajean los zaguanes,


Ve el balcón á los que pasan,
Y hacen un ruido que aturde
Con su charla las ventanas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 267)

«Al gruñir de los mastines,


Y al carcajear de la flauta
Que de la calle á la puerta
Junto á dos guitarras canta».

(ID., ib., p. 269)

Salvá trae «CARCAJEAR. n. ant. Dar carcajadas».

Bogotá. «Con frecuencia hemos oído él se lo ríe, él se lo carcajea. Véase Dozy y


Engelmann, Glossaire, en la voz Carcajada» (CUERVO, § 330, y nota). Guatemala.
BATRES, página 166.

* Cardillo. m. Escardillo: viso que, heridos del sol, despiden los cuerpos reflectantes.

«Esta aparición hizo en el rostro de D. Aristeo el efecto del cardillo, y estuvo á punto de
retroceder rodando la escalera» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 1).

LO HA DICHO EL CARDILLO: lo ha dicho el escardillo, expr. con que se apremia a


los niños para que confiesen lo que han hecho, suponiendo que ya se sabe.

Careado. adj. m. En la lid de gallos, el que por contraposición a tapado, se presenta


descubierto y a la vista de los jugadores: es decir, que el contrario sabe de antemano con
cuál gallo va a pelear el suyo. Úsase como sustantivo: Se jugarán dos CAREADOS.

Cargada. f. Acción y efecto de cargar.

2. CARGADA. adj. Se dice de las hembras -88- de los animales que están preñadas.

IR A LA CARGADA es, entre jugadores, apostar a la carta en cuyo favor hay ya puestas
mayores cantidades. ¡Metafóricamente se toma por adherirse, sobre todo en tiempo de
revolución, a la causa o partido que cuenta con mayores probabilidades de triunfo.

† Cargador. m. Úsase, sin excepción, en vez de mozo de cordel.

«Cuando vas muy de pretor


Por la Tiburtina senda,
Y van cinco cargadores
El bacín y la frasquera
Llevando en tu seguimiento...».

(P. ALEGRE, trad. de la «Sát. VI», lib. I, de Horacio)

«Fuera necedad decir que todo payo, cargador ó cochero es tonto por ser cochero,
cargador ó campesino» (PENSADOR, Quijotita, cap. 12). «Doce reales de un cajón, un
peso para los cargadores, y otro para el sepulturero» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 13, p.
165). «Uno se ofreció á ponerme el recibo, otro dió el papel, otro contó el dinero, otro
llamó al cargador» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 5). «Sabía como se ajustan cargadores»
(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 13). «Agrupados á la reja están un cargador con todo
y mecapal: una cocinera con todo y canasta» (ID., El Correo, p. 98). «Más de quince
cargadores estaban en acecho» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 5). «Lo cual era oro molido
para los cargadores ó mozos de cordel» (S. POLO, Cuarto Poder, cap. 1). «Las andas en
que estaba colocada la imagen pesaban tanto, que apenas podían con ellas doce
cargadores» (DELGADO, La Calandria, VII).

Perú. ARONA, p. 98. Guatemala. BATRES, p. 166.

V. CASERO.

CARGADOR DE HATAJO: mayordomo de recua; jefe de los arrieros.

CARGADOR es también la correa o soga de cuero que en los carros de dos ruedas va
de una vara a la otra y descansa sobre la silla o fuste que lleva la bestia.

Cuba. PICHARDO, p. 76; MACÍAS, p. 282.

† Cargar. a. Traer, llevar consigo; usar, gastar: CARGA pistola, anteojos.

«Cargan buenos arcos y flechas» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, libro
2, cap. 12). «Se fué presentando un D. Petate en el escritorio demandando quinientos
pesos con la libranza que mi amigo cargaba en su cartera» (Astucia, tom. II, capítulo 3,
p. 87). «Vamos á casa por mi revólver: ¿traes el tuyo? -Yo siempre lo cargo»
(FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 9). «El general abrió su cuarto con una
llave que cargaba siempre» (ID., Noche Buena, cap. 12). «Cargaba un calendario de
santos en la bolsa» (ID., Gentes, tom. II, capítulo 1).

«Y aunque cargues arma corta


Ya lo verás con mi hermano».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Quintillas», p. 143)

«Y más de cuatro ladinos


Cargan daga y tosen recio».

(ID., ib., «Contesta de Luisa y Tules», p. 212)

Bogotá. CUERVO, † 504. Chile. RODRÍGUEZ, p. 92. Maracaibo. MEDRANO, p. 27.


Guatemala. BATRES, p. 166. Río de la Plata. GRANADA, p. 146.

V. CATREDAL.

Cariacontecer. a. Poner cariacontecido a alguno. Jamás he oído este verbo, ni le he


hallado escrito más de una sola vez. El ejemplo no es de imitarse.
«La negra imagen de la muerte cariacontecía al pollo insustancial» (FACUNDO,
Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 6).

† Caridad. f. Dase todavía este nombre a la comida que se ministra en las cárceles a los
presos, porque antiguamente no se les daba ninguna, y había personas caritativas que
andaban pidiendo limosna para el sustento de los encarcelados desvalidos que no tenían
familia o amigo que los socorriesen. Pero hasta hoy se tiene por muy desdichado al
pobre preso que no cuenta con más alimento que la comida oficial, es decir, la
CARIDAD, que ya no lo es.

«Ellos engullían muy bien, tanto por no estar acostumbrados á mejores viandas, como
por ser éstas de las que les daba la caridad; pero yo apenas las probaba, de manera que
si no hubiera sido por un bienhechor que se dignó favorecerme, perezco en la cárcel de
enfermedad ó de hambre» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 8, p. 136). «El
contratista, abastecedor de reclusos é indefensos consumidores de la carne de la
caridad» (FACUNDO, Vistazos, p. 168).

Covarrubias dice que en algunas partes llaman CARIDAD a «cierta refección que se da
de pan, vino y queso en los entierros y honras de difuntos».

† Caries. La Academia le da el género masculino: mas en el art. CREOSOTA -89-


dice: «Se extrae del alquitrán, y se emplea en medicina para combatir LA CARIES de la
dentadura». Aquí decimos CARIE y le damos género femenino. Decimos también
creosote, masculino, y no creosota, femenino.

† Carmelita. m. y f. Color de café, como el del hábito que usan los religiosos carmelitas.

«Los puros que contenía [la purera] eran de un tabaco de color carmelita oscuro»
(PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 7).

Bogotá. CUERVO (§ 512). Cuba. PICHARDO, p. 76; MACÍAS, p. 285. Venezuela.


RIVODÓ, p. 57.

2. f. Diminutivo de Carmen, nombre propio de mujer; en España Carmela, Carmencita.

† Carnaza. f. Corrupción de carnada: cebo hecho de carne para pescar, etc.

ECHAR A UNO DE CARNAZA, hacerle que acometa empresas o negocios


arriesgados, en provecho y sin peligro del instigador.

Carnear. a. vulg. Herir y matar con arma blanca en un combate o alcance.

«Voltearon caras, se hicieron bolas, y los carnearon bonitamente, lanceándolos y


correteándolos un gran trecho» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 199).

Carneraje. m. Conjunto de carneros. Es común el uso de la terminación aje con


significación colectiva; becerraje, terneraje, y aun animalaje.

Carpanta. f. Pandilla, trulla de gente alegre y maleante.


«De esos pollos que empluman en chiribitil y se exhiben el día menos pensado,
ingresando sin ceremonia á la carpanta» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap.
6).

V. CRESTA.

† Carpintear. n. A algunos médicos he oído usar este verbo por toser continuamente.
Toda la noche ha estado el enfermo CARPINTEANDO.

† Carrera. f. ant. Cópula carnal.

«Quien las quiere [las rameras] para su libidinoso uso, les da por una carrera ocho ó
diez almendras [de cacao] como él é ella se conciertan» (OVIEDO, Hist. de Indias, libro
VIII, cap. 30).

CARRERA DE BAQUETAS. Además del sentido recto que da el Diccionario, tiene el


figurado de paso por entre las dos hileras de gente que se forma a la salida de teatros,
bailes y otros espectáculos. Alude a la inspección que sufren personas y trajes en ese
tránsito, y a los comentarios de los espectadores, casi nunca favorables ni caritativos.

«Aplaudían con una vehemencia y una animación que por no estar motivadas, servían á
la infeliz premiada, de una verdadera carrera de baquetras» (FACUNDO, Sabios y
Presidiarios, p. 167).

† Carretada. f. Medida usada para vender cal. Consta de doce cargas de a diez arrobas
cada una, o sean ciento veinte arrobas.

En Cuba, CARRETADA es «la carga de una carreta, que se computa de ciento veinte
arrobas» (PICHARDO, p. 77; MACÍAS, p. 289).

Carretonero. m. Carretero.

«Paseándome por la viña


Estaba tomando fresco
A tiempo que descargaba
Su carro un carretonero».

(Diario de México, tom. I, p. 60)

«Falta en el Diccionario», dice Ortúzar (p. 70).

† Carta particular. Aquella en que sólo se tratan asuntos privados o de familia, y que se
supone ha de ser vista únicamente por la persona a quien va dirigida. Se le da
especialmente ese nombre cuando se endereza a persona con quien se tienen negocios
de comercio, etc., los cuales se tratan en otra carta, llamada por algunos ostensible.

† Cartapacio. m. Carta muy abultada.


† Cartucho. m. Esta voz y la de cucurucho han dado tarea a los provincialistas. La
diferencia entre ambos objetos está a la vista, pues el CARTUCHO es de forma
cilíndrica, y el cucurucho de cónica. La dificultad consiste en el uso de los nombres. No
hay duda de que el rollo de monedas de una misma especie es un CARTUCHO; aunque
la Academia concede que puede haber también cucuruchos de monedas; supongo que
eso será cuando vayan juntas y en -90- confusión monedas de varias especies que no
puedan reducirse a CARTUCHOS. Pero en algunas partes se nombra CARTUCHO al
de dulces, y eso es lo que se tacha, porque se da por supuesto, sin duda, que los dulces
han de ir invariablemente envasados en cucuruchos, y por tanto en forma cónica.

Cuervo (§ 438) dice: «Cometemos los bogotanos la nefanda profanación de ofrecer á las
damas cartuchos, y reservamos los cucuruchos para los nazarenos». Rodríguez (p. 95)
reproduce, y por tanto hace suyo, el pasaje de Cuervo. Por Arona (pp. 99, 144) sabemos
que en el Perú se hace igual confusión. En el Ecuador lo mismo (CEVALLOS, p. 46), y
en Cuba (PICHARDO, p. 79; MACÍAS, p. 292). Rivodó (p. 270) asegura que en
España dicen también CARTUCHO de dulces, y que el de dinero se llama
indistintamente de uno u otro modo. Medrano (p. 128) confirma la confusión o trueco
de tales voces. Respecto al uso en España, hallamos en el lugar de Cuervo antes citado:
«Cartucho de dulces se dice en Andalucía, y con mucha propiedad, atento á que
semejante receptáculo tiene allí figura cilíndrica; debemos esta observación á nuestro
respetable amigo el Señor Sbarbi, y ella explica el origen del uso bogotano».

Lo que más nos interesa es asentar aquí el mexicano. Desde luego, lo mismo que en
Bogotá y en Chile, no conocemos otros cucuruchos que los usados olim por los
nazarenos, cuando había procesiones de Semana Santa, y los que hoy suelen
encasquetarse los payasos. Nadie dice cucurucho de dulces ni de otra cosa, sino alcartaz,
y aun alcatraz, que se tiene por disparate, aunque el Diccionario le admite. Engelmann y
Dozy no dan más que alcartaz; el otro tiene el inconveniente de ser equívoco, por
llamarse así cierta ave acuática. Decimos CARTUCHO de pesos, de onzas, y en estilo
familiar chorizo. También CARTUCHO de dulces; pero únicamente cuando en realidad
tiene la forma cilíndrica, muy usada hoy en las dulcerías extranjeras. Un alcartaz de
almendras garapiñadas. Un CARTUCHO de bombones.

Parece, por lo dicho, que no andamos por acá muy descaminados.

† Casa. f. Nombre que comúnmente se da a los conventos en las crónicas religiosas


antiguas.

«Decían cada lunes una misa cantada, la cual hasta hoy día en alunas casas se dice»
(MOTOLINÍA, Hist. de los Indios de N. E., trat. I, cap. 2).

CASA DE EMPEÑO. V. EMPEÑO.

HACERSE DE LA CASA DE LA VIRGEN, hacerse el bobo. Ya desusado.

«Vd., hermano, á la verdad, se está haciendo de la casa de la Virgen» (PENSADOR,


Quijotita, cap. 6).

SABER IRSE A SU CASA, ser listo, saber hacer su negocio.


«No sabe quebrar un plato, y la echa de caritativo y de sabio; pero bien que sabe hacer
su negocio é irse á su casa» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 8). «Aquí hay intríngulis,
Mister. Este fraile sabe irse á su casa» (DELGADO, La Calandria, XXXIV, 1.ª ed.).

Era corriente, en lo antiguo, usar el plural casas, aunque se tratase de una sola; las Actas
de Cabildo están llenas de ejemplos de tal uso, al extremo que casi nunca se encuentra
el singular. Hasta decían par de casas.

«Le hacemos donación [al hospital] de unos cuatro pares de casas que son y están en
esta dicha ciudad [...] las cuales alindan con casas de Juan Marín, vecino de esta ciudad,
por la una parte; y por la otra con casas de Martín de Zavala» (Donación de las casas del
Hospital del Amor de Dios, hecha por el Sr. Obispo Zumárraga, 1541). «En cabildo de 4
de Noviembre de 1524 se dió por servido un solar á Antón de Arriaga frontero de las
casas del Concejo» (Actas del Cabildo).

Igual uso hubo en Chile, y aun se da el plural casas a la casa de una hacienda
(RODRÍGUEZ, p. 98).

CASA ENTRESOLADA.

«Se vende una casa entresolada en el Puente de Alvarado» (Diario de México, tom. I, p.
148). «La casa entresolada que está frente de la pulquería de las Maravillas se traspasa»,
(Id., p. 350).

V. ALTOS.

CASA DE CALDERAS. En los ingenios de azúcar, el edificio contiguo al trapiche en


que se hallan colocadas las -91- calderas y demás utensilios necesarios para la
fabricación de la azúcar.

Cuba. PICHARDO, p. 63; MACÍAS, p. 292.

† Cascaciruelas. HACER LA DE CASCACIRUELAS; acá es salir mal de un negocio o


empeño, especialmente si es por torpeza. El Diccionario dice: «HACER LO QUE
CASCACIRUELAS. fr. fig. y fam. «Afanarse mucho por nada, ó sin resultado
equivalente al trabajo». Como se ve, difieren bastante estos sentidos.

Cascaje. m. Conjunto de barriles vacíos, y aun cuando están llenos, si la calificación se


refiere a los barriles, y no al contenido. El CASCAJE de este vino está malo, chico, etc.

Cascalote. m. Sustancia sacada del Cæsalpinia Cacalaco, familia de las leguminosas. El


fruto es una vaina encorvada en forma de C o de S, de piel lisa y de color castaño rojizo.
Contiene una pulpa amarillenta, de sabor muy astringente, y semillas de un color
moreno. Abunda en tanino, y se emplea para curtir. Salvá le confunde malamente con
cacalote, cuervo.

«El cascalote es árbol de mucha consistencia y duración, y suele tener el tronco como
vara y media de circunferencia» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 20 febrero 1790).
(Farm. Mex., p. 42).

† Cascarilla. f. Afeite o muda para cubrir de blanco la tez. CASCARILLA de la Habana.

«CASCARILLA. N. s. f. La cáscara del huevo perfectamente molida con agua, hasta


formar una pasta fina y blanca, la cual usa el bello sexo para limpiar y blanquear la tez.
Sirve también como medicinal secante, en lugar de magnesia, para la acedía. Llaman
Cascarilla de caracol la que se hace de la concha de éste, que es más brillante y
apreciada que la otra. También se trae de Mérida» (PICHARDO, p. 80). MACÍAS, p.
295.

† Cascarón. m. El de huevo, relleno de tiza, almidón, papel picado u otras cosas, que por
diversión se cascan unos a otros en las cabezas, durante las carnestolendas. Va
desapareciendo esta costumbre, y poco se pierde.

«Así, desde luengos siglo; acá, han pasado de mano en mano la tarasca, la matraca, la
careta y los cascarones» (FACUNDO, Decadencia del Carnaval, p. 239).

† Casco. m. En las fincas de campo se da este nombre al conjunto de los edificios y


terrenos contiguos a ellos.

«Casi no contaba Lorenzo más que con los cascos de los ranchos, incluso el suyo»
(Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 239).

V. TOPILLO.

«CASCO DE CASA Ó LUGAR. Es el recinto en que se contiene, sin los agregados ó


accesorias» (Dicc. de Aut.).

† Casero, ra. m. y f. Además de las acepciones de dueño de casa y de persona que corre
con la administración de ella, significa en México la persona que en las casas de
vecindad cobra el alquiler de los cuartos, conserva el orden entre los vecinos, cuida del
aseo y alumbrado, etc. Este cargo se da comúnmente a mujeres pobres que por única
remuneración de su trabajo, que no es poco, disfrutan, sin pagar renta, el cuarto en que
habitan, regularmente uno de los peores de la casa.

«La primera pieza habitada es la de la casera, mujer de un cargador y madre de cinco


muchachos» (FACUNDO, Casa de vecindad, p. 102). «La casera cuenta que han muerto
en la casa nada más seis personas en menos de dos meses» (ID., ib., p. 104).

† Casilla. f. Portal o zaguán donde se ponen las mesas para recibir las boletas de los
votantes en las elecciones primarias.

2. También tienda pequeña en que se venden al menudeo ciertos artículos: CASILLA de


carnes, de pulque, etc.

Caso. ¡MIREN QUÉ CASO! Exclamación de sorpresa del que sufre un desengaño, o se
queda abobado.
«Como no han entendido nada se han quedado con la boca abierta, diciendo: ¡mira qué
caso!» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, capítulo 4, p. 55). «Se quedó el pobre gallo
diciendo: ¡miren qué caso!» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 434). «Nos hemos
quedado con los brazos cruzados, diciendo: ¡miren qué caso!» (ID., ib., p. 573).

† Casta. f. Entre impresores es el conjunto de letras, números, signos, etc., de un mismo


grado y ojo: Esta CASTA está trunca. Esta letra es de otra CASTA. Algunos dicen
fundición; pero es voz equívoca.

2. CASTAS. pl. En tiempos pasados -92- se daba el nombre genérico de CASTAS a


las varias mezclas de las tres razas, blanca, india y negra, y se distinguían con
denominaciones particulares. La clasificación era bastante complicada, y aun no
alcanzaba para la multitud de combinaciones que resultaban de la mezcla de los
elementos primitivos, de éstos con las mezclas, y de éstas entre sí. En el Museo
Nacional existe una pintura antigua donde en cuadretes están representadas las cabezas
típicas de las mezclas, y al pie tiene la explicación que copio en seguida.

Español con India.- Mestizo.


Mestizo con Española.- Castizo.
Castizo con Española.- Español.
Español con Negra.- Mulato.
Mulato con Española.- Morisco.
Morisco con Española.- Chino.
Chino con India.- Salta atrás.
Salta atrás con Mulata.- Lobo.
Lobo con China.- Gíbaro.
Gíbaro con Mulata.- Albarazado.
Albarazado con Negra.- Cambujo.
Cambujo con India.- Zambaigo.
Zambaigo con Loba.- Calpamulato.
Calpamulato con Cambuja.- Tente en el aire.
Tente en el aire con Mulata.- No te entiendo.
No te entiendo con India.- Torna atrás.

He aquí otra clasificación tomada de las inscripciones de unos cuadretes semejantes que
existen en Michoacán:

Modo de cómo se deben entender las generaciones de este reino de las Indias.

1. Generación de español y de india produce Mestizo.


2. De español y de mestiza produce Castizo.
3. De español y de castiza produce Español.
4. De español y de negra produce Mulato.
5. De español y de mulata produce Morisco.
6. De español y de morisca produce Albina.
7. De español y de albina produce Tornatrás.
8. De español y de tornatrás produce Tente en el aire.
9. De indio y de negra produce Cambujo.
10. De chino cambujo y de india produce Lobo.
11. De lobo y de india produce Albarazado.
12. De albarazado y de mestiza produce Barnocino.
13. De indio y de barnocina produce Zambaigo.
14. De mestizo y castiza produce Chamizo.
15. De mestizo y de india produce Coyote.
16. De dicha y de indios gentiles [sic].

Fuera de ésas, corren o corrían otras denominaciones, como mulato con española,
cuarterón, en vez de morisco, etc.

«Por mi desgracia, entre tanto hijo de su madre como estaba encerrado en aquel sótano,
no había otro blanco más que yo, pues todos eran indios, negros, lobos, mulatos y
castas» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 7, p. 109).

Hoy se dice guerra de castas a la que hacen, o se teme que hagan, los indios contra los
que no pertenecen a su raza.

† Castaña. f. Barril pequeño, a veces ovalado.

«Estirando dos mulas flacas mal aparejadas, cargadas con cuatro castañas vacías que le
prestó el padrino» (Astucia, tom. I, cap. 4, p. 81).

† Castañeta. f. ant. Cosa fútil y despreciable: una nada.

«Como el Diego Velázquez era tan favorecido del obispo de Burgos [...] no tuvo todos
aquellos requerimientos que le hicieron en una castañeta, antes se mostró más bravoso»
(BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 109).

† Castigar. a. Apretar un tornillo, una cuerda.

† Castilla. f. «Son tantas las cosas que se han llamado, y que se llaman quizá todavía de
Castilla, que hemos creído conveniente registrarlas bajo este epígrafe general. Como por
muchos siglos Europa estuvo cerrada para nuestro comercio, Castilla, es decir España,
era para nosotros el punto de procedencia de toda especie europea de importación; y así
se decía pimienta de Castilla, bayeta de Castilla, ciruela de Castilla, vinagre de Castilla,
planta de Castilla, conejo de Castilla, paloma de Castilla» (ARONA, p. 101).

Usábase aquí como en el Perú y por igual razón, calificar de CASTILLA muchas cosas
de procedencia extranjera, para distinguirlas de las nacionales. Nunca oí decir pluma,
conejo ni paloma de CASTILLA; en cambio los artesanos solían llamar así a las
herramientas extranjeras: un formón de CASTILLA. Todavía se conserva ese uso en
calabacitas, rosa, jabón y vinagre de CASTILLA. -93- Las verdaderas ciruelas se han
llamado y llaman de España, a distinción de los xocotes o jobos, que corren con el
simple nombre de ciruelas.

Guatemala. «Cera de Castilla, paloma de Castilla, vinagre de Castilla, pimienta de


Castilla» (BATRES, p. 171).
† Castillejo. m. Cada una de las armazones de hierro colocadas verticalmente a ambos
lados del trapiche o molino de cañas, y en que descansan los ejes de los cilindros,
moledores o mazas.

† Castillo de fuego. m. No acostumbramos distinguir entre CASTILLO y árbol de


fuego: todos son CASTILLOS.

V. VENDIMIA.

† Castor. Tejido de lana, mezclado de blanco y rojo, que las mujeres del pueblo y las
rancheras usaban mucho y aún usan para hacer sus enaguas.

«Con enaguas de castor llenas de lentejuelas, y rebozo de la calandria» (MORALES,


Gallo Pitagórico, p. 147). «Se fué presentando Camila con unas enaguas de castor»
(Astucia, tom. I, cap. 11, p. 220). «Su sencillo traje, compuesto de unas enaguas de
castor, un rebocito lleno de rejas y unos zapatoncitos viejos, hacía realzar su belleza»
(Id., tom. II, cap. 3, p. 70). «Las hijas de Matiana son verdaderos tipos de limpieza y
donaire, con sus enaguas de castor ó de mascadas, y sus zapatitos de raso de color»
(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 2). «Vestía enaguas de castor rojo y blanco». (ID.
Gentes, tom. I, cap. 3).

«Va una moza á la maroma


Con su enagua de castor».

(ID., ib., tom. II, cap. 9)

«Use el túnico el gran tono,


Todo flaquezas y huesos,
Y revivan los traviesos
Zagalejos de castor».

(G. PRIETO, Poes. fes., «El túnico y el zagalejo», p. 82; y 83-86)

V. JARANITA. PIECITO.

† Cata. f. Min. Excavación superficial, vertical o inclinada, hecha en el cuerpo de un


criadero metalífero para reconocerle antes de explotarle, o sobre una roca que se
presume le contiene, para descubrirle.

«En otros muchos parajes de este obispado se están haciendo muchas catas (al modo
antiguo con que se explicaban á los principios de las Indias) de varias minas» (Gaceta
de México, marzo 1733).

† Catalán. m. Aguardiente catalán.


«Echó un buen trago de catalán, y comenzó á barajar» (PAYNO, Fistol, tom. II, capítulo
13). «Después de echar todos unos buenos tragos de catalán» (Astucia, tom. I, capítulo
3, p. 53). «Solares destapó el catalán con un tirabuzón de bolsa» (FACUNDO, Gabriel,
tom. I, cap. 17). «Solares dió otras dos copitas de catalán á sus amigos» (ID., ib., tom.
II, cap. 1). «No escasearon, antes de sentarse á la mesa, las copitas de catalán con
anisete» (DELGADO, La Calandria, XVI).

V. ARTE.

Catana. f. No trae esta voz el Diccionario. En el de Autoridades leemos: «CATÁN. s. m.


Una especie de alfanje que usan los indios, que en el Japón le llaman CATANA».
Terreros dice «CATÁN, y más comunmente CATANA». Así se encuentra siempre en las
relaciones del Japón.

«Y sabiéndolo un caballero gentil, y teniendo que probar unas catanas nuevas ó alfanjes,
para ver su fineza, envió [...] á pedir el ya sentenciado á muerte [...] y juntos los
caballeros que habían de probar sus catanas, las probaron en el cuerpo del santo Luis,
mi compañero [...]. Cortáronle primero la cabeza, y después, en la prueba de las catanas,
le hicieron todo su cuerpo muy menudos pedazos» (FR. DIEGO DE San Francisco,
Mártires del Japón, fol. 44 vto.).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

Catarina. f. Nombre propio de mujer. Cuervo (§ 685) condena el uso de CATARINA por
Catalina, que califica de forma neta castellana. Por el contrario, Macías (p. 300) dice:
«Catalina es una corruptela española. En México y en la América del Sur pronuncian
CATARINA las personas cultas, porque leen Catharine en las obras francesas:
Catharina-e ó Catherine en las inglesas, Katharine en las alemanas, Caterina en las
italianas, Catharina en las portuguesas; sólo ven escrito Catalina en las españolas.
Procede del ablat. sing. del lat. mod. Catharina, æ, voz orig. de la gr. katharós, ê, ón,
puro, nítido, irreprochable». Hassey, en sus Raíces griegas (p. 17) dice: «CATARINA
(a\ikaqar/ina, a\i, en eolio por a)ei/ siempre, y kaqaro/j, limpio), la mujer pura, siempre
limpia». Dejando el punto a la decisión del lector, me limitaré a decir que aquí llaman
(ignoro con qué fundamento) -94- Santa Catalina a la de Sena y de Ricci, y Santa
Catarina a la mártir. Hay iglesia de Santa Catalina de Sena y parroquia de Santa
Catarina Mártir.

V. APARTADOR.

Cata, Catita y Catana son diminutivos de este nombre; el último poco usado.

A la rueda catalina llamamos siempre CATARINA, como sustantivo.

CATARINITA decirnos a la cotorrita cuyo nombre propio es catalnica (ant. según el


Dicc.). También a un pequeño coleóptero de color rojo.

Cateador. m. Que catea casas.

2. Min. Que abre catas.


Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

† Catear. a. Según el Diccionario, este verbo está anticuado; significa «buscar,


descubrir»; y se deriva del latín catus, diestro, astuto. Más bien parece ser forma
frecuentativa de catar, «ver, examinar, registrar». Aparte de eso, el verbo no está
anticuado entre nosotros, ni tiene la significación de «descubrir», sino la de «allanar y
registrar la policía una casa en busca de conspiradores ó papeles»; cosa que antes se
ejecutaba con deplorable frecuencia. Era el pan de cada día oír decir al levantarse:
Anoche CATEARON la casa de fulano. En este sentido le trae Salvá como pr. de Méj.
Ortúzar le tiene por prov. de América (p. 71).

Bogotá. CUERVO, † 503. Venezuela. RIVODÓ, p. 177.

2. Min. Abrir catas.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

† Catedral. f. V. CATREDAL.

† Catedrático. m. Ya que el Diccionario nos da «CATEDRÁTICO DE PRIMA, el que


tiene este tiempo destinado para dar sus lecciones», habrá que añadir el de vísperas, con
igual definición. Y más claro sería decir en la primera «el que da sus lecciones por la
mañana»; y en la segunda «el que las da por la tarde». Aquí no hay ya catedráticos de
prima ni de vísperas: los catedráticos se llaman profesores.

Cateo. m. Acción y efecto de catear o allanar casas.

2. Min. Acción y efecto de catear o abrir catas.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101. Según Ortúzar es prov. de América.

† Catite. m. El Diccionario de Autoridades dice que es «Piloncillo de azúcar moreno que


se hace en las fábricas ó ingenios de él, y es muy útil para el pecho». No hay autoridad.
Terreros: «Piloncillo de azúcar pectoral». El Vulgar: «Piloncillo que se hace en los
ingenios ó fábricas del azúcar más depurado». No se indica la etimología de la voz, ni se
expresa en qué país se fabrica ese producto. Por mi parte digo que no he oído jamás tal
nombre de azúcar, y que no está en los Diccionarios de cubanismos de Pichardo y de
Macías. Me sospecho que todo es filipino.

CATITE se llama, o llamaba, aquí a cierta clase de seda.

* Catoche. m. fam. Mal humor. Va cayendo en desuso.

Catredal. f. Forma anticuada o metátesis de Catedral, que el vulgo retiene todavía y es


ya un barbarismo.

«Este pueblo y su comarca está sufragánea al obispado y catredal de la ciudad de


Guadalajara». «Está la catredal de la ciudad de Guadalajara doce leguas» (Descr. de
Ameca, 1579, MS.). «Está este pueblo en el Obispado de Antequera veinte y cinco
leguas de la catredal» (Descr. de Teozacualco, 1580, MS.). «La voz común de esta tierra
es que esta ciudad de la Vera cruz está nombrada por cabeza de obispado é catredal»
(Descr. de Veracruz, 1580, MS.). [Hállase igualmente en otras de esas descripciones
antiguas].

Bogotá. CUERVO, § 666. Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Guatemala. BATRES, p. 169.

Es común en México suprimir el artículo cuando se habla de la catedral. Voy a catedral.


Dan las doce en catedral.

«La tarde del día 12 estando en catedral...» (Diario de México, tom. I, p. 60). «Es capaz
de cargar no sólo papeles de música, sino la torre de catedral» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 310). «Mejor me iba á enfriarme en las cadenas de catedral» (ID., ib., p.
465). «¿Y al día siguiente qué función hubo en catedral?» (ID., ib., p. 594).
«Efectivamente, contestó Castaños, mi reloj está con el de -95- catedral»
(FACUNDO, Gentes, tom. III, capítulo 1).

«Vienen dos padres


De catedral».

(G. PRIETO, Poes. fest., «La Sacamisa», p. 115)

Catrín, na. m. y f. Petimetre, lechuguino, elegante. Esta palabra se va anticuando, y sólo


se conserva entre la gente del pueblo, como apodo injurioso y despectivo que aplica a la
que no usa el traje de ella, motejándola de ociosa e inservible, cuando no de mal
entretenida. Y aun para esto usan más de la palabra roto. El Pensador Mexicano dio a
una de sus novelas el título de Don Catrín de la Fachenda, donde, como es natural, se
repite mucho la palabra.

«Nos amarán todos nuestros compañeros y compañeras, las catrinas, gente moza, útil,
alegre y liberal» (PENSADOR, Catrín, cap. 9, p. 230). «No hay catrín [...] que no tenga
su Clori ó su Filis» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 5). «De los viejos catrines
enamorados» (ID., ib., p. 20). «Prométame Vd. que escuchará lo que yo le diga, que se
dejará de andar con catrines, y yo lo compondré todo» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 11).
«Yo no soy ese catrín que tanto la fascina» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 160). «Me han
contado que está muy endiosado con una catrincilla mexicana» (Id., tom. I, cap. II, p.
216). «¡Qué lindas son las catrinas!» (Id., tomo II, cap. 5, p. 123). «¡Malditas, malditas
sean de Dios las catrinas!» (Id., p. 136). «¡Ya se la llevan á la sacristana; que se va la
sacristana, se la roban los catrines!» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 9).
«Sepamos con quién se fué. ¿Con quién había de ser? con el catrincito que le ha
trastornado los sesos» (ID., ib.). «El muchacho se ha desnaturalizado, y se ha hecho más
catrín de lo que yo quisiera» (ID., Fuereños, tom. II, cap. 16). «El mexicano en las
carreras ya no se permite decir los elegantes por prosaico [...] ni los catrines por
ordinario» (ID., El Aseo, p. 217). «Casi todos son catrines de ¡ay mamá!» (ID., Gentes,
tom. II, cap. 16). «¡Caritas! ¡Esas catrinas no sirven para nada! ¡Más orgullosas y más
groseras!» (DELGADO, La Calandria, VI). «Digan lo que quieran los catrines que le
hacen la rueda, no me gusta» (ID., ib., IX). «Los catrines seguían hablando» (ID., ib.,
X).
V. EMPAREJARSE. FACHOSO.

Catrinería. f. Calidad de catrín, y el conjunto de ellos.

«Tú eres un pobre aprendiz de la verdadera catrinería» (PENSADOR, Catrín, cap. 9).
«Quién sabe por qué causa me inclinaba á la catrinería, aunque después de haber
olvidado mi nobleza» (ID., ib., cap. 11).

† Caudillo. m. En las estancias de ganado, el segundo jefe, inferior solamente al caporal.

† Causante. m. y f. En lenguaje fiscal, el que tiene que pagar al erario alguna gabela;
particularmente la alcabala o derecho de portazgo.

Cazón. m. Según el Diccionario, es el pez de que se saca la lija. Terreros añade que es
también el tiburón pequeño. Respecto a Cuba, confirma esto Pichardo (p. 83), y lo
mismo es en Veracruz.

† Ceba. f. Cebo: la pólvora que se pone en la cazoleta de las armas de fuego llamadas de
chispa.

Hallamos el mismo trueco en Chile (RODRÍGUEZ, p. 104). Solar (p. 35) opina que es
arcaísmo, lo cual dudo, en esa acepción: la autoridad que aduce de Salvá no hace al
caso; pudiera más bien haber traído la de Terreros, aunque vaga. Rivodó (p. 239)
asegura ser constante que en muchos países, especialmente de América, se llama
invariablemente ceba al cebo de la cazoleta.

2. La cantidad que se añade a otra de igual naturaleza para que no cese su efecto y se
logre el resultado apetecido; o bien para que se complete la cantidad necesaria. En
términos de metalurgia es la cantidad de mercurio que en el beneficio por
amalgamación se añade a la masa, cuando la operación está terminada, para recoger las
partículas metálicas desparramadas, o disminuir la consistencia de la pella a fin de evitar
pérdidas mecánicas en las manipulaciones posteriores.

† Cebadero. m. Sitio donde se guarda la cebada en las casas.

† Cebar. a. El Diccionario dice que es «Ir añadiendo materia proporcionada al fuego ó á


la luz para que no se acaben». Mas este verbo no significa exclusivamente alimentar el
fuego, sino añadir cualquier materia a otra semejante, para obtener el efecto que se
desea. -96- Así en los ingenios de azúcar, CEBAR es añadir, una o más veces, cierta
cantidad de jarabe o meladura a la caldera en que se está dando el punto,
particularmente si se opera en el vacío. La cantidad que de cada vez se añade es una
ceba. CEBAR en el juego es ir aumentando el fondo conforme disminuye.

CEBAR LA BORRACHERA, exp. fam.: beber de nuevo cuando comienzan a disiparse


los efectos de la embriaguez, a fin de que continúen.

Ceboruco. m. Lugar de rocas ásperas y puntiagudas. Conocemos especialmente con el


nombre de CEBORUCO un grupo de montañas de Tepic. Una de ellas es un volcán en
actividad.
«Hubimos de dar al través entre unos ceborucos, que los hay muy grandes en aquella
costa, de manera que se nos quebró la canoa [...] y todos salimos descalabrados de los
golpes de los ceborucos [...]. Para nuestra Villa de la Trinidad no había camino por la
costa, sino malos países y ceborucos, que así se dicen, que son las piedras con unas
puntas que salen dellas, que pasan la planta de los pies [...]. Pues como las olas que
reventaban de aquellos ceborucos nos embestían [...]. Pues como por aquella costa no
podíamos caminar, por causa de que se nos hincaban por las plantas de los pies aquellas
puntas y piedras de los ceborucos, con mucho trabajo nos metimos en un monte»
(BERNAL DÍAZ, Hist. verd., capítulo 7).

† Cecear. a. Decimos por acá que los espectadores comenzaron a CECEAR al actor;
pero CECEAR (que pronunciamos sesear) significa solamente «pronunciar la s como c,
por vicio ó defecto orgánico», y también «decir ce, ce, para llamar á alguno». El verbo
propio es sisear o chichear.

† Ceceo. m. Siseo o chicheo. Véase CECEAR.

Cedulario. m. Colección de reales cédulas, impresa o manuscrita. Entre nosotros es


famoso el CEDULARIO llamado de Puga, por haberle compilado el oidor de este
nombre. Se imprimió por primera vez en 1563, y por segunda en 1878.

Salvá trae esta voz.

Cegatón, na. adj. Cegato; corto de vista.

Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Guatemala. BATRES, p. 170. Ortúzar (p. 72) dice que
falta en el Diccionario.

† Celeste. adj. usado en la frase fam. quedarse CELESTE, esto es, impasible, sin hacer
caso alguno de lo que se oye, cuando hay motivo para lo contrario.

Celuloide. (De celulosa). f. Sustancia orgánica, sólida, flexible, trasparente, compuesta


de una mezcla de algodón-pólvora y alcanfor, pulverizada, comprimida fuertemente y
sujeta después á la acción del calor. Puede teñirse de diversos colores, y tomar la
apariencia de marfil, carey, cuerno, ámbar, coral, etc..

Cemita. f. Acemita; pan hecho de acemite; y a éste llamamos también CEMITA.

«Estaba listo el almuerzo al estilo de arriero [...] un jarro de atole y cemitas...» (Astucia,
tom. I, cap. 10, p. 323).

Bogotá. CUERVO, § 577. Guatemala. BATRES, p. 170).

† Cena de negros. Confusión, desorden, riña. Hablando de cualquier reunión que acabó
en desorden, decimos Se volvió CENA DE NEGROS. El Diccionario dice: boda de
negros, y merienda de negros.

«Cena de negros
Tornaréis vos
La sacrosanta
Federación».

(Don Simplicio, set. 30, 1846)

«Y aquello es cena de negros,


¿Y quién la culpa tendrá?».

(Id., abril 7, 1847)

Cenada. f. Acción y efecto de cenar.

«En las diligencias del empeño y de la cenada se me fué el tiempo sin advertirlo»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, página 109).

Cenaduría. f. En cambio de las almuercerías, que casi han desaparecido, van asomando
unos figones con el título de CENADURÍAS, porque allí se sirven especialmente
comidas por la noche.

Cenegal. m. Cenagal. Salvá, Terreros, y Ortúzar traen CENEGAL como anticuado.

Centavo. m. Moneda de cobre que, como su nombre lo indica, vale la centésima -97-
parte de un peso fuerte. Es de introducción reciente.

SOMOANO, pp. 71, 93. Venezuela. RIVODÓ, p. 150.

[...] Centrífuga. f. En las fábricas de azúcar se da este nombre al aparato que por medio
de la fuerza CENTRÍFUGA separa en breve tiempo la miel y la azúcar cristalizada.

† Centro. m. Pantalón y chaleco, o éste solamente. Frac negro y CENTRO blanco.

«En el Ecuador se emplea esta voz para designar el zagalejo interior de bayeta, y
también una especie de saya de la misma tela ó de paño» (Mems. de la Acad. Ecuat.,
tom. I, p. 65). En Cuba «Pantalón, camisa y chaleco» (PICHARDO, p. 84); «Pantalón y
chaleco de un color» (MACÍAS, p. 316). En Buenos Aires «Chaleco» (SEIJAS, p. 57).

Centzontle. (Del mex. centzontlatolli, pájaro que canta mucho. MOL. De centzontli,
cuatrocientos, y tlatolli, voz, lengua, palabra. Mimus polyglottas, Bp.). m. Ave canora,
de la cual dice Hernández, que por lo variado y armonioso de su canto la llaman los
indios cenzontlatolli (cuatrocientas lenguas). «Es del tamaño de nuestro estornino [...].
Encerrado en jaulas canta suavísimamente, y no hay ave ó animal cuya voz no imite con
perfección. ¿Qué más? Excede con mucho al ruiseñor, tan alabado de los antiguos»
(Hist. anim., trat. II, cap. 30).
«Hay también un ave que llaman centzontlatolli, que quiere decir cuatrocientas lenguas,
y este nombre tiene porque canta de muchas y diversas maneras y muy suavemente: son
pardos y del tamaño de tordos, con la cola larga: algunos meten en jaulas y son muy
preciados» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Luego que cesan aquellos auxilios vuelven
á cantar como unos cenzontles» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 325). «En medio de
estas plantas verdes y hermosas se veían las jaulas con cenzontles y calandrias que
saltaban y gorjeaban contentos» (PAYNO, Fistol, tom. I, c. 6).

En Cuba, corrompido el vocablo mexicano, le llaman Sinsonte, y así está en el


Diccionario. Pichardo le describe, p. 335. V. MACÍAS, p. 1106. En Costa Rica
Cenzonte y Sinsonte (FERRAZ, p. 26).

† Cepa. f. Foso que se abre para echar un cimiento, plantar árboles, o colocar algún
conducto de agua.

† Cepo de campaña. m. «Género de suplicio que consiste en oprimir á un hombre


mediante un fusil y el correaje del soldado. Sentado, juntas y amarradas las muñecas,
pasados así los brazos por sobre las rodillas, métese un fusil por entre ellos y las corvas,
dejando en ese estado al paciente, que si lo han atado reciamente, acaba por
desmayarse» (GRANADA, p. 152).

En otro tiempo se usó en México.

«Lo pusieron en cepo de campaña con dos fusiles» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 57).

Cequia. f. Acequia. Le trae Terreros.

Rivodó dice (p. 177): «Es más usado por la generalidad de los que hablan el idioma, que
acequia, y creemos que tan buena es la una como la otra». Engelmann da las dos
formas. Ortúzar opina que es anticuado, y que «tiene tendencias á rehabilitarse».

† Cera. f. El vulgo le hace sinónimo de vela de cera, y dice: Voy a comprar unas
CERAS para mis difuntos.

ESTAR, PONERSE o QUEDARSE COMO UN PAN DE CERA, equivale a estar o


ponerse sumamente pálido, por enfermedad o por susto.

«Pero la infeliz era otra


Está como pan de cera».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «La Migajita», p. 147)

CERA DE CAMPECHE. Cera algo blanda y muy amarilla, que se trae de Campeche. Es
producto de una abeja indígena. Úsanla mucho los muchachos, como pegamento, y se
emplea también en medicina para la preparación de varios ungüentos y emplastos
(Farmacopea Mexicana, p. 45).
«Un hombre con el rostro amarillo como una cera de Campeche» (PAYNO, Fistol, tomo
III, cap. 14).

Cerillera. f. Cajilla para guardar los cerillos que se llevan en el bolsillo.

Cerillo. m. Velilla muy pequeña que tiene en uno o en ambos extremos un mixto cuyo
principal ingrediente es el fósforo, y que se inflama al pasarla sobre un cuerpo áspero.
CERILLO de seguridad es el que solamente se inflama pasándole por la superficie
áspera -98- que se halla en las cajillas que le contienen. Nuestro CERILLO se llama
en España cerilla; mas no se encuentra esta acepción en el Diccionario. Le corresponde
la última de fósforo; acá llamamos así a la pajuela de madera o cartón (muy poco usada
ya) dispuesta de igual manera y para el mismo fin, reservando el nombre de CERILLO a
la pajuela de cera o de estearina. También llamamos CERILLO y no cerilla a la «Vela de
cera muy delgada y larga que se enrosca en varias figuras, y más comunmente en la de
librillo» (Dicc.).

«La recién venida sacó cerillos, y ofreció la lumbre á la mamá» (FACUNDO, Baile y
Cochino, cap. 5). «Cigarros, cerillos, tranvías y dinero de bolsillo» (ID., Mariditos, cap.
6). «Sacaron un cerillo» (ID., ib., cap. 9). «Una gran caja de cerillos de lujo» (ID., ib.,
cap. 10). «Y no permite que Vd. reciba el cerillo, ni encienda primero» (ID., El trabajo y
la pereza, p. 263). «Alguna frase suelta ó el frotamiento enérgico de un cerillo»
(MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 142).

Cuba. PICHARDO, p. 86. Salvá trae CERILLO por cerilla, como provin., sin expresar
de dónde.

V. MASCADA.

Cernidero. m. Cernedero, 2.ª acep. Paraje o sitio destinado para cerner la harina.

Cernidor. m. Torno para cernir harina.

2. Tamiz.

Bogotá. Cuervo (§ 714) admite cernidor y cernedor. Agrega que aquél es de uso común
en el Perú, Chile y Buenos Aires, y aun cree probable que se usa en España. Guatemala.
Batres (p. 172) dice «Cernidor: dígase cernedor».

En ninguna de las dos formas se halla en el Diccionario, ni en Terreros ni en Salvá.

† Cernir. a. Cerner. Esta forma del verbo se encuentra en el Diccionario de Autoridades,


apoyada con texto de Fr. Luis de Granada; pero se omitió en las ediciones siguientes,
hasta que volvió a aparecer en la duodécima. En México nunca se oye decir cerner;
siempre CERNIR.

Cuervo (§ 253) añade, en apoyo de cernir, una autoridad de Balbuena. V. también


Pichardo, p. 116, y Rodríguez, p. 106. Terreros trae Cerner y Cernir.

† Cerrado. adj. Dícese de la persona necia, torpe, incapaz de entender. Es lo mismo que
cerrado de mollera.
Cuba. PICHARDO, p. 86.

2. «El que tiene todo el acento de la provincia á que pertenece; y así decimos: es un
andaluz, aragonés, etc., cerrado». Es acepción de Salvá, que también corre aquí, y se
dice de todos los que conservan muy marcado el acento español.

HABLAR CERRADO, hablar apretado y confuso.

† Cerrero, ra. adj. Cerril, 2.ª acep. Se aplica al ganado no domado todavía, y
particularmente al caballar y mular. Potro CERRERO, mula CERRERA.

Cuba. PICHARDO, p. 87; MACÍAS, p. 320; MERCHÁN, p. 245. Río de la Plata.


GRANADA, p. 152, quien trae una autoridad de Baltasar de Alcázar, la cual, a mi
entender, no basta para probar que en España tenga esta palabra la acepción de no
domado que aquí le damos, sino la de «que anda entre cerros», que le da el Diccionario.

«Cómo ha de parar un potro


Cerrero y desenfrenado?».

2. met. Aplícase a la persona inculta, huraña.

Certeneja. f. Pantano de corta extensión, pero profundo.

«En esto llegó á una certeneja» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 364).

† Cestón. m. Cesto grande cuadrado, especie de cajón, hecho de mimbres y palos, o sólo
de palos, en que suelen venir empacadas las piezas de loza. Aquí le sustituye el huacal.

Zerolo (p. 58) le trae como palabra usada en Canarias.

† Cíbolo. m. Bisonte (Dicc.). Dase el mismo nombre a la piel del animal curtida, de que,
por lo espeso y blando de su pelo, solían servirse los caminantes en vez de colchón.

Cieguito. adj. dim. de Ciego. Conocida es nuestra afición a los diminutivos en ito, y la
enemiga que tenemos contra ico. En el caso presente, el Diccionario da cieguecico,
cieguecillo, cieguecito, cieguezuelo, ceguecillo y ceguezuelo. Ninguno de estos usamos,
sino que invariablemente decimos CIEGUITO. En el Ecuador le hallamos
(CEVALLOS, página -99- 47), y de seguro anda también por otras partes.

«¡Ah qué cieguito tan bravo!» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 479).

Ortúzar le considera incorrecto.

† Cielo. JUNTÁRSELE A UNO EL CIELO CON LA TIERRA, fr. fig. y fam., llenarse
de congoja y amilanarse por el repentino descubrimiento de un mal grave y al parecer
sin remedio.
«Reconocí mi caja y la hallé con una suma de dinero, menos de la que producía la
existencia de mi cuenta. Aquí se me juntó el cielo con la tierra» (Diario de México, tom.
XII, p. 255).

Ciénega. f. ¡Cuántas veces hemos oído censurar a los que dicen o escriben ciénega,
como si hubiesen soltado un enorme disparate! Sin embargo, habrán usado, cuando más,
de un arcaísmo tan generalizado entre nosotros, que la gente se reiría del que dijese
ciénaga. Veamos ejemplos del uso en diversas épocas.

«Se cree que por ser la tierra por do iban tan fragosa y llena de ciénegas que los indios
los tomaron en parte donde no pudieron valerse» (Actas de Cabildo, 22 agosto 1525).
«Le hicieron merced de una ciénega é juncal que es junto á Chapultepeque» (Id., 26
mayo 1526). «Por la parte de leste hay otro río que pasa junto á una ciénega». «La
ciénega que por esta parte tiene solía ser antiguamente muy grande». «En esta ciénega
se crían aves diversas» (Descr. de Antequera, 1579, MS.). «Por respeto de las ciénegas y
ríos que hay son los caminos torcidos». «Están poblados en tierra baja de ciénegas y
lagunas». «Cercado de agua y ciénegas». «Todo de serranías, ríos y ciénegas» (Descr.
de la Villa del Espíritu Santo, 1580, MS.). «Puercos se criarían muy bien por ser tierra
de muchas ciénegas» (Descr. de Justlavaca, 1580, MS.). «Hay unas ciénegas al rededor
[del pueblo] que en tiempo de aguas con dificultad se entra en él» (Descr. de
Hueytlalpan, 1581, MS.). «Hasta llegar á una ciénega que empieza desde estas casas».
«La ciénega es de largo legua y media». «Críanse en esta ciénega muchos patos
blancos». «Por delante tiene una muy grande ciénega». «Fuera de la ciénega de que se
ha hecho mención hay un llano encima de ella muy grande». «Tales ciénegas y ejidos
para sus ganados» (Descr. de Tiripitío, 1581, MS.). «Es lugar malsano por ser el suelo
muy húmedo, y casi todo de ciénegas» (Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.). «En tiempo
de aguas [camino] de muchas ciénegas y ríos y esteros» (Descr. de Tequantepeque,
1580, MS.). «Dicen se llama así porque hace una muy grande ciénega» (Descr. de
Iztepec, 1581, MS.), etc. «Chiautla, que quiere decir "cenegado", se llamó así por las
ciénegas que en él hay» (J. B. POMAR, Relación, p. 5). «El capitán saltó en tierra á ver
si hallaría agua [...] é no la hallaron, sino ciénegas» (OVIEDO, Hist. de Indias, libro
XVII, c. 10). Bernal Díaz usa indistintamente las dos formas ciénega y ciénaga.
Pondremos algunos de los lugares en que usa de la primera. «Iba un camino angosto
desde los palmares al pueblo, por unos arroyos ó ciénegas» (Cap. 31). «É nuestro Cortés
se apartó un poco espacio ó trecho de nosotros por autor de unas ciénegas que no podían
pasar los caballos» (Capítulo 33). «Y después que los hubimos desbaratado, Cortés nos
contó como no había podido venir más presto por causa de una ciénega» (Cap. 34).
«Ciénega es lo mismo que laguna» (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario). «Se pusieron,
como pláticos en la tierra, entre unas acequias y ciénegas de mal paso». «Estando en
este aprieto llegó Fernando Cortés harto de pasar acequias y ciénegas»
(TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. IV, capítulo 11). «Andaba á pie, y anduvo tanto y tan
malos caminos, ciénegas y montes cerrados, que admirará cuando dellos se trate en su
lugar». «Pasó lagunas y ciénegas que le llegaban á la cintura». «Y con ayuda no podían
pasar los ríos y ciénegas que este santo religioso» (P. LIZANA, Hist. de Yucatán, pte. II,
cap. 19). «Llevóse también la agua tres carretas con sus seis yuntas de bueyes cada una
hasta la cieneguilla que llaman de Navarrete» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia,
cap. LIII, n. 8). «Tiene ciénegas para ganados» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, libro 2, cap. 5). «He cortado algunos bosques perniciosos [...] sofocado
algunas ciénegas» (Diario de México, tom. I, p. 231). «El cabecilla indígena Juan Pablo
ha secundado el plan con cien hombres de la ciénega» (S. POLO, La Bola, cap. 6).
Por otras tierras hispanoamericanas anda también el CIÉNEGA. Bogotá. CUERVO, §
669, p. 449. Chile. RODRÍGUEZ, p. 106. Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Cuba.
PICHARDO, p. 116; MACÍAS, p. 320; ARMAS, p. 40. Guatemala. BATRES, pp. 173.
Venezuela. RIVODÓ, página 234. Buenos Aires. SEIJAS, p. 37.

En el Diccionario Marítimo hallamos: «CIÉNEGA. s. f. Pil. Laguna formada por el


desaguadero de uno ó más ríos».

A pesar de tantos valedores españoles, la pobre CIÉNEGA no ha podido entrar en el


Diccionario.

† Cierto. POR CIERTO, expresión usada para denotar que se desprecia alguna cosa.
-100-

«¡Por cierto de esos regalos!» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235). «Ya lo conoce Vd., y yo
no sé qué le ven las mujeres. -Su dinero. -¡Por cierto de su dinero!» (FACUNDO,
Isolina, tom. I, cap. 7).

V. CALZONUDO.

† Ciguatera. f. Omitiríamos esta voz, desconocida en México, si no fuera porque la


Academia le atribuye, aunque en duda, origen azteca, y pregunta: «¿Del azteca cihuatl,
mujer, por la debilidad que produce esta enfermedad?». Paréceme que esta etimología
debe desecharse. Pichardo dice (p. 334) que Siguatera (así escribe) es voz indígena, o de
las Islas, y Macías (art. ACIGUATARSE) afirma que es «antillana y muy antillana».

† Cincha. f. A REVIENTA CINCHAS quiere decir lo mismo que a mata caballo, según
la Academia. Acá usamos rara vez o nunca de ese modo adverbial en tal sentido, y en
cambio se oye con frecuencia en el de «á fuerza, de mal grado, con gran repugnancia».

«El amo, á revienta cinchas, se arrimó á la puerta, y dijo fingiendo amabilidad...»


(Astucia, tom. I, cap. 8, p. 142). «Era [yo] huésped en mi casa, y sólo el cariño de las
chiquillas me hacía llegar á revienta cinchas, pujando y agachando la cabeza» (Id., tom.
II, capítulo 5, p. 126).

† Cincho. m. Cincha; la faja con que se asegura la silla sobre las bestias.

† Ciprés. m. Dase este nombre al altar mayor de las catedrales cuando queda aislado,
como en general sucede, y tiene en sus cuatro frentes otras tantas mesas o altares para
celebrar.

«En abril de 1847 el Cabildo Eclesiástico mandó que la fundiera José Folco: el producto
se invirtió en construir parte del nuevo ciprés» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 289:
adición de V. de P. A.).

Este pasaje se refiere a la imagen de oro que poseía la Catedral, y que conocí, de la cual
nos da Sedano la siguiente noticia:
«La imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, de oro macizo, que se venera en la Santa
Iglesia Catedral de esta ciudad se estrenó en las vísperas de la celebridad de la
Santísima Señora, día 14 de agosto de 1610. Pesa 6984 castellanos de oro».

† Circo. m. La compañía de gimnastas, funámbulos, volteadores, jinetes, etc., que


trabaja en el CIRCO. Ha llegado un buen CIRCO.

«Pertenecer al circo era para Gabriel una dulce compensación» (FACUNDO, Gentes,
tomo I, cap. 5).

† Circular. m. Por antonomasia, el jubileo CIRCULAR o indulgencia de cuarenta horas.

«Por las tardes, luego que reposaban la comida, se vestían y marchaban para la iglesia
donde estaba el circular» (PENSADOR, Quijotita, cap. 29).

Ortúzar se burla del nombre jubileo CIRCULAR o circulante, porque no es jubileo, y


«nada tiene que ver con círculos ni cosa que lo valga». En cuanto al sustantivo tiene
razón; el adjetivo pudiera defenderse, ya que CIRCULAR es andar, pasar, moverse de
una parte a otra; y el jubileo en cuestión pasa de una iglesia a otra, sin cesar más que en
la semana santa, en la octava de Corpus y en los días de Todos Santos y difuntos. Lo
cierto es que nadie dice indulgencia de cuarenta horas.

† Cirgüela. f. ant. Ciruela. La forma antigua pertenece, según Cuervo (§ 689), a la


«monserga vulgar» de Bogotá, y proviene de «la levísima aspiración que lleva consigo
el diptongo ue, así al principio como en medio de dicción». Aquí retiene todavía el
vulgo esa forma; mas parece que la cosa es antigua y que vino de España. Nuestro vulgo
usa, pues, de un arcaísmo vulgar.

«Llevan un fruto amarillo de razonable gusto, casi como el de la cirgüela» (Descr. de


Tenamaztlán, 1579, MS.). «Cirgüelas de la tierra, é árboles de cacao» (Descr. de
Tetiquipa, [circa 1580], MS.). «Una fruta que llaman chicozapotes, á manera de
peruétanos, y cirgüelas de la tierra» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Maracaibo. MEDRANO, p. 9.

Cirquero, ra. m. y f. Individuo de una compañía de circo. Dase especialmente este


nombre a los que ejecutan ejercicios ecuestres.

«Aprovechando la casualidad de estar allí unos cirqueros». «Escogieron del repertorio


de los cirqueros» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 374). «Sobre todo, había una gran
novedad: una cirquera» (FACUNDO, Gentes, tomo -101- I, cap. 2). «Se trataba de
una compañía de cirqueros» (ID., ib., tom. I, cap. 4).

2. El empresario de una de esas compañías.

«Pusieron á prueba la filantropía de los cirqueros Orrin» (FACUNDO, El Lujo y el


Dormitorio público, p. 298).

† Ciruela. (Spondias purpurea). f. Frutilla silvestre, que poco se parece a la verdadera


CIRUELA. Es pequeña y comúnmente de color rojo; las hay amarillas, y a éstas llaman
en algunas partes hobos o jobos (Spondias mombin). El hueso ocupa casi todo el
interior, y apenas queda para comer una pequeña parte de pulpa amarilla; por eso dice
Oviedo, hablando del jobo, que «aunque se coman muchos, se come poco» (VIII, 2). El
jugo es más o menos agrio, según las especies. Algunos llaman a esas ciruelas xocotes,
que es el nombre mexicano (xocotl, de xoca cosa agria). Oviedo (VIII, 21) da una
descripción del árbol y cuenta una estupenda virtud curativa de su albura.

(Farm. Mex., p. 46).

En Costa Rica, jocote (FERRAZ, p. 79). Cuba. PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 330;
ARMAS, p. 68.

† Cisca. f. vulg. Vergüenza, empacho, mortificación.

«Me arrimé á la rueda con alguna cisca, porque los que jugaban eran payos con dinero,
y ninguno tan mugriento y desharrapado como yo» (PENSADOR, Periquillo, tom. III,
cap. 5, p. 79).

† Ciscarse. pr. vulg. Avergonzarse, correrse.

He aquí un verbo peliagudo por la sucia acepción que tiene en castellano. Mas hay que
resolverse a estamparle, porque aquí se usa, aunque no entre gente educada, y no
despierta idea indecorosa. No sería malo, con todo, dejarle caer en olvido, para mayor
seguridad, habiendo, como hay, otros sin mácula de que echar mano. No es ésta la única
palabrita que siendo inocente en su casa deja de serlo en la ajena: como por ejemplo,
cierto infame verbo bogotano y chileno que por allá puede andar y anda en boca aun de
señoritas, y aquí nos espeluzna cuando le vemos en aquellas letras de molde (que en las
nuestras nunca aparece), por la obscenísima significación que le da la plebe, y tanto que
colocado en determinada frase causa cada día graves riñas y aun muertes.

«Pascual no dejó de ciscarse, y no quisiera verlos tan alegres á su costa» (PENSADOR,


Quijotita, cap. 15). «Viendo que yo me había ciscado con su risa me dijo el coime...»
(ID., Periquillo, tom. II, cap. 4, p. 66).

Cuba. «CISCAR. v. a. fam. Se usa más frecuentemente como recíproco, y en el sentido


de cortarse, avergonzarse» (PICHARDO, página 88).

Ciscón, na. adj. vulg. Que se cisca, corre o avergüenza con facilidad.

† Cívico. m. Individuo de la milicia cívica instituida en 1822. Diose luego este nombre a
los guardias nacionales de 1846, y vino a ser sinónimo despectivo de soldado bisoño e
indisciplinado.

«Quién sabe si será como los cívicos de allá» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 296).

«Que proclamas vienen,


Que cívicos van;
Que dice la tropa
No quiero marchar».
(Don Simplicio, 12 sept. 1846)

«El cívico que ha dejado


Ó la brocha ó el formón
Marcha adusto por la calle,
Gran bigote, ceño atroz».

(Id., 19 sept. [17 oct. y 14 nov. 1846)

† Cizallas. f. pl. He oído esta palabra por «tijeras grandes para cortar metales». El
Diccionario no trae esta acepción; pero se halla en Terreros y en Salvá.

Claco. m. Pronunciación corriente de la palabra tlaco, moneda de cobre usada hasta


hace poco. Los españoles encontraban, y aún encuentran, gran dificultad en pronunciar
la articulación tl, comunísima en el idioma mexicano. Si se halla al principio o en medio
de dicción, la convierten en cl, y si al fin, en te. Lo primero prevalece todavía, aun entre
mexicanos, y se oye decir claco, clecuile, mezclapique, etc., aunque muchos pronuncian
ya correctamente esas voces. Lo segundo ha quedado definitivamente -102- aceptado:
todo el mundo dice y escribe mecate, tompeate, petate. En Guatemala parece que sucede
lo mismo, porque Batres (p. 175) trae CLACO, por moneda de poco valor en México.

Claotlali. «m. p. Méj. Cacique». He aquí dos artículos de Salvá, que no sé de dónde
salieron. Son evidentemente palabras mexicanas corrompidas, y no acierto a
restablecerlas. Desde luego habría que leer tlaotlali y tlotali, porque la combinación de c
y l no existe en esa lengua; mas nada se adelantaría. Señor o cacique es tlatoani. De
todas maneras, esas palabras no corren y salen sobrando.

† Clarear. a. Atravesar una bala de parte a parte cualquier cuerpo.

«La bala que pasó clareando la falda del sombrero de Vicente Ne, les infundió tal pavor,
que...» (Astucia, tom. II, cap. 4, página 103). «Otros cuatro [tiros] por la parte de afuera
clarearon los tablones» (Id., página 105). «Uno de sus arrieros, el Chango, clareada la
pierna de un balazo» (ID., tomo II, cap. 7 bis, p. 199).

Claridoso, sa. adj. Que acostumbra decir claridades, o frases amargas y ofensivas, sin
rebozo ni atenuación.

«Yo le enseñaré á claridoso» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 313). «Especialmente en el


desempeño de su profesión, en que era excéntrico y claridoso» (ROA BÁRCENA,
Noche al raso, XI, p. 37).

«Y ¡ay si es claridosa
Y el mundo revuelve!».
(G. PRIETO, Poes. fest., «Letrilla», p. 75)

En Cuba clarioso (PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 331).

† Clarín de la selva. Myadectes unicolor. m. Ave canora del grupo de los dentirrostros.
Es de tamaño algo mayor que el de un gorrión de Europa, de color apizarrado uniforme,
y con un ribete blanco alrededor de los ojos. Se domestica y se le tiene en jaula por
gozar de su canto.

† Claro. m. El blanco de la azúcar purificada: buen CLARO; CLARO acotensado.

2. pl. Las espumas que se recogen en las calderas donde se cuece la azúcar, después de
quitada la cachaza. Las primeras, cocidas, se convierten en miel de CLAROS; de las
últimas suele hacerse azúcar de inferior calidad, o se pasan a otra caldera cuya limpia
comienza.

Cuba. PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 331.

Clausurar. a. Cerrar, dar por terminado el período de las sesiones de un cuerpo


deliberante. El Congreso CLAUSURÓ ayer sus sesiones. En tal acepción, muy usada;
es defendible el verbo, porque corresponde a una de las acepciones que el Diccionario
da a CLAUSURA; pero suele aplicarse a lo que no es congreso ni tribunal, como
CLAUSURAR un establecimiento, lo cual no cuenta con aquel apoyo. Ofrece, sin
embargo, la ventaja de evitar una anfibología, porque cerrar un establecimiento lo
mismo puede significar cerrarle a la hora acostumbrada para abrirle al día siguiente, que
cerrarle definitivamente por cesación de negocios: CLAUSURAR no deja duda de que
se trata de lo segundo. Mas en resumen, no soy partidario del verbo, por ser inútil: el
Congreso puede cerrar sus sesiones, y fulano o zutano cerrar o quitar (según el caso) su
tienda o su colegio.

«Se ignora si éste sustituyó con otro el hospital clausurado» (G. OBREGÓN, México
viejo, p. 58). «Desde esta fecha quedó clausurado para siempre el hospital de S. Lázaro»
(ID., ib., pp. 66 y 273).

Rivodó (p. 22) pone a CLAUSURAR entre los verbos que, a su juicio, faltan en el
Diccionario. Ortúzar le aprueba.

Baralt no menciona el verbo, y opina que clausura denota el fin temporal de las sesiones
de un congreso; pero lo cierto es que CLAUSURAR, hablando de establecimientos, se
toma aquí por cerrarlos definitivamente, como se ve en los textos citados.

† Clave. m. Pianoforte. Hoy desusado.

«Y cuando quería desahogarse lo hacía con su clave, que tocaba diestramente»


(PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Tomamos chocolate, y unas veces nos ponemos á
platicar, otras á tocar mi clave» (ID., ib., cap. 6). «Sabía coser y bordar, y tocar el clave»
(PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 16).
-103-
* Clavería. f. Lugar en que se guarda el tesoro de la catedral, y en que asistían los
claveros.

† Clavero. (Del lat. clavis, llave). m. En la catedral, cada uno de los dos capitulares que
recibían de los Jueces Hacedores el producto de los diezmos y cuidaban del tesoro de la
iglesia. Por la diminución de las rentas, y la consiguiente de los capitulares, el oficio de
CLAVERO está hoy anexo al de Juez Hacedor.

2. Clavijero, por percha.

«Toda la recámara estaba llena de claveros y cordeles» (PAYNO, Fistol, tom. I, c. 6).

Clavitos. m. pl. Juego antiguo, que ignoro en qué consistía.

«¿No te encuentras á cada paso con una tropa de vagamundos que andan jugando á los
clavitos y al picado en las esquinas y plazuelas?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 14).

† Clavo. CLAVO A CLAVO, hablando del andar del caballo, es llevarlo muy despacio.

«Por no despertarla nos hemos tenido que volver clavo á clavo» (Astucia, tom. I, cap.
16, p. 390).

Clecuile. m. V. TLECUILE.

Clema. f. «CLEMA [Leche]. Crema», dice Cevallos (p. 48), y no sé si la palabra leche
entre paréntesis debe considerarse como explicativa de que a la leche llaman clema; o
bien si han de invertirse las palabras, y leer «Leche clema. Crema». Me inclino a lo
segundo; pero sea como fuere, es curioso hallar en el Ecuador ese CLEMA por crema,
que es aquí tan antiguo en el conocido y excelente plato de dulce llamado leche
CLEMA.

«Estas almendras
Ven á pelar,
Que hay leche clema
Y hay huevo real».

(G. PRIETO, Poes. fest., «La Sacamisa», p. 114)

Y a propósito de crema, fatigados nos tienen los cronistas de los periódicos con su
frasecita de «la crema de la crema de la sociedad». ¿A qué ese galicismo, y para qué
queremos tanta crema, si en castellano tenemos la flor y nata?

† Cliente. m. Ya que una de las acepciones de Clientela es «conjunto de los enfermos


que se sirven de un mismo médico», parece que en CLIENTE debe añadirse la de
«enfermo, respecto á su médico».

Cloroformar. a. Dícese siempre por cloroformizar. Ortúzar asegura que es usado


técnicamente.
† Club. m. Dice el Diccionario: «Junta de individuos de una sociedad política, por lo
común clandestina». Esta definición no es ya de nuestros días, en que hay CLUBS para
todo, y han perdido el carácter tenebroso que tenían antes, sin quedarles ya casi nada de
político ni menos de clandestino. Mejor lo entendía Terreros cuando decía, hace más de
un siglo: «CLUB llaman en Inglaterra á lo que en Madrid tertulia ó junta de personas de
gusto». Hoy entra bien poco el gusto en los CLUBS; con raras excepciones no tienen
otro objeto que divertirse y matar el tiempo, cuando menos.

* Coa. f. Instrumento de labranza que se usa en lugar de la azada. Es una especie de pala
de hierro sin reborde alguno, casi recta por un lado, curva por el otro, y terminada en
punta, con un cabo largo de madera en la línea de la parte recta.

«De los robles y encinas se aprovechan de hacer coas para labrar sus tierras» (Descr. de
Justlavaca, 1580, MS.). «Sobre estar ya tan fatigado [el indio] y haber de ganar la vida y
mantener su familia con sólo una coa en la mano» (Cód. Mend., tom. I, página 32). «Las
coas ó palas con que cavan las tierras y las cultivan» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib.
VI, cap. 26). «Allí tienen hechas coas, cavadores y todo lo necesario para cultivar sus
tierras» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., parte I, libro 2, cap. 11). «Se
requiere le limpien el zacate ó yerba que se cría al pie, con un instrumento de fierro (que
aquí se llama coa) engastado en un palo: dicho fierro es algo ancho con figura de
corazón» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 12 abril 1794). «Para cavar ó mover la tierra
se servían [los indios] del coatl, hoy coa, instrumento de cobre con el mango de madera;
pero muy diferente de la azada y del azadón» (CLAVIGERO, Stor. ant. del Mess., lib.
VII, § 28). «Alzando una coa que me truje de un pión, le asenté tan buen trancazo en el
gogote, que cayó redondo, pidiendo confesión» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap.
9, p. 156).
-104-

Pichardo (p. 89) la califica de «voz indígena». Macías (p. 333) desecha la etimología
mexicana coatl, que ciertamente es falsa. Molina no trae esa palabra con significación
de instrumento de agricultura, ni se halla en Sahagún. Si la da Siméon es con referencia
a Clavigero, no a escritor antiguo. Cierto es que Clavigero (como hemos visto) cree que
COA viene de coatl; mas puede bien ser que se dejase llevar únicamente de la
semejanza del sonido. Mendoza le sigue, y añade que «por su figura tomó el nombre».
Por mi parte no descubro en qué se parezcan la culebra y la COA, aunque en aquellos
tiempos fuera ésta un palo torcido. Y dudo mucho que los indios mexicanos llamaran
COATL a un instrumento de labranza, porque Molina, en la parte castellana-mexicana,
trae «Coa de hierro, tepuzuictli». Bien sabido es que los mexicanos llamaban tepuztli al
cobre y al hierro, de modo que en el compuesto tepuzhuictli, el tepuz representa la
materia, y el uictli (huictli) el instrumento. En efecto el mismo Molina trae «Victli
[huictli] COA para labrar ó cavar la tierra». No había de dar la interpretación de una
palabra mexicana por otra, ni ponerla en el alfabeto castellano. El huictli (huistle) es
todavía el nombre de una pieza de madera que se atraviesa en el antiguo arado de palo,
con el fin de ensanchar el surco. Macías cita un documento oficial en que se prohíbe el
uso de la COA, desgraciadamente no expresa la fecha, que daría mucha luz, y no he
podido verificar su cita, que es «Doc. Inéd., pág. 58, tom. V», porque ni en los
Documentos inéditos para la Historia de España, ni en las dos series de los del Archivo
de Indias hallo nada de COA en la página y tomo citados: se referirá a otra colección
que no conozco. En el glosario de la Historia de Oviedo se lee: «COA. Palo tostado
empleado por los indios para labrar la tierra, á manera de azada (Lengua de Cuba)»; mas
ese glosario no merece entera confianza, en cuanto a la procedencia de las palabras.
Brasseur de Bourbourg, en el Vocabulario de la Lengua de Hayti que puso al fin de la
Relation des choses de Yucatan, trae «COA, fontaine». Es notable que en esa lengua sea
común la terminación coa, como en barbacoa (tapanco), y en los nombres geográficos
Baracoa, Guanabacoa, Tayabacoa, etc.. Por último, mi estimado y bondadoso amigo el
Sr. D. Vidal Morales y Morales me comunica un pasaje de cierto documento publicado
en la Revista de Cuba, que pone término a la cuestión. Helo aquí: «No se permita á los
indios trabajar con coas de palo, que son unos palos de puntas agudas que usaban para
cavar y hacer sus labranzas, con que agora también les hacen los españoles trabajar».
Esto se halla en un Memorial sobre el remedio de las Indias, presentado al Cardenal
Cisneros. Es letra de Bartolomé de las Casas. Año de 1516, perteneciente a la Colección
de Muñoz. Si en 1516, cuando aún no había noticia de que existiese la lengua mexicana,
usaba el P. Las Casas la palabra COA, es evidente que no pertenece a esa lengua, sino a
la llamada comúnmente de las Islas.

Pero he aquí que Armas (pp. 40, 42) da en cierto modo a entender que es de origen
vascongado, y que fue introducida por los primeros conquistadores: oigámosle.

«Vascos eran muchos de los marineros que vinieron con Colón y con los demás
descubridores, y no es de extrañar, por tanto, que abunden nombres vizcaínos entre los
impuestos á las nuevas comarcas». [Cita algunos y prosigue:] «Araya, Urica y otros
muchos nombres geográficos de Venezuela son vascongados, como lo son, al menos en
su parte terminal, todos los que tienen la desinencia coa, y más generalmente oa. Tales
son Chichibacoa, Cumanacoa, Aroa, en Venezuela; Baracoa, Guanabacoa, Guasabacoa,
Tayabacoa, Jibacoa, en Cuba; y Bainoa, que es común á Cuba y Santo Domingo. Parece
que la terminación oa indica proximidad á la playa ó al agua, porque á orillas del mar se
encuentran casi todas las poblaciones expresadas; siendo reconocible en casi todas ellas
el primer componente de la palabra.

"Los tasajos curados con lejía


De coa cierta planta salitrosa,
Porque sal por allí no se tenía".

(CASTELLANOS, Elegía 12, C. 3)».

-105-

Este pasaje de Castellanos puede verse en el tom. IV de la Biblioteca de Rivadeneyra, p.


136, col. 2, y parece que Armas le trae para confirmar que la terminación oa indica
origen vascongado. Como no entiendo palabra de aquel idioma, no me atreveré a decir
si el oa o coa indica inmediación al agua, aunque lo dudo. A lo menos en barbacoa no
puede suponerse que tal signifique; ni paso a creer que los vizcaínos impusiesen el
nombre de coa a la yerba de que habla Castellanos. Macías no acepta el origen vasco.
Pero sea isleño o vasco nuestro coa, el hecho es que no pertenece a la lengua mexicana.

La palabra COATEQUITL (infra), que Molina interpreta «obra pública ó de


comunidad», y que Siméon considera formada de coatl, COA, y de tequitl, tributo,
trabajo, tarea, parece a primera vista ser favorable al origen mexicano de COA; pero por
una parte, podría haberse introducido ya en tiempo de Molina (1571) esta palabra isleña,
y por otra es de notar que la sílaba coa aparece como inicial de varias palabras
mexicanas, que no se refieren a culebra ni a instrumento de labranza, sino a reunión de
personas, como coachihua, convidar a alguno; coamati, hospedar a alguno por amistad;
coanotza, convidar a otro; coateca, coatlalia, asentar a la mesa los convidados; coatlaca,
ayuntamiento de naciones. Este último nombre es compuesto de tlacatl, varón, hombre,
persona o señor, y el coa ha de referirse al ayuntamiento o reunión de ellos. En Siméon
tenemos nechicoa, «se réunir, se rassembler, en parlant des hommes». Siendo esto así, la
significación de coatequitl sería reunión de personas para los trabajos públicos, que no
todos eran de labranza para que por eso hubiera de figurar en el nombre la COA. Mi
escasísimo conocimiento de la lengua mexicana me hace presentar con suma
desconfianza estas observaciones; pero acaso ayuden a encontrar el verdadero camino.

Coastle. m. Especie de tejido burdo y muy grueso que se hace de las barbas o fibras que
envuelven el coco. Se usa para sudaderos, abrigar tubos de vapor, etc.

† Coate. m. V. CUATE.

Coatequil o Cuatequil. m. «El maíz que se ha de sembrar. Es voz mexicana [...] RECOP.
DE IND., lib. 6, tít. 12, l. 29. Mandamos que los indios del pueblo de Tepexi de la Seda
sean reservados de acudir con el cuatequil para las sementeras del valle de San Pablo».
Este artículo está copiado del Diccionario de Autoridades (el vulgar no le trae). La cita
es exacta; pero el autor, dicho sea en paz, tomó el rábano por las hojas. No hay tal maíz,
ni cosa que lo valga. El COATEQUIL era el trabajo personal y forzado de los indios en
cosas públicas; y así pudo comprenderlo fácilmente el autor, porque todo ese título 12
de las Leyes de Indias que él cita trata Del servicio personal. COATEQUITL, es en
efecto palabra mexicana (V. COA); pero lo que la ley dice es que los indios de Tepexi
quedaban exceptuados de trabajar en ciertas sementeras. Por haberse fiado del
Diccionario de Autoridades incurrió Salvá en el mismo error; pero Terreros lo hizo peor,
pues dijo, generalizando, según su costumbre, «así llaman en México al maíz».

«De presente es el cohuatequil de los españoles en sus sementeras y otras obras, que
aunque se lo pagan no es lo justo» (Cód. Mend., tom. I, página 214).

Cobaco. m. Ignoro el significado de esta palabra, que encuentro en Bernal Díaz.

«Al capitán Juan de Grijalva le dieron tres flechazos, y aun le quebraron con un cobaco
dos dientes (que hay muchos en aquella costa), é hirieron sobre sesenta de los nuestros»
(Capítulo 9). En el pasaje correspondiente dice Herrera («Déc. II», lib. 3, cap. 1):
«Quedaron heridos sesenta soldados, y muertos tres, y el capitán general Juan de
Grijalva con tres flechazos, que el uno le quebró dos dientes».

* Cobija. f. Manta, abrigo en general; en plural, ropa de cama.

«¿Sabe Vd., Don Pepe, que no sería malo llevar nuestras cobijas, porque hace un
airecito medio frío?» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 316).

Bogotá. «Hace la pícara suerte que no sean acepciones castellanas cobija por manta,
cobertor -106- ó frazada...» (CUERVO, § 554). Ecuador. «COBIJA [...] No [es] la
manta peluda que se echa sobre la cama» (CEVALLOS, p. 48). Río de la Plata.
«COBIJAS, pl. f. Ropa de la cama, ó sea colcha, frezada y sábanas en general. En
México tiene la propia acepción [...] así como en el Perú, según D. Ricardo Palma»
(GRANADA, p. 155). Guatemala. «Es un mejicanismo, adoptado en el Salvador y por
algunos de nuestros paisanos, que significa manta y ropa de cama» (BATRES, p. 176).

† Cobijar. a. COBIJÁRSELA AL REVÉS, expr. fam. con que se denota que alguno
entiende o hace al revés una cosa. También la hallo usada en son de amenaza de que a
alguien le resultará lo contrario de lo que se figura.

«Eso quisieran, respondió; pero puede que no pase mucho sin que se la cobijen al revés»
(Astucia, tom. I, cap. 9, p. 157). «Ese día en que nos veamos las caras será su vanidad
abatida. -Todo se lo diré, comandante; pero no vaya á ser que se la cobije al revés» (Id.,
tom. II, cap. 1, p. 8).

† Cobrar. a. «Es, pues, absurdo á todas luces tomar este verbo por pedir, exigir,
demandar lo debido: v. gr. Estoy cansado de cobrar, y no percibo ni un cuarto»
(CUERVO, § 506).

Es general aquí este uso del verbo COBRAR: Por más que le COBRO no me paga.
CÓBRELE Vd. todos los días hasta que pague. Esta acepción corre también en otras
partes de la América española. Desde luego en Colombia, puesto que Cuervo la
menciona y tacha; lo mismo hace Rodríguez en Chile (p. 108); en Venezuela nos lo
prueba la censura de Rivodó (p. 270), y en Maracaibo, particularmente, llamó la
atención de Medrano, pues copia a Cuervo (p. 29). En el Ecuador tenemos el testimonio
de la Academia Ecuatoriana (tom. I, pág. 66) y el de Cevallos, quien la aprueba en estos
términos: «Hay quienes creen que este verbo sólo significa recibir dinero, y que, en tal
concepto, no equivale á la acción de exigirlo. Pero si exigir es también cobrar, sacar de
otro por medio de la justicia algún dinero, es claro que cuando se exige el pago de una
deuda, se la cobra» (p. 48).

Terreros no se expresa con gran claridad ni corrección, cuando dice: «COBRAR: exigir
ó percibir la paga de lo que se debe»; mas parece inclinarse a nuestro lado, si atribuimos
a ese exigir (como lo indica la disyuntiva o) la acepción figurada que le da el
Diccionario de «pedir á uno con mucha instancia que haga alguna cosa», confirmada
con el pasaje de Cuervo arriba citado.

Guatemala. BATRES, p. 176. Cuba. MERCHÁN, p. 239.

† Coca. f. fam. Gorra; usado con frecuencia en el modo adverbial de COCA, por de
balde, de gorra.

«El 20 de Agosto de este año, en el real coliseo, se hizo de coca la comedia de la


Conquista de México» (Diario del ALABARDERO, 1782, p. 143).

«Los que de la coca


El voto profesan».

(Diario de México, tom. II, p. 1)


«Sí, la coca, la coca es la campana que convoca tantas visitas» (PENSADOR,
Periquillo, tom. I, cap. 5, p. 56). «Pero cuando estas cocas se acabaron, cuando la
pobreza se apoderó de mi casa y ya no hubo que raspar, se retiraron de ella» (ID., ib.,
tom. II, cap. 2, p. 22). «¿No fuera mejor que te estuvieras allí comiendo de coca y con
seguridad?» (ID., ib., tom. II, cap. 2, p. 30). «No le tenía cuenta ser delicado y perder la
coca de mi convite al medio día» (ID., ib., tom. II, cap. 9, página 146).

Recuerdo haber visto, no ha muchos años, en una pulquería cierta pinturilla de la


escuela de Orbaneja, que representaba lo que dice la siguiente quintilla puesta al pie de
ella:

«Un gato pinto amarrado,


Con un ratón en la boca,
Está mirando enojado
Á los que beben de coca,
Y al último piden fiado».

COCA, según el Diccionario Vulgar, es la «vuelta que forma un cabo al desdoblarse»; y


según el Marítimo, «criar COCA», es «formar codillo [ó rosca] el cable ú otro cabo».
En las cadenas es también una vuelta semejante que toman los eslabones cuando
montan unos sobre otros en vez de seguir la dirección debida.

Guatemala. «Nosotros llamamos cocas á las vueltas ó enmaraños del hilo ó de la seda,
cuando se hace una madeja» (BATRES, página 177).
-107-

Cocada. f. Postre que aún no pierde su antigua fama, compuesto de coco, huevo y
azúcar. Algunos le añaden leche, piña o jícama, y también vino.

«Desde el platón de cocada de la monja ó de la tía anciana, hasta el lujoso devocionario


que le regala el Padre Martínez» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3). «Á la Chata se le
podía encargar un platón de cocada, unos cubiletes de almendra, unas peras en pasta de
almendra, unas quesadillas de Guatemala, ó cualquiera cuelga» (ID., Jamonas, tom. I,
capítulo 7). «La cocada insuperable, suave, dorada, con su incitante costra de caramelo»
(DELGADO, La Calandria, XI).

Cuba. PICHARDO, p. 90. Maracaibo. MEDRANO, p. 29. Perú. ARONA, p. 110.

Cocear. n. Entre arquitectos y albañiles, remitir el arco el empuje de sus dovelas a otro
arco, o a pared o estribo.

Coceo. m. Acción y efecto de cocear un arco.

† Cocina. La COCINA GRANDE, fam. El infierno.

«Que se mueran, hija; qué hemos de hacer: así lo quedrá Dios; pero que no se vayan á la
cocina grande» (DELGADO, La Calandria, I).
Cocol. m. Rombo. Sospecho que esta voz es de origen mexicano, porque entra en la
composición de varias palabras de ese idioma; pero no acierto a encontrar en ninguna de
ellas analogía con el significado actual. «COCOLE, colérica é impaciente persona»
(MOL.).

«Un petate de seis ú ocho varas, de palma, figurando cocolitos blancos y encarnados»
(Astucia, tom. I, cap. 11, p. 217).

2. Cierta clase de pan en figura de rombo.

«Una mesita chica con cuatro ó cinco cocales, otras tantas naranjas, queso fresco...»
(Id., tom. II, cap. 11, p. 211).

QUEDAR DEL COCOL, fr. vulg., salir por el albañal, o por el arbollón, salir al gallarín;
quedar mal e indecorosamente en alguna empresa.

Cocolía. (Del mex. cocolia, aborrecer o querer mal a otro. MOL.). f. fam. Inquina, tirria.
Le cogió COCOLÍA. Me tiene COCOLÍA.

* Cocoliztle. (Del mex. cocoliztli). m. Enfermedad general, epidemia: tabardillo.

«Empezaron á enfermar de muchas enfermedades: cocoliztli, que quiere decir peste»


(Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Después acá, con las enfermedades y pestilencias de
cocolistle [...] han quedado [los indios] en el número referido» (Descr. de Iztapalapa,
1580, MS.). «Antiguamente había mucha cantidad de indios: agora los cocolistes los
tienen muy apocados, y se van acabando, y antiguamente no sabían qué era cocoliste»
(Descr. de Zempoala, 1580, MS.). «Es pueblo sano, salvo cuando generalmente sucede
alguna pestilencia, que llaman cocoliztli» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «De diez y
ocho años á esta parte ha habido tres enfermedades en diferentes tiempos, que en lengua
mexicana y caxcana llaman cocolixtle» (Descr. de Tequaltiche, 1584, MS.).

Cocolmeca. m. Planta de cuyo tallo, muy duro y ligero, se fabrican bastones. Smilax
rotundifolia, L. Esmiláceas (COLMEIRO). Smilax pseudo-china, Sch.: Raíz de china de
México. Farm. Mex., p. 93. Cozolmecatl. HERN. V, 72.

«Hallándose sus márgenes [del río] pobladas de una espesa arboleda entretejida de una
yerba muy abundante, que llaman cocolmeca, y parras, que la hacen intransitable»
(MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LXXIII, n. 14). «Salió á recibirnos un
viejo encorvado, con semblante venerable, apoyándose en un bastón de cocolmeca»
(Astucia, tom. II, cap. 3, p. 70).

Coconete. (Del mex. conetl, niño o niña. pl. cocone. MOL.). m. Pequeñuelo.

«Yo bien quisiera, para que el amito se acordara de cuando era un coconete»
(DELGADO, Angelina, XXX).

Según Armas (p. 69) es voz mexicana introducida en el lenguaje criollo.


Cócono. (Del mex. cocone, plural de conetl, niño). m. Pavipollo. Úsase más en
diminutivo: coconito.

† Cócora. «com. fam. Persona molesta é impertinente en demasía» (Dicc.). Tiene aquí
igual significación; pero se usa más con la especial de persona que en cualquier reunión
o espectáculo público molesta a la concurrencia con gritos, silbidos, siseos y otras
groserías.

«Que otros se presentaban en las concurrencias á título de sus pantalones limpios y


arrastrar los pies, y que de esta clase había muchos incógnitos, á quienes llamaban
cócoras de barrio» (Diario de México, tom. III, página 135). «Ociosos de por vida [...]
tramposos -108- y fulleros siempre que pueden; cócoras de los bailes, sustos de los
convites, gorrones intrusos, sinvergüenzas, descarados» (PENSADOR, Periquillo, tom.
I, cap. 10, p. 118). «¿De qué te mantienes? -De cócora en los juegos, me contestó» (ID.,
ib., tom. II, cap. 2, p. 24). «Los cócoras tenemos esa ventaja: que nos ingeniamos sin
blanca. -Pues siendo así, cócora me llamo desde este punto» (ID., ib., p. 25). «Entra con
valor á la carrera de los cócoras...» (ID., ib., p. 27).

«Que perderán casamiento


Las hijas de Doña Blasa
Porque ella admite en su casa
Cócoras que es un contento».

(OCHOA, letrilla III)

«La vieja se puso negra de cólera, y se salió seguida de aquella parvada de cócoras»
(Astucia, tom. I, cap. 9, p. 169). «Los cócoras parece que no tienen otra cosa de que
burlarse más que de nosotras» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 1). «Aprendió á ser
cócora de los títeres» (ID., Jamonas, tom. I, capítulo 7).

Cuba. «Aquí significa incomodidad, escozor, tormento espiritual, preventivo y


constante» (PICHARDO, p. 91). MACÍAS, p. 341.

Cocorear. n. Hacer el oficio de cócora.

Cocorino, na. adj. Perteneciente a los cócoras; propio de ellos.

«Si antes estaba yo cuidadoso con la pintura que me hizo de la videta cocorina, después
que le dió los claros y las sombras que le faltaban [...] me quedé frío» (PENSADOR,
Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 36).

Cocorismo. m. Conjunto de cócoras, y su ejercicio.

«Aquí está [...] todo el cocorismo del teatro» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 4).
«Para convertir en un acto de guasa y de cocorismo el acto solemne de la distribución de
premios» (ID., Sabios y Presidiarios, p. 166).

V. INCONVENIENCIA.
Cocota. (Del neol. francés cocote). f. neol. Cortesana: mujer elegante de costumbres
libres.

«Como no es decididamente una encopetada cocota, ni cosa que lo valga» (FACUNDO,


Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 2). «¿No sabe V. lo que es cocota? -No. -Una
queridita» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 10, p. 147 et alibi).

Ésta es una de las voces extranjeras cuya adopción propone Rivodó (página 158). No
hace falta.

Cocotzin. m. Especie de tórtola de México.

Artículo de Salvá. El nombre y descripción de esta ave se encuentran en Hernández;


mas nadie usa ya el nombre.

V. COQUITO.

* Coche DE o DEL SITIO. El de plaza o de punto: simón. Los primeros se establecieron


en 1793 por D. Manuel Antonio Valdés y se llamaron de providencia o providentes;
nombre que conservaban todavía por los años de 1836. También les decían alquilones.

«El Marqués fué llevado en un coche del sitio á su casa» (ROA BÁRCENA, Noche al
raso, VI). «El regidor, como hijo de la ciudad, está acostumbrado al aguador, al coche
del sitio y á otros muchos adefesios nuestros» (FACUNDO, Vistazos, p. 190). «El coche
de sitio, el verdadero coche simón de á cuatro reales la hora, sigue luchando no sólo con
el tranvía, sino con el coupé de ruedas encarnadas ó azules» (G. OBREGÓN, México
viejo, p. 240).

Respecto a los primeros coches de México no hemos hallado más que una real cédula de
24 de noviembre de 1577, en que ya se habla de ellos. Está en la Col. de Doc. inéd. del
Archivo de Indias, 1.ª serie, tom. XVIII, p. 116.

V. SITIO.

Cocherada. f. Expresión soez u obscena, propia de cocheros. No digas COCHERADAS.

† Cochero. m. Lenguaje soez. Hablar COCHERO, o en COCHERO.

† Cochinero. m. Tratante en cerdos o cochinos.

† Cochinilla. Negocio de COCHINILLA, negocio de escasa importancia, o de utilidad


mezquina. Pintar en COCHINILLA. fam. Torcerse un negocio, salir mal.

«Ha sido mi desengaño bastante doloroso por cierto; la empresa de aguardiente pintó en
cochinilla» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 109).

† Cochino. CHILLAR EL COCHINO, fr. fam., descubrirse un enredo, una intriga, una
falta que se trataba de ocultar.
«Metalizaré cuanto pueda, para que si me chilla el cochino entregue las cuentas á mi
paladar» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 58). «Con razón estaba tan empeñado en casarse,
pues ya les chilló el cochino» (Id., tom. II, cap. 6, p. 161). «Yo no te puedo ocultar por
más tiempo en estos lugares, sin que me chille el cochino» (Id., p. 174). «Pero ¿y
cuando -109- chille el cochino?» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 261). «Ya chilló el
cochino, caballeros» (Id., tom. II, cap. 8, p. 270). «¿Qué te pasa? ¿A que ya te chilló el
cochino?» (DELGADO, La Calandria, XIII).

† Codal. m. «Vela ó hacheta de cera, del tamaño de un codo», dice el Diccionario. Acá
CODAL es una vela, de cera o de sebo, más gruesa y corta que la vela común de igual
peso, tenga o no un codo.

«A cada lado cuatro grandes faroles de hojalata [...] dentro de los cuales ardían, por lo
menos, seis codales de cera purísima» (DELGADO, La Calandria, VII).

«Y te halle á oscuras, y, sin que él lo entienda,


La muchacha, escalando la ventana,
Pida un codal en la vecina tienda».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 90)

† Codazo. DAR CODAZO, dar cañutazo, comunicar oportuna y reservadamente a una


persona algo que le puede ser útil. Se asemeja a la frase fam. Dar de o del codo, que trae
el Diccionario; pero ésta implica siempre una acción material y la otra no: el CODAZO
puede darse de palabra, por escrito o por medio de tercera persona.

«Entonces avisé ó dí codazo á uno que estaba cerca de mí: tuve la fortuna de que me
creyera» (PENSADOR, Catrín, cap. 7).

† Codicioso. EL CODICIOSO Y EL TRAMPOSO PRONTO SE ENTIENDEN,


expresión fam. con que se expresa que la codicia ciega al codicioso, y que con tal de
sacar grandes ventajas en un negocio, no atiende como es debido a la seguridad de la
paga; y el tramposo, por su parte, no se detiene en ofrecer lo que no piensa pagar.

† Codo. MORDERSE UN CODO, vulg., aguantarse, refrenarse, someterse a una


necesidad hasta el último extremo.

«¡Qué envidia le dará á Vd.! Pues morderse un codo, hijo de mi corazón» (Diario de
México, tom. VII, p. 504). «Mi padre me manda que no me mezcle en esos asuntos, y á
fuerza tengo que morderme un codo y estarme fuerte» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 37).

† Coger. n. «En el mismo sentido [de tomé y tomamos] se ha usado y se usa coger:
cogió y se fué, cogí y me acosté... La Academia consignaba en su Diccionario este uso
de coger; pero ya en su 11.ª edición [y en la 12.ª] se ve suprimido; y con razón, pues es
una muletilla de pésimo gusto» (CUERVO, § 619).

De esa muletilla usa también nuestro vulgo.


«Sabrán Vds. que su marido, después de gastarle el dinero, cogió y se murió» (PAYNO,
Fistol, tom. IV, cap. 7).

Cuba. PICHARDO, p. 116; MACÍAS, p. 348.

† Cogollo. m. La punta de la caña de azúcar que aún permanece verde al tiempo del
corte, y sirve de alimento al ganado.

Cogotazo. m. Golpe dado en el cogote con la mano abierta.

Cuba. PICHARDO, p. 94; Macías dice cocotazo (p. 341). Buenos Aires. SEIJAS, p. 39.

† Cogucho. m. «Azúcar de inferior calidad que se saca de los ingenios» (Dicc.). Acá es
desconocida esta voz por más que se halle en la Recopilación de Indias. En Cuba llaman
cucurucho, y algunos cogucho, al extremo o cabeza del pan de azúcar, que por lo común
queda sin purificar (PICHARDO, p. 111). Tampoco usamos de cucurucho en tal
acepción. Si COGUCHO queda en el Diccionario, deberá llevar la nota de prov. de
Cuba.

† Cohete. m. Lo mismo que barreno, 3.ª acep.

Cohetear. a. Lo mismo que barrenar, o hacer taladros en las piedras para volarlas por
medio de la explosión de las materias apropiadas que en ellos se introducen; o en los
criaderos de metal para reconocer parte de su masa.

Cohetería. f. Fábrica de cohetes y demás fuegos artificiales.

2. Conjunto de cohetes disparados.

Es extraño que el Diccionario no traiga esta voz, habiéndola propuesto Salvá hace tantos
años. Aquí es muy usada.

† Cohibir. a. Obligar a alguno a que obre en determinado sentido, por fuerza o por
consideración. Obró COHIBIDO.

* Coime. m. Mozo que en el juego del billar arma los palos y tantea.

«La misma fortuna corremos los encuerados en el truco, donde el coime nos echa al
salvado» (Diario de México, t. III, p. 137).
-110-

Cuba. PICHARDO, p. 94; MACÍAS, p. 350.

V. CRESTÓN.

Cojinillo. m. Se daba este nombre a cada una de las bolsas o árganas pequeñas que se
colgaban de la cabeza de la silla, para llevar en ellas cartas, encargos de poco bulto,
provisiones, etc. De ordinario se usa en plural.
«Vestido ya con traje de arriero, su itacate en los cojinillos» (Astucia, tom. I, cap. 4, p.
81).

† Colación. f. «Porción de cascajo, dulces, frutas ú otras cosas de comer que se da á los
criados el día de nochebuena.- Postres de dulce y otras cosas que se servían en las
cenas.- Agasajo de dulces, confituras y otras cosas que se solían dar por alguna
celebridad ó festejo». Todo esto entiende el Diccionario por COLACIÓN; siempre es un
servicio, un obsequio en conjunto, como si dijéramos, comida, merienda o cena,
mientras que acá significa determinadamente reunión de confites menudos y gruesos,
chochos, canelones, almendras confitadas, etc. COLACIÓN fina y corriente. Una libra
de COLACIÓN. Es propia de la nochebuena; sirve para obsequiar a las personas que
concurren a las posadas y para llenar las piñatas que es costumbre romper en esos días,
y no el primer domingo de cuaresma como dice el Diccionario. Suelen añadirse a la
COLACIÓN cacahuates y dulces secos. Pasadas las fiestas de Navidad, en que es
enorme el consumo, no vuelve a sonar la COLACIÓN. El Diccionario de Autoridades
dice que COLACIÓN es «cualquier género de dulce confitado».

«Se fueron á comprar unos Santos Peregrinos, lama, heno, velas y colación corriente»
(FACUNDO, Las Posadas, III).

Algo se acerca a nuestro sentido el que le dan en Chile: «Los confites menudos que
llamamos en Chile así, se llaman en España grajea» (RODRÍGUEZ, p. 112). En el
Ecuador es, como acá: «Los confites ó pastas hechas de azúcar en forma de bolillas, y
de varios tamaños y figuras» (Mem. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 66).

V. DESMORECERSE.

Coladilla. f. fam. Nombre de un personaje imaginario, derivado del verbo colarse, por
introducirse sin ser llamado. Úsase solamente en la frase del texto citado en seguida.

«Dejando algunos lugares vacíos para los que se introduzcan de parte de señor
Coladilla, sin ser llamados» (PENSADOR, Quijotita, capítulo 23).

† Coladuras. f. pl. El residuo que queda en el cedazo al colar la masa de maíz o harina
de arroz disuelta en agua o leche para hacer el atole; éste se obtiene poniendo a hervir el
líquido colado. Las COLADURAS sirven de alimento a las aves de corral.

«Me divertía en ver á aquellas [las gallinas] y á éste [el gallo] pepenar los restos de unas
coladuras de maíz, cuando observé que el gallo se encaraba hacia mí» (MORALES,
Gallo Pitagórico, p. 24). «Ahí tienes que á un gallo se le pone inmediatamente su harem
de gallinas, se le dan sus coladuras de maíz, vive como un sultán» (ID., ib., p. 105).
«Recogiendo todo el maíz y las coladuras que podían» (ID., ib., p. 445).

† Colambre. m. Equivalente que el Diccionario da a CORAMBRE; mas no se usa en la


acepción de «conjunto de cueros», sino en el de un cuero cosido en forma de odre. Un
COLAMBRE de miel.

† Colateral. m. Con notorio desprecio del obvio significado de este adjetivo, se aplica,
sustantivándole y haciéndole sinónimo de retablo, no solamente a los altares que están a
los lados en un templo, sino también al mayor. El abuso viene de antiguo.
«La misma mañana, en la iglesia de religiosas de Regina Cœli, con motivo de ser su
titular, se estrenó el hermoso colateral mayor» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA,
1755, tomo II, p. 162). «Estrenóse una rica y costosa colgadura de terciopelo carmesí de
Italia, guarnecida de franjas de oro de Milán de diez dedos de ancho: ésta cubría el
ancho y difuso colateral mayor» (Id., 1757, tom. III, p. 159). «Se estrenó la iglesia de la
Encarnación, esto es, la media naranja y el colateral del altar mayor» (Diario del
ALABARDERO, 1781, p. 109). «Se estrenó en México el colateral mayor de la iglesia
de S. Agustín» (Id., 1782, página 132). «Se estrenó el colateral mayor del Sagrario» (Id.,
p. 137). «En el convento de S. Francisco se estrenó el colateral mayor» (Id., 1783, p.
173).

Cold-cream. f. (Crema fría). Nombre inglés (pronunciado por todos colcrín) con que se
conoce una especie de cerato o pomada de poca consistencia, que se usa mucho como
afeite y -111- como emoliente. En la Farmacopea Mexicana se encuentran dos
fórmulas de esta composición.

«El cold-cream había refrescado el cutis en todo el trascurso de la noche» (FACUNDO,


Jamonas, tom. I, cap. 4).

† Coleadero. m. Diversión reducida a colear toros.

«Después de almorzar daría principio el coleadero en un prolongado carril inmediato á


la hacienda» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 147).

Está en el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.

† Coleador. m. El que colea toros.

«A ver los coleadores; fórmense» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235).

En el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.

† Colear. a. Alcanzar el jinete al toro que huye, y tomándole la cola, pasar sobre ella la
pierna derecha sin soltar el estribo; y dando entonces mayor arranque al caballo,
derribar la res.

«Mientras no se colee, se están aquí afuera paraditos» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235).

«Por último, que le daba


Los partidos que quisiera
Tan sólo porque admitiera
El que como el mío coleara...».

(Chamberín, p. 23)

En el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.


† Colegial. m. El inexperto en alguna materia, y muy particularmente el jinete novato y
poco diestro.

«De todos los cuatro yo era el menos jinete ó, como dicen, el más colegial»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 8, p. 86). «No me gusta tu caballo: yo soy
colegial, y en uno de esos saltos que le haces pegar, iba á dar al suelo» (Astucia, tom. I,
cap. 2, p. 23).

«Allí el nácar cuentecillo,


Allí la amistosa broma
Allí al colegial las burlas
Y al ranchero las lisonjas».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Placeres campestres», p. 105)

Colegialada. f. Paso falso que se da en un negocio, y que denota inexperiencia o falta de


reflexión.

† Colegiatura. f. Pensión que paga el alumno interno de un colegio público. Hoy sólo
tiene uso en el Seminario Conciliar, porque en los colegios nacionales no hay ya
alumnos internos, y la enseñanza es gratuita.

BORRAR COLEGIATURA, dejar un alumno el colegio, dando previo aviso de ello


para no seguir causando la pensión.

«A pocos días recibí orden de mi padre para que borrase colegiatura, y me retirara al
pueblo donde residía» (PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «Fué al colegio, borró
colegiatura, me llevó á su casa» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 5, p. 84).

Colenicui. m. Gallinazo o gallinaza de México. Artículo de Salvá. Confieso no haber


oído nunca nombrar así a ese pajarraco.

† Cólera. f. Es un humor del cuerpo (bilis) y una pasión del ánimo (ira). Acá le tomamos
también de continuo por acto de CÓLERA, y de consiguiente le damos plural. A cada
paso oímos: Me dio, me pegó una CÓLERA. No quiero hacer CÓLERAS; y corre
mucho el aumentativo colerón.

«A cada paso me engañan, y temo caerme muerto de una cólera» (Diario de México,
tom. II, p. 23). «Con todo eso paso mil congojas, hago mil cóleras» (Id., p. 67).

«Cuando llega un extranjero


Que con despotismo manda,
Si se incomoda, le dicen
Los indios con mucha guasa:
No haga cóleras, señor,
Mire que éstas son muy malas:
Si ha de estar en esta tierra,
Tome las cosas con calma».
(SOMOANO, p. 30)

† Coleta o Coletilla. f. La tela que en España se llama, o se llamaba mahón. La tela ha


desaparecido tiempo ha; y el nombre sólo queda para designar el color amarillo propio
de ella: color de COLETA.

«En la calle de la Machincuepa núm. 6 robaron [...] dos [pantalones] de coletilla [...] dos
chaquetas de coletilla» (Diario de México, tom. I, pp. 143, 144). «Un pantalón de coleta
desteñida» (PENSADOR, Catrín, cap. 6). «Unas medias azules que se asomaban á pesar
de un insuficiente y arrugado pantalón de coleta amarilla» (FACUNDO, Isolina, tom. II,
cap. 1).

Coletudo, da. adj. Que gasta coleta. Indio COLETUDO. Cuervo (§ 507) -112- dice
que COLETUDO es voz baja y vulgar; pero por los antecedentes se advierte que le
deriva, no de coleta, como nosotros, sino de coleto, por «descaro, desvergüenza,
desuello»; acepción que aún no admite el Diccionario, a pesar de que Cuervo asegura (y
no es poca autoridad) que es castellana, y lo comprueba con autoridad de Villanueva en
sus Cartas eclesiásticas.

Colimote. m. Natural de Colima.

«Y más de treinta mil indios mexicanos, tarascos, tlaxcaltecos, colimotes y de las


provincias de Ávalos» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XXXV, n. 4).

† Coliseo. m. Nadie dice hoy COLISEO por teatro, y estaría olvidada la palabra, si no
fuera porque se conserva como nombre de dos calles: una del Coliseo, y otra del Coliseo
viejo. Pero a mediados del presente siglo era todavía muy usada.

«Si no saben hacer nada, saben deshacer los caudales en estos puntos, telarañas, modas,
coliseos, tertulias...» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13).

Colita. f. Por esta palabra entendemos lo que Salvá por COLETA, «condición ó
circunstancia desagradable»; y TRAER o TENER COLITA se aproxima al traer o tener
cola o coleta, del Diccionario: «tener ó traer consecuencias graves».

«Estas [casas] que tienen una crucecita al margen son de las adjudicadas: estas que
tienen cruz y estrella tienen su colita. -¿Cómo? -Quiere decir, señor, para hablarle con
franqueza, no son negocios muy claros» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 9).

* Colonche. m. Bebida embriagante hecha con zumo de tuna colorada y azúcar.

† Colonia. Dase hoy en México a este nombre una acepción nueva y enteramente local.
COLONIAS son los ensanches de la ciudad en época reciente: los barrios nuevos; y así
tenemos COLONIA de Santa María, de los Arquitectos, de Guerrero, etc.
«Si el servicio ferrocarrilero se prolongase cuatro ó cinco horas más, formarían parte
integrante de la capital las colonias y los pueblos circunvecinos» (FACUNDO, Vida de
noche, p. 185).

† Coloquio. m. «Género de composición literaria, prosaica ó poética [mejor, en prosa ó


en verso], en forma de diálogo», dice el Diccionario. Atendiendo exclusivamente a la
etimología latina, la definición sería exacta; pero deja de serlo, por su generalidad,
tratándose de composiciones literarias. Todas las piezas dramáticas serían
COLOQUIOS, pues forzosamente están escritas en forma de diálogo. El uso general
hoy es llamar diálogos a las composiciones no dramáticas en que se finge que los
personajes hablan por sí mismos; y se reserva el nombre de COLOQUIOS para las de
asunto religioso, destínense o no a ser representadas. Distínguese el COLOQUIO del
auto sacramental, en que éste, como su nombre lo indica, está destinado a celebrar las
fiestas del Santísimo Sacramento, y en ser aquél de menor extensión y alcance. Esta
distinción no se observa en los COLOQUIOS de Fernán González de Eslava: todos
tienen ese nombre, y los más son sacramentales.

† Color. m. En realidad el blanco y el negro no son colores: el primero es la reunión de


todos los del iris, y el segundo, la ausencia de ellos. El uso común lo confirma, y así se
pregunta: ¿Usa Vd. camisa blanca o de COLOR? ¿Quiere Vd. sombrero negro o de
COLOR? Respecto a negro, aplicado a vestidos, ya lo nota la Academia.

DAR COLOR, es descubrir la opinión o partido que se sigue, y que era incierto. El
periódico ya DIO COLOR. Expresión tomada de los jugadores de albures: dicen éstos
que una carta DIO COLOR cuando retirada un poco la visible, se conoce el palo a que
pertenece la siguiente, por las interrupciones de la línea que la rodea.

COLOR, según el Diccionario, es del género masculino, y así se usa generalmente; pero
se encuentra también como femenino. En el cap. 10 de la segunda parte del Quijote se
lee: «Ten memoria y no se te pase de ella, si muda las colores al tiempo que te recibe»,
etc. (Citado en el Dicc. de Aut.). Añadiremos -113- tres ejemplos; uno de autor
español, y dos de mexicanos:

«Tornó llorando á casa


Turbada y pensativa;
Mal trenzado el cabello
Y la color perdida».

(MELÉNDEZ VALDÉS, «Oda XXVIII»)

«[...] Ya renace
La color en su rostro...».

(OCHOA, trad. del Facistol, canto I)


«Una viste entre mis damas
(¿Por qué pierdes la color)
Sin igual en gentileza,
La primera en discreción».

(ARANDO Y ESCANDÓN)

En Andalucía se oye decir la color; aquí nunca.

Coloradito. m. Nombre que se da comúnmente en México a los infantes de coro, a causa


de vestir ropas encarnadas.

«Procura ser bueno para que luzcas, el primero, en los retablos, el manto rojo y el
roquete del coloradito» (DELGADO, La Calandria, VII).

Colorado. m. MÁS VALE UNA VEZ COLORADO, QUE CIENTO AMARILLO,


refrán con que se da a entender que en vez de emplear rodeos y reticencias, con que se
sufre mortificación sin obtener resultado, es preferible hablar desde luego con entera
claridad, y poner fin a un asunto enojoso.

COLORADO SANGRE LINDA, color de caballo; castaño muy claro, que tira a rojo.

«Ahí tengo un cuaco colorado sangre linda, que quiero verlo en sus manos» (Astucia,
tomo I, cap. 12, p. 229). «Ramón es buen amigo: le prestará el Gavilán, un colorado
sangre linda, que da gusto verlo» (DELGADO, La Calandria, XXXIII).

Colorín. m. Semilla del zompantle. Erytrina coralloides. Es un grano pequeño y


lustroso, a manera de frijol de color rojo, que contiene un alcaloide sumamente
venenoso (Farm. Mex., p. 48). El principal uso de esos granos es comprobar de extraña
manera el número de viajes que echa en una casa el aguador. Al efecto, a cada viaje deja
un COLORÍN en poder de la ama de llaves o de la cocinera. Como ahora, por ley, todas
las casas deben tener merced de agua, casi han desaparecido los aguadores, y con ellos
los COLORINES.

«Lleva en su escarcela unas semillas rojas de la flor del boj, que llaman colorines»
(FACUNDO, El Aguador, p. 77).

† Coludirse. pr. Colusión, según el Diccionario, es voz forense que significa convenio,
contrato, inteligencia entre dos o más sujetos, con objeto de engañar o perjudicar a un
tercero. Al verbo COLUDIR, que reputa anticuado, no le da más acepción que la de
ludir una cosa con otra. Le hemos oído usar (como recíproco) por formar una colusión.
Es análogo a confabularse, y no parece censurable. Existe en la lengua latina, y Terreros
le trae. Rivodó (página 178) propone solamente que se le quite la nota de anticuado;
mas no habla de darle nueva acepción.

† Collar. m. Collera: por collar que se pone a las bestias de tiro, etc. Se usan
indistintamente ambos nombres.
Chile. RODRÍGUEZ, p. 113.

* Comal. (Del mex. comalli). m. Disco de barro sin vidriar, muy delgado y con pequeño
reborde, sobre el cual se cuecen las tortillas de maíz.

«Y las echan [las tortillas] á cocer en un plato grande de barro, de hechura de una
rodela, que se llama comale, que ponen sobre el fuego» (Descr. de Cholula, 1581, MS.).
«Cocidas en un comal, que es un tiesto redondo y llano que toma de redondo y
circunferencia como dos varas de medir» (J. B. POMAR, Rel. de Tezcoco, p. 63).
«Ninguno hay en España, que de tan poca hacienda pague tributo, que no tienen
ordinariamente sino un pañete y un comal» (Cód. Mend., tom. I, página 13). «Soplando
afanosa la lumbre del comal» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 312).

Costa Rica. FERRAZ, p. 29. Guatemala. BATRES, p. 182.

V. TORTILLA.

† Comedero. m. Sitio del campo abierto adonde acostumbran ir las reses a pastar, y así
decimos: Esa vaca que buscas ha de estar en su COMEDERO. Y por extensión se dice,
siempre con cierta malicia, del lugar, barrio o casa que frecuenta mucho una persona.

«Escribió varias cartas y dispuso todo de manera que sólo esperaba el instante de que
-114- cesara la responsabilidad del juez saliente, para pintar su venado y no parar hasta
sus comederos» (Asturias, tom. II, cap. 7 bis, p. 225).

Cuba. PICHARDO, p. 95; MACÍAS, p. 355.

Comelón, na. adj. Comilón.

Bogotá. CUERVO, § 596. Guatemala. BATRES, p. 183. Cuba. MERCHÁN, p. 239.


Buenos Aires, SEIJAS, p. 39.

† Comisaría. f. Aunque en lenguaje oficial se llama Inspección de policía la oficina


establecida en cada una de las ocho demarcaciones en que está dividida la ciudad, todo
el mundo las llama COMISARÍAS. Fui a la COMISARÍA. Los llevaron a la
COMISARÍA. En Cuba se les da también ese nombre (PICHARDO, p. 96; MACÍAS, p.
356).

«Cuando las desiertas calles


Fué atravesando la fila,
Y se paró en una puerta
Que dice Comisaría».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 265)

† Comisario. m. Nombre que vulgarmente se da a los inspectores de policía.


«Despedazado el vestido,
Sin exhalar una queja...
Hasta que del comisario
Ante la presencia llegan».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 193)

Lo mismo en Cuba (PICHARDO, p. 96).

† Comisión. f. vulg. Partida pequeña de caballería irregular que en algunas partes está
destinada a perseguir salteadores. El nombre oficial es «fuerza de seguridad pública».

«Arrancaron [las mujeres] á esconderse en un sembrado detrás de los ranchitos, muy


azoradas, gritando ¡la comisión! ¡la comisión! ¡Jesús nos ampare!» (Astucia, tom. I,
capítulo 16, p. 389). «Siguió con actividad molestando á la comisión» (Id., tom. II, cap.
7 bis, p. 243).

2. f. Com. La cantidad que cobra un comerciante por desempeñar encargos de otro.

Comodino, na. adj. Muy amigo de su comodidad y regalo, hasta tocar en egoísta. En
Andalucía dicen comodón.

«Estos comodines que van hoy saliendo con sus gracias mohosas» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 492). «La una era una señora tía, doncella de edad madura, rezadora y
comodina» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 2).

Compactado, da. pp. Pactado, acordado.

«Convenidos los dos, me dió el parte compactado» (PENSADOR, Periquillo, tom. 3,


capítulo 6, p. 100).

† Compadrazgo. m. Concierto entre dos o más personas para favorecerse mutuamente, y


por lo común con daño de otra.

V. TERREROS, art. COMPADRAJE.

† Compañía DEL AHORCADO. «Persona que, saliendo en compañía de otra, la deja


cuando le parece» (Dicc.) Acá entendemos por COMPAÑÍA del ahorcado la que se hace
á una persona sin hablarle palabra ni procurar distraerle.

† Comparecencia. f. «Acto de comparecer ó presentarse una persona ante el juez ó


superior, en cumplimiento de orden que se le ha dado» (Dicc.). Entendemos por
COMPARECENCIA ese acto de comparecer; pero sin que sea indispensable el requisito
de la orden superior; la COMPARECENCIA puede ser voluntaria, en ciertos casos, para
expresar algo que convenga a la parte. Damos igual nombre a la nota que se pone en los
autos a consecuencia de esa presentación.
Comparente. m. y f. Compareciente: el que comparece en juicio, o ante un notario para
otorgar un instrumento público.

Compenetrar. a. Usado más como recíproco: penetrarse mutuamente; mezclarse


íntimamente.

† Completar. a. vulg. Igualar a otro en fuerza o en otras cualidades, físicas o morales.


Úsase más con negación; es del estilo vulgar y aun bajo.

«Vd. no le completa: es hombre de pocas palabras, pero de muchos puños» (Astucia,


tom. II, cap. 1, p. 7).

2. COMPLETARSE. pr. fam. Hurtar para cubrir una parte del gasto. Fulano gana un
sueldo corto; pero se COMPLETA con las buscas.

† Componedor. m. Quien no haya visto este pequeño e indispensable utensilio


tipográfico no podrá formarse ni -115- la más remota idea de él por la descripción del
Diccionario. Es en realidad muy difícil describir en breves palabras cualquier
instrumento de arte u oficio, y vale más prescindir de ello, por inútil. El que conoce el
oficio, y por lo tanto el instrumento, no tiene necesidad de que se le describa. El
profano, por su parte, no para mientes en una descripción que nada le interesa; bástale
saber que con tal nombre se conoce tal instrumento de tal arte u oficio, y que su objeto
es éste o el otro. En COMPONEDOR sería suficiente decir así, poco más o menos:
«Instrumento manual, comunmente de hierro, que usan los cajistas para colocar, uno á
uno, los tipos de imprenta, y ajustar las líneas al largo requerido, para pasarlas luego á la
galera». Et sic de cæteris.

COMPONEDOR DE HUESOS. Algebrista, 2.ª acep. El que compone o vuelve a su


lugar los huesos dislocados. Los COMPONEDORES son unos charlatanes con tal cual
práctica, y aunque suelen hacer atrocidades, la gente común tiene tal fe en ellos, que no
solamente los llaman cuando no hay médico, sino que aun habiéndolo, prefieren ocurrir
al COMPONEDOR, porque cree que los cirujanos no entienden de eso.

† Componer. a. fam. Capar, tratándose de gatos. Que venga el aguador a COMPONER


este gato. El otro está ya COMPUESTO. Eufemismo antifrástico.

† Comprometer. a. Obligar a uno con repetidas instancias, y aun pesada insistencia, a


que haga alguna cosa contra su voluntad. Me COMPROMETIÓ a acompañarle.

«Propagaba la consigna de la fiesta en el seno de sus amistades, invitando á unas


amigas, comprometiendo á otras» (FACUNDO, Gabriel, tom. II, cap. 3).

† Compurgar. a. Cumplir un reo la pena de prisión temporal a que fue sentenciado, con
lo cual queda extinguida la acción. Es común en las causas criminales absolver al reo,
dándole «por compurgado con la prisión sufrida» durante la sustanciación del proceso.

«Fué preso y conducido á una fortaleza, hasta que compurgó su exceso» (BEAUMONT,
Crón. de la Prov. de Mich., parte I, libro 2, c. 11).
† Comunicado. m. Encargo que el testador deja a su albacea. Dejó un COMUNICADO
secreto en favor de fulano. Están cumplidos todos los COMUNICADOS del testamento.

† Comunicar. a. Por oposición a incomunicar; levantar a un preso la incomunicación en


que estaba, permitiéndole tratar con cualquier persona, de palabra o por escrito. El preso
está ya COMUNICADO.

Concarautli. «m. p. Méj. Pato grande que se cría entre las espadañas de las lagunas».

Artículo de Salvá. Desde luego hay que corregir concanautli, porque la lengua mexicana
carece de la letra r. Hernández menciona el concanauhtli (lavanco); pero muchos de los
nombres mexicanos que recogió aquel gran naturalista no pasaron al lenguaje común, o
han caído en total desuso, y éste es uno de ellos.

Conclapache. com. voz baja. Compinche, tomado casi siempre en mala parte.

«Vaya [...] al Chino yo le sé los pasos, y semos conclapaches» (FACUNDO,


Nochebuena, cap. VIII).

Concuño, ña. m. y f. Concuñado.

(Diario de México, tom. IV, p. 449).

El Vocabulario Castellano-Zapoteco trae la voz Concuños.

Cuba. PICHARDO, pp. 97, 116; MACÍAS, p. 357.

† Concurrencia. f. Usado por competencia (y corre ya mucho por desgracia) me parece


galicismo descomunal, por más que en negra hora se haya colado por las puertas del
Diccionario, con lo cual ha usurpado títulos que no le pertenecen. Tiene además la
ventaja de dar a entender lo contrario de lo que se quiere decir. -¿Qué tal van los
negocios?, pregunta Vd. a un tendero, y responde: -Muy mal, porque hay mucha
CONCURRENCIA. ¿Pues qué más quisiera el buen hombre, sino que hubiera mucha
CONCURRENCIA en su tienda? Así vendería mucho, y mucho ganaría, si no era lerdo.
Lo que le arruina -116- es la competencia que le hacen los de su giro, pugnando cada
uno por vender mejor género y más barato que los demás comerciantes.

Concha, Conchita. Diminutivo de Concepción, usadísimo en México. Tráele Salvá.

Cuba. PICHARDO, p. 97; MACÍAS, p. 358.

Conchabo. m. Acción y efecto de conchabar o conchabarse.

(Chile. RODRÍGUEZ, p. 116. Río de la Plata. GRANADA, p. 159.

Condazgo. m. Título y estado de conde. Voz burlesca.

«No dejaba yo de sentir que me hubiese salido huero mi virreinato, y muchas veces no
podía consolarme con mi fingido condazgo» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 6,
página 74).
Condear. a. Dar a uno con afectación e insistencia el título de conde: análogo a señorear.

«Todos los días me decían los extranjeros que visitaban el Chaen: Conde, oiga V. S.;
Conde, mire V. S.; Conde, tenga V. S.; y daca el Conde, y torna el Conde, y todo era
condearme de arriba abajo» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 6, página 74).

† Condenado, da. adj. Calificativo injurioso y detestable de que se usa y abusa tanto,
que ha llegado a perder su siniestra significación de réprobo, y hasta se aplica a cosas
inanimadas.

«Miré al condenado Juan Largo, y le respondí no sé qué» (PENSADOR, Periquillo,


tom. I, cap. 6, página 61).

Dialecto aragonés. «CONDENADO. Perverso, violento; con relación al genio, carácter,


maña, etc. Se usa también en Vizcaya» (MÚGICA, p. 92).

† Condición. f. En su segunda acepción es: «Natural, carácter ó genio de los hombres»;


pero usado sin calificativo se entiende por CONDICIÓN recia, como se ve en la frase
TENER uno CONDICIÓN, que el mismo Diccionario define «ser de genio áspero y
fuerte». Se toma también por el vigor y brío de los animales: caballo de mucha
CONDICIÓN.

V. ROTA.

Conductor. m. Por el vano empeño de ennoblecer las cosas con sólo bautizarlas de
nuevo, sin que en nada cambie su esencia, tenemos hoy fábrica de pan por panadería,
taller de calzado por zapatería, restaurant por fonda, farmacia por botica, farmacéutico
por boticario, preceptor por maestro de escuela, etc., etc.; y por igual razón los cocheros
han dado en llamarse a sí propios CONDUCTORES.

CONDUCTOR, en los ferrocarriles, es el encargado de un tren durante el viaje, para


conservar el orden, dar la señal de partida, recoger los boletos, etc.

Cuba. PICHARDO, p. 98; MACÍAS, p. 359.

† Condumio. m. Dulce hecho con miel prieta de llanto muy alto y pedazos de nueces o
de cacahuates. El pueblo pronuncia siempre condumbio.

«Un beso tuyo


Me deja saboriando
Como el condumbio».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Serenata», p. 242)

Conectar. «(Del lat. connectere, de cum, con, y nectere, unir, enlazar). a. Mec. Combinar
con el movimiento de una máquina el de un aparato dependiente de ella» (Dicc.). Hoy
se le usa con toda la extensión del inglés to connect, de donde le hemos tomado: como
activo, por juntar, ligar dos cosas, establecer cierta relación entre ellas. CONECTAR dos
tubos.

«Gumesindo, no obstante, estaba absorto en su propia satisfacción y no acertó á


conectar [no pudo encontrar relación entre] el saludo y la carcajada» (FACUNDO,
Fuereños, VI).

Como neutro, por juntarse, concurrir en un punto: El ferrocarril H CONECTA [se junta]
con el R en tal punto. Los vapores de ambas líneas CONECTAN [se encuentran,
concurren] en Veracruz.

El origen de este verbo está en conexión.

Conejo armado. m. Armadillo?

«[Comían] carnes de venados y puercos monteses, liebres, conejos armados [...] [Hay]
conejos armados y liebres y nutrias» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

Al armadillo llamaban armado.

«Hay otro animalejo del tamaño de un mediano gato, que por su dispusicion llaman
armado, porque está cubierto de unas láminas fortísimas y lisas, á forma é modo de
corazas» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.).
-117-

† Conferencia. f. Llámase también así el conjunto de las personas que celebran sesiones
para tratar de cualquier materia. Se reunió la CONFERENCIA monetaria.
CONFERENCIAS de S. Vicente de Paúl. Es neologismo afrancesado.

Conferencialmente. adv. m. Adverbio nuevo, derivado de un adjetivo nuevo también. Le


he hallado con la significación de en conferencia, privadamente.

«Estudie, compare, examine, arregle, huya los malos ejemplos y los objetos seductores
de su pasión dominante, y si es posible, comunique conferencialmente con sus amigos ó
parientes» (D. J. M. W. BARQUERA, en el Diario de México, tom. I, p. 345).

Confianzudo, da. adj. Que se hace de confianza con facilidad, y gasta mucha llaneza, sin
que se le dé pie para ello.

«Y al ver el viejo que lo trataba con jovialidad, empezó á hacerse muy confianzudo»
(Astucia, tom. I, cap. 11, p. 205).

Cuba. PICHARDO, p. 98. Venezuela. RIVODÓ, pp. 15, 62.

V. FALSO.

Confituría. Confitería: derivados, el uno de confitura, y el otro de confite. Ninguno se


usa ya; se dice únicamente dulcería, y en éstas se venden mil cosas más, que no son
dulces.
«Una tienda confituría en la segunda calle de Sta. Catarina Mártir» (Diario de México,
tom. III, p. 116).

Cónfort. (Del ingl. confort). m. Todo lo que constituye el bienestar material y las
comodidades de la vida. Es voz menos usada que el adjetivo confortable.

«Amalia es una criatura feliz: vive en una atmósfera de bienestar y de cónfort que
parece confeccionada adrede para ella» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 2).

Ésta es una de las palabras que según Rivodó (p. 62) hacen falta en el Diccionario, y la
propone en la forma conforte. Pero conforte y conhorte están ya en el Diccionario;
bastaría, pues, con añadir nueva acepción al primero, y lo mejor fuera dejar esas voces
forasteras y atenernos a las nuestras cómodo, comodidad y cómodamente. En el texto
arriba citado, sustitúyase comodidad a CÓNFORT, y no dirá más ni menos.

Confortable. adj. Voz inglesa, no admitida aún por el Diccionario; pero ya muy
generalizada. Cómodo, agradable, regalado.

«En seguida calle empedrada, estrecha y formada por dos hileras de habitaciones más
confortables y cucas que las otras» (S. POLO, La Bola, cap. 2).

Guatemala. «En español, lo que conforta es confortante y no confortable, como dicen


los franceses é ingleses. Confortable sería lo susceptible de ser confortado» (BATRES,
p. 183).

Rivodó (pp. 62, 157) propone que se adopte también esta voz; pero es autor de manga
ancha.

Confusiblemente. adv. ant. Con ignominia y confusión.

«Y tanto se mostró suyo, que indignados los judíos contra él, lo privaron
confusiblemente de la dignidad que entre ellos tenía» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib.
XVI, cap. 14).

Congot. m. Baile antiguo, especie de minuet.

«Su ligereza en el congot, su viveza en las contradanzas, y su estilo en el afandangado»


(Diario de México, tom. II, p. 474). «Da por supuesto que se bailó minué común,
afandangado, boleras, congot, contradanza» (Id., tomo III, p. 54). «Se bailará el minuet
congot» (Id., p. 180).

Había otro minuet llamado techet. V.

† Conocimiento. m. Com. El Diccionario habla solamente de los marítimos; aquí eran


usadísimos los terrestres, llamados CONOCIMIENTOS de recuas, que otorgaban los
arrieros. Conforme se extienden los ferrocarriles van desapareciendo estos
CONOCIMIENTOS, y los recibos que dan las empresas se llaman talones, porque se
cortan de libros talonarios, aunque el talón es la parte que queda en el libro y no la que
se da al interesado.
PAPEL DE CONOCIMIENTO es el documento que da el amo de casa al criado que sale
de ella sin nota, para que pueda acreditar su buena conducta y conseguir otra
colocación.

† Consentido, da. pp. de CONSENTIR. Una de las acepciones de este verbo es «Mimar
ó malcriar á los hijos; ser sobrado indulgente con los niños ó con -118- los
inferiores». En esta acepción es usadísimo y el participio pasivo se emplea más bien
como adjetivo. La Academia, en MALCRIADO, le usa así: «Dícese, por lo común, de
los niños consentidos y mal educados».

«No son los niños más consentidos los menos llorones» (PENSADOR, Quijotita, cap.
11). «¡Válgame Dios, y qué consentido y malcriado me educaron!» (ID., Periquillo,
tomo I, cap. 1, p. 12). «Yo era un aprendiz de honor, y tan consentido y bonachón, que,
aunque sin camisa, no faltaba quien envidiara mi fortuna» (ID., ib., tom. II, cap. 11, p.
189). «Fué sumamente consentido de sus padres, y principalmente de la señora»
(Astucia, tomo I, cap. 1, p. 8). «Lo crió tan consentido y licencioso» (Id., p. 9). «Hoy
están en mayoría absoluta los muchachos consentidos» (FACUNDO, Ensalada de
Pollos, tom. I, c. 5).

† Consentidor, ra. adj. En sentido especial, el que consiente o mima con exceso a sus
hijos; y también suele decirse del que es demasiado indulgente con sus inferiores.

«No digo que los padres y maestros sean unos tiranos; pero tampoco unos apoyos ó
consentidores de sus hijos ó encargados» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2,
página 15). «Tu consentidora madre ya no existe» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 11). «Las
mamás querendonas y consentidoras están también en mayoría» (FACUNDO, Ensalada
de Pollos, tomo I, cap. 5). «Si Pepito tuviera en lugar de una madre consentidora [...] un
padre enérgico y con buen sentido práctico...» (ID., Mariditos, cap. 4). «Era casi tan
consentidora y tolerante como la patria» (ID., Chucho, tomo I, cap. 1). «Que D. Juan
Francisco era cruel; que los papás consentidores de San Martín de la Piedra tuvieron con
el maestro más de un disgusto...» (S. POLO, La Gran Ciencia, cap. 1).

† Consentimiento. m. Acción y efecto de consentir o mimar con exceso.

«También olvidé en pocos días aquellas tales cuales máximas de buena crianza que mi
padre me había enseñado en medio del consentimiento de mi madre» (PENSADOR,
Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 19). «Mi padre estaba inexorable, persuadido á que todo era
efecto de su consentimiento» (ID., ib., p. 26).

Conservera. f. Dulcera (1.ª acep.). Vaso de porcelana o cristal en que se sirven a la mesa
las conservas.

Consolón. m. fam. Consuelo, alegría, satisfacción que proviene de algo inesperado.

† Constancia. f. Lo que consta de un modo indudable en documento escrito. Muy usado


en el foro, y aun en el trato común.

«Habrá, pues, que rebajar las existencias [...] en las cuales no hay constancia» (Diario
de México, tom. II, p. 295). «Declaró [el juez] pertenecerle todos [los muebles] al
almonedero, como que ten constancia de habérselos yo vendido» (PENSADOR,
Periquillo, tom. III, cap. 6, p. 111). «A fuerza de instancias recibió el síndico de los
religiosos cuarenta pesos por el sitio, de lo que hubo constancia jurídica é instrumento
en forma» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 80). «La primera constancia que hay en el
primer libro de Cabildo del Ayuntamiento de México...» (ID., ib., página 175). «Recibí
una carta de vuestro padre en que me incluía otra para nuestro corresponsal en Amberes,
diciéndome que el objeto era obtener las constancias de vuestro estado libre al veniros
de Lovaina» (N. DEL POMAR, Un Hereje y un Musulmán, cap. 23). «Cuándo y por
qué motivo se quitasen esas casas que formaban esa manzana, no hay constancias ni la
tiene el Ayuntamiento» (ALAMÁN, Disertaciones, tom. II, p. 235). «Se establecía entre
ellos la relación, ya para las constancias del catastro, ya para asegurar la propiedad, caso
de controversia» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant. de México, tom. I, p. 558). «La
defensa es oscura y embrollada; contraria al sentir de los testigos presenciales, y á las
constancias históricas» (ID., ib., tom. IV, p. 415, nota). «No hay, pues, constancias en la
historia [...] acerca de esa mujer maravillosa» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 261).

En sentido figurado es lo que prueba de un modo evidente, aunque no sea por medio de
escrito.

«Se le daba por viejo ó enfermo, contra las constancias físicas de la naturaleza,
manifiestas hasta en su semblante» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 391).

Cevallos no expresa en el cuerpo de su obra, que esta acepción sea corriente en el


Ecuador; pero debe de serlo, porque él la usa en la introducción (página 25): «Escriche
da por ausente al que no está en el lugar de su domicilio, aunque no haya constancia de
su paradero». El texto a que esta cita se refiere dice: «sin que conste de su paradero».

También se halla en España la acepción.

«Hay constancia de haberse construido en Nápoles los estandartes y banderas


españolas» (FERNÁNDEZ DURO, Trad. infund., página -119- 553). «Felipe III se
preocupaba menos de navíos, aunque hay constancia de que la galera real no desdecía
de las de su padre» (ID., El Arte Naval, p. 25). «Durante la impresión del tom. II de
Documentos de Cuba parecieron algunos de que no hay constancia en el Archivo de
Indias» (ID., Doc. del Arch. de Indias, 2.ª serie, tom. VI, introd.).

Constumbre. f. Costumbre. Forma viciosa, muy general entre el pueblo y algo más
arriba. Salvá la trae como anticuada.

«Teme ir á ser la capa que cubra las llagas que las constumbres y el honor de las damas
reciben en las concurrencias» (Diario de México, tom. I, p. 15). «Unas visitas frías y de
constumbre» (ID., p. 18). «Esta constumbre no estaba por entonces muy extendida»
(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 12).

Bogotá. CUERVO, § 692.

Añadiremos que es bastante común dar a COSTUMBRE el género masculino; pero es


un disparate.

Se vicia igualmente el verbo.


«Su entendimiento, estrechado á discurrir dentro de un pequeño círculo de ideas, no se
aconstumbra á desplegarse para analizar las acciones» (Diario de México, tom. I, p. 19).

† Consumado. m. Bien pudiéramos dar este nombre a lo que diariamente llamamos en


francés consommé, porque no le cuadra mal la definición del Diccionario: «Caldo que
se hace de ternera, pollo y otras carnes, sacando toda la sustancia de ellas, para lo cual,
ordinariamente se cuecen en baño de María». Y en Terreros hallamos:
«CONSUMADOS DE VÍBORAS, ciertos caldos que se dan en las boticas, hechos de
varios ingredientes, especialmente de víboras. Fr. Consommés». En la práctica, el
consommé de las fondas dista mucho de tener la sustancia que pide la teoría, tanto en
castellano como en francés.

Contaminativo, va. adj. Que contamina.

«Los cuerpos de los difuntos (según la ley) eran contaminativos; de tal manera, que el
que los tocaba ó iba á la casa donde había algún difunto [...] no podía entrar en el
templo ni llegar á cosa sagrada» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XIII, cap. 42).

† Contenta. f. La declaración, solemne o privada, que una persona o corporación hace


de que se da por CONTENTA, y de consiguiente renuncia a todo derecho que por
cualquier razón pudiera alegar a una finca, censo, etc. Estas CONTENTAS, antes
desconocidas, a lo menos con ese nombre, se han usado y usan mucho a consecuencia
de la desamortización de los bienes del clero. La CONTENTA consiste en apartarse la
Iglesia de todo derecho que pudiera tener a los bienes desamortizados, mediante una
cantidad exhibida por el comprador.

Cuba. PICHARDO, p. 99; MACÍAS, p. 361.

Contesta. f. vulg. Conversación, plática.

«Los señores vestidos se desdeñan de entrar en contesta» (Diario de México, tom. III, p.
137). «Y Vd. perdone que no le dé más contesta, porque me está gritando el amo»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 17).

«Estaban plantas y flores


Como en alegre contesta,
Iban como armando fiesta
Los cañitos corredores».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas glosadas», p. 169)

† Contestar. n. vulg. Conversar.

«Entró un padre clérigo con un niño á encomendarlo á su dirección [del maestro], y


después que hubo contestado con él, al despedirse observó el versito», etc.
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 22). «Me avisó que pasara á contestar con él
al gabinete [...]. No estaba yo para contestar con doctores» (ID., ib., tom. IV, cap. 7, p.
95). «Pues de andar contestando» (FACUNDO, Gentes, tomo I, cap. 18).

V. PITAR.

Contracaridad. f. Injusticia, falta de caridad, cargo de conciencia.

«Es una contracaridad que se tenga á una niña sin enseñarle su religión» (PAYNO,
Fistol, tom. II, cap. 14).

Bogotá. «En Cervantes leemos: Si no fuese contra caridad, diría que nunca sane D.
Quijote, porque con su salud, no solamente perdemos sus gracias, sino las de Sancho
Panza su escudero (Quij., pte. II, cap. 65). Este complemento contra caridad lo
convertimos nosotros en una sola palabra, y aun le anteponemos artículo, una
contracaridad; estando, como está, autorizado este proceder, pues se dice un sin número
ó sinnúmero, no nos opondremos al uso bogotano» (BATRES, † 722).

Guatemala. «Este nuestro provincialismo debió ser en un principio compuesto de dos


palabras contra y caridad» (BATRES, p. 185).

Contramatarse. pr. fam. Darse -120- un fuerte golpe, particularmente si es en la


cabeza; pero que no llega a causar la muerte. No es mal formado este verbo si se atiende
a que según la Academia (Gram. 1889), la preposición contra «en composición, además
del sentido natural y recto, unas veces rebaja en un grado lo que sin ella significaría el
nombre á que se agrega, como en contralmirante y contramaestre», etc. Pues así como
esos sujetos son menos que almirante y maestre, CONTRAMATARSE será menos que
matarse.

Guatemala. Batres (p. 184) dice: «Cuando alguno se golpea fuertemente contra alguna
cosa, dicen que se contramató, es decir, que se mató contra aquel objeto».

Elija el lector la explicación que más le cuadre.

† Contraproducente. adj. Dice el Sr. Cuervo que «Contraproducente ha nacido de


contraproducentem, expresión latina usada en castellano para denotar que lo que alguno
alega es contra lo que intenta probar, ó para manifestar que una cosa es contra el mismo
que la apoya; así argumentos contraproducentes, quiere decir argumentos contra el que
los produce ó alega: es obvio, que petrificada como se halla en nuestra lengua esta
expresión latina, no puede admitir plural. Es inaceptable, aunque figura ya en el
Diccionario, el contraproducente en estas frases: esa medida es contraproducente; la ley
tuvo efectos contraproducentes» (§ 694). Casi lo mismo opina en Chile Rodríguez (p.
119) quien excluye el plural, y añade: «tampoco podría decirse contraproducente, como
quiera que los dichos efectos, en el ánimo de quien tal escribiese, no habrían sido
contrarios á la persona cuyas fuesen aquellas [medidas]; sino al fin ú objeto que habría
perseguido al dictarlas». En el Ecuador dice Cevallos (p. 50):
«CONTRAPRODUCENTES (PRUEBAS). Los tinterillos (ya diremos quiénes son) y
aun los letrados que hablan de las pruebas contrarias á lo mismo que sus adversarios han
tratado de probar ó alegar, creen sin duda que la voz latina contraproducentem se refiere
á tales pruebas ó debe concertar con ellas, pues sólo en tal supuesto cabe que le den
plural, y van errados. La voz latina se refiere á la persona que las produce, y no á las
cosas producidas, aunque pasen de mil, y hay que decir: Pruebas contraproducentem».
En Guatemala dice Batres (p. 193) lo mismo que Cevallos.

Estas citas demuestran que el abuso del contraproducente no es exclusivamente nuestro.

«¡Vean Vds. qué cosas! todo entre nosotros sale contraproducente!». «Tienen que dar en
la práctica resultados contraproducentes». «Mi consagración absoluta, mi sacrificio, en
fin, dándome resultados contraproducentes». «Todos los medios de conciliación [...] han
sido contraproducentes» (Escritor mexicano contemporáneo).

† Contraseña. f. Vuelta; seña o boleto que se entrega al que quiere salir por breve tiempo
de un lugar de espectáculo, y le da derecho para volver a entrar, sin nueva paga.

Convenenciero, ra. adj. Muy amigo de su bienestar y regalo.

«Me parece que tú eres más convenienciero que cobarde, y quisieras pasarte buena vida
sin arriesgarte á nada» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 119). «La desgracia
había hecho á tía Marta una mujer cristiana y timorata, aunque algo supersticiosa y
convenenciera» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 4).

† Convidado Y CON OLLITA. Dícese del que no se contenta con lo principal, sino que
exige además lo accesorio, con cierto descaro. Esta expr. fam. tuvo origen de ser
antiguamente costumbre enviar de regalo a los convidados, después de la comida o al
día siguiente, alguno de los platos de postres o dulces que se habían servido, o parte de
ellos; y los muy familiares de la casa no se contentaban con eso, sino que elegían por sí
mismos, y al retirarse se llevaban consigo dulces, bizcochos, etc., en una ollita. Otros
dicen dado y con ollita. Equivale al refrán Conde y condadura, y cebada para la mula.

«Como el arroz del Carmen, dado y con ollita» (DELGADO, La Calandria, XIII).

† Copa. f. ECHAR POR COPAS, fr. fam., ponderar o calcular exageradamente.


-121-

† Copal. m. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho,
particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso
(HERNÁNDEZ, lib. IV, capítulo 41 et seq.).

«Con muchos sahumerios de la tierra, que ellos llaman copal, que es una resina blanca
de un árbol» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

† Copete. ESTAR HASTA EL COPETE, estar harto y fastidiado de una cosa o persona:
Fulano ME TIENE HASTA EL COPETE con sus continuas importunaciones.

SUDAR EL COPETE, costar sumo trabajo: Para que salga de ese enredo le ha de sudar
el COPETE. Es frase fam. muy usada en México, y la trae Terreros. El Diccionario dice,
en igual sentido: Aun le ha de sudar el rabo.

Copetón, na. adj. Copetudo: gallina COPETONA. Úsase también familiarmente como
sustantivo, aplicado siempre con cierta intención de censurarlas por orgullosas, a las
personas distinguidas y de viso, o que se dan aires de tales.
«Allí [en el billar] me encontré á todos los copetoncillos jugando guerra de palos»
(Astucia, tom. II, cap. 3, p. 72).

Bogotá. «Podremos usar sin escrúpulo, aunque no obtengamos el beneplácito de los


lexicógrafos, cachetón, copetón...» (CUERVO, § 710).

Copina. f. Piel copinada o sacada a pellejo cerrado.

Copinar. (Del mex. copina, sacar una cosa por otra, o sacar algo con molde. MOL.). a.
Desollar animales, sacando la piel entera.

«Eso sí, se lo, dice Vd., y á mí me copinan por acomedido» (Astucia, tom. II, cap. 5,
página 117).

† Coquito. m. Especie de tórtola pequeña.

«Los coquitos, esas pequeñas palomas que viven cerca de las casas de campo, bajaban
al camino» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 17).

COQUITO DE ACEITE. Fruto de una palmera, Su tamaño es mayor que el de la mayor


aceituna. Es comestible y tan oleaginoso que poniéndole fuego por un extremo arde con
flama hasta consumirse. Dase en las tierras calientes, especialmente en las costas del
Pacífico.

«Hay otros árboles que llaman coquitos, los que producen por frutos unos racimos como
de nueces, y se llaman cuacayoles, cuya pasta en lo blanco se parece al coco, si bien
más aceitosa, de suerte que tiene tanto jugo y aun más que la almendra, y molidos en
peroles con agua, se les da fuego, y con prensas despiden porción de aceite, tan limpio y
de luz tan clara, que en todo el reino se gasta en lámparas, salvo en Catedral y en las
demás partes que están dotadas de aceites de olivo; y es tan abundante la cosecha, que
un cuartillo vale un real de plata, valiendo el de olivos un peso» (MOTA PADILLA,
Hist. de la N. Galicia, capítulo LXV, n. 2). Este autor escribía en Jalisco, donde parece
que se conocen con los nombres de coco o coquito de aceite, y de cuacoyol dos especies
diversas. Hernández habla del quauhcoyoli en el cap. 19 del lib. IV.

† Corazón. NO TENTARSE EL CORAZÓN, expr. fam.: obrar con resolución, no


vacilar ni temer al ejecutar alguna acción.

«No se tientan el corazón, ni se paran en pelitos» (MORALES, Gallo Pitagórico, p.


117). «Tratándose del bienestar de mi padre no me tiento el corazón, ni hay nada que me
acobarde» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 106). «Y como traen muy buenas armas, montan
magníficos caballos y no se tientan el corazón, pobre de aquel á quien metan puntería»
(Id., tom. I, cap. 11, p. 223). «Yo no me tiento el corazón para eso» (Id., tom. I, cap. 15,
página 360). «Seguro está que me tiente el corazón para despachar á cualquiera» (Id.,
tom. II, cap. 1, p. 34). «Al cabo D. Alejo no se tienta el corazón para gastar un peso»
(Id., tom. II, cap. 3, p. 71).

† Cordelejo. DAR CORDELEJO A UN NEGOCIO, expr. fam. más usada en el foro:


darle largas, dejarle dormir.
«DAR CARRETE. Metafóricamente vale dilatar los negocios ú otra cosa que se desea,
molestando al interesado» (Dicc. de Aut.).

† Cordero. SOY MANSO COMO UN CORDERO MIENTRAS HAGO LO QUE


QUIERO, expr. fam. que se aplica a las personas que se muestran amables y
complacientes mientras se las deja hacer su voluntad, y se vuelven ásperas e intratables
cuando se les pide o propone algo que las contraríe.

† Cordillera (POR). Locución que usan las autoridades eclesiásticas y civiles para
indicar cierto modo especial -122- de remitir un pliego o un reo a su destino. Consiste
en que el remitente dirige uno u otro a la autoridad más inmediata; ésta hace lo mismo a
su vez, y así sucesivamente hasta llegar a la que debe quedarse con el papel o la
persona.

Cuba. PICHARDO, p. 101.

† Cornada. «NO MORIR UNO DE CORNADA DE BURRO, fr. fig. y fam. Rehuir
exponerse á cualquier peligro, por leve é imaginario que sea. Úsase por lo común el
verbo en tiempo futuro» (Dicc.). Alguna variación hay en el sentido que damos aquí a la
frase. Se usa para animar a uno que se muestra cobarde: Anda que no has de morir de
CORNADA DE BURRO. Lo mismo en el Río de la Plata, según Granada (p. 216).

Cornejal. m. Cornijal, punta, recodo, ángulo de terreno, por lo común de forma


irregular.

Terreros trae CORNIJAL y CORNEJAL; lo mismo Salvá.

† Coro. En el rosario hace CORO el que pasa las cuentas y lleva la voz para que los
demás vayan respondiendo. Lo natural sería decir que éstos son los que hacen CORO.

† Corral de Concejo. m. Lugar en que las autoridades encierran los animales que se
encuentran extraviados y sin dueño conocido. Pasado cierto término sin que nadie los
reclame, se venden al mejor postor en beneficio de los propios. Sirve también para
depositar los animales que han hecho daño en alguna sementera y tenerlos en prenda
hasta que el dueño se presente y resarza el daño causado.

Cuba. PICHARDO, p. 104; MACÍAS, p. 375.

Correita. f. dim. reg. de CORREA, muy de acuerdo con nuestra afición a los
diminutivos en ito. Terreros le trae en el art. CORREHUELA. Correhuela, que trae el
Diccionario, jamás le usamos, sino como nombre de una planta. Algunos dicen
correyita, y no es de condenarse, puesto que el Diccionario da correyuela, y Salvá
correya como anticuado.

Perú. ARONA, p. 131.

CORREITAS o CORREYITAS llamaban a los antiguos soldados presidiales, porque


adornaban sus trajes de cuero con flecos de CORREITAS. Todavía suelen verse esos
adornos en los trajes de charros.
«Traía unas chaparreras de piel de venado, cerradas con profusión de pequeñas correas
que caían á los lados como un fleco abundante» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 12).

Correlón, na. adj. Que por cobardía acostumbra huir del menor riesgo.

Bogotá. CUERVO, § 711.

† Correr. a. Arrojar, echar fuera, despedir a uno con descomedimiento.

«Los corrí para que no dilaten su vuelta» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 314). «No diga
que la corro; pero no vaya á ser que D. Clemente huela algo» (Id., tom. II, cap. 1, página
39). «Póngame de dominguejo en los chilares para espantar los pájaros; pero no nos
corra de su lado» (Id., tom. II, cap. 13, página 395).

DE CORRER Y PARAR. Perfectamente adiestrado en un oficio, ejercicio u ocupación.

«Aunque en el congreso hay muchos diputados de correr y parar, esto es, que salten
hasta donde han de estirar y hasta donde aflojar...» (MORALES, Gallo Pitagórico, p.
588).

† Corretear. n. Correr de aquí para allí. Todo el día andan los muchachos
CORRETEANDO por el jardín.

2. a. Perseguir, acosar al que huye; y también huir del que persigue. CORRETEAMOS
al enemigo por más de dos leguas. Me CORRETEARON los ladrones.

«Este es de los que buscamos, y el mismo que me hizo corretear de balde mi caballo en
el cerro de las Palmas» (Astucia, tom. I, capítulo 16, p. 388).

Guatemala. BATRES, p. 186. Correr, perseguir, dice Ortúzar.

V. CARNEAR.

† Corriente. adj. Que no es fino, sino de la calidad común. Géneros, calzados, finos y
CORRIENTES.

2. met. Que sigue el uso general. Poco usado.

«Lo primero que hacen es esconder la conciencia debajo de la almohada, echarse con
las petacas, y volverse corrientes» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 31).

3. Que es llano en el trato y enemigo de cumplimientos.


-123-

Corrución. f. ant. Corrupción, por merma.

«Por cuanto los arrieros que traen vino á esta dicha cibdad hacen muchos fraudes en el
dicho vino, é después dicen que se le sale, y lo dan por corrución [...] mandaron que de
aquí adelante la persona que oviere de dar vino á cualquier arriero [...] le dé tres
azumbres demasiadas en cada ocho arrobas, para corrución del camino» (Actas de
Cabildo, 18 set. 1526).

Corsar. n. Lo mismo que CORSEAR, ir a corso. Le traen Salvá (como anticuado), y el


Diccionario Marítimo.

2. Pillar, saquear.

«Se ganó el puerto, y se degolló toda la gente, y se corsó todo lo que había en el castillo
por los nuestros» (Diario de ROBLES, 1692, tom. II, p. 79).

† Cortada. f. Herida de instrumento cortante; y aun la pequeña que suele hacerse a sí


propia una persona.

«Le dieron una porción de cortadas en distintas partes del cuerpo» (Astucia, tom. II,
cap. 3, p. 87). «¿Qué descanso podrá tener mi cuerpo lleno de cortadas sobre un pedazo
de un húmedo petate?» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 220).

«Está el afamado Hormigo,


Que recibió tres cotadas
Por sus dimes y diretes
Cuando fué á la Candelaria».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 184)

«El padre de la Calandria,


Aquel de cara de alforja,
El que tiene una cortada
Dende el ojo hasta la boca».

(ID., ib., «Romance», p. 236)

† Cortado. adj. m. que denota el estado del cuerpo cuando se siente desazón con algo de
escalofrío, lo que suele ser anuncio de enfermedad grave. Es corriente decir: Tengo el
cuerpo CORTADO; Volví a casa con el cuerpo CORTADO y me acosté. La acepción es
antigua y todavía muy usada.

«Cuando vienen á sus casas no hallan en ellas otro regalo sino humo, por ser muy chicas
sus casas, y échanse en el suelo, y así amanecen cortados los cuerpos, de donde les
vienen á recrecer enfermedades» (Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.).

† Cortar. a. Es común entre el pueblo bajo el uso de este verbo, por herir con
instrumento cortante; y se le emplea exclusivamente si se trata de una herida en la cara,
de un chirlo. Las mujeres de esa clase, cuando están celosas, acostumbran amenazar a
sus rivales, particularmente si éstas son jóvenes y agraciadas, con que les han de
CORTAR la cara, y de ordinario ponen por obra a traición la amenaza.

† Corte. m. Nadie dice por acá corta, por la siega de trigos y cebadas; tampoco se aplica
a la caña de azúcar: todo es CORTE.

Ecuador. CEVALLOS, p. 50. Cuba. PICHARDO, p. 104; MACÍAS, p. 378.

† Corvas. fam. ENTRAR CORVAS, sentir gran temor. Temblar la contera, trae el
Diccionario en igual sentido.

«Puede que le hayan entrado corvas, contestó uno de los concurrentes. -Eso no, repuso
Alejo: es decidido, y no tiene un pelo de cobarde» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 120).

«Es la pelada te digo,


Que me entran corvas, de miedo».

(G. PRIETO, «Carta de un novio tímido», Monit. Rep., 18 oct., 1891)

† Cosa. ¡HAYA COSA! Frase con que se denota admiración o extrañeza. Es común
entre la gente del campo.

«Se pararon: después uno de ellos se separó de sus compañeros y avanzó hacia la
izquierda, y el otro se quedó esperando. -¡Haya cosa!» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap.
7).

NI POR UNA DE ESTAS NUEVE COSAS; de ninguna manera, por motivo alguno.
Alusión al Catecismo del P. Ripalda, donde se lee que «el pecado venial se perdona por
una de estas nueve cosas», etc.

«No hemos de visitarla ni por una de estas nueve cosas» (DELGADO, Angelina, XIV).

Coscomate. (Del mex. cuezcomatl, troxa o alholí de pan. MOL.). m. Troje de forma
particular usada en tierras calientes para guardar el maíz. Es una especie de copa sin pie,
hecha de cierto barro entretejido con zacate (yerba seca) y cubierta con una montera del
propio zacate, sostenida por una armazón de palos y terminada en punta, la cual se
cubre con una olla o forma de azúcar colocada boca abajo, para impedir la entrada del
agua. En la parte superior tiene una puertecilla por donde se introduce el maíz, y abajo
otra para extraerle conforme se va necesitando. -124- Los hay de gran tamaño.
Algunos, ajustándose más a la etimología, dicen cuexcomate.

«Aquí mismo lo colgarernos [al ladrón] para que espante á los cuervos que se vienen á
llevar el maíz del coscomate» (Astucia, tomo I, cap. 16, p. 389).

El P. Alzate elogia la disposición y construcción de los COSCOMATES (Gaceta de


Literatura, 23 de marzo, 1793).

Cosijoso, sa. adj. Cojijoso: que se queja o resiente con causa ligera.
Guatemala. BATRES, p. 189.

2. Engorroso, cansado, molesto.

«Este modo me parece más fácil que hacerlos de cañaveral, pues lo supongo más
cosijoso y trabajoso» (ALZATE, Gaceta de Literatura, 9 de agosto, 1794).

He visto en otra parte la palabra con esta significación; mas ahora no recuerdo dónde.
De ahí ha de venir el verbo ACOSIJAR (V.).

Costalera. f. Conjunto de costales.

Costalería. f. Conjunto de costales. Hay, sin embargo, cierta diferencia entre costalera y
COSTALERÍA. La primera voz designa los costales o sacos empleados en un negocio,
como en un molino de trigo; la segunda se refiere más bien a la fabricación, y al artículo
de comercio o al lugar en que éste se vende: La costalera está ya maltratada. Fabricante
de, o tratante en COSTALERÍA; almacén de COSTALERÍA.

V. AYATE.

† Costeño, ña. adj. Natural o procedente de la costa.

«Soy costeño, amigote, y he bebido abordo» (FACUNDO, Chucho, tom. II, cap. 1).
«¿Costeño? -De la costa» (ID., Gabriel, tomo I, cap. 11). «No han llegado todavía las
costeñas» (DELGADO, La Calandria, IV).

V. AMPÓN.

† Costilla. f. En plural le usamos por costa en ciertas frases, como reír, vivir, comer a
COSTILLAS de otro.

Guatemala. BATRES, p. 189. Cuba. MERCHÁN, p. 240.

† Costurero. m. En castellano significa la mesita con cajones en que las mujeres guardan
los útiles necesarios para la costura. Aquí también; pero le damos además la acepción de
pieza donde cosen las señoras o las costureras.

Guatemala. BATRES, p. 190.

Cotense. m. Tela burda de cáñamo. Sirve para abrigar fardos, asear las casas, y otros
usos.

«Sacó el Aguilucho de un talego de cotense un queso muy bueno» (PENSADOR,


Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 117).

Chile. «Cotensio ó cotense decimos en Chile por cotanza, especie de lienzo que se hacía
en Coutances, puerto de Normandía» (RODRÍGUEZ, p. 125).

También en México se oye decir cotensio por COTENSE.


«El techo [del teatro] de tablazón, forrado por dentro de cotensio dado de blanco con
diversas pinturas» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1753, tom. I, p. 194).

Según el Diccionario, cotanza es «especie de lienzo entrefino». El COTENSE no puede


calificarse de entrefino.

† Cotón. m. Según el Diccionario es sinónimo de jubón, en la germanía o jerga de los


gitanos. Jubón es «vestidura que cubre desde los hombros hasta la cintura, ceñida y
ajustada al cuerpo». El COTÓN no llega a la cintura, es cerrado y con mangas algo
cortas.

«Un muchachito como de tres años, gordito, con su cotón y calzones de manta» (Diario
de México, tom. II, p. 141). «Se sirven de unas mantas cuyo corte es como los cotones
que hoy usan los naturales del Nuevo México» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, libro 2, cap. 11). «Volvieron al momento á rastrear los trebejos que el
pobre difunto dejó, y se reducían á un cotón y unos calzones blancos viejos»
(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 4, p. 60). «Vestido con un cotón de indio y unos
calzones de camuza indecentísimos» (ID., ib., tom. IV, cap. 8, p. 105).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 126. Guatemala. BATRES, p. 190.

* Cotona. f. Hoy se entiende por COTONA una chaqueta de gamuza; pero antiguamente
se hacía también de varios géneros y a veces cerrada por todos lados, de suerte que era
preciso vestírsela por la cabeza.

«Una muy curiosa cotona de indianilla verde guarnecida de listoncito color de rosa»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 15). «Otro [me dió] una cotona de paño de primera azul,
guarnecida con cordón y flecos de oro» (ID., Periquillo, tomo IV, cap. 9, p. 123). «Casi
por mi cuerpo pasó la bala, pues me llevó un pedazo -125- de la cotona» (ID., ib.,
tom. IV, cap. 10, p. 133). «Se arremangó las mangas de su cotona» (Astucia, tom. I, cap.
3, p. 49). «Una chaqueta ó cotona de lo mismo [gamuza amarilla] con agujetas y
pequeñas águilas de plata en la espalda y botonadura» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 4).

Cotorrón, na. m. y f. Hombre o mujer entrados ya en años, particularmente si


permanecen célibes.

«Eso quisieran tus queridas las cotorronas, que les durara la figura hasta la sepultura»
(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 369 et alibi). «No se ha casado, y es todavía lo que se
llamaba en tiempo de la güera Rodríguez un cotorrón» (FACUNDO, El Trabajo y la
Pereza, p. 263). «El Sr. Zubieta era un cotorrón, lo más aseado y pulcro que pueda
desearse» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 1).

Cuba. PICHARDO, p. 106; MACÍAS, p. 383. Venezuela. RIVODÓ, p. 64.

Cotundir, dicen mal en el Ecuador, por contundir (CEVALLOS, p. 50), e igual pecado se
comete por acá. Esos pecadores, para ser consecuentes, debieran decir también cotusión
y cotuso; mas no se atreven a tanto.
† Covacha. f. No tiene en el Diccionario otra acepción que la de «cueva pequeña». Acá
significa un aposento situado debajo de la escalera, estrecho, húmedo, oscuro, y
naturalmente con el techo en desván. Suele servir de habitación al portero. Las casas
principales y las de construcción moderna es raro que tengan COVACHA. Por extensión
se da este nombre a cualquier cochitril.

«La casa núm. 24 que tiene arriba siete piezas, y abajo un cuarto, una caballeriza y una
covacha» (Diario de México, tom. II, página 396). «Acá hay disciplinas [...] palmeta,
orejas de burro [...] y mil cosas feas; pero no las verás muy fácilmente, porque están
encerradas en una covacha» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 3, p. 28). «Además,
halló en la covacha, debajo de la escalera, el cadáver de un portero jubilado» (G.
OBREGÓN, México viejo, p. 373).

2. Es también la vaca, esto es la zaga o parte posterior de las diligencias y otros


carruajes de camino, donde se colocan los equipajes, que se cubren y sujetan con un
cuero.

«Mientras pasaba esta refriega se habían dedicado [los ladrones] á registrar los baúles y
maletas colocados en el pescante y covacha del carruaje» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap.
15).

Coyol. m. Fruto de una especie de palma. Es pequeño, negro, casi redondo y muy duro.
Sirve para cuentas de rosario y para adornar ciertos objetos como las cuartas de lujo.
Los hemos visto primorosamente tallados.

«En toda esta comarca hay increible abundancia [de palmas], aunque en lugar de los
dátiles que suelen producir en África, llevan acá un cierto fruto en racimos, que aquí
llaman vulgarmente coyoles» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.). «Cuyoloapan quiere
decir valle ó lugar de quacuyoles: estos quacuyoles es una fruta que frisa mucho con
coquillos [...]. De las frutas de estos árboles se hacen rosarios que en toda la tierra son
preciados, que son cuasi como azabache» (Descr. de Cuilapa, 1581, MS.). «De la palma
que llaman Bunga ó Coyolli [...]. Nace en los lugares húmidos de las Islas Filipinas
donde la llaman Bunga y en la Nueva España Coyolli, donde hay muchas especies deste
género, de los cuales se hacen aquellos estimadísimos rosarios, que los españoles
llaman, corrupto el nombre, coyol» (XIMÉNEZ, Cuatro libros de la Naturaleza y
Virtudes, etc., lib. I, pte. 2, cap. 42).

Costa Rica. FERRAZ, p. 32. Guatemala. BATRES, p. 192.

V. en el art. BEBIDAS, el n.º 28.

* Coyote. (Del mex. coyotl, adive, MOL.) m. Canis latrans de Harlan, familia de los
canianos, orden de los carniceros, clase de los mamíferos. Especie de lobo, del tamaño
de un perro grande, y con piel de color gris amarillento. Está dotado de mucho instinto y
astucia, como la zorra, a la cual se asemeja en sus costumbres. Hernández describe el
COYOTE en el tratado I, cap. 13 de su Hist. animalium (Romæ, 1651). No es cierto,
según asienta Salvá, que se aplique esta voz como adjetivo a lo que es del país y se diga
indio-coyote, y cidra-coyote, pues por el contrario, allá por los años de 1828, en la
época de la mayor efervescencia del odio contra los españoles, se les daba por injuria el
apodo de COYOTES. En cuanto a la cidra-coyote, véase el artículo CHILACAYOTE.
El error de Salvá vino del Vocabulario de Alcedo.

«Así leones y tigres como coyotes, que son unos animalejos entre lobo y raposa, que no
son ni bien lobos ni bien raposas, de los cuales hay muchos, y muerden tan bravamente,
que ha de ser muy escogido el perro que le matare diente por diente» (MOTOLINÍA,
Hist. -126- de los Ind. de N. España, trat. I, cap. 8). «Llévanla [la yerba de la Puebla]
algunos señores de ganarlo á sus estancias para matar los coyotes, que son los lobos de
esta tierra» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Los animales de la tierra que hay son
coyotl, que es á manera de lobos, salvo que son más pequeños» (ID.).

«Con mucha formalidad


Decía un coyote á su hijo:
No aprendas á robar, mira
Que es muy insolente vicio».

(PENSADOR, Fáb. XXXIII)

«Yo creo que existimos como los caballos ó los coyotes, y que acabado el cuerpo se
acabó todo» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 8).

Costa Rica. FERRAZ, p. 32. Guatemala. BATRES, p. 191.

COYOTE llaman también al zángano que se introduce en las cárceles y estafa a los
presos embaucándolos con alardes de valimiento y ofertas de obtenerles gracias.

«Ningún ramo judicial extranjero despacha, en proporción á otros asuntos, mayor


número de juicios por deudas, que los que se versan en ese hormiguero de tinterillos,
coyotes, víctimas y verdugos» (FACUNDO, Víctimas del pulpo, p. 143).

COYOTE, TA. adj. Color que se califica de semejante al de ese animal, aunque en
realidad no lo sea mucho, pues tira más a café que el del original.

«De la calle de las Moras á la plazuela de Sto. Domingo, otra [perrita] fina con medio
cuerpo pelado y la punta de las orejas coyotas» (Diario de México, tom. III, p. 444).
«Ese de la barba larga, que tiene el sombrero coyote» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 225).
«Doña Pancha, muy embozada en su rebozo coyote, vino en busca de los muchachos»
(DELGADO, La Calandria, IV). «Cubrióse la boca con el [rebozo] coyote de bolita»
(MICRÓS, Ocios y Apuntes, pp. 151, 152).

Coyotear. n. Ejercer en las cárceles el mal oficio de coyote.

Coyotera. f. Reunión de coyotes.

2. fam. Gritería, conjunto de voces altas y confusas, semejante al que forman los
aullidos de muchos coyotes. Las mujeres armaron una COYOTERA.
Cozcolina. (Escríbese comúnmente COSCOLINA). f. Mujer de malas costumbres, pero
no descarada como la cuzca.

«Esa infame coscolina me lo ha trastornado. -De allí salió la coscolina acompañándolo»


(Astucia, tom. I, cap. 1, p. 46). «Las sospechas de D. Clemente contra la coscolina» (Id.,
tom. II, cap. 1, p. 117). «¿Quién es esa maldita coscolina que tiene un tendajo para
encubrir sus prostituciones?» (Id., tom. II, c. 2, p. 53). «Ninguno ignora que Vd. es la
coscolina de que he hablado» (Id., p. 57). «¡Ingrata! ¡Díscola! ¡Coscolina!»
(DELGADO, La Calandria, XIV, 1.ª ed.). «No merece esa coscolina que Vd. se afane»
(ID., ib., XV).

V. DESMECHAR.

† Credo. m. EL CREDO REVUELTO CON PIEDRAS, fr. fam. con que se expresa que
es muy bueno encomendarse a Dios en un lance peligroso; pero que deben emplearse
también medios naturales para defenderse. Y suele decirse asimismo cuando alguno
expone una petición con razones corteses, dejando entrever la amenaza de que si no son
atendidas se usará de coacción.

† Cresta. f. fam. PICAR LA CRESTA, provocar con dichos o hechos.

«Nuestro hombre estaba en los segundos [palcos] con la chica, nos picó la cresta á todos
los de la carpanta, y nos propusimos averiguar quién era la azul» (FACUNDO, Ensalada
de Pollos, tom. II, cap. 3). «Cuidadito con picarme la cresta, señor marido» (ID.,
Gabriel, tom. I, cap. 15).

† Crestón, na. adj. fam. Tonto, bobo. Poco o nada usado ya.

«Y como que sí, decía el coime: lo bueno es que él es medio crestón: lo que importa es
hacerle la barba» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 83).

También como sustantivo.

«Y de más á más dicen que es un crestón, término con que algunos significan que es un
tonto» (ID., ib., tom. II, cap. 3, p. 51).

† Criado, da. m. y f. Nada habría que añadir a este artículo del Diccionario, si no fuera
preciso registrar aquí el recado de refinada cortesía usado de tiempo atrás, y vulgar hoy,
para participar el nacimiento de un niño, que es como sigue: Dice el Sr. D.... o la Sra.
D.ª... que le besa a Vd. las manos, y que ya tiene Vd. un CRIADITO (o CRIADITA)
más a quien mandar.

«Aunque cuando Vd. nació no me envió su madre á decir que ya tenía yo un criadito
más á quien mandar...» (Diario de México, tomo II, p. 239).

Crinolina. f. Género muy tieso que sirve para armar.


-127-

2. Armazón que hasta hace poco tiempo usaban las mujeres debajo de sus vestidos para
ahuecarlos. Fue una resurrección del antiguo tontillo o guardainfante.
Cuervo (§ 762) le da, con acierto, el equivalente miriñaque.

† Criollo, lla. adj. usado también como sustantivo. «Dícese del hijo de padres europeos
nacido en cualquiera otra parte del mundo» (Dicc.). La definición no es exacta, porque
la palabra está confinada a la América española o francesa, y a las Islas Filipinas. Por
CRIOLLO y créole se entiende el descendiente de españoles o franceses, sin mezcla de
otra raza, nacido en las tierras americanas donde dominaron o aún dominan esas
naciones. El nombre suena mal en América, dice Salvá; aquí ha caído en desuso
aplicado a personas. Suele todavía llamarse CRIOLLO a lo propio de la tierra, en
contraposición a lo importado; denominación que también va desapareciendo, y
comúnmente se dice del país o nacional. La palabra parece haberse originado de los
negros, pues se daba ese nombre a los nacidos en Indias, para distinguirlos de los
africanos, y aun se usa en las Antillas.

«Criollo es vocablo de negros, y quiere decir persona nacida en la tierra, y no venida de


otra parte, el cual vocablo se haya españolizado, y significan con él los nacidos en las
Indias, á quien llaman criollos, y al nacido en una ó en otra parte ó ciudad llaman criollo
de tal ó cual parte» (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario).

V. ARMAS, p. 79.

Cuba. PICHARDO, p. 107; MACÍAS, p. 386. Río de la Plata. GRANADA, p. 163. V.


también BARTLETT, Dict. of Americanisms). V. Creole.

† Cristal cuajado. El mezclado con un color opaco que le quita la transparencia natural.
Suele emplearse para hacer copas, vasos, jarroncillos, juguetes de tocador, etc.

«Delante de la jofaina de porcelana, el juego de cristal cuajado, dos frascos y una linda
polvera, con su borla semejante á un copo de nieve» (DELGADO, La Calandria,
XXVIII).

† Cristiano, na. adj. sustantivado. En el Estado de Veracruz, la gente vulgar, y


particularmente los jarochos o rancheros, usan la palabra CRISTIANO como
equivalente de hombre en general, y en el sentido de «hermano ó prójimo» que le da el
Diccionario.

«Oigajté, ña Sacramenta,
Le diré ajté mi pasión,
Y si uté ej crijtiana atenta,
Tiene uté aquí un corasón
Que con naa... se amedrenta.

[...]

Él ej-jombre muy celano:


Tal vej ya pronto vendrá;
Camine alante, crijtiano,
Que si noj ve mano á mano
Jablando... se enojará».

(ESTEVA, El Jarocho)

Según Arona (p. 133) hay igual uso en Arequipa; y Rodríguez (p. 128) dice lo mismo de
los guasos (hombres de campo) de Chile.

En los primeros años de la conquista, y aun mucho después, los españoles se llamaban a
sí propios CRISTIANOS como para diferenciarse de los indios. Esa costumbre parecía
tan mala al padre Mendieta, que proponía se prohibiese con pena de excomunión.
Oigámosle, que el pasaje, aunque largo, es curioso:

«Es necesarísimo provea S. S. de remedio en un infernal abuso que los españoles han
plantado en toda la región de estas Indias Occidentales, y es de llamarse ellos cristianos,
á diferencia de los naturales de la tierra, puesto que todos son baptizados; y así es
plática general de los españoles, hablando con los indios, para decir llámame á aquel
español, ó dile tal cosa á aquel español, ó ve á casa de fulano español, decir llámame á
aquel cristiano, ó dile esto á aquel cristiano; cosa absurdísima, y que espanta no haber
tenido cuidado los prelados destas partes de que se ponga remedio en ella, porque es
persuasiva á los indios para que nunca se tengan por verdaderos cristianos; y es cosa
clara que diciéndole el español al indio llámame á aquel cristiano, por el español, luego
en su pecho formará una consecuencia, y dirá entre sí: luego yo por ser indio no soy
cristiano; y otros habrá que viendo tan malas obras como las que comunmente hacen los
que se intitulan cristianos, tomarán odio á este nombre, y dirán: mucho en buenhora séte
tú cristiano, que yo no lo quiero ser. Por evitar tantos y tan graves daños como deste mal
abuso se pueden seguir, conviene quitarlo con todo el rigor del mundo, aunque sea con
pena de excomunión, á los que scienter no lo quisieren dejar, y que se proceda contra
ellos como contra perturbadores -128- de la cristiandad y de la conversión de las
gentes» (Cód. Mend., tom. I, página 258).

Tan a pechos tomaba este asunto, que le dedicó después un capítulo entero de su
Historia Eclesiástica Indiana (el 34 del lib. IV).

Ignoro cuándo desapareció esa costumbre. ¿Será un resto de ella el uso actual a que se
refiere este artículo?

Crucita. f. dim. de Cruz: crucecita.

«Pérdida. El domingo pasado, en la iglesia de la Santísima, un rosarito de Jerusalén con


su crucita de palo» (Diario de México, tom. II, p. 292).

† Crudo, da. adj. Término del lenguaje vulgar que denota el estado de embargo,
somnolencia y torpor en que se encuentra el hombre al día siguiente de una borrachera.

«En el cuarto n.º 1 vive un zapatero que [...] se emborracha domingo y lunes; el martes
está crudo, y el miércoles consigue obra» (FACUNDO, Casa de Vecindad, p. 102).

«Y siempre crudo, cuando no beodo».


(PLAZA, «El borracho»)

2. m. Tela burda de cáñamo que se usa para empacar y hacer sacos. Es voz española,
aunque no se halla en el Diccionario. La trae Ortúzar.

Venezuela. RIVODÓ, p. 250.

† Crujirse. pr. Sentir un frío extremado. Estoy CRUJIDO. Cierre Vd. esa puerta que ya
nos CRUJIMOS.

«¡Qué zurra me pegó el viento!


El frío ¡cómo me cruje!».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 273).

Cuaco. m. Entre campiranos, caballo.

«¿Qué le parece á Vd. este cuaco?» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 23). «Este cuaco me lo
arrendó, y muy bien aperado me lo mandó» (Id., p. 25). «Dándome generosamente este
cuaco» (Id., tom. I, cap. 6, p. 120). «Ahí tengo un cuaco colorado sangre linda, que
quiero verlo en sus manos» (Id., tom. I, cap. 12, p. 229). «¡Ah qué cuaco tan
desengañado, muchachas!» (Id., tom. I, cap. 15, p. 347). «Mire, mire, qué lindo cuaco
lleva D. Carlitos» (Id., tom. II, cap. 5, p. 116).

«Por más esfuerzos que hicieron


Y á sus cuacos azotaron,
No sólo no me alcanzaron,
Pero ni el polvo me vieron».

(Chamberín, p. 42)

«Arremetiendo su cuaco,
Le arrienda con franco envite».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 299)

«Volvió la espalda la china,


Él reprimió su berrinche,
Y al cuaco le metió espuelas
Meditando en su desquite».

(ID., ib., p. 300)

«Ni que se le atranca el cuaco


Porque ve bultos de lejos».

(G. PRIETO, «Carta de un novio tímido», Mon. Rep., 18 oct., 1891)

Cuadra. f. El Diccionario dice: «Méj. Manzana de casas». Tal es sin duda la verdadera
acepción de la palabra, porque la manzana es un cuadrado o cuadrilongo, y no hay razón
para llamar CUADRA a un solo lado de él. Rivodó (p. 65) sospecha que hay error en
esta parte del artículo del Diccionario; en todo caso, si le hubiere, no sería de la
Academia Española, sino del que aquí escribe, pues fue quien presentó esta cédula en la
Mexicana. Verdad es que en el uso común se entiende por CUADRA el espacio de una
calle comprendido entre dos transversales; y como en la nomenclatura antigua cada
CUADRA tenía nombre particular venía a ser sinónimo de calle. En los ejemplos
siguientes me parece que los tres primeros confirman la acepción del Diccionario.

«Hasta la salida del pueblo, que creo es la única, á los lados de esta calle cruzan otras de
la misma anchura, las que en distintas cuadras forman dos plazuelas» (Diario del P.
GARCÉS, p. 322). «A un lado y otro de ésta van saliendo otras calles de la misma
anchura, formando de este modo cuadras» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Michoacán, pte. I, lib. 2, cap. 11). «Esta [la azotea] se une con las azoteas de las casas
que están en la misma cuadra, que no suele ser muy grande, porque son muchas las
calles que cruzan» (ID., ib.). «Al acaso caminó cuadras y cuadras, sin darse cuenta de
las distancias» (DELGADO, La Calandria, XXIX, 1.ª ed.).

«Dos cuadras la seguí, cuando de un salto...».

(Don Simplicio, tom. II, n.º 13)

Cuadra, por tramo de calle, se halla en el Perú (ARONA, p. 134); en Cuba


(PICHARDO, p. 108; MACÍAS, p. 390); en Venezuela (RIVODÓ, p. 65, y en el Río de
la Plata (GRANADA, p. 163).
-129-

CUADRA, por caballeriza, muy rara vez se oye en México.

† Cuadrante. m. Notaría del curato: oficina parroquial donde se llevan los libros y se
asientan las partidas de bautismo, casamiento y defunción. Por estar próxima a la
sacristía se ponía en ella el CUADRANTE o tablilla de las misas que debían celebrarse
cada día, y de aquí tomó el nombre la oficina. Varias calles llevan el nombre del
CUADRANTE que en ellas existe o existía, como las del CUADRANTE de S. Miguel,
de S. José y de Sta. Catarina.

«En lo interior estaba la oficina que se llama cuadrante». «En una pieza que había
separada con comunicación á dicha capilla estaba la pila bautismal y la oficina del
cuadrante» (SEDANO, Noticias, tom. II, p. 152). «Al pasar por el cuadrante de la
parroquia N...» (Diario de México, tom. II, p. 354). «El día 10 del corriente se
vacunaron en el cuadrante de S. Miguel 72 niños de ambos sexos» (Id., p. 436). «En el
cuadrante un clérigo melancólico, pensativo, fumando» (DELGADO, Angelina, IX).

† Cuadrar. n. Agradar, gustar, convenir. Es acepción castellana; pero era notable el


mucho uso que se hacía de ella hasta hace poco tiempo, sustituyendo siempre
CUADRAR a gustar. Hoy pertenece al lenguaje vulgar.

«Mis conocimientos (no me cuadra decir amistades)» (Diario de México, tom. I, página
349). «Y esto sí que no me cuadra, no me cuadra, no me cuadra» (DELGADO, La
Calandria, VIII).

«No me cuadra hacerme pato».

(G. PRIETO, Musa callejera, «Romance», p. 295)

CUADRARSE, agradarse a sí propio, envanecerse de sus prendas personales. Se usa


para mofarse de la fatuidad de alguno.

En Venezuela es «lucirse una persona, quedar airosa» (RIVODÓ, p. 250; MEDRANO,


p. 32).

† Cuadrilla. f. Baile de sala, que algunos llaman rigodón.

«Unas cuadrillitas en el campo» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 163).

«Ved qué estiradas!


Picando con el pie la polca leve,
Bailando las cuadrillas desmayadas!

(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 87)

Perú. ARONA, p. 135. Guatemala. BATRES (art. Lanceros), p. 359.

Cuajante. m. y f. Que cuaja, o pierde el tiempo en pláticas ociosas.

2. También el que cuenta cuajos o mentiras.

† Cuajar. n. fam. Pasar el tiempo en pláticas entretenidas. Dícese especialmente de los


escolares.
«A lo que vamos los más [de los] estudiantes á la Universidad no es á aprender nada
sino á cuajar un rato unos con otros» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 10, p. 115).
«Cuaje todo el año, y se desvela en Agosto y Setiembre para lograr escurrirse, al través
de un examen fatigoso, al otro curso» (FACUNDO, Vistazos, p. 24).

Cuajilote. (Del mex. quauhxilotl, «arbor ferens fructum similem spicæ maizii» HERN.).
m. Fruto del Parmentiera edulis, árbol de la tierracaliente. Es de unos 16 cents. de largo
y 4 de diámetro, de forma casi cilíndrica, con la superficie estriada, de color pardo
verdoso y de pulpa fibrosa llena de semillas menudas, seca e insípida. Cocido toma un
color pardo oscuro uniforme por fuera y violado por dentro, se vuelve jugoso y adquiere
un sabor dulce agradable. Así se vende como fruta en los mercados de México (Farm.
Mex., p. 50).

† Cuajo. m. fam. Plática ociosa y entretenida; idea que no se puede llevar a efecto.

«Condolido yo, pues, de estas y otras muchas aflicciones que he presenciado, me


propuse una idea, ó como dicen, cuajo, para remediarlas con utilidad mía: digo cuajo,
porque á mí me es imposible reducirlo á la ejecución» (Diario de México, tom. III, p.
379). «Vaya un cuajo, por ensayito de lo bien que desempeño la función» (Id., tom. IV,
p. 126).

2. Horas de recreo en los colegios.

«De dos á tres, cuajo ó siesta [...]. De ocho á nueve, cuajo» (Astucia, tom. II, cap. 5,
página 112).

3. Se toma asimismo por embuste o mentira inofensiva, acaso por las muchas que se
suelen decir en esas pláticas.

Cuamil. (Del mex. cuahuitl, árbol, milli, heredad). m. Huerta con arboleda. En la ciudad
de México no se usa.
-130-

«Tienen sus cuamiles ó huertas, en que cosechan caña dulce» (MOTA PADILLA, Hist.
de la N. Galicia, cap. XCIV, n. 6).

† Cuándo. Usado a manera de interjección, sirve para denotar que es imposible una
cosa.

«Creyendo que yo me había de ablandar á los gritos del muchacho; pero ¡cuándo!»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Si lo he sabido ¡cuándo me sucede!» (FACUNDO,
Gentes, tom. IV, cap. 5). «¿Entrar ese papelucho á mi casa? ¡Cuándo, padre, cuándo,
cuándo!» (DELGADO, La Calandria, II).

† Cuánto ha. «Nos parece digno de notarse el uso de cuanto seguido del verbo haber en
la tercera persona del presente de indicativo apocopada, para denotar largo espacio de
tiempo: ¿cómo van los negocios de nuestro amigo? Cuanto ha que no recibo noticias
suyas» (RODRÍGUEZ, p. 131).
Esta frase es tan usada en México como en Chile; mas pienso que el haber de Rodríguez
es errata por hacer, y que la frase equivale a cuánto hace; hace largo tiempo.

Cuapastle. adj. De color leonado que tira a café. Pípila CUAPASTLE.

«Traían mantas pintadas y leonadas, que es señal entre ellos de valiente, que llaman la
color quapachtli» (Descr. de Zempoala, 1580, MS.). «Pérdida. Una perrita fina con unas
manchas cuapastles en las orejas» (Diario de México, tom. III, p. 444). «Una perrita
fina: es toda blanca, con las orejitas cuapastles» (Id., tom. IV, p. 344). «Paño cuapastle»
(Id., p. 462).

† Cuaresmal. m. Ejercicio de rezo y sermón que se acostumbra hacer diariamente en


muchas iglesias durante la cuaresma.

* Cuarta. f. Látigo corto para las caballerías de silla. Es todo del cuero que llaman peal.
Tiene en el cabo una asa o anillo del mismo cuero, con que se asegura a la muñeca, y en
el otro extremo una pajuela o tira delgada, que es propiamente el azote.

«Y sirviéndole la pistola de cuarta, apuraba á su caballo en la cuesta arriba» (Astucia,


tom. II, cap. 5, p. 142). «Aquel jinete no llevaba espuelas; pero sí miedo y cuarta»
(FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 1). «Otro le volvió su pistola, el de más
allá su cuarta y su reata» (ID., Gentes, tom. II, capítulo 13).

«Sólo previne mi cuarta


Y al verla todos se rieron».

(Chamberín, p. 13)

Cuba. «Látigo que llevan los caleseros para azotar al caballo» (PICHARDO, p. 109;
MACÍAS, p. 392).

ECHAR CUARTA, azotar con ella.

«Le echaba cuarta al pobre de mi hermano á manta de Dios» (PENSADOR, Periquillo,


tom. II, cap. 11, p. 190).

Por CUARTA se entiende también una soga larga y gruesa, de cuero crudo, que en los
carros y algunos coches de camino se usa como tirante. De ahí viene el verbo
ENCUARTAR (V.).

V. DIOS.

* Cuartazo. m. Azote dado con la cuarta.

«Primer cuartazo al patriota de los ayuntamientos» (Diario de México, tom. XVII, p.


647).

Cuba. PICHARDO, p. 109.


* Cuartear. a. Pegar repetidas veces con la cuarta.

† Cuarterón, na. adj. Hijo de blanco y mulata, o viceversa. Úsase como sustantivo. Otros
llaman así al hijo de mestizo y española, y viceversa (FR. P. SIMÓN, Not. hist.,
glosario).

Cuba. MACÍAS, p. 392.

V. CASTAS.

* Cuartilla. f. Moneda pequeña de plata que ya no corre. Valía la cuarta parte de un real
fuerte, o sea 3⅛ centavos del peso.

NO TENER o NO VALER CUARTILLA, no tener o no valer un cuarto.

† Cuarto. m. Tomando, sin duda, a redondo en la acepción de completo, como se ve en


hidalgo redondo, negocio redondo, llamamos CUARTO redondo a la pieza de las casas
de vecindad, cuando no tiene dependencia alguna, ni más abertura que la puerta de
entrada, y rara vez una ventanilla.

«El cuartito era redondo, y tenía una ventana que caía á una acequia muy inmunda»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, p. 110). «En un cuarto que llaman redondo
(que era toda la casa) yacía sobre unos indecentes bancos de cama una señora como de
veinticinco años de edad» (ID., ib., tom. IV, cap. 12, página 154).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 132.


-131-

De paso haré notar que el Diccionario trae «Cuarto trasero: parte posterior de algunos
animales»; y olvidó el delantero, que es la parte anterior.

Cuatatán. m. Matalote. Desusado.

«Ahora que dice de caballos, amigo D. Pepe, dígame: ¿piensa deshacerse de sus
cuatatanes?» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162). «Botando sobre la silla como pelota á
cada trote del cuatatán» (Id., tom. II, c. 3, p. 93).

* Cuate, ta. (Del mex. coatl, culebra, mellizo). m. y f. Mellizo, gemelo, mielgo.

«Tenían asimismo, que cuando la mujer paría dos criaturas de un vientre había de morir
el padre ó la madre. Y el remedio que el demonio les daba era que matasen á alguno de
los mellizos, á los cuales en su lengua llamaban cocoua [plural de couatl ó coatl], que
quiere decir culebras, porque dicen que la primera mujer que parió dos se llamaba Coatl,
que quiere decir culebra. Y de aquí nombraban culebras á los mellizos» (MENDIETA,
Hist. Ecles. Ind., lib. II, cap. 17). «Somos mellizos ó cuates» (PENSADOR, Periquillo,
tom. II, capítulo 11, p. 191).

«Si dos niñas juntas nacen


Siempre les llamarán cuatas,
Y no serán dos gemelas
Cual decimos en España».

(SOMOANO, p. 34)

CUATE y CUATA se aplica también, como adjetivo, a lo que es doble, como atarjea
CUATA.

NO TIENE CUATE, expr. fam.: no tiene igual o semejante.

«No quiero decir eso, sino que de sus fuerzas no tiene cuate» (Astucia, tom. I, cap. 13,
p. 267). «Lo que á mí me pasa no tiene cuate» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 225).

Cuatera. f. Mujer que pare gemelos, y especialmente cuando se ha repetido el caso.

«Casó con uno de mis hermanos, y ha salido hasta cuatera» (Astucia, tom. II, cap. 3, p.
95).

* Cuatezón, na. (Del mex. quatezon, motilón. MOL.). adj. Dícese del animal que
debiendo, por su especie, tener cuernos, carece de ellos, natural o artificialmente.

«Pérdidas. El día 19 un borreguito blanco, cuatezón» (Diario de México, tom. III, p.


340). «Los pobres diablos del salón eran cuatezones» (MORALES, Gallo Pitagórico,
página 351). «Otro de los diablos cuatezones le contestaba con esta otra estrofa» (ID.,
ib., p. 352). «En seguida entró en el salón un gran número de diablos, también
cuatezones» (ID., ib., p. 354).

Cuatezonar. a. Suprimir los cuernos de un animal cuando es todavía pequeño,


cortándoselos, y cauterizando la herida. Hoy se hace con frecuencia esta operación en el
ganado vacuno de raza fina, con el objeto de evitar que los animales se hieran unos a
otros.

† Cuatrero, ra. m. y f. Que dice cuatros o disparates. Aplícase a los indios que hablan
mal el castellano, y aun al mismo idioma así estropeado.

«¿No es impropiedad que el indio se explique en su papel por medio de un castellano


cuatrero, y en su nota por el mismo idioma ya puro?» (Diario de México, tom. XIII,
páginas 45, 46).

† Cuatro. m. Barbarismo, solecismo, disparate, gazafatón; especialmente el que sueltan


los indios cuando hablan en castellano.

«Esta explicación [hecha por indios] de lo que significa la pintura está llena de cuatros,
como se ve y como se acostumbra» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I,
lib. 2, cap. 16). «Tengo á la vista una relación auténtica [...] que aunque llena de cuatros
y de algunos anacronismos respecto á los sucesos de aquel tiempo, en el fondo tiene su
peso» (ID., ib., cap. 18).
También, por extensión, cuando se trata de cualquier idioma extranjero.

«En fin, aunque á fuerza de trabajo, y echando mis cuatros [en francés], ya me doy á
entender» (D. PABLO DE LA LLAVE, en el Diario de México, tom. III, p. 147).

El origen de esa acepción de CUATRO puede ser éste: los indios solían antes cortarse a
raíz el pelo, dejándose solamente dos melenas o balcarrotas tras de las orejas, lo cual se
usaba entre los más rústicos y mazorrales, que por lo mismo hablaban peor el castellano,
y eran llamados CUATRO orejas.

«El macho serás tú [...] le dije [al indio], indigno, maldito, cuatro orejas» (PENSADOR,
Periquillo, tom. III, cap. 4, p. 60).

«Una indita en su chinampa


Cortaba diversas flores,
Y un indito cuatro orejas
Le hablaba de sus amores».

(Copla popular)

-132-

De ahí, CUATRO vino a significar disparate que dicen los indios rústicos, CUATRO
orejas.

Esta denominación no es nuestra sino castellana: «CUATRO OREJAS. fig. y fam.


Hombre que traía guedejas, y lo demás de la cabeza pelada [pelado?]» (Dicc.). Viene
desde el Diccionario de Autoridades.

† Cubeta. f. fam. Sombrero de copa alta.

«El pollo callejero le llama al sombrero alto sorbete ó cubeta, y lo rehusa por ser el
distintivo de los caballeros» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 5).

V. SORBETE.

† Cubierta. f. Eufemismo por vaina de espada, puñal, etc.

«Desabrochó el cinturón, y allí dejó la cubierta y su sombrero, llevándose la hoja


desnuda» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 140).

ARAÑAR LA CUBIERTA, fr. fig. y fam.: andar en graves apuros, apelar a los últimos
recursos para completar el gasto de la casa, o la suma necesaria para un pago. Fulano
vive siempre ARAÑANDO LA CUBIERTA.

† Cuca. f. dim. de Refugio, nombre de mujer.


«Y yo también, contestó en voz alta D.ª Refugio. -Mil gracias, Cuca, dijo Castaños sin
vacilar» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 1).

† Cuco. HACER A UNO CUCO, expr. fam.: burlarse de él, menospreciarle; no hacerle
caso, nulificarle.

«Silbáronle los malditos, que ya se habían propuesto hacerlo cuco» (Astucia, tom. I,
cap. 12, p. 239). «Se hizo tan pública esta ocurrencia, que unas de celos y otras de
temor, me hicieron cuco» (Id., tom. II, cap. 1, p. 17).

HACER EL JUEGO CUCO, expr. fam.: burlarse de alguno, engañarle.

† Cuchara. f. Llana, paleta de albañil.

Cuba. PICHARDO, p. 111; MACÍAS, p. 398. Venezuela. RIVODÓ, p. 250. Río de la


Plata. GRANADA, p. 168.

MEDIA CUCHARA: el albañil que aún no puede trabajar como oficial.

2. fam. Cucharero, ladrón ratero.

«Preguntaron sus soldados á mis conductores que por qué me llevaban. Y ellos
respondieron que por cuchara, esto es, por ladrón» (PENSADOR, Periquillo, tom. II,
cap. 5, p. 78).

DESPACHARSE CON LA CUCHARA GRANDE: despacharse con el cucharón.

METER LA, o SU CUCHARA. Meter su cucharada: expr. fam. que el Diccionario de


Autoridades explica así, conforme a nuestro uso: «Frase que se dice del que en todo
cuanto se habla ó discurre quiere dar dictamen, interrumpiendo á los otros en materias
que no profesa ni entiende». El Diccionario (art. CUCHARADA) da por equivalente de
esta frase «echar uno su cuarto á espadas», que no es lo mismo.

«He visto que estos sujetos han tenido que representar al convidado de piedra en las
conversaciones de gente instruída, quedándose, como dicen vulgarmente, como tontos
en vísperas, sin hablar una palabra, y son los que han sabido tomar mejor partido, que
los que han querido meter su cuchara, y salirse de la corta esfera á que han aislado su
instrucción» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 175).

Perú. ARONA, p. 139.

† Cucharero. m. Ladrón ratero. Usábase mucho; hoy se oye rara vez.

«En estos socuchos juegan los pillos, cuchareros y demás gente de la última broza»
(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 36). «Cátenme Vds. ya cofrade de
semejante comunidad, miembro de una academia de pillos, y socio de un complot de
borrachos, tahures y cuchareros» (ID., ib., tom. II, cap. 4, p. 67). «La patente se le pide,
y si no quieres pagarla, harás la limpieza, so cucharero» (ID., ib., tom. II, cap. 5, p. 80).
Aún no ha mucho que en todas las casas medianamente acomodadas se usaban cubiertos
de plata, y los rateros que se introducían en ellas, o los criados, robaban de preferencia
las cucharas, por ser la pieza de más valor. De ahí vino probablemente el nombre de
CUCHARERO aplicado al ladrón ratero. Como hoy los cubiertos son de plaqué, no
inducen en tentación las cucharas, por lo cual ha llegado a desaparecer hasta el nombre
de CUCHARERO.

† Cuchi o Cochi. m. Acerca de esta palabra que el Diccionario trae como provincial del
Perú, dice Arona (p. 139): «Nombre común y familiar del cochino en Arequipa,
indeclinable, común á hembra y macho, como todos los de su especie. ¡Curioso sería
que esta voz -133- quechua no fuera más que una voz castellana quechuificada!
Oigamos á Garcilaso: Á los puercos llaman los indios cuchi, y han introducido esta
palabra en su lenguaje para decir puerco, porque oyeron decir á los españoles coche,
coche, cuando les hablaban». La cita es de la Primera Parte de los Comentarios Reales,
lib. IX, cap. 19. Markham cree también que es palabra quichua: «Pig. Cuchi», y lo
mismo Rodríguez (p. 109), sin duda porque no recordaron el pasaje de Garcilaso, que es
terminante. De igual manera vemos que en Oajaca llaman al puerco cuchi, y en
Michoacán cuche. Imposible es que la palabra quichua corriera tanto. No se trata, pues,
de un provincialismo, sino de una simple abreviación de cochino, que se usaba y usa
como vocativo para llamarle o estimularle, y que por haberla oído de los españoles
creyeron los indios en varias partes que aquel era el nombre de un animal para ellos
desconocido. Si los mexicanos le llamaron coyametl fue porque ya conocían con ese
nombre al pecari, animal bastante parecido al jabalí (HERNÁNDEZ, Hist. quad., cap.
XXV).

En Guatemala llaman al pecari coche de monte (BATRES, pp. 179, 180).

† Cuchilla. f. Entre agrimensores y labradores, faja de terreno más angosta por uno de
sus extremos, que por el otro. Entre sastres y costureras, CUCHILLO, 2.ª acep.

† Cuchufleta. f. Cierto bizcocho. «Había consumido algunos platones colmados de


cuchufletas...» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 7).

V. SOLETA. PUCHA.

Cueitl. (Del mex.. cueitl, saya, faldellín, faldillas o naguas. MOL.). m. Enagua que usan
las indias montaraces. Es un simple pedazo de tela que se lían a la cintura y llega poco
más abajo de la rodilla.

Hoy ya no se oye esta voz.

«Estas mantillas ó faldellines llaman cueitl». «Traen un género de faldellín, que llaman
cueitl, que les llega de la cintura abajo» (Descr. de Ameca, 1579, MS.).

† Cuenta. CAER EN CUENTA decimos por caer en la cuenta, y también lo dicen en


Bogotá (CUERVO, § 340), en Chile (RODRÍGUEZ, p. 78; SOLAR, página 33), y en
Guatemala (BATRES, página 155). No parece del todo condenable nuestra omisión del
artículo. El Sr. Cuervo aduce en favor de ella un pasaje del Fray Gerundio; si bien se
inclina a creer en una errata. Pero Solar trae otras dos citas del mismo autor, una del
Fray Gerundio y otra del Gil Blas. Por último, el Diccionario en su 11.ª edición usó Caer
en cuenta (artículo ACORDAR) y en la 12.ª añadió el artículo.

HACER DE CUENTA oímos muchas veces por hacer cuenta o la cuenta.

«Si se hace de cuenta que hay más bandas en las barrigas de los militares que...»
(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 12). «Hace de cuenta que lo mete en un azar más
contingente que el de la lotería» (ID., ib., p. 81). «Haz de cuenta que ya estoy en Santa
Paula» (ID., ib., p. 553). «El sacerdote procedió como si allí estuvieran todos juntos, y
hacía de cuenta que en cada rincón estaba, cuando menos, uno» (FACUNDO, Mariditos,
cap. 7). Este yerro corre asimismo en otras partes de la América, pues le condenan en
Bogotá Cuervo (§ 382), en Guatemala Batres (p. 319), y en el Perú Arona (p. XXI).

DAR CUENTA CON un oficio u otro documento es frase muy usada en las actas de las
corporaciones, para expresar que el secretario leyó aquel escrito o comunicó en extracto
su contenido. Cuervo (§ 376) la califica de mal pecado y desatino, porque debe decirse
de. El hecho es que el con está muy generalizado, y sin duda se ha introducido para
evitar el equívoco a que da lugar el de, porque dar cuenta de una cosa es dar fin de ella,
destruyéndola o malgastándola. Los secretarios escrupulosos evitan el escollo
escribiendo en sus actas, que leyeron o presentaron tal documento.

Guatemala. BATRES, p. 251.

Cuentachiles. m. fam. Cominero, refitolero: el hombre que se entremete en las


menudencias de su casa que son propias de mujeres.

En Cuba dicen Cazuelero (PICHARDO, p. 83; MACÍAS, p. 308).


-134-

† Cuentista. m. Diestro en hacer cuentas.

2. Aficionado a referir cuentos o anécdotas.

Cuento. QUITARSE DE CUENTOS, fr. fam.: quitarse de enredos.

† Cuera. f. Especie de sayo o levita larga de cuero que usaban antiguamente los
soldados presidiales de la frontera, y también los vaqueros.

«Los vió con cueras de mangas ajustadas, calzón, botas y zapatos» (BEAUMONT,
Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 11).

«Ya al punto de la cuera me divorcio,


Dice, y se pone el frac, ¡qué desvarío!».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 94)

2. Látigo o azote muy tosco para arrear bestias de tiro.


Cuerazo. m. Azote dado con instrumento de cuero.

«A las ocho, que se dió la voz de ximotlacualo (vamos á comer), ya me había aplicado
Bartolomé tres cuerazos de lo lindo». «Ya me ardían las nalgas de los cuerazos»
(Astucia, tom. I, cap. 13, p. 271).

Cuba. PICHARDO, p. III.

† Cuerda. CORRER POR CUERDA SEPARADA. Gobernarse, regirse un negocio con


independencia de otro. Dícese en especial del incidente de un juicio cuando se sigue
aparte, y a veces en otro tribunal. Por extensión se usa para advertir a un interlocutor
que la especie que introduce no debe tomarse entonces en consideración, por pertenecer
a otro asunto, y no tener conexión con el que de presente se trata.

«Bien pocos años había, cuando escribía, que corría la Provincia del Santo Evangelio
por cuerda separada de la de Michoacán» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich.,
parte I, lib. 2, cap. 20).

Cuereada. f. fam. Azotaina.

Cuerear. a. Azotar con correa o pedazo de cuero.

«Conforme iba reparando


Lo cuereaba con rigor».

(Chamberín, p. 7)

Ecuador. CEVALLOS, p. 51, y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 68. Guatemala.


BATRES, p. 193.

Cueriza. f. Cuereada, azotaina.

Bogotá. CUERVO, § 762. Perú. ARONA, página 139. Ecuador. Mems. de la Acad.
Ecuat., tom. I, p. 68. Venezuela. RIVODÓ, p. 66. Este autor dice: «Es tan bueno como
azotaina. Es una metonimia ó trasnominación, pues con un cuero, ó sea una correa, ES
QUE se ejecuta la acción». O sobra el es que, o si se le quiere conservar, habría que
decir es con lo que.

† Cuero. DE CUERITO A CUERITO, expr. fam.: del principio al fin de un libro, como
quien dice, de un cuero a otro de la pasta, que en lo antiguo solía ser de pergamino. En
otro tiempo se dijo de tabla á tabla, según cita de Ortúzar (p. 300), y con razón, porque
las tapas de los libros solían ser de tabla, y no de cartón como ahora.

«Sé la doctrina de cuerito á cuerito» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13). «Es también
indispensable que aprendas el arte de capite ad calcem, de cuerito á cuerito» (Diario de
México, tom. III, p. 303).

«¡Oh! ¡Muchacho estudioso!


De cuerito á cuerito
Los latinos se sabe!».

(M. PEREDO, El fin del año)

ECHAR CUERO. Azotar.

Cuerpazo. m. Corpazo.

Ecuador. CEVALLOS, p. 52. V. CUERVO, § 207, 208.

† Cuerpo. CUERPO COLEGIADO llamamos al que se forma de individuos que


resuelven los negocios por votación, y cuyos acuerdos obligan a quien corresponde,
según el caso; a diferencia de aquellos agregados de personas en que las unas no se
sujetan al parecer de las otras, ni ejercen autoridad. Un Ayuntamiento es un CUERPO
COLEGIADO; no lo son el CUERPO diplomático, y el CUERPO de baile.

«Ni somos periodistas, ni estamos discutiendo algún asunto en cuerpo colegiado»


(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 139). «Todo cuerpo colegiado que pretende apoyarse
en el entusiasmo, en el patriotismo y en el deseo del bien procomunal, está condenado á
sufrir en la época que atravesamos sustanciales transformaciones» (FACUNDO, El
Aseo, la Urbanidad, etc., p. 153). «Las múltiples atenciones de que está rodeado ese
cuerpo colegiado [el Ayuntamiento]» (ID., Vistazos, p. 186).

DEJAR EN EL CUERPO, expr. fig. y fam.; negarse a recibir la obra contratada con un
artesano. Me mandó hacer una mesa, y me la DEJÓ EN EL CUERPO.

QUEDARSE EN EL CUERPO. No lograr -135- la venta de una cosa. Compré


muchos ejemplares de la obra; vendí unos pocos, y los demás SE ME QUEDARON EN
EL CUERPO.

Cuerudo. m. Que usa vestido de cuero, como algunos vaqueros, mozos de estribo y
soldados.

«Ya está la comida en la mesa, dijo un cuerudo, asomando la cabeza por la puerta de la
sala» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 231). «Perseguida por cuatro ó cinco cuerudos que le
disparaban sus carabinas» (Id., tom. I, capítulo 15, p. 363). «Entré al pueblo seguido de
mis dos cuerudos» (Id., tom. II, cap. 1, p. 33). «Al otro día marcharon [...] seguidos de
ocho cuerudos con las mulas de avío» (Id., tom. II, cap. 13, p. 389).

Cuete. m. Pronunciación vulgar de cohete. Lo mismo cuetero por cohetero.

Según Cuervo (§ 88) en Asturias se dice también cuete. Ecuador. CEVALLOS, p. 52.
ORTÚZAR, p. 100.

† Cuetzale. m. Este pájaro ha merecido al Diccionario dos artículos: uno con el nombre
de CUETZALE, y otro con el de Quetzale. Salvá reprodujo ambos; pero el primero debe
desaparecer. Todo el mundo dice quetzale o más bien quetzal, derivado del mexicano
quetzalli, «pluma verde, larga y rica» (MOL.), como son las de la cola de esta hermosa
ave que los mexicanos estimaban mucho.

* Cuicacochi. (Mal pronunciado vulgarmente cuitlacoche. Del mex. cuicatl, cantar, y


cochi, noche, oscuridad, sueño: canta-de-noche, cuando los demás duermen). m. Ave
canora, algo menor que el tordo, con las plumas del pecho y del vientre amarillas, y las
demás grises o negras.

Cuico. m. Guarda o agente de policía. Es palabra injuriosa, y ya poco usada. Viene,


según algunos, de la voz mexicana cuicatl, cantar o canto, porque esos agentes
denuncian las infracciones de los reglamentos de policía, por lo cual la plebe los
considera como soplones o chismosos.

«¡Pobre de ti si lo denuncias, ó haces que vengan esos cuicos de la Diputación á


cogerlo, porque no dilatarás tres días en morir cosido á puñaladas!» (PAYNO, Fistol,
tom. II, capítulo 12).

V. AGUILITA.

Según Pichardo (p. 112) «CUICO, CA. vulgar» es «Apodo ó tratamiento burlesco,
aplicado á los mexicanos del bajo pueblo». Macías (p. 402) dice que ya no tiene uso al
presente. V. RODRÍGUEZ, p. 134.

Cuidado. SALIR DE SU CUIDADO, expr. muy usada, por más decente, en vez de parir.

«Cuando las mujeres están próximas á salir de su cuidado, el marido esparce ceniza en
el suelo á corta distancia de la casa» (ILLMO. GILLOW, Apuntes históricos, p. 209).

† Cuidadora. f. Criada que cuida y sirve a los niños; doncella que sirve y acompaña a
una señorita.

«La cuidadora le hizo entender que todo lo debía al capitán Castillo» (PAYNO, Pepita,
II).

Cuilote. (¿Del mex. quiyotl tallo de yerba? MOL.). m. Vara seca, más o menos gruesa,
que sirve para formar paredes de chozas, que luego se embarran, hacer setos, y también
zarzos que en climas calientes sirven de cama.

«Formóse en una de las extremidades, con cuilotes secos, una especie de cama» (R.
BÁRCENA, Noche al raso, V, p. 85). «Le hizo sudar frío y cernerse en la cama de
cuilotes» (ID., ib., p. 87).

Cuino. m. Nombre que se da en México a los cerdos de una raza de menos cuerpo que la
ordinaria, los cuales tienen la particularidad de ser gordos desde que nacen, se
conservan lo mismo durante el crecimiento, y con gran facilidad adquieren gordura
extraordinaria, y tanta, que los criadores procuran impedirla en las hembras, para que no
se esterilicen.

ESTAR HECHO UN CUINO, expr. fam., estar uno sumamente grueso.


Cuitlacochi. (Del mex. cuitlacochin: mazorca de maíz degenerada y diferente de las
otras. MOL. De cuitlatl, excremento, y cochi, negro, oscuro; metafóricamente). m.
Hongo o excrecencia de color oscuro y aspecto repugnante que nace dentro de la
mazorca del maíz y a expensas del grano. Sirve de alimento, aunque es nocivo, a lo
menos cuando está crudo, pues sus propiedades son semejantes a las del cuernecillo
-136- de centeno (Farm. Mex., v. Huitlacoche, p. 70).

† Cuja. f. Abrigo de un fardo, en particular cuando está suelto.

† Culebra. f. Funda de cuero en forma de tubo, que rodeada a la cintura sirve para llevar
monedas.

«Compró una culebra que llenó de onzas» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 3).

CULEBRA DE AGUA. f. Manga, bomba, trompa de agua. Hoy se le llama también


tromba (del fr. trombe), voz que no se halla en el Diccionario; y por lo común
CULEBRA, sencillamente.

«He descrito también en esta Miscelánea algunos grandes meteoros, como la tempestad
y las culebras de agua, según el aspecto que presentan en algunas comarcas de la
República» (L. DE LA ROSA, Misc. de art. descrip., introd. p. 1). «Quién se persignó
devotamente, creyendo que había aparecido en el cielo una culebra de agua» (G.
OBREGÓN, México viejo, p. 336).

Culebreo. m. Acción y efecto de culebrear; marcha ondulada e irregular, de una tropa,


procesión, comitiva, etc.

«De allí el culebreo de la línea, que apenas podía moderar la constante trompeta del
irritado pedagogo» (S. POLO, La Bola, cap. 1).

† Culebrón. m. Nombre burlesco que se da a una pieza de teatro disparatada,


particularmente si se ha buscado en ella el efecto por medio de incidentes estrepitosos y
escenas truculentas. El Gran Cerco de Viena era un CULEBRÓN.

«¿Esperpento es lo mismo que culebrón? -Sí, señor. -¿Y culebrón y esperpento quiere
decir... -Una comedia mala» (FACUNDO, Isolina, tom. I, cap. 7).

Culeca. adj. f. Corrupción o metátesis de clueca; muy usado.

«Sabe cuando está culeca la gallina» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13).

Bogotá. CUERVO, § 672, quien asegura que es usado también en Aragón. Ecuador.
CEVALLOS, p. 52. Cuba. PICHARDO, p. 116. Guatemala. BATRES, p. 194.

† Culera. f. Tumor canceroso o espundia que se forma en el espinazo de las caballerías


por habérseles asentado la silla o albarda. Es bastante común y de mala cura.

«El día 9 del presente Noviembre se perdió un macho prieto con una culera en el lomo»
(Diario de México, tom. I, p. 204).
† Cultivador. m. Instrumento de agricultura muy usado ahora para quitar yerbas y
remover la tierra. Hácense de diversas formas, y su principal objeto es excusar trabajo
manual, sustituyéndole con el de bestias.

Cumplidura. f. ant. Complidura: calidad o medida conveniente o correspondiente.

«Y el remedio que para las dichas enfermedades tienen es una raíz, de un palmo de
cumplidura, y no le saben el nombre» (Descr. de Amula, 1579, MS.).

Cuotidiano, na. «Es forma tan buena y correcta como cotidiano: aquella no consta en el
Diccionario en su lugar alfabético; pero sí se la encuentra en la definición de pitanza»
(RIVODÓ, p. 140).

Salvá considera anticuado a cuotidiano. Todavía se usa, y le preferimos como más


conforme a la etimología. Ortúzar dice que «tiende á revivir».

Cuotizar. a. En lenguaje fiscal, señalar a cada contribuyente la cuota, cupo o parte de un


impuesto directo que le corresponde pagar.

2. Hacer lo mismo con las personas que se juntan para organizar una diversión y costear
los gastos. Úsase entonces como pronominal. Se CUOTIZARON.

V. MATANCERO.

† Cupo. m. Cabida. Estos barriles son de más CUPO que los otros.

Cura de Jalatlaco. Personaje proverbial, que es el tipo del que se aflige y acongoja por
cuidados ajenos que nada le importan. En dos Estados de la República hay pueblo
llamado Jalatlaco, y el nombre parece haberse elegido adrede, por el equívoco a que se
presta, como compuesto de jala, del verbo jalar, que en estilo familiar significa coger,
estirar, sacar; y de tlaco, moneda antigua de cobre; como quien dice, codicioso,
aficionado al dinero.

«Mi buen tío era el cura de Jalatlaco que habéis oído nombrar varias ocasiones en este
reino. Se apuraba por lo que no debía, y aun los cuidados más ajenos lo tenían macilento
y -137- estenuado» (PENSADOR, Catrín, cap. 2, página 186).

«Esos cuidados
Le dieron muerte al cura
De Jalatlaco».

(Don Simplicio, nov. 21, 1846)

POR MÍ Y EL CURA TODA LA CUENTA ES UNA, expr. fam. que equivale a «nada
tengo que ver con eso, nada me importa».

«Sigan su diversión y derrenguen mulas, que por mí y el cura toda la cuenta es una»
(Astucia, tom. I, cap. 13, p. 267).
Cursiento, ta. adj. voz baja. Que padece despeño o diarrea.

«Con tan bonito método lograron verme dentro de pocos meses cursiento, barrigón y
descolorido» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 1, p. 9).

Cursilería. f. Hecho o dicho de cursi.

«Las cursilerías y el furor bélico de la de Jurado daban al muchacho mucho que hacer y
que reír...» (DELGADO, La Calandria, XXXII).

Curtido, da. adj. Sonrojado, encogido, avergonzado.

«Me quedé yo solo y curtido entre los frailes, y como suele decirse, rabo entre piernas y
como perro en barrio ajeno» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 11, p. 138). «Lencho
estaba uno ó dos días muy curtido hojeando el libro» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 8).
«Volver á la casa como perro mojado, curtido y avergonzado» (Id., p. 20). «Con permiso
de Vds., respondió aquel hombre, muy curtido» (Id., tom. I, cap. 9, p. 166). «Señor, le
contesté muy curtido» (Id., tom. I, cap. 13, p. 269). «Adiós, Palma, le respondió muy
curtido» (Id., tom. I, cap. 14, página 306). «Yo, respondió el nombrado, presentándose
muy curtido» (Id., tom. II, cap. 4, p. 107).

Se le halla también en acepción casi opuesta, que se relaciona con la 3.ª de Curtir, pues
se aplica al muchacho que a fuerza de castigos ha llegado a perder la vergüenza, y por
eso se extravía.

«La experiencia diaria enseña que el muchacho muy regañado y muy golpeado, lejos de
aprovechar lo que se quiere, por lo ordinario sale flojo y sinvergüenza y abandonado: al
principio teme mucho y se atolondra, después teme menos y se descuida de propósito, y
últimamente no teme nada, odia á sus verdugos, y se hace el ánimo de no complacerlos
en cosa alguna porque ellos se lo mandan, y esto lo lleva á efecto á costa de su pellejo,
mientras está en estado de sufrir, que en llegando á criar alas, levanta el vuelo, se
substrae al dominio de los que así lo han tratado, se entrega á rienda suelta á sus
pasiones, y se pierde sin remedio. Á estos muchachos conocen todos con el nombre de
curtidos. ¿No es verdad? ¿No conoces á algunos de los que se dice: ya éste no le hace
caso á los azotes, ya está curtido?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 2). «Y como
muchacho curtido, que le va repugnando ir á la escuela, así llego á mi casa» (Astucia,
tomo I, cap. 15, p. 329).

«Al tísico esposo Curtido le tiene».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Letrilla», p. 75)

Custodiato. m. Oficio del custodio, y tiempo que dura.

«Después de la muerte de este venerable siervo de Dios, el venerable Fr. Jacobo de


Testera, su sucesor en el custodiato del Santo Evangelio de México, gobernó con menos
contradicción» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 1, cap. 27).
Cutó. (Del fr. couteau). m. Especie de sable corto y curvo que solían usar, pendiente de
dos cadenillas, los oficiales de marina, y los caballeros que asistían de uniforme a bailes
o a otras concurrencias. Alcancé todavía a oír el nombre en boca de algunos ancianos:
hoy ha desaparecido. Terreros, por su propensión a generalizar las definiciones, le hace
sinónimo de sable; y en el artículo de éste, dice: «Algunos suelen, sin necesidad y con
afectación, decir couteau, pronunciando cutó».

«Ninguna persona [...] pueda [...] cargar armas blancas cortas, como son puñales,
terciados, cutoes, bayonetas, xiferos, rejones, velduques, mojarras, almaradas...» (Bando
del Virrey Bucareli, 14 de abril de 1773, apud BELEÑA, Autos Acordados, tom. II, p.
59). «Quien supiere de un terciado ó cutó con guarnición de plata, y vaina con brocal y
contera de lo mismo...» (Diario de México, tom. I, p. 84). «Esta conmoción y gritos que
todos daban hizo que saliese del interior un compañero mío armado de un cutó» (Id., p.
142). «Pérdidas. Un cutó con puño de ágata» (Id., tom. IV, p. 414). «Un cutó con puño
torneado blanco» (Id., p. 462).

Cuzca. f. Ramera descocada y provocadora.

«Esta es una cuzquilla conocida y común, hija del difunto maestro Simón, que tenía su
barbería ó rapaduría en la plaza del Volador» (PENSADOR, Catrín, cap. 2, p. 218). «Era
no menos que marido de la cuzca que llevó mi -138- amigo» (ID., ib., cap. 10, p.
235). «¿No te basta ser una cuzca disoluta, sino que quieres echar la culpa de tus
liviandades y picardías á un hombre tan virtuoso y tan honrado?» (ID., Quijotita, cap.
10). «Buscar las cuzquillas, hallarlas, y persuadirlas á que viniesen [...] fué obra de un
momento» (ID., Periquillo, tomo IV, cap. 7, p. 100). «Las cuzcas malditas los habían
dejado incodiciables» (ID., ib., tom. IV, cap. 8, pág. 103). «¡Malditas sean esas cuzcas
que son la ruina de más de cuatro jóvenes incautos! -Estuvo en la casa de una cuzca
largo rato» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 46). «¡Pobre cuzca! la he de hacer expiar su
crimen». «Cuanto se proponía hacer para castigar á esa maldita cuzca» (Id., p. 47).
«Antes de irse del pueblo estuvo en la casa de una cuzca. -¿Quién te parece que haya
sido esa cuzca que ha hechizado á Alejo?» (Id., p. 48). «Con falsas caricias, mentidos
halagos, y todas las alimañas de una cuzca prostituida» (Id., tom. II, cap. 2, p. 57).
«¡Tener yo que ocultar á esa maldita cuzca!» (Id., tomo II, cap. 6, p. 174). «Mal rayo la
parta por cuzca, y á mí por tonto» (Id., p. 181).

Cuzco. m. Laminero, goloso; que gulusmea. Perro CUZCO, perro alcucero.

2. Entremetido, amigo de averiguarlo todo.

Cuzquear. (De cuzca). n. Andar la mujer perdida provocando a los que encuentra.

2. (De cuzco). n. Gulusmear; andar mirando todo con excesiva curiosidad. Poco usado.

«Lo restante del día, que lo pasamos en visitas y andar calles, me anduve yo
cuzqueando y rascando» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 3, p. 41).
ArribaAbajo
CH

† Chabacano. m. Albaricoque y albaricoquero (SALVÁ).

«Andaba con todas, saltando como una cabra, y trepándose á los árboles con más
destreza que una ardilla, para tirarles á las niñas los chabacanos más grandes y las
peritas más maduras» (PENSADOR, Quijotita, cap. 15). «Cuándo concluía el reinado
del trompo y comenzaba el de los huesos de chabacano, el piso y el burro» (MICRÓS,
Ocios y Apuntes, p. 15). ALCEDO, Vocabulario.

Chaca. f. Nombre que el vulgo daba al chacó.

«La chaca levantada hasta media mollera» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 296).

* Chacuaco. m. Horno pequeño para fundir metales.

2. En el Estado de Morelos se da este nombre a las chimeneas de las casas de calderas.

3. En la California hallamos la voz en otro sentido.

«Aplicaban al enfermo en la parte llagada ó condolida el chacuaco, que es un cañuto de


piedra negra durísima, y por él chupaban unas veces, y otras soplaban con gran fuerza,
creyendo que extraían ó ahuyentaban la enfermedad. Á veces llenaban el cañuto de
tabaco cimarrón ó silvestre; y encendido éste hacían la misma maniobra de chupar y
soplar con el humo» (Noticia de la California, tom. I, página 111. V. además tom. I, pp.
113, 117; tom. II, p. 393).

Chacualole. m. Dulce de calabaza, hecho con panocha o miel prieta.

«Las calabazas toman proporciones colosales en Noviembre, para el chacualole de los


muertos» (FACUNDO, Mariditos, intr.).

Chachacuate. (¿Del mex. chachaquachtic, cosa áspera? MOL.). adj. Lo mismo que
cacarizo; hoyoso de viruelas.

«Nada me supone que tu rostro esté chachacuate: así me gusta» (Astucia, tom. II, cap. 3,
p. 68).

* Chachalaca. (Del mex. chachachalaca o chachalaca; parlar mucho o gorjear las aves:
chachalacani, parlero así. MOL.). f. Ave de México del tamaño de una gallina común;
tiene las plumas de la cabeza y del cuello pardas, las del lomo y parte superior de las
alas aceitunadas, blancas las del vientre y patas, las de la cola muy largas, anchas,
verdes tornasoladas, y amarillentas en la extremidad; no tiene cresta ni barba; sus ojos
son rojos, sin pluma ninguna en el contorno; su carne es muy sabrosa; cuando está
volando no cesa de gritar desaforadamente, y de ahí le viene el nombre.
«Millares de tordos y de chachalacas, con su plumaje negro y más brillante que la seda,
-139- volaban formando en el aire figuras fantásticas y caprichosas» (PAYNO, Fistol,
tom. III, capítulo 9).

2. met. Persona locuaz.

«¿Adónde anda esa chachalaca de Camila?» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 217).

Costa Rica. FERRAZ, p. 41. En Guatemala dicen chacha. BATRES, p. 196.

† Cháchara. f. Baratija; chuchería, adornito, comúnmente de poco valor.

«Esta caja me servía para guardar chacharitas» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 90). «Su
caballo rosillo [...] y porción de chacharitas» (Id., tom. I, cap. 5, p. 101). «Cargaron con
el Gavilán ensillado y enfrenado, y otras chácharas de D. Luciano» (Id., tom. I, cap. 9,
p. 180). «Compraron fruta y algunas chácharas de mercería» (Id., tom. I, cap. 11, p.
220). «Sí, Garduño, vengan esas chácharas» (Id., tom. I, cap. 14, p. 299). «Una canastita
de costura hecha de cerda y abastecida de mil chacharitas muy curiosas» (Id., tom. I,
cap. 15, p. 360). «Probó á ser cajista, repartidor, revendedor de chácharas, mite en el
teatro» (FACUNDO, Mariditos, cap. 3). «D. Pedro estaba preparando á la sordina [...]
algunas [compras] de sorpresa y de obsequio á su hija Mercedes, como por ejemplo, una
vajilla, unos aretes y otras chácharas» (ID., Chucho, tom. I, cap. 3). «Estaba persuadido
de que la bella mitad del género humano es una colección de chácharas para regalo del
hombre» (ID., ib., tom. II, cap. 7). (ID., Corrillo en el Olimpo, p. 58).

Hay también CHÁCHARAS de valor.

«Aretes de brillantes, anillos, hilitos de perlas [...] y chacharitas de valor» (Astucia, tom.
I, cap. 5, p. 95).

V. BARILLERO. CHAPETA. PLATÓN.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 139.

Chagolla. f. Moneda falsa. Dícese también de las cosas despreciables en su clase. Poco
usado ya; pero estuvo en boga hace medio siglo, con motivo de la escandalosa
falsificación de la moneda de cobre, que entonces se hacía.

Chagollero. m. Fabricante de moneda falsa de cobre.

«Se dirigió violento para la cueva de los chagolleros» (Astucia, tom. I, cap. 4, p. 69).

Chahuistle. (¿Del mex. chiauiztli, humor? MOL.). m. Cierta enfermedad de las


gramíneas.

«Después del eclipse de 30 de agosto, cayó en los trigos y maíces una plaga que
llamaron chahuistle, que era un gusano en la raíz, con que fueron las cosechas
certísimas» (Diario de ROBLES, 1690, tom. II, p. 72). «Miércoles 13 se publicó por
patrón de esta ciudad S. Bernardo, contra el chahuistle [...]. Se eligió por patrón de la
salud de nuestros reyes, y por el chahuistle que cae al trigo» (Id., 1699, tomo II, p. 232).
«Desde entonces se conoció nueva plaga en los trigos, que se llama chahuixtle» (MOTA
PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LVII, n. 3). «En el reino llaman chahuistle á esta
enfermedad que acomete á las plantas, arruinándolas y haciendo que los jugos se
transpiren y formen en la superficie el polvo de color de ocre. Así dicen chahuistle en
los trigos á lo que Plinio llama erugo» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 24 de marzo,
1794). «En lo general se cree que el chahuiztle (palabra mexicana) son unos insectos
que dañan á la planta. Yo he procurado desengañarme haciendo competentes
observaciones. Lo que puedo asegurar es que puesto aquel polvo en un excelente
microscopio, no se distinguen más que unos cuerpecillos de figura oval, con muy corta
diferencia en el tamaño, sin movimiento y sin los miembros necesarios para la nutrición,
mutación de lugar, etc., cosas tan necesarias á los vivientes. El juicio que tengo formado
es que la abundancia de humedad chupada por los tubos capilares de la planta es la que
rompe dichos tubos y se manifiesta afuera, como la goma ó resina en los árboles [...]
Este juicio que tengo formado del chahuiztle puede no ser del todo cierto» (ID., Observ.
Meteorológ., 1770, p. 3). «Bobadilla seguía hablando del frío y del calor, de las últimas
elecciones, municipales en Chalma, y del chahuixtle recién caído á sus sementeras» (R.
BÁRCENA, Noche al raso, II, p. 42).

CAERLE A UNO EL CHAHUISTLE: fr. fig. y fam.: sobrevenirle enfermedades y


desgracias que le han puesto débil y abatido.

* Chalate. m. Caballejo pequeño y flaco; matalote.

Chalchihuite. (Del mex. chalchiuitl, esmeralda basta. MOL.). m. Hay dudas acerca de lo
que realmente entendían por CHALCHIHUITL los indios de Nueva España. Unas veces
se toma como nombre propio de una piedra verde, que se cree haber sido el espato flúor;
otras como genérico de diversas piedras. De todos modos, los indios estimaban y usaban
mucho el CHALCHIHUITL.

«No dejé de apañar de una petaquilla que allí estaba cuatro chalchihuies, que son
piedras muy preciadas entre los indios» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 128).
«Algunos traían chalchihuitl, que quiere decir piedra preciada» (Descr. de Ameca, 1579,
MS.). «Hay mucho oro y plata, y todos los metales y piedras de muchas maneras, en
especial turquesas, -140- y otras que acá se dicen chalchihuitl: las finas de estas son
esmeraldas» (MOTOLINÍA, Hist. de los Ind. de N. Esp., trat. III, cap. 8). «Hay otro
género de piedras que se llaman quetzalchalchivitl: las buenas de estas no tienen
mancha ninguna y son trasparentes muy verdes [...]. Hay otras piedras que llaman
chalchivites: son verdes y no trasparentes, mezcladas de blanco» (SAHAGÚN, Hist.
Gen., lib. XI, cap. 8, § 2). Véase también A. GERSTE, S. J., Archéol. et Bibliogr.
Mexicaines, en la Revue des Questions Scientifiques, Bruxelles, 1887-88.

En Guatemala se usa la palabra con significación de «baratijas ú objetos menudos ó


varios» (BATRES, p. 197). Este autor cree que es palabra del idioma cachiquel.

* Chalupa. f. Embarcación hecha de una pieza, sin arboladura alguna, tan pequeña y
angosta, que apenas caben en ella dos personas; y si éstas no guardan bien el equilibrio,
se vuelca la CHALUPA. Gobiérnase con un solo remo o canalete, y sirve para navegar
con gran ligereza entre las chinampas o por las acequias.
«Entonces es delicioso deslizarse en una chalupita ligera sobre esta superficie diáfana y
tranquila [...]. Seguíanlas multitud de piraguas y chalupas pequeñas» (PAYNO,
Veracruz, I).

2. Torta de maíz gruesa, pequeña y ovalada, con algún condimento por encima. En esta
acepción se usa comúnmente el diminutivo chalupitas.

«Gozan con la excelencia


De un plato de sabrosas chalupitas».

(FACUNDO, Versos, «Al Chile pasilla»)

* Chamagoso, sa. (¿Del mexicano chamactic, cosa gorda y crecida, o cosa basta, como
lana gruesa; chamauac, lo mismo que chamactic; chamahuac ichcatl, oveja burda, de
gruesa y áspera lana; chamauacatilmaua, persona vestida de jerga. MOL.?). adj. fam.
Mugriento, astroso.

2. Mal pergeñado.

3. Aplicado a cosas, vulgar y deslucido.

† Chamarra. f. Chaqueta negra de piel de cordero o de felpa rizada a imitación de


aquélla, y adornada, por lo común, de cordones, alamares y agujetas. Era traje favorito
de guerrilleros y bandidos.

«Aquel de la chamarra con agujetas, sombrero blanco galoneado y calzoneras


envinadas, es el cabecilla de los del rumbo de Ameca» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 225).
«Al que me rasga la chamarra lo atravieso por el pecho y el pulmón» (Id., tom. I, cap.
12, página 241).

V. CHUECO.

† Chambelán. m. V. PULVERIZADOR.

† Chambón, na. adj. Según el Diccionario: «De escasa habilidad en el juego». Aquí le
hacemos extensivo a todo el que es torpe o chapucero. Úsase también como sustantivo.

«Encargándose cada uno de convidar á algunos conocidos, y D.ª Eufrosina de


prevenirles una merienda y músicos que no fueran chambones» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 35). «Matriculado esté Vd. en el infierno, chambón, indigno, condenado,
decía la pobre [al sacamuelas]» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 188). «¡Qué bueno
ha de ser! Si es el [cómico] más chambón que se ha visto» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 510). «El comandante estuvo errando lazos, encuartándose y siendo el
más chambón de todos» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235).

«Te llamo torpe, inútil y chambona».


(FACUNDO, Versos, «La Digestión»)

Salvó trae nuestra acepción; hállase asimismo en Cuba (PICHARDO, p. 117; MACÍAS,
p. 417), y en Canarias (ZEROLO, p. 59); este último dice que es acepción corriente en
España y América. ORTÚZAR, p. 102.

† Chambonada. f. Chapucería.

«Me plantó una sangría en el brazo izquierdo con tal chambonada, que después de mil
puyazos consiguió picarme la vena» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 170).

«Al ver tantas chambonadas,


Me resolví á divertir».

(Chamberín, p. 15)

«Tiene la tal Natura chambonadas,


Que para ella serán travesurillas,
Y son en realidad chanzas pesadas».

(FACUNDO, Versos, «Por los viejos»)

ORTÚZAR, p. 102. Cuba. PICHARDO, página 117. Canarias. ZEROLO, p. 59.

† Chamiza. f. Según el Diccionario, es una yerba silvestre y medicinal. -141- Aquí


significa lo propio que chamarasca, y así lo dice Terreros. Corre asimismo en Bogotá:
Cuervo (§ 624) considera legítima nuestra acepción. La traen Rodríguez (p. 143) y Solar
(p. 43) como usada en Chile, y lo mismo Cevallos (p. 53) en el Ecuador. Ortúzar la
califica de prov. de América.

Champada. f. vulg. Acción y efecto de champar.

«Luego luego salen las champadas: que me viste, que me calza, que me mantiene mis
vicios» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 299).

Champar. a. vulg. Echar en cara un beneficio.

«No se los recuerdo por champarles mis favores» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 21).

2. Lo mismo que chantar: decir a uno algo cara a cara sin reparo ni miramiento.

«Ya no pude sufrir las hospitalidades, y se la champé!...» (DELGADO, La Calandria,


XXIV).
Champurrado. m. Bebida muy usada, compuesta de atole y chocolate.

«El día 13 de dicho, en el cuartel de milicias, la mujer de un soldado que estaba preso en
el calabozo le mandó á su marido un jarro de champurrado con veneno» (Diario del
ALABARDERO, 1782, p. 140).

V. TECOMATE.

† Chamuchina. f. Trae el Diccionario esta voz como provincial del Perú y con la
significación de populacho. Lo confirma Arona (p. 154) diciendo que es «plebe,
populacho, pópulo bárbaro, y gente ruin y soez». Igual acepción tiene en Chile
(RODRÍGUEZ, p. 144), en el Ecuador (CEVALLOS, p. 53), en Guatemala (BATRES,
p. 197) y en el Río de la Plata (GRANADA, p. 180). Acá la tomamos, como corrupción
de chamusquina, por riña, pendencia ruidosa, alboroto, revolución. Se armó una
CHAMUCHINA.

Chamusca. f. Acción y efecto de chamuscar.

† Chamuscar. a. fam. Com. Vender efectos a precio menor que el corriente, para hacerse
de fondos.

Chancaca. (Del mex. chancaca, mazapán de la tierra. MOL.). f. «Amér. Azúcar


mascabado en panes prismáticos» (Dicc.). «p. Am. M. f. Raspadura. || p. Méj. Chincate.
|| p. Méj. Pan hecho con las zurrapas del azúcar» (SALVÁ). Buscando estas referencias,
hallamos que raspadura, es el azúcar moreno que va quedando pegado en la paila, etc., y
también unas tortas que llevan el mismo nombre; y chincate «p. Amér. El último azúcar
moreno que sale de los calderos». En cuanto a raspadura, estamos, hasta cierto punto,
conformes con la primera parte: el chincate no le conocemos por acá, ni le hallo en
ninguno de los diccionarios de provincialismos que he consultado; tampoco me son
conocidas las zurrapas de la azúcar. La palabra CHANCACA no se conoce en esta
capital ni en los Estados vecinos; sospecho que existe en los de occidente, porque
Mendoza (jalisciense) la trae, y dice que su acepción actual es la de panocha prieta. La
descripción de Arona (p. 154) corresponde exactamente a la interpretación de Mendoza.
En Chile, dice Rodríguez (p. 145) que es provincialismo americano de uso
corrientísimo. Lo mismo Ortúzar. De suerte que tenemos en CHANCACA una voz
mexicana (azteca) que ha llegado al Perú y a Chile. Digamos de paso que la panocha no
tiene forma prismática, sino de segmento de esfera, y así lo expresa Arona; ni es azúcar
mascabado, como en su lugar se verá.

2. CHANCACO, CA. adj. Color de caballo: es una mezcla de pelo blanco, negro y
alazán.

Chanfla. m. Torpe, desmañado; particularmente en el juego del billar.

«¡Vamos, que Vdes. son buenos chanflas!» (PENSADOR, Quijotita, cap. 5). «Me fui á
un billar donde por fortuna mía estaba un chanfla, con quien jugué y le gané cinco
pesos» (ID., Catrín, cap. 6, p. 216).

2. Marinero torpe en su oficio (Dicc. Mar.).


† Chanflón. m. aum. de CHANFLA.

«¡Anda, chanflón!» (PENSADOR, Quijotita, cap. 5).

Chango. m. Mono pequeño.

«Sin más compañero que este Chango que viene con nosotros: es desertor, y por su cara
-142- tan rara y chocante, todos le llamaban así» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 137).

Cuba. «CHANGO, GA. Lo mismo que Machango, ga» (PICHARDO, p. 118).


«MACHANGO, GA. [...] Especie de mono de este nombre, una de las más comunes
que vienen de África» (ID., p. 230). «Mono originario de África» (MACÍAS, p. 419).

† Changüí. «m. fam. Chasco, engaño, vaya. Usase más con el verbo dar» (Dicc.). Aquí
le usamos únicamente en la frase dar CHANGÜÍ, que es fingir el buen jugador, que no
sabe o que es principiante, dejando ganar a su contrario las primeras jugadas, para
descuidarle y sacar después ventajas de ese engaño. Equivale a dar lamedor, que trae el
Diccionario.

Igual acepción tiene en Cuba (PICHARDO, p. 118; MACÍAS, p. 419), y en el Río de la


Plata (GRANADA, p. 181).

† Chapa. f. Cerradura, cerraja. Usadísimo; aunque la CHAPA no sea más que una parte
de la cerradura.

«Mariquita abrió una caja vieja que no tenía ni chapa» (Astucia, tom. II, c. 3, p. 71).
«Con alguna dificultad logré falsear la chapa del cuarto que ella habitaba» (Id., tom. II,
cap. 6, p. 175). «Fué preciso descerrajar y comprar chapas nuevas» (Id., tom. II, cap. 7
bis, p. 230). «No: estas chapas son de pacota [...] no resisten un envión» (DELGADO,
La Calandria, XLVI).

ORTÚZAR, p. 103. Bogotá. CUERVO, § 514. Perú. ARONA, p. 156. Chile.


RODRÍGUEZ, p. 147. Guatemala. BATRES, p. 201. Cuba. ARMAS, p. 94.

CHAPA DEL ALMA. fr. muy vulgar, por lugar del cuerpo en que una herida es mortal;
entiéndese de ordinario por la frente.

«No vaya á hacer el diablo que corresponda yo á tus favores con un pelotazo en la chapa
del alma» (Astucia, tom. II, cap. 7, p. 183).

«Y con estas reflexiones


Súpito quedó el mancebo,
Me dió en la chapa del alma,
Repitiendo en sus adentros».

(G. PRIETO, Musa callejera, «Romance fino», p. 155)

Chapaneco, ca. adj. Variante burlesca de chaparro.


«Ni de chanza consiento que las trates de humillar, chapaneco maldecido» (Astucia,
tomo I, cap. 15, p. 342).

* Chaparreras. f. pl. Especie de calzonera sin fondillos, compuesta de dos piernas


separadas que se sujetan a la cintura con unas correas. Hácense comúnmente de piel de
chivo curtida al pelo, y por eso suelen llamarlas chivarras. Se ponen sobre el pantalón
para servir de defensa al jinete contra la lluvia y el lodo. Las hay también de piel de
tigre, de gamuza y aun de lona.

«Uno de ellos llevaba chaparreras tagarnas» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 4).
«Traía unas chaparreras de piel de venado» (ID., ib., cap. 12). «Le anduve por la panza
con las chaparreras» (ID., ib., tom. IV, cap. 3).

V. CALZONERA. CORREITA.

† Chaparro, ra. adj. Aplícase a la persona de baja estatura: arrancapinos, tozo. Úsase
mucho como sustantivo.

«Un mozo chaparro, descolorido». (Diario de México, tom. IV, p. 240). «Mira con qué
modito me has echado en cara que soy chaparro. -Pues ser chaparro no es defecto que
está en manos de uno remediar» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 508). «Vayan á la
casa del Chirimoyó [...] y verán una chaparrita de pelo crespo» (Astucia, tom. I, cap. 2,
p. 41). «Las del morado, azul y la otra verde chaparrita, son sus hijas» (Id., tom. I, cap.
8, p. 147). «El Atepocate, que es ese chaparrito que tiene en las calzoneras doble
botonadura de medios de plata» (Id., tom. I, cap. 12, página 225). «Era muy chaparro, y
la cerca estaba demasiado alta» (Id., tom. I, cap. 15, p. 350).

«Con chaparros carceleros


É con asquerosas casas,
De puertas llenas de hierros
É altísimas las ventanas».

(Don Simplicio, tom. II, n. 33)

«Pues dependen... ahora verá Vd.... porque Gumesinda, la más chaparrita, la de los
ojos...» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 33).

Aplícase también a cosas, para indicar que su altura es menor que la correspondiente a
su anchura.

«Señor, venían recio, y ahora empezarán á atravesar el pinal de la cruz chaparra»


(Astucia, tom. II, cap. 1, p. 3).

SUERTE CHAPARRA se dice en estilo familiar a la triste y desgraciada.

«No pude menos que llorar mi suerte tan chaparra» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 14).
«¡Maldita sea mi suerte tan chaparra» (Id., tom. II, cap. 3, p. 69).
-143-

«¡Ay qué suerte tan chaparra!


¿Hasta cuándo crecerá?
Vámosle poniendo zancos,
A ver qué pasitos da».

(Copla popular)

(V. MACÍAS, p. 421). Costa Rica. FERRAZ, p. 42.

No parece tan descaminada la acepción en que usamos este vocablo. CHAPARRO es,
en el Diccionario, «Mata de encina de muchas ramas y poca altura»; y dice también que
CHAPARRA es un «Coche de caja ancha y poco elevada, usado antiguamente». Aquí
tenemos el CHAPARRO aplicado a cosas bajas respecto a su anchura, y con facilidad
pasó a las personas cuya estatura es menor que la regular.

† Chaparrón, na. adj. aum. de CHAPARRO. Chaparro y fornido.

«D. Gaspar era un hombre de cincuenta años, chaparrón y grueso» (Astucia, tom. I, cap.
11, p. 204). «Sus ojos entre garzos ó verdiosos [...] su cuerpo chaparrón y doblado» (Id.,
tom. I, cap. 12, p. 242). «El D. Tranquilino es seis ú ocho años más grande, chaparrón,
grueso» (Id., tom. I, cap. 13, p. 285).

† Chapeta. f. «dim. de CHAPA» (Dicc.). Por CHAPETA entendemos especialmente una


pieza pequeña, redonda, comúnmente de plata, que se pone por adorno en varios lugares
de las sillas de montar, en las cabezadas y en las correas de espuela. Las que se ponen a
ambos lados de la copa del sombrero jarano, aunque retienen el nombre de
CHAPETAS, se hacen de diversas figuras, y con adornos de todas clases.

«Vea Vd., señor, qué sombrero tan charro: tiene sus chapetas» (Astucia, tom. I, cap. 2, p.
23). «Tuvo la necesidad de malbaratar dos de sus mejores mulas [...] y porción de
chacharitas, unas chapetas, espada...» (Id., tomo I, cap. 5, p. 101). «A los dos lados de la
copa se colocaban las chapetas, que son por lo general dos botones ó florones, que
remataban en una bellota ó en un colgajo» (FACUNDO, El sombrero ancho, p. 54).

«Con su sombrero tendido


Y en la toquilla mil dijes,
Las chapetas de oro puro
Con sus granos de rubíes».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 298)

V. CALZONERAS.

* Chapetón. m. aum. de CHAPETA.


«Una espuela lermeña con su chapetón de plata» (Diario de México, tom. II, p. 168).

«En la montura se ostentan


Chapetones y matices».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 299)

2. También se llaman así los florones realzados o bullones de hoja de latón que se usan
para recoger cortinas, ocultar las alcayatas de los cuadros, adornar baúles, etc.

V. TIENTOS.

† Chapitel. m. «Remate de las torres que se levanta en figura piramidal» (Dicc.).


«Armadura que cierra una torre que remata en linterna y aguja» (BAILS). Parece que
aquí se daba tal nombre a unas capillitas que al principio se componían de una sola
bóveda sobre columnas aisladas, cuyos vanos se cerraron después con muros, como la
de los Talabarteros, que existió hasta 1823 en la esquina del Empedradillo y Escalerillas.
Hubo varios de esos CHAPITELES cerrados o capillitas, y aun hay calles con ese
nombre, como la del CHAPITEL de Monserrate y la del CHAPITEL de Sta. Catarina.

«El chapitel ó capilla que antes cubría el pozo [de Guadalupe] se demolió y echó abajo
el día 23 de Noviembre de 1778» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 274).
«MONSERRATE (CHAPITEL DE). Este era una capilla dedicada á Ntra. Sra. de la
Candelaria, que estuvo inmediata al convento de Monserrate de religiosos benedictinos
[...]. Se demolió y profanó en el mes de Junio de 1796, no quedando vestigio de donde
estuvo» (ID., ib., tom. II, página 48). «Pidió permiso para construir un chapitel ó techo
sostenido sobre pilares, para poner á cubierto la cruz». «El virrey [...] dió su permiso en
11 de Diciembre de 1687 para que se cerrasen los espacios que quedaban entre los
pilares que sostenían el chapitel, con lo que quedó formada la capilla [de los
talabarteros]» (ALAMÁN, Disertaciones, tom. II, p. 256).

V. BOLETO, en el Supl.

Chapopote. (Del mex. chapopotli. SIM.). m. Asfalto, betún de Judea. El Diccionario le


llama chapapote: lo mismo Pichardo (p. 118), Macías (p. 420) y Armas (p. 68); pero
nuestra forma CHAPOPOTE es más conforme a la etimología, -144- y así le nombra
la Farmacopea Mexicana, p. 31, art. ASFALTO. Hernández trata del chapopotli (ed.
rom., p. 336); dice que se vendía a vil precio por ser muy abundante en estas regiones, y
añade que las indias le mascaban y le tenían con deleite en la boca para limpiar y
blanquear la dentadura. Clavigero (lib. I, § 5) le cuenta entre los artículos de que se
tributaba a los señores. En Cuba es usado como combustible. Sirve además para hacer,
disuelto en aguarrás, una pintura brillante muy propia para piezas de hierro, por tener la
propiedad de secarse inmediatamente.

Chapulín. (Del mex. chapulin, langosta. MOL.) m. Langosta, saltón, saltamontes,


cigarrón.
Costa Rica. FERRAZ, p. 43. Guatemala. BATRES, p. 204.

† Chaqueta. m. y f. Apodo con que eran conocidos, durante la guerra de insurrección y


aun después, los partidarios de los españoles.

«Pues si se trata del gobierno español, lo convierto en una famosa chaqueta»


(MORALES, Gallo Pitagórico, pp. 9, 10). «Recordarás mi proyecto de matrimonio con
una princesa indígena de Guatemala; proyecto que dió margen á las burletas y
habladurías de los chaquetas como tú» (ROA BÁRCENA, Noche al raso, VI, p. 118).

† Chaquira. f. «Grano de aljófar, abalorio, ó vidrio muy menudo, que llevaban los
españoles para vender á los indios del Perú» (Dicc.). Pudiera inferirse de esto, que
CHAQUIRA es un vocablo de significación muy circunscrita, y aun anticuado. Por acá
es de uso corriente para designar las cuentecillas muy menudas de vidrio de todos
colores que se emplean para hacer bordados, sartales, bolsitas, cigarreras, canastillas,
etc. Esta acepción consta en Terreros. En Andalucía las llaman mostacilla.

«Está aprendiendo á bordar y á hacer trencitas de chaquira» (PENSADOR, Quijotita,


capítulo 6). «¿Quién no se cansará de verlas solamente ensartar, guardando dibujo y
proporción, millares de cuentecitas de chaquira, para hacer una trenza, una cigarrera ú
otra cosa?» (ID., ib., cap. 12). «Le dió una purera de chaquira muy bien hecha» (ID., ib.,
c. 17). «A su limpieza, actividad y dedicación, reunía mucha curiosidad para la aguja,
trabajaba la chaquira, randas y sedas con primor» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 67). «Su
camisa, dejando descubierto mucho de su cuello, estaba bordada con chaquira negra»
(PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 6). «Aristeo sacó de la bolsa un rosario del que pendían
varias medallas y cruces, y especialmente bolsitas bordadas con chaquira, y que
contenían reliquias de un prestigio y de un poder ilimitados» (FACUNDO, Jamonas,
tom. I, cap. 16).

* Charal. (Del tarasco charare). m. Pececillo de dos pulgadas de largo, muy delgado y
espinoso, que se cría en abundancia en las lagunas del Estado de Michoacán, y curado al
sol es artículo de comercio.

«Por el oriente se encuentra la laguna de Cuitzeo, que no siendo profunda se explaya


mucho trecho por las lluvias. Cría mucho pescado llamado charari, y algún bagre»
(BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 1, c. 6).

ESTAR HECHO UN CHARAL, estar muy flaco.

V. MEZTLAPIQUE.

* Charamusca. f. Confitura en forma de tirabuzón, hecha de panocha o azúcar ordinaria,


mezclada con otras sustancias y acaramelada.

«Pedazos de charamusca» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 16).

† Charanga. f. En México es peculiar de la caballería.

Charape. m. Bebida fermentada hecha de pulque, panocha y otros ingredientes.


«Les daba su obsequiada con sendechó, charape, colonche ó chinguirito» (Astucia, tom.
II, cap. 8, p. 289).

V. MEZCAL. BEBIDAS (n.º 8).

Charchina. amb. Matalote.

«Ahí va un charchinita rosillo que le destino» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 21). «A ver qué
tal lomo tiene esa charchina» (Id., tom. I, cap. 2, p. 27). «Yo merqué un charchinita para
mí» (Id., tom. I, cap. 4, p. 83). «Apurando sus charchinas con pies y manos» (Id., tom. I,
cap. 8, p. 150). «En una mala charchina tomó el camino» (Id., tom. I, capítulo 12, p.
252). «Pues mientras, yo le traeré una charchina, y aquí nos juntamos» (Id., tom. I, cap.
13, p. 273). «Volví á mi casa en un charchina flaco» (Id., tom. II, cap. 1, página 19).
«Esta charchina no larga la mondalera» (Id., tom. II, cap. 5, p. 134).

Charo. dim. de Rosario, nombre de mujer. También Charito.

Cuba. PICHARDO, p. 119; MACÍAS, p. 423.


-145-

† Charol. m. Cuero charolado. Unos botines de CHAROL.

Charola. f. Bandeja de metal, pintada y charolada. Muy usado.

«En esto entró la señora seguida de una criada que traía en una gran charola tres pocillos
con chocolate, bizcochos, servilletas y vasos de agua» (Astucia, tom. I, cap. 13, página
281). «El capitán tomó unos puros excelentes que había en una charola» (PAYNO,
Fistol, tom. I, cap. 26). «Le introdujo á poco rato en una curiosa charola [...] el alimento
que había pedido» (ID., ib., tom. I, cap. 28). «Le puso delante una charola china con
excelentes puros» (ID., ib., tom. II, cap. 3). «Traía una charola con dos pocillos de
chocolate, blanca mantequilla y algunos bizcochos» (ID., ib., tom. II, cap. 8).

«Es cañonazo de leva,


Pues al punto se le lleva
En dos charolas magníficas
Algo que desayunar».

(RODRÍGUEZ GALVÁN, La Señorita)

«Creo que se llama Carlos: es el que nos vendió los cubiertos y las charolas»
(FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 2). «Aparecieron dos criados del Hotel de Iturbide
con una gran charola y trastes» (ID., Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 5). «Los
limosneros ambulantes armados de alcancías y de charolas» (ID., Chucho, tom. I, cap.
2). «Una charola con copitas de anisete y vinos dulces» (ID., ib., tom. I, cap. 6).
«Después apareció una criada con una gran charola con vasos de sangría» (ID., ib., tom.
I, cap. 7). «Abriendo de par en par las vidrieras para que pudieran pasar las charolas»
(ID., ib., tom. II, cap. 3). «Un criado había llenado las copas, y las presentó en una
charola» (ID., Jamonas, tom. I, c. 12). «Pronto quedaron servidas las copas, una docena,
que en una charola de imitación japonesa estaban prevenidas para el caso»
(DELGADO, La Calandria, XII).

Cuba. PICHARDO, p. 119; MACÍAS, p. 424. En Guatemala dicen charol. BATRES, p.


205.

V. AZUCARERA.

† Charro. m. Hombre de a caballo: campirano. Los CHARROS usan traje especial, a


veces muy lujoso.

«Vivan los charros contrabandistas de la rama!» (Astucia, tom. I, cap. 7, p. 126).

«Con el sombrero jarano


De alta copa y anchas alas,
El riquísimo zarape
Que sabe llevar con gracia,
La chaqueta y pantalón
Con botones de oro y plata,
Su pistola siempre al cinto
A caballo y con reata,
Tan ducho en el jaripeo
Como en requebrar muchachas,
Es el charro mexicano
Hombre de presencia tanta,
Que imponiendo va á los hombres
Y enamorando á las damas».

(SOMOANO, p. 7)

CHARRO DE AGUA DULCE, el que en el traje y trato imita a los hombres de a


caballo o campiranos sin serlo él.

«Somos charritos de agua dulce; primero nos desayunamos, que ver á nuestros
animales» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 327).

En el Diccionario de Autoridades (art. DULCE) hallamos: «Soldados de agua dulce se


llaman los que no saben de trabajos, por haber servido siempre en el regalo y quietud de
sus patrias». El origen de esta calificación está en Marinero de agua dulce, el que ha
navegado poco y en mares bonancibles (Dicc. Marít.).

Chas, chas (Al). mod. adv. Al contado. CHASCHÁS, dice el Diccionario de


Autoridades, es «El sonido que resulta de un golpe dado, como el que suena cuando se
llama á una puerta ó se da una palmada sobre una mesa. Es formado y así dicho por la
figura onomatopeya». Sin duda los que dicen AL CHAS, CHAS por al contado, aluden
al ruido que se supone van haciendo, al caer sobre la mesa, las monedas con que se
paga.
«Me ha de dar al chas, chas cuatrocientos pesos» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162).

† Chasquearse. pr. Llevarse un chasco: engañarse acerca de lo que se espera, o en el


juicio que se tiene formado de alguna persona o cosa.

Perú. ARONA, p. 158. Chile. RODRÍGUEZ, p. 152; SOLAR, p. 44. Guatemala.


BATRES, p. 208.

Chasquero, ra. adj. Que acostumbra dar chascos.

«Lo menos que dicen es que son unas locas estafadoras y chasqueras» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 32).

† Chata. f. Nombre cariñoso y familiar que se da a las mujeres, sin atención al tamaño
de su nariz. A la niña más mimada de la casa suele llamársele la CHATA. Entre el
pueblo es muy usado a manera de requiebro.
-146-

«Vamos, chata, no llores: aquí me tienes» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 10,
página 164). «Descuida, chatita, que ahora mismo voy» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 44).
«Nos atarantan y molestan cuando estamos más contentos celebrando á esta chatilla tan
guapa» (Id., tom. II, cap. 5, p. 130). «Esta amiga de confianza se llamaba la chata: así le
decían todos, y muchos, por no saber cuál es su nombre de pila, le dicen chatita»
(FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 2).

«Graciosa chata,
Que reciba tu pecho
Sus limpias aguas».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Boleros», p. 252)

Lo mismo en Cuba. PICHARDO, p. 119; MACÍAS, p. 424.

Guatemala. «No sólo dan por acá el nombre de chato al que tiene la nariz aplastada,
acepción castiza por supuesto, sino que en estilo familiar y en son de cariño es frecuente
oir ¡Chata linda! por ¡dueño mío! como dicen los españoles» (BATRES, p. 207).

† Chato. QUEDARSE CHATO: quedarse alpiste; sin parte en alguna cosa, sin conseguir
lo que se esperaba; burlado, chasqueado.

«Las hijas de D. Fermín se han quedado chatas» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 303).
«¿Bonitas y con dinero se han quedado chatas?» (Id., p. 305).

Cuba. PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 424.

V. DESCOLAR.
† Chatre. m. y f. «Vocablo sin padres conocidos. Galán, elegante, lujoso, que está de
tiros largos, con todos sus alfileres, de gala, etc.» (CEVALLOS, p. 53). El Diccionario
ha admitido este provincialismo del Ecuador, dándole la acepción de: «Ricamente
acicalado». Ortúzar le da como prov. de América. También se usó en México, como
sustantivo; pero hoy está totalmente olvidado.

«¿Qué le importa á Vd. ó á cualquiera de los muchos censuradores de las damas, que las
chatres, currutacas, coquetillas ó como quieran llamarlas, se vistan como más en gana
les venga?» (Diario de México, tom. II, p. 47).

Chavaco, ca. adj. Parece significar mezquino, deslucido; probablemente chabacano.

«En fin fué el entierro muy chavaco y muy pobre» (Diario del ALABARDERO, 1786,
página 249).

† Chayote. (Del mex. chayutli, fruta como calabacilla espinosa por encima, o como
erizo. MOL.). Sycios edulis. m. Fruto de la chayotera. Es de la familia de las
cucurbitáceas, de cinco a seis pulgadas de largo, señalado longitudinalmente a manera
de tajadas, y cubierto de espinas como erizo, no muy recias. Cómese comúnmente
cocido, y así suele venderse: es jugoso y casi insípido. Hernández le describe en el libro
II, cap. 18.

«Cogen calabazas y otros géneros de batatas, que entre ellos se llaman chayotes, y
camotes» (Descr. de los Peñoles, 1579, MS.). «Hay otra fruta que es á manera de erizos
de castañas, que en la lengua mexicana se llaman chayotes» (Descr. de Tancítaro, 1580,
MS.). «Un puchero de excelente ternera, condimentado con verdura, plátano, calabaza y
chayote» (PAYNO, Veracruz, XXI).

Cuba. PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 425; ARMAS, p. 68. Costa Rica. FERRAZ, p.
43.

En Guatemala significa sandio, bobo, alelado (BATRES, p. 208).

† Chayotera. f. Planta cuyo fruto es el chayote. Se extiende mucho, a modo de


enredadera.

Cuba. PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 425.

Chayoteztle. (Del mex. chayutli, y textli, masa de harina?). m. Raíz de la chayotera. Es


farinácea y comestible. Según la Farmacopea Mexicana (p. 53), la fécula del
CHAYOTEZTLE se usa como sucedánea del arrow-root.

«Ya no se sacrifica el chayotestle».

(Soneto en que la última palabra


de cada verso es mexicana, inserto en
el periódico Panorama de las
Señoritas, p. 388)
Cuba. MACÍAS, p. 425, art. Chayotera. En Jalisco se llama chinchayote (MOTA
PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XCIII, n. 10).

Check o Cheque. (Del inglés check o cheque). m. Com. Talón (6.ª acep.). Orden o
libramiento contra un banco, pagadero a la vista, y por lo común al portador.

RIVODÓ, p. 158. Cuba. PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 426; ARMAS, p. 87,


Guatemala. BATRES, p. 209.

Chelín. (Del ing. shilling). m. Moneda inglesa, que es la vigésima parte de la libra
esterlina, y se divide en doce peniques.

Cuba. ARMAS, p. 87.


-147-

Chepe, pa. dim. fam. José, Josefa. Hay quienes conviertan a José María en Chema.

«Chepe, vamos á hacer la mañana [...]. Á lo que el Chepe respondió: vaya el maestro al
tal» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 3, p. 40).

Cuba. PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 426; ARONA, p. 159. Perú. ALCEDO,


Vocabulario.

† Chía. (Del mex. chía o chían, cierta semilla de que sacan aceite. MOL.) f. Semilla de
la Salvia chian; hay dos variedades: la una negra y pequeña de que se saca un aceite
excelente para la pintura, aunque poco o nada usado; la otra, menos oscura y más
gruesa, que puesta a infundir en agua endulzada y con zumo de limón, forma una bebida
mucilaginosa, muy usada como refrigerante.

«De lo que resulta un conjunto indescriptible de chía, horchata, piña, limón,


tamarindo...» (FACUNDO, Plaza de la Constitución, p. 233).

Costa Rica. FERRAZ, p. 44.

METER CHÍA, suscitar discordias.

† Chica. f. En el juego del monte la carta de menor valor comparativo, como el as


respecto del dos, éste respecto del tres, etc., hasta llegar al rey que es la mayor. Se hizo
la CHICA, ganó la carta de menos valor.

Cuba. PICHARDO, p. 121, art. Chico; MACÍAS, p. 128.

2. Medida para vender pulque.

3. En Veracruz, sinónimo de cuartilla, moneda.

Chicana. (Del francés chicane). f. Palabra muy usada en el foro, por treta, artimaña,
recurso de mala ley para entorpecer el curso de un litigio o extraviarle. Ha pasado ya al
trato común.
«Sí, sí, ¡viva Astucia! repitieron los demás: no se admiten chicanas» (Astucia, tomo I,
cap. 7, p. 130). «Una chicana vale lo que pesa» (Id., tom. II, cap. 2, p. 50). «Me los han
echado á rodar [negocios judiciales] con una chicana de mala ley» (Id., tomo II, cap. 13,
p. 394). «Sus fincas fueron embargadas, si bien después de las moratorias consiguientes
á la chicana» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 12).

Cuervo (§ 771) cuenta a chicana entre las «voces francesas perjudiciales». Rivodó
(páginas 67, 171) propone que sea admitida. Batres (p. 209) parece reprobarla.

Chicanear. n. Andar haciendo chicanas.

Chicanero. adj. sust. Que acostumbra hacer chicanas.

Chiclán. m. Ciclán.

Cuba. PICHARDO, p. 125; MACÍAS, Chiclano, p. 428.

Chicle. (Del mex. tzictli. SIM.). m. Gomorresina que fluye del tronco del chicozapote, y
se extrae haciéndole incisiones al comenzar la estación de las lluvias. Se vende cuajada
en panes. Úsase principalmente como masticatorio, más bien por la satisfacción de oírle
tronar entre los dientes, aunque se le atribuye la propiedad de limpiar y afirmar la
dentadura. Esta costumbre es propia de mujeres de baja clase, y no se ha extendido aquí;
pero sí en otros países, señaladamente en los Estados Unidos, y el chicle ha llegado a
constituir un artículo de exportación no despreciable.

Hay chicle virgen, que es una sustancia particular que cubre en parte las semillas de la
fruta del chicozapote (Farm. Mex., p. 109); chicle blanco, el que se saca por incisión, y
chicle prieto, que es el asfalto o chapopote. (Farm. Mex., p. 31).

«Y si era mujer la que nacía en este signo, también era mal afortunada, no era para nada,
ni para hilar ni para tejer, y boba y tocha, risueña, soberbia, vocinglera, andará (decían)
comiendo tzictli» (SAHAGÚN, Hist. Gen., libro IV, cap. 28).

† Chico. HACER CHICO A UNO es hacerle a un lado, menospreciarle, no tenerle para


nada en cuenta.

«Te has propuesto exasperarme. -No. -Hacerme chico. -No» (FACUNDO, Gabriel, tom.
II, cap. 6).

«Si me haces chico,


Será porque es ingrato
Tu pecho indino».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Coplas leperuscas», p. 309)

† Chicotazo. m. Latigazo.
«Aunque se rompiera [el carruaje], y los caballos sólo anduvieran á puros chicotazos»
(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 560).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 157; SOLAR, p. 46. Ecuador. CEVALLOS, p. 53. Cuba.


PICHARDO, p. 121. Río de la Plata. GRANADA, p. 190.
-148-

* Chicote. m. Látigo.

SOMOANO, pp. 51, 91.

Perú. ARONA, p. 159. Chile. RODRÍGUEZ, p. 157; SOLAR, p. 46. Ecuador.


CEVALLOS, p. 53. Río de la Plata. GRANADA, p. 190.

2. Punta de cigarro puro: no el cigarro entero, como dice el Diccionario.

Bogotá. CUERVO, § 562.

V. SORBETE.

* Chicotear. n. Dar repetidos azotes con el chicote o látigo.

«Van al trote, con su cochero alegre que da garrote y chicotea» (FACUNDO, Jarabe de
pico, p. 277). «Lo espolearon de nuevo, lo chicotearon» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
página 115).

† Chicozapote. (Del mex. chictzapotl. CLAV. SIM.) Zapota achras. m. Árbol de la


familia de las zapoteas, que se cría en los terrenos calientes y húmedos de ambas
Américas. Su fruto, que tiene igual nombre, es del tamaño de un melocotón, de carne
color de canela, muy blanda y dulce. Algunos le llaman simplemente chico. Salvá
sospecha que el CHICOZAPOTE es el níspero, y se equivoca. Ese error viene de
Alcedo. El Diccionario menciona el CHICOZAPOTE en el art. Zapote.

Cuba. PICHARDO, p. 328, art. Sapote; MACÍAS, p. 428, art. Chico.

Chicuace. m. fam. Voz que en lengua mexicana significa seis, y con ella se designa a la
persona que tiene seis dedos en la mano.

Chicuite y Chicovite. m. Corrupción de chiquihuite.

«Item, ningún fraile traiga llave en los chicuites y petacas sin licencia in scriptis del P.
Provincial» (Cód. Franc., p. 150). «Que un pobre español que va camino ha de llevar
por lo menos una petaca de sus vestidos, su cama y un chicovite de comida» (FR.
FRANCISCO DE BUSTAMANTE, Carta al Emp., 1551, apud Cód. Franc., p. 209).

† Chicha. f. Bebida fermentada originaria del Perú, especie de cerveza. Hácese de maíz,
y aquí comúnmente de cebada, azúcar o panocha, clavo y canela; también de piña, que
es la más regalada. Ha disminuido mucho el consumo de la CHICHA.

«Las teleras de pan blanco


Los garrafones con chicha».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Paseo en canoa», p. 119)

Cuba. PICHARDO, p. 121; MACÍAS, p. 429. Perú. ARONA, p. 160. Chile.


RODRÍGUEZ, página 157. Río de la Plata. GRANADA, p. 190. Guatemala. BATRES,
p. 210.

Chichi. (Del mex. chichi, mamar. MOL.) f. vulg. Pecho, teta, ubre.

«¿No fuera mejor que le diera de mamar á ese probe niño, y no á esos perros que tiene
colgados de las chichis?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Necesitan arquilar chichis,
como si ellas no tuvieran las suyas» (ID., ib., cap. 13).

Perú. «El chiche ó chichi y también la chicha, son voces que emplean las nodrizas y
madres para significar el pecho que dan á mamar al niño» (ARONA, p. 162).

Guatemala. BATRES, pp. 211, 212.

2. Nodriza.

«¿Qué dijera la marquesa Tijereta, la Tremenda y otras señoritas que visitan esta casa, si
vieran á Eufrosina criando á su hija como una chichi alquilona?» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 1). «Y aun nos hemos ofrecido á pagarle la chichi» (ID., ib.).

Por fortuna este feo vocablo casi ha desaparecido.

Chichicaxtle. (Del mex. tzitzicaztli, hortiga. MOL.). m. Especie de ortiga. Dase también
este nombre a una lenteja de agua, que propiamente se llama chichilacaxtle. Todas las
aguas estancadas del valle de México se cubren muy pronto de esta planta, que sirve de
alimento a las aves acuáticas.

En Guatemala, chichicaste (BATRES, página 218). En Cuba chichicate (ARMAS, p.


67). En Costa Rica «hecho un chichicazte, por malquisto, rabioso, refiriéndose al mal
humor de una persona» (FERRAZ, p. 46).

Chichicuilote. (Del mex. tzitzicuilotl o atzitzicuilotl. HERN.). m. Avecita acuática que


habita en las aguas poco profundas de las lagunas. Es de color gris claro en el vientre, y
más oscuro en el lomo; zancuda, elegante y de pico largo y delgado. Se consume gran
cantidad de ellas, aunque su carne es grasosa y huele algo a marisco. Otras muchas se
traen vivas a la ciudad para diversión de los niños, quienes las enseñan a tirar de
pequeños y ligeros carruajitos de papel. Durante su vida en las casas, que es corta, cazan
con gran destreza las moscas de que se alimentan.

«La araña y el chichicuilote» (PENSADOR, Fáb. 18, título).

HERNÁNDEZ, Hist. Avium, p. 39, ed. rom. -149- OROZCO, Mem. para la Carta
hidr. del Valle de México, p. 148.
Chichigua o Chichihua. f. Voz del idioma mexicano, muy usada antiguamente; pero
inútil, pues tenemos la castellana nodriza, que ha prevalecido, y desterrado de la buena
sociedad a la otra.

«S. E. nombró en la vacante de la plaza de guardavista de dicha casa de moneda á José


Burcarón, marido de la chichihua ó ama del señorito su hijo» (Diario de CASTRO
SANTA-ANNA, 1756, tom. II, p. 206). «Si vieras qué trabajo me costó imponer á mi
marido á que pagara chichiguas para sus hijos» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Y
hallándose en ella á su madre y á su ama de leche, ó chichigua como acá decimos...»
(ID., ib.). «Las madres, las nodrizas ó chichiguas, las ayas ó pilmamas [...] ¿qué hacen
sino pervertir el niño desde los principios?...» (ID., ib., c. 11). «Se determinó, némine
discrepante, á darme nodriza ó chichigua, como acá decimos» (ID., Periquillo, tom. I,
cap. 1, p. 6). «Cada día está más delicado y necesita más de la chichigua» (ESPINOSA,
Vida del P. Margil, libro II, cap. 17). «La chichihua no quiso seguirnos, y me resolví á
correr un albur, acabando de criar á la chiquilla con té con leche y papilla de bizcochos»
(Astucia, tom. II, capítulo 5, p. 128). «Lo bautizó, le buscó chichihua» (FACUNDO,
Gentes, tom. I, cap. 4).

Cuba. MACÍAS, p. 431; Guatemala. BATRES, p. 212

* Chichimeca. (Del mex. chichimecatl; plural chichimeca: nombre de interpretación


dudosa). m. y f. Individuo de una tribu bárbara que vino a establecerse en Tezcoco, y
mezclada con las tribus nahoas que allí habitaban, formó la culta nación acolhua, y
fundó el reino de Acolhuacán. Después dieron los españoles el nombre de
CHICHIMECAS o CHICHIMECOS a todos los indios bárbaros que habitaban al
poniente y norte de México. Ese nombre, reducido por contracción a meco, aún se usa
para designar a los indios salvajes.

2. adj. Perteneciente a los CHICHIMECAS.

Chichitle. m. Miner. Agrupación de cristales de un mineral no metálico.

Chiera. (De chía). f. Mujer que vende aguas frescas en puesto ambulante.

«Mientras unas chieras forman grupos con los consabidos amigos, otras cabecean ó se
acurrucan por los rincones» (FACUNDO, Plaza de la Constitución, p. 232). «En medio
del silencio, sólo interrumpido por [...] la incitante voz de la chiera» (G. OBREGÓN,
México viejo, p. 352).

† Chifla. f. Mal humor. Estar de CHIFLA.

† Chiflar. n. Usamos de este verbo mucho más que de silbar. Este último casi está
reservado para las muestras de desaprobación en los espectáculos públicos. Hasta de los
pájaros suele decirse que CHIFLAN, y no que cantan. En tal caso suele usarse como
activo: Este pájaro sabe CHIFLAR muchas piezas.

QUEDAR COMO EL QUE CHIFLÓ EN LA LOMA; expr. fam.: hacer una tontera;
llevarse por torpeza un gran chasco; salir deslucido de un empeño o negocio.
«Al cabo, cuando más contentos estaban, los dejaban como el que chifló en la loma»
(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 584).

Guatemala. BATRES, p. 212.

HASTA QUE TE CHIFLE EL GUARDA, fr. vulg., descansadamente, cuanto quieras,


hasta que otro te lo impida.

«Vive y bebe [...] hasta que te chifle el guarda y menee el farolito» (Diario de México,
tomo II, p. 20).

Chifleta. f. Chufeta, chufleta, cuchufleta: indirecta, pulla. Úsase más en plural.

«Se le ha metido el diablo, ha comido gallo, á todos insulta, echa unas chifletas muy
picantes» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 163). «Tantísimas chifletas y dichos picante!» (Id.,
tom. II, cap. 13, p. 387).

«Si me ha de andar con repulgos


Si me sale con chifletas...».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 208)

«Déjese Vd. de chifletas».

(ID., ib., «Contesta de Luisa y Tules», p. 215)

«De pronto, cuando la lengua


Leperina de su dueño
Le lanzaba una chifleta».

(ID., ib., «Pepa y el tuerto», p. 316)

† Chiflido. m. Así como decimos casi siempre chiflar por silbar, hemos olvidado todavía
más a silbo y silbido, que sustituimos con CHIFLIDO.

«Por eso es conocido el chiflido en todas las naciones [...]. Mi intento ha sido hacer ver
al Vascongado, que darse á entender por chiflidos ó silbidos no es una costumbre
original -150- y peculiar de la plebe mexicana» (Diario de México, tom. I, pp. 295,
297).

* Chiflón. m. Viento colado. Quítate de ese CHIFLÓN.


Ortúzar, prov. de América. Perú. ARONA, p. 162. Guatemala. BATRES, p. 213.

2. Canal, canoa o tubo por donde sale el agua que mueve las ruedas hidráulicas.

Ecuador. CEVALLOS, p. 53.

3. Tubo de metal por donde sale el agua del surtidor de una fuente, o de la manguera
(tripa decimos acá) de una bomba de riego o de incendio.

«El agradable ruido que hacía una fuente [...] la diversidad de juguetillos que formaban
los chiflones de agua» (Diario de México, tom. II, p. 202).

4. Min. Derrumbe de piedra suelta en el interior de una mina.

† Chilacayote. (Del mex. tzilacayotli o tzilacayutli). f. El Diccionario trae esta voz con
simple referencia a Cidracayote. A este propósito dice Rivodó (p. 188):
«CIDRACAYOTE. En nuestro concepto esta voz debiera suprimirse y dejar sólo
chilacayote, pues aquel cidra no es más que una corrupción de chila. Chilacayote es un
nombre compuesto, de origen indígena mexicano entrambos elementos, y la planta así
llamada nada tiene que hacer con la cidra, que es otra totalmente distinta». El justo
deseo de Rivodó estaba ya cumplido en el Diccionario de Autoridades, donde se halla la
descripción del fruto en el artículo CHILACAYOTE, y no hay Cidracayote.

«Hay unas calabazas lisas, redondas, pecosas, entre verde y blanco, ó manchadas, que
las llaman tzilacayutli, que son tan grandes como un gran melón» (SAHAGÚN, Hist.
Gen., libro I, cap. 21).

Por lo visto la voz se usa en Venezuela; también aparece en Costa Rica (FERRAZ,
página 46), y en Guatemala (BATRES, p. 213).

Chilaquiles. (Del mex. chilli, pimiento, y quilitl, yerba comestible. MEND.). m. pl.
Guiso de tortillas de maíz despedazadas y cocidas en salsa de chile y caldo.

En Guatemala llaman chilaquila a otra preparación de las tortillas (BATRES, p. 213).

2. En singular se dice familiarmente de un sombrero viejo y maltratado, que ha perdido


su figura.

«Es verdad que el dicho sombrero no pasaba de un chilaquil aderezado» (PENSADOR,


Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 196).

† Chilar. m. Terreno plantado de chile.

V. CORRER. ESPANTAJO.

† Chile. (Del mex. chilli, ají o pimiento de las Indias. MOL.). Capsicum. m. Pimiento.
Hay infinitas variedades de él, y se consume en cantidades enormes, porque es uno de
los principales alimentos de los indios, y le usan generalmente los que no lo son. Del
CHILE trata largamente Hernández en el capítulo 153 del lib. III.
Cuba. MACÍAS, p. 433; ARMAS, p. 69.

ESTAR HECHO UN CHILE, expr. fam.; estar muy encolerizado.

«La vieja estaba hecha un chile contra mí» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11,
página 193). «Hecho un chile de ver frustrada la segunda tentativa» (Astucia, tom. II, c.
1, p. 23). «Me puse hecho un chile» (Id., tomo II, cap. 7, p. 192).

PEOR ES CHILE Y EL AGUA LEJOS, ref. con que jocosamente se aconseja la


conformidad con un mal, recordando que hay otros peores, como el de comer chile
picante, y carecer de agua para refrescar la boca (Diario de México, tom. II, p. 423).

Chilero. m. Nombre despectivo que suelen dar a los dependientes y aun a los dueños, de
tiendas de comestibles, en especial si son españoles.

Guatemala. BATRES, p. 214.

Chilmole. (Del mex. chilmulli, salsa o guisado de ají. MOL.). m. Especie de mole
ordinario. En el interior chimole.

«Se comían las carnes con chilmole» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 152). «Mandó á
otra que hiciese un poco de chimole, que es un compuesto de tomates y chiles, que en
España llaman pimientos» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XXXV, n.º 5).

En Guatemala, chirmol (BATRES, p. 223).

Chilpotle. (Del mex. chilli, pimiento, y poctli, humo). m. Chile cuaresmeño secado al
humo. Empléase en varios guisos, y también se encurte en vinagre. Suele ser muy
picante.
-151-

«Cuando hubieron apurado [...] una copa grande de tequila para cauterizarse el esófago,
escoriado con los chilpotles [...] se dirigieron al hotel» (FACUNDO, Fuereños, XIII).

* Chiltipiquín. Corrupción de Chiltecpin (HERN.). (Del mex. chilli, pimiento, y


tecpintli, pulga, por lo pequeño y picante). m. Guindilla: pimiento verde o rojo, del
tamaño de una alcaparra o poco más, y muy picante. Por esta última circunstancia se
comparan a él las personas valientes, enérgicas o encolerizadas.

«Acompañado de trece mil gallos, valientes y bravos como un chilipiquín [sic]»


(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 423). «¡Caramba en el ciego, que es peor que un
chiltipiquín!» (ID., ib., p. 469).

En Guatemala dicen chiltepe (BATRES, p. 214).

Chiluca. f. Pórfido traquítico formado en su mayor parte por cristales de feldespato


vidrioso, empastados en una masa de base feldespática. Es material de construcción
muy estimado; pero no de uso general, por ser de mayor precio que otros, y por la
dificultad de labrarlo, a causa de su dureza.
«Se han edificado de tezontle de los cerros de Santa María, de cantería de los Remedios,
de piedra dura de tziluca, y de alabastro y jaspe blanco de Calpulalpa, tan suntuosos
templos, monasterios y palacios, que...» (Gaceta de México, enero 1736). «Si acaso
tiene Vd. el corazón de piedra chiluca, déme el papelito para que pierda la esperanza»
(Astucia, tom. II, cap. 5, p. 117). «Por una lápida de chiluca, que se hallaba en lo que
hoy es presbiterio, consta que se erigió en capilla pública en 1595» (G. OBREGÓN,
México viejo, p. 40).

† Chilla. f. fam. Arranquera.

«Ciego que ve, hambriento que mantiene,


Burro en la chilla, en la opulencia mula».

(PLAZA, «El hombre»)

Chiminea. f. ant. Chimenea. Aún le usa el vulgo.

«Las casas son bajitas y cubiertas de paja, y ahumadas, que no tienen chimineas»
(Descripción de Iztepec, 1581, MS.).

«De igual manera en nuestro lenguaje popular [...] la i se asimila la e en chiminea por
chimenea» (CUERVO, § 669).

Ecuador. CEVALLOS, p. 53.

Pudiera creerse que en Guatemala se tiene por forma correcta, porque Batres (p. 209)
dice: «Con aire de puristas dicen muchos cheminea debiendo decir chiminea»; pero sin
duda es errata, por chimenea, porque en la p. 453 pone a CHIMINEA como ejemplo de
voces corrompidas; pero de todos modos es prueba de que allá se usa.

Chimotlal. (Del mex. motlali, el que está asentado; tlalia, asentado; ninotlalia, yo me
asiento; ximotali, imp. asiéntate). m. Asiento; equipal. Es voz usada en Jalisco.

«Fabrican unos chimotlales ó equipales muy ligeros, de otates, con sus respaldos de
unas varillas entretejidas, y el asiento de tule ó palma tejida» (MOTA PADILLA, Hist.
de la N. Galicia, cap. IV, n. 6).

V. EQUIPAL.

† China. f. Encontramos esta palabra en diversos países hispanoamericanos, aplicada


siempre a cierta clase de mujeres, que no es la misma en todas partes. En Bogotá le da
Cuervo (§ 561) el equivalente de «chica, muchacha, rapaza», y añade (p. 530) que viene
del quichua china, hembra de cualquier animal, criada, moza de servicio, y que no tiene
masculino. (Acá tampoco). Granada (p. 194) confirma el origen quichua de la voz, y
cita autoridades para comprobarle. Allá significa «la india ó mestiza que vive entre las
familias del país, ocupándose regularmente en servicios domésticos». Cita a Palma
como autoridad de que la voz se usa asimismo en el Perú; mas Arona no la trae. En el
Ecuador significa «criada, doméstica, sirvienta» (CEVALLOS, p. 53), en Cuba es
término de cariño entre mujeres (PICHARDO, página 122; MACÍAS, p. 437; ARMAS,
p. 72), y en Costa Rica simplemente niñera (FERRAZ, p. 50). Lo mismo en Guatemala
(BATRES, p. 215). Por Rodríguez (p. 162) sabemos que en Chile chino es el plebeyo, y
que la terminación femenina, que es más usada, suele tomarse en mala parte. Confirma
el origen quichua; mas si éste es cierto ¿cómo llegó hasta acá la voz?

En Tierrafirme entendían por china «mujer pequeña; ó por mejor decir, desde que sabe
andar la india hasta que se casa la llaman china» (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario).
-152-

La CHINA de México era un tipo especial que alcancé, y que ha desaparecido por
completo, o a lo menos el traje y modales que la distinguían. La pintura que hace de ella
Payno en su Viaje a Veracruz (V), aunque poetizada, es bastante exacta en cuanto a lo
externo; mas no era la mujer del lépero, sucia y desharrapada, sino una mujer del pueblo
que vivía sin servir a nadie y con cierta holgura a expensas de un esposo o de un
amante, o bien de su propia industria. Pertenecía a la raza mestiza, y se distinguía
generalmente por su aseo, por la belleza de sus formas, que realzaba con un traje
pintoresco, harto ligero y provocativo, no menos que por su andar airoso y desenfadado.
Si hoy apareciera en las calles una de aquellas CHINAS, se llevaría tras sí a la gente, y
correría peligro de que un gendarme diera con ella en la inspección de policía. Después
de haber desaparecido de México las CHINAS permanecieron algún tiempo en Puebla,
y de ahí les vino el nombre de poblanas. Actualmente sólo se ve ese tipo en estampas, o
en figurillas de cera, trapo o barro. Suele aparecer en la escena cuando se trata de
ejecutar bailes nacionales; pero con indispensables adiciones en el traje.

«Al retirarme á la posada reflexioné que dos especialidades sociales componían la


mayor parte de la concurrencia del coloquio, á saber, el lépero y la china» (PAYNO,
Veracruz, V). «Casi al mismo tiempo que el ciego salía de la casa de D. Pedro, se
presentó una china echando unos meneos y usando un taco y un desparpajo, que parecía
la dueña de la casa. El portero, quizá fascinado con la pompa, el garbo y el primor con
que la china estaba vestida...» (ID., Fistol, tom. II, cap. 12). «Nos entretendremos con la
china, con el lépero, con la polla, con la cómica, con el indio, con el chinaco, con el
tendero y con todo lo de acá» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, pról.).

«La linda china poblana


Más linda que las estrellas».

(G. PRIETO, Poes. fest., «El túnico y el zagalejo», p. 82)

«Era la china garbosa


La linda china poblana».

(ID., ib., p. 83)


«La china escuchó al meco
Y al fin le dijo...».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Coplas leperuscas», p. 311)

«¡Oh qué china tan planchada!».

(ID., ib., «Pepa y el tuerto», p. 317)

«Con su rebozo terciado


Y su falda de sarasa,
Su escotado zapatito
Y su breve andar que encanta:
Es la trigueña chinita
La mujer más resalada
Que en el suelo mexicano
Naciera de sangre hispana».

(SOMOANO, p. 9)

V. FÍSICO. MARMAJA. MECO.

Chinaca. (Del mex. xinaca, desnudo. MEND. Esta voz no se halla en Molina ni en
Siméon). f. fam. Gente desharrapada. Diose este nombre por desprecio a las guerrillas
liberales o gavillas de gente de toda broza, no uniformada, que tanto figuraron en la
última revolución.

«Supuesto que en el matrimonio no valen papeles, como dice la chinaca, beato el que
posee» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 9).

Chinacate. m. Individuo de la chinaca.

«Por eso me gustan los liberales, y es chinacate legítimo, que se le conoce á legua»
(FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, capítulo 9).

Chinaco, ca. m. Lo mismo que chinacate, y más usado. Todavía se aplican estos
nombres a individuos de la hez del pueblo; toma entonces femenino.

«Desde luego se conocía que era un chinaca cualquiera, tan ladino como cobarde»
(Astucia, tom. I, cap. II, p. 205).

«Que yo soy chinaca,


Que usté es un señor».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «El Roto y la China», p. 314)

V. CHINA.

* Chinampa. (¿Del mex. chinamitl, seto o cerca de cañas. MOL.?). f. Terreno de corta
extensión en las lagunas vecinas a la ciudad de México, donde se cultivan flores y
verduras. Cuando los mexicanos se establecieron entre los carrizales de esas lagunas,
carecían de terreno que cultivar, e idearon formarle artificialmente haciendo un tejido de
-153- varas y carrizos, sobre el cual amontonaban el cieno del lago, y hacían sus
chozas. Tales huertos fueron al principio flotantes y mudaban de lugar a gusto del
dueño, como una embarcación; mas después, por haber disminuido el agua de los lagos,
fueron quedando fijos en el fondo, como hoy se hallan, y presentan el aspecto de un
campo cortado en rectángulos por multitud de canales.

«El primero [de los caminos] está sembrado, no de flores, que esas abundan en las
chinampas de la Viga y Jamaica, sino de otras cosas de más sustancia» (MORALES,
Gallo Pitagórico, p. 57).

«Y al exterior se perciben
Chinampas de tintes ricos».

(G. PRIETO, Poesías festivas, «Paseo en canoa», p. 126)

Chinampear. n. vulg. Huir el gallo en los momentos de pelear. Por extensión se dice
también de las personas cuando rehúyen el cumplimiento de una promesa arriesgada.

«Si la cosa se formaliza, yo no quiero que... repuso otro. -No empecemos con
chinampear, agregó Lorenzo» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 258). «¡Pues vaya, amo,
cómo no! si chinampearon» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 6).

* Chinampero, ra. (De chinampa). m. y f. Que posee o cultiva chinampa.

2. adj. Que se cultiva en ella: clavel CHINAMPERO.

3. (De chinampear). adj. Aplícase al gallo que por su cobardía no es propio para la
pelea.

Chinapo. (Del tarasco thzinapu). m. Obsidiana. Dase también este nombre a la lanceta
de piedra, fija en un palo, a manera de fleme, que los indios curanderos usan para
sangrar.

«Construían y fabricaban [los tarascos] navajas de cierta piedra negra, llamada tzinapo»
(BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., libro 1, cap. 8). «Emprendiendo difíciles y
arriesgadas empresas, tal como torear lagartos, buscar chinapos en el fondo de las
pozas» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 8).

Chincual. (¿Del mex. tzinco, en el ano, y atl, agua, orines, humor?). m. Erupción que
sale al rededor del ano a los niños recién nacidos.

Chincuete. (¿Del mex. tzintli, parte posterior, y cueitl, enagua?). f. Pedazo de tela con
que, en lugar de enagua, se rodean el cuerpo las indias de algunos lugares. A éstas dicen
indias enredadas, y es frase injuriosa entre la gente del pueblo.

«Considero más honrada á una india de chincuete con su metlapil en la mano, que...»
(Astucia, tom. I, cap. 14, p. 308).

† Chinche (La). f. Daba el pueblo este nombre a la antigua cárcel municipal, porque en
efecto estaba plagada de esos bichos a un grado increíble.

«Míralas, míralas, decía otro, y van de baile á la chinche» (FACUNDO, Fuereños,


XVII). «El caso es que á estas horas están en la chinche. -Mientras ellos están en la
chinche, las niñas... pues, se están divirtiendo» (ID., ib., XVIII). «Adiós, dijo el herrero,
ya este barrió con los otros á la chinche» (ID., Gabriel, tom. II, página 128).

«Le llama á la prisión chinche ó chirona».

(FACUNDO, «Abuso de la chanza»)

«Vamos, la chinche os espera».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance leperusco», p. 220)

«Y se fué para la chinche


Silencioso y cabizbajo».

(ID., ib., «Romance», p. 297)

«Aunque los diablos me lleven


Y remanezca en la chinche».

(ID., ib., p. 300)


«A la chinche me los llevo».

(ID., ib., «Pepa y el tuerto», p. 317)

2. m. El galán que deja correr largo tiempo sin formalizar su pretensión o retirarse; y en
general el que alarga un negocio sin dar muestra de llevarle a término.

3. neol. Clavito corto con cabeza redonda muy grande, que se usa para asegurar, sin
pegarlo, el papel o lienzo en que se dibuja o calca.

Cuba. PICHARDO, p. 122; MACÍAS, p. 435

Chinchero. m. Lugar donde hay muchas chinches. Acaso debiéramos decir chinchera,
como pulguera, «lugar donde se juntan muchas pulgas» (Dicc.), que también
convertimos en pulguero. Ni chinchera ni CHINCHERO están en el Diccionario.
-154-

Chinchorrero. m. Dueño de chinchorro.

«De allí salimos á lo cuatro días [...] juntándonos con otros chinchorreros que
comerciaban en la rama» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 137).

Chinchorro. m. Recua pequeña.

«Un valecito para que en Púcuaro le fiaran el aguardiente que cargara su chinchorro»
(Astucia, tom. I, cap. 4, p. 81). «Pasa revista á los chinchorros, á su jato, que todo esté
listo, completo y en buen uso» (Id., tom. I, cap. 7, p. 131). «Fueron conducidos á la villa
con todo y chinchorro» (Id., tom. I, capítulo 11, p. 215).

Chinguiñoso, sa. adj. fam. Legañoso, pitarroso.

«Luego que lo vió esa chinguiñosa, dió la cantada» (Astucia, tom. II, cap. 4, p. 101).

† Chinguirito. m. Aguardiente de caña. El Diccionario escribe CHINQUIRITO, y no es


errata, porque así lo demuestra el lugar que ocupa la palabra en el orden alfabético.
Salvá la escribió bien. Ignoro su origen. El CHINGUIRITO fue una de las bebidas
prohibidas con mayor rigor, y su fabricación clandestina se castigaba con penas
severísimas, hasta que por bando de 7 de diciembre de 1796 quedó permitida, aunque
gravada con subidos derechos. En ese bando se dio «por abusivo el nombre de
CHINGUIRITO» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 92). En el comercio no se usa ese
nombre, sino que se dice aguardiente de caña, o sólo aguardiente. Algunos dicen
familiarmente chínguiri.

«Gente que cena sucio y frío, y bebe pulque y chinguirito» (PENSADOR, Periquillo,
tom. II, cap. 2, p. 38). «Una botella con chinguirito» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 211).
«Con su puro en la boca agota de copita en copita una ó dos botellas de puro
chinguirito» (Id., tom. I, cap. 13, p. 285). «Traenos una botella de aguardiente refino de
España: ¿lo oyes? No vayas á darnos chinguirito» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 13).
«La base de la embriaguez era el chinguirito» (FACUNDO, Las prosperidades nuestras,
III, p. 218). «Resolviendo la difícil disyuntiva entre la frazada y el chinguirito de la
manera más victoriosa: chinguirito y frazada» (ID., Dormitorios públicos, p. 95).

En Cuba significa traguito de aguardiente o de otro licor (PICHARDO, p. 122;


MACÍAS, p. 436).

V. CHARAPE. ZANGARRO.

† Chino. m. Rizo de pelo. Como adjetivo se aplica a quien tiene el cabello ensortijado.

«Sus pestañas remangadas,


Sus chinitos en la frente».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romancito», p. 150)

«Esos chinos de su frente


Quisiera cuajar de perlas».

(ID., ib., «Romance leperusco», p. 218)

CHINO LIBRE, la persona que no tiene obligaciones ni superior a quien obedecer.

COBRARSE A LO CHINO. fam. Cobrar de propia autoridad una deuda, deduciendo el


monto de ella, cuando por cualquier motivo tiene que entregarse otra mayor al deudor.

* Chipichipi. (Del mex. chipini, gotear o caer gota: chipinia, echar gotas en alguna cosa.
MOL.). m. Llovizna continuada. Voz onomatopéyica. En Jalapa, donde es frecuente y
dura días enteros, la llaman «la salud del pueblo».

«Cae una lluvia menuda y constante, que aquí llaman chipi-chipi» (PAYNO, Veracruz,
XII).

Guatemala. BATRES, p. 219.

Chípil. (Del mex. tzipitl, la criatura que está enferma y desganada, a causa de estar su
madre preñada. MOL.). adj. Aplícase al niño que padece malestar, a causa de hallarse en
cinta la mujer que le cría.

En Guatemala dicen chipe (BATRES, página 219).

2. Por extensión, niño muy pequeño. (Raro). También se dice chipilín.


«Sólo tenemos dos hombrecitos, que son los chipilitos» (Astucia, tom. II, cap. 3, página
95).

Chipile. (Del mex. chipillin, seu herba fructus sonantis. HERN., lib. V, caps. 138, 139).
m. Planta herbácea, vivaz, que se da en las tierras calientes. Sus hojas son comestibles, y
el cocimiento de toda la planta se emplea en medicina doméstica como remedio
eficacísimo de las hemorroides.

Guatemala. «CHIPILÍN. Planta del género crotallaria vitelina, que se come cocida, á
veces con arroz ó con frijoles. La primera agua en que se cuecen los chipilines es muy
purgante» (BATRES, p. 219)
-155-

Chipote. (Del mex. xipotli, de xipochehua, hacer chichones o torondones. MOL.). m.


Chichón, tolondro, bollo, porcino.

En Guatemala, chipuste (BATRES, p. 230).

* Chiqueador. m. Cada una de las rodajas de papel o de hule, como de una pulgada de
diámetro, que untadas de sebo o de otra sustancia se pegan, a manera de parche, en las
sienes, como remedio casero para el dolor de cabeza. Se usaron antiguamente de carey,
como mero adorno mujeril.

«No quiero, amados lectores,


Que retrograden las bellas,
Ni ver á nuestras doncellas
De zorongo y chiquiadores».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Un retrato», p. 70)

Chiquear. a. Mimar con exceso: popar.

«Él me cura, me contempla y me chiquea con la mayor ternura» (PENSADOR,


Quijotita, cap. 21). «Tenía tía que me atendiera, y hermana bonita que me chiqueara al
pensamiento» (ID., Catrín, cap. 6). «Si no me hubiera chiqueado tanto con su
imprudente amor» (ID., Periquillo, tom. I, c. 14, p. 181).

2. pr. Hacerse de rogar.

«Me chiqueaba mucho para salir á hacer una visita fuera del pueblo, y eso cuando me la
pagaban bien» (PENSADOR, Periquillo, tomo III, cap. 2, p. 27).

3. Solicitar mimos y caricias: El niño viene a CHIQUEARSE conmigo.

Cuba. PICHARDO, p. 123; MACÍAS, p. 437.

Chiqueo. m. Acción y efecto de chiquear o chiquearse.


«Dejándoles [á las mujeres] las insufribles ansias del dolor, y cogiendo ellos los dulces
regazos del chiqueo y de la cama» (GRANADOS, Tardes Amer., p. 109). «No había en
mi casa tesoros; pero sí las monedas necesarias para criarme, como se me crió, con el
mayor chiqueo» (PENSADOR, Catrín, cap. I). «¿Quién ha de creer que el regalo y el
chiqueo son muchas veces los asesinos de los hombres?» (ID., ib., cap. 13). «Por lo
común son remedios eficaces para hacer volver á algunas [epilépticas fingidas] los
consuelos y los chiqueos de las personas que ellas quieren» (ID., Periquillo, tom. I, cap.
13, p. 161). «El lépero [...] pasa los primeros días de su vida, no entre el chiqueo y el
regalo, sino llorando en una mala cuna» (PAYNO, Veracruz, V). «Murió la madre
después de sufrir graves padecimientos: acabaron los chiqueos» (Astucia, tomo I, cap. 1,
p. 8). «Me acostumbraron á los chiqueos, y soy la mujer más inútil» (Id., tom. II, cap. 5,
p. 122).

2. Melindre: delicadeza excesiva para obtener mimos y regalo.

«Llegando á tanto su chiqueo y delicadeza, que...» (GRANADOS, Tardes Amer., p.


196). «Porque todo ha sido un chiqueo de la señorita» (PENSADOR, Quijotita, cap.
22).

Cuba. PICHARDO, p. 123; MACÍAS, p. 437; ARMAS, p. 45.

V. JACALÓN.

Chiqueón, na. adj. Que acostumbra chiquear o chiquearse.

«Y que además tengan la excelente y recomendable circunstancia de no ser chiqueones,


y que estén prontos á cualquier hora que se les llame» (Diario de México, tom. III,
página 191).

Chiquihuite. (Del mex. chiquihuitl). m. Cesto o canasta de mimbres, sin asa.

«Y luego les toman sus mantas y sus chiquihuites en que tienen sus comidas» (Cód.
Mend., tom. I, p. 133). «Le daban de tributo y señorío mantas de algodón, güeipiles,
petates, chiquivites, y el servicio personal» (Descr. de Quatlatauca, MS., 1579). «Se me
vino encima con un chiquihuite que traía cargado» (Diario de México, tom. I, p. 151).
«Se entretenía en sacar sanguijuelas con un chiquihuite en aquellas zanjitas»
(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. II, p. 184).

Guatemala. BATRES, p. 221.

2. Abobado, inútil.

«No se dé á la pena: no sea chiquihuite; por vida de su madre, y váyase á dormir»


(Astucia, tom. II, cap. 3, p. 70). «Las cosas que me suceden no son para vistas: me
declaro de deveras chiquihuite» (Id., tom. II, c. 7, p. 186).

HACER A UNO CHIQUIHUITE, hacerle bobo, despreciarle, no tenerle para nada en


cuenta.
Chiquihuitera. f. Mujer que hace o vende chiquihuites. Hay en México una calle
llamada de las CHIQUIHUITERAS, que desemboca en la plazuela de S. Juan.

Chiquihuitería. f. Tienda o puesto en que se venden chiquihuites. Ya no hay lugares


destinados especialmente a este comercio.

«En la plazuela de S. Juan, en la tienda que llaman la de chiquigüitería darán razón»


(Diario de México, tom. II, p. 212).

Chirigota. f. Burla, broma, chacota. -156- Salvá escribe mal chirigote. Los derivados
chirigotear y chirigotero no están acá en uso.

Cuba. PICHARDO, p. 123; MACÍAS, p. 437. Venezuela. RIVODÓ, p. 67, quien dice
que esta voz consta en el Glosario de palabras de origen oriental por D. Leopoldo de
Eguílaz y Yanguas: así es en efecto, y la deriva del hebreo.

Chiripiento, ta. adj. Chiripero: que logra con frecuencia buenos lances y sucesos
favorables, más por fortuna que por destreza.

«Eres muy chiripienta, y todo nos saldrá á pedir de boca» (Astucia, tom. II, c. 2, p. 50).

† Chirlo. m. Desgarrón en la ropa.

«Con las enagüitas amarillas hechas un chirlo, muy sucia y enmarañada» (Astucia, tom.
I, cap. 16, p. 389).

† Chirrión. m. Látigo tosco, largo y grueso, hecho de correas trenzadas o retorcidas, y


sujeto a un mango de madera corto. Úsanle especialmente los carreteros.

«El Zurriago peleaba con un chirrión; pero ¡qué chirrión! Alcanzaba hasta donde quería
su dueño» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 342).

Bogotá. «Chirrión es carro fuerte que chirría mucho, y no zurriago ó zurriaga»


(CUERVO, § 542). Ecuador. CEVALLOS, p. 54. Guatemala. BATRES, p. 221.

VOLVÉRSELE A UNO EL CHIRRIÓN POR EL PALITO, loc. fam. equivalente a la de


salirle a uno la criada respondona.

Chirrionazo. m. Azote dado con el chirrión.

«Se ha soltado un cochero con un látigo, soltando chirrionazos, sin saber á quién, dónde,
ni cómo» (Diario de México, tom. XVII, p. 563).

Guatemala. BATRES, p. 221.

Chirrionear. a. Dar azotes repetidos con el chirrión.

Chirrisco, ca. adj. Alegre de cascos, amigo de galanteos. Viejo CHIRRISCO, viejo
verde.
«Es un viejo chirrisco, decía D.ª Felipa» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 15). «No
lo dejes que te enamore. Es muy chirrisco [...] y le gustan mucho las muchachas
bonitas» (DELGADO, La Calandria, XI).

Chisgo. m. Agrado, gracia, atractivo, aquel, en las mujeres.

«La señora, que tuvo en sus tiempos muy buenos ojos y cierto chisgo nacional, un tanto
provocativo...» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 5). «No era precisamente una
hermosura, pero tenía un chisgo y un aquel, que al difunto militar lo volvieron loco»
(ID., Chucho, tom. I, cap. 1). «Y luego, que la tal criatura tenga su chisgo y su no sé
qué» (ID., Isolina, tom. I, cap. 7).

2. Le oigo emplear también por estilo, semejanza. Una cosa por ese CHISGO.

† Chisme. EL CHISME AGRADA, PERO EL CHISMOSO ENFADA, ref. equivalente


a la traición aplace, pero no el que la hace (Dicc.). En alguna otra parte he leído la
traición aplace, pero el traidor desplace.

«No, mi alma, porque el chisme agrada, pero el chismoso enfada» (FACUNDO,


Jamonas, tom. I, cap. 10).

† Chispar. a. y pr. vulg. Zafar.

«No hacía más que tirarme de patadas, queriéndose chispar de entre mis piernas»
(Astucia, tom. I, cap. 2, p. 36). «Ese maldito caballo Tortuguillo se espantó, y dió tan
fuerte rastrillazo, que cogiéndome desprevenido por poco me chispa de la silla» (Id., p.
40). «Vas á dilatar mucho para chisparte la espina» (Id., tom. I, cap. 6, p. 104). «Por
amor de Dios, hermanos, chíspenme ese lazo» (Id., tom. I, cap. 7, p. 130). «Casi tengo
por cierto que no se han de chispar la espina así no más» (Id., tom. I, cap. 9, p. 167).
«Se le olvidó á su pariente pedirme el cachorrito que le chispé de la cañonera» (Id., tom.
I, cap. 11, p. 210). «Tiene [el caballo] unos movimientos muy fuertes, y te chispa» (Id.,
tom. I, cap. 15, p. 343). «Algunas estacas se troncharon ó chisparon» (Id., tom. II, c. 1,
p. 6). «Guardó su bayoneta, y me chispó el estribo del pie derecho» (Id., p. 12). «Así
todos fueron chispándose, sin que ninguno quisiera acompañarlo» (Id., tom. II, cap. 13,
p. 380). «Lo que es por nosotros en cualquier rato nos chispamos» (FACUNDO, Gentes,
tom. I, cap. 6). «Ya ni tiempo me dió de la salida tan recia, y que me chispa» (ID., ib.,
tom. IV, cap. 3).

«¿Tú te vas también? ¡Me chispo!


Dices».

(Don Simplicio, julio 29, 1846)

Chistosada. f. Chiste insulso y fuera de sazón.

«La veía yo con intenciones de seguir haciendo sus chistosadas» (Astucia, tom. I, c. 9,
p. 158).
† Chita. f. Tela usada antiguamente, que parece venía de China, y era una especie de
percal.

«Pérdida. Una criatura de edad de cuatro años: es güerita, y tiene las enaguas de chita
colorada, y un paliacate en la cabeza» (Diario de México, tom. V, p. 76).
-157-

Eguílaz y Yanguas, en su Glosario, trae «CHITA. Paño de la India pintado de matiz.


Según Sousa, del persa chit, "indiana", en Bergé».

† Chito. m. Carne de chivo, después de frita para separar el sebo; esto es, chivo frito en
su propio sebo.

«¡Ay! el chito con salsa borracha, que me muero por él, dijo D.ª Rosario» (FACUNDO,
Chucho, tom. II, cap. 13). «Apenas en paz los restos venerados, y quieto el estómago,
viene el chito y los cacahuates de la Villa» (ID., Los Cacahuates, p. 161).

Chivarras. f. pl. V. CHAPARRERAS.

† Chivo. m. Según el Diccionario, CHIVO es sinónimo de cabrito, y éste es el «hijo de


la cabra desde que mama hasta que cumple un año». Llamamos CHIVO a todo macho
de ganado cabrío, cualquiera que sea su edad, en lo que vamos de acuerdo con el
Diccionario de Autoridades, donde se lee que «también se llama así el macho de
cabrío». y con Terreros.

«Dicen que han de arrojarme


Al sur, ó helado norte,
Si prosigo cantando
De los chivos barbones».

(IGLESIAS, «Oda XII»; citado por Cuervo, § 187)

Esos CHIVOS no podían ser cabritos, porque éstos aún no son barbones.

Cuba. «Este nombre es el que únicamente se da á la cabra y cabrón, sea de la edad que
fuesen» (PICHARDO, p. 120; MACÍAS, p. 427).

Chocolate. m. Aún no está bien averiguada la etimología de esta voz. El Diccionario la


deriva de la mexicana chocolatl. Ésta no se halla en Molina: Siméon la toma de
Clavigero (lib. VII, § 64), y también la trae Hernández (lib. VI, cap. 87). Dado que
chocolatl sea palabra mexicana, resta saber de qué elementos se forma. El famoso
viajero Tomás Gage dice que el nombre en cuestión se compone de la palabra mexicana
ate o atle, agua, y de una onomatopeya del ruido que hace el líquido cuando se bate con
el molinillo, y parece que repite choco, choco (Viajes, tom. I, p. 355). Mayans
(Orígenes, n.º 108) dice que es corrupción de cacahuquahuitl; pero éste es el nombre del
árbol del cacao. Monlau, que por lo visto no sabía pizca de mexicano, la saca «de choco,
que en la lengua indígena de los antiguos mexicanos significa cacao [!], y de late, agua
[!]: agua de cacao. Otros dicen que viene de choco, sonido ó ruido, y atle, agua, porque
la pasta del cacao se bate con agua hirviendo» (Dicc. Etim.). Mendoza cree que se
deriva de xocoatl («cierta bebida de maíz». MOL.): de xococ, «cosa agra», y atl, agua:
bebida agria; lo cual, en verdad no conviene mucho a nuestro chocolate; pero téngase
presente que los indios le preparaban de muy diversa manera que nosotros, pues
mezclaban el cacao con otra cantidad igual de semilla de pochotl (ceiba) o de maíz,
batiéndole hasta levantar mucha espuma. Acaso dejaban fermentar o agriar algo el
brebaje, o bien le comunicaban cierta agrura las semillas del pochotl. Nada de esto
satisface.

CHOCOLATE DE OREJA llamamos al de clase ínfima.

«Va á mi casa en pos del rico caracas, aunque lo mama de oreja» (Diario de México,
tom. V, p. 193).

«Y á los amigos y amigas


Da chocolate de oreja».

(Don Simplicio, tom. II, n. 6)

2. vulg. Sangre que un golpe hace salir de la nariz.

«Me pegó un cabezazo tan bien dado en las narices, que me hizo ver estrellas,
sacándome el chocolate» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 168). «A fuerza de moquetes alzó
escobeta, y partió cacaraqueando, limpiándose el chocolate» (Id., tom. II, cap. 1, p. 16).

La tal acepción se halla en el Perú (ARONA, p. 167), y en Chile (RODRÍGUEZ, p.


170); ORTÚZAR, p. 105.

El equivalente español de sacar el CHOCOLATE es hacer la mostaza.

Chochocol. (Del mex. tzotzocolli, cántaro grande de barro. MOL.). m. Botijo grande en
que los aguadores acarrean el agua de las fuentes a las casas.

«Ahualulco se puso un casquete y una pechera de cuero, y tomó su chochocol y su


cántaro: era un aguador» (PAYNO, Fistol, tom. II, c. 12). «Un arriero que las vió [las
bombas] me asegura que son del tamaño de un chochocol de un aguador» (ID., ib., tom.
IV, c. 23). «Lleva el agua en una vasija esférica llamada chochocol» (FACUNDO, El
Aguador, página -158- 74). «Fijad vuestras miradas en nuestros mil quinientos
aguadores [...] lanzados por el chochocol al embrutecimiento y á la ignorancia» (ID., ib.,
p. 80). (ID., Comercio y otras cosas, p. 91).

Chole. f. dim. de Soledad. También Chola, aunque menos usado. De este diminutivo
sale otro, Cholita. En España Sola, Solita.

SOMOANO, p. 28.

Cuba. Chola. PICHARDO, p. 124; MACÍAS, p. 441.


Chona o Chonita. f. dim. de Encarnación, de Asunción y de Consolación: nombres
propios de mujer.

«Vamos á hablar de la Sra. D.ª Encarnación N***, persona conocida con otro nombre
convencional que la costumbre se ha empeñado en que sea el mismo; quiere decir, á esta
señora le llaman todos Chona ó Chonita» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 8).

«A Chonita su tápalo bordado».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 91)

Chongo. m. El cabello retorcido y apretado, a manera de bollo, en la parte posterior de


la cabeza.

«La peineta de tres potencias que llevaba en el chongo» (Astucia, tom. I, cap. 8, página
144).

2. Chanza, broma; tal vez corrupción de chunga.

3. pl. Plato de dulce que se hace de pan frito en mantequilla, y cocido en melado o miel
prieta de panocha, con queso por encima; otros le preparan de diversa manera, con
almíbar. Los CHONGOS son el remate obligado de las tamaladas.

«Vamos á felicitar á D.ª Lola y á obligarle á que nos dé tamales y atole de leche. -No:
mejor chongos, dijo una vecina» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 9). «No
había semana que no se entregaran á los inocentes placeres de una tamalada, de unos
chongos, de una merienda casera ó de un bailecito improvisado» (ID., Chucho, tom. II,
cap. 7).

VAYA VD. A FREÍR CHONGOS, expr. fam. usada para despedir a uno con enfado. «A
esparragar ó á freir espárragos», dice el Diccionario; y hay otra en el 2.º art. de la col. 3.ª
de la p. 185, que no quiero copiar.

Chonguear. a. Requebrar por pasatiempo: embromar, dar zumba.

«Les doy esperanzas; pero no más para chonguear y pasar el rato, y no porque los
quiera» (PENSADOR, Quijotita, cap. 20). «No llevan á un baile más que dos objetos:
divertirse y chonguear» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 14, p. 173). «La chongueaba,
requebraba y mortificaba hasta que hacían las paces» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 9).
«Duele mucho una desconchabada, señor: por eso lo decía irónicamente, para que me
chongueara su merced» (Id., tom. I, cap. 3, p. 60). «Trató primero de chonguearla» (Id.,
tom. I, capítulo 15, p. 333). «Yo nunca corresponderé á un pillo que á todas chonguea»
(Id., p. 357).

Chongueo. m. Acción y efecto de chonguear.

«Este chongueo no es más que sus seducciones ó llanezas» (PENSADOR, Periquillo,


tom. I, cap. 14, p. 173).
Chonguista. m. y f. Que acostumbra chonguear.

«Hasta en lo chonguista y alegre le da cierto aire» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 296).

Chontal. m. Nombre de una antigua tribu india que pobló principalmente en Tabasco,
Guatemala y Nicaragua (OROZCO Y BERRA, Geogr. de las lenguas, p. 127). Los
CHONTALES serían muy rústicos y groseros, pues su nombre vino a ser sinónimo de
esas cualidades. Salvá trae esta acepción coma provincial de la América Meridional, y
hallamos la palabra en Cuervo (p. 536) por inculto, mazorral. El mismo autor, con su
acostumbrada erudición, se apoya en varios textos, a saber: Bernal Díaz, cap. 71;
Oviedo, pte. III, lib. 4, cap. 1; Herrera, déc. III, lib. 4, cap. 7; déc. IV, lib. 8, caps. 3, 10;
Solís, lib. II, cap. 20, y Accedo, Dicc. A éstos añadiremos uno inédito:

«Son tan chontales é ignorantes en estas medicinas, que no procuran curarse con otros
remedios» (Descr. de Hueytlalpan, 1589, MS.).

Guatemala. BATRES, p. 227.

† Chorcha. f. Taifa (2.ª acep.): grupo, pandilla de gente joven, regocijada y maleante.

«Yo cuento con toda la chorcha: van Miguelito, y D. Cruz y Acevedo» (FACUNDO,
Baile y Cochino, cap. 2). «Vamos, eso no tiene mucha gracia: hoy ya lo sabrá la
chorcha» (ID., Ensalada de Pollos, tom. II, capítulo 1). «Allí está la chorcha
haciéndonos señas: allí están Pepe y Alberto» (ID., ib.). «¡Ave María Purísima! si aquí
está toda la chorcha!» (ID., Isolina, tom. II, cap. 4).

Guatemala. «¡Buena chorcha! ¡Qué chorcha! -159- se dice de algunos individuos


ligeros, vivos, taimados y hasta pícaros y delincuentes» (BATRES, p. 226).

† Chorizo. m. Rollo de monedas. V. CARTUCHO.

«Están en el cuarto diez ó doce payos jugando albures; pero ponen los chorizos de
pesos» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 1, p. 12).

Chorizón. m. Chorizo. Va cayendo en desuso.

«Vendía antes de contino


Morcillas y chorizones».

(Diario de México, tom. IV, p. 293)

«Un vaso de aguardiente y un par de chorizones» (PENSADOR, Periquillo, tom. II,


capítulo 9, p. 149). «Mira qué chorizoncitos tan sabrosos» (ID., ib., p. 151). «Entró mi
camarada con cigarros, chorizones y aguardiente» (ID., ib., p. 152). «Mandé á mi criado
que fuera á comprar una botella de aguardiente, queso, bizcochos y chorizones» (ID.,
ib., tom. III, cap. 1, p. 13). «Sus raíces son tuberosas y están formadas del modo que
vemos dispuestos los chorizones» (ALZATE, Gaceta de Literatura, enero 31, 1792).
«Anoche se fueron á cenar fiambre y chorizones al Portal de las Flores, y hoy ya casi
están con Jesucristo. -Con razón se murieron: ¡á su edad comer chorizones y fiambre!»
(PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 14). «Otros tantos figones que prodigan el incitante olor
de los chorizones de Toluca» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3).

V. FIAMBRE. PUESTERA. TEPACHE.

Chorizonería. f. Tienda donde se venden chorizones. Desusado ya.

«Ocúrrase á la chorizonería de la calle de Santa Clara» (Diario de México, tom. V,


página 336).

† Chorreado, da. adj. Sucio, mugriento, lleno de lamparones.

«Quieren ganar en unos malos frisos que apenas les han costado un real y medio, les
han servido mucho tiempo, y los dejan muy sucios y chorreados» (Diario de México,
tomo III, p. 147). «¡Ay! qué chorreadita estás, chula!» (Astucia, tom. I, cap. 16, p. 391).
«Toda ella tan chorreada y enmarañada» (Id., tom. II, cap. 5, p. 120).

Guatemala. BATRES, p. 228.

† Chorreadura. f. La materia que escurre de las velas encendidas, y queda pegada en


ellas, formando como canelones.

«Pronto aprendí á esconder las chorreaduras de las velas, y aun cabos enteros para
venderlos» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, capítulo 8, p. 126).

† Chorrearse LA VELA: escurrir, por el calor de la llama que la derrite, y a


consecuencia del viento o de algún defecto en el pábilo, la materia de que está hecha la
vela, formando al principio canelones adheridos a ella, y cayendo después en gotas
sobre el candelero.

Chorreón. m. Lamparón, mancha grande en la ropa.

«Lo primero que Pérez se vió al despertar fué el chorreón de chile en el chaleco blanco»
(FACUNDO, Chucho, tom. II, cap. 2).

† Chucho, Chucha. dim. de Jesús, María de Jesús. Nunca decimos Jesusa; pero sí
Jesusita.

SOMOANO, pp. 28, 88.

Chueco, ca. adj. Torcido. Muy usado.

«Tu boca chueca y tu nariz de á vara».

(Don Simplicio, dic. 9, 1846)


«Aunque ya sé formar algunas letras, son tan grandotas y chuecas, que...» (Astucia,
tomo I, cap. 1, p. 20). «Oculta en la manga de la chamarra la mano izquierda, porque
tiene todos los dedos chuecos y engarabatados» (Id., tom. I, cap. 12, p. 225). «¡Qué
lástima que mis zapatones tengan los tacones chuecos!» (Id., tom. I, cap. 15, p. 364).
«El caballo con el pescuezo chueco» (Id., tom. I, cap. 15, página 112). «Muy chuecos
los tacones» (Id., tom. II, cap. 5, p. 112). «Era yo tan conocido por mis botas chuecas,
arriscadas para arriba, que no me maravillaba de su confianza» (Id., p. 115).

Hallamos CHUECO por patituerto en Bogotá (CUERVO, § 762), en el Ecuador


(CEVALLOS, p. 54), en Chile con esa acepción y la de torcido en general
(RODRÍGUEZ, p. 175). Este autor dice que «seguramente de jugarse á la chueca con un
palo que termina á manera de garfio por una de sus puntas, vino el llamar chueco á lo
que en castellano es torcido». En el Río de la Plata (GRANADA, p. 200) con la
acepción general y la particular de aplicarlo al calzado que tiene los tacones chuecos de
tanto usarlo. Ortúzar le considera prov. de América.

Chuela. f. Ignoro lo que esta voz significa. Sólo se usa familiarmente en la frase: Ver
CHUELA á uno, que equivale a calificarle de bobo, y menospreciarle.

† Chulear. a. «Zumbar ó burlar á uno con gracia y chiste» (Dicc.). Aquí se toma más
bien por requebrar.

«Quiero decir, la chuleaban y se entretenían con ella, dando á entender que la adoraban»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 20). «Acompañaba á una de las coquetillas más
desenvueltas -160- que yo había chuleado antes de entrar al convento» (ID.,
Periquillo, tom. I, capítulo 12, p. 152).

Los dos ejemplos que siguen corresponden a la acepción española.

«Así me estuvieron chuleando estas madamas toda la noche hasta que fué hora de
cenar» (ID., ib., tom. I, cap. 7, p. 78). «Así me chuleaban todos á su gusto» (ID., ib.,
tomo II, cap. 3, p. 42).

† Chulo, la. adj. Esta palabra, que es del estilo familiar, no tiene aquí la fea acepción
que en España; significa simplemente bonito, lindo, mono, agraciado; y usada como
vocativo se prodiga al extremo, especialmente entre mujeres. El CHULA, que ofendería
a una señora española, se toma aquí como expresión de cariño.

«¡Cuántas cosas buenas encierra su chulo trato en las concurrencias!» (Diario de


México, tom. III, p. 231). «¡Qué chula anduviera yo tan larga, y saltando y brincando
sobre los canapés y sillas!» (PENSADOR, Quijotita, capítulo 2). «Señorita, vea Vd. qué
chulo tápalo vende D.ª Fulana, y tan barato» (ID., ib., cap. 34).

«Púsose ojo, hocico,


Manos, orejas, todo,
Chulo el animalito».

(ID., Gato, p. 261)


«Cada día está más chula el diantre de la muchacha» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 12, p.
151). «Sí, hermano; ¡pero si vieras qué tres tan chulo!» (ID., ib., tom. II, cap. 4, página
68). «Son unas culebras que se enrollan en el brazo, y la culebrita tiene sus ojitos de
brillantes. Si están chulísimas» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 500, y 562).

«Pues para mi santiguada,


Tengo chula posición».

(ROD. GALVÁN, El Privado del Virrey, act. III, esc. 1)

«No hagas berrinches, chula» (Astucia, tom. I, c. 1, p. 9). «Pues ahora verá Vd. mi
caballo, qué chulo, señor» (Id., tom. I, cap. 2, p. 23). «Se ha puesto chulísima, hombre,
chulísima» (Id., tom. I, cap. 5, p. 9). «Es una muchacha de todo mérito, que está
chulísima» (Id., p. 97). «Saca de ahí un peso, chula» (Id., tom. I, cap. 7, p. 129). «Sí,
chula: tu tío y muy tu tío» (Id., tom. I, c. 11, página 220). «Yo nada, dijo Camila; tú sí,
¿no, chula?» (Id., tom. I, cap. 15, p. 355). «¡Ay qué chula canastita!» (Id., p. 360). «No
eres, chula» (Id., tom. I, cap. 16, p. 389). «¡Ay! qué chorreadita estás, chula!» (Id., p.
391). «¿Qué no consigue una chula que suplica, cuando es muchacha?» (Id., tom. II,
cap. 1, p. 35). «¿Qué haces, chula?» (Id., p. 37). «Conque ya no tengo nada que decirte,
chula» (Id., tom. II, cap. 2, p. 52). «¡Qué chula estás, Angaripola! dijo Nacha». (Id.,
tom. II, cap. 4, p. 104). «¡Qué chula es mi mujer!» (Id., tom. II, cap. 5, p. 123). «¿Qué le
aflige, chula?» (Id., tom. II, capítulo 6, p. 150). «Ven, chulo, con razón me
simpatizabas» (Id., tom. II, cap. 12, p. 368). «No se incomode, chula, dijo el muchacho,
acercándose á la cocinera. Yo soy un pobre muchacho que hago mi diligencia»
(PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 12). «Son tan chulas las muchachitas, que preferiría yo
que me ahorcaran cien veces, á tocarles un pelo de la cabeza» (ID., ib., tom. II, c. 13).
«Ven, ven, sube pronto, para que te dé un abrazo, chulita» (ID., ib., tom. II, cap. 14).
«Buenas noches, chula, le dijeron á ésta besuqueándola» (FACUNDO, Mariditos, cap.
7). «Me alegraré, dijo otra, porque se pone chulísimo» (ID., Chucho, tomo I, cap. 4).
«Conque, chula, se me olvidaba: tengo un encarguito para Vd.» (MICRÓS, Ocios y
Apuntes, p. 82). «¿Qué quieres, chula?» (ID., ib., p. 182). «Chula [...] si las Pérez les
dan copitas, guárdate un pastelito» (ID., ib., p. 185). «Las nueve, chula» (ID., ib., p.
186). «No te apures, chula, no es para tanto» (ID., ib., p. 188). «Mira ese caballito. ¿Ves
qué chulo?» (ID., ib., página 201). «Los soldaditos, ¿ves qué chulos?» (ID., ib., p. 202).

«Allí la palabra chula


Es flor para la mujer;
Así, por ejemplo, dicen:
¡Qué chulísima es usted!».

«De todo lo que es bonito, se dice allí que es chulo ó chulísimo» (SOMOANO, pp. 67,
92).

Guatemala. BATRES, p. 232.

Chupada. f. Acción y efecto de chupar, y particularmente de aspirar una vez el humo del
cigarro o puro.
«Dándole una fuerte chupada al puro, medio alumbró el pálido rostro de la víctima»
(Astucia, tom. II, cap. 6, p. 150).

† Chupar, por fumar, fue muy usado antiguamente; hoy casi ha desaparecido. El
Diccionario en el art. CIGARRO, dice que «se chupa ó fuma».

«Chupa puro muy grueso,


Habla un idioma extraño».

(Diario de México, tom. II, p. 1)

«Los que de sus botas


Se cubren las piernas,
Los que chupan puros
Y andan como hembras».

(Id., tom. II, p. 1)

«La causa de la mohina había sido haber encontrado á Pomposita chupando un cigarro»
-161- (PENSADOR, Quijotita, cap. 5, et passim). «Comí, chupé, tomé chocolate» (ID.,
Periquillo, tom. II, c. 9, p. 157). «Comí, bebí, cené y chupé todo el día sin que me
costara nada» (ID., ib., tom. III, cap. 5, p. 82). «Muerto de hambre, y sin tener un
cigarro que chupar para entretenerla» (Astucia, tomo II, cap. 1, p. 15). «Chupa un puro,
y esperemos aquí agazapados» (Id., tom. II, capítulo 5, p. 138).

Cuba. PICHARDO, p. 125; MACÍAS, p. 445.

V. AMANEZQUERO.

CHUPAR DE ONCE FINOS, o simplemente CHUPAR, loc. fam., sufrir un duro


castigo, derrota, etc.

En el Perú hallamos igual acepción: «De todo el que lleva una tunda ó zurra de azotes, ó
una paliza, ó sale derrotado en una refriega, se dice que chupó» (ARONA, p. 173).

Chuparrosa. m. Chupamirto.

«Volátiles aves que se llaman chuparrosas» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia,


capítulo LXXI, n. 6).

† Chupón. m. Muñequilla de trapo que, empapada en agua de azúcar, se da a los niños


pequeñitos para que se entretengan en chuparla, y no pidan el pecho con frecuencia.

Guatemala. BATRES, p. 235.


2. Chupetón: acción de chupar con fuerza.

Churripampli. m. No atino con el significado original de esta voz. Como sustantivo era
el nombre de un baile con canto que se usó antiguamente.

«El agraciado sonecito del churripampli, por los señores María Guadalupe Gallardo,
Cecilia Ortiz, José María Morales y Juan Murani» (Diario de México, 1806, tom. II,
página 462). «Baile : el Churripample» (Id., tom. III, p. 420).

Le hallo usado también como nombre propio.

«Churripampli se casa
Con la torera,
Y po eso le dicen Churripamplera.
Y ejto ej tan verdá
Como ver á un borrico volá
Por loj elemento;
Churripampli de mij pensamientos
¿Dónde te hayaré?
Y en la ejquina tomando café,
Y en la ejquina tomando café».

(ESTEVA, El Jarocho)

Y también como adjetivo.

«Alborotado el cabello, corta la casaca, caída la ala del sombrero, pantalón de farol y
zapato churripampli» (Diario de México, tomo III, p. 230).

* Chuza. f. Lance en el juego del boliche y en el del billar, que consiste en derribar
todos los palos de una vez con sólo una bola.

2. HACER CHUZA. fig. Acabar con algo: destruirlo por completo.

«Si no se largan de aquí, no digo carambola, sino chuza hago con todos Vds.» (Astucia,
tom. II, cap. 1, p. 34).

ArribaAbajo
D

Dagazo. m. Golpe dado con daga, y herida que de él resulta.

«Nada les supone darle á Vd. un dagazo como por vía de diversión» (Astucia, tom. II,
cap. 11, p. 340).
† Damajuana. f. El Diccionario le da por equivalente «CASTAÑA, 2.ª acep.», que es
«Vasija ó vaso grande de vidrio ó de barro que tiene la figura de castaña». Castaña y
DAMAJUANA no son aquí sinónimos. La primera es un barrilito, y la segunda una
especie de botella de vidrio, muy grande, de cuerpo abultado y cuello estrecho, cubierta
con un tejido de mimbres. Se importan, por lo común vacías, y se usan mucho para
trasportar aguardiente o licores. Es de advertir que el nombre DAMAJUANA pocas
veces se oye aquí, y se le llama generalmente botellón o más bien garrafón.

Damasana y damesana dicen en Bogotá (CUERVO, § 687); en el Ecuador


(CEVALLOS, p. 55); en Venezuela (RIVODÓ, pp. 140, 241; MEDRANO, p. 33), y en
Cuba (PICHARDO, p. 133; MACÍAS, p. 451). Armas (p. 40) dice que es voz marítima;
pero no está en el Diccionario especial.
-162-

Dar. a. y pr. DAR DADO, dar sin recibir recompensa.

«Le dice: Adiós, D. Rufino,


Que le cueste su trabajo:
Que yo me meto en comercios,
Mas no me gusta dar dado».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 137)

«Petra leyó el papelito


Y dijo: ¡qué bien parlado,
Y qué estilo tan bonito!
Pero siempre es muy maldito
Y siempre yo no doy dado».

(ID., ib., «Carta leperócrata», p. 164)

2. Emprender una riña o un combate temerariamente, sin probabilidad alguna de


triunfar.

DARSE POR BIEN SERVIDO, es recibir un beneficio o regalo, sin creerse obligado a
corresponderle de alguna manera. En forma negativa es frase usada para ofrecer un
cohecho: NO ME DARÉ POR BIEN SERVIDO, quiere decir estoy dispuesto a dar una
cantidad para Vd., si me concede u obtiene lo que solicito.

«Digno es el que trabaja, de que se le pague su jornal de algún modo, y nadie debe darse
por bien servido, pues todos comen de lo que trabajan» (PENSADOR, Noches, III,
página 39). «Parece muy natural no darse por bien servido, sino corresponder á la
manifestación ú obsequio amistoso con tomarse la molestia de hacerse presente á los
pocos días» (FACUNDO, Visita de digestión, p. 249).
NO ES DADO, se dice para denotar que alguno es valiente.

DARSE, hablando de frutos, quiere decir que se producen. Allí SE DAN todos los
frutos de las tierras calientes.

De deveras. m. adv. «En castellano se dice de veras [...] y no DE DEVERAS»


(CUERVO, § 382). Aprovéchense de la corrección los que aquí dicen DE DEVERAS.

«Ahora sí me voy de deveras» (Diario de México, tom. V, p. 192 bis).

V. CHIQUIHUITE.

Deacuatro. m. V. DEADÓS.

Deadós. m. ant. Peseta, moneda equivalente antes á dos reales, y hoy a veinticinco
centavos de peso fuerte, que es lo mismo. Corren todavía, pero se ha suspendido su
acuñación. DEADÓS por peseta ya no se usa; pero sí deacuatro, por tostón, pieza de
cuatro reales o cincuenta centavos. También ha cesado la acuñación de ellas.

«El día 13 se publicó y fijó bando de orden de S. E. [...] por el cual hace saber como S.
M. (Q. D. G.) en atención á la instancia que el comercio de Cádiz le ha hecho sobre que
se sirva prohibir la fábrica de moneda menuda de deadoses, reales y medios en las casas
de Moneda del Perú y México...» (Gaceta de México, julio 1730). «El día 2, de orden de
S. E., se publicó y fijó bando [...] por el cual se prohibe el que se comercie con medios,
reales y deadoses peruleros, llamados vulgarmente macuquinos» (Id., set. 1730).

† Decepción. f. «Engaño» (Dicc.). Es voz que se ha extendido mucho; pero casi con
significación opuesta, es decir, con la de desengaño. Oigamos cómo determina Rivodó
el sentido que se le da ahora:

«El Diccionario trae á decepción con un valor igual á engaño; mas el uso tiende á
establecer diferencia entre estas voces, haciendo á decepción más bien sinónimo de
desengaño, con la diferencia de que decepción sea el desengaño cuando se esperaba lo
contrario, ó por lo menos una cosa muy distinta; ó bien que el engaño proviene de quien
menos se esperaba. Tanto en la decepción como en el desengaño es evidente que se ha
descubierto que uno estaba engañado; mas en el último no se quiere significar que no se
esperaba lo contrario, y sí en el primero» (p. 289).

En realidad, DECEPCIÓN abarca ambos términos, pues supone engaño y desengaño


conjuntamente. El engaño puede ignorarle siempre quien le ha sufrido, y no trae
necesariamente consigo el desengaño; mientras que por DECEPCIÓN se entiende
haberle sufrido y conocerle después. El desengaño suele producir la satisfacción de
haber salido del error á que indujo el engaño; sufrir una DECEPCIÓN es siempre muy
doloroso. Por último, el engaño puede caber en asunto de poca monta; pero la
DECEPCIÓN se refiere invariablemente a materia grave, y deja profunda huella en el
ánimo. El pícaro chalán me engañó vendiéndome un caballo inútil. La infidelidad de mi
prometida fue para mí una horrible DECEPCIÓN.
Decepcionarse. pr. neol. Sufrir una decepción; y también llegar a no creer ni esperar
nada bueno de la humanidad -163- por haber sufrido repetidos desengaños. Estoy ya
DECEPCIONADO.

«Tanto se decepciona y desconsuela


El mártir del destino furibundo
Que al perderse la fe, su alma se hiela».

(PLAZA, «Adversidad»)

† Décimo. m. Moneda de plata que vale diez centavos, o sea la décima parte de un peso
fuerte.

† Dedicación. f. Atención vehemente, asiduidad en el trabajo. El discípulo merece


elogio por su DEDICACIÓN continua al estudio. Se ha sacado de la última acepción de
dedicar. «Dedicarse á alguna cosa. Es aplicarse á ella con el mayor cuidado y estudio»
(Dicc. de Aut.).

† Dedo. m. DEDO CHIQUITO. fam. La persona más querida, aquella en quien se tiene
mayor confianza, y a quien se fían todas las comisiones delicadas.

«Fué desde la insurrección el dedo chiquito del general Guerrero» (Astucia, tom. II,
capítulo 8, p. 274).

COGER A UNO CON LOS DEDOS TRAS DE LA PUERTA: ponerle en tal situación
que quede sin defensa, y no pueda negar lo que se le exija.

«Yo no cojo á los hombres con los dedos tras de la puerta» (Astucia, tom. II, c. 5, p.
137).

NO QUITAR EL DEDO DEL RENGLÓN, insistir continuamente en una pretensión o


negocio.

«Vd. no quita el dedo del renglón, le contestó» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 73).

Defeccionar. n. Cometer defección.

«Todo el mundo había defeccionado ó huía» (ALTAMIRANO, Clemencia, epíl.).

Ecuador. CEVALLOS, p. 55.

† Dejar LA MISA, o solamente DEJAR, da a entender que han cesado de llamar a misa;
que se ha dado o se está dando el último toque.

«Luego que de la torre nos vieron, hicieron señas de dejar. Con esto nos apresuramos»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 15). «No iré á la iglesia hasta que dejen la misa»
(DELGADO, La Calandria, XXXIII).
Como neutro, y siempre en frase negativa, se usa de este verbo para afirmar
indirectamente lo que expresa el nombre, verbo, etc. que le precede o sigue: como, NO
DEJÓ de alarmarme la noticia, esto es, me alarmó algo. NO DEJA de ser impertinente
este sujeto. NO DEJA de ser molesto el encargo. NO DEJA de ser tarde.

«Aunque para mis oídos no eran nuevas [tales palabras] no dejaban de escandalizarme»
(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 7, p. 110). «¿Será muy feo? -Sí, señor, no deja»
(Astucia, tom. II, cap. 11, p. 351).

Este uso del verbo es castizo, y hay ejemplo de él en el Quijote: «Y no dejó de parecerle
mal la facilidad con que la había hecho pedazos» (Pte. I, cap. 1). Comentando
Clemencín este pasaje dice: «Todo lo contrario: no dejó de parecerle bien. Para
conservar la palabra mal, era menester decir: y no le pareció mal la facilidad, etc. Por lo
demás, la idea es graciosa y oportuna». No sé en qué pensaba Clemencín al escribir
estas líneas.

V. CABRESTO; y en BERRENDO la última cita.

NO DEJARSE es no sufrir ancas, no dejarse ensillar, no someterse, no recibir ofensa sin


devolverla.

«Tú que te vanaglorías de no dejarte de ninguno, y que hasta con tu tía te pones de tú
por tú cuando se ofrece ¿te has abatido tanto á una sirvienta de porra?» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 23). «Pero ya lo ves, no me dejo: ya te conozco» (DELGADO, La
Calandria, XXXIX).

Delantar. m. Delantal o devantal. Tráele Salvá. ¿Han oído alguna vez mis lectores
llamar excusalí a un delantal pequeño? Pues en el Diccionario está.

Bogotá. CUERVO, § 685. Ecuador. CEVALLOS, p. 55. Guatemala. BATRES, p. 241.


Ortúzar le cree anticuado.

Delubro. (Del lat. delubrum). m. ant. Templo de ídolos. No está en el Diccionario; pero
sí en el de Autoridades, en el de Terreros y en el de Salvá. Hállase también en nuestros
historiadores antiguos.

«Venía el sacerdote mayor de aquel delubro ó templo, y con una uña de águila y un
hueso de tigre [...] le horadaba las narices por cima de las ventanas» (TORQUEMADA,
Mon. Ind., lib. XI, cap. 29). «Sucedió que los ministros infernales que servían en los
delubros y templos del demonio no cesaban de administrar y servir á los ídolos» (ID.,
ib., libro XV, cap. 24).
-164-

† Demasiadamente. adv. de cant. Equivale a demasiado, según el Diccionario, y se


abusa igualmente de él, empleándole en vez de mucho, muy.

«Mi padre [...] se incomodaba con estas boberías: era demasiadamente opuesto á ellas»
(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 1, p. 12).
† Demasiado. adv. de cant. Es intolerable el disparatado abuso que se hace de este
adverbio tomándole, convenga o no, por muy, mucho, bastante, y no por excesivamente,
más de lo debido, en demasía, que es su significación. Los ejemplos siguientes (y podría
añadir muchos más) prueban, así lo generalizado del abuso, como los desatinos y aun
frases de doble sentido que de él resultan.

«Decía que las maestras [...] deben ser demasiado vigilantes y prevenidas»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 3). «Si á mí me hubiera sucedido, me habría corrido
demasiado» (ID., ib.). «Su conversación siempre me era demasiado agradable, por la
instrucción que en ella recibía» (ID., ib., cap. 14). «Los caballeros que nos
acompañaban se deshacían en elogios de Pudenciana, cuyo garbo les era demasiado
agradable» (ID., ib., cap. 15). «Esa alabanza en otra boca me parecería irónica... mas en
la tuya la estimo demasiado» (ID., ib., c. 26). «Pero no es menos cierto que sus frutos
[del estudio] son demasiado dulces, é indefectiblemente se perciben» (ID., Catrín, cap.
2).

«Guárdate de él, hijo mío,


Con demasiada cautela».

(ID., Fáb. XXXIX)

«No creáis que la lectura de mi vida os será demasiado fastidiosa» (ID., Periquillo, tom.
I, cap. 1, p. 2). «La inocente de mi madre estaba demasiado placentera» (ID., ib., tom. I,
cap. 5, p. 55). «Era demasiado bonita é interesante su figura» (ID., ib., tom. I, capítulo
6, p. 61). «El trato con las señoras ilustra demasiado» (ID., ib., tom. I, cap. 10, p. 116).
«Entra con valor á la carrera de los cócoras, que en verdad es demasiado socorrida»
(ID., ib., tom. II, cap. 2, p. 27). «Aunque para mis oídos no eran nuevas [tales palabras],
no dejaban de escandalizarme demasiado» (ID., ib., tom. II, cap. 7, p. 110). «Esta
escasez de justos hace demasiado apreciables á los que lo son» (ID., ib., tom. II, c. 8, p.
127). «Un trompón de estos bien dado [...] es demasiado provechoso para la salud» (ID.,
ib., p. 142). (ID., ib., tom. II, cap. 9, p. 153; c. 11, pp. 183, 192, 194; tom. III, c. 3, p. 51;
cap. 6, pp. 100, 112; tom. IV, cap. 1, p. 6; cap. 6, p. 73; cap. 7, p. 94; c. 11, p. 148).
«Unas veces hace presente á su pretenso que su honor ha padecido demasiado, porque
sus amigas, vecinas y conocidas han creído que hay algún compromiso ilegítimo entre
los dos» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 94). «Sólo se encuentran hoy los vestigios de
una retrogradación demasiado rápida, que probablemente la conducirá á su ruina» (ID.,
ib., p. 214). «Cooperó demasiado para darle á conocer su situación» (Astucia, tom. I,
cap. 1, p. 11). «Después de haberme visto ella con demasiado interés» (Id., tom. I, cap.
8, p. 145). «Pepe, con demasiado empeño, emprendió el viaje hasta la casa de Astucia»
(Id., tom. I, cap. 15, p. 362). «He dicho que yo amaba á Celeste; pero su inocencia y su
virtud me hacían respetarla demasiado» (PAYNO, Fistol, tom. II, c. 2). «La calle de
Vergara, las noches en que no hay comedia está demasiado sola» (ID., ib., tom. III, cap.
3). «Este río era para mí demasiado interesante» (ID., Veracruz, cap. 2). «El hacendado
se alegró demasiado cuando supo... -Además, ahora volvía con el grado de brigadier,
grado demasiado honorífico en aquella época» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, cap.
3, p. 38). «Les trataban [a los indios] de un modo demasiado cruel y tiránico» (ID., ib.,
cap. 8, p. 126).
Tanto se ha extendido el disparate, que ha llegado a Guatemala. Batres dice con mucha
razón: «Demasiado quiere decir que una cosa tiene demasía ó exceso. He aquí por qué
no se puede tomar, como lo hacen muchos, por sinónimo de muy, mucho, bastante,
cuando dicen, por ejemplo: Dios es demasiado bueno; Pedro es demasiado honrado;
Julia es demasiado virtuosa, porque ni en la infinita bondad de Dios, ni en la honradez,
ni en la virtud cabe demasía» (pág. 248).

Demasiarse. pr. Excederse.

«Enviábale gente que en su nombre confesase su culpa, y le rogase se la perdonase,


poniéndole delante la ocasión y causas motivas que había tenido para haberse
demasiado» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XII, cap. 10).

Democratizar. a. Difundir el espíritu democrático: hacer que prevalezca en las ideas, en


las costumbres, en las instituciones. Rivodó (p. 22) cuenta este verbo entre los muchos
que, a su juicio, se usan generalmente y faltan en el Diccionario. Batres (p. 255) asegura
que muchos le usan, aun en periódicos que defienden la pureza de la lengua. Ortúzar le
trae.

Dentrífico, ca. adj. Así suele pronunciarse y escribirse aquí este adjetivo (cuya forma
correcta es dentífrico), y lo mismo acontece en Bogotá, pues Cuervo (§ 692) dice: «Es
comunísimo que se cambie el lugar de la r en dentífrico -165- (de fricare, fregar)
poniéndola con la t, dentrífico, disparate abominable». Sospecho que en España anda
también el dentrífico, porque Salvá le trae (y no el otro) sin nota alguna. Veo por otra
parte, que si bien la 11.ª edición del Diccionario escribe Dentífrico, la colocación del
artículo fuera del orden alfabético, entre Dentrambos y Dentro, propio lugar de
Dentrífico, parece indicar que así quiso escribirse. Verdad es que la palabra viene de
dens y fricare; pero puede suceder que el disparate no sea más que una metátesis
introducida por el uso para suavizar la pronunciación, echando a rodar la etimología.

En Guatemala dicen también dentrífico. (BATRES, p. 255). Ortúzar le condena.

† Dependencia. f. Crédito, en su 2.ª acep. Mas es de advertir que, en el comercio,


crédito no significa solamente «Deuda que uno tiene á su favor», como dice el
Diccionario. Ése es un crédito activo, y le hay también pasivo, que es lo contrario:
cantidad que uno debe. Las DEPENDENCIAS pueden ser también activas y pasivas.
Esta voz, muy usada hace años, va cediendo el lugar a crédito.

«Asimismo se encarga, que el sujeto que sepa del paradero de un cuaderno de


dependencias activas perteneciente á dicho intestado...» (Diario de México, tom. III, p.
251). «Después de deducidos 6852 pesos 3½ reales de dependiencias [sic] pasivas» (Id.,
tomo VI, p. 104).

2. Conjunto de los dependientes que sirven en una casa de comercio, fábrica u otra
negociación. Es acepción más bien española que mexicana.

† Deponer. a. El Diccionario le da por equivalente, en la 5.ª acep., «Evacuar el vientre».


Aquí se toma exclusivamente por vomitar, y suele decirse también DEPONER el
vientre, en igual sentido.
Lo mismo en Guatemala (BATRES, p. 243).

† Depositar. a. Reservar el Santísimo Sacramento.

«A la tarde concurrió de nuevo su rector y claustro [de la Universidad] para depositar al


Santísimo Sacramento» (CASTRO SANTA-ANNA, Diario, 1757, tom. III, p. 84).
«Depositó el Illmo. Sr. D. Manuel Riojo y Vieira, electo arzobispo de la Santa Iglesia de
Manila» (ID., p. 214). «Consagró los Santos Óleos é hizo personalmente los demás
oficios, hasta depositar al Santísimo Sacramento» (Gaceta de México, abril 1722).
«Marchaban para la iglesia donde estaba el circular, y no volvían hasta que
depositaban» (PENSADOR, Quijotita, capítulo 29).

† Depósito. m. Reserva, por la acción de reservar el Santísimo Sacramento.

«El chocolate no le impedía concurrir al depósito, al sermón, á los desagravios ó á la


novena solemne en alguna iglesia» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 10).

2. También se significa con esta palabra, que el Sacramento permanece constantemente


en una iglesia guardado en el sagrario, como en las parroquias; a diferencia de otras
capillas o iglesias en que solamente se dicen misas, sin reservar la ofrenda que en ellas
se consagra. Es voz muy usada.

«De donde resulta probado que había iglesia parroquial antes de la venida de los
franciscanos; que necesariamente había en ella depósito..., etc.» (ALAMÁN,
Disertaciones, tomo II, p. 133).

Depreciado, da. (Del francés déprécié). adj. Que tiene un valor, un precio, inferior al
que debiera tener o ha tenido antes. La plata está hoy DEPRECIADA. El Diccionario
trae el sustantivo Depreciación.

Deque. Sin atender a que daca es un compuesto de da y acá, piensan muchos, al parecer,
que es imperativo de no sé qué verbo, y cuando hablan con persona a quien no tutean, se
creen obligados a decir DE QUE o DEQUE VD. Van más adelante, porque, si las
personas son varias, dicen DEQUEN. No perdería yo el tiempo en señalar tal desatino,
si no fuera porque corre mucho, aquí y en otras partes. Cuervo (§ 260) anatematiza el
DEQUE; pero nos descubre que no es invención nuestra, sino que se halla en Lope de
Vega.

«Deque presto, ó mataréla». 15

(Los Locos de Valencia, act. I, esc. 3)

† Derramamiento. m. ant. Acción y efecto de derramarse, o distraerse del cumplimiento


de sus obligaciones.
-166-

«No tengamos particular amistad de pláticas ni tratos con algunos de ellos [los
españoles], porque nos acarrean mucho derramamiento y perjuicio» (Cód. Mend., tom.
I, página 95). «Apartarlos de la distracción y de derramamiento de costumbres en que
viven los libres y desahogados» (GRANADOS Y GÁLVEZ, Tardes Americanas, p.
122).

† Derramadero. m. ant. El Diccionario le da por único equivalente VERTEDERO, «sitio


ó lugar adonde ó por donde se vierte». Pero se halla además con acepción semejante a
una de las de DERRAMARSE, que es «Esparcirse, desmandarse por varias partes con
confusión y desorden», de donde DERRAMADERO es lugar en que las personas se
distraen con olvido de sus obligaciones y relajación de la disciplina a que deben estar
sujetas.

«Y en ninguna manera los envíen [a los frailes] recién venidos á los derramaderos, ni
suplan con ellos las casas que andan cojas» (Cód. Mend., tom. I, p. 72). «La cual razón
no corre en las [casas] de tierras calientes y derramaderos» (Id., p. 78).

† Derrumbar. a. Según el Diccionario, es precipitar, despeñar. Entendemos aquí por


DERRUMBAR, echar abajo un edificio; y usado como pronominal, venirse la fábrica al
suelo. Ayer comenzaron a DERRUMBAR los arcos. Perecieron tres hombres en la casa
vieja que SE DERRUMBÓ. Anoche SE DERRUMBÓ un techo.

Derrumbe. m. Derrumbamiento: acción y efecto de derrumbar o derrumbarse, en el


sentido que damos a este verbo. La voz no está en el Diccionario. Tráela Salvá como
término de mineros.

Hállase en el Perú (ARONA, p. 181) y en Chile (Rodríguez, p. 183); pero como


equivalente a derrubio.

Desacomedido, da. adj. Lo contrario de acomedido.

Bogotá. CUERVO, § 677, p. 467. Perú. ARONA, p. 8.

V. ACOMEDIRSE.

Desacuñar. a. Aflojar o quitar cuñas.

Guatemala. Batres (p. 251) dice que el verbo es bien formado, pero no castizo.
Convenimos en lo primero y no en lo segundo, aunque falta la voz en el Diccionario.

Desagravios. m. pl. Ejercicios piadosos que se practican en binchas iglesias durante el


mes de septiembre, con el fin de reparar, por medio de ellos, los agravios que hacen a
Dios los pecadores.

V. DEPÓSITO.

† Desaguar. n. El Diccionario dice:«r. fig. Exonerarse por vómito ó cámara, ó por ambas
vías». Acá se toma solamente por orinar. Es de poco uso, y no entre gente culta.

«Fingiendo que salía á desaguar, tomé el camino del bodegón» (PENSADOR,


Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 77). «Mas habiendo salido á desaguar...» (ID., ib., tom. IV,
capítulo 8, p. 113).
Con motivo del equívoco a que da lugar este verbo, ha sido materia de burla el uso que
hizo de él, en sentido recto, uno de nuestros principales poetas. Refiere en un soneto la
conocida historia del niño que a vista de S. Agustín se empeñaba en agotar el agua del
mar sacándola con una conchita, y acaba con este verso:

«Y siguió desaguando el inocente».

† Desaire. m. CORRER UN DESAIRE, fr. muy usada por hacer un desaire; desairar.

«Temía que al pedirle que saliera con él á bailar le corriera un desaire» (Astucia, tomo I,
cap. 15, p. 321).

Desapartar. a. El vulgo usa este verbo como sinónimo de apartar, cuando en realidad,
por la añadidura de la preposición inseparable des, viene a significar lo contrario. Pero
este disparate es antiguo y no de nuestra cosecha, sino que nos vino del vulgo de
España. En el Diccionario de Autoridades leemos: «DESAPARTAR. v. a. Lo mismo que
apartar. Es voz bárbara, y usada entre la gente rústica». Y en Terreros: «Voz rústica. V.
Apartar».

«Hacía yo cuanto estaba de mi parte por desapartarlos» (PENSADOR, Periquillo, tomo


II, cap. 10, p. 180) .

V. DESBORRAR.

† Desarrollarse. pr. Como pronominal no tiene en el Diccionario otra acepción que la de


«Adquirir gradualmente -167- los animales y vegetales incremento y vigor»; pero en
realidad significa tomar creces lo que lleva en sí mismo el germen de su incremento, ya
pertenezca al orden físico, ya al intelectual o al moral.

«De España cundían á toda Europa estos inapreciables dones de la civilización que se
desarrolla en la Península» (A. DE LOS RÍOS, Hist. Crít. de la Lit. Esp., intr., p.
LXXXI).

Desarticular. a. Descoyuntar. Úsase también como pronominal. Ortúzar dice que Salvá
lo admite, mas yo no le hallo.

2. Amputar un miembro, cortándolo por la articulación.

† Desatacar. a. Soltar o desenganchar el atacador a los animales de tiro, para que puedan
bajar la cabeza y descansar.

Desaterrar. a. Quitar la tierra que cubre el pie de las plantas, u obstruye un conducto
abierto, como los surcos o desagües de un campo.

† Desatierre. m. Acción y efecto de desaterrar.

Desatorar. a. Zafar, poner en corriente lo que estaba atorado.


Desatornillador. m. Destornillador. Habiendo incluido la Academia (en el Suplemento) a
Desatornillar por Destornillar [o Desentornillar], parece no haber inconveniente para
que entre también nuestro DESATORNILLADOR.

Ortúzar, p. 116.

Desbarrancadero. m. Precipicio, despeñadero.

Desbarrancar. a. Arrojar a un barranco.

2. pr. Caer en él. Muy usado.

«He visto muchos que han muerto desbarrancados» (Diario de México, tom. I, p. 348).
«La noche estaba muy oscura, y era muy probable que alguna mula se desbarrancara»
(Astucia, tom. II, cap. 1, p. 3). «Cada cual fué procurando salvar el pellejo
desperdigándose, dejándose desbarrancar, ó como podían» (Id., p. 6). «Ó caen en las
puntas de nuestras armas ó se desbarrancan» (Id., tom. II, cap. 8, p. 285). «Cuatro,
huyendo de la espada de Astucia, se dejaron desbarrancar, matándose del golpe» (Id., p.
286). «Los ganados eran ya diariamente dispersados por la aparición y los gritos del
amo; las reses se desbarrancaban, y los vaqueros ajustaban sus cuentas y se despedían»
(R. BÁRCENA, Noche al raso, V, p. 83).

3. fig. Caerse de algún lugar alto.

«Al empuje de subir la pierna se desbarrancó [de la cerca] con todo y piedras» (Astucia,
tom. II, cap. 15, p. 350).

En el Diccionario tenemos abarrancar, por meter en un barranco, y desabarrancar, por


sacar de él. Salvá pone el DESBARRANCARSE como equivalente de despeñarse.

Guatemala. BATRES, p. 244. Perú. ARONA, p. 193. Chile. RODRÍGUEZ, p. 183.


Rivodó (p. 22) cuenta nuestro verbo entre los que faltan en el Diccionario, y son usados
generalmente.

† Desboronar. a. El Diccionario le califica de anticuado por DESMORONAR. Salvá lo


mismo, y añade que se halla también como recíproco. En una y otra forma es todavía
muy usado por la gente baja.

«Y para este efecto comenzaron á plantar la cepa, que hoy día tiene al parecer de planta
un tiro de ballesta, con haberse desboronado y deshecho mucha parte de ella»
(MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. II, cap. 7).

Según Cuervo (§ 680), se usa hoy en Bogotá, en Chile asegura lo mismo Rodríguez (p.
184), y en Guatemala, Batres (p. 244). Ortúzar le cree anticuado.

† Desborrar. a. Lo mismo que borrar. Le usa el vulgo. Sobre la añadidura de ese prefijo
des, dice Cuervo: «Ha sido natural en castellano la tendencia á agregar el prefijo des,
que viene á ser pleonástico ó confirmativo, como en desmenguar, que vale tanto como
menguar: "Aunque os roguemos seáis escaso, seréis liberal, principalmente en esta
mercancía, en que con la liberalidad no se desmengua el caudal" (Diálogo de la
Lengua). Lo mismo se observa en desnudar, comparado con el latino nudare» (§ 746).

† Descalzo, za. adj. «Que trae desnudas las piernas ó los pies, ó aquéllas y éstos», dice
el Diccionario; mas en el uso común se entiende por DESCALZO el que trae desnudos
los pies; y si se quiere expresar que también la pierna va desnuda, hay que decir
DESCALZO de pie y pierna. Este uso se apoya en el Diccionario de Autoridades, donde
la definición de DESCALZO es «el que trae -168- desnudos los pies, sin zapatos ni
otro calzado». Y luego dice: «DESCALZO DE PIE Y PIERNA. El que no sólo trae el
pie desnudo y sin calzado, sino también la pierna sin media ó calza».

«¿Cuántos zaragates habrá en México descalzos de pie y pierna?» (Diario de México,


tom. I, p. 23).

† Descansado, da. adj. Que da poco trabajo. Oficio, destino DESCANSADO.

† Descarrilar. La Academia le califica de neutro. En México se usa como pronominal.


Se DESCARRILÓ el tren.

Cuba. PICHARDO, p. 129; MACÍAS, p. 462.

† Descogollar. «a. Quitar los cogollos» (Dicc.). En forma neutra le usamos, con
significación casi opuesta, por echar cogollo la caña de azúcar.

Descolada. f. fam. Acción y efecto de descolar.

«Porque después de la descolada que le dieron los malditos indios de Tula ya no he


vuelto á saber de Vd. para nada» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, c. 6, p. 80). «Partió
muy cabizbajo, no quedando menos todos de la descolada que llevaron» (Astucia, tom.
II, cap. 11, p. 346).

† Descolar. a. fam. No hacer caso de una queja o aviso; tratar con desprecio; desairar,
despedir con una negativa áspera.

«¿Por qué [...] entre la gente decente te descolan?» (Diario de México, tom. II, p. 19).
«Todos quedaron, como vulgarmente se dice, chatos ó descolados» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 334). «Ya no quisieron cantar, sino que descolados y cabizbajos se fueron
yendo para sus casas respectivas» (ID., ib., p. 373). «Él se fué á defender á Santa-Anna
contra Vidaurri, y éste lo descoló. Se pronunció con Haro en San Luis Potosí, y también
quedaron descolados» (ID., ib., p. 574). «La niña descolada se fué á decírselo al tata»
(Astucia, tom. I, cap. 9, p. 174). «Voy á darle con las puertas en la cara, para que
descolado se vuelva por el camino que trajo» (Id., tomo II, cap. 7 bis, p. 236). «Me
alegro que te descolen, dijo la vieja chocolatera» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 6).

Descolgada. f. fam. Acción y efecto de descolgarse.

«Éntre en relaciones, trabe amistades, dése sus descolgadas por el real» (Astucia, tom.
II, cap. 3, p. 68).

† Descolgarse. pr. Presentarse inesperadamente; dejarse caer.


Descolón. m. fam. aum. de descolada.

«D. Juan, que había sabido que Camila le había dado varios descolones al español D.
Manuel...» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 331). «Para que lleve un descolón» (Id., p. 353).

Desconchabada. f. Acción y efecto de desconchabarse.

«Duele mucho una desconchabada, señor» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 60).

Desconchabarse. pr. Dislocarse, luxarse una coyuntura. Se me DESCONCHABÓ un


pie.

2. Desconcertarse, desavenirse: opuesto a conchabarse.

Desconchinflado, da. adj. fam. Mal guisado, con mala salud, desarreglado.

«¿Cómo está el gobierno? ¿No ha tenido novedad? ¿No está desconchinflado como
yo?» (Astucia, tom. II, cap. 8, p. 277).

† Desconocida. f. fam. Pérdida del respeto o temor que habitualmente se tiene a una
persona o cosa.

«El [dependiente] que era hábil sabía darle sus desconocidas al cajón» [Esto es, robaba
el dinero del cajón] (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 14, p. 181). «Le han dado su
desconocida los tecuanes que andan con el manco Rubio» (Astucia, tom. I, cap. 7,
página 121).

Descuadrar. n. Desagradar, no convenir: usado siempre con negación para afirmar


embozadamente.

«No me descuadra esta costumbre de tu tierra» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV,


capítulo 4, p. 54). «No me descuadraba que me regalaran las orejas con el título» (ID.,
ib., tom. IV, cap. 6, p. 74).

† Descuajaringarse. pr. fam. Por primera vez apareció este verbo en la 12.ª edición del
Diccionario, definido así: «Relajarse las partes del cuerpo por efecto de cansancio.
Úsase sólo hiperbólicamente».

De tiempo atrás andaba en las Américas. Cuervo (§ 744, 2.ª ed., 1876) le cuenta entre
las «Voces [usadas en Bogotá] que se derivan de raíces castellanas, y no lo son ellas
mismas», con el equivalente desvencijarse. En la 3.ª edición (1881) dijo lo mismo; en la
4.ª le omitió, por haberle visto ya en el Diccionario.

En el Perú, Arona (p. 181) no pone -169- más que el participio o adjetivo
Descuajaringado, que significa (dice) «desarmado, desencuadernado, hablando de un
individuo negligente en su traje y ademanes, desvaído, desgarbado, desmazalado.
Cuando se refiere á puerta ó cosa parecida, es propiamente desvencijada».
Cevallos (p. 56) da testimonio de que descuajeringado se usa en el Ecuador. Separa,
como Arona, el adjetivo y el verbo: el primero es desmadejado; el segundo
desvencijarse.

Granada, en el Río de la Plata (página 204), sigue a Arona; mas como ya se había
publicado la 12.ª edición del Diccionario, copia la definición de éste y añade:
«Hablando de objetos que están armados en vago, desvencijarse, deshacerse. Llévalo
con cuidado: no vaya á descuajaringarse». Este autor dice que también se usa en Chile,
con la variante descuajeringarse, y se refiere a Solar; mas en la obra de éste no
encuentro la voz.

Múgica (p. 28) pone a descuajaringado como perteneciente al dialecto montañés.

Acá, cuando se aplica al cuerpo, entendemos lo que la Academia; cuando a objetos, le


tomamos por desvencijarse.

Notemos cuánto tiempo anduvo el DESCUAJARINGARSE por América, y aun por


provincias de España, con la mala nota de provincialismo o disparate, antes de entrar
con patente limpia en el Diccionario.

† Descuido. EN UN DESCUIDO. Usamos mucho de esta frase con significación de


«cuando menos se piense sucederá tal cosa», «es de temerse que suceda», refiriéndose
siempre a algo desagradable. EN UN DESCUIDO, llueve.

«¿Qué mano que en un descuido se nos meten aquí quince ó veinte de su cuadrilla?»
(Astucia, tom. I, cap. 8, p. 140).

Desde abinicio. m. adv. Como muchos dicen así, bueno será copiar lo que acerca de esta
disparatada frase dice Cuervo (§ 395): «Son notoriamente pleonásticas las expresiones
desde abeterno, desde abinicio, puesto que ab significa desde (desde la eternidad, desde
el principio)».

Chile. RODRÍGUEZ, p. 185. Ecuador. De abinicio. CEVALLOS, p. 55.

Desde, o Dende, queaque. Frase del ínfimo vulgo: desde hace mucho tiempo (desde que
ha que).

«¿Ha tenido Vd. relaciones amorosas con ella alguna vez? -Sí, señor: desde queaque»
(Astucia, tom. II, cap. 1, p. 16). «Sí, ya pasaron, señor amo, dende queaque» (Id., tomo
II, cap. 4, p. 105). «¡Qué! ¿conoces á ese caballero, Chepe? -Toma, le contesté, dende
queaque somos amigos viejos» (Id., tomo II, cap. 5, p. 115). «Hemos jurado dende
queaque servir á nuestro coronel como si fuéramos sus perros» (Id., tom. II, cap. 11, p.
352).

Desebar. a. Desensebar, por quitar el sebo a un animal muerto.

Era común en otros tiempos, y no sé si todavía lo es en alguna parte, apoderarse de una


res alzada, sin curarse de cuya fuese, matarla y quitarle el sebo para hacer velas, dejando
todo lo demás en el campo. Hoy se encontró un toro DESEBADO. Como fui muchas
veces víctima de tal industria, conozco bien el verbo.
Desecha. (De desechar). f. HACER LA DESECHA. fam. Disimular, despreciar con
afectación lo que se desea. Dícese especialmente de cuando alguno desea comprar una
cosa, y para obtenerla a menor precio finge que no tiene empeño en ello, y se va
retirando después de haber hecho una oferta que no fue aceptada por el vendedor; pero
conservando la resolución de comprar.

Desembrocar. a. Sacar los panes de azúcar de los moldes o formas para ponerlos a secar
al sol, luego que está terminada la purga.

Desembroque. m. Acción y efecto de desembrocar los panes de azúcar.

2. El conjunto de los panes desembrocados. El DESEMBROQUE de hoy salió malo.

† Desempachar. a. met. y fam. Extraer del cañón de un candelero los restos de vela que
le obstruyen.

† Desempolvarse. pr. fam. Recobrar con el estudio o ejercicio la pericia -170- que se
tenía anteriormente en alguna ciencia o arte.

Desencuartar. a. Desencabestrar, «sacar la mano ó el pie de la bestia que se ha enredado


en el cabestro» (Dicc.). Como este accidente ocurre por lo común en las bestias de tiro,
las cuales suelen sacar un pie fuera del tirante, y éste en los carros es una soga de cuero
llamada cuarta, hemos formado el verbo desencuartar, olvidando el castellano
desencabestrar, que no tiene uso.

Desenchinchar. a. Quitar las chinches: DESENCHINCHAR una casa, una cama.

Guatemala. BATRES, p. 252.

† Desengañado, da. adj. En lenguaje de rancheros significa fogoso, atrevido, valiente,


que ha perdido el miedo.

«¡Ah qué cuaco tan desengañado!» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 347).

«Había entre los concurrentes


Muchachos aficionados,
Que aunque en México educados,
Podían jugar un tapado
Al ranchero más mentado,
Pues eran desengañados».

(Chamberín, p. 34)

Desenraizar. a. Desarraigar, arrancar de raíz.


«De suerte que el río subió hasta derramarse por sus vegas, tanto cuanto bastó á surcar
la tierra y desenraizar sus frondosos árboles, llevándoselos» (MOTA PADILLA, Hist. de
la N. Galicia, cap. IX, n.º 12).

Guatemala. BATRES, p. 251.

Desenroscar. a. Deshacer las vueltas de lo que está enroscado: DESENROSCAR un


cable. Úsase también como pronominal: SE DESENROSCÓ la culebra.

Guatemala. BATRES, p. 252.

Desentoldarse. pr. Aplicado al cielo, desaparecer las nubes que le cubrían,


desencapotarse: despejarse, serenarse el tiempo.

Desenzolvar. a. Quitar el enzolve.

«Tuve que sufrir los costos de desensolvar la mina del Tlalsapo» (ALZATE, Gaceta de
Literatura, mayo 3, 1791).

Desfiguro. m. Cosa extravagante y ridícula. No hagas, no digas, o no te pongas


DESFIGUROS.

«¡Qué desfiguros, Dios mío!» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 165).

Perú. ARONA, p. XVI.

† Desfogar. fig. Conforme al Diccionario es dar salida o puerta al fuego, y manifestar


con vehemencia una pasión. Mas también se aplica a otras cosas, siempre en el sentido
de dar salida, desahogar. La atarjea DESFOGA en el canal.

† Desfogue. m. Agujero por donde se descarga el agua de un conducto cubierto. Los


DESFOGUES de las atarjeas.

† Desfrutar. a. El Diccionario le da como anticuado por DISFRUTAR. El de


Autoridades y Terreros no le ponen tal nota. Corre todavía mucho entre el vulgo.

«No los desfruta el poseedor más opulento» (ALZATE, Gaceta de Literatura, julio 31,
1792).

† Desgarrar. a. Arrancar (3.ª acep.), hacer salir la flema, arrojándola por la boca;
expectorar, gargajear.

DESGARRAR SANGRE, arrojarla en corta cantidad por la boca, mezclada con la


flema.

Cuba. PICHARDO, p. 133; MACÍAS, p. 461. Bogotá. CUERVO, § 629. Chile.


RODRÍGUEZ, p. 186; SOLAR, p. 50. Ecuador. CEVALLOS, p. 56. Guatemala.
BATRES, p. 245.
Desgaste. m. Acción y efecto de desgastar o consumir poco a poco parte de una cosa
material.

Desgavilado, da. adj. Desvaído, desairado, falto de gracia y de vigor. Cuando usamos de
este adjetivo, que no está en el Diccionario, no hacemos más que seguir a notables
escritores andaluces.

«Arias ¡qué desgavilado te has vuelto!» (FERN. CABALLERO, La Gaviota, part. II,
capítulo 7). «Partióse el inflexible alcalde llevándose á su hijo, que era un varal
desgavilado» (ID., Lágrimas, cap. 21). «Le voy á ofrecer á Vd. para ese desgavilado
paseante en corte de su hijo una regencia» (ID., ib., capítulo 24). «Está seca,
desgavilada: ella que tenía un cuerpo tan airoso, tan elegante» (COLOMA, Pequeñeces,
lib. II, cap. 6).

Desguanzado, da. adj. fam. Desfallecido, sin fuerza ni vigor.

Desguanzo. m. fam. Falta de fuerza y vigor.


-171-

Desguargorrarse. pr. ant. Parece que equivalía a desgañitarse.


«Viso.-
Grita, grita tú por mí.
Gusto.-
¿No ves que me desguargorro?».

(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. IX)

Deshobachar. (De hobacho). a. Hacer andar las caballerías, cuando están muy gordas y
descansadas, para que se acostumbren poco a poco al trabajo, y en la jornada que se
previene no se cansen y sofoquen.

Cuba. MACÍAS, p. 462. Pichardo (p. 133) dice Desjobachar.

Desilusionarse. pr. Perder las ilusiones, desengañarse. Rivodó (p. 22) pone a
DESILUSIONARSE e ilusionarse entre los verbos que faltan en el Diccionario y se
usan generalmente. Batres (p. 248) condena el DESILUSIONARSE. He oído y leído
éste; mas no el otro. Aún no están bastante extendidos para que deban aceptarse.

Desinquieto, ta. adj. Lo mismo que inquieto. La gente vulgar agrega a esta palabra, y a
otras, el prefijo des, como intensivo. El caballo está muy DESINQUIETO. Según
Cuervo (§ 746, nota) en portugués se dice también DESINQUIETO, y Pichardo (p. 133)
le pone entre las voces corrompidas. Macías (p. 462) le reprueba, y con razón.

V. DESBORRAR.

Deslave. m. Deslavadura: acción y efecto de deslavar. Es ahora voz muy usada,


hablando del daño ocasionado por las lluvias o crecientes que carcomen o arrebatan los
terraplenes de los ferrocarriles. La línea está interrumpida por los DESLAVES.
Desmamparado, da. (De mamparo, trinchera, defensa). adj. vulg. Abandonado, solitario,
indefenso, sin abrigo ni protección.

«Yo vivo junto á Salaya en una hacienda la más sólida [sola] y desmamparada» (Diario
de México, tom. II, p. 49 bis).

Desmañanarse. pr. fam. Madrugar mucho, contra la costumbre, y hallarse molesto por
esa causa. Estoy DESMAÑANADO.

Desmechado, da. adj. Que tiene el cabello revuelto y sin peinar: desgreñado. Úsase más
en femenino.

Desmechar. a. fam. Arrancar puñados de cabellos; mesar. Úsase también como


pronominal.

«En un abrir y cerrar de ojos me desmecharon, arañaron la cara, é hicieron tiras mi


ropa» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 7, p. 101). «Otra [vez] me desmecharon
unas coscolinas» (ID., ib., tom. IV, cap. 9, p. 119). «Mi tía se puso hecha una leona [...]
se desmechó solita, renegaba...» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 38). «No se ande
desmechando, ni se dé á la pena» (Id., tom. II, cap. 3, p. 70). «Se desmechaba solito»
(Id., tom. II, capítulo 13, p. 391).

Guatemala. BATRES, p. 252.

† Desmelar. a. Significa «quitar la miel á la colmena», y también recoger la miel que los
panes de azúcar han arrojado durante la purga, y ha quedado en los porrones.

† Desmocha. f. Úsase aquí en la segunda acepción que le da el Diccionario de


Autoridades, omitida en el Vulgar: «Se llama también la diminución ú destrucción de
gran parte de alguna cosa; y así se dice comunmente: fiera desmocha ha habido de
soldados, de ministros; de oficiales, etc.».

† Desmoralizar. a. y pr. Es «corromper las costumbres con malos ejemplos ó doctrinas


perniciosas»; pero le usamos además para dar á entender que alguien se ha
desconcertado, ha perdido la fuerza moral, la confianza en sí propio, la fe en el buen
éxito. Ese accidente imprevisto le DESMORALIZÓ. Aplícase particularmente a la
tropa, cuando se introduce en ella el desaliento y la creencia de que será vencida. Se
DESMORALIZÓ el ejército.

Ecuador. CEVALLOS, p. 57. Guatemala. BATRES, p. 255. Según cita de este último
escritor, nuestra acepción se usa en Chile también, aunque Rodríguez no la trae.

Ortúzar dice que ejército DESMORALIZADO «es cuanto cabe en punto á barbarismo».
Quiere que se diga «desorganizado, indisciplinado, insubordinado». No es lo mismo.

Desmorecerse. pr. fam. Perecerse (últ. acep.): sentir con violencia un afecto o pasión.
DESMORECERSE de llanto, -172- de risa, es llorar o reír con exceso, en términos de
turbarse la respiración. Zerolo asegura que en Andalucía dicen esmorecerse.
«Dando el pobre angelito unos gritos que hasta se desmorecía» (PENSADOR, Quijotita,
cap. 1). «El baile lo inventó el hombre en el primer momento en que se desmoreció de
gusto» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 6). «Pérez y el del arpa tocaron diana, los
muchachos gritaron á reventar, y todos se desmorecieron de gusto, porque llegaba la
hora de la colación» (ID., ib., tom. I, cap. 12). «La comadre se desmoreció: se rió á
reventar» (ID., Las Posadas, II). «La señora se soltó riendo hasta desmorecerse» (ID.,
ib., IV). «Mi amigo se desmoreció de risa, hasta el grado de tener que salirse al
corredor» (ID., Gentes, tom. I, cap. 1).

«Los ancianos se remozan,


Las viejas la frasca atizan,
Se desmorecen los pollos,
Los chicos saltan y brincan».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Paseo en canoa», p. 119)

«Y vamos, y mi consorte
Se desmorece en gorjeos».

(ID., «Carta de un novio tímido», Mon. Rep., 16 oct., 1891)

Perú. ARONA, p. 182. Cuba. PICHARDO, p. 130; MACÍAS, p. 462. Canarias.


ZEROLO, p. 59.

† Desnudar. a. V. DESVESTIRSE.

† Despacho. m. Título para desempeñar un empleo. Recibió el DESPACHO de


contador, de capitán.

† Despegar. a. Desenganchar: quitar de un carruaje las caballerías del tiro.

2. pr. fig. Caer mal una cosa por inferioridad fisica o moral de la persona que la tiene o
lleva: como se le DESPEGA el traje, el título, etc.

† Despejo. m. Por antonomasia se llamaba así el que antiguamente hacía la tropa en las
plazas de toros, antes de la corrida, y tenía por objeto desembarazarla de la gente que
paseaba en ella. Era costumbre que para eso hiciera la tropa diversas evoluciones o
figuras, a toque de tambor o de corneta. Alcancé el DESPEJO (que los había famosos);
pero hace muchos años que cesaron (lo mismo que el paseo en el coso), porque el
pueblo, impaciente por ver destrozos, solía fastidiarse y silbar a la tropa, cuando se
alargaba el DESPEJO.

† Despepitar. a. Quitar las pepitas de algún fruto: DESPEPITAR algodón. El


Diccionario sólo da la forma pronominal, con significaciones muy diversas.
† Despercudido, da. adj. fam. Se aplica especialmente a las personas de color más claro
que el propio de su raza.

«No pasaban las Machucas de ser unas trigueñitas un poco despercudidas, y nada más»
(FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 3). «Virginia es la más despercudida de los hijos de
D.ª Lugardita» (ID., Mariditos, cap. 4).

† Desperdicios DE LOS RICOS SON AUMENTOS DE LOS POBRES: refr. que por sí
mismo se explica, y que suele usarse para aconsejar a los ricos que den a los pobres lo
que ellos malgastan o dejan perder.

Despernancarse. pr. fam. Esparrancarse; abrirse de piernas, separarlas.

2. Lastimarse las piernas por haberlas separado con exceso: despatarrarse.

«Te estrellaste los cascos, ó á buen componer te despernancaste» (MORALES, Gallo


Pitagórico, p. 131).

Perú. ARONA, p. 184. Cuba. PICHARDO, p. 130; MACÍAS, p. 464. Este último autor
cree que son sinónimos DESPERNANCARSE y despernarse, cansarse, estropearse por
andar. Nunca he oído DESPERNANCARSE en tal sentido. La acepción que da la
Academia a despernar «cortar ó estropear las piernas», se acerca a la segunda que
atribuimos a DESPERNANCARSE; aunque éste toma la forma pronominal y aquél no.
Rivodó dice (p. 240) que DESPERNANCARSE y DESPERNANCADO son voces más
analógicas que despatarrarse y despatarrado, porque en las definiciones de éstas no se
hace mención de las patas, sino de las piernas.

Guatemala. BATRES, p. 242.

Despido. m. Despedida. «El acto de despedirse los que se separan» (Salvá).

«¿Quién era, que con sola una palabra de despido hacía derramar abrasado llanto de
aquellos ojos?» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, capítulo 2).

† Desplante. m. Para el Diccionario, sólo es término de danza y esgrima. Le tomamos


también por audacia, descaro.

«Si de ponerse de mí delante


Algún imbécil tiene el desplante».

(R. BÁRCENA, Combates en el aire)

-173-

Desplatear. a. Quitar la plata que cubre un objeto de otro metal.


2. fam. Sacar dinero. Úsase exclusivamente en la frase Como no me DESPLATEEN,
aunque me desdoren, que se funda en un juego de vocablos, y significa Como no me
saquen dinero, poco importa que me desacrediten.

«Ríete de eso, hija, respondía mi padre: como él no los desplatee, poca fuerza les hará
que los desdore» (PENSADOR, Periquillo, tomo I, cap. 3, p. 36).

† Despolvorear. a. Quitar o sacudir el polvo; pero nunca se oye en ese sentido, sino en el
de espolvorear o polvorear, que es lo contrario. DESPOLVOREAR azúcar sobre un
bizcocho.

Bogotá. CUERVO, § 746. Chile. RODRÍGUEZ, p. 188. Guatemala. BATRES, p. 246.

Desporrondingarse. pr. Despilfarrarse, echar la casa por la ventana; y


DESPORRONDINGADO llaman también al que no tiene orden ni método para nada.

Bogotá. Cuervo (§ 778) coloca a desporrondingarse entre los «adefesios que se oyen en
Bogotá».

Guatemala. «Desporrondingado. Con esta larguísima palabra llaman en Bogotá, lo


mismo que nosotros, al que echa el bodegón por la ventana, al que no tiene arreglo
ninguno, ni método para vivir» (BATRES, p. 246).

Despostilladura. f. Hueco, portillo, que deja el pedacito que falta en el borde o canto de
una cosa.

«En la porcelana tiene una despostilladura chica» (Diario de México, tom. VII, p. 24).

Despostillar. a. y pr. Es de uso general por desportillar.

«Tengo vistas muchas antigüedades mexicanas labradas con esta especie de piedra, la
que sin duda preferían á otras, porque es muy dócil y no se despostilla al labrarla»
(ALZATE, Gaceta de Literatura, 31 julio, 1792). «Una pileta de agua bendita de Puebla
despostillada» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 20). «Subida la escalera con
cuidado, para no romperse la crisma en los altos y despostillados escalones» (S. POLO,
Cuarto Poder, cap. 4). «En dorado marco de estilo plateresco, á trechos ennegrecido y
despostillado» (DELGADO, La Calandria, I, 1.ª ed.).

Despredicar. a. Predicar lo contrario de lo que antes. Verbo pintoresco de que sólo un


ejemplo he hallado.

«Los religiosos tuvieron necesidad de despredicar las limosnas que habían persuadido
se hiciesen á los hospitales» (Cód. Franc., p. 75).

Desprestigiar. a. Desacreditar, quitar el prestigio. Muy usada por los políticos.

«A proporción que va perdiendo terreno el gobierno se va apretando el ataque, hasta


desprestigiarlo enteramente y dar con él en tierra» (MORALES, Gallo Pitagórico, p.
10). «Esto es faltar al respeto al gobierno, desprestigiarlo» (ID., ib., p. 217).
También se halla como pronominal, cuando la pérdida del prestigio es por culpa del
mismo que le pierde. Con tales medidas SE DESPRESTIGIAN los gobiernos.

Rivodó (p. 22) cree que este verbo es uno de los que faltan en el Diccionario. Batres (p.
252) opina que no es castizo.

Desprestigio. m. Pérdida del prestigio o consideración favorable de que antes se gozaba.

† Despulsarse. pr. El Diccionario le califica de anticuado y le da dos acepciones:


«Agitarse demasiado por una pasión de ánimo», y «Apasionarse por una cosa, amarla y
apetecerla con vehemencia». No le usamos en ninguna de ellas, sino en la de afanarse,
trabajar hasta rendirse por alcanzar algún fin.

«Por lo que mira al estilo, á la decencia, al aire de taco, al tono, y todas aquellas cosas
que debe saber una señorita de su clase que algún día ha de hacer su papel, ya Vd. ha
visto que me he despulsado por enseñárselas» (PENSADOR, Quijotita, cap. 6). «Será
bravo dolor que después de despulsarme por quedar bien, no tenga agora ni que darles
de comer á estos señores» (ID., ib., cap. 15). «Los muy bobones se endrogan, se
despulsan y se sacrifican, pero traen lo que una quiere» (ID., ib., capítulo 20).

Desquebrajar. a. Lo mismo que esquebrajar y resquebrajar. Es más usado como


pronominal.

Bogotá. «En el Diccionario se encuentran los verbos esquebrajar, resquebrajar, pero no


desquebrajar, usual, á pesar de eso, en España y en Colombia: "Es preciso apisonar la
éra con un gran rodillo y amasarla con la mano, endureciéndola con pegajosa greda para
que no nazca hierba en ella, ni se desquebraje con la fuerza de la sequía", dice D.
Eugenio de Ochoa en su traducción de Virgilio (Georg., lib. I); si bien no aseguramos
que ésta no sea una de las infinitas erratas que hormiguean en dicha obra» (CUERVO, §
684).
-174-

Venezuela. «Es tan bueno como esquebrajar y resquebrajar» (RIVODÓ, p. 141).

Guatemala. «Tal verbo de cuño nuestro úsase por romper ó quebrar algo con violencia y
estrépito» (BATRES, p. 247).

Ortúzar dice que es vocablo bien formado, y tan usual en España como en América.

† Destapar. n. Echar a correr, ponerse en fuga. Se entiende siempre del que está a
caballo, o de bestias sueltas.

«La mula destapó para atrás, y Pepe arrancó tras ella para atajarla» (Astucia, tom. I, cap.
11, p. 221). «¿Por qué no nos hiciste alguna seña y destapaste para el zacatonal?» (Id.,
p. 221). «Y brincándole en pelo á su caballo, destapó cortando camino» (Id., tomo II,
cap. 1, p. 3). «Volteando caras, destaparon para el puente azotando á sus caballos» (Id.,
tom. II, cap. 4, p. 103). «Y como Dios nos dé á entender, destapamos» (FACUNDO,
Gentes, tom. I, cap. 6). «Y luego, que los otros destaparon» (ID., ib., tom. I, cap. 17).
«Los mozos destaparon, y destaparon esos señores» (ID., ib., tom. III, cap. 9).
2. pr. Descubrirse, desarroparse.

† Destiladera. f. Piedra hueca porosa que se usa generalmente en las casas para destilar
o filtrar agua. El Diccionario la llama destilador.

DESTILADERA se halla en el Perú (ARONA, p. 184), en Chile (RODRÍGUEZ, p.


190), en Guatemala (BATRES, p. 245) y en Canarias (ZEROLO, p. 59). Ortúzar le cree
común a la América.

Destorlongado, da. adj. fam. Que hace las cosas sin orden ni concierto.

Destorlongo. m. fam. Desorden, desconcierto, despilfarro: falta de gobierno y de


economía.

Destorrentarse. pr. Desorientarse, extraviarse, perder la brújula. También atropellar todo


respeto.

«Se sentía infeliz en medio de una sociedad que no supo comprender á Acuña, y de la
cual dijo pestes sobre pestes el destorrentado Plaza» (DELGADO, La Calandria, VIII).

En Guatemala, destorrentado es manirroto, desarreglado (BATRES, p. 248).

† Destripar. n. fam. Dejar un estudiante sus estudios, antes de terminarlos, para tomar
otra carrera o ninguna.

«A la mitad del curso destripaste para seguir la carrera de empleado» (MORALES,


Gallo Pitagórico, p. 2). «Estudiantes que destripan, comerciantes que no pueden adquirir
en otra parte sino exiguo salario» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 140).

† Destroncar. a. Descuajar; arrancar plantas, o quebrarlas por el pie.

2. Cansar con exceso a los animales. Úsase también como pronominal. SE ME


DESTRONCÓ el caballo.

«Como primera jornada necesitamos no destroncar á los animales» (Astucia, tom. I,


capítulo 7, p. 134). «Se paró la res un tanto destroncada» (Id., tom. I, cap. 12, p. 238).

En Chile significa inutilizarse el caballo por vejez (RODRÍGUEZ, p. 190).

Destronque. m. Acción y efecto de destroncar o descuajar plantas.

† Desvergüenza. f. Lo mismo que palabra obscena.

«¿Será Vd. aficionado á las burlas y chanzas, de modo que pueda Vd. soltar algunas
palabrillas de esas que los escrupulosos llaman desvergüenzas?» (Diario de México,
tom. I, p. 227). «Sus primeras palabras fueron desvergüenzas» (PENSADOR,
Periquillo, tom. II, cap. 3, p. 39). «Todo eran desvergüenzas, gritos, porrazos y
desórdenes» (ID., ib., tom. II, cap. 10, p. 181). «Aquí el ebanista agregó una
desvergüenza con toda la expresión de un odio terrible» (DELGADO, La Calandria,
XVII). «¿Y quién convidó al baile á ese...? Y aquí repitió la desvergüenza» (ID., ib.).
Desvestirse. pr. Este verbo no aparece en el Diccionario, y sería conveniente admitirle
para evitar lo indecoroso de ciertas frases en que se emplea desnudar, a falta de otro.
Desnudar, desnudarse, debieran servir para expresar que se quita todo vestido; y
DESVESTIRSE para dar a entender que se quita solamente el vestido exterior. De la
persona que vuelve a su casa y deja el vestido de calle o de ceremonia para ponerse otro
más sencillo y cómodo, diríamos que SE DESVISTIÓ, así como decimos que se viste el
que toma traje de calle. Cuando el sacerdote se pone los ornamentos sagrados, se
reviste; mas cuando los deja no nos atrevemos a decir que se desnuda, porque sobre no
ser exacto sería indecoroso, y apelamos a algún rodeo: digamos, pues, que SE
DESVISTE. Por fortuna, no se trata de introducir palabra nueva, sino de resucitar una
antigua. La prodigiosa erudición del Sr. Cuervo nos proporciona el texto que abajo
hallará el lector. Veamos ahora una muestra de los equívocos a que puede dar ocasión el
uso de desnudar.

«En cuanto entró le dijo mi amo [a la nueva criada]: anda, hija, desnúdate y vete con
nana -175- Clara, que ella te impondrá de lo que has de hacer» (PENSADOR,
Periquillo, tom. II, cap. 10, p. 178).

Hubo de dar choz al editor el pasaje, y le puso esta nota: «En aquella época [y aun
ahora] sólo la gente muy infeliz carecía de ropa más decente ó aseada para salir á la
calle, y así es que por desnudarse se entendía [y se entiende] quitarse esa ropa, y
quedarse con la de dentro de casa». Sería de ver, en efecto, que una criada hiciera a la
cordobana las faenas domésticas.

DESVESTIRSE comienza a usarse de nuevo, y claro es que lo aplaudimos.

«En un momento se desvistieron los jóvenes, y con toda prisa se pusieron los [vestidos]
que habían de lucir en ese gran baile» (G. VIGIL, Cuentos, p. 177). «Me arrojé al lecho
sin desvestirme» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 74).

Bogotá. «A este propósito es de observarse que con más lógica decimos nosotros
desvestir [por desnudar], y acaso con más miramiento; pero mal hemos escrito nosotros,
pues esta es voz antigua española: "Et se [...] el clérigo non ovier comenzado la sagra,
desvístase, et non diga la misa" (Concilio de León, año de 1267). Como se ve, aquí es lo
contrario de revestirse» (CUERVO, § 746).

Venezuela. Rivodó (p. 22) incluye a DESVESTIRSE entre los verbos que faltan en el
Diccionario. Más adelante (p. 35) opina que van descaminados los que no quieren que
se diga DESVESTIRSE sino desnudarse. Por último (p. 68) dice que DESVESTIRSE es
un verbo «perfectamente formado, y que expresa la idea de despojarse, ó quitarse el
vestido, con más claridad y propiedad que desnudarse». Añade que «tiene además á su
favor la circunstancia de aparecer como más eufémico y delicado».

Michelena se expresa así: «Los franceses y los ingleses se visten y se desvisten: los
españoles y los americanos se visten y se desnudan, incurriendo en un contrasentido.
Nudo quiere decir sin vestido, y con el prefijo des, que significa contrariedad, se forma
el compuesto desnudo, que debiera ser lo contrario de nudo, es decir, vestido, mientras
que nudo y desnudo son sinónimos. De desear es que la Academia nos permita
desvestirnos como nos ha permitido hasta ahora desnudarnos» (página 25). Acerca de lo
que Michelena dice de nudo, véase supra el art. DESBORRAR.

Por lo visto, los respetables escritores sudamericanos citados opinan que


DESVESTIRSE debe sustituirse por completo a desnudarse. A pesar de la mala o
impropia formación de éste, creo, por las razones expuestas, que deben conservarse
ambos, cada uno con su propia acepción, con lo cual se enriquecería la lengua y podría
darse mayor claridad al discurso.

Guatemala. Batres opina en sentido contrario. «Existiendo el verbo desnudarse, no hay


necesidad de que forjemos nosotros el desvestirse, de que se hace uso frecuente»
(página 247).

Desyerbar. a. Acá nadie dice desherbar, por «quitar ó arrancar la hierba», sino
DESYERBAR, así como nunca se dice ni escribe hierba, sino yerba.

«Desde que el Diccionario ha admitido la forma yerba al igual de hierba, es


consecuencia natural decir también desyerbar lo mismo que desherbar» (RIVODÓ, p.
141).

Guatemala. BATRES, p. 242. Cuba. MERCHÁN, p. 240. Bogotá. Cuervo pone la


palabra entre las que andan adulteradas (§ 708).

Deteger. (Del lat. detegere). a. Averiguar, descubrir, aclarar.

«Detegióse la causa, y se averiguó la provocación, en cuya vista fué Villasana absuelto»


(MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, capítulo XXIX, n. 7).

Devisar. a. ant. Divisar. El pueblo retiene todavía esta forma anticuada.

«Está [...] en un lugar algo alto de donde se devisa la dicha laguna» (Descr. de Pázcuaro,
1581, MS.). «Es que nos han devisado» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 16). «Mucho
antes devisamos como un bulto» (ID., ib., tom. IV, cap. 3).

«Me siento como volando


Cada vez que te deviso».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas», p. 166)

† Devolverse. pr. Por volverse -ME DEVOLVÍ de la esquina- es un disparate que anda
aquí y en otras partes de América. DEVOLVER, dice el Sr. Cuervo, sólo es sinónimo de
volver en el sentido de restituir.

Bogotá. CUERVO, § 467. Maracaibo. MEDRANO, p. 34.

† Diabetis. f. Es comunísimo dar este nombre a la enfermedad que en castellano se


llama DIABETES.
Lo mismo en otras partes. Bogotá. CUERVO, § 675 b. Chile. RODRÍGUEZ, p. 191.
Guatemala. BATRES, p. 249. Cuba. MERCHÁN, p. 240.

† Diablo. m. Ignoro de dónde ha venido la idea de que empeora la aviesa -176-


condición de los diablos cuando usan corona. Acaso queremos dar a entender que esos
son los jefes de aquella malévola legión, y como tales, más poderosos y más dañinos
que los de clase inferior. El caso es que con la añadidura del adjetivo representan un
gran conjunto promiscuo de personas o cosas pésimas.

«Ingleses, franceses, alemanes, polacos, italianos, americanos del norte y diablos


coronados, todos no tienen otras miras que ver la tarascada que pueden dar á la riqueza
de la República» (MORALES, Gallo Pitagórico, página 243).

Diagnosticar. n. Declarar el médico cuál es la enfermedad del paciente. El doctor aún


NO DIAGNOSTICA. Como activo: Ya DIAGNOSTICÓ tifo.

† Diagnóstico. m. Calificación que el médico hace de la enfermedad, conforme a los


signos que advierte.

† Diciembre. m. La Academia dice que es el duodécimo mes del calendario que


actualmente usa la Iglesia y muchas naciones de Europa. Se olvidó de la América, y aun
de las otras partes del mundo, porque en todas hay pueblos que usan ese calendario.

Dictaminador, ra. adj. Que dictamina; que debe dar, da o ha dado dictamen. Comisión
DICTAMINADORA.

Dictaminar. n. Dar o presentar dictamen.

«Pasó á una comisión para que dictaminara» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 243). «Otra
comisión que dictaminará sobre reformas de la ley de propiedad literaria» (FACUNDO,
Vistazos, p. 121).

Este desgraciado verbo, lejos de haber entrado en el Diccionario, ha sido anatematizado


expresamente dos veces en la Gramática de la Academia (1880): la una en la p. 279,
donde le incluye entre los «vocablos nuevos, contrarios á la analogía y á la índole de
nuestra lengua»; y la otra, con más dureza aún, en la p. 280, donde leemos:
«Dictaminar, rechácese como invención moderna, á todas luces reprensible». Sea de
ello lo que fuere, me toca decir que es usadísimo de este lado del mar. El vocablo no es
muy nuevo, pues hace medio siglo que Salvá le puso en su Diccionario como provincial
de América, y en el Prólogo opinó ser conveniente que se generalizase. Algo habría que
decir acerca de esa calificación de provincial de América (adoptada también por el
Diccionario), porque hoy tiene un si es no es de chusco declarar provincia de España a
toda la América española, y calificar de provincial una voz usada por la mayoría de los
que hablan el castellano: más exacto sería llamarla propia de América. Pero oigamos a
dos escritores hispanoamericanos que dirán mejor que yo lo que hace al caso.

Chile. «El Sr. Salvá pone á esta voz la nota provincialismo de la América Meridional
[dice sólo de América]: dar dictamen, aseveración confirmada por el silencio que acerca
de ella guarda el Diccionario de la Academia. De desear sería que se procediese cuanto
antes á otorgarle carta de ciudadanía; pues es lo cierto que si se eliminase, no quedaría,
para expresar la idea, más arbitrio que recurrir al circunloquio dar dictamen, y sabido es
que nunca debe desterrarse un vocablo correctamente formado, aunque sea nuevo, para
servirse de circunloquios ó de frases» (RODRÍGUEZ, p. 191).

Venezuela. «Faltan en el Diccionario multitud de verbos que pueden formarse por


derivación de sustantivos y adjetivos corrientes que constan en el propio Diccionario.
Esta formación está en la naturaleza misma de las cosas, y para ello ofrece la lengua
muchos y variados recursos en su rico caudal de prefijos y subfijos, valiéndose
especialmente de los prefijos a, en, y de los subfijos ar, ear, izar» (RIVODÓ, p. 22). En
la lista de los verbos a que se refiere el autor está dictaminar.

Guatemala. BATRES, p. 250. Ortúzar le tiene por voz de América.

† Dichoso, sa. adj. Ninguna de las acepciones que el Diccionario da a este adjetivo
conviene al sentido especial en que se usa con frecuencia. Da a entender que la persona
o cosa de que se trata tiene ya adquirida cierta notoriedad, y de ordinario se emplea con
referencia a lo que ha dejado recuerdo desagradable. Así, al decir el DICHOSO negocio,
la DICHOSA fiesta, ya se declara que el negocio y el festejo fueron de malas
consecuencias. Quizá algo semejante quiso expresar el Diccionario de Autoridades en
esta vaga definición: «Se usa en nuestro castellano con cierto tonillo; -177- y así tiene
una significación sumamente expresiva, según la materia y el sujeto á que se aplica, la
cual no es fácil explicar con otro término: y algunas veces suele ser ironía».

«Ya sabrán de la figurante nuestra compañera, la dichosa Isolina» (FACUNDO, Isolina,


tom. II, cap. 7). «Ahora vamos á decir cómo se formó la dichosa Academia [de Letrán]»
(G. PRIETO, en la Rev. de Letr. y Cienc., tomo I, p. 5).

No es acepción propia nuestra: la hallamos asimismo en España.

«En la dichosa casa había más de cien criados» (FERN. CABALLERO, La Gaviota,
parte II, cap. 11). «Haciendo benéfico uso de la dictadura que le había legado la
revolución [...] suspendió en Junio de 1875 la dichosa base 5.ª por medio de un decreto»
(CÁNOVAS DEL CASTILLO, Problemas contemporáneos, tom. III, p. 394).

Y me sospecho que también anda en los otros países hispanoamericanos, porque un


distinguido escritor chileno dice:

«Precisamente en la sala de espera contigua á aquella en donde se examinaba el dichoso


traje» (ALB. DEL SOLAR, Rastaquouère, p. 131).

Dieciseisavo. adj. Ya que la Academia, en los artículos Cuarto, Octavo, Dozavo, se


refiere al tamaño de los libros, parece que debiera hacer lo mismo en DIECISEISAVO y
dieciochavo.

Dientazo. m. vulg. Herida o señal hecha con los dientes.

«¿Cuál fué tu marca, Pepe? -Un dientazo en la cabeza del águila [de un peso fuerte]»
(Astucia, tom. I, cap. 7, p. 129).

† Diente. TENER BUEN DIENTE o SER DE BUEN DIENTE, ser gran comedor.
PELAR EL DIENTE. vulg. Coquetear fingiendo sonrisitas.

DIENTE DE PERRO. El grano de maíz cuando aún no acaba de cuajar en la mazorca, y


está muy tierno. Esta milpa está en DIENTE DE PERRO. Un anónimo poseedor de mi
ejemplar del Diccionario de Autoridades añadió este artículo al margen.

† Dieta. f. Sueldo que perciben los diputados. Úsase más en plural.

† Dificultoso, sa. adj. Que a todo opone dificultades.

† Digerir. a. Falta en este artículo del Diccionario la acepción correspondiente a la 2.ª de


DIGESTIÓN. Está en el Diccionario de Autoridades: «En términos químicos, vale cocer
algunos zumos ú otras materias por medio de un calor lento, semejante al del estómago,
dándole á esta operación este nombre por semejanza».

† Dilatar. n. Hacemos notable y frecuente abuso de este verbo en la acepción de tardar.

«Conozco que vas á dilatar mucho» (Astucia, tom. I, c. 6, p. 104). «No dilato: ya
vuelvo» (Id., tom. II, cap. 3, p. 89). «No dilato, señor gobernador» (Id., tom. II, c. 11, p.
338). «Tres meses dilató mi curación» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 5). «Durante tres ó
cuatro días que Vd. dilate en hacer esto, yo habré trabajado ya mucho» (ID., ib., tom. II,
c. 3). «El objeto de aquella reunión, en la cual sólo Miguel faltaba y otro amigo de la
gobernadora, que no dilataría en llegar, era la celebración de un recuerdo feliz» (S.
POLO, La Gran Ciencia, cap. 20).

V. CUICO.

Úsase mucho como pronominal.

«Como me dilaté en la vivienda de Eufrosina, me extrañó el coronel, y preguntó el


motivo» (PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «Dame este gusto: no te dilates» (ID.,
Noches, I, p. 13). «Por fortuna él se ha dilatado el tiempo necesario» (ID., ib., III, p.
46). «Yo, que sabía muy bien que era mortal y que ya había vivido mucho, no me dilaté
en creerlos» (ID., Periquillo, tom. IV, cap. 15, p. 204). «Conque allá nos veremos; ya me
he dilatado» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 39). «No se dilate, por vida suya» (Id., tom. I,
cap. 3, página 50). «No me dilato» (Id., tom. I, c. 14, p. 299). «Anda á llamarme á D.
Agapito; que venga luego: no te dilates» (Id., tom. II, cap. I, p. 48).

«Si se busca á una persona,


Contestan, si no está en casa:
Espere, señor, tantito
Que ya mero no dilata».

(SOMOANO, p. 25)
Chile. «Dudamos mucho que en esa acepción [de demorar] pueda usarse reflejamente,
como cuando preguntamos al criado que se demora más de lo justo en volver de la calle:
¿por qué te has dilatado tanto?» (RODRÍGUEZ, p. 192). SOLAR, p. 51.

Guatemala. «Cuando decimos al criado ¿por qué te has dilatado tanto? deberíamos usar
demorado» (BATRES, p. 250).

V. BIROTE. ENTOMPEATAR.
-178-

Dinamo. (Del gr. du/namij, fuerza). m. Máquina para producir corrientes eléctricas
inducidas, por la acción de un electroimán sobre un circuito metálico cerrado.

† Dintel. m. No faltan entre nosotros ejemplos del desatinado uso de DINTEL por
umbral. Dejamos la palabra a Cuervo.

«De algún tiempo á esta parte es increíble el número de hombres que se han convertido
en moscas ú otros gusarapillos semejantes, porque siempre oímos que hay quien pise los
dinteles de las puertas ó se siente en ellos [...]. Es excusado llamar dintel, que significa
la parte superior de las puertas y ventanas que carga sobre las jambas, al umbral, que es
la parte inferior ó escalón por lo común de piedra, y contrapuesto al dintel en la puerta ó
entrada de cualquier casa» (§ 472).

Rodríguez (p. 192) transcribe todo el pasaje de Cuervo, y le endereza «á los


escribidores, copleros y traductores zarramplines».

Vayan ahora los ejemplos de casa:

«Se destaca en el fondo de la recámara casi oscura, parada [de pie] en el dintel, una
joven cubierta con un vestido chillante [chillón] y desgarrado». «La vecina de enfrente
[...] sentada en el dintel de la puerta de su cuarto». «Sentáronse Estefanía y Sotomayor
en el dintel de una puerta» (Escritor contemporáneo).

Guatemala. BATRES, p. 253.

† Dios. TENTAR A DIOS DE PACIENCIA: provocar su enojo con repetidas ofensas, o


exponerse temerariamente a peligros.

«Marqués, no tiente Vd. á Dios de paciencia» (R. BÁRCENA, Noche al raso, VI, p.
125).

DIOS HACE RENGLONES DERECHOS CON PAUTAS TORCIDAS, es como decir


que la Providencia conduce todo acertadamente, a veces por caminos que a nuestra corta
inteligencia parecen extraviados.

«Yo me acuerdo [de] haber oído decir que Dios hace renglones derechos con pautas
torcidas» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 11, p. 130).

AMAR A DIOS EN TIERRA AJENA, fr. fam. que equivale a ser tratado con rigor;
pasar muchos trabajos.
«Ahora verán lo que es amar á Dios en tierra ajena: tírenle recio [al monte]» (PAYNO,
Fistol, tom. II, cap. 13).

Un escritor la usa jocosamente, en circunstancia particular, cambiando ajena en propia.

«Patentizar así á S. M., que esta grey estaba todo lo más esquilmada posible, y que
seguía amando á Dios en tierra propia» (FACUNDO, El Correo, p. 86).

DIOS CASTIGA SIN PALO NI CUARTA, refrán con que se advierte que Dios, para
castigar, no necesita valerse de instrumentos materiales.

«Dios castiga sin palo ni cuarta» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 15).

El Diccionario trae el refrán de estos dos modos: Dios castiga sin palo ni piedra, o no a
palos; y le explica así: «refrs. que advierten que Dios muchas veces castiga al malo, de
modo inesperado é incomprensible».

DIOS PAGUE LA CARIDAD Y AUMENTE LA DEVOCIÓN, expr. que se usa, en


estilo jocoso y familiarmente, para agradecer algún pequeño obsequio y manifestar el
deseo de recibir otros semejantes.

SI DIOS QUIERE. Fórmula piadosa muy usada antes para manifestar que nada hay
seguro, sino que todo depende de la voluntad de Dios. Es o era de uso muy general entre
los andaluces, quienes la tomaron de los árabes. Al despedirse por la noche, siempre les
oía yo decir: Hasta mañana, SI DIOS QUIERE.

«Es muy poco avisado, á mi entender, el hombre que con una loca arrogancia dice:
mañana haré esto, emprenderé tal cosa, sin añadir estas palabras si Dios quiere, porque
es necesario contar con esa soberana voluntad para toda s nuestras operaciones»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 24).

DIOS Y LIBERTAD. Fórmula con que, después de establecida la república y durante


mucho tiempo, fue uso terminar las comunicaciones oficiales, en vez de la antigua Dios
guarde a vd. muchos años. En la guerra de Reforma se sustituyó con otras, y hoy rige la
de Libertad y Constitución. Ya que no se quiera restaurar la antigua, tan piadosa, cortés
y caritativa, mejor fuera suprimirlas todas, porque en estos tiempos de paz han venido a
ser una añadidura superflua y trasnochada. Como la de DIOS Y LIBERTAD se usó tanto
en épocas de continuas -179- revueltas, y los oficios en que aparecía ese grito
revolucionario eran por lo común nuncios de exacción, tropelía o maltrato en grado
superlativo, llegó a tomarse como sinónimo de desorden, de cosa rematadamente mala.
Se armó una de DIOS Y LIBERTAD quería decir, por ejemplo, que se había armado un
tumulto, una gran riña.

«Después de un grandísimo sermón, me dió [mi padre] una tranquiza de Dios y


Libertad» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 277).

† Diputación. f. Nombre que todos dan a las Casas Consistoriales o Palacio Municipal
de México.
«Pensó dispararse sobre la cabeza el par de pistolas que llevaba en el bolsillo y que le
quitaron llegando á la puerta de la Diputación» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 2). «Yo
mismo anduve tomando informes en la Casa de Diligencias, en la Diputación» (Astucia,
tom. II, cap. 3, p. 85). «Se providenció remitirlo á la Diputación» (Id., p. 87). «Ve á la
Diputación. Con este nombre distinguen algunos el Palacio Municipal de México»
(FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 3). «La Diputación descuella Ornada de
azul y blanca, Con paisajes los balcones, De una belleza extremada» (Don Simplicio, 16
set., 1846).

V. CUICO.

Discretorio. m. En algunas comunidades religiosas, el cuerpo que forman los discretos,


y el lugar en que se reúnen. Está en Terreros.

«El lugar adonde todos ellos [los discretos] se congregan para tratar de las cosas que
conviene se llama discretorio» (Cód. Franc., página 136).

V. la portada de las Constituciones de la Provincia de San Diego, en la lista de autores


citados.

Disenteria. f. Así pronunciamos todos sin excepción, y así se halla la palabra en todas
las ediciones del Diccionario, hasta la 11.ª, en Terreros y en Salvá. Mas la Academia, en
la última edición, escribe disentería. Cuervo, en el § 36, escrito antes de la publicación
de aquélla, incluyó entre los yerros de pronunciación disentería por DISENTERIA.
Luego (§ 779), cuando ya tenía á la vista la nueva edición, discutió el punto con su
acostumbrada maestría, y se afirmó en que, a pesar de la variación de la Academia, la
pronunciación correcta y más generalmente adoptada es DISENTERIA. Ignoro por cuál
razón, Rivodó (p. 221) incluyó la voz entre las que «convendría usarse con dos
acentuaciones diversas». Amunátegui (p. 144) se inclina a la acentuación adoptada
ahora por la Academia. Por último, Batres (p. 246) se limita a declarar que «debe
decirse disentería». Apoyado en el uso más general y en la autoridad de Cuervo, opino
que podemos conservar nuestro DISENTERIA sin incurrir en mal caso gramatical.

† Disgustado, da. adj. vulg. Muy difícil de contentar: que nada encuentra de su gusto. La
señora es muy DISGUSTADA.

En inglés fastidious.

Disímbolo, la. adj. Diverso, diferente, desconforme.

Un escritor sudamericano criticó el uso de esta palabra en México, calificándola de


disparate. En efecto, el Diccionario no la trae; pero se encuentra en el de Autoridades,
en Terreros y en Salvá.

«DISSYMBOLO, LA. adj. Dessemejante, y muy diferente en la naturaleza ó


propriedades» (Dicc. de Aut.). Cita pasaje del León Prodigioso de Gómez de Tejada,
que data de 1636. «DISSIMBOLO, desemejante» (TERREROS).

«Los disculpo por haber tenido que coordinar en sus historias generales tantos y tan
disímbolos sucesos» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, c. 18).
«Nos ensartó tantos y tan disímbolos chascos que le pegara al pobre hambriento, que...»
(Diario de México, tom. VII, p. 228). «La concurrencia aquella era hasta cierto punto
disímbola, porque no todos se conocían mutuamente» (FACUNDO, Gentes, tom. II, c.
1). «Sin embargo, existen lenguas tan disímbolas como el otomí y el nahoa» (OROZCO
Y BERRA, Hist. Ant., tom. II, p. 449) «Así vienen á explicarse las semejanzas entre las
civilizaciones yucateca y mexicana, tan disímbolas en las épocas anteriores» (ID., ib.,
tom. II, p. 521). «Aquí hay un mito religioso concretado de elementos disímbolos» (ID.,
ib., tom. III, página 54). «En el patio se movía una multitud caprichosa que parecía un
sueño fantástico por lo disímbolo de sus trajes» (G. VIGIL, Cuentos, p. 72).
-180-

«Así se explica muy bien


Lo disímbolo del plan».

(Don Simplicio, agosto 15, 1846)

Disparada. f. Acción y efecto de disparar o dispararse, por partir con precipitación.

Río de la Plata. GRANADA, p. 205.

Disparejo, ja. adj. fam. Desigual. Aplícase comúnmente a superficies no lisas, y a lo que
no forma pareja. El piso está DISPAREJO. Estos guantes son DISPAREJOS.

«Tiene el pelo á la Tito


De almizcle perfumado
El fleco disparejo
Hasta las cejas largo».

(Diario de México, tom. I, p. 335)

Úsase en Bogotá (CUERVO, § 596), en Guatemala (BATRES, p. 251), en Chile


(RODRÍGUEZ, p. 194) y en el Perú (ARONA, p. 187). Este último autor se expresa así:
«Tenemos el sentimiento de participar á nuestros lectores, que este adjetivo que tanto
usamos no se encuentra en el Diccionario. Allí sólo figura desparejo, y todavía con esta
desdeñosa despedida: adjetivo anticuado: desigual».

Ni DISPAREJO ni desparejo están en el Diccionario (ed. 11.ª y 12.ª). La cita de Arona


corresponde al Diccionario de Salvá. La Academia da solamente Desemparejar,
desigualar lo que estaba o iba igual y parejo; y Desparejar, deshacer una pareja.

Rivodó (p. 67) opina que ambos pueden usarse indistintamente.

† Disperso. m. Soldado que en un encuentro se separa de la formación y abandona su


bandera. Recoger los DISPERSOS. Nuestra pérdida fue de cien hombres, entre muertos,
heridos y DISPERSOS.
† Distraído, da. adj. vulg. Roto, mal vestido; menos que desharrapado.

«Mi asiento estaba enfrente del de aquella mujer tan distraída [...] que aunque aseada,
estaba de enaguas viejas, rebozo lo mismo» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 145).

Disvariar. n. Desvariar, delirar.

Bogotá. CUERVO, § 708. Cuba. PICHARDO, p. 134. Guatemala. BATRES, p. 253.


Rivodó (p. 142) le considera tan correcto como desvariar.

† Diurno. m. Guardas DIURNOS se llamaban los individuos de un antiguo cuerpo de


policía que sólo durante el día estaba de servicio; pero el público no les daba más
nombre que el de DIURNOS. Fueron reemplazados por los gendarmes, y con gran
ventaja.

«Los diurnos hacen lo mismo que los antiguos policías que llamaban aguilitas»
(PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 19, p. 257 nota). «Me convierto en un asesino vulgar que
tiene que temblar ante el más asqueroso diurno que se me pare delante» (FACUNDO,
Jamonas, tom. II, cap. 14).

† Doblar. a. fam. Derribar a uno, muerto o herido, de un balazo.

«Tacho desde luego dobló á uno de un balazo» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 363). «A este
tiempo salió Pepe, que al oir el tiro y ver valonearse á su hermano, se figuró que lo
habían doblado» (Id., tom. II, cap. 5, p. 139). «Ya no tuvo más tiempo para pensar, sino
que doblando al primero que se le acercó, aventó la carabina» (Id., tom. II, c. 7 bis, p.
203). «Yo quería ir á buscar mi tercerola para ver si lograba doblar siquiera uno»
(PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 6).

Docilitar. a. Convertir en dócil al que no lo era. Más usado como pronominal: Al fin SE
DOCILITÓ a hacerlo que yo quería. Cevallos (p. 58) corrige esta palabra, y pone
docilizar. Ninguna de las dos está en los Diccionarios de la Academia, ni en
Covarrubias, Terreros y Salvá. Hallo únicamente docilizar (rendre docile) en el
Diccionario español-francés de este último autor (1856); mas no puede saberse si es
suyo o del adicionador.

Doctitud. f. Calidad de docto.

«Tanta era la satisfacción que tenían de su doctitud, que sin más instancia ni apelación
se ejecutoriaban las más de sus determinaciones» (MOTA PADILLA, Hist. de la N.
Galicia, capítulo LV, n.º 1). «Todos regnícolas y de especial opinión en orden á doctitud,
discernimiento y veracidad» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2,
cap. 20).

† Doctrina. f. «En América, curato colativo servido por regulares. || En América, pueblo
de indios convertidos, cuando todavía no se ha establecido en él parroquialidad ó
curato». Estas acepciones del Diccionario merecen la nota de anticuadas, porque ya no
existen tales DOCTRINAS, aquí a lo menos.
† Doctrinero. m. «Párroco regular que en América tiene á su cargo un curato -181- ó
doctrina de indios» (Dicc.) Ya no hay DOCTRINEROS.

† Domiciliar. a. Hablando de cartas, poner en la cubierta de ellas cuál es el domicilio de


la persona a quien van dirigidas.

Dominguejo. m. Dominguillo. Salvá le trae.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 195 (en otra acepción). RIVODÓ, p. 69.

† Domingo. SALIR CON UN DOMINGO SIETE, fam., salir con un desatino; con una
pata de gallo. Salvá le da como propio de algunas partes de América.

«No luego salgamos con un domingo siete» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, cap. 4).

† Domínico, ca. adj. No hay aquí quien se atreva a pronunciar dominico, por
dominicano, religioso de la orden de Santo Domingo, sino DOMÍNICO.

Bogotá. «Dícese dominico, por dominicano, á diferencia de domínico, adjetivo que


significa lo propio del Señor» (CUERVO, § 12). Perú. ARONA, p. 187. Ecuador.
CEVALLOS, p. 58. Chile. AMUNÁTEGUI, p. 148.

† Donde. «En esta frase: Cuando lo vi ¿dónde iba á figurarme que estaba para morirse?
el dónde ha usurpado el oficio de cómo. Parece corrupción ó arcaísmo en lugar de de
donde. ¿Dónde sabes que el león es así como tú dices? (Calila é Dymna)» (CUERVO, §
393).

Lo mismo observan Batres (p. 259), Pichardo (p. 134), Macías (p. 475) y Merchán (p.
240). Aquí es muy común ese uso del DONDE, que el pueblo convierte a menudo en
onde.

«No; ¡qué ha de decir! Ni onde va á echar de menos una botella» (FACUNDO, Baile y
Cochino, cap. 7).

V. ADONDE.

Aun tiene otro uso vulgar, bien extraño, como frase de encarecimiento, en vez de ahí
tiene Vd., o además de eso.

«Yo no sé si nos debíamos ir, decía una fregatriz [...] onde que ha fregado una todo el
día, que todos mis trapos los tengo empapados» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 7).
«¡Qué calor! ¿no, mialmas? No hay gota de sombra [...]. Donde, que vengo desde
lejísimos [...]. Donde que después tuve que ir al Sagrario» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
páginas 79, 80).

Ese onde o DONDE, sirve a menudo, entre el vulgo, para indicar que sobreviene de
improviso algo desagradable. Estábamos platicando, y ONDE que llega D. Sinforiano y
nos encuentra.
† Dragona. f. Adorno que se ponía en la abertura de la manga, o sea en la bocamanga.
Consistía en un ruedo, por lo común de terciopelo, ya circular, ya con diversos recortes,
y orlado de fleco.

«Robo. El día 10 del corriente [...] una manga morada con dragona verde, fleco y galón
de oro» (Diario de México, tom. III, p. 56). «Concluyendo este lujo con una famosa
manga de paño azul con dragona carmesí y fleco de oro» (PENSADOR, Quijotita, cap.
15). «El último me dió una famosa manga de paño de grana, con su dragona de
terciopelo negro, guarnecida con galón y flecos de plata» (ID., Periquillo, tom. IV, cap.
9, p. 123). «Una magnífica manga morada con su dragona verde de terciopelo con
flecos y muy buenos bordados de oro y galones» (Astucia, tomo II, cap. 8, p. 275).

Dragonear. n. fam. Ejercer a veces alguna profesión u oficio que no es el propio.


DRAGONEA de médico, de maquinista. Acaso este uso del verbo viene de que en la
milicia los dragones, aunque son soldados de caballería, pelean también en ciertos casos
a pie, como infantería. El verbo no está en el Diccionario; pero sí en Terreros, quien le
define así: «DRAGONEAR ó GARZONEAR, en la milicia es hacer el soldado oficio de
cabo de escuadra; éste de sargento; y un oficial el de ayudante».

Bogotá. Cuervo (§ 762) le da los equivalentes darla, echarla, mangonear. Chile.


RODRÍGUEZ, p. 198; SOLAR, p. 53. Ecuador. CEVALLOS, p. 58. Guatemala.
BATRES, p. 261. Rivodó (pp. 36, 70) le tiene por castizo y propone su adopción.

Draque. «m. p. Méj. Aguardiente muy aguado». Así Salvá. Macías (página 477) dice:
«Aguardiente con azúcar. Bebida refrescante hecha con agua, azúcar y aguardiente, á la
que algunos le agregan zumo de limón». Medrano (p. 35) escribe: «Drague. Así llaman
al aguardiente de caña aguado, á veces endulzado; lo que suele aplicar el empirismo
como remedio para algunos males de estómago. Draque trae el Diccionario -182- [de
Salvá] como voz usual en México».

No sé si antiguamente correría aquí la palabra: lo que es hoy nadie la conoce.

† Droga. f. Trampa, fullería. Esta acepción de la voz está en el Diccionario y es


corriente aquí; pero le damos además la de deuda. Contraer DROGAS, llenarse de
DROGAS, y más comúnmente endrogarse, es adeudarse, entramparse.

«Este sencillo labrador le dió mil gracias por tantos favores, sintiendo al mismo tiempo
la droga que á su parecer tenía contraída con el cura» (PENSADOR, Quijotita, cap. 15).
«No hacía más que gastar, contraer drogas y callar» (ID., ib., cap. 31). «Y esto sin
trabajar en nada ni contraer drogas» (ID., Catrín, cap. 12). «Fuérase de droga, de
limosna, ó como se fuese, ella la alimentó» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 17). «A
costa de mil drogas y mil bochornos» (ID., ib., página 18). «Además tenía mil drogas
personales que la señora se excusaba á pagar» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 174).

HACER DROGA no es sólo adeudarse, sino estafar, dejar de pagar lo que se debe: Le
vendí un ropero, y me le HIZO DROGA; es decir, jamás me pagó el precio.

«Si uno anticipa dinero para los materiales de la obra, lo juegan, lo beben, y lo que es
peor, lo hacen droga» (Diario de México, tom. I, p. 238). «La miseria me obligó á hacer
algunas drogas» (PENSADOR, Catrín, cap. 7). «Ha tenido varios atrasos de drogas que
le han hecho» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 215). «Los percances comunes de pérdidas de
animales, drogas de algunos marchantes, etc., no es fácil poderlos evitar» (Id., tom. II,
capítulo 6, p. 146).

«Aquí yace Blas Quiroga.


¡Hasta el entierro hizo droga!».

(PLAZA, «Epigramas»)

«Vivía el infelice
Haciendo más drogas,
Que las que almacenan
Las boticas todas».

(ID., «Talento en las corvas»)

«A las deudas llaman drogas,


Y al que las tiene droguero!
¡Ay, qué hermosa droguería
Podría abrir nuestro gobierno!».

(SOMOANO, p. 67)

Perú. ARONA, p. 190. Chile. RODRÍGUEZ, p. 198; SOLAR, p. 54.

† Droguero, ra. adj. Tramposo, fullero, mal pagador. Úsase mucho como sustantivo.

«Por eso vemos tantos drogueros, tantos rufianes» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, c.
9, p. 100). «Al lenón y al droguero le son útiles sus disimulos» (ID., ib., tom. IV, cap. 4,
p. 53). «Los mariditos, los petardistas, los drogueros» (FACUNDO, Mariditos, concl.).

Perú. ARONA, p. 190.

V. DROGA.

Duce. m. y f. DUCE por dulce suele oírse todavía entre el pueblo, y es forma anticuada.

«Es un género [el mezquite] á manera de algarroba, muy duce y sano». «Cirgüelas
amarillas y coloradas, duces». «Guayaba es una fruta redonda y con pepitas duces»
(Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Grande abundancia de fuentes muy apacibles á la vista,
todas de agua duce» (Descr. de Iztapalapa, 1580, MS.). «De lo que han sembrado de
Castilla, se dan muy bien, que son naranjas duces y agras [...] cañas duces de Castilla»
(Descr. de Mizantla, 1579, MS.). «Ciruelas y cañas duces y otras cosillas». «Cañafístola
y higos y cañas duces» (Descr. de Teozacualco, 1580, MS.). «Tiene dos esteros de agua
duce» (Descr. de Zacatula, 1580, MS.).

«Con tan feliz y con tan duce hartura,


Que aunque saciados, al estar bebiendo,
Beber aun más y más están queriendo».

(Diario de México, tom. I, p. 127)

Bogotá. Cuervo (§ 761, p. 521, nota 2) dice que Valbuena usa duce en la Grandeza
Mexicana, cap. 6.

El pasaje es éste:

«Entre amapolas rojas se trasluce


Como granos de aljófar en la arena
Por el limpio cristal del agua duce».

† Dulces cubiertos llamamos a los que en España dulces secos. Pera CUBIERTA,
durazno CUBIERTO. Los fabricantes dicen CUBIERTO, cuando se trata del conjunto
de diversas frutas cubiertas. Tres libras de CUBIERTO.

† Durmiente. m. En sentido especial, «TRAVIESA: cada uno de los maderos que se


atraviesan en una vía férrea para asentar sobre ellos los rieles» (Dicc.). Comienzan ya a
usarse de acero.

Guatemala. BATRES, p. 263.

E
† Echador, ra. adj. Vanaglorioso, fanfarrón, jactancioso: que promete lo que no ha
de cumplir; que hace alardes de poder, de riqueza o de prendas que no tiene.
«¿A que no va? -Éste es echador. -¡Echador! -¿Quieres verlo? -¿Apostamos? -Lo
que quieras. -Te vas para atrás. -¡Qué me he de ir!» (FACUNDO, Ensalada de Pollos,
tom. II, cap. 1).
† Echarse A PERDER. Pervertirse. El muchacho SE ECHÓ A PERDER con las
malas compañías.
ECHÁRSELA DE LADO. fr. fam. jactarse, vanagloriarse.
Editar. (Del lat. edere). a. Sacar a luz una obra ajena, y cuidar de su impresión. Es
voz muy generalizada ya, y empleada por buenos hablistas, como el Sr. Caro, de Bogotá
(Repertorio Colombiano, tom. I, p. 448). Baralt, que en todas partes veía galicismos, la
condena, por ser traducción o calco del verbo francés éditer. Si hubiera subido un poco
más, habría encontrado que ambas traen su origen del latín. Mas no pudiendo menos de
reconocer que hace falta, porque publicar o dar a la estampa tanto significa publicar una
obra propia como una ajena, propone para lo segundo dos palabritas flamantes que
nadie ha aceptado: edicionar (de edición) y editorar (de editor). Ortúzar participa de la
opinión de Baralt (a quien cita) en cuanto a tenerla por calco del francés éditer. Mas
como es útil y de buen origen, acabará por tomar asiento en el Diccionario.
† Editorial. m. Artículo de fondo, en los periódicos.
«No hay más que echar mano de ellas [...] para confeccionar discursos
parlamentarios, editoriales, planes de pronunciamiento y proclamas» (FACUNDO, El
Aseo, el Ayuntamiento, etc., p. 218).
Palabra usadísima y útil. Salvá la trae, y además la recomienda en el prólogo, p.
XIV. Rodríguez (p. 200) opina que no es más que la sustantivación del adjetivo
editorial, «perteneciente al editor»; añade que es de uso tan común en América como en
España, y recomienda su admisión en el Diccionario. Rivodó (p. 70) opina que «falta»
la acepción. Ortúzar asegura que es de mucho uso.
† Efecto. m. Con perdón de la Academia, EFECTOS PÚBLICOS, por papel del
Estado, es traducción sospechosa del francés effets publics. Ellos dicen bien, ya que por
effets entienden documentos en que consta una promesa de pago; mientras que en
castellano (testigo el Diccionario) EFECTO no es más que artículo de comercio,
mercancía. Si por acá se dijese que alguno tiene EFECTOS PÚBLICOS, nadie sabría de
qué se trataba.
Eguijón. m. ant. Patilla, charnela de la hebilla; hoy decimos hebijón.
«A las ocho de la mañana, el eguijón de una de mis hebillas se salió» (Diario de
México, tom. II, p. 250). «Compré un pomo nueva para mi caña, y un eguijón para mi
hebilla» (Id., p. 251).
Ejecutista. m. y f. Voz moderna inútil y poco usada: el que toca con perfección un
instrumento.
«El piano [...] pulsado por inspirados ejecutistas» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, c.
13).
† Ejecutivo. m. Muy usado, como sustantivo, en lugar de Poder ejecutivo, «el que
tiene á su cargo gobernar el estado y hacer observar las leyes». Así el Diccionario; pero
a EJECUTIVO no atribuye otra acepción que la de «que no da espera ni permite que se
difiera á otro tiempo la ejecución».
† Ejemplar. a. ant. Dar ejemplo.
«Iban cargados de dones, bienes y de dignidades, ejemplando á los demás para que
haciendo -184- lo mismo esperasen semejante galardón» (J. B. POMAR, Rel. de
Tezcoco, p. 34).
* Ejote. (Del mex. exotl, frisol o haba verde. MOL.). Vaina del frijol cuando está
tierna y es comestible. En Andalucía habichuela.
Costa Rica. FERRAZ, p. 62. Guatemala. BATRES, p. 264.
Electricista. m. y f. Persona práctica en el conocimiento de la electricidad y sus
aplicaciones; médico que cura por medio de la electricidad. Esta palabra, tan usada hoy,
no ha entrado en el Diccionario. En México se conocía y usaba hace un siglo.
«Véanse las obras de Sigaud de la Fonde y demás autores electricistas» (ALZATE,
Gaceta de Literatura, 3 de julio, 1793). «Demuestran los electricistas que el fluido
eléctrico se comunica más bien en razón de la superficie y de la longitud, que de la
masa» (Diario de México, tom. VI, p. 87).
Elevador. V. ASCENSOR.
ORTÚZAR. RIVODÓ, p. 70.
* Elote. (Del mex. elotl. MOL.). m. Mazorca tierna de maíz que, cocida o en
guisos, se consume en grandes cantidades, como alimento de la gente común, y aun de
personas acomodadas que gustan de este manjar. Trae la voz Terreros.
«[Cuando] el maíz está en leche lo cuecen y asan, y sirve de sustento y regalo,
como defacto lo es para los hijos del país esto que llaman elotes verdes» (BEAUMONT,
Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 3, cap. 1). «Hay elotes desde Marzo hasta
Diciembre» (FACUNDO, Mariditos, introd.). «Y esa boquita y esos dientes que parecen
granos de elote» (DELGADO, La Calandria, IX).
Guatemala. BATRES, p. 265. Costa Rica. FERRAZ, p. 63.
Elucubración. f. Quiere Baralt que no se diga ELUCUBRACIÓN, sino
lucubración. Oigámosle: «Así dicen hoy algunos, del francés élucubration, á lo que
siempre ha sido en castellano lucubración, esto es, la acción y efecto de lucubrar, y la
obra de ingenio que se trabajó velando [...]. Díjose del latino lucubratio, tarea, trabajo de
ingenio, corporal ó de manos, que se hace de noche, velando: y la obra que así se
trabaja». Si al latín vamos, tanto hallaremos elucubratio como lucubratio; bien que el
primero no sea de la buena latinidad, aunque sí lo es el verbo elucubrare.
Realmente hoy se usa mucho llamar ELUCUBRACIÓN a la meditación detenida y
profunda, hágase de día o de noche, y jamás se aplica ese nombre a trabajo corporal o
de manos. Lucubración es poco usado. Parece que podremos decir ELUCUBRACIÓN
sin ofender a nadie, pues ya la Real Academia ha oído el vocablo en ocasión solemne, y
a su sombra corre impreso.
«¿No se encontrará un hilo en semejante laberinto? Existe, si no me hago ilusión, y
duéleme que no haya habido quien, asiéndose á él, se tomase la molestia de caminar con
pie seguro, recorriendo todas las sinuosidades en que se desliza y pierde la crítica, para
comunicar al público el resultado de sus elucubraciones» (Discurso de recepción de D.
ALEJANDRO OLIVÁN: incluido en la colección publicada por la Real Academia, tom.
I, p. 16).
Rivodó (p. 142) juzga que ambas formas son correctas; pero nota diferencia en sus
significados. Dice así:
«ELUCUBRACIÓN. ELUCUBRAR. El Diccionario sólo trae lucubración y
lucubrar; mas aquellas formas son también correctas, y aun puede establecerse alguna
diferencia entre el significado de unas y otras. Lucubración significa literalmente el
trabajo ó labor que se hace velando á la luz, y elucubración parece más propio para
expresar el efecto de ese trabajo, la obra que se lucubró. Lucubración indica la
gestación, y elucubración el parto. Se puede lucubrar sin que resulte elucubración
ninguna. De lo cual resulta que decir: he aquí mis elucubraciones, valdría tanto como
decir: he aquí el resultado de mis lucubraciones».
La distinción de Rivodó se funda, sin duda, en el significado del afijo o preposición
e = ex; mas hasta ahora no la apoya el uso. Según esa doctrina, el verbo elucubrar
vendría a significar, «dar á luz el resultado de las lucubraciones», y elucubré una obra
valdría tanto como «publiqué una obra que había lucubrado». Por el texto de Oliván se
ve que no opinaba como Rivodó: para aquél las voces de que tratamos son
completamente sinónimas. Arriba he apuntado la significación que a mi parecer tiene,
conforme al uso.
Michelena (p. 29) y Batres (p. 266) opinan contra elucubración.
Elucubrar. n. Meditar seria y detenidamente. -185- Úsase más como activo:
ELUCUBRAR una obra.
V. ELUCUBRACIÓN.
† Embalar. a. Introducir la bala en un cañón sin poner carga de pólvora, sea por
descuido, o con el fin de inutilizarle temporalmente, cuando hay que abandonarle, e
impedir que el enemigo pueda valerse de él. Úsase también como pronominal. A poco
se EMBALÓ una pieza.
Emballestadura. f. Enfermedad incurable del caballo (o mula), que consiste en
una debilidad de las manos, que le hace traerlas dobladas sacando las rodillas hacia
adelante. Tales bestias son peligrosas de montar, porque tropiezan a menudo y llegan a
caer; todas acaban por inutilizarse para el trabajo.
Emballestarse. pr. Contraer una bestia la enfermedad llamada emballestadura.
«¿Qué tienes, hijo? le dijo D. Juan: parece que estás emballestado» (Astucia, tom.
I, capítulo 3, p. 49).
Embanquetar. a. Poner, construir banquetas o aceras en las calles.
«Para empedrar y embanquetar la ciudad se necesitan veinte millones de pesos»
(FACUNDO, El Regidor, p. 207).
† Embarcar. a. Por extraño que parezca, es cierto que el comercio usa de este
verbo para expresar que se ha despachado por ferrocarril cualquier mercancía. Ayer
EMBARCAMOS por el Ferrocarril Central el pedido de Vd. No he hallado en
diccionarios tal acepción; pero según Rivodó (p. 28) se dice corrientemente
embarcadero de un ferrocarril. Ortúzar (con referencia a otro autor) reprueba ese uso
«porque no es posible embarcarse donde no hay barcos». Con todo, tenemos en el
Diccionario, que EMBARCAR, en sentido figurado, es «Incluir á uno en una
dependencia ó negocio», y éste no es barco. También puede desembarcar lo que no sale
de un barco. El Diccionario nos enseña que la escalera desembarca en la meseta; y en el
de Autoridades tenemos: «Metafóricamente se usa por salir del coche ú otra cosa».
Embarcenar. n. Ejecutar cierta especie de bordado, entresacando los hilos de la
tela y haciendo luego en ella, con lana o seda, labores matizadas. Desusado.
«Podrían con mejor fruto aprovechar el tiempo que gastan en aprender á bordar,
deshilar, labrar, embarcenar, ensartar chaquira y hacer florecitas de seda ó de papel»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 12).
Embarradilla. f. Oblea blanca, grande, doblada por medio a manera de empanada
entreabierta, y rellena de dulce de leche, huevo, coco, guayaba, etc.
† Embarrar. a. Untar, cubrir o manchar con barro, dice el Diccionario; y
atendiendo a la etimología no debiera tener otra acepción. Mas el uso quiere que
EMBARRAR se tome también por untar, manchar con cualquier cosa, particularmente
si es sucia. Cacerola EMBARRADA de manteca. Cuerda EMBARRADA de sebo. Los
pintores dicen EMBARRAR, por dar la primera mano con pintura de aceite. Sustituye,
pues, en muchos casos a embadurnar, muy poco usado aquí. La Academia misma parece
autorizar la extensión del significado, pues dice: «EMBADURNAR. Untar, embarrar».
El Diccionario de Autoridades define mejor el verbo embadurnar, y le asemeja mucho a
nuestro EMBARRAR: «Untar con cosas líquidas algo espesas y asquerosas, sin orden ni
método, pringando y ensuciando, más que pintando á hecho».
Medrano (p. 35) reprueba la acepción.
Úsase también como pronominal. Me he EMBARRADO de miel la ropa.
2. met. fam. Complicará alguno en un delito o negocio feo, revelando la parte que
tuvo en él. Fulano, en su declaración, EMBARRÓ a zutano. Algo se acerca esta
acepción a la segunda de EMBARRADOR, en el Diccionario.
Embijado, da. adj. Significa pintado o teñido con bija (achiote); pero aquí se
aplica además a la obra en varios tomos cuyas pastas no son iguales. Ejemplar
EMBIJADO. Dícese también de la baraja compuesta de naipes desiguales.
-186-
«Una baraja embijada» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 20).
Embije. m. Acción y efecto de embijar y embijarse.
«Realzaba la fealdad de tan extravagante vestuario el embije con que teñían y
pintaban su cuerpo de encarnado, negro y otros colores diferentes, que unidos á sus
ornamentos los hacían aparecer en la figura más abominable» (Noticia de la California,
pte. I, § 7).
Embizcarse. pr. Ponerse bizco.

«Que el más mejor pierde el tino,


Y pierde el paso y se embizca».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance de la Centella», p. 196)


† Embolar. a. fam. Emborrachar. Úsase también como pronominal.
«Van á embolar al padre, dijo una polla» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 4).
† Embonar. n. Para el Diccionario no es más que mejorar, hacer buena una cosa:
acepción en que jamás le he oído. Por EMBONAR entendemos encajar bien una cosa en
otra; convenir a una persona, sentarle bien, agradarle. Son muy conocidas las décimas a
cierto cura que tenía en una mampara la pintura de una dama dormida con una flecha en
la mano; las cuales comienzan así:

«No te embona, amigo cura,


Esta mujer retratada, «Con
el Porque siempre es arriesgada
trabajo De aquestas cualquier pintura». de un
día gana
para
alimentarse una semana con los manjares que le embonan, que le agradan, y á que está
acostumbrado su paladar» (Diario de México, tomo IV, p. 111).

«Si á alguno su conducta no le embona».


(Id., tom. VII, p. 384)
Lo
mismo en Cuba, según Pichardo (p. 135) quien trae además el refrán «Al que le venga el
sayo, que se lo embone».
† Emborracharse los colores, se dice cuando por haberse lavado o mojado una
tela matizada, las tintas más oscuras extienden parte de su color a las más claras y las
ensucian.
Emborrascarse. pr. Hablando del tiempo, anunciarse, sobrevenir una borrasca; de
un negocio, trastornarse, correr grave riesgo de perderse; de una mina, desaparecer de la
veta los minerales ricos.
«La mina se emborrascó, y quedó la cosa en tal estado» (Astucia, tom. II, cap. 1,
página 39).
† Embrocar. a. Ponerse la manga o el zarape a manera de casulla. Úsase también
como pronominal.
«Entró precipitadamente en la sala, haciendo un terrible ruido con las espuelas, y
seguido de una vieja, un payo con su mangota embrocada» (PENSADOR, Quijotita,
cap. 1). «Échese á esa niña en la silla, de grado ó por fuerza: embróquele mi manga»
(Astucia, tom. I, cap. 4, p. 69). «Se embrocó la manga con violencia» (Id., p. 70).
«Llevaba embrocada una manga azul» (Id., p. 77).
† Embromar. a. Detener, retardar el curso de un negocio: quitar a uno el tiempo
con pláticas ociosas cuando está ocupado.
«Pueden salirse al campo ó á hacer lo que les dé la gana, como no sea venirnos á
embromar á las tiendas, particularmente los días de mayor comercio» (Diario de
México, tom. III, p. 268).
En Chile, molestar, disgustar (ORTÚZAR, p. 132). Maracaibo. «Causar perjuicio ó
daño, sea ó no con trapacería y engaño» (MEDRANO, p. 35).
Emburrada. adj. Aburrada.
«No sólo tengo agostando á las manadas mansas, sino que mandé subir las
emburradas, y hasta mis caballos de silla» (Astucia, tomo I, cap. 8, p. 140).
† Embutido. m. Entredós, 1.ª acep. Tira de encaje con orilla por ambos lados, para
coserse a dos telas.
«Embutido ó tira de embutir, y encaje de embutir en la significación de entredós.
No consta en el Diccionario, y es sin embargo usado en muchos países hispanos»
(RIVODÓ, p. 70).
† Eminencia. f. neol. Persona ilustre, notable, que sobresale entre los demás. En
esa acepción es galicismo rematado, de que no faltan ejemplos en nuestros escritores.
Baralt opina que es «menos que galicismo, barbarismo de uso frecuente en periódicos y
en malas traducciones». «EMINENCIAS, añade, son los Cardenales de la Santa Iglesia
Romana».
† Eminente. adj. «De los peligros, riesgos, etc., jamás se ha dicho que son
eminentes, sino inminentes, esto es, amenazantes, -187- próximos. Si se tratase de un
gran peligro no próximo, ¿habría más que decir gran peligro, grandísimo peligro?»
(CUERVO, § 444). El error es evidente; mas no propio del vulgo. Escritores del siglo
XVI incurrieron ya en él.
«Item, si habiendo necesidad, presente ó eminente, se ofreciere alguna limosna
pecuniaria», etc. (Cód. Franc., p. 149). «Los grandes daños y males que sobre los
pasados están eminentes y amenazan» (Cód. Mend., tomo II, p. 71). «No ignoro el
eminente peligro á que se exponen unos hombres de bien y trabajadores» (Astucia, tom.
I, cap. 12, p. 246). «La persecución que tuvo que sostener con eminente peligro de su
vida» (Escritor mexicano contemporáneo).
Rivodó (p. 276) opina que la confusión de eminente con inminente proviene «de
paronimias que tiene el idioma», y cita muchas.
Emocionarse. pr. Sentir emoción.
«En el camino iba notando que [...] estaba profundamente emocionado»
(FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 10).
Rivodó (p. 22) opina que este verbo falta en el Diccionario. Batres (p. 266) dice
que lo usan gentes que presumen de cultas. ORTÚZAR, p. 132.
† Empacharse. pr. fam. Llenarse todo el cañón de un candelero, o parte
considerable de él, con los restos o escurrimientos de la vela.
Empanturrarse. pr. fam. Hartarse de comida.
2. Empantanarse; penetrarse de agua la tierra hasta encharcarse.
† Emparejarse. pr. vulg. Procurarse por medios reprobados lo que a juicio propio
hace falta para completar lo necesario. La cocinera se EMPAREJA con el dinero del
gasto: es decir, sisa para aumentar su sueldo.
«Ya sabes que los catrines son los que se emparejan con las criadas» (DELGADO,
La Calandria, IV).
† Empastar. n. Hablando de terrenos, cubrirse de pasto. Se dice ordinariamente de
la milpa o potrero que antes estuvo sembrado, y que ha vuelto a criar yerba propia para
apacentar ganado. Este potrero está ya bien EMPASTADO.
Guatemala. BATRES, p. 267.
† Empelar. (De pelo). a. Formar una pareja de bestias de igual color para el tiro;
acoplar (2.ª acep.).
«Vine con este amigo á ver las mulas que están agostando en la Soledad: quiere
empelar un tronquito» (Astucia, tom. I, c. 15, p. 311).
2. fig. Hallar una cosa que iguale a otra en cualidades.
«Entre los de su clase no me lo empelan» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162).
3. n. Ser una bestia del mismo color que otra. Esta mula EMPELA con aquella.
Apelar (2.º art.).
Empeñero, ra. m. y f. Dueño de casa de empeño: prestamista sobre prendas.
«¿Qué comerían esos empeñeros y esos agiotistas que tal vez no han aprendido á
hacer otra cosa en toda su vida?» (FACUNDO, Prosperidades funestas, p. 249).
«Recibió la cantidad prestada con un interés que ruborizaría á un empeñero de los más
empedernidos» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 144).
† Empeño. m. Tienda o despacho en que se presta sobre prendas: casa de empeños.
«En esta capital, emporio de los empeños, de las loterías y de los garitos»
(FACUNDO, El Ahorro, p. 135).
2. Acción y efecto de empeñar una prenda.
«En las diligencias del empeño y de la cenada se me fué el tiempo sin advertirlo»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, p. 109).
Empeñolarse. pr. Verbo muy usado en nuestras historias para expresar que los
indios se subían a los peñoles o cerros ásperos y se hacían fuertes en ellos.
«Cuando llegó á sus tierras los halló empeñolados y fortalecidos en una sierra de
increible y espantable aspereza» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XX, cap. 57). «Y
viendo que se habían empeñolado los que se pusieron en fuga , determinó Oñate que en
una mesa á la vista del fuerte del mismo peñol se hiciese una población que sirviese de
contener á los empeñolados» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. IX, n.º 8).
«Apenas pudieron los tequiltecas, que se prometían seguridad, empeñolarse en
Teochinchán» (ID., ib., capítulo X, n.º 3). «Y llegando á un cerro muy alto en donde
estaban empeñolados, les hizo tres requerimientos para que bajasen de paz» (ID., ib.,
cap. XXI, n.º 1). «Propúsoles en nombre de S. M. el perdón de su rebelión como dejasen
las armas y se volviesen á sus pueblos, porque se habían empeñolado en unos cerros
muy altos» (BEAUMONT, Crón. de la -188- Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 4).
«Determinó ir con sus soldados adonde los indios estaban empeñolados. Los indios
empeñolado le enviaron á decir que al día siguiente por la mañana bajarían á verle»
(ID., ib., cap. 8). «Antes bien se empeñolaron entre unas rocas» (ID., ib., cap. 14).
Empeñosamente. adv. m. Empeñadamente: con empeño.
«La buena reputación de mi semblante, más que los respetos de mi casa, los acerca
á mí empeñosamente» (Diario de México, tomo I, p. 12). «Se ocupó empeñosamente en
contrariar la pretendida fusión de puros y conservadores» (ZARCO, pról. al Gallo
Pitagórico, p. XIV).
Empeñoso, sa. adj. Que hace las cosas con diligencia y constancia; dícese
principalmente cuando se trata de negocios ajenos.
«Los sujetos son empeñosos» (Diario de México, tom. V, p. 36). «Encargándose la
dirección de la obra [del cementerio de Sta. Paula] al administrador del mencionado
hospital [de S. Andrés] D. Vicente García, sujeto empeñoso, y el más apropiado para
aquella comisión» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 344, cita).
2. Que manifiesta vehemente deseo de complacer y agradar, o de obtener alguna
cosa.
«Cuanto más fino me manifestaba, más empeñosa, complaciente y querendona me
correspondía» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 67). «Si así fuera no estaría esta muchacha tan
empeñosa por su presencia» (Id., tom. II, capítulo 9, p. 295).
Empetatar. a. Cubrir con petate un piso, y más bien un tercio o bulto cualquiera.
En el Perú (ARONA, p. 199) le toman solamente por lo primero, y lo mismo en
Guatemala (BATRES, página 267). Este último autor dice que «siguiendo nuestro
prurito de hacer verbos» hemos formado EMPETATAR. ¿Tiene mejor derecho el esterar
castellano, que él mismo cita? Si de estera, esterar, ¿por qué no de petate,
EMPETATAR?
† Empinar. a. vulg. Lo mismo que echar de o por la cabeza (V.); pero EMPINAR
arguye siempre mala intención.
Emplástico, ca. adj. Así decimos siempre, y no emplástrico, como escribe el
Diccionario. Tampoco llama nadie esparadrapo a la tela EMPLÁSTICA.
ORTÚZAR, p. 133.
† Empolvarse. pr. fam. Perder algo de la pericia que se tenía en alguna ciencia o
arte, por haber abandonado su estudio o ejercicio. Abogado, médico EMPOLVADO.
† Empotrerar. a. Poner el ganado en potreros para que descanse y engorde.
Cuba. PICHARDO, p. 136; MACÍAS, p. 489. Rivodó (p. 22) dice que este verbo
falta en el Diccionario.
2. Convertir un terreno abierto en potrero cercado.
† Emprender. EMPRENDERLA. fam. Comenzar a caminar hacia un punto algo
lejano, con resolución de llegar a él. Desde allí LA EMPRENDIMOS para nuestra casa.
Empuntadora. f. Mujer que tiene por oficio hacer las puntas o flecos de los
rebozos.
«Próximo á contraer nupcias con una joven empuntadora, recibió Melquiades las
más estupendas é inmotivadas calabazas» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 7).
† Enaguas. f. pl. También se usa en singular. La ENAGUA del vestido.
Perú. ARONA, p. XVI. Cuba. MERCHÁN, p. 240. Cuervo (§ 161) cita pasajes de
Calderón y de Moreto en que se encuentra el singular. Ortúzar le califica de «muy
madrileño».
† Enamorado, da. adj. «Que se diga así del que está lleno de amor por una persona
ó cosa, nada criticable tiene: pero el llamar enamorado al que le gustan mucho las
mujeres bonitas [y aunque no lo sean], y decir que es muy enamorado, no puede pasar.
El propenso á enamorarse es enamoradizo, ó enamoradiza, si de mujer se tratare;
enamorada significa en antiguo castellano ramera» (BATRES, p. 268). El mismo mal
uso hacemos aquí de este adjetivo.
Enamoriscarse. pr. Enamoricarse.
Bogotá. Cuervo (§ 708) le cuenta entre las voces que andan adulteradas.
Guatemala. BATRES, p. 269. Cuba. MERCHÁN, p. 240.
Enancarse. pr. Subir una persona a las ancas de la caballería que lleva ya otro
jinete en la silla.
«Uno de ellos se enancó en el caballo del Grillo, abarcando con los brazos á su
capitán» (Astucia, tom. I, c. 11, p. 213). «Enánquense -189- en este animal, les
mandó Astucia» (Id., tom. II, cap. 4, p. 107).
† Enarcar. n. Templar el arco.
«Fuése corrido para el indio, quien, enarcando, despidió una flecha que no hizo
daño» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. IV, n.º 3).
2. pr. Encabritarse, enarmonarse el caballo.
† Encabezar. a. Dirigir, ponerse al frente, a la cabeza; como ENCABEZAR una
rebelión, un partido.
Ecuador. CEVALLOS, p. 60.
Encabrestar. a. Encabestrar.
ORTÚZAR. Ecuador. CEVALLOS, p. 60.
El Diccionario de Autoridades da a este verbo una acepción que no está en el
Vulgar: «Por analogía es reducir á uno y atraerle á que haga lo que otro desea». Y cita la
Pícara Justina.
«Porque éstos [indios] estaban con sus mujeres y hijos bien tratados y poco
trabajados, y dejándolos ir serían malos de encabrestrar [sic], como lo vemos agora por
experiencia» (FR. FCO. DE BUSTAMANTE, Carta al Emperador [1551], apud Cód.
Franc., p. 205).
† Encampanado, da. adj. DEJAR A UNO ENCAMPANADO, fr. fam., dejarle en
un apuro o en un mal negocio, después de haberle metido en él.
† Encapillar. a. Poner a un reo de muerte en capilla.
† Encarrujado, da. adj. fig. Arrugado, quebrado.
«Y en aquellas lomas estériles y encarrujadas [...] dieron mucho que hacer los
indios á los nuestros» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. VIII, n.º 3).
Encastar. n. Unirse y procrear dos animales de diversa especie. El burro
ENCASTA con la yegua; el chivo con la oveja.
† Encerar. n. Poner velas de cera en los candiles y candeleros de una iglesia. Es
término de sacristanes. Ya está ENCERADA la catedral para la función de mañana.
† Encerrar. a. ant. Reservar el Santísimo Sacramento.
«A las dos de la tarde encerraron el Santísimo Sacramento». «El martes de dicha
infraoctava se encerró el Señor» (GUIJO, Diario, 1656, p. 351). «Fueron á la tarde con
su Provincial á cantar Salve, y encerraron con velas en las manos». «Martes 14 [...] á la
tarde fueron los Padres, y cantó la Salve el dicho Provincial, y encerró» (ROBLES,
Diario, 1688, tom. I, p. 508). «Encerró con la misma congregación el abad D. García de
Legaspi» (ID., ib., p. 509). «A la tarde encerró el Santísimo Sacramento el P. Capetillo»
(ID., ib., tom. II, p. 30). «Sólo se cantó misa de dominica, descubierto el Santísimo
Sacramento durante ella, y acabada, se encerró» (ID., ib., tom. II, p. 247).
† Encierro. m. ant. Reserva (6.ª acep.).
«Domingo 3 fué S. I. á asistir al encierro del Santísimo Sacramento» (ROBLES,
Diario, 1683, tom. I, p. 363).
† Encino. m. No es aquí anticuado, por encina; antes bien es el único nombre que
se da al árbol, y jamás se oye decir encina.
QUÉ HA DE DAR EL ENCINO SINO BELLOTAS, fr. fig. y fam. análoga a la de
pedir peras al olmo: da a entender que de una persona de baja clase y sin educación, o
perversa, no debe esperarse acción noble.
Encobrar. a. Cubrir con una ligera capa de cobre cualquier objeto de otro metal.
2. pr. Tomar sabor a cobre los alimentos preparados en trastos de ese metal.
Encolado. m. vulg. Elegante cursi muy acicalado. En Andalucía paquete averiado.
«En uno de los intermedios vino el comandante agarrado del encoladito que afirmó
que era Bernardo Gaviño» (Astucia, tom. I, capítulo 12, p. 242).
Parece que también se usa en Chile. V. RODRÍGUEZ, p. 227.
† Encomendar. a. En América se tomaba especialmente por dar indios en
encomienda. V. el art. Encomendero en el Dicc., 2.ª acep.
† Encomienda. f. En América era el pueblo que se señalaba a un encomendero
para que percibiera los tributos y aprovechara los servicios personales que aquél debía
dar a la corona real. Las ENCOMIENDAS hacen gran papel en la historia de la América
española; la legislación que las regía varió mucho; nunca pudieron extirparse los abusos
a que daban ocasión. Más que las leyes, el transcurso del tiempo y las -190-
modificaciones del estado social acabaron con ellas.
† Enconarse. pr. Úsale nuestro vulgo por sisar, robar cantidades pequeñas.
«Interesarse en alguna cantidad mezquina ó cosa de menos consideración,
especialmente siendo hurtada: pringarse, ensuciarse.- Semejante acepción, que no
encuentro en ningún Diccionario de nuestra lengua, y de que ya di cuenta en mi
Intraducibilidad del Quijote (página 61), debió mamarla Cervantes en Andalucía,
cuando la empleó, y con la salvedad de "como suele decirse", en la primera parte de su
Ingenioso Hidalgo (cap. XXVII), de esta manera: "¿Quién pudiera imaginar que D.
Fernando, caballero ilustre, discreto, obligado de mis servicios, poderoso para alcanzar
lo que el deseo amoroso le pidiese donde quiera que lo ocupase, se había de enconar,
como suele decirse, en tomarme á mí una sola oveja que aun no poseía?"» (J. M.
SBARBI, Dicc. de Andalucismos, en el Almanaque de la Ilustración Esp. y Amer.,
1893, p. 149).
Cuba. PICHARDO, p. 137; MACÍAS, p. 493.
Encongarse. pr. fam. Encolerizarse con exceso: enfurecerse.
«Parecía un gato encongado» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 179).
† Encornar. a. Encornudar, 1.ª acep.
«En este caso, cuando las mujeres hacen lo que se les antoja á su arbitrio, cuando
tienen á los hombres en nada, cuando los encuernan» (PENSADOR, Periquillo, tom. I,
capítulo 4, p. 44).
Encorozado. m. V. ALCOROZADO.
Encuartar. a. Hacer que una bestia quede con la reata, cuarta o cabestro metido
entre las manos o los pies: enredarla.

«Quiso la fatalidad
Que el [toro] que Miranda lazó
(Chamberín, p. 4)
Por desgracia lo encuartó
Cogiéndolo atravesado».

«Con empeño lo iba guiando


Y nunca me lo encuartaba».
(Id., p. 21)

«Tenía las manos atadas


Y estaba todo encuartado».
(Id., p. 38)
2. fig.
vulg.
Atravesarse en la conversación, cortar la palabra al que la tiene. Dispense Vd. que le
ENCUARTE.
(Diario de México, tom. IV, p. 449).
3. pr. Echar pie o mano la bestia de tiro sobre el tirante, y enredarse en él. También
se dice de la que no es de tiro, cuando se enreda en reata o cabestro, y del que monta esa
bestia.
«Mientras que el comandante estuvo errando lazos, encuartándose, y siendo el más
chambón de todos» (Astucia, tom. I, cap. 12, página 235).
4. fig. Enredarse en un negocio; no saber qué hacerse.
«En fin, me encuartaba, y de todo no resultaría más que un perjuicio» (Astucia,
tomo I, cap. 4, p. 83). «Estoy todo encuartado: no hay salida que dar á este negocio»
(Id., tom. I, cap. 6, p. 103).
V. CUARTA.
Encuatar. a. Aparear (2.ª acep.); añadir.

«Entonces fuí solo yo,


Y dos reatas encuaté».
(Chamberín, p. 35)
V.
CUATE.
Encuendar. a. fam. Concertar una cosa con otra: arreglarlas. Úsase comúnmente
con el adverbio mal. Esto está mal ENCUENDADO.
† Encuentro. LLEVARSE DE ENCUENTRO: atropellar. Se usa en sentido
figurado para significar que alguno arrastró á otro en su propia ruina: o bien, que al
atacar a uno, ofendió al mismo tiempo a otro. Fulano quebró y SE LLEVÓ DE
ENCUENTRO [arruinó] a más de cuatro.
«Si el calor de las disputas [...] no ofuscase á los hombres, hubiera conocido
fácilmente todo esto el autor, y no se hubiera llevado de encuentro la moralidad del
diarista» (Diario de México, tom. IV, p. 412). «He estado impaciente esperando
respondiese el Compasivo, á quien se lleva de encuentro, después de la injusticia con
que traga á las mujeres pobres» (Id., tom. V, p. 200). «Se hubiera llevado de encuentro
[la nave que garró] á los más que tuvieron la suerte de aguantarse» (Id., tom. VII, p. 64.
Y p. 88).
Encuerado, da. m. y f. fam. Desnudo, desharrapado. Decíase, en particular, de
ciertos individuos de la plebe de México (numerosos en otro tiempo) cuyo traje se
reducía a un calzón de lienzo, una sábana y un sombrero de petate.
«Señor Diarista: yo soy un encuerado: anoche dormí en el suelo» (Diario de
México, tom. I, p. 46). «Anda, amigo encuerado, y -191- ten vergüenza, que si la
tuvieras, como la tuvo Adán después del pecado, te vestirías» (Id., tom. II, p. 19).
«Todos eran lobos y mulatos encuerados» (PENSADOR, Periquillo, tomo II, cap. 4, p.
65). «Es un hombre fino, un hombre de bien y un hombre de proporciones: no un
pillastrón vagante y encuerado» (ID., ib., tom. IV, cap. 8, p. 105).
Hablando de mujeres, vestida indecentemente, escotada con exceso.

«¿Viste el incendio de anoche?


Pues, amigo, no fué nada.
(Diario de México, tom. I, p. 27)
Fuego el que aquella encuerada
V. Infernal lleva en el coche».

COIME.
Encuerar. a. fam. Desnudar, o poco menos. También se usa como pronominal.
«Ya se había encuerado para acostarse». «Otros cuatro ó cinco pelagatos todos
encuerados, y á mi parecer medio borrachos, estaban tirados como cochinos por la
banca, mesa y suelo del truquito» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 38).
«Estaban unas mujeres y varias criaturas encueraditas agrupadas» (Astucia, tom. I, cap.
16, p. 389).
Cuba. PICHARDO, p. 137; MACÍAS, p. 494.
Del modo adverbial en cueros hemos hecho una sola palabra.
«Yo estoy encueros y he estado sin conveniencia por servir y acompañar al alma
mía de mi señora» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 18). «Lo llevaron al
depósito casi encueros» (ID., ib., tom. II, cap. 4, p. 60).
* Enchilada. f. Tortilla de maíz aderezada con chile, cebolla, queso, etc.
«Aquellos dos pájaros de cuenta se entregaron con deleite á las enchiladas, al
pulque y á la conversación» (FACUNDO, Gentes, tomo I, cap. 12). «Ni las enchiladas
incitantes [...] despertaron su apetito» (DELGADO, La Calandria, XVI).
SOMOANO, pp. 23, 84.
Las enchiladas de Guatemala corresponden más bien a nuestros envueltos, según la
descripción de Batres, p. 271.
Enchiladora. f. Mujer que prepara enchiladas.
«Bueno será fijarse en [...] las enchiladoras, que parapetadas detrás de un brasero
en la línea que divide la propiedad particular de la vía pública, fríen pambazos,
enchiladas y tripas en un lago de manteca hirviente» (FACUNDO, Comercio y otras
cosas, pp. 94, 95).
V. TAMALERA.
Enchilar. a. Untar con chile, como se hace con las tortillas que llaman enchiladas,
y con las piezas de queso, para preservarlas de los insectos e impedir que se hiendan al
secarse.
ESO NO ES COSA DE ENCHÍLEME VD. OTRA, fr. fig. y fam. usada para
significar que una cosa no es tan sencilla y hacedera como parece. Equivale a la de no
son buñuelos, del Diccionario.
SOMOANO, pp. 23, 84.
Costa Rica. FERRAZ, p. 63.
2. pr. Irritarse, enfurecerse.
V. OJO.
Enchinar. a. Formar rizos, bucles o chinos en el pelo. Usado también como
pronominal.
V. ESCARAPELARSE.
Enchinchar. a. y n. Dar largas a un negocio, sin propósito de llevarle a término:
quitar el tiempo con pláticas inútiles.
«Lo estuve enchinchando largo rato» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 89). «A mi papá
han venido á decirle [...] que tú no te has de casar conmigo; que no estás haciendo más
que enchincharme» (FACUNDO, Mariditos, cap. 4). «Ó nos da el dinero ó lo
despachamos de una vez, y que no esté enchinchando» (ID., Gentes, tom. IV, cap. 3).
V. CHINCHE.
2. pr. Llenarse de chinches.
Enchuecar. a. fam. Torcer una cosa. Úsase también como pronominal. SE
ENCHUECÓ el alfiler.
V. CHUECO.
† Endenantes. adv. t. Trae ya el Diccionario este adverbio como anticuado, y le da
por equivalente «Antes, 1.ª acep.», es decir, que «denota prioridad de tiempo ó lugar».
El vulgo le usa aquí mucho hoy día; mas no como sinónimo de antes, sino conforme a la
distinción que establece Cuervo en el siguiente pasaje: «En Bogotá se hace diferencia
entre endenantes y antes, porque con el primero se denota un tiempo anterior próximo,
en tanto que antes expresa una época ya pasada, sin determinar su distancia al presente»
(§ 399). Cuando aquí se oye decir Vino ENDENANTES, todo el mundo entiende que
esa persona vino hace poco. Antes sirve a menudo como término de comparación:
-192- Vino Juan antes que Pedro. ENDENANTES nunca, ni denota prioridad. Antes es
también adverbio de lugar: ENDENANTES no. Su verdadera definición es: poco ha.
Ecuador. CEVALLOS, p. 61. ORTÚZAR.
Endrogarse. pr. Contraer deudas: entramparse.
«Se empeñan, se endrogan, y aun piden limosna para ello» (PENSADOR,
Periquillo, tomo I, cap. 13, p. 165). «Avergonzándose, pidiendo prestado, endrogándose,
vendiendo y empeñando» (ID., ib., tom. IV, c. 13, p. 173). «El coronel quedó
endrogado» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 9).
Le hallo como neutro, si no es errata. En todo caso, ya no se usa.
«Eso sabía yo bien: deber, destruir, aniquilar, endrogar y no pagar á nadie de esta
vida» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 1, p. 4).
Perú. ARONA, p. 190.
V. BOBÓN.
Enemigo malo (El). El diablo (ORTÚZAR, p. 135). Úsase aquí igualmente, como
puede verse muy al principio del famoso Catecismo del P. Ripalda. Y esa misma
introducción (que todos llamamos El todo fiel) se encuentra, con pocas variantes, en el
Catecismo ordenado por el Concilio Tercero Mexicano (1585). Dice así:

«Todo fiel cristiano


Es muy obligado
A tener devoción
De todo corazón
Con la Santa Cruz
De Cristo nuestra luz
Pues en ella
Quiso morir
Por nos redimir
De nuestro pecado
Y del enemigo malo...».

«Míreme bien: soy más fea que el enemigo malo» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 68).
Enfermada. f. Acción y efecto de enfermar o enfermarse.
«Y lo que es peor, me dí tal enfermada, que fuí á dar al hospital» (Astucia, tom. I,
cap. 13, p. 273).
† Enfermarse. pr. Censúrase el empleo de este verbo en forma pronominal, que es
aquí la corriente, en lugar de la neutra.
«El 9 falleció [...] el Br. José Frances y Rogo [...] enfermero mayor del hospital de
señores sacerdotes de S. Pedro, en cuya iglesia se enfermó» (CASTRO SANTA-ANNA,
Diario, 1752, tom. I, p. 33). «Siempre que tienen que salir á la guerra, la víspera [de]
que marche su regimiento se enfermaran y se enfermaran, así podían decirse misas de
salud en todas las iglesias de la República» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 126).
«Aconteció la desgracia de que se enfermase la señora grande» (Astucia, tom. I, cap. 5,
p. 114). «¿Y qué tal la salud? ¿No se han enfermado por acá?» (FACUNDO, Gabriel,
tom. II, cap. 5).

«¿Pues qué?
Del campo os trajeron,
Que os enfermasteis allí».

(ID., María de los Ángeles, IV)


Bogotá. CUERVO, § 321. Guatemala. BATRES, p. 271. Cuba. MERCHÁN, p.
240. Chile. ORTÚZAR, p. 136. Cuervo advierte que Lope de Vega usa de enfermarse en
Los Tellos de Meneses, 2.ª parte, act. I, esc. 1. He aquí el pasaje:
«Quien puede levantarse
Con bríos montañeses,
Volver quiere á enfermarse
Por otros nueve meses».
ENFERMARSE, tomado absolutamente es, entre señoras, un eufemismo para
expresar que sobreviene el achaque propio de su sexo.
Enfiestarse. pr. Engolfarse en fiestas y regocijos, sin pensar en otra cosa. Es más
usado el participio: Fulano está, o anda, muy ENFIESTADO.
RIVODÓ, p. 22.
Enflautar. a. vulg. Encajar, 5.ª y 7.ª acep. Nos ENFLAUTÓ un discurso que duró
dos horas. Es verbo que se presta a mala interpretación, y vale más no usarle, pues
tenemos encajar que le reemplaza con ventaja.
Bogotá. CUERVO, § 572. Guatemala, BATRES, p. 271.
Enflorar. a. Enflorecer (ant.), adornar con flores. Muy usado y muy aceptable.

«Aquí te aduermes en remanso umbrío


Que abril perenne placentero enflora».
(DELGADO, «El salto de Tuxpango», apud Antología, p. 237)

Enfrascarse. pr. Engolfarse en fiestas, frascas, y diversiones. Fulano anda muy
ENFRASCADO.
Enfrazadado. m. Cobijado con frazada; hombre de la plebe.
-193-
«Hay dos clases de tunantismo: una soez y arrastrada, como la de los enfrazadados
y borrachos, que juegan á la rayuela ó á la taba en una esquina, que se trompean en las
calles...» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, c. 10, p. 117).
Enfrijolarse. pr. fam. Enredarse un negocio, deshacerse, no llegar a efecto.
«Porque según van las cosas, señor, nuestro enlace sabe Dios si al cabo se
enfrijola» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 317). «Nuestro casamiento se puede enfrijolar»
(Id., tom. II, cap. 1, p. 41). «Por una fatalidad se enfrijoló su casamiento» (Id., tom. II,
cap. 5, p. 118).
Engentarse. pr. fam. Aturdirse, entontecerse un rústico al encontrarse en una
reunión de personas distinguidas; o un forastero con el ruido y movimiento de una gran
ciudad.
«Con mucho gusto, contestó todo engentado, abriendo tamaños ojos» (Astucia,
tom. II, cap. 11, p. 344).
Engorda. f. Conjunto de animales vacunos o de cerda que se ponen a engordar
para la matanza.
Chile. ORTÚZAR, p. 136.
† Engrasarse. pr. Contraer la enfermedad incurable llamada saturnismo o
envenenamiento lento de las sales de plomo. Aflige a los mineros que trabajan en
extraer minerales de plata plomosos. El síntoma más notable de esa enfermedad es la
coloración de la piel, que toma un tinte plomizo muy oscuro.
«Y aun los proprios mineros procuran de excusar cuanto pueden á sus negros
esclavos de este peligro porque no se les engrasen» (Cód. Mend., tom. I, p. 250). «Y
pues los propios mineros excusan cuanto pueden á sus negros esclavos deste peligro
porque no se les engrasen, justo es que se excusen de él los hombres libres é inocentes»
(Id., tom. II, p. 27).
† Engreírse. pr. Encariñarse, apegarse a una persona, lugar o cosa.
«Engreído [el niño] con esta costumbre, un día comenzó á llorar y más llorar»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «No debeis engreiros en cosa alguna de esta vida,
supuesto que os ha faltado lo que más amábais» (ID., ib., cap. 25). «¿Qué es la vida para
que vivamos tan engreídos con ella?» (ID., Noches, I, p. 12). «No te vayas á engreir
aquí y profeses; que será enterrarte en vida» (ID., Periquillo, tomo I, cap. 12, p. 145).
Bogotá. CUERVO, § 631. Perú. ARONA, pp. 202, 207. Venezuela. RIVODÓ, p.
272. Cuba. MERCHÁN, p. 240.
Enjalmable. adj. fam. Rústico, áspero, necio.
«No lo creas: seríamos unos enjalmables si tal hiciéramos» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 462). «Nada comprende: es un zoquete, una bestia enjalmable» (Astucia,
tomo I, cap. 8, p. 150). «He sido una bestia enjalmable, un tonto» (Id., tom. II, cap. 1, p.
26).
Enjaquimar. a. Poner la jáquima a un animal.
Enmarquesar. n. joc. Obtener título de marqués.
«Otras menos que tú han enmarquesado de la noche á la mañana» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 20).
Enmendatura. f. Enmendadura.
«Vale tanto como enmendadura» (RIVODÓ, p. 143).
Enojada. f. Acción y efecto de enojarse.
«No puedo ponderar la enojada que me dí al ver cómo aquel maldito en un instante
había descubierto mi sarna» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 6, p. 61).
† Enojos. m. ant. Poét. Molestia, desazón, pena. Corresponde esta acepción a la 2.ª
de enojar.

«¿Qué mirarán los ojos


Que vieron de tu rostro la hermosura
(FR. L. DE LEÓN, «A la Ascensión»)
Que no les sea enojos?».

«Que encallado en el Callao


Estoy con cien mil enojos».
(GONZÁLEZ DE ESLAVA, «Ensalada de la Flota»)
Enojón, na. adj. Que se enoja fácilmente y con frecuencia.
«No sin merecer, de cuando en cuando [...] severa reprimenda de la vecina del 4,
que era [...] la más entremetida y enojona» (DELGADO, La Calandria, I).
† Enraizar. n. Echar raíces: arraigar, 1.ª acep.
Ecuador. CEVALLOS, p. 62.
Enratonarse. pr. Ratonarse: enfermarse el gato por haber comido los ratones que
ha cazado.
2. Llenarse de ratones una casa.
3. fig. fam. Atrasarse un profesor: no conocer los últimos adelantos de su facultad.
† Enrejar. a. Echar rejas o zurcidos en la ropa.
-194-
Enrielarse. pr. Tomar un carruaje, por torpeza del cochero o falta de espacio, la
línea de los rieles de un tranvía, de tal manera que una de las ruedas traseras vaya
rozando con el riel, y en cierto trecho no pueda sobreponérsele y atravesar la vía. Como
en la mayor parte de las calles de México hay tranvía, y aun doble, es accidente común
y peligroso, pues suele causar la rotura del eje o de la rueda. La palabra es nueva y
expresiva.
† Ensabanado. m. Envuelto en una sábana, como acostumbran andar algunos
léperos.
«Desde los nobilísimos condes y marqueses hasta los plebeyos y ensabanados del
baratillo» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 308). «El lépero ensabanado y el lujoso
alabardero de la guardia» (ID., ib., p. 405).
† Ensalada. f. «Y porque en la ensalada echan muchas yerbas diferentes [...] y de
mucha diversidad de cosas se hace un plato, llamaron ensaladas un género de canciones
que tienen diversos metros, y son como centones recogidos de diversos autores. Éstas
componen los maestros de capilla para celebrar las fiestas de la Natividad, y tenemos de
los autores antiguos muchas y muy buenas» (COVARRUBIAS). «Composición métrica,
en que se mezclan muchas especies de versos, lenguas, etc. V. Rengifo, Art. Poét.»
(TERREROS). En las Poesías Sagradas de Hernán González de Eslava hay varias
ENSALADAS: de la Almoneda, de S. Miguel, del Tiánguez, de la Flota, del Gachopín,
de las Adivinanzas.
ENSALADILLA. «Falta el significado de composición jocosa en verso, en la cual
se nombran personas conocidas en el lugar ó población. En esta acepción es expresiva y
concomitante con otras que tiene la misma voz» (RIVODÓ, página 72).
Hace años solían andar manuscritas en México esas ENSALADILLAS, todas
anónimas, siempre satíricas, y a veces muy insultantes.
† Ensartar. a. Pasar hilo, cuerda, etc., por el agujero de una pieza sólida.
ENSARTAR una aguja es tan corriente entre nosotros, que nadie dice enhebrar.
Critícase esta frase; pero es antigua y no exclusivamente nuestra. Covarrubias dice:
«Ensartar, meter en un hilo una ó muchas cosas, como ensartar el aguja, y ensartar
perlas».

«Cuando á la correa
Juegas con los linces,
Si la ensartas pierdes,
Y si no, perdiste».
(OCHOA, letrilla VI)

«Dirás así, voz en cuello,


Más fácil es ensartar
En una aguja un camello,
Que ver ni un solo cabello
Del rico en el cielo entrar».

(Don Simplicio, tom. I, n.º 1)


Cuba. PICHARDO, p. 145; MACÍAS, p. 497.
Perú. Arona (p. 203) dice que también se usa en Chile, mas en Rodríguez no se
halla; agrega que es acepción española, y cita el refrán «La agujita ensartada hace á la
niña juiciada», que se halla en Fernán Caballero.
Rivodó asegura que se dice corrientemente Ensartar una aguja, por enhebrarla,
enhilarla (p. 28).
Guatemala. BATRES, p. 272.
2. Dícese asimismo ENSARTAR, por introducir el toro el asta en persona, caballo,
etc.
† Ensillar A UNO, fr. fig. y fam., sobreponérsele, vejarle, abusar de su paciencia y
tenerle enteramente supeditado. No te dejes ENSILLAR.
† Entablado. adj. m. Dícese del caballo que habitualmente lleva el cuello rígido e
inclinado a un lado.
† Entablarse. pr. Establecerse, tomar su curso. Es frase muy usada la de
ENTABLARSE las aguas, para denotar que ya se han establecido las lluvias; que ha
comenzado y seguirá el «tiempo de aguas».
† Entablillar. a. Formar las tablillas o ladrillos de chocolate.
† Entendimiento. TUPIRSE EL ENTENDIMIENTO, fr. fam. Entontecerse.
«Discurre, Remedios, no se te tupa el entendimiento» (Astucia, tom. II, cap. 2, p.
52).
Enterar. a. Entregar una suma de dinero en alguna oficina pública. Muy usado.
-195-
Enterciar. a. Empacar, formar tercios con alguna mercancía. ENTERCIAR tabaco,
azúcar, etc.
Cuba. PICHARDO, p. 138; MACÍAS, p. 498.
† Entero. m. Entrega de dinero en una oficina pública.
Entiesar. a. Atiesar, entesar, poner tiesa una cosa.
Guatemala. BATRES, p. 275. Ecuador. CEVALLOS, p. 63.
† Entoldarse EL CIELO. pr. Cubrirse de nubes gruesas.
Entompeatada. f. fam. Acción y efecto de entompeatar.
«Estos dioses penates se llaman [...] entompeatada...» (FACUNDO, Isolina, tom. II;
cap. 12).
Entompeatar. (De tompeate). a. fam. Embaucar, engañar a uno.
«La difunta Amalia lo vió simplón, y sin mucha dificultad, ayudada de la
romántica, me lo iban entompeatando» (Astucia, tom. I, capítulo 14, p. 307). «Y ahora,
para entompeatarlos á todos, le vamos á seguir el barreno» (Id., tom. I, cap. 15, p. 353).
«Explíquese, amigo, explíquese, porque más y más me está Vd. entompeatando» (Id.,
tom. II, cap. 3, página 79). «Era capaz de disimular su falta, y hasta ayudarle á
entompeatar á Chepe» (Id., tom. II, cap. 6, p. 173). «Ya no nos entompeate más, amigo
Lorenzo» (Id., tom. II, cap. 7, p. 258). «Yo he sido el primero á quien Vd. ha
entompeatado» (Id., p. 261). «Conque logremos con una buena veteranada entompeatar
al tal visitador, yo les aseguro que dentro de ocho días está todo el gobierno
entompeatado» (Id., tom. II, cap. 8, p. 271). «Era nada menos que la [filiación]
declarada en el expediente de los entompeatados en S. Victoriano y que entompeataron
al gobierno» (Id., página 293). «No dilato en entompeatarlo» (Id., tom. II, cap. II, p.
338). «Esa prevención del cura acabó de entompeatar al secretario» (Id., p. 347).
V. NANA.
Entonado. a. Que tiene entono, presunción, vanidad, arrogancia, y lo deja ver.
Entontar. a. y pr. Entontecer y entontecerse.
ORTÚZAR, p. 138.
† Entrada. f. fam. Embestida, zurra.
«Una noche me dieron tal entrada [en el juego], que no teniendo un real mío,
descerrajé las cajas de la comunidad» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, c. 9, p. 159).
«Se irritó tanto, que las arrebató y les dió una buena entrada de golpes» (ID., Catrín,
cap. 6). «Le daba á Lorenzo unas entradas de latigazos, reatazos ó palos, que por
algunos días lo tenían lastimado» (Astucia, tom. I, cap. 1, página 9).
Entrador, ra. adj. Que tiene ánimo y brío para empresas difíciles y peligrosas.
Aplícase, por ejemplo, al toro que ENTRA o acomete a todo, particularmente a la vara;
al jugador que apuesta gordo; a la mujer que corresponde fácilmente, etc.
«En tí no ve más que una gata bonita, entradora, y buena para querida»
(DELGADO, La Calandria, XXXIX).
† Entramparse. pr. Enredarse en los árboles las plantas trepadoras. Acepción no
común; pero apropiada y significativa.
«Tienen otra [raíz] que se entrampa en los árboles, como hacen las parras ó la
yedra» (Descr. de Tenamaztlán, 1579, MS.).
† Entrar. ENTRAR RECIO, fr. fig. y fam. Acometer con brío: comúnmente se dice
del que come o bebe de algo con exceso.
«Leonor les entra recio á las copitas» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 6). «No
tenga Vd. cuidado, D.ª Panchita, que no le entraremos recio al trago» (DELGADO, La
Calandria, IV).
DE ENTRAR Y SALIR: aplícase a las criadas y costureras que no pasan la noche
en la casa donde sirven.
† Entretela. f. Imp. Acción y efecto de entretelar.
2. Imp. Oficina en que se hace esa operación.
Dícese que la entretela fue inventada (o introducida) en España por el célebre
tipógrafo D. Joaquín Ibarra; pero su discípulo D. Juan José de Sigüenza y Vera no la
menciona en el Mecanismo del Arte de la Imprenta, que publicó en 1811. Aquí la
introdujo en 1827 el impresor norteamericano Cornelio C. Sebring.
Entretelador. m. Imp. El oficial que entretela.
† Entretelar. a. Imp. Satinar: colocar los pliegos impresos alternados con cartones
finos, y apretar reciamente el todo en una prensa, a fin de que desaparezca la huella de
la impresión y cobre lustre el papel.
Entrompetar. a. fam. Emborrachar. -196- Úsase también como pronominal.
«Vamos por él á la oficina. -Y lo entrompetamos» (FACUNDO, Ensalada de
Pollos, tomo I, cap. 12).
† Entroncar. a. Acoplar (2.ª acep.): formar tronco o pareja de bestias de igual color
y tamaño, para tiro. Conseguí ENTRONCAR el caballo.
2. n. Convenir en color y tamaño dos bestias de tiro. Estas mulas no
ENTRONCAN.
3. Unirse un camino de hierro a otro, o un ramal a la línea principal, de suerte que
de allí adelante formen ambos una sola línea.
Cuba. PICHARDO, p. 138; MACÍAS, p. 500.
† Entrucharse. pr. fam. Meterse en negocios ajenos sin derecho, y de ordinario
con mal fin. Probablemente corrupción de intrusarse.
† Envinado, da. adj. De color de vino tinto.
«Estrenó el Sr. Conde de Gálvez el uniforme de inspector general: era de paño
envinado con solapa y vuelta amarilla, y ojales de oro» (Diario del ALABARDERO,
1785, p. 215).
V. CHAMARRA.
† Envuelto. m. Tortilla de maíz aderezada, por lo común, con jitomate: se le pone
encima algún otro guiso, como huevos revueltos, y se arrolla. El conjunto de los
ENVUELTOS vuelve a aderezarse con jitomate, chiles verdes, queso, cebolla,
longaniza, etc.
«Yo costié el almuerzo, que fueron envueltos, guisado de gallina, adobo y pulque
de tuna y de piña» (PENSADOR, Periquillo, tomo IV, cap. 8, p. 106). «Almorzaremos
unos envueltos de chuparse los dedos» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 21).
Enyerbarse. pr. Producir yerba el terreno.
ORTÚZAR, p. 139. Cuba. PICHARDO, página 139. Venezuela. Rivodó (p. 22)
pone este verbo entre los que faltan en el Diccionario.
2. Comer un animal alguna yerba venenosa.
Enzolvar. a. Azolvar. Usado también como pronominal. ENZOLVAR se hallaba
aquí en pacífica posesión, hasta que hace algunos años hubo quien le calificase de
provincialismo disparatado, y desde entonces dejó el puesto a azolvar. ENZOLVAR
será, en todo caso, disparate antiguo, y no de baja extracción.
«Estas cavas debían de ser de grande profundidad, porque con estar, como están de
presente, todas tan arruinadas [...] tienen más de una lanza en alto [...] estando, como
digo, ya ciegas y llenas de tierra con el mucho tiempo que ha pasado y avenidas de agua
que las han ido enzolvando» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. III, c. 8). «Con esto se
logra el que no se ensolven» (ALZATE, Gaceta de Literatura, abril 12, 1790). «Se
registran zanjas muy antiguas, las que estarían ensolvadas, si el hecho fuese cierto»
(ID., ib., febrero 8, 1791). «La falta de cuidado, y el trascurso de más de dos siglos ha
hecho [...] que el canal se ensolve» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 10).
Mota Padilla emplea el verbo en el sentido de embotar.
«De suerte que la artillería ó ensolvaba sus tiros en ellas [las albarradas], ó en sus
riscos, ó las pelotas iban por alto» (Hist. de la N. Galicia, cap. XXIX, n.º 5).
Enzolve. m. Azolve.
Epazote. (Del mex. epazotl. MEND. SIM. Chenopodium Ambrosioides. COLM. y
Farm. Mex., p. 58). m. Yerba aromática (yo diría apestosa) comestible y medicinal. El
Diccionario la llama pazote. Descríbela Hernández, lib. VIII, cap. 40.
Armas (p. 68), Pichardo (p. 20) y Macías (p. 81) dicen apasote. Batres (p. 101)
apasote y pasote.
LAS PALABRAS DEL EPAZOTE, fr. vulg. Declaración de un pretendiente:
proposición de matrimonio. Así se desprende de los antecedentes del texto que sigue;
mas no he oído la frase e ignoro su origen. Me aseguran que en Jalisco es muy usada.
«¿Ya te dijeron, hermana, las palabras del epazote?» (Astucia, tom. I, cap. 15, p.
326).
Epidemiado, da. adj. neol. Herido, acometido de una epidemia. Úsase más como
sustantivo. Sin duda se inventó por parecer más pulcro que apestado; y en realidad hace
falta, por no ser lo mismo peste que epidemia.
Perú. ARONA, p. XVIII.
† Epígrafe. m. Título (1.ª acep.).
Rodríguez, en su Diccionario de Chilenismos (p. 208) censura esa acepción que
damos acá y allá a EPÍGRAFE, y dice, siguiendo al -197- Diccionario, que significa
el resumen que precede a un capítulo, párrafo o discurso, y también la sentencia que
suelen poner los autores a la cabeza de un escrito, capítulo, etc.; y cita un texto de
Amunátegui (M. L.) en que está mal usado por título. Pero Solar (p. 57) defiende la
acepción, y aduce en apoyo de su dictamen un texto de Mesonero Romanos: «Cierto
que el que lea el epígrafe de este capítulo no encontrará el asunto sobradamente
interesante» (Escenas Matritenses, «El patio del correo»).
Equilibrista. m. y f. Que hace equilibrios en público; especie de cirquero.
2. fig. En política, el que procura estar bien con todos los partidos.
Equimite. m. Árbol: variedad del zompantle.
«Varias rocas cubiertas de musgo; y en una, en la mayor, una tosca cruz de
equimite» (DELGADO, La Calandria, XXIII).
Equipal. (Del mex. icpalli, asentadero. MOL. Silla, asiento. MEND.). m. Asiento
de carrizo, otate o bejuco, a manera de canasto invertido, y con respaldo cóncavo. Hay
algunos forrados de cuero. El nombre y la cosa pertenecen hoy al Estado de Jalisco, y
parte del de Michoacán. La forma del icpalli que usaban los monarcas mexicanos puede
verse en varias pinturas, entre ellas las del Atlas de la Historia de las Indias de Nueva
España, de Fr. Diego Durán.
«Poníanlos [los ídolos] á vista del público en sus altares de flores y rosas, sobre
unos icpales ó silletas» (Descr. de Ixcatlán, 1579, MS.). «Fabrican unos chimotlales ó
equipales, muy ligeros, de otates, con sus respaldos de unas varillas entretejidas, y el
asiento de tule ó palma tejida» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, c. IV, n.º 6).
«Completando el ajuar dos sillas de bejuco y un equipal de cuero» (G. VIGIL, Cuentos,
p. 60).
Equívoco. m. Empléase a menudo como equivalente de equivocación, y usado así
se tiene por disparate; porque EQUÍVOCO, sustantivo, es la palabra cuya significación
conviene a diferentes cosas; y, adjetivo, lo que se puede entender o interpretar en varios
sentidos. Pero el disparate es ya viejo: vino de España, y se extendió por la América. En
el Diccionario de Autoridades hallamos que EQUÍVOCO «vale lo mismo que
equivocación», y tanto Terreros como Salvá registran tal acepción, aunque el segundo
como familiar solamente. Dícese asimismo, y mal, estar EQUÍVOCO, por tener
concepto errado; haber incurrido en equivocación. Conducta EQUÍVOCA por la que no
está clara, que cambia, que se presta a diversas interpretaciones, parece bien dicho.
«Lunes 10 entró correo á las siete de la noche con nueva de nao de China, y hubo
equívoco en la catedral; que empezaron á repicar con esquilas: cesó breve, y se tocó
plegaria generalmente» (ROBLES, Diario, 1678, tomo I, p. 252). «El mes pasado por
yerro de imprenta se padeció equivocación [...] conque con esta nota queda este
equívoco enmendado» (Gaceta de México, set., 1735). «Haber podido fácilmente
padecer uno ú otro equívoco en su colocación» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, lib. 2, cap. 18). «Aguarda, que tú estás equívoco» (GRANADOS Y
GÁLVEZ, Tardes Americanas, p. 299). «Muy equívoco debía de estar el V. P.
Basalenque» (ID., ib., p. 304). «Estas palabras, inadvertencia, equívoco, chanza, tontera,
etc., valen un potosí para ahorrarnos un sinfín de cóleras y pesadumbres al cabo del
año» (PENSADOR, Quijotita, cap. 21). «Con esta asidua diligencia se evitarían estos
equívocos mortales» (ID., Periquillo, tom. III, cap. 1, p. 5). «No se puede decir otra
cosa, sino que fué un equívoco de imprenta» (Diario de México, tom. I, página 98).
«Este es un equívoco de bulto» (Id., p. 99). «La carta n.º 494 dirigida á D. Juan
Martínez se sacó por equívoco» (Id., p. 100. Y pp. 124, 244, et passim). «La cosa se
complicaba, y además no quería confesar su equívoco» (Astucia, tom. I, cap. 15, p.
358). «Ratificados los comprobantes de data, y glosadas [las cuentas] en su totalidad, no
resulta diferencia, equívoco ni error» (Id., tomo II, cap. 11, p. 356).
Perú. ARONA, p. 206. Chile. RODRÍGUEZ, p. 208. Guatemala. BATRES, p. 275.
† Erigirse. pr. ERIGIRSE en maestro, en juez, en crítico, son frases condenadas
por Baralt, quien las califica de «francesas puras, y á cual más disparatadas», porque no
se usa en castellano ese verbo con significación reflexiva. También las condenan otros,
entre ellos Ortúzar; pero Salvá las acepta como neológicas, y corren hace tiempo, aquí y
en España. Una de las significaciones de ERIGIR, y acaso la primordial, es levantar, por
lo cual no parece fuera de camino aplicarle al que se levanta y se arroga un poder que no
le corresponde, -198- o que no ejerce de ordinario. ERIGIRSE en juez, en maestro, en
crítico, es tomarse ese carácter, levantarse sobre los demás para juzgarlos, enseñarlos o
censurarlos; y ya se ve que en casos tales no se excusa la forma pronominal. En nuestro
lenguaje parlamentario es ya frase consagrada «ERIGIRSE la Cámara en gran jurado»,
cuando se trata de resolver si hay o no lugar a formación de causa contra un alto
funcionario acusado de algún delito; y entonces toma o asume la Cámara el carácter de
juez que en otro caso no tiene.
«Y no quieran erigirse en supremos magistrados, al mismo tiempo que hacen de
parte en una causa» (Diario de México, tom. II, p. 282). «Si con el tiempo hubiese
mayor número de ellos [toneleros] podrán erigirse en gremio separado» (Id., tom. IV, p.
382). «Cada hombre se juzgara libre para erigirse en superior á los demás»
(PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 1, p. 16). «Se querría erigir en superior á los
demás» (ID., ib., página 18).
En estilo jocoso y figurado (como activo).
«Estábamos en el corral que la compañía de funámbulos había erigido en teatro»
(FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 2).
En España.
«Alfredo de Vigny se erigió con toda la solemnidad de propagandista y apóstol, en
vengador de todos los genios inéditos» (MENÉNDEZ Y PELAYO, Ideas estéticas, tom.
V, p. 345).
V. CHILUCA.
† Erogar. a. Gastar. EROGAR gastos: hacerlos.
† Escalfar. a. Desfalcar; quitar, separar parte de una cosa, en especial de dinero,
propio o ajeno. Usado por el vulgo.
«Escalfaba de su renta de oidor lo que podía de su gasto preciso, y con eso compró
varias tierras» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 20).
Escamocha. f. El Diccionario dice: «ESCAMOCHO. (Despect. del lat. esca,
comida). m. Sobras de la comida ó bebida». Terreros da á escamocho origen
vascongado, y en efecto dice Larramendi: «Es palabra vascongada, escamocha, porque
el escamocho es lo que esperan y piden los sirvientes y otros: de esca, escatu, pedir y
esperar, y mocha, roído, raído y mondado, que es lo que tienen los huesos del
escamocho». Nunca decimos así, sino ESCAMOCHA, conformándonos con el
vascuence; y por esa voz entendemos únicamente las sobras revueltas de la comida: las
de la bebida son bachichas.
† Escarapelar. n. El Diccionario le atribuye únicamente la significación de «reñir,
trabar cuestiones ó disputas y contiendas unos con otros [parece sobrar el unos con
otros]. Se dice principalmente de las riñas y quimeras que arman las mujeres. Ú. t. c. r».
Acá no corre con tal acepción, y sólo le usamos, en estilo familiar, y con forma
pronominal, para significar la sensación que se experimenta al considerarse próximo a
un peligro, o al recibir una emoción inesperada; y más comúnmente al oír un rechinido
desagradable, como el que produce el acto de raer una superficie metálica con un
cuchillo; es propiamente lo que los franceses llaman avoir la chair de poule: frase a que
no he hallado equivalente castellano. Otros dicen enchinarse el cuerpo. Por Cuervo (§
634) sabemos que ESCARAPELAR significa en Bogotá ajar, manosear, deslustrar.
Según Arona (p. 207) es en el Perú «el calofrío que corre por el cuerpo á vista de un
peligro». Rivodó (p. 250) le da como venezolanismo, en la forma escarapulizar,
equivalente de espeluznar. Para nosotros ESCARAPELARSE y espeluznarse no son
sinónimos.

«Y luego que tú me miras


Se me escarapela el cuerpo».
(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance fino», p. 153)
*
Escaupil. (Corrupción del mex. ichcahuipilli, armas colchadas para la guerra. MOL.
Compuesto de ichcatl algodón u oveja, y huipilli, camisa de india. MOL. Como los
mexicanos no conocían la lana, le dieron por analogía el nombre del algodón, y le
hicieron extensivo a la oveja. m. Especie de jubón o chaqueta de algodón acolchado y
basteado, que usaban los indios como arma defensiva, y que los españoles adoptaron.
-199-
«Unas jaquetillas de ñudillos que les cubrían el cuerpo, que ellos llamaban
ichcahuipilli» (J. B. POMAR, Rel. de Tezcoco, p. 49). «Ichcaupiles, que son unas armas
de algodón» (Descr. de Justlavaca, 1580, MS.). «Usaban de rodelas, hiscaguapiles, que
son arneses hechos de lienzo de algodón acolchados» (Descr. de Iztapalapa, 1580, MS.).
«Las armas con que peleaban eran flechas y dardos y rodelas de cañas macizas, y con
escaupiles, que son jubones acolchados, que no los pasan las flechas» (Descr. de
Quatlatauca, 1579, MS.). «Los cuerpos armaban con cueros de venados y tigres y
leones, y algunas veces algunos que llamaban escahuipiles en mexicano, y en zapoteco
pelaga, que son hechos de manta de algodón de tres y cuatro dobleces, y enmedio de
manta y manta una tela del mismo algodón, y muy bastado uno con otro» (Descr. de
Tecuicuilco, 1580, MS.). «Peleaban con macanas y con izcahuipiles ó petos de algodón»
(Descr. de Zempoala, 1580, MS.). «Halló que se componía [la tropa] de doscientos
sesenta soldados de á caballo, bien aviados de armas, unos con lanzas y espadas, y otras
armas que llaman ichahuipiles» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2,
cap. 6). «La armadura consistía en un sayo de algodón colchado, de uno y medio á dos
dedos de grueso, llamado ichcahuipilli, camisa de algodón, que resistía bien á los golpes
de las flechas y á los botes de la lanza: los castellanos los adoptaron bajo el nombre de
escaupil, porque si no eran suficientes contra las armas de fuego, bastaban contra los
proyectiles indios» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant., tom. I, p. 241).
Hallo que también se ponían pedazos de esa tela en las cabezas de los caballos.
«Y ha acontecido tirar á un caballo en que andaba un soldado, y darle en la testera,
que era de un escuaipil muy fuerte, y pasar la flecha la dicha arma» (Descr. de
Querétaro, 1582, MS.).
El nombre pasó a la Nueva Granada, pues le trae Fr. Pedro Simón en el Glosario de
sus Noticias Historiales.
En Costa Rica significa mochila o morral de cazador (FERRAZ, p. 63).
† Escobeta. f. Escobilla de raíz de zacatón, corta y recia, de que se hace mucho uso
para restregar suelos, trastos, etc. Las hay también finas y adornadas, que antes
empleaban las señoras en el tocador, a manera de peine o de cepillo, para desenredar y
asentar el cabello.
«Mis peines, escobetas, pomadas, espejos, tocador...» (PENSADOR, Catrín, cap.
10). «Sigue el tráfico de freganderas, y el ruido de escobetas, que es un gusto»
(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3).
Dase el mismo nombre al mechón de cerda que sale en el papo a los pavos o
guajolotes viejos. Los primeros religiosos hicieron de ellos hisopos, y aseguran que
duraban mucho (MOTOLINÍA, Hist. de los Ind. de N. España, trat. I, cap. 15)
V. FREGANDERA.
ALZAR ESCOBETA, fr. vulgar, concebir gran temor: acobardarse.
«Si nos ven salir creerán que les alzamos escobeta» (Astucia, tom. I, cap. 12, p.
226). «A fuerza de moquetes, alzó escobeta y partió» (Id., tom. II, cap. 1, p. 16).
V. CACARAQUEAR. CHOCOLATE.
Escobetear. a. Fregar con escobeta.
«Escobeteando con fuerza las tablas llenas de alpiste» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
p. 56).
Escoleta. f. Orquesta o banda de música compuesta de aficionados.
«Era también muy afecto á la música, y había creado una escoleta» (D.
COVARRUBIAS, Gil Gómez, cap. 8)
2. Acto de reunirse los músicos para estudiar. Hoy es día de ESCOLETA.
Escoltero. m. ant. Soldado de escolta, o que hace sus veces.
«Descubrió y consiguió saliesen más de doscientos gandules de escolteros, que le
siguieron por los valles que hoy llaman de Jerez» (MOTA PADILLA, Hist. de la N.
Galicia, capítulo VIII, n. 6).
† Escondidillas. f. pl. Escondite, juego de muchachos.
† Escopeta. NO SOY ESCOPETA, fr. fig. y fam. con que se da a entender que no
se pueden hacer las cosas de un golpe, ni más aprisa de lo regular. Se emplea
particularmente cuando alguno interrumpe a otro en la conversación. Voy allá, que NO
SOY ESCOPETA, esto es, déjeme Vd. proseguir, que ya iré diciendo todo
sucesivamente. Aunque no está en el Diccionario, la frase debe de ser española, pues la
trae Salvá.
«Denme tiempo, porque no soy escopeta» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 312).
Cuba. PICHARDO, p. 140; MACÍAS, p. 507.
Escribido. «Participio pasivo masculino regular de escribir, que se conserva -200-
en la fr. fam. ser muy leído y escribido, que significa ser muy docto» (SALVÁ). Acá
usamos siempre la frase en sentido irónico, aplicándola al ignorante que presume de
docto con afectación y pedantería; y si es a mujer, significa bachillera, marisabidilla.

«Mas supongo que junta hemos tenido,


Sus miembros la componen con empacho,
Y más de uno ni es leido ni escribido».
(EL NIGROMANTE, Don Simplicio, tom. I, n.º 1)
«¿Has escuchado lo que te he dicho? Pues todo es tortas y pan pintado, respecto de
una fea leída y escribida» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 100). «[La] echa de muy
leída y escribida» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 285).
Escuelero. m. Maestro de primeras letras. Despectivo y ya desusado.
«Me hallaba en un pueblo enseñando las primeras letras: lo diré más claro: era
escuelero» (Diario de México, tom. I, p. 267). «Después de haber hablado sobre las
calidades del escuelero, esto es, del que ha de enseñar el a, b, c» (Id., p. 275 et alibi).
Cuba. MACÍAS, p. 509.
Escuintle. (Del mex. itzcuintli, perro). m. despect. Perro ordinario, callejero.
«Precedido de su temible Sultán, que desde luego le dió una sacudida á uno de los
escuinclitos del rancho» (Astucia, tom. I, c. 7, p. 121). «Chilindrina había tenido amores
con el Capitán, escuintle horroroso de un zapatero vecino» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
p. 33).
Se aplica a personas por desprecio.
«No ande comprometiendo á estos infelices escuintles, que por un pedazo de pan se
exponen á que les azoten las nalgas, cuando menos» (Astucia, tom. II, cap. 4, p. 109).
«Semos buenos escuintles» (Id., cap. 13, página 395).
† Esculcar. a. vulg. Registrar en busca de algo escondido: se aplica en particular al
registro de las personas. Al salir lo ESCULCARON. En el Diccionario está como
anticuado, con significación análoga a la que aquí le damos.
Bogotá. CUERVO, § 596.
Escupible. adj. Feo, desairado, ridículo, despreciable. Voz de poco uso.
«Suprima Vd. la música, los poetas y los faroles, y los premios quedarían
escupibles» (FACUNDO, Los Faroles, p. 24). «Especialmente cuando Pancho no se
ponía una diadema ó cinta, con lo que acababa de ponerse escupible» (ID., Isolina, tom.
I, cap. 7).
† Escupidor. m. Cohete fijo que hace flama, y a intervalos arroja a lo alto luces de
colores.
Escurrideras. f. pl. Escurriduras. Aguas sobrantes que salen por el extremo más
bajo de los surcos, cuando se riegan los campos. Esta hacienda tiene derecho a LAS
ESCURRIDERAS de tal otra.
V. ACHOLOLES.
† Escurrido, da. adj. fam. Confuso, corrido, avergonzado. Se fue muy
ESCURRIDO.
† Eso. CON ESO, frase muy usada en vez de, a fin de que, para que, de esa
manera. Ven temprano, se dice a una criada, CON ESO tienes tiempo de peinar a las
niñas. Hallo en Chile la misma frase, y en igual sentido (RODRÍGUEZ, p. 117). No
recuerdo haberla visto en autor español; pero Terreros dice: «CON ESO. Lat. Hac
ratione».
¡Eso! interjección de que muchos abusan para afirmar o aprobar por verdadero lo
que otro va diciendo.
Espaciadura. f. Imp. Conjunto de espacios, cuadratines y cuadrados de una casta o
fundición de letra. ESPACIADURA escasa, abundante.
2. Imp. Conjunto y disposición de los blancos que quedan entre las palabras. Esta
composición tiene mala ESPACIADURA.
† Espaciar. a. Imp. «Separar las dicciones y los renglones con líneas de espacios, ó
con regletas interpuestas». Así el Diccionario. Las dicciones no se separan con líneas de
espacios, sino con uno o dos, y menos con regletas. En lenguaje de nuestros impresores,
separar los renglones no es ESPACIAR sino interlinear; porque las regletas se llaman
interlíneas. No sólo se ESPACIAN las dicciones, sino también las letras entre sí, cuando
es necesario alargar una línea para dar buena disposición a un título o portada.
† Espacio. m. «Imp. Pieza de metal con que se divide una dicción de otra. También
sirven estos espacios para -201- separar un renglón de otro en las impresiones
espaciadas» (Dicc.). Por acá, los renglones no se separan con ESPACIOS, sino muy rara
vez: lo común es separarlos con interlíneas; y a los títulos se les da con cuadrados o
interlíneas la distancia conveniente.
ESPACIO no es adverbio; pero le atribuimos a menudo ese oficio. Díjose en lo
antiguo ir, hablar, caminar DE ESPACIO o de prisa, esto es, lenta o apresuradamente.
Mas cuando a la preposición de seguía voz que comenzaba con vocal, y en especial si
ésta era e, acostumbraban juntar las dos dicciones en una sola; como se ve en desto,
dello, Despaña, Dávila, etc., por de esto, de ello, de España, de Ávila. En el Diálogo de
la Lengua dice Valdés: «Tengo por mejor, para conservar la gentileza de mi lengua,
hacer desta manera: que si el vocablo que precede acaba en e, no la pongo en el que
sigue, y así digo: Casa desgremidores, y no de esgremidores: y El socorro Descalona; y
no de Escalona» (MAYANS, Orígenes, tom. I, p. 51). Siguiendo ese uso, muy
generalizado entonces, aunque sin razón que le abone, se juntaron las dos dicciones del
modo adverbial, y resultó el adverbio despacio. «Es voz compuesta de la preposición
De, y del nombre Espacio, suprimida una e», dice el Diccionario de Autoridades. Acá
desapareció del todo la preposición, y resultó un disparate.
«Yo, mirando lo espacio que estaba, le dije...» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, c.
10, p. 123).

«Si espacio discuten:


¡Esto es insufrible!
Jamás de este asunto
Veremos los fines».

(OCHOA, letrilla VI)


«La hicieron andar de prisa y espacio» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 182).
† Espaldilla. f. Cuarto delantero de cerdo, preparado a manera de jamón.
† Espantajo. ESPANTAJO DE CHILAR. Persona harapienta, sucia y ridícula,
semejante a los espantajos que se colocan en las sementeras para ahuyentar aves y
alimañas.
«¡Quién nos había de decir que las habíamos de ver convertidas en espantajos de
chilar!» (FACUNDO, La teoría y la práctica, página 200).
† Espantar. a. Decir que en una casa, o en otro lugar, ESPANTAN, es dar a
entender que allí hay duendes, ruidos temerosos, o apariciones de fantasmas o de
difuntos.
† Espanto. m. Aparición de difuntos, fantasmas u otras malas visiones. Úsase
comúnmente en plural.
«En otro grupo, el casero, el viejo soldado de 47, contaba lances de aparecidos e
historias de espantos» (DELGADO, La Calandria, IV).
Guatemala. BATRES, p. 277.
ESTOY CURADO DE ESPANTO. fr. que se usa para significar el desprecio con
que se oye una amenaza o el anuncio de un riesgo.
† Especiero. m. Alacena o cajón dividido en compartimientos, que sirve para
guardar las especias en las casas o tiendas.
† Esperas. f. pl. Respiro, plazo, que se concede a un fallido para que pague sus
deudas. Fulano ha pedido ESPERAS. Antes se concedían por mayoría de votos de los
acreedores; hoy es necesaria la unanimidad.
Esperpento. m. Persona o cosa vieja, mal pergeñada, extravagante, que de fea pone
espanto. Aplicado a piezas teatrales, culebrón.
«Al paso que, continuó María, el mismo público quedó encantado con una pieza
del teatro francés, que es un esperpento. -¿Un qué? -Un esperpento. -Perdóneme Vd.;
señorita, nosotros los que no vivimos en las ciudades no entendemos muchos términos
de esos... ¿Cómo decía Vd.? ¿Un qué? -Un esperpento, ó lo que es lo mismo, un
culebrón. -¿Esperpento es lo mismo que culebrón? -Sí, señor. -Y culebrón y esperpento
quiere decir... -Una comedia mala» (FACUNDO, Isolina, tomo I, cap. 7).
También se usa en España.
«En las últimas páginas de Pequeñeces me presenta Vd. ya tan ajada y marchita,
que parezco un esperpento» ([VALERA], Currita Albornoz al P. Coloma, p. 77).
V. CULEBRÓN. PIPIRIJAINA.
Espetaperros. Palabra que solamente se usa en la frase SALIR A
ESPETAPERROS, que es salir asustado y a todo correr; más que de prisa, como perro
-202- con vejiga; de estampía, etc. Aunque el Diccionario no la registra, se usa aquí, y
«en toda la América Española, y por lo mismo debe tener su origen en Castilla», como
dice Batres, quien añade: «Tenemos seguridad de haber visto el espetaperros en alguno
de los antiguos clásicos». Por mi parte, creo haberle oído en Andalucía. El Sr. Cuervo
cita estos versos de D. José Somoza, en los cuales se usa la palabra, aunque dudo si
autorizan claramente el sentido que le damos.

«Si yo, dijo entre sí, fuera valiente,


Con el chuzo en que el báculo remata
Le pudiera esperar tras de una mata [a un mastín]
Y envainársele todo á espeta-perro».

(El Calumniador)
ORTÚZAR, p. 144. Bogotá. CUERVO, § 762, p. 522. Perú. ARONA, p. 212.
Chile. RODRÍGUEZ, p. 1. Venezuela. RIVODÓ, p. 74. Cuba. PICHARDO, p. 142;
MACÍAS, p. 513. Guatemala. BATRES, p. 279.
† Espiarse. pr. Hay quienes digan así por despearse, maltratarse los pies el animal,
a causa de haber andado mucho o por terreno pedregoso. Mi caballo está ESPIADO.
En el Río de la Plata, expiado (GRANADA, p. 214), y lo mismo Ortúzar (p. 149).
† Espicharse. pr. Enflaquecerse; estar semejante a un espiche. Fulano está
ESPICHADO.
Cuba. PICHARDO, p. 142; MACÍAS, p. 513.
Espigueador, ra. adj. Caballo, yegua, que espiguea.
Espiguear. n. Mover el caballo la cola, sacudiéndola de arriba abajo, en especial
cuando siente la espuela.
«Si su caballo es raboncito y espiguea, ya no me cabrá ninguna duda». «Metió
espuelas; pero apenas lo vió espiguear Tacho, cuando disparó su caballo, y le marcó el
alto» (Astucia, tom. I, cap. 16, p. 388).
† Espinilla. f. Acne punctata. Especie de espinita provenida de la obstrucción del
conducto secretor de las glándulas sebáceas, que aparece comúnmente en la cara, pecho
y espaldas como un puntito negruzco, y se expulsa por presión lateral. Ortúzar dice:
«Grano, tumorcillo, barros».
† Esplín. «(Del inglés spleen). m. Humor tétrico que produce tedio de la vida». Ya
lo dice el Diccionario; pero me parece curioso hacer notar que acá es antigua la voz.
«Una fuerte pasión histérica, á quien uno de mis admiradores llama un verdadero
expleen» (Diario de México, tom. III [1806], p. 338).
† Espolón. m. El Diccionario (7.ª acep.) le da como propio de las galeras antiguas:
también le tienen hoy algunos buques acorazados.
† Espuma. f. El Diccionario no atribuye a la espuma otro origen que el calor. Hay,
sin embargo, la ESPUMA del mar, la del jabón, la de la fermentación, la de la boca del
caballo, etc., que no provienen del calor. El de Autoridades dice: «La hez rala que
cualquiera cosa líquida echa de sí, ó hirviendo, ó siendo agitada y meneada con
velocidad». Salvá dice: «Conjunto de ampollas que el aire agitado forma y junta sobre
la superficie de los líquidos».
V. en el Diccionario HERVIR, 2.ª acep.
Esque. Expresión que el vulgo usa en dos sentidos. En el afirmativo equivale a
dizque: ESQUE viene D. Juan; como pregunta, significa: ¿es así? ¿es verdad eso?
«¿Esque, niña? dijo la nana. -No, Susana, te están engañando?» (Astucia, tom. I,
capítulo 15, p. 371).
† Esqueleto. m. Impreso en que se dejan huecos para llenarlos con la pluma. Se
usan mucho para ahorrar trabajo y tiempo, cuando se han de extender, periódica o
simultáneamente, muchos documentos de un tenor en que sólo varían los nombres de las
personas, las cantidades, etc.
Guatemala. BATRES, p. 281.
Esquilmar. a. No se tiene acá por «coger el fruto de las haciendas, heredades y
ganados», sino por sacar de una hacienda no solamente los productos, sino aun parte de
lo que necesita para sus trabajos. Hablando de terrenos, es agostarlos con repetidas
siembras, sin cuidar de abonarlos. La Academia le atribuye, por 3.ª acep., la de
empobrecer; -203- mas no corresponde a ninguna de las dos que trae el verbo.
† Esquilmo. m. «Frutos y provechos que se sacan de las haciendas y ganados»
(Dicc.) Entendemos acá por ESQUILMOS, no esos frutos y provechos en general, sino
los accesorios de menor cuantía. En una hacienda de labor no son ESQUILMOS las
cosechas de trigo, maíz o cebada, sino los productos del ganado, pastos, leña,
arrendamientos, etc. Y cuando alguno de estos productos es el principal o de
consideración, deja de ser ESQUILMO.
† Esquina DE PROVINCIA. f. Llamábase así la esquina N. O. del Palacio
Nacional, por estar situados allí los oficios de los escribanos de Provincia, que
entendían en los negocios de la ciudad y cinco leguas a la redonda.
«La Santa Iglesia por sus interiores y exteriores, la cera [sic] del Empedradillo,
Portales, Casas del Ayuntamiento, Plaza, Esquina de Provincia, calle del Relox [...] se
admiraron estos días vistosa, rica y galanamente adornadas» (Gaceta de México,
noviembre 1732). «Se dará razón más extensa [...] en el estanquillo de la esquina de
Provincia» (Diario de México, tom. II, p. 396).
Como en esa esquina se fijaban edictos, convocatorias, etc., y acudía allí mucha
gente, se daba y aún suele darse ese nombre a la persona o corporación contra quien van
a dar todos con sus censuras o molestias.
«La gran decepción del habitante de la capital, el pasto de las gacetillas, el centro
de las pullas, la esquina de Provincia y el blanco de las iras del público es el
Ayuntamiento» (FACUNDO, Las prosperidades nuestras, I, p. 182).
Usábase, cuando yo era niño, un juego de muchachos que llevaba ese nombre, y
consistía en que uno de ellos había de sufrir que los demás le vejasen y colgasen trapos
u otras cosas hasta ponerlo hecho un adefesio, a lo cual añadía él gestos y contorsiones
para hacer reír a los otros; y el que se reía ocupaba el lugar del paciente.
† Estaca. ARRANCAR LA ESTACA, fr. fig. y fam. Manifestar grande ansiedad,
hacer esfuerzos para escaparse u obtener algún otro fin. Metáfora tomada de los gallos
de pelea, que para alcanzar algo o huir tiran de la calza que los sujeta a una estaca.
Estado interesante (HALLARSE EN). Dícese de la mujer que está en cinta.
Guatemala. BATRES, pp. 268, 283. Venezuela. Michelena opina (p. 31) que más
bien que eufemismo, es antífrasis; pero Rivodó dice (p. 74): «Bendito galicismo, bien
venido seáis. Adquisiciones semejantes civilizan el idioma, y por ende á los pueblos».
† Estampa. f. Era costumbre en México, que cuando la espalda del sagrario de una
iglesia daba a pared de la calle, se pusiera en ella una imagen que indicaba el lugar
correspondiente al sagrario, a fin de que los pasantes se descubriesen, y aun solía
añadirse una lámpara o farolillo que se encendía por la noche. Estas ESTAMPAS
desaparecieron a consecuencia de las leyes de Reforma; pero aún se ve distintamente en
algunas partes el lugar que ocuparon, y permanece el nombre que daban a varias calles,
como ESTAMPA de Regina (tres calles) de Jesús María, de Balvanera, de S. Lorenzo,
de la Merced, etc.
«De la hojalatería y taconería de la calle de la estampa de Balvanera, que llaman de
la noria, se han llevado toda la herramienta» (Diario de México, tom. III, p. 140). «En la
calle de la estampa de Jesús María n.º 4 se alquila una cochera» (Id., tom. VI, p. 312).
«En la segunda calle de la estampa del convento de Regina» (Id., tom. VII, p. 310).
† Estampado, da. adj. Adornado con estampas. Decíase de los libros, en vez de
ilustrado, como ahora se usa con beneplácito de la última edición del Diccionario. Aquel
adjetivo participial es malo, por anfibológico, cuando menos, porque tan ESTAMPADO
es el libro que tiene estampas como el que carece de ellas, ya que estampar no significa
adornar con estampas, sino imprimir; pero guájete por guájete, le prefiero a ilustrado, de
abolengo transpirenaico, y que nos obliga a llamar ilustración a la estampa. D. Mariano
Galván Rivera publicó un Año Cristiano que llamó ESTAMPADO, porque en efecto
estaba adornado con estampas.
«En la almoneda de D. Ignacio Torres [...] se hallan de venta los siguientes libros
[...]. Quijote en 8.º, estampado, de la impresión de 1771» -204- (Diario de México,
tomo II, p. 176). «Se solicita el tercer tomo del Evangelio en triunfo, en pasta fina y
estampado» (Id., tom. VII, p. 254).
† Estampida. f. El Diccionario no da a esta voz otra acepción que la de estampido,
«sonido grande que hace en el aire el disparo de una pieza de artillería, arcabuz ú otra
cosa. Dar estampido. fr. fig. Dar estallido». De este lado del mar no tiene tal acepción,
sino el de fuga repentina y precipitada. Dícese ordinariamente de los animales; pero se
aplica también a personas. Dar, pegar la ESTAMPIDA.
«Y sin esperar razones, dió [el caballo] la estampida» (PENSADOR, Quijotita, cap.
15). «Este potrillito podía reconocer para la querencia, y dar la estampida» (Astucia,
tom. I, cap. 1, p. 17). «Por ahora no hay más recurso que la estampida» (Id., tom. II,
cap. 3, p. 76). «Procuró cuanto antes dar la estampida» (Id., tom. II, cap. 6, p. 174).
«¡Ahí está! y pegó la estampida Jacinta» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 187).
Cuervo (§ 511, p. 366) dice: «Para significar una carrera rápida é impetuosa, un
repelón, dicen estampida, v. gr. pegó la estampida (ojo al pegar); debe tenerse presente
que estampida es lo mismo que estampido, esto es, gran ruido ó estruendo». Si la
ESTAMPIDA de Bogotá corresponde a repelón, no es la nuestra; ésta es una carrera
repentina, violenta y larga; mientras que repelón es una carrera impetuosa y corta del
caballo, como dice Terreros, y se deduce de este pasaje del Quijote: «Dando un repelón
ó arremetida á Rocinante, llegó á poner los pies tan junto á una cueva, que, á no tirarle
fuertemente las riendas, fuera imposible no caer en ella» (Parte II, cap. 55). Repelón
está aquí como sinónimo de arremetida, que es «carrera corta del caballo». Añade
Cuervo en otro lugar (p. 475), que el Diccionario trae la palabra estampía, y dice que se
usa sólo en la frase partir, salir, embestir de estampía, y significa hacerlo de repente, sin
preparación ni anuncio alguno. Prosigue Cuervo diciendo: «¿Cuál es lo primitivo, lo
español ó lo bogotano? Según todas las apariencias, lo último». Me adhiero a su parecer.
Rivodó (p. 279) dice: «Se incurre, además, frecuentemente en otros errores
provenientes de paronimias que tiene el idioma. Tales como decir [...] Salir de
estampida, por de estampía».
Batres (p. 281) condena el ESTAMPIDA, y quiere que en vez de pegar la
ESTAMPIDA, se diga, con la Academia, salir de estampía; lo cual nadie dice ni dirá por
acá.
Tenemos, pues, el ESTAMPIDA por estampía en México, en Guatemala, en
Venezuela y en Colombia, cuando menos. Nótese que ESTAMPIDA es un sustantivo
que puede tener plural e ir por sí en la oración; mientras que estampía no admite ese
número y no cabe sino en un modo adverbial.
Los norteamericanos han formado de ESTAMPIDA su stampede, y aun han sacado
del nombre un verbo imposible de traducir por otro castellano: to stampede. Webster
deriva stampede del español estampeda [sic], y Bartlett de estampado, huella (!).
La ESTAMPIDA es el terror de los ganaderos de las praderías en los Estados
Unidos, y es muy curiosa la descripción de una de estas fugas de animales, que copia
Bartlett. No puedo menos de traducir aquí una parte de ella.
«¡Estampida! gritó uno de los viejos campesinos, levantándose súbitamente, y
echando á correr tras de sus azorados animales. Por todos lados se oía: ¡Estampida!
cuidado con vuestros caballos, ó no volveréis á verlos! Es singular el efecto que un
terror súbito causa no sólo en los caballos sino aun en los bueyes de las praderías. Éstos
se alejarán, acaso, más que los caballos, y aunque no son tan difíciles de atajar, porque
corren con menor velocidad, es imposible contener su primer arranque. Bueyes ha
habido que hayan corrido cincuenta millas sin detenerse una sola vez para mirar atrás.
No se hallará uno en cincuenta que haya tenido motivo para espantarse, sino que todos
corren porque corren los otros. No es raro que cualquier caballejo despreciable, pero
espantadizo, cause la pérdida de centenares de bestias valiosas.
«Nada hay tan grandioso como el espectáculo que ofrece una caballada numerosa,
cuando el terror se apodera de ella. Caballos viejos, quebrantados, casi destruídos por
los años ó el trabajo, se trasforman súbitamente en potros cerreros y retozones. Luego
que sienten el terror que los impele á huir, parece -205- como que recobran de golpe
todas las cualidades de su primitivo estado salvaje. Con la cabeza levantada, flotantes
crin y cola, el ojo abierto y lanzando miradas de espanto, se ven caballos viejos y
cansados haciendo escarceos y correteando con todo el ardor que se advierte en los
retozos de los potrillos. La turba volará por la llanura con un estruendo comparable á
algo entre ciclón y terremoto, y tanto valdría empeñarse en detener lo uno como lo otro.
Si se hendiera y resquebrajara la tierra bajo sus cascos, no correrían los caballos
poseídos de terror con mayor velocidad y más grandiosa belleza en su ímpetu».
† Estampilla. f. Sello. 3.ª acep.: «trozo pequeño de papel, con figuras ó signos
grabados, que se pega á ciertos documentos para darles valor ó eficacia, y á las cartas
para franquearlas ó certificarlas» (Dicc.). El uso quiere aquí hoy que se llame
ESTAMPILLA o timbre al sello o pedacito de papel que, en sustitución del papel
sellado (y con gran aumento), se adhiere a documentos, mercancías, etc., para acreditar
el pago del impuesto correspondiente; y sello o sello de correo, al que sirve para las
cartas.
ORTÚZAR, p. 145. Guatemala. BATRES, p. 282. Venezuela. RIVODÓ, p. 75.
† Estanquillo. m. Para el Diccionario es un diminutivo de Estanco (3.ª acep.),
«sitio, paraje ó casa donde se venden los géneros y mercaderías estancadas» (Dicc.).
Como no hay ya en esta República artículo alguno estancado, el nombre de esas tiendas
ha desaparecido, y sólo queda el diminutivo ESTANQUILLO, con significación
diversa. Los innumerables ESTANQUILLOS de México son tiendecillas de corto y aun
cortísimo capital donde se venden puros, cigarros, cerillos, billetes de lotería, y en
muchos hay también sedas, hilo, estambres, cintas, muñecos, juguetes e infinidad de
otras baratijas. El sueño dorado de las mujeres pobres es adquirir una máquina de coser,
o abrir un ESTANQUILLO. Aquélla, por falta de trabajo y sobra de pobreza, suele ir a
caer en poder de un empeñero; el ESTANQUILLO se cierra a poco tiempo, por haber
desaparecido el exiguo capital con que se estableció.
Estantino. m. vulg. Ano; probablemente corrupción de intestino.
«Se cogió en la casa de moneda á un limador [...] que se robaba cada día treinta
pesos, con riesgo de la vida, pues por la mañana se metía quince pesos doblados en el
estantino, y otros tantos por la tarde» (Diario del ALABARDERO, 1782, p. 141). «Este
mismo día fuí á la calle de los Medinas [...] á ver un carnero maestro que tenía [...] dos
estantinos» (Id., 1783, p. 166).
No traería yo a colación esta palabra vulgar y aun baja, si no fuera porque anda
impresa, y porque me la encuentro en el Ecuador (CEVALLOS, p. 65).
† Estar. YA ESTÁ. fr. fam. muy usada para suplicar que cese una acción, un estado
anormal. Si un niño llora, se le dice YA ESTÁ, YA ESTÁ, para que no prosiga; si
alguien se acongoja o incomoda, se emplea la misma frase para aquietarle.
«Ya está, tía Marianita, le decía: no se incomode Vd.... si yo lo he dicho por
chanza» (PENSADOR, Día alegre, p. 102). «Sólo les decía: ya está, amigas, ya está»
(ID., ib., página 105). «Ya está, ya está, le dije: restablézcase Vd., que es lo que nos
importa» (ID., Periquillo, tom. IV, cap. 12, p. 159).
† Estatua. f. Ninguna de las dos acepciones que da el Diccionario al adjetivo
ecuestre corresponde a la denominación de ESTATUA ecuestre: la de una persona a
caballo.
Esternudar. n. ant. Estornudar. Más conforme a la etimología latina.
«Yo los conocí [a los indios] en un tiempo que por maravilla hallaran indio que le
vieran esternudar [...]. Ahora esternudan hasta los niños de teta [...]. Crían humores
gruesos y superfluos, como nosotros los criamos, y por eso esternudan como nosotros
esternudamos» (MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. IV, capítulo 35).
Estiladera. f. Destiladera.
V. ESTILAR.
† Estilar. a. El Diccionario le deriva de estilo, y dice que significa usar,
acostumbrar, practicar. Acá le tomamos por destilar, gotear, sacándole del latín stillare, y
se hallan ejemplos antiguos de ello en España. El mismo Diccionario nos da Estilicidio,
«acto de estar manando, cayendo y destilando gota á gota un licor. || Destilación que así
mana». El de Autoridades trae el participio -206- estilado, que «vale lo mismo que
destilado; pero en esta acepción tiene poco uso». Compruébala con texto de D. Antonio
de Guevara. Ortúzar cuenta a ESTILAR entre las palabras incorrectas, y corrige destilar.
Cuervo (§ 684) enseña que destilar es sacar por alambique, gotear; y ESTILAR, usar.
Añade que la confusión de estos dos verbos es antigua, y cita en comprobación otro
lugar de Guevara, en que se halla agua ESTILADA. En Guatemala censura Batres (p.
282) el uso de ESTILAR por destilar; prueba de que allá existe.
«Hacía las paces y amistades entre personas de cuenta, y concluía los negocios de
dificultad en toda la tierra, porque su boca estilaba panales de miel, mezclando dulzura
en sus discretas razones» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XX, cap. 58). «De los tallos
de esta planta ó macollos se estila un licor muy dulce que se llama tuba, del que
alambicado se hace aguardiente» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LXV,
n.º 1).
† Estirar. a. Usamos de este verbo en varias de las acepciones de tirar.
«Los soldados presidiales están estirando sus sueldos, y cuando los indios bárbaros
dan un asalto en esta ó la otra hacienda y se llevan los ganados ó caballada, salen á todo
correr, y si pueden alcanzar á los indios, matan á los que malogran la fuga, y los demás
se entran en los riscos y sierras, que es en donde se amadrigan» (MOTA PADILLA,
Hist. de la N. Galicia, cap. LXXIII, n.º 3).
ESTIRAR UNA BESTIA, llevarla de reata, del diestro.
V. CASTAÑA.
† Estofar. a. En un escritor mexicano del siglo pasado encuentro usado este verbo
en la acepción (al parecer) de limitar hermoseando.
«Sus cinco puertas [de la catedral] bien repartidas: las tres que hacen la principal
fachada con su elevada coronación, encadenada con las dos torres, están en la frente y
miran al poniente, á una plazuela que la estofan las casas episcopales y las de la real
contaduría, y un bien arqueado portal» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap.
LXXXI, n.º 2).
† Estreno. m. Nunca usamos de estrena en ninguna de sus acepciones. Para la
primera nos valemos de obsequio, regalo, etc.; para la segunda, de ESTRENO, palabra
tan buena como la otra, aunque la condene Cevallos (página 65). Apelamos al
Diccionario.
† Etiqueta. f. Marbete.
Baralt censura acremente el uso de esta voz en la nueva acepción que se le da
ahora, y propone sustituirla con título, rotulata, intitulación, inscripción, rótulo.
Convenimos en que ese ETIQUETA es galicismo notorio; pero no todas las
sustituciones son afortunadas. Rotulata es familiar, y nadie le usa; intitulación es
anticuado; inscripción es impropio; título, muy vago, y sólo queda rótulo. Olvidó la voz
propia, marbete, que abraza todas las acepciones de la ETIQUETA neológica; mas
desgraciadamente, nadie conoce aquí el marbete, y le sustituimos con membrete, cuya
significación oficial no se adapta a la de ETIQUETA. Batres (p. 284), Rodríguez (p.
213) y Solar (p. 59) reprueban la nueva acepción. Rivodó (pp. 75, 171) la defiende,
juntamente con otros galicismos. Es digna de leerse su argumentación. Salvo su parecer,
el mío es que si no queremos decir marbete (y es verdad que no queremos), digamos
rótulo, y hasta membrete; pero no ETIQUETA.
† Evadirse. pr. Fugarse; escaparse de un encierro, de una prisión. Ortúzar dice que
falta en el Diccionario. Éste, en efecto, nos enseña que EVADIR significa «evitar un
daño ó peligro inminente: eludir con arte y astucia una dificultad prevista»; es decir, que
EVADIRSE será nada más precaverse de un mal lance, antes de caer en él, y acá
entendemos, además, que es salir de un mal lance, como el de haber sido encarcelado,
después de haberle sufrido. En lo cual vamos casi de acuerdo con el Diccionario de
Autoridades, donde se lee que EVADIR es «huir, escapar, y salir de algún peligro,
dificultad y lance apretado».
† Evangelista. m. Memorialista, escribiente que en un puestecillo gana
escasamente la vida escribiendo las cartas u otros papeles que necesita la gente del
pueblo que no sabe leer ni escribir.
«D. Lucas ejerce la honesta profesión de evangelista» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
página 147). «El evangelista es el secretario de -207- los léperos, el confidente de la
chusma que no sabe leer ni escribir» (ID., ib., p. 148).
«Cejijunto y reflexivo
Escuchó el evangelista
El relato, y después listo
Colocó su falsa-regla,
Y dejó lo hablado escrito
Con sus puntos y sus comas
Y sus rasgos de Torío».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 206)


† Evidencia. PONERSE, o PONER A ALGUNO, EN EVIDENCIA: descubrir la
hilaza; caer en ridículo.
«A más de ponerte en evidencia, me meterías á mí y á la familia en un laberinto
interminable» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 63). «Ya esto se volvió de tono, exclamó otra:
yo no puedo competir con las que vienen. -Es triste ponerse uno en evidencia»
(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 12).
Baralt califica de galicismo esta frase; a mí no me parece mal. Lo cierto es que se
usa mucho.
† Exasperar. a. fig. «Irritar, dar motivo de disgusto ó enfado á uno. Ú. t. c. r»
(Dicc.). EXASPERAR es algo más que irritar: es «enfurecer y enojar fuertemente»,
como dice el Diccionario de Autoridades.
† Excentricidad. (Del inglés eccentricity). f. neol. Rareza, extravagancia; dicho o
hecho fuera de su lugar o del uso común. Ortúzar reprueba el vocablo, y con mucha
razón.
† Excéntrico, ca. (Del inglés eccentric: anomalous or irregular person or thing.
WEBSTER). m. y f. neol. Extravagante, original, caprichoso (ORTÚZAR). Es inútil, y
debe desecharse.
V. CLARIDOSO.
† Exceso. m. Por antonomasia, los que se cometen en la comida, bebida, etc. Úsase
más en plural.
ORTÚZAR, p. 148.
† Exhibición. f. Acción y efecto de exhibir, en sentido general de poner a la vista
del público.
2. Pago de una cantidad, en especial las que van entregando los accionistas de una
empresa a cuenta del valor de las acciones que han tomado. Primera, segunda
EXHIBICIÓN.
† Exhibir. a. neol. En general, presentar algo raro o curioso al público. En el circo
se EXHIBEN unos leones.
2. Entregar, pagar una cantidad de dinero. EXHIBIÓ al contado tres mil pesos.
3. pr. neol. Darse mucho a ver; presentarse en todas las concurrencias.
† Exhortar. a. for. Despachar el juez un exhorto para llamar a alguien y hacerle
comparecer de grado o por fuerza. El presunto reo fue EXHORTADO y aprehendido.
Expansarse. pr. Expancirse: extenderse, dilatarse, hablando de la tinta o de los
colores que, por carecer de cola el papel a que se aplican o no tener la suficiente, se
embeben en él, se extienden, y quedan deformados los rasgos.
† Expendio. m. Tienda, sitio o lugar donde se vende algo al menudeo. EXPENDIO
de leche, de café, de carnes, de harinas, etc.
2. Acto de expender al menudeo. Este artículo es de mucho, o de fácil,
EXPENDIO.
Expensar. a. Hacer la costa, pagar los gastos de algún negocio o comisión. Es
fórmula corriente en el foro la de apoderado instruido y EXPENSADO.
† Explotar. a. neol. Baralt condena, por supuesto, el uso de este verbo en la
acepción, muy generalizada ya, de sacar indebidamente provecho de alguna persona.
Salvá la trae; pero con la mala nota de que «los buenos escritores se abstienen de usar
voces de naturalización tan reciente como ésta» (1846). La naturalización no es ya muy
reciente, y no veo gran pecado en que si puede usarse figuradamente por «sacar utilidad
de un negocio ó industria en provecho propio» (Dicc.), se extienda ese sentido figurado
a las personas. Baralt propone que se sustituya con nuestro expresivo socaliñar: es
ciertamente expresivo, pero casi desusado, y un tanto grotesco.

«Es nada más un cómico embustero


Que quiso divertirse y explotarnos».
(PLAZA, «Duerme, niño»)

ORTÚZAR, p. 149.
-208-
† Expositor, ra. m. y f. Que expone o presenta algo en una exposición pública.
Exprés. m. Empresa que se encarga de la conducción de equipajes, encargos,
cartas, dinero, etc., por las líneas de ferrocarril. Son de introducción reciente y
conservan el nombre inglés, aunque algunos dicen ya expreso. El EXPRÉS Wells Fargo;
el EXPRÉS Hidalgo, etc.
«Era aquel un barullo indescriptible: se cruzaban en el lodazal los coches de
alquiler con los carros del Express» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 63).
Exprimentar. a. Experimentar. Disparate que corre entre el vulgo, y que sale aquí a
la vergüenza porque se atreve a andar en letras de molde.
«Para que [...] puedan continuar los trámites del mismo concurso con la misma
rapidez que ya se ha exprimentado» (Diario de México, tom. I, p. 228).
† Exprimir. EXPRIMIR UNA PISTOLA. vulg. Dispararla.
«Coja ese sable que está tras de la puerta; ó si no, yo le exprimiré esta pistola en la
barriga. De que yo oí decir exprimir pistolas, salí como un rayo» (PENSADOR,
Periquillo, tomo IV, cap. 9, p. 125). «Acometido de un furor inaudito, quiso exprimirse
una pistola en el cráneo» (PAYNO, Granaditas, p. 247).
Externar. a. Descubrir, manifestar con actos externos un juicio, una opinión. Muy
usado en el foro. Fue recusado el juez por haber EXTERNADO su opinión. La
Academia no ha admitido este verbo; Salvá le califica de poco usado. Batres, al
condenarle acremente (p. 284), nos descubre que se usa en Guatemala.
«Todo magistrado ó juez se tendrá por forzosamente impedido para conocer, en los
casos siguientes: [...] IX. Siempre que por cualquier motivo haya externado su opinión
antes del fallo» (Cód. de Proc. Civiles, art. 233).
† Externo. m. Alumno que no vive en el colegio, y sólo acude a él para recibir las
lecciones: capense.
Extornar. a. Com. Pasar al debe de una cuenta la partida puesta por equivocación
en el haber, y viceversa. También anular por medio de una contrapartida el asiento que
corresponde a otra cuenta.
Extorno. m. Com. Acción y efecto de extornar.
Extorsionar. a. Cansar extorsión. Verbo de bastante uso por acá; no mal formado y
útil.
«Si es un puro, á buena cuenta, Me despabila el pañito, Y me
extorsiona...».

(Don Simplicio, enero 23, 1847)


V. AGUILITA.
† Extranjero. El Diccionario, en la 11.ª edición, decía: «EL EXTRANJERO. Toda
nación que no es la propia, como Francia, Inglaterra, etc., respecto de España»;
acepción que Baralt había condenado, y con buenos fundamentos. En la 12.ª edición no
aparece ya.
EXTRANJERO es para nosotros, en el trato familiar, únicamente el que no tiene el
español por lengua nativa. Vino un español acompañado de un EXTRANJERO.
Venezuela. «Es de notar que no dan este dictado al español, bien sea peninsular ó
canario, ni á los naturales de los demás países de origen hispano. Éstos no son
extranjeros para el pueblo de Venezuela» (RIVODÓ, página 242).
† Extrañar. a. Echar de menos: sentir pena por la falta de una persona o cosa.
«Como me dilaté en la vivienda de Eufrosina, me extrañó el coronel, y preguntó el
motivo» (PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «En fin, no extrañan la calle para nada»
(ID., ib., cap. 17). «Estas criaturas lloran extrañando la compañía de un hombre que
conocen» (ID., Noches, III, p. 38). «Mi prima ha llorado mucho: te extraña» (ID.,
Periquillo, tom. I, cap. 12, p. 145). «Le hicieron tan buena acogida los isleños, que no
extrañó ni su patria ni sus riquezas» (ID., ib., tom. II, cap. I, p. 6). «Algo extrañaba yo á
Andrés; pero no quise quitarle de la cabeza su buen propósito» (ID., ib., tom. III, cap. 2,
p. 30).
«¿Vd. á México extraña? ¡Bravísimo militar! -¿Pero no lo he
de extrañar?».

(Don Simplicio, julio 18, 1846)

«Ni de Damasco la tela


Suspirando, extrañé yo».
(RODRÍGUEZ GALVÁN, Mis ilusiones)

«Todos te vamos á extrañar mucho» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 22). «Te extrañé
anoche en la tertulia de Aurora» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 3). «Jalapa no es un
pueblo despreciable, sino por el contrario una ciudad donde no se extraña la
civilización» (ID., Veracruz, XIII).
-209-
«En mi cuarto lo instalé
Y allí conmigo dormía,
Me extrañaba y me seguía,
Y yo mismo lo curé».

(Chamberín, p. 5)
«El mugido prolongado de una vaca que entra en la ciudad, extrañando á su cría»
(FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 5).
Perú. «Vanamente hemos buscado en el Diccionario y en los escritores españoles
algún ejemplo de este verbo, en la excepción extraordinaria que acá le damos, de echar
de menos, deplorar, el regretter de los franceses» (ARONA, p. 214).
Guatemala. «Tampoco puede usarse el verbo extrañar por echar de menos, deplorar,
hacer falta, como lo usan en el Perú y en Guatemala» (BATRES, p. 285).
Ecuador. (CEVALLOS, p. 65).
«"Me extraña que Vd. no haya venido á tiempo", debe remendarse á la castellana:
Extraño que Vd. no haya venido á tiempo". Uno que otro periodista zarramplín usa en
España este giro novísimo, que hemos visto graciosamente satirizado en un periódico
europeo. Su origen es la analogía con admirar» (CUERVO, § 363). Ese disparatado giro
no es tan nuevo, puesto que en 1855 le condenó ya Baralt (p. 272), y tampoco está
circunscrito a «uno que otro periodista zarramplín» de España. En los nueve años que
cuenta la última edición de las Apuntaciones del Sr. Cuervo, ha extendido
considerablemente sus estragos.
† Extraño. SER EXTRAÑO A UN NEGOCIO: no tener parte en él.

F
† Fábrica. f. En el Estado de Morelos y en otras partes, se da, por antonomasia, este
nombre a los destilatorios o FÁBRICAS donde se elabora el aguardiente de caña.

† Fabriquero. m. Encargado de la destilación del aguardiente de caña.

† Fabulosamente. (De fabuloso, en la 2.ª acep.), adv. De un modo extraordinario,


excesivo. Fulano es FABULOSAMENTE rico.

Facetada. f. Chiste afectado y sin gracia.

«Un verdadero político no sabe usar de facetadas fuera de razón» (Diario de


México, tom. IV, p. 155) [2.ª].

V. CAQUINOS.

† Faceto, ta. adj. El Diccionario le considera anticuado y sinónimo de chistoso. No


es aquí anticuado, aunque va para allá, y significa chistoso, pero afectado y sin gracia.

«Se hace despreciable el faceto que á cada instante quiere, á costa suya y de
avergonzar á otros, arrancar la risa á los que le oyen» (PENSADOR, Quijotita, cap. 15).
«No fuera malo que Vd. la tuviera [cuenta] con su lengua mordaz, faceto, malcriado»
(ID., ib., cap. 29).

Fachosear. n. vulg. Fachendear: hacer ostentación de riquezas, habilidades, etc.

«Es regular que quiera meterse á fachosear á la plaza» (Astucia, tom. I, cap. 12, p.
229).

Fachoso, sa. adj. vulg. Fachendoso, que se da importancia.

«Me tocaba mi turno con un catrincillo huizachero del juzgado, muy fachosito»
(Astucia, tom. I, cap. 8, p. 149). «Al venir me encontré con el fachoso comandante»
(Id., tomo I, cap. 12, p. 246).

Fachudo, da. adj. Ridículamente vestido.

Como perteneciente al dialecto vizcaíno le trae Múgica (p. 66); mas no expresa en
qué sentido.

† Faena. f. En sentido menos genérico es el trabajo breve que se hace en las


haciendas, fuera del acostumbrado y como por añadidura. Un montón de basura o de
escombros se quita en una FAENA.

† Faetón. m. Acá pronunciamos FAÉTON, a estilo inglés, y conocemos -210-


con ese nombre un carruaje muy diverso del que describen el Diccionario, Salvá y
Terreros; mas este último añade que los hay de otra especie, pequeños, y cuya cubierta
se levanta o baja a voluntad. Estas señas convienen mejor al FAÉTON de acá, que,
aunque suele variar de forma, es siempre un carruaje de cuatro ruedas, con lugar para
cuatro personas en dos asientos, uno tras otro. Por lo común el dueño guía y va en la
caja delantera, solo o con otra persona, y en la posterior se colocan los criados. Aquella
tiene una cubierta de quita y pon.

† Faja. f. FAJA DE DIJES: la de lujo que antiguamente se ponía a los niños recién
nacidos para sujetar los pañales, y se llamaba así porque se adornaba con medallas,
rosaritos, cruces, y aun amuletos.

«Una faja de dijes color de rosa, guarnecida con bricho de oro esmaltado: tiene
cuatro relicaritos de oro, un rosario de perlas finas con misterios de acero, ensartado en
hilo de oro, una medallita y una crucecita de oro y dos libritos de evangelios» (Diario
de México, tom. V, p. 206). «A seguida sacaron de un canastito una cincha de listón que
llamaban faja de dijes, guarnecida con manitas de azabache, el ojo del venado, colmillo
del caimán y otras baratijas de esta clase» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 1, p.
5).

† Fajar. ¡QUE LO FAJEN! fr. fam. con que se expresa la admiración que causa la
relación de algún hecho notable de fuerza, vigor, etc.

† Fajo. m. vulg. Cintarazo.


«No, si yo quiero darle unos cuantos fajos: seguro está que se la meta de punta»
(Astucia, tom. I, cap. 15, p. 343). «Se volvió la otra niña que lleva el [caballo] oscurito,
y dándome un fajo con la cuchilla en la cara...» (Id., p. 351).

† Falda. f. Por ala del sombrero, no es aquí anticuado.

† Falsa. f. Así llamamos siempre, y no falsilla, a la hoja del papel rayado de


diversas maneras que se pone debajo del en que se ha de escribir, para que
trasparentándose las rayas de la FALSA sirvan de guía al que escribe. La introducción
del papel rayado con máquina casi ha desterrado el uso de la FALSA; bien que según la
última moda las cartas y esquelas se escriben en papel liso y sin aquella guía, salgan
como salieren los renglones.

Falseta. f. Correa que, cuando el cochero no gobierna desde el pescante, sino que
va montado en el caballo o mula de silla (izquierda), se pone en la guarnición de la
bestia de mano (derecha), por la parte exterior, desde el freno a la lomera, a fin de que
no lleve el cuello inclinado hacia adentro. En otro tiempo (y yo lo alcancé), cuando
todos los coches de México se conducían de ese modo, la FALSETA solía hacerse muy
ancha y muy cargada de adornos; algunas vi que figuraban culebras. Terreros trae la voz
en otra acepción.

† Falso. m. fam. Usado como sustantivo, equivale a falso testimonio.

«Te vería á ti con Juan, dijo la pelona, y á mí con mi primo, que es tan confianzudo,
y que tantos falsos me han levantado ya por él». «Será lo que Vd. quiera; pero no
levanto falsos» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 7).

COGER EL FALSO: aceptar una proposición, promesa o apuesta que otro hace en
la creencia de que no será admitida.

«Y un día estando en un festín


En el gran Baño del Sol,
Me provocó el español
Y el falso le cogí al fin».

(Chamberín, p. 23)

† Faltar. a. En sentido absoluto, insultar a un igual o superior. No venga Vd. a


FALTARME. ¿Por qué golpeaste a aquel hombre? Porque me FALTÓ.

NO FALTABA MÁS, expresión muy usada para rechazar una proposición o


pretensión por absurda u ofensiva.
Falla. f. Especie de cofia o gorrito de tela fina, lisa o adornada, con que se cubre la
cabeza de los niños pequeñitos, y se ata bajo la barba.

† Faramalla. f. Acá no se toma por enredo o trapaza (Dicc.), sino por hecho o dicho
afectado y mentido. Úsase más en plural.

† Faramallero, ra. ad. Que acostumbra hacer faramallas.

† Farándula. f. Por compañía o profesión de farsantes, no se usa; tómase -211-


por hojarasca, palabrería, cosa de apariencia y sin sustancia; falso brillo, ostentación,
faroleo.

«En otras partes es corriente decir de luego á luego los últimos precios de las
mercaderías, y así se excusan de esa farándula de voces artificiosas» (Diario de México,
tom. IV, p. 132).

Perú. «Vuesa Merced, con toda su farándula, es el primero en relamerse cuando


tropieza con un palmito como el mío» (PALMA, Los azulejos de San Francisco).

V. FARANDULERO.

Farandulear. m. Papelonear, farolear, darse importancia (ORTÚZAR).

Farandulero, ra. adj. En la 2.ª acep. dice la Academia: «fig. y fam. Hablador,
trapacero, que tira á engañar á otras personas. Ú. m. c. s.». Esta acepción no se acomoda
a ninguna de las de farándula, sino más bien a la que atribuimos a esta voz.
FARANDULERO, es el amigo de farandulear.

† Farol. m. Sujeto de poco fuste, que se da importancia y gusta de figurar. Algunos


dicen FAROL sin luz. Se usa más el aumentativo FAROLÓN.

† Farolero. METERSE A FAROLERO: meterse uno en lo que no le importa. De


ordinario se dice cuando se sale desairado o perjudicado.

«Me ha sucedido que porque he visto en el Diccionario de la lengua castellana [...]


algunos términos escritos de distinto modo del que se habla en este país, metiéndome á
farolero los he vertido en aquel estilo, y á más de que no me han entendido, he dado que
reir á los concurrentes» (Diario de México, tom. III, p. 325).

«¡Meterse á farolero, esto es, en camisa de once varas, querer brillar» (MÚGICA,
Dial. arag., p. 93).

† Favor. m. Por razón de economía se ha introducido en estilo telegráfico esta


palabra, como equivalente de la frase «hágame Vd. el favor», y de ahí ha pasado a los
recados escritos. FAVOR de enviarme el libro. FAVOR de contestar mi carta.

† Favorecida. f. Es costumbre en el comercio llamar así a la carta que se contesta:


Recibí su FAVORECIDA de ayer. A este propósito dice un autor citado por Ortúzar:
«¡Conque favorecida! exclama Orellana. Es decir que le hago favor en recibirla. Más
atento y cortés sería declararme favorecido por ella. ¿No les parece á Vdes. que eso de
la favorecida es trocar los frenos?». Y Ortúzar agrega: «Sea cual fuere la filosofía del
lenguaje sobre esta expresión, no cabe duda de que está autorizada por la práctica de
notables escritores»; y lo comprueba con dos textos de Jovellanos. Acaso este usó de la
palabra no sea más, que una imitación trastrocada del «your favour» con que en inglés
se designa cortésmente la carta que se ha recibido.

Guatemala. BATRES, 286.

Fechador. m. Sello que estampa la fecha del día, al mismo tiempo que el nombre
del individuo, sociedad o establecimiento que le usa. Se emplea comúnmente para
cancelar estampillas.

Felipense. m. Sacerdote o individuo de la Congregación del Oratorio o de S. Felipe


Neri.

«Cubre de oprobio [el escritor] determinadamente al Muy Ilustre Cabildo de


Guadalupe, á los Padres Felipenses...» (Diario de México, tom. V, p. 271).

† Feo. FEO DE ENCARGO: fam. sumamente feo.

«Era, después de todo, hombre menos malo que el Rey Bufón: feo de encargo, de
miras y conocimientos limitadísimos» (ROA BÁRCENA, Rey y Bufón, III).

En lenguaje vulgar se usa feo como adverbio, en sentido de desagradable o


repugnante en que se toma.

«Cuando siente allí dolores


Alguno que se halle enfermo,
(SOMOANO, p. 35)
No dice ¡cómo me duele!
Sino que ¡me duele feo!...
† Si se trata de un manjar Feria.
f. vulg. De sabor desagradable,
Arrugan el entrecejo
Y dicen ¡qué feo sabe!

Cambio, trueque.

«No sólo era una [la niña] con las criadas, sino que les sufría mil llanezas que
usaban con ella, andando á ferias de melcocha, orejones, etc.» (PENSADOR, Quijotita,
cap. 3).

2. vulg. Moneda menuda: vuelta.

† Feriar. a. «Vender, comprar ó permutar una cosa por otra» (Dicc.). -212- Acá se
entiende solamente por lo último.
«La persona que quiera feriar una casa que sea grande, en el centro de la ciudad,
por otra más mediana, ocurra...» (Diario de México, tom. VI, p. 324).

† Ferretería. f. «Ferrería. || Comercio de hierro» (Dicc.). Nosotros no consideramos


como sinónimos ferrería y FERRETERÍA. Aquélla es «la oficina donde se beneficia el
mineral de hierro, reduciéndolo á metal» (Dicc.), y se construyen piezas grandes del
mismo. Por FERRETERÍA entendemos el conjunto de artefactos menudos de hierro,
como herramientas, clavos, tornillos, utensilios de cocina, etc., y el lugar donde se
venden. Este comercio rara vez subsiste por sí solo; de ordinario anda unido al de
mercería.

Cuba. PICHARDO, p. 147; MACÍAS, p. 532.

Ferretero. m. Comerciante en ferretería.

Cuba. MACÍAS, p. 532.

Festejada. f. fam. Acción y efecto de festejar: zurra, azotaina.

«Cuando yo le haga una señita, me lo afianza y le doy su festejada» (Astucia, tom.


I, capítulo 15, p. 329).

† Festejar. a. fam. Azotar, golpear: castigar de obra.

«Cuando andábamos á la amiga, y una misma mano nos festejaba las personas»
(Diario de México, tom. VI, p. 84). «Lárguense de aquí antes que les asegunde: ya no
tengo paciencia para sufrirlas. Y buscaba algo con que festejarles» (Astucia, tom. I, cap.
10, página 192). «Me mordía los labios, retorciéndome como culebra [...] mientras que
mi padre se sonreía y hacía seña de que me festejaran recio» (Id., tom. I, cap. 13, p.
271).

† Festinación. f. Acción y efecto de festinar.

«Vivía de prisa, y llenaba sus horas con una festinación extraña» (FACUNDO,
Chucho, tom. II, cap. 7).

Festinar. (Del lat. festinare). a. Despachar un negocio apresuradamente. Valbuena


da al verbo latino una significación más extensa: «Acelerar, apresurar, dar prisa;
apresuración, acelerarse»; ésta es poco más o menos la que le damos. Es verbo que debe
adoptarse, porque viene de buena cepa, nos proporciona una voz simple en vez de una
frase, y envuelve o connota una idea accesoria a la principal de dar prisa.

Bogotá. CUERVO, § 755. Cuba. MACÍAS, p. 532. Venezuela. RIVODÓ, pp. 22,
36. Michelena, (Ped. lit. I, p. 33) extravió el camino y se figuró que festinar viene del
francés festiner, festejar. En tan errado concepto, no es extraño que le repruebe.

† Festival. m. neol. Gran concierto vocal e instrumental con que se celebra algún
acontecimiento notable. Ortúzar dice que FESTIVAL por fiesta es de uso corriente. Por
acá no tanto: rara vez se oye.
† Fiambre. m. Dáse especialmente este nombre a un plato compuesto de ensalada
de lechuga, patitas de puerco, espaldilla, aguacate, cebolla y chiles verdes.

«Llegando al Portal, su olfato se halló sumamente complacido con el aroma de los


manjares, y su oído con la voz de tiple de las puesteras, que con el mayor amor y cariño
invitaban á cenar á todos los transeuntes. Aquí hay fiambre, pollo, chorizones, buñuelos:
venga Vd., mi alma, venga Vd. á cenar» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 14).

Guatemala. BATRES, p. 287.

V. CHORIZÓN. TEPACHE.

Fidería. f. Fábrica de fideos y otras masas para sopas, y lugar donde se venden.

† Fiero, a. adj. FIERO por feo se encuentra en el Diccionario, lo mismo que en el


de Autoridades y en el de Terreros. Aquí sólo le usa la gente vulgar y causa extrañeza,
pues se tiene por disparate.

«Hay en aquellos montes de Pirizándaro unos animalejos á manera de lagartos, que


son fieros á maravilla á la vista de los hombres: llámanse iguanas» (Descr. de Tancítaro,
1580, MS.). «Las niñas, á pesar de ser fieritas, estaban muy aseadas y bien vestidas»
(Astucia, tom. I, cap. 12, p. 230). «Muchachitas muy fieritas y pobres, bordando con
seda ó lana» (Id., tom. II, cap. 11, p. 355).

«Soy como mula de coche


Fierito, pero corrioso».
(G. PRIETO, Musa Callejera, «Quintillas», p. 143)

Guatemala. «Vulgarmente dicen las criadas ¡qué fiera! por decir qué fea»
(BATRES, p. 287).

† Fierro. m. Es de uso mucho más -213- general que hierro, sobre todo en la
industria y comercio. Lo mismo, por la marca con que se señala el ganado, y por la
señal que deja.

Cuba. PICHARDO, p. 155; MACÍAS, p. 532. Perú. ARONA, p. 218. Guatemala.


BATRES, p. 287.

Fiestero, ra. adj. fam. Que gusta de andar en fiestas y diversiones, o de darlas.

Fifiarse. pr. Rajarse o levantarse parte de la superficie de una bola de billar, ya por
ser de mala calidad, o a consecuencia de una piña o tacazo aplicado torpemente.

2. fig. y fam. Faltar a un compromiso, irse para atrás.

Fifiriche. m. Melindroso, pataratero, chuchumeco, títere (2.ª y 3.ª acep.).


«¡Cómo! exclamé sorprendido: ¿ese fifiriche se ha atrevido á semejante cosa?»
(Astucia, tom. II, cap. 6, p. 156). «Que nadie nos señale con el dedo, ni tengas que bajar
los ojos ante ningún fifiriche de esos maromeros que te elevaron» (Id., tom. II, cap. 13,
p. 386).

† Fijarse. pr. Poner toda la atención. Es, tanto aquí como en España, común este
uso del verbo.

«¿No? Fíjate bien [...] el corte de la cara, la nariz, la barba...» (DELGADO, La


Calandria, X).

Perú. ARONA, p. 219. Guatemala. BATRES, p. 288.

V. ENCHILADORA.

Filángano. m. Jamás he oído esta palabra, que parece significar harapo, calandrajo.

«Nuestro pueblo que se desbarata en filánganos» (FACUNDO, Agua, p. 18). «Con


toda probabilidad esas enaguas no se han desprendido de la propietaria en algunos años,
ni la propietaria ha tenido necesidad de hacerlo, puesto que filánganos como son, le
sirven de enaguas de día, y de colchón y cobertor de noche» (ID., El high life, p. 117).

Filván. m. Trae esta voz Terreros y la define: «El corte delicadísimo que se vuelve
hacia el lado contrario del que se amuela actualmente, y que se quita después para dejar
un filo proporcionado, afilando el instrumento en un sombrero, fieltro ó piel». Salvá,
que escribe filbán, dice: «El corte áspero que tiene una navaja, tijera nueva, etc., que no
se ha vaciado» Creo que este autor yerra, porque he oído decir filván a los amoladores
en el sentido que Terreros le atribuye.

Financiero. m. neol. Muy usado ya por hacendista.

2. adj. Perteneciente o relativo a las finanzas o hacienda pública. SISTEMA


FINANCIERO.

† Finanzas. f. pl. neol. Hacienda pública. Esta voz, tomada del francés, se ha
extendido tanto, que será ya imposible desarraigarla del lenguaje político.

Firmón. m. despect. Que firma lo que no ha escrito. Ordinariamente se llama así al


abogado que firma escritos ajenos, y al que en un periódico hace lo mismo, y carga con
la responsabilidad de lo escrito. Trae la voz Salvá, como de México.

«Ni ha tenido un hijo espurio


Ni fué de imprenta firmón».
«Cuello erguido, ancha la espalda, Suelto y poderoso el brazo, Crespa, alborotada furia,
Andar resuelto y con garbo».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Mi visita», p. 28)

Cuba. PICHARDO, p. 148; MACÍAS, p. 535.

† Fiscal. m. ant. En los pueblos de indios era uno de éstos que tenía cargo de hacer
que los demás acudiesen a misa, sermón y doctrina.

«Para las cosas tocantes á la iglesia y á la doctrina de los naturales, hay un vicario y
fiscal». «Los muchachos del [colegio] se doctrinan en la iglesia por el clérigo y fiscal»
(Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Si el pueblo fuere hasta de cien indios, haya un fiscal
que los junte y convoque á la doctrina; y si pasare de los cien indios, dos fiscales y no
sean más, aunque exceda el número de indios» (Recop. de Indias, lib. VI, tít. 3, l. 7).

† Físico, ca. adj. fam. Delicado, afectado, melindroso, remilgado, pedante.

«No la merece la tierra...


¡Qué física! ¡qué abandono!
(G. PRIETO, Poes. fest., «La transformación», p. 19)
Vaya un dije de buen tono!
Vaya una china al revés!».

Cuba. PICHARDO, p. 148; MACÍAS, p. 536.

* Fistol. m. Alfiler grande, y por lo común adornado, cuyo principal uso es


prenderlo como adorno en la corbata.

«Admirado el facultativo de la tenacidad del mal, y deseoso de indagar la causa de


su resistencia, hizo desnudar al niño, y le encontró -214- en el espinazo clavado un
fistol hasta la cabeza» (PENSADOR, Quijotita, cap. 2). «Ni un solo fistol se había
descompuesto: todo permanecía en su lugar» (FACUNDO, Jamonas, tom. cap. 4).

D. Manuel Payno escribió una novela con el título de El Fistol del Diablo, citada
con frecuencia en estas páginas. En el prólogo se disculpa de haber usado esta voz, que
ya está en el Diccionario, aunque con la nota de propia de México.

Flamenca. f. ant. Azafate.

«Premiáronse sus sales en el lugar primero con un Agnus del Sr. Inocencio XI y el
azafate de plata bien labrada que lo conduce con estas dos quintillas:

"Recibe aquese Agnus Dei


Y aquesa flamenca bella..."».
(El Segundo Quinze de Enero, p. 625)

En el siguiente pasaje parece estar por flamenquilla. «Plato mediano, de figura


redonda ú oblonga, mayor que el trinchero y menor que la fuente» (Dicc.).

«Con distintos aparadores y talleres de delicada y exquisita loza del Japón, en


varias piezas de fuentes, platos, tibores, picheles y flamencas» (CASTRO SANTA-
ANNA, Diario, 1754, tom. I, p. 240).

† Flanquear. a. Además de las acepciones que le da el Diccionario, tiene (acá por lo


menos) la de envolver y acometer al enemigo por el flanco, en una batalla, o rodear una
batería para atacarla por el costado o la espalda, evitando así los fuegos del frente.

«Desde el momento en que nuestra línea podía ser flanqueada y atacada por su
reverso, resultaba ineficaz su defensa» (ROA BÁRCENA, Recuerdos de la inv. amer.,
XVIII, p. 229).

† Flato. m. fam. Murria, mal humor. Muy usado.

«No hay quien no padezca


Histérico y flato,
(Diario de México, tom. I, p. 359)
Mas yo no lo tengo
Siendo hipocondriaco».

«Que con acento amoroso


Me cante, si estoy de flato».
(G. PRIETO, Musa Callejera, «Quintillas», p. 291)

«Matilde bailó mucho y se asustó poco, y D.ª Bartolita estaba con un flato
espantoso» (FACUNDO, Baila y Cochino, cap. 8). «¿Sabes que tienes un flato feroz
esta tarde?» (Id., Fuereños, XIII). «Cuando oigo los taponazos, por vida de Vd. que me
pongo de flato» (Id., Noche Buena, VIII). «Sirve el rebozo para las jaquecas, los flatos y
el desabillé» (Id., El Aseo, p. 146). «¿No ves que la señora está de flato» (Id., Jamonas,
tom. II, cap. 3).

Bogotá. CUERVO, § 518. Cuba. PICHARDO, p. 149. MACÍAS, p. 537.


MERCHÁN, p. 240. Venezuela. RIVODÓ, p. 272. MEDRANO, p. 39. Guatemala.
BATRES, p. 289.

† Fleco. m. Cabello recortado que a manera de cerquillo dejaban caer las mujeres
sobre la frente, y algunas hasta las cejas. Aún quedan restos de esta fea moda.

«Al Ayuntamiento le ha entrado una aflicción grande, como la que les entra á las
pollas cuando se les descompone el fleco» (FACUNDO, Un conflicto, p. 279).

La acepción y la moda son antiguas.


«El velito, los flequitos» (Diario de México, tom. VIII, p. 267).

V. DISPAREJO.

† Flechar. a. Salvá da a este verbo, como acepción mexicana, la de «Apostar sin


miedo en el juego». Yo no la he oído; mas parece comprobarla el siguiente pasaje:

«No así los que van al juego á flechar el dinero que les ha costado su sudor y su
trabajo» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 34).

† Fletar. a. Para el Diccionario no es más que «Alquilar la nave ó alguna parte de


ella para conducir personas ó mercancías». Por acá le aplicamos igualmente a mar y a
tierra: lo mismo se fleta una nave que un atajo de burros.

2. pr. vulg. Largarse, ausentarse de pronto.

Cuba. PICHARDO, p. 149. MACÍAS, p. 538.

† Flete. m. Se aplica a mar y a tierra, lo mismo que el FALSO FLETE.

Fletero. m. Ortúzar le da por equivalentes «fletador, remero». Ni uno ni otro.


Fletador, conforme al Diccionario, es «El que fleta». FLETERO es para nosotros el que
conduce carga a flete. Busca FLETEROS el que quiere enviar carga a otro punto.
FLETERO, en el Perú, equivale a botero (ARONA, página 224).

-215-

Flexibilizarse. pr. Hacerse flexible. Verbo nuevo.

«Dos años estuvo Gabriel flexibilizándose» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 5).

† Flojo, ja. adj. Le usamos con mucha más frecuencia que perezoso, y también
como sustantivo.

«¿Quieres tener dinero, comer y vestir bien y ensillar buenos caballos de flojón,
encerrado entre vidrieras y sin ningún riesgo?» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap.
10, p. 131).

EL FLOJO Y EL MEZQUINO ANDAN DOS VECES EL CAMINO, refr. que


enseña que cuando por pereza no se hacen bien las cosas, o por avaricia no se gasta en
ellas lo necesario hay que empezarlas de nuevo, con nuevo trabajo o gasto.

† Florear. n. Florecer: echar o arrojar flores. Muy usado. Ya empiezan a FLOREAR


los duraznos. Ortúzar le califica de barbarismo. Cuervo (§ 447) de impropio, y lo
mismo Medrano (p. 39).

Guatemala. BATRES, p. 289. Dice que se usa también en Colombia.

Floretazo. m. fam. Banderillazo, sablazo, petardo (3.ª acep.)


† Flux. m. «En ciertos juegos, circunstancia de ser de un mismo palo todas las
cartas de un jugador» (Dicc.) Por extensión llamamos FLUX (pronunciando FLUS) al
traje compuesto de pantalón, chaleco y saco, o prenda equivalente, hecho todo de la
misma pieza de tela.

«Atravesaban la ciudad Ernesto y Rebeca, seguidos á alguna distancia por [...] otros
convidados, entre los cuales se contaba el zapatero amigo de Ernesto, que había
estrenado flux» (FACUNDO, Mariditos, cap. 7). «Salvador llevaba un flux gris que le
sentaba perfectamente» (ID., Gentes, tom. II, cap. 1).

Cuba. MACÍAS, p. 539. Venezuela. RIVODÓ, p. 79.

¡Fo! interj. Que denota asco o que se percibe algún mal olor. Terreros trae fu, «voz
antigua de desprecio».

«Cuídenme mucho á mi viejo, y si ven que les vuelve á poner cara de fo,
avísenmelo para ajustarle las cuentas» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 360).

HACER EL FO, rechazar, desechar.

«Todas generalmente me gustaban [...] á ninguna le hacía yo el fo» (Id., tom. II,
cap. 1, p. 11).

Bogotá. CUERVO, § 433. Cuba. PICHARDO, p. 539; MACÍAS, p. 539.


Venezuela. RIVODÓ, p. 79.

Fodongo, ga. adj. fam. Sucio, desaseado. Úsase también como sustantivo.

«¿Vd. cree, Don Pepe, que sean tan fodongos, que hacía quince días que no se
mudaban la camisa?» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 313). «Me dicen que soy una puerca
fodonga, si no le doy una tunda que loco lo vuelva» (Id., p. 346). «Esos sacos son
propios para las fodongas, que se cubren con ellos los pies puercos y ropa mugrosa»
(Id., tom. II, cap. 13, p. 392).

2. f. Mujer que no sabe o no quiere ocuparse en las faenas y gobierno de su casa.

«Pues un hombre severo y muy profundo


Que ha tratado en mil partes con fodongas,
«Cuello erguido, ancha la
espalda, Suelto y poderoso
el brazo, Crespa, Muy versado en el viejo y nuevo mundo...».
alborotada furia, Andar
resuelto y con garbo».
(Diario de México, tom. IV, p. 483)

«Se figuraría el señor al oir eso [...] que yo soy una fodonga» (Astucia, tom. I, cap.
15, p. 313). «Y tan inútil y fodonga, dijo Lola» (Id., p. 314). «Te vivo muy agradecida;
pero soy muy fodonga» (Id., tom. II, cap. 5, p. 122).

† Fogonero. m. «El que cuida del fogón, sobre todo en las máquinas de vapor y en
las locomotoras» (Dicc.) La locomotora es también una máquina de vapor. Veamos su
artículo: «LOCOMOTORA, dícese del aparato, y especialmente de la máquina de
vapor, que por contener en sí el principio motor y estar montada sobre ruedas, puede
trasladarse de un punto á otro sin auxilio exterior, y arrastrar trenes en los ferrocarriles
cuando tiene fuerza para ello». Diré de paso, que a mi juicio, sobran las cinco últimas
palabras, porque para que una máquina produzca cualquier efecto, ya se deja entender
que ha de tener fuerza suficiente para ello; y si se quiere expresar que a tanto puede
llegar la potencia de esas máquinas, bastaría con decir y aun arrastrar trenes en los
ferrocarriles.

† Foja. f. Por hoja de papel, no está anticuado, ni se aplica solamente a las de los
procesos, sino también a las de otros documentos, y aun a las de libros, especialmente si
son de cuentas. Un Diario, un Mayor, de doscientas FOJAS.

-216-

† Fomento. m. La Academia no considera como medicina el FOMENTO, sino la


fomentación. Lo mismo Salvá; pero en Terreros hallamos: «FOMENTO, remedio que se
aplica á alguna parte enferma». En Fomentar dice la Academia: «Med. Aplicar á una
parte enferma paños empapados en un líquido medicinal»; y en Defensivo, «Paño que
empapado en un líquido se aplica á alguna parte enferma». De donde resulta que
fomentar es lo mismo que poner defensivos. La Farmacopea Mexicana (p. 266) pone
FOMENTACIONES o FOMENTOS como sinónimos; por el modo de aplicar éstos se
conoce que también los confunde con los defensivos. En el uso doméstico no hay
confusión. Por defensivos se entiende lo que el Diccionario dice: por FOMENTOS
(siempre en plural) la aplicación del líquido con esponjas (como lo dice Salvá), o con
muñequillas irregulares de trapo empapadas en el líquido con que se baña la parte
enferma; mas no se dejan allí, sino que se aplican suavemente repetidas veces a manera
de toques, apretándolas entre los dedos para que despidan el líquido y retirándolas en
seguida. Fomentación es la voz de la medicina, y fomentos del lenguaje vulgar.

«Mas, si penetrado el cuerpo


Del frío, te da un dolor,
(P. ALEGRE, trad. de Horacio, «Sát. I», lib. I)
Ú otro mal te rinde al lecho,
¿Tienes quien esté á tu lado?
¿Quien te prepare fomentos?». «Por
lo
tocante á
fricciones, unciones ó fomentos» (Diario de México, tom. III, página 483).
Chile. Rodríguez (p. 218), cree que fomento es provincialismo, no sólo chileno sino
hispanoamericano. Solar (p. 64), adelanta más, porque sostiene que es castellano, y que
el Diccionario de la Lengua dice FOMENTO. Véase Fomentación. No sé a cuál
Diccionario se refiera, porque en las ediciones 11.ª y 12.ª del de la Academia, no hay ese
artículo. Cita, además, la Enciclopedia de Mellado. Venezuela. «Es tan bueno como
fomentación» (RIVODÓ, p. 143). Guatemala. Batres confunde los fomentos con los
defensivos (pág. 291).

Fondeado, da. adj. Acaudalado; y en especial quien tiene dinero efectivo.

Venezuela. RIVODÓ, p. 251.

Fondero, ra. m. y f. Fondista.

«El Excmo. Sr. Virrey [...] ha declarado, por decreto de 15 del que rige, que el
oficio de pastelero y fondero no debe sujetarse á formalidad alguna de gremio» (Diario
de México, tom. V, p. 553).

Ecuador. CEVALLOS, p. 67.

Fontanería MAYOR. f. Oficina municipal encargada de conducir, distribuir y


vigilar las aguas potables de la ciudad.

† Fontanero MAYOR. m. Jefe de la fontanería mayor.

† Foramen. m. En realidad, y conforme á la etimología, es todo agujero; mas no


corre así entre la gente, ni tampoco con la significación tan restringida que la Academia
le atribuye, pues la data de una caja de agua se llama también foramen.

Forciblemente. adv. ant. Por la fuerza opresivamente.

«Sin consideración del manifiesto peligro en que estaban, cercados de millones de


indios sus contrarios, porque los tenían forciblemente avasallados» (MENDIETA, Hist.
Ecles. Ind., lib. III, cap. 22).

Forlipón, na. m. y f. Señorón; que se da importancia en traje y maneras. Es más


usada esta voz en el género femenino; hoy está casi olvidada.

«Sin respeto ni atención


De verlo cuasi monarca,
(Diario de México, tom. VIII, p. 154 [2.ª])
Se agarró con el Tetrarca
«Cuello de
El Marqués erguido, ancha la espalda, Suelto y poderoso el brazo,
forlipón».
Crespa, alborotada furia, Andar resuelto y con garbo».

(OCHOA, letr. XII)


«¿Ves aquella forlipona
Más adornada que altar,
(ID., letr. XXI)
Que conduce su persona
Con más dengue que una mona
De las que saben jugar?».
«¿Túnico? Las forliponas...
Cuando abrazan se contienen;
(G. PRIETO, Poes. fest., «El túnico y el zagalejo», p. 86)
En el baile van y vienen,
Y andan de orden superior».

«Ayer tarde forlipona,


Con su colota extendida,
-217-
«Cuello erguido, ancha la espalda, Suelto y
poderoso el brazo, Crespa, alborotada furia, Iba regando la vida
Andar resuelto y con garbo».
De magnífica persona».

(ID., Musa Callejera, «Déc. glosadas», p. 177)

† Forma. f. Molde de figura cónica en que se echa la azúcar, ya de punto, para que
allí se enfríe y cuaje. Tiene en el vértice un agujero llamado furo, que se tapa antes de
llenar la FORMA, y luego se destapa, para dejar escurrir las mieles. Las FORMAS se
hacen comúnmente de barro cocido; pero las hay también de metal.

En Cuba dicen horma (PICHARDO, p. 195; MACÍAS, p. 689).

† Formador. m. Imp. Oficial que toma la composición corrida de las galeras, la


divide en páginas, las ordena, coloca los márgenes, y deja lista la forma para la prensa.

Formaje. m. Conjunto de formas para la fabricación de azúcar purgada.

Formal. adj. Aplícase aquí a la persona que desempeña con exactitud cuanto toma a
su cargo, y a la que cumple lo que promete.

Maracaibo. MEDRANO, p. 39.

HACER FORMAL A UNO; dar crédito a lo que dice: confiar en él.

«¿Con quién hablo yo? Parece que Vd. me hace muy formal» (Diario de México,
tom. VIII, p. 577). «Basta con que haya sido el jefe de los Hermanos de la Hoja, para
que todo el mundo lo haga formal» (Astucia, tom. II, cap. 11, p. 342).
† Formar. a. Imp. Convertir en páginas la composición de las galeras, y arreglar la
forma hasta dejarla lista para la prensa.

Formería. f. Taller en que se hacen las formas de barro para la azúcar, y además
otras obras de alfarería.

Formero. m. Oficial que hace las formas o moldes de barro para la fabricación de la
azúcar, y las demás obras de barro necesarias en su ingenio.

† Formular. a. «Reducir á términos claros y precisos un mandato, una proposición ó


un cargo» (Dicc.) Acá le tomamos por enunciar, expresar, de cualquier modo que sea:
FORMULAR un deseo, es manifestarlo.

† Forraje. m. Según la Academia, es el verde que se da a los caballos. Nosotros


entendemos por todo lo que se da de comer a esos animales, sea verde o seco, en lo cual
vamos de acuerdo con Terreros. La cebada, el maíz y la paja son los principales
FORRAJES.

† Forrar. a. El Diccionario lo da como equivalente de aforrar; mas conviene


advertir que nunca usamos de este último: decimos siempre FORRAR.

2. pr. fam. Hacer una buena comida antes de salir a un viaje o paseo largo.

Guatemala. BATRES, p. 292.

Fortuna. f. Caudal, capital. Se usa en España, según Ortúzar. Fulano hizo su


fortuna con su trabajo; con aquel negocio. Zutano perdió su fortuna en el juego.

LA FORTUNA DE LA FEA, LA BONITA LA DESEA: refr. que, según algunos, da


a entender que la ciega fortuna favorece a quien menos podía esperárselo; mientras que
otros, con más razón a mi parecer, le interpretan en el sentido que expresa el texto
siguiente:

«¿No has oído decir que la fortuna de la fea, la bonita la desea? Pues esto no
significa otra cosa sino que hay algunas mujeres que no habiendo logrado de la
naturaleza unos rostros hermosos, se dedicaron á cultivar su espíritu con la virtud y la
instrucción, para hacerse amables de los hombres, y como éstos, cuando son prudentes,
solicitan mejor para casarse una mujer que no una miniatura: de ahí es que muchas de
éstas no bellas encuentran algunas veces unos hombres de bien que las estimen,
conociendo el mérito que tienen; y de esta suerte puede una fea labrarse su fortuna:
fortuna que deseará tal vez una bonita, que no teniendo más atractivo que su cara, pasa
mala vida, ó porque habiéndose concluido los días de su belleza la aborreció el marido,
que sólo se casó con ella por bonita, ó porque el marido que pasa una vida tan amarga,
¿se la dará muy dulce á su mujer?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 21).

† Fósforo. m. fam. y aun vulg. Café con aguardiente.

«Aun apuran fósforos (café con aguardiente)» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap.
12). «Sánchez tomaba café con aguardiente; mixtura conocida por toda la crápula social
masculina con el nombre de fósforo» (ID., Jamonas, tom. II, cap. 12).
† Fotolitografía. f. Arte de obtener -218- un dibujo en piedra litográfica por
medio de la fotografía.

† Fraccionamiento. m. Acción y efecto de fraccionar. Se usa especialmente


hablando de la propiedad rústica.

† Fraile. m. Ya en otra parte hemos dicho (art. BAGAZO) no haber oído nunca esta
voz por BAGAZO de la caña de azúcar, y Macías (p. 543), advierte «que es término
olvidado, de que se usaba en los primeros tiempos de la dominación española». Si la
acepción no desaparece, deberá llevar la nota de anticuada.

Frangollón, na. m. y f. fam. Que hace las cosas de prisa y mal. Corresponde a la
segunda acepción de frangollar, en el Diccionario.

Franjalete. m. Francalete, «correa que, cerrada con una hebilla forma como una
sortija, para oprimir ó asegurar alguna cosa» (Dicc.). Llámase así en especial la correa
de la guarnición que, descansa sobre el lomo del caballo, y con los extremos mantiene
los tirantes á la altura debida.

Frasca. f. Bulla, regocijo, fiesta; también riña, alboroto. En general, toda reunión
bulliciosa.

«Era día de frasca de los muchos que cada mes ocurrían en la casa» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 7). «Finalmente, quiso la Majestad Divina que concluyera la frasca, y
con ella tanta bachillería» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 5, p. 57). «Tal vez á esta hora, ya
la frasca habría terminado» (DELGADO, La Calandria, XIII).

V. DESMORECERSE.

† Frazada. TAPARSE CON UNA MISMA FRAZADA, expr. fig. y fam. Ser lobos
de una camada; encubrirse unos a otros con malos fines.

«Aquí todos nos tapamos con una misma frazada, y no te descubriéramos si el


diablo nos llevara» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 8, p. 140).

† Frecuentar. a. Usado en sentido absoluto, significa FRECUENTAR los


sacramentos.

Fregandera. f. Mujer que tiene por oficio fregar suelos.

«Y sigue el tráfico de freganderas y el ruido de escobetas, que es un gusto»


(FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3).

† Fregar. a. Por molestar, fastidiar, perjudicar, es, como amolar (V.), una palabra
baja, soez, y aun indecente, que jamás debiera oírse, en boca de persona bien educada.
Úsase también el verbo como pronominal, y de él salen muchos derivados, tan soeces
como el primitivo, y no hay para qué mencionarlos. Mayor abuso del verbo, y de sus
hijos, se hace en otras tierras hispanoamericanas. Si aquí le pongo, es para evitar que
algún extranjero le use por ignorancia.
ORTÚZAR, p. 158. Bogotá. CUERVO, § 662, p. 445. Perú. ARONA, p. 227.
Chile. RODRÍGUEZ, p. 220. SOLAR, p. 65; Cuba. PICHARDO, p. 151; MACÍAS, p.
545. Ecuador. CEVALLOS, p. 67. Guatemala. BATRES, p. 293.

Freiduría. f. Nombre que en Andalucía se da al establecimiento en que se fríe


pescado, y se vende ya frito.

† Freírse. pr. En estilo figurado y familiar, quemarse, padecer suma mortificación y


desazón. ME FRÍO CUANDO ELLA SUELTA ESAS NECEDADES.

«Estoy quemado, estoy tostado, estoy frito» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom.
I, cap. 6).

Frental. m. Frontalera, 1.ª acep.

Frentazo. m. Además del sentido recto de dar un golpe con la frente, tiene el
figurado de chasco, repulsa que sufre el que en una pretensión tropieza con un desaire o
con un obstáculo inesperado e invencible.

«Más de cuatro vanidosos se han pegado de frentazos» (Astucia, tom. II, cap. 3, p.
73). «Se la iba á creer más ardiente, más apasionada, más espiritual de lo que era en
realidad: sus ojos iban á preparar frentazos» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I,
cap. 3).

† Frijol. m. Judía. El FRIJOL es, en México, uno de los principales alimentos, y


constituye un artículo de primera necesidad. No le consumen solamente los pobres, sino
que rara es la mesa en que no aparece, como remate obligado del almuerzo y de la cena.
Hay muchas variedades de él: las principales son el bayo, el parraleño, el prieto y el
gordo. Es de notar que el FRIJOL -219- mientras permanece crudo no tiene plural: Se
ha perdido el FRIJOL; Está caro el FRIJOL, dicen los comerciantes; y una vez guisado,
rechaza el singular: Que traigan los FRIJOLES. Están muy buenos estos FRIJOLES.
FRIJOLES parados son los que sólo están cocidos, o si se han frito, ha sido con poca
manteca.

«Toma [el indio] una blanda tortilla,


De maíz, muy bien tostada,
(SOMOANO, p. 11)
Y para formar un plato
A la siniestra la adapta.
Echa en ella los frijoles,
El
«Enchile
estey pícaro
menestras
mundovarias,
Y
Todos,
de cuchara
todos le
trabajamos,
sirve
(ID., p. 39)
Otra
Unostortilla
para losdoblada».
frijoles,
Otros para los garbanzos».
Son
muchas las
variantes de esta palabra. Cuervo (§ 17), registra, además de nuestro FRIJOL, único de
que usamos, fríjol, frésol, frísol, frisuelo y pésol (a éste da el Diccionario la
correspondencia guisante). En Andalucía dice el vulgo frijones. En los manuscritos del
siglo XVI hallo siempre frisoles (Descr. de Cholula, Meztitlán, Tenamastlán,
Tequaltiche, Tequantepeque, Zacatula, Zumpango). Acaso la pronunciación de entonces
era de frixoles (frisholes), y unos mudaron la x en s, mientras que otros tomaron la j,
como se ve en muchos vocablos.

Bogotá. CUERVO, § 17. Perú. ARONA, p. 229. Chile. RODRÍGUEZ, p. 223.


Cuba. PICHARDO, p. 152; MACÍAS, p. 546. Guatemala. BATRES, p. 295.

Frijolar. m. Plantío de frijol.

En Guatemala llaman frijolar a la planta que produce el frijol (BATRES, p. 295).

† Fríos. m. pl. Nombre que vulgarmente se da a las calenturas intermitentes, por


causa del FRÍO que de ordinario precede al acceso.

«Será un milagro que no pases tu trinquetada de tercianas, que llaman frios»


(PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 9, p. 105). «En la tienda del mesón de Balvanera
darán razón de un sujeto que ha encontrado un particular remedio contra los fríos»
(Diario de México, tom. VII, p. 230).

† Frisón, na. adj. Usado como sustantivo, caballo o yegua de tiro, grande y fuerte,
que ordinariamente viene de los Estados Unidos. Muy rara vez se usan para silla.

Cuba. PICHARDO, p. 152; MACÍAS, p. 548).

Fritanga. f. Fritada; pero malhecha y ordinaria.

Frontal. m. Frental: frontalera, 1.ª acep.

† Fruncirse. pr. «Afectar compostura, modestia y encogimiento» (Dicc.) No es


preciso que eso sea afectado; puede también ser verdadero.

«Como no veía disposición alguna de comida, se ponía muy fruncido, pensando,


según después nos dijo, que esperaban el alimento de su casa» (PENSADOR, Quijotita,
cap. 15). «Yo, no teniéndolas todas conmigo, le dije muy fruncido: Señor Cura, Vd.
dispense» (ID., Periquillo, tom. III, cap. 4, p. 46).

† Fruslera. f. ant. «Metal que se hace de las raeduras que salen de las piezas de
latón ó azófar cuando se tornean» (Dicc.). Ya que el azófar se llama metal, por
excelencia (V. METAL, 2.ª acep.), convendría modificar aquella definición, para que no
resulte que FRUSLERA es un metal que se hace de sí propio; lo cual se lograría con
suprimir las seis primeras palabras. Terreros dice sencillamente: «Raspaduras del
azófar». Y el Diccionario de Autoridades: «Lo mismo que latón ó azófar». Covarrubias
lo llama flustera [también fruslera y fuslera], y dice ser las rasuras que salen de las
piezas de azófar cuando se tornean, que en sí valen poco, y cuando las recogen hacen
bulto, las cuales se vuelven a fundir. De las autoridades citadas por Engelmann y por
Eguilaz (art. CENI), se deduce que en lo antiguo se entendía por FRUSLERA o fuslera
cierta liga de metales.
† Fruta. O LA FRUTA BIEN VENDIDA, o PODRIDA EN EL HUACAL, refr. con
que las mujeres dan a entender que si no encuentran buen marido, prefieren quedarse
solteras.

«Yo no soy de aquellas que dicen que la fruta bien vendida ó podrida en el huacal.
No, no, no, no: los novios están por las nubes, y luego se queda la gente para vestir
imágenes» -220- (Diario de México, tom. V, p. 192 bis, y VI, p. 83).

La expresión Ser tortas y pan pintado, la encuentro aquí como una variante.

«Todos mis extravíos referidos hasta aquí son frutas y pan pintado, respecto á los
delitos que se siguen» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 13, p. 153).

¡Fucha! interj. de detestación. La trae Salvá, como pr. de México.

«¡Ah, fucha en semejantes mujeres!» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13). «¡Fucha


en el pajarote aborrecido!» (ID., Fáb., XIV). «¡Ah, fucha en el oficio tan maldito!» (ID.,
Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 14).

¡Fuchi! interj. de asco. ¡Puf! Mucho más usada que ¡fucha!

Fuereño, ña. adj. Provinciano. Dícese comúnmente de los que por primera vez
vienen a la capital, y se usa más como sustantivo.

«Como soy fuereño, ignoro cómo se habrá de gobernar uno con ese señor redactor
del semanario nuevo» (Diario de México, tom. IX, p. 707).

«Ella, como buena fuereña, de nada se olvidó» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 327).
«Todos los fuereños están por conquistar» (Id., tom. II, cap. 3, p. 90). «Los fuereños
vienen generalmente bien dispuestos á aceptar lo que van á ver por primera vez»
(FACUNDO, Fuereños, III). «Estaba aturdido al grado de serme insensible [...] la
plática de unas muchachas que hacían comentarios sobre mi aspecto sórdido de fuereño
arruinado» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 64). «Allí podrían hallarse, en democrática
confusión, el fuereño del interior y el aristócrata capitalista» (G. OBREGÓN, México
viejo, p. 361).

† Fuerza. A FUERZA. Indudablemente.

V. APANTALLADO.

DE FUERZA, por forzosamente, necesariamente, no es anticuado aquí, sino vulgar.

«¡Si la quiero, señor! le decía yo: de fuerza la he querer, si es mi hija»


(PENSADOR, Quijotita, cap. 11).

EN FUERZA DE: por virtud de, a causa de.

EN FUERZA DE CARRERA, a todo correr.

V. VIDA.
«Yo hecho un piltro sucio, flaco, descolorido y enfermo, en fuerza de la mala vida
que pasaba» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, p. 8, p. 132).

EL QUE NO SE SIENTA CON FUERZAS, NO SE META A CARGADOR, refr.


que enseña que nadie debe tomar profesión ni aceptar cargo, cuando conoce que no es
para ello.

Fundillo. m. El Diccionario FONDILLO, en plural. Acá le usamos en singular, no


sólo por la «Parte trasera de los calzones ó pantalones anchos [ó angostos]», sino
también por lo que esa parte encubre.

Bogotá. CUERVO, § 671. Perú. ARONA, p. 231. Chile. RODRÍGUEZ, p. 226;


SOLAR, p. 66. Guatemala. BATRES, p. 295.

Fundilludo. adj. m. Que tiene muy anchos y holgados los fundillos. Este pantalón
está FUNDILLUDO.

† Fundirse. pr. Arruinarse.

Perú. «¡Carráspita, me fundieron» (PALMA, Ir por lana y volver trasquilado).

Guatemala. BATRES, p. 296. Chile. RODRÍGUEZ, p. 227. Según Ortúzar, común


en toda la América.

Funestidad. f. Suceso funesto, desgraciado.

«Sólo ha servido para llevar tras sí un cúmulo de funestidades» (Diario de México,


tomo VII, p. 142).

2. pl. Anuncios, vaticinios de esos sucesos. No haga Vd. caso; es profeta de


desastres, y siempre anda con FUNESTIDADES.

Fungible. f. adj. For. Lo que por su naturaleza se consume en el primer uso que se
hace de ello, como los alimentos. No trae el Diccionario esta voz; pero la usa en el art.
Mutuo, y está en Salvá.

Fungir. (Del lat. fungor). Suplir a otro en un empleo o cargo; hacer sus veces, su
papel. Verbo que debemos conservar, porque es útil y de buen origen.

«Y tomando la palabra Chepe botas, que como más viejo, fungía de presidente del
consejo, dijo...» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 262). «Estos señores que fungen de
autoridades superiores; debían primero respetar, para ser respetados á su vez» (Id., tom.
II, cap. 11, p. 346). «D. Gómez no ha estado bien, más que cuando tenía la fuerza y
fungía de coronel» (FACUNDO, Gentes, tom. IV, cap. 8). «El dueño de este comercio
es un hombre que á la vez que finge de vendedor de antiguallas, se dedica á la mala
relojería, compone -221- paraguas ó remienda zapatos» (MICRÓS, Ocios y Apuntes,
p. 149).
«Sobrino de un D. Panuncio
Que con el virrey fungió
(G. PRIETO, Poes. fest., «Mi visita», p. 21)
De secretario y hermano
«Cuello erguido, ancha la
De aquel oficial mayor».
espalda, Suelto y
poderoso el brazo,
Crespa, alborotada furia,
Andar resuelto y con
garbo».

(FIDEL [G. Prieto], «Carta de un novio tímido», Mon. Republ., 18 oct. 91)

«¿Quién no ha oído uno de tantos cuentos, más ó menos salados, en que Lanchitas
funge de protagonista?» (ROA BÁRCENA, Lanchitas, p. 134).

2. Figurar, mangonear. Es muy amigo de FUNGIR.

† Furia. f. fam. Copete, 2.ª acep.: cabello revuelto y levantado sobre la frente. De
niño le oí; hoy es desusado.

«Con el excesivo gozo se acerca demasiado á la vela, y [...] la destructora llama


prende las furias: el sebo de las pomadas da mayor pábulo á la llama, que se eleva en
forma piramidal como pudiera en un hacecillo de heno». «Y vosotros los de furia
erizada, guardaos [...] de llegar á donde pueda sucederos tamaña desventura» (Diario de
México, tom. VI, ps. 146, 147 [sic pro, 246, 247]). «Aunque sea con las furias
chamuscadas» (Id., tom. VII, p. 124). «Grande furia, patilla atranchetada, levita corta de
bayetón barbado» (Id., tomo VIII, p. 75). «Los flequitos, las furias» (Id., ps. 267 y 929
[629]; tom. IX, ps. 74, 79, 109).

«El [Venegas] adapta la furia


Desterrando la coleta».

(G. PRIETO, «Rom. Nac.», p. 32)


«Cuello erguido, ancha la espalda,
Suelto y poderoso el brazo,
Crespa, alborotada furia,
Andar resuelto y con garbo».

(ID., ib., p. 37)

† Furo. m. Agujero que tiene en la parte inferior la forma en que se vacían los
panes de azúcar, el cual sirve para dar salida a las mieles no cristalizadas. Esta acepción
se encuentra ya en el Diccionario.

2. Punzón de hierro que a golpe se introduce por ese agujero y penetra en la masa
de la azúcar, con el fin de facilitar la salida de las mieles. En algunas partes se usa
introducir en el agujero de la forma, antes de llenarla, una esponja semejante al punzón;
y con sólo retirarla después, queda hecha en el pan la cavidad competente.

3. El agujero que esa operación deja en la cabeza del pan.

4. Cabeza o extremo del pan de azúcar donde está ese agujero, y es por lo común
de color más obscuro: en Cuba, cucurucho.

Cuba. PICHARDO, p. 154; MACÍAS, p. 564.

Fustero. m. Fabricante de fustes para sillas de montar.

Futurario. m. Que tiene la futura o sea el derecho a la sucesión de un empleo antes


de estar vacante.

«Entró en la posesión de este cargo el señor inmediato futurario» (Gaceta de


México, nov. 1730).

Esta voz no se halla en el Diccionario; pero sí en el de Autoridades y en el de


Terreros. Aquél le considera como adjetivo, por «cosa perteneciente á la sucesión
futura»; éste le da ambos oficios.

G
Gabacera. f. vulg. Bagacera.

† Gabazo. m. ant. Bagazo. Hoy le usa aquí el vulgo.

Gabera. f. Gradilla, galápago: molde para fabricar teja, ladrillo y adobe.

Bogotá. CUERVO, § 778, p. 587. Perú. ARONA, ps. 233, 259. Venezuela. RIVODÓ (p.
83), escribe gavera, y dice que es voz que se encuentra con frecuencia en las antiguas
Ordenanzas de Andalucía. Y cita dos ejemplos: uno de las Ordenanzas de Málaga, y otro
de las de Sevilla.

Gacetín. m. Imp. Instrumento pequeño de hierro o de latón, que consiste en un


cajoncillo largo, angosto y profundo, a proporción de los tipos de imprenta que se
colocan en él para formar una palabra o renglón, los cuales -222- se sujetan
apretándolos con un tornillo que hay en uno de los extremos. Sirve para imprimir a
mano alguna letra o palabra, y especialmente para numerar. Le usan también los
encuadernadores para dorar los rótulos de los libros, y en ese caso tienen un mango en
la parte opuesta a la cara del tipo.

† Gacho, cha. adj. La primera acepción del Diccionario es: «encorvado, inclinado hacia
la tierra»; la segunda: «dícese del buey ó vaca que tiene uno de los cuernos, ó ambos,
hacia abajo»; la tercera, se refiere al caballo encapotado, y la última, corresponde al
cuerno retorcido hacia abajo. Usamos las acepciones primera, segunda y cuarta. Se
aplica, además, este adjetivo, y aun con especialidad, a la bestia que por enfermedad o
accidente ha perdido la facultad de mover una o ambas orejas, y las trae siempre caídas.
Caballo GACHO. Mula GACHA.

† Gachupín, na. m. y f. En esta voz nos remite el Diccionario a CACHUPÍN, «español


que pasa á la América Septentrional, y se establece en ella». La deriva del portugués
cachopo, niño. Aquí nadie dice cachupín, sino gachupín, y se aplica, particularmente por
la gente baja, a cualquier español. Se tiene por injuriosa, aunque al principio no lo era, y
la usaban los españoles mismos; servía (como la de chapetón en la América
Meridional), para designar al español recién llegado y aún no hecho a la tierra. Algunos
quieren que la palabra sea tomada de la lengua mexicana, lo cual no parece fundado;
otros la traen del portugués cachopinho, muchachito o rapazuelo.

«Por la mayor parte eran de gachupines las tropas que destinaban á esos puestos»
(PENSADOR, Quijotita, cap. 30).

«Hoy en México á nosotros


Nos tratan ya con cariño,
Pues en vez de gachupines
Nos llaman gachupincitos».

(SOMOANO, p. 29)
«Chapetón ó cachupín, es hombre nuevo en la tierra» (VARGAS MACHUCA, Milicia y
Descrip. de las Indias, glosario).

Cuba. PICHARDO, p. 188. MACÍAS, p. 559. ARMAS, p. 70.

Gachuzo, za. adj. Gachupín. Se usa más como sustantivo, y es despectivo.

«Si le das una suaca á ese orgulloso gachuzo, te doy medio nuevo» (Astucia, tom. I,
cap. 15, p. 343). «Vamos á azorar á los gachucitos sus cajeros» (Id., p. 353).

† Gafo, fa. adj. «Amér. Dícese de la caballería que, por haber andado mucho sin
herraduras por terreno duro, tiene la planta del casco irritada y no puede caminar sin
dolor» (Dicc.). Es acepción nueva, que no se halla en la 11.ª edición del Diccionario, ni
en ningún otro de los que he consultado, inclusos los hispanoamericanos, por lo cual
convendría suprimirla. Ese GAFO es acá despeado, que el vulgo convierte en espiado
(V.).

† Gaita. Maula, aplicado a personas. No es mala GAITA fulano.

CONTEMPLAR GAITAS, templar gaitas (Dicc.). Úsase siempre en forma negativa,


con enfado, para despedir a quien viene con una petición inoportuna: No estoy para
CONTEMPLAR GAITAS.

«Pues buen genio tiene el niño para andar contemplando gaitas» (Diario de México,
tomo VIII, p. 577).

* Gala. f. «Amér. Obsequio que se hace dando una moneda de corto valor á una persona
por haber sobresalido en alguna habilidad» (Dicc.). Se usa mucho la voz en ese sentido,
y acaso más en el de propina. Por lo que respecta a otros países hispanoamericanos, la
encuentro solamente en Cuba.

«Le dí una galita á un corredor porque me los llevara á casa» (PENSADOR, Catrín, cap.
7). «Me alabaron los convidados y me dieron mis galas» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 7,
p. 70). «Lo que yo hice no sólo fué sin agravio, sino después de ofrecida por él una
buena gala» (ID., ib., tom. II, cap. 4, p. 57). «Mediante una galita al cochero conseguí
que desviándose del camino nos condujera al pie de un encinal» (Astucia, tom. II, cap.
3, p. 91). «Ya sabe vd. que como le doy sus galitas, y él es un buen muchacho, hace todo
lo que le digo» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 28). «¡Ah! ¡qué amigo! y ahora querrá
también su gala» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 14).

Cuba. PICHARDO, p. 155; MACÍAS, p. 563.

Galaneta. f. Galanura, adorno.

«¿No sería útil que se extendiera esta galaneta á las rodillas y á las asentaderas [del
-223- pantalón]?» (Diario de México, tom. II, página 431).

2. Alarde de habilidad y destreza.

«La garrocha al aire alzando,


Haciendo tres mil piruetas,
Que tenían por galanetas
Y lo estaban festejando».

(Chamberín, p. 15)

† Galantina. (Del francés galantine). f. Ave deshuesada, rellena de picadillo y otras


cosas. Se sirve prensada y fría.

«Y una de esas antiguallas


Que imperan en las cocinas,
Me consulta galantinas,
Pudines y volován».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Desengaño», p. 12)

Galdrés. m. ant. Especie de capote que se introdujo en España, traído de Geldres


(COVARRUBIAS).

«Ponle bien ese galdrés


Ponle de buena postura:
Miren qué linda hechura».

(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. I)

El Diccionario de Autoridades escribe Galdre, y Terreros lo mismo.

Galeno. m. fam. Médico.

Perú. PALMA (Un reo de Inquisición. El latín de una limeña. Los Pacayares).

† Galera. f. Edificio largo en proporción a su anchura, cubierto ordinariamente con


tejado. En las haciendas se destinan las galeras a guardar semillas, aperos, etc., y en
algunas partes suelen servir de habitación para los peones. Igual nombre se da a una sala
de grandes dimensiones vacía y sin ornato.

«Hacen unas galeras largas, de un estado en alto las paredes [...] y allí arman maderos
rollizos y mal labrados, y sobre ellos ponen paja mal puesta para defenderse del agua y
del sol [...]. En una galera de éstas suelen habitar treinta y cuarenta personas»
(Descripción de Tenamastlán, 1579, MS.). «Este monesterio ó casa deste dicho pueblo
ha que se fundó cincuenta años: es de una galera de paja cubierta, con dos corrientes»
(Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Con el valor del gas que se quema inútilmente en la
plaza, hay lo suficiente para pagar el arrendamiento de una galera con dos lámparas de
petróleo» (FACUNDO, El Lujo y el Dormitorio público, p. 300).
2. Imp. Tabla o lámina delgada de latón, guarnecida con listones de madera por dos o
tres lados. Sirve para ir poniendo las líneas que el cajista saca del componedor. La
galera con fondo corredizo, que describe el Diccionario, se llama volanta.

Galerón. m. Galera o sala grande que suele servir de cárcel.

«Fué aprehendido y remitido al galerón con sus compañeros» (Diario de México, tom.
IV, p. 275).

Galopina. f. Mujer que ayuda a la cocinera en su trabajo.

«Busca á Dominga: alaba unas cuartetas


Que trajo de D. Blas la galopina».

(Diario de México, tom. VIII, p. 422)

Galpón. m. Voz que no se halla en el Diccionario, ni en el de Autoridades, ni en los de


Terreros y de Salvá; pero que bien pudiera entrar en el primero, ya que le usan varios
historiadores de Indias. No la mencionaríamos, puesto que aquí es desconocida, si no
fuera por hacer notar el yerro de los que le atribuyen origen mexicano, y la creen
perteneciente a la lengua azteca. Tales son Rodríguez (p. 229), Ortúzar (100), Granada
(p. 223), y hasta el Glosario de la edición académica de Oviedo; otra prueba de que ese
Glosario no merece confianza en cuanto a la filiación de las palabras, según dijimos en
el art. COA. Paréceme no ser dudoso que pertenece a la lengua llamada de las Islas, y
que de allá fue llevada por los españoles a otras partes de América, donde se arraigó,
como en el Perú y Chile (Arona, p. 234; Solar, p. 66). Armas (p. 52) nos proporciona
dos citas que he verificado; helas aquí, alargada un poco la primera:

«Este nombre galpón no es de la lengua general del Perú: debe ser de las Islas de
Barlovento. Los españoles lo han introducido en su lenguaje, con otros muchos que se
notarán en la historia» (GARCILASO, Com. Reales, advert.).

«A tal sazón los bárbaros sosiegan


En su galpón de paja ó rudo rancho».

(OÑA, Araneo domado, cant. IV)

El error ha provenido, probablemente, de un pasaje de Oviedo, citado por Rodríguez.

«A la puerta de la sala estaba un patio -224- muy grande en que había cient aposentos
de veinte é cinco ó treinta pies de largo, cada uno sobre sí en torno de dicho patio [...] y
estos tales aposentos se llaman galpones» (Hist. Gen., lib. XXXIII, cap. 46).

Como Oviedo va tratando allí de las cosas de Nueva España, y el pasaje se encuentra en
la descripción que se hace de ciertos aposentos de Moctezuma, se creyó que la voz era
de la lengua azteca, sin reparar en que ésta carece de la letra g. Oviedo nunca estuvo
aquí, y la voz que empleó no fue más que una aplicación que hizo de lo que había oído
en las Islas, donde residió largo tiempo.

GALPÓN viene a significar lo que entre nosotros galera.

† Galvanizar. a. fig. Reanimar, infundir vida aparente y transitoria en una corporación o


institución que ha decaído por el transcurso del tiempo o mutación de las circunstancias,
y que no puede ya subsistir.

† Gallego. m. pr. de And. Galbana: pereza, flojedad; por alusión al viento gallego que la
causa. Acá no se usa.

† Gallera. f. Según el Diccionario, es en Filipinas, «edificio construido expresamente


para las riñas de gallos». Eso se llama aquí plaza de gallos; y GALLERA es el lugar en
que se tienen y cuidan los gallos de pelea.

«Aunque mi amarrador hubiera tenido una gallera tan grande como la plaza de toros, se
habría quedado sin una pluma, según la demanda que ha habido de gallos»
(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 113).

Guatemala. BATRES, 297.

En Cuba, gallería (PICHARDO, p. 157; MACÍAS, p. 556).

ALBOROTAR LA GALLERA, fr. fig. y fam. Levantar un bullicio, un alboroto entre


personas que se hallaban tranquilas: suscitar chismes.

«De la gallera lustre y ornamento».

(FIDEL, en el Gallo Pitagórico, p. 387)

Gallero. m. El aficionado a jugar gallos; el que con tal fin los tiene, cuida y prepara; el
que los maneja en el acto de la pelea. A este último se da también el nombre de
amarrador y el de soltador.

«Aquellas muertes de Dongo;


Que si Blanco era español;
Que su cómplice, gallero
Se llamó de profesión».

(G. PRIETO, Poes. fest., «Mi visita», p. 26)

Cuba. PICHARDO, p. 157; MACÍAS, p. 567. Bogotá. CUERVO, § 662, p. 445.


Venezuela. RIVODÓ, p. 191. Guatemala. BATRES, p. 297.
† Gallina. NO ME LLEVARÁ OTRA GALLINA EL COYOTE. fr. fig. y fam. con que
se expresa la firme resolución de no volver a caer en el error cometido.

Gallito. m. Min. Mineral muy rico en metal.

† Gallo. GALLO CACAXTLERO. El muy ordinario, por alusión a los que de esa clase
traen los indios en los cacaxtles para venderlos.

GALLO CHINAMPERO. El que por cobarde huye en la pelea, y no es propio para ella.

GALLO DE PAPADA. Nombre que daban los primeros conquistadores al guajolote.


También le llamaban GALLO DE LA TIERRA.

«Item: por un gallo grande de papada de la tierra, seis reales de oro» (Actas de Cabildo,
julio 21 1525). «Vamos á los que vendían gallinas, gallos de papada, conejos, liebres,
venados y anadones» (B. DÍAZ, His. ver., cap. 92). «Pues desque hubimos entrado en
las casas hallamos tantos gallos de papada y gallinas cocidas...» (ID., ib., cap. 177). «Y
muchos gallos de la tierra, que en Castilla llaman gallipavos y ellos güexolotl» (Descr.
de Cholula, 1581, MS.).

AQUEL GALLO. Persona que no se quiere nombrar, aunque ya se sabe quién es.

«Como es un refrán decir aquel gallo cuando se trata de una persona que no se quiere
nombrar, se me salió de la boca sin sentir» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 463).

2. El diablo. Eufemismo que usaban antes los niños; por no permitírseles que llamaran
por su propio nombre al espíritu maligno.

«Si Su Majestad permite que los pasemos [los males], no hay más que pedirle que nos
dé sufrimiento para que no nos lleve aquel gallo» (MORALES, Gallo Pitagórico, p.
463).

DORMÍRSELE A UNO EL GALLO. Descuidarse en lo que le importa: no obrar a


tiempo.

«Al que se le duerme el gallo ó la quiere echar de valientito, le apesta el pescuezo á lazo
-225- de puerco» (Astucia, tom. I, cap. 6, página 105).

HABER COMIDO GALLO. Mostrarse agresivo: buscar camorra.

«Ha comido gallo: á todos insulta» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 163). «¡Hay tiros en la
calle! gritaban desde el corredor. ¡Otro pleito! ¡Han comido gallo!» (FACUNDO, Baile
y Cochino, cap. 8).

NO IRLE A UNO NADA EN EL GALLO. No tener interés alguno en un asunto.

«Sin que les vaya nada en el gallo» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 192).

PARARSE DE GALLO. Insolentarse, resistirse, mostrar resolución de no obedecer.


«Temo que el día menos pensado hasta á mí se me pare de gallo» (Astucia, tom. I, cap.
1, p. 9). «¡Cómo se enfullinaba cuando alguno se le paraba de gallito!» (MICRÓS,
Ocios y Apuntes, página 17).

YA NOS COMEREMOS EL GALLO. Expresión de amenaza.

(FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 10).

GANE MI GALLO Y AUNQUE SEA RABÓN. Expresión con que se da a entender que
lo importante es conseguir el fin, aun cuando se ponga tacha en el agente.

(MORALES, Gallo Pitagórico, ps. 16, 455).

2. El segundo albur que el montero saca de arriba de la baraja, después de haber echado
de abajo las dos cartas del primero. En los montes de alta categoría no se usa ese
GALLO.

«Empecé á echarles albur y GALLO» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 161).

Cuba. PICHARDO, p. 158; MACÍAS, p. 568.

3. Nota falsa en el canto.

«Entonces la mujer sería el cenzontle que antes de dar al viento sus cantares se acordara
de la llave de do en primera, y se callara antes de atacar el sí bemol, por temor de hacer
un gallo» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, capítulo 6).

† Gallón. m. En el primero de los artículos concernientes a esta palabra, dice el


Diccionario: «Césped que se arranca de las paredes con una pala de metal, y del que se
fabrican paredes muy firmes para las huertas». Donde dice de las paredes hay una errata
evidente, no salvada en la fe. Debe decir de los prados, como se lee en el Diccionario de
Autoridades. La voz GALLÓN es desconocida acá.

Gambusino. m. Min. Minero práctico que se ocupa en buscar yacimientos minerales.


Aplícase especialmente a los que van en busca de oro a los placeres.

† Gana. ES GANA. fr. fam. Es inútil, es imposible: no hay que empeñarse en ello.

«Pues yo no doy los perros: es gana, decía Pascual» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1).
«Frecuentemente decía á cada período: es gana, es gana» (Diario de México, tom. II, p.
310). «Vaya, ya dije que no comamos prójimo: es gana, es gana» (Id., tom. V, p. 192
bis). «Es gana: sobre que yo siempre dije que eras tú una chica de mucho juicio» (Id., p.
365). «Sobre que es gana» (Id., tom. VIII, p. 577).

HASTA LAS GANAS. expr. fam. Hasta lo último: con exceso. Úsase comúnmente con
el verbo pagar, para dar a entender que uno pagó a otro cuanto quiso, y mucho más de lo
justo.

«Restablecía la armonía, siempre alterada, entre los hijos del divino arte, y les pagaba
hasta las ganas» (DELGADO, La Calandria, VII).
† Ganado. m. «Conjunto de bestias mansas de una misma especie que se apacientan y
andan juntas» (Dicc.). El Diccionario de Autoridades, con mejor acuerdo, omitió la
palabra mansas, y dijo: «Nombre genérico á las bestias de una especie, que
regularmente se apacientan juntas». En realidad, la definición, acá por lo menos, pudiera
ser ésta: «Conjunto de animales cuadrúpedos que dan provecho al hombre, y están bajo
su dominio»; porque no es necesario que esos animales sean de una misma especie, ni
que se apacienten y anden juntos. Un dueño de GANADO puede serlo simultáneamente
del de varias especies, manso o bravío, sea que ande y se apaciente reunido, o que viva
disperso en una gran extensión de terreno, como se halla en muchos lugares de nuestro
país. Por antonomasia llamamos GANADO al vacuno; otros tienen -226- nombres
especiales, como caballada, mulada, burrada.

† Ganancia. f. Cantidad de una mercancía que se da de más al que la compra en junto


para revenderla al menudeo, a fin de que pueda darla al mismo precio que el fabricante
en su tienda, y obtener alguna utilidad. Es como una especie de comisión, y llega en
ciertos casos al extremo de igualar y aun exceder al valor de la compra. Úsase de
ordinario dar GANANCIA en el pan, en los bizcochos, en el chocolate y en las velas. Al
fin viene a salir del consumidor, porque las piezas gananciadas son algo más pequeñas
que las de puerta, o de inferior clase. De puerta se llama lo que se hace para vender al
menudeo en la fábrica. Trae la acepción Salvá, como prov. de México.

«En la panadería del Puente de Jesús María se dan seis onzas más en cada real de pan
floreado, y su correspondiente ganancia» (Diario de México, tom. VI, p. 152 [252]. Y p.
376; tom. IX, p. 40).

Guatemala. BATRES, p. 299.

Gananciado, da. adj. Que se vende con ganancia. Pan GANANCIADO; velas
GANANCIADAS.

† Ganar. a. «Llegar al sitio ó lugar que se pretende: GANAR la orilla, la cumbre, la


llanura» (Dicc.) Extendemos esta acepción, pues la aplicamos no solamente a llegar,
sino a tomar apresuradamente una dirección; y entonces el verbo es neutro y vulgar.

«No salí sino cuando ya habían ganado todos para arriba» (FACUNDO, Mariditos,
capítulo 9).

Ganchete. DE MEDIO GANCHETE. mod. adv. A, o de, medio mogate; mal hecho, a
medio hacer, sin la perfección debida.

Cuba. PICHARDO, p. 159; MACÍAS, p. 514. Venezuela. RIVODÓ (p. 82), dice al
ganchete, por mirar de reojo, y de medio ganchete, puesto en jarras a medias, con sólo
un brazo, y mirando de reojo.

ANDAR DE MEDIO GANCHETE, fr. fam., andar de medio lado, con dificultad,
indispuesto, por cansancio o por enfermedad.

Gandinga. f. ant. Adorno de traje, que ignoro en qué consistía.


«Dos chaquetas; una de pana negra, guarnecida de lantejuelas, con gandingas de listón
de raso color de rosa, y ribeteada de cintas de oro» (Diario de México, tom. VIII, p. 44).

† Gandul. m. El Diccionario le califica de adjetivo, «tunante, vagabundo, holgazán»;


pero acá se usa como sustantivo (antes más que ahora), y se aplica a los indios bárbaros.

«Tomaron los padres salir con las vidas, que perdieron miserablemente cincuenta
gandules y quince niños, todos cristianos» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia,
capítulo LXXIII, núm. 6). «Anduvo muy inconsiderado este capitán en castigar, sin
grande averiguación, á estos pobres gandules indefensos» (BEAUMONT, Crón. de la
Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 6) «Eran como unos ciento y cincuenta gandules» (ID.,
ib., cap. 11). «No vieron los nuestros en todo el camino más de una cuadrilla de indios
de hasta ciento y cincuenta gandules». «Son estos gandules muy salvajes». «Vivían
como los gandules de los llanos de las vacas». «No encontró Coronado más que una
cuadrilla de unos cincuenta gandules» (ID., ib., cap. 12).

Armas dice (p. 52), que se dio este nombre a una tribu de indios de Costa Firme.

V. ESCOLTERO.

Ganzuero. m. Ladrón que abre cerraduras con ganzúa.

Garambullo. m. Cereus garambullo. Cáctea del género cereus que lleva por fruto una
especie de tunilla roja, a que se da el mismo nombre. Suele usarse en medicina vulgar
como diurético y refrescante.

«Algunos garambullos se mezclan de vez en cuando entre las palmas» (FACUNDO,


Isolina, tom. I, cap. 1).

† Garantías INDIVIDUALES. Derechos que la constitución y leyes de un Estado


garantizan a los ciudadanos. Ortúzar dice, con razón, que «es de mucho uso; pero no
tiene aún lugar en el Diccionario».

Perú. «Consigan vdes. del Sanedrín que declare la patria en peligro, y eche al huesero
las garantías individuales» (PALMA, Traslado a Judas).

† Garañón. m. «Asno grande destinado para cubrir las yeguas y las burras. || Camello
padre» (Dicc.). Llamamos especialmente GARAÑÓN al caballo -227- padre: el asno
destinado a cubrir las yeguas se llama burro manadero.

V. TERREROS.

† Garapiña. f. Especie de cerveza hecha de un cocimiento de cebada con cáscaras de


piña. Al tiempo de embotellarla se le pone azúcar, y se deja fermentar.

«Anda, mujer, que se acaba 25


La garapiña temprano».

(El Hidalgo en Medellín, p. 18)


Cuba. PICHARDO, p. 159; MACÍAS, p. 574.

Garbancero, ra. m. y fam. Criado o criada joven, de raza indígena o mestiza, que se
emplea en el servicio doméstico. No es voz de mucho uso en la capital, y menos en el
género masculino.

«No se le puede conceder más lugar, que de una buena garbancerita» (Astucia, tom. I,
cap. 15, p. 333). «No merecía más calificación, que de una magnífica garbancera» (Id.,
p. 334). «Voy á enseñar á Diego Corrientes cómo corresponden las garbanceritas á sus
caricias: ¿Vd. cree que sea tan indino, que ha dicho que sólo estoy buena para
garbancera?» (Id., p. 343). «¿Pos qué tiene ora sed? preguntó con cierta intención
erótica el más joven de los garbanceros». «Si la fregatriz hubiera contestado á secas que
tenía ó no tenía sed, el garbancero habría dado la vuelta indiferente» (FACUNDO, Baile
y Cochino, cap. 7).

V. GATA. PILHUANEJO.

† Garbanzo. m. fam. Lo mismo que garbancera.

2. Como colectivo: conjunto de garbanceras.

«Pero cuando se trata de amor en nuestra servidumbre, ó como se dice aquí, entre
garbanzos». «Francisca era lo que se llama, propia ó impropiamente, un garbanzo»
(FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 7). «Un grupo de calaveras, de esos que hacen
alarde de su amor al garbanzo» (ID., Las narices, p. 144).

ESTE GARBANZO FALTABA EN LA OLLA. fr. fig. y fam. con que se manifiesta el
placer que causa la llegada de una persona, a quien se echaba de menos y que viene
como a completar la reunión.

«¡Ah! dijo, este garbanzo faltaba en la olla» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 238).
«Ahora sí se completó la tertulia: este garbanzo faltaba en la olla» (PAYNO, Fistol, tom.
IV, cap. 7).

UN GARBANZO MÁS NO REVIENTA UNA OLLA. refr. con que se da a entender


que donde hay mucho, nada influye un corto aumento; y su principal uso es persuadir o
persuadirse a hacer lo que hacen muchos, aunque sea ilícito.

«Donde hay tanto ladrón ¿qué bulto haré yo? Ninguno ciertamente, porque un garbanzo
más no revienta una olla» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 4, p. 71). «Pues ánimo,
Perico, que un garbanzo más no revienta una olla» (ID., ib., tom. IV, cap. 6, p. 75).

Gargantón. m. Cabestro con que suele rodearse el cuello del caballo de silla, y se cierra
con un nudo que cae sobre el pecho, dejando colgar las puntas. Úsase como adorno; y
desatado el cabestro, sirve para atar el caballo cuando el jinete se apea.

† Garita. f. Entrada, puerta, de la ciudad.


«Previendo que al llegar á la garita la habrían de hallar cerrada» (R. BÁRCENA, Noche
al raso, I, p. 30).

2. Oficina situada en cada una de las puertas de la ciudad, y en la cual se recauda el


derecho que deben pagar los introductores de mercancías.

«Si no es que ya parezca


Cual entre tocas beata
Ó ermitaño en su cueva,
Ó en su garita el guarda».

(Diario de México, tom. VI, p. 452)

Garitero. m. Empleado que en la garita recauda el derecho de introducción.

Garitón. m. Garita, 1.ª acep.

«[Había en la cárcel de la Acordada] garitones y multiplicados centinelas en la parte


exterior del edificio» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 26). «Junto á ellas [las puertas]
había garitones para los centinelas» (ID., ib., p. 404).

† Garniel. m. «Cinto de los arrieros, al que llevan cosidas unas bolsitas para guardar el
dinero» (Dicc.). Los galleros dan aquí este nombre al estuche de cuero en que guardan
las navajas de los gallos de pelea.

Garnucho. m. Papirotazo.

«Para nosotros, el Sr. Quirós era un inquisidor: ¿por qué nos daba garnuchos en las
orejas?» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 17).

† Garra. f. Extremidad del cuero -228- por donde, mediante un ojal, se le afianza en
las estacas al estirarlo. Las garras sirven para hacer cola.

Río de la Plata. GRANADA, p. 224. Bogotá. «Pedazo de cuero endurecido y arrugado»


(CUERVO, § 778, p. 538).

NO HAY CUERO SIN GARRAS, expr. fam. con que se advierte que todas las cosas
tienen defecto o inconveniente; y también que en ellas no todo es de igual valor y
provecho.

† Garrafón. m. Damajuana: botellón.

Cuba. PICHARDO, p. 159; MACÍAS, p. 575. Venezuela. RIVODÓ, p. 83.

Garraspera. f. Carraspera. Muy común.


† Garrocha. f. Aguijada, 1.ª acep. Vara larga con una punta de hierro de que se sirven los
gañanes para arrear los bueyes. En el otro extremo tiene la aquexala. Nunca se usa aquí
de la GARROCHA para arrear mulas.

† Garrote. m. Freno, 2.ª acep. Galga, 5.º art. Aparato por medio del cual se comprime
fuertemente un trozo de madera contra las ruedas de un carruaje, para moderar su
movimiento o detenerle del todo.

DAR GARROTE: aplicarle a las ruedas.

Garrotero. m. Guardafrenos. En los ferrocarriles, el encargado de aplicar el garrote o


freno a las ruedas, cuando el maquinista lo ordena.

2. Salteador que lleva por única arma un garrote, y sólo acomete a pasajeros indefensos.

† Garrudo, da. adj. Forzudo, vigoroso.

«El muchacho es muy garrudo» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 9). «Aquí tengo en este
garrudo joven un fuerte apoyo» (Id., tom. I, cap. 1, p. 13).

† Gastarse. pr. El Diccionario no atribuye forma pronominal a este verbo sino en la


acepción de consumir; mas no autoriza la frase, tan usada hoy en España, o a lo menos
en Madrid, de: ME GASTÉ veinte duros en ropa; Entré a la fonda y ME GASTÉ diez
pesetas; GÁSTATE en un sombrero. Lo gastado parece ser la persona, y no el dinero
que se suelta. Son corrientes, en verdad, frases semejantes, como: Me comí diez
ciruelas; Me compré unos zapatos; pero en estas frases no resulta anfibología, porque
nadie se come ni se compra a sí propio; y claramente se expresa que se aprovecha o se
adquiere alguna cosa. En el primer ejemplo es redundante el me; pero el segundo
quedaría oscuro sin el pronombre, pues no se sabría para quién se habían comprado los
zapatos. Cuando se usa el verbo GASTAR, no hace falta alguna el pronombre, porque el
sentido queda perfectamente claro sin él, y por lo mismo, es corruptela ponerle.

GASTAR no equivale solamente a «destruir, asolar una provincia ó reino», sino que
también se aplica en sentido metafórico a personas. De quien ha desempeñado un
empleo o cargo sin dar muestra de habilidad, por lo cual ha perdido el favor público, se
dice que ESTÁ GASTADO.

† Gata. f. fam. Criada o artesanita joven y agraciada.

«¿Se acuerda vd. de la gata de las Gaxiolas? Gata es el nombre con que distinguen á las
criadas jóvenes» (FACUNDO, Isolina, tomo I, cap. 3). «No sin que los muy gandules de
los mozos echaran su cuarto á espadas acerca de las chicas del patio, y de las gatas y
garbanceras que servían en tal ó cual casa». «Gozaba el Gabrielito [...] de mucho partido
entre las garbanceras del barrio, y entre las gatas que vivían en seis cuadras á la
redonda» (DELGADO, La Calandria, III). «Se llevaba en pos las miradas de las
mujeres, no sólo de las gatas y garbanceritas, sino hasta de las muchachas pollas de
altísimo copete» (ID., ib., XVII).

«Frente á una gata tan linda


De cinturita tan breve,
Que en un anillo cupiera,
Si fajárselo quisiese».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romancito», p. 150)

ANDAR A GATAS. expr. fam. Enamorar a las GATAS.

«De los Tenorios que andan


Por las plazuelas
Persiguiendo criadas
Y oliendo cestas,
Con mucha gracia
Dicen los mexicanos,
Que andan á gatas».

-229-

«Allí llaman gatas á las criadas y á las artesanitas» (SOMOANO, ps. 59, 92).

PEDIR LAS GATAS, fr. que al parecer significa pedir perdón. Nunca la he oído.

«Y por último, haber tenido que pedirle las gatas á mi maestro» (Astucia, tom. I, cap. 1,
p. 20).

V. ENTRADOR.

† Gatazo. m. «Engaño que se hace á uno para sacarle dinero ú otra cosa de valor»
(Dicc.). Algo diferente es el sentido que tiene esta voz en la frase echar GATAZO, que
es hurtar, arrebatando a excusas alguna cosa, como hace el gato cuando echa la zarpa y
huye.

«Y nada menos por eso tuve empeño en echarle gatazo [al anillo]» (Astucia, tom. II,
cap. 1, p. 12).

DAR GATAZO, fr. fam. Engañar con apariencias. De una mujer entrada en años que se
pinta y adorna, se dice que todavía DA GATAZO, porque de esa manera disimula su
edad y puede lograr un partido, o a lo menos lo procura.

† Gatear. fr. fig. y fam. Enamorar a las gatas o criadas jóvenes.

† Gato. m. En la 4.ª acepción que da la Academia a este nombre convendría añadir que
hay también GATOS que funcionan por medio del agua, de igual manera que la prensa
hidráulica, y se llaman asimismo hidráulicos.

GATO DE AZOTEA. fam. Persona muy flaca y desmejorada.


«Está la pobre tan descolorida y flaca, que parece gato de azotea» (PENSADOR,
Quijotita, cap. 1).

DEFENDERSE COMO GATO BOCA ARRIBA. fr. fam. Defenderse con valor y brío;
desesperadamente.

«Y bien que se defendían como gatos boca arriba, animándose á la lid» (MORALES,
Gallo Pitagórico, p. 341).

ECHAR EL GATO A RETOZAR. fr. fam. Darse suelta, echarse a robar; substraer
repetidas veces un dependiente parte del dinero que pasa por su mano; faltar a la
fidelidad debida en el manejo de intereses ajenos.

«Les habrá mandado ese muchacho que echen su gato á retozar por otro lado, para que
no comprometan á su padre» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 140). «El otro dependiente
también echó su gato á retozar, y fué á tener á Belem» (FACUNDO, Mariditos, cap. 9).

A HONDEAR GATOS DE LA COLA. fr. vulg. para despedir con desprecio o enfado.

«Le contestó enfadado, que se fuera á hondear gatos de la cola» (Astucia, tom. II, cap.
8, p. 292). [Hondear se toma aquí por remolinear como una honda. De ordinario
pronuncian jondear].

EL GATO ESCONDIDO Y LA COLA DE FUERA. fr. fam. con que se moteja al que
cree tener bien oculta una cosa, y no advierte que está a la vista de todos.

«¡Qué vivo es José! Tiene el gato muy escondido y con la cola de fuera» (Astucia, tomo
II, cap. 7, p. 178).

HIJO DE GATO CAZA RATÓN, refr. que enseña que los hijos heredan la índole y
costumbres de sus padres, y obran a ejemplo de ellos.

«El hijo del gato caza ratón, dice el refrán» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11,
página 185).

SIENTE UN GATO QUE OTRO ARAÑE. refr. equivalente al de: ¿Quién es tu


enemigo? El de tu oficio.

(PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 72; cap. 10, p. 177).

HASTA LOS GATOS QUIEREN ZAPATOS (Dicc.). Acá solemos decir: Hasta los gatos
quieren zapatos y los ratones calzones.

† Gavilán. m. Crecimiento anormal de la uña, particularmente de la del dedo gordo del


pie, en una de sus orillas laterales, y que se encaja en la carne.

Cuba. PICHARDO, p. 161; MACÍAS, p. 578.


† Gaza. f. Voz marítima usada ya en el lenguaje común con la significación de ojo,
círculo, óvalo que se hace con un cordel o cinta. En especial se llama así la corrediza
que se forma con la reata para arrojarla sobre lo que se quiere lazar.

Cuba. PICHARDO, p. 162; MACÍAS, p. 580.

† Gazapo. m. Descuido, incorrección en el lenguaje. Acaso corrupción de gazafatón o


gazapatón.

† Gaznatada. f. «Golpe violento que se da con la mano en el gaznate». -230-


Nosotros, desentendiéndonos de la etimología, no exigimos que la GAZNATADA haya
de darse en el gaznate, y la hacemos sinónimo de bofetada. El Diccionario de
Autoridades le da por correspondencia latina colaphus, lo cual parece legitimar nuestra
interpretación.

«Sin decirme una palabra, le fué á romper las quijadas á puras gaznatadas» (Astucia,
tom. I, cap. 3, p. 43). «Le dió tan fuerte gaznatada, que lo tiró sobre un maguey, de
costillas» (Id., tom. I, cap. 15, p. 333). «Si yo fuera ese hombre, ya le hubiera dado una
gaznatada por coqueta» (Id., tom. II, cap. 9, p. 299).

Guatemala. GAZNATADA, GAZNATÓN. «Úsase mucho entre nosotros por bofetada,


bofetón» (BATRES, p. 300).

† Gaznatón. m. Gaznatada recia: bofetón.

«Al sentirse agraviado me dió un fuerte gaznatón que me aventó á gran distancia»
(Astucia, tom. I, cap. 10, p. 185).

Guatemala. BATRES, p. 300.

† Gendarme. m. Guarda, agente de policía en las ciudades, que ha substituido


ventajosamente en ese oficio, al sereno, al diurno, y al aguilita.

«Un momento después, D.ª Candelaria estaba rodeada de tres gendarmes». «Así lo hizo
un gendarme, mientras otro golpeaba la puerta con su garrote» (FACUNDO, Fuereños,
cap. 16).

† Género. m. Cierto paso de caballo, que ya no se conoce, a lo menos con ese nombre.

«Un caballo colorado mascarillo, tresalbo, de un cuerpo regular, buenos anchos, de


género, que quiebra en sobrepaso nadado» (Diario de México, tom. VII, p. 370). «Un
caballo de color borcelano, chico, doble, de género» (Id., tom. VIII, p. 300).

Genioso, sa. (MAL). adj. De mal genio.

«Era mal geniosa, severa, regañona, irascible á veces» (DELGADO, La Calandria, XV).

Genique. m. Voz que usa el historiador Mota Padilla (V. CADE), y parece equivaler a
Henequén ó Nequén. La trae el Diccionario Marítimo como sinónimo del Abacá de
Filipinas. Dice que el GENIQUÉ o GENIQUÉN de Veracruz es la pita del maguey, que
elaborada en cables y cuerdas toma aquel nombre.

† Gente. f. Nombre colectivo que significa pluralidad de personas, y que no tiene plural
sino cuando se trata de pueblos, clases o reuniones de gente. Al Mesías se da el nombre
de «El deseado de las GENTES», esto es, de todos los pueblos. Por lo mismo no debe
usarse como sinónimo de persona, cual lo hacemos de continuo, diciendo: Ahí van dos
GENTES; Vino una GENTE a buscarte. El Diccionario de Autoridades dice que
significa alguna vez persona en singular, «como cuando la ronda encuentra á un hombre
solo y le pregunta qué gente?». Mas en esto va errado, porque la misma pregunta se
hace a una persona que a un grupo, y tiene por objeto averiguar a qué clase pertenece la
una o el otro; es decir, si se trata de paisanos o de militares.

«Un grupo ó puñado de gentes, entre hombres y mujeres» (Diario de México, tomo
VIII, p. 293). «Me parecía el hecho más bárbaro [...] que hubiese gentes que estuviesen
á mirarlos con indiferencia» (Id., página 294).

«Si por dicha cazares


Aquí hay proporción buena,
Y buscaremos gentes,
Si por desgracia juegas».

(ID., p. 310)

«Familiarizar á las gentes con las obras maestras de la escultura antigua» (FACUNDO,
La teoría y la práctica, p. 200). «Contra el generalizado vicio de la embriaguez, y contra
el espíritu de esas gentes que desean vivir en un país de bendición» (ID., Las botellas, p.
15). «Las gentes encontraron [...] que el cumplimiento, objeto principal del código, era
un tanto cuanto embarazoso». «Entonces las gentes vuelven sobre sus pasos,
reconociendo la necesidad de los cumplimientos» (ID., Los cumplimientos, ps. 67, 71).
[El mismo autor intituló una de sus novelas Las gentes que son así].

Es común decir GENTES, por familia o parentela: Mis GENTES, tus GENTES; aunque
el Diccionario enseña expresamente que en casos tales debe usarse el singular.

«Sin necesidad de privarles de su libertad y del lado de sus gentes» (Diario de México,
tom. I, p. 211).

«Y he sufrido tantos daños,


Y he perdido tantas gentes».

(FACUNDO, La Asociación Gregoriana, p. 263)

GENTE se llama también el conjunto de los trabajadores de una hacienda.

Cuba. PICHARDO, p. 162; MACÍAS, p. 581.


-231-

HACERSE GENTE. fr. fam. Adquirir bienes y representación en la sociedad.

HACER GENTE a uno, fr. fam. Sacarle del polvo, instruirle, darle posición.

Perú. «Ya que los lampeños han sido tan desagradecidos con el que los hizo gentes, he
recurrido al chicote» (PALMA, La fiesta de San Simón).

SER GENTE. fr. fam. Tener representación en la sociedad. Comúnmente se dice del que
tuvo bajos principios, y se ha elevado.

Giote. (Del mex. xiotl, empeine o sarna. MOL.). m. Empeine, 2.º art., 1.ª acep. Con este
nombre se conocen vulgarmente varias enfermedades de la piel, como eczemas,
líquenes, pinto blanco, etc.

«Hay otros [árboles] que llaman quauhxiotes, que quiere decir árboles de lepra; y éstos
tienen la corteza como lepra de acá, que es ordinaria, llamada xiote, que es á manera de
empeine, que traen el cuero apostillado» (Descr. de Ixcatlán, 1579, MS.). «¿Cuántas
veces vemos niños, hijos de padres robustos, llenos de sarna, granos, escrófulas, giotes,
etc.?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 2).

«Las escaras que le cubren


La piel, y nombre le han dado
De escamas, es una lepra
Que abunda en el obispado
De Oaxaca, por Pochutla
Y los pueblos comarcanos,
Allí le llaman giote...».

(Diario de México, tom. III, p. 470)

† Giro, ra. adj. ant. «Hermoso, galán» (Dicc.). Hoy decimos GIRO al que está fuerte,
sano, ligero. Fulano estuvo enfermo; pero anda ya muy GIRO.

2. Aplícase al gallo que tiene amarillas las plumas de la golilla y de las alas, y negras las
del cuerpo.

Cuba. PICHARDO, p. 213; MACÍAS, p. 730 (ambos escriben jiro). Bogotá. CUERVO,
§ 596. Venezuela. RIVODÓ, p. 252. Guatemala. BATRES, p. 298.

† Glasear. a. «Dar al papel el brillo del glasé en una máquina con dos cilindros,
colocados horizontalmente uno encima de otro, y que giran en el mismo sentido». Así se
lee en el Diccionario; pero si los cilindros giraran en el mismo sentido, sería imposible
la operación: giran en sentido contrario.

† Glicerina. f. El Diccionario dice que «se empleó en perfumería». También, y acaso


más, en medicina (Farmacopea Mexicana, p. 180).
† Gloria Patri. m. Diez: cuenta más gruesa que se pone en el rosario para dividir las
decenas.

DE GLORIA PATRI, fam. De tres al cuarto; de medio pelo. Casita de GLORIA PATRI.

En Chile dicen de gloria patria, en igual sentido (RODRÍGUEZ, p. 231).

† Glorieta. f. Lo que el Diccionario llama GLORIETA es acá cenador o kiosco. Por


GLORIETA entendemos una plazoleta, comúnmente circular, que se forma en un paseo,
rodeada de árboles, y por lo común, también de asientos. En el centro suele haber una
fuente, estatua o sitio para música.

Cuba. MACÍAS, p. 582.

† Golilla. f. Cerco de plumas que rodea el cuello del gallo, y que éste eriza en forma
circular cuando se irrita y se dispone a la pelea.

«Vaya, vaya: por vida de [...]. No levantes golilla, gallito mío» (MORALES, Gallo
Pitagórico, p. 128). «No levantes tanta golilla: cálmate un poco» (ID., ib., p. 187).
«Otros levantando todavía golilla, cantaban con entusiasmo» (ID., ib., p. 353). «Se
acordaron de que eran gallos y levantaron golilla» (ID., ib., p. 423).

Cuba. PICHARDO, p. 163. MACÍAS, p. 583.

† Golondrino, na. adj. Aplícase a la bestia mular negra que tiene el hocico y la verija de
color leonado subido.

«Una mula prieta golondrina» (Diario de México, tom. II, p. 462; y tom. VIII, ps. 420,
500). «Dos mulas: un retinta nueva, de carga, y la otra golondrina» (Id., tom. VI, página
456).

† Golpe. m. Instrumento de hierro, semejante a un mazo, y con mango de madera, que


sirve para partir piedras, y los mineros le emplean para quebrar el mineral.

2. Damos igual nombre al portero de golpe, que es «el que en la cárcel cuida de una
segunda puerta, que suele tener pestillo de ruido para notar cuando se mueve» (Dicc.).

Golpiza. f. fam. Acción y efecto de -232- golpear a una persona: tunda. Análogo a
cueriza, tranquiza, paliza, etc.

Gomitar. a. Vomitar. Forma anticuada española, que el vulgo retiene todavía.

«En espacio de dos ó tres horas le sobrevino un disenteria internal, é gomitó é desmayó»
(Pesquisa secreta contra Cortés, MS.) .

Cuervo, (§ § 666, 689), dice que pertenece a la monserga vulgar de Bogotá. Guatemala.
BATRES, p. 301.

Gómito. m. Vómito. Forma antigua; hoy del vulgo.


«Para provocar á gómitos, una raíz que en zapoteco llaman cuanalaa, y en mexicano
chichicpatli: dado á beber y desleída en agua provoca á los gómitos que dije» (Descr. de
Tecuicuilco, 1580, MS.).

Gorbetear. n. Picotear: levantar y bajar continuamente la cabeza el caballo.

«Si un extraño lo montaba


Iba inquieto gorbeteando».

(Chamberín, p. 10)

Gorbeteador, ra. adj. Que gorbetea.

«Sírvase decirme provisionalmente qué precauciones se practican al tiempo de domar


los caballos, para que no salgan picoteros, ó (como acá decimos) gorbeteadores» (Diario
de México, tom. VII, p. 313).

† Gorda. f. Tortilla de maíz mucho más gruesa que la común, y que por lo mismo, dura
más tiempo sin endurecerse.

«Hay mucha variedad en la hechura de las tortillas, pues unas hay que las hacen muy
gordas, del espesor de un dedo, que llaman gordas, y las cargan los indios y los
rancheros de las haciendas, para usar de ellas en sus caminatas» (BEAUMONT, Crón.
de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 3, cap. 1). «¿Traen tortillas? -Traigo unas gordas y
refino» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 18).

V. TLECUILE.

Gorguz. m. Puya de la garrocha.

«En la grama y trébol


De un vistoso llano,
Resarciendo quiebras
Se hallaba un buey flaco;
Cuando se le acerca
Muy acelerado
Y haciendo corbetas
Un gordo caballo.
Fija éste la vista
En el bruto manso,
Que en la piel descubre
Del gorguz mil rasgos».

(BASURTO, Fáb. VI)


Gormijo. m. fam. Pequeñuelo; dim. de PEQUEÑO, 2.ª acep. Niño de muy corta edad.

Gotero. m. Aparato pequeño, por lo común de vidrio, que sirve para verter un líquido
gota a gota. Le hay de diversas formas, y es de mucho uso en medicina y en farmacia.

Gracejada. f. Chiste, donaire falso, sin gracia y de mal género. Decir, hacer
GRACEJADAS.

Guatemala. BATRES, 310.

† Gráfico, ca. adj. fig. Que expresa al vivo; que describe fielmente; como si lo pusiera a
la vista. Palabra, expresión, descripción GRÁFICA. También se usa en España, según
texto de Valera (J.) que cita Ortúzar, p. 165.

Grajeado. m. Bizcocho de huevo con granos de azúcar por encima.

«Dividía en cuatro rebanadas largas un grajeado» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 3).

Granadita, o GRANADITA DE CHINA. f. «GRANADILLA. f. Flor de la hierba


pasionaria» (Dicc.). La GRANADITA no es la flor, sino el fruto de la pasionaria, o flor
de la pasión, como llamamos vulgarmente a esa planta (Passiflora edulio). Terreros dice
con más exactitud: «GRANADILLA FRUCTÍFERA, planta de América cuyo fruto se
llama también granadilla: es ovalado, mayor que un huevo, con una cáscara fuerte y
amarilla, la cual se separa del resto, y queda una camiseta blanca que encierra un fruto
jugoso y sano». La GRANADITA es mucho mayor que un huevo; la cáscara exterior es
amarilla, delgada y recia; quitada, queda como un saquito formado de una substancia
blanca y esponjosa, que se confita de diversas maneras. El interior está lleno de una
pulpa muy tierna, casi glutinosa, que envuelve multitud de pepitas de color oscuro; esta
parte se come en su estado natural: es dulce y fresca.

Creo que la GRANADILLA de que habla el Diccionario no es la nuestra, sino producto


de otra variedad de pasionaria, cuyo fruto no llega a término: no cuaja. La flor de
nuestra planta no es azul, sino de varios colores.
-233-

Perú. ARONA, p. 248. Guatemala. BATRES, p. 302.

† Grande. adj. Damos nueva acepción a este adjetivo, pues le empleamos para significar
que una persona es ya de edad.

«Una cocinera que sea grande en edad» (Diario de México, tom. III, p. 280). «Pérez
vivía con una señora grande» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 6).

«Ya es señor grande


Don Trinidad».

(G. PRIETO, Poes. fest., «La Sacamisa», p. 115)


V. ENFERMARSE.

Preferimos decir MÁS GRANDE, en vez de mayor.

«El Don Tranquilino es seis ú ocho años más grande» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 285).
«Ya pronto se le quitará ese gravamen [de mi hermana], pues es más grande que yo»
(Id., tom. II, cap. 2, p. 64). «Una hija que por desgracia perdí, la más grande, era mi
encanto» (Id., tom. II, cap. 12, p. 304). «Solares mandó despejar la sala, encargando al
más grande de sus hijos, que se llevara á los demás» (FACUNDO, Gabriel, tom. I,
capítulo 17).

V. CHAPARRÓN.

PAPÁ GRANDE, MAMÁ GRANDE dicen sin excepción los niños, en vez de abuelo,
abuela.

«No hay allí abuelos ni abuelas,


Son señores respetables
A quienes sus nietos llaman
Papá grande y mamá grande».

(SOMOANO, p. 27)

Grandulón, na. adj. Grandillón, grandullón.

Venezuela. RIVODÓ, p. 143. Buenos Aires. SEIJAS, p. 62.

Granjeador, ra. adj. Gitano (3.ª acep.): que sabe atraerse las voluntades.

«Era no sólo bonita sino muy hacendosa, humilde y granjeadora» (PENSADOR,


Quijotita, cap. 11).

† Granjear. a. Ganar la voluntad de una persona. Nuestro uso de este verbo corresponde
a la última de equivalente a CAPTAR, que le da la Academia, con la particularidad de
que captar y GRANJEAR piden que se exprese la cosa que se capta o GRANJEA;
mientras que nuestro GRANJEAR tiene por complemento directo la persona misma
cuya voluntad, estimación, etc., se GRANJEA, como se ve en los siguientes ejemplos.

«Simplicio costeaba el gasto, y á todos nos granjeaba el pobrecito» (PENSADOR,


Catrín, cap. 6). «Barrí, sacudí é hice cuanto pude por granjearlo» (ID., Periquillo, tom.
II, cap. 11, p. 196). «El pobre me granjeaba contándome lo que oía hablar de mí en la
casa de su amo» (ID., ib., tom. III, cap. 1, p. 24). «Esta súplica la acompañó con el
estuche que le había yo comprado, con el que se dió por muy granjeado el maestro
[barbero] Apolinario» (ID., ib., tom. III, cap. 2, p. 29).

† Grasas. f. pl. Metalurg. Natas o escorias. Productos de la escorificación de los


minerales de plata que se benefician por el método de fundición, y se forman en el lecho
de fusión del horno. Son silicatos de fierro con azufre, y algo de plomo accidentalmente.
Entran como fundentes en la formación de la revoltura, en proporción media de ciento
cincuenta por ciento, respecto al mineral.

Dase igual nombre a la substancia, compuesta de los mismos elementos, que se forma
en la mufla, en el fenómeno de la escorificación en los ensayes del mineral de plata.

Grasero. m. Escorial. Sitio destinado en las haciendas de fundición para depositar las
grasas.

2. El montón que con ellas se forma.

† Gratis. adv. m. Muy usado es por acá decir DE GRATIS, añadiendo un de superfluo.
Lo mismo en Bogotá, según Cuervo, § 381.

† Gratuito, ta. adj. Sin razón, sin pruebas ni fundamento: cargo GRATUITO;
aseveración GRATUITA.

ORTÚZAR, p. 167.

† Grávido, da. «adj. poét. Cargado, lleno, abundante. Dícese especialmente de la mujer
en cinta» (Dicc.). En la 12.ª edición del Diccionario apareció por primera vez este
adjetivo con ambos géneros y como propio del lenguaje poético. Aquí es ya viejo y del
lenguaje común algo pulido; pero sólo en la terminación femenina, y aplicado
exclusivamente a la mujer en cinta; la masculina es desconocida, y nadie se atrevería a
usarla.
-234-

«Casi á un tiempo estuvieron grávidas las dos hermanas» (PENSADOR, Quijotita, cap.
1). «Dime, ¿es cierto ó me parece que está grávida? -No os entiendo. -Que está en cinta
ó embarazada, como suelen decir» (ID., Noches, III, p. 45). «Luego que [...] esta le dijo
que estaba grávida [...] ya no la volvió á ver» (ID., Periquillo, tom. IV, cap. 13, página
172).

De paso advertiremos, para gobierno de extranjeros, que la palabra preñada se tiene por
soez y jamás se usa entre gente culta; si se trata de mujeres, se dice comúnmente
embarazada, y si de bestias, cargada.

V. GUANAJA.

Gregorito. m. fam. Burla, chasco pesado; molestia, pejiguera. Es voz moderna.

«Estos dioses penates se llaman bolichada, negocitos que no faltan, la de buenas, se hizo
la mía, proyectitos, entompeatada, gregorito, busca legal, echar tratarla, cambalachear,
ingeniarse, buscar la mosca, no ser manco, etc.» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 12).
«Quedarse: he aquí un gregorito reservado por la suerte en la naturaleza, entre todas las
hembras, sólo á la mujer» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 7). «Van á jugarle un vinatero ó un
gregorito, como se ha dicho después, á los vinateros mismos» (ID., Las botellas, p. 11).
«No faltaba más, decimos que con ese gregorito en el cuerpo [...] se pusiera á leer
gacetillas insulsas» (ID., El regidor y la gacetilla, p. 204). «¡Ah! ¿pues sabe vd. que es
un gregorito?» (ID., Gentes, tom. II, cap. 13).
«Pues nada, que Chole y Chucha
Nos dieron un gregorito...».

(SOMOANO, p. 28)

Cuba. «Chasco ó petardo. Es término de mucho uso en México, y que por lo mismo, ha
dado á conocer la inmensa emigración cubana» (MACÍAS, p. 589).

† Greña (En). mod. adv. Que está sin purificar o sin recibir el último beneficio, como:
trigo en GREÑA, el que no está trillado; sebo en GREÑA, el que se halla como salió de
la res, etc.

Greta. f. Almártaga: litargirio. Óxido de plomo que se forma en el vaso durante la


afinación de los plomos que contienen la plata recogida de los minerales argentíferos en
el horno de fundición. Salvá trae la voz como anticuada; aquí no lo es.

«Semanariamente salen de este [mineral] porciones de plomos y gretas» (Gaceta de


México, febrero 1729). «Consúmense de greta catorce mil quintales, que valen cuarenta
y dos mil pesos» (Id., enero 1736). «Se conducen más de cuatro mil mulas, otros tantos
caballos, porciones de sebo, pieles, queso, vino para decir misa, barros, plomo, greta y
otra máquina de ingredientes» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LXII,
núm. 6). «Como descubridor y restaurador de aquellas vastas serranías y minerales, en
los que se incluyen toda especie de producciones, como de oro, plata, plomo, greta y
acero» (Diario de México, tom. VII, p. 360).

2. También se llama así, vulgar e impropiamente, a las grasas que se forman en la mufla,
y que los alfareros emplean para vidriar el barro.

† Gringo, ga. m. y f. El Diccionario dice solamente que GRINGO equivale a griego en


la fr. fam. hablar en GRINGO, hacerlo en un lenguaje ininteligible. No la aplica, pues, a
personas. Sin embargo, ya se usaba así en España hace más de un siglo. En Terreros
leemos: «GRINGOS, llaman en Málaga á los extranjeros que tienen cierta especie de
acento que los priva de una locución fácil y natural castellana; y en Madrid dan el
mismo y por la misma causa, con particularidad á los irlandeses». Y en Salvá: «Apodo
que se da al que habla una lengua extraña. En la América Meridional llama así la plebe á
todos los extranjeros, señaladamente á los italianos». El uso en México es llamar
GRINGOS a los extranjeros que no son de raza latina, y más especialmente a ingleses y
norteamericanos.

«Ya creía [yo] descubrir [en el cuadro] todas las perfecciones anatómicas y de tono y
colorido, y hasta la atmósfera de que acababa de hablar el gringo [un inglés]» (ROA
BÁRCENA, Noche al raso, IV, p. 68).

«Tienes túnico ¡qué gracia!


Gastas botines de raso,
Porque el gringo de tu hermano
Ya te está cevilizando».
(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 295)

«Se citaron con nosotros


Y se fueron con el gringo».

«En México se llama gringos á todos los extranjeros [esto no es exacto], menos á los
españoles, por considerarnos de la familia, como realmente somos» (SOMOANO, ps.
28, 88).

La voz parece haberse extendido por -235- toda la América Española. Batres dice (p.
303), que es «americanismo que se usa para denominar á los ingleses ó yankees». Arona
(p. 251), califica de disparate cuanto dice Salvá, y en su concepto, gringo, gringa, no es
más que inglés, inglesa. Ortúzar, chileno, dice (p. 167), que gringo es apodo con que se
designa regularmente a los ingleses. Rodríguez (p. 232), lo mismo. Granada (p. 228),
asienta que es término vulgar con que se moteja al extranjero cuya habla difiere
totalmente de la castellana, como el inglés, el alemán, el francés, el italiano, y que no se
dice nunca gringo al español, al hispanoamericano, al brasileño ni al portugués.

El origen de la palabra es desconocido. Ramírez, en sus Noticias Históricas y


Estadísticas de Durango (p. 79), dice que nosotros la hemos visto inventar, sacándola
quizá de un disparate. Como era ya conocida hace mucho tiempo en España, y anda por
casi toda la América española, no puede ser invención nuestra y reciente. Igual objeción
puede hacerse al origen que se le atribuyó en un periódico de la capital.

«Habían llegado á Mazatlán (Est. de Sinaloa) unas embarcaciones inglesas, y los


marineros saltaron, y como cosa natural para los marineros ingleses, se pusieron una
turca, y algunos de ellos se paseaban en las calles, cantando una canción inglesa, cuyo
estribillo comenzaba así: "Green grow the rushes". Los mexicanos que los oyeron
después de repetidas veces, al verlos pasar cantando la canción, decían: allí vienen los
gringos. Después de esta fecha se generalizó la palabra en este puerto, y después en todo
el país» (El Tiempo, agosto 2, 1893).

No se dice cuál fue esa fecha. La anécdota podrá ser cierta; pero no nació de allí el
GRINGO. Y a propósito de esta palabrita: ¿a qué conducen esos apodos despectivos de
gachupín, gachuzo, gabacho, gringo, yankee, con que se insulta a los extranjeros, y que
engendran enemistades y aun riñas? Apenas pueden pasar en conversación muy familiar
o en algún artículo jocoso; pero usarlos en público o estamparlos en escritos serios,
arguye falta de cultura, y es cursi en grado superlativo.

Añadiré de mi cuenta una conjetura, por lo que valiere. Los irlandeses, como católicos,
no tenían que temer persecuciones religiosas en España, y por, lo mismo, acudían allá
muchos. Aún conservan apellidos irlandeses varias familias españolas. Por Terreros
sabemos que en Madrid se daba con particularidad a los irlandeses el nombre de
gringos. El escudo de armas de Irlanda es una arpa con el mote Erin go bragh. Erin es el
nombre antiguo de la isla, y el go bragh significa [...]. Si pronunciamos las dos primeras
palabras del mote eringo, tendremos una muy semejante a gringo.

(O'Higgins 36.º virrey del Perú era irlandés, 1796-1800).

«Aquello de tener el pelo rubio colorado (D. Demetrio O'Higgins, irlandés) y de hablar
el castellano no con mucho acento de gringo, dió al principio motivo para que el pueblo
no lo creyera muy católico-apostólico-romano» (PALMA, «De cómo a un intendente le
pusieron la ceniza en la frente». 3, 316).

Griterío. m. Gritería.

ORTÚZAR, p. 167.

† Grullo, lla. adj. Color de caballo, que tira a ceniciento más o menos oscuro.

«Seis mulas grullas, nuevas y fuertes» (Diario de México, tom. I, p. 326). «En dos por
tres ene tienen á pie, sin más avío que un grullito» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 163).

2. fam. Peso duro.

«Ya veremos: yo sé muy bien que tiene sus doce mil grullos» (FACUNDO, Gentes, tom.
I, cap. 13).

Grupada. f. V. Cabriola.

† Grupera. f. Así llamamos siempre a la baticola.

Guacamole. (Del mex. «Ahuacamulli, guisado de aguacates: aguacate y mole».


MEND.). m. Ensalada de aguacates, jitomate, cebolla cocida y chiles verdes. La trae
Salvá como pr. de Cuba.

Cuba. PICHARDO, p. 168; MACÍAS, p. 601; ARMAS, p. 69. Costa Rica. «Huacamol
[...]. La palabra es poco usada aquí: es más de Nicaragua -236- y del resto de Centro
América» (FERRAZ, p. 71).

Guacamote. (Quauhcamotli seu Yuca. HERN. Manihot utilissima. POHL Manihot aipi.
Farm. Mex., p. 70). m. Yuca: dulce, mandioca, especie de camote basto, largo y delgado,
con un corazón que parece pábilo. Cómese cocido, y es casi insípido. Su fécula puede
servir como sucedáneo del arrou-root, y también se saca de ella almidón.

«La raíz y cabeza del maguey cocida también usan, y otras raíces que llaman
quauhcamotes, que es el cazabe» (Descripción de Zumpango, 1582, MS.). «Cocidas
como el camote ó guacamote, son más sensuales» (MOTA PADILLA, Hist. de la N.
Galicia, cap. XCIII, núm. 10).

Guácaro. m. Especie de casaquilla corta que se usó antiguamente.

«Fué grande la sorpresa de las señoras [...] al ver á D. Primitivo á caballo, de guácaro
color de haba» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 24).
«Lleva el hombre gran sombrero
De vicuña con hebilla,
Sus pantalones de cuero
Su huácaro de indianilla
Y una panza de usurero».

(D. Simplicio, tom. I, núm. 1)

Cuba. Pichardo (p. 188), dice que así se llamaba antiguamente la levita. MACÍAS,
página 602.

Guachinango. m. Pez de mar, notable por su color rosa subido, casi rojo, cuando está
crudo, y que desaparece en el cocimiento. Se trae de Veracruz, y es el de mayor
consumo en esta capital. En Cuba tiene el mismo nombre, y también el de pargo.

2. m. y f.. Apodo que aplican en Veracruz a los originarios de las poblaciones arribeñas
o distantes de la costa. En Cuba a los mexicanos en general; y metafóricamente a la
persona astuta, zalamera o lisonjera con interés (TERREROS. SALVÁ).

«¿Qué, soy acaso algún sastre?


¡Háyase visto! Mulatos,
Jibaros: criollos al fin: 90
¿Somos todos guachinangos,
O polizones?».

(El Hidalgo en Medellín, p. 77)

3. adj. Perteneciente al guachinango (2.ª acep.) o propio de él.

«Pasó [una actriz] á la Habana. Notó sin duda que allí, como en todos los países donde
se habla el castellano, advierten no sólo el defecto referido, sino también aquel tonillo
afectado y humilde que vulgarmente llaman guachinango» (Diario de México, tom. VII,
p. 107).

Cuba. PICHARDO, p. 169; MACÍAS, p. 603. Rivodó (p. 87) copia a Pichardo.

Las etimologías que atribuyen a este nombre no satisfacen. Según Mendoza, es nombre
geográfico, y viene del mexicano Cuauhchinanco, que se deriva de cuauhtla, bosque,
chinamil, seto y co, lugar de; y en efecto, hay en Jalisco un pueblo de este nombre. Pero
falta saber por qué pasó al pez y a las personas. Macías dice, hablando de aquel:
«Especie de pargo colorado como los cachetes de los arribeños» Si admitimos esta
explicación, podríamos decir que por ser general el color quebrado en los habitantes de
las costas y de las Antillas, les llamó la atención el más fresco de algunos arribeños, y
aplicaron al pez rojo el nombre que ya daban a aquellos. Mas ¿por qué los llamaron
guachinangos? ¿El nombre pasó del pez a los arribeños, o viceversa? Macías asegura
que Bernal Díaz se atrevió a decir que guachinango era voz indígena de Cuba en la
significación de extranjero. No recuerdo el pasaje; pero la voz es indudablemente
mexicana. El uso común es escribir con H el nombre del pueblo, y con G el del pez y el
apodo.

Guadañero. m. Dueño o conductor de guadaño.

Cuba. PICHARDO, p. 165; MACÍAS, p. 605.

Guadaño. m. Bote pequeño que sirve para trasportar mercancías y personas de los
buques a tierra y viceversa. Úsase en Veracruz.

«La furiosa marejada [...] estrelló un guadaño contra las puertas del muelle». «Se
perdieron enteramente [...] siete guadaños» (Diario de México, tom. VII, ps. 63, 91).

Cuba. PICHARDO, p. 169; MACÍAS, p. 605.

Guagua (De). m. adv. De balde.

Cuba. PICHARDO, p. 169; MACÍAS, p. 605.

Guajada. f. fam. Tontera, bobería, necedad; acción propia de un guaje o bobo.

Guaje. (Del mex. uaxin. SIM. Hoaxin. HERN. Acacia. Crescencia alata. -237-
COLM. esculenta). m. Árbol grande que crece en las tierras calientes y produce unas
vainas comestibles, a pesar de su mal olor.

«Hay otro árbol silvestre que se dice guajin: éste cría unas vainas de á palmo, y dentro
de ellas unos granos verdes de la hechura de la lenteja, tres veces mayor. Estos comen
los naturales con maíz tostado: hieden á ajos» (Descr. de Tenamastlán, 1579, MS.).
«Huajin, que es una comida de poca substancia» (Descr. de Ameca, 1579, MS.).

2. Calabazo compuesto de dos cuerpos casi esféricos, el uno mayor que el otro, y unidos
por un cuello corto. Le usan mucho los caminantes para llevar provisión de agua u otra
bebida.

«Contribuían los indios á sus caciques con oro en barras y en platones, y en ciertas
medidas, como de guajes, calabazas y tecomates» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de
Mich., pte. I, lib. 1, cap. 27).

V. CALABAZA.

3. adj. Bobo, sandio. Muy usado.

«Yo á todos les fingía que era un guaje propio para tomar agua» (Astucia, tom. I, cap. 9,
p. 165). «Ya no bailarás con ese bestia que se ha medio tratado por guaje» (Id., p. 169).
«No seas guaje, dijo D.ª Rufina» (Id., p. 178). «Tú fuiste un guaje» (Id., tom. I, cap. 12,
p. 148). «Te han visto cara de guaje» (Id., tom. I, cap. 14, p. 248). «No seas guaje: aquí
está la lumbre» (Id., p. 312). «Se mordió los labios de coraje de haber sido tan guaje»
(Id., p. 333). «¿Penas? ¡Ah, guaje! ¡Ten ánimo! ¡Adiós!» (DELGADO, La Calandria,
XIII).
HACER GUAJE A UNO, fr. fam., engañarle como a un bobo.

«Pero no, mialma, que no la hagan á vd. guaje» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 5).

HACERSE GUAJE, fr. fam., hacerse el bobo, el desentendido.

«¡Adiós! Hazte guaje» (DELGADO, La Calandria, XXXVIII).

NO NECESITAR GUAJES PARA NADAR, fr. fam. No necesitar de calabazas para


nadar; tener uno bastante industria para manejarse por sí solo.

«No necesitamos guajes para nadar» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 343).

Guatemala. «A las baratijas, chismes ó utensilios menudos llaman guajes» (BATRES,


página 308).

Guajear. n. Fingirse guaje o bobo, para engañar.

«Me siguió haciendo más preguntas, y yo como guajeando, contestándole


satisfactoriamente» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 116).

† Guajolote. (Del mex. uexolotl, gallo. MOL. Uexolotl. SIM. Huexollotl. MEND.). m.
Pavo. El Diccionario escribe mal, guajalote.

«Han sido abundantes de ganados que llaman cíbolos, y también de conejos, liebres,
venados, osos y otros animales de caza, y guajolotes ó pavos» (MOTA PADILLA, Hist.
de la N. Galicia, cap. LXXIII, núm. 6). «Quién había que entendía por loco, quién por
burro, quién por guajolote» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 19). «Yo
correspondí más esponjado que un guajolote: ya se ve, tal era mi vanidad» (ID., ib.,
tom. I, cap. ..., p. 55). «Piropo que el aficionado ha recibido mil veces, y que lo ha
dejado más ancho que un guajolote» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 8). «El afligido
guajolote no pudo reprimir un grito de alegría» (DELGADO, La Calandria, XI).

2. adj. fig. Bobo, sandio, necio, tonto.

«Yo soy el tal Pípilo, aunque no muy guajolote» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV,
capítulo 9, p. 118). «Los liberales guajolotes se dejan llevar de esa opinión, y crían
cuervos para que les saquen los ojos» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 498).

CABILDO DE GUAJOLOTES. Reunión de necios. Para ponderar una necedad, se dice:


Eso no se ha visto u oído ni en cabildo de GUAJOLOTES.

(MORALES, Gallo Pitagórico, p. 586).

Guamúchil. (Inga pungens. COLM. Unguis Cato. WILD). m. Árbol bastante corpulento,
del género mimosa. El fruto, a que se da el mismo nombre, es comestible.

«Tienen otro género de árboles que llaman quamochitl: éste es muy alto: la hoja es
menuda y verde, y colorada y redonda, del tamaño de un real sencillo, echa un fruto en
una vaina torcida, de un dedo de ancha, y dentro hace unos botones blancos y
entreverados de encarnado, con una pepita del tamaño y hechura de una lenteja grande:
es negra como un azabache: tiene el fruto sabor estítico, que participa de dulce: son del
tamaño de avellanas grandes: pasados al sol vienen á perder aquella aspereza, y á
quedar dulces, aunque no mucho. Es árbol muy crecido: la madera sería buena para
hacer cajas y todas las demás cosas que aquí suelen hacer de ella: aprovéchanse los
naturales de ella para quemar, que hay muncha» (Descr. de Tenamastlán, 1579, MS.).
«Huamustli, que es un género de fruta en unas vainas, áspera y mala de digerir» (Descr.
de Ameca, 1579, MS.). «Zapote de diversas clases, guamúchil, granadillas» (MOTA
PADILLA, -238- Hist. de la N. Galicia, cap. XCIII, número 9).

Guanaja. f. Como noticia curiosa para la historia del teatro en México, y también como
explicación de la voz objeto de este artículo, copio lo siguiente:

«En estos tiempos, y aun mucho después del incendio del coliseo, se hacían las
representaciones por las tardes; aunque alargándose hasta después de la oración, se
iluminaba el teatro y el patio, como sucedió la víspera del fuego. Las representaciones
no sólo se hacían en el teatro principal, sino en los arrabales de la ciudad, á cuyos
lugares daban el nombre de guanajas, y de este modo llamaban también á las funciones
que daban de balde los lunes y jueves en el coliseo á todo género de personas, lo que
cesó con motivo de haberse dado tres días de guanajas en celebridad de hallarse grávida
la Reina Nuestra Señora, por el desorden de la plebe, que á las nueve de la mañana
estaba apoderada de todo el coliseo, en cuya virtud se limitó la guanaja á los
concurrentes abonados que asistían los días festivos, porque sólo en ellos había
representación de paga. En 1707 ya había aquellas guanajas de los barrios, que se daban
en asiento como en el coliseo» (Diario de México, tom. VIII, p. 82).

Guangoche. m. Tela burda y rala, hecha de ixtle. Suele servir para abrigo exterior de
fardos.

«En su tiempo [del Conde de Revillagigedo el 2.º], las mulas que salían del matadero
con las carnes para las carnicerías, dió orden de que llevasen la carne tapada con unos
guangoches» (Diario del ALABARDERO, apénd., MS.). «Tirada en un pedazo de
petate, y puesto encima un guangoche» (Astucia, tom. II, capítulo 7, p. 190).

En Chile: gangocho significa tela gruesa de cáñamo ó esparto (ORTÚZAR, p. 161).


Guatemala. «Son unos morrales que se usan para recolectar el café durante la cosecha»
(BATRES, p. 310).

Guangochudo, da. adj. fam. Hablando de vestidos, muy holgado; mayor de lo que
conviene a quien lo lleva.

«O quién sabe si será como los cívicos de allá, con una levita muy guangochuda»
(Astucia, tom. II, cap. 9, p. 296).

† Guanta. f. vulg. Disimulo, fingimiento. HACER LA GUANTA, engañar a uno con


demostraciones falsas para encubrir otra intención, o burlarse de él. V. ZANGUANGA
en el Dicc.
«No se sorprenda vd. porque es tompeate [bobo], y estamos haciéndoles la guanta»
(Astucia, tom. I, cap. 15, p. 354).

«Ora ando descaminado


Porque tu amor me ataranta,
Y si me ves con enfado,
Ó cuando me haces la guanta,
Bebo del endemoñado».

(G. PRIETO, Musa Callejera, «Carta leperócrata», p. 163)

«Y no lloro sus engaños,


Y no sus malas partidas,
No que me hiciera la guanta...».

(ID., ib., «Romance», p. 246)

Guantón. m. Guantada recia; bofetada.

Bogotá. CUERVO, § 712. Ecuador. CEVALLOS, p. 70. En Chile se entiende por


guantón: «puñete, puñada, puñetazo, mojicón, cuando se da en la cara: guantazo,
guantada, si se da con la mano abierta». ORTÚZAR, p. 168; RODRÍGUEZ, p. 238.
Guatemala. BATRES, página 309.

† Guapo, pa. adj.

Guarache. m. Cacle: sandalia tosca de cuero.

«¡Tú de mi alma! ¡como si hubiera visto los pies á un indio con guaraches!»
(FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 5).

Hallo escrito guaracha; mas no la he oído.

«Un sombrero de petate y unas guarachas» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, capítulo
8, p. 104).

Guardamonte. m. Pieza de cuero de chivo, y alguna vez de oso, con pelo (y mientras
más largo mejor), que se coloca sobre el anca del caballo, afirmada al borrén trasero de
la silla (teja), y cuelga mucho a ambos lados. Sirve para evitar que se manche con el
sudor del caballo el zarape, cuando se lleva recogido y atado con los TIENTOS. Hoy se
le da más bien el nombre de vaquerillo, y es frecuente substituirle con las cantinas.

2. Guardabosque.
Guardapelo. m. Especie de relicario, comúnmente con vidrio, en que se guarda un rizo
del pelo de persona querida. Las mujeres usan llevarle al cuello pendiente de una
cadenita, y los hombres, aunque rara vez, como dije, anexo a la cadena del reloj.

«Ya es un guardapelo esmaltado que juguetea á cada movimiento, como el cascabel de


un gato, sobre un ligero hoyito que Amalia tiene en la garganta» (FACUNDO, Jamonas,
tomo I, cap. 2).
-239-

Guardarraya. f. En Cuba llaman así al «espacio limpio ó calle que se deja en los cuadros
de café, cañaverales y otras siembras, para transitar, y si son rectas se llaman carriles».
En las haciendas del Estado de Morelos llaman carriles a esas guardarrayas, sean o no
rectas; y este nombre se usa solamente en la frase dar GUARDARRAYA, que significa
poner fuego a la hoja seca o tlazol que queda en los cuadros de los campos de caña ya
cortados, tomando las precauciones necesarias para que el fuego no pase a los otros.

Cuba. PICHARDO, p. 179; MACÍAS, p. 639.

Guardatierra. m. El individuo que en algunas haciendas extensas tiene por oficio vigilar
los linderos para evitar usurpaciones, impedir el corte de árboles y destrucción de
cercas, y acotar los terrenos arrendados para siembras.

† Guardia. Estar de GUARDIA. fr. fam. Que significa haberle acontecido a alguno en
un día muchos lances desagradables.

«D. Manuel estaba ese día de guardia, porque después de haber hecho á Lázaro, le costó
la merienda y los veinte pesos, dándose á Judas de haber sido tan necio» (Astucia, tomo
I, cap. 15, p. 359).

Guardón, na. adj. Guardoso: que gusta de guardar y acumular sus ahorros.

† Guarnés. m. No le da la Academia otra acepción que la de Guadarnés, «lugar ó sitio


donde se guardan las sillas y guarniciones de los caballos ó mulas, y todo lo demás
perteneciente á la caballeriza». Por acá equivale a guarniciones de animales de tiro. Ese
GUARNÉS ya no sirve.

Guasanga. f. Bulla, zambra, barahunda, vocerío. Salvá le trae como pr. de Cuba; pero lo
es también de México y de Colombia.

«... En la fonda
He padecido infinito:
Sesenta conté de mesa,
¡Qué guazanga! ¡qué de gritos!».

(El Hidalgo en Medellín, p. 52)

Bogotá. CUERVO, § 598. Cuba. PICHARDO, p. 180; MACÍAS, p. 642; ARMAS, p.


82. Guatemala, riña, pelotera (BATRES, p. 313).
Guatepeor. m. Ciudad imaginaria que se ha inventado para formar un juego de palabras
con Guatemala. Salir de Guatemala para entrar en GUATEPEOR, significa, en estilo
jocoso, librarse de un mal para caer en otro mayor, o dejar una cosa y tomar otra menos
aceptable.

(MACÍAS, p. 646).

Perú.

«Salimos de Guatemala
Y entramos en Guatepeor:
Cambia el pandero de manos,
Pero de sonidos no».

(PALMA, Los caballeros de la capa)

† Guaya. f. El Diccionario trae esta palabra, hoy desusada, que, siguiendo a


Covarrubias, deriva de guay, y define así: «Lloro ó lamento por una desgracia ó
contratiempo. Hacer uno la guaya, fr. Ponderar los trabajos y miserias que padece ó
fingirlas para mover á compasión». Covarrubias dice: «Guaya, lo mismo que guay, y el
uno y el otro nombre tienen origen del ay, empezando á formar con la letra gutural g de
que usan mucho los hebreos, y así cuando ellos lloran decimos que hacen la guaya».
Conforme a lo asentado por Covarrubias usó aquí la palabra González de Eslava:

«Hombre vestido con saya,


juraré que es de linaje
De los que hacen la guaya».

(Col. VII)

Respecto a etimología, oigamos a Eguilaz: «Guaya, cast., basc. y port. guaia». De [el
árabe] «guayas, canto de dolor», en P. de Alcalá, «dolor» en R. Martin.

«E fasemos guayas en son dolorido


Disiendo: Huerfanas é biudas quedamos».

(Cancionero de Baena, p. 295)

† Guayaba. f. fam. Además del fruto del guayabo, significa, en estilo familiar, mentira,
embuste.

Bogotá. CUERVO, § 598. Perú. ARONA, página 256. Cuba. PICHARDO, p. 182.
MACÍAS, p. 648. Guatemala. BATRES, p. 309.
Guayabero, ra. adj. fam. Que acostumbra decir mentiras o embustes.

Cuba. PICHARDO, p. 182; MACÍAS, p. 649.

Guayín. m. Carruaje ligero de camino, de cuatro ruedas y otros tantos asientos, cerrado
con cortinillas de cuero.
-240-

«Que nos preparen un carruaje cualquiera, un carricoche, un guayín ó demonios»


(Astucia, tom. I, cap. 3, p. 91).

Güero, ra. adj. Así decimos, casi sin excepción, en vez de rubio, y también se usa mucho
como expresión de cariño. Se escribe güero y huero; pero siempre se pronuncia güero.
V. CUERVO, § § 666, 689.

«Quien hubiere hallado un niño güerito de edad de cuatro años, en camisita, que se
perdió...» (Diario de México, tom. I, p. 125; II, ps. 264, 361, 396 et alibi). «Miren quien
va á decidir: esta preciosa güerita que viene en seguimiento de su tata» (Astucia, tom. I,
cap. 7, p. 129). «Otro que anda ahí de la barba güera» (Id., tom. I, cap. 9, p. 164). «Este
huero azafranado, que le llaman el Cuachichil» (Id., tom. I, cap. 12, p. 225). «No se me
enfosque, huerita linda» (Id., tom. I, capítulo 15, p. 347). «Es huerita, caballero, con el
pelo quebrado» (Id., tom. I, cap. 16, página 387). «Era una huerita como de dieciocho
años» (Id., tom. II, cap. 5, p. 144). «Alto, huero, de barba poblada» (Id., página 122).
«Que mi huero Enrique ocupe un lugar en su amante corazón» (Id., tom. II, cap. 7 bis,
p. 202).

V. ARAÑA.

† Guijo. m. Mango de hierro que, afirmado en cada uno de los extremos del eje de
madera de una rueda hidráulica, descansa sobre la chumacera. Igual nombre se da a la
punta de hierro de un árbol vertical, que descansa y gira sobre el tejuelo.

En Cuba llaman guijo al eje de hierro que atraviesa las mazas o moledores de un
trapiche (PICHARDO, p. 184; MACÍAS, p. 653). Aquí se llama flecha.

Guiquilite. «m. pr. Méj. Añil, por la planta» (Salvá). Jamás he oído tal nombre.

Guitarrear. n. Andar de haragán, tocando aquí y allá una guitarrilla.

«Muchos [indios] se hacen haraganes, que no puede aprovecharse de ellos su república,


dando en jugar y guitarrear, que éste es un artículo de la doctrina que en la escuela de
los españoles han aprendido» (MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. IV, cap. 33).

Guitarrería. f. Obrador en que se fabrican guitarras y otros instrumentos de esa clase; y


tienda en que se venden.

«Frente á la iglesia de la Merced, junto á la botica se halla la tienda guitarrería de


Cristóbal de Oñate del Castillo, quien tiene un surtido de bandolones y guitarras, que
pasan de ciento y cincuenta, de todas maderas y precios» (Diario de México, tom. IX, p.
724).
Gurbia. f. Así decimos de ordinario, en vez de gubia (formón de media caña). El
Diccionario trae «GURVIO, VIA. adj. Que tiene alguna curva. Aplícase regularmente á
los instrumentos de hierro ú otro metal».

«Suntuosidad y acierto en un todo, que á esmeros de la magnificencia y continuado afán


de los artífices ejecutó el cartabón y el compás [...] la gurbia y escofina» (Gaceta de
México, sept. 1737).

Bogotá. CUERVO, § 692. Cuba. PICHARDO, p. 188.

ES UNA GURBIA; NO ES MALA GURBIA: se dice del sujeto astuto, matrero, doble.

† Gurrumino, na. m. y f. Muchachuelo de corta edad. No he oído la acepción ofensiva


que, como pr. de México, le atribuye Salvá.

«¿A dónde vas, gurrumino?... -Según eso vd. conoce á mi papá. -Sí, gurrumino... ya ves
como hasta á ti te conozco, gurrumino» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 235).

Gurupiada. f. Paga o gratificación que se da al gurupié.

«Este arbitrio suele proporcionar una buena gratificación ó gurupiada» (PENSADOR,


Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 27).

V. MUERTO.

Gurupié. m. El que en el juego del monte reproduce en otro lugar de la mesa, con cartas
despuntadas, el albur que saca el tallador, para que le vean los apuntes distantes y hagan
allí sus apuestas; paga las que ganan y recoge las que pierden, y a veces suple al
tallador.

En Cuba dicen gurrupié (PICHARDO, p. 187). MACÍAS (p. 660), cree que es palabra
castellana, y que viene de gurupa (o grupa) y de pie. Rivodó (página 88), asienta que
viene de gurupa. Me parece que es sencillamente corrupción del francés croupier, que
significa lo mismo.

«Y á Gestas por gurupié


Lo pondréis, por ser bellaco».

(Diario de México, tom. II, p. 456)

«Mesa grande cuadrada, con dos bujías, carpeta y porción de moneda en oro y plata,
colocada al último del foro: el montero y gurrupié se verán sentados [...].

-241-
Cayetana.-
... Digo, amigo,
Don Soplillo, mis diez pesos.
Gurupié.-
Aguárdese vd., si quiere,
No he de quedarme con ellos».

(El Hidalgo en Medellín, p. 35)

«Monteros y gurupiés
Que vayan á los avernos...».

«Un gurupié barajando


Es jefe de foragidos,
Que con cuarenta bandidos
A los puntos va robando».

(Don Simplicio, tom. II, núm. 7)

«Me proporcionó que fuera su gurupié; ganando dos pesos diarios» (PENSADOR,
Catrín, cap. 7). «Y aunque no sea franco ni gane, el gurupié no puede perder nunca su
trabajo, como no sea tonto» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 27). «¿Qué tal será la
cosa que para acomodarse de talladores ó gurupiés con sus mercedes se hacen más
empeños que para entrar de oficial en la mejor oficina» (ID., ib., tom. II, cap. 3, p. 52).
«Los talladores y gurupiés eran personas de importancia» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap.
7).

† Gusano. MATAR EL GUSANO, fr. fam. Contentar en parte un antojo. Cuando un


niño codicia una golosina, y no se quiere o no conviene que la coma, se le da una
pequeña parte de ella para que mate el GUSANO.

† Gusto. AL QUE POR SU GUSTO MUERE, HASTA LA MUERTE LE SABE. refr.


usado para expresar con desprecio y enfado, que se deja a uno que haga cuanto le
agrade, y sufra sin quejarse las consecuencias a que voluntariamente se expone.

«A mí no me gusta meterme en la vida de nadie; que á cada uno se lo lleve el diablo, si


es de su gusto, que el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe» (PAYNO, Fistol,
tomo I, cap. 11). «¡Allá se lo haiga! El que por su gusto muere...» (DELGADO, La
Calandria, XIV).

«Y luego con tono grave


Esta sentencia profiere:
Al que por su gusto muere,
Hasta la muerte le sabe».
(RODRÍGUEZ GALVÁN, La sanguijuela y el cerdo)

... Hasta aquí dejó arreglado el autor.

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