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Esta

obra es imprescindible para entender la ideologa conservadora del Sur de los Estados
Unidos de Amrica poco antes de la Secesin. Calhoun fue el principal terico de los
intereses algodoneros y esclavistas de los Estados del Sur frente a los industriales y
antiesclavistas del Norte. Las ideas del que fue vicepresidente de los EEUU inspiraron a los
confederados.

John C. Calhoun

Disquisicin sobre el Gobierno


ePub r1.0
lot o 12.05.14

Ttulo original: A Disquisition on Government


John C. Calhoun, 1851
Traduccin: Mara de la Concepcin Lucas Murillo de la Cueva
Diseo de cubierta: loto
Editor digital: loto
ePub base r1.1

A DVERTENCIA

Conviene advertir que los manuscritos que integran el siguiente trabajo no fueron revisados, ni
corregidos, por su ilustre autor. Cuando en su ltima enfermedad los dej en manos de su editor,
expres la esperanza de recuperar fuerzas suficientes para realizar esta tarea. Sin embargo, no es
necesario decir que tal esperanza no se lleg a realizar. La Disertacin sobre el Gobierno fue, sin
duda, transcrita antes de su muerte; pero es casi seguro que nunca tuvo tiempo para examinar la
copia. El Discurso sobre la Constitucin, con excepcin de unas cuantas pginas, fue escrito de su
puo y letra en pginas sueltas, con seales evidentes de una redaccin interrumpida y hecha con
prisas. Sin duda alguna hay razones para creer que la parte principal de la misma, si no toda la obra,
fue realizada entre la renovacin del Congreso, en la primavera de 1848, y la reunin de este ltimo
en diciembre de 1849.
Al preparar los manuscritos para la imprenta, el editor ha intentado con gran diligencia respetar
no slo las formas peculiares de expresin, sino tambin las palabras del autor; sin prestar atencin a
los adornos de estilo o reglas de la crtica. A los que le conocan bien no hay que recordarles que les
prest poca atencin. Absorto por su tema y serio en sus esfuerzos para ofrecer la verdad a los
dems, tal como l la vea, no se preocup de los artificios y ornamentos de una elocucin ampulosa.
Escribi tal como hablaba, a veces con negligencia, pero con claridad y energa. Dado su peculiar
carcter y lo que el pblico esperaba de l, sus puntos de vista deben presentarse en la forma
verdadera y simple tal como los dej. La estatua grantica, por ms que sea esculpida de forma tosca,
impone mucho ms con sus proporciones simples y austeras, aunque rudas, que un vaciado en yeso
por muy elaborado y pulido que est. Se han rehecho algunas afirmaciones y algunas incorrecciones
verbales debidas a la apresurada redaccin porque eran inexactas. Con estas excepciones, que son
relativamente pocas, la obra aparece como sali de las manos del autor; y se ofrece al pblico sin
ms comentario que el hecho por su autor en la carta fechada el 4 de noviembre de 1849. Deseo que
se indiquen mis errores. Slo he escrito lo que crea cierto; sin ceder una micra a la opinin y
prejuicios populares del momento. No he dilatado, sino dejado la verdad, claramente anunciada, para
que se abra camino por s misma.
22 de febrero de 1851.

DISQUISICIN SOBRE EL GOBIERNO

Para tener una concepcin clara y justa de la naturaleza y objeto de gobierno, es indispensable
comprender, correctamente, cul es la constitucin o ley de nuestra naturaleza, que origina el
gobierno, o, para expresarlo de forma ms completa y acertada, esa ley, sin la cual el gobierno no
existira y con la que debe existir necesariamente.
Sin esto es imposible establecer un fundamento slido para la ciencia del gobierno, del mismo
modo que lo sera para fundar la ciencia de la astronoma sin una comprensin de su constitucin o
ley del mundo material, de acuerdo con la cual los varios cuerpos que componen el sistema solar
actan mutuamente uno junto al otro, y por la que se mantienen en sus esferas respectivas. Por
consiguiente, la primera pregunta que ha de tenerse en cuenta es: Qu es esa constitucin, o ley de
nuestra naturaleza, sin la cual el gobierno no existira, y que mediante su existencia es necesaria?
Al considerar esto, asumo como hecho indiscutible que el hombre fue constituido como un ser
social. Sus inclinaciones y deseos fsicos y emocionales, le impulsan, irresistiblemente, a asociarse
con los de su gnero; y, en consecuencia, no se ha observado nunca en ninguna era o pas, en ningn
otro estado, que el hombre no sea social. Sin duda no poda existir de otro modo; slo as podra
alcanzar el desarrollo completo de sus capacidades morales e intelectuales, o elevarse en la escala de
la existencia por encima del nivel de la creacin bruta.
A continuacin asumo tambin, como hecho no menos indiscutible, que, mientras el hombre est
constituido de tal forma que tiene que asumir el estado social necesario para su existencia y para el
desarrollo total de sus facultades, este estado no puede existir sin gobierno. Esta afirmacin se basa
en la experiencia universal. En ninguna era o pas se ha observado ninguna sociedad o comunidad
civilizada o en estado salvaje sin un gobierno de cualquier tipo.
Habiendo asumido esto como fenmenos incuestionables de nuestra naturaleza, sin ms
observaciones proceder a la investigacin de la cuestin principal e importante: En qu consiste
nuestra naturaleza? Cul es la constitucin de nuestra naturaleza, que, al mismo tiempo que impulsa
al hombre a asociarse con los de su gnero, hace imposible que la sociedad exista sin gobierno?
La respuesta se encontrar en el hecho (no menos indiscutible) de que mientras que el hombre ha
sido creado para el estado social y, por consiguiente, se ve formado para sentir lo que afecta a los
dems, as como lo que le afecta a l, est constituido para sentir ms intensamente lo que le afecta
directamente, que lo que le afecta indirectamente a travs de los otros; o para expresarlo de forma

diferente: est constituido de tal modo que sus afecciones directas o individuales son ms fuertes que
sus sentimientos comprensivos o sociales. Evito, intencionadamente la expresin sentimientos
egostas aplicables a los anteriores, porque, tal como se usa comnmente, implica un exceso
inhabitual del individuo por encima de los sentimientos sociales en la persona a quien se aplica y, en
consecuencia, algo depravado o vicioso. Mi objetivo excluye tal referencia y restringe la cuestin
exclusivamente a hechos en su relacin con el tema que consideramos, vistos como simples
fenmenos que pertenecen a nuestra naturaleza, constituidos tal como son, y que son tan indiscutibles
como el fenmeno de la gravitacin, u otros fenmenos del mundo material.
Al sostener que nuestros sentimientos individuales son ms fuertes que nuestros sentimientos
sociales, no se intenta negar que haya casos, efectos de relaciones peculiares as la de madre e hijo
o resultado de la fuerza de la educacin o hbitos por encima de constituciones peculiares, en las
que estos ltimos han prevalecido sobre los primeros, pero tales casos son pocos y siempre vistos
como algo extraordinario. La impresin profunda que causan, si es que tienen lugar, es la prueba ms
fuerte de que se consideran excepciones a alguna ley general y bien entendida de nuestra naturaleza,
tal como lo son algunos de los poderes menores del mundo material respecto a la gravitacin.
Ir ms lejos y sostendr que esto es un fenmeno, no slo de nuestra naturaleza, sino de toda la
existencia animada, en todo su alcance, hasta donde llega nuestro conocimiento. Parecera, sin duda,
que se relaciona esencialmente con la gran ley de autopreservacin, la cual se extiende de modo que
impregna todo lo que puede sentir, desde el hombre hasta el ms bajo e insignificante reptil o insecto.
Empero, en ninguno es ms fuerte que en el hombre. Es posible que sus sentimientos sociales, en un
estado de seguridad y abundancia, combinados con una cultura intelectual y moral elevada, adquieran
gran expansin y fuerza, pero no tan grande que prevalezcan sobre esta ley esencial que marca toda
existencia animada.
Pero esa constitucin de nuestra naturaleza que nos hace sentir ms intensamente lo que nos afecta
directamente, que lo que nos afecta indirectamente a travs de otros, conduce, necesariamente, al
conflicto entre los individuos. En consecuencia, cada uno cuida ms de su propia seguridad o
felicidad que de la seguridad y felicidad de los dems; y, cuando stos se oponen, est listo para
sacrificar los intereses de los otros por los suyos. La tendencia hacia un estado universal de conflicto,
entre individuo e individuo, acompaado por las conexas pasiones de sospecha, envidia, irritacin y
venganza, seguidas de la insolencia, el fraude y la crueldad, si no es prevista por algn poder
controlador, acaba en un estado de discordia y confusin universal, destructor del estado social y de
los fines para los que se destina. Este poder controlador donde se establece, o por quien se ponga en
prctica, es el GOBIERNO.
As pues, resulta que el hombre est constituido de tal forma que el gobierno es necesario para la
existencia de la sociedad, y la sociedad para su existencia y perfeccin de sus facultades. Asimismo
resulta que el gobierno tiene su origen en esta constitucin doble por su naturaleza; los sentimientos
de simpata o sentimientos sociales constituyen la causa remota; y la individual o directa, la causa
prxima.
Si el hombre hubiera sido constituido de forma diferente en cualquiera de esos aspectos; si en vez
de ser social por su naturaleza hubiera sido creado sin compasin por su especie, e independiente de
los dems para su seguridad y existencia; o si, por otro lado, hubiera sido creado de tal modo que

sintiera ms intensamente lo que afectara a los dems que lo que le afectara a l mismo (si eso fuera
posible) o, incluso, si este supuesto inters fuera igual, se manifiesta que en cualquier caso no habra
habido necesidad de gobierno y nunca habra existido. Ahora bien, aunque la sociedad y el gobierno
estn ntimamente relacionados y dependen uno del otro, la sociedad es superior. Es la primera en el
orden de las cosas y en la dignidad de su objeto, siendo el primordial preservar y perfeccionar
nuestra estirpe. Y el objeto del gobierno es secundario y subordinado: el preservar y perfeccionar la
sociedad. Ambos son, sin embargo, necesarios para la existencia y bienestar de nuestra especie e
iguales por mandato divino.
He dicho que si fuera posible que el hombre estuviera constituido de tal modo que sintiera lo que
afecta a los otros ms fuertemente que lo que le afectara a l, o con la misma intensidad, porque se
puede dudar con razn si el sentimiento ms fuerte de afecto de los individuos para consigo mismos,
combinado con un sentimiento ms dbil y subordinado de afecto hacia los otros, no sea, en seres de
razn o facultades limitadas, una Constitucin, necesaria para su conservacin y existencia. A la
inversa, si sus sentimientos y afecciones fueran ms fuertes para con los otros que para consigo
mismos, o incluso de igual intensidad, el resultado necesario parecera ser, que toda individualidad se
perdera, y resultara el desorden sin lmites ni remedios y la confusin. Cada uno, participando
intensamente, al mismo tiempo, en todas las emociones en conflicto de los que le rodean, llegara,
por supuesto, a olvidarse de s mismo y a todos los que le conciernen directamente en su intromisin
oficiosa en los asuntos de todos los dems; no podra ni comprenderlos apropiadamente ni
controlarlos. Tal estado de cosas llevara, tan lejos como podemos verlo, a un desorden sin lmites y
confusin, no menos destructor para nuestra estirpe que un estado de anarqua. Adems, sera
irremediable, ya que el gobierno sera imposible; o, si posiblemente existiese, su objeto sera
aniquilado. Se tendra que fomentar el egosmo y desalentar la benevolencia. Se debera animar a los
individuos por medio de recompensas para que se hicieran ms egostas y se les debera disuadir, por
medio de castigos, para que no fueran benevolentes; y esto tambin sucedera con un gobierno
administrado por aqullos que, supuestamente, tuviesen la mxima aversin hacia el egosmo y la
mxima admiracin por la benevolencia.
El Ser Infinito, el Creador de todo, tiene en su mano el cuidado y la supervisin del todo. l, en su
infinita Sabidura y Bondad, ha asignado su condicin y funciones apropiadas a cada clase de seres
animados, y ha dotado a cada uno de los sentimientos, instintos, capacidades y facultades ms
apropiados con la condicin asignada. Al hombre le ha dado el estado social y poltico como el ms
conveniente para desarrollar las grandes capacidades y facultades, intelectuales y morales, ms aptas
para su condicin; en consecuencia, lo ha constituido de tal forma que no slo le impulsa al estado
social, sino que hace el gobierno necesario para su conservacin y bienestar.
Pero el gobierno, aunque planeado para proteger y mantener la sociedad, cuenta l mismo con
una fuerte tendencia al desorden y abuso de sus poderes, tal como lo prueban la experiencia y casi
todas las pginas de la historia. La causa se halla en la misma constitucin de nuestra naturaleza, la
cual hace al gobierno indispensable. Los poderes necesarios del gobierno para reprimir la violencia
y mantener el orden no pueden ejecutarse por s mismos. Deben ser administrados por hombres en
los que, como en los otros, el individuo es ms fuerte que los sentimientos sociales. Y puesto que los
poderes que se le dieron para prevenir la injusticia y la opresin por parte de los otros, si se

descuidan, sern convertidos por ellos en instrumentos para oprimir al resto de la comunidad, ese
medio preventivo, llmese como se quiera, es lo que significa la CONSTITUCIN , en su sentido ms
amplio, cuando se aplica al gobierno.
Al recabar su origen del mismo principio de nuestra naturaleza, la Constitucin es para el
gobierno como este ltimo es para la sociedad; y, del mismo modo que el fin para el que la sociedad
ha sido destinada no se lograra sin gobierno, el fin para el que ha sido destinado el gobierno no se
lograra en gran medida sin la Constitucin. No obstante, difieren en esto notablemente. No hay
dificultad en formar el gobierno. No es siquiera una cuestin de eleccin, si debe haberlo o no. Como
el respirar, no se permite que dependa de nuestra voluntad. La necesidad lo exigir en todas las
comunidades en una forma o en otra. El caso de la Constitucin es muy diferente. En vez de tratarse
de una necesidad, es una de las tareas ms difciles impuestas al hombre para formar una
Constitucin merecedora de su nombre; mientras quiera formar una perfecta, una que contrarreste
completamente la tendencia del gobierno a la opresin y al abuso, y lo mantenga estrictamente
ajustado a los fines para los que me destinado, ha excedido hasta aqu la sabidura humana, y
posiblemente siempre la exceder. De aqu resulta otra notable diferencia. La Constitucin es
invencin del hombre, mientras que el gobierno es de orden divino. Al hombre se le permite
perfeccionar lo que la sabidura del Infinito ha ordenado, tanto como sea necesario para preservar la
especie. Con estas observaciones, procedo a la consideracin de esta cuestin importante y difcil:
Cmo puede contrarrestarse esta tendencia del gobierno? O, para expresarlo de forma ms
completa, cmo puede evitarse que aqullos que fueron investidos con los poderes del gobierno en
vez de emplearlos como medios para engrandecerse a s mismos, lo hagan para proteger y preservar
a la sociedad? No puede hacerse por medio de la institucin de un poder superior para controlar al
gobierno y a aqullos que lo administran. Eso sera cambiar la sede del gobierno, y convertir a este
poder superior, en realidad, en gobierno, con la misma tendencia, por parte de aqullos que controlen
sus poderes, para desvirtuarlos y convertirlos en instrumentos de engrandecimiento. Tampoco puede
hacerse mediante la limitacin de los poderes del gobierno, de forma que se debilitaran demasiado
convirtindose en instrumento abusivo; puesto que as la dificultad en limitar sus poderes, sin crear
un poder superior al del gobierno mismo para imponer la observancia de las limitaciones, es
objecin suficiente pues, si fuera factible, desbaratara la finalidad propia del gobierno a que fue
destinado, debilitndolo demasiado para proteger y preservar a la sociedad. Los poderes necesarios
para este objetivo llegaran a ser suficientes para engrandecer a aqullos que lo controlan a costa del
resto de la comunidad.
Al estimar la cantidad de poder necesaria para asegurar los objetivos del gobierno, hay que tener
en cuenta lo que sera menester para defender a la comunidad contra peligros tanto externos como
internos. El gobierno ha de ser capaz de repeler actos violentos, as como de reprimir la violencia y
los desrdenes internos. No debe olvidarse que el gnero humano no est comprendido en una sola
sociedad o comunidad. La razn y facultades limitadas humanas, la gran diversidad de lenguas,
costumbres, ocupaciones, situaciones y complexin, y la dificultad de la intercomunicacin, entre
otras cosas diversas, ha creado, mediante su funcionamiento, muchsimas comunidades separadas,
que actan independientemente. Entre stas hay la misma tendencia al conflicto, por la misma
constitucin de nuestra naturaleza, tanto entre los hombres considerados individualmente; e incluso

con ms fuerza, porque los sentimientos compasivos o sociales no son tan intensos entre
comunidades diferentes, como entre individuos de la misma comunidad. En efecto, es tan poderosa
esta tendencia que ha producido casi incesantes guerras entre comunidades contiguas para el saqueo y
la conquista, o para vengar daos reales o supuestos.
Mientras contine este estado de cosas, ocurrirn emergencias, en las que todos los poderes y
recursos de la comunidad sern necesarios para defender su existencia. Cuando est en peligro, toda
consideracin deber ceder a aqulla. La autopreservacin es la ley suprema, tanto en las
comunidades como entre los individuos. De ah el peligro de quitar al gobierno el dominio completo
del poder y los recursos del Estado, y la gran dificultad de limitar sus poderes de forma consistente
con la proteccin y mantenimiento de la comunidad. Por ello se replantea la pregunta: Con qu
medios puede prevenirse para que el gobierno no abuse de sus poderes, sin despojarlo del dominio
total de los recursos de la comunidad? La cuestin implica dificultades que desde los primeros
tiempos hombres sabios y buenos han intentado superar, pero hasta ahora slo con menguado xito.
Con este objetivo se ha recurrido a muchos dispositivos, segn diversas fases de inteligencia y
civilizacin a travs de los que ha pasado nuestra raza, adaptadas a las diferentes formas de gobierno.
Se ha recurrido a la ayuda de la supersticin, de las ceremonias, de la educacin, de la religin, a
arreglos orgnicos, tanto del gobierno como de la comunidad de vez en cuando. Algunas de las
disposiciones ms notables, ya sea desde el punto de vista de su sabidura y habilidad con que se
pusieron en prctica, ya sea por la duracin de sus efectos, podemos encontrarlas en los albores de la
civilizacin; en las instituciones de los egipcios, hindes, chinos y judos. Los nicos materiales con
que contaba esa temprana poca para la elaboracin de Constituciones, cuando la inteligencia estaba
difundida tan parcialmente, fueron aplicados con extrema sabidura y destreza. A su acertada
aplicacin se debe el subsiguiente avance de nuestra especie en civilizacin e inteligencia; de ella
disfrutamos, ahora, los beneficios. En consecuencia, sin una Constitucin, que sirva para
contrarrestar la fuerte tendencia del gobierno al desorden y el abuso, y para dar estabilidad a las
instituciones polticas, habr poco progreso o mejoras permanentes.
Para contestar a esta importante pregunta no es necesario examinar las distintas invenciones
adoptadas por estos clebres gobiernos para despejar la tendencia al desorden y al abuso y tratar de la
Constitucin en su sentido ms amplio. Lo que propongo es mucho ms limitado: para explicar en
qu principios tiene que basarse el gobierno para resistir, con su propia estructura interior o, para
usar un trmino sencillo, un organismo al que llamo Constitucin, en su sentido ms estricto y
comn; y es esto lo que distingue los llamados gobiernos constitucionales de los absolutos. En este
sentido estricto y ms usual es en el que propongo usar en adelante el trmino.
Entonces la siguiente cuestin, que requiere atencin, es cmo debe construirse el gobierno para
oponerse, por medio de su organismo, a la tendencia por parte de los que hacen y ejecutan las leyes
para que no opriman a los sometidos a su operacin.
Slo hay un modo de hacerlo posible, por medio de un organismo que proveer a los gobernados
de los medios para resistir, con xito, la tendencia de los gobernantes a la opresin y al abuso. El
poder slo puede ser resistido por el poder, y la tendencia por la tendencia. Aqullos que ejercen el
poder y los que estn sujetos a su ejercicio, los gobernantes y los gobernados, estn en relacin
antagonstica unos frente a otros. La misma constitucin de nuestra naturaleza que lleva a los

gobernantes a oprimir a los gobernados, sin tener en cuenta el fin que estableci el gobierno, llevar
con la misma fuerza a los gobernados a resistir, cuando posean los medios de oponer resistencia
pacfica y eficaz. Tal tipo de organismo suministrar a los gobernados medios para resistir, de forma
pacfica y sistemtica, la opresin y abuso de poder de los gobernantes; es el primero paso,
indispensable, para formar un gobierno constitucional. Como esto slo puede efectuarse por medio o
a travs del derecho del sufragio (el derecho de los gobernados a elegir sus gobernantes en ciertos
intervalos, y a responsabilizarlos de su conducta), la responsabilidad de los gobernantes hacia los
gobernados, mediante el derecho al sufragio, es el principio indispensable y principal en la fundacin
de un gobierno constitucional. Cuando este derecho es salvaguardado de forma adecuada, y el pueblo
est suficientemente informado para comprender sus propios derechos y los intereses de su
comunidad, y el deber para apreciar los motivos y conducta de los designados que ejecutan las leyes,
es suficiente para dar a los electores el control efectivo sobre los elegidos.
Llamo derecho al sufragio al principio indispensable y primario, ya que sera un grande y
peligroso error suponer, como muchos hacen, que es suficiente por s mismo para formar gobiernos
constitucionales. A esta opinin errnea se debe una de las causas de que hayan triunfado muy pocos
intentos de establecer gobiernos constitucionales y por qu los pocos que lo consiguieron no duraron
mucho tiempo. No slo suscita errores cuando se intenta establecer tales gobiernos, sino que adems
conduce a su destruccin si por alguna buena fortuna se constituyen correctamente. Lejos de ser por
s mismos suficientes, da igual que se configuren correctamente y es lo mismo si el pueblo es
ilustrado pues, sin la ayuda de otras medidas, seguira el gobierno tan absoluto como si estuviera en
las manos de gobernantes irresponsables con una tendencia, al menos tan fuerte hacia la opresin y el
abuso de sus poderes. Esto lo explicar a continuacin.
El derecho al sufragio, por s solo, no puede hacer ms que controlar por completo a quienes
elige, controla la conducta de los que eligi. Al hacer esto logra todo lo que puede conseguir. Tal es
su meta, y si la alcanza cumple con su misin. No puede hacer nada ms, da igual cmo est
informado el pueblo, o hasta qu lmites se extiende o se garantiza este derecho. La suma total, pues,
de sus efectos, en el caso ms logrado, consiste en convertir a los elegidos en verdaderos y fieles
representantes de sus electores, en lugar de gobernantes irresponsables; as lo seran sin tal requisito
convirtindose en una agencia, y los gobernantes en agentes. As transfieren al gobierno todos los
derechos soberanos y manteniendo intacta a la comunidad. Claro est que el derecho al sufragio, al
hacer estos cambios, transfiere, en realidad, el control mismo al gobierno, a aqullos que hacen y
ejecutan las leyes, al cuerpo comunitario; de este modo coloca los poderes del gobierno
permanentemente en la masa de la comunidad y as sera efectivamente si se hubieran reunido,
haciendo y ejecutando las leyes ellos mismos sin intervencin de representantes o agentes. Cuanto
ms perfecto lo hace, ms perfectamente consigue sus fines; pero al hacerlo slo cambia la sede de la
autoridad, sin contrarrestar en absoluto la tendencia del gobierno a la opresin y al abuso de sus
poderes.
Si toda la comunidad tuviera los mismos intereses, de modo que los intereses de todos y cada uno
fueran afectados de tal modo por la accin del gobierno que las leyes que oprimieran o
empobrecieran a una parte oprimieran y empobrecieran, del mismo modo, a todos, o al contrario, en
ese caso el derecho al sufragio, en s mismo, sera suficiente para contrarrestar la tendencia del

gobierno a la opresin y abuso de sus poderes, y, por supuesto, instituira de suyo un gobierno
constitucional perfecto. Suponiendo que el inters de todos sea el mismo, en lo que se refiere a la
accin del gobierno, todos tendran los mismos intereses en cuanto a las leyes que deberan hacerse y
cmo deberan aplicarse. La discusin y lucha cesara respecto a quin debe elegirse para elaborarlas
y ejecutarlas. La nica cuestin sera quin es el ms apropiado, el ms sabio y capaz de entender el
inters comn de todos. Una vez decidido esto, la eleccin se hara con calma y sin discordias
partidistas; ya que ninguna parte impondra su inters particular sin tener en cuenta a los dems
eligiendo su candidato favorito.
Pero no es ste el caso. Al contrario, nada hay ms difcil que equiparar la accin del gobierno,
en lo que se refiere a los varios y diversos intereses de la comunidad, y nada ms fcil que desvirtuar
sus poderes e instrumentos para engrandecer y enriquecer uno o ms intereses oprimiendo y
empobreciendo a los otros, y esto tambin sucede bajo la accin de leyes, redactadas con trminos
generales; las cuales, desde su punto de vista, parecen justas y ecunimes. Tampoco ocurre as en
algunas comunidades particulares. Y as en todas: pequeas y grandes, pobres y ricas, sin perjuicio de
los xitos, producciones o grado de civilizacin, sin embargo, con esta diferencia, que cuanto ms
grande y populoso sea el pas, ms diversa es la condicin y ocupacin de su poblacin, y cuanto ms
rico y opulento y diferente sea el pueblo, ms difcil ser para una parte de la comunidad desvirtuar
sus poderes para oprimir y saquear a los otros.
Si es as, se infiere, necesariamente, que el derecho al sufragio, al confiar el control del gobierno
a la comunidad, conduce al conflicto entre sus diferentes intereses, dada la constitucin de nuestra
naturaleza que requiere al gobierno para que conserve la sociedad, cada uno esforzndose en poseer
sus poderes como medio de protegerse contra los dems, o proponiendo sus intereses respectivos,
sin tener en cuenta los de los otros. As pues, se producir una lucha entre los distintos intereses para
obtener la mayora y controlar el gobierno. Si ninguno de los intereses es lo suficientemente fuerte,
por s mismo, para obtenerlo, se formar una combinacin entre aquellos cuyos intereses son ms
parecidos, de modo que cada uno ceda hasta que se obtenga el nmero suficiente para obtener la
mayora. El proceso puede ser lento y requerir mucho tiempo antes que pueda formarse una
mayora compacta y organizada, pero una vez lograda con el tiempo se conseguir incluso sin previo
arreglo o designio, gracias al firme funcionamiento de ese principio o constitucin de nuestra
naturaleza en la que el gobierno mismo tiene su origen. Una vez establecida, la comunidad se divide
en dos grandes partidos, uno mayor y otro menor; entre ellos habr luchas interminables, por un lado
para retener y por otro para obtener la mayora, y de este modo el control del gobierno y las ventajas
que produce.
Sin duda alguna esta tendencia al conflicto enraiza profundamente entre los diferentes intereses o
partes de la comunidad; ello resultar de la accin del mismo gobierno, incluso si fuera posible
encontrar una comunidad donde la gente tuviera las mismas ventajas, la misma condicin de vida y
en cualquier aspecto de tal manera que no se den desigualdad de condiciones o diversidad de
intereses. Las ventajas de poseer el control de los poderes gubernamentales, y, en consecuencia, sus
honores y emolumentos, excluyen por s mismas cualesquiera otras consideraciones, suficientes para
dividir incluso a tal comunidad en dos grandes partidos hostiles.
Para emitir un clculo justo de la fuerza total de estas ventajas, sin referencia a ninguna otra

consideracin, debe recordarse que el gobierno, para cumplir las finalidades para las que se
estableci y ms especficamente la proteccin frente a peligros externos, en el estado actual del
mundo tiene que contar con poderes suficientes para extraer los recursos de la comunidad y estar
preparados, en todo momento, para disponer rpidamente en cualquier emergencia que surja. Para
este fin se requieren importantes organizaciones, tanto civiles como militares (incluida la naval
segn la situacin y fuerza que se requiera), con todos los medios necesarios para la accin rpida y
efectiva, as fortificaciones, flotas, blasones, arsenales, polvorines, intendencias, armas de todo tipo,
con fuerzas bien entrenadas, en cantidades suficientes para manejarlas con destreza y energa, cuando
la ocasin lo requiera. La administracin y direccin de un gobierno con instituciones tan slidas
como stas exige, necesariamente, una hueste de empleados, agentes y funcionarios, muchos de los
cuales han de responsabilizarse seriamente y ocupar puestos eminentes dotados de mucha influencia y
patrocinio. Tendrn que acumularse grandes cantidades de dinero para cubrir los gastos necesarios;
para ello han de arbitrarse fuertes impuestos, ello requiere numerosos funcionarios que las recauden
y desembolsen. Todo necesariamente ha de controlarse por el gobierno, adems una cantidad de
honores y emolumentos suficientes para excitar profundamente la ambicin de los aspirantes y la
codicia de los avariciosos; ello produce la aparicin de partidos hostiles, as como conflictos y
luchas violentas entre ellos para obtener el control gubernamental. ste es un mal irremediable que
corre a travs del mismo sufragio; aunque se modifique o se asegure cuidadosamente o aunque est
bien informado el pueblo, la realidad es que, respecto a los honores y emolumentos del gobierno y
de su accin fiscal, es imposible igualarlos. La razn es obvia. Sus honores y emolumentos, por muy
elevados que sean, pueden obtenerlos slo unos pocos, comparados con el nmero total de la
comunidad y con la multitud que pretende conseguirlos. Empero, hay una razn que imposibilita
igualar la accin del gobierno en cuanto a las operaciones fiscales. Esto lo explicar ms adelante.
En proporcin son pocos los agentes y empleados del gobierno que integran esa porcin de la
comunidad como beneficiarios exclusivos de los ingresos fiscales. Cualquiera que sea la cantidad
tomada de la comunidad, en forma de impuestos no se pierde, pues va a ellos en forma de gastos y
desembolsos. Ambos, desembolsos e impuestos, constituyen la accin fiscal del gobierno. Son
correlativos. Lo que uno toma de la comunidad, bajo el nombre de impuestos, es transferido a la
porcin de comunidad beneficiaria de desembolsos. Pero ya que los beneficiarios constituyen slo
una porcin de la comunidad, ocurre que, considerando las dos partes del proceso fiscal a la vez, su
accin tiene que ser desigual entre los que pagan los impuestos y los que aprovechan las
contribuciones. No puede ser de otro modo, a no ser que lo que se recaude de cada individuo en
forma de impuestos, se le devuelva en forma de desembolso; ello hara el proceso ineficaz y absurdo.
El sistema tributario puede sin duda ser igualitario, considerndolo de forma separada, de los
desembolsos. No es tarea fcil, pero, considerados los dos unidos, no es posible equipararlos.
Admitido esto, se sigue necesariamente que una parte de la comunidad tiene que pagar impuestos
ms de lo que recibe en desembolsos, mientras que otra recibe en desembolsos ms de lo que paga en
impuestos. Entonces parece claro, considerando el proceso en su conjunto, que los impuestos tienen
que ser gratificaciones a esa porcin de la comunidad que recibe ms en desembolsos de lo que paga
en impuestos, mientras que la otra parte que paga ms impuestos que reciben en desembolsos son
realmente impuestos, cargas en vez de gratificaciones. Es una consecuencia inevitable. Resulta de la

naturaleza del proceso, es decir, que los impuestos son referidos al servicio pblico.
Al llegar a esta conclusin se presume que los desembolsos se producen dentro de la comunidad.
Las razones sealadas no seran aplicables si los ingresos de los impuestos fueran pagados como
tributos o se gastasen en pases extranjeros. En cualquiera de estos casos la carga recaera en todos,
en proporcin a la cantidad de impuestos que pagaron respectivamente.
No sera sino una ventaja para la porcin de la comunidad que recibi en desembolsos ms de lo
que pag en impuestos porque los recibi en concepto de sueltos para los servicios oficiales; o como
pago a personas empleadas para cumplir los trabajos exigidos por el gobierno; o proveyendo a
diversos suministros; o para cualquier otra partida de empleo pblico, en vez de hacerse
gratuitamente. Los desembolsos permiten empleos adicionales generalmente muy provechosos y
honorables al sector de la comunidad donde se crean. Ahora bien, la creacin de tales empleos, por
medio de desembolsos, se transfiere a aquella parte de la comunidad a quien corresponden, beneficio
ms duradero y profundo, que contribuir ms a su riqueza y poblacin, de lo que sera
atribuyndole una suma igual con carcter gratuito; por eso, y en la medida en que los desembolsos
excedan a los impuestos, puede considerarse como una gratificacin.
Es todo lo contrario respecto a la parte que paga en impuestos ms de lo que recibe en
desembolsos. As disminuyen los empleos provechosos en la misma medida y la poblacin y riqueza
de modo correspondiente decrecen.
Entonces, resulta, necesariamente que la accin fiscal desigual del gobierno produce la divisin
de la comunidad en dos grandes clases; una que consiste en aqullos que, en realidad, pagan los
impuestos y, por supuesto, llevan exclusivamente la carga de soportar al gobierno; y la otra,
compuesta de aqullos que son los beneficiarios de sus gratificaciones, mediante desembolsos, que
de hecho se mantienen por el gobierno, o, en pocas palabras, la divisin entre pagadores de
impuestos y consumidores de impuestos.
Ahora bien, este efecto los pone en relaciones antagnicas respecto a la accin fiscal del
gobierno, y con todo el curso poltico correspondiente. Puesto que cuanto mayores son los impuestos
y desembolsos, mayores son las ganancias de unos y la prdida de los otros, y viceversa, y en
consecuencia, cuanto ms se calcule, la poltica del gobierno, aumentando los impuestos y los
desembolsos, ms se favorecer a uno y se opondr al otro.
As pues, el efecto de todo incremento es enriquecer y fortalecer a unos y empobrecer y debilitar
a otros. Esto, sin duda, puede llegar a tal punto que una clase o porcin de la comunidad se elevar a
la riqueza y al poder y la otra se debilitar hasta una miserable pobreza y dependencia, simplemente
por la accin fiscal del gobierno; y esto tambin, slo mediante el desembolso, incluso en un sistema
fiscal con tasas que gravan igual, slo los ingresos. Si tal fuera el efecto de los impuestos y
desembolsos, limitndolos a sus objetos legtimos, es decir, a aumentar el ingreso para el servicio
pblico, cabe concebir algo acerca de cmo una parte de la comunidad puede ser aplastada y la otra
elevada de sus ruinas, por medio de la perversin sistemtica del poder fiscal y los desembolsos, con
el propsito de engrandecer y fortalecer a una parte de la comunidad a costa de la otra. Se debe a la
naturaleza humana; ser as a no ser que se prevenga, y si no se hace surgirn partidos y conflictos
violentos y luchas entre ellos para obtener el control del gobierno.
No es menos cierto, operando todas estas causas, que la mayora dominante, del momento, tendr

la misma tendencia a la opresin y abuso del poder, lo cual, sin el derecho al sufragio, abrira
camino a gobernantes irresponsables. Sin duda, no puede esgrimirse razn alguna que explique por
qu estos ltimos abusaran de su poder, que no aplicaran con igual fuerza a los anteriores. En
realidad, la mayora dominante, del momento, sera la gobernante, por medio del derecho al
sufragio, controlando, gobernando con poder irresponsable; y aqullos que hacen y ejecutan las
leyes seran en realidad momentneamente sus representantes y agentes.
El hecho de que estos ltimos constituyeran una mayora de la comunidad no contrarrestara una
tendencia de la naturaleza humana, que como tal no depende del nmero que ejercen los poderes
gubernamentales. Ya sea grande o pequea, una mayora o minora debe participar igualmente de un
atributo inherente a todo individuo que la compone; y, como en cada una el individuo es ms fuerte
que los sentimientos sociales, tanto una como otra tendrn la misma tendencia a la opresin y abuso
del poder. Esta razn se aplica al gobierno en todas sus formas, bien sea gobierno de pocos o de
muchos. En cada uno tendr que haber, por necesidad, una parte gobernante y otra gobernada, una
dominante y otra dominada. Una implica la otra; y en todo caso ambas estn en la misma relacin; y
tienen, por parte gobernante, la misma tendencia a oprimir y abusar del poder. Donde la mayora es
esa parte, da lo mismo cmo ejerza su poderes, si directamente ellos mismos, o indirectamente por
medio de representantes o agentes. Sea como fuera, la minora, eventual, ser tanto la parte
gobernada o dominada, como lo es el pueblo en una aristocracia, o los sbditos en una monarqua.
La nica diferencia, a este respecto, es que en el gobierno de una mayora la minora puede
convertirse en mayora, y la mayora en minora por medio del derecho al sufragio; y as cambiar
sus posiciones respectivas, sin intervencin de la fuerza y la revolucin. Pero la duracin, o
incertidumbre del ejercicio en virtud de la cual se mantiene en el poder, no puede por s misma
contrarrestar la tendencia, inherente en el gobierno, a la opresin y abuso del poder. Al contrario, la
misma incertidumbre del ejercicio, combinada con la lucha violenta de los partidos que tiene que
preceder siempre al cambio de los mismos bajo dichos gobiernos, tendera ms bien a aumentar que
a disminuir la inclinacin a la opresin.
Puesto que el derecho al sufragio, sin otra medida, no puede contrarrestar esta tendencia del
gobierno, la siguiente cuestin a considerar es sta: Cul es esa medida? Esto exige una seria
consideracin; ya que de todas las cuestiones relacionadas con la ciencia de gobernar, incluye un
principio, muy importante y poco entendido; y, si se comprende, es el ms difcil de poner en
prctica. Sin duda, categricamente, es el principio que cumple la Constitucin, en su sentido estricto
y limitado.
Despus de lo dicho, es claro que esta medida debe calcularse para prevenir cualquier otro inters
o combinacin de intereses que utilice los poderes del gobierno para engrandecerse a costa de los
dems. Aqu reside el mal: justamente en proporcin en que lo prevendr o no y con la misma
intensidad conseguir, o no, lo que persigue. Slo hay una forma certera para obtener este resultado,
adoptando algunas restricciones o limitaciones que prevendrn que cualquiera otros intereses o
combinacin de intereses obtengan control exclusivo del gobierno, de forma que impidan todos los
intentos dirigidos a este fin. An ms, slo hay una forma para lograrse: asumiendo el sentido de
cada inters o parte de la comunidad que pueda ser afectado de modo desigual o perjudicial por la
accin del gobierno, separadamente, por medio de su propia mayora o de cualquier otro modo en

que su voz se haga or de forma justa; y requerir el consentimiento de cada inters; ya sea para poner
o mantener al gobierno en accin. Esto, adems, slo puede realizarse de una forma, a saber: por
medio del organismo gubernamental y si fuera necesario para el fin de la comunidad, tambin;
ser dividiendo y distribuyendo los poderes del Gobierno, dar a cada divisin o inters, a travs de su
correspondiente rgano, bien una voz concurrente para hacer y ejecutar las leyes, o un veto para su
ejecucin. Slo mediante este organismo se hara necesario el consentimiento de cada uno para
movilizar al gobierno; o con un poder eficaz para detener su accin al ponerse en movimiento; as
slo por medio de uno u otro medio los diferentes intereses, rdenes, clases o partes en las que se
divide la comunidad pueden protegerse y prevenir cualquier conflicto y lucha entre ellos, al hacer
imposible el ponerlo o mantenerlo en accin, sin el consentimiento concurrente de todos.
Este organismo, y con l combinado, el derecho al sufragio constituyen de hecho los elementos
del gobierno constitucional. Uno, al responsabilizar a quienes elaboran y ejecutan las leyes, ante sus
destinatarios e impidiendo a los gobernantes que opriman a los gobernados; y el otro, al hacer
imposible que ningn inters, o combinacin de intereses, o clase, orden o parte de la comunidad,
obtenga el control exclusivo, de modo que se controla a cualquiera que intente oprimir a los dems.
Es claro que la opresin y el abuso del poder procede, si ello ocurre, de uno u otro lado. No pueden
venir de ningn otro. As se deduce que ambos, el sufragio y el organismo propio combinados, son
suficientes para contrarrestar la tendencia del gobierno a la opresin, al abuso del poder y a
restringirlo al cumplimiento de los grandes fines para los que se estableci.
Llegando a esta conclusin considero que se trata de un organismo perfecto ya que los diferentes
intereses, partes o clases de la comunidad estn suficientemente informados para comprender su
carcter y objeto y cumplir con debida inteligencia el derecho al sufragio. Si uno de ellos es
defectuoso, el gobierno no podr cumplir su objetivo. Esto no pone en tela de juicio los principios en
los que se basa. Al reducirlos a una forma propia, al aplicarlos a usos prcticos, todos los principios
elementales pueden encontrar escollos, pero no son por ello menos verdaderos o valiosos. Cuando el
organismo es perfecto, todo inters ser representado verdadera y completamente, y por supuesto el
conjunto de la comunidad lo ser. Puede ser difcil, o hasta imposible, crear un organismo perfecto,
pero, aunque esto sea cierto, incluso cuando, en vez del consenso de todos y cada uno, tiene en cuenta
slo el de los pocos, de los grandes y prominentes, intereses, aun as cumplir el objetivo que se
pretende con la Constitucin, en gran medida, si no completamente. Pues, en tal caso, requerira de
una parte tan grande de la comunidad, comparado con el todo, para concurrir y convenir en la accin
del gobierno, de modo que el nmero de los saqueadores sera muy escaso y el nmero para
engrandecerse muy alto, que mostrasen motivos adecuados para oprimir y abusar de sus poderes. Sin
duda, da igual lo imperfecto que sea el organismo, deber ser ms o menos eficaz para disminuir esa
tendencia.
De lo que se ha afirmado se infiere que el efecto del organismo no es suplantar ni disminuir la
importancia del derecho al sufragio, sino asistirlo y perfeccionarlo. El objeto de lo anterior es
conseguir el consentimiento de la comunidad. Cuanto ms se consiga esto, mejor lograr su fin. Lo
mximo que har, por s mismo, es reunir el consentimiento del mayor nmero posible, es decir, de
los intereses o combinacin de intereses ms fuertes, y asumir que son el consentimiento de la
comunidad. Slo cuando sea asistido por un organismo apropiado, podr obtener el consentimiento

de toda la comunidad: de todos y cada uno de los intereses; de cada uno mediante el rgano
apropiado, y de la totalidad, a travs de todos ellos unidos. ste sera en verdad el consentimiento de
toda la comunidad, da igual cul sea la diversidad que tenga cada inters, ya que todos tendran el
mismo respecto a la accin del gobierno; los individuos que los integrasen seran verdaderamente
representados por su propia mayora u rgano apropiado, desde el punto de vista de los otros
intereses.
En resumen, cada individuo interesado confiara, su mayora u rgano apropiado, frente a los
otros intereses.
De todo lo expuesto resulta que el consentimiento de la comunidad puede considerarse de dos
modos; uno simplemente mediante el derecho al sufragio slo; el otro mediante un rgano
apropiado. Cada uno recoge el consentimiento de la mayora. Pero uno considera solamente los
nmeros y contempla a la comunidad en su conjunto como una unidad, teniendo un solo inters
comn; recoge tanto el consentimiento del mayor nmero del total como el de la comunidad. El otro,
por el contrario, considera los intereses as como los nmeros, teniendo en cuenta a la comunidad
integrada por intereses diferentes y conflictivos, en lo que a la accin del gobierno se refiere; y toma
el consentimiento de cada uno a travs de su mayora u rgano apropiado, tanto el consentimiento
unido de todos, como el consentimiento de toda la comunidad. Al primero de stos lo llamar
numrico, o mayora absoluta, y al ltimo, la mayora concurrente o constitucional. Lo llamo
mayora constitucional porque es un elemento esencial en todo gobierno constitucional, cualquiera
que sea la forma que tenga. Polticamente hablando, la diferencia entre las dos mayoras es enorme,
de forma que no pueden confundirse sin llevar a enormes y fatales errores; con todo, la distincin
entre las mismas se ha pasado por alto de tal suerte que, cuando se usa el trmino mayora en las
discusiones polticas, se aplica exclusivamente para designar a la numrica, como si no hubiera otra.
Hasta que se reconozca y comprenda mejor esta diferencia, seguir producindose una fuerte
tendencia errnea en la construccin de gobiernos constitucionales, especialmente los de forma
popular y en su conservacin si se construye apropiadamente. Hasta entonces, este ltimo se inclinar
gravemente cayendo, primero, en el gobierno de la mayora numrica y, finalmente, en el gobierno
absoluto. Propongo que nos extendamos ms en el asunto demostrando que es as el caso, y, al mismo
tiempo, marcar ms claramente la diferencia entre los dos; as evitaremos el peligro de pasarlo por
alto.
El primer gran error que surge, si olvidamos la distincin a la que nos referamos, consiste en
confundir la mayora numrica con el pueblo, y hasta tal punto que se estiman idnticos. Es una
consecuencia que resulta necesariamente al considerar a la numrica como nica mayora. Todos
admiten que un gobierno popular o democrtico es el gobierno del pueblo, ya que as lo implican los
trminos. Un gobierno perfecto de este tipo abrazara el comn acuerdo de cada ciudadano o
miembro de la comunidad; pero como esto no es posible, en opinin de aqullos que consideran la
mayora numrica como nica y no pueden concebir ningn otro modo que refleje el consentimiento
del pueblo, se ven obligados a adoptar sta como la nica base verdadera de gobierno popular, en
contraste con gobiernos de forma aristocrtica o monrquica. Con esta limitacin se ven forzados a
considerar la mayora numrica, en realidad, como todo el pueblo; es decir, la parte ms numerosa
como el gobierno del conjunto. En este sentido, como todos los derechos, poderes e inmunidades de

todo el pueblo se atribuyen a la mayora numrica, entre otras, la suprema, la autoridad soberana
establece y suprime los gobiernos segn le plazca.
Este error radical es consecuencia de confundir ambas y de considerar la numrica como nica
mayora, contribuye ms que ninguna otra causa a impedir la formacin de gobiernos populares
constitucionales, y a destruirlos incluso cuando fueron constituidos. Lo que nos lleva a concluir que
para su formacin y establecimiento basta con el derecho al sufragio, y la asignacin a cada divisin
de la comunidad de una representacin en el gobierno, en proporcin numrica. Si la mayora
numrica fuera realmente el pueblo, y si su consentimiento verdaderamente fuera asumir el
consentimiento del pueblo, un gobierno as constituido sera un modelo perfecto y autntico, un
gobierno popular constitucional; y toda desviacin del mismo le restara excelencia. Pero como no
es as, ya que la mayora numrica, en vez de ser pueblo, es slo una porcin del mismo, tal
gobierno, en lugar de ser un modelo verdadero y perfecto del gobierno del pueblo, es decir, un
pueblo autogobemado, es slo el gobierno de una parte sobre otra parte, la mayor sobre la menor.
Pero este concepto errneo de los autnticos elementos del gobierno constitucional no se para
ah. Conduce a otros errores igualmente falsos y fatales, en lo que se refiere a los mejores medios de
conservarlos y perpetuarlos, cuando, por una combinacin afortunada de las circunstancias, son
formados como debe ser. Ya que los que incurren en estos errores perciben las restricciones que el
organismo impone a la voluntad de la mayora numrica en cuanto limitaciones de la voluntad del
pueblo, en consecuencia no slo son intiles sino injustas y perjudiciales. De ello se deduce el intento
de destruir el organismo, con la esperanza ilusoria de hacer el gobierno ms democrtico.
Tales son algunas de las consecuencias de confundir ambas mayoras y de considerar la numrica
como nica. Aqu puede encontrarse la razn de que escasos gobiernos populares se establecieran
debidamente, y por qu, de estos pocos, un nmero tan bajo logr subsistir. ste seguir siendo el
resultado mientras prevalezcan tales errores.
Hay otro error, de carcter semejante, cuyo influjo contribuye mucho a idnticos resultados: Me
refiero a la opinin prevalente de que una Constitucin escrita, que contenga restricciones idneas
sobre los poderes del gobierno, es suficiente, por s misma, sin la ayuda de ningn organismo;
excepto el necesario para separar sus diversos departamentos, independizndolos uno del otro, para
contrarrestar la tendencia de la mayora numrica a la opresin y el abuso de poder.
Una Constitucin escrita tiene sin duda muchas y considerables ventajas; pero es un gran error
suponer que la mera insercin de prescripciones que restrinjan y limiten los poderes del gobierno,
sin darles proteccin, introducidas con objeto de imponer su observancia, sera suficiente para
impedir al partido mayoritario dominante que abuse de sus poderes. Una vez situado el partido en el
gobierno, y dada la naturaleza humana que requiere un gobierno para proteger a la sociedad, siempre
se pondra al servicio de los poderes conferidos por la Constitucin y se opondra a las restricciones
para limitarlos. Como partido mayoritario y dominante, no necesitar de estas restricciones para su
proteccin. La urna tan slo sera una gran proteccin para ellos. Sin necesidad de ningn otro, con
el tiempo llegaran a ver estas limitaciones como frenos innecesarios y poco apropiados, y tenderan
a eludirlos con intencin de aumentar su poder e influencia.
El partido minoritario o ms dbil, por el contrario, emprendera la direccin opuesta, y la
considerara esencial para protegerse del partido dominante. Por eso tenderan a defender y ampliar

las restricciones y a limitar y contraer los poderes. Pero, cuando no existen medios para obligar al
partido mayoritario para que observe las restricciones, la nica salida que les quedara sera una
interpretacin estricta de la Constitucin, la cual confinara a esos poderes con lmites ms estrictos
que admitira el sentido amplio de las palabras concedido como garanta.
Frente a esto, el partido mayoritario opondra una interpretacin liberal, que dara al texto
constitucional garantista el significado ms amplio posible. Entonces tendramos una interpretacin
frente a otra; una limitadora, y otra amplia de los poderes gubernamentales. Ahora bien, para qu
servira la interpretacin estricta del partido minoritario frente a la interpretacin liberal del
mayoritario, si uno cuenta con todos los poderes del gobierno para construir su interpretacin, y el
otro carece de todo medio para imponer la suya? En una contienda tan desigual el resultado sera
indudable. El partido a favor de las restricciones sera vencido. En un principio es posible que logren
algn respeto y que consigan algo para evitar la usurpacin; pero a medida que avanzara la contienda
se les considerara como simples obstruccionistas, y sin duda lo mereceran, si cometieran la locura
de suponer que el partido en posesin de las urnas y de la fuerza fsica del pas podra ser resistido
con xito invocando a la razn, a la verdad, a la justicia o a las obligaciones impuestas por la
Constitucin. Puesto que stos ejercen influjo suficiente para contener la mano del poder, entonces el
gobierno ya no ser necesario para proteger a la sociedad, y tampoco se necesitaran Constituciones
para evitar que el gobierno abuse de sus poderes. El fin de la contienda sera la subversin de la
Constitucin, bien mediante el proceso que la socava, cuando su significado suscita posibles duda,
bien sustituyendo, en la prctica, el llamarse uno partidista en lugar de sus prescripciones, o
finalmente, cuando sin excusa alguna favorezca la intencin, anulndolas de forma clara y abierta. De
un modo u otro, al final se anularan las restricciones y el gobierno dispondra de poderes ilimitados.
La divisin del gobierno en departamentos separados, considerndolo a cada uno independiente,
tampoco evitara este resultado. Una divisin de ese tipo puede contribuir a facilitar sus operaciones
y a asegurar a su administracin mayor cautela y deliberacin; pero como todos y cada uno de los
departamentos, y por supuesto el gobierno en su conjunto, estaran bajo el control de la mayora
numrica, no es menester explicar que una simple distribucin de sus poderes entre sus agentes o
representantes poco podra hacer, o nada, para contrarrestar la tendencia a la opresin y al abuso del
poder. Para lograrlo sera necesario ir ms lejos y concebir los distintos departamentos como
rganos de los distintos intereses o porciones de la comunidad viendo a cada uno de ellos como un
negativo de los otros. Empero, el efecto de esto sera cambiar al gobierno de una mayora numrica
en una mayora concurrente.
Una vez explicadas las razones que muestran cun difcil es establecer y conservar gobiernos
populares constitucionales, mientras que la distincin entre las dos mayoras sea pasada por alto y
prevalezca la opinin de que una Constitucin escrita, con restricciones idneas y una divisin
apropiada de sus poderes, es suficiente para contrarrestar la tendencia de la mayora numrica al
abuso de su poder, pasar a explicar, ms exhaustivamente, por qu la mayora concurrente es un
elemento indispensable para constituir gobiernos constitucionales, y por qu la mayora numrica
conduce, por s sola y en todos los casos, a gobiernos absolutos.
La consecuencia necesaria que considera el consentimiento de la comunidad por medio de la
mayora concurrente es, como se ha explicado, ofrecer a cada inters, o parte de la comunidad, un

negativo de los otros. Es esta contraposicin mutua entre los distintos intereses en conflicto la que
inviste a cada uno del poder para protegerse y sita los derechos y la seguridad de cada uno donde
slo pueden colocarse de forma segura: bajo su propia tutela. Sin ello no puede haber resistencia
sistemtica, pacfica o eficaz, a la tendencia natural de cada uno de entrar en conflicto con los otros: y
as no puede haber Constitucin. Es este poder negativo el poder de evitar o detener la accin del
gobierno, llmese como se quiera: veto, interposicin, anulacin, control o equilibrio de poder; el
que de hecho configura la Constitucin. No son ms que distintos nombres para designar al poder
negativo. En todas sus formas y bajo todos sus nombres, resulta de la mayora concurrente. Sin sta
no puede haber negativo; y sin negativo no puede haber Constitucin. La afirmacin es cierta en lo
que se refiere a todos los gobiernos constitucionales, cualquiera que sea su forma. Es sin duda el
poder negativo el que hace la Constitucin, y el positivo el que hace al gobierno. Uno es el poder de
actuar, y el otro el poder de evitar o detener la accin. Ambos combinados configuran los gobiernos
constitucionales. Pero as como no puede haber Constitucin sin el poder negativo y no existe un
poder negativo sin la mayora concurrente; resulta necesariamente que, all donde la mayora
numrica posee el control exclusivo del gobierno, no habr Constitucin, ya que sta implica
limitacin o restriccin y, por supuesto, no cuadra con la idea del poder nico o exclusivo. Por tanto
la numrica, sin mezclarse con la mayora concurrente, configura necesariamente, en todos los
casos, un gobierno absoluto.
Sin duda, el individual o poder nico excluye al negativo y constituye el gobierno absoluto, y no
el nmero sobre el que se inviste el poder. La mayora numrica es tan cierta como el poder
individual, y excluye al negativo tanto como al gobierno absoluto de uno o de pocos. El primero es
tanto el gobierno absoluto de uno o de pocos. El primero es tanto el gobierno absoluto de la forma
democrtica o popular, como el segundo lo es del monrquico o aristocrtico. Tiene, por
consiguiente, en comn con ellos la misma tendencia a la opresin y al abuso del poder.
Los gobiernos constitucionales, cualquiera que sea la forma que tengan, son sin duda mucho ms
similares entre s, en su estructura y carcter que los gobiernos absolutos entre s, incluso los de su
misma clase. Todos los gobiernos constitucionales, cualquiera que sea su estructura, asumen el
consentimiento de la comunidad por sus partes, cada uno a travs de su rgano apropiado, y
consideran el consentimiento de todas sus partes, como el consentimiento de todo su conjunto. Todos
ellos se basan en el derecho al sufragio y en la responsabilidad de los gobernantes, directa o
indirectamente. Todos los gobiernos absolutos, por el contrario, sean del tipo que sean, concentran el
poder en un individuo o cuerpo irresponsable e incontrolable cuya voluntad se considera como
consentimiento de la comunidad. De aqu que la gran y amplia distincin entre gobiernos, no sea la
de uno, unos pocos o muchos, sino la constitucional y absoluta.
Adems se deduce otra distincin, la cual, aunque secundaria por su carcter, marca muy
claramente la diferencia entre estas formas de gobierno. Me refiero a su principio conservador
respectivo, es decir, al principio que las mantienen y preservan. Este principio, en los gobiernos
constitucionales, es el compromiso, y en los gobiernos absolutos, la fuerza; tal como se explicar a
continuacin.
Se ha demostrado ya cmo la misma naturaleza humana que lleva a aqullos que gobiernan a
oprimir a los gobernados, si no se evita, conducir con la misma fuerza y certeza a los gobernados a

resistir la opresin, cuando cuenten con los medios para hacerlo pacficamente y con xito. Pero los
gobiernos absolutos, del tipo que sean, excluyen cualquier tipo de resistencia a la autoridad menos la
fuerza, y por supuesto no dejan otra alternativa a los gobernados que conformarse con la opresin,
sea lo fuerte que sea, y recurrir a la fuerza para derribar los gobiernos. Pero el temor de tal medida
llevar necesariamente al gobierno a recurrir a la fuerza para protegerse, y de aqu, por necesidad, la
fuerza se convierte en el principio conservador de tales gobiernos.
Por el contrario, el gobierno de la mayora concurrente, cuyo organismo es perfecto, excluye la
posibilidad de la opresin, al dar a cada inters, parte u orden en los casos en que existan clases,
los medios para protegerse por su rechazo, frente a todas las medidas calculadas, a que prosperen los
intereses peculiares de los otros a sus expensas. Su efecto, pues, estriba en conseguir que los
diferentes intereses, partes u rdenes, cualesquiera de ellos, desistan en intentar que se adopte
cualquier medida calculada a promover la prosperidad de uno, o ms sacrificando a los dems; y as
les obligan a unirse a tales medidas, slo para promover la prosperidad de todos, como nico
camino para evitar la suspensin de la accin gubernamental; de esta forma se evita la anarqua, el
mayor de todos los males. Por medio de esta resistencia autorizada y eficaz se evita la opresin y la
necesidad de recurrir a la fuerza bruta en los gobiernos de mayora concurrente y, as, el
compromiso en lugar de la fuerza se convierte en su principio conservador.
Sera quizs ms correcto determinar el principio conservador de los gobiernos constitucionales
por la necesidad que lleva a los diferentes intereses, partes u rdenes a alcanzar un acuerdo, como
nico modo de fomentar su prosperidad respectiva y evitar la anarqua, antes que el compromiso. No
hay necesidad ms urgente e imperiosa que evitar la anarqua. Ella misma hace al gobierno
indispensable para conservar la sociedad; y no es menos imperativa que la que impone la obediencia
como fuerza superior. Vincula a esta fuente la voz del pueblo, que puede llamarse, sin impiedad, la
voz de Dios, proferida por la necesidad de evitar la mayor de las calamidades, a travs de los rganos
de un gobierno configurado de tal modo que reprima la expresin de intereses parciales y egostas y
dar completo y fidedigno consentimiento al sentido de toda la comunidad en lo que se refiere a su
bienestar comn. Llamado de otra manera, sera impo.
Al afirmar que la fuerza es el principio conservador de los gobiernos absolutos y el compromiso
de los gobiernos constitucionales, he asumido que ambos son perfectos en su estilo. Pero no sin tener
en cuenta que pocos o ninguno, de hecho, han sido jams tan absolutos que no hayan contado con
algn freno, y ninguno ha sido organizado tan perfectamente que representara totalmente la voz de
toda la comunidad. Siendo as, todos tienen que partir en la prctica, ms o menos para mantenerse,
de la fuerza o del compromiso; ello depende de que la forma absoluta o constitucional predomine en
sus respectivas organizaciones.
Sin embargo, al afirmar que los gobiernos absolutos excluyen todo medio de resistencia a su
autoridad excepto la fuerza, he pasado por alto el caso de gobiernos de mayora numrica que
aparentemente constituyen una excepcin. Es cierto que, en tales gobiernos, el partido minoritario y
sometido por el momento tiene derecho a oponerse y resistir al partido mayoritario mediante las
urnas; y puede que le expulse y ocupe su lugar, si logran obtener la mayora de los votos. Pero no es
menos cierto que ello sera un mero cambio en las relaciones de ambos partidos. El partido
minoritario y sbdito se convertira en el partido mayoritario y dominante con la misma autoridad

absoluta y la tendencia al abuso del poder; y el partido minoritario y sbdito, con el mismo derecho a
resistir por medio de las urnas y, si tiene xito en cambiar de nuevo las relaciones, con el mismo
efecto. Pero tal estado de cosas necesariamente tendr que ser temporal. El conflicto entre los dos
partidos se transferir, tarde o temprano, a una convocatoria a las urnas o una invocacin a la fuerza,
tal como explicar ms adelante.
El conflicto entre ambos partidos en el gobierno de la mayora numrica tiende necesariamente a
embarcarse en una lucha por los honores y emolumentos del gobierno; y cada uno para poder
obtener un objeto, tan ardientemente deseado, recurrir, en medio de la lucha, a cualquier medida que
sea la ms apropiada para lograr este propsito. La adopcin, por uno, de cualquier medio sin
embargo censurable, que le d ventaja, empujar al otro a seguir su ejemplo. En tal caso ser
indispensable evitar la divisin y mantenerse unidos; de aqu que, por una necesidad inherente a la
naturaleza de gobiernos de este tipo, cada partido se vea forzado, alternativamente, a recurrir a
medidas que concentren cada vez menos el control sobre sus movimientos a fin de asegurar la
victoria, segn la lucha se hace ms violenta. Esto con el tiempo llevar a la organizacin de partidos
y reuniones electorales y a la disciplina; y stos conducirn a la conversin de los honores y
emolumentos del gobierno en medios de recompensar los servicios de los seguidores para asegurar
su fidelidad y aumentar el celo de los miembros del partido. El efecto de todo ello combinado,
incluso en los primeros estadios del proceso cuando ejercen una influencia menos perniciosa, sera
poner el control de los dos partidos en las manos de sus respectivas mayoras; y al gobierno mismo,
virtualmente bajo el control de la mayora del partido dominante del momento, en vez de en la
mayora de toda la comunidad, donde la teora de esta forma de gobierno lo permite. As, desde el
primer estadio del proceso, el gobierno se convierte en el de la minora en vez de la mayora, una
minora, generalmente y bajo las circunstancias ms favorables, de ms de un cuarto del total de la
comunidad.
Pero el proceso de la concentracin del poder no se detendra en esta fase. El gobierno pasara,
gradualmente, de las manos de la mayora del partido a las de sus lderes, a medida que la lucha se
intensifica y los honores y emolumentos del gobierno son absorbentes. En este estadio los principios
y la poltica perdern toda influencia en las elecciones, y las artimaas, la falsedad, la decepcin, la
calumnia, el fraude y la ordinariez atraen los apetitos de las partes ms bajas y menos valiosas de la
comunidad, y sustituiran al buen razonamiento y al sabio debate. Una vez que stos hayan envilecido
y corrompido a la comunidad por completo, el gobierno oscilar entre estas dos facciones (ya que
los partidos acaban por degenerar) en cada eleccin sucesiva. Tampoco sera capaz de retener el
poder ms all de un tiempo determinado; aqullos que aspiren a un cargo y patronazgo sern
demasiado numerosos para ser recompensados por el gobierno; y, siendo stos los nicos objetivos,
los decepcionados pondrn su peso en la balanza opuesta en la siguiente eleccin, con la esperanza de
un mayor xito en la prxima vuelta de la ruleta. Estas oscilaciones continuarn hasta que la
confusin, la corrupcin, el desorden y la anarqua lleven a recurrir a la fuerza, seguidos por una
revolucin en la forma de gobierno. Tal sera el final de la mayora numrica; y tal, en breve, el
proceso mediante el cual tiene que pasar, en la secuencia regular de eventos, antes de que pueda
alcanzarlo.
Esta transicin sera ms o menos rpida de acuerdo con las circunstancias. Cuanto ms numerosa

sea la poblacin, ms extenso el pas; cuanto ms diversos el clima, las producciones, intereses y
carcter de la gente, ms rica, refinada y artificial ser su condicin, y cuanto mayor sea la cantidad
de ingresos y gastos, menos propicia ser la comunidad para tal tipo de gobierno y ms rpida ser
la transicin.
Por otra parte, puede ser lenta en su progreso entre las comunidades pequeas, en los primeros
estadios de su existencia, con ingresos y gastos considerables y una poblacin con hbitos sencillos,
siempre que el pueblo sea lo suficientemente inteligente para ejercer, de forma adecuada, el derecho
al sufragio, y lo suficientemente versado en las reglas necesarias que regulan las deliberaciones de
los cuerpos legislativos. Es, quizs, la nica forma de gobierno popular apropiada para un pueblo
mientras permanezca en tal condicin. Cualquiera otra no slo sera demasiado compleja y penosa,
incluso innecesaria, para defenderse de la opresin, pues el motivo para usar el poder con tal fin
sera demasiado dbil. De ah que las colonias de pases con gobiernos constitucionales, si se les deja,
adopten generalmente gobiernos basados en la mayora numrica. Pero a medida que aumenta la
poblacin, se acumula la riqueza, y sobre todo los ingresos y gastos se incrementan; los gobiernos
de este tipo son cada vez menos apropiados para la condicin de la sociedad, hasta que, si no han
cambiado entretanto en gobiernos con mayora concurrente, terminan por recurrir a la fuerza,
seguida por un cambio radical en su estructura y carcter; y, con toda probabilidad, en una monarqua
absoluta, tal como se explicar a continuacin.
Tal es sin duda la contradiccin entre gobiernos populares y la fuerza o, para ser ms precisos,
el poder militar, que es consecuencia casi necesaria del recurso a la fuerza por parte de dichos
gobiernos para mantener su autoridad y no slo es un cambio en su forma, sino a lo ms opuesto: la
monarqua absoluta. Ambos se contraponen. De la naturaleza de gobiernos populares se desprende
que el control de sus poderes es depositado en muchos, mientras que el poder militar, para ser eficaz,
tiene que confiarse a un solo individuo. Entonces, cuando los dos partidos, en gobiernos de mayora
numrica, hacen uso de la fuerza en su lucha por la supremaca, quien dirige el partido vencedor
tendr tambin el control del gobierno. De ah que en esas disputas el partido que prevalezca
identifique generalmente al lder de sus fuerzas como el seor, bajo el cual el gran cuerpo de la
comunidad se contentar con su proteccin frente a la incensante agitacin y luchas violentas de dos
facciones corruptas si observamos el poder slo como el instrumento para asegurar honores y
emolumentos del gobierno.
Por la misma razn, hay una tendencia similar en los gobiernos aristocrticos a terminar en
gobiernos absolutos de forma monrquica, pero de ningn modo son tan fuertes porque hay menos
contraposicin entre el poder militar y el aristocrtico, que entre el primero y los gobiernos
democrticos.
Sin duda alguna puede adoptarse una postura ms amplia; es decir, hay una tendencia, en los
gobiernos constitucionales de cualquier tipo, a degenerar en sus correspondientes formas absolutas,
y en todos los gobiernos absolutos, en forma monrquica. Pero la tendencia es ms fuerte en los
gobiernos constitucionales de tipo democrtico a degenerar en sus formas correspondientes
absolutas que en las otras, porque, entre otras razones, la diferencia entre las formas constitucionales
y absolutas de los gobiernos aristocrticos y monrquicos es ms intensa que en los gobiernos
democrticos. Como efecto de esto se deduce que los distintos rdenes o clases en una aristocracia o

monarqua son mucho ms celosos vigilantes del avance de sus derechos respectivos; y son ms
resueltos y perseverantes en resistir los intentos de concentrar el poder en una clase u orden. Al
contrario, la diferencia entre las dos formas en los gobiernos populares se ha entendido tan mal, que
los honestos y sinceros amigos de la forma constitucional a menudo, en vez de vigilar con celo y de
frenar su tendencia a degenerar en formas absolutas, no slo la ven con aprobacin, sino que
emplean todos sus poderes sumndolos a su fortalecimiento y a aumentar su mpetu, con la vana
esperanza de hacer al gobierno ms perfecto y popular. La mayora numrica quizs debiera ser uno
de los elementos de una democracia constitucional; pero convertirla en el nico elemento con el fin
de perfeccionar la Constitucin y hacer al gobierno ms popular, es uno de los mayores y el ms
fatal de los errores polticos.
Entre otras ventajas de los gobiernos de mayora concurrente sobre los de mayora numrica, que
ilustra perfectamente su carcter ms popular, figura que admiten ciertamente una extensin ms
amplia del derecho al sufragio. Puede extenderse, seguramente, en tales gobiernos el sufragio
universal, esto es: a todo ciudadano varn de edad madura con pocas excepciones ordinarias; pero no
puede ampliarse como en los de mayora numrica, sin procurar ponerlos bajo el control de las
partes ms ignorantes y sometidas de la comunidad. Porque a medida que la comunidad aumenta, es
ms rica, refinada y altamente civilizada, la diferencia entre ricos y pobres se intensifica; y el nmero
de ignorantes y sometidos ser mayor en proporcin al resto de la comunidad. Con el aumento de
esta diferencia la tendencia al conflicto entre ellos ser ms fuerte y, a medida que los pobres
sometidos se incrementan proporcionalmente, en los gobiernos de mayora numrica no habr deseo
de lderes entre los ricos y ambiciosos para impulsarlos, dirigirlos en sus esfuerzos por obtener el
control.
El caso es diferente en los gobiernos de mayora concurrente. Aqu los simples nmeros no
tienen el control absoluto; los ricos e inteligentes, al identificarse en inters con los pobres e
ignorantes de sus porciones o intereses respectivos de la comunidad, se convierten en sus lderes y
protectores. Y puesto que estos ltimos no tendran ni esperanza ni estmulo para reagruparse, para
ejercer el control, el derecho al sufragio, bajo tal gobierno, puede ampliarse sin riesgo, tal como se
indic, sin incurrir en el azar que tal ampliacin expone a los gobiernos de la mayora numrica.
Por otro lado, los gobiernos de mayora concurrente tienen una gran ventaja. Me refiero a la
diferencia en su tendencia correspondiente respecto a dividir o unir a la comunidad. Puesto que la
mayora concurrente, tal como se ha indicado, tiende a unir a la comunidad, aunque sean sus intereses
muy diversos u opuestos, en cambio la mayora numrica tiende a dividirla en dos partes conflictivas,
aunque sus intereses estn, naturalmente, muy unidos e identificados.
Ya hemos sealado el hecho de que la mayora numrica dividir a la comunidad, por muy
homognea que sea, en dos grandes partidos, que se enzarzarn en luchas perpetuas para obtener el
control del gobierno. La gran importancia de este objetivo en cuestin conduce necesariamente a
producir fuertes vnculos partidistas y suscita antipatas partidistas: vnculos de los miembros de cada
uno respecto a los partidos respectivos. Mediante esos esfuerzos esperan conseguir un objetivo
deseado por todos; y provocan antipatas hacia el partido contrario, pues es el nico obstculo para el
xito.
Para lograr una concepcin justa de su fuerza, hay que considerar que, como el objetivo es ganar

o perder, esto suscita las ms fuertes pasiones del corazn humano, la avaricia, la ambicin y la
rivalidad. Por lo tanto, no es sorprendente que una forma de gobierno, que peridicamente apuesta
todos sus honores y emolumentos como premios por los que combatir, divida a la comunidad en dos
grandes partidos hostiles; o que los vnculos partidistas sean tan fuertes en el curso de la contienda
entre los miembros de cada partido de modo que absorben casi todo sentimiento de nuestra
naturaleza, tanto social como individual; o que sus mutuas antipatas sean tan exageradas que
destruyan, casi por entero, todas las simpatas entre ellos y pongan, en su lugar, la ms fuerte
aversin. Tampoco sorprende que bajo su mutua influencia la comunidad cese de ser el centro comn
de unin, o que cada partido encuentre ese centro en s mismo. As es que en tal tipo de gobiernos la
devocin al partido es ms fuerte que la devocin al pas, la promocin de los intereses de partido
ms importante que la promocin del bien comn del conjunto, y su triunfo y ascendencia objetos de
mayor solicitud, que la seguridad y prosperidad de la comunidad. As es que la mayora numrica, si
se contempla a la comunidad como un todo y con los mismos intereses en todas sus partes, se divide,
inexorablemente, en dos partes hostiles, creando, bajo formas legales, hostilidades incensantes entre
ellas.
La mayora concurrente, por otro lado, tiende a unir los intereses ms opuestos y conflictivos y a
unir el todo en un solo lazo comn con el pas. Si se concede a cada inters, o parte, el poder de autoprotegerse, se previene cualquier contienda o lucha entre ellas por ascender. De este modo no slo se
suprime todo sentimiento calculado para debilitar el vnculo con el todo; adems, se logran unir los
sentimientos individuales y sociales en una devocin comn al pas. Cada uno ve y siente que
promueve, de la mejor manera, su propia prosperidad al conciliar la buena voluntad y promover la
prosperidad de los otros. De este modo se difundirn buenos sentimientos a travs de toda la
comunidad y entre sus diferentes partes en lugar de antipata, una rivalidad entre ellos para promover
los intereses de cada uno, siempre que stos concilien con los intereses de todos. Bajo la influencia
combinada de estas causas, los intereses de cada uno se fundirn en los intereses comunes del
conjunto; y, as, la comunidad ser una unidad al convertirse en centro comn de unin de todas sus
partes. As, en vez de faccin, contienda y lucha por la imposicin del partido, habr patriotismo,
racionalidad, armona y slo lucha por la supremaca en promover el bien comn del todo.
Pero la diferencia en su funcionamiento, a este respecto, no termina aqu. Sus efectos sern tan
grandes tanto desde el punto de vista moral, como he tratado de demostrar, como desde un punto de
vista poltico. Sin duda las morales pblica y privada estn tan prximas, que ser difcil que sea de
otro modo. Lo que corrompe y degrada polticamente a la comunidad la corrompe y degrada
moralmente. La misma causa que en gobiernos de mayora numrica da tanta fuerza a alianzas y
antipatas partidistas, hasta el punto de poner el triunfo y prevalencia por encima de la seguridad y
prosperidad de la comunidad, les dar, ciertamente, fuerza suficiente para subyugar todo lo que sea
verdad, justicia, sinceridad y obligaciones morales de toda especie. En consecuencia, se observa que
las contiendas violentas entre los partidos por el elevado y ostentoso precio de los honores
gubernamentales y del dinero llevan inevitablemente a la falsedad, la injusticia, el fraude, el artificio,
la calumnia y falta de fe como armas legtimas, seguidos de todas sus influencias corruptoras y
envilecedoras.
Por el contrario, en el gobierno de mayora concurrente la misma causa previene esa lucha, como

instrumento para obtener el poder, y la convierte en inters de cada parte para conciliar y promover
los intereses de los otros; ejercer una poderosa influencia para purificar y enaltecer el carcter del
gobierno y del pueblo tanto moral como polticamente. Los medios para obtener el poder o ms
correctamente la influencia en tales gobiernos seran opuestos. En vez de los vicios mediante los
que se adquiere el poder, en el gobierno de mayora numrica las virtudes opuestas la verdad, la
justicia, la integridad, fidelidad y otros, en cuyo respeto y confianza se inspiran seran ms seguras
y eficaces para adquirirlo.
Tampoco se confinaran los buenos efectos resultantes a quienes participan activamente en los
asuntos polticos. Se extendern a toda la comunidad. Entre las causas que contribuyen a conformar el
carcter de un pueblo, aqullos por los cuales el poder, influencia y permanencia en el gobierno son
ms certera y fcilmente obtenidos son, como mucho, los ms potentes. stos son los objetos ms
ansiados para quienes tengan talento y aspiraciones y su posesin impone mayor respeto y
admiracin. Ahora bien, justamente en proporcin a este respeto y admiracin ser la apreciacin
por parte de aqullos cuya energa, intelecto y posicin en la sociedad se calcula que ejercern la
mayor influencia en formar el carcter del pueblo. Si el conocimiento, la sabidura, el patriotismo y
la virtud son los medios ms seguros para adquirirlos, stos sern los ms apreciados y asiduos
cultivados; as se convertirn en rasgos prominentes del carcter del pueblo. Si, por el contrario, la
astucia, el fraude, la traicin y devocin al partido fueran gratificados, se convertirn en rasgos
indelebles de su carcter. Sin duda el funcionamiento de la mayora concurrente es tan poderoso, a
este respecto, que, si fuera posible para una comunidad corrupta y degenerada establecer y mantener
un gobierno bien organizado de este tipo, lo purificara y regenerara, mientras que, por otro lado,
un gobierno basado nicamente en la mayora numrica corrompera y degradara ciertamente al
pueblo ms patritico y virtuoso. Es tan grande la diferencia, a este respecto, que, segn predomine
uno u otro elemento en la construccin de cualquier gobierno, en la misma proporcin el carcter
del gobierno y del pueblo se elevar, o descender, en la escala del patriotismo y de la virtud. Ni la
religin ni la educacin pueden contrarrestar la fuerte tendencia de la mayora numrica a corromper
y degradar al pueblo.
Si se comparan las dos en funcin de los fines a los que se ordena el gobierno, la superioridad
del gobierno de mayora concurrente no ser menos sorprendente. stas son, como vimos, dos:
proteger y perfeccionar la sociedad. Pero para preservar la sociedad es necesario proteger a la
comunidad frente a la injusticia, violencia y anarqua en el interior y frente los ataques exteriores. Si
fallara en cualquiera de ellos fracasara en la primaria finalidad del gobierno y no merecera tal
nombre.
Para mejorar la sociedad es menester desarrollar las facultades intelectuales y morales con las
que el hombre ha sido dotado. Pero el mayor impulso para su desarrollo y a travs de ste para
progresar, mejorar y civilizar, con todas sus bendiciones, es el deseo de los individuos de elevar su
condicin. Para este fin la libertad y seguridad son indispensables. La libertad permite a cada uno
seguir el curso que considera mejor para promover su inters y felicidad, siempre que sea
compatible con el fin primario para el que se fund el gobierno; mientras que la seguridad da
confianza a cada uno de que no ser privado de los frutos de sus esfuerzos para mejorar su
condicin. Las dos prestan, a este deseo, el mayor impulso posible. Ahora bien, extender la libertad

ms all de los lmites asignados debilitara al gobierno incapacitndolo para cumplir su objetivo
primario: la proteccin de la sociedad frente a los peligros internos y externos. Su consecuencia sera
la inseguridad, y de sta brotara el debilitar el impulso de los individuos para mejorar su condicin;
de este modo se retrasaran el progreso y las mejoras. Por otro lado, la ampliacin de los poderes
gubernamentales reduciendo la esfera asignada a la libertad tendra el mismo efecto pues impedira a
los individuos sus esfuerzos para mejorar su condicin.
Ah se encuentra el principio que asigna al poder y a la libertad sus propias esferas y reconcilia
una con la otra en cualquier circunstancia. Si el poder es necesario para asegurar a la libertad los
frutos de sus esfuerzos, la libertad, por su parte, resarce al poder con inters, mediante el aumento de
la poblacin, de la riqueza y con otras ventajas que el progreso y las mejoras prestan a la comunidad.
Al asignar a cada uno su esfera adecuada, todos los conflictos entre ellos cesan; y cada uno est
hecho para cooperar y asistir al otro, al cumplir los grandes objetivos para que se estableci el
gobierno.
Segn este principio, aplicado a diferentes comunidades se les asignar diferentes lmites.
Asignar una esfera ms amplia al poder y una menor a la libertad, o al contrario, de acuerdo con las
circunstancias. Al primero se le debe dar, en cualquier circunstancia, una esfera suficientemente
amplia para proteger a la comunidad frente al peligro exterior y la violencia y anarqua internas. El
residuo pertenece a la libertad. No se puede asignar ms certera y justamente.
Ahora bien, algunas comunidades necesitan ms cantidad de poder que otras para protegerlas
frente a la anarqua y los peligros externos, y, por supuesto, su esfera de libertad debe delimitarse
proporcionalmente. Las causas calculadas para aumentar y restringir cada una de ellas son numerosas
y distintas. Algunas son fsicas; as, las fronteras abiertas y peligrosas, rodeadas de vecinos
poderosos y hostiles. Otras son morales, como los diferentes niveles de inteligencia, patriotismo y
virtud entre la masa de la comunidad y su experiencia y habilidad en el arte de autogobernarse. Las
causas morales tienen mucha ms influencia. Una comunidad puede poseer todos los requisitos
morales necesarios, en tal alto nivel para autogobernarse en las circunstancias ms adversas;
mientras que, por otro lado, otras estn tan hundidas en la ignorancia y el vicio, que son incapaces de
concebir la libertad, o la convivencia, aunque les favorezcan las circunstancias, en cualquier otra
forma que no sea la de un gobierno absoluto y desptico.
El principio en todas las comunidades, de acuerdo con esas causas numerosas y diversas, atribuye
al poder y a la libertad sus esferas correspondientes. Conceder a la libertad, en cualquier caso, una
esfera de accin ms amplia de la asignada por el principio llevara a la anarqua; y sta,
probablemente, al final, a una reduccin en lugar de una ampliacin de aquella esfera. La libertad,
pues, cuando se impone a un pueblo no preparado para ella, no sera una bendicin, sino una
maldicin puesto que en su reaccin conducira, directamente, a la anarqua, el mayor de todos los
males. Sin duda ningn pueblo puede disfrutar durante mucho tiempo de ms libertad que la que le
permiten su situacin, inteligencia avanzada y moral. Si se le concede ms, caer pronto en la
confusin y el desorden, seguidos, si no por la anarqua y el despotismo, por un cambio a una forma
de gobierno ms simple y absoluta; y, en consecuencia, ms apropiado a su condicin. Aunque sea
cierto que el pueblo no tiene tanta libertad como se merece y sea capaz de disfrutar, sin duda lo
contrario es cierto: que ningn pueblo puede poseer ms de lo que le es permitido.

La libertad, indudablemente, aunque es una de las mayores bendiciones, no es tan grande como la
proteccin, ya que la finalidad de la primera es el progreso y la mejora de la estirpe, mientras que la
de esta ltima es su preservacin y perpetuacin.
Y eso cuando ambas se enfrentan: la libertad tiene y debe ceder a la proteccin, ya que la
existencia de la estirpe es ms importante que su mejora.
De lo que se ha dicho se concluye que es gran y grave error suponer que todos estn igualmente
capacitados para la libertad. Es un premio que ha de ganarse, no una bendicin que se prodiga
gratuitamente a todos; es una recompensa reservada al inteligente, al patriota, al virtuoso y
merecedor, y no un favor que se otorgue a gente demasiado ignorante, degradada y viciosa, incapaz
de apreciarla o disfrutarla. Tampoco es un desprestigio para la libertad que sean as las cosas. Al
contrario, su mayor premio, su mayor distincin, es que una Providencia omnisciente la ha reservado
como la ms noble y alta recompensa para desarrollar nuestras facultades morales e intelectuales.
Una recompensa ms apropiada que la libertad no debe darse a quienes no la merecen; tampoco hay
castigo ms justo impuesto a stos que estar sometidos a gobiernos despticos y sin leyes. Esta
retribucin parece ser resuelta de algn tipo de ley fija; cualquier esfuerzo por distorsionarla o
suprimirla, intentado elevar a un pueblo en la escala de la libertad, por encima del punto que se le
asign sera malogrado y terminara decepcionando. El progreso de un pueblo que se eleva de un
punto inferior a otro superior en la escala de la libertad es necesariamente lento; cualquier intento de
precipitarlo o bien produce retraso o lo lleva a fracasar rotundamente.
Hay otro error, no menos grande y peligroso, usualmente asociado con el antes considerado. Me
refiero a la opinin de que la libertad y la igualdad estn tan ntimamente unidas, que la libertad no
puede ser perfecta sin una perfecta igualdad.
El hecho de que van unidas hasta un cierto punto, y de que la igualdad de los ciudadanos, a los
ojos de la ley, es esencial para la libertad un gobierno popular, es claro. Pero ir ms lejos y convertir
la igualdad en condicin esencial para la libertad sena destruir tanto la libertad como el progreso. La
razn es que la desigualdad de condiciones, en tanto que es una consecuencia necesaria para la
libertad, es, al mismo tiempo, indispensable para el progreso. Para comprender por qu esto es as,
hay que tener en mente que la principal fuente del progreso es el deseo de los individuos de mejorar
su condicin; y que el mayor impulso que puede darse para esto es dejar a los individuos libres en
esforzarse por s mismos de la manera que consideren mejor para lograr este fin, con tal de que al
menos lo puedan hacer de forma congruente con los fines para los que el gobierno se ha establecido,
y para asegurar a todos los frutos de sus esfuerzos. Ahora bien, del mismo modo que los individuos
difieren en gran medida, unos de otros, en inteligencia, sagacidad, energa, perseverancia, habilidad,
hbitos de trabajo y ahorro, fuerza fsica, posicin y oportunidad, el efecto necesario de dejarlos a
todos libres de esforzarse por s mismos para mejorar su condicin tendr que ser una desigualdad
correspondiente entre los que posean estas cualidades y ventajas en un alto grado y aqullos que no
cuentan con ellas. La nica manera para evitar tal resultado consiste en imponer algunas restricciones
en los esfuerzos de aqullos que las posean en alto grado, de forma que los site a un nivel de
aqullos que no lo tienen; o privarlos de los frutos de sus esfuerzos. Pero imponerles tales
restricciones sera perjudicial para la libertad, mientras que privarlos de los frutos de sus esfuerzos
sera destruir el deseo de mejorar su condicin. Sin duda esta desigualdad de condicin entre los

puestos ms avanzados y los ms atrasados, a medida que progresan, da un impulso tan fuerte a los
primeros para mantener su posicin, y a los ltimos a avanzar en sus filas. Esto imprime al progreso
un gran impulso. El forzar a los ms avanzados a las ltimas filas, o intentar empujar hacia adelante a
los atrasados en lnea con los avanzados mediante la intervencin del gobierno, terminara por
acabar con el impulso y, en efecto, detendra la marcha del progreso.
Tan grandes y peligrosos errores derivan de la opinin prevalente que todos los hombres han
nacido libres e iguales; nada puede ser ms infundado y falso. Descansa en la asuncin de un hecho
contrario a la observacin universal, desde cualquier perspectiva. Sin duda es difcil explicar una
opinin tan desprovista de buenas razones, tanta extensin, a no ser que la haya logrado, que se
confunda con otra, que tiene algn parecido con la verdad; pero la que comnmente entendida no es
menos falsa y peligrosa. Nos referimos a la afirmacin de que todos los hombres son iguales en el
estado de naturaleza; por estado de naturaleza entendemos un estado individualista que supuestamente
ha existido antes del estado social y poltico. En ste los hombres vivirn aparte e independientemente
unos de otros. Si tal estado se hubiera dado alguna vez, todos los hombres haban sido, sin duda,
libres e iguales en l; esto es, libres de hacer lo que quisieran, y exentos de la autoridad o control de
los dems, tal como se supone que existi antes de la sociedad y del gobierno. Pero tal estado es
puramente hipottico. Nunca se dio ni puede darse, puesto que no es congruente con la preservacin y
perpetuacin de la estirpe. Por lo tanto, es un grave error llamarlo estado de naturaleza. En vez de
ser el estado natural del hombre, es, entre todos los estados concebibles, el ms opuesto a su
naturaleza, lo ms contrario a sus sentimientos y el ms incompatible con sus necesidades. Su estado
natural es el social y poltico, aqul para el que lo hizo su Creador, y el nico en que puede
preservarse y perfeccionar su estirpe, ya que nunca existi tal estado como el llamado estado de
naturaleza y nunca existir, de lo que se desprende que los hombres, en vez de nacer en l, nacen en el
estado social y poltico, y por supuesto, en vez de aparecer libres e iguales, estn sujetos no slo a la
autoridad paterna, sino a las leyes e instituciones del pas en que nacieron, y bajo cuya proteccin
respiran por primera vez. Con estas observaciones, dejo esta digresin para recobrar el hilo del
discurso.
De todo lo dicho se concluye que cuanto ms perfectamente armonice un gobierno el poder y la
libertad, es decir, cuanto mayor sea su poder y ms extendida y segura la libertad de los individuos,
se cumplirn ms perfectamente los fines para los que el gobierno se estableci. Para demostrar que
el gobierno de la mayora concurrente es un clculo mejor para obtenerlos que la mayora numrica,
slo es necesario explicar por qu el primero est mejor dotado para armonizar un grado de poder
ms elevado y un margen ms amplio de libertad que el ltimo. Empezaremos con la primera.
La mayora concurrente es ms capaz de extender y asegurar los lmites de la libertad, porque
est mejor dotada para evitar que el gobierno rebase sus propios lmites, y para restringirla a su fin
primario, la proteccin de la comunidad. Pero al hacer esto deja necesariamente todo lo que est ms
all de l abierto y libre a los esfuerzos individuales; y as extiende, y asegura, la esfera de libertad
hasta el mximo punto que la condicin de la comunidad admitir, tal como lo hemos explicado. La
tendencia del gobierno a rebasar sus propios lmites expone la libertad al peligro, la hace insegura;
por eso la fuerte oposicin de los gobiernos de la mayora concurrente a esa tendencia le aade ms
fuerza, como consecuencia de las luchas violentas que le son inherentes, tal como se ha explicado

detalladamente. Y de ah sus abusos de la libertad y el peligro que acarrea en tales gobiernos.


Sin duda la diferencia entre las dos a este respecto es tan grande que la libertad es slo ms que un
nombre en todos los gobiernos absolutos, incluidos los de la mayora numrica. Slo la libertad
puede existir, segura y verdadera, en los gobiernos con mayora concurrente o constitucional. Esta
ltima, al dar a cada parte de la comunidad que pueda ser afectada de forma desigual por su accin
rechaza a las otras, evita toda legislacin parcial o local, y limita su accin a medidas encaminadas a
la proteccin y el bien de la totalidad. Al hacer esto, asegura al mismo tiempo los derechos y
libertades del pueblo, considerados individualmente; ya que cada parte consiste de aqullos que,
cualquiera que sea la diversidad de intereses entre ellos, tienen el mismo inters en lo que se refiere a
la accin del gobierno.
As pues, el inters de cada individuo puede confiarse sin temor a la mayora, o la voz de su parte,
contra la de todos los dems y, por supuesto, contra el gobierno mismo. Slo por medio de un
organismo que provea a cada uno de una negativa, de una forma u otra, pueden aqullos que tienen
parecidos intereses evitar que el gobierno se salga de su propia esfera y abuse de los derechos y
libertades. La resistencia individual es demasiado dbil, y la dificultad de concierto y cooperacin es
demasiado grande, sin la ayuda de tal organismo, para oponerse con xito al poder organizado del
gobierno, con todos los medios de la comunidad a su disposicin, especialmente en pases muy
poblados, de gran extensin, donde el concierto y la cooperacin son casi imposibles. Incluso cuando
la opresin del gobierno se hace insoportable y se recurre a la fuerza para derrocarlo, el resultado es
raramente favorable para establecer la libertad. La fuerza suficiente para derrocar un gobierno
opresivo es generalmente suficiente para establecer uno igual o ms opresivo en su lugar. Y de ah
que en ningn gobierno, excepto en aqullos que se basan en el principio de la mayora concurrente o
constitucional, la gente pueda conservar su libertad frente al poder; de ah tambin que, cuando se
pierde, la mayor dificultad e incertidumbre sea recuperarlo por la fuerza.
Es ms, cabe afirmar que, al ser ms favorables a la extensin y seguridad de la libertad, los
gobiernos de mayora concurrente tienen necesariamente que ser ms favorables al progreso,
desarrollo, mejora y civilizacin, y, por supuesto, al aumento de poder que resulta y depende de
ellos, que los gobiernos de mayora numrica. Ya se ha demostrado cmo es la libertad la que les da
su mayor impulso; y queda ahora demostrar cmo stos a su vez contribuyen, en gran manera, al
aumento de poder.
En los primeros estadios de la sociedad el nmero y la proeza individual constituan los
elementos principales del poder. En un estado ms avanzado, cuando las comunidades pasaron del
estado brbaro al civilizado, la disciplina, la estrategia, las armas de ms potencia y el dinero
como medio de pagar mayores gastos se convirtieron en elementos adicionales e importantes. En
este estadio, los efectos del progreso y mejora del aumento del poder empezaron a revelarse, pero
todava la cantidad y la proeza individual eran suficientes por un largo perodo de tiempo con el fin
de permitir a las naciones brbaras competir con xito con las civilizadas y, sin duda, vencerlas
tal como testifican abundantemente las pginas de la historia. Pero un progreso ms avanzado con sus
numerosas invenciones y mejoras ha provisto de instrumentos destructivos de ofensa y defensa y ha
aumentado enormemente la inteligencia y riqueza necesarias para emplear la habilidad y cubrir el
gasto en aumento para la construccin y aplicacin de los objetivos de la guerra. El descubrimiento

de la plvora y el uso del vapor como fuerza impelente y su aplicacin para los objetivos militares
han resuelto para siempre la cuestin de la superioridad entre las comunidades, civilizadas y
brbaras, en favor de las primeras. Sin duda stas, con otras mejoras pertenecientes al estado de
progreso, han dado a las comunidades ms avanzadas superioridad por encima de aquellas menos
avanzadas, casi tan grande como la de estas ltimas por encima de la creacin bruta. Y entre las
civilizadas las mismas causas han decidido la cuestin de superioridad donde otras circunstancias son
casi iguales a favor de aquellas cuyos gobiernos han dado el mximo impulso al desarrollo,
progreso y mejora, esto es, aqullas cuya libertad es mayor y ms segura. Entre stas, Inglaterra y los
Estados Unidos ofrecen ejemplos notables, no slo respecto a los efectos de la libertad en el poder en
aumento, sino respecto a la ms perfecta adaptacin de los gobiernos fundados en el principio de la
mayora concurrente o constitucional, para extender y asegurar la libertad. Ambos son gobiernos que
cuadran con esta descripcin, tal como se mostrar a continuacin.
Ahora bien, al estimar el poder de una comunidad hay que tener en cuenta tanto las causas
morales como las fsicas; y, al estimar los efectos de la libertad en el poder, no hay que olvidar que
es en s misma un agente importante para aumentar la fuerza del poder tanto moral como fsico.
Otorga a la gente, altura, seguridad en s misma, energa y entusiasmo, y stos, combinados, dan al
poder fsico un mpetu sumamente incrementado e irresistible.
stos, sin embargo, no son los nicos elementos del poder moral. Hay otros, entre ellos la
armona, unanimidad, devocin al pas y disposicin para elevar a lugares de confianza y poder a
aqullos que se distinguen por su sabidura y experiencia. stos, cuando la ocasin lo requiera,
unirn y emplearn toda la fuerza de la comunidad de la forma ms eficiente, sin riesgo de sus
instituciones o libertad.
Todas estas causas combinadas dan a una comunidad su mximo poder. Una sin la otra la dejara
relativamente dbil. Pero no ser necesario, despus de lo que se ha afirmado, entrar en ms
explicaciones o discusin para establecer la superioridad de los gobiernos de la mayora concurrente
sobre los de mayora numrica, para desarrollar los grandes elementos del poder moral. Es tan
amplia esta superioridad, que una por su operacin lleva necesariamente a su desarrollo, mientras
que la otra lo evita tan necesariamente como ya se ha mostrado de modo suficiente.
Tales son las varias y notables ventajas de la mayora concurrente sobre la mayora numrica.
Sin embargo, contra esta ltima pueden hacerse dos objeciones. La primera es que es difcil
construir, lo que ya se ha dicho suficientemente; y la otra, que sera imposible obtener el acuerdo de
intereses en conflicto, cuando sean numerosos y diversos, o bien que el proceso para lograr este
objetivo sera muy difcil de conseguir con suficiente rapidez frente a las muchas y peligrosas
emergencias a las que estn expuestas todas las comunidades. Esta objecin es razonable y merece
mayor atencin de la prestada hasta ahora.
La diversidad de opinin es generalmente tan grande en casi todas las cuestiones polticas, que no
es sorprendente que, a primera vista, el tema parezca imposible de conseguir y que se unan los
distintos intereses en conflicto de la comunidad en una sola lnea poltica, o que el gobierno, fundado
bajo tal principio, sera demasiado lento en sus movimientos y demasiado dbil en su fundamento
para tener xito en la prctica. Ahora bien, por muy razonable que sea a primera vista, un enfoque
ms detenido mostrar que esta opinin es errnea. Es verdad que, cuando no hay una necesidad

urgente, es difcil conseguir que aqullos que difieren estn de acuerdo con cualquier lnea de accin.
Cada uno insistir, naturalmente, en emprender el camino que considera mejor y por orgullo de
opinin no querr ceder ante los otros. Pero el caso es diferente cuando hay una necesidad urgente
para unirse en alguna causa de accin comn, tal como lo prueban la razn y la experiencia. Cuando
algo tiene que hacerse, y cuando no puede hacerse por medio del consentimiento unido de todos, la
necesidad del caso forzar el compromiso, sea cual sea la causa de tal necesidad. En todas las
cuestiones de actuacin la necesidad, all donde se d, es el motivo dominante y, all donde el
compromiso entre las partes es condicin indispensable para actuar, ejercer una influencia dominante
predisponindolas a aceptar una opinin o curso de accin. La experiencia nos suministra muchos
ejemplos que confirman esta importante verdad. Entre stos, el juicio conjurado es el ms familiar y,
teniendo eso en cuenta, servir de ilustracin.
Los doce individuos, elegidos sin discriminacin, tienen que estar unnimemente de acuerdo en
opinar, bajo las obligaciones de un juramento para dictar un veredicto verdadero, de acuerdo con la
ley y la evidencia; y esto sucede, frecuentemente, con gran dificultad y duda, hasta el punto de que los
jueces y abogados ms capacitados y experimentados difieren de opinin despus de un examen
cuidadoso. As todo, por muy poco posible que pareciera este tipo de juicio a un observador
superficial, en la prctica se ha comprobado que no slo da resultado, sino que adems es seguro, el
ms sabio y el mejor que haya ideado la imaginacin humana. Bien mirada, la causa se encontrar en
la necesidad, en la que se pone al jurado, de llegar unnimemente a un acuerdo para obtener un
veredicto.
Bajo su potente influencia, los miembros del jurado toman asiento con el talante de escuchar, justa
e imparcialmente, las razones de ambas partes; no se renen en la sala del jurado como polemistas,
sino con calma, oyendo las opiniones de cada uno y comparando y sopesando las razones en que se
apoyan, y, finalmente, adoptando lo que consideran el conjunto, piensan que es verdadero. Bajo la
influencia de esta disposicin para armonizar, van aceptando, uno tras otro, la misma opinin, hasta
que se obtiene la unanimidad. De ah su practibilidad, y de ah tambin su excelencia peculiar. Nada,
sin duda, puede ser ms favorable para el xito de la verdad y justicia que esta influencia predispuesta
motivada por la necesidad de ser unnimes. Llega a tal punto que se compensa la falta de
conocimiento jurdico por un alto nivel de inteligencia por parte de aqullos que generalmente
componen los jurados. Si se prescindiera de la necesidad de la unanimidad y un jurado dependiese de
una escasa mayora, el juicio con jurado, en vez de ser una de las grandes mejoras en el mbito
jurdico del gobierno, sera uno de los mayores males que pudiera inflingirse a una comunidad.
Sera, en tal caso, el conducto a travs del cual se entraran todos los sentimientos facciosos del da, y
a travs del cual se contaminara la justicia en su base.
La misma causa actuara, incluso con mayor fuerza, para predisponer los diversos intereses de la
comunidad llegando a un acuerdo en un gobierno bien organizado, basado en la mayora
concurrente. La necesidad de alcanzar la unanimidad para mantener el funcionamiento del gobierno
sera mucho ms urgente y actuara bajo circunstancias an ms favorables para asegurarla. Sera
superfluo, despus de lo que se ha afirmado, aadir otras razones para demostrar que ninguna
necesidad, fsica o moral, puede ser ms imperiosa que la del gobierno. Y lo es tanto, que suspender
su accin completamente, incluso por un perodo insignificante, sometera a la comunidad a

convulsiones y anarqua. Pero en el gobierno de mayora concurrente las consecuencias fatales


pueden evitarse solamente por el acuerdo o consentimiento unnime de las varias partes de la
comunidad. Tal es el carcter imperioso de la necesidad que incita al compromiso bajo gobiernos de
estas caractersticas.
Ahora bien, para tener una concepcin justa de la influencia abrumadora que ejercera, hay que
considerar las circunstancias en las que actuara. En comparacin se vera que son mucho ms
favorables que aqullas en las que actan los miembros del jurado. En estos ltimos no hay nada
aparte de la necesidad de alcanzar la unanimidad para hallar un veredicto, y la inconveniencia con la
que pueden toparse en el caso de discrepancia, para persuadir a los miembros del jurado a ponerse de
acuerdo, slo el amor de la verdad y la justicia, si no se contrarrestan con motivos o prejuicios
impropios, ejerce influencia ms o menos en todos, sin exceptuar a los ms depravados.
En el caso de gobiernos de mayora concurrente hay, adems de stos, el amor por la patria, el
cual, si no se reprime por la accin desigual y opresiva del gobierno u otras causas, ejercera mayor
influencia. Abarca, sin duda, en s mismo una gran porcin tanto de nuestros sentimientos
individuales como sociales; y de ah su control casi ilimitado si se le dejara actuar libremente. Pero el
gobierno de la mayora concurrente lo deja libre al evitar el abuso y la opresin, y as todo el
conjunto de sentimientos y pasiones que llevan a la discordia y al conflicto entre distintas partes de la
comunidad. Incitada por la necesidad imperiosa de evitar la suspensin de la accin del gobierno, con
las consecuencias fatales a las que esto conducira, e incitada por el fuerte impulso adicional derivado
de un ardiente amor a la patria, cada parte vera el sacrificio que tendra que hacer, como ceder su
inters para asegurar el inters comn y seguridad de todos, incluida la suya propia, nada comparado
con los males que se infligiran a todos, incluidos los suyos mismos, el adherirse, pertinazmente, a
una lnea de accin diferente. Los motivos para concurrir seran sin duda poderosos y, en dichas
circunstancias, los que se opusieran a ellos seran tan dbiles que lo sorprendente sera no que
debera haber compromiso, sino que no debera haberlo.
Pero para tener una estimacin ms exacta de la fuerza total de este impulso al compromiso, hay
que aadir que, en los gobiernos de la mayora concurrente, cada parte, para poder avanzar sus
propios intereses particulares, tendra que conciliar con los dems al mostrar una disposicin para
amaizar las suyas; y con este motivo cada uno elegira como representante aqullos cuya sabidura,
patriotismo y fuerza de carcter captaran la confianza de los otros. Bajo su influencia, y con
representantes tan bien cualificados para obtener el objetivo para el que se fueron elegidos, el deseo
prevalente sera promover los intereses comunes de la totalidad; y de ah la competicin consistira
no en quin debera ceder menos para promover el bien comn, sino quin debera ceder ms. Es as
como la concesin dejara de ser considerada un sacrificio: se convertira en una ofrenda al libre
albedro en el altar de la patria, y perdera el nombre de compromiso.
Y es aqu donde se encuentra el rasgo que distingue los gobiernos de mayora concurrente de
forma tan sorprendente de los gobiernos de mayora numrica. En estos ltimos, cada accin en la
lucha por obtener el control del gobierno eleva al poder al intrigante, ingenioso y libre de
escrpulos, quien en su devocin por el partido, en vez de aspirar al bien de la totalidad, aspira
exclusivamente a asegurar la superioridad de aqul.
Si se observa su fuente, se ver que esta diferencia se origina en el hecho de que, en los gobiernos

de mayora concurrente, los sentimientos individuales, dado su carcter orgnico, estn


necesariamente del lado de lo social constituidos para unirse, para promocionar los intereses de la
totalidad; es la mejor forma de promover los intereses separados de cada uno mientras que, en los de
mayora numrica, lo social est necesariamente del lado de lo individual, establecidos para
contribuir al inters de los partidos prescindiendo de los de la totalidad. Realizar lo anterior,
incorporar al individuo del lado de los sentimientos sociales, promover el bien de la totalidad, es el
mayor logro de la ciencia del gobierno, mientras que concebir lo social del lado de lo individual
para promover el inters de los partidos a expensas del bien de la totalidad, es el mayor dislate que
pudiera cometer la ignorancia.
A mayor abundamiento, hay que mencionar la gran solidez sobre la que descansan los gobiernos
de mayora concurrente. Ambos en ltimo trmino se deben a la necesidad; forzosamente los de
mayora numrica se apoyan y se aceptan slo por necesidad; una necesidad no ms imperiosa, sin
embargo, que la que obliga a las diversas partes en gobiernos de mayora concurrente, a aceptar el
compromiso. Sin embargo, hay una gran diferencia en cuanto el motivo, el sentimiento, el propsito,
que caracteriza al acto en ambos casos. En uno se hace con la duda y hostilidad inherentes a la
sumisin por la fuerza a lo que se considera como injusticia y opresin; acompaada del deseo y
propsito de aprovechar la primera oportunidad favorable para resistir: pero en el otro, de una
manera voluntariosa y animada, bajo el impulso de un patriotismo exaltado, animando a todos a
aceptar todo lo que requiera el bien comn.
Es, pues, un gran error suponer que el gobierno de la mayora concurrente no es posible, o que
descansa en cimientos dbiles. La historia suministra ejemplos numerosos de este tipo de gobiernos;
y, entre otros, uno en el que el principio fue llevado a un extremo que parecera imposible, como si
nunca hubiera existido. Me refiero al de Polonia. En este caso se lleg a tal extremo que en la
eleccin de sus reyes se requera el acuerdo o consentimiento de cada miembro presente de la
nobleza y alta burguesa, en una asamblea dando a cada individuo un veto en su eleccin. Del mismo
modo, cada miembro de la Dieta (el cuerpo legislativo superior), que consista en el rey, el senado,
los obispos y diputados de la nobleza y alta burguesa de los palatinados, posea el veto en todos sus
procedimientos; as, el voto unnime era necesario para promulgar la ley o adoptar cualquier
medida. Llevando el principio a su ltimo extremo, el veto de un miembro solo anulaba la ley o
medida en cuestin y privaba de efecto a todas las debatidas durante la sesin. El principio no poda
llevarse a cabo. De hecho converta a cada miembro de la nobleza y de la alta burguesa en un
elemento distinguido en el organismo o, para decirlo de otro modo, lo converta en un estado del
reino. Sin embargo, ese gobierno dur de esta forma ms de dos siglos, cubriendo el perodo de
mayor poder y renombre de Polonia. En dos ocasiones durante su existencia protegi a la
Cristiandad, cuando estaba en gran peligro, al derrotar a los turcos ante las murallas de Viena,
frenando as para siempre la ola de sus conquistas hacia el oeste.
Es cierto que su gobierno fue finalmente derrocado y su pueblo subyugado debido al extremo en
que se aplic el principio, pero no por su tendencia a la disolucin por debilidad, sino por la
facilidad con que permita a los vecinos poderosos y sin escrpulos a controlar, por medio de sus
intrigas, la eleccin de los reyes. Pero el hecho de que un gobierno, en que el principio era llevado a
su extremo, no slo existiera sino que lo hiciera por tanto tiempo con gran poder y esplendor, es

prueba concluyente tanto de su factibilidad, como de su compatibilidad con el poder y permanencia


del gobierno.
Otro ejemplo, sin duda no tan sorprendente, pero que merece registrarse, lo encontramos en el
gobierno de una parte de los aborgenes de nuestro propio pas. Me refiero a la Confederacin de las
Seis Naciones, que vivieron en lo que hoy se llama el sudoeste del Estado de Nueva York. Un
delegado jefe elegido por cada nacin, asociado con otros seis de su propia eleccin, hasta un total
de cuarenta y dos miembros, constitua su gobierno federal o general. Cuando se reunan formaban el
Consejo de la unin y discutan y decidan todas las cuestiones relacionadas con el bienestar comn.
Lo mismo que en la Dieta polaca, cada miembro dispona de veto en su decisin, de modo que no se
poda hacer nada sin el consentimiento unido de todos. Pero esto, en vez de debilitar a la
Confederacin o hacerla imposible, produjo el efecto opuesto. Aseguraba la armona en el Consejo y
en la accin, y con stas un gran aumento de poder. Las Seis Naciones, en consecuencia, se
convirtieron en las ms poderosas de todas las tribus indias dentro de los lmites de nuestro pas.
Llevaron la conquista y autoridad ms all de las tierras que ocupaban originariamente.
De momento paso por alto al ms distinguido de todos estos ejemplos: la Repblica romana,
donde el veto o poder negativo, sin duda, no fue llevado hasta el mismo extremo como en el caso del
gobierno polaco, pero tambin muy lejos, y con gran aumento de poder y estabilidad; tal como
demostrar ms ampliamente en adelante.
Se puede pensar, y sin duda muchos lo han supuesto, que los defectos inherentes al gobierno de la
mayora numrica pueden remediarse por medio de una prensa libre, como rgano de la opinin
pblica especialmente en el estadio ms avanzado de la sociedad de modo que suplante la
necesidad de la mayora concurrente para contrarrestar su tendencia a la opresin y abuso de poder.
No es mi intencin desviarme de la importancia de la prensa, ni subestimar el gran poder e influencia
que ha dado a la opinin pblica. Al contrario, admito que stos son tan grandes que le dan derecho a
considerarlo como nuevo e importante elemento poltico. Su influencia en el momento presente va en
aumento, y es muy probable que, en combinacin con las causas que han contribuido a elevarla a la
altura presente, logre con el tiempo grandes cambios sociales y polticos. Pero sea cual sea su
influencia actual, o futura, es decir, tal como sean los grandes y beneficiosos cambios a los que lleve
finalmente, no puede nunca contrarrestar la tendencia de la mayora numrica al abuso de poder, ni
tampoco suplantar la necesidad de la mayora concurrente, como elemento esencial en la formacin
de gobiernos constitucionales. Esto no puede hacerlo por dos razones. Ambas son concluyentes.
Una es que no puede cambiar ese principio de nuestra naturaleza, que hace necesarias las
Constituciones para prevenir que el gobierno abuse de sus poderes, y los gobiernos tambin
necesarios para proteger y mejorar la sociedad.
Siendo as, y tal como opera este principio, que constituye una parte esencial de nuestra
naturaleza, ningn aumento de nuestros sentimientos compasivos, ninguna influencia en la educacin
o modificacin de la condicin de la sociedad puede cambiarlo. Pero, mientras contine siendo una
parte esencial de nuestra naturaleza, el gobierno ser necesario; y, mientras esto sea necesario,
tambin lo sern las Constituciones para contrarrestar su tendencia al abuso de poder, y tambin
seguir siendo la mayora concurrente un elemento esencial en la formacin de las Constituciones.
La prensa puede hacer mucho, al dar impulso al progreso del conocimiento y de la inteligencia para

ayudar a la causa de la educacin y efectuar cambios saludables en la condicin de la sociedad. stos,


a su vez, pueden contribuir en gran medida a refutar errores polticos, a ensear cmo deben
constituirse los gobiernos para poder realizar sus objetivos, y con qu medios pueden preservarse
mejor, cuando se forman as. stos pueden contribuir tambin a aumentar los sentimientos sociales y
limitar los individuales, y de este modo efectuar tal estado de cosas, cuando se necesite mucho menos
poder por parte de los gobiernos para protegerse frente al desorden interno y la violencia y el
peligro externo; y cuando, por supuesto, la esfera de poder se limite en gran medida y la de la
libertad se ample en proporcin. Pero todo esto no cambiara la naturaleza del hombre, ni
suplantara la necesidad de un gobierno. Ya que, mientras exista el gobierno, la posesin de su
control y los medios para dirigir su accin y dispensar sus honores y emolumentos, sern objeto del
deseo. Mientras ste sea el caso, los gobiernos de mayora numrica conducen a luchas de partido; y,
tal como se ha demostrado, llevarn a todas las consecuencias que necesariamente se derivan y contra
las que el nico remedio es la mayora concurrente.
La otra razn se encuentra en la naturaleza de la influencia poltica que ejerce la prensa.
Es similar, en casi todos los aspectos, a la del sufragio, puesto que ambos son rganos de la
opinin pblica. La diferencia principal est en que una tiene ms efectividad en formar la opinin
pblica mientras que el otro le da una expresin ms autntica y autorizada. Se mire como se mire, la
prensa no puede por s misma proteger jams contra el abuso de poder, de la misma manera que no
lo puede hacer el sufragio.
Si lo que se denomina opinin pblica fuera siempre la opinin de toda la comunidad, la prensa
como rgano de la misma sera una proteccin eficaz contra el abuso de poder y suplantara la
necesidad de la mayora concurrente, tal como lo haca el derecho al sufragio, en el que la
comunidad, en referencia a la accin del gobierno, no tendra ms que un inters. Pero ste no es el
caso. Al contrario, lo que se llama opinin pblica, en vez de ser la opinin unida de toda la
comunidad, no es, generalmente, nada ms que la opinin o voz del inters ms fuerte, o
combinacin de intereses; y, no pocas veces, de una parte pequea pero enrgica y activa del
conjunto. La opinin pblica, en relacin con el gobierno y su poltica, est tan dividida y
diversificada como lo estn los intereses de la comunidad; y la prensa, en vez de ser el rgano del
conjunto, no es generalmente ms que el rgano de estos varios y diversos intereses respectivamente
o, ms bien, de los partidos que surgen de ellos. La usan como medio para controlar la opinin
pblica y moldearla, para promover sus intereses particulares y mantener la guerra partidista. Pero,
como rgano e instrumento de los partidos, en los gobiernos de la mayora numrica es tan
incompetente como el sufragio mismo, para contrarrestar la tendencia a la opresin y abuso de
poder; y no puede ms que eso, suplantar la necesidad de la mayora concurrente. Por el contrario,
como instrumento de guerra partidista, contribuye en gran medida a aumentar la excitacin
partidaria, la violencia y virulencia de las luchas de partidos, y, en el mismo nivel, a aumentar la
tendencia a la opresin y abuso de poder. En ese caso, en vez de suplantar la necesidad de la mayora
concurrente la aumenta, al aumentar la violencia y la fuerza de los sentimientos de partido, de la
misma forma que los comits electorales y la maquinaria de los partidos. Esta ltima sin duda es una
parte importante.
En un aspecto y slo en uno, el gobierno de la mayora numrica tiene ventaja sobre el de la

mayora concurrente, si puede llamarse ventaja. Nos referimos a la sencillez y facilidad de su


formacin. Es, sin duda alguna, simple, manejada por un solo poder la voluntad del mayor nmero
y de muy fcil consecucin. Con este propsito nada es ms necesario que el sufragio universal y
la regulacin de la manera de votar, de forma que se d al mayor nmero el control supremo sobre
cada seccin del gobierno.
Pero, cualesquiera que sean las ventajas que le dan la sencillez y facilidad de formacin, las otras
formas de gobierno absoluto las poseen en un grado an mayor. La formacin del gobierno de la
mayora numrica, por muy simple que sea, requiere algunas medidas y arreglos preliminares,
mientras que los otros, especialmente el monrquico, en su ausencia o donde se muestren
incompetentes, se impondrn sobre la comunidad. Y sa es, entre otras razones, la tendencia de todos
los gobiernos, desde el ms complejo y difcil de formacin hasta el ms sencillo y simple; y
finalmente la monarqua absoluta, el ms simple de todos. La complejidad y dificultad de
construccin, en la medida en que plantean objeciones, se aplican no slo a los gobiernos de la
mayora concurrente de la forma popular; tambin a los gobiernos constitucionales de cualquier
forma. Los menos complejos, y los ms fcilmente construidos, son mucho ms complicados y
difciles de formar que cualquiera de los gobiernos absolutos. Sin duda, esta dificultad ha sido tan
grande, que su formacin fue el resultado no tanto de la sabidura y el patriotismo, sino de una
combinacin favorable de las circunstancias. En su mayor parte han surgido de las luchas entre
intereses en conflicto, que por alguna buena fortuna terminaron en un compromiso mediante el cual
se ha admitido que ambas partes, de un modo u otro, tienen voz separada y distinta en el gobierno.
Donde esto no ocurri fue el producto de circunstancias afortunadas, que operaron en conjuncin
con algn peligro acuciante, forzando su adopcin como nico medio que podra evitarlo. Parecera
que ha sobrepasado la sagacidad humana de forma deliberada para planear y formar gobiernos
constitucionales, con total conocimiento de los principios sobre los que estaban formados; o para
reducirlos a la prctica sin la presin de alguna necesidad inmediata o urgente. Tampoco es
sorprendente que tal fuera el caso, ya que parecera casi imposible que un hombre, o conjunto de
hombres, estuviera tan familiarizado con la gente de una comunidad que haya conseguido un
progreso considerable en cuanto a civilizacin y bienestar, con todos los diversos intereses que les
acompaen, para ser capaz de organizar gobiernos constitucionales apropiados a su condicin. Pero,
incluso si esto fuera posible, sera difcil encontrar una comunidad suficientemente formada y
patritica que adoptara este tipo de gobierno, sin la coaccin de alguna necesidad apremiante. Para
que una Constitucin tenga xito, tiene que surgir del seno de una comunidad y adaptarse a la
inteligencia y carcter del pueblo, y a todas las relaciones diversas internas y externas, que distinguen
a un pueblo de otro. Si no lo hace comprobar en la prctica, que no es una Constitucin sino una
mquina molesta e intil, que debe ser rpidamente suplantada y sustituida por otra ms simple y ms
apropiada a su condicin.
As pareca casi necesario que los gobiernos comenzaran con una de las formas simples y
absolutas, da igual lo apropiada que fuera a la comunidad en sus estadios iniciales, y llevara en su
progreso a la opresin y abuso de poder y, finalmente, a una llamada a la fuerza, para ser seguida del
despotismo militar, a no ser que los conflictos que provoque se ajusten oportunamente por medio de
un compromiso, que dara a las respectivas partes participacin en el control del gobierno, y as

sentaran los cimientos de un gobierno constitucional, para que madure y se perfeccione ms


adelante. Tales gobiernos han sido categricamente producto de las circunstancias. De ah la
dificultad de que un pueblo imite el gobierno de otro. Y por eso, tambin, la importancia de terminar
con todos los conflictos por medio de un compromiso que evitara que cualquiera de los partidos
obtenga el control total y as supeditar al otro.
Entre las diversas formas de gobiernos constitucionales, el popular es el ms complejo y difcil
de formar.
Es sin duda tan difcil, que del nuestro se cree que puede decirse que es el nico de carcter
puramente popular de considerable importancia, que haya existido jams. La causa radica en el hecho
de que en las otras dos formas la sociedad se organiza en categoras o clases artificiales. All donde
se dan, la lnea de distincin entre ellas est tan fuertemente marcada, que proyecta sombras o, de
otro modo, absorbe todos los intereses que le son ajenos respectivamente. De ah que en una
aristocracia todos los intereses sean, prcticamente, reducidos a dos: los nobles y el pueblo. En
cualquiera de los casos son tan pocos que el sentido de cada uno puede tomarse por separado, a
travs del rgano apropiado, de modo que se d a cada uno una voz concurrente y una negativa al
otro, a travs de los habituales departamentos del gobierno, sin hacerlo demasiado complejo o
demasiado lento en los movimientos que tiene que efectuar, con presteza y energa, las funciones
necesarias del gobierno.
El caso es distinto en los gobiernos constitucionales de forma popular. En consecuencia de la
ausencia de estas distinciones artificiales, los distintos intereses naturales resultantes de la diversidad
de objetivos, condicin, situacin y carcter de las distintas partes del pueblo y de la accin del
gobierno mismo adquieren importancia y luchan por obtener ascendencia. En los gobiernos de
mayora numrica es cierto que terminarn por unirse y formar dos grandes partidos, pero no tan
cerca como para perder enteramente su carcter y existencia separados. Estarn listos para
reasumirlos cuando los objetivos por los que se unieron sean alcanzados. Para superar las
dificultades ocasionadas por tal variedad de intereses, es necesario un organismo ms complejo.
Otro obstculo, difcil de superar, se opone a la formacin de gobiernos populares
constitucionales. Es mucho ms difcil terminar con las luchas entre intereses en conflicto, por medio
de un compromiso, en gobiernos populares absolutos, que en una aristocracia o monarqua.
En una aristocracia, el objetivo del pueblo, en la lucha ordinaria entre l y los nobles, no es, al
menos en sus estadios iniciales, derrocar a la nobleza y revolucionar el gobierno, sino participar de
sus poderes. A pesar de la opresin de la que sern objeto bajo esta forma de gobierno, el pueblo
generalmente no siente el ms mnimo respeto hacia los descendientes de una larga lnea de
antepasados distinguidos y generalmente no aspiran a ms al oponerse a la autoridad de los nobles
que a obtener tal participacin en los poderes del gobierno que les permitir corregir sus abusos y
aliviar su carga. Por otro lado, entre la nobleza a veces ocurre que hay individuos con gran
influencia en ambas partes, que tienen el buen sentido y patriotismo de interponerse, para obtener un
compromiso cediendo a las demandas razonables del pueblo, y de este modo evitan el riesgo del
recurso final y decisivo a la fuerza. Es as como, por medio de un compromiso sensato y oportuno,
el pueblo, en tales gobiernos, asciende a una participacin en la administracin suficiente para su
proteccin sin prdida de autoridad por parte de los nobles.

En el caso de una monarqua, el proceso es algo diferente. Donde se da el despotismo militar el


pueblo raramente cuenta con el espritu o la inteligencia para intentar resistir; o su resistencia tiene
que terminar, casi necesariamente, en derrota o en un mero cambio de dinasta, por medio de la
elevacin de su lder al trono. Es diferente cuando el monarca est rodeado de una nobleza
hereditaria. En la lucha entre l y sta, ambos (pero especialmente el monarca) estn generalmente
dispuestos a cortejar al pueblo para ponerlo de su parte un estado de cosas altamente favorable a su
elevacin. En este caso, la lucha, si continuara por largo tiempo sin resultados decisivos, los
elevara en importancia poltica y a participar en los poderes del gobierno.
El caso es diferente en una democracia absoluta. Los conflictos de partido entre la mayora y la
minora en tales gobiernos raramente terminan en compromiso. El objeto de la minora opuesta es
echar a la mayora del poder, y el de la mayora es mantener su control. En ambos casos se trata de
una lucha por el todo, una lucha que decidir cul ser el partido gobernante y cul el partido
sometido; por el carcter, objeto y resultado no muy diferentes de la lucha entre competidores por el
cetro en monarquas absolutas. Su curso regular, tal como se ha mostrado, consiste en excesiva
violencia, llamamiento a la fuerza, seguida de revolucin, concluyendo finalmente en la elevacin al
poder supremo del partido vencedor. Y de ah que, entre otras razones, las aristocracias y monarquas
asuman la forma constitucional ms fcilmente que los gobiernos populares absolutos.
De las tres formas, la monarqua ha sido hasta ahora la prevalente y, generalmente, la ms
poderosa y duradera. Este resultado debe principalmente atribuirse, sin duda, al hecho de que, en su
forma absoluta, es la que se constituye de modo ms simple y fcil. Y, puesto que el gobierno es
indispensable, las comunidades que cuentan con poca inteligencia para formar o preservar a las otras
caen naturalmente en esto. Puede atribuirse tambin en parte a otra causa, a la que se ha aludido: que,
en su organismo y carcter, es asimilada, mucho ms cerca que cualquiera de las otras dos, al poder
militar del que dependen todos los gobiernos absolutos para mantenerse. Y de ah tambin la
tendencia de las otras y de los gobiernos constitucionales que han sido formados tan mal o se han
desorganizado tanto que requieren de la fuerza para mantenerse, para pasar al despotismo militar,
esto es, a la monarqua en su forma ms simple y absoluta. De ah, de nuevo, el hecho de que las
revoluciones en las monarquas absolutas terminen casi sin excepcin en un cambio de dinasta, y no
en un cambio de la forma de gobierno, como es el caso casi universalmente en los otros sistemas.
Pero adems de stas, hay otras causas de carcter ms elevado que contribuyen en gran medida a
que las monarquas prevalezcan, y generalmente sean los gobiernos ms duraderos. Entre otras la
principal es que son las ms susceptibles de mejoras; esto es, pueden modificarse ms fcil y
libremente, de modo que eviten, hasta un punto limitado, la opresin y el abuso de poder, sin asumir
la forma constitucional en su sentido estricto. Lleva, casi de forma natural, a una de las
modificaciones ms importantes. Me refiero a la descendencia hereditaria. Cuando esto queda bien
definido y firmemente establecido, la comunidad, o reino, es considerada por el soberano como la
posesin hereditaria de su familia, circunstancia que tiende fuertemente a identificar sus intereses con
los de sus sbditos y de ah a mitigar el rigor del gobierno. Adems, le concede gran seguridad
adicional a su persona; y no slo evita al mismo nivel la sospecha y sentimientos hostiles propios de
la falta de seguridad, sino que provoca todos esos sentimientos favorables que surgen naturalmente
de ambas partes, entre aquellos cuyos intereses se identifican, cuando no hay nada que lo impida. De

ah los fuertes sentimientos de paternidad por parte del soberano y de lealtad por parte de sus
sbditos, que se dan frecuentemente en tales gobiernos.
Hay otra ventaja que es fcilmente susceptible, casi aliada a la anterior: el principio hereditario
frecuentemente se extiende a otras familias, especialmente a aqullas de los caciques distinguidos,
gracias a cuya ayuda se estableci la monarqua cuando se origina en la conquista. Cuando ste es el
caso, y un poderoso cuerpo de nobles hereditarios rodea al soberano, oponen gran resistencia a su
autoridad, y aqul a la de stos, tendiendo al favor y seguridad del pueblo. Incluso cuando no logran
obtener participacin en los poderes del gobierno, generalmente adquieren suficiente peso para
hacerse notar y respetar. De este estado de cosas, este tipo de gobiernos usualmente se establece bajo
ciertas reglas de accin fijas, a las que el soberano se ve obligado a respetar y bajo las cuales todos
adquieren mayor proteccin y seguridad. Es as como se formaron las monarquas ilustradas de
Europa, bajo las cuales el pueblo de esa porcin del globo ha hecho grandes avances en poder,
inteligencia y civilizacin.
A esto debera aadirse la gran capacidad, de la que han hecho alarde los gobiernos de forma
monrquica, para dominar una gran extensin de territorio y una poblacin numerosa, lo que les ha
hecho ms poderosos que otros de distinta forma, hasta tal punto que esto constituye un elemento de
poder. Todas estas causas combinadas han dado ventajas tan grandes y decisivas, que les han hecho
capaces de este modo para absorber, en el curso de los acontecimientos, los pocos gobiernos que de
tanto en cuanto han asumido diferentes formas; sin exceptuar tampoco la poderosa Repblica
romana, que, despus de obtener el nivel ms alto de poder, pas, aparentemente por la accin de
causas irresistibles, al despotismo militar. Digo hasta ahora, ya que queda por ver si continuarn
conservando sus ventajas, en estos respectos, sobre los otros, bajo la gran y creciente influencia de la
opinin pblica y la nueva e imponente forma que han asumido los gobiernos populares entre
nosotros.
stos ya han realizado grandes cambios, y probablemente los harn incluso mayores, contrarios a
la forma monrquica; pero hasta ahora estos cambios han tendido ms bien hacia la forma absoluta,
ms que hacia la constitucional de los gobiernos populares, por razones que ya se han explicado. Si
esta tendencia continuara permanentemente en la misma direccin, las formas monrquicas tendrn
que retener sus ventajas, y continuar siendo las prevalentes. Si esto fuera el caso, la alternativa estara
entre la monarqua y el gobierno popular, en la forma de la mayora numrica, o democracia
absoluta; que, como se ha demostrado, no es slo la ms efmera de todas las formas, sino que
adems tiene mayor tendencia que las otras a la monarqua. Si, por el contrario, esta tendencia, o los
cambios aludidos, se inclinara hacia la forma constitucional del gobierno popular y un organismo
adecuado fuera visto como no menos indispensable que el derecho al sufragio para el
establecimiento de tales gobiernos, en tal caso, no sera improbable que, en el curso de los
acontecimientos, la monrquica dejara de ser la forma de gobierno prevalente. El que tomen esta
direccin, al menos por mucho tiempo, depender del xito de nuestro gobierno, y de un
entendimiento de los principios bajo los que est formado.
Para comprender mejor la fuerza y alcance de la opinin pblica y hacer una estimacin justa de
los cambios a los que, ayudada por la prensa, se llegar poltica y socialmente, ser necesario
considerarla en conexin con las causas que le han dado una influencia tan grande, hasta el punto de

tener derecho a ser considerada como un nuevo elemento poltico. stas se encontrarn, cuando se
investiguen, muchos descubrimientos e invenciones realizados en los ltimos siglos.
Entre los ms prominentes de fecha ms temprana destaca la aplicacin prctica del poder
magntico para cuestiones de navegacin, por la invencin del comps martimo, el descubrimiento
de la plvora y sus aplicaciones al arte de la guerra, y la invencin de la imprenta. Entre los ms
recientes estn los numerosos descubrimientos qumicos e invenciones mecnicas y su aplicacin a
las distintas artes de la produccin; la aplicacin de vapor a la maquinaria de todo tipo, especialmente
diseada para el transporte y viaje por tierra y mar; y, finalmente, la invencin del telgrafo
magntico.
Todos stos han llevado a importantes resultados. Por medio de la invencin del comps
martimo el globo ha sido circunnavegado y explorado, y todos los que lo habitan, con pocas
excepciones, han sido puestos bajo la esfera de un comercio que se extiende por todas partes, que
difunde diariamente sobre su superficie la luz y bendiciones de la civilizacin. Mediante el arte de la
imprenta, los frutos de la observacin y la reflexin, de los descubrimientos e invenciones, con todos
los depsitos del conocimiento adquirido previamente, son preservados y difundidos extensamente,
la aplicacin de la plvora al arte de la guerra ha resuelto para siempre el largo conflicto por la
supremaca entre civilizacin y barbarie, a favor de la primera, garantizando de este modo que, sea
cual fuere el conocimiento acumulado, o que se acumule en adelante, ya no se perder. Los
numerosos descubrimientos e invenciones, qumicos, mecnicos, y la aplicacin del vapor a la
maquinaria han aumentado y multiplicado los poderes productivos del trabajo y el capital; y, por
tanto, han aumentado enormemente el nmero de los que se dedicarn al estudio y mejora, y la
cantidad de medios necesarios para los intercambios comerciales, especialmente entre las partes
menos avanzadas y civilizadas del globo, para gran ventaja de ambos, pero en particular para estas
ltimas. La aplicacin del vapor para el viaje y el transporte, por tierra y por mar, ha incrementado
enormemente la facilidad, el bajo costo y la rapidez de ambos; difundiendo con ellos la informacin
e inteligencia casi tan rpida y libremente como si fueran llevados por los vientos, mientras los
cables elctricos los dejan atrs en velocidad, compitiendo en rapidez, incluso con el pensamiento.
El efecto conjunto de todo ha sido un gran aumento y difusin del conocimiento y, con l, un
impulso al progreso y civilizacin nunca visto hasta ahora en la historia del mundo, acompaado de
una energa mental y actividad sin precedentes.
A todas estas causas deben la opinin pblica y su rgano, la prensa, su origen y gran influencia.
Ya han adquirido fuerza en las partes ms civilizadas del globo lo suficiente como para ser sentida
por todos los gobiernos, incluso los ms absolutos y despticos. Pero, por muy fuertes que sean
ahora, todava no han alcanzado su mxima fuerza. Es probable que ninguna de las causas que han
contribuido a su formacin e influencia haya producido todava su efecto total; mientras que varias
de las ms poderosas acaban de comenzar a funcionar, y muchas otras, posiblemente de la misma o
igual fuerza, todava no han salido a la luz.
Cuando las causas ahora en funcionamiento hayan producido su efecto total, y las invenciones y
descubrimientos se hayan agotado si eso ocurre alguna vez, darn a la opinin pblica una
fuerza y causarn cambios polticos y sociales difciles de anticipar. Cual ser su alcance final es algo
que slo el tiempo puede decidirlo con certeza. De lo que no cabe duda, sin embargo, es que acabarn

por mejorar la condicin humana. Ser de suponer que el Ser Omnipresente y benefactor el
Creador de todo, ha creado al hombre de tal modo que el uso de las facultades intelectuales ms
elevadas, de las que se ha complacido en dotarle para que desarrolle las leyes que controlan los
grandes agentes del mundo maternal, sometindolas a su uso. Esto demostrara la causa del mal
permanente y no del bien permanente. Si bien tal suposicin es inadmisible, tienen que terminar,
en su desarrollo ordenado y completo, en su bien permanente. Pero esto no puede ocurrir, al menos
que el efecto ltimo de su accin sea polticamente el dar ascendencia a esa forma de gobierno mejor
calculada para cumplir los objetivos para los que ha sido formado el gobierno. Puesto que el
bienestar de nuestra especie depende tanto de un buen gobierno, que es difcil que cualquier cambio
cuyo fin ltimo sea otro, pruebe ser un bien permanente.
Sin embargo, no es improbable que muchos y grandes males temporales sigan a los cambios que
se han realizado y puedan realizarse. Parece ser ley en el mundo poltico, as como en el material,
que no se pueden efectuar grandes cambios excepto si se hacen gradualmente, sin convulsiones ni
revoluciones, seguidos de calamidades al principio, da igual lo beneficios que se den al final. El
primer efecto de tales cambios de gobiernos desde hace tiempo formados perturba las opiniones y
principios que los originaron y que han dictado su poltica, antes de que aquellos cuyos cambios se
han calculado se formen y desarrollen de manera adecuada. El intervalo entre la desintegracin del
antiguo y la formacin y establecimiento del nuevo constituye un perodo de transicin, que
necesariamente es de incertidumbre, confusin, fallos y fanatismo agitado y fiero.
Los gobiernos ms progresistas y civilizados del mundo estn ahora en medio de este perodo. Se
ha demostrado, y se seguir hacindolo, que es una dura prueba la existencia de las instituciones
polticas de cualquier forma. Los gobiernos incapaces de percibir lo que es verdaderamente la
opinin pblica y el mero clamor de facciones o gritos de fanatismo, y el buen sentido y firmeza
para ceder a tiempo y cautelosamente a las reivindicaciones de una parte, y resistir, inmediata y
decididamente, las exigencias de otra, estn condenados a caer. Pocos pasarn con xito por este
perodo de transicin; y esto no sin sacudidas y cambios, ms o menos considerables. Aguantarn
hasta que los gobernantes y los gobernados entiendan mejor los fines para los que se ha instituido el
gobierno, y la forma ms apropiada a realizarlos, bajo cualquier circunstancia en que se encuentren
las comunidades al respecto.
Para concluir, examinar los principios elementales que se han establecido, mediante una breve
relacin sobre el origen y carcter de los gobiernos de Roma y Gran Bretaa, los dos ms notables y
perfectos con sus respectivas formas de gobiernos constitucionales. Mi propsito es demostrar cmo
se aplicaron estos principios, en las formas ms simples de tales gobiernos, antes de una exposicin
sobre la forma en que se aplicaron en nuestro sistema ms complicado. Parecer que, en cada uno de
ellos, los principios son los mismos, y que la diferencia en su aplicacin resultaba de la diferente
situacin y condicin social de sus respectivas comunidades. Ambos fueron modificados para
adaptarse a stas con gran xito. Se aplicaron a comunidades en las que el rango hereditario haba
prevalecido por largo tiempo. Sus respectivas Constituciones se originaron con concesiones al
pueblo, y as lograron participacin en los poderes gubernamentales. Pero, en nuestro caso, se
aplicaron a comunidades en las que todo el rango poltico y la distincin entre ciudadanos se
excluyeron; y donde el gobierno recaba sus orgenes de la voluntad del pueblo. Ahora bien, de

cualquier modo que difieran segn su origen y carcter, se ver que el propsito en ambos fue el
mismo: combinar y armonizar los intereses de la comunidad en conflicto, as como sus medios,
considerando el sentido de cada clase o parte a travs del rgano apropiado, y teniendo en cuenta el
sentido concurrente de todos en cuanto al sentido de la comunidad en su conjunto. Siendo as las
cosas, una concepcin exacta y clara de cmo esto se produjo, en sus formas ms simples, nos
permitir comprender mejor cmo se logr en nuestra forma mucho ms refinada, artificial y
compleja.
Es sabido por todos, hasta por el menos versado en su historia, que el pueblo romano consista en
dos rdenes o clases distintas: los patricios y los plebeyos, y que la lnea de distincin era tan clara
que durante largo tiempo el derecho a casarse entre ellos estaba prohibido. Despus del
derrocamiento de la monarqua y la expulsin de Tarquino, el gobierno cay exclusivamente bajo el
control de los patricios, el cual, con sus clientes y dependientes, form, en esa poca, un cuerpo
numeroso y poderoso. Al principio, mientras corra el peligro del retorno de la familia en exilio,
consideraron bien a los plebeyos, pero cuando pas el peligro los trataron con opresin y crueldad.
No es necesario, segn nuestra perspectiva, exponer una relacin detallada de los distintos actos
de opresin y crueldad que los infligieron. Basta decir que, de acuerdo con los usos de la guerra de la
poca, el territorio conquistado se convirti en propiedad de los conquistadores, y que los plebeyos
fueron acosados y oprimidos con incesantes guerras, en las que el peligro y las dificultades las
sufran, mientras que todos los frutos de la victoria (las tierras de los vencidos, y el botn de guerra)
correspondan a los opresores. El resultado fue tal como puede imaginarse. Se empobrecieron y se
vieron forzados por la necesidad a solicitar prstamos a los patricios con intereses usurarios y
exorbitantes, fondos que enriquecieron a aqullos a costa de su sangre y el botn; tuvieron que
empear todo lo que tenan para pagar en perodos estipulados. Caso de no hacerlo, se embargaba la
prenda; y, segn las disposiciones legales, los deudores podan ser embargados y vendidos o
apresados por sus acreedores, encerrados en crceles privadas preparadas y mantenidas con tal fin.
Estas medidas brutales fueron practicadas con el mayor rigor contra los plebeyos endeudados y
empobrecidos. Ellos formaban, sin duda, una parte esencial del sistema que permita el saqueo y
opresin por los patricios.
Un sistema tan opresor no poda durar mucho tiempo. Las consecuencias naturales sucedieron. Un
odio profundo se engendr entre los rdenes, acompaados por facciones, violencia y corrupcin, lo
que aturdi y debilit al gobierno. Finalmente ocurri un incidente que colm la indignacin de los
plebeyos en su mayor extremo, y termin con una ruptura total entre los dos rdenes.
Un viejo soldado, que sirvi largo tiempo al pas y que haba luchado con valor en veintiocho
batallas, escap, esculido, plido y famlico, de la prisin de su acreedor. Implor la proteccin de
los plebeyos. Una muchedumbre le sigui, y su relacin del servicio al pas, y la crueldad como le
trataron sus acreedores, encendi la llama, que se extendi furiosamente llegando al ejrcito. Se neg
a continuar en l, cruz el Anio y tom posesin del monte sagrado. Los patricios estaban divididos
respecto a lo que deban hacer. Los ms violentos insistan en la llamada a las armas, pero, por suerte,
el consejo de los moderados, que recomendaba concesiones y el compromiso, prevaleci. Se design
a unos comisionados para tratar con el ejrcito y se estableci un pacto formal entre ambos rdenes.
Fue ratificado por los juramentos de cada uno de ellos, de modo que se concedi a los plebeyos el

derecho a elegir dos tribunos, como protectores de su orden, considerados como personas sagradas.
Se aument su nmero a diez, elegidos por centurias y, ms tarde, por tribus, sistema mediante el cual
los plebeyos se aseguraron una firme preponderancia.
As fue el origen del tribunado, que con el tiempo abri todos los honores del gobierno a los
plebeyos. stos adquirieron el derecho no slo a vetar la aprobacin de todas las leyes, sino adems
su ejecucin; y as obtuvieron, mediante sus tribunos, una negativa a la accin total del gobierno, sin
desposeer a los patricios de su control del Senado. Con este arreglo, el gobierno se someti al voto
concurrente y unido de los dos rdenes, expresado a travs de rganos separados y apropiados; uno,
poseedor del poder positivo, y el otro, del poder negativo del gobierno. Este simple cambio lo
convirti de gobierno absoluto en gobierno constitucional, de un gobierno exclusivo de los patricios,
a otro de todo el pueblo romano, y de una aristocracia a una repblica. De este modo, estableci los
cimientos slidos de la libertad y grandeza romanas.
Un observador superficial dira que un gobierno as organizado, con un orden que contara con el
poder de hacer y ejecutar las leyes, y otro, o los representantes de otro, la autoridad ilimitada de
impedir su promulgacin y ejecucin, tal gobierno, si no fuera totalmente imposible de realizar, al
menos sera demasiado dbil para soportar sacudidas que afectan a todos los gobiernos y, en
consecuencia, estara condenado a rpida disolucin, tras un curso confuso y vergonzoso.
Qu resultado tan diferente! En lugar de confusin se consigui la unin, la concordia y
armona; en lugar de la debilidad, fuerza desigual; y, en vez de un curso corto y vergonzoso, un gran
recorrido y gloria inmortal. Moder el conflicto entre los rdenes, armoniz sus intereses, y los
consolid en uno; sustituy la devocin al pas por devocin a rdenes particulares; suscit la fuerza
unida y la energa del conjunto en momentos de riesgo; elev al poder al sabio y al patriota;
enalteci el nombre romano por encima de todos; extendi su autoridad y dominio sobre la mayor
parte del mundo entonces conocido, y transmiti la influencia de sus leyes e instituciones hasta
nuestros das. Si hubiera prevalecido el consejo contrario en esta coyuntura, si se hubiera acudido a
las armas en vez de a la concesin y el compromiso, Roma, en vez de ser lo que fue despus, habra
sido con toda probabilidad tan vergonzosa, tan poco conocida para la posteridad, como los estados
insignificantes que la rodeaban, cuyos nombres y existencia habran quedado hace tiempo en el
olvido si no hubieran sido preservados en la historia de sus conquistas. Pero, si no hubiera sido por
el sabio curso tomado entonces, no es improbable, sea cual fuera el orden que hubiera prevalecido,
que Roma hubiera cado bajo un tirano cruel y mezquino y, finalmente, hubiera sido conquistada por
alguno de los Estados vecinos, o por los cartagineses o los galos. Al curso afortunado que tomaron
los acontecimientos debe su dominio sin lmites e imperecedero.
Es cierto que el Tribunado, despus de elevar a Roma al punto cumbre de su poder y prosperidad
nunca antes alcanzado, finalmente se convirti en uno de los instrumentos que produjo la cada de su
libertad: Esto sucedi cuando se expuso a nuevos cambios, debidos al aumento de la riqueza y a la
gran extensin de sus dominios, frente a los cuales el tribunado no ofreci proteccin. Su objetivo
inicial era resguardar a los plebeyos frente a la opresin y abuso de poder por parte de los patricios.
Esto no se consigui por completo ya que tena poder para proteger al pueblo en los numerosos y
ricos pases conquistados de ser robados por cnsules y procnsules. Tampoco pudo evitar que los
saqueadores usaran la enorme riqueza, que arrancaron a las provincias empobrecidas y arruinadas,

para corromper y degradar al pueblo; tampoco impidi la formacin de partidos (sin tener en cuenta
la vieja divisin de patricios y plebeyos) sin otro propsito que obtener el control del gobierno con
la intencin de explotarlo. Frente a estos grandes males, su Constitucin no ofreca seguridad
adecuaba. Bajo esta influencia funesta la posesin del gobierno se convirti en objeto de los ms
violentos conflictos, no entre patricios y plebeyos, sino entre facciones libertinas y corruptas.
Continuaron aumentando con violencia hasta que, finalmente, Roma sucumbi, como sucede a
cualquier comunidad en circunstancias similares, bajo fuerte control, gobierno desptico del jefe del
partido vencedor, triste pero nica alternativa que quedaba para evitar la violencia universal, la
confusin y la anarqua. La Repblica, en realidad, haba dejado de existir mucho tiempo antes del
establecimiento del Imperio. El intervalo abund en gobiernos de facciones feroces, corruptas y
sanguinarias. Haba, sin duda, un cuerpo pequeo pero patriota con eminentes individuos que
lucharon, en vano, para corregir los abusos y devolver al gobierno su carcter y pureza; aqullos
sacrificaron sus vidas en este empeo para lograr un objetivo tan virtuoso y noble. Pero no podemos
valemos de este intervalo violento y corrupto para desprestigiar al tribuno al cual se le confiri
grandes poderes con tan prudentes propsitos que los ejerci plenamente para destruir la libertad que
haba instaurado, nutrido y apoyado durante tanto tiempo.
Al imputar tal consecuencia al Tribunado no deben pasarse por alto otras provisiones de la
Constitucin del gobierno romano. El Senado, por lo que sabemos, parece que se estableci
admirablemente para asegurar la consistencia y continuidad de accin. El poder cuando la
Repblica estuvo expuesta a un peligro inminente de elegir a un dictador fue fijado con duracin
limitada pero autoridad casi ilimitada; los dos cnsules, y la forma de elegirlos; los augures; los
libros sibilinos, el sacerdocio y la censura: todo ello corresponda a los patricios; eran, quizs,
indispensables para soportar el poder aparentemente irregular y vasto del Tribunado; mientras que la
posesin de tan grandes poderes por parte de los patricios oblig a conceder fuerza proporcionada al
nico rgano por medio del cual los plebeyos podan actuar eficazmente sobre el gobierno. El
gobierno se constituy sin duda poderosamente, y en apariencia bien proporcionado tanto en sus
rganos positivos como negativos. Fue ciertamente un gobierno frreo. Sin el Tribunado demostr
ser uno de los ms opresores y crueles que jams haya existido y, no obstante, uno de los ms
poderosos y mejores.
El origen y carcter del gobierno britnico son tan conocidos que basta un breve resumen. Las
causas que finalmente lo moldearon en su forma actual comenzaron con la conquista normanda. sta
introdujo el sistema feudal con sus complementos necesarios: una monarqua y nobleza hereditarias;
la primera, en la lnea de sus esforzados seguidores. stos se convirtieron en sus feudatarios. El pas,
tanto la tierra como el pueblo (este ltimo como siervo), se lo dividieron. Pronto comenzaron los
conflictos entre el monarca y los nobles, como ocurre en tales sistemas; siguieron, en el curso de los
acontecimientos, esfuerzos por parte de los monarcas y de los nobles para recabar el favor del
pueblo. En consecuencia, ste gradualmente ascendi al poder. En cada paso de su ascenso se hizo
ms importante, de suerte que cada vez fue ms cortejado hasta que a la larga su influencia result tan
evidente, que se convoc a sus delegados para asistir a las reuniones del parlamento, pero no como
estamento del reino o miembro constituyente del cuerpo poltico. La primera convocatoria fue a los
nobles, y se plane para acoger sus buenos sentimientos y asegurar su cooperacin en la guerra

contra el rey. sta fue seguida por la del Rey. Pero su propsito era simplemente el tenerlo presente
en la reunin del parlamento, para ser consultados por la Corona, en cuestiones relativas a impuestos
e ingresos; por supuesto, lo fue no para discutir el derecho a debilitar a uno y elevar al otro, ya que el
Rey se atribua la autoridad arbitraria para hacer ambas cosas, sino con idea de facilitar su
recaudacin y discutir los impuestos.
Con este pobre comienzo y despus de una lucha y de muchas vicisitudes, se elev hasta ser
considerado uno de los estamentos del reino; al cabo, debido a sus esfuerzos en aumentar y asegurar
lo que haba ganado, domin durante un tiempo a los otros dos estamentos y concentr todo el poder
en un solo cuerpo. As se convirti el gobierno en absoluto, lo cual condujo a estas consecuencias: un
derecho fijo y, como resultado, gobiernos populares de esta forma; es decir, partidos organizados o,
ms bien, facciones luchando violentamente para obtener, o retener, el control del gobierno; y as
nuevamente por medio de leyes casi uniformes para concentrar todos los poderes gubernamentales
en las manos del jefe militar del partido vencedor.
Su heredero fue demasiado dbil para mantener el cetro que haba asido; y el descontento general
con resultado revolucionario llev a la restauracin de la vieja dinasta, sin definir los lmites entre
los poderes de los respectivos estamentos.
Tras un breve intervalo, sigui otra revolucin; tras ella los lores y los comunes se unieron
contra el Rey. Esto termin con su derrocamiento; y la transferencia de la Corona a una rama
colateral de la familia, acompaada de una declaracin de derechos, que definieron los poderes de
los estamentos del reino; finalmente, perfeccionaron y establecieron la Constitucin. De este modo
una monarqua feudal se convirti, por medio de un proceso lento pero firme durante muchos siglos,
en una monarqua constitucional muy refinada, sin cambiar las bases del gobierno original.
Tal como est ahora constituido, el reino consiste en tres estamentos: el Rey, los lores seculares y
espirituales y los comunes. El Parlamento es el gran consejo. Posee el poder supremo. Promulga
leyes mediante el asentimiento concurrente de los lores y comunes, sujeto a la aprobacin real. El
poder ejecutivo corresponde al monarca, considerado como elemento constituyente del primer
estamento. Aunque es irresponsable, slo puede actuar por medio de los ministros y agentes
responsables. Ellos son responsables ante los otros estamentos: ante los lores, por constituir la corte
suprema ante la que los servidores de la Corona pueden ser juzgados por negligencia y crmenes
contra el reino o por delitos en ejercicio de su oficio; y ante los comunes, que ejercen el poder de
acusacin y la investigacin mayor del reino. Estas disposiciones con sus poderes legislativos
especialmente la de recabar los ingresos les capacitan para controlar la rama ejecutiva y,
virtualmente, la participacin en sus poderes, de modo que las acciones del gobierno, en toda su
amplitud, pueden considerarse resultado de la accin concurrente y conjunta de los tres estamentos, y
stos abarcan todos los rdenes, de la accin concurrente y conjunta de los estamentos del reino.
Quien considere al Rey en su mero carcter individual, o incluso como cabeza de la familia real,
como elemento de un estamento, tendra una visin incompleta y falsa de la cuestin. Visto desde
cualquier punto de vista, lejos de considerarlo como el primer estamento y jefe del reino, tal como
es, representara un inters demasiado irrelevante para estimarlo. Por el contrario, representa lo que
en realidad, teniendo todo en cuenta, es habitual y naturalmente el inters ms poderoso en cualquier
forma de gobierno de todas las comunidades civilizadas, el inters de recabar impuestos o, ms

ampliamente, el gran inters que surge necesariamente de la accin del gobierno, cualquiera que sea
su forma: el inters que vive en el gobierno. Se compone de los destinatarios de sus honores y
emolumentos; justo es llamarlo inters del gobierno, o partido; en oposicin al resto de la
comunidad, o (como se les debe llamar) el pueblo o los Comunes. Uno abarca a todos los que son
mantenidos por el gobierno; y el otro, a todos los que mantienen al gobierno: debido a que estos
ltimos son ms fuertes, considerados todos los aspectos, por eso son capaces de conservar, por un
tiempo considerable, beneficios tan grandes y dominantes.
Este inters tan grande y predominante es naturalmente representado por una sola cabeza. Ya que
es imposible, si no est as representado, distribuir los honores y emolumentos del gobierno entre
aqullos que lo componen, sin crear discordia y conflicto: slo evitando stos pueden mantenerse
beneficios tan tentadores. De ah que la fuerte tendencia de este gran inters, respecto a la forma
monrquica, consista en ser representada por un solo individuo. Por el contrario, el inters
antagnico, el que apoya al gobierno, tiene la tendencia opuesta. Una tendencia a ser representado por
muchos: porque una asamblea numerosa puede juzgar mejor que uno solo o varios individuos, las
cargas que puede soportar una comunidad, y cmo han de distribuirse de forma ms igual y
recabarse ms fcilmente.
En el gobierno britnico, el rey constituye un patrimonio, porque aqul es cabeza y representante
del gran inters. Es el conducto por el que fluyen todos los honores y emolumentos del gobierno;
mientras que la Cmara de los Comunes, de acuerdo con la teora del gobierno, es cabeza y
representante de lo opuesto: el gran inters pagador de impuestos, mediante el cual se mantiene el
gobierno.
Entre estos grandes intereses, hay necesariamente una fuerte y constante tendencia a entrar en
conflicto; si no se contrarresta, acaban violentamente invocando a la fuerza: le sigue una revolucin,
tal como se ha explicado. Para evitarla, la Cmara de los Lores, por ser uno de los estamentos del
reino, se interpone; constituye el poder conservador del gobierno. Consiste, de hecho, en la parte de
la comunidad en cuanto principal destinataria de los honores y emolumentos y otras ventajas
derivadas del gobierno cuya condicin no puede mejorarse; sin embargo, si se malogra con el
triunfo cualquiera de los estamentos en conflicto se opone al predominio de cualquiera de ellos, y
favorece el equilibrio entre ambos.
Este esbozo, aunque breve, es suficiente para demostrar que estos dos gobiernos constitucionales,
con mucho los ms ilustres entre los de su estilo, se conforman a los principios establecidos tanto en
su origen como en su construccin. Las Constituciones de ambos surgieron de una presin
ocasionada por conflictos de intereses entre clases u rdenes hostiles, y estaban destinadas a
satisfacer las urgentes exigencias del momento, sin que ninguna de las partes, parece, tuviera idea de
los principios en juego, o las consecuencias que tendran, ms all de lo que contemplaban. Parecera,
sin duda, casi imposible que gobiernos constitucionales, fundados en rdenes o clases, se originaran
de otra forma. Es difcil concebir que un pueblo, pues tal no existira, se instituyera o pudiera
instituirse voluntariamente para formar tales gobiernos, ya que no es nada sorprendente que se
desarrollen conflictos entre los diferentes rdenes o clases ayudados por una situacin de
circunstancias favorables.
Las Constituciones de ambos ejemplos (Roma y Gran Bretaa) descansan en el mismo principio:

un organismo por medio del cual la voz de cada orden, o clase, apunta a su rgano apropiado;
requiere la voz concurrente de todos para constituir la de toda la comunidad. Los efectos tambin
fueron los mismos en ambas: unir y armonizar intereses en conflicto, para reforzar lazos con el
conjunto de la comunidad, y acomodarla a los respectivos rdenes o clases; reunirlos a todos en la
hora del peligro, conforme al estndar de su pas; elevar el sentimiento de nacionalidad, y desarrollar
poder, moral y fsico, llegando a un punto extraordinario. Sin embargo, cada uno tiene rasgos que lo
distinguen, efectos de diferentes organismos, as como las circunstancias que produjeron cada uno de
ellos.
En el gobierno de Gran Bretaa, los tres rdenes se mezclan en la rama legislativa; de modo que
la accin separada y conjunta de cada uno es necesaria para emanar leyes, mientras que en el romano,
por el contrario, un orden tena el poder legislativo y el otro el de anularlas o detener su ejecucin.
Cada uno tena ventajas peculiares. Los romanos desarrollaron de forma ms completa el amor
por la patria y los sentimientos de nacionalidad. Soy ciudadano romano, se proclamaba con
orgullo elevado, quizs nunca antes sentido por ningn ciudadano o sbdito de una comunidad al
manifestar el pas al que perteneca.
Tambin desarroll ms completamente el poder de la comunidad considerando su poblacin
respectiva y el estado de las artes en diferentes perodos. Roma desarroll ms poder en comparacin
con el conseguido por Gran Bretaa por muy vasto que sea y haya sido o, quizs, ms del que
haya alcanzado cualquier comunidad. De ah el extraordinario control que adquiri desde comienzos
tan humildes. Pero el gobierno britnico es superior al de Roma en lo que se refiere a su adaptacin y
capacidad de abarcar bajo su control extensos dominios, sin pervertir su Constitucin. A este
respecto, la Constitucin romana era defectuosa; y, en consecuencia, pronto empez a mostrar signos
de desintegracin despus de que Roma extendiera sus dominios ms all de Italia; mientras que los
britnicos tienen bajo su dominio, sin perjuicios aparentes, un imperio igual a aqul cuyo peso
aplast la Constitucin y libertad de Roma. Esta gran ventaja deriva de su estructura, especialmente de
la rama ejecutiva, y del carcter de su principio conservador. Este ltimo est formado de tal forma
que evita, como consecuencia de su unidad y carcter hereditario, las luchas violentas y facciosas por
obtener el control del gobierno, y, con l, el amplio mecenazgo que desvi, y finalmente corrompi,
a la Repblica romana. Contra esta enfermedad fatal careca de defensa; mientras que el gobierno
britnico adems de las ventajas que posee a este respecto, de la estructura de su rama ejecutiva
tiene en el carcter de su principio conservador otra defensa poderosa contra aqulla. Su carcter es
tal que el patrocinio, en vez de debilitarlo, lo fortalece: Ya que cuanto mayor es el mecenazgo del
gobierno, mayor ser la parte que corresponde al orden que constituye la rama conservadora del
gobierno; y cuanto ms adecuada sea su condicin, mayor su oposicin a cualquier cambio radical
de su forma. Ambas causas combinadas logran el gobierno ms capaz que cualquier otro para
mantener dominios extensos sin corromper la Constitucin o destruir la libertad. Es difcil, sin duda,
sealar lmite alguno a su capacidad a este respecto. Lo ms conveniente es apuntar su habilidad para
soportar cargas mayores; la imposicin necesaria para cubrir los gastos debidos a la adquisicin y
gobierno de tan vastos dominios, que, al final, llegar a ser tan pesada que aplastar con su peso a los
estratos trabajadores y productores de la poblacin.
Aqu he terminado el breve bosquejo que propuse sobre el origen y carcter de estos dos notables

gobiernos. Proceder, a continuacin, a considerar el carcter, origen y estructura del gobierno de


los Estados Unidos. Difiere del romano y britnico ms de lo que estos dos difieren entre s; y,
aunque es un gobierno de origen reciente, su carcter y estructura se entienden quizs menos que los
de los otros dos examinados.

FIN

JOHN CALDWELL CALHOUN (Carolina del Sur, 1782 - Washington, D.C., 1850). Estadista y
terico poltico estadounidense.
Se gradu en Yale (1804) y, tras estudiar derecho en Connecticut, regres al Sur para ejercer con
xito la abogaca. Logr fortuna y fama tras casarse con su prima Floride Calhoun y cultiv una gran
plantacin. En poltica, fue congresista (1811-1817), Secretario de Guerra (1817-1825),
vicepresidente de los Estados Unidos (1825-1832) y senador (1833-1843, 1845-1850, ao de su
muerte).
Defendi los derechos de las minoras, los lmites al poder central (federal power) y la esclavitud.
Calvinista y riguroso pensador, fue el adalid de los derechos y peculiaridades de los Estados sureos.
En su obra se contiene, no slo una teora de la sociedad, sino una doctrina del Estado y la
Constitucin.
Diversos politlogos lo han llamado el Marx de los conservadores. Fuera de Estados Unidos, ha
ejercido notable influjo en pensadores polticos alemanes (Max von Seydel, etc.), suscitando su
inters en temas sobre el Estado Federal, la teora de la Constitucin, la soberana y el derecho de
nulificacin y secesin.
Su obra se compone bsicamente de dos libros pstumos (1851-1856): A Disquisition on Government,
investigacin terica base para defender los derechos del Sur; y A Discourse on the Constitution and
Government of the United States, exposicin jurdico-tcnica de la Constitucin.

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