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Psicologia De La Sexualidad

Enrique Barra Almagia

PREFACIO

Al presentar este libro sobre psicologa de la sexualidad el autor espera contar con dos factores importantes a su favor. Por una parte, la gran atracci n !ue parecen sentir las personas "acia libros !ue tratan sobre aspectos psicol gicos, tal ve# siguiendo el antiguo conse$o de %con cete a ti mismo%. &, por otra parte, la atracci n ma'or a(n !ue deberan experimentar "acia un libro !ue se refiere a un tema tan personalmente significativo como la sexualidad. Confiamos en !ue tales supuestos sean v)lidos en este caso particular ' !ue muc"as personas extraigan provec"o de este intento de integraci n entre factores psicol gicos ' conducta sexual. A diferencia de otro texto de psicologa social !ue presentamos "ace alg(n tiempo, la elaboraci n del presente libro no "a estado s lo motivada por el deseo de disponer en nuestro medio ' en nuestro idioma de un texto !ue fuera e!uivalente a los !ue existen en otros lugares cientficamente m)s avan#ados. En este caso, "emos intentado adem)s

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elaborar un libro original ' nuevo, no s lo en cuanto a su ttulo sino !ue especialmente en sus contenidos, en su enfo!ue ' en la forma de integrar distintos aspectos psicol gicos involucrados en la sexualidad. *na motivaci n adicional importante para elaborar este libro "a sido la constataci n de !ue los temas referentes a la sexualidad no reciben "abitualmente un tratamiento conceptual riguroso ' fundamentado. A diferencia de lo !ue "a ocurrido en el estudio de muc"as otras )reas de la conducta "umana, "a existido un gran atraso en el desarrollo de es!uemas de an)lisis adecuados ' proposiciones te ricas especficas !ue den cuenta de la comple$idad, sub$etividad ' multideterminaci n del comportamiento sexual "umano. +otivado por tal percepci n, este libro intenta "acer una contribuci n significativa al an)lisis psicol gico adecuado del comportamiento sexual. "umano, la !ue estimamos original ' novedosa tanto por algunos de los temas !ue se examinan como por la forma de abordarlos. ,iendo -ste un libro dirigido a distintos tipos de lectores, una consideraci n mu' importante "a sido el intentar conciliar la rigurosidad cientfica con un lengua$e lo m)s claro ' simple posible, de manera de facilitar la comprensi n ' procesamiento de los temas. Esperamos "aber logrado esta meta, algo !ue s lo puede $u#gar con propiedad el lector. .a elaboraci n de este libro "a tenido dos ob$etivos centrales. En primer lugar, proporcionar informaci n especfica ' actuali#ada sobre diversos aspectos psicol gicos de la sexualidad, tanto para profesionales relacionados con el tema en los campos de la educa/ ci n, la salud, las ciencias sociales, etc., como para cual!uier persona interesada en ampliar sus conocimientos al respecto. &, en segundo lugar, servir de material de consulta tanto para la docencia como para actividades de investigaci n ' de intervenci n relacionadas con el comportamiento sexual "umano. Esperamos contribuir a acercar el tratamiento cientfico de estos temas al lector ' a darle la oportunidad de reflexionar sobre s mismo ' sobre los otros, sobre la diversidad "umana ' sobre nuestra naturale#a como seres biol gicos, psicol gicos ' sociales. Como expresaremos muc"as veces en las p)ginas siguientes, el conocimiento de los factores psicol gicos de la conducta sexual, ' de las muc"as diferencias individuales ' de g-nero existentes en la sexualidad, debera capacitarnos para enfrentar me$or el desafo de vivir nuestra sexualidad de manera m)s satisfactoria ' de construir relaciones m)s arm nicas entre los sexos.

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Psicologia De La Sexualidad CAP34*.O 1

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.a sexualidad ' sus distintas manifestaciones constitu'en una parte esencial en nuestras vidas, tanto !ue nuestra existencia misma es producto de una interacci n sexual. 6esde el mismo momento en !ue nacemos, o aun antes, somos ob$eto de una serie de categori#aciones sociales de acuerdo a nuestra pertenencia a uno u otro sexo, la !ue seguir) siendo nuestro primer sello de identidad social durante toda la vida. 6e a" !ue el desarrollo de la identidad sexual, el aprendi#a$e de los roles ' normas de g-nero ' la formaci n de relaciones ntimas !ue sirvan de contexto a las expresiones sexuales, constitu'en tareas centrales en el desarrollo individual. .as diferentes sociedades ' culturas le otorgan gran importancia a los diversos aspectos relacionados con la sexualidad, aun cuando muc"as veces las actitudes ' normas sociales al respecto pueden aparecer como contradictorias ' conflictivas. As, por e$emplo, la cultura puede prescribir distintos est)ndares sexuales para diferentes grupos sociales, como "ombres ' mu$eres, adultos ' ancianos, casados ' solteros, etc. .as sociedades desarrollan un con$unto de normas para regular la expresi n de la sexualidad ' canali#ar las energas sexuales en modos socialmente aprobados, pero al mismo tiempo existen diversas formas de comercio sexual ' de explotaci n econ mica de las motivaciones e intereses sexuales de los individuos. Adem)s se espera !ue las personas desarrollen arm nicamente su sexualidad ' logren una vida de pare$a ' familiar satisfactorias, sin embargo no se "acen suficientes esfuer#os sistem)ticos e institucionali#ados para favorecer una adecuada educaci n afectiva ' sexual. .a gran importancia !ue tiene la sexualidad en el desarrollo individual se manifiesta de diversas formas, como !ue las personas recuerden de manera mu' especial sus primeras experiencias sexuales, !ue se involucren en fantasas sexuales de mu' diverso tipo, !ue "agan c"istes acerca de asuntos sexuales, !ue presten especial atenci n a estos temas en los medios de comunicaci n, !ue intenten aumentar su atractivo sexual ' tambi-n !ue algunas veces experimenten intensas emociones negativas frente a dificultades o conflictos de ndole sexual. ,in embargo, ' a pesar !ue cada ve# se valori#a m)s el "ee"o !ue las personas sean abiertas ' "onestas respecto a sus sentimientos e in!uietudes, a(n es mu' escasa la autorrevelaci n sexual, es decir, es difcil !ue las personas "ablen abiertamente de sus temores, fracasos, deseos ' fantasas en el terreno sexual. Esto no significa !ue no "a'a muc"o de !ue "ablar sobre nuestra sexualidad, ni tampoco !ue no sea beneficioso "acerlo, sino !ue sera un refle$o de las dificultades !ue puede tener tanto el reconocimiento como la discusi n de algunos aspectos de nuestra vida frente a los cuales nos sentimos inseguros o "acia los cuales tenemos sentimientos ambivalentes. .o anterior puede deberse en parte a !ue, por factores tanto individuales como interpersonales ' culturales, muc"as veces sentimos !ue nuestras experiencias sexuales "an P)gina 8 de 121

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estado por deba$o de lo !ue esper)bamos o lo !ue dese)bamos !ue fuesen. Al igual como muc"as veces descubrimos !ue la posesi n de un bien material deseado no nos "a "ec"o m)s atractivos o felices, como nos prometan los publicistas, tambi-n podemos descubrir !ue un encuentro sexual con alguien no nos "ace necesariamente amar m)s a esa persona o sentirnos m)s maduros o felices. Al reflexionar sobre estos aspectos, es mu' posible !ue conclu'amos !ue la sexualidad "a sido muc"o m)s comple$a de lo !ue pens)bamos o de lo !ue nuestra cultura nos ense9 a esperar, ' adem)s !ue lo m)s importante no "a sido lo !ue "emos "ec"o sino el c mo nos "emos sentido respecto a ello. Es $ustamente esto (ltimo, el c mo nos sentimos frente a nuestra sexualidad, lo !ue parece ser m)s difcil tanto de reconocer conscientemente como de revelar a otros, "aciendo !ue desde un punto de vista psicol gico la sexualidad sea tal ve# uno de los aspectos de nuestra vida donde podemos experimentar un ma'or sentimiento de soledad. :a' !ue agregar, adem)s, el "ec"o !ue la ma'ora de las personas aprenden sobre la sexualidad mediante su propia experiencia ' pr)cticamente por ensa'o ' error, sin tener muc"a oportunidad de contrastar sus propias experiencias ' reacciones emocionales asociadas con a!uellas de sus pares o sus grupos de referencia. & por esto es com(n !ue en este )mbito muc"as personas sientan !ue deben guardar celosamente ciertos secretos !ue nadie m)s ni si!uiera imagina, ' crean !ue sus experiencias son mu' especiales ' diferentes a la ma'ora, siendo !ue, al ser revelados, gran parte de esos secretos resultan ser actividades ';o fantasas comunes compartidas por muc"os otros individuos. Constitu'endo la sexualidad una parte esencial tanto de la sub$etividad como de la interacci n social "umana, la psicologa tendr) muc"o !ue decir acerca de sus diversas expresiones, factores determinantes, aspectos diferenciales, etc. & esto se aplica especialmente a la psicologa social, por el "ec"o !ue el comportamiento sexual se relaciona de manera significativa con muc"os elementos de naturale#a psicosocial. Entre ellos se pueden mencionar aspectos tales como actitudes, creencias, atribuciones, sociali#aci n, roles ' normas sociales, estereotipos, procesos de aprendi#a$e social, "abilidades sociales, comunicaci n interpersonal, atracci n ' amor, poder ' control, etc. A pesar !ue la sexualidad debiera ser siempre considerada desde una perspectiva biopsicosocial amplia, su naturale#a sub$etiva e interpersonal "ace !ue su real comprensi n, explicaci n e interpretaci n adecuadas le correspondan de manera fundamental a la psicologa. , lo una s lida formaci n psicol gica en los procesos b)sicos involucrados en la conducta "umana <del aprendi#a$e, del desarrollo, de la personalidad, de la comunicaci n, de las relaciones interpersonales, etc.= permitir) abarcar adecuadamente la comple$a interrelaci n de los diversos aspectos cognitivos, motivacionales, emocionales, interpersonales ' sociales en la conducta sexual "umana. .o anterior no implica negar el indudable aporte !ue otras disciplinas pueden "acer a ciertos aspectos especficos relacionados con la conducta sexual. Especialidades m-dicas como la endocrinologa, la ginecologa, la urologa ' la geriatra podr)n contribuir a prevenir ' solucionar algunos factores org)nicos relacionados con la vida sexual de las personas. Antrop logos, soci logos ' otros cientficos sociales pueden ilustrarnos acerca de los factores sociales ' culturales !ue parecen $ugar un rol mu' importante en las actitudes ' conductas sexuales de los individuos, as como acerca de los cambios culturales operados en los patrones referentes a la sexualidad <por e$emplo, de los adolescentes, de las mu$eres, de las personas de edad, etc.=. .o !ue afirmamos es simplemente !ue, al igual !ue en cual!uier otro )mbito de la conducta "umana, es la psicologa la ciencia !ue posee las "erramientas conceptuales ' metodol gicas re!ueridas para una adecuada comprensi n ' explicaci n cientfica de las expresiones sexuales "umanas.

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6ebido a !ue existe confusi n al respecto, es pertinente aclarar !ue no "a' una profesi n o una especialidad !ue se pueda llamar sexologa ni especialistas llamados sex logos, independientemente del "ec"o !ue algunas personas de distintas profesiones puedan autoasignarse tales ttulos aparentemente de especiali#aci n profesional. & as como no existe una carrera universitaria de sexologa ' por lo tanto tampoco una profesi n de sex logo, tambi-n se puede cuestionar el !ue exista un campo de investigaci n o una disciplina cientfica !ue deba recibir el nombre de sexologa. Esta idea es expresada mu' claramente por ?agnon <1@AB=, cuando afirmaC %El estudio del sexo se reali#a me$or no por medio de la creaci n de una disciplina especial llamada sexologa ' de cientficos especiales a !uienes se da el nombre de sex logos, sino m)s bien utili#ando los mismos m-todos ' teoras !ue se emplean para estudiar otros aspectos de la conducta "umana. As pues, cual!uier teora de conducta sexual debe formar parte de una teora m)s amplia de conducta "umana% <p. 8=. El situar el an)lisis de la sexualidad dentro de una perspectiva primariamente psicol gica ' psicosocial, aun!ue abierta al aporte de muc"as otras disciplinas, implica destacar tanto su naturale#a interpersonal como tambi-n sus dimensiones sub$etivas. En relaci n a lo (ltimo, ' aun!ue el conocimiento preciso es a(n escaso, las actitudes ' conductas sexuales de un individuo forman parte de lo !ue llamamos su personalidad ' refle$an las mu' variadas facetas de su individualidad, la cual es un producto de la interac/ ci n entre influencias de mu' diverso tipo, tanto biol gicas como psicol gicas ' socioculturales. 6entro de los factores psicol gicos, ' adem)s de las conductas ' actitudes sexuales de los individuos, necesitamos cada ve# m)s prestar particular atenci n a otros aspectos !ue parecen desempe9ar un rol central en nuestra conducta sexual. Entre ellos estaran los aspectos cognitivos <tales como los es!uemas de g-nero ' autoes!uemas sexuales !ue veremos m)s adelante=, las comple$as interacciones entre -stos ' otros factores motivacionales ' emocionales, ' en especial un aspecto esencial en la conducta "umana ' la interacci n social. 5os referimos especficamente a los significados !ue los seres "umanos asignamos a las diversas situaciones ' conductas, tanto nuestras como de los otros, ' !ue ad!uieren una relevancia especial en un )mbito tan personal como el de la sexualidad. As, en el )mbito de la conducta sexual adolescente, donde existen muc"os datos estadsticos acerca de aspectos tales como la edad de iniciaci n sexual o la incidencia de relaciones sexuales, DrooEs/?unn ' Furstenberg <1@A@= plantean !ue al mismo tiempo existe un gran desconocimiento de %lo !ue significa la sexualidad para los adolescentes, c mo se relaciona con los otros aspectos de su vida adolescente ' !u- estrategias usan los adolescentes para mane$arla o incorporarla en sus vidas% <p. 0>@=. Aun!ue en el caso de los adolescentes ese conocimiento tiene adem)s una especial relevancia social, por su utilidad en la prevenci n de problemas significativos como el embara#o ' algunas enfermedades de transmisi n sexual, lo mismo se puede afirmar respecto de la sexualidad de las personas en general ' no s lo de los adolescentes. Podemos saber bastante sobre incidencias ' frecuencias de ciertas conductas sexuales, pero sabemos mu' poco de las funciones psi/ col gicas ' los significados individuales !ue las personas atribu'en a su propia sexualidad. En un sentido general, podemos decir !ue los significados !ue asignamos a las cosas determinan tanto nuestras reacciones frente a ellas. como la posibilidad de establecer una adecuada comunicaci n con otros. Es mu' sabido en el campo de la comunicaci n interpersonal !ue uno de los factores claves para !ue -sta sea efectiva lo constitu'e el "ec"o !ue ambos participantes posean un campo compartido de significados comunes, ' cuando ese terreno com(n no existe la comunicaci n puede dificultarse bastante, como ocurre a menudo entre personas pertenecientes a distintas culturas. En muc"as )reas de la

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comunicaci n interpersonal es posible !ue los participantes puedan verificar si los significados !ue le asignan a algo son similares o no, lo !ue es mu' aconse$able para optimi#arla. ,in embargo, debido a factores personales ' sociales, como algunos !ue se mencionaron anteriormente, esta verificaci n de significados es menos probable en la comunicaci n sexual, especialmente en personas con actitudes negativas o ambivalentes frente al tema, o entre personas !ue se encuentran en etapas iniciales de una relaci n. Puede considerarse esto como una gran parado$a, 'a !ue $ustamente por su naturale#a, en las interacciones sexuales es particularmente necesaria dic"a verificaci n de significados para una adecuada comunicaci n entre los participantes. En las interacciones sexuales "abituales los participantes no s lo son personas distintas, sino !ue por pertenecer a diversos sexos seran personas completamente diferentes en variados aspectos, tal como muestra la investigaci n psicol gica moderna <6o'le ' Paludi, 1@@1F GacElin, 1@A@F +oir ' Gessel, 1@@>=. .a percepci n !ue tienen las personas de esas diferencias sexuales en general ' en la sexualidad en particular, ' la necesidad !ue sienten de m)s elementos para enfrentarlas en me$or forma, pueden explicar el -xito editorial !ue "an logrado libros de divulgaci n !ue $ustamente anali#an esas diferencias, como los de Draconnier <1@@H=, ?ra' <1@@>, 1@@2=, ' en nuestro medio los de Polit#er ' Ieinstein <1@@@= ' de Evans ' 6e la Parra <0BBB=. .ibros como -sos pueden satisfacer en alg(n grado la necesidad de conocerse m)s a s mismo ' tambi-n al otro sexo, ' por lo tanto cumplen una funci n social importante al remediar en parte una carencia educacional o formativa. ,i en general las personas les dan distintos significados a las cosas ' reaccionan tambi-n de manera diversa frente a ellas, cuando esas personas son de distinto sexo las diferencias de significados ' reacciones deber)n ser ma'ores a(n, ' podemos esperar !ue sean todava ma'ores cuando se trata de aspectos afectivos ' sexuales, donde tal ve# se expresa de manera m)s clara !ue en otros )mbitos la interacci n comple$a entre las diferencias biol gicas, psicol gicas ' socioculturales entre "ombres ' mu$eresC 6e a" !ue la formaci n ' mantenci n de una comunicaci n afectiva ' sexual positiva con personas !ue por ser del otro sexo son tan distintas, puede considerarse uno de los grandes desafos !ue enfrenta una persona, ' para el cual "abitualmente no recibe una preparaci n adecuada. Al respecto, es bastante conocido el "ec"o !ue la ma'or parte de los adolescentes no reciben lo !ue podra considerarse una verdadera educaci n sexual ' !ue la ma'or parte de su informaci n <no educaci n= sexual proviene de la relaci n con sus pares. Esta falta de preparaci n, $unto con otros numerosos factores adicionales, puede determinar dificultades para lograr una vida afectiva ' sexual satisfactorias o una adecuada compatibilidad sexual de pare$a, con todos los efectos negativos !ue pueden derivar de a" tanto para la pare$a misma como para el ambiente familiar si existen "i$os. A la inversa, si las personas logran desarrollar actitudes positivas ' patrones adecuados de interacci n ' comunicaci n sexual, ' a trav-s de ello alcan#ar un nivel aceptable de satisfacci n en su vida afectiva ' sexual, eso indudablemente tendr) efectos positivos mu' significativos tanto en el bienestar psicol gico del individuo como en su ambiente familiar. 6esde el punto de vista individual, la satisfacci n del individuo con su sexualidad tiene una relaci n importante con su nivel de autoestima ' con la forma de relacionarse con el mundo ' las otras personas. Esto no necesariamente implica lo inverso, es decir, !ue un ba$o nivel de satisfacci n sexual tenga !ue tener inevitablemente efectos negativos significativos en la percepci n de s mismo o de la realidad, debido a !ue pueden existir mecanismos de compensaci n eficaces ' muc"as veces socialmente valiosos como una intensa dedicaci n al traba$o, el arte, el deporte, etc. ,in embargo, en ciertos individuos ' en determinados contextos, la insatisfacci n afectiva ' sexual ' los problemas

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de autoestima asociados pueden determinar algunos patrones motivacionales o estilos de comportamiento menos positivos socialmente, como el autoritarismo, la "ostilidad, la am/ bici n desmedida de poder o de bienes, la competitividad agresiva, etc. Al "ablar de satisfacci n afectiva ' sexual, ' no s lo sexual, se !uiere enfati#ar !ue desde una perspectiva psicol gica integral la satisfacci n sexual no debe entenderse s lo como un desa"ogo, o como la reducci n del impulso mediante la obtenci n del orgasmo, sino !ue, al igual !ue en otros )mbitos, el concepto de satisfacci n alude a la evaluaci n sub$etiva !ue "acemos de una determinada experiencia. ,e puede afirmar !ue el nivel de satisfacci n sexual de un individuo no necesariamente depende de su frecuencia de relaciones sexuales con orgasmo, sino !ue en gran medida de !ue tales relaciones tengan la calidad deseada ' !ue esa frecuencia no sea inferior a la !ue -l o ella deseara. , lo teniendo en cuenta esta relativa independencia entre frecuencia ' satisfacci n en el )mbito sexual se comprende me$or algunos datos !ue a primera vista podran parecer sorprendentes. *n primer e$emplo es !ue en algunos estudios !ue se mencionar)n m)s adelante las mu$eres informaban estar m)s satisfec"as con su vida sexual !ue los "ombres, a pesar !ue en esos mismos estudios los "ombres informaban ma'or frecuencia de relaciones sexuales !ue las mu$eres. *na explicaci n es !ue probablemente las mu$eres esperan <o tal ve# desean= tener menor frecuencia de relaciones !ue los "ombres, por lo cual es factible !ue una determinada frecuencia satisficiera m)s las expectativas femeninas !ue las masculinas. Esto corresponde a lo !ue plantea la teora del intercambio social de 4"ibaut ' Kell' <citados en Darra, 1@@A=, en el sentido !ue una experiencia ser) percibida como satisfactoria si est) por sobre lo esperado, en cambio si los resultados obtenidos est)n por deba$o de lo !ue se esperaba o deseaba, la experiencia ser) $u#gada como insatisfactoria. & un segundo e$emplo es !ue en su an)lisis de la sexualidad de las personas m)s autorreali#adas, +asloL <1 @JJb= expresa !ue en ellas %el orgasmo es simult)neamente m)s importante ' menos importante !ue en la persona promedio. A menudo es una expe/ riencia profunda ' casi mstica, ' a(n as la ausencia de sexualidad es m)s f)cilmente tolerada por estas personas% <p. 1>@=. A!u podemos apreciar una aplicaci n de la conocida regla %me$or calidad !ue cantidad%, 'a !ue se podra pensar !ue es $ustamente el "ec"o !ue en tales personas las experiencias sexuales produ#can una mu' alta satisfacci n <calidad= lo !ue "ace !ue ellas no necesiten de esas experiencias con tanta frecuencia <cantidad=. 4ambi-n puede pensarse en una explicaci n complementaria, en el sentido !ue posiblemente en una persona m)s autorreali#ada existir)n m)s fuentes alternativas de satisfacci n personal !ue en la persona promedio, ' por lo tanto "abr) menos necesidad de experiencias sexuales frecuentes. Como se "a expresado anteriormente, la sexualidad entendida en un sentido amplio va a constituir un aspecto central de nuestra identidad personal ' de nuestro bienestar psicol gico. ,in embargo, ' como ocurre en cual!uier otro aspecto psicol gico, van a existir muc"as diferencias individuales respecto al grado en !ue las personas integran su sexualidad con los otros aspectos de su personalidad ' de su vida, ' tambi-n respecto al grado en !ue su sexualidad se expresa en sus pensa9ientos, fantasas, intereses, apariencia, lengua$e, conducta, etc. Estas diferencias individuales se dan tanto entre ambos sexos como dentro de cada sexo, por lo cual al decir !ue existen diferencias de g-nero en alg(n aspecto <cosa !ue "aremos continuamente a lo largo de este libro= debemos entender !ue se est) "aciendo una comparaci n entre un "ombre ' una mu$er promedio ' no entre todos los "ombres ' todas las mu$eres. Estas diferencias sexuales o de g-nero en la sexualidad de alguna manera constituir)n el tel n de fondo !ue estar) presente en todas nuestras revisiones ' an)lisis acerca de los temas de este libro. .as ra#ones de ello pueden ser muc"as, pero nos interesa

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al menos destacar dos. Por una parte, cada ve# "a' m)s evidencias de la existencia de estas diferencias en los m)s variados aspectos <aun en el tema de la "omosexualidad como veremos m)s adelante=, lo cual no debe extra9arnos si consideramos !ue la variable sexo sera la fuente m)s importante de diferencias individuales en toda la conducta social. &, por otra parte, como volveremos a enfati#ar al anali#ar especficamente el tema, mientras m)s cono#can las personas de ambos sexos acerca de estas diferencias, m)s capacitadas estar)n para establecer una me$or relaci n ' comunicaci n entre s, ' disminuir de esa manera una gran brec"a !ue es esperable !ue exista entre personas tan distintas. Este libro est) dedicado a presentar ' anali#ar especficamente diversos aspectos psicol gicos de la sexualidad, ' por lo tanto no abarcar) otros temas "abitualmente incluidos en los textos tradicionales sobre sexualidad, los cuales son mu' importantes pero no corresponden estrictamente a procesos psicol gicos <entre otros, la anatoma ' fisiologa sexual, el ciclo de respuesta sexual, los aspectos legales, los m-todos anticonceptivos, las enfermedades de transmisi n sexual, etc.=. 5uestro inter-s en general no estar) tanto en !u- "acen o no "acen las personas <salvo para ilustrar relaciones o diferencias individuales o de g-nero significativas=, sino en intentar explicar el por!u- de lo !ue "acen o no "acen. En el captulo 0 presentaremos una sntesis de algunas perspectivas te ricas !ue se "an interesado especialmente en el tema sexual <algunas de las cuales se exponen detalladamente en el captulo A= ' revisaremos varios modelos psicol gicos !ue constitu/ 'en valiosas "erramientas para la explicaci n ' eventual predicci n del comportamiento sexual. Estos modelos, en general poco conocidos en nuestro medio, constitu'en aportes mu' significativos tanto para la investigaci n acerca de actitudes ' conductas sexuales, como tambi-n para programas de prevenci n de algunos problemas relacionados con la conducta sexual. El captulo 8 estar) dedicado a sinteti#ar el importante ' comple$o tema de la relaci n entre conducta sexual ' personalidad, enfocando el tema tanto desde un punto de vista m)s tradicional <rasgos ' dimensiones de personalidad= como presentando una visi n psicosocial m)s moderna <automonitoreo ' sociosexualidad=, la cual nos permitir) destacar la naturale#a interpersonal de las motivaciones ' conductas sexuales en el contexto de las relaciones de pare$a. .os captulos > ' 2 examinan el tema de c mo reaccionan las personas al ser expuestas a estmulos er ticos ' !u- efectos podran tener -stos en su conducta tanto sexual como no sexual. .a informaci n !ue se discute en estos dos captulos est) destinada a arro$ar alguna lu# sobre temas tan pol-micos como las supuestas diferencias de g-nero en excitabilidad sexual ' los efectos de la pornografa sobre la conducta. El captulo J sinteti#a el conocimiento !ue se tiene acerca de las fantasas sexuales en !ue se involucran muc"as personas, tanto durante la actividad sexual como en general. Adem)s de revisar las distintas variables de las fantasas <incidencia, contenidos, etc.=, en este tema tambi-n alcan#an gran relevancia las diferencias de g-nero, por el "ec"o !ue en esta forma de expresi n sexual ellas pueden manifestarse m)s libremente !ue en la conducta sexual interpersonal. En el captulo H se examinan especficamente las diferencias en la conducta sexual de "ombres ' mu$eres, inclu'endo tanto estudios cl)sicos como datos recientes, ' se anali#an las relaciones entre tales diferencias ' otros factores de diverso tipo <educaci n, edad, etc.=. A pesar !ue la ma'ora de los datos en este captulo se refieren a la comparaci n de conductas especficas, el ob$etivo principal es mostrar c mo "ombres ' mu$eres parecen enfrentar ' vivir de manera mu' diferente su sexualidad a lo largo de su vida.

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El captulo A contiene un an)lisis m)s detallado de algunas explicaciones generales !ue se pueden ofrecer respecto a las diferencias de g-nero en la conducta sexual, ' constitu'e por lo tanto algo nuclear en este libro. En lugar de revisar las perspectivas te / ricas cl)sicas de la psicologa, algo !ue se puede encontrar en muc"os otros libros, presentamos ' discutimos tres perspectivas modernas, mu' diferentes entre s, pero igualmente interesantes ' poco conocidas en nuestro medio. Finalmente, los captulos @ ' 1B est)n destinados a clarificar el pol-mico tema de la orientaci n sexual ' la "omosexualidad, mediante un an)lisis crtico de las principales teoras ' evidencias cientficas disponibles. En el primero de ellos se clarifican varios conceptos relacionados, se revisa el/tema de la orientaci n sexual ' se examinan los principales aportes modernos para la me$or comprensi n ' estudio de la "omosexualidad. & en el (ltimo se presentan de manera detallada ' se discuten dos modelos te ricos recientes !ue intentan explicar c mo ' cu)les aspectos del desarrollo individual pueden determinar !ue las personas lleguen a ser "eterosexuales u "omosexuales. 5o es algo casual el "ec"o !ue en lo !ue sigue de este libro empecemos "ablando de modelos te ricos de la conducta sexual en el captulo 0 ' terminemos "ablando de modelos te ricos de la orientaci n sexual en el captulo 1B. Por el contrario, refle$a nuestro inter-s en subra'ar el rol fundamental !ue, al igual !ue en cual!uiera otra ciencia, deben cumplir los es!uemas te ricos adecuados en el desarrollo de una psicologa de la sexualidad. 4ales modelos debieran ser considerados entonces como elemenMtos fun/ damentales tanto para la me$or comprensi n ' explicaci n de sus fen menos de inter-s, como para orientar la generaci n, organi#aci n ' aplicaci n de sus conocimientos.

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+O6E.O, 4EORICO, 6E. CO+POR4A+IE54O ,EN*A.

Ademas de no existir suficiente conocimiento acerca de muc"os aspectos del comportamiento sexual, no "a sido una tarea f)cil elaborar es!uemas explicativos !ue con/ tribu'an a la comprensi n cientfica de los factores determinantes de la sexualidad "umana. .o anterior tendra !ue ver tanto con la comple$idad de la conducta "umana en general como con las particularidades ' desafos especiales !ue plantea el estudio cientfico de la conducta sexual. ,in embargo, existen algunas teoras ' modelos (tiles para una me$or comprensi n ' eventual predicci n del comportamiento sexual "umano, los cuales se revisar)n sint-ticamente en este captulo. En primer lugar se bos!ue$ar)n mu' sucintamente las principales perspectivas te ricas generales acerca de la sexualidad desarrolladas por diversos cientficos sociales ' a continuaci n se presentar)n algunos modelos psicol gicos m)s especficos de la conducta sexual.

PERSPECTIVAS TEORICAS GENERALES


,iendo la sexualidad un fen meno multivariado, determinado por factores de tipo biol gico, psicol gico, social ' cultural, diversas perspectivas te ricas desarrolladas en las ciencias sociales tienen algo !ue decir acerca de este tema, desde sus particulares puntos de vista. En este caso "ablamos de perspectivas te ricas o de enfo!ues <' no de teoras o modelos te ricos=, debido a !ue, al igual como sucede con muc"as orientaciones te ricas en las ciencias sociales, ellas no constitu'en verdaderas teoras cientficas en un sentido estricto. +)s !ue permitir una derivaci n l gica directa de "ip tesis especficas susceptibles de verificaci n adecuada, dic"as perspectivas m)s bien son aproximaciones o marcos de referencia generales para el an)lisis e interpretaci n de los fen menos de inter-s, en este caso las actitudes ' conductas sexuales "umanas. 6entro de estas perspectivas o enfo!ues se encuentran algunas de tipo psicol gico, otras de tipo m)s sociol gico o sociocultural, ' un controvertido enfo!ue basado en principios biol gicos evolutivos. Como se expres anteriormente, no es nuestro ob$etivo reali#ar una exposici n detallada de cada perspectiva, sino !ue s lo "aremos una referencia mu' general de algunos conceptos ' procesos !ue pueden contribuir a la comprensi n de la conducta sexual, ' de$amos para un captulo posterior el an)lisis m)s a fondo de algunas de estas perspectivas. PER,PEC4IOA, P,ICO.7?ICA, Oirtualmente todos los enfo!ues existentes en la psicologa seran relevantes para la comprensi n de la conducta sexual "umana, en la cual van a intervenir aspectos cognitivos, emocionales, actitudinales, normativos, etc. ,in embargo, algunos de esos enfo!ues se "an interesado m)s en el tema ' proporcionan elementos !ue pueden contribuir a la

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conceptuali#aci n ' comprensi n de muc"os aspectos de la sexualidad. 4ales enfo!ues son el psicoanaltico, el del aprendi#a$e ' algunos desarrollos de tipo cognitivo.

Enfoque psicoanaltico

.as ideas ' proposiciones de Freud son tal ve# las m)s divulgadas de todas las perspectivas psicol gicas, por lo cual a!u s lo enfati#aremos algunas de sus contribuciones m)s significativas al estudio de la sexualidad. En primer lugar, ' teniendo un rol pionero, tal ve# el ma'or aporte de Freud fue sacar a lu# el tema sexual ' plantear !ue poda ser un tema de discusi n p(blica ' un aspecto importante en el desarrollo de la personalidad. En segundo lugar, -l introdu$o los conceptos de libido, #onas er genas ' describi las etapas del desarrollo psicosexual, con lo cual la ni9e# de$aba de considerarse como una etapa asexuada. & en tercer lugar, Freud mostr las intensas connotaciones emocionales !ue puede tener la sexualidad, as como su car)cter muc"as veces ambivalente ' conflictivo, aspectos !ue seguiran teniendo muc"a vigencia a pesar de los grandes cambios operados en las actitudes sociales "acia el sexo desde la -poca de Freud. Como contraparte de esos grandes aportes, algunas crticas seran basar sus observaciones s lo en pacientes !ue buscaban terapia, su excesivo -nfasis en determinantes biol gicos e instintivos del comportamiento ' particularmente su visi n de la psicologa ' la sexualidad femeninas, la cual "a recibido intensas ob$eciones feministas. Algunos de los planteamientos freudianos al respecto m)s criticados "an sido postular un sentimiento de inferioridad en el desarrollo de la personalidad de la mu$er debido a la envidia del pene, el ver la sexualidad femenina como in"erentemente pasiva ' maso!uista ' el asociar la madure# sexual femenina con la capacidad de tener orgasmo vaginal, distingui-ndolo del orgasmo clit rico. 4odos estos aspectos "an "ec"o considerar a muc"as feministas !ue el enfo!ue psicoanaltico es un enfo!ue centrado en los "ombres ' !ue planteamientos como los mencionados pueden tener efectos negativos en muc"as mu$eres <:'de, 1@@>=. En el captulo referente a la explicaci n de las diferencias de g-nero en sexualidad examinaremos un interesante enfo!ue analtico de una autora contempor)nea <5anc' C"odoroL= !ue intenta $ustamente integrar aspectos psicoanalticos ' feministas para dar cuenta de muc"as diferencias psicol gicas entre los sexos. Enfoque del aprendizaje

As como la sexualidad tiene alguna determinaci n biol gica, tal como plantea tanto la perspectiva freudiana como el enfo!ue sociobiol gico !ue mencionaremos m)s adelante, es indudable !ue la ma'or parte de la conducta sexual "umana es aprendida. El rol fundamental !ue desempe9an los diversos procesos de aprendi#a$e en la conducta sexual es enfati#ado no s lo por las teoras cl)sicas del aprendi#a$e ' la teora m)s moderna del aprendi#a$e social, sino !ue tambi-n por la perspectiva de las guas sexuales !ue mencionamos m)s adelante dentro de las perspectivas m)s sociol gicas. Go"n ?agnon, el principal exponente de esta (ltima perspectiva, plantea !ue %las personas se vuelven sexuales en la misma forma en !ue se vuelven cual!uier otra cosa. ,in demasiada reflexi n, obtienen instrucciones de su ambiente social. Ad!uieren ' re(nen significados,

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destre#as ' valores de las personas !ue las rodean... .a conducta sexual se aprende en las mismas formas ' mediante id-nticos procesos% <1@AB, pp. 0/8=. Algunos procesos b)sicos de asociaci n de estmulos del coridicionamiento cl)sico a'udaran a explicar por !u- ciertos estmulos <por e$emplo, un perfume, una fantasa, o aun un ob$eto= pueden llegan a tener significados er ticos ' producir excitaci n sexual en los individuos. Respecto al condicionamiento instrumental !ue enfati#a la gran influencia !ue tienen las consecuencias sobre la conducta, la excitaci n sexual ' orgasmo tienen el car)cter de refuer#o primario o intrnseco, por lo cual pueden fortalecer cual!uier patr n conductual <sexual o no sexual= !ue los anteceda. Es decir, la conducta sexual por asociarse con un estado de excitaci n puede ser un refuer#o positivo para otras conductas, ' a su ve# la misma conducta sexual puede estar siendo controlada o influida por refuer#os <sexuales o no= ' castigos. +uc"os de los principios del aprendi#a$e tambi-n "an servido de base para el desarrollo de m-todos destinados a modificar conductas sexuales problem)ticas, tanto en el caso de algunas disfunciones sexuales como de algunas conductas desviadas. & adem)s de los mecanismos m)s b)sicos se9alados, los procesos del llamado aprendi#a$e social <Dandura, 1@A0a= tambi-n pueden contribuir a explicar el desarrollo de ciertos patrones relacionados con la sexualidad o la conducta sexual. Es evidente el rol !ue $uegan procesos como la imitaci n o la identificaci n en el desarrollo de la identidad ' roles de g-nero, as como la influencia !ue pueden tener en el aprendi#a$e sexual de los individuos algunos patrones de conducta sexual !ue ellos observan repetidamente, por e$emplo, en el cine u otros medios de comunicaci n. Enfoques cognitivos

.os enfo!ues cognitivos, los cuales "an ad!uirido primaca en todas las )reas de la psicologa durante los (ltimos a9os ' crecientemente "an ido siendo aplicados tambi-n para la comprensi n de la sexualidad, plantean !ue nuestras percepciones ' pensamientos determinan en gran medida nuestros sentimientos ' conductas. As, la forma en !ue percibimos, rotulamos ' evaluamos un evento sexual determina nuestras reacciones emocionales "acia tal evento ' posiblemente tambi-n "acia otros aspectos relacionados. .a importancia de esta conexi n entre aspectos cognitivos ' emocionales se puede apreciar claramente, entre otros temas, en los mecanismos psicol gicos involucrados en algunos casos de disfunci n sexual ' en las reacciones de las personas ante estmulos er ticos, tema este (ltimo !ue anali#aremos en un captulo posterior. *n e$emplo ilustrativo del enfo!ue cognitivo es la teora del esquema de gnero de ,andra Dem <1@A1=, !ue intenta explicar el desarrollo de los roles de g-nero ' su influencia en el pensamiento ' la conducta da las personas. *n es!uema es un marco de referencia cognitivo !ue tenemos acerca de un determinado tema, !ue gua ' organi#a nuestras percepciones, nos a'uda a recordar, pero algunas veces puede tambi-n distorsionar tales percepciones ' recuerdos especialmente si son inconsistentes con el es!uema. .a teora plantea !ue todos tenemos un es!uema de g-nero <un con$unto de caractersticas fsicas, conductuales ' de personalidad !ue asociamos con los "ombres ' las mu$eres= !ue nos predispone a procesar la informaci n, pensar en las cosas ' dicotomi#arlas sobre la base de la categora g-nero. Entre otras cosas, esto a'udara a explicar el desarrollo ' la gran persistencia !ue tienen los estereotipos, 'a sean de "ombres ' mu$eres, de "eterosexuales ' "omosexuales, u otras categoras, 'a !ue el es!uema tendera a filtrar o distorsionar a!uella informaci n !ue sea inconsistente con -l.

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& otro desarrollo m)s reciente de este tipo es el concepto de autoesquemas sexuales <Andersen P C'ranoLsEi, 1@@>F Andersen ' otros, 1@@@=. 6ic"os es!uemas se definen como %generali#aciones cognitivas acerca de los aspectos sexuales del 'o. 6erivan de la experiencia pasada, se manifiestan en la experiencia actual, influ'en en el procesamiento de informaci n social sexualmente relevante, ' guan la conducta sexual% <1@@>, p. 1.BH@=. El concepto de autoes!uema sexual inclu'e dos aspectos positivos ' uno negativo. .os aspectos positivos seran la disposici n a experimentar emociones apasionadas o rom)nticas, ' una apertura conductual a las experiencias rom)nticas ' sexuales, mientras !ue el aspecto negativo seran las actitudes conservadoras ' de incomodidad !ue pueden ser un obst)culo para la expresi n de afectos ' conductas erotico/ romanticas. PER,PEC4IOA, ,OCIO.7?ICA, 6esde un punto de vista sociol gico o sociocultural la sexualidad es moldeada o construida por la sociedad ' la cultura. Esto implica !ue cada sociedad regula de ciertas formas la conducta sexual de sus integrantes, !ue en la determinaci n de las normas !ue regulan la sexualidad desempe9an un rol fundamental las instituciones sociales b)sicas ' !ue la rotulaci n de una conducta social particular depende de la cultura en !ue tiene lugar. 6e acuerdo al an)lisis sociol gico de 6e.amater <citado en :'de, 1@@>=, las influencias sociales sobre la sexualidad "umana pueden ser anali#adas en cuatro niveles de decreciente generalidadC a= a nivel macro o de la sociedad como un todo <societal=, las instituciones sociales <religi n, familia, economa, medicina, sistema legal, etc.= determinan ciertos valores o ideologa sexual <ascetismo, procreacional, "edonismo, etc.= ' ciertos aspectos sociales estructurales <relaciones de poder, dependencia econ mica, estabilidad de los roles, etc.=, los !ue con$untamente se manifiestan en ciertos controles sociales <recompensas;castigos, estigmas, estereotipos de rol, etc.=. b= a nivel su cultural, la pertenencia a determinados estratos sociales <de ra#a, clase social, religi n, g-nero= puede tener influencia en los est)ndares, normas ' patrones sexuales de los individuos. c= a nivel interpersonal, la interacci n con padres, pares ' pare$as influ'e en los valores ' conducta sexual mediante el proceso de sociali#aci n ' las oportunidades !ue proporcionen para las expresiones sexuales. d= ' a nivel individual! tambi-n los factores sociales pueden influir en el nivel de deseo sexual, en la orientaci n o preferencia sexual ' en los es!uemas o guas sexuales almacenados en la memoria. 6entro de las perspectivas sociol gicas de la sexualidad se encuentran el enfo!ue sociol gico de Reiss ' el enfo!ue de las guas sexuales de ?agnon ' ,imon. Enfoque sociol"gico

6e acuerdo a la perspectiva de Reiss <citado en :'de, 1@@>=, una teora sociol gica de la sexualidad, debido a !ue se focali#a en las influencias societales, debe poder dar cuenta tanto de las variaciones transculturales como de los universales transculturales de la

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sexualidad. *no de esos universales es !ue en todas las sociedades ' culturas la sexualidad es algo mu' importante, lo cual de acuerdo a este autor no se podra explicar completamente por la vinculaci n entre sexo ' reproducci n. Para Reiss, la explicaci n estara dada por dos aspectos principalesC la sexualidad se asocia con gran placer fsico ' las interacciones sexuales se asocian con gran autorrevelaci n, esta (ltima no s lo corporal sino !ue tambi-n de pensamientos ' sentimientos. As, para los seres "umanos de cual!uier cultura seran refuer#os intrnsecos tanto los placeres fsicos del sexo como la satisfacci n emocional de las autorrevelaciones asociadas con el sexo, ' de a" su importancia. Este enfo!ue plantea !ue la sexualidad est) vinculada estrec"amente con las estructuras de cual!uier sociedad en tres )reas principalesC el sistema de parentesco, la estructura de poder ' la ideologa de la cultura. En relaci n con el primer aspecto, todas las sociedades buscan mantener orden social mediante sistemas estables de parentesco, el cual define !u- tipos de relaciones son o no aceptables ' proporciona las bases para formular reglas al respecto. .a vinculaci n sexualidad/reproducci n/parentesco explica la existencia de los celos sexuales, los cuales son socialmente una manifestaci n del valor o importancia !ue los grupos ' los individuos asignan a una relaci n particular tal como el matrimonio. Es por eso !ue los celos acerca de las relaciones extramaritales existen en todas las sociedades ' aun en a!uellas sociedades donde se aprueba la poligamia <un "ombre con varias mu$eres= existen ciertas reglas para minimi#ar los celos entre las esposas. .a sexualidad siempre est) ligada tambi-n a las estructuras de poder de una sociedad, entendi-ndolo como la capacidad para influir sobre los dem)s ' lograr los propios ob$etivos aun!ue otros se opongan. .os grupos m)s poderosos generalmente intentan controlar la sexualidad de los m)s d-biles, ' 'a !ue los "ombres tienen m)s poder !ue las mu$eres en la ma'ora de las sociedades, la sexualidad est) altamente asociada con los roles de g-nero ' los ellos e$ercen control sobre la sexualidad femenina. .as compara/ ciones transculturales revelan !ue mientras m)s similares son las mu$eres a los "ombres en cuanto al poder, existe ma'or libertad sexual para ellas, en cambio en a!uellas sociedades donde tienen mu' poco poder, su sexualidad est) altamente restringida. & adem)s la sexualidad est) estrec"amente asociada a la ideologa de una cultura, entendi-ndola como un con$unto de concepciones ' supuestos fundamentales acerca de la naturale#a "umana. .a ideologa de la cultura define cu)les pr)cticas sexuales son nor/ males ' anormales ' en general lo !ue es bueno o malo en el )rea sexual. As, algunas culturas definen la "omosexualidad como anormal, mientras !ue otras culturas la ven s lo como una expresi n de diversidad sexual. Igualmente, algunas culturas tienen una actitud permisiva "acia las relaciones premaritales en ambos sexos, otras son permisivas con los "ombres pero no con las mu$eres ' otras no son permisivas con ning(n sexo. Enfoque de las guas sexuales

A diferencia del enfo!ue anterior, esta perspectiva tendra un foco m)s individual e interpersonal !ue societal. ,in embargo, se la clasifica dentro de las perspectivas m)s sociol gicas por la gran importancia !ue concede a los aspectos culturales. .a idea central del enfo!ue de las guas sexuales de ?agnon ' ,imon <?agnon, 1@AB= es !ue la conducta sexual <al igual !ue cual!uier conducta social= es guiada o pautada de modo similar a como una obra de teatro o una pelcula responden a un gui n preestablecido. Es decir, nuestra conducta sexual es el resultado de un elaborado aprendi#a$e previo !ue nos "a ense9ado el quin! qu! cu#ndo! d"nde $ porqu de lo !ue "acemos sexualmente. Como e$emplo,

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respecto al !ui-n la gua podra "abernos ense9ado !ue debera ser una persona atractiva del otro sexo, de una edad similar a la propia, de la misma ra#a ' estrato social, etc. Estas guas tambi-n comprenden la secuencia de conductas sexuales en una interacci n "eterosexual <e$. Desos manipulaci n de los senos manipulaci n de los genitales estimulaci n oral de los genitales penetraci n orgasmo= ' nos indican los significados !ue deberamos asignar a determinados eventos sexuales. ,in embargo, 'a !ue estas guas refle$an la influencia del aprendi#a$e social ' cultural, pueden variar ampliamente de una cultura a otra o aun entre distintos grupos dentro de una misma cultura m)s amplia. *na de las aplicaciones m)s relevantes de este enfo!ue se encuentra en la explicaci n de muc"as diferencias en la conducta sexual de "ombres ' mu$eres, por lo cual ser) expuesto con ma'or detalle en el captulo destinado a explicar tales diferencias. PER,PEC4IOA ,OCIODIO.7?ICA .a sociobiologa es un enfo!ue surgido en los a9os HB ' !ue consiste en la aplicaci n de los principios biol gicos evolutivos para comprender la conducta social de los animales, inclu'endo a los seres "umanos. ,u primer exponente fue el bi logo EdLard Iilson ' luego "a sido aplicada al tema de la sexualidad "umana por psic logos tales como ,'mons <citado en :'de, 1@@>= ' Duss <1@AAF Duss P ,c"mitt, 1@@8=. *n aspecto central de esta perspectiva es !ue de acuerdo a los principios de la evoluci n ' de la selecci n natural, la principal meta de los individuos sera producir descendientes saludables !ue permitan traspasar los propios genes a las siguientes generaciones. Este imperativo biol gico tiene diferentes implicaciones para "ombres ' mu$eres, debido a sus estrategias reproductivas derivadas de su diversa capacidad reproF ductiva e inversi n parental. 4odos estos conceptos ' otros aspectos de este enfo!ue ser)n examinados en detalle en el captulo destinado a explicar las diferencias de g-nero en sexualidad, tema en !ue la perspectiva sociobiol gica tiene muc"o !ue decir. A!u s lo agregaremos !ue se trata de una perspectiva interesante ' controvertida !ue "a generado crticas, entre ellas !ue ignora la importancia de la cultura ' el aprendi#a$e, !ue involucra una posici n determinista ' !ue le asigna un peso excesivo al aspecto reproductivo de la conducta sexual.

MODELOS ESPECIFICOS
Algunos de estos modelos son aplicables a un amplio rango de conductas sociales, mientras !ue otros lo seran a la conducta sexual o a )mbitos especficos de la sexualidad, como el comportamiento sexual adolescente o la conducta anticonceptiva <Darra, 1@@@=. ,in embargo, todos aportan "erramientas conceptuales (tiles para una me$or explicaci n ' predicci n de la conducta sexual ', en algunos casos, tambi-n para contar con un marco te rico !ue sirva de base en )reas tan importantes como la prevenci n del embara#o adolescente ' de las enfermedades de transmisi n sexual. En primer lugar se expondr)n tres modelos o es!uemas explicativos m)s especficos al comportamiento sexual ' a continuaci n otros tres modelos psicosociales de aplicaci n m)s general !ue pueden ser utili#ados para lograr una me$or comprensi n de las actitudes ' conductas sexuales "umanas. Es conveniente reiterar !ue debido al alcance de este libro en este captulo examinaremos s lo teoras ' modelos de la conducta sexual en general, aun!ue existen otros interesantes modelos te ricos aplicables a ciertos temas m)s especficos, como son la conducta contraceptiva adolescente <Adler, 1@@8F C"eLning P P)gina 12 de 121

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Oan Koningsveld, 1@@AF 4igges v otros, 1@@A=, el abuso sexual infantil <Kendall/4acEett ' otros, 1@@8= ' la agresi n sexual <Ellis, 1@@1F +alamut" ' otros, 1@@2F 5aga'ama P :irsc"man, 1@@1=. +O6E.O CO?5I4IOO 6E IA.E5 & RO4: Presentamos en primer lugar el modelo m)s especfico de todos, va !ue se focali#a especialmente en el ciclo de respuesta sexual ' por lo tanto tendra muc"a aplicaci n en el an)lisis de algunas disfunciones sexuales. El modelo presentado en 1@AH por Ialen v Rot" <citados en :'de, 1@@>= tiene como idea central lo !ue mencionamos en p)ginas anteriores al referirnos al enfo!ue cognitivo, en el sentido !ue la manera en !ue percibimos ' evalua/ mos lo !ue ocurre determina en gran medida c mo nos sentimos en una situaci n dada. El primer paso en este modelo cognitivo es la percepci"n del estmulo como sexual <'a sea visual, t)ctil o de cual!uier otro tipo=, lo cual depender) tanto de la cultura en !ue nos "a'amos desarrollado como de nuestros aprendi#a$es previos. El segundo paso es la evaluaci"n del estmulo, la cual si es positiva conducir) al siguiente paso, pero si es negativa el ciclo podr) detenerse. El tercer paso, si la evaluaci n "a sido positiva, es la excitaci"n fisiol gica expresada en diversos indicadores <erecci n, lubricaci n vaginal, etc.=. Pero 'a !ue lo importante no es lo !ue ocurra sino c mo lo percibimos, el cuarto paso es la percepci"n de la excitaci"n. Este paso sera mu' relevante por!ue muc"as veces las personas no son conscientes de su excitaci n fsica, 'a sea por!ue no est)n entrenadas para focali#ar su atenci n en sus propias reacciones, como sucede al parecer en muc"as mu$eres, o por!ue est)n demasiado concentradas en provocar la excitaci n de la pare$a, como sucedera en muc"os "ombres. Como no s lo importa la percepci n de un evento sino !ue adem)s su evaluaci n, el !uinto paso es la evaluaci"n de la excitaci"n. Igual !ue en el caso del estmulo, si la evaluaci n es negativa el ciclo de respuesta se detendr). En cambio si es positiva ello funcionar) como una retroalimentaci n para el tercer paso, de manera !ue se incrementar) el nivel de excitaci n. En otras palabras, el sentirse bien al estar excitado<a= "ace !ue la persona se sienta m)s excitada a(n. El sexto paso es la conducta sexual, la !ue, al igual !ue el estmulo ' la excitaci n, llevar) a dos pasos adicionales, consistentes en la percepci"n de la conducta ' la evaluaci"n de la conducta. ,i dic"a evaluaci n es positiva ello se traducir) en dos tipos de retroalimentaci nC es probable !ue la conducta sexual contin(e ' !ue la excitaci n aumente. +O6E.O ,EC*E5CIA. 6E D&R5E Das)ndose en un paradigma cl)sico de estmulo/mediaci n/respuesta, el modelo secuencial de D'rne <citado en Decerra, 1@A2= caracteri#a la conducta sexual mediante la identificaci n de las respuestas !ue se desea predecir, los estmulos externos !ue incrementan la probabilidad de a!uellas respuestas ' los procesos internos !ue inician ' median dic"as respuestas. 4enemos entonces una secuencia de tres fasesC a= estimulaci n externa, b= procesos internos ' c= conducta externa. En un extremo est)n lo estmulos externos !ue anteceden a la conducta sexual, sean de tipo incondicionado o innato <e$. caricia= o de car)cter condicionado o aprendido <e$. literatura er tica=. En el otro extremo est)n las conductas externas, las cuales pueden con/ sistir en respuestas instrumentales <e$. concertar una cita, ad!uirir anticonceptivos, etc.= o en metas <e$. coito, masturbaci n=, ' !ue a su ve# producir)n ciertos resultados% & entre

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ambos extremos est)n los procesos internos !ue inician ' median las conductas externasC respuestas fisiol"gicas ' activaci n sexual, fantasas imaginativas! respuestas afectivas transitorias <emociones=, respuestas evaluativas relativamente estables <actitudes=, informaci"n sexual ' expectativas. Cada uno de estos procesos internos es influenciado tanto por los eventos externos como por los otros procesos internos, contribu'endo cada uno de ellos parcialmente a la determinaci n de la conducta final. & a su ve# los resultados de la conducta externa van a retroalimentar ' actuar tanto sobre los estmulos externos como sobre los procesos internos. El modelo de D'rne puede distinguirse de otros en dos principales aspectos. Primero, es uno de los pocos es!uemas explicativos amplios de la conducta sexual en general, aun!ue al mismo tiempo contribuira a la comprensi n de aspectos m)s especficos, como por e$emplo la conducta anticonceptiva. & en segundo lugar, es uno de los pocos modelos explicativos !ue resalta el importante rol desempe9ado por las variables de tipo emocional en la conducta sexual "umana. Esto es importante por!ue las personas difieren en el grado en !ue los aspectos relacionados con el sexo evocan actitudes ' sentimientos positivos o negativos en ellas, ' estas diferencias pueden situarse en un continuo emocional cu'o extremo negativo se denomina erotofo ia ' el extremo positivo erotofilia <DecEer P D'rne, 1@A2=. +O6E.O CO?5I4IOO 6E ADRA+,O5 Paul Abramson propuso en 1@H@ una teora de la conducta sexual "umana !ue -l denomin el sistema sexual <citado en Irig"stman P 6eaux, 1@A1=. En este modelo se postula !ue las estructuras cognitivas del individuo son las principales determinantes de la expresi n sexual. Estas estructuras se forman sobre la base de diversos factores de entrada ' ellas a su ve# procesan las diferentes claves de estmulos sexuales para determinar la eventual expresi n sexual. Por tanto, en este es!uema se pueden distinguir cuatro fasesC a= factores de entrada, b= estructura cognitiva mediadora, c= claves o estmulos sexuales, ' d= salida o expresi n sexual <externa e interna=. Abramson plantea !ue existen cuatro principales factores de entrada !ue influencian la estructura cognitivaC est#ndares parentales internalizados! normas sociales! maduraci"n $ experiencia sexual previa. As, por e$emplo, los padres pueden instruir acerca de cu)l es la conducta sexual apropiada, mientras !ue otras normas ' valores son aprendidos por medio de otros agentes sociali#antes tales como la iglesia o los pares. El proceso de maduraci n en s mismo, especialmente al comien#o de la pubertad, puede influenciar las creen cias acerca de la sexualidad. &, finalmente, las experiencias sexuales previas <'a sean fantasas, masturbaci n o relaciones sexuales= tam bi-n $uegan un rol importante en las creencias. . 6e la interacci n de esas experiencias el individuo desarrolla una estructura cognitiva mediadora, conformada por un con$unto de principios o ideas generales acerca de la conducta sexual, como por e$emplo si el sexo es algo mu' importante o no, !u- es sexualmente atractivo, o cu)ndo, d nde ' con !ui-n son aceptables determinadas expresiones sexuales. Estos principios act(an como es!uemas cognitivos !ue determinan las actitudes, $uicios ' respuestas a diversas experiencias sexuales ' e$ercen un rol mediador entre las expresiones sexuales internas ' externas del individuo. .a estructura cognitiva mediadora propuesta por Abramson tiene relaci n con al menos otros dos conceptos mu' importantes en el an)lisis de la conducta sexual. Por una parte corresponde en gran medida al concepto de %sistema de valores sexuales%desarrollado por +asters ' Go"nson en el contexto de la terapia sexual, el cual %deriva de experiencias

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sensoriales individuales investidas de un significado er tico, !ue ocurren en ciertas circunstancias, ' de la influencia de valores sociales !ue los "acen convertibles ' acep/ tables como estmulo sexual% <1@H0, p. 00=. & por otra parte est) muv relacionado con el concepto m)s reciente de autoesquema sexual <Andersen P C'ranoLsEi, 1@@>F Andersen ' otros, 1@@@= !ue mencionamos anteriormente en este captulo, al referirnos a algunos aportes de la perspectiva psicol gica cognitiva a la comprensi n de la sexualidad. Pero la experiencia pasada ' el aprendi#a$e no son los (nicos factores !ue determinan las expresiones sexuales, sino !ue adem)s una variedad de estmulos sexuales! tanto internos como externos, pueden influenciar la expresi n sexual ' estas se9ales tambi-n son procesadas por la estructura cognitiva mediadora. ,e plantean cuatro claves principalesC eventos endocrinol"gicos! estmulos condicionados e incondicionados! eventos fisiol"gicos $ par#metros situacionales. As, en relaci n con las claves de tipo interno est) la influencia de las "ormonas sexuales ' de los procesos del sistema nervioso. A nivel externo existe una variedad de estmulos asociados con la sexualidad, tales como pelculas er ticas, novelas rom)nticas ' personas en particular. Adem)s de los estmulos especficos, ciertas situaciones o ambientes pueden estimular la expresi n sexual, por e$emplo, un ambiente !ue fomente la permisividad sexual o en el cual se ingiere alco"ol u otras drogas. .os efectos !ue tengan estos diversos estmulos sobre las expresiones sexuales ser)n fun/ ci n de su interpretaci n ' significado al ser procesados por los es!uemas o estructuras cognitivas del individuo, el cual puede ponderar la aceptabilidad de ciertas formas de conducta sexual ' eventualmente tomar una decisi n al respecto. Aun!ue el modelo de Abramson puede parecer algo comple$o, se basa en dos supuestos mu' simples. Primero, asume !ue las personas aprendemos de la experiencia pasada ' !ue los principios del aprendi#a$e pueden ser aplicados directamente a la con/ ducta sexual como a cual!uiera otra forma de conducta. ,egundo, asume !ue nuestras cogniciones acerca de la sexualidad desempe9an un rol mediador central en nuestras respuestas o expresiones sexuales especficas, las cuales no est)n determinadas de manera biol gica o instintiva sino !ue son resultado del pensamiento racional. 4EOR3A 6E .A ACCI75 RAQO5A6A 6E FI,:DEI5 & AGQE5 Presentamos a!u s lo una sntesis somera de este modelo, el cual "emos expuesto en ma'or detalle en otro lugar <Darra, 1@@A=. El modelo se focali#a en la relaci n existente entre creencias, actitudes, intenciones ' conductas, planteando !ue el antecedente inmedia/ to de una conducta no es la actitud "acia un ob$eto determinado, sino la intenci n "acia la reali#aci n de esa conducta. Por lo tanto, ' dentro de ciertos lmites, se puede predecir la conducta de una persona en una determinada situaci n si se conocen sus intenciones "acia la reali#aci n de dic"a conducta en esa situaci n <Fis"bein, 1@A@, 1@@B=. .os determinantes de la intenci"n de reali#ar una conducta sonC 1= la actitud del individuo "acia la reali#aci n de la conducta, ' 0= las normas sociales percibidas referentes a la reali#aci n de la conducta. .a actitud "acia la conducta refle$a la evaluaci n !ue "ace el individuo de cu)n favorable ser) adoptar o no tal conducta ' est) determinada porC a= las creencias referentes a las consecuencias de llevar a cabo la accion, ' b= la evaluaci n personal de cada una de estas consecuencias percibidas.

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Es decir, antes de emitir una conducta el individuo eval(a la probabilidad ' la deseabilidad de !ue ocurran ciertas consecuencias potenciales, ' la estimaci n acumulativa de todas esas consecuencias determinar) su actitud "acia la conducta. El segundo componente, !ue recibe el nombre de norma su jetiva, refle$a las expectativas sociales !ue percibe el individuo para adoptar o no una cierta conducta ' est) determinado porC a= las creencias normativas o expectativas percibidas en personas o grupos significativos para el individuo, ' b= la motivaci n del individuo para cumplir con estas expectativas de los otros significativos <padres, pare$a, amigos, etc.=. En sntesis, el modelo plantea !ue las actitudes respecto a una conducta ' las normas sub$etivas correspondientes determinan la intenci n de una persona de reali#ar o no una conducta, ' tal intenci n es funci n de la interacci n entre dos determinantes b)sicos, uno de tipo personal <actitud "acia la conducta= ' otro !ue refle$a la influencia social <norma sub$etiva=. En t-rminos generales, las personas intentar)n reali#ar una conducta cuando tengan una actitud positiva "acia ella ' cuando crean !ue otras personas importantes para ellas piensan !ue la deberan reali#ar. .a teora de la acci n ra#onada "a mostrado su utilidad ' capacidad predictiva en una amplia variedad de )mbitos conductuales. En el caso de la conducta sexual, aun!ue "a sido aplicada m)s especficamente a las intenciones ' conductas de usar medidas de pamoCim durante las relaciones sexuales <Albarracin ' otros, 1@@AF Do'd P Iandersman, 1@@1F C"an P Fis"bein, 1@@8F 6oll P Ort", 1@@8F I"ite ' otros, 1@@>=, esta teora tambi-n podra a'udar a explicar ' predecir conductas sexuales especficas, como por e$emplo involucrarse en relaciones sexuales premaritales o extramaritales. As, la actitud del individuo a involucrarse en una relaci n sexual est) determinada por la probabilidad percibida de !ue ocurran ciertas consecuencias, tanto positivas <e$. placer sexual= como negativas <e$. embara#o, culpa= ' la evaluaci n personal de esas con/ secuencias. & por otra parte influ'en las expectativas percibidas en otros significativos <e$. padres, amigos= acerca de su involucramiento en tal relaci n sexual, $unto con su motivaci n para conformarse a tales expectativas, lo cual se9ala la presi n normativa o norma sub$etiva. & la interacci n entre estos componentes determina la intenci n del individuo de involucrarse o no en tal relaci n sexual, lo cual sera el antecedente m)s inmediato para !ue se produ#ca o no la conducta real. 4EOR3A 6E .A CO56*C4A P.A5IFICA6A 6E AGQE5 .a teora de la conducta planificada <A$#en, 1@@1F A$#en P +adden, 1@AJ= constitu'e una variante del modelo de la acci n ra#onada. Considerando !ue pueden existir limitaciones reales o percibidas para reali#ar una cierta conducta, lo !ue "ace b)sicamente esta teora es agregar un tercer elemento a la determinaci n de la intenci n conductual. Este elemento, llamado control conductual perci ido, refle$a las creencias personales acerca del grado de dificultad !ue tiene el reali#ar la conducta ' se refiere tanto a factores externos <e$. disponibilidad de tiempo o dinero, apo'o social, etc.= como internos <e$. informaci n, "abilidades, competencias, etc.=. Por lo tanto, este tercer elemento se refiere a la creencia de !ue algunas conductas son en general m)s controlables !ue otras, ' m)s especficamente a la creencia en la posibilidad individual de control sobre una conducta determinada. El concepto de control conductual percibido inclu'e dos variablesC la

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estimaci n !ue "ace el individuo del grado de control !ue tendra sobre la e$ecuci n de la conducta ' la evaluaci n !ue "ace de su "abilidad real para e$ecutarla. .a importancia de este elemento de control percibido para predecir la conducta tambi-n "a sido planteada por otros autores, ' especficamente por Dandura <1 @A0b= en su teora de la autoeficacia, la cual plantea la existencia de dos tipos de expectativasC las expectativas de eficacia ' las expectativas de resultado. .as primeras refle$an las creencias del individuo acerca de si ser) capa# de e$ecutar una conducta, mientras !ue las segundas refle$an las creencias de !ue la conducta tendr) ciertos resultados. 6e acuerdo a Dandura <1@A0b=, las creencias de las personas en sus "abilidades influ'en en las elecciones !ue ellas "acen, cu)nto esfuer#o invierten en sus actividades, cu)nto ellas perseveran frente a las dificultades, ' "asta en su vulnerabilidad al estr-s ' la depresi n. Por lo tanto, el con/ cepto de autoeficacia es similar a la noci n del control conductual percibido, 'a !ue ambos refle$an el grado en el cual las personas creen !ue 'a sea factores propios o del ambiente podran determinar !ue sus intenciones conductuales lleguen a transformarse en conductas. 4EOR3A 6E .A CO56*C4A I54ERPER,O5A. 6E 4RIA56I, El modelo de 4riandis <citado en ?odin ' otros, 1@@J= conserva los lementos principales de la teora de la acci n ra#onada, pero agrega algunos elementos adicionales. En primer lugar, adem)s de la intenci n, "abra dos factores adicionales !ue determinan la conductaC la fuer#a de los ")bitos establecidos respecto a la conducta, ' la presencia de condiciones !ue facilitan o dificultan esa conducta particular. Es decir, la reali#aci n de la conducta est) regida por la intenci"n, los &# itos ' las condiciones facilitantes. & a su ve# la intenci n est) determinada por cuatro factoresC a= cogniciones, inclu'endo el an)lisis individual de las consecuencias personales de reali#ar la conducta, b= afectos, tales como los sentimientos de placer o desagrado, disfrute o aburrimiento, etc., asociados con la e$ecuci n de la conducta, c= determinantes sociales, tales como las normas culturales respecto a lo apropiado o no de la conducta, ' d= creencias normativas personales, referidas a est)ndares individuales o sentido de obligaci n personal respecto a la conducta. El componente cognitivo de la teora de la conducta interpersonal <4CI= se conceptuali#a de manera similar al componente actitudinal de la teora de la acci n ra#onada <4AR=, como el resultado del an)lisis personal ' sub$etivo acerca de las venta$as ' desventa$as de reali#ar una conducta. O sea, mientras en la 4AR la probabilidad percibida de !ue reali#ar una conducta resultar) en ciertas consecuencias ' la evaluaci n del valor de esas consecuencias determina una actitud "acia la conducta, en la 4CI de/ termina una cognici n. .os individuos asocian ciertas consecuencias con las conductas !ue est)n considerando reali#ar <creencias= ' asignan un valor a esas consecuencias <evaluaci n=. As, un individuo podra creer !ue usar cond n reduce el riesgo de contraer una enfermedad, evita un embara#o no deseado, indica falta de confian#a en su pare$a, etc. & luego el individuo eval(a cada una de las consecuencias percibidas, asign)ndoles un valor alto o ba$o, positivo o negativo. Por e$emplo, podra ser !ue para el individuo prevenir una enfermedad no sea altamente valorado, mientras !ue s lo es evitar un embara#o, pero lo !ue valora m)s a(n sea mostrar confian#a en la pare$a. El componente cognitivo de la actitud de la persona estara determinado por la suma de los productos de cada una de las consecuencias percibidas por su valor asignado.

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El segundo factor determinante de la intenci n es el componente afectivo, el cual representa las respuestas emocionales !ue experimenta el individuo al pensar en reali#ar una determinada conducta, sentimientos !ue derivan de las experiencias previas de la persona con esa conducta e involucran por tanto procesos de la memoria a largo pla#o. As, es posible !ue el individuo experimente sentimientos placenteros o displacenteros acerca de la idea de usar cond n durante una relaci n sexual, dependiendo de los recuerdos ' sensaciones asociados a la e$ecuci n de esa conducta. ,i sucede !ue son m)s accesibles los sentimientos positivos acerca de una cierta conducta, existir)n intentos por maximi#ar ese estado afectivo ' se refor#ar) la intenci n de repetir la conducta, ' lo contrario ocurrir) si son m)s salientes los recuerdos ' sentirpientos negativos. El tercer elemento !ue determina la intenci n respecto a una conducta son los factores sociales, cu'a especificaci n depende del tipo de ella. .os dos factores m)s utili#ados en la investigaci n son las creencias normativas ' la creencia en la existencia de roles sociales especficos, siendo ambos tipos el resultado del an)lisis personal ' sub$etivo de la opini n de ciertos individuos o grupos especficos de individuos acerca de la conducta potencial. .as creencias normativas se refieren a la percepci n !ue tiene el individuo acerca del significado de una determinada conducta para un grupo de referencia, ' corresponderan por tanto al elemento de norma sub$etiva de la 4AR. .a creencia en la existencia de roles sociales especficos se refiere a la percepci n de los individuos de la conducta.aceptable para las personas de acuerdo a las posiciones o estatus sociales !ue ocupan. As, algunas personas podran considerar no aceptable !ue una mu$er casada exi$a a su esposo usar cond n, o no apropiadas las relaciones sexuales en adolescentes. Es importante tener en cuenta !ue las normas ' roles pueden variar dependiendo del tipo de sociedad, de los subgrupos culturales, de las situaciones, etc., por lo cual la conducta sexual no estara regida por las mismas normas en todos los casos, ' la evaluaci n de estas normas debe ser especfica a cada grupo. El (ltimo factor !ue determina las intenciones conductuales es la creencia normativa personal o norma moral, la cual consiste en una evaluaci n del individuo de la significaci n de la conducta para s mismo. Es decir, se refiere a cu)n obligado se siente el individuo cuando se enfrenta a la decisi n de reali#ar o no la conducta particular. .as normas morales difieren de las normas sociales en el sentido !ue en las primeras la elecci n final del individuo <la intenci n de reali#ar o no la acci n= no depende de la opini n de otros sino de ciertas creencias o principios personales. As, los individuos pueden tener ciertos principios acerca de la obligaci n moral de no tener relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio, de no exponerse a la posibilidad de un embara#o no deseado, etc., aun cuando estos principios violen normas del grupo de pares o normas asociadas con sus posiciones sociales. Este elemento de las creencias normativas personales, no incluido en las otras formulaciones te ricas revisadas, resulta especialmente interesante por!ue indica !ue las intenciones ' conductas de los individuos no derivan s lo de c)lculos de resultados v de presiones normativas de otros, sino !ue pueden estar motivadas por ra#ones morales personales. & adem)s por!ue se plantea !ue las normas o principios morales personales no s lo pueden ser independientes de criterios normativos sociales, sino !ue incluso pueden entrar en contradicci n con ellos, lo cual nos lleva a relacionar estas ideas con los postulados de Ko"lberg acerca del desarrollo moral, especialmente en lo referido al nivel moral postconvencional o de principios <Darra, 1@AH=. .os tres (ltimos modelos descritos /de la acci n ra#onada, de la acci n planificada ' de la conducta interpersonal/ comparten el supuesto b)sico !ue diversos factores especialmente externos influ'en en la conducta mediante su efecto en ciertas variables especificadas por cada modelo. Es decir, se plantea !ue las personas no adoptan un

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determinado patr n de conducta debido a sus rasgos de personalidad, educaci n o posici n social, sino por!ue el individuo cree !ue la conducta producir) resultados positivos, por!ue percibe la presi n de factores sociales o normativos para adoptar esa conducta, o por!ue posee ciertos principios personales !ue regulan su conducta. Como tambi-n ocurre en otros campos donde existen varias explicaciones alternativas para un fen meno, puede ser !ue la combinaci n de los constructos b)sicos de cada uno de estos modelos permitan una me$or explicaci n ' predicci n de la conducta !ue interesa <?odin ' otros, 1@@J=, especialmente en el caso de un tema comple$o como la conducta sexual. Esta necesidad de integraci n !ueda de manifiesto en los desarrollos de algunos de estos modelos. As por e$emplo, la 4eora de la Acci n Ra#onada se "a extendido para incorporar el componente de autoeficacia como un tercer determinante de la intenci n conductual, la cual adem)s compartira con otros factores tanto individuales como ambientales la determinaci n de la conducta <Fis"bein, 1@@H=. Por su parte la 4eora de la Conducta Planificada tambi-n est) siendo ob$eto de algunas extensiones para incorporar variables adicionales tales como ")bitos, normas morales, autoidentidad ' reacciones afectivas <Conner P Armitage, 1@@A=. & una clara demostraci n de !ue la integraci n puede ser m)s abarcativa a(n es un traba$o de Kaspr#'E ' otros <1@@A= referido a la predicci n de conductas preventivas en grupos de alto riesgo de :IO, donde se utili# un modelo !ue no s lo integra elementos de estas tres (ltimas teoras revisadas, sino !ue adem)s elementos de la 4eora ,ocial Cognitiva de Dandura ' del +odelo de Creencias de ,alud Podemos concluir entonces !ue, aun!ue debido a la comple$idad ' relativa novedad del tema todava es necesario generar muc"o m)s conocimiento especfico ' desarrollar modelos explicativos integrales de la sexualidad "umana, existen actualmente aportes significativos ' (tiles !ue pueden me$orar tanto la comprensi n de este tema tan relevante como proporcionar una base adecuada para diversas aplicaciones tendientes a la prevenci n de algunas consecuencias negativas asociadas con la conducta sexual de los individuos.

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PER,O5A.I6A6 & ,EN*A.I6A6

,iendo la conducta sexual, como cual!uiera otra conducta "umana comple$a, un refle$o o una manifestaci n de la naturale#a biopsicosocial del individuo ' no un patr n instintivo determinado gen-ticamente, podemos esperar encontrar grandes variaciones en los distintos aspectos de la sexualidad entre diferentes personas. ,i los individuos varan en muc"as conductas sociales !ue se e$ecutan p(blicamente ' por lo tanto reciben una fuerte influencia de las normas ' presiones sociales, esta variabilidad debera ser ma'or en conductas como la sexual !ue tienen en general un car)cter m)s privado ' personal. Por lo tanto, parece como algo evidente !ue la conducta sexual de las personas debiera estar altamente relacionada con sus caractersticas personales ' consecuentemente mostrar muc"a variabilidad, a menos !ue pensemos !ue tal conducta sexual est) determinada principalmente con factores instintivos comunes a la especie. ,in embargo, ' aun!ue pueda resultar sorprendente, es relativamente escaso el conocimiento preciso !ue se tiene acerca de la relaci n entre conducta sexual ' determinadas caractersticas de personalidad. 4ratando de buscar una explicaci n a este "ec"o, podemos decir !ue a las evidentes dificultades !ue plantea siempre el obtener informaci n confiable sobre la conducta sexual de las personas, en este caso se agrega la gran comple$idad ' dificultad !ue tiene el identificar ' medir caractersticas de personalidad de una manera v)lida ' confiable. Adem)s, ' a un nivel m)s general, cada ve# parece ser m)s difcil poder relacionar caractersticas de personalidad con cual!uier conducta social, tanto por la comple$idad mencionada como por la fuerte influencia !ue tienen los factores situacionales sobre cual!uier conducta. En este captulo revisaremos parte de ese escaso conocimiento, examinando tanto la relaci n entre la conducta sexual ' algunas dimensiones ' rasgos de personalidad tradicionales, como algunas evidencias m)s recientes acerca de la relaci n entre determinados aspectos de la conducta sexual ' ciertas orientaciones psicosociales o predisposiciones individuales en la conducta interpersonal ' social. Aun!ue la relaci n entre caractersticas personales ' sexualidad es un tema especialmente comple$o !ue re!uiere a(n de muc"a investigaci n adicional, nos parece (til conocer algunas de las evi/ dencias disponibles actualmente. El importante tema de las diferencias en la conducta sexual de ambos sexos ser) examinado de una manera detallada en un captulo posterior. Antes de examinar las evidencias acerca de la relaci n entre conducta sexual ' determinados rasgos ' dimensiones b)sicas de personalidad, parece necesario mencionar las principales funciones psicol gicas !ue puede cumplir la conducta sexual ' cu)les son las motivaciones !ue sub'acen tal conducta. A pesar de la gran importancia !ue tendra este tema, tanto por su relaci n obvia con las caractersticas de personalidad como por ilustrarnos acerca de los significados !ue las personas le asignan a sus expresiones sexuales, "a sido un aspecto mu' descuidado en la investigaci n.

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FUNCIONES Y MOTIVACIONES DE LA CONDUCTA SEXUAL


A pesar del amplio consenso acerca de la importancia !ue tienen las motivaciones en toda actividad "umana, ' de !ue la conducta de un individuo puede ser me$or comprendida conociendo !u- metas tiene o !u- necesidades intenta satisfacer, la gran ma'ora de los autores parecen no considerar !ue la conducta sexual, como toda conducta, puede servir a mu' diversas funciones psicol gicas. 6esde una perspectiva funcional, se puede pensar !ue las personas se involucran en actividades sexuales para satisfacer diferentes necesidades psicol gicas, !ue la naturale#a de las experiencias sexuales difiere en funci n de las motivaciones sub'acentes ' !ue los factores !ue controlan o promueven la conducta sexual ser)n distintos entre individuos !ue tienen diferentes motivaciones para su conducta sexual. ,in embargo, "asta a"ora se "an "ec"o mu' pocos esfuer#os destinados a identificar de manera precisa las funciones ' necesidades psicol gicas !ue puede cumplir la conducta sexual en las personas ' a comprender las implicaciones !ue pueden derivar del tener sexo para satisfacer diferentes motivos. Adem)s, el conocer las ra#ones por las cuales las personas tienen sexo, o las funciones !ue puede tener el sexo, sera un aspecto b)sico para cual!uier intento bien fundamentado de prevenci n o modificaci n de patrones de conducta sexual problem)tica. Entre las escasas evidencias disponibles al respecto, 5elson inform en 1@H@ de un estudio con universitarios de ambos sexos a !uienes se aplic un cuestionario destinado a medir diversas funciones !ue puede tener la conducta sexual para los individuos <citado en +alamut", 1@AA, p. 080=. .os su$etos tenan !ue se9alar cu)l de las siete siguientes funciones era la m)s importante para ellosC Amor $ afectoC grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por la necesidad de recibir ' compartir afecto e intimidad con otra persona. 'edonismoC grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por la necesidad de estimulaci n placentera. (econocimiento) grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por la necesidad de ser considerada competente o experta. DominioC grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por la necesidad de controlar o imponer la propia voluntad. Sumisi"nC grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por el deseo de ceder el control o poder ' de ser protegida. *onformidadC grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por el deseo de cumplir con las expectativas de los otros para obtener aprobaci n social. +ovedad) grado en el cual la conducta sexual de una persona est) motivada por la necesidad de excitaci n ' de alivio del tedio.

.os resultados indicaron !ue a nivel de la muestra total las funciones consideradas m)s importantes fueron amor ' afecto <0>R= ' conformidad <1AR=, mientras !ue la funci n menos elegida fue dominio <@R=. & como sera de esperar, "aba intere$antes diferencias entre "ombres ' mu$eres. En el caso de los "ombres las cuatro funciones m)s elegidas fueron conformidad <01 R=, novedad <1AR=, "edonismo <1HR= ' amor ' afecto <1JR=, ' la menos elegida fue sumisi n <JR=. En cambio en las mu$eres se destacaba

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claramente amor ' afecto <81 R=, seguida por sumisi n <1AR= ' conformidad <12R=, ' la menos elegida era dominio <AR=. Es importante "acer algunos comentarios acerca de estos resultados, aun!ue se trate s lo de un estudio, ' adem)s con s lo un tipo de personas como son los estudiantes universitarios. En primer lugar, el "ec"o !ue amor ' afecto est- entre las funciones m)s importantes parece algo totalmente predecible a partir tanto de la influencia sociocultural como de las importantes dimensiones emocionales de la conducta sexual, as como tambi-n sera esperable !ue esta funci n sea m)s relevante a(n para las mu$eres. Algo tal ve# no tan predecible a simple vista es el "ec"o !ue conformidad est- entre las funciones m)s importantes para ambos sexos, aun!ue, como 'a vimos en un captulo anterior, este factor social o normativo "a sido destacado en varios modelos explicativos de la conducta sexual <como los de Abramson, A$#en ' Fis"bein, ' 4riandis=. Esto constitu'e un elemento mu' importante de tener en cuenta en cual!uier intento de influir sobre este tipo de con/ ducta, como por e$emplo programas de prevenci n del embara#o adolescente o de enfermedades de transmisi n sexual. & un aspecto !ue puede llamar la atenci n es el "ec"o !ue la funci n de sumisi n sea por una parte la segunda m)s elegida por las mu$eres ' por otra parte sea la funci n donde se aprecia una ma'or diferencia entre ambos sexos <relaci n de 8C1 entre mu$eres ' "ombres=. Adelant)ndonos un poco a temas !ue revisaremos posteriormente, podemos decir !ue estos datos son consistentes tanto con lo !ue van a plantear algunas perspectivas te ricas acerca de las diferencias de g-nero en sexualidad, como con algunas evidencias acerca de una incidencia significativa de fantasas sexuales de sumisi n en muc"as mu$eres. *n an)lisis m)s sistem)tico de las motivaciones !ue sub'acen la conducta sexual se encuentra en un traba$o m)s reciente de Cooper ' otros <1@@A= con adolescentes ' adultos $ venes, donde las autoras recurren a dos distinciones existentes en muc"as teoras motivacionales. .a primera de estas distinciones es buscar experiencias positivas o placenteras versus evitar o escapar de experiencias negativas o aversivas% Aplicada a la conducta social, esta distinci n implica !ue las personas pueden tener sexo para buscar resultados placenteros, tal como gratificaci n fsica, o para evitar resultados negativos, tal como el rec"a#o de una pare$a. .a segunda distinci n es buscar metas individuales versus metas sociales% .as metas individuales est)n motivadas primariamente por necesidades de identidad, autonoma o competencia, tales como tener sexo para afirmar el propio sentido de identidad o de atractivo o para contrarrestar ciertos estados emocionales. En cambio las metas sociales est)n motivadas por necesidades comunales o de vinculaci n, tales como tener sexo para reafirmar la intimidad en una relaci n o por el deseo de obtener o mantener la aprobaci n de una pare$a o de un grupo socialmente significativo <e$emplo, tener sexo para impresionar a los pares=. .a interacci n de estas dos dimensiones resulta en > categoras de motivos para la conducta sexualC 1= +otivaciones positivas individualesC tener sexo para lograr resultados positivos, tales como placer fsico o emocional <motivos de reforzamiento=. 0= +otivaciones aversivas individualesC tener sexo para escapar, evitar o minimi#ar emociones negativas o amena#as a la autoestima <motivos de afrontamiento=. 8= +otivaciones positivas socialesC tener sexo para refor#ar la intimidad ' vinculaci n social con otro <motivos de intimidad=. >= +otivaciones aversivas socialesC tener sexo para escapar, evitar o minimi#ar la desaprobaci n social, o para obtener la aprobaci n de otro <motivos de apro aci"n=. P)gina 02 de 121

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En diversas muestras de adolescentes ' adultos $ venes, ' tal como se esperaba, las autoras encontraron !ue los motivos de refor#amiento ' de intimidad eran las ra#ones m)s comunes para tener sexo, existiendo importantes diferencias de g-nero en ambos tipos de motivos. As, las mu$eres aparecan muc"o m)s motivadas !ue los "ombres por necesidades de intimidad, mientras !ue los "ombres estaban muc"o m)s motivados !ue las mu$eres por motivos de refor#amiento, afrontamiento, afirmaci n ' aprobaci n de los pares. Otros resultados interesantes surgen de la comparaci n entre adolescentes de distintas edades. As.por e$emplo, en comparaci n con los m)s $ venes, los adolescentes ma'ores aparecan m)s motivados por motivos de intimidad ' de refor#amiento, ' menos motivados por motivos de aprobaci n de la pare$a. & respecto a los motivos de aprobaci n de los pares, tambi-n se observ una declinaci n con la edad, pero s lo en los "ombres, 'a !ue en las mu$eres este tipo de motivo era igualmente ba$o en todas las edades. Respecto a esto (ltimo, las autoras expresan !ue al parecer %tener sexo para impresionar a los amigos es en gran medida un fen meno adolescente masculino% <1@@A, p. 1.2>8=. Intentando buscar los orgenes de las diferencias individuales en estas motivaciones sexuales, las autoras proponen la posible influencia de los estilos de apego ' los autoes!uemas sexuales mencionados en el captulo anterior. Respecto al apego, se puede esperar !ue los individuos !ue tienen un estilo de apego seguro /!uienes se sienten c modos con la cercana interpersonal ' la buscan/ est-n motivados primariamente por motivos de intimidad. ,e esperara !ue los individuos ansiosos;ambivalentes /!uienes tambi-n desean cercana pero simult)neamente temen el abandono/ est-n m)s fuertemente motivados por motivos de aprobaci n de la pare$a. & !ue los individuos evitadores /!uienes niegan sus necesidades de intimidad/ est-n m)s fuertemente motivados por motivos de afrontamiento. & en relaci n con los autoes!uemas, se puede pensar !ue las personas !ue tienen autoes!uemas sexuales positivos est)n motivadas "acia el sexo primariamente por motivos de refor#amiento e intimidad. En cambio, a!uellas personas con autoes!uemas sexuales negativos es m)s probable !ue tengan sexo para complacer o buscar la aprobaci n de su pare$a. Esto es especialmente importante, 'a !ue tal ve# la clave para una adecuada comprensi n de las causas ' naturale#a de la conducta sexual "umana reside en el an)lisis m)s a fondo de esta vinculaci n entre los aspectos cognitivos o autodefinitorios de la sexualidad ' sus correspondientes aspectos motivacionales ' emocionales.

CONDUCTA SEXUAL Y CARACTERISTICAS DE PERSONALIDAD


6irigiremos a"ora nuestra atenci n especficamente "acia la relaci n entre conducta sexual ' ciertos rasgos ' dimensiones de personalidad, expresando en primer lugar !ue as como es mu' importante conocer !u- cosas "acen las personas o cu)n comunes son determinadas conductas, desde un punto de vista psicol gico es m)s importante a(n conocer !u- tipos de personas se involucran en determinadas actividades. Aparte de los aportes estrictamente clnicos de Freud, una figura pionera en esta )rea fue Abra"am +asloL, muc"o m)s conocido por su famosa $erar!ua de las motivaciones "umanas ' por sus estudios acerca del desarrollo ptimo de la personalidad. CO56*C4A ,EN*A. & 6O+I5A5CIA ; A*4OE,4I+A

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:abiendo reali#ado investigaciones acerca de la conducta sexual de los primates donde apareca una estrec"a relaci n entre tal conducta ' elFctor dedo mmaci n o posicr n socI, +ido L <1@JJa= examin la relaci n existente en una muestra de 18@ mu$eres entre diversos aspectos de la sexualidad ' el rasgo de personalidad !ue -l denominaba sentimiento de dominaci"n,autoestima% 6ic"o rasgo era definido en t-rminos de grado de autoconfian#a, sentimientos de superioridad o inferioridad ' presencia o ausencia de timide#, autoconciencia e incomodidad. .as variables incluidas ' evaluadas mediante entrevista fueronC sentimiento de dominaci n;autoestima, impulso sexual, actitudes sexuales, virginidad <en a!u-llas casadas, si era virgen al casarse=, n(mero de pare$as sexuales <o promiscuidad= e incidencia de masturbaci n. .a variable de impulso sexual fue evaluada en base a los siguientes aspectosC <a= frecuencia e intensidad de reacciones genitales locales ' de relaciones sexuales o masturbaci n, reales o deseadasF <b= porcenta$e de orgasmo en actividades "eterosexuales, facilidad o dificultad para lograrlo, tipos ' cantidad de estimulaci n necesaria e intensidadF <c= autoestimaci n de la facilidad para excitarseF <d= cantidad ' extensi n de las #onas er genas autoinformadasF ' <e= n(mero de estmulos cotidianos considerados conscientemente como estmulos sexuales. El an)lisis cuantitativo de los resultados mostr !ue las variables de promiscuidad ' actitudes sexuales tenan ma'or correlaci n con sentimientos de dominaci n !ue con impulso sexual. Exista alta correlaci n entre actitudes sexuales, promiscuidad ' masturbaci n, ' tambi-n entre masturbaci n ' no virginidad. En cambio, la correlaci n entre sentimientos de dominaci n e impulso sexual era ba$a. A nivel cualitativo, las siguientes son algunas de las consideraciones de +asloL acerca de la relaci n entre sentimientos de dominaci n ' sexualidad. .as mu$eres con altos sentimientos de dominaci n tendran ma'or tendencia aC "aber tenido episodios "omosexuales o al menos deseos o curiosidad al respectoF preferir ocasionalmente asumir la posici n superior durante el acto sexualF tener una me$or disposici n "acia las caricias bucogenitales <cunnilingus ' fellatio=F "aber tenido un ma'or n(mero de pare$as sexualesF mostrar una ma'or incidencia de masturbaci n tanto antes como despu-s del matrimonioF tener sue9os ' fantasas sexuales explcitas de diverso tipoF actitud m)s positiva "acia la desnude#F uso m)s libre de palabras consideradas obscenasF percepci n del acto sexual no como un ritual serio sino !ue como un $uego divertido. Estas caractersticas seran s lo manifestaciones de la actitud general de las personas con alta dominancia;autoestima "acia el sexo ' la sensualidad en todas sus facetas. En t-rminos generales, las personas altamente dominantes se pueden caracteri#ar como desin"ibidas o no reprimidas, cu'os impulsos fundamentales es m)s probable !ue se expresen libremente en la conducta, sin los lmites impuestos por la sociedadF en cambio las personas con ba$a dominaci n o autoestima son muc"o m)s sociali#adas o in"ibidas. +asloL afirma !ue los matrimonios donde ambos son dominantes experimentan al menos una ve# con pr)cticamente cada forma de conducta sexual conocida, agregando !ue tales actos no tienen ning(n car)cter patol gico. %Parecera !ue ning(n acto (nico per se puede ser llamado anormal o perverso. ,on s lo los individuos anormales o perversos !uienes pueden cometer actos anormales o perversos. Esto es, el significado din)mico del acto es muc"o m)s importante !ue el acto mismo% <1@JJa, p. 1B8=. 4ambi-n +asloL compara a las mu$eres con alta, mediana ' ba$a dominaci n respecto al "ombre ideal, a la relaci n sexual ideal v a la monogamia. En cuanto al "ombre ideal, para las mu$eres con alta dominaci n s lo ser) atractivo un "ombre con alta do/ minaci n <mu' masculino, con autoconfian#a, algo agresivo, seguro, etc.=. A medida !ue se desciende en la escala de dominaci n, se empie#an a enfati#ar m)s cualidades como amabilidad, amor por los ni9os, simpata, consideraci n, romanticismo, sentimentalismo,

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fidelidad ' "onestidad. .a tendencia en las mu$eres con alta dominaci n es a buscar un buen amante, mientras !ue las mu$eres con mediana ' ba$a dominaci n tienden m)s bien a buscar un buen esposo ' padre. Respecto a la relaci n sexual ideal, la mu$er altamente dominante prefiere encuentros sexuales m)s directos, menos sentimentales, m)s apasionados ' "asta rudos, la medianamente dominante prefiere un preludio largo ' afectuoso ' una atm sfera general rom)ntica, ' la con ba$a dominaci n no tiene preferencias especficas, sino !ue para ella el sexo se $ustificara con prop sitos de reproducci n o para satisfacer a la pare$a. & en relaci n al matrimonio ' la monogamia, +asloL expresa !ue la ma'ora de las mu$eres insisten en la monogamia para ambos c n/ 'uges, pero a medida !ue se asciende en la escala de dominaci n se encuentra tanto una menor ad"erencia al ideal mon gamo como una menor aceptaci n del doble est)ndar al respecto. En sntesis, la conclusi n general !ue deriva de este estudio, tanto de los datos cuantitativos como cualitativos, es !ue las conductas ' actitudes sexuales est)n m)s estrec"amente relacionadas con los sentimientos de dominaci n !ue con el impulso sexual en la muestra estudiada. 6os aspectos interesantes acerca de esta conclusi n son, en primer lugar, !ue concuerda con lo observado en la investigaci n con otros primates ', en segundo lugar, !ue concuerda plenamente con los planteamientos de Adler, tal ve# el primer autor en destacar la relaci n entre el sexo ' el poder, tema plenamente vigente "o' en da en el campo de la psicologa de la sexualidad. Otro estudio mu' similar al de +asloL es el reali#ado por 6e +artino <1@JJ= con un grupo de 8B mu$eres, la ma'ora de ellas de nivel educacional alto, al igual !ue en el estudio de +asloL reci-n descrito. En este estudio, tambi-n basado en entrevistas, adem)s de las variables sexuales ' la variable sentimientos de dominaci n se inclu' la variable sentimientos de seguridad. .as siguientes son las principales conclusiones generales !ue derivan de los datos obtenidosC <a= existe una marcada relaci n positiva entre altos sentimientos de dominaci n ' una actitud positiva "acia la conducta sexualF <b= "a' una ligera tendencia a !ue el impulso sexual de las mu$eres altamente dominantes sea algo m)s intenso !ue el de las mu$eres con ba$a dominaci nF <c= no aparece una relaci n definida entre incidencia de masturbaci n ' nivel de dominaci nF <d= existe relaci n entre masturbaci n ' no virginidad al momento de casarseF <e= existe relaci n entre alta dominaci n ' experimentaci n sexual, ' entre alta dominaci n ' un rol m)s activo en la expresi n de la conducta sexualF <f= las pr)cticas sexuales de las mu$eres con altos sentimientos de dominaci n ' alta seguridad son m)s no convencionales ' desin"ibidas !ue las pr)cticas sexuales de las mu$eres con ba$os sentimientos de dominaci n ' ba$os sentimientos de seguridadF <g= la sexualidad de las mu$eres parece estar m)s relacionada con sus sentimientos de dominaci n !ue con sus sentimientos de seguridad/inseguridad. CO56*C4A ,EN*A. & EN4RAOER,I75/I54ROOER,I75 As como existen relaciones significativas entre la conducta sexual ' rasgos especficos de personalidad, a un nivel m)s general tambi-n interesa conocer la relaci n entre la sexualidad ' algunas dimensiones b)sicas de personalidad, para lo cual a continuaci n examinaremos algunos datos disponibles respecto a las dimensiones de personalidad de E'sencE, la extraversi n ' el neuroticismo. 6e acuerdo a Feldman ' +acCulloc" <1@AB=, fue ,c"ofield, en su estudio sobre el comportamiento sexual adolescente de 1@J2, el primero en plantear una posible relaci n entre conducta sexual ' extraversi n. Das)ndose en el postulado de E'sencE de !ue el aprendi#a$e de normas sociales es m)s f)cil para los introvertidos !ue para los extravertidos, ,c"ofield plante

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!ue alg(n grado de extraversi n era un prerre!uisito para la experiencia sexual premarital ' !ue adem)s en general la extraversi n estaba asociada con una vida sexual m)s activa. Antes de sinteti#ar las evidencias reportadas por el propio E'sencE <1@H@=, es conveniente resumir lo esencial acerca de cada una de sus dos dimensiones b)sicas de personalidad. .a dimensi n de introversi n/extraversi n, !ue en gran medida est) deter/ minada gen-ticamente, tiene su base biol gica en el balance entre los procesos excitatorios e in"ibitorios a nivel del sistema nervioso central, en especial en la corte#a cerebral. En un individuo introvertido tpico predominan internamente los procesos excitatorios sobre los in"ibitorios, dando por resultado entre otras cosas un ma'or nivel de alerta, una ma'or persistencia de la actividad, menor necesidad de descanso ' de cambio, menores umbrales sensoriales, menorr necesidad de estimulaci n externa, ma'or condicionabilidad, ' en general una ma'or in"ibici n en la conducta externa. 6e a" !ue tal persona "abitualmente puede ser descrita conductualmente como tran!uila, poco sociable, apegada a rutinas, poco variable, poco espont)nea, reflexiva, poco aficionada a estmulos intensos <colores, sonidos, etc.= ' m)s en contacto con sus estados internos !ue con las claves ambientales. En cambio, en un individuo extravertido tpico, en !uien predominan internamente los procesos in"ibitorios sobre los excitatorios, tenemos procesos ' caractersticas conductuales inversas a las descritas, destacando para nuestros fines aspectos como tendencia al cambio, necesidad de estimulaci n externa intensa ' variada, orientaci n "acia el ambiente ' las personas, por tanto gran sociabilidad, ' conducta externa menos in"ibida ' m)s espont)nea. & la dimensi n de neuroticismo, o estabilidad/inestabilidad emocional, se refiere en general a diferencias individuales tambi-n en gran medida determinadas gen-ticamente, en la reactividad del sistema nervioso auton mico. En un individuo con alto neuroticismo o inestabilidad emocional existir) la tendencia a reaccionar fisiol gicamente de manera m)s r)pida, intensa ' duradera frente a diversos estmulos relacionados con aspectos emocionales, tales como la ansiedad o el temor, por lo !ue ser) m)s probable !ue desarrolle diversas clases de desa$ustes psicol gicos. 6ependiendo de su ubicaci n en la dimensi n de introversi n/extraversi n, un individuo con alto neuroticismo ser) m)s propenso a presentar desa$ustes de tipo emocional <si es introvertido= o conductual <si es extravertido=. En relaci n con estas dos dimensiones b)sicas de personalidad, E'sencE en general destaca muc"o m)s la influencia de la introversi n/extraversi n en la conducta ' lo mismo se aplica a su influencia en la conducta sexual. As, E'sencE <1@H@= plantea !ue a partir de su teora ' de las evidencias existentes respecto a otras )reas de la conducta, se puede predecir !ue, en comparaci n con los introvertidos, es m)s probable !ue los individuos extravertidosC tengan relaciones sexuales premaritales ' extramaritales, inicien m)s preco#mente sus relaciones sexuales, tengan relaciones sexuales con m)s personas en forma consecutiva durante un perodo dado, tengan relaciones sexuales con m)s de una persona en forma paralela, varen m)s las posiciones para el coito, practi!uen contactos bucogenitales, presenten menos conductas "omosexuales ' recurran menos a la masturbaci n. En cambio, respecto a los individuos con alto neuroticismo, la (nica predicci n !ue se "ace es !ue 'a !ue ellos son m)s susceptibles !ue los individuos estables al temor ' la ansiedad, %esto puede reducir la disponibilidad de expresiones sexuales directas... parece probable !ue los individuos neur ticos puedan buscar expresiones sexuales substitutivas como la pornografa, la prostituci n ' la masturbaci n% <E'sencE ' E'sencE, 1@AH, p. 818=. Antes de referirse a sus propios datos, E'sencE <1@H@= sinteti#a los resultados obtenidos por ?iese ' ,c"midt en alrededor de J.BBB universitarios alemanes. En dic"o estudio los su$etos respondieron un cuestionario sobre conductas sexuales ' un mu' breve

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inventario de personalidad destinado a medir extraversi n ' neuroticismo, el !ue fue validado mediante correlaci n con un inventario de E'sencE. Respecto a la dimensi n de neuroticismo <5= los "alla#gos fueron bastante escasos, pr)cticamente limit)ndose a !ue los individuos con altos punta$es 5 inician antes la masturbaci n ' la practican con ma'or frecuencia !ue a!uellos !ue obtienen punta$es 5 medios o ba$os. Adem)s las mu$eres con 5 alto informan menor capacidad de orgasmo durante las relaciones sexuales ' m)s problemas menstruales, mientras !ue los "ombres con 5 alto informan m)s erecciones espont)neas ' poluciones nocturnas. En cambio los "alla#gos son muc"o m)s numerosos respecto a la dimensi n de extraversi n <E=. As, a nivel general los individuos con altos punta$es E se masturbaban menos, "aban iniciado m)s preco#mente las caricias sexuales, las practicaban con ma'or frecuencia en el momento del estudio ' "aban tanto dado como recibido m)s caricias bucogenitales. Respecto al coito, ellos iniciaban antes su pr)ctica, lo "aban experimentado con ma'or frecuencia ' con un ma'or n(mero de pare$as. Adem)s de estas relaciones generales, los "ombres con alto punta$e E presentaban ma'or tendencia a involucrarse en un $uego sexual prolongado antes del coito ' a practicar el coito en una ma'or cantidad de posiciones <el "ec"o !ue no apare#can estas tendencias en las mu$eres se debera a !ue ambos son aspectos "abitualmente determinados por el "ombre=. & en el caso de las mu$eres, a!u-llas con alto punta$e E informaban ma'or frecuencia de orgasmo. 4ambien .'sencE <1@;@= entrega algunos datos provenientes de un estudio reali#ado por -l mismo, en una muestra de ABB universitarios solteros de ambos sexos, a !uienes se aplic un cuestionario de personalidad, un inventario de actitudes sexuales ' un inventario de conductas sexuales. Este (ltimo inventario desafortunadamente tiene un car)cter bastante limitado, 'a !ue todos sus 1@ temes corresponden m)s bien a distintos tipos de caricias o de actos dentro del contexto del coito, ' no inclu'e otros tipos de conductas como por e$emplo masturbaci n o exposici n a materiales er ticos. A pesar de esto, ' de una manera !ue nos parece bastante for#ada, E'sencE afirma !ue los temes del inventario de conductas sexuales pueden agruparse en tres factoresC un factor de caricias preliminares, un factor de relaciones sexuales ' un tercer factor de pr)cticas avan#adas o menos convencionales <por e$emplo, contactos bucogenitales=. & la (nica informaci n !ue entrega respecto a diferencias de personalidad es !ue la extraversi n correlacionaba positivamente con todos los temes, pero especialmente con a!u-llos correspondientes a los dos primeros factores, mientras !ue el alto neuroticismo se correlacionaba negativamente con los tres factores. Adem)s las correlaciones eran m)s altas para los "ombres !ue para las mu$eres, lo cual se debera a !ue son los "ombres los !ue tienden a asumir el rol m)s activo en las relaciones sexuales, por lo cual sus caractersticas de personalidad tendran ma'or influencia en lo !ue acontece en tales relaciones. Respecto al inventario de actitudes sexuales, -ste estaba constituido por @A temes !ue seg(n E'sencE se agrupaban en los siguientes 1> factores de acuerdo al an)lisis estadstico de sus intercorrelacionesC satisfacci n sexual, excitaci n sexual, nerviosismo sexual, curiosidad sexual, sexo premarital, represi n, puritanismo, experimentaci n sexual, "omosexualidad, censura, promiscuidad, "ostilidad sexual, culpa e in"ibici n. .os datos presentados por E'sencE muestran !ue la extraversi n tiene una alta relaci n positiva con promiscuidad, ligeras relaciones positivas con satisfacci n, sexo premarital ' experimentaci n, ligeras relaciones negativas con excitaci n ' censura ' altas relaciones negativas con nerviosismo ' puritanismo. En cambio el neuroticismo tiene mu' altas relaciones positivas con "ostilidad, culpa e in"ibici n, altas relaciones positivas con excitaci n ' nerviosismo, ligeras relaciones positivas con puritanismo ' "omosexualidad, ligera relaci n negativa con curiosidad ' mu' alta relaci n negativa con satisfaccion.

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& tambi-n las diferencias entre extravertidos e introvertidos se extenderan a temas como el atractivo fsico ' el "umor sexual. Respecto a lo primero, E'sencE menciona el estudio de un colega, !uien reuni 2B fotografas de mu$eres $ venes desnudas ' vestidas, %maci#as ' escu)lidas%, !ue fueron presentadas a un grupo de "ombres para !ue las calificaran seg(n su atractivo sexual. ,e encontr !ue los su$etos extravertidos tendan a preferir mu$eres exuberantes mientras !ue los introvertidos las preferan con caractersticas sexuales secundarias menos acentuadas. ,eg(n E'sencE <1@H@=, la relaci n entre atractivo ' tama9o de los pec"os sera curvilneaC las mu$eres se tornan m)s atractivas a medida !ue aumenta el tama9o de sus pec"os, pero se llega a un ptimo luego del cual cual!uier aumento disminu'e su atractivo. Ese punto diferir) de un individuo a otro ' la teora sugiere !ue llega antes para el introvertido, debido a !ue como sus umbrales sensoriales son m)s ba$os, los mismos estmulos producen ma'or excitaci n !ue al extravertido. *n estudio m)s sistem)tico al respecto es el informado en 1@H@ por :irsc"berg, !uien examin los $uicios de preferencia acerca de siluetas de desnudos femeninos, cada una de las cuales variaba en el tama9o de s lo una de tres partes del cuerpoC senos, nalgas ' piernas. ,e encontr !ue los "ombres !ue preferan las siluetas con senos grandes presentaban caractersticas conductuales e intereses tpicos de los extravertidos, mientras los "ombres !ue preferan las siluetas con senos m)s pe!ue9os eran m)s introvertidos <estos (ltimos tambi-n preferan las siluetas con nalgas grandes=. & la misma autora tambi-n estudi las caractersticas de personalidad de mu$eres con distintos tama9os de las tres partes del cuerpo mencionadas, encontrando !ue las mu$eres con senos grandes presentaban caractersticas extravertidas, mientras !ue a!uellas con nalgas grandes tendan a ser introvertidas <citado en E'sencE ' Iilson, 1@A1=. B sea, al menos de acuerdo a este estudio, a los "ombres les atraeran m)s las mu$eres con un aspecto fsico asociado a caractersticas de personalidad similares a las propias. & en cuanto al "umor sexual, se plantea !ue existen diferencias pronunciadas de personalidad en las reacciones a los c"istes/ sexuales. A diferencia de lo !ue se podra pensar a partir de las ideas de Freud acerca del "umor, E'sencE afirma !ue los c"istes sexuales son una manifestaci n m)s de la sexualidad, ' 'a !ue los extravertidos muestran m)s abiertamente su deleite con la sexualidad, se esperara !ue ellos disfrutaran m)s de tales tipos de c"istes. En cambio, debido a !ue los introvertidos son m)s rgidos ' menos inclinados a manifestar su sexualidad, se esperara !ue no disfrutaran tanto o "asta reaccionaran negativamente frente a los c"istes sexuales. 6e acuerdo a E'sencE <1@H@=, existen evidencias de !ue, a pesar !ue extravertidos e introvertidos no difieren enS sus reacciones a los otros tipos de c"istes o caricaturas, "a' una marcada diferencia en su reacci n a los c"istes sexuales, los cuales son m)s disfrutados por los extravertidos. +)s all) de tales implicaciones, E'sencE <1@H@= reconoce !ue la personalidad es s lo uno de los factores !ue influ'en en las actitudes ' las conductas sexuales, ' !ue la adaptaci n sexual de un individuo estar) determinada adem)s por muc"os otros factores adicionales, entre ellos la educaci n, el aspecto fsico, los recursos econ micos, la inteligencia ' "asta el nivel de secreci n de testosterona determinado gen-ticamente. ,in embargo, se plantea !ue la personalidad parece tener una influencia ma'or en las actitudes ' comportamientos sexuales !ue en otras )reas de la vida. Esto puede explicarse por el "ec"o !ue la sexualidad involucra intensos estados emocionales, alta activaci n fisiol gica ' la presencia de importantes castigos ' premios potenciales, factores mu' relacionados con las dimensiones b)sicas de personalidad <E'sencE ' E'sencE, 1@AH=.

SEXUALIDAD Y ORIENTACION SOCIOSEXUAL

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*no de los puntos de discusi n siempre vigente respecto a la conducta sexual se refiere a cu)l es el rol del amor, la intimidad ' el compromiso emocional en las relaciones sexuales de los individuos. T,on -stos prerre!uisitos esenciales para las expresiones sexua/ les, sin los cuales la experiencia carece de significado ' produce una sensaci n de vacoU tB puede el sexo ser una experiencia confortable, placentera ' aun enri!uecedora entre personas !ue no se sienten psicol gicamente cercanas ni tienen una relaci n afectiva significativaU Algunas personas creen ' sienten !ue el sexo no tiene por !u- darse solamente en el contexto de una relaci n psicol gicamente cercana o ntima. 4ales personas, si se sienten atradas "acia alguien, pueden estar dispuestas a involucrarse en actividades sexuales con esa otra persona, aun cuando no exista una ma'or relaci n afectiva o personal con ella. En cambio otras personas creen ' sienten !ue las relaciones sexuales deberan darse en el contexto de una relaci n afectiva o de cercana psicol gica. Ellas deben sentirse de alguna manera comprometidas ' cercanas a la otra persona para involucrarse en relaciones sexuales con esa persona. Aun!ue cada una de estas dos orientaciones "acia las relaciones sexuales parecen ser m)s caractersticas de cada uno de ambos sexos, tanto los "ombres como las mu$eres pueden presentar cada una de las orientaciones descritas, ' esto "a llevado a investigar !udiferencias individuales o caractersticas personales estaran asociadas con el tipo de orientaci n presente en un individuo. CO56*C4A ,EN*A. & A*4O+O5I4OREO *na de las dimensiones individuales relacionadas con el comportamiento social de los individuos es el llamado automonitoreo, constructo introducido por ,n'der en 1@H> <,n'der P ?angestad, 1@AJ=. Este constructo "a sido utili#ado para diferenciar entre a!uellas personas cu'a conducta refle$a una alta responsividad a las claves sociales e interpersonales de un desempe9o apropiado a la situaci n <alto automonitoreo= ' a!u-llas cu'as acciones usualmente refle$an sus propias actitudes ' disposiciones sub'acentes <ba$o automonitoreo=. 6e acuerdo a la investigaci n, individuos con alto ' ba$o automonitoreo difieren en aspectos tales como la sensibilidad a las consideraciones situacionales, inter-s ' "abilidad de autopresentacion ' consistencia entre actitudes ' conducta. En relaci n con lo (ltimo, las personas con alto automonitoreo est)n m)s inclinadas a comportarse de acuerdo a lo !ue aparece m)s apropiado o conveniente socialmente en una determinada situaci n, ' por lo tanto son menos responsivas a sus propias actitudes o estados internos. En cambio las personas con ba$o automonitoreo est)n menos inclinadas a satisfacer las expectativas sociales o a regular su autopresentaci n, por lo cual son m)s res/ ponsivas a sus propias actitudes ' sentimientos <,abini, 1@@0=. ,i esto es as, es esperable !ue la influencia de la dimensi n de automonitoreo se extienda a diversos )mbitos de interacci n social e interpersonal, entre ellos el )mbito de las relaciones de pare$) ' la sexualidad. En uno de los primeros estudios sobre este tema, ,n'der ' ,impson <1@A>= encontraron !ue los individuos con alto ' ba$o automonitoreo adoptan diferentes orientaciones "acia el compromiso en las relaciones informales de pare$a o citas. +ientras los primeros tienen una orientaci n no comprometida, con ma'or tendencia a salir ' establecer relaciones ntimas con otras personas adem)s de su pare$a actual, los segundos tienden a adoptar una orientaci n comprometida! manifestando poco inter-s en establecer relaciones ntimas con personas distintas a su pare$a actual. Adem)s estas diferentes orientaciones se refle$an tambi-n en otros aspectos, como la duraci n de la relaci n con la

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pare$a actual ' la cantidad de personas con las cuales se "a tenido citas en el a9o precedente. El siguiente paso en esta lnea de investigaci n fue examinar si esta relaci n entre automonitoreo ' compromiso en las relaciones informales de pare$a tambi-n se extenda a una relaci n entre automonitoreo ' orientaci n "acia las relaciones sexuales. ,n'der ' otros <1@AJ= reali#aron un estudio con 022 estudiantes universitarios, a !uienes aplicaron la Escala de Automonitoreo <,n'der, 1@H>=, obteniendo informaci n acerca de aspectos como los siguientesC frecuencia de relaciones sexualesF n(mero de pare$as sexuales en total, en el a9o precedente ' visuali#adas en el futuroF n(mero de relaciones %de una sola noc"e%F relaciones sexuales concurrentes con personas diferentes a la pare$a actualF frecuencia de pensamientos sexualesF frecuencia de fantasas sexuales con personas diferentes a la pare$a actualF actitud "acia el sexo sin compromiso ' "acia el sexo casual. .os resultados mostraron !ue los individuos con alto automonitoreo tendan a tener una orientaci n no restrictiva "acia las relaciones sexuales, manifestada en !ue ellos podan involucrarse sexualmente con personas con las cuales no se sentan psicol gi/ camente cercanos, mientras !ue los individuos con ba$o automonitoreo tendan a tener una orientaci n restrictiva "acia las relaciones sexuales, manifestada en !ue ellos se involucraban en actividad sexual s lo con personas con las cuales se sentan psicol gicamente cercanos. A un nivel conductual, los con alto automonitoreo informaban "aber tenido un ma'or n(mero de pare$as sexuales diferentes en el a9o precedente, se visuali#aban teniendo relaciones sexuales con un ma'or n(mero de pare$as durante los pr ximos cinco a9os ' era m)s probable !ue "ubieran tenido una relaci n sexual con alguien s lo en una ocasi n. A nivel actitudinal, los con ba$o automonitoreo indicaban !ue ellos estaran menos dispuestos a tener relaciones sexuales con alguien con el cual no se sintieran comprometidos ' !ue se sentiran menos confortables ' disfrutaran menos involucr)ndose en sexo casual con diferentes pare$as. Estas evidencias, en con$unto con las provenientes de otros estudios relacionados <,n'der ' otros, 1@A2F ,n'der ' otros, 1@A8F ,n'der P ,impson, 1@A>=, revelan un patr n m)s general de relaci n entre la dimensi n de automonitoreo ' diferentes estilos en las relaciones interpersonales. 4anto en las relaciones rom)nticas como en las relaciones de amistad, los individuos con alto ' ba$o automonitoreo se diferenciaran respecto a la profundidad de los la#os afectivos !ue desarrollan "acia las otras personas. El estilo interpersonal m)s caracterstico de los individuos con alto automonitoreo inclu'e el intentar atraer la atenci n de los otros mediante t)cticas de autopresentaci n, facilidad para establecer contactos sociales ' conversaciones, ma'or disposici n a involucrarse en relaciones sexuales casuales, menor tendencia a desarrollar fuertes vnculos afectivos ' menor tendencia a mantener relaciones personales por largos perodos. En cambio los indi/ viduos con ba$o automonitoreo no tienden a atraer la atenci n de los otros ' no tienen facilidad para establecer contactos sociales. ,in embargo, una ve# !ue establecen relaciones personales tienden a desarrollar la#os afectivos relativamente fuertes ' a mante/ ner tales relaciones por largos perodos. Respecto a la conducta sexual, ellos en general tienden a restringir sus relaciones sexuales a personas con las cuales se sientan psicol gicamente cercanos. CO56*C4A ,EN*A. & ORIE54ACI75 ,OCIO,EN*A. A partir de evidencias como las anteriormente descritas fue emergiendo en la literatura psicosocial el constructo de sociosexualidad u orientaci"n sociosexual <,impson P ?angestad, 1@@1=, concebido como una dimensi n de personalidad o de diferencias

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individuales en la disposici n a involucrarse en relaciones sexuales fuera del contexto de una relaci n de compromiso afectivo. .os individuos !ue poseen una orientaci n sociosexual restrictiva insisten en la necesidad de compromiso ' cercana en una relaci n rom)ntica antes de involucrarse en relaciones sexuales. Ellos declaran por e$emplo !ue necesitan sentirse cercanos psicol gicamente para sentirse confortables con el sexo, "an tenido pocas pare$as sexuales ' raramente "an tenido contacto sexual con una pare$a en una sola ocasi n. A la inversa, los individuos !ue poseen una orientaci n sociosexual no restrictiva tienden a sentirse relativamente confortables involucr)ndose en relaciones sexuales sin compromiso o cercana. Ellos indican, por e$emplo, !ue pueden disfrutar el sexo sin compromiso afectivo, !ue "an tenido varias pare$as sexuales ' contactos sexuales con diferentes pare$as en una sola ocasi n. Algunas de las diferencias en orientaci n sociosexual podran tener como base las distinciones de g-nero, 'a !ue en general los "ombres tienden a presentar actitudes m)s permisivas ' a ex"ibir una conducta menos restrictiva respecto a involucrarse en relaciones sexuales sin compromiso <:endricE ' otros, 1@A2=. ,in embargo, ' al igual como ocurre en cual!uier )mbito de diferencias sexuales, respecto a los ndices de la sociosexualidad parece existir una amplia variabilidad dentro de cada sexo, tal ve# ma'or !ue las diferencias promedio existentes entre los sexos <,impson P ?angestad, 1@@1=. Por esta ra# n, adem)s de constatar las diferencias de g-nero en orientaci n sociosexual, diversos estudios se "an focali#ado en las variaciones intrasexo relacionadas con la sociosexualidad. As por e$emplo, se "a informado !ue los individuos con altos punta$es en las dimensiones de extraversi n, desin"ibici n ' automonitoreo tienden a presentar actitudes m)s permisivas "acia el sexo sin compromiso ' est)n m)s predispuestos a involucrarse en formas menos restrictivas de conducta sexual, en comparaci n con los individuos con ba$os punta$es en tales dimensiones <,impson P ?angestad, 1@@1=. 5A4*RA.EQA I54ERPER,O5A. 6E .A ,OCIO,EN*A.I6A6 .a investigaci n acerca de este tema anterior a los a9os @B presentaba ciertas limitaciones, tanto metodol gicas como te ricas. Respecto a las primeras, muc"as medidas utili#adas para evaluar la orientaci n sociosexual no "aban sido validadas ' no estaba claro si, ' en !u- grado, tales mediciones se relacionan con la conducta sexual real. &, respecto a las segundas, la ma'or parte de la investigaci n no "aba examinado las actitudes ' conductas sociosexuales dentro del contexto de las relaciones rom)nticas actuales, sino !ue usualmente s lo se "aban estudiado en general las experiencias e "istorias sexuales de los individuos. 6esde el punto de vista te rico, para intentar explicar la variabilidad intr)sexo en sociosexualidad usualmente se postulaba una perspectiva de motivaci n sexual. ,e asuma !ue las diferencias individuales en actitudes ' conductas sociosexuales resultaban del diverso grado de inter-s sexual general, seg(n lo cual los individuos !ue tenan actitudes ' conductas sociosexuales permisivas posean niveles significativamente m)s altos de motivaci n sexual general !ue los individuos menos permisivos. ,in embargo, tal relaci n entre orientaci n sociosexual ' motivaci n sexual no "aba sido verificada. As, por e$emplo, se asuma !ue deba existir ia relaci n sustancial entre la disposici n a involucrarse en relaones sexuales sin la#os emocionales ' la frecuencia sexual dentro C una relaci n de compromiso, 'a !ue ambas seran indicadores a inter-s sexual general, sin embargo tal relaci n no "aba sido ,mostrada adecuadamente ' existen algunas evidencias !ue sueren !ue ambos aspectos pueden ser relativamente independientes.

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As, ,n'der ' otros <1@AJ= identificaron dos factores relativamente independientes !ue sub'acan a diversas conductas ' actitudes sociosexuales. El primer factor refle$a variaciones individuales en la disposici n a involucrarse en sexo sin compromiso, mientras !ue el segundo factor muestra diferencias en el monto ' frecuencia de experiencias o actividades sexuales. Por su parte, :endricE ' otros <1@A2= "aban encontrado !ue los temes !ue apuntaban a frecuencia sexual no tenan ma'or relaci n con la dimensi n de permisividad sexual. Adem)s, desde una perspectiva evolucionista ' en t-rminos de inversi n, el sexo sin compromiso ' la frecuencia sexual refle$aran mu' diferentes niveles de inversi n personal en una relaci n. +ientras !ue la ocurrencia de relaciones sexuales sin compromiso implica ausencia de inversi n personal, la frecuencia de sexo en una relaci n cercana ' de compromiso refle$a ' posiblemente facilita una fuerte inversi n personal. 4eniendo presente los aspectos anteriores, ,impson ' ?angestad <1@@1= dise9aron una serie de estudios !ue tuvieron los siguientes ob$etivosC <a= identificar los principales ndices del grado en !ue un individuo posee una orientaci n restrictiva o no "acia la invo/ lucraci n en sexo sin compromisoF <b= evaluar la valide# de los autoinformes conductuales ' actitudinales de sociosexualidad con criterios externosF ' <c= determinar si la dimensi n de orientaci n sociosexual es empricamente distinta de la motivaci n sexual o inter-s sexual general. En relaci n con el segundo ob$etivo, los autores "ipoteti#aron !ue si los individuos no restrictivos est)n m)s dispuestos a involucrarse en sexo no comprometido, entonces ellos deben re!uerir menos tiempo, menos exclusividad sexual, menos inversi n personal, menos compromiso ' menores vnculos afectivos con sus pare$as antes de tener relaciones sexuales con ellas. 6e acuerdo a esto, se formularon las siguientes prediccionesC <1= los individuos no restrictivos se involucran en relaciones sexuales m)s tempranamente durante sus relaciones rom)nticas, !ue los individuos restrictivosF <0= los individuos restrictivos se involucran menos en relaciones sexuales con m)s de una pare$a durante un determinado perodo, en comparaci n con los individuos no restrictivosF ' <8= los individuos no restrictivos se involucran en relaciones sexuales caracteri#adas por menos inversi n personal, menos amor, menos compromiso ' menos dependencia !ue los individuos res/ trictivos. .os resultados obtenidos en un con$unto de seis estudios apo'aron las distintas predicciones. En relaci n con el primer ob$etivo, se confirm la existencia de un factor !ue refle$aba la variabilidad en la disposici n a involucrarse en relaciones sexuales en ausencia de vnculos afectivos significativos. Este factor estaba conformado por los siguientes cinco ndicesC n(mero de pare$as sexuales durante el a9o precedente, n(mero de pare$as sexuales visuali#adas en los pr ximos cinco a9os, n(mero de relaciones sexuales de una sola noc"e, frecuencia de fantasas sexuales con otras personas distintas a la pare$a actual ' actitud "acia el sexo casual sin compromiso. Estos ndices conforman el -nventario de .rientaci"n Sociosexual /-.S0, el cual permite evaluar si un individuo posee una orienta/ ci n m)s bien restrictiva o m)s bien no restrictiva "acia el sexo sin compromiso. Respecto al segundo ob$etivo, mediante tres estudios se confirmaron las tres predicciones descritas anteriormente, esto es, !ue los individuos no restrictivos se involucran m)s tempranamente en relaciones sexuales en sus relaciones rom)nticas, es m)s probable !ue se involucren en relaciones sexuales con m)s de una pare$a a la ve# ' !ue sus relaciones sexuales se caracteri#an por menor inversi n personal, menor compromiso, menor dependencia ' menor profundidad de la#os afectivos, en comparaci n con los indi/ viduos restrictivos. & en cuanto al tercer ob$etivo, los resultados de dos estudios confirmaron la relativa independencia entre la orientaci n sociosexual ' el inter-s o motivaci n sexual general.

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Por una parte se encontr !ue los punta$es en el IO, no correlacionaban con la frecuencia de relaciones sexuales entre las pare$as sexualmente activas. & por otra parte los punta$es en el IO, no se correlacionaban con medidas actitudinales de satisfacci n sexual, culpa sexual ' ansiedad sexual. Estas evidencias son especialmente significativas por!ue contradicen la creencia, compartida tanto por muc"as personas legas como por investigadores anteriores, de !ue las motivaciones !ue sub'acen la disposici n a involucrarse sexualmente con varias pare$as son similares a las !ue sub'acen la motivaci n sexual general o la frecuencia de relaciones sexuales. 4al creencia no considera suficientemente !ue la conducta sexual ocurre ' debe ser interpretada en un contexto social e interpersonal, ' $ustamente el concepto de sociosexualidad refle$a la naturale#a intrnsecamente interpersonal de la sexualidad, siendo por lo tanto un aspecto de especial inter-s para una visi n psicol gica. OR3?E5E, & CORRE.A4O, 6E .A ,OCIO,EN*A.I6A6 Respecto a los posibles orgenes de las diferencias individuales en orientaci n sociosexual, se puede pensar tanto en influencias externas como en posibles influencias gen-ticas, al igual como en cual!uier otro )mbito conductual. .os individuos restrictivos tienden a involucrarse en relaciones m)s duraderas, caracteri#adas por ma'or compromiso ' la#os emocionales m)s fuertes, mientras !ue los individuos no restrictivos tienden a involucrarse en relaciones m)s pasa$eras, caracteri#adas por menor compromiso ' la#os afectivos m)s d-biles. Estas diferencias en las relaciones rom)nticas de los individuos restrictivos ' no restrictivos "aran factible relacionar la dimensi n de sociosexualidad con los estilos de apego, sugiriendo !ue los tipos de experiencias infantiles de apego a los padres podran producir diferencias individuales en la preferencia por relaciones rom)nticas adultas duraderas ' comprometidas, o bien pasa$eras ' no comprometidas. Esto es lo !ue propusieron :a#an ' ,"aver <1@AH=, !uienes informan !ue el estilo de apego !ue desarrolla un individuo en su infancia puede influenciar la orientaci n !ue luego como adulto adopta "acia sus pare$as rom)nticas. A!uellos individuos !ue pre/ sentaban un estilo de apego evitador tendan a preferir relaciones rom)nticas pasa$eras !ue no implicaran altos niveles de intimidad ' compromiso ' tenan un menor nivel de aceptaci n de las imperfecciones de la pare$a. .os individuos !ue presentaban un estilo de apego am ivalente o ansioso experimentaban las relaciones rom)nticas como una preocupaci n obsesiva con deseo de reciprocidad ' compromiso, cambios emocionales bruscos ' altos niveles de atracci n sexual ' celos. & los individuos !ue presentaban un estilo de apego seguro describan sus relaciones rom)nticas como inclu'endo m)s amistad ' confian#a, ' tambi-n preferan relaciones duraderas ' comprometidas, pero sin mostrar la necesidad obsesiva de cercana ' compromiso caracterstica de los individuos ansiosos. En esta misma lnea, ,impson <1@@B= investig la influencia de los estilos de apego mencionados en las relaciones rom)nticas, en t-rminos de su naturale#a, de los patrones emocionales experimentados ' de los efectos emocionales experimentados luego de la ruptura de la relaci n. El estudio comprendi 1>> pare$as de $ venes, a !uienes se administraron instrumentos destinados a evaluar estilo de apego, caractersticas de la relaci n <interdependencia, compromiso, confian#a ' satisfacci n= ' emociones m)s com(nmente experimentadas. En un seguimiento a los J meses se encontr !ue >A pare$as se/"aban disuelto ' en ellas se evalu el grado de desa$uste emocional !ue "aban experimentado luego de la ruptura de la relaci n. .os resultados mostraron !ue los diferentes estilos de apego <seguro, ansioso ' evitador= tendan a asociarse con relaciones rom)nticas !ue diferan en su naturale#a

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cualitativa. .as personas !ue presentaban un estilo de apego seguro tendan a estar involu/ cradas en relaciones caracteri#adas por ma'ores niveles de interdependencia, confian#a, compromiso ' satisfacci n, en comparaci n con a!uellas !ue presentaban un estilo ansioso o evitador. 4ambi-n los estilos de apego estaban asociados con diferentes patrones de experiencia emocional dentro de la relaci n, encontr)ndose !ue las personas !ue presentaban un estilo de apego seguro tenan relaciones caracteri#adas por la ocurrencia m)s frecuente de emociones positivas !ue negativas, d)ndose lo inverso en los otros dos estilos. & respecto al efecto emocional de la disoluci n de la relaci n, los "ombres con estilo evitador de apego experimentaban un nivel de desa$uste emocional significativamente menos prolongado ' menos intenso luego de la ruptura de la relaci n, en comparaci n con los otros "ombres ' mu$eres. Por lo tanto, ' aun!ue no existe todava suficiente evidencia especfica al respecto, parece ra#onable pensar !ue los estilos de apego temprano pueden tener un efecto importante en el desarrollo ' expresi n de la orientaci n sociosexual de los adultos, pudiendo establecerse una relaci n entre estilo evasivo de apego ' orientaci n sociosexual no restrictiva. Adem)s de los factores externos o en interacci n con ellos, tambi-n pueden $ugar un rol algunas influencias gen-ticas en las diferencias individuales en sociosexualidad. Por una parte, evidencias surgidas de estudios con gemelos indican !ue variables sociosexuales tales como permisividad ' actitud "acia el sexo impersonal tendran componentes tanto ambientales como gen-ticos <citado en ,impson P ?angestad, 1@@1=, ' por otra parte se "an informado correlaciones positivas entre la orientaci n no restrictiva ' dimensiones de personalidad !ue tienen un componente gen-tico importante, como la extraversi n ' la b(s!ueda de sensaciones. Respecto a la relaci n entre caractersticas de personalidad ' orientaci n sociosexual, Reise ' Irig"t <1@@J= investigaron !u- rasgos se asociaban con las diferencias individuales en sociosexualidad, examinando la posible relaci n entre a!uellos rasgos m)s factibles de encontrar en algunos des rdenes de personalidad ' la orientaci n no restrictiva. Ellos ra#onaron !ue los individuos no restrictivos deberan tener caractersticas !ue faciliten o al menos sean congruentes con la tendencia a tener m(ltiples pare$as sexuales ' relaciones pasa$eras fuera del contexto de una relaci n de compromiso. 6ebido a los est)ndares sociales !ue "acen m)s esperable ' aceptable la conducta no restrictiva en los "ombres !ue en las mu$eres, es distinto el significado de tal conducta en ambos sexos ' por lo tanto las caractersticas de personalidad !ue facilitan la conducta no restrictiva deberan tambi-n diferir para cada sexo. Para examinar esto, ellos estimaron las correlaciones existentes entre los punta$es en el Inventario de Orientaci n ,ociosexual <IO,= ' las autodescripciones en el California V/sort de una muestra de 1@2 estudiantes universitarios. Respecto a las caractersticas asociadas a la orientaci n sociosexual, los individuos no restrictivos de ambos sexos se describieron a s mismos como atractivos ' -ticamente no consistentes. .as mu$eres no restrictivas adem)s se describieron como no moralistas, no conservadoras ' tendientes a variar de rol dependiendo de la situaci n. .os "ombres no restrictivos se describieron como no responsables, no productivos, asertivos, no c)lidos ' no ansiosos. En cuanto a la relaci n entre orientaci n no restrictiva ' perfiles de des rdenes de personalidad, no se confirm la "ip tesis de una relaci n entre sociosexualidad no restrictiva femenina ' caractersticas de personalidad "istri nica ' limtrofe. En cambio en el caso de los "ombres, ' tal como se "ipoteti# , se encontr una relaci n significativa entre sociosexualidad no restrictiva ' caractersticas de personalidad antisocial ' narcisstica.

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+O4IOACIO5E, & EFEC4O, 6E .A ORIE54ACI75 ,OCIO,EN*A. 4al como se describi anteriormente, las diferencias individuales en sociosexualidad no parecen provenir del nivel general de motivaci n, satisfacci n, culpa ni ansiedad sexuales. TCu)les podran ser entonces las bases motivacionales de las diferencias individuales en la disposici n a involucrarse en sexo sin compromisoU Aun!ue falta m)s investigaci n al respecto, podran existir al menos tres fuentes motivacionales sub'acentes a la expresi n conductual de la sociosexualidad. En primer lugar, algunos individuos pueden tener una orientaci n no restrictiva por!ue simplemente disfrutan involucr)ndose en actividades sexuales con diferentes pare$as. & aun!ue este deseo de diversidad sexual es en general m)s com(n entre los "om/ bres !ue entre las mu$eres, algunas mu$eres tambi-n pueden desarrollar una orientaci n no restrictiva para satisfacer necesidades de diversidad sexual. En segundo lugar, algunos individuos pueden poseer una orientaci n no restrictiva debido a !ue ellos no !uieren o no tienen la capacidad de establecer la#os psicol gicos o emocionales intensos con sus pare$as. En este caso la involucraci n en una serie de relaciones casuales o no comprometidas permite a los individuos sentirse fsicamente cercanos sin el costo potencial de la vulnerabilidad emocional. En relaci n con esto, se puede recordar !ue Reise ' Irig"t <1@@J= encontraron una relaci n, al menos en "ombres, entre la orientaci n no restrictiva ' caractersticas propias de des rdenes de personalidad, correspondientes a individuos !ue %se caracteri#an a menudo por falta de madure# psicol gica o desarrollo del ego, lo cual a su ve# limita severamente su capacidad para vnculos ' compromisos interpersonales de alta calidad ' a largo pla#o% <p. 18B=. & en tercer lugar, algunas personas <especialmente mu$eres, dentro de nuestro contexto cultural= pueden estar dispuestas a involucrarse en sexo no comprometido para atraer ' retener pare$as rom)nticas deseables, aun!ue ellas realmente deseen relaciones de compromiso a largo pla#o. En estos casos la orientaci n ' especialmente la conducta no restrictiva tendran un car)cter instrumental, en el sentido !ue pueden aumentar el atractivo sexual de la mu$er frente a una potencial pare$a ' "acer m)s probable el establecimiento de una relaci n m)s permanente con esa persona, !ue sera la meta final !ue se busca. Respecto a esta posibilidad, se "a visto !ue las mu$eres no restrictivas tienden a buscar "ombres m)s atractivos ' !ue experimentan ma'or trastorno emocional luego de la disoluci n de una relaci n <citado en ,impson P ?angestad, 1@@1=. En cuanto a los efectos de la orientaci n sociosexual, las diferencias individuales en sociosexualidad pueden tener importantes implicaciones para comprender la formaci n ' mantenci n de relaciones rom)nticas. As, 'a !ue los individuos restrictivos prefieren las relaciones de compromiso a largo pla#o, mientras !ue los individuos no restrictivos tienden a tener relaciones sin compromiso a corto pla#o, sera ra#onable esperar !ue ellos se basaran en diferentes criterios al iniciar relaciones rom)nticas. .os individuos restrictivos tienden a escoger pare$a sobre la base de atributos !ue faciliten la estabilidad ' el compromiso de la relaci n, tales como la fidelidad, la compatibilidad personal ' la capacidad de afecto, mientras !ue los individuos no restrictivos podran tender a seleccionar pare$a sobre la base de atributos !ue no promuevan necesariamente la estabilidad ' el compromiso, tales como el atractivo fsico o el carisma personal. Respecto a esto, otro estudio de ,impson ' ?angestad mostr !ue los individuos no restrictivos evaluaban el atractivo ' el estatus social como m)s importante en una pare$a informal !ue

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las cualidades personales, ' !ue adem)s tenan pare$as actuales !ue eran m)s atractivas socialmente, pero menos responsables, menos fieles ' menos afectuosas !ue las pare$as de los individuos restrictivos <citado en Reise P Irig"t, 1@@J=. Gones <1@@A= inform de un estudio destinado especficamente a identificar las motivaciones para involucrarse en relaciones rom)nticas de los individuos con diferente orientaci n sociosexual. .os resultados mostraron !ue los individuos restrictivos presenta/ ban m)s motivos intrnsecos, es decir, a!u-llos asociados con disfrutar de actividades compartidas, sentirse cercanos ' obtener recompensas interpersonales dentro de la relaci n. ,in embargo, ' contrariamente a lo esperado, los individuos no restrictivos no posean ma'ores motivaciones extrnsecas para su involucraci n rom)ntica, es decir, no valori#aban m)s las recompensas sociales <visibilidad social, estatus, etc.= derivadas de la involucraci n con su pare$a. En este estudio tambi-n se examin la relaci n entre sociosexualidad ' compromiso con la relaci n rom)ntica actual ', tal como se esperaba, se encontr !ue los individuos restrictivos informaban ma'or nivel de compromiso !ue los individuos no restrictivos. Este resultado es consistente con el informado anteriormente por ,impson ' ?angestad <1@@1=, en el sentido !ue los individuos restrictivos se caracteri#an por ma'or compromiso, inversi n, dependencia ' profundidad de la#os afectivos en sus relaciones de pare$a. 6e acuerdo a Gones <1@@A=, esta relaci n entre orientaci n sociosexual ' compromiso sera mediada <' explicada= por los distintos patrones motivacionales de los individuos restrictivos ' no restrictivos respecto a su involucraci n en relaciones ro/ manticas. En relaci n con posibles efectos de la orientaci n sociosexual en la mantenci n de las relaciones de pare$a a largo pla#o, no existe a(n evidencia especficaF sin embargo la investigaci n futura podra examinar predicciones como las siguientes. ,e podra esperar !ue los individuos con una orientacion sociosexual no restrictiva tengan una menor disposici n a permanecer en una relaci n marital insatisfactoria, o una ma'or susceptibilidad a involucrarse en relaciones extramaritales con otras pare$as atractivas. ,e esperara tambi-n !ue la satisfacci n de -stos con la relaci n fuera ma'or cuando la pare$a es atractiva ' carism)tica, mientras !ue la de los individuos restrictivos fuera m)s dependiente del afecto expresado ' fidelidad de la pare$a. 4ambi-n podra esperarse una ma'or probabilidad de !ue los individuos no restrictivos terminen la relaci n si declina el atractivo o carisma personal de la pare$a, ' una ma'or probabilidad de !ue los individuos restrictivos terminen la relaci n cuando la pare$a 'a no desea o no puede proporcionarles fidelidad, compatibilidad o afecto. Por lo tanto, se puede afirmar !ue el constructo de sociosexualidad ' las investigaciones disponibles "asta a"ora "acen una contribuci n significativa a una me$or comprensi n de las relaciones rom)nticas. Por una parte, muestran !ue las orientaciones psicosociales de los individuos pueden tener un efecto importante en la formaci n ' mantenci n de esas relaciones, ilustrando acerca del rol significativo !ue tienen aspectos como la intimidad ' el compromiso en la sexualidad ' en la naturale#a de las relaciones rom)nticas. & por otra parte, ellas ponen de manifiesto la naturale#a social e interpersonal de la conducta sexual "umana, revelando c mo las diferencias individuales en sociosexualidad !ue existen dentro de cada sexo afectan sistem)ticamente las interacciones entre ambos sexos en el contexto de las relaciones rom)nticas. Por (ltimo, otra implicaci n importante de la orientaci n sociosexual puede relacionarse con la disposici n a involucrarse en conductas sexuales riesgosas, tema tan vigente en la era del ,I6A. *n estudio reciente de Agostinelli ' ,eal <1@@A= con universitarios encontr !ue al contestar una escala de actitudes "acia el sexo casual ' actitudes "acia la responsabilidad sexual, los individuos no restrictivos, en comparaci n

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con los individuos restrictivos, no s lo expresaban actitudes sexuales m)s permisivas sino !ue tambi-n actitudes sexuales menos responsables. El "ec"o !ue estas diferencias se dieran no solamente en la percepci n de s mismos sino !ue tambi-n en c mo perciban las actitudes de sus amigos cercanos, puede tener implicaciones importantes, 'a !ue, como expresan los autores, %el percibir las actitudes sexuales de los otros como relativamente permisivas ' menos responsables puede perpetuar la conducta sexual riesgosa, sirviendo 'a sea como una norma sub$etiva permisiva para guiar la propia conducta... o como una $ustificaci n despu-s/del/"ec"o para las propias conductas sexualmente riesgosas% <p. A2J=.

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REACCIO5E, A54E E,4I+*.O, ERO4ICO,

,on mu' variados los aspectos referentes a la sexualidad respecto a los cuales la informaci n cientfica es a(n mu' escasa, ' adem)s muc"as veces las pocas evidencias dis/ ponibles tienden a ser contradictorias ' no proporcionan un cuadro consistente. *no de los temas donde m)s se aprecia lo anterior es el referido a c mo reaccionan las personas al ser expuestas a diversos estmulos sexuales, ' !u- efectos tienen esos estmulos en su conducta. Algunas de las interrogantes m)s especficas !ue surgen frente a este tema son las siguientesC T!u- cosas son sexualmente excitantes ' por !u-U, T!u- correspondencia existe entre la excitaci n fisiol gica ' la excitaci n psicol gicaU, Tson diferentes los estmulos m)s sexualmente excitantes para cada sexoU, Tc mo afecta la vida sexual de los individuos la exposici n a materiales er ticos, tales como libros, revistas o pelculasU, T!urelaci n existe entre la pornografa ' la agresi n sexualU, etc. 6ada tal escase# de informaci n ' su car)cter a menudo contradictorio, es inevitable !ue en estos aspectos exista gran confusi n ' sea un terreno f-rtil para una variedad de generali#aciones infundadas ' verdaderos mitos, todo lo cual puede distorsionar la comprensi n de la naturale#a de la sexualidad ' tener efectos negativos en el a$uste sexual tanto individual como de pare$a. Por esta ra# n a continuaci n revisaremos, de la manera m)s clara ' precisa posible, el conocimiento cientfico disponible acerca de estos temas comple$os ' algo pol-micos. Al intentar precisar !u- se entiende por er tico, se puede apreciar una falta de delimitaci n entre los conceptos de erotismo ' pornografa, 'a !ue algunos autores "acen la distinci n entre ambos t-rminos ' otros no. ?agnon <1@AB= afirma !ue, aun!ue por/ nografa literalmente significa escribir sobre prostitutas, %en la pr)ctica "a venido a incluir todas las formas de material er tico o sexualmente excitante en medios de comunicaci n como la literatura, el arte ' el cine% <p. 0@@=. Irig"tsman ' 6eaux <1@A1= plantean !ue pornografa "a sido el t-rmino m)s usado para, referirse a %cual!uier material escrito, visual o verbal !ue se considera sexualmente excitante% <p. 0BB=. *na mu' ligera distinci n se puede encontrar en +cCar' ' otros <1@@J=, !uienes definen er"tico como %perteneciente al amor o a la sensaci n sexualF sexualmente estimulante% <p. 8AJ= ' pornografa como %presentaci n de material literario, artstico, flmico o por medios de comunicaci n ' expresi n, !ue incita la sexualidad% <p. 8@1=. Russell tambi-n distingue entre ambos conceptos, definiendo pornografa como %las representaciones explcitas de conducta sexual, verbales o pict ricas, !ue tienen como una caracterstica distintiva la representaci n degradante o reba$ante de seres "umanos, especialmente mu$eres% <citada en :'de, 1@@>, p. 21A=. En esta misma lnea, Allison ' Irig"tman <1@@8= afirman !ue %la pornografa usualmente involucra la fusi n de sexualidad ' conducta violenta. El material er tico, como opuesto a la pornografa, puede tener un ob$etivo de excitaci n sexual sin ilustrar o invocar violencia, victimi#aci n, o despersonali#aci n. ,in embargo, lo !ue es degradante ' abusivo a menudo es susceptible de muc"as interpretaciones diferentes% <p. 8A=.

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Como puede verse, resulta casi una tarea imposible distinguir claramente los conceptos de erotismo ' pornografa, a pesar !ue ellos parecen evocar connotaciones diferentes en la ma'ora de las personas, siendo m)s positivos los significados asignados a erotismo ' m)s negativos los asociados a pornografa. ,in embargo, si nos atenemos a las definiciones de pornografa citadas m)s arriba, este concepto abarca un amplio rango de estmulos, desde a!uellos materiales sexualmente explcitos !ue refle$an amor ' pasi n, "asta a!uellos !ue representan degradaci n, violencia ' abuso. Es por ello !ue algunos autores, preocupados del tema, "acen una distinci n !ue nos parece mu' importante entre pornografa no degradante ' pornografa degradante <usualmente de la mu$er=, ' dentro de esta (ltima, entre pornografa degradante no violenta ' pornografa degradante violenta <citado en Russell, 1@@8=. Como una forma de remover las connotaciones negativas asociadas, algunos autores "an incorporado el t-rmino er tica <D'rne ' otros, 1@H>F +oroEoff, 1@A2=. As, :'de <1@@>= define er"tica como %material sexualmente excitante !ue no es degradante de las mu$eres, "ombres o ni9os% <p. H08=. +)s all) de los problemas conceptuales se9alados, los estmulos er ticos utili#ados en la investigaci n "an consistido com(nmente en la pro'ecci n de fotos o tro#os de pelculas donde una pare$a "eterosexual semidesnuda o desnuda se involucra en contactos sexuales de tipo manual/genital, oral/genital, ' coito en diversas posiciones. Aun!ue los estmulos visuales "an sido los m)s empleados, tambi-n se "an usado grabaciones de relatos er ticos ' aun los estmulos internos proporcionados por las propias fantasas sexuales de los su$etos. Esta variabilidad en los tipos de estmulos utili#ados ' tambi-n en sus contenidos "a sido uno de los factores !ue "a contribuido a las inconsistencias entre distintos estudios !ue mencion)bamos al inicio de este captulo.

ESTIMULOS EROTICOS Y EXCITACION SEXUAL


Adem)s del autoinforme de las reacciones sexuales, mediante ciertos dispositivos es posible medir cambios fisiol gicos en los genitales masculinos ' femeninos en respuesta a estmulos sexuales, con la venta$a de !ue los datos obtenidos son m)s ob$etivos !ue los producidos por el autoinforme. El m-todo principal es la pletismografa genital, destinada a medir la vasocongesti n de los genitales, !ue es la principal reacci n fisiol gica durante la excitaci n sexual. En los "ombres involucra la medici n de cambios en el volumen ' tama9o del pene durante la erecci n, ' en la mu$eres cambios en la presi n sangunea vaginal ' en el volumen ' temperatura de los labios menores. *n sistema especfico para la medici n de la excitaci n sexual femenina es el fotopletism grafo vaginal, un cilindro acrlico !ue se inserta en la entrada de la vagina ' !ue mide la amplitud del pulso vaginal. .as primeras aplicaciones de estos procedimientos de medici n se reali#aron en los a9os 2B en "ombres, como una contribuci n al diagn stico de impotencia psicog-nica ' a la evaluaci n ' tratamiento de ofensores sexuales tales como violadores ' pedoflicos. ,u aplicaci n a la medici n de respuestas fisiol gicas femeninas "a sido muc"o menor ' s lo a partir de los a9os HB, en el contexto de la investigaci n b)sica acerca de las reacciones del organismo frente a los estmulos er ticos. ,in embargo, tal ve# la forma m)s utili#ada para medir la excitaci n sexual frente a estmulos er ticos es el autoinforme, el cual puede ser considerado menos preciso o confiable, pero plantea tambi-n menos problemas pr)cticos o de otro tipo. As, por e$em/ plo, los su$etos pueden informar de sus respuestas fisiol gicas en una escala de H puntos, donde para las mu$eres 1 significa %ninguna sensaci n genital% ' H %orgasmo%, ' para los "ombres 1 significa %nada de erecci n% ' H %e'aculaci n% <DecEer P D'rne, 1@A2=. Otra alternativa es !ue los su$etos informen en !u- medida ellos experimentan diversas

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reacciones fisiol gicas frente al estmulo, !ue para los "ombres seran erecci n ' emisi n pre/e'aculatoria ' para las mu$eres lubricaci n vaginal, sensaciones en los senos ' genitales <Fis"er P D'rne, 1@HA=. .os estudios reali#ados en general "an encontrado !ue la ma'or parte de los "ombres ' de las mu$eres informan experimentar estas reacciones fisiol gicas al ser expuestos a estmulos er ticos en el laboratorio, lo cual vendra a contradecir en parte la extendida creencia de !ue ellas son muc"o menos excitables !ue ellos ante estmulos sexuales explcitos. ,in embargo, es necesario enfati#ar !ue estamos "ablando de reacciones de excitaci n ' no de respuestas afectivas o evaluativas frente a los estmulos, tema m)s comple$o !ue discutiremos en la siguiente secci n. 4al como podra esperarse, la reacci n de excitaci n frente a estmulos er ticos puede estar su$eta en alg(n grado a un efecto de saciedad, como informaron :oLard ' otros <citados en +alamut", 1@AA= en un estudio con "ombres. Cada su$eto pasaba @B minutos al da, por cinco das a la semana, ' durante tres semanas, solo en una pie#a !ue contena una gran cantidad de materiales er ticos, inclu'endo libros, fotos ' pelculas, as como algunos materiales no er ticos. ,e observ !ue a medida !ue pasaban los das disminuan las reacciones de excitaci n <erecciones, fosfatasa )cida en la orina ' autoinforme= ' tambi-n el tiempo dedicado a observar o leer el material er tico. ,in embargo, la introducci n de nuevos materiales er ticos restitua completamente los niveles de excitaci n sexual, ' lo mismo ocurra cuando los su$etos volvan a ver una pelcula er tica dos meses despu-s, sugiriendo !ue la saciedad puede ser especfica m)s !ue general. .a excitaci n sexual tambi-n puede ocurrir sin estmulos er ticos externos, sino !ue en respuesta a fantasas autogeneradas. En algunos estudios se instru'e a los su$etos para rela$arse e imaginar una escena sexual excitante, observ)ndose en pocos minutos reacciones fisiol gicas de excitaci n <Irig"tsman P 6eaux, 1@A1=. .as respuestas al material er tico no son s lo fisiol gicas sino !ue tambi-n psicol gicas. As, por e$emplo, las personas expuestas a estmulos er ticos pueden involucrarse en fantasas sexuales 'a sea recordando eventos pasados o imaginando situaciones no vividas realmente, ' estas reacciones cognitivas forman parte de lo !ue usualmente se considera excitaci n sexual. & es en esta )rea donde se "an planteado las ma'ores controversias, especialmente en lo referente a si "ombres ' mu$eres presentan diferencias significativas en su nivel de excitaci n sexual frente a estmulos er ticos, o si son distintas en los tipos de estmulos er ticos !ue provocan ma'or excitaci n sexual en "ombres ' en mu$eres. 6urante muc"o tiempo se "a credo !ue las mu$eres son menos excitables !ue los "ombres ante materiales er ticos, ' en gran medida esa creencia se apo'a en los "alla#gos de los estudios de Kinse' ' colaboradores reali#ados en la d-cada del >B <1@JHa, 1@JHb=. En dic"os estudios, basados en el autoinforme, se conclu' !ue existan considerables diferencias entre "ombres ' mu$eres tanto en la disposici n a exponerse a estmulos er ticos como en la reacci n frente a tales estmulos. 4ales datos, provenientes del estudio m)s completo de la conducta sexual "umana, "an servido de base para afirmar !ue las mu$eres son menos excitables !ue los "ombres frente a materiales sexuales, lo cual es consistente con las observaciones de !ue las mu$eres no tienden a frecuentar libreras o cines para adultos, ' en general consumen muc"o menos pornografa <o %er tica%= !ue los "ombres. ,in embargo, esta diferencia de g-nero autoinformada en la exposici n ' reacci n a materiales er ticos puede en alguna medida estar relacionada con un factor de deseabilidad social. &a !ue el inter-s por tales materiales no parece ser algo socialmente esperado ';o aprobado para las mu$eres, ellas evitaran informar !ue se "an sentido excitadas frente a

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dic"os estmulos. Adem)s, las rmW$eres pueden informar !ue no se "an excitado frente a materiales er ticos basadas especialmente en el "ec"o !ue ellas "an tenido relativamente poca experiencia con tales materiales, ' no necesariamente por!ue no reaccionen frente a ellos. 6e a" !ue a partir de datos de autoinforme referentes a !ue las mu$eres no se "an excitado sexualmente frente a estmulos er ticos, no se debe asumir !ue ellas no responden a tales estmulos. & el procedimiento m)s apropiado para investigar posibles diferencias sexuales en las respuestas a estmulos er ticos sera exponer a "ombres ' mu$eres a los mismos estmulos ' evaluar sus reacciones.

!AY DIFERENCIAS DE GENERO EN EXCITA"ILIDAD#


Entre los intentos m)s directos por examinar las posibles diferencias de g-nero en excitabilidad frente a estmulos er ticos, se encuentran dos estudios reali#ados por Fis"er ' D'rne <1@HA=. En el primer estudio, los su$etos <8B "ombres ' 80 mu$eres, todos uni/ versitarios solteros= observaron una pelcula sin sonido de 1B minutos, en la cual una pare$a se desnudaba ' se involucraba en diversas caricias sexuales manuales ' orales "asta alcan#ar el orgasmo, ' a continuaci n ellos deban informar sobre sus reacciones tanto fisiol gicas como afectivas ' evaluativas frente a la pelcula. *n aspecto adicional interesante en este estudio fue !ue, a pesar !ue todos los su$etos eran expuestos a la misma pelcula, se induca en ellos una distinta disposici n tem)tica mediante la explicaci n previa. As, a algunos se les deca !ue se trataba de una pare$a reci-n casada ' mu' enamorada <tema afectivo=, mientras !ue al resto se les deca !ue se trataba de un cliente ' una prostituta <tema li idinoso=. Esto se "i#o con el fin de examinar lo !ue "aban informado otros autores, en el sentido !ue las mu$eres eran m)s excitables frente a temas er tico/rom)nticos mientras !ue los "ombres se excitaban m)s frente a temas puramente libidinosos o menos afectivos. .os resultados obtenidos en este primer estudio revelaron !ue no "ubo diferencias significativas en el nivel de excitaci n sexual informado por "ombres ' mu$eres, ' !ue adem)s dentro de cada sexo no "ubo variaciones en las reacciones al tema afectivo ' al tema libidinoso, tanto a nivel fisiol gico como evaluativo. Es decir, ' contrariamente a lo !ue "aban planteado otros autores, ni "ombres ni mu$eres informaron reacciones diversas de excitaci n frente a temas er ticos de amor o de %lu$uria%. ,in embargo, en otras variables consideradas se observaron diferencias entre "ombres ' mu$eres. As, las mu$eres presentaban ma'or tendencia a rotular la pelcula como pornogr)fica, ' se mostraban m)s a favor de restringir la disponibilidad de ese tipo de material. En cuanto a algunos antecedentes personales, sexuales, ' a pesar !ue el nivel de experiencia "eterosexual era similar para ambos sexos, las mu$eres de la muestra informaron !ue se "aban expuesto menos a materiales er ticos, !ue se excitaban menos frente a tales estmulos, se masturbaban menos frecuentemente, ' disfrutaban menos la estimulaci n oral/genital en comparaci n con los "ombres. El segundo estudio de los mismos autores tuvo como ob$etivo examinar la generali#aci n de los "alla#gos anteriores a otras muestras ' a otros estmulos, ' en este caso los su$etos fueron 8J pare$as $ venes casadas, ' en la ma'ora de los casos al menos uno de los c n'uges era estudiante universitario<a=. El procedimiento fue similar al estudio anterior, con algunas diferencias como las siguientesC <a= algunos su$etos vieron una pelcula de caricias <donde una pare$a se desnudaba s lo parcialmente ' se involucraba en caricias sexuales manuales sin alcan#ar el orgasmo=, mientras los otros vean una pelcula de coito <una pare$a se involucraba en caricias sexuales manuales ' orales, ' coito en diferentes posiciones=F <b= ambas pelculas eran precedidas de una explicaci n previa

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destinada a inducir una disposici n tem)tica de tipo afectivo o li idinoso <como en el estudio anterior= o una tercera condici n adicional de sexo casual, donde se les deca !ue se trataba de una pare$a !ue se "aba conocido reci-n en un baile ' se "aban sentido fuertemente atrados de inmediato. Este tema de sexo casual fue agregado para proporcionar un escenario m)s socialmente aceptado !ue el de la interacci n prostituta/ cliente, pero !ue al mismo tiempo fuera m)s libidinoso !ue afectivo. .as variables dependientes fueron las mismas del estudio anterior <reacciones fisiol gicas, afectivas ' evaluativas= ' tambi-n se obtuvieron antecedentes personales ' sexuales. 4anto "ombres como mu$eres reportaron ma'or excitaci n sexual frente al tema de sexo casual !ue frente a los temas afectivo ' libidinoso, lo cual indica !ue la perspectiva de un encuentro sexual casual parece m)s excitante para ambos sexos !ue 'a sea el sexo marital o el sexo pagado. Otros datos obtenidos fueron !ue, comparadas con las mu$eres expuestas a la pelcula de caricias, a!u-llas expuestas a la pelcula de coito reportaron ma'or nivel de lubricaci n vaginal, en cambio en los "ombres no se observaban diferencias significativas en las reacciones a ambos tipos de pelculas. En cuanto a otros antecedentes, en comparaci n con los "ombres, las mu$eres informaban "aber sido menos excitadas por estmulos er ticos en el pasado, "aber tenido menos pare$as sexuales premaritales, disfrutar menos el coito, desaprobar m)s el sexo extramarital, creer m)s !ue el sexo debe darse en una relaci n de amor ' creer m)s !ue su libre expresi n sexual "aba sido in"ibida por la culpa. ,eg(n Fis"er ' D'rne <1@HA=, los datos obtenidos en estos estudios sugieren !ue, contrario a una extendida creencia, el -nfasis afectivo o rom)ntico no sera una precondici n para !ue las mu$eres se exciten sexualmente frente a estmulos er ticos. ,in embargo, tambi-n sus datos mostraron !ue era m)s probable !ue las mu$eres evaluaran esos estmulos como pornogr)ficos, favorecieran la restricci n de tales materiales, informaran "aber tenido menos contacto con ellos ' "aber sido menos excitadas por ellos. Esto "ace concluir a los autores !ue existe una contradicci n notoria entre las expresiones de desinter-s de las mu$eres por los estmulos er ticos, ' el "ec"o !ue reaccionan de manera similar a los "ombres frente a ellos, lo cual se puede atribuir a las restricciones sociales ' culturales impuestas a la expresi n de la excitaci n sexual femenina. Otro estudio !ue examin especficamente las respuestas de "ombres ' mu$eres ante materiales er ticos, ' !ue obtuvo resultados similares a los reci-n expuestos, es el informado por :eiman en 1@H2 <citado en :'de, 1@@2=. En este caso a los su$etos <estu/ diantes universitarios= no se les mostraba pelculas sino !ue se les "aca escuc"ar grabaciones de relatos de interacciones "eterosexuales, ' se obtenan tanto sus valoraciones psicol gicas como sus reacciones fisiol gicas de excitaci n sexual, estas (ltimas mediante el uso de pletism grafo peneano ' vaginal. .as variables manipuladas fueronC <a= el contenido del relato, <b= si era el "ombre o la mu$er !uien iniciaba las actividades descritas en el relato, ' <c= si la descripci n del relato estaba centrada en las reacciones fsicas ' psicol gicas del "ombre o de la mu$er. Respecto al contenido de los relatos, existan cuatro condicionesC relato er"tico <con descripciones explcitas de pr)cticas sexuales=, relato rom#ntico <con expresiones mutuas de afecto ' sin actividades sexuales=, relato er"tico1 rom#ntico <con expresiones de afecto ' actividades sexuales explcitas= ' control <una pare$a conversando, sin elementos er ticos ni rom)nticos=. .os resultados mostraron !ue tanto los "ombres como las mu$eres mostraban alta excitaci n sexual <psicol gica ' fisiol gica= frente a las descripciones !ue contenan sexo explcito, esto es, relato er tico ' er tico/rom)ntico, ' no mostraban excitaci n frente al relato rom)ntico ' a la condici n control. Este "alla#go contradice la creencia de !ue las mu$eres se excitan m)s por contenidos rom)nticos, mientras !ue los "ombres son m)s excitables por contenidos de sexo explcito. Adem)s se inform !ue tanto los "ombres

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como las mu$eres encontraban m)s excitantes los relatos cu'as acciones eran iniciadas por la mu$er ' los relatos !ue se centraban en las reacciones de la mu$er. Por (ltimo, tambi-n se observ !ue en una proporci n significativa de mu$eres no exista correspondencia entre la excitaci n fisiol gica ' la psicol gica, es decir, aun!ue la medici n fisiol gica mostraba ndices claros de excitaci n sexual, algunas mu$eres informaban no sentirse especialmente excitadas. En cambio en los "ombres se observaba una total correspondencia entre los ndices fisiol gicos <erecci n= ' el reporte sub$etivo de excitaci n. .a ba$a correlaci n !ue encontr :eiman entre las medidas fisiol gicas ' el auto/ informe de excitaci n en las mu$eres puede explicarse en parte por procesos atencionales o cognitivos, como se sugiere en un estudio informado en 1@A8 por Korff ' ?eer <citado en :'de, 1@@>=. En dic"o estudio se expuso a mu$eres a diapositivas er ticas ' se midi su excitaci n sexual tanto a trav-s de medidas fisiol gicas como por el autoinforme, existiendo tres condiciones <dos experimentales ' una control=. A las mu$eres de un grupo experimental se las instru' para prestar atenci n a sus sensaciones genitales de excitaci n sexual <lubricaci n vaginal, calor p-lvico=, a a!u-llas del otro grupo experimental se las instru' para prestar atenci n a sus sensaciones extragenitales de excitaci n sexual <aumento de frecuencia cardaca, erecci n de los pe#ones=, mientras !ue a a!u-llas del grupo control no se les dio instrucciones. ,e encontr !ue ambos grupos experimentales mostraban alta correlaci n entre las medidas fisiol gicas ' el autoinforme de excitaci n, mientras !ue el grupo control mostraba la misma ba$a correlaci n !ue inform :eiman. Por lo tanto, al parecer las mu$eres pueden ser bastante precisas en percibir su excitaci n fsica si son instruidas para focali#ar la atenci n en sus manifestaciones. ,in embargo, la cultura no proporciona a las mu$eres tales instrucciones, sino !ue les dice !ue deben enfocar su atenci n en el amor, el romance o la pare$a, por lo cual muc"as mu$eres no aprenden a focali#ar su atenci n en su cuerpo. .a menor correspondencia entre excitaci n sexual fisiol gica ' psicol gica en las mu$eres es algo tambi-n encontrado en otros estudios, ' constitu'e una de las muc"as diferencias !ue parecen existir entre la sexualidad femenina ' la masculina. Adem)s, puede constituir un factor importante para explicar la ma'or prevalencia en las mu$eres de las disfunciones relacionadas con el deseo ' la excitaci n sexual. & aun!ue a un nivel simplista se puede pensar !ue esta diferencia deriva en gran medida de ra#ones anat micas, al mismo tiempo sera un indicador de la ma'or comple$idad ' multideterminaci n !ue parece tener la expe/ riencia de excitaci n sexual de las mu$eres en comparaci n con la de los "ombres. .a existencia de ma'ores diferencias de g-nero en los aspectos psicol gicos m)s !ue fisiol gicos de la excitaci n sexual frente a estmulos er ticos, tambi-n se aprecia en algunos datos del estudio de DecEer ' D'rne <1@A2=, el cual no estaba dirigido especfi/ camente a comparar las reacciones de "ombres ' mu$eres. En este estudio reali#ado con universitarios, los su$etos observaban una serie de 01 diapositivas a color con im)genes de pare$as "eterosexuales desnudas ' semidesnudas involucradas en contacto manual/genital, oral/genital ' coito en diversas posiciones. A diferencia de la ma'or parte de los estudios, en este caso cada su$eto /!uien estaba solo<a= en una pie#a/ controlaba el inicio ' el t-r/ mino de la pro'ecci n de cada diapositiva, ' este tiempo de exposici n era registrado sin !ue los su$etos lo supieran, 'a !ue -sa era una de las variables consideradas. Al terminar de ver todas las diapositivas, los su$etos contestaban una escala de 0J ad$etivos bipolares indicando c mo se "aban sentido mientras observaban las diapositivas, e indicaban en una escala de 1 a H cu)l "aba sido su nivel de reacci n fisiol gica sexual m)s intensa durante la exposici n a los estmulos er ticos. ,e encontr !ue, aun!ue no se observaban diferencias de g-nero en los autoinformes de excitaci n sexual fisiol gica, s existan en otros aspectos. As, los "ombres presentaban un ma'or tiempo promedio de exposici n a las diapositivas !ue las

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mu$eres <>.J seg. ' 0.H seg. respectivamente=, informaban reacciones afectivas m)s positivas, ma'or excitaci n sexual psicol gica, ' ma'or involucraci n personal en la tarea. .a ma'or discrepancia en las mu$eres entre la excitaci n frente a estmulos sexuales ' su valoraci n de tal experiencia, tambi-n es se9alada por E'sencE ' Iilson <1@A1=, !uienes expresan %aun!ue las mu$eres puedan responder fisiol gica ' psicol gicamente con tanta fuer#a como los "ombres ante las representaciones er ticas, su valoraci"n del tema es mu' diferenteC ellas manifiestan una molestia ' un desagrado muc"o ma'ores, preferiran !ue tales ex"ibiciones fuesen censuradas, ' declaran !ue les divierte muc"o menos% <p. 8H=. Aun!ue esto pudiera parecer parad $ico, tambi-n en muc"os "ombres existira una disociaci n entre excitaci n ' valoraci n, es decir, pueden sentirse excitados ante ciertos tipos de pornografa ' al mismo tiempo experimentar molestia, rec"a#o u otras emociones negativas. Como tambi-n se9alan E'sencE ' Iilson <1@A1=, %la excitaci n fsica es s lo una de las numerosas reacciones ante lo er tico, ' las dem)s reacciones pueden poseer una ma'or importancia psicol gica. 4odos reaccionamos de forma similar ba$o una duc"a fra, pero mientras !ue a algunos les gusta, otros la detestanC las reacciones psicol gicas no est)n predeterminadas por las fisiol gicas% <p. 8H=.

!AY DIFERENCIAS DE GENERO EN ACTITUDES !ACIA LOS ESTIMULOS EROTICOS#


6e lo expuesto "asta a!u se puede afirmar !ue aun!ue diversas investigaciones de excitaci n sexual fisiol gica o sub$etiva a estmulos er ticos "an concluido !ue las mu$eres reaccionan de manera similar a los "ombres, ellas tienden a reportar respuestas afectivas menos positivas frente a tales estmulos. Por una parte varios estudios "an encontrado lo !ue mencionamos anteriormente al revisar los resultados del estudio de Fis"er ' D'rne <1@HA=, en el sentido !ue es m)s probable !ue las mu$eres rotulen los estmulos er ticos como pornogr)ficos ' !ue est-n m)s a favor de la restricci n de tales materiales. & por otra parte est) el "ec"o !ue muc"os de tales estmulos parecen tener un car)cter aversivo para las mu$eres, como encontraron ?riffitt ' Kaiser <1@HA=. En este estudio universitarios de ambos sexos reali#aban una tarea simple de aprendi#a$e discriminativo, donde los estmulos eran presentados mediante diapositivas ' los su$etos entregaban sus respuestas oralmente, mediante un cit fono, al investigador !ue estaba en una pie#a ad'acente. En el grupo experimental cada respuesta correcta era inmediatamente seguida por una de varias diapositivas de actos sexuales explcitos <las cuales en un estudio previo "aban sido sexualmente excitantes para "ombres ' mu$eres=, mientras !ue cada respuesta incorrecta era seguida por una diapositiva con figuras geom-tricas ordenadas al a#ar. En el grupo control cada respuesta, correcta o incorrecta, era seguida por una diapositiva con figuras geom-tricas. .os resultados mostraron, en lo referente a la variable g-nero, !ue mientras en el grupo control las mu$eres emitieron m)s respuestas correctas !ue los "ombres, en el grupo experimental suceda lo inverso. Es decir, las mu$eres del grupo experimental emitan menos respuestas correctas !ue los "ombres del grupo experimental, ' tambi-n !ue las mu$eres del grupo control, ' esta tendencia era m)s acentuada en a!u-llas con alta culpa sexual, otra variable incluida en el estudio. Estos datos indican !ue para esas mu$eres tales estmulos aparentemente refor#antes actuaban realmente como castigos, disminu'endo la probabilidad futura de las respuestas !ue eran seguidas de estmulos er ticos. En otros t-rminos, esos estmulos condicionados de naturale#a sexual provocaban afecto negativo ' por lo tanto eran evaluados negativamente ' evitados.

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Para examinar esta distinta actitud de "ombres ' mu$eres "acia los estmulos er ticos, KenricE ' colaboradores <1@AB= reali#aron dos estudios dirigidos a evaluar especficamente la disposici n a exponerse a tales estmulos, ' no las reacciones frente a ellos. Como es "abitual, en ambos estudios los su$etos eran universitarios ', como desafortunadamente tambi-n es bastante "abitual, los autores no informan de otros datos relevantes, como por e$emplo las edades de los su$etos. En el primer estudio se reuni a los su$etos en pe!ue9os grupos <la mitad unisexuales ' la otra mitad mixtos= ' se les inform !ue el experimento involucraba estudiar las reacciones frente a pelculas para adultos, las cuales variaban desde er tica %suave% <soft1core= "asta pornografa %dura% <&ard1core=. A continuaci n se les pidi indicar su preferencia entre una pelcula &ard1core acerca de un cliente $oven ' una prostituta, ' una pelcula soft1core acerca de una pare$a recientemente casada ' mu' enamorada. .os su$etos no tenan !ue elegir de manera dicot mica entre una ' otra pelcula, sino !ue ellos indicaban su preferencia en una escala de 2 puntos, donde 1 representaba fuerte preferencia por la pelcula soft/core ' 2 fuerte preferencia por la pelcula "ard/core. 6espu-s de indicar su preferencia los su$etos deban completar un formulario de consentimiento con el experimento ' contestar un cuestionario de experiencia sexual, ' s lo entonces se les informaba de los ob$etivos ' naturale#a del experimento. +edida de esta manera la preferencia, se observ una relativa ma'or tendencia de las mu$eres a preferir la pelcula soft1core por sobre la &ard1core <relativa 'a !ue los promedios de mu$eres ' "ombres fueron de 1.@ ' 0.2 respectivamente=. Respecto a la c mposici n de los grupos <unisexual o mixta=, esta variable no tena efecto significativo en la preferencia indicada por las pelculas, ni tampoco exista correlaci n significativa entre tal preferencia ' la experiencia sexual de los su$etos. Adem)s, los autores informan !ue alrededor del 1BR de las mu$eres re"usaron consentir con el experimento, cifra !ue aun!ue pe!ue9a puede ser sugerente considerando !ue todos los "ombres consintieron, ' !ue la tasa general de consentimiento con diversos experimentos en esa universidad era pr)cticamente de un 1BBR. El "ec"o !ue al menos algunas mu$eres !ue se "aban presentado a participar en un experimento, finalmente "a'an re"usado "acerlo al ser informadas !ue inclua la exposici n de estmulos er ticos, puede tener implicaciones importantes en la posibilidad de generali#ar las evidencias de estudios de laboratorio acerca de las reacciones de "ombres ' mu$eres a tales estmulos. As, se puede pensar !ue a!uellas mu$eres !ue tienen reacciones m)s negativas "acia estmulos er ticos simplemente evitaran participar en cual!uier estudio de esa naturale#a ', a la inversa, a!uellas !ue participan en tales estudios posiblemente presentan algunas caractersticas !ue las "acen no ser representativas del com(n de las mu$eres.

ACTITUDES !ACIA ESTIMULOS EROTICOS Y TIPIFICACION SEXUAL


Para investigar m)s a fondo el tema, KenricE ' colaboradores <1@AB= dise9aron un segundo estudio donde se les daba a los su$etos la posibilidad de evitar completamente los estmulos er ticos antes de presentarse a participar en un experimento ' antes de "aber invertido alg(n tiempo para ese fin. Adem)s, con el fin de determinar su posible influencia en la disposici n frente a los estmulos er ticos, se inclu' como variable el grado de tipificaci n sexual de los su$etos. Al respecto muc"as investigaciones "an revelado diversas diferencias conductuales entre individuos altamente tipificados <es decir, "ombres P)gina >A de 121

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mu' masculinos o mu$eres mu' femeninas= e individuos andr ginos <con un e!uilibrio entre caractersticas masculinas ' femeninas= <Dem, 1@H2=. As por e$emplo, en el caso de las mu$eres se "a encontrado !ue a!uellas m)s andr ginas son m)s independientes de las presiones "acia la conformidad, ' respecto a la conducta sexual se "a observado !ue las mu$eres andr ginas reportan ma'or frecuencia de relaciones sexuales ' una ma'or probabilidad de ser iniciadoras de contactos sexuales, en comparaci n con las mu$eres tipificadas. El procedimiento consisti en !ue un experimentador <"ombre o mu$er= llamaba por tel-fono a cada su$eto <alumnos inscritos en un curso introductorio de psicologa= ' le informaba !ue estaba inscribiendo participantes para dos experimentos del laboratorio de psicologa !ue se iban a reali#ar la pr xima semana, describi-ndoles brevemente cada uno. ,e le deca !ue el primer experimento era un estudio de percepci n espacial donde los su/ $etos tendran !ue e$ecutar una tarea de discriminaci n entre diversas figuras geom-tricas. & !ue el otro experimento involucraba una pelcula de una interacci n "eterosexual, existiendo dos condicionesC &ard1core <inclua %escenas de actividades sexuales mu' explcitas%= ' soft1core <inclua %escenas sugerentes pero no mu' explcitas de actividad sexual%=. ,e le informaba !ue ambos experimentos tenan la misma duraci n <>B/>2 minutos= ' se le preguntaba si estara interesado<a= en participar en alguno de los dos experimentos <deba elegir s lo uno de ellos=. Aproximadamenteun mes despu-s los su$etos respondieron en clases el Inventario de Rol ,exual de Dem <Dem, 1@H>= destinado a medir su grado de tipificaci n sexual. .os resultados mostraron !ue era menos probable !ue las mueres se interesaran en participar en el experimento !ue involucraba estmulos er ticos, en comparaci n con los "ombres <21 R ' H8R respectivamente=. Respecto al contenido de la pelcula, los su$etos en general manifestaban ma'or inter-s en participar cuando se les describa como soft1core !ue cuando era de tipo &ard1core, no existiendo interacci n entre este factor ' el sexo de los su$etos. 4ambi-n se observ !ue era m)s probable !ue los su$etos de ambos sexos se interesaran en participar en el experimento !ue contena erotismo cuando el experimentador era de sexo opuesto. ,e esperaba !ue las diferencias sexuales en la aproximaci n a estmulos er ticos seran m)s pronunciadas entre los su$etos tipificados !ue entre los su$etos andr ginos, ' en efecto se observ una interacci n significativa entre sexo ' grado de tipificaci n sexual. En los su$etos tipificados exista una gran disparidad entre el porcenta$e de "ombres ' de mu$eres !ue se interesaron en participar en el experimento !ue involucraba una pelcula er tica <@1 R ' 81R respectivamente=, mientras !ue en los su$etos andr ginos la diferencia era mnima ' adem)s en sentido inverso <JBR ' JHR, respectivamente=. *n dato interesante surgi al utili#ar otro procedimiento de tabulaci n para clasificar a los su$etos como tipificados o andr ginos, revelando la alta relaci n !ue parece existir en las mu$eres entre tendencias de aproximaci n er tica ' tipificaci n sexual. As, mientras !ue en los "ombres a!u-llos clasificados como tipificados ' como andr ginos mostraban una similar disposici n a participar en el experimento er tico <A2R ' A8R, respectivamente=, entre las mu$eres el panorama era mu' distinto, 'a !ue la disposici n a participar era de un 82R en las tipificadas ' de un 1BBR en las andr ginas. *na evidencia !ue apunta en la misma direcci n surge del estudio reali#ado por 6e ,ou#a ' :ut# <1@@2= con universitarios brasile9os de ambos sexos, destinado a examinar las reacciones "acia estmulos sexuales como funci n del sexo ' del grado de tipificaci n sexual. En este caso las reacciones no fueron concebidas como respuestas fisiol gicas o psicol gicas ante la observaci n de estmulos er ticos, sino !ue como actitudes generales "acia estmulos sexuales, medidas por un inventario de opiniones sexuales. .os punta$es ba$os en este inventario indican una actitud negativa o aversi n "acia el sexo <erotofobia=,

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mientras !ue los punta$es altos indican una actitud o reacci n emocional positiva "acia el sexo <erotofilia=. .a tipificaci n sexual fue medida de la manera usual, es decir, mediante el Inventario de Rol ,exual de Dem <Dem, 1@H>=. .os resultados mostraron !ue, aun!ue como grupo los "ombres presentaban actitudes "acia el sexo m)s positivas !ue las mu$eres, al dividir cada sexo por tipificaci n sexual se apreciaba !ue s lo los "ombres tipificados obtenan punta$es significativamente m)s altos !ue las mu$eres tipificadas. En cambio, los "ombres andr ginos no obtenan punta$es m)s altos !ue las mu$eres andr ginas. 4ambi-n se encontr !ue en los "ombres no "aba diferencias significativas de actitud entre los su$etos tipificados, andr ginos e indiferenciados, mientras !ue en ellas exista una relaci n directa entre androginia ' erotofilia. As, las mu$eres andr ginas obtenan los punta$es m)s altos ' las tipificadas los punta$es m)s ba$os en el inventario de opiniones sexuales, mientras !ue las indiferenciadas obtenan punta$es intermedios. .os autores conclu'en !ue el "ec"o !ue en una muestra brasile9a las mu$eres andr ginas aparecieran significativamente m)s erotoflicas !ue las tipificadas, es consistente con otras evidencias obtenidas en muestras estadounidenses !ue revelan !ue las mu$eres andr ginas se sienten significativamente m)s confortables con su sexualidad !ue las tradicionales. Resumiendo los estudios descritos, se puede decir !ue al poder elegir entre exponerse a estmulos er ticos de naturale#a %suave% o %dura%, las mu$eres tienden a preferir estmulos m)s suaves !ue los "ombres. ,in embargo, si la libertad de eleccion es ma'or a(n <elegir entre exponerse o no exponerse a estmulos er ticos=, es m)s probable !ue las mu$eres eli$an no exponerse a tales estmulos, en comparaci n con los "ombres. & adem)s se encuentra !ue esta diferencia sexual, la cual alcan#a una magnitud mu' signifi/ cativa entre su$etos tipificados, no existe entre "ombres ' mu$eres andr ginos, sugiriendo !ue no se tratara de una diferencia natural entre los sexos sino !ue parece ser producto de la sociali#aci n de roles sexuales !ue asocia la feminidad con una menor disposici n a exponerse a estmulos er ticos. Estos datos son consistentes con otras evidencias !ue muestran una diferencia de g-nero en la tasa de exposici n a materiales er ticos, lo cual a su ve# se relacionara con las diferencias de g-nero en las evaluaciones ' actitudes "acia tales estmulos. Es decir, la evaluaci n m)s negativa !ue "acen las mu$eres de los estmulos er ticos podra tanto derivar de, como contribuir a, su menor tasa de exposici n a tales estmulos, teniendo por ende un car)cter autoperpetuante.

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EFEC4O, 6E .A ENPO,ICIO5 A E,4I+*.O, ERO4ICO,

,i el conocimiento cientifico acerca de c mo reaccionan "ombres ' mu$eres al ser expuestos a estmulos er ticos era bastante escaso ' no siempre consistente, tales caractersticas se acent(an m)s a(n al dirigir nuestra atenci n "acia !u- consecuencias tiene la exposici n a tales estmulos. En este caso la comple$idad del tema proviene de distintas fuentes, 'a !ue no s lo se enfrenta la escase# de informaci n especfica, sino !ue adem)s el tema es especialmente susceptible de distintas concepciones val ricas ' sociales !ue "acen difcil su tratamiento cientfico desapasionado. & adicionalmente se enfrenta la gran comple$idad !ue tiene anali#ar los efectos psicol gicos o conductuales de la exposici n a cual!uier contenido, por el rol tan importante !ue desempe9aran los factores de exposici n selectiva ' los estilos de procesamiento de la informaci n de los individuos. Esta comple$idad se ilustra claramente en las grandes dificultades !ue tiene por e$emplo investigar los efectos de la televisi n o de la publicidad, ' llegar a conclusiones precisas acerca de c mo influ'en sus mensa$es en los individuos expuestos a ellos. En el presente captulo revisaremos el pol-mico tema de los efectos a corto ' largo pla#o de la exposici n a materiales sexuales, abarcando por una parte los efectos sobre la conducta sexual ' sobre otros tipos de conducta, ' por otra parte efectos tanto negativos como positivos. Al preguntarnos por los efectos de la exposici n a estmulos er ticos, se podra pensar en diversos aspectos, como por e$emplo en la forma de percibir a otras personas ' especialmente a las mu$eres, en la tasa de actividades sexuales, en la probabilidad de imitar nuevas conductas o variaciones sexuales, o aun en estimular otros tipos de conductas. 6e estos posibles efectos, el !ue claramente ad!uiere ma'or relevancia social es el (ltimo, especialmente en lo referido a la influencia de algunos tipos de pornografa en la predisposici n a emitir conductas sexuales agresivas. Aun!ue por esta misma ra# n sobre este tema se "a escrito ' debatido muc"o m)s !ue sobre los otros posibles efectos, al mismo tiempo tal ve# es el tema donde existe menos claridad por su gran comple$idad, !ue como se describa en el p)rrafo anterior proviene de diversas fuentes o facetas involucradas.

EFECTOS SO"RE LA EVALUACION INTERPERSONAL


En relaci n con el primer tipo de efecto, o sea, su posible influencia en la forma de percibir o evaluar a otras personas, la informaci n directa es mu' escasa ' tentativa. Por una parte, la excitaci n sexual producida por la exposici n a estmulos er ticos podra afectar la evaluaci n del atractivo fsico o sexual de otras personas, especialmente cuando se trata de personas con las cuales se puede imaginar una interacci n sexual. As, ,tep"an ' otros informaron !ue los "ombres sexualmente excitados evaluaban fotografas de mu$eres como m)s atractivas !ue los "ombres no sexualmente excitados, ' este efecto era m)s acentuado cuando los su$etos crean !ue ellos podran tener una cita con la mu$er de la foto <citados en Irig"tsman P 6eaux, 1@A1=.

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,in embargo, en el campo de la investigaci n sobre atractivo fsico se "a informado de un efecto de contraste, e$emplificado en el "ec"o !ue los "ombres expuestos a im)genes de mu$eres mu' "ermosas luego eval(an de manera m)s desfavorable el atractivo fsico de mu$eres de su entorno ' la deseabilidad de una cita con ellas <KenricE P ?utierres, 1@AB=. ,i este efecto operara tambi-n con los estmulos explcitos sexuales, podra eventualmente llegar a ser desadaptativo en algunos casos, tanto en la evaluaci n del atractivo sexual de una pare$a real o potencial, como tal ve# tambi-n en la autoevaluaci n de atractivo sexual. *n aspecto interesante en relaci n con este tema es !ue no sera la estimulaci n sexual en s misma la !ue influ'e en las evaluaciones interpersonales de atractivo, sino !ue las reacciones afectivas a dic"a estimulaci n sexual. En un estudio de Carducci <1@A2= se observaron diferencias entre los su$etos expuestos a un relato er tico, seg(n si sus reacciones afectivas "aban sido m)s negativas o menos negativas. A!uellos su$etos con reacciones afectivas menos negativas evaluaban en general m)s favorablemente a una mu$er estmulo !ue los su$etos con reacciones afectivas m)s negativas. Esta relaci n entre la respuesta afectiva a la estimulaci n sexual ' la conducta interpersonal tambi-n fue observada por ?riffitt ' otros <1@H>=, !uienes conclu'eron !ue %la influencia de la estimulaci n sexual producida por estmulos er ticos sobre la conducta "eterosexual depende, en gran medida, de la naturale#a de las respuestas emocionales ' afectivas provocadas por tal estimulaci n% <p. 8HJ=. Algunos autores como Qillman ' Dr'ant <citados en .in# ' otros, 1@AA= informaron !ue la exposici n a pornografa no violenta pero degradante, !ue muestra a las mu$eres en posiciones de sumisi n sexual, puede afectar las creencias ' actitudes "acia las mu$eres. 6entro de estos efectos estaran por e$emplo una ma'or tendencia a ver a las mu$eres como ob$etos sexuales, como m)s promiscuas sexualmente, o una menor tendencia a apo'ar la igualdad de los sexos. Para verificar tales efectos, .in# ' otros <1@AA= expusieron a los su$etos a tres tipos de pelculas comerciales referentes a mu$eresC a= pelculas con escenas de violencia explcita "acia mu$eres, b= pelculas no violentas pero sexualmente explcitas ' !ue muestran a las mu$eres como ob$etos sexuales, ' c= pelculas no sexualmente explcitas pero !ue tambi-n muestran a las mu$eres como ob$etos sexuales. .os su$etos, !uienes fueron expuestos a varias pelculas del mismo tipo, luego completaban un cuestionario !ue inclua creencias en roles sexuales conservadores, uso de la fuer#a en las relaciones sexuales, tendencia a ver a las mu$eres como ob$etos sexuales, aceptaci n de mitos de la violaci n, ' diversas actitudes "acia la situaci n ' persona$es involucrados en un caso de violaci n. A diferencia de lo encontrado por Qillman ' Dr'ant, los resultados mostraron !ue no "aba diferencias entre los dos (ltimos tipos de pelculas ' un grupo control no expuesto a ninguna pelcula, ni en t-rminos de creencias en las mu$eres como ob$etos sexuales ni en las variables referentes a la evaluaci n de situaciones de violaci n. Como un factor !ue puede explicar las diferencias entre ambos estudios, los autores plantean !ue aun!ue en ambos casos los su$etos fueron expuestos a pelculas de actividades "eterosexuales explcitas <sexo oral, coito vaginal ' anal=, exista una diferencia en el tipo de pelcula. En el estudio de Qillman ' Dr'ant se trataba de una dosis concentrada de escenas donde aparecan mu$-res involucradas en actividades sexuales explcitas, en cambio en su propio estudio se trataba de pelculas er ticas comerciales, donde adem)s de las actividades sexuales tambi-n aparecan las mu$eres en otras actividades no sexuales. Por eso ellos sugieren !ue !ui#)s no es simplemente la frecuencia de im)genes de promiscuidad o insaciabilidad sexual femenina representadas en las pelculas la !ue producira actitudes negativas "acia las mu$eres, sino !ue la proporci n entre esas im)genes ' otros tipos de im)genes acerca de las mu$eres !ue no se relacionen con el es!uema de promiscuidad o insaciabilidad sexual.

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EFECTOS SO"RE LA ACTIVIDAD SEXUAL


*na de las ma'ores preocupaciones de muc"as personas e instituciones sociales acerca de la disponibilidad de materiales er ticos, se refiere al efecto !ue pudieran tener tales materiales en la conducta sexual de los individuos expuestos a ellos, asumiendo en muc"os casos !ue el efecto m)s probable sera incrementar la actividad sexual ';o inducir a experimentar nuevas modalidades de actividad sexual similares a las expuestas en dic"os materiales. Para verificar tales supuestos se "an reali#ado algunos estudios, donde primero se obtiene informaci n acerca del nivel basal de actividad sexual de los su$etos, luego se los expone a materiales er ticos <usualmente pelculas=, ' luego de unos das ellos nuevamente informan acerca de sus actividades sexuales despu-s de la exposici n a dic"os materiales. .as escasas evidencias disponibles revelan un efecto relativamente limitado de la exposici n a estmulos er ticos sobre la conducta sexual subsecuente. ,c"midt ' otros reali#aron a comien#os de los a9os HB algunos estudios con universitarios alemanes de ambos sexos, !uienes eran expuestos a fotos ' pelculas er ticas, o bien lean relatos de tipo sexual <citados en Feldman, 1@AH=. .os resultados de estos estudios mostraron !ue los su$etos, adem)s de informar excitaci n sexual frente a los estmulos er ticos, tambi-n informaban un aumento en la actividad sexual durante las 0> "oras siguientes a tal exposici n. +ientras !ue "ombres ' mu$eres informaban mavor frecuencia de masturbaci n, las mu$eres tambi-n informaron un aumento en la frecuencia de caricias ' coito. En muc"os de los primeros estudios reali#ados existan algunos problemas metodol gicos, tal como usar una medida de lnea base inadecuada, adem)s del "ec"o !ue s lo se investigaban efectos inmediatos. Para me$orar estos aspectos, DroLn ' otros <1@HJ= reali#aron un estudio destinado a investigar los efectos de la pornografa en "ombres durante un ma'or perodo, con adecuadas mediciones de lnea base ' de la conducta sexual. 4ambi-n interesaba examinar las reacciones afectivas de los su$etos ' algunos po/ sibles correlatos personales de los efectos conductuales. .os su$etos eran expuestos individualmente a 12 diapositivas en color de una atractiva pare$a involucrada en diversas actividades sexuales. *na semana despu-s, los su$etos completaban un cuestionario acerca de su conducta sexual en el mismo da de la exposici n a las diapositivas ' en los siguientes seis das, tambi-n se les preguntaba acerca de su nivel de excitaci n sexual despu-s de la exposici n, ' si ellos se "aban sentido estimulados a intentar cual!uier actividad sexual !ue no "ubieran practicado antes. Con respecto a las reacciones emocionales experimentadas ante los estmulos er ticos, un HHR de los su$etos inform "aber disfrutado ' un 20R "aberse excitado sexualmente, mientras !ue un JBR inform "aber usado su imaginaci n para aumentar su excitaci n ante las diapositivas. +)s de la mitad de los su$etos no inform excitaci n despu-s de la exposici n, ' del resto la ma'ora "aba permanecido excitado s lo por un corto perodo. , lo un 0@ R de los su$etos respondi afirmativamente respecto a si las diapositivas mostraban actividades sexuales nuevas para ellos ' !ue les gustara intentar, mencionando ma'oritariamente el coito anal ' el sexo oral. En cuanto a los efectos conductuales, la comparaci n entre las actividades sexuales en la semana previa ' la semana posterior a la exposici n de las diapositivas no mostr cambios significativos. El (nico efecto importante observado fue un aumento en la con/ ducta de masturbaci n en el mismo da de la exposici n, respecto tanto al da previo como al promedio de la semana precedente ' de la semana subsiguiente. .as otras manifestaciones sexualeMs <caricias, coito ' sue9os sexuales= no mostraron cambios ni en el

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da de la exposici n ni en la semana siguiente, ' al da siguiente de la exposici n la frecuencia de masturbaci n retorn a su lnea base previa. & respecto a las otras variables incluidas en el estudio, en general no se obtuvieron correlaciones de inter-s, expresando los autores !ue %tal ve# el "alla#go m)s claro a!u es la falta general de relaciones entre variables demogr)ficas ' de personalidad ' los efectos de la pornografa% <p. 0>0=. 6entro de los traba$os patrocinados por la Comisi n sobre Obscenidad ' Pornografa del Congreso de Estados *nidos, +ann ' colaboradores <1@H>= reali#aron un estudio con pare$as casadas para examinar posibles efectos de la exposici n a estmulos er ticos sobre la actividad sexual subsecuente. A diferencia de la ma'or parte de los otros estudios revisados, en este caso los su$etos no eran $ venes universitarios, sino matrimonios !ue se presentaron como voluntarios para un estudio sobre conducta marital. .a muestra estuvo constituida por JA pare$as, con edades entre 8B ' J> a9os, !uienes llevaban casados en promedio 1H a9os. 6urante un mes los su$etos experimentales vean una pelcula er tica una ve# a la semana, dos de ellas de tipo convencional <actividad "eterosexual est)ndar ' masturbaci n femenina= ' las otras dos de tipo menos convencional <actividad "omosexual en ambos sexos, sexo grupal oral ' anal, escenas sadomaso!uistas= e informaban diariamente sobre sus actividades sexuales. & tambi-n exista una condici n control, en la cual los su$etos vean varias pelculas no er ticas, con temas como creatividad, percepci n ' un da en la vida de una adolescente embara#ada. .as medidas de conducta sexual eran las actividades coitales ' no coitales, inclu'endo las (ltimas la estimulaci n de los genitales propios ' del c n'uge. & de acuerdo a la "ip tesis, los datos principales consistan en la comparaci n de los informes de actividades sexuales durante las cuatro noc"es inmediatamente siguientes a cada pelcula, ' el promedio de actividades sexuales durante el resto de las noc"es de cada una de las cuatro semanas. .os resultados mostraron !ue en general los su$etos tuvieron una ma'or tasa de actividad sexual en las noc"es con pelcula !ue en el resto de las noc"es, siendo muc"o ma'or la diferencia entre ambos tipos de noc"es en las dos condiciones experimentales, es decir, en a!uellos su$etos expuestos a pelculas er ticas. As, estos (ltimos su$etos informaron de tasas de actividad coital ' no coital en la noc"e de la primera pelcula !ue eran casi el triple de la correspondiente a los su$etos de la condici n control, sin embargo estas grandes diferencias fueron declinando en las semanas siguientes, lo !ue indicara un efecto de saciedad. A partir de estos datos los autores conclu'en !ueC a= la exposici n a pelculas er ticas puede producir reacciones sexuales relativamente transitorias, ' b= la exposici n repetida de ese tipo de estmulos a menudo produce un efecto de saciedad, de modo !ue "a' una menor probabilidad de reacci n sexual en cada exposici n subsecuente. & tal como se "aba observado en el estudio de :oLard ' otros descrito en el captulo anterior al revisar el tema de las reacciones fisiol gicas frente a la estimulaci n er tica, este efecto de saciedad pareca ser especfico a estmulos particulares. Adem)s, los autores se9alan !ue no "a' evidencias !ue la exposici n a las pelculas er ticas produ$era un efecto de desin"ibici n en el sentido de experimentar con nuevas conductas sexuales, sino !ue tales pelculas s lo activaban los ")bitos sexuales dominantes o bien establecidos. Estos "alla#gos coinciden con otras evidencias sinteti#adas por Irig"tsman ' 6eaux <1@A1=, ' !ue muestran !ueC <1= ocurre una ma'or actividad sexual luego de exponerse a una pelcula er tica s lo durante un breve perodo, tal como la noc"e siguiente a la exposici nF <0= no "a' evidencias de actividad sexual aumentada en perodos m)s prolongados, aun!ue se siga estando expuesto<a= al mismo tipo de materialF ' <8= aparentemente no se producen cambios en el tipo de actividad sexual. Algo similar plantea

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Feldman <1@AH=, !uien expresa !ue los estmulos er ticos adecuadamente espaciados pueden aumentar la frecuencia de cual!uier actividad sexual !ue 'a est- bien establecida, 'a sea coito en el caso de pare$as o masturbaci n en una persona sola. & tambi-n agrega !ue al parecer el exponerse a estmulos sexuales no convencionales no incita a imitar esas conductas, al menos en individuos adultos con ")bitos sexuales convencionales bien establecidos. ,e puede concluir entonces !ue la exposici n a materiales sexuales tales como pelculas er ticas produce un aumento en la actividad sexual inmediatamente posterior a la exposici n, siempre !ue exista un patr n de actividad sexual bien establecido. Es decir, tal exposici n tendra un efecto relativamente d-bil en la actividad sexual subsecuente, al menos en las condiciones en !ue "a sido estudiado este tema.

EFECTOS SO"RE LA CONDUCTA AGRESIVA


4al como se planteaba en el captulo anterior al intentar delimitar los conceptos de erotismo ' pornografa, los materiales considerados er ticos o pornogr)ficos pueden diferir ampliamente en su car)cter ' contenidos. +ientras algunos de ellos contienen actividades sexuales explcitas de tipo consensual ' dentro de un marco afectivo, otros materiales inclu'en actos sexuales degradantes, abusivos o violentos. Por ello gran parte de la preocupaci n acerca de los efectos de la pornografa no se relaciona con la/posibilidad de un aumento transitorio en los patrones establecidos de actividad sexual convencional, sino !ue con el posible nexo entre algunos tipos de pornografa ' la conducta agresiva, especialmente de tipo sexual. Este tema, como 'a se "a mencionado anteriormente, reviste gran comple$idad tanto desde un punto de vista metodol gico como por sus diversas facetas actitudinales ' val ricas. ,i bien estas consideraciones siempre estar)n presentes de alguna manera al anali#ar cual!uier conducta "umana, es innegable !ue ellas tendr)n una ma'or influencia ' repercusi n en ciertos temas !ue no s lo tienen una fuerte connotaci n emocional a nivel individual, sino !ue adem)s se relacionan con aspectos tan sensibles socialmente como la libertad individual, la censura, el control legal, etc. El esfuer#o m)s amplio !ue se "a reali#ado para determinar los posibles efectos indeseables de la exposici n a materiales er ticos o pornogr)ficos, fue el traba$o de la Comisi n sobre Obscenidad ' Pornografa, establecida por el Congreso de Estados *nidos en 1@JH ' cu'o informe fue dado a conocer en 1@HB <+alamut", 1@AA=. El traba$o de la Comisi n consult la opini n de casi todos los expertos en el tema, ' se bas en el an)lisis de las evidencias derivadas de estudios de encuesta, experimentos controlados, ' estudios cuasi experimentales. Estos (ltimos consistan en an)lisis de estadsticas <por e$emplo, acerca de incidencia de crmenes sexuales= o comparaciones retrospectivas de grupos <por e$emplo, ofensores sexuales versus no ofensores= basadas en el autoinforme. .a principal conclusi n de la Comisi n fue !ue %a la fec"a no "a' evidencia confiable de !ue la exposici n a materiales sexuales explcitos desempe9e un rol significativo en la causalidad de conducta sexual delincuente o criminal entre $ venes o adultos% <Iills, 1@HH, p. 88=. 6e a!u derivaba !ue las le'es no deberan restringir la circulaci n de tales materiales entre los adultos !ue desearan disfrutar de ellos. A pesar de la gran inversi n de esfuer#os ' recursos !ue implic el traba$o de la Comisi n, ' del "ec"o !ue se apo'ara en investigaciones cientficas, sus conclusiones fueron rec"a#adas explcitamente por el gobierno del Presidente 5ixon debido a/sus implicaciones morales, ' no se eliminaron las restricciones legales a los materiales considerados pornogr)ficos. :abra !ue "acer notar !ue la ma'or parte de los materiales er ticos, cu'os efectos fueron examinados por la Comisi n, no contenan una combinaci n de sexo ' violencia,

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sino !ue en general se concentraban en actividades sexuales consensuales entre adultos. .os experimentos reali#ados <algunos de los cuales 'a "an sido descritos en este captulo= en general incluan escenas de desnude#, coito "eterosexual, "omosexual o grupal, sexo oral, ' s lo excepcionalmente se exponan algunas escenas sadomaso!uistas. Esto podra deberse no s lo a consideraciones de tipo -tico, sino adem)s al "ec"o !ue en los a9os JB no era algo com(n !ue los materiales er ticos inclu'eran violencia explcita. ,in embargo, a partir de los a9os HB se observ un incremento significativo en la presencia de acciones de fuer#a, violaciones ' otras formas de agresividad en diversos materiales er ticos <+alamut", 1@AA=. El "ec"o !ue muc"os materiales er ticos contengan una combinaci n de manifestaciones explcitas de sexo ' violencia, "a llevado a algunos investigadores a examinar el posible vnculo entre excitaci n sexual ' agresi n, relaci n !ue parece ser bastante m)s comple$a de lo !ue se pens inicialmente. .as primeras evidencias empricas acerca de esta relaci n provinieron de estudios reali#ados en los a9os JB, los cuales informaron !ue la exposici n a estmulos sexuales aumentaba tanto la fantasa agresiva como la fantasa sexual <citados en Gaffe ' otros, 1@H>=. Como evidencias adicionales !ue apo'aban esta relaci n tambi-n se "aba visto !ue la provocaci n de ira llevaba a un incremento en la responsividad sexual, ' !ue la in"ibici n experimental de la agresi n se generali#aba a una in"ibici n de la responsividad sexual. ,in embargo, estos estudios "aban utili#ado s lo medidas de fantasa o verbales de agresi n, ' no medidas conductuales. Por esta ra# n se empe#aron a reali#ar estudios de laboratorio donde los su$etos primero observaban una pelcula er tica o lean literatura er tica, ' luego tenan la oportunidad de administrar un s&oc2 el-ctrico a otro su$eto !ue cometa errores en una tarea <un;a c mplice del experimentador=. Revisaremos a continuaci n algunos de estos estudios !ue "an encontrado !ue la exposici n a estmulos er ticos puede incrementar la conducta agresiva de los su$etos, luego algunas evidencias !ue se apartan en alguna medida de lo anterior, ' tambi-n nos referiremos brevemente a lo !ue algunos "an planteado podran ser posibles efectos positivos de la exposici n a tales estmulos. En uno de los primeros estudios de este tipo, Gaffe ' otros <1@H>= "icieron !ue universitarios de ambos sexos le'eran uno de dos relatosC uno de tipo er tico <grupo experimental= ' otro de ciencia ficci n sin contenidos er ticos o agresivos <grupo control=, ' a continuaci n tuvieran la oportunidad de administrar s"ocEs el-ctricos a un confederado. .os resultados mostraron !ue ambos grupos diferan en la excitaci n sexual autoinformada al terminar de leer el relato, ' adem)s !ue los su$etos del grupo experimental administraban s&oc2s m)s intensos al confederado !ue los del grupo control. 4ambi-n se observ !ue los "ombres administraban s&oc2s m)s intensos !ue las mu$eres, ' !ue tanto "ombres como mu$eres aplicaban s&oc2s m)s intensos a un confederado del sexo opuesto !ue del mismo sexo. En otro estudio de Fes"bac" ' +alamut" los su$etos !ue "aban visto una pelcula er tica administraban s"ocEs de ma'or intensidad !ue a!uellos !ue "aban visto una pelcula no er tica <citados en :'de, 1@@2=. ,in embargo, al explicar tales resultados los autores plantean !ue no existe una relaci n simple entre sexo ' agresi n, sino !ue el fuerte vnculo !ue parece existir entre ambas variables tiene !ue ver con el "ec"o !ue ambos son temas tab(es en la sociedad. Por eso, al liberarse el tab( referido a uno de ellos tambi-n se libera el tab( asociado al otro. As, al mostrarles una pelcula er tica a los su$etos se les entregaba t)citamente el mensa$e de !ue algo tab( como el sexo estaba bien, ' !ue por lo tanto otro aspecto tab( como la agresi n tambi-n estara bien. Esta interpretaci n estara apo'ada por el "ec"o, reportado por los mismo autores, de !ue el efecto tambi-n se produce en sentido contrario. Es decir, no s lo la excitaci n

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sexual puede llevar a la agresi n, sino !ue tambi-n la agresi n puede producir excitaci n sexual. Aun!ue esto (ltimo podra considerarse s lo como una evidencia de la generali#aci n !ue experimenta cual!uier estado de activaci n emocional, tambi-n puede plantearse !ue existe una conexi n m)s especfica entre estos dos motivos particulares, sexo ' agresi n, 'a sea por la naturale#a intrnseca de ambos impulsos como planteaba Freud, o bien como producto de un aprendi#a$e cultural como plantea la perspectiva feminista. En otro estudio de Fes"bac" ' +alamut" se encontr !ue, aun!ue la lectura de un relato de violaci n en general in"iba las respuestas sexuales de "ombres ' mu$eres, "aba diferencias en c mo reaccionaban a algunas variaciones de contenido, especficamente frente al "ec"o !ue la vctima llegara a excitarse sexualmente ' disfrutar de la actividad sexual for#ada <citados en :'de, 1@@2=. En el caso de las mu$eres las claves de dolor de la vctima ' violencia del episodio in"iban la excitaci n sexual, independientemente de si la vctima se excitaba o no. En cambio en los "ombres el "ec"o !ue la vctima llegara a excitarse tenda a producir excitaci n sexual, a pesar de las claves de dolor ' violencia presentes en el relato. .a influencia !ue parece tener en general la reacci n !ue muestra la mu$er en el material er tico, sobre la excitaci n sexual del observador o lector !ueda bien ilustrada en otro estudio de +alamut" ' C"ecE <1@AB=, !uienes "icieron !ue universitarios de ambos sexos le'eran una de oc"o versiones de una "istoria er tica. .as variables manipuladas en el contenido de las "istorias er ticas eran consentimiento de la mu$er <no consensual vs. consensual=, dolor de la mu$er <dolor vs. no dolor= ' resultado en la mu$er <excitaci n vs. disgusto=. .uego de leer la "istoria er tica, los su$etos respondan un cuestionario donde informaban de su nivel de excitaci n sexual ' de su percepci n del consentimiento, placer ' dolor de la mu$er de la "istoria. .os resultados mostraron !ue la excitaci n sexual de la mu$er era la (nica variable !ue afectaba el nivel de excitaci n sexual de los su$etos, es decir, las representaciones de la mu$er experimentando excitaci n eran m)s sexualmente estimulantes !ue a!uellas !ue la representaban experimentando disgusto. Esta diferencia era consistente para cada sexo tanto en las "istorias de sexo consensual como no consensual. En cuanto a la percepci n de los su$etos acerca del consentimiento, dolor ' placer de la mu$er, s lo la percepci n del placer de la mu$er correlacionaba con el nivel de excitaci n sexual de los su$etos. Por (ltimo, los "ombres informaban m)s excitaci n sexual !ue las mu$eres. .os autores plantean !ue la importancia !ue alcan#a este factor de excitaci n de la mu$er puede relacionarse con la sociali#aci n de roles sexuales ' las guas sexuales prescritas para las mu$eres. &a !ue se espera !ue las mu$eres no indi!uen abiertamente su inter-s sexual, las otras personas pueden aprender a concentrarse en las respuestas sexuales percibidas en la mu$er como el verdadero ndice de sus deseos, ignorando otras fuentes de informaci n. As, si se percibe a una mu$er como sinti-ndose disgustada en una situaci n sexual, la excitaci n sexual de los su$etos puede in"ibirse independientemente de !ue ella pueda dar otros indicios de su consentimiento. &, a la inversa, las indicaciones de !ue la mu$er est) sexualmente excitada pueden crear un contexto donde no tengan efecto otros in"ibidores potenciales <por e$emplo, falta de consentimiento, dolor, violencia, etc.=. En un experimento de campo de +alamut" ' C"ecE <1@A1=, se encontr !ue luego de ver dos pelculas comerciales !ue contenan violencia sexual, universitarios "ombres mostraban ma'or aceptaci n de la violencia interpersonal contra las mu$eres <' en un grado no significativo, tambi-n ma'or aceptaci n de los mitos de la violaci n=, en comparaci n con los su$etos de un grupo control !ue vieron dos pelculas !ue no contenan violencia, ' tambi-n en comparaci n con su$etos !ue no vieron ninguno de los dos tipos de pelculas. En el caso de las estudiantes mu$eres, se observ una tendencia no significativa

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en la direcci n opuesta, es decir, a!uellas expuestas a las pelculas con violencia sexual tendan a aceptar menos la violencia interpersonal ' los mitos de la violaci n !ue a!u-llas del grupo control. 6os factores son dignos de destacar en este estudioC a= la evaluaci n de los posibles efectos se reali# varios das despu-s !ue los su$etos vieron las pelculas, ' en una forma !ue no apareciera asociada con el experimento, de manera de evitar la influencia de caractersticas de demandaF ' b= las pelculas "aban sido ex"ibidas en la televisi n, ' por lo tanto no se podan considerar como material er tico clandestino o ilegal. 6e lo revisado "asta a!u se aprecia !ue varios autores "an informado !ue los "ombres !ue "an sido expuestos a materiales er ticos violentos, 'a sea escritos o gr)ficos, tienden a ser m)s agresivos ' a desarrollar actitudes negativas "acia las mu$eres. A"ora veremos otros estudios !ue tienden a confirmar lo anterior, pero !ue adem)s plantean !ue tambi-n es m)s probable !ue esos "ombres se comporten de manera agresiva especficamente "acia las mu$eres en una interacci n subsecuente, en comparaci n con a!uellos !ue no "an sido expuestos a esos materiales. +alamut" inform en 1@HA de un estudio en !ue su$etos "ombres fueron asignados a una de tres condiciones experimentalesC leer un relato pornogr)fico agresivo ilustrado, leer pornografa no agresiva ilustrada, o leer un artculo neutro de una revista popular <citado en :'de, 1@@>=. .uego los su$etos eran insultados por una c mplice del experimentador, ' a continuaci n ellos tenan la posibilidad de agredirla mediante la administraci n de s&oc2s el-ctricos, encontr)ndose !ue a!uellos !ue "aban sido expuestos a la pornografa violenta mostraban niveles significativamente ma'ores de agresi n !ue a!u-llos expuestos a la pornografa no agresiva. Para verificar si la intensidad de la agresi n manifestada poda relacionarse con las caractersticas conductuales de los petsona$es en las pelculas er ticas ' la naturale#a de los destinatarios disponibles para la agresi n subsecuente, 6onnerstein ' DerEoLit# <1@A1= reali#aron dos estudios con universitarios "ombres. En el primero de ellos los su$etos formaban pare$a con otro estudiante "ombre o mu$er, los cuales eran en realidad c mplices del experimentador, ' !uienes evaluaban mu' negativamente una tarea reali#ada por los su$etos, procedimiento !ue estaba destinado a producir rabia en ellos. .uego cada su$eto era expuesto a una de cuatro pelculas de 2 minutos de duraci nC una de tipo neutral acerca de una entrevista en televisi n ' !ue no contena elementos er ticos ni agresivos, una puramente er"tica !ue mostraba una relaci n sexual sin contenido violento, o una de dos pelculas er ticas agresivas donde una mu$er era atada, desnudada, abofeteada ' atacada sexualmente por dos "ombres. .a diferencia entre estas dos (ltimas era !ue en una de ellas al final la mu$er sonrea a sus atacantes ' no se resista <pelcula er"tica con resultado positivo=, mientras !ue en la otra al final la mu$er manifestaba claramente estar sufriendo <pelcula er"tica con resultado negativo=. .uego de ver la pelcula, el su$eto tena la oportunidad de ser agresivo "acia el c mplice !ue lo "aba "ec"o eno$ar, mediante la administraci n de diversas intensidades de s&oc2s el-ctricos cuando el c mplice cometa errores en una tarea. ,e encontr !ue cuando el c mplice era mu$er, ambas pelculas er ticas agresivas aumentaban el nivel de agresi n del su$eto, no as cuando el c mplice era un "ombre, lo !ue indicara !ue ba$o ciertas condiciones una pelcula er tica agresiva puede aumentar la agresi n "acia las mu$eres. El segundo estudio de los mismos autores fue similar al anterior, con s lo dos variaciones. Por una parte, s lo "aban c mplices mu$eres, ' por otra parte se agreg una condici n de no rabia, en la cual los su$etos reciban una evaluaci n positiva de su tarea por parte de la c mplice. 4al como se "aba "ipoteti#ado, se encontr !ue los su$etos con rabia fueron m)s agresivos "acia la mu$er cuando "aban sido expuestos a las dos pelculas er ticas agresivas, !ue cuando "aban sido expuestos a la pelcula neutral o a la pelcula

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puramente er tica. & los su$etos sin rabia mostraban ma'or nivel de agresi n "acia la mu$er s lo cuando "aban sido expuestos a la pelcula er tica con resultado positivo. Estudios adicionales de 6onnerstein ' colaboradores con "ombres universitarios "an intentado determinar los efectos separados de los componentes agresivos ' sexuales de la pornografa violenta <citados en Allison P Irig"tsman, 1@@8=. En uno de ellos los su$etos eran "ec"os eno$ar por un c mplice "ombre o mu$er ' luego se les mostraba una de cuatro pelculas. .a primera era pornogr)fica agresiva, mientras !ue la segunda era er tica pero no contena agresi n o coerci n sexual, ' los su$etos evaluaron ambas pelculas como igualmente excitantes. .a tercera pelcula contena escenas de agresi n contra mu$eres pero sin ning(n contenido sexual, ' los su$etos la evaluaron como menos sexualmente excitante !ue las dos anteriores. & la cuarta pelcula era de contenido neutro. 6espu-s de ver las pelculas, los su$etos tenan la oportunidad de agredir al <a la= c mplice del experimento. .os resultados de este estudio ' de otro de los mismos autores fueron coincidentes en mostrar !ue a!uellos su$etos expuestos a una pelcula pornogr)fica agresiva desplegaban el ma'or nivel de agresi n contra la mu$er, ' !ue la pelcula !ue era s lo agresiva produca m)s agresi n contra la mu$er !ue la pelcula sexualmente explcita !ue no contena violencia ni coerci n. Esta (ltima no produca m)s agresi n contra la mu$er !ue la pelcula de condici n neutra. 6e acuerdo a evidencias como -sta, se podra pensar !ue el problema no est) en la pornografa sino en la violencia, 'a sea sexualmente explcita o no, ' !ue por lo tanto la preocupaci n social debera ser restringir la violencia en los medios de comunicaci n ' no el sexo <:'de, 1@@>=. 4ambi-n, ' contrariamente a lo !ue informan muc"os estudios 'a citados, existen evidencias !ue sugieren !ue en ciertas ocasiones algunos tipos de estmulos sexuales pueden in"ibir las manifestaciones agresivas. As, por e$emplo, Daron <1@H>= examin la "ip tesis de !ue la excitaci n sexual facilitara la agresi n cuando los su$etos "aban sido previamente provocados <eno$ados= por la vctima, pero !ue in"ibira la conducta agresiva en ausencia de tal provocaci n previa. A los su$etos se les pidi examinar ' evaluar estmulos er ticos leves <fotos de mu$eres $ venes desnudas mu' atractivas= o estmulos neutrales <fotos de paisa$es, muebles ' pinturas abstractas=, luego de "aber sido provocados o no provocados por un c mplice. Aun!ue no era precisamente lo !ue se "aba "ipoteti#ado, los resultados mostraron !ue la exposici n a estmulos er ticos fue altamente efectiva en in"ibir o reducir el nivel de agresi n contra el c mplice, en la condici n de provocaci n previa, pero no influa significativamente en el nivel de agresi n en los su$etos no provocados por el c mplice. En otras palabras, en los su$etos no expuestos a estmulos er ticos la provocaci n previa del c mplice produca un nivel de agresi n muc"o ma'or !ue la ausencia de provocaci n, mientras !ue en a!u-llos expuestos a los estmulos er ticos ambas condiciones producan un nivel similarmente ba$o de agresi n "acia el c mplice. El car)cter contradictorio entre estos "alla#gos ' los provenientes de otros estudios podra explicarse en parte por el "ec"o !ue se "an utili#ado estmulos er ticos mu' diferentes. As por e$emplo, en el estudio reci-n mencionado los estmulos <fotos de mu$eres desnudas= podran considerarse menos excitantes !ue los utili#ados en a!uellas investigaciones !ue "an encontrado una relaci n entre estmulos er ticos ' agresi n <pelculas de sexo explcito B relatos er ticos explcitos=. A partir de esto podra pensarse en una relaci n m)s bien curvilnea entre excitaci n sexual ' agresi n, de modo !ue niveles ba$os de excitaci n podran in"ibir la agresi n posterior, mientras !ue niveles m)s altos podran facilitar tal conducta. Al respecto, 6onnerstein ' otros <1@H2= informaron !ue estmulos ligeramente excitantes <fotos de mu$eres desnudas= in"iban la agresi n en "ombres eno$ados, mientras !ue estmulos m)s excitantes <escenas explcitas de actividades sexuales= producan niveles de agresi n similares a los estmulos no er ticos.

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,imilares resultados fueron obtenidos por Daron ' Dell <1@HH=, !uienes encontraron !ue la agresi n era reducida por la exposici n a fotos de desnudos ' de actos sexuales, en comparaci n con la exposici n a los estmulos no er ticos. En cambio la exposici n a los estmulos m)s excitantes <relatos er ticos explcitos= no produca incrementos significativos de agresi n. 6atos como -stos sugieren !ue el impacto de los estmulos er ticos en la agresi n subsecuente puede variar no s lo en funci n del tipo de material er tico empleado <por e$emplo, desnudos, actos sexuales, relatos=, sino !ue tambi-n en funci n de los contenidos especficos de tales materiales. As por e$emplo, se espera !ue las representaciones sexuales afectivas ' amorosas tengan efectos notoriamente diferentes sobre la agresi n subsecuente, !ue la representaci n de actividades sexuales m)s impulsivas ' agresivas. Estos resultados, en con$unto con los diversos estudios revisados !ue "an encontrado una relaci n significativa entre exposici n a estmulos er ticos ' agresi n, sugieren !ue la relaci n entre excitaci n sexual ' agresividad puede no ser tan directa ni lineal. Es decir, niveles leves de excitaci n sexual reduciran la agresividad ex"ibida en ausencia de, excitaci n <'a sea por!ue producen distracci n o por!ue funcionan como una fuente de respuestas incompatibles=, mientras !ue niveles altos de excitaci n aumentaran la agresividad respecto a la ex"ibida en ausencia de excitaci n. .a explicaci n de esta relaci n puede encontrarse en el modelo de dos componentes de Qillmann <citado en Daron ' D'rne, 1@@A=. 6e acuerdo a este modelo, la exposici n a estmulos er ticos tiene dos efectosC aumenta la excitaci n sexual e influ'e en los estados afectivos <sentimientos positivos ' negativos=. Por lo tanto, el !ue la excitaci n sexual aumente o redu#ca la agresi n de/ pender) del patr n general de tales efectos. 6ebido a !ue los estmulos er ticos leves generan d-biles niveles de excitaci n, pero niveles substanciales de afecto positivo, la exposici n a tales materiales tiende a reducir la agresi n subsecuente. Al contrario, 'a !ue los estmulos sexuales explcitos generan niveles m)s altos de excitaci n, pero tambi-n pueden producir altos niveles de afecto negativo <por!ue los actos ex"ibidos pueden resultar desagradables o repulsivos=, estos estmulos pueden aumentar la agresi n. Esta formulaci n a'uda a una me$or comprensi n de la relaci n entre excitaci n sexual ' agresi n, la cual al parecer es real pero m)s comple$a de lo !ue se pensaba, entre otras cosas por!ue involucra los efectos combinados tanto de cogniciones como de emociones. *n estudio !ue apo'a en parte estas predicciones sera el de Ramire# ' otros <1@A0=, !uienes encontraron !ue la exposici n a estmulos er ticos sugerentes <una pelcula con atractivas mu$eres desnudas= reduca significativamente el grado de "ostilidad en la evaluaci n del experimentador en condiciones de provocaci n ligera, pero no tena efecto cuando la provocaci n era severa. En cambio, la exposici n a estmulos er ticos explcitos <una pelcula de sexo oral ' coito en varias posiciones= incrementaba significati/ vamente la "ostilidad en la evaluaci n del experimentador, sin !ue existiera una interacci n clara con el grado de provocaci n. :abra !ue enfati#ar !ue, a diferencia de otros estudios citados anteriormente, en este caso la conducta "ostil o agresiva del su$eto no consista en administrar s&oc2s el-ctricos a un confederado, sino !ue en evaluar negativamente a un experimentador !ue lo "aba tratado de manera ruda al instruirlo acerca de la primera parte del experimento. +)s all) de las controversias te ricas ' metodol gicas acerca de los posibles efectos negativos de la pornografa, es interesante mencionar !ue muc"as feministas adoptan una posici n contraria a la pornografa en base a las siguientes ra#ones principales. En primer lugar, la pornografa en general degrada a las mu$eres, 'a sea en su versi n m)s suave o m)s dura <soft1core ' &ard1core=. En segundo lugar, muc"as veces la pornografa asocia el sexo con la violencia "acia las mu$eres. &, en tercer lugar, "abitualmente la

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pornografa muestra relaciones de poder desiguales entre "ombres ' mu$eres, enfati#ando el poder de los "ombres ' la subordinaci n de las mu$eres. 6e acuerdo a lo anterior, no se ob$etaran los materiales sexuales !ue representan a las mu$eres ' "ombres en relaciones igualitarias, "umani#adas ' consensuales, lo !ue corresponde al concepto de er tica <:'de, 1@@>=. *na distinci n similar plantean Feldman ' +acCulloc" <1@AB=, !uienes luego de afirmar !ue no existe evidencia clara acerca de los efectos de la pornografa, "acen la siguiente sugerenciaC %,e debiera permitir los materiales sexuales !ue representen actividades sexuales no violentas ' en las cuales ambos participantes sean adultosF se debiera controlar tan estrictamente como sea posible a!uellos materiales !ue representen violencia entre participantes de cual!uier edad, as como a!uellos !ue involucren ni9os 'a sea !ue la actividad sea violenta o no% <p. 1>=.

POSI"LES EFECTOS POSITIVOS DE LA EXPOSICION A ESTIMULOS EROTICOS


En relaci n con el tema de los efectos de los estmulos er ticos sobre la conducta sexual, algunos autores "an planteado !ue los materiales er ticos pueden tener efectos positivos en muc"as personas. As, +alamut" <1@AA= describe instancias de utili#aci n de materiales er ticos en el tratamiento de personas con ciertas dificultades sexuales, especialmente a!u-llas referidas a las fases de deseo ' de excitaci n sexual. Por una parte, la exposici n a materiales er ticos "a mostrado efectos positivos en el tratamiento de algunos casos de disfunci n erectiva, ' por otra, se cita un estudio donde a un grupo de mu$eres con alto nivel de ansiedad acerca del sexo se las expuso a pelculas sexuales explcitas, encontr)ndose un efecto de reducci n de la ansiedad sexual ' ma'or disposici n a involucrarse en conductas sexuales en condiciones apropiadas, en comparaci n con un grupo control. & adem)s de su posible contribuci n al tratamiento de algunas dificultades sexuales, tambi-n se "a sugerido !ue al menos algunos tipos de pornografa o materiales er ticos pueden desempe9ar una funci n social importante, previniendo el desarrollo de ciertos problemas o dificultades sexuales. Iilson, uno de los investigadores de la Comisi n sobre Obscenidad ' Pornografa del Congreso de Estados *nidos <citado en +alamut", 1@AA, p. 08B=, plantea !ue tanto los estudios de encuesta como los datos clnicos muestran !ue una proporci n significativa de matrimonios tienen dificultades sexuales, ' !ue adem)s muc"as personas eval(an su vida sexual como insatisfactoria. & tambi-n agrega !ue las principales fuentes de estos problemas sexuales de pare$a seran la falta de informaci n, la ansiedad acerca del sexo ' las dificultades para comunicarse libremente respecto al tema sexual. Por esto para muc"as pare$as la exposici n a materiales er ticos puede aumentar su nivel de informaci n sexual, reducir ciertas in"ibiciones, incrementar su disposici n a conversar sobre el tema, "acer m)s variada su vida sexual ', en t-rminos generales, me$orar sus relaciones sexuales. 6e acuerdo a la revisi n !ue "emos "ec"o del tema, se infiere !ue la exposici n a materiales er ticos puede tener alg(n efecto en los individuos, influ'endo en su excitaci n fisiol gica, en sus reacciones emocionales ' potencialmente en su conducta. El !ue tales materiales o estmulos influ'an en la conducta de las personas tiene !ue ver con el "ec"o !ue pueden proporcionar tanto informaci"n como modelos de conducta, dos factores !ue contribu'en a determinar el comportamiento "umano. Estos posibles efectos son tanto positivos como negativos, dependiendo en gran medida de los contenidos <manifiesto ' latente= de los materiales er ticos a los cuales se exponen las personas. As, es distinto el efecto !ue podran tener en un mismo individuo estmulos er ticos o interacciones sexuales

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!ue comunican consentimiento, respeto mutuo ' emociones positivas, respecto a otros estmulos o interacciones !ue involucren degradaci n, abuso ' violencia. En cuanto al factor de informaci n, algunos relatos o pelculas er ticas pueden desempe9ar un rol educativo importante para muc"as personas, especialmente si se consideran las escasas posibilidades !ue tienen "abitualmente las personas de tener una adecuada educaci n sexual. As, materiales er ticos !ue representen actividades sexuales mutuamente consentidas ' disfrutadas pueden informar acerca de !u- cosas son m)s excitantes para cada sexo, c mo se puede enri!uecer la comunicaci n sensorial ' sexual en una pare$a, ' "asta educar acerca de m-todos anticonceptivos <aun!ue desafortunadamente esto (ltimo no es algo com(n=. En cambio, materiales er ticos !ue muestren degradaci n ' violencia contribu'en a formar o refor#ar ciertas guas sexuales de dominaci n ' explotaci n sexual <"abitualmente de las mu$eres por parte de los "ombres=, ' de !ue puede ser lcito el uso de la fuer#a para conseguir fines sexuales, al representar muc"as veces a las mu$eres como b)sicamente maso!uistas o como deseando ser sometidas sexualmente. & respecto al factor de modela$e o imitaci n, es posible !ue nuevas conductas o actividades representadas en materiales er ticos sean incorporadas en el repertorio conductual de un individuo, si bien las personas no imitan directamente todo lo !ue observan. ,in embargo, tal ve# m)s importante <' factible= !ue el aprendi#a$e de nuevos patrones de conducta, algunos de los efectos potenciales significativos de la exposici n repetida a ciertos estmulos puede ser la desensibili#aci n a ellos o la desin"ibici n. As, en la medida !ue un individuo se expone repetidamente a cierto tipo de estmulo !ue inicialmente le produca determinada reacci n emocional, se ira produciendo un efecto de "abituaci n ' su reacci n sera cada ve# menor. & por otra parte, al observar las consecuencias experimentadas por los modelos al emitir ciertas conductas, las personas pueden refor#ar o debilitar ciertas in"ibiciones aprendidas sobre esas conductas. & tal como en el caso del factor informaci n, la observaci n de las conductas de los modelos en los materiales er ticos ' de las consecuencias !ue las siguen puede tener efectos positivos o negativos, dependiendo en gran medida de cu)les sean los mensa$es o guas !ue se transmitan en tales materiales. As, observar actividades sexuales mutuamente consentidas ' disfrutadas puede a'udar a muc"as personas a reducir sus in"ibiciones ' reacciones de ansiedad asociadas a una expresi n m)s libre de sus deseos sexuales. En cambio, la observaci n repetida de escenas de dominaci n o violencia sexual <como de cual!uiera otra forma de violencia= puede producir un efecto de desensibili#aci n ' "asta de cierta aceptaci n de tales conductas, ' potencialmente podra en algunos individuos reducir in"ibiciones aprendidas contra la expresi n de esas conductas. Estos posibles efectos de la exposici n a pornografa degradante ';o violenta "an sido destacados por diversos autores <Allison P Irig"tsman, 1@@8F +alamut", 1@AAF Russell, 1@@8=. ,e conclu'e entonces !ue, aun!ue la exposici n a materiales er ticos o pornogr)ficos no constitu'e un factor especialmente determinante de la conducta sexual "umana, podra influenciar a algunos individuos en algunos aspectos ' en ciertas condiciones. Estos efectos, los cuales pueden ser tanto positivos como negativos, dependeran entre otros factores de las caractersticas del individuo, del contenido ' mensa$es comunicados en tales materiales ' del contexto social ' cultural m)s general !ue facilita o contrarresta esos efectos.

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CAP34*.O J

FANTAS$AS SEXUALES

6ebido al gran rol !ue desempe9an los factores cognitivos en la conducta sexual "umana, al igual !ue en cual!uier otro )mbito de la conducta, "a llegado a ser .Cas un lugar com(n afirmar !ue el principal rgano sexual del ser "umano es el cerebro. Con esto se !uiere indicar !ue la forma en !ue las personas perciben ' procesan los diversos estmulos sexuales determina en gran medida su responsividad sexual en una determinada situaci n, ' adem)s !ue aun en ausencia de cual!uier estimulaci n externa, los pensamientos e im)genes sexuales generados por los individuos pueden ser en s mismos poderosos est/ mulos sexuales. ,iendo el estudio cientfico de las fantasas sexuales algo relativamente reciente en la investigaci n psicol gica, el ma'or conocimiento !ue se tena "asta "ace poco del tema provena fundamentalmente de algunas interesantes recolecciones no cientficas de las fantasas er ticas m)s frecuentes de las mu$eres ' los "ombres <Frida', 1@H>, 1@AB=. ,in embargo, en los (ltimos a9os se "a ido "aciendo cada ve# m)s evidente !ue el conocimiento de los distintos aspectos referentes a las fantasas sexuales "ace una con/ tribuci n central a nuestra me$or comprensi n de la naturale#a de la sexualidad "umana. Algunas de las ra#ones de la importancia !ue tiene el estudio de las fantasas sexuales son las siguientesC En primer lugar, las fantasas sexuales de un individuo pueden tanto influenciar su conducta sexual como refle$ar su experiencia pasada. Es decir, la forma en !ue las personas se comportan en situaciones sexuales puede a veces ser influida por sus fantasas previas, as como estas fantasas pueden estar determinadas por lo !ue ellas previamente "an ledo, observado o practicado. En segundo lugar, 'a !ue las fantasas son privadas ' no dependen de la participaci n de otras personas o de aspectos situacionales, ellas pueden revelar las necesidades, inclinaciones ' preferencias sexuales de un individuo en un grado muc"o ma'or !ue su conducta sexual real. En la fantasa las personas pueden imaginar lo !ue !uieran o lo !ue les sea particularmente excitante, sin experimentar incomodidad, rec"a#o o restricciones externas.

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En tercer lugar, las fantasas sexuales pueden ser un elemento clave para la comprensi n de las diferencias de g-nero en la sexualidad, dada la libertad !ue conceden para la expresi n imaginaria sin restricciones de las preferencias ' excitadores sexuales. En relaci n al tema de las guas sexuales !ue revisaremos en otro captulo, el estudio de las fantasas sexuales de ambos sexos puede proporcionar una comprensi n (nica de las diferentes guas internas !ue sub'aceran el comportamiento sexual de "ombres ' mu$eres. Por (ltimo, el conocimiento de las fantasas sexuales tambi-n puede ser relevante para la comprensi n ' mane$o de algunos problemas relacionados con la conducta sexual. Por una parte, en algunos casos las fantasas sexuales podran $ugar un rol, en con$unto con otros factores, en la comisi n de ofensas sexuales tales como ex"ibicionismo, violaci n ' abuso sexual infantil. &, por otra parte, una falta de fantasas sexuales o la presencia de un alto grado de culpa acerca de ellas podra en algunos casos ser un factor contribu'ente a algunas formas de disfunci n sexual.

CARACTERISTICAS GENERALES
*na fantasa puede ser considerada un acto imaginario o un pensamiento !ue no es una simple reacci n a estmulos externos, ni est) dirigido a resolver un problema. *na fantasa sexual sera cual!uier imaginera deliberada !ue tiene un car)cter excitante o er tico para el individuo. .as fantasas sexuales pueden tener un car)cter mu' variado, lo !ue por una parte nos ilustra acerca de la comple$idad ' diversidad de los factores individuales de la conducta "umana en general ' sexual en particular, pero por otro lado plantea desafos ' dificultades importantes para su evaluaci n adecuada. As, una fantasa sexual puede ser una "istoria mu' elaborada ' llena de detalles de todo tipo, o puede ser un pensamiento m)s o menos difuso acerca de alguna actividad rom)ntica o sexual. Puede ser completamente realista, o incluir todo tipo de elementos irreales ' aun bi#arros. Puede consistir enteramente en recuerdos de eventos pasados, o puede ser una experiencia completamente imaginaria acerca de "ec"os nunca vividos ni aun observados. Puede ocurrir de manera espont)nea o ser imaginada intencionalmente, as como puede ser inducida por otros pensamientos, sentimientos o sensaciones. Adem)s, las fantasas sexuales pueden tener lugar fuera de cual!uier actividad sexual, o ellas pueden ocurrir durante la masturbaci n solitaria ';o durante la actividad sexual con otra persona. 6ebido a !ue las fantasas son eventos internos, s lo pueden ser conocidas mediante el propio informe de la persona. 5o existe ninguna manera de verificar lo !ue la persona informa acerca de sus pensamientos sexuales, ' aun!ue se pueden medir algunos signos de excitaci n ante fantasas autoinformadas, no existe la posibilidad de medici n fisiol gica directa referente al contenido de una fantasa en particular. Existen tres m-todos principales para conocer las fantasas sexuales. *n primer m-todo es proporcionar a los su$etos listas de posibles fantasas ' pedirles indicar an nimamente cu)les de ellas "an experimentado, en !u- contexto ' con !u- frecuencia. *n segundo m-todo son los cuestionarios a iertos, donde se pide a los su$etos, tambi-n an nimamente, describir en forma narrativa sus fantasas favoritas o m)s frecuentes, las cuales pueden ser luego categori#adas ' evaluadas en diversas dimensiones mediante an)/ lisis de contenido. El tercer m-todo, llamado automonitoreo, consiste en pedirle a los su$etos !ue registren las fantasas !ue ellos experimentan en un determinado perodo, usando 'a sea listas predeterminadas o diarios abiertos.

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.a ma'or parte de la evidencia derivada de la investigaci n acerca de fantasas sexuales puede ser clasificada en dos grandes categorasC incidencia ' frecuencia de las fantasas sexuales <cu)ntas personas fantasean, ' cu)n a menudo=, ' contenido de las,fan/ tasas sexuales <!u- fantasean las personas=. En ambos temas uno de los aspectos !ue m)s interesa son las diferencias de g-nero, 'a !ue como se "a expresado anteriormente el an)lisis de las fantasas sexuales "ara una contribuci n mu' significativa a la comprensi n de las diferentes guas sexuales internas del comportamiento sexual de "ombres ' mu$eres. .a incidencia ' frecuencia de fantasas sexuales pueden ser medidas en relaci n con tres diferentes contextosC durante la masturbaci n, durante las relaciones sexuales ' durante la actividad no sexual. Respecto a la incidencia de las fantasas sexuales durante la mastur aci"n, un ma'or porcenta$e de "ombres !ue de mu$eres informan "aber tenido alguna ve# fantasas sexuales durante tal actividad sexual. Dasados en la revisi n de varios estudios, .eitenberg ' :enning <1@@2= estiman un promedio de AJR para los "ombres ' de J@R para las mu$eres, lo cual concuerda en general con las cifras informadas en los estudios de Kinse', de un A@R de "ombres ' de un J>R de mu$eres <Kinse' ' otros, 1@JHa ' 1@JHb=. En relaci n con la incidencia de fantasas sexuales durante las relaciones sexuales ' durante actividades no sexuales, temas en los !ue se cuenta con menos datos, existen dos "alla#gos principalesC Por una parte, las fantasas sexuales parecen ser de ocurrencia bas/ tante com(n tanto en "ombres como en mu$eres en ambos tipos de actividades. &, por otra, en ambos tipos de actividades, a diferencia de lo !ue ocurre durante la masturbaci n, no existiran diferencias significativas entre "ombres ' mu$eres <.eitenberg P :enning, 1@@2=. En cuanto a la frecuencia de fantasas sexuales, los estudios en general muestran !ue los "ombres informan tener fantasas m)s a menudo !ue las mu$eres durante la masturbaci n ' durante la actividad no sexual. En cambio, ning(n estudio comparativo "a informado una diferencia significativa entre "ombres ' mu$eres en la frecuencia de fantasas sexuales durante las relaciones sexuales. .a ma'or diferencia de g-nero parece darse en relaci n con la frecuencia de pensamientos sexuales en general, no asociados con una actividad sexual especfica. Al respecto, en una muestra al a#ar de m)s de 8.BBB personas, el 2>R de los "ombres ' el 1@R de las mu$eres informaron !ue tenan pensamientos sexuales todos los das o varias veces al da <.auman ' otros, 1@@>, citados en .eitenberg P :enning, 1@@2=. 4ambi-n se "a informado diferencias de g-nero en relaci n con la cantidad de diversos tipos de fantasas, encontr)ndose una relaci n aproximada de 0C1 entre "ombres ' mu$eres.

CONTENIDOS Y DIFERENCIAS DE GENERO


Aun!ue las fantasas sexuales pueden ser categori#adas en dos grandes rubros /recuerdos de experiencias pasadas cu'a evocaci n es excitante ' experiencias !ue no "an ocurrido pero cu'a imaginaci n es excitante/, el contenido especfico de tales fantasas puede variar en forma casi ilimitada. 6os formas utili#adas para estudiar el contenido de las fantasas sexuales son la categori#aci n de las repuestas a listas de fantasas <o derivaci n de factores=, ' el an)lisis de las fantasas m)s populares o frecuentes !ue informan las personas. Respecto al an)lisis de las categoras o factores, en general se pueden apreciar cuatro principales categoras de contenido en las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eresC

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a= Escenas de actividades "eterosexuales convencionales con amantes pasados, actuales o imaginarios. b= Escenas !ue indican poder sexual e irresistibilidad, como seducci n ' pare$as m(ltiples. c= Escenas !ue involucran elementos no convencionales, referentes a contextos, posiciones, pr)cticas ' tipo de pare$as. d= Escenas de sumisi n o dominaci n !ue involucran o implican alg(n grado de for#amiento. .a segunda ' la tercera categoras algunas veces se superponen ' aparecen como un factor (nico, aun cuando desde un punto de vista psicol gico podran cumplir diferentes funciones para el individuo. En cambio, la segunda ' la cuarta categoras a menudo aparecen como factores distintos, aun cuando psicol gicamente pueden cumplir la misma funci n. .a categora claramente m)s com(n es la primera, referente a imaginera "eterosexual conv-ncional con un amante pasado, actual o imaginario <.eitenberg ' :enning, 1@@2=. E'sencE ' Iilson <1@A1= describen cuatro factoresC Exploratorio! -ntimo! -mpersonal $ Sadomasoquista. Como es de esperar, encontraron diferencias sexuales respecto a estas categoras de contenido, relacion)ndose m)s las fantasas femeninas con el factor de intimidad <contextos rom)nticos, besos apasionados, sexo oral pasivo=, ' las fantasas masculinas m)s con el factor de exploraci n <promiscuidad, sexo grupal, sexo con personas de otras ra#as=. Aun!ue no emergi un factor de actividad/pasividad, una ma'or proporci n de mu$eres !ue de "ombres se imaginaba en un rol pasivo. A diferencia de otros autores, Arndt ' otros <1@A2= reali#aron an)lisis factoriales separados para cada sexo, basados en el "ec"o !ue otros estudios "aban informado de diferencias de g-nero en las fantasas sexuales. .os factores presentes en las fantasas sexuales femeninas fueron rotulados como (om#ntico! 3ariedad! Sufrimiento $ Dominancia, mientras !ue los factores correspondientes a las fantasas masculinas fueron rotulados como 4uerza! 5ismo sexo! -mpopular $ 5ac&o. :a' !ue se9alar !ue el factor +ismo sexo inclua fantasas donde otros "ombres estaban presentes adem)s del su$eto, no s lo fantasas especficamente "omosexuales. En el estudio de Rui# ' 4orres <1@@2= acerca de fantasas sexuales femeninas en estudiantes universitarias espa9olas, se derivaron tres factores !ue fueron designados comoC +ormativo! Promiscuo v 'omosexual. Aun!ue predominaba ampliamente el primer factor <fantasas tradicionales de tener relaciones sexuales con la persona amada= sobre los otros dos, es interesante !ue las fantasas "omosexuales lleguen a constituir un factor o categora en una muestra de mu$eres, !uienes en general presentan menos conductas "omosexuales !ue los "ombres, tal como veremos en un captulo posterior. Respecto al an)lisis de las fantasas m)s populares! recolectadas 'a sea mediante listas o cuestionarios abiertos, los tres tipos m)s comunes tanto en "ombres como en mu$eres parecen serC <a= revivir una experiencia sexual excitanteF <b= imaginar tener sexo con la pare$a actualF ' <c= imaginar tener sexo con otra pare$a. Otras fantasas populares involucran sexo oral, sexo en un ambiente rom)ntico, sexo con varias pare$as al mismo tiempo, diferentes posiciones sexuales, ' ser for#ado<a= a tener sexo. Aun!ue el contenido de las fantasas sexuales !ue tienen las personas durante distintas actividades parece ser bastante consistente, existiran algunas diferencias interesantes. As, imaginar tener sexo con la pare$a actual parece ser una fantasa m)s popular durante las actividades no sexuales, mientras !ue el imaginar tener sexo con otra pare$a sera una fantasa m)s popular durante las relaciones sexuales. Existe en general una similitud en las categoras amplias de contenido de las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eres, lo cual se podra relacionar con el "ec"o !ue

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presumiblemente las fantasas !ue m)s com(nmente tienen las personas refle$an experien/ cias culturales compartidas ' la imaginera sexual dominante prevaleciente en la sociedad. ,in embargo, al igual !ue en los otros )mbitos del comportamiento sexual, "a' algunas diferencias de g-nero respecto al contenido de las faXtasas sexuales. *na autora expresa !ue estas diferencias se pueden resumir de la siguiente maneraC %.as fantasas de los "ombres tienden a involucrar situaciones en las cuales ellos son poderosos, agresivos ' est)n involucrados en sexo impersonal, mientras !ue es m)s probable !ue las fantasas de las mu$eres involucren romance o el ser for#adas a tener sexo% <:'de, 1@@>, p. 0H>=. *na diferencia interesante es la informada por +cCaule' ' ,Lann <1@HA=, en el sentido !ue tanto durante la masturbaci n como durante la actividad "eterosexual, los "ombres fantaseaban m)s acerca de experiencias sexuales reales pasadas ' actuales, mien/ tras !ue las mu$eres fantaseaban m)s acerca de experiencias sexuales imaginarias. En su an)lisis de las posibles funciones !ue desempe9aran las fantasas sexuales durante la actividad sexual, +cCaule' ' ,Lann <1@AB= sugieren !ue esta diferencia se relaciona con el "ec"o !ue las mu$eres usan m)s las fantasas de experiencias imaginarias para aumentar la excitaci n, para disminuir la ansiedad respecto a la actividad sexual, como compensaci n para experiencias sexuales poco satisfactorias, ' aun para incrementar una experiencia sexual satisfactoria. En cambio, los "ombres tienden m)s a usar fantasas de experiencias reales para aumentar la excitaci n sexual ' para controlar ' dirigir la activi/ dad sexual. Esta (ltima tendencia, de centrarse m)s en experiencias reales, puede responder a la necesidad de los "ombres de cumplir con una gua sexual !ue asigna al "ombre la responsabilidad primaria de dirigir la actividad sexual. 4ambi-n se encuentran algunas diferencias significativas entre las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eres en aspectos m)s especficos, como los !ue se revisan a continuaci n. RO. AC4IOO OER,*, PA,IOO E5 .A FA54A,3A 4al como se esperara a partir de las pr)cticas de sociali#aci n diferencial de los roles sexuales, en !ue se asigna a los "ombres un rol m)s activo ' a la mu$eres un rol m)s pasivo respecto a la iniciativa sexual, el an)lisis de las fantasas de ambos sexos revela !ue es m)s probable !ue los "ombres se imaginen "aciendo algo sexualmente excitante a la pare$a, ' !ue las mu$eres se imaginen siendo las receptoras de actividades sexuales. 6e acuerdo a Knafo ' Gaffe <1@A>=, las mu$eres tpicamente fantasean imagin)ndose como ob$etos sexuales !ue pasivamente reciben actividades sexuales, mientras !ue la ma'ora de los "ombres se imaginan en el rol m)s activo de e$ecutantes de conductas sexuales, lo !ue indica !ue a(n existe la %extendida tendencia, a pesar de la revoluci n sexual, a seguir asociando /al menos en la fantasa/ la masculinidad con actividad ' poder, ' la feminidad con pasividad ' sumisi n, particularmente en el campo de la conducta sexual% <p. >2@=. 6e acuerdo a Rosen#vaig <1@@H=, debido a !ue los "ombres "an sido entrenados para la acci n, el dominio ' la autonoma, mientras en las mu$eres se "a enfati#ado la importancia del afecto ' la relaci n, %los "ombres tienden a ensa'ar ' fantasear con lo !ue ellos "ar)n !ue suceda, mientras !ue las mu$eres especulan con a!uello !ue "abr) de sucederles a ellas% <p. AB=. Esta diferencia de g-nero, entre rol activo ' pasivo en la fantasa, tambi-n se refle$a en las reacciones de "ombres ' mu$eres ante pelculas pornogr)ficas o er ticas. Aun cuando "ombres ' mu$eres pueden ser igualmente excitados por una escena particular, es m)s probable !ue los "ombres se imaginen emitiendo conductas sexuales "acia la mu$er de la escena, ' !ue las mu$eres se imaginen a s mismas siendo el ob$eto de la pasi n del

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"ombre. En relaci n con esto, se puede concluir !ue el "ombre se focali#a en el cuerpo de la mu$er, mientras !ue la mu$er se focali#a en el inter-s del "ombre por su cuerpo. I+A?I5ER3A RO+Y54ICA OI,*A./ENP.3CI4A OER,*, I+A?I5ER3A E+OCIO5A./

El an)lisis cualitativo de las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eres muestra !ue las fantasas de los "ombres contienen m)s imaginera visual ' detalles anat micos explcitos, miIntras !ue las fantasas de las mu$eres contienen m)s referencias al contexto emocional, afecto ' romance. As, por e$emplo, Darcla' <citado en E'sencE ' Iilson, 1@A1= "i#o !ue universitarios de ambos sexos escribieran de manera detallada sus fantasas, las cuales luego someti a an)lisis de contenido ' encontr importantes dife/ rencias sexuales. .as fantasas masculinas enfati#aban m)s los aspectos visuales, inclu'endo detalles anat micos como la forma de los senos o el color del vello p(bico de las figuras femeninas, las cuales al mismo tiempo tendan a no tener una identidad clara ni mostrar alg(n compromiso emocional. En cambio las fantasas de las mu$eres incluan "ombres identificables <pare$as, compa9eros, astros de cine, etc.= enfati#aban la calidad de la relaci n ' los aspectos afectivos <amor, ansiedad, etc.=, ' pr)cticamente no contenan referencias anat micas m)s aba$o del cuello. *n estudio particularmente revelador de estas diferencias de g-nero es el informado en 1@@B por Ellis ' ,'mons, !uienes utili#aron un cuestionario dise9ado especficamente para evaluar este aspecto. En comparaci n con los "ombres, una ma'or proporci n de mu$eres informaron !ue tanto el contexto emocional ' fsico como el preludio !ue antecede a las relaciones sexuales eran una parte importante de sus fantasas sexuales. 4ambi-n (n ma'or porcenta$e de mu$eres !ue de "ombres informaron !ue se focali#aban en las %caractersticas personales o emocionales de la pare$a fantaseada%, ' en %su propia respuesta fsica o emocional durante la fantasa%. A su ve#, un ma'or porcenta$e de "ombres !ue de mu$eres informaron !ue se focali#aban en las %caractersticas fsicas de la pare$a% ' en %los actos sexuales% <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2=. 5Z+ERO 6E PAREGA, ,EN*A.E, E5 .A FA54A,3A El imaginarse teniendo actividades "eterosexuales con varias pare$as al mismo tiempo puede ser excitante tanto para los "ombres como para las mu$eres, 'a !ue implica percibirse a s mismo con una alta deseabilidad ' capacidad sexual. ,in embargo, este tipo de fantasa es m)s concordante con los estereotipos ' guas sexuales masculinas prevalecientes, !ue con el es!uema de ma'or intimidad ' exclusividad m)s caracterstico del estereotipo femenino. .os diversos estudios confirman estas tendencias, mostrando !ue es m)s probable !ue los "ombres tengan fantasas !ue inclu'en actividades sexuales con varias pare$as simult)neamente. 6os estudios reali#ados con muestras relativamente grandes, uno de :unt ' otro de Iilson, concuerdan en !ue aproximadamente la tercera parte de los "ombres ' la sexta parte de las mu$eres informan de fantasas !ue involucran varias pare$as o sexo grupal <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2=. Esta diferencia se aprecia tambi-n de manera mu' clara en el estudio de Knafo ' Gaffe <1@A>=, !uienes investigaron la frecuencia con !ue los "ombres ' mu$eres de su muestra experimentaban 01 distintas fantasas durante tres diferentes situacionesC masturbaci n, relaciones sexuales ' actividades no sexuales. ,e encontr !ue de los 01 temes de fantasa de la escala, "ombres ' mu$eres diferan significativamente en sus

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respuestas a s lo dos temes en cada una de las tres situaciones, ' en cada una de ellas <masturbaci n, coito ' actividad no sexual= una de las dos diferencias significativas era !ue los "ombres fantaseaban m)s !ue las mu$eres acerca de tener sexo con m)s de una pare$a a la ve#. FA54A,3A, 6E ,*+I,I75 *no de los aspectos !ue m)s "a llamado la atenci n de los investigadores en el tema de las fantasas sexuales "a sido la proporci n significativa de mu$eres !ue experimentan fantasas en las cuales ellas son for#adas a someterse sexualmente. 6iversos estudios "an informado incidencias de fantasas de sumisi n !ue varan entre un 0B ' un 2BR de las mu$eres en las muestras utili#adas, ' adem)s se "a informado !ue este tipo de fantasa se encuentra entre los m)s frecuentes de las mu$eres <entre el primer ' el s-ptimo lugar, en diferentes estudios=, especialmente durante las relaciones sexuales. *na de las demostraciones m)s claras de lo anterior es lo informado en el estudio de Knafo ' Gaffe <1@A>=, !uienes encontraron !ue en las mu$eres la fantasa de ser for#ada a someterse sexualmente era la m)s frecuente de todas durante las relaciones sexuales, la cuarta m)s frecuente durante la masturbaci n, ' la !uinta m)s frecuente durante las actividades no sexuales. Aun!ue tambi-n algunos "ombres tienen fantasas er ticas en las cuales ellos se someten a una mu$er dominante, los diversos estudios comparativos revelan !ue las fantasas de sumisi n son muc"o m)s comunes en las mu$eres. As, por e$emplo, en el estu/ dio de Knafo ' Gaffe reci-n mencionado, mientras la fantasa de sumisi n ocupaba los rangos 1, > ' 2 en los tres contextos para las mu$eres, en los "ombres los rangos correspondientes fueron 1>, 1J ' 1J. & en el estudio de Iilson citado anteriormente, al solicit)rseles a los su$etos describir su fantasa favorita, un 18R de las mu$eres ' s lo un >R de los "ombres indicaron !ue su fantasa favorita era ser for#ado<a= sexualmente. El "ec"o !ue algunas mu$eres pare#can excitarse ' derivar placer de fantasas de sumisi n es un tema controvertido !ue puede dar lugar a interpretaciones erradas, ' adem)s alimentar los mitos referentes a !ue muc"as mu$eres desearan o disfrutaran ser violadas, por lo cual se "ace necesario precisar algunos aspectos. El !ue muc"as mu$eres encuentren sexualmente excitantes las fantasas de sumisi n no tiene absolutamente ninguna relaci n con un supuesto deseo de ser for#adas sexualmente en la realidad, 'a !ue una fantasa er tica de ser sometida por un "ombre es mu' diferente a una violaci n real en todos los aspectos. Por una parte, en la fantasa una mu$er mantiene total control de lo !ue ocurre, todo lo contrario de lo !ue sucede en una violaci n. Por otra parte, en una fantasa la violencia imaginada es muc"simo menor, no se experimenta "abitualmente dolor fsico, ' no se teme ser "erida o aun perder la vida. En la fantasa, usualmente el "ombre utili#a $usto la fuer#a necesaria para superar la resistencia inicial ' despertar la excitaci n de la mu$er. &, por (ltimo, las fantasas er ticas femeninas de violaci n m)s tpicas "abitualmente involucran imaginar un "ombre sexualmente atractivo !ue es irresistiblemente excitado por el gran atractivo sexual de la mu$er. Como afirman Knafo ' Gaffe <1@A>=, estas fantasas %pueden implicar indirectamente !ue la mu$er es tan sexualmente seductora ' atractiva /otro atributo por cu'a posesi n las mu$eres est)n condicionadas culturalmente a esfor#arse/ !ue ella provoca !ue el "ombre pierda el control sobre sus acciones% <p. >2@=. TCu)les podran ser las posibles explicaciones de la tendencia du algunas mu$eres a tener fantasas er ticas de sumisi nU *na primera alternativa es !ue las fantasas de sumisi n sean en realidad indicadoras m)s de poder sexual !ue de debilidad. Como se ex/ pres en el p)rrafo anterior, la mu$er se percibira a s misma como siendo tan deseable !ue

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el "ombre no puede resistir su excitaci n, por lo cual para ella sera placentero someterse a una fuer#a ' a una excitaci n provocada por su propio atractivo sexual. 6e acuerdo a esto, las fantasas de sumisi n o violaci n seran s lo otro e$emplo del tema del poder sexual e irresistibilidad mencionado anteriormente como uno de los principales factores o categoras de las fantasas sexuales, ' !ue se expresa tambi-n en fantasas de seducci n, ex"ibicionismo ' sexo grupal. Otra explicaci n com(n sera !ue una mu$er criada en un ambiente social sexualmente restrictivo de la sexualidad femenina, puede evadir los sentimientos de culpa si la conducta o situaci n sexual !ue ella imagina no es voluntaria sino !ue impuesta a ella. El imaginarse ser for#ada a participar en lo !ue su educaci n o su ambiente la "ara considerar una conducta impropia <por e$emplo, una relaci n sexual con un desconocido o con alguien !ue no sea su pare$a=, puede "acerla sentir menos responsable ' menos culpable, ' en consecuencia permitirse disfrutar la fantasa ' derivar placer de ella. *na tercera explicaci n se encuentra en algunos planteamientos feministas, los cuales expresan !ue las mu$eres "an sido tan condicionadas por la cultura masculina dominante !ue ellas "an llegado a aceptar la agresi n sexual masculina ' la sub'ugaci n sexual femenina. 6ebido a !ue los medios de comunicaci n a menudo eroti#an la sumisi n sexual femenina, la exposici n repetida a tales im)genes puede contribuir a la prevalencia de este tipo de fantasa sexual en las mu$eres. *na (ltima explicaci n sera pensar !ue tal ve# muc"as mu$eres !ue tienen fantasas de sumisi n sexual tambi-n "an tenido una "istoria de abuso sexual en su infancia, ' pueden "aber sido condicionadas a asociar la dominaci n ' sumisi n con excitaci n sexual. .os pocos estudios !ue "an examinado esta posible relaci n "an encontrado !ue las mu$eres !ue "an sido sexualmente abusadas en la infancia tienden a tener m)s imaginera de ser for#adas sexualmente, en comparaci n con las mu$eres !ue no "an sido abusadas. Es necesario precisar !ue esta relaci n se da s lo respecto al abuso sexual en edades tempranas, 'a !ue ning(n estudio "a encontrado una relaci n entre ser vctima de agresi n sexual durante la adulte# ' fantasas sexuales de for#amiento o coerci n sexual. Pensamos !ue esto tendra !ue ver no s lo con las distintas etapas de desarrollo implicadas sino !ue tambi-n con la distinta naturale#a, caractersticas e impacto psicol gico !ue "abitualmente tienen el abuso sexual infantil ' la agresi n sexual adulta. FA54A,3A, 6E 6O+I5ACI75 As como las fantasas de sumisi n sexual presentaban una ma'or incidencia ' frecuencia en las mu$eres !ue en los "ombres, lo inverso se encuentra respecto a las fantasas de for#ar a la pare$a a reali#ar actividades sexuales. :aciendo una estimaci n promedio de diversos resultados citados por .eitenberg ' :enning <4@@2=, se conclu'e !ue la incidencia de este tipo de fantasa sera de alrededor de 8BR en los "ombres ' 1BR en las mu$eres. Al igual !ue en el caso de las fantasas de sumisi n, pueden existir algunas po/ sibles explicaciones de por !u- en este caso es m)s probable !ue los "ombres tengan fantasas de dominaci n sexual. *na explicaci n es !ue tales fantasas son consistentes con los estereotipos de rol sexual !ue enfati#an la dominaci n masculina ' la subordinaci n ' sumisi n femeninas, lo !ue se evidencia tanto en el contexto social general <poltico, econ mico, etc.= como en la forma !ue se representan las interacciones sexuales entre "ombres ' mu$eres. As, es com(n observar escenas de pelculas en !ue un "ombre besa a una mu$er aun cuando ella exprese desinter-s o aun rec"a#o, luego de lo cual ella accede con entusiasmo a continuar o intensificar la interacci n sexual, con lo cual se transmite el mensa$e de !ue si el "ombre

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toma la iniciativa, persiste ' aun aplica fuer#a fsica, la mu$er puede responderle positivamente. Otra explicaci n sera !ue las fantasas de dominaci n pueden afirmar el poder sexual ' la irresistibilidad en muc"os "ombres, al igual !ue se planteaba anteriormente en el caso de las fantasas de sumisi n en las mu$eres, por lo cual ambos tipos de fantasas pueden servir indirectamente el mismo prop sito. En la fantasa m)s tpica de dominaci n masculina la mu$er no puede resistir la fuer#a del "ombre ' llega a excitarse sexualmente a pesar de su resistencia inicial. As, para el "ombre, su fuer#a se impone a la mu$er de manera !ue ella no puede resistir desearloF para la mu$er, sus propios atributos fsicos ' personales se imponen al "ombre de manera !ue -l no puede resistirse a desearla. A manera de sntesis, se puede concluir !ue existen varias diferencias importantes en el contenido de las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eres. .as fantasas de los "ombres son m)s activas '[ se focali#an m)s en el cuerpo de la mu$er ' en las actividades sexuales !ue ellos desean "acer, mientras !ue las fantasas sexuales de [ las mu$eres son m)s pasivas ' se focali#an m)s en el inter-s de los . "ombres por su cuerpo ' su atractivo. .as fantasas masculinas [ tambi-n se focali#an m)s en actividades sexuales explcitas, detalles anat micos ' gratificaci n fsica, mientras !ue las mu$eres in/ , corporan m)s un contexto emocional ' el romance en sus fantasas sexuales. Es m)s probable !ue los "ombres tengan fantasas de dominaci n sexual ' fantaseen acerca de m(ltiples pare$as ' sexo grupal !ue las mu$eres, mientras !ue es m)s probable !ue las mu$eres tengan fantasas de sumisi n sexual !ue los "ombres. Adem)s de las limitaciones metodol gicas se9aladas al comien#o del captulo, existe una gran carencia de informaci n acerca de las fantasas sexuales en diferentes culturas !ue permitiera saber si estas diferencias de g-nero se extienden o no a otros contextos sociales ' culturales. *n (ltimo aspecto !ue parece interesante en lo referente a las diferencias de g-nero en fantasas sexuales, sera si se refle$an en el comercio !ue se "ace de las preferencias er ticas de ambos sexos. Como se expone en detalle en otro captulo, aun!ue la investiga/ ci n "a mostrado !ue las mu$eres pueden excitarse fsicamente tanto como los "ombres frente a materiales sexualmente explcitos, sin embargo ellas presentan una actitud muc"o m)s negativa !ue los "ombres "acia esos materiales ' usualmente no buscan activamente exponerse a tales estmulos. As, en general los "ombres son los consumidores primarios de lo !ue "abitualmente se considera materiales pornogr)ficos, mientras !ue las mu$eres son las consumidoras primarias de las novelas ' revistas rom)nticas. *no se puede preguntar si esta diferencia de g-nero en los patrones de consumo er tico se relaciona s lo con la aceptabilidad social de la pornografa para los "ombres ' las novelas rom)nticas para las mu$eres, o es por!ue ambos tipos de material se relacionan diferencialmente con las fantasas sexuales de "ombres ' mu$eres. ,i se anali#a el contenido m)s tpico de una revista o pelcula pornogr)fica se aprecia inmediatamente la presencia de cuerpos desnudos involucrados en actividades sexuales especficas sin muc"a referencia al contexto, preludio amoroso o vnculos emocionales entre los participantes. .as escenas representadas corresponden primariamente a la fantasa masculina de varias compa9eras sexuales siempre dispuestas a cual!uier tipo de actividad sexual, sin ninguna posibilidad de !ue el "ombre sea rec"a#ado. En cambio, la fantasa primaria presente tpicamente en las novelas rom)nticas involucra a una mu$er !ue enciende la pasi n ' amor eterno de un "ombre deseable, todo esto adem)s muc"as veces ba$o circunstancias adversas. El "ombre fuerte ' dominante es finalmente vencido por los sentimientos de amor ' los encantos de la "erona, !uien se entrega apasionadamente ' segura de ser amada ' deseada intensamente por el "ombre, siendo sin embargo las actividades sexuales algo secundario a la "istoria de amor. As, se puede pensar !ue la pornografa parece ser comercialmente exitosa por!ue se relaciona estrec"amente con las fantasas sexuales de los

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"ombres, mientras !ue la ficci n rom)ntica parece ser comercialmente exitosa por!ue se relaciona m)s estrec"amente con las fantasas sexuales de las mu$eres.

RELACIONES CON OTRAS VARIA"LES


Aun!ue las diferencias de g-nero "an sido el factor m)s estudiado en relaci n con la incidencia ' frecuencia de las fantasas sexuales, tambi-n es interesante examinar !urelaciones se pueden establecer entre la frecuencia con !ue las personas tienen fantasas sexuales ' otras variables tales como edad o etapa de desarrollo, satisfacci n sexual, culpa sexual ' algunas caractersticas de personalidad. FA54A,3A, ,EN*A.E, & E4APA, 6E 6E,ARRO..O Aun cuando los ni9os pe!ue9os pueden presentar distintas conductas sexuales, se sabe mu' poco acerca de sus pensamientos ' sentimientos relacionados con lo sexual. 6ebido a !ue los ni9os pe!ue9os no poseen un nivel cognitivo suficiente para comprender lo !ue experimentan, es incierto si ellos podran tener fantasas o pensamientos sexuales. Aparte de algunas evidencias anecd ticas provenientes especialmente del campo clnico, no existen estudios sistem)ticos de las fantasas sexuales de los ni9os menores de 11 a9os, !ue ilustren acerca de cu)n a menudo ocurren, !u- contenidos tienen, !u- las induce, ' si son sexualmente excitantes o no. Por eso en general se piensa !ue las fantasas sexuales empe#aran a ocurrir de manera m)s estable durante la temprana adolescencia, simult)neamente con un aumento general en el nivel de motivaci n ' excitaci n sexual. 6e acuerdo a diversos estudios retrospectivos, las edades promedio en !ue los adultos recuerdan "aber experimentado sus primeras fantasas sexuales varan entre los 11 ' los 18 a9os. En un estudio dirigido especficamente a este tema, ?old ' ?old informaron en 1@@1 !ue la edad promedio para las primeras fantasas sexuales de los "ombres era 11,2 a9os, ' para las de las mu$eres 10,@ a9os <citado en .eintenberg P :enning, 1@@2=. Esta diferencia de edad podra parecer algo sorprendente si se considera !ue en general las/ni9as iniciaran su adolescencia <edad promedio d,e la pubertad= antes !ue los ni9os, ' !ue ellas tambi-n parecen desarrollar m)s tempranamente !ue los varones el inter-s por el sexo opuesto. ,in embargo, es totalmente consistente con las evidencias !ue revelan !ue la excitabilidad sexual de las ni9as adolescentes se desarrolla m)s tardamente ' progresa m)s lentamente !ue la de los varones, al igual !ue la pr)ctica de la mastur/ baci n <,torms, 1@A1=. Este ma'or retardo en la aparici n ' curso m)s lento de la excitabilidad sexual en las mu$eres no refle$a una menor capacidad fisiol gica para la excitaci n sexual, sino !ue sera el resultado de las experiencias de sociali#aci n diferencial <Fis"er P D'rne, 1@HA=. 4ambi-n existe una diferencia de g-nero respecto a !u- factores gatillan las primeras fantasas sexuales, 'a !ue en el estudio de ?old ' ?old mencionado anteriormente se encontr !ue era muc"o m)s probable !ue las fantasas de las mu$eres

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fueran estimuladas por una relaci n existente, mientras !ue era m)s probable !ue los "ombres tuvieran sus primeras fantasas en respuesta a estmulos visuales. 6e acuerdo a ,torms <1@A1=, las primeras fantasas sexuales adolescentes, las cuales ocurren prontamente luego del despertar de la excitabilidad sexual, son usualmente algo vagas ' sin referencia explcita a una actividad o compa9ero<a= sexual en particular. A medida !ue la motivaci n sexual aumenta en intensidad durante los primeros a9os de la adolescencia, las fantasas er ticas llegan a ser m)s vvidas ' detalladas, ' contienen actividades sexuales explcitas ' compa9eros sexuales especficos. & cuando la motivaci n sexual alcan#a su pleno desarrollo al final de la adolescencia, la ma'ora de los individuos desarrolla fantasas mu' especficas e incorpora los contenidos preferidos en guas er ticas bien definidas. As como las fantasas sexuales en general se inician en promedio algo antes en los "ombres !ue en las mu$eres, tambi-n las fantasas sexuales !ue tienen lugar especficamente durante el coito parecen comen#ar antes en los "ombres !ue en las mu$eres. En un estudio de ,ue con estudiantes universitarios, un 8JR de los "ombres ' un 1AR de las mu$eres informaron !ue "aban empe#ado a tener fantasas sexuales durante el coito desde el comien#o de sus relaciones sexuales <citado en .eintenberg P :enning, 1@@2=. Aun!ue los "ombres parecen empe#ar a tener fantasas sexuales m)s tempranamente !ue las mu$eres, parece existir en ambos sexos un patr n similar de cambios en la frecuencia de fantasas sexuales a trav-s de las distintas edades. En general "a' una relaci n curvilnea entre edad ' frecuencia de fantasas sexuales, ocurriendo estas (ltimas menos frecuentemente en los ni9os ' en las personas de ma'or edad !ue en los adolescentes ' en los adultos $ venes ' de mediana edad. Respecto a cambios durante la adulte#, se observa una declinaci n progresiva en la frecuencia de enso9aciones ' fantasas sexuales con la edad, en ambos sexos. .a menor frecuencia de fantasas sexuales en los adultos ma'ores posiblemente refle$a una disminuci n en la motivaci n sexual en general, as como una disminuci n en la frecuencia de relaciones sexuales ' masturbaci n durante las cuales a menudo ocurren las fantasas sexuales. Adem)s puede refle$ar una ma'or preocupaci n en otros aspectos de naturale#a no sexual, tales como familia, traba$o ' salud. Aun!ue no existen estudios especficos al respecto, puede pensarse !ue tal ve# la frecuencia de fantasas durante la masturbaci n ' las relaciones sexuales no decline con la edad ' aun pueda aumentar, sino !ue sera la frecuencia total de actividades sexuales lo !ue declina con la edad. .o !ue s se "a encontrado es !ue declina la frecuencia de fantasas er ticas durante las actividades no sexuales, declinaci n !ue forma parte de una disminuci n de la frecuencia de fantasas ' enso9aciones en general, no s lo de a!uellas de tipo sexual. ,A4I,FACCI75 ,EN*A. A partir de la concepci n de Freud, !uien afirm %una persona feli# nunca fantasea, s lo lo "ace una insatisfec"a% <citado en Arndt ' otros, 1@A2, p. >H0=, otros autores psicoanalticos "an expresado visiones negativas acerca de las fantasas sexuales, sugiriendo !ue ellas son el resultado de insatisfacci n sexual, inmadure#, frustraci n, in"ibici n ' conflictos sexuales inconscientes, especialmente en las mu$eres. ,in embargo, la investigaci n en general contradice este llamado modelo de deficiencia propuesto para explicar la ocurrencia de fantasas sexuales. El "ec"o !ue las fantasas sexuales no son ndices de desa$uste sino !ue podra ser !ue la falta de ellas se asociara con dificultades en el )rea sexual, se aprecia en algunos

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estudios !ue "an comparado grupos de personas con diagn stico de deseo sexual in"ibido ' grupos control de personas sin dificultades sexuales. .os resultados "an mostrado !ue las personas sin dificultades sexuales fantasean m)s frecuentemente durante la masturbaci n, las relaciones sexuales ' las actividades no sexuales, comparadas con las personas !ue presentan deseo sexual in"ibido. En relaci n con lo anterior, se "a establecido una relaci n positiva entre las fantasas sexuales ' la excitabilidad sexual. En un estudio se encontr !ue la capacidad de tener fantasas sexuales detalladas se asociaba con ma'or excitaci n autoinformada ante variadas fuentes de estimulaci n sexual en "ombres ' en mu$eres, mientras !ue otro estudio encontr !ue las mu$eres !ue informaban un uso m)s frecuente de fantasas sexuales durante la masturbaci n tambi-n mostraban ma'or excitaci n fisiol gica ante relatos er ticos ' fantasas autogeneradas <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2=. ,imilares resultados informan Rui# '4orres <1@@J=, !uienes encontraron !ue un ma'or porcenta$e de las mu$eres !ue reportaban tener un nivel intenso de deseo sexual tenan fantasas sexuales regulares o frecuentes, en comparaci n con a!uellas mu$eres !ue describan su deseo sexual como moderado <HHR ' 8HR, respectivamente=. 4ambi-n se "a informado de una relaci n positiva entre /frecuencia de fantasas sexuales ' frecuencia de orgasmo. As, se "a encontrado !ue las mu$eres !ue tienen m)s fantasas presentan ma'or frecuencia de orgasmos tanto en la masturbaci n como en el coito, ' !ue las mu$eres !ue tienen m)s fantasas er ticas durante la masturbaci n experimentan orgasmos m)s frecuentes en el coito. Respecto a esta relaci n, es com(n !ue en el tratamiento de la disfunci n org)smica femenina se instru'a a las mu$eres a usar fantasas sexuales durante la masturbaci n ' el coito, encontr)ndose !ue a!uellas mu$eres !ue pueden fantasear acerca del coito durante la masturbaci n solitaria tienen una ma'or probabilidad de experimentar orgasmo m)s tarde durante la actividad sexual con la pare$a. 4odo esto "ace concluir !ue, particularmente en las mu$eres, las fantasas sexuales no refle$aran una falta de satisfacci n, sino !ue forman parte de la capacidad de excitaci n ' satisfacci n sexual, ' a menudo se utili#an para intensificar las experiencias sexuales. Respecto a la relaci n entre frecuencia de fantasas sexuales ' satisfacci n sexual reportada, los estudios en general indican !ue o bien existe una correlaci n positiva entre ambas variables, o !ue no parece existir una relaci n significativa. As, por e$emplo, en su estudio con "ombres ' mu$eres Knafo ' Gaffe <1@A>= no encontraron correlaci n significativa entre satisfacci n sexual ' monto de fantasas sexuales, algo similar a los resultados obtenidos por 6avidson ' :offman en una muestra de mu$eres casadas <citado en Rui# ' 4orres, 1@@J=. En este (ltimo estudio se observ !ue la satisfacci n influa en lo !ue se fantaseabaC las mu$eres m)s satisfec"as tendan a fantasear con su pare$a actual, mientras las menos satisfec"as tendan a fantasear con otra pare$a. Otros estudios "an informado de una diferencia de g-nero en la relaci n entre satisfacci n sexual ' frecuencia de fantasas sexuales. 4anto en el estudio de Iilson ' .ang <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2= como en el de Arndt ' otros <1@A2= se encontr !ue la frecuencia de fantasas sexuales estaba positivamente correlacionada con la satisfacci n sexual general en las mu$eres, pero !ue no exista una relaci n significativa en los "ombres. Igualmente interesantes son los resultados informados por Alfonso ' otros en 1@@0 <citados en Rui# ' 4orres, 1@@J=, !uienes encontraron !ue la relaci n entre satisfacci n sexual ' frecuencia de fantasas sexuales era diferente para cada sexoC las mu$eres !ue fantaseaban m)s estaban tambi-n m)s satisfec"as con sus relaciones sexuales, mientras !ue los "ombres !ue tenan m)s fantasas eran los m)s insatisfec"os con su vida sexual <aun!ue estaban m)s satisfec"os consigo mismos en general=. 4ambi-n E'sencE ' Iilson <1@A1= describen una diferencia entre "ombres ' mu$eres respecto a la relaci n entre fantasas sexuales ' satisfacci n sexual. +ientras en

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las mu$eres las fantasas sexuales se asociaban con autoinformes de una vida sexual satisfactoria, las fantasas masculinas tendan a asociarse con sentimientos de insatisfacci n. ,e puede postular dos principales explicaciones para esta diferencia. .a primera explicaci n, !ue se basara en los conceptos de oferta ' demanda, plantea !ue debido a !ue los "ombres poseen un impulso sexual m)s intenso !ue las mu$eres, ellos tendr)n m)s dificultades para satisfacer sus deseos con pare$as fe/M meninas, por lo cual existir)n m)s "ombres con fantasas insatisfec"as !ue se lamentar)n de una vida sexual insatisfactoria. En cambio, a!uellas pocas mu$eres !ue tienen un impulso sexual tan intenso como los "ombres no tendran ma'ores dificultades en encontrar pare$as masculinas dispuestas a satisfacer sus deseos, por lo cual su probable insatisfacci n no dura muc"o tiempo. & una segunda explicaci n, complementaria a la primera, plantea !ue las fantasas femeninas seran estimuladas por una relaci n ntima con una pare$a, ' en cierta medida dependen de tal relaci n, por lo cual si una mu$er carece de pare$a es m)s probable !ue su impulso ' fantasas sexuales se a!uieten ' !ueden latentes durante un largo. perodo. En cambio en los "ombres el impulso sexual sera un imperativo siempre presente, menos dependiente de una relaci n ntima, por lo cual aun careciendo de pare$a o estando insatisfec"os ellos siguen manifestando, ' tal ve# en ma'or grado a(n, las fantasas !ue acompa9an tal impulso. El "ec"o !ue seg(n algunos estudios en los "ombres la frecuencia de fantasas sexuales parece estar menos relacionada con la frecuencia de orgasmo ' con la satisfacci n sexual !ue en las mu$eres, tambi-n puede tener al menos dos posibles explicaciones. Por una parte, pudiera ser !ue tanto la frecuencia de orgasmo como la satisfacci n sexual en los "ombres fueran en general consistentemente m)s altas !ue en las mu$eres, con lo cual !ueda menos posibilidad de variaciones en relaci n con los distintos niveles de frecuencia de fantasas sexuales <con excepci n de los resultados del estudio de Alfonso ' otros, 1@@0 <en Rui# ' 4orres, 1@@J= citado en el p)rrafo anterior=. Pero tambi-n puede ser !ue la actividad ' nivel de satisfacci n sexual de los "ombres fueran menos dependientes de procesos cognitivos como la fantasa ' de rasgos de personalidad, !ue lo !ue ocurrira en la sexualidad femenina. Como afirman Arndt ' otros, estas evidencias %enca$an con la afirmaci n de !ue la sexualidad masculina es algo perif-rica a la personalidad ' emocionalidad masculinas, mientras !ue la sexualidad femenina est) integrada en la totalidad del ser femenino% <1@A2, p. >H@=. El modelo de deficiencia para explicar las fantasas sexuales tambi-n es contradic"o por las evidencias acerca de la relaci n entre frecuencia de actividad sexual ' frecuencia de fantasas, las cuales revelan !ue las personas !ue tienen una vida sexual m)s activa parecen tener m)s fantasas sexuales ' no al rev-s. Por lo tanto, no se puede afirmar !ue las fantasas sexuales cumplen la funci n de compensar la carencia de actividad sexual, sino !ue lo !ue sugiere la investigaci n sera lo inversoC a ma'or actividad sexual ma'or frecuencia de fantasas. C*.PA ,EN*A. 6ebido a la forma en !ue son sociali#ados los individuos en distintas culturas, es frecuente !ue para muc"as personas los aspectos concernientes a su sexualidad se asocien con sentimientos de culpa. 6e a" !ue para autores como ?agnon ' ,imon, en muc"as sociedades %aprender sobre sexo es aprender sobre la culpa% <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2, p. >HA=, afirmando !ue para ser sexuales las personas necesitan aprender a mane$ar la culpa no s lo acerca de su conducta sexual sino !ue tambi-n acerca de los

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pensamientos sexuales !ue ellas experimentan. .o anterior se aplica tanto a los sentimientos de culpa acerca del sexo en general, como tambi-n a los sentimientos de culpa acerca de las fantasas sexuales en particular. Oarios estudios "an investigado la relaci n entre frecuencia de fantasas sexuales ' la llamada culpa sexual, es decir, la disposici n a sentirse culpable acerca de aspectos sexuales en general, encontrando !ue las personas <especialmente mu$eres= !ue presentaban ma'or nivel de culpa sexual informaban tener fantasas sexuales menos frecuentes, menos variadas ' menos excitantes. En relaci n con la dimensi n de erotofobia, mu' similar a la culpa sexual ' !ue se refiere a una actitud negativa acerca del sexo en general <DecEer P D'rne, 1@A2=, se "a encontrado !u- las mu$eres !ue presentan actitudes m)s negativas "acia la sexualidad informan tener menos fantasas sexuales. 4ambi-n se "a tratado de determinar !u- proporci n de las personas se sienten culpables acerca de sus fantasas sexuales, sin embargo los resultados "an sido tan diversos !ue impiden extraer conclusiones claras. Respecto a los porcenta$es informados, -stos varan ampliamente en diferentes estudios ' muestras <desde 0R "asta J@R=, ' en cuanto a la relaci n con la edad, mientras un estudio informa !ue los individuos m)s $ venes se sienten menos culpables acerca de sus fantasas sexuales, otro encontr lo inverso. Algunos estudios "an examinado !u- proporci n de personas experimentan sentimientos de culpa referentes a tener fantasas especficamente durante las relaciones sexuales, encontr)ndose una proporci n m)s o menos similar de "ombres ' mu$eres <02R ' 1AR en dos estudios=, ' al igual como sucede con la culpa sexual en general, a!uellas personas !ue se sienten m)s culpables de tener fantasas especficamente durante las relaciones sexuales tienen menor frecuencia de fantasas. A pesar de la diversidad mencionada entre distintos estudios, a$parecer la ma'oria ce las personas no expermenta culpa respecto a sus fantasas sexuales, ' en a!uellas !ue s la experimentan no "a' diferencias s3gntFcatlvas entre "ombres ' mu$eres, como podra esperarse a partir de otras variaciones entre la sexualidad femenina ' la masculina. *na pe!ue9a excepci n sera lo informado por ?old ' ?old en 1@@1, !uienes encontraron !ue las mu$eres se "aban sentido m)s culpables !ue los "ombres por sus primeras fantasas sexuales, aun!ue respecto a las actuales experimentaban el mismo nivel de culpa !ue los "ombres <citados en .eitenberg P :enning, 1@@2=. Al tratar de determinar por !u- algunas personas se sienten culpables acerca de sus fantasas sexuales mientras !ue otras no, Cado ' .eitenberg informaron en 1@@B !ue a!uellas !ue se sentan m)s culpables de tenerlas durante las relaciones sexuales no tenan fantasas diferentes en contenido de a!uellas personas !ue se sentan menos culpables. ,in embargo, ambos grupos diferan en las creencias respecto a las fantasas sexuales !ue tenan, 'a !ue los de alta culpa crean !ue fantasear durante las relaciones sexuales era m)s inmoral, socialmente inaceptable, anormal ' poco com(n, !ue los de ba$a culpa. Adem)s, los primeros tambi-n crean !ue tales fantasas refle$aban m)s negativamente su sexualidad ' su car)cter, ' !ue eran m)s da9inas para su relaci n ' para su pare$a, independientemente de si la pare$a saba de tales fantasas <citado en .eitenberg P :enning, 1@@2=. O sea, los participantes !ue se sentan m)s culpables crean !ue ellos no deberan usar fantasas durante la actividad sexual con una pare$a, ' !ue el uso de tales fantasas deba significar !ue algo estaba mal con ellos o con sus relaciones. En el estudio anterior tambi-n se observ !ue a!uellos !ue se sentan m)s culpables de tener fantasas durante las relaciones sexuales tendan a creer !ue tener tales fantasas era algo e!uivalente a enga9ar a su pare$a debido a !ue no era una actividad compartida, ' esto lleva a preguntarse si las personas tienden o no a compartir sus fantasas sexuales con la pare$a. .a informaci n al respecto es mu' escasa ' se limita a s lo dos estudios con personas $ venes, los !ue informaron !ue entre un 02R ' un 80R de los participantes

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indicaban !ue sus pare$as tenan conocimiento de sus fantasas sexuales. Puede ser !ue el compartir las fantasas ocurra m)s frecuentemente a medida !ue la relaci n es m)s duradera ' se desarrolla ma'or confian#a mutua entre los miembros de la pare$a, as como !ue la disposici n a compartir las fantasas dependa de su contenido <por e$emplo, si la pare$a est) incluida en la fantasa o no=. ,in embargo, no existe informaci n suficiente sobre estos aspectos, como tampoco acerca del grado en !ue las pare$as llevan a la pr)ctica algunas de sus fantasas compartidas ' !u- efectos tiene eso. El "ec"o !ue la ma'ora de las personas parece no tener la disposici n a compartir sus fantasas sexuales podra tener dos posibles explicaciones. Puede responder a la incomodidad, verg\en#a ' aun culpa !ue podra experimentarse si la pare$a se enterara !ue la persona se excita pensando o imaginando ciertas escenas o actividades sexuales, incomodidad !ue sera ma'or si el contenido de las fantasas inclu'e actividades no aprobadas socialmente o si se refieren a actividades sexuales con personas distintas a la pare$a. Pero tambi-n puede ser !ue el poder de las fan/tasas sexuales resida en gran medida en el "ec"o !ue pertene#can a la esfera privada o secreta de la persona ' !ue por lo tanto su conocimiento por parte de otro les reste atractivo ' capacidad de ser sexualmente excitante, por el "ec"o de no ser 'a algo absolutamente privado. A pesar !ue como se vio anteriormente s lo una minora de personas $ venes comparten sus fantasas con su pare$a, en un estudio de DuunE ' :upEa con universitarios de ambos sexos de varios pases, la ma'ora indic !ue no se sentiran celosos<as= si la pare$a les contara acerca de sus fantasas, aun cuando tales fantasas fueran con otra persona, siendo ma'or la proporci n de mu$eres !ue de "ombres !ue informaban !ue no sentiran celos <citado en .eitenberg P :enning, 1@@2=. Respecto a otras caractersticas personales, existe una gran escase# de estudios !ue "a'an examinado sistem)ticamente la asociaci n entre fantasa sexual ' caractersticas de personalidad, ' aun los pocos estudios disponibles no arro$an resultados consistentes, por lo cual ' aparte de lo !ue se "a expresado anteriormente respecto a los sentimientos de culpa ' actitudes negativas "acia el sexo en general, !ueda muc"o por conocer a(n acerca de la posible relaci n entre fantasa sexual ' caractersticas personales. As, por e$emplo, se sabe !ue algunas personas tienen una ma'or tendencia a fantasear en general, 'a en !ue pasan m)s tiempo en ello, parecen ser m)s absorbidas por ellas, tienen fantasas Mm)s vvidas ' potencialmente seran m)s "ipnoti#ables <.'nn P R"ue, 1@AA=. ,in embargo, se desconoce si tales individuos m)s dados a tener fantasas en general tambi-n tienden a tener m)s fantasas sexuales. & respecto a la relaci n entre la frecuencia de -stas ' variables como la frecuencia de enso9aciones ' el nivel de ansiedad, los resultados de diversos estudios son contradictorios, "abi-ndose informado tanto de relaciones positivas como de una falta de relaci n. Al parecer, ' como se sugera al anali#ar algunas diferencias sexuales en la relaci n entre fantasas ' satisfacci n sexual, existe una ma'or relaci n entre fantasas ' caractersticas de personalidad en las mu$eres !ue en los "ombres. En uno de los primeros estudios acerca de las fantasas sexuales femeninas, :ariton ' ,inger informaron en 1@H> <citados en E'sencE ' Iilson, 1@A1= de una investigaci n con mu$eres casadas de clase media en su ma'ora de origen $udo, distingui-ndose cuatro tipos de mu$eres de acuerdo a sus fantasas sexualesC <a= las !ue tenan frecuentes ' mu' variadas fantasasF <b= las !ue casi nunca fantaseabanF <c= las !ue tenan reiteradas fantasas con otros "ombresF ' <d= las !ue tenan frecuentes fantasas de sumisi n for#ada. En este estudio se encontr !ue las principales diferencias de personalidad se daban entre el primer ' segundo grupo. As, las mu$eres del primer grupo se caracteri#aban por una personalidad activa ' extravertida, con un alto grado de inter-s en el sexo ' motivaci n "acia la novedad, estimulaci n ' exploraci n. Aun!ue algunas "aban tenido relaciones extramaritales, sus fantasas no

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parecan estar motivadas por insatisfacci n con'ugal, ' adem)s era m)s probable !ue tu/ vieran actividades creativas como cer)mica, pintura ' m(sica. En cambio, las mu$eres del segundo grupo, a!uellas de escasa fantasa, tenan las caractersticas opuestas, mostrando gran pasividad en general ' rasgos de personalidad m)s tradicionalmente femeninos <conciliaci n, docilidad, afiliaci n=.

ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS FANTASIAS SEXUALES


5o es una tarea f)cil tratar de determinar por !u- ciertos pensamientos o im)genes llegan a ser elementos sexualmente excitantes para algunas personas ' no para otras. 6e acuerdo a los principios del aprendi#a$e ' a los procesos de condicionamiento, potencial/ mente cual!uier estmulo !ue "a'a estado presente en las situaciones en !ue un individuo "a experimentado excitaci n sexual ' orgasmo podra llegar a ad!uirir propiedades er ticas. Al respecto podemos recordar !ue "ace 'a varias d-cadas Rac"man <1@JJ, citado en ,torms, 1@A1= fue capa# de inducir en el laboratorio respuestas fetic"istas en su$etos normales, apareando repetidamente fotos de mu$eres atractivas desnudas con fotos de botas femeninas. ,in embargo, es aparente !ue existen muc"os estmulos !ue "abitualmente est)n presentes cuando se experimenta excitaci n sexual ' orgasmo <por e$emplo, muebles del dormitorio= ' !ue sin embargo no llegan a convertirse en elementos excitadores. Por lo tanto, adem)s de los procesos de asociaci n de estmulos ' respuestas, el "ec"o !ue un individuo preste m)s atenci n ' conceda valor er tico a algunas se9ales ' no a otras depende tambi-n de otros factores, entre los cuales podran estar sus procesos cognitivos en el momento, alg(n grado de predisposici n "acia ciertos estmulos en particular /similar al concepto de %preparatividad% en el caso de las fobias <,eligman, 1@H1=/ ' las diversas influencias del proceso de sociali#aci n <por e$emplo, las distintas guas sexuales aprendidas=. ,in embargo, a(n as en muc"os casos algunas experiencias idiosincr)sicas de condicionamiento $ugaran un rol importante en el desarrollo de las fantasas sexuales predilectas. As, puede ocurrir !ue un individuo tenga su primera experiencia de excitaci n sexual intensa mientras observa una determinada escena en una pelcula o mientras lee una "istoria sobre sexo grupal, o bien mientras se est) besando con alguien "acia !uien experimenta un fuerte afecto. 6esde el punto de vista del condicionamiento ' tambi-n del llamado efecto de primaca, se espera !ue estos estmulos !ue estuvieron presentes la primera ocasi n en !ue se experiment una fuerte excitaci n sexual puedan ad!uirir un valor er tico particular. Adem)s, estos estmulos iniciales pueden llegar a ad!uirir propiedades excitantes m)s intensas a(n, si luego son imaginados durante la masturbaci n o durante cual!uiera otra actividad sexual !ue produ#ca excitaci n ' lleve al orgasmo, 'a !ue se producira un importante proceso de refor#amiento con uno de los refor#adores m)s poderosos existentes como es el placer sexual. 6urante los episodios de masturbaci n o de excitaci n sexual en general, la fantasa puede ser elaborada ' modificada de distintas formas, reteni-ndose los elementos !ue producen ma'or excitaci n ' descart)ndose a!uellos !ue 'a no son tan excitantes. 5uevos elementos !ue sean excitantes para el individuo pueden incorporarse a la fantasa, ' las nuevas experiencias !ue se tengan pueden generar nuevas fantasas o bien refor#ar las 'a existentes. 6e esta manera, determinadas fantasas pueden llegar a %instalarse% en el individuo como resultado de ser refor#adas repetidamente por las sensaciones placenteras de excitaci n sexual ' orgasmo !ue acompa9an la masturbaci n ' la actividad sexual con otra persona.

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El contenido de las fantasas estara fuertemente determinado por lo !ue la persona "a experimentado directamente, o bien "a ledo, visto o escuc"ado. Como se indic al revisar el tema de los contenidos, una de las fantasas sexuales m)s comunes es recordar alguna experiencia sexual pasada particularmente excitante, pero adem)s las personas incorporan en sus fantasas cosas !ue "an ledo o visto aun!ue nunca las "a'an experimentado directamente. A medida !ue las personas tienen experiencias sexuales m)s variadas, nuevas im)genes pueden irse incorporando en la fantasa, encontr)ndose en la investigaci n !ue los individuos con ma'or cantidad ' variedad de experiencias sexuales tienden a tener una ma'or variedad de fantasas sexuales, ' sus fantasas tienden a ser m)s sexualmente explcitas ' m)s vvidas. ,e observa entonces !ue es m)s probable !ue las personas fantaseen acerca de contenidos !ue les son familiares, ' !ue a medida !ue ellas tienen diferentes experiencias sexuales aparentemente aumentan la diversidad de sus fantasas er ticas. Esto contradice la visi n freudiana !ue plantea !ue la motivaci n usual para las fantasas sexuales seran los deseos insatisfec"os, 'a !ue no se puede considerar !ue las fantasas compensan la falta de experiencias si ellas parecen correlacionarse positivamente con el monto ' variedad de experiencias sexuales !ue tienen los individuos.

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COMO DIFIEREN !OM"RES Y MU%ERES EN SU SEXUALIDAD#

El analisis ' posibles explicaciones de las diferencias entre "ombres ' mu$eres en sus actitudes ' conductas sexuales constitu'e uno de los aspectos centrales del estudio de la sexualidad. 6esde el punto de vista te rico, las diferencias de g-nero en conducta sexual son una de las formas m)s claras de ilustrar acerca del rol fundamental !ue tienen en la conducta aspectos tales como la sociali#aci n, las definiciones de rol, las actitudes, los patrones motivacionales, los procesos cognitivos, los significados asignados a las cosas, etc. & desde un punto de vista pr)ctico, el conocimiento ' la comprensi n de c mo "om/ bres ' mu$eres difieren en sus motivaciones, actitudes ' conductas sexuales constitu'en elementos claves para lograr una adecuada interacci n entre los sexos ' posibilitar el a$uste o compatibilidad sexual, aspectos fundamentales tanto desde una perspectiva individual como tambi-n familiar ' social. Por lo tanto, no parece exagerado afirmar !ue este tema debe ser considerado como uno de los aspectos de ma'or relevancia social para cual!uier comunidad, lo cual a su ve# debe refle$arse en las diversas instancias e instituciones encargadas de promover el desarrollo "umano, como por e$emplo el sistema educacional, los medios de comunicaci n, el traba$o comunitario, etc. En el presente captulo intentaremos "acer una sntesis lo m)s clara posible de las evidencias respecto a las principales diferencias de g-nero en conductas ' actitudes sexuales, tarea no mu' f)cil debido a la gran cantidad ' "eterogeneidad de los datos disponibles. Para esto, ' como algo casi obligatorio en este campo, en primer lugar revisaremos los principales datos de los estudios pioneros de Kinse' acerca de la conducta sexual masculina ' femenina, considerados los m)s completos "asta la fec"a, ' m)s adelante complementaremos tales datos con evidencias posteriores provenientes de una gran cantidad de estudios m)s parciales. & en un captulo posterior dirigiremos nuestra atenci n "acia las principales explicaciones te ricas !ue se pueden ofrecer para la existen/ cia de importantes diferencias de g-nero en la conducta sexual. Antes de revisar las evidencias, se "ace necesario precisar !ue en general cuando se afirma !ue existen diferencias sexuales en alguna caracterstica, se est) "aciendo una comparaci n entre lo !ue se considerara un "ombre promedio ' una mu$er promedio, no entre todos los "ombres ' todas las mu$eres. 6e un modo un poco m)s t-cnico, se puede emplear a!u el concepto de %superposici n de distribuciones%, el cual alude a !ue las formas en !ue se distribu'e estadsticamente una determinada caracterstica en cada uno de los sexos no est)n separadas, sino !ue existe un )rea de superposici n entre ellas. As, cuando se afirma !ue los "ombres son m)s agresivos fsicamente !ue las mu$eres, no se intenta afirmar !ue todos los "ombres son m)s agresivos !ue todas las mu$eres, sino !ue el "ombre promedio es m)s agresivo !ue la mu$er promedio, o !ue la ma'ora de los "ombres son m)s agresivos !ue la ma'ora de las mu$eres, o !ue "a' m)s "ombres agresivos !ue mu$eres agresivas. & la mencionada superposici n de distribuciones implicar) !ue a!uellas mu$eres ubicadas en el extremo superior de la distribuci n de agresividad femenina, ser)n m)s agresivas !ue a!uellos "ombres ubicados en el extremo inferior de la distribuci n de agresividad masculina. & lo mismo se aplicar) P)gina AB de 121

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en cual!uiera otra )rea de diferencias sexuales, 'a sea respecto a la fluide# verbal, la "abilidad matem)tica, la "abilidad espacial, o especficamente respecto a los distintos aspectos de la conducta sexual.

DATOS DE LOS ESTUDIOS DE &INSEY


.os primeros estudios cientficos a gran escala del comportamiento sexual "umano fueron reali#ados en los a9os >B por un e!uipo de la *niversidad de Indiana dirigido por Alfred Kinse'. Estos estudios se iniciaron en 1@8A ' culminaron en dos detallados in/ formes, uno acerca de la conducta sexual masculina en 1@>A <Kinse' ' otros, 1@JHa=, ' el segundo acerca de la conducta sexual femenina en 1@28 <Kinse' ' otros, 1@JHb=. .a metodologa utili#ada consisti en entrevistas confidenciales ' los datos presentados en los informes se obtuvieron en alrededor de 2.8BB "ombres ' 2.@BB mu$eres, de ra#a blanca, ' de mu' diversas edades, niveles educacionales, estratos sociales, afiliaciones religiosas ' )reas geogr)ficas de Estados *nidos. A pesar !ue los m)s de 11.BBB su$etos entrevistados no constituan una muestra totalmente representativa de la poblaci n nacional <no era una muestra al a#ar ', por e$emplo, el nivel educacional de las mu$eres de la muestra era superior al promedio nacional=, los estudios de Kinse' siguen siendo el con$unto m)s amplio ' ex"austivo de datos existentes acerca de la conducta sexual "umana, ' muc"as d-cadas despu-s siguen sirviendo como punto de referencia para cual!uier investigaci n acerca de la sexualidad, ' especialmente a!u-lla referida a diferencias de g-nero. Esto "ace afirmar a algunos autores !ue el traba$o de Kinse' "a resistido el paso del tiempo ' constitu'e uno de los ma'ores logros cientficos del siglo veinte <Feldman, 1@AH=. .as entrevistas /la ma'ora de las cuales fueron reali#ados por dos miembros del e!uipo, el propio Kinse' <2AR= ' Pomero' <81 R=/ incluan una gran cantidad de temes agrupados en las siguientes nueve )reasC ' 6atos econ micos ' sociales. ' :istoria matrimonial. ' Educaci n sexual. ' 6atos fsicos ' fisiol gicos. ' ,ue9os er ticos. ' +asturbaci n. ' :istoria "eterosexual. ' :istoria "omosexual. ' Contactos sexuales con animales. Aun!ue los informes de Kinse' ' colaboradores est)n llenos de cifras ' datos estadsticos detallados, en esta sntesis trataremos de limitar al m)ximo tales ndices num-ricos, 'a !ue el ob$etivo principal es mostrar patrones, tendencias ' aspectos cualitativos !ue permitan comparar la conducta sexual de ambos sexos. ,in embargo, ser) inevitable presentar diversos porcenta$es !ue tienen la funci n de ilustrar acerca de la magnitud de las diferencias de g-nero en conducta sexual. .a ma'or parte de los porcenta$es citados se referir)n a incidencias, es decir, n(mero de personas !ue se "an involucrado alguna ve# en determinada conducta. Como se expres anteriormente, los su$etos !ue conformaron la muestra de estos estudios variaban ampliamente en diversas caractersticas, inclu'endo estrato social, nivel educacional ' religi n. Por lo tanto, a partir de los datos informados no s lo se pueden apreciar las diferencias globales entre "ombres ' mu$eres, sino !ue tambi-n c mo las

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variables mencionadas interact(an con el sexo de los su$etos e influ'en en muc"os casos de un modo diferencial en la conducta sexual de "ombres ' mu$eres. A continuaci n se revisar)n brevemente los datos obtenidos respecto a algunas de las principales formas de expresi n sexual en ambos sexos, estableciendo su relaci n con las variables demogr)ficas mencionadas. ,*E]O, ER74ICO, +ientras casi el 1BBR de los "ombres informaban "aber experimentado sue9os de contenido sexual, s lo el HBR de las mu$eres informaban de tal experiencia, ' esta diferencia se incrementarespecto a la incidencia de sue9os sexuales acompa9ados de orgas/ mo, informados por el A2R de los "ombres ' e18HR de las mu$eres. Como tambi-n sucede con otras formas de conducta o experiencia sexual, existe una distinta relaci n en "ombres ' mu$eres entre los sue9os er ticos ' variables como la edad ' el nivel educacional. As, mientras en los "ombres los sue9os sexuales alcan#an su ma'or frecuencia en la adolescencia ' luego disminu'en progresivamente con la edad, en las mu$eres la ma'or frecuencia de sue9os sexuales se da en la cuarta d-cada de vida. Respecto al nivel educacional, mientras en las mu$eres no "aba relaci n entre la frecuencia de sue9os sexuales ' nivel educativo, en los "ombres s exista una relaci n entre el nivel educacional ' la incidencia de sue9os sexuales acompa9ados de orgasmo, la cual alcan#aba a @@R en a!u-llos con educaci n superior, A2R en los !ue tenan educaci n media, ' H2R en los !ue tenan educaci n b)sica. 5o se encontr relaci n entre frecuencia de sue9os sexuales ' grado de devoci n religiosa. +A,4*RDACI75 6e las diversas actividades sexuales conscientes <es decir, exclu'endo los sue9os er ticos=, la masturbaci n ' las fantasas sexuales son )reas especialmente indicadas para proporcionar evidencias acerca de diferencias individuales o de g-nero en motivaci n o intereses sexuales, 'a !ue a pesar !ue pueden ser afectadas por creencias o actitudes del individuo, son conductas !ue no re!uieren de la participaci n de otra persona ' se reali#an en total privacidad. Respecto a la masturbaci n <las fantasas sexuales se examinan en otro captulo=, se encuentran importantes diferencias de g-nero !ue resumiremos a continuaci n. En cuanto a la incidencia total de masturbaci n, -sta es de aproximadamente @>R en los "ombres ' de J0R en las mu$eres, constitu'endo una de las principales diferencias cuantitativas entre los sexos respecto a conductas sexuales. Al igual !ue en otras formas de expresi n sexual, las diferencias de g-nero son ma'ores entre personas m)s $ venes !ue entre personas de ma'or edad, debido a los patrones de cambio de la conducta sexual con la edad, los cuales muestran una declinaci n en los "ombres ' un incremento en las mu$eres en la ma'or parte de las expresiones sexuales. As, por e$emplo, a los 0B a9os de edad el porcenta$e de "ombres !ue "aba practicado la masturbaci n era de un @0R, comparado con un 88R de las mu$eres, revelando !ue pr)cticamente todos los "ombres !ue "aban practicado alguna ve# la masturbaci n lo "aban "ec"o desde la adolescencia, mientras !ue s lo aproximadamente la mitad de las mu$eres !ue "aban practicado alguna ve# la masturbaci n lo "aban "ec"o desde la adolescencia. Respecto a la frecuencia de la masturbaci n en los "ombres ' mu$eres !ue la practicaban, en las mu$eres era de una ve# cada dos a cuatro semanas, mientras !ue en los

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"ombres era desde una ve# cada dos semanas "asta dos veces a la semana <en el caso de los "ombres adolescentes, la frecuencia promedio era de 0,2 veces a la semana=. A pesar de la ma'or incidencia ' frecuencia de/ masturbaci n en los "ombres, una ma'or proporci n de "ombres <dos tercios= manifestaban preocupaci"n acerca del efecto psicol gico da9ino de la masturbaci n, comparados con s lo la mitad de las mu$eres !ue expresaban esa preocupaci n. .a masturbaci n era acompa9ada frecuentemente u ocasionalmente por fantasas sexuales en el A@R de los "ombres ' en e1J>R de las mu$eres. 4ambi-n se observa una diferencia de g-nero importante en relaci n con el aprendizaje de la masturbaci n, 'a !ue mientras los "ombres ma'oritariamente <H2R= "aban aprendido c mo masturbarse a partir de fuentes verbales o impresas ' secundaria/ mente a partir de observaci n ' autodescubrimiento, las mu$eres aprendan ma'oritariamente <2HR= por autodescubrimiento al explorar sus genitales, ' secundariamente a partir de fuentes verbales o impresas. Esto se podra explicar por la menor probabilidad, especialmente en la adolescencia, de !ue las mu$eres se involucren en conversaciones, lecturas u observaciones relacionadas con la conducta masturbatoria, en comparaci n con los "ombres. El grado de devoci n religiosa no mostraba relaci n con la incidencia de masturbaci n en los "ombres ' s lo una moderada relaci n en las mu$eres, mientras !ue el nivel educacional tena una influencia muc"o ma'or en la incidencia de masturbaci n, especialmente entre las mu$eres. En los "ombres, la incidencia de masturbaci n variaba entre un A@R en a!uellos !ue tenan educaci n,b)sica "asta un @JR en a!uellos con educaci n superior, mientras !ue en las mu$eres los porcenta$es respectivos eran de 8>R ' de J8R, es decir, las mu$eres con ma'or nivel educacional casi doblaban a las de menor nivel educacional. Estos datos no s lo muestran la gran influencia del factor educacional en algunos aspectos de la conducta sexual femenina, sino !ue tambi-n revelan la existencia de una ma'or variabilidad individual entre las mu$eres !ue entre los "ombres. ,in embargo, tambi-n "abra !ue considerar !ue la ma'or parte de las mu$eres entrevistadas <H2R= eran de nivel educacional superior, lo cual explicara la similitud entre la incidencia femenina total de masturbaci n ' la incidencia en las mu$eres m)s educadas. En los datos de Kinse' tambi-n aparece una relaci n entre masturbaci n ' orgasmo marital. As, alrededor de un tercio de las mu$eres !ue nunca se "aban masturbado "asta el orgasmo no "aban podido alcan#ar el orgasmo en el coito durante su primer a9o de matrimonio, en comparaci n con s lo un 1JR de las mu$eres !ue se "aban masturbado "asta el orgasmo. Esto se puede relacionar con el "ec"o !ue en las mu$eres la masturbaci n constitua el m-todo m)s efectivo para alcan#ar el orgasmo <@2R=, ' ellas lograban el orgasmo con ma'or rapide# mediante la masturbaci n !ue mediante cual!uiera otra actividad <un H2R en menos de cuatro minutos=, ' especficamente en la mitad del tiempo !ue el re!uerido durante el coito. Por (ltimo, en t-rminos de la importancia de la masturbaci n como fuente de orgasmo en las mu$eres, la masturbaci n era la fuente m)s frecuente de satisfacci n sexual en las mu$eres solteras de todas las edades, ' la segunda fuente en las mu$eres casadas, en las cuales la masturbaci n proporcionaba entre e1H ' el 1BR del n(mero total de orgasmos entre las mu$eres de 1J a >B a9os. .uego de "aber revisado los principales datos obtenidos por Kinse' ' colaboradores respecto a sue9os er ticos ' masturbaci n, a continuaci n dirigiremos nuestra atenci n a las variaciones de g-nero en la conducta "eterosexual. ,in embargo, a diferencia de las dos formas de expresi n sexual reci-n revisadas, en este caso deberemos distinguir entre varias formas o modalidades de comportamiento dentro del amplio campo de las conductas "eterosexuales, es decir, todas a!u-llas reali#adas en presencia o en interacci n con una persona del otro sexo. Estas distinciones no siempre se fundamentan

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en el "ec"o !ue las conductas en s mismas sean diferentes, sino !ue tambi-n en otros aspectos como por e$emplo el estatus marital de los individuos involucrados. As, por e$emplo, podemos distinguir entre caricias sexuales ' coito <conducta esta (ltima tradicionalmente llamada %relaci n sexual%=, entre diferentes tipos de caricias sexuales <besos, manipulaci n de senos o genitales, contactos buco/genitales, etc.= o entre conductas sexuales premaritales, maritales ' extramaritales. 4odas estas distinciones, ' otras m)s !ue se podran formular, ilustran acerca de la gran amplitud !ue encontramos al anali#ar m)s detalladamente conceptos aparentemente unitarios como %relaci n sexual% o %conducta "eterosexual%, ' la gran importancia !ue ad!uieren la significaci n personal de una conducta sexual <por e$emplo, un cierto tipo de caricia o de posici n para el coito= ' las normas sociales relacionadas a la conducta sexual <por e$emplo, a!u-llas referentes a la edad, al g-nero o al estatus marital del individuo=. En este captulo nos remitiremos al an)lisis de las diferencias de g-nero s lo en la conducta "eterosexual, 'a !ue lo referente a la conducta "omosexual ser) anali#ado en un captulo posterior destinado especficamente a la orientaci n o preferencia sexual, tema donde tambi-n encontraremos importantes diferencias entre ambos sexos. CARICIA, ,EN*A.E, .as llamadas caricias sexuales comprenden diversas formas de contacto fsico con connotaci n o intenci n sexual consciente, exclu'endo lo !ue se denomina usualmente coito, es decir la uni n sexual !ue inclu'e la introducci n del pene en la vagina. 4ales caricias pueden representar la forma "abitual o aceptable de expresi n sexual en una pare$a <por e$emplo, en la adolescencia=, pueden constituir el preludio o $uego preparatorio antes del coito en una pare$a !ue mantiene relaciones sexuales plenas, o pueden ser una alternativa escogida ocasionalmente por una pare$a como medio de lograr satisfacci n sexual ';u orgasmo. .as caricias "eterosexuales comprenden una amplia gama de conductas !ue inclu'en en general contactos de la boca o las manos con diversas partes del cuerpo de la pare$a, entre ellas los labios, el cuello, las mamas, las piernas, las nalgas ' los genitales. Respecto a las caricias, los datos de Kinse' revelan una importante relaci n entre la incidencia de ellas ' el nivel educacional de las personas, ' esto se aplica especialmente a a!uellas formas de caricias consideradas m)s ntimas o menos aceptadas socialmente por muc"as personas, como el contacto oral con los genitales masculinos <fellatio= ' con los genitales femeninos <cunnilingus=. As, las personas de ambos sexos con educaci n secundaria informaron menor pr)ctica de contactos bucogenitales !ue las personas con educaci n superior. Esta relaci n con el nivel educacional tambi-n se aprecia en la ocurrencia de orgasmos mediante las caricias, siendo muc"o ma'or en los individuos con educaci n superior. .a variable religiosidad mostraba poca relaci n con la frecuencia de caricias "eterosexuales. En las mu$eres la religiosidad tena efecto s lo en el inicio de las caricias, 'a !ue una ve# iniciadas r.i se apreciaban diferencias de frecuencia entre las mu$eres m)s devotas ' menos devotas. En los "ombres con educaci n superior se observaba un patr n curioso !ue consista en !ue los individuos m)s religiosos tendan a experimentar relaciones bucogenitales antes !ue el coito precon'ugal, lo cual puede ser explicado por el valor asignado a lo !ue tradicionalmente se considera la virginidad, es decir, no "aber experimentado el coito propiamente tal. 4al ve# la principal diferencia de g-nero respecto a las caricias "eterosexuales se refiere a !u- proporci n de orgasmos se obtienen de caricias en relaci n a otras formas de

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expresi n <especialmente coito ' masturbaci n=. En los "ombres esta proporci n no supera el 8R en el grupo de edad donde llega a su m)ximo la frecuencia de caricias <01 a 02 a9os=. En cambio en las mu$eres esta cifra llega al 1AR en el grupo de edad de m)xima frecuencia de caricias <1J a 02 a9os=. Esta diferencia en la proporci n de orgasmos mediante caricias en relaci n al total de orgasmos, se puede explicar en gran medida por las diferencias en la ocurrencia de la masturbaci n en ambos sexos ' tambi-n en la incidencia de coito precon'ugal. RE.ACIO5E, ,EN*A.E, PRE+ARI4A.E, .os datos obtenidos por Kinse' en la d-cada del >B muestran por una parte diferencias significativas de g-nero en esta conducta, ' por otra parte revelan una importante influencia de variables sociales como el nivel educacional ' la religiosidad. A nivel de la muestra total, el porcenta$e de "ombres !ue "aba tenido relaciones sexuales premaritales alcan#aba al @0R, mientras !ue el/porcenta$e correspondiente de mu$eres era de >AR. Gunto con estas diferencias notorias en incidencia, tambi-n la experiencia de rela/ ciones premaritales sera m)s restringida en las mu$eres en cuanto al tipo ' n(mero de compa9eros sexuales. As, un 28R de las mu$eres !ue tuvieron relaciones premaritales las "aban practicado s lo con un compa9ero <!ue en el AHR de los casos era su futuro marido=, un 8>R "aba tenido de dos a cinco compa9eros, ' s lo un 18R seis o m)s compa9eros. Respecto a este factor es curioso !ue Kinse' no presente datos sobre n(mero de compa9eras sexuales premaritales de los "ombres, aun!ue se asume t)citamente !ue este n(mero era muc"o ma'or. Como sera esperable, la variable religiosidad tena una relaci n significativa con la incidencia de relaciones premaritales, tanto en "ombres como en mu$eres, en el sentido !ue a ma'or devoci n religiosa la incidencia era menor. As, por e$emplo, en el caso de las mu$eres de distintas afiliaciones religiosas <protestantes, cat licas ' $udas=, a!uellas menos devotas doblaban a las m)s devotas en cuanto a la incidencia de relaciones premaritales. Adem)s de diferir "ombres ' mu$eres en la incidencia de relaciones premaritales, tambi-n aparecen diferencias de g-nero importantes en otros aspectos, como la relaci n de esta conducta con el nivel educacional ' la -poca de nacimiento. Respecto a la relaci n con el nivel educacional, -sta es muc"o ma'or en los "ombres !ue en las mu$eres. As, a nivel de la muestra total el porcenta$e de "ombres con educaci n b)sica !ue tuvo relaciones premaritales era de un @AR, mientras !ue en a!u-llos con educaci n superior era de un JHR, ' esta diferencia fue m)s acentuada en el grupo de "ombres m)s $ venes. Estos datos revelan claramente !ue en el caso de los "ombres, a ma'or nivel educacional "aba menor tendencia a experimentar relaciones premaritales, en cambio exista m)s inclinaci n a practicar la masturbaci n. En el caso de las mu$eres, el nivel educacional parece tener poca influencia en la incidencia de relaciones premaritales. A pesar !ue en la muestra total la proporci n de mu$eres con educaci n superior !ue "aban tenido relaciones premaritales era el doble de a!uella de las mu$eres con educaci n b)sica, tal diferencia se explicara por el "ec"o !ue a menor nivel educacional es ma'or la tendencia a casarse a una edad temprana, por lo cual a!u-llas con educaci n superior "an tenido m)s tiempo para la ocurrencia de las relaciones premaritales. Esto "ace concluir a Kinse' !ue, m)s all) de los 0B a9os de edad, la incidencia de relaciones premaritales en las mu$eres es similar, independientemente de su nivel educacional. As como el nivel educacional pareca tener ma'or relaci n con la incidencia de relaciones premaritales en los "ombres !ue en las mu$eres, lo inverso suceda con la variable -poca de nacimiento. +ientras en los "ombres exista mu' poca diferencia en

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incidencia de relaciones premaritales entre a!uellos nacidos antes o despu-s, en las mu$eres se observaba una diferencia significativa, siendo ma'or la incidencia entre las mu$eres m)s $ venes. &endo m)s all) de los datos de Kinse', se debe agregar en este punto !ue este cambio en la conducta sexual femenina "a seguido en las d-cadas posteriores, siendo cada ve# ma'or el porcenta$e de mu$eres con experiencia en relaciones premaritales. EstaF ten/ dencia "a sido tan notoria !ue constitu'e para la ma'ora de los especialistas el cambio m)s significativo !ue "a ocurrido en los patrones de conducta sexual, ' !ue en los a9os JB algunos denominaron %revoluci n sexual%. Respecto a esto se puede pensar !ue la ma'or incidencia de relaciones premaritales femeninas se debe en parte al "ec"o !ue la edad promedio de matrimonio "a ido aumentando, por lo cual existiran cada ve# m)s mu$eres adultas susceptibles de tener relaciones premaritales. ,in embargo, tambi-n se "a observado un progresivo adelantamiento en la edad de inicio de las relaciones sexuales. As, por e$emplo, mientras en los datos de Kinse' de los a9os >B aproximadamente un HR de las mu$eres de 1J a9os "aban tenido relaciones sexuales, esta proporci n se "aba casi !uintuplicado en 1@H1 <DrooEs/?unn P Furstenberg, 1@A@=. 6e acuerdo a estos mismos autores, entre 1@H1 ' 1@A0 el porcenta$e de adolescentes <entre 12 ' 1@ a9os= sexualmente activas aument desde 0AR a >>R. Estos datos indican !ue la distancia entre adolescentes "ombres ' mu$eres se "a ido estrec"ando a medida !ue m)s de estas (ltimas son sexualmente activas. RE.ACIO5E, ,EN*A.E, +ARI4A.E, A diferencia de las conductas anteriores, los datos de Kinse' acerca de las relaciones sexuales maritales revelan mnimas diferencias de g-nero ' poca relaci n con variables como nivel educacional ' devoci n religiosa. Esta menor variabilidad puede estar relacionada con dos factoresC a= el "ec"o !ue la conducta sexual dentro del matrimonio sea algo totalmente aceptado ' esperado, ' forme parte de las prescripciones de rol para los c n'uges, "ara !ue se redu#ca la variabilidad individual ' las personas tiendan a seguir las guas conductuales definidas culturalmenteF b= el "ec"o !ue los contactos sexuales maritales parecen estar en ma'or medida determinados por el "ombre !ue por la mu$er, tanto en t-rminos de iniciativa como de tipos de conductas ' variaciones, tambi-n re/ sultara en menores diferencias de g-nero, en comparaci n con lo !ue sucede en expresiones sexuales como la masturbaci n o las fantasas, donde las diferencias pueden manifestarse m)s libremente. ,e observa una progresiva declinaci n en la frecuencia de relaciones sexuales maritales con el transcurso de la edad, desde una frecuencia media de 0,2 veces por semana en las personas de 1J a 02 a9os de edad, "asta una frecuencia media de 1 ve# cada dos semanas en las personas de 22 a9os o m)s <estudios posteriores como el de :unt, 1@H>, citado en +cCar' ' otros, 1@@J, informan de frecuencias medias superiores, !ue van desde 8,0 "asta 1 relaci n por semana en las mismas edades se9aladas, sin embargo el patr n de disminuci n sera similar=. Esta declinaci n en la frecuencia de relaciones maritales era informada tanto por los "ombres como por las mu$eres, pero la declinaci n en las mu$eres era un poco ma'or, encontr)ndose !ue a los 2B a9os el @HR de los "ombres ' el @8R de las mu$eres informaban seguir practicando el coito marital, mientras !ue a los JB a9os los porcenta$es eran de @>R ' ABR, respectivamente. *n aspecto interesante en estos datos es !ue el coito marital es la (nica forma de expresi n sexual !ue muestra una declinaci n con la edad en las mu$eres, situaci n mu' diferente a la de los "ombres, en !uienes todas las formas de expresi n sexual van dis/

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minu'endo su frecuencia desde la $uventud. Por lo tanto, es posible pensar !ue la declinaci n de la frecuencia de relaciones maritales con la edad en las mu$eres se debe m)s bien al cambio en el patr n de responsividad sexual de sus c n'uges !ue al de ellas mismas, siendo esto una manifestaci n de lo expresado anteriormente en el sentido !ue es el "ombre el !ue determina el patr n de actividad sexual marital. Como afirman Kinse' ' colaboradores <1@JHb=, %... el coito entre c n'uges se practica con una regularidad no igualada por ning(n otro tipo de actividad sexual de la mu$er... Esto sugiere !ue es el "ombre, m)s !ue la mu$er, el principal responsable de la regularidad del coito en el matrimonio% <p. 828=. 4anto el nivel educacional como la religiosidad parecen tener poca relaci n con la frecuencia de relaciones sexuales en el matrimonio. En cuanto al primer factor, no existan diferencias importantes en la frecuencia de relaciones sexuales entre las personas con diversos niveles educacionales, observ)ndose s una relaci n positiva entre frecuencia de orgasmo ' nivell educacional en las mu$eres. & respecto a la variable religiosidad, -sta tena una ma'or relaci n con la frecuencia de relaciones maritales en los "ombres. As, por e$emplo, al menos entre los "ombres protestantes, a!u-llos m)s devotos tenan una menor frecuencia !ue los menos devotos. En cambio en las mu$eres no se observaban diferencias de frecuencia entre mu$eres m)s ' menos devotas, sin embargo las mu$eres cat licas m)s devotas informaban menor frecuencia de orgasmo en comparaci n con las menos devotas o a!u-llas pertenecientes a otras denominaciones religiosas. .o anterior puede estar relacionado con un ma'or temor al embara#o en las cat licas m)s devotas, debido a la posici n m)s negativa de su religi n respecto a las medidas de control de la natalidad. En relaci n a la capacidad de orgasmo femenino marital, !ue como se di$o tendra relaci n tanto con el nivel educacional como con la devoci n religiosa <al menos respecto a una determinada religi n=, tambi-n se relaciona con otras variables, tal como el tiempo de matrimonio, la d-cada de nacimiento ' la experiencia sexual premarital. Respecto al tiempo de matrimonio, en el primer mes alrededor de la mitad de las mu$eres "aba experimentado orgasmo en algunas de sus relaciones sexuales, porcenta$e !ue aumenta a JHR a los seis meses ' a H2R al t-rmino del primer a9o, increment)ndose luego lentamente "asta un @BR despu-s de 0B a9os de matrimonio. En cuanto a la d-cada de nacimiento, no se observan diferencias en la frecuencia de relaciones maritales entre las nacidas antes o despu-s, pero s en la incidencia de orgasmo durante las relaciones con'ugales, ' estas diferencias se mantenan "asta por lo menos !uince a9os despu-s de casadas. .a experiencia org)smica premarital mostraba una marcada influencia en la capacidad org)smica femenina durante las relaciones maritales. Kinse' ' colaboradores expresanC %En la muestra estudiada por nosotros no se advierte ning(n factor !ue denote una m)s estrec"a correlaci n con la frecuencia del orgasmo en la c pula con'ugal !ue la presencia o ausencia de experiencia en orgasmos precon'ugales% <1@JHb, p. 8AA=. 6e las experiencias org)smicas precon'ugales, las !ue mostraban ma'or correlaci n con el orgasmo marital eran el ocurrido en relaciones ' en caricias premaritales, siendo tambi-n marcada aun!ue un poco menor la relaci n con el orgasmo en la masturbaci n. Respecto a lo (ltimo, la proporci n de mu$eres !ue no "aban experimentado orgasmo marital durante el primer a9o de matrimonio era m)s del doble entre las mu$eres sin experiencia en orgasmo precon'ugal mediante la masturbacicn !ue entre a!uellas !ue s tenan esa experiencia. Al igual como ocurre con cual!uier correlaci n estadstica, la relaci n observada entre capacidad org)smica marital ' experiencia sexual premarital puede ser interpretada de diferentes maneras. *na posibilidad sera !ue la pr)ctica sexual premarital <'a sea en relaciones, caricias ';o masturbaci n= proporcione a las mu$eres las condiciones para el

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desarrollo o aprendi#a$e de la sensibilidad er tica ' respuesta org)smica, $unto con permitirles ir superando las in"ibiciones sociales aprendidas acerca de la gratificaci n sexual femenina. Pero tambi-n podra ser !ue a!uellas mu$eres !ue por temperamento o aprendi#a$e temprano tengan ma'or sensibilidad er tica ';o menos in"ibiciones respecto a la expresi n de su sexualidad, por una parte bus!uen m)s excitaci n ' orgasmo en diversas actividades sexuales premaritales ', por otra, por los mismos factores sean las !ue responden m)s f)cilmente con orgasmo durante el sexo marital. +ientras !ue el nivel educacional no estaba asociado con la frecuencia de relaciones maritales, s pareca influir en otros aspectos relacionados, como por e$emplo el tiempo destinado a la estimulaci n previa a la relaci n, el inter-s de los "ombres por retardar su propio orgasmo, ' la preferencia por la desnude# ' la iluminaci n durante la actividad sexual. As, los individuos con ma'or nivel educacional dedicaban m)s tiempo a las caricias previas, se preocupaban m)s de controlar el orgasmo masculino para dar m)s oportunidad a !ue tenga lugar el orgasmo de la pare$a, ' preferan tener relaciones desnudos ' con lu#, de manera de poder observar ine$or tanto a la pare$a como las actividades sexuales mismas. RE.ACIO5E, ,EN*A.E, EN4RA+ARI4A.E, Al igual !ue al revisar lo referente a relaciones sexuales premaritales ' maritales, la expresi n relaci n extramarital aludir) al coito "eterosexual, en este caso reali#ado por una persona casada con otra del sexo opuesto !ue no es su c n'uge. Aun cuando obtener in/ formaci n acerca de cual!uier forma de conducta sexual es algo relativamente difcil, tal ve# la vinculada con la real incidencia ' frecuencia del sexo extramarital sea especialmente difcil de obtener, por la natural tendencia a mantener oculta esta in"ornrccicn, 'a sea por la reprobaci n social ';o por las consecuencias personales !ue podran derivarse de su conocimiento. .os datos de Kinse' muestran una incidencia acumulativa total de relaciones extramaritales de alrededor del 2BR en los "ombres ' de 0JR en las mu$eres, ' al igual !ue en otras formas de expresi n sexual, se observa interesantes diferencias de g-nero en vinculaci n con otros factores. En cuanto a la edad, se observa la misma tendencia diferencial !ue caracteri#a la ma'or parte de las expresiones sexuales, esto es, una disminuci n con la edad en los "ombres ' un aumento con la edad en las mu$eres, al menos "asta la cuarta d-cada de la vida. As por e$emplo, entre los 1J/0B a9os ' los 8J/>B a9os la incidencia en los "ombres disminua desde 82R a 0AR, mientras !ue en las mu$eres la incidencia casi se triplicaba entre las mismas edades, desde un JR a un 1HR. Respecto a la d-cada de nacimiento, en las mu$eres se observa un aumento significativo en la incidencia de relaciones extramaritales en las generaciones m)s $ venes, al igual como se observa en cuanto a la incidencia de caricias, relaciones premaritales ' orgasmo marital. En el caso de los "ombres, la incidencia tambi-n tenda a ser ma'or en las generaciones m)s $ venes, excepto en el grupo con ma'or nivel educacional. El nivel educacional tena una conexi n mu' distinta con las relaciones extracon'ugales en "ombres ' mu$eres. As, en las mu$eres esta asociaci n era ba$a ' s lo despu-s de los 8B a9os se observa una relativa ma'or incidencia en a!u-llas con ma'or nivel educacional. En cambio en los "ombres se aprecia una clara interacci n entre el nivel educacional ' la edad respecto a la incidencia de relaciones extramaritales. En a!u-llos con menor nivel educacional se observa una incidencia de >2R antes de los 0B a9os, disminu'endo con la edad "asta 1@R a los 2B a9os, un patr n !ue contrasta marcadamente

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con el de a!u-llos con ma'or nivel educacional, !uienes presentaban una incidencia del 12 al 0BR antes de los 02 a9os, aumentando con la edad "asta llegar al 0HR a los 2B a9os. .a gran diferencia !ue se observa entre los "ombres m)s $ venes con ma'or ' menor nivel educacional puede ser interpretada como una especie de extensi n de lo !ue ocurra con las relaciones precon'ugales. .os individuos de menor nivel social ' educacional empe#aban a tener relaciones premaritales antes, con ma'or frecuencia ' con m)s pare$as !ue los m)s educados, ' este patr n tendera a seguir luego de casarse. En cambio los individuos m)s educados se abstenan en ma'or grado de las relaciones sexuales antes del matrimonio, ' una ve# !ue se casaban mantenan sus frenos o in"ibiciones respecto a involucrarse sexualmente con otras pare$as, ' s lo despu-s de varios a9os vencen tales frenos ' se deciden a intentarlo. Al mismo tiempo, los autores confiesan no poder explicarse el continuo ' significativo descenso de la actividad sexual extramarital en los "ombres de menor nivel educacional ' social, el cual sera muc"o ma'or !ue la declinaci n general con la edad observada en las otras expresiones sexuales. Al igual como ocurra con las relaciones premaritales, exista una relaci n importante entre la incidencia de relaciones extramaritales ' el grado de devoci n religiosa. +ientras !ue en los "ombres esta relaci n era menor a la existente respecto al nivel social ' educacional, en las mu$eres se observaba una diferencia notoria entre las m)s devotas ' las menos devotas, independientemente del tipo de religi n. *na de las diferencias m)s significativas se daba entre las mu$eres protestantes de 8B a 82 a9os de edad, ron una incidencia de relaciones extramaritales del HR entre las practicantes activas ' de un 0AR entre las no practicantes. Otro factor !ue mostraba una relaci n importante con la incidencia de relaciones extramaritales en las mu$eres era la incidencia de relaciones premaritales, observ)ndose !ue a!u-llas con experiencia premarital doblaban en incidencia a las sin experiencia <88 ' 1JR a los 82 a9os, >B ' 0BR a los >B a9os=. ,in embargo, esta diferencia no se extenda al n(mero de pare$as extracon'ugales, siendo similar este n(mero en a!u-llas e n ' sin experiencia en relaciones premaritales. Respecto al n(mero de pare$as extracon'ugales, nuevamente Kinse' no presenta datos en los "ombres, al igual como suceda en relaci n al n(mero de pare$as precon'ugales. Entre las mu$eres, un >1R de las !ue "aban tenido relaciones extramaritales "aban limitado esta actividad a un solo "ombre, un >BR "aba tenido de dos a cinco amantes, ' un 11R entre seis ' die# pare$as. 1Us interesante "acer notar !ue estos datos, obtenidos en los a9os >B, coinciden totalmente con los "alla#gos informados por :unt en 1@H>, al igual !ue son coincidentes con los informados el mismo a9o por Dell ' Pelt# acerca de la incidencia de relaciones extramaritales en mu$eres <citados en +cCar' ' otros, 1@@J=.

EVIDENCIAS POSTERIORES
6espu-s de Kinse' se "an reali#ado muc"os estudios acerca de conductas ' actitudes sexuales, sin embargo se considera !ue ninguno de tales estudios alcan#a la amplitud de los informes de Kinse' ' colaboradores, tanto en lo referente al rango de edades incluidas, como ala cantidad de informaci n aportada <tipos de conductas sexuales= ' a la forma de obtener dic"a informaci n <entrevistas individuales=. As, ' tal ve# debido a la naturale#a del tema, la gran ma'ora de los estudios acerca de actitudes ' conductas sexuales no se "an reali#ado con muestras representativas de la poblaci n general, ' ma'oritariamente los su$etos de los cuales se "a obtenido la informaci n "an sido estudiantes universitarios, al igual como sucede en muc"os otros

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campos de investigaci n sobre el comportamiento en general. Adem)s, es com(n encontrar !ue en la literatura se citen datos provenientes de cuestionarios respondidos por los lec/ tores de una revista, sin !ue exista ma'or informaci n acerca de las caractersticas de tales personas ni menos sobre su posible representatividad. 6ado !ue los estudios de Kinse' fueron reali#ados "ace varias d-cadas, parece necesario complementar sus datos acerca de las diferencias de g-nero ' examinar "asta !upunto las tendencias descritas "an variado sustancialmente o bien parecen mantenerse en el tiempo. 6ebido a las limitaciones se9aladas de gran parte de la investigaci n sobre conducta sexual, en lugar de focali#arnos en los datos provenientes de muc"os estudios especficos, nos parece m)s valioso revisar ' comentar las conclusiones obtenidas en una especie de resumen de una gran cantidad de investigaciones acer ca de ditcrencias de g-nero en sexualidad. Para esto contamos con cl mctaan)lisis de Oliver ' :'de <1@@8= !ue sinteti#a los datos provenientes de 1HH estudios publicados entre 1@JJ ' 1@@B, ' !ue abarcan un total de 10A. 8J8 su$etos de ambos sexos. Aun!ue puede impresionar tanto la cantidad de estudios como de su$etos incluidos en el an)lisis, es necesario recordar !ue la gran ma'ora de los datos provienen de estudiantes universitarios estadounidenses con edades entre 1A ' 0B a9os, ' por lo tanto no necesariamente refle$an a otros segmentos de la poblaci n o a individuos de otras culturas. En el metaan)lisis de Oliver ' :'de se inclu'eron 01 medidasC 10 de actitudes ' @ de conductas, !ue fueron las siguientesC 1. Actitudes "acia las relaciones premaritales. 0. Actitudes "acia las relaciones premaritales en una relaci n casual o sin compromiso emocional. 8. Actitudes "acia las relaciones premaritales en una relaci n de amor o con compromiso emocional. >. Actitudes "acia las relaciones premaritales cuando la pare$a est) comprometida para casarse. 2. Actitudes "acia la "omosexualidad. J. Actitudes "acia los derec"os de los "omosexuales <por e$emplo, oportunidades laborales ' libertad de expresi n=. H. Actitudes "acia las relaciones extramaritales. A. Permisividad sexual en general, tal como aceptaci n de !ue las personas tengan muc"as pare$as sexuales o muc"a experiencia sexual. @. Ansiedad, temor, disgusto 1B. ,atisfacci n con la propia una relaci n o en general. 11. Aceptaci n del doble est)ndar, o creencia de !ue la actividad sexual premarital femenina es menos aceptable !ue la actividad sexual masculina. 10. Actitudes "acia la masturbaci n. 18. Incidencia o experiencia con la conducta de besar en cual!uier nivel de intimidad sexual. 1>. Incidencia o experiencia con las caricias "eterosexuales <petting= en cual!uier nivel de intimidad sexual. 12. Incidencia o experiencia de relaciones "eterosexuales. 1J. Edad de la primera relaci n sexual. 1H. 5(mero de personas con las cuales se "a tenido relaciones sexuales. 1A. Frecuencia de relaciones "eterosexuales. 1@. Incidencia o experiencia con la masturbaci n. 0B. Incidencia de conducta "omosexual <relaciones o sexo oral=. 01. Incidencia de sexo oral "eterosexual, 'a sea como dador o receptor.

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Antes de revisar los datos informados por Oliver ' :'de <1@@8=, es conveniente aclarar !ue el metaan)lisis es un procedimiento estadstico destinado a evaluar sistem)ticamente la evidencia emprica acerca de los efectos de una o m)s variables, mediante el an)lisis de los datos de numerosos estudios. En este caso la magnitud de la diferencia de g-nero en cada variable se expresa por el tama9o del efecto o d, el cual en general tiende a variar entre /1 '^1, similar a un coeficiente de correlaci n <aun!ue d puede alcan#ar valores superiores a 1=. 5os parece (til !ue el lector tenga en mente esto para comprender me$or cu)les diferencias de g-nero seran m)s reales o significativas, ' cu)les no parecen tener esa dimensi n. .as conclusiones se pueden sinteti#ar de la siguiente manera. Por una parte aparecen dos grandes diferencias de g-nero, con tama9os de efecto sobre .AB, ' !ue corresponden a incidencia de masturbaci n <d _ .@J= ' actitudes "acia el sexo premarital casual < d _.A1=. & por otra parte no aparecen diferencias de g-nero o -stas son mu' pe!ue9as <menos de .10= en siete de las variables anali#adasC actitudes "acia la "omosexualidad, actitudes "acia los derec"os de los "omosexuales, satisfacci n sexual, actitudes "acia la masturbaci n, incidencia de la conducta de besar, incidencia de las caricias "eterosexuales, e incidencia de sexo oral. & entre estos extremos, existen diferencias de g-nero de moderadas a pe!ue9as en las siguientes variablesC permisividad sexual <d _ .2H=, aceptaci n de las relaciones premaritales con compromiso emocional <d _ .>@= ' con compromiso de matrimonio < d _ . >8=, edad de la primera relaci n sexual <d _.8A=, aceptaci n de las relaciones premaritales en general <d _ .8H=, presencia de ansiedad o culpa acerca del sexo <d _ .82=, incidencia de relaciones "eterosexuales <d _ .88=, incidencia de conducta "omosexual < d _ .88=, frecuencia de relaciones "eterosexuales <d_ .81=, aceptaci n del sexo extramarital <d _ . 0@=, aceptaci n del doble est)ndar <d _ .0@=, n(mero de pare$as sexuales <d _ .02=. Como el lector podr) observar, en dos casos aparecen valores negativos ' corresponden a las variables presencia de ansiedad o culpa acerca del sexo, ' aceptaci n del doble est)ndar, lo cual indica !ue en esas variables las mu$eres informan m)s ansiedad o culpa sexual, ' ma'or aceptaci n del doble est)ndar !ue los "ombres. En todas las otras variables seran los "ombres los !ue informan 'a sea ma'ores incidencias, frecuencias, aceptaci n, n(mero de pare$as, o menor edad de inicio de relaciones sexuales. En este metaan)lisis tambi-n se examinaron dos factores !ue podran moderar las diferencias de g-nero en sexualidadC la fec"a de los estudios <para apreciar cambios a trav-s del tiempo= ' la edad de los su$etos. Respecto al primer factor, alrededor de la mitad de las medidas de actitudes ' conductas sexuales estaban correlacionadas significativamente con el a9o del estudio, refle$ando una tendencia "acia menores diferencias entre "ombres ' mu$eres a trav-s del tiempo. En cuanto a las actitudes, tal era el caso de a!u-llas "acia las relaciones premaritales en general, con compromiso emocional ' matrimonial, las !ue mostraban una reducci n mu' significativa de las diferencias de g-nero al comparar estudios de los a9os JB con otros de los a9os AB. *na reducci n menos pronunciada se observaba en las actitudes "acia el sexo extramarital. Das)ndose tanto en estas evidencias como en otros datos provenientes de estudios con universitarios, :'de <1@@>= plantea !ue la conducta sexual masculina ' femenina seran actualmente m)s similares !ue en el pasado. As por e$emplo, las relaciones premaritales !ue anteriormente eran muc"o m)s comunes en los "ombres a"ora son comunes en ambos sexos, "a' menos diferencias de g-nero en el n(mero de pare$as sexuales, ' actualmente es muc"o menos probable !ue 1Mos "ombres tengan sus primeras relaciones sexuales con prostitutas. ,in embargo, %aun!ue la tendencia es "acia ma'ores similitudes en la conducta, la evidencia sugiere !ue permanecen diferencias de g-nero sustanciales en algunas actitudes, ' puede ser !ue estas diferencias no desapare#can% <p. >BH=.

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Apo'ando lo anterior, los datos de Oliver ' :'de <1@@8= muestran !ue aun!ue las diferencias de g-nero en las actitudes mencionadas van siendo menores con el transcurso del tiempo, los "ombres contin(an teniendo actitudes m)s permisivas "acia el sexo premarital ' extramarital !ue las mu$eres. Adem)s, las medidas de permisividad sexual ' de actitudes "acia el sexo premarital casual, las cuales mostraban diferencias sustanciales de g-nero, no estaban correlacionadas significativamente con el a9o del estudio, sugiriendo !ue "an permanecido constantes a trav-s del tiempo. En el caso de las conductas.sexuales, se observan correlaciones significativas entre a9o del estudio <estudios de los a9os JB versus estudios de los a9os AB= e incidencia de caricias "eterosexuales, de relaciones "eterosexuales, n(mero de pare$as sexuales, frecuencia de relaciones "eterosexuales e incidencia de masturbaci n. En todas estas medidas las diferencias de g-nero parecen disminuir con el transcurso del tiempo, sin embargo en los estudios m)s recientes se observa a(n una notoria diferencia de g-nero <d _ .JB= en incidencia de masturbaci n. Respecto a la edad de los su$etos, 'a se mencion anteriormente !ue la gran ma'ora de las muestras est)n constituidas por estudiantes universitarios, lo !ue implica !ue en general s lo se pueden apreciar tendencias o cambios entre la adolescencia ' la adulte# temprana, ' s lo en mu' pocos casos se tienen datos de personas con edades sobre 02 a9os. Algunas diferencias de g-nero !ue disminuan al aumentar la edad de las muestras eran permisividad sexual, actitudes "acia el sexo extramarital ' actitudes "acia el sexo premarital casual ' con compromiso, sin embargo en todas estas medidas persistan variaciones moderadas de g-nero aun en las personas ma'ores de 02 a9os. *n resultado imprevisto en esta revisi n fue la existencia de una asociaci n positiva entre la edad ' la magnitud de la diferencia de g-nero en frecuencia de relaciones sexuales, siendo esta (ltima casi inexistente en los individuos de edad universitaria <1@/02 a9os= ' considerablemente ma'or <d _ .>2= en individuos con m)s de 02 a9os. Por (ltimo, la diferencia de g-nero en incidencia de masturbaci n, la cual "a sido destacada como la m)s significativa, tambi-n aparece asociada claramente con la edad de las muestras. En los individuos de 1A a9os o menos alcan#a una magnitud moderada < d _ .>>=, mientras !ue en a!u-llos ma'ores de 02 a9os su magnitud es mu' alta <d _ 1.88=. Por lo tanto, al menos dentro de los tipos de muestras consideradas ' constituidas ma'oritariamente por estudiantes universitarios, se observa una tendencia interesante respecto al curso !ue siguen las diferencias de g-nero con la edad. +ientras !ue las re/ feridas a actitudes "acia la permisividad sexual tienden a reducirse con la edad, aumentaran las diferencias de g-nero respecto a las dos formas m)s directas de conducta sexual consumatoriaC la frecuencia de relaciones sexuales ' la incidencia de masturbaci n. 6ic"o en otras palabras, a medida !ue maduran "ombres ' mu$eres parecieran ir siendo m)s similares en c mo enfocan el tema sexual, pero no necesariamente en su pr)ctica sexual especfica. Para no confundirse es importante recordar !ue estamos revisando diferencias de gnero en actitudes ' conductas, ' no cambios en actitudes o conductas con la edad. As, por e$emplo, el "ec"o !ue las diferencias de g-nero en relaciones ' masturbaci n aumenten con la edad no contradice la tendencia descrita antes en relaci n con los datos de Kinse', !ue la ma'or parte de las expresiones sexuales aumentan con la edad en las mu$eres ' disminu'en con la edad en los "ombres, sobre todo si se considera !ue el rango de edades en los estudios de Kinse' era muc"o ma'or !ue en el resto de los estudios sinteti#ados a!u. Al considerar estos datos tambi-n es necesario tener en cuenta otros aspectos, adem)s de las 'a se9aladas limitaciones en cuanto a las restricciones en el nivel educacional ' rango de edad de las muestras. Por una parte est) el "ec"o !ue todos los datos derivan de procedimientos de autoinforme, por lo tanto se podra pensar !ue lo !ue

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revelan los estudios son diferencias de g-nero en actitudes ' conductas autoinformadas, ' no necesariamente en actitudes ' conductas, reales. 6e acuerdo a los diversos patrones de sociali#aci n ' a la distinta actitud social "acia la conducta sexual de "ombres ' mu$eres, podra ser !ue los "ombres exageren el autorreporte de sus experiencias sexuales, mientras !ue las mu$eres informen menos experiencias sexuales !ue las !ue "an tenido realmente. ,i esto fuera as, las diferencias de g-nero reales en conducta sexual seran muc"o menores de lo !ue muestran las evidencias de investigaci n. & por otra parte, los patrones de diferencias de g-nero presentados corresponderan a un contexto cultural ' a una -poca determinadosC una parte de la sociedad estadounidense entre la d-cada del JB ' del AB. Este contexto cultural estara marcado por aspectos tales como la amplia disponibilidad de m-todos anticonceptivos, una alta tasa de divorcio, la legali#aci n del aborto ', a partir de los a9os AB, el fantasma del ,ida.

PATRONES DIFERENCIALES DE GENERO


A partir de la sntesis !ue "emos reali#ado del metaan)lisis de Oliver ' :'de, se puede derivar un patr n de diferencias de g-nero en diversos aspectos de las actitudes ' conductas sexuales, el cual sera bastante concordante con los "alla#gos informados por Kinse'. ,in embargo, se destacan claramente dos principales distinciones !ue alcan#an una gran magnitud, mu' superior a las diferencias de g-nero en otros aspectos, tal como "an informado algunas revisiones acerca de conducta agresiva, "abilidades verbal, espacial, matem)tica ' sensibilidad a las claves no verbales <citados en Oliver P :'de, 1@@8=. Como 'a se mencion anteriormente, estas dos diferencias de g-nero m)s pronunciadas corresponden a actitudes "acia el sexo casual e incidencia de masturbaci n, las cuales por su gran magnitud merecen algunos comentarios. El "ec"o !ue las mu$eres muestren una actitud menos favorable o menos permisiva "acia el sexo casual !ue los "ombres es algo bastante conocido ' es totalmente consistente tanto con los patrones de sociali#aci n diferencial de los sexos, como con las definiciones sociales de roles sexuales. Adem)s, este "alla#go sera concordante con las explicaciones ' predicciones de las distintas perspectivas te ricas acerca de las diferencias de g-nero en conducta sexual, lomo las !ue se revisan en el pr ximo captulo. El "ec"o !ue esta variaci n alcance una magnitud tan alta puede tener implicaciones importantes en diversos aspectos de la relaci n entre ambos sexos, ' tal ve# podra a'udar a explicar las diferencias en c mo "ombres ' mu$eres tienden a rotular una misma conducta de insinuaci n sexual. As, se "a encontrado !ue mientras los "ombres tienden a rotular una insinuaci n sexual "ec"a por una mu$er como adulaci n, las mu$eres tienden a rotular como acoso u ofensa sexual una insinuaci n sexual "ec"a por un "om bre. Adem)s, tambi-n se "a visto !ue los "ombres est)n menos inclinados !ue las mu$eres a percibir una situaci n como de acoso sexual, 'a sea como agentes o como ob$etos <Riger, 1@@1=. Respecto a la diferencia de g-nero en incidencia de masturbaci n, aun!ue 'a "aba sido claramente establecida en los "alla#gos de Kinse', igualmente puede llamar la atenci n al menos por las siguientes ra#onesC a= su altsima magnitud en relaci n con las otras, b= el "ec"o !ue, en comparaci n con las variaciones en actitudes "acia el sexo casual, no parece derivar de manera tan clara de los patrones de sociali#aci n diferencial de los sexos ' de las definiciones sociales de roles sexuales ' c= por!ue tampoco sera mu' concordante con las predicciones de la ma'or parte de las perspectivas te ricas acerca de las diferencias de g-nero. As por e$emplo, ' en relaci n a lo (ltimo, debido a !ue la masturbaci n no es una conducta relacionada con la reproducci n, las grandes diferencias observadas no podran ser explicadas por teoras como la sociobiologa, la cual se basa en

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las distintas estrategias reproductivas de ambos sexos. Por lo tanto, parece necesario dedicar muc"os m)s esfuer#os te ricos ' de investigaci n para dar cuenta de esta variaci n tan significativa, ' al respecto se pueden plantear diversas consideraciones. Como se expres al revisar los datos de Kinse', la masturbaci n sera una conducta especialmente apropiada para estudiar las diferencias individuales en motivaci n sexual, por no re!uerir m)s condiciones !ue la disposici n individual. 6esde este punto de vista, puede considerarse a la masturbaci n como una manifestaci n de la intensidad del impulso sexual en general, ' por el "ec"o !ue el nivel de deseo sexual en ambos sexos estara determinado a nivel endocrino por una "ormona sexual masculina <testosterona=, puede plantearse !ue las mu$eres en general tendran un impulso sexual menos intenso !ue los "ombres ' de a" !ue presenten menor tendencia a la masturbaci n. En cambio, no existen diferencias de g-nero tan acentuadas en conductas "eterosexuales como caricias ' coito, las cuales no s lo seran manifestaciones de un impulso sexual sino !ue tambi-n de otras motivaciones afectivas, sociales e interpersonales, ' adem)s reciben una ma'or influencia de variables externas al individuo <definiciones de rol, grupos de referencia, normas sociales, etc.=. .os datos sobre masturbaci n proporcionados por los estudios de Kinse' no s lo mostraban diferencias de g-nero importantes en la incidencia, sino !ue tambi-n en frecuencia, aprendi#a$e ' relaci n con la edad. Como plantea ?agnon <1@AB=, los diversos patrones de iniciaci n de la masturbaci n en "ombres ' mu$eres pueden representar un factor clave en el desarrollo sexual posterior de ambos sexos. +ientras !ue para la gran ma'ora de los "ombres el aprendi#a$e ' pr)ctica de la masturbaci n ocurren durante la adolescencia temprana, las mu$eres tendran su primer acercamiento ' experiencia con esta conducta en distintos puntos del ciclo vital <se puede recordar !ue de acuerdo a Kinse', del total de mu$eres !ue alguna ve# se masturbaron s lo la mitad lo efectu durante la adolescencia=. Estas diferencias de g-nero en la sexualidad adolescente, especialmente el distinto papel !ue desempe9a la masturbaci n en el aprendi#a$e sexual de ambos sexos, seran el origen de muc"as otras distinciones posteriores en la sexualidad de "ombres ' mu$eres, 'a !ue establecen diversas expectativas de rol ' de comportamiento sexuales en la vida adulta. El !ue las mu$eres presenten una incidencia de masturbaci n significativamente menor !ue los "ombres tambi-n tendra implicaciones importantes en el campo de las disfunciones sexuales femeninas ' la terapia sexual. As, se puede pensar !ue la incidencia m)s o menos significativa de disfunci n org)smica femenina en algunas poblaciones podra tener muc"o !ue ver con la falta de pr)ctica masturbatoria de muc"as mu$eres, ' ello se evidencia en el "ec"o !ue la masturbaci n se "a incorporado como un ingrediente importante en algunas formas de terapia para esta disfunci n. *na ve# !ue la mu$er puede alcan#ar el orgasmo mediante la autoestimulaci n, por medio de los e$ercicios terap-uticos puede ir transfiriendo esta capacidad "acia la estimula ci n por parte de la pare$a ' finalmente "acia el coito. En otras palabras, la terapia contribu'e a proporcionar a la mu$er la experiencia masturbatoria de la !ue careca. A manera de sntesis de muc"os de los datos expuestos acerca de la conducta sexual de mu$eres ' "ombres, se aprecia !ue la sexualidad de cada sexo va cambiando su car)cter a lo largo de la vida, pero de manera diferente. Considerando las distintas formas de expresi n sexual, los "ombres alcan#aran su m)xima expresi n sexual alrededor de los 1@ a9os, mientras !ue las mu$eres no alcan#an su m)ximo "asta los 82 o >B a9os. 4anto de acuerdo a los datos de Kinse' como de muc"as otras evidencias, se aprecia !ue la sexualidad del var n adolescente es mu' intensa ' focali#ada genitalmente. A medida !ue el "ombre va teniendo m)s edad, sigue estando mu' interesado en el sexo, pero va disminu'endo tanto en intensidad como en frecuencia, adem)s de ir aumentando el perodo

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refractario de la respuesta sexual <tiempo despu-s del orgasmo en !ue no puede iniciarse un nuevo ciclo de respuesta=. & 'a alrededor de los 2B a9os se observa en los "ombres una menor necesidad de orgasmos frecuentes, al mismo tiempo !ue el foco de la sexualidad 'a no es completamente genital, llegando el sexo a ser una experiencia sensualmente difusa ' con un ma'or componente emocional. En las mu$eres el proceso parece ser mu' diferente. ,u despertar sexual puede ocurrir muc"o m)s tarde !ue en los "ombres, ' mientras la gran ma'ora de los "ombres practican frecuentemente la masturbaci n durante la adolescencia, muc"as mu$eres no empie#an a masturbarse "asta los 8B o 82 a9os, ' otras tal ve# nunca. +ientras !ue durante la adolescencia ' "asta los 8B a9os sus respuestas org)smicas son lentas e inconsistentes, cuando llegan a alrededor de los 82 a9os su respuesta sexual es m)s r)pida ' m)s intensa, alcan#ando el orgasmo m)s consistentemente !ue en las etapas anteriores. En esta etapa la lubricaci n vaginal es m)s r)pida, "a' un deseo sexual m)s frecuente !ue antes, ' tambi-n existe una ma'or probabilidad de relaciones extramaritales. Es decir, los "ombres parecen empe#ar con una sexualidad intensa ' focali#ada genitalmente, ' s lo m)s adelante desarrollan una valoraci n de los aspectos sensuales ' emocionales del sexo. .as mu$eres, por su parte, tendran una conciencia temprana de los aspectos sensuales ' emocionales del sexo, ' m)s adelante desarrollan la capacidad de respuestas genitales intensas. ,eg(n :'de <1@@>=, esta diferencia puede describirse utili#ando las expresiones sexo centrado en la persona <expresi n sexual en la cual el -nfa/ sis est) en la relaci n ' emociones entre las dos personas= ' sexo centrado en el cuerpo <expresi n sexual en la cual el -nfasis est) en el cuerpo ' el placer fsico=. %.a sexualidad adolescente masculina es centrada en el cuerpo, ' el aspecto centrado en la persona no es agregado "asta m)s tarde. .a sexualidad adolescente femenina es centrada en la persona, ' el sexo centrado en el cuerpo viene m)s tarde% <p. >BJ=. 4erminamos el an)lisis de las diferencias de g-nero en sexualidad refiri-ndonos brevemente a una investigaci n cualitativa reali#ada en nuestro pas por ,"arim ' otros <1@@J=, mediante entrevistas ' grupos focales con una muestra de 80 personas de ambos sexos, de distintos grupos de edad <1A/0> a9os ' 82/>J a9os= ' de estratos econ micos medios ' populares. El prop sito de este estudio fue %conocer la construcci n cultural !ue existe en torno a la sexualidad, anali#ando el modo en !ue -sta incide en los comporta/ mientos sexuales ' en las posibilidades de negociaci n en este )mbito% <p. 1>=. *na de las conclusiones principales de/este estudio "ec"o en nuestra realidad fue !ue tanto en los "ombres como en las mu$eres actuales coexisten elementos tradicionales con algunos patrones emergentes de cambio, los cuales representaran m)s bien una ampliaci n del modelo tradicional !ue su sustitucion. .as autoras destacan como el aspecto m)s relevante de este cambio dos tendencias complementarias !ue ellas denominan la sentimentali#aci n de la sexualidad masculina ' la eroti#aci n de la sexualidad femenina. .a sentimentalizaci"n de la sexualidad mas1 culina implica una menor disociaci n entre la experiencia sexual ' la afectividad, siendo los afectos crecientemente incorporados ' valorados como re!uisitos o condiciones de una relaci n sexual satisfactoria. & la erotizaci"n de la sexualidad femenina alude a un proceso amplio !ue se manifiesta en la valoraci n ' preocupaci n por integrar la sexualidad a la vida en general, incorporando una actitud m)s activa en el )mbito sexual al desempe9o de los nuevos roles sociales femeninos, no como una obligaci n sino como una fuente de satisfacci n. Aun!ue lo anterior implica una tendencia a acercar las perspectivas de cada sexo respecto a la sexualidad, especialmente en las personas m)s $ venes, es necesario insistir en !ue tales cambios son relativos ' coexisten con muc"os otros elementos diferenciales tradicionales, tanto a nivel de actitudes como de vivencias ' conductas sexuales. Como

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e$emplo de esto, se observa !ue %para las mu$eres el sexo constitu'e un medio importante para asegurar fines ' metas afectivas, mientras !ue para los "ombres, en tanto experiencia placentera, significa un fin en s mismo% <p. 82=.

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POR (UE DIFIEREN !OM"RES Y MU%ERES EN SU SEXUALIDAD#

En la revision !ue "emos "ec"o "asta a!u de los aspectos psicol gicos m)s importantes referidos a la sexualidad, "emos podido apreciar en varios captulos la existen/ cia de muc"as diferencias consistentes entre "ombres ' mu$eres. Ellas no s lo se dan respecto a incidencias o frecuencias de conductas sexuales especficas, como por e$emplo la masturbaci n o las relaciones sexuales, sino !ue tambi-n se expresan en muc"as actitudes relacionadas con el sexo, como por e$emplo la disposici n "acia los materiales er ticos. Adem)s encontramos importantes diferencias de g-nero en diversos aspectos referidos a las fantasas sexuales, ' adelant)ndonos a lo !ue revisaremos en los captulos siguientes, tambi-n las encontraremos en diversos aspectos relacionados con la orientaci n sexual ' la "omosexualidad. Al reali#ar comparaciones entre "ombres ' mu$eres se "a visto !ue existen diferencias significativas en diversas variables especficas, como por e$emplo incidencias, frecuencias o edad de inicio de ciertas conductas, o contenidos m)s comunes de las fantasas, o actitud "acia tipos de estmulos er ticos, etc. Pero adem)s de esto, un aspecto particularmente interesante ' menos f)cil de apreciar lo constitu'en las interacciones entre las variables g-nero ' otras variables respecto a diversos aspectos de la sexualidad, tal como "emos mostrado en varias ocasiones a lo largo de este libro. Como ilustraci n de estas interacciones, podemos recordar !ue en los datos de Kinse' ' colaboradores algunas variables demogr)ficas como el nivel educacional, la edad o la religiosidad tenan distinta influencia sobre algunas expresiones sexuales, por e$emplo sue9os, masturbaci n o relaciones premaritales, seg(n si se trataba de los "ombres o de las mu$eres. & algo similar se apreciaba en el tema de las fantasas sexuales, donde vimos !ue la frecuencia de fantasas sexuales pareca tener una relaci n positiva con la satisfacci n sexual en las mu$eres pero no en los "ombres. Por lo tanto, ' "abiendo 'a conocido bastantes evidencias de c mo "ombres ' mu$eres difieren en sus pensamientos, sentimientos ' conductas sexuales, en el presente captulo examinaremos m)s detalladamente tres de las !ue nos parecen las principales perspectivas explicativas de las diferencias de g-nero en sexualidad, las cuales son menos conocidas !ue las perspectivas te ricas cl)sicas ' nos parecen particularmente interesantes. Ellas son una perspectiva neoanaltica, !ue enfati#a la distinta vinculaci n maternal de ni9os ' ni9asF la sociobiol gica, !ue nos "abla de las distintas estrategias reproductivas de cada sexo, ' una sociocultural, !ue nos dice !ue, debido a nuestra sociali#aci n, "ombres ' mu$eres aprendemos ' desarrollamos distintos guiones respecto a nuestras actitudes ' conductas sexuales.

ENFO(UE NEOANALITICO

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6entro de los te ricos neofreudianos m)s recientes se puede destacar en relaci n con este tema el traba$o de 5anc' C"odoroL, !uien, al igual !ue otros te ricos de las relaciones ob$etales, examina la forma en !ue las personas desarrollan patrones de vida a partir de sus primeras relaciones con otros individuos significativos, en especial la madre <Engler, 1@@J=. C"odoroL, !uien "ace una combinaci n interesante entre las perspectivas psicoanaltica ' feminista, plantea !ue existe una ntima relaci n entre la identidad de g-nero ' la organi#aci n del traba$o ' la vida familiar en la sociedad occidental. .a industriali#aci n ' moderni#aci n de las sociedades "a producido muc"os cambios en las actividades ' roles de los miembros de la familia, pero se mantiene como algo constante la reproducci"n de la actitud maternal de las mu$eres a trav-s de procesos psicol gicos in/ ducidos por la estructura social. .a actitud maternal de las mu$eres se reproduce a s misma de manera cclica, 'a !ue las madres desarrollan "i$as con capacidad maternal ' motivaci n para criar ' cuidar de otros, mientras !ue estas capacidades ' motivaciones son limitadas ' reprimidas en los "i$os varones a medida !ue se los prepara para el traba$o ' la vida extrafamiliar. .a actitud maternal ' las expectativas de ser madre se establecen mu' tempranamente en las mu$eres en el marco de la relaci n con sus madres, 'a !ue la actitud maternal de la progenitora satisface su propia necesidad psicol gica de intimidad recproca, desarrollada en su infancia en la relaci n temprana con su propia madre, donde ambas se perciban a s mismas como una extensi n de la otra. .as madres tambi-n tienen una relaci n estrec"a con sus "i$os varones, pero los perciben como distintos ' no experimentan el mismo sentimiento de unicidad !ue tienen con sus "i$as. Esta unicidad madre/"i$a se prolonga en el tiempo debido a la incapacidad de las mu$eres de %recuperar% a su madre si establecen una relaci n "eterosexual, a diferencia de los "ombres, !uienes pueden recuperarla mediante una relaci n con otra mu$er adulta. El resultado de esto sera una presi n para !ue las mu$eres permane#can unidas o conectadas a s* progenitora indefinidamente, mientras !ue los "ombres pueden separarse de sus madres sin la misma amena#a de p-rdida. En otros t-rminos, aun!ue tanto los ni9os como las ni9as desarrollan su apego m)s temprano e intenso con la madre, esta relaci n tiene un efecto m)s profundo en el sentido de identidad de las ni9as ' el vnculo nunca se rompe enteramente. As, las ni9as nunca se separan completamente de sus madres ' debido a eso se definen a s mismas durante la vida en t-rminos relacionales. En cambio los ni9os, aun!ue comien#an con el mismo apego intenso a la madre, deben modificarlo para formar una iclcnticlacl masculina, la cual involucra negar el apego maternal Icnre[niner. .a identidad masculina, de acuerdo a C"odoroL, no se define en t-rminos relacionales, sino m)s bien de individuaci n e independencia, ' adem)s de rec"a#o ' devaluaci n de lo femenino. En relaci n con esto (ltimo, :ereE <1@AJ= plantea !ue la identidad masculina inclu'e ciertas caractersticas personales <-xito ' estatus, dure#a e independencia, agresividad ' dominancia=, pero !ue tambi-n se define de acuerdo a lo !ue no es <no femenino ' no "omosexual=. %,er un "ombre re!uiere no ser conformista, dependiente o sumisoF no ser afeminado en la apariencia fsica o en los modalesF no tener relaciones con "ombres !ue sean sexuales o mu' ntimasF ' no fallar en las relaciones sexuales con las mu$eres% <p. 2JA=. Oemos entonces !ue en el desarrollo de la personalidad de las mu$eres ad!uieren gran importancia las relaciones interpersonales, mientras !ue el desarrollo de los "ombres involucra percibirse / a s mismos como distintos ' separados, lo cual va preparando a ambos sexos para asumir roles diferentesC actividades de relaci n para las mu$eres '

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actividades individuales para los "ombres. Este desarrollo diferencial de "ombres ' mu$eres refuer#a la actitud maternal de estas (ltimas, prepar)ndolas para asumir los roles de g-nero adulto situados primariamente en la esfera de la reproducci n, crian#a ' relaci n psicol gica estrec"a con los "i$os. El "ec"o !ue sean las mu$eres las !ue tengan la principal responsabilidad en el cuidado de los "i$os es experimentado de manera diferente por los ni9os ' las ni9as. +ientras estas (ltimas se sienten unidas o conectadas psicol gicamente con sus madres, los ni9os experimentaran un sentimiento de temor por tener !ue depender de una persona del sexo opuesto ' m)s tarde tener !ue ale$arse psicol gicamente de ella. Esto "ara !ue el desarrollo temprano de las ni9as tenga un car)cter m)s optimista ' positivo, mientras !ue el de los ni9os sea m)s pesimista ' negativo, 'a !ue involucra represi n del afecto, de la necesidad de relaci n ' del sentido de conexi n o intimidad. Estas diferencias en las relaciones emocionales !ue establecen ni9as ' ni9os con sus madres se constatan en un estudio de Denenson ' otros <1@@A= !ue examin interacciones en< re ni9os preescolares ' sus madres. Comparadas con los ni9os, las ni9as mostraban ma'or cercana emocional con sus madres, manifestada en ma'or proximidad fsica ' contacto visual, ' adem)s fueron evaluadas por $ueces independientes como disfrutando m)s la interacci n. 6e acuerdo a las autoras, estos resultados son consistentes con la teora de C"odoroL !ue plantea !ue %madres e "i$as experimentan relaciones emocionales m)s estrec"as !ue madres e "i$os% <p. @A0=. A un nivel m)s general, se puede tambi-n plantear !ue es probable !ue "ombres ' mu$eres desarrollen diferentes tipos de autoconcepto. +)s especficamente, "ombres ' mu$eres pueden diferir en c mo conciben la relaci n entre el 'o ' los otros, ' en el grado en !ue se ven a s mismos como separados de o conectados a los otros. Es m)s probable !ue las mu$eres tengan un autoes!uema colectivista, ensamblado o conectado, donde son elementos cruciales las relaciones con otras personas significativas, las cuales son representadas como parte del 'o. En cambio, es m)s probable !ue los "ombres desarrollen un autoes!uema individualista, independiente o aut nomo, donde los otros no son representados como parte del 'o sino !ue como distintos. En dos estudios acerca de las fuentes de la autoestima en ambos sexos, Gosep"s ' otros <1@@0= encontraron !ue la autoestima de los "ombres pareca estar vinculada a un proceso de individuali#aci n en el cual se enfati#an los logros ' "abilidades personales, mientras !ue la autoestima de las mu$eres estaba m)s asociada a un proceso en el !ue se enfati#aban las vinculaciones e interdependencia con personas significativas. En este punto podemos establecer una relaci n entre la distinta experiencia de ni9os ' ni9as al estar al cuidado de la madre ' el tema de c mo ni9os ' ni9as reaccionan frente a la separaci n con'ugal de sus padres. ,e estima !ue uno de los factores importantes !ue influ'e en la respuesta de los ni9os ante la separaci n o divorcio es el sexo del ni9o, encontr)ndose !ue luego de la ruptura matrimonial los "i$os varones en general presentan ma'or proporci n de des rdenes conductuales ' conflictos tanto en el "ogar como en la escuela !ue las ni9as <:ess P C)mara, 1@H@F :et"erington ' otros, 1@A@=. A pesar !ue esta diferencia sexual podra refle$ar en parte una ma'or propensi n de los ni9os varones a presentar problemas dle diverso tipo <de conducta, lengua$e, aprendi#a$e, etc.=, se estima !ue tambi-n puede estar relacionada con el "ec"o !ue en la gran ma'ora de los casos de separaci n es la madre la !ue tiene la custodia de los "i$os menores. & como se "a plantea/ do antes, parece ser m)s f)cil ' natural para las ni9as !ue para los ni9os seguir manteniendo una relaci n estrec"a ' dependiente con sus madres, con las cuales comparten una ma'or identidad. TVu- predicciones se podran "acer desde este enfo!ue acerca de las diferencias de g-nero en sexualidadU En un nivel superficial, tal ve# se puede esperar un resultado m)s o

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menos estereotipadoC las mu$eres estaran muc"o m)s orientadas "acia la calidad de la relaci n ' la intimidad emocional, mientras !ue los "ombres estaran m)s orientados "acia la sexualidad centrada en lo corporal !ue "acia la vinculaci n ' la intimidad. ,in embargo, una consideraci n m)s cuidadosa de algunos elementos de la teora podra sugerir algunas predicciones m)s comple$as. Consid-rese por e$emplo los siguientes p)rrafos expuestos por C"odoroL en 1@HA, en su libro La reproducci"n de la maternidad, basado en su tesis doctoralC
la naturale#a de las relaciones "eterosexuales difiere para los ni9os ' las ni9as. .a ma'ora de las mu$eres emergen desde su comple$o edpico orientadas "acia su padre ' los "ombres como ob$etos er ticos primarios, pero es claro !ue los "ombres tienden a permanecer emocionalmente secundarios, o al menos emocionalmente iguales, en comparaci n con la primaca ' exclusividad de los vnculos emocionales edpicos de un ni9o "acia su madre ' las mu$eres... .os "ombres se defienden a s mismos contra de amena#a representada por el amor, pero necesitan del amor para no desaparecer a trav-s de la represi n. ,u entrenamiento para la masculinidad, la represi n de las necesidades afectivas relacionales, ' sus relaciones primariamente no emocionales e impersonales en el mundo p(blico, pueden "acer mu' difcil el establecer relaciones primarias profundas con otros "ombres. 6ado esto, no es sorprendente !ue los "ombres tiendan a encontrarse a s mismos en las relaciones "eterosexuales <citado en Oliver P :'de, 1@@8, p. 8B=.

5os parece particularmente interesante este an)lisis de C"odoroL de las diversas perspectivas de "ombres ' mu$eres, ' respecto a -l podemos "acer vanas consideraciones ' establecer algunas relaciones con "alla#gos de la investigaci n en psicologa social. En primer lugar, ' a diferencia de lo !ue muc"as veces se cree, se puede inferir !ue la dependencia emocional del "ombre respecto a la mu$er sera ma'or !ue a la inversa, 'a !ue para -sta es muc"o m)s factible desarrollar relaciones ntimas con otras mu$eres !ue para el "ombre establecer relaciones cercanas con otros "ombres. Esto se vincula directamente con la ma'or motivaci n afiliativa de las mu$eres, su alta tendencia a revelar aspectos personales o ntimos <6india P Allen, 1@@0=, ' su ma'or capacidad tanto de expresividad como de sensibilidad emocional <Darra, 1@AAF 1@A@aF :all, 1@AHF Riggio, 1@AJ=. En relaci n con el aspecto emocional, es conveniente enfati#ar !ue las diferencias emocionales entre ambos sexos se dan a nivel de comunicaci n ' no necesariamente de vivencias. Draconnier <1@@H= sinteti#a de la siguiente manera los resultados de la inves/ tigaci n moderna al respectoC %.as mu$eres expresan con ma'or facilidad lo !ue sienten ' perciben me$or lo !ue experimenta el otro. En otras palabras, no son m)s emotivas. , lo comunican me$or sus emociones% <p. 1J=. & el mismo autor agrega !ue cada sexo tiene su propia forma de reaccionar ante las emociones del otro, especialmente cuando se trata de emociones negativasC %.as emociones positivas /dic"a, alegra, buen "umor/ suelen mani/ festarse de la misma manera ' suscitan reacciones seme$antes... En cambio, las emociones negativas /c lera, culpa ', sobre todo, angustia/ suelen ser fuente de incomprensi n entre "ombres ' mu$eres% <p. 08=. Respecto a los estilos de comunicaci n de cada sexo, Aries <1@AH= resume de la siguiente manera la evidencia acerca de la relaci n entre g-nero ' comunicaci nC %Existen claramente diferencias de g-nero en el patr n de comunicaci n tanto verbal como no verbal ' en los t picos del discurso. .as interacciones de los "ombres pueden ser caracteri#adas como m)s orientadas a la tarea, dominantes, directivas, $er)r!uicasF ' las de las mu$eres como m)s socioemocionales, expresivas, apo'adoras, facilitadoras, coo/ perativas, personales e igualitarias% <p. 1HB=. Por su parte, Carver ' ,c"eier <1@@H= se9alan !ue "ombres ' mu$eres parecen tener distintas necesidades ' estilos de comunicaci n caracteri#)ndose el estilo de comunicaci n de los "ombres por ser m)s individualista, orientado al dominio ' a la soluci n de problemas, mientras !ue el estilo de comunicaci n de las mu$eres es m)s inclusivo, compartido ' comunitario. Al igual !ue en el aspecto emocional, estas diferencias de g-nero en las metas ' patrones de comunicaci n pueden, en muc"os casos, ser causa de desavenencias en la interacci n entre "ombres ' mu$eres.

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.o anterior tambi-n se puede relacionar con el tema del apo'o social ' sus importantes efectos en el bienestar psicol gico ' la salud. 6e acuerdo a las evidencias provenientes de la psicologa social, el apo'o social brindado por una mu$er, !ue es de tipo m)s emocional, parece ser m)s beneficioso !ue el brindado por un "ombre, constitu'-ndose por tanto ellas en la principal fuente de respaldo tanto para mu$eres como para "ombres. ,e "a informado !ue tantoMpara los "ombres como para las mu$eres la interacci n cotidiana con mu$eres es una salvaguarda m)s efectiva contra la soledad !ue la interacci n con "ombres. ,iendo el apo'o social un factor b)sico para el bienestar general ' para la salud fsica <:atc"ett ' otros, 1@@HF *c"ino et al., 1@@J=, a la lu# de esto no deberan sorprender otros "alla#gos relacionados, como el "ec"o !ue los "ombres se benefician psicol gicamente del matrimonio m)s !ue las mu$eres, ' el "ec"o !ue frente a la muerte del c n'uge los "ombres tienen ma'or riesgo de depresi n, enfermedad ' "asta muerte !ue las mu$eres <Reis, 1@AJ, citado en ,mit" P +acEie, 1@A2=. El an)lisis de C"odoroL tambi-n puede relacionarse con los datos de la investigaci n en psicologa social sobre el amor "eterosexual, los cuales muestran !ue los "ombres tenderan m)s al amor rom)ntico, mientras las mu$eres tendran una orientaci n m)s racional ' pragm)tica al amor. As, se "a informado !ue respecto a diferentes estilos de amor, los "ombres presentan ma'ores punta$es !ue las mu$eres tanto en el amor apasionado <eros= como en el amor l(dico <ludus=, mientras !ue las mu$eres obtienen punta$es m)s altos !ue los "ombres en el amor de compa9a < storge= ' en el amor l gico o pr)ctico <pragma= <:endricE P :endricE, 1@AJF :eiidricE ' ot ros, 1@AA=. 6e acuerdo a la perspectiva feminista de <F"ocluroL, cRtCi diferencia sexual no s lo deriva de la distinta forma de vinculaci n temprana con la madre, sino !ue tambi-n del dominio masculino en la sociedad ' la dependencia econ mica de las mu$eres respecto a los "ombres. 6e una manera similar a los postulados sociobiol gicos !ue se revisan m)s adelante, se plantea !ue en muc"os casos los despliegues de romanticismo de las mu$eres pueden ser simplemente una forma de asegurar su estabilidad ' la de sus futuros "i$os. & tambi-n es posible relacionar los planteamientos de C"odoroL con las diferencias sexuales observadas en el contacto fsico con personas del mismo sexo, donde se aprecia claramente una ma'or tendencia de las mu$eres a establecer ese tipo de contacto <,tier P :all, 1@A>=. & esta diferencia tambi-n se extiende a las actitudes "acia el contacto fsico con el mismo sexo <.arsen P .eRoux, 1@A>=, manifest)ndose en diversos grupos culturales <Darra, 1@A@b=. .a ma'or tendencia ' la actitud m)s favorable de las mu$eres "acia el contacto fsico con el mismo sexo se "an relacionado con la influencia de la sociali#aci n temprana de los roles sexuales, en la cual las normas tradicionales para las ni9as enfati#an la dependencia, la expresividad ' la calide# en las relaciones interpersona/ les, mientras !ue las normas an)logas para los ni9os enfati#an la independencia, la competitividad ' el logro. ,e "a observado !ue existen menos instancias de expresi n fsica afectuosa entre los ni9os ' sus padres !ue entre las ni9as ' sus padres. +ientras !ue las madres son m)s expresivas !ue los padres con los "i$os de ambos sexos, los padres son menos expresivos con los "i$os !ue con las "i$as, por lo cual los ni9os varones seran sociali#ados para ser menos expresivos fsicamente, 'a !ue ellos tanto experimentan como observan !ue los "ombres son menos expresivos !ue las mu$eres <4"a'er, 1@A0=. Estos patrones de so/ ciali#aci n pueden tambi-n a'udar a explicar el !ue las mu$eres tiendan a responder m)s favorablemente al contacto fsico !ue los "ombres, tanto en estudios de laboratorio como naturalsticos, ' !ue la respuesta de las mu$eres al contacto sea menos dependiente de la $ustificaci n previa <,tier P :all, 1@A>=. ` Respecto a este tema, aun!ue "a sido poco estudiado, se podra pensar !ue estas actitudes ' sus conductas relacionadas seran importantes tanto para el bienestar

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psicol gico como posiblemente para el a$uste "eterosexual. En relaci n a lo (ltimo, .arsen ' .eRoux <1@A>= afirman !ue %... se podra "ipoteti#ar !ue la falta de intimidad en algunas relaciones "eterosexuales est) influenciada por temores residuales basados en los tab(es referentes al mismo sexo en nuestra sociedad. Para comprender plenamente la comple$idad de la conducta sexual, los investigadores deberan examinar m)s estrec"amente la incomodidad <o actitudes negativas= de los "ombres ' su influencia en la intimidad "eterosexual% <p. 0HJ=. Oolviendo a las predicciones !ue se podran "acer a partir de este enfo!ue respecto a las actitudes ' conductas sexuales, "abra !ue "acer una distinci n entre las partes analtica ' feminista de la perspectiva de C"odoroL, 'a !ue ambas conduciran a predic/ ciones diferentes. 6esde el punto de vista analtico se plantea !ue las mu$eres est)n orientadas "acia los "ombres como ob$etos er ticos, pero !ue no pueden esperar suficiente satisfacci n emocional de su relaci n con ellos, por lo cual las mu$eres no re!ueriran ma'or compromiso emocional para legitimar las relaciones sexuales con el otro sexo. ,in embargo, desde el punto de vista feminista, !ue enfati#a la dominaci n masculina ' la dependencia econ mica femenina, se espera !ue las mu$eres aprueben la actividad sexual s lo en relaciones de compromiso, tal como el matrimonio, como una forma de maximi#ar la seguridad econ mica. 6e acuerdo a Oliver ' :'de <1@@8=, al momento de "acer predicciones debe tener prioridad la visi n feminista, por lo cual se espera !ue las mu$eres aprueben m)s ' se involucren en relaciones sexuales en el contexto de una relaci n con compromiso emo/ cional, ' aprueben menos ' se involucren menos en relaciones sexuales casuales. Como se vio en el captulo anterior, esta distinta actitud "acia el sexo casual constitu'e una de las grandes diferencias entre la conducta sexual de "ombres ' mu$eres.

ENFO(UE SOCIO"IOLOGICO
Como se mencion en un captulo anterior, la sociobiologa sugiere !ue muc"os xspectos de la conducta social "umana son resultado de procesos evolutivos a trav-s de los cuales se refuer#an ' transmiten a!uellos patrones de conducta !ue contribu'en a la reproducci n, es decir, a traspasar los propios genes a la pr xima generaci n. .os sociobi logos intentan as aplicar principios biol gicos evolutivos para comprender las causas distales de muc"as conductas sociales. En el enfo!ue sociobiol gico de la sexualidad "umana un concepto central es el xito reproductivo <maximi#ar la cantidad de genes !ue el individuo traspasa a las nuevas generaciones=, el cual moldeara o determinara poderosamente los patrones de conducta sexual. Para dar cuenta de muc"as diferencias en la conducta sexual de "ombres ' mu$eres, los sociobi logos plantean la existencia de diversas estrategias reproductivas en ambos sexos, las cuales estaran relacionadas al menos con dos factores diferencialesC capacidad reproductiva e inversi n parental. En relaci n al primer factor, los "ombres soprepasan claramente a las mu$eres en capacidad reproductiva, 'a !ue por una parte pueden reproducirse a trav-s de toda su vida desde la pubertad, ' por otra su organismo produce millones de espermios diariamente. En cambio la capacidad reproductiva de las mu$eres se limita al perodo entre la pubertad ' la menopausia, ' normalmente su organismo produce s lo un vulo cada mes. En cuanto al segundo factor, es claro !ue la inversi"n parental de las mu$eres excede considerablemente la de los "ombres, 'a !ue ellas deben invertir @ meses de recursos ' energa corporal en la gestaci n, experimentar los acontecimientos del parto, ' posteriormente invertir muc"o m)s tiempo ' energa !ue los "ombres en la crian#a ' cuidado de los "i$os. *n factor diferencial adicional, el cual puede tambi-n afectar la

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conducta sexual de cada sexo, es el "ec"o !ue las mu$eres siempre saben cu)les "i$os son realmente su'os, algo de lo cual los "ombres no pueden tener la total certe#a. 6e acuerdo a lo anterior, el "ec"o !ue ambos sexos tengan distintas estrategias reproductivas posee una clara significaci n evolutiva. Para el "ombre la estrategia reproductiva consistira en inseminar tantas mu$eres como sea posible, de manera !ue sus genes se traspasen a la ma'or cantidad de descendientes, ' sin !ue eso tenga un costo importante en inversi n parental. En cambio las mu$eres deben ser cuidadosas ' mu' selectivas acerca de !u- genes van a aparearse con los de sus escasos vulos, ' debido a su alta inversi n parental ellas deben preocuparse de la viabilidad de las cras asegur)ndose de escoger un "ombre con la capacidad ' disposici n para proporcionar los diversos recursos necesarios para la crian#a. .o anterior tiene !ue ver tambi-n con el mecanismo evolutivo de la selecci"n sexual, el cual consiste en dos procesosC competici n entre miembros de un sexo <usualmente mac"os= por el acceso a miembros del otro sexo, ' elecci n preferencial por parte de miembros de un sexo <usualmente "embras= de ciertos miembros del otro sexo. Das)ndose en este mecanismo, se puede predecir !ue los "ombres, muc"o m)s !ue las mu$eres, competir)n entre s ex"ibiendo recursos materiales !ue sean atractivos para las mu$eres, como por e$emplo efectuando regalos costosos, "aciendo ostentaci n de posesiones valiosas o bien desplegando caractersticas personales asociadas a la ad!uisici n de recursos, como ambici n o iniciativa. :a' evidencias !ue los "ombres se involucran en tales conductas significativamente m)s !ue las mu$eres ' !ue ambos sexos consideran !ue tales t)cticas son efectivas <Duss, 1@AA=. *na aplicaci n de estas nociones sociobiol gicas se encuentra en la forma en !ue algunos autores "an tratado de explicar las diferencias entre "ombres ' mu$eres en el rol !ue $uega la edad al elegir pare$a, esto es, !ue los "ombres tiendan a preferir mu$eres m)s $ venes !ue ellos mismos, mientras !ue las mu$eres tienden a seleccionar "ombres ma'ores !ue ellas. 6ebido a su estrategia reproductiva descrita anteriormente, los "ombres se sienten m)s atrados "acia mu$eres con ma'or capacidad reproductiva, es decir mu$eres en edad f-rtil, 'a !ue de esa forma aumentan las probabilidades de traspasar ' perpetuar sus genes en los descendientes. Pero adem)s, dentro del grupo de mu$eres f-rtiles, los "ombres se sentiran atrados "acia mu$eres relativamente $ venes, !uienes tendran ma'or probabilidad tanto de procrear "i$os sanos como de cuidar de ellos por tener ma'or energa ' m)s a9os de vida por delante, en comparaci n con las mu$eres f-rtiles menos $ venes. 4ambi-n desde este punto de vista evolutivo se explicara el "ec"o !ue los "ombres se sientan m)s atrados !ue las mu$eres por las caractersticas sexuales secundarias del otro sexo. As, el desarrollo mamario ' el anc"o de las caderas de una mu$er, signos importantes de atractivo fsico para muc"os "ombres, se9alan por una parte !ue esa mu$er 'a alcan# la capacidad reproductiva, pero adem)s seran indicadores de su capacidad de dar a lu# adecuadamente <anc"ura pelviana= ' de nutrir a las cras <amamantar=. As, el "ec"o !ue las mu$eres traten de tener una buena condici n fsica "aciendo e$ercicios sera algo (til para atraer al otro sexo, no por!ue se bus!ue un ma'or desarrollo muscular <como en el caso de los "ombres=, sino por!ue a'uda a mantener una adecuada relaci n cintura/ cadera, lo cual se relacionara con ma'or capacidad reproductiva ' aumentara su atractivo frente a los "ombres <,ing", 1@@8=. En el caso de las mu$eres, ellas tambi-n deberan sentirse atradas por "ombres sexualmente maduros o con capacidad reproductiva, al igual !ue los "ombres se sentiran atrados por mu$eres f-rtiles. ,in embargo, a diferencia de las mu$eres los "ombres no cesan su capacidad reproductiva a una determinada edad, por lo cual el "ec"o !ue un "ombre sea relativamente ma'or no es una desventa$a para el -xito reproductivo de la mu$er. Por lo tanto, en la elecci n de pare$a por parte de la mu$er $ugara un rol m)s

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importante la provisi n de recursos !ue pueda "acer el "ombre para ella ' sus descendientes, ' su -xito reproductivo se maximi#ara sinti-ndose atrada por "ombres con la motivaci n ' capacidad para contribuir a la crian#a ' protegerla a ella ' a sus "i$os. 6esde una perspectiva evolucionista, Fis"er <1@@J= expresaC %6e igual importancia era !ue los mac"os ancestrales pudieran elegir "embras m)s $ venes ' capaces de dar a lu# beb-s sanos, ' las "embras podan elegir a los mac"os !ue les proporcionaran me$or protecci n ' m)s provisiones. :o' en da estas premisas se mantienen vigentes% <p. 1AB=. &, respecto a la edad, la misma autora se9ala !ue %la diferencia de edad entre marido ' mu$er aumenta con la edad del var n debido a !ue los "ombres divorciados tienden a casarse por segunda ve# con mu$eres m)s $ venes% <p. >B@=. Este enfo!ue planteara entonces !ue los aspectos anteriores se refle$an en los distintos elementos !ue buscan "ombres ' mu$eres al seleccionar pare$a ' en la forma en !ue compiten para ser seleccionados como pare$a. &a !ue a los "ombres les interesa encontrar compa9eras f-rtiles, las mu$eres competiran entre s "aciendo resaltar las cualidades asociadas con la fertilidad, como $uventud ' belle#a. & 'a !ue a las mu$eres les interesa encontrar compa9eros !ue sean buenos proveedores para ellas ' sus descendientes, los "ombres competiran entre s enfati#ando su posici n, dominio, ambici n, as como su capacidad para obtener ri!ue#a <Duss, 1@AAF ,prec"er ' otros, 1@@>=. Existen algunas evidencias indirectas !ue apo'aran estas proposiciones. Duss inform en 1@A@ de una investigaci n transcultural acerca de preferencias de pare$a en m)s de 8B culturas, encontrando !ue en cada una de las muestras estudiadas los "ombres en promedio preferan mu$eres !ue fueran m)s $ venes !ue ellos, mientras !ue las mu$eres preferan "ombres !ue fueran ligeramente ma'ores !ue ellas <citado en Daron P D'rne, 1@@>=. A pesar !ue las culturas estudiadas eran en su ma'or parte occidentales o influidas por -stas, los datos obtenidos parecen proporcionar alg(n apo'o a la visi n evolucionista respecto a la edad preferida de la pare$a. En dic"o estudio se conclu' !ue las mu$eres asignaban ma'or valor a las claves !ue indicaban la posesi"n de recursos en los "ombres <ingresos, laboriosidad, madure#=, mientras !ue los "ombres valoraban m)s las claves !ue indicaban la capacidad reproductiva en las mu$eres <$uventud, salud, atractivo=. En una revisi n de estudios acerca de preferencias de elecci n de pare$a, Feingold <1@@0= conclu' !ue las mu$eres otorgaban m)s importancia !ue los "ombres a los atributos de estatus socioecon mico, ambici n, car)cter e inteligencia de una pare$a, siendo ma'ores las diferencias de g-nero para los atributos m)s directamente relacionados con la posesi n o ad!uisici n de recursos <estatus socioecon mico ' ambici n=. En cambio no aparecan diferencias de g-nero significativas respecto a caractersticas de una pare$a no relacionadas directamente con la posesi n de recursos <sentido del "umor ' personalidad=. En un estudio reali#ado en C"ile con universitarios se encontraron diferencias de g-nero significativas en la importancia asignada en la selecci n de pare$a a las claves de posesi n de recursos <traba$o estable, solvencia econ mica= ' a las de capacidad reproductiva <$uventud, atractivo fsico=. Adem)s, respecto a caractersticas comparativas preferidas en una pare$a, se observaron diferencias de g-nero mu' significativas en relaci n con la estatura, la edad ' el nivel de ingreso <Darra ' otros, 1@@@=. El distinto peso !ue pueden tener en la elecci n de pare$a de ambos sexos la posesi n de recursos ' el atractivo, tambi-n se aprecia en un estudio informado en 1@@B por 4oLnsend ' .ev', en el cual se pidi a estudiantes universitarios evaluar, en t-rminos de deseabilidad como pare$as matrimoniales, a personas !ue variaban en atractivo fsico ' estatus socioecon mico. 4anto los "ombres como las mu$eres preferan como pare$as matrimoniales potenciales a personas atractivas ' de alto estatus, pero -ste tena un efecto significativamente ma'or en las evaluaciones de las mu$eres !ue en las de los "ombres. *n "ombre de alto estatus pero s lo moderadamente atractivo era tan interesante para las

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mu$eres como uno altamente atractivo pero s lo moderadamente exitoso, de lo cual se deduce !ue el estatus compensaba el grado de atractivo. En cambio no ocurra esta misma compensaci n en las evaluaciones "ec"as por los "ombres, !uienes claramente preferan una mu$er altamente atractiva aun!ue de ba$o estatus <citado en ,abini, 1@@0=. 4ambi-n podra pensarse !ue la capacidad de proveer recursos estara relacionada con el rasgo de dominancia, dada la e!uivalencia !ue se "a encontrado en la investigaci n entre los efectos de este rasgo ' del factor estatus sobre la conducta social. ,i esto es as, se esperara !ue las mu$eres se sintieran m)s atradas por "ombres !ue poseen este rasgo, 'a !ue podra ser un ndice de la capacidad de los "ombres tanto para proveer recursos como para protegerla a ella ' a sus "i$os. En una investigaci n se mostraron a estudiantes de ambos sexos filmes sin sonido de una persona del otro sexo actuando de una manera dominante o sumisa, pidi-ndoles !ue la evaluaran respecto a atractivo sexual ' deseabilidad para una cita <,adalla ' otros, 1@AH=. .os resultados se9alaron !ue mientras las evaluaciones "ec"as por los "ombres no mostraban diferencias entre una mu$er actuando de manera dominante o sumisa, el "ec"o !ue el "ombre actuara en una forma dominante o sumisa afectaba las evaluaciones efectuadas por las mu$eres, prefiriendo al "ombre dominante respecto al "ombre sumiso en ambos tipos de evaluaci n. Estas evidencias indirectas sugeriran !ue la evoluci n puede tener alguna influencia en las diferencias sexuales respecto a la preferencia por ciertas caractersticas en la pare$a potencial. 6esde un punto de vista evolutivo, se plantea !ue desde la -poca primitiva los "ombres a medida !ue maduraban tenan m)s probabilidades de desarrollar las "abilidades para la ca#a o la artesana, ' tambi-n de acumular recursos materiales. & por su parte las mu$eres obtenan su estatus a partir de su capacidad para procrear ' tener las condiciones necesarias para cuidar las cras. Como resultado de estos procesos evolutivos, los "ombres ' mu$eres actuales estaran biol gicamente programados para diferir en sus preferencias de edad respecto a la pare$a, no como un fen meno consciente sino !ue en respuesta a los determinantes gen-ticos. TVu- predicciones se pueden formular desde la perspectiva sociobiol gica acerca de diferencias en la conducta sexual de "ombres ' mu$eresU 6os predicciones mu' evidentes son !ue los "ombres tendran una disposici n m)s favorable "acia el sexo casual !ue las mu$eres, ' !ue los "ombres tenderan a tener una ma'or cantidad de pare$as sexuales !ue las mu$eres. Respecto a lo (ltimo, ' de acuerdo a las diferentes estrategias reproductivas de ambos sexos expuestas anteriormente, se espera !ue los "ombres tengan m(ltiples pare$as con las cuales podran potencialmente procrear, mientras !ue las mu$eres deberan seleccionar la me$or pare$a ' tener todos sus "i$os con ella. Adem)s, 'a !ue los "ombres no pueden tener la total certe#a de !ue un "i$o es realmente su'o, ellos deben preocuparse de controlar la probabilidad !ue sus mu$eres tengan otras pare$as ' potencialmente lleguen a procrear "i$os de otros "ombres, tanto antes como durante su relaci n de pare$a con ellos. En cambio las mu$eres, !uienes s pueden estar seguras !ue sus "i$os son realmente propios, deberan preocuparse menos por el "ec"o !ue el padre de sus "i$os "a'a tenido o tenga otras pare$as. 6e acuerdo a esto, se debera encontrar una asimetra entre los sexos tanto en lo !ue respecta a la posibilidad !ue una persona tenga varios ccn'uge s, como en lo referente a las actitudes "acia la virginidad. <Un rclCXcicn al primer aspecto, es m)s probable !ue se acepte !ue los "ombres tengan m(ltiples esposas <poliginia=, !ue se acepte la posibilidad !ue las mu$eres tengan m(ltiples esposos <poliandria=. Recurriendo a la investigaci n transcultural, la evidencia recolectada por Ford ' Deac" en 1A2 culturas muestra !ue de a!u-llas no formalmente mon gamas <un A>R del con$unto total=, en pr)cticamente todas ellas era aceptada la poliginia, ' s lo en una la poliandria, ' aun este (ltimo caso era especial, 'a !ue la forma m)s com(n de poliandria consista en !ue una mu$er se casaba

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con un "ombre ' con el "ermano menor de -ste. & respecto a la actitud "acia la virginidad, en algunas culturas se destacaba la de "ombres ' mu$eres, mientras !ue en otras no se enfati#aba la virginidad de ninguno de los sexos, pero en una gran proporci n se enfati#aba la virginidad femenina ' no la masculina, no existiendo ninguna cultura donde se enfati#ara la virginidad de los "ombres pero no de las mu$eres <citado en ,abini, 1@@0=. Adem)s de lo anterior, tambi-n deberan existir diferencias entre "ombres ' mu$eres respecto a !u- circunstancias motivan sentimientos de celos en cada sexo. 6esde un punto de vista evolutivo, al "ombre debera preocuparle m)s !ue su pare$a pueda engen/ drar "i$os con otros "ombres, por lo cual se sentira especialmente celoso respecto a la posibilidad de infidelidad sexual de su pare$a. En cambio a la mu$er debera preocuparle m)s asegurarse !ue el "ombre seguir) manteni-ndola a ella ' a sus "i$os, por lo cual debe/ ra sentirse especialmente celosa si el "ombre establece vnculos emocionales con otra mu$er, m)s !ue por la infidelidad sexual misma. Existen algunos datos !ue apo'an estas predicciones, mostrando !ue mientras a los "ombres los perturban m)s los pensamientos de posible infidelidad sexual de la mu$er, a las mu$eres les preocupa m)s los pensamientos de posible infidelidad emocional por parte del "ombre <Daile' ' otros, 1@@>=. En relaci n a este punto, Draconnier <1@@H= plantea !ue aun!ue los celos tienen una incidencia similar en "ombres ' mu$eres, pueden presentar caractersticas diferentes en cada sexo, agregando !ue %los "ombres celosos seran particularmente sensibles a las infidelidades sexuales de sus compa9eras, en tanto !ue las mu$eres sufriran m)s por las infidelidades afectivas% <p. 12@=. *na evidencia !ue tendera a contradecir lo anterior surge de un estudio de Pines ' Friedman <1@@A= con universitarios, donde no se observaron diferencias de g-nero en los celos producidos por una infidelidad sexual imaginada de la pare$a, siendo el nivel de celos igualmente alto en ambos sexos. ,eg(n las autoras, este "alla#go %contradice la predicci n de la teora evolucionista. 6e acuerdo a esta teora, una mu$er infiel amena#a la supervivencia gen-tica de un "ombreF por lo tanto los "ombres son m)s celosos !ue las mu$eres cuando el vnculo extramarital es sexual. Este claramente no fue el caso a!u% <p. JJ=. ,in embargo, podemos decir !ue la desconfirmaci n de la teora sera parcial, 'a !ue en el mismo estudio se observ una diferencia de g-nero interesante en los celos imaginados en respuesta a diferentes tipos de infidelidadC para las mu$eres una posible relaci n emocional entre su pare$a ' otra mu$er produca un nivel similar de celos !ue una relaci n sexual, mientras !ue para los "ombres una posible relaci n emocional entre su pare$a ' otro "ombre produca menos celos !ue una infidelidad sexual. *na variante del enfo!ue sociobiol gico es la perspectiva !ue, adoptan Duss ' ,c"mitt <1@@8= en lo !ue ellos denominan la teora de las estrategias sexuales, la cual considera tanto los patrones biol gicos evolutivos como la influencia del contexto cultural. 6e acuerdo a esta teora, las estrategias sexuales de cada sexo difieren si se trata de un apareamiento a corto pla#o <sexo casual= o de un apareamiento a largo pla#o <matrimonio=. El primer tipo de apareamiento se corresponde m)s con la estrategia sexual masculina, por lo cual los "ombres tenderan m)s !ue las mu$eres a interesarse ' aprobar el sexo casual. En cambio las mu$eres en general re!uerir)n se9ales confiables de !ue un "ombre se compromete con ellas a largo pla#o, como prerre!uisito para la involucraci n sexual, por lo cual no est)n tan predispuestas como los "ombres "acia el sexo casual, 'a !ue en ese contexto ellas no podran asegurarse !ue el "ombre posee los recursos o la disposici n para comprometerse a, largo pa,I#o.

ENFO(UE DE LAS GUIAS SEXUALES

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Esta perspectiva de tipo sociocultural acerca de la sexualidad ' las diferencias sexuales, tambi-n 'a mencionada en un captulo anterior, fue presentada en 1@H8 por ?agnon ' ,imon en un libro titulado *onducta sexual) Los orgenes sociales de la sexualidad &umana, ' desarrollada m)s tarde por ?agnon en su libro Sexualidad $ cultura <1@AB=. En dic"a perspectiva $uega un rol central el concepto de 6guas sexuales7, las cuales son transmitidas mediante las distintas formas de sociali#aci n, ' constitu'en una especie de gui n teatral donde se especifica un con$unto de instrucciones para determinadas conductas. As, se puede decir !ue toda conducta es %guiada% ' !ue todo comportamiento social est) contenido en guiones. .os guiones o guas son patrones o con$untos de normas para comprender ' reali#ar las acciones o conductas, es decir, para organi#ar nuestras ideas acerca del comportamiento ' darle un sentido a lo !ue estamos "aciendo, a lo !ue vamos a "acer ' tambi-n a lo !ue "emos "ec"o en el pasado. Entre otras cosas, estas guas o es!uemas sirven para elegir ciertos cursos de acci n ' para $ustificar ciertas conductas <a!uellas !ue est)n de acuerdo con ellas= o para cuestionar ' poner en tela de $uicio conductas !ue se aparten de lo especificado en tales guiones. .as guas especifican el qu! quin! cu#ndo! d"nde $ por qu de determinadas conductas, ' as mientras actuamos podemos pensar acerca de lo !ue estamos "aciendo, de las personas con las !ue lo estamos "aciendo, de los lugares ' ocasiones en !ue lo "acemos ' de las ra#ones o motivos para "acerlo. Otras caractersticas de estas guas,seran !ue proporcionan ciertas instrucciones generales /al igual !ue un mapa o una recetapero no especifican todos los detalles de la acci n ' por lo tanto pueden cambiar a medida !ue se agregan nuevos elementos. Algunas de tales guas son p(blicas ' %oficiales% /como las especificadas en las le'es o las religiones/, mientras !ue otras pueden ser propias de determinados grupos o ser idiosincr)sicas de individuos particulares. .as guas sexuales son tipos de guas sociales, formuladas de la misma forma ' con los mismos prop sitos !ue a!uellas !ue orientan la conducta social en general. Por una parte ellas refle$an la influencia social ' las doctrinas sexuales %oficiales% de una deter/ minada cultura, ' al mismo tiempo rigen el pensamiento, la comunicaci n ' la actividad sexual de los individuos en situaciones particulares. Al igual !ue cual!uiera otra gua social, una gua sexual se organi#a alrededor de los cinco aspectos mencionadosC !ui-n, !u-, cu)ndo, d nde ' por !u-. Adem)s, el concepto de gua sexual puede tener dos acepciones. .a primera es de tipo social e interpersonal, donde la gua organi#a las expectativas ' convenciones sociales compartidas !ue permiten a las personas participar en una interacci n comple$a, como sera un encuentro sexual. .a segunda acepci n tiene !ue ver con motivaciones ' estados internos, los cuales pueden o no producir excitaci n ' predisponer a la actividad sexual. *n aspecto interesante es !ue estos dos planos pueden no coincidir, como se aprecia en un estudio donde los su$etos tenan !ue ordenar dos veces ciertas actividades "eterosexuales especficas, una ve# seg(n la secuencia en !ue ellas ocurran generalmente en una interac/ ci n sexual tpica ' otra ve# seg(n su valor excitatorio sexual <?eer ' Droussard, 1@@B=. ,e encontr !ue mientras la primera ordenaci n <secuencia= era similar en "ombres ' mu$eres, la segunda <excitaci n= difera considerablemente en ambos sexos, diferencia !ue de acuerdo a los autores %sugiere una base para dificultades entre mu$eres ' "ombres respecto a sus interacciones sexuales... ,i, como es probable, los individuos asumen !ue los actos !ue ellos perciben como excitantes son vistos por sus pare$as como igualmente excitantes, es alto el potencial para confusi n ' conflicto% <p. JHB=. 6esde el punto de vista tradicional, la sociali#aci n de "ombres ' mu$eres enfati#a diferentes roles ' guas acerca de !u- es lo esperable o apropiado para sexo. A las mu$eres se les ense9a a ser dependientes, sumisas ' preocupadas por los otros, mientras a los

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"ombres se les ense9a a ser agresivos, dominantes ' a no mostrar ternura o sensibilidad, ' tales guas en muc"os casos intervendran en !u- tipo <le pare$a del otro sexo buscan las personas. As, por e$emplo, es rspcra"lc !ue las mu$eres bus!uen "ombres m)s altos, de m)s edad ' con m)s recursos !ue ellas <Darra ' otros, 1@@@= o m)s dominantes, !ue los "ombres bus!uen mu$eres m)s dependientes, m)s sensibles o en general lo !ue tradicionalmente se considerara m)s %femeninas%. Estos distintos patrones de sociali#aci n de ambos sexos, !ue inclu'en diferentes guas para "ombres ' mu$eres, configuraran el contexto para la existencia de un doble est)ndar respecto al comportamiento sexual de "ombres ' mu$eres. Como parte de las guas tradicionales, el mensa$e transmitido a las mu$eres "a sido estar mu' alertas frente a los avances sexuales de los "ombres e in"ibir su responsividad sexual a menos !ue sea dentro de una relaci n de compromiso. 4ambi-n se las incentiva a ser mu' cuidadosas para evitar el embara#o no deseado ' para no ad!uirir una %mala% reputaci n. As, desde un punto de vista tradicional forma parte de la masculinidad el ma'or %-xito% sexual posible <cantidad de con!uistas=, ' de la feminidad el limitar la accesibilidad sexual a la pare$a m)s deseable o adecuada <%un buen partido%=. Frente a la posibilidad de interacci n sexual con un desconocido atractivo del otro sexo, los "ombres tradicionalmente "an sido entrenados para considerarla como una oportunidad ' las mu$eres para considerarla como un peligro. Este doble est)ndar tradicional "a ense9ado a las mu$eres !ue las relaciones sexuales s lo son aceptables en el matrimonio o por lo menos en el contexto de una relaci n de profundo compromiso afectivo. En cambio a los "ombres siempre se les aprobara en ma'or grado el involucrarse en actividades sexuales por diferentes motivos, como ad!uirir experiencia, desarrollar "abilidades o aun por diversi n. .a influencia de este doble est)ndar se refle$ara en las guas ' roles sexuales tradicionales de "ombres ' mu$eres respecto a su interacci n sexual. El "ombre, a !uien la sociedad le permite m)s la exploraci n sexual antes del matrimonio, es el !ue se espera !ue tome la iniciativa para buscar relaciones sexuales. En cambio la mu$er, a !uien se le imponen ma'ores pro"ibicio/ nes para la actividad sexual fuera del matrimonio, no estara inclinada a buscar o iniciar las actividades sexuales,, sino m)s bien a ponerles lmites. 6e acuerdo a los planteamientoMX feministas, este clo"lc est)ndar sexual sera el responsable de las metas divergentes de ambos sexos ' del antagonismo existente en la relaci n de "ombres ' mu$eres. A los "ombres se les "a ense9ado a %conseguir% tanto sexo como sea posible en sus relaciones con las mu$eres, mientras !ue a estas (ltimas se las "a ense9ado a utili#ar su apariencia sexual para obtener ganancias <atenciones, regalos= o conseguir un compromiso conveniente <matrimonio= a cambio de %favores% sexuales <+alamut", 1@AA=. Es claro !ue el doble est)ndar tradicional "a ido cambiando ' 'a no es tan rgido, sin embargo la expresi n sexual femenina sigue acept)ndose ba$o circunstancias m)s restringidas <por e$emplo, amor o compromiso= !ue la masculina. 6iversos estudios, la ma'ora de ellos en poblaciones universitarias donde se espera encontrar menos el doble est)ndar, revelan !ue la interacci n sexual entre "ombres ' mu$eres sigue a(n en alto grado las guas tradicionales, seg(n las cuales el "ombre es el iniciador de las proposiciones sexuales ' la mu$er marca los lmites. En un estudio de Peplau ' otros con una muestra de pare$as universitarias, se encontr !ue tanto en las pare$as !ue tenan relaciones sexuales como en las !ue no las tenan, eran los "ombres los !ue iniciaban los acercamientos sexuales. ,in embargo, eran las actitudes de las mu$eres "acia el sexo las !ue determinaban cu)ndo se iniciaban las relaciones sexuales <citado en +alamut", 1@AA=. 6esde este punto de vista, las acciones destinadas a persuadir a otra persona a tener relaciones sexuales se podran catalogar como masculinas, independientemente de si son emitidas por un "ombre o una mu$er, en cambio los intentos para no tener relaciones

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sexuales se podran considerar como acciones femeninas. Aparte de la influencia cultural ' la sociali#aci n diferencial de los sexos, podemos relacionar esta distinci n con la asociaci n !ue se "a establecido entre el nivel de testosterona, la principal "ormona sexual masculina, ' la magnitud del deseo sexual tanto en "ombres como en mu$eres <Cerruti, 1@@1=. Como expresan +oir ' Gessel, %la testosterona, la "ormona de la agresividad ' el af)n de dominio, es tambi-n la "ormona sexual, tanto en los "ombres como en las mu$eres... .a testosterona es el activador sexual clave de ambos sexos% <1@@>, p. 112=. 6e acuerdo a lo !ue muestran diversos estudios, en las primeras interacciones las mu$eres comunicaran indirectamente su inter-s o receptividad "acia el sexo, ' solamente seran iniciadoras una ve# !ue 'a se "a establecido alg(n patr n de actividades sexuales dentro de la relaci n. En las primeras interacciones los "ombres seguiran la gua tradicional de mostrar su inter-s sexual directamente ' tratar de persuadir a la pare$a, mientras !ue a las mu$eres les correspondera determinar si ponen lmites a la interacci n sexual ' cu)les seran -stos. *n aspecto !ue merece destacarse es !ue la influencia de la sociali#aci n ' de las guas sexuales no s lo se evidencia al inicio de una interacci n de pare$a, sino !ue parece seguir teniendo un gran peso en la forma en !ue una pare$a establecida se sigue rela/ cionando sexualmente. En relaci n con esto interesa mostrar c mo la ad"esi n de los individuos a los papeles sexuales tradicionales puede imponer muc"as limitaciones a sus formas de expresi n ' tener a veces costos importantes para ellos mismos ' para la rela/ cion. Por una parte, ' relacionado con la orientaci n al logro tan enfati#ada en la sociali#aci n masculina en general, estara lo 'a mencionado anteriormente respecto a !ue se espera !ue los "ombres sean capaces de con!uistar ' %seducir% a muc"as mu$eres, en una especie de competencia con los otros "ombres. Esta orientaci n al logro masculina se expresa tambi-n en la relaci n sexual misma, "aciendo !ue muc"os "ombres se concentren excesivamente en intentar excitar ' satisfacer sexualmente a la mu$er <por e$emplo, mediante caricias genitales directas=, como una demostraci n de su propia %capacidad% sexual. As se puede comprender el "ec"o !ue en muc"as ocasiones la falta de orgasmo en la mu$er tendra un ma'or efecto negativo en el "ombre !ue en la propia mu$er, 'a !ue para el "ombre tiene el significado de no ser capa# de cumplir con la responsabilidad autoimpuesta de satisfacer a la pare$a. Esta autoatribuci n masculina de responsabilidad por el %-xito% sexual se aprecia en un estudio de Pol'son, !uien present a su$etos de ambos/sexos una situaci n !ue inclua insatisfacci n sexual en uno o ambos miembros de una pare$a, pidi-ndoles !ue evaluaran a los individuos involucrados. .os resultados niostr,i ron !ue los "ombres del estudio evaluaban m)s negativamente al "ombre de la situaci n descrita, independientemente de si era el "ombre o la mu$er !uien presentaba insatisfacci n sexual <citado en +alamut", 1@AA=. Esta b(s!ueda de logros sexuales especficos puede significar un obst)culo a la propia capacidad de expresi n sexual, 'a !ue no permite al "ombre abandonarse a las diversas sensaciones agradables !ue se pueden experimentar en un encuentro sexual, adem)s del orgasmo. A su ve#, frente a esto la mu$er puede sentirse presionada a tener !ue experimentar <o a veces fingir= el orgasmo como una forma de evitar "erir la autoestima sexual del "ombre ' confirmarle !ue es en realidad un amante adecuado. Estas presiones en ambos miembros de la pare$a interfieren con la libre exploraci n o el $uego sexual recproco sin perseguir obsesivamente la meta especfica del orgasmo, lo !ue conducira naturalmente a una experiencia sexual m)s satisfactoria. 4ambi-n esta influencia se puede apreciar en la extendida creencia de !ue, en la interacci n de pare$a, el "ombre debe ser el experto en lo referente a lo sexual, lo cual tiene como resultado muc"as veces un costo importante para ambos miembros de la pare$a. En

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el caso del "ombre, el asumir su rol de %experto% puede implicar no estimular a la pare$a a comunicar sus propias preferencias o deseos, con lo cual no se dara la posibilidad de aprender m)s sobre las necesidades particulares de la mu$er para buscar un me$or a$uste sexual. & esto puede "acer !ue la mu$er est- menos dispuesta a(n a comunicar sus deseos o a "acer sugerencias de c mo me$orar la relaci n sexual, para evitar afectar negativamente la autoestima masculina del %experto%. ,e puede afirmar entonces !ue la ad"esi n rgida a las guas sexuales tradicionales, !ue prescriben la iniciativa masculina ' la pasividad femenina, priva a la mu$er de los aspectos positivos de la iniciativa ' el control, ' al "ombre de la experiencia de rela$arse ' recibir placer. Parece una alternativa muc"o me$or !ue ambos integrantes de la pare$a se relacionen sexualmente en t-rminos m)s igualitarios ' menos estereotipados, ' !ue ambos asuman distintos roles ' conductas !ue posibiliten enri!uecer ' diversificar sus experiencias sexuales. El enfo!ue de las guas sexuales postula !ue las principales diferencias de g-nero en la sexualidad se originan en las distintas experiencias de ambos sexos en la temprana adolescencia. 4al como muestran todos los estudios sobre conducta sexual, la sexualidad del adolescente var n est) centrada en la masturbaci n, actividad sexual !ue alcan#a una alta frecuencia pero !ue no tiene un car)cter "eterosexual sino !ue es una conducta individual o autosexual. En cambio las adolescentes mu$eres practican muc"o menos la masturbaci n durante este perodo, ' en lugar de eso est)n m)s preocupadas de prepararse para los roles femeninos adultos, o al menos de atraer el inter-s masculino. 6e a" !ue las primeras experiencias sexuales femeninas tienen lugar m)s tarde !ue las masculinas, ' son tpicamente "eterosexuales o interpersonales, lo !ue implica !ue desde un comien#o la sexualidad femenina tiene un car)cter relacional, ' para muc"as mu$eres la existencia de una relaci n de compromiso afectivo se convierte en un prerre!uisito para la expresi n sexual. 6e acuerdo a esta perspectiva de las guas sexuales, las expresiones sexuales "umanas son en gran medida funci n de la interpretaci n ' del significado simb lico !ue se asigna a los estmulos ' experiencias sexuales, ' tales aspectos cognitivos determinan las actitudes, $uicios ' respuestas de los individuos frente a tales experiencias. ,eg(n el an)lisis anterior de c mo se desarrollan las expresiones sexuales de ambos sexos, se concluira !ue para los "ombres el significado de la sexualidad est) m)s ligado al placer individual, mientras !ue para las mu$eres est) m)s ligado a la calidad de la relaci n interpersonal. Estas tres perspectivas te ricas revisadas, las cuales por supuesto no agotan este comple$o tema, "acen una contribuci n significativa a la comprensi n de las diferencias de g-neros en sexualidad. Ellas ilustran acerca de la importancia de reconocer la distinta naturale#a biopsicosocial de la experiencia sexual de ambos sexos, lo cual parece un aspecto clave tanto en el plano te rico como en el aplicado, as como en la b(s!ueda de un adecuado a$uste ' compatibilidad en la relaci n de pare$a. A pesar de las grandes diferencias existentes entre los enfo!ues te ricos de los cuales derivan las perspectivas examinadas, tambi-n existira un alto grado de concordancia en la forma de concebir ' tratar de explicar los principales factores !ue parecen responsables de las importantes diferencias de g-nero. .o anterior estara indicando !ue, al igual !ue en cual!uier otro )mbito de la psicologa, distintas aproximaciones pueden complementarse m)s !ue excluirse mutuamente, dada la naturale#a comple$a ' multivariada de cual!uier compor/ tamiento o fen meno psicosocial.

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ORIENTACION SEXUAL Y !OMOSEXUALIDAD

*no de los aspectos mas controvertidos de la conducta sexual "umana lo constitu'e el "ec"o !ue algunas personas se sienten sexualmente atradas por individuos de su mismo sexo ' los prefieren como compa9eros sexuales. 4al ve# en ma'or medida !ue en otros aspectos de la sexualidad, al abordar el tema de la orientaci n sexual ' la "omosexualidad se encuentra por una parte escasa informaci n cientfica precisa ' conclu'ente ', por otra parte, la fuerte influencia de valores, creencias, estereotipos, simplificaciones ' en general bastante confusi n. En este captulo se expondr)n ciertos aspectos b)sicos relacionados con el tema de la orientaci n sexual ' se examinar)n a!uellos elementos !ue consideramos m)s importantes para una me$or comprensi n del tema de la orientaci n "omosexual. & en el pr ximo captulo se complementar)n estos aspectos con la revisi n de algunos nuevos modelos te ricos !ue intentan explicar c mo las personas desarrollan una determinada orientaci n sexual. Esperamos de esta manera contribuir en alg(n grado a tener una visi n m)s cientfica ' ob$etiva acerca de un tema especialmente sensible ' comple$o, pero !ue "abitualmente es tratado en forma bastante superficial ' simplista tanto en la escasa literatura cientfica disponible como en los medios de comunicaci n.

DELIMITACIONES CONCEPTUALES
En el lengua$e cotidiano el concepto de sexo tiende a tener dos significados aparentemente claros para el com(n de las personas. Por una parte alude a las dos categoras permanentes ' mutuamente exclu'entes en !ue se clasifican los individuos, "ombre ' mu$er. & por otra parte se refiere a los diversos aspectos relacionados con los impulsos ' actividades de tipo er tico de los individuos. ,in embargo, al abordar el tema de la orientaci n sexual encontramos !ue muc"os conceptos aparentemente claros no lo son tanto si los examinamos desde una perspectiva cientfica, por lo cual necesitamos precisarlos, 'a !ue algunos muc"as veces no se distinguen claramente ' "asta se usan como sin nimos. Ellos son los de sexo, g-nero, identidad sexual, rol sexual ' orientaci n sexual. ,ENO 6e acuerdo a +cCar' ' otros <1@@J=, el concepto de sexo se refiere a %caractersticas fsicas ' biol gicas !ue se "eredan ' !ue colocan al individuo en alg(n punto de un continuo, !ue tiene como extremos a individuos reproductivamente complementarios% <p. 8@0=. A pesar !ue com(nmente pensamos en este concepto como refiri-ndose a algo unitario ' !ue se expresa en dos categoras claramente exclu'entes <"ombre o mu$er=, las caractersticas fsicas ' biol gicas !ue constitu'en el sexo poseen varias dimensiones, ' el desarrollo de cada una de ellas va a determinar la ubicaci n del P)gina 111 de 121

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individuo en el continuo mencionado. As, se pueden distinguir las dimensiones cromos mica, gen-tica, gonadal, morfol gica de los rganos sexuales p-lvicos internos ' externos, cerebral, "ormonal ' la de los caracteres sexuales secundarios. 6e acuerdo a esto, al "ablar de sexo podramos estar refiri-ndonos a oc"o posibles dimensiones diferentes. ,in embargo, parece ser m)s com(n !ue al referirse al concepto biol gico de sexo se distingan cinco principales dimensiones <Dateman, 1@@2F < iaFnon, 1@AB=. El sexo cromos"mico se refiere a la diferenciaci n !ue se produce en la fecundaci n entre indivi/ duos con combinaci n cromos mica NN o N&, siendo -sta la (nica diferencia sexual durante las primeras oc"o semanas de desarrollo intrauterino. El sexo gonadal se determina por el "ec"o !ue la g nada originalmente indefinida se diferencia alrededor de la octava semana en testculo si la constituci n cromos mica es N&, ' alrededor de la d-cima semana en ovario si -sta es NN. El sexo &ormonal se refiere a la proporci n ' predominio de las "ormonas sexuales masculinas <testosterona ' otros andr genos= ' las "ormonas sexuales femeninas <progesterona ' estr genos=. El sexo genital se determina por el "ec"o !ue la testosterona fetal induce el desarrollo de pene ' escroto, ' su ausencia induce el desarrollo del cltoris ' los labios ma'ores ' menores. & el sexo fenotpico <o de los caracteres sexuales secundarios= se refiere en general a la apariencia corporal del individuo derivada de las influencias "ormonales !ue operan especialmente en la pubertad. Compartiendo esta concepci n dimensional o continua del concepto de sexo, 6o'le ' Paludi <1@@1= plantean !ue %cuando la palabra bsexoM es usada para significar una de dos categoras biol gicas estrictamente separadas, est) siendo usada incorrectamente. +)s bien, el sexo biol gico es me$or concebido como un continuo donde las estructuras reproductivas, las "ormonas ' los rasgos fsicos varan entre dos puntos extremos% <p. 2=. ?c5ERO Cada ve# es m)s com(n el uso del concepto de g-nero en el tema de las diferencias entre "ombres ' mu$eres, especialmente cuando se !uiere destacar !ue muc"as de tales diferencias no obedeceran a determinantes biol gicos, sino !ue m)s bien a factores psicol gicos, sociales ' culturales. El concepto de g-nero, ' m)s precisamente de icentidad de g-nero, fue introducido por +one' <citado en Daile' P QucEer, 1@@2= para referirse a la dimensi n social del sexo. ,in enbargo, es usual !ue los conceptos de sexo ' de g-nero se utilicen de manera intercambiable, como sin nimos, lo cual produce confusi n. .a tendencia m)s com(n es utili#ar el t-rmino sexo para referirse a mecanismos especficamente biol gicos <tales como cromosomas sexuales o estructuras sexuales= ' utili#ar el t-rmino gnero para aludir a los aspectos sociales, culturales ' psicol gicos !ue se refieren a los rasgos, normas, estereotipos ' roles considerados tpicos ' deseables para a!uellos !ue la sociedad "a designado como "ombres o mu$eres. En otras palabras, el concepto de sexo se define en t-rminos biol gicos, mientras !ue el de g-nero lo "ace en t-rminos de sus componentes sociales, culturales ' psicol gicos, los cuales te ricamente podran ser independientes del sexo biol gico del individuo. As por e$emplo, para *nger <1@H@= la expresi n diferencias sexuales se refiere a a!u-llas innatas o biol gicas entre "ombres ' mu$eres, mientras !ue diferencias de gnero aludira a las derivadas del aprendi#a$e ' de sus diferentes roles sociales. Este mismo criterio para diferenciar ambos conceptos adoptan otros autores, entre ellos Papalia ' Olds <1@@H=, !uienes expresan !ue %es necesario distinguir entre diferencias de sexo, !ue son las diferencias biol gicas entre "ombre ' mu$er, ' diferencias de g-nero, !ue son las psicol gicas o de comportamiento% <p. 02B=.

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*n criterio distinto e interesante es el !ue adopta :'de <1@@>=, !uien expresaC %El t-rmino sexo ser) usado... para referirse especficamente a la anatoma sexual ' a la conducta sexual, ' el t-rmino gnero ser) usado para referirse al estado de ser "ombre o mu$er. Por supuesto, aun!ue 'o planteo !ue el sexo ' el g-nero son conceptualmente diferentes, no planteara !ue ellos son totalmente independientes entre s. Ciertamente los roles de g-nero /las formas en !ue se espera !ue se comporten "ombres ' mu$eres/ e$ercen una influencia poderosa en la forma en !ue las personas se comportan sexualmente% <p. 8=. Adem)s la misma autora plantea !ue no se puede "acer una distinci n precisa entre los factores biol gicos ' culturales, 'a !ue ambos pueden interactuar ', por lo tanto, ella utili#a la expresi n diferencias de gnero para referirse en general %a las diferencias psicol gicas entre "ombres ' mu$eres, de$ando como cuesti n aparte el problema de su causaci n% <:'de, 1@@2, p. 1@=. 5os parece mu' interesante este planteamiento de :'de !ue destaca la interacci n entre los aspectos biol gicos ' socioculturales en el tema de las diferencias entre "ombres ' mu$eres. Por una parte es mu' consistente con la moderna concepci n biopsicosocial del individuo, seg(n la cual siempre debemos ver el comportamiento "umano como el resultado de una comple$a interacci n ' determinaci n recproca entre variadas influencias <biol gicas, cognitivas, emocionales, normativas, ambientales, etc.=. & por otra parte tambi-n es consistente con la creciente evidencia de !ue una gran parte de las diferencias en el comportamiento de "ombres ' mu$eres no parecen explicarse solamente como producto de la sociali#aci n diferencial o de los distintos roles sociales de "ombres ' mu$eres, sino !ue podran tener como base factores diferenciales innatos. I6E54I6A6 ,EN*A. & RO. ,EN*A. En general la expresi n identidad sexual alude al concepto !ue tiene el individuo de ser "ombre o mu$er, lo cual se establece tempranamente alrededor de los 8/> a9os, en la gran ma'ora de los casos se corresponde con las diversas dimensiones del sexo biol gico ' se mantiene estable a trav-s de la vida. En cambio el concepto de rol sexual se refiere al aprendi#a$e ' desempe9o de los comportamientos socialmente esperados ' aprobados para cada sexo, es decir, de a!uellos comportamientos tipificados sexualmente. A diferencia de la identidad sexual, el rol sexual se va estableciendo m)s lentamente, no tiene un car)cter s lo cognitivo ' se consolidara durante la adolescencia, en interacci n con los cambios fsicos, sociales ' sexuales asociados con esa etapa de desarrollo. ,in embargo, mientras algunos autores utili#an los dos conceptos mencionados, identidad sexual ' rol sexual <?agnon, 1@AB=, otros prefieren "ablar de identidad de g-nero ' de rol de g-nero, con lo !ue se introduce alguna confusi n. As, por e$emplo, 6e Darbieri expresa !ue la identidad de gnero implica un sentimiento de s mismo, en tanto femenino o masculino, !ue se reconoce ' es reconocido en la medida en !ue se acerca a rasgos ' expectativas establecidos. & los roles de gnero son un con$unto de prescripciones ' pro"ibiciones para el e$ercicio de conductas ligadas a la feminidad o a la masculinidad <1@@0, citado en ,"arim ' otros, 1@@J=. Por su parte :'de <1@@>= plantea !ue identidad de gnero se refiere al sentido psicol gico de la propia masculinidad o feminidad <o la asociaci n de los "ombres con el rol masculino ' la asociaci n de las mu$eres con el rol femenino=, mientras !ue rol de gnero sera el con$unto de normas o expectativas definidas culturalmente !ue prescriben c mo deberan comportarse las personas de un determinado g-nero. Adem)s, ' a diferencia de la gran ma'ora de los autores, :'de expresa !ue el concepto de identidad sexual se

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refiere a la autoidentificaci n o autorrotulaci n del individuo como "eterosexual, "omosexual o bisexual. &a !ue siempre los roles sociales est)n estrec"amente relacionados con las normas sociales, los roles de g-nero vendran a ser resultado de la acci n con$unta de las llamadas normas de gnero, las cuales est)n constituidas por las prescripciones sociales de ciertas conductas, creencias ' actitudes para los "ombres ' para las mu$eres. ORIE54ACI75 ,EN*A. El concepto de orientaci n sexual puede definirse como un patr n de preferencias sexuales ' afectivas por personas de un determinado sexo <:ereE, 1@AJ=. .a orientaci n sexual se refiere a si un individuo se siente m)s atrado sexual ';o rom)nticamente por personas de su mismo sexo, del otro sexo, o en un grado similar por personas de ambos sexos. Es decir, la orientaci n sexual constitu'e un continuo !ue se extiende desde la &eterosexualidad <atracci n predominante "acia individuos del otro sexo= "asta la &omosexualidad <atracci n predominante "acia individuos del mismo sexo=, inclu'endo una condici n intermedia de isexualidad <similar atracci n "acia individuos de ambos sexos=. .as personas !ue se sienten atradas predominantemente "acia individuos de su mismo sexo son rotuladas usualmente como "omosexuales <'a sean "ombres o mu$eres= o como lesbianas <si son mu$eres=.

LA DIMENSION DE ORIENTACION SEXUAL


Como se "a visto, la sexualidad tiene muc"os componentes o facetas, inclu'endo los aspectos biol gicos referidos al sexo, la identidad de sexo o de g-nero <el percibirse ' sentirse como "ombre o como mu$er=, los roles sexuales o de g-nero <la ad"erencia a las normas culturales para la conducta femenina ' masculina= ' la conducta sexual. & un componente adicional de la sexualidad, distinto a los otros aspectos mencionados, lo constitu'e la orientaci n o preferencia sexual. CO5CEP4*A.IQACI75 & EOA.*ACI75 Al expresar !ue la orientaci n sexual se refiere a un componente distinto a los otros, se !uiere decir !ue independientemente de a !u- sexo biol gico pertene#ca un individuo, cu)l sea su identidad de g-nero, a !u- roles de g-nero se ad"iera en su conducta ' aun cu)les sean sus conductas sexuales especficas, -ste puede preferir sexualmente a personas del otro sexo, de su mismo sexo, o a ambas. .a orientaci n sexual no es lo mismo !ue la conducta sexual, 'a !ue por una parte se refiere m)s bien a atracci n ' excitaci n, ' por otra parte las personas pueden expresar o no su orientaci n sexual en sus conductas. Anteriormente se pensaba !ue en la "omosexualidad exista una identidad sexual opuesta al sexo biol gico del individuo, ' as por e$emplo se asuma !ue un "ombre "omosexual se identificaba con las mu$eres ' por ello prefera compa9eros sexuales "om/ bres. ,in embargo, actualmente se reconoce m)s claramente !ue la identidad sexual ' la preferencia sexual son aspectos distintos, ' por lo tanto se considera !ue los "omosexuales no tienen por !u- tener una confusi n o una inversi n acerca de su identidad sexual, sino !ue simplemente prefieren compa9eros sexuales de su mismo sexo. & tampoco la orientaci n sexual estara necesariamente relacionada con la orientaci n de los roles

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sexuales o de g-nero. As, por e$emplo,Men un estudio de ,torms <1@AB= se encontr !ue los individuos de diferentes orientaciones sexuales <"etero, "omo ' bi= no diferan significativamente en las medidas de atributos de rol sexual <masculinidad, feminidad=, mientras !ue s diferan claramente en el contenido de sus fantasas sexuales <"omoer ticas o "eteroer ticas=. .a concepci n de la orientaci n sexual como una dimensi n continua m)s !ue como una clasificaci n dicot mica deriva del traba$o de Kinse' <1@JHa=, !uien estableci una escala de clasificaci n de siete grados <desde B a J=, basada en las experiencias sexuales ' en las reacciones psicol gicas de los individuos. El grado B corresponde a %los individuos !ue no registran contactos fsicos !ue les "a'an provocado excitaci n er tica u orgasmo, ni responden ps!uicamente a individuos de su propio sexo. ,us contactos ' respuestas sociosexuales tienen efecto exclusivamente con individuos del sexo opuesto% <p. J28=, mientras !ue el grado J corresponde a a!u-llos %exclusivamente "omosexuales, tanto en cuanto a sus experiencias reales como a sus respuestas ps!uicas% <p. J2>=. Entre estos extremos se distinguiran otros cinco grados, dos de ellos correspondientes a un predominio "eterosexual con expresiones "omosexuales s lo accidentales <grado 1= o m)s !ue accidentales <grado 0=, uno correspondiente a similar nivel de expresiones "eterosexuales ' "omosexuales <grado 8= ' otros dos correspondientes a un predominio "omosexual con expresiones "eterosexuales s lo accidentales <grado >= o m)s !ue accidentales <grado 2=. 6ebido a !ue muc"as veces se describe esta escala de clasificaci n como basada s lo en las experiencias sexuales !ue "a tenido un individuo, es conveniente enfati#ar !ue, de acuerdo a Kinse', %la clasificaci n se basa en las reacciones psicol gicas del individuo ' en la cantidad de su experiencia fsica. *n individuo puede figurar en la escala como "omosexual aun a pesar de no "aber tenido experiencia fsica alguna como tal. .o mismo re#a para lo "eterosexual% <1@JHb, pp. >HH/>HA=. En otras palabras, ' como 'a se expres anteriormente, la orientaci n sexual se refiere a la atracci n ' preferencia er ticas del individuo, las cuales pueden expresarse en sus actividades sexuales concretas ' en sus reacciones er tico/afectivas, o s lo en una de ambas dimensiones. En la ma'ora de los casos existe correspondencia entre ambas, pero en algunos puede no existir, ra# n por la cual la clasificaci n de la orientaci n sexual de un individuo debe abarcar ambos aspectos, tanto el conductual como el er tico/afectivo. ,inteti#ando, se puede decir !ue a partir de Kinse' se empe# a concebir la orientaci n sexual como un continuo bipolar, el cual vara desde la "eterosexualidad exclusiva, pasando por la bisexualidad, "asta la "omosexualidad exclusiva, ' !ue la ubicaci n en la escala se determina de manera con$unta por las conductas sexuales ' las reacciones psicol gicas er ticas <tales como las fantasas=. ,in embargo, autores posteriores "an criticado esta me#cla de componentes distintos de la orientaci n sexual en un (nico ndice o clasificaci n, proponiendo !ue se usen escalas separadas para evaluar los diversos componentes. Integrando lo propuesto por diversos autores <citados en Dem, 1@@J=, la escala original de Kinse' compuesta por una sola dimensi n puede llegar a descomponerse "asta en siete dimensiones bipolares. Estas dimensiones seran las conductas sexuales, los sentimientos sexuales, las fantasas er ticas, el afecto interpersonal, la preferencia social, el estilo de vida sexual ' la autoidentificaci n. ,e "a propuesto !ue la orientaci n sexual se conciba como dos dimensiones conceptualmente independientesC una dimensi n "eteroer tica ' una dimensi n "omoer tica. Este enfo!ue es e!uivalente a la forma en !ue se concibe actualmente el rol sexual, donde las escalas independientes de masculinidad ' de feminidad se combinan en una tipologa de cuatro categorasC a!uellos con alto punta$e en una escala ' ba$o punta$e en la otra se clasifican 'a sea como masculinos o femeninosF a!u-llos con alto punta$e en

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ambas escalas se clasifican como andr ginosF ' a!u-llos con ba$o punta$e en ambas escalas se clasifican como indiferenciados <Dem, 1@H>F Dem ' otros, 1@HJ=. 6e manera an)loga, sera posible identificar o clasificar a los individuos en las categoras resumidas de "eterosexual, "omosexual, bisexual o asexual, dependiendo de las intensidades relativas de su responsividad tanto "eteroer tica como "omoer tica <,torms, 1@AB=. 6I,4RID*CI75 & 6IFERE5CIA, ,EN*A.E, 4eniendo presente las clarificaciones anteriores, a continuaci n revisaremos sint-ticamente las cifras informadas por Kinse' respecto a c mo se distribuan en su muestra distintos grados o predominios de orientaci n sexual, tanto de "ombres como de mu$eres. .a presentaci n de estas cifras no tiene s lo el ob$etivo de complementar los datos sobre diferencias de g-nero en la conducta sexual expuestas en otro captulo, sino !ue adem)s comprender de me$or manera algunas proposiciones te ricas acerca del desarrollo de la orientaci n sexual !ue se expondr)n en el pr ximo captulo. En los "ombres se encontr !ue a partir de la pubertad e12BR poda ser clasificado como exclusivamente "eterosexual <no presentaban contactos "omosexuales ni reacciones er ticas "acia otros "ombres= ' el >R poda ser clasificado como exclusivamente "o/ mosexual <no presentaban contactos "eterosexuales ni reacciones er ticas "acia las mu$eres=. Por otra parte, tambi-n desde la pubertad, un 8HR de los "ombres "aba tenido al menos una experiencia "omosexual con orgasmo <siendo este porcenta$e de 2BR entre !uienes "aban permanecido solteros "asta los 82 a9os= ' un 18R "aba reaccionado er ticamente "acia otros "ombres sin "aber tenido contactos "omosexuales fsicos. En el caso de las mu$eres, tanto la incidencia de reacciones psicol gicas como de contactos "omosexuales eran muc"o m)s ba$as !ue en los "ombres. Aun!ue los datos !ue entrega Kinse' al respecto son menos precisos !ue los correspondientes a los "ombres, se estima !ue un H0R de las mu$eres podan ser clasificadas como exclusivamente "eterosexuales <en comparaci n con el 2BR de los "ombres= ' !ue alrededor de un 1/0R podan ser clasificadas como exclusivamente "omosexuales <en comparaci n con el >R de los "ombres=. As como un 8HR de los "ombres "aba tenido al menos una experiencia "omosexual con orgasmo, en las mu$eres este porcenta$e era de s lo un 18R. Alrededor de un 0BR de las mu$eres "aba tenido alguna experiencia "omosexual, con o sin orgasmo <en comparaci n con m)s del doble de los "ombres=, apreci)ndose en ellas una ma'or relaci n entre estas experiencias ' el estado civil !ue en el caso de los "ombres. En estos (ltimos la incidencia de experiencias "omosexuales era de un 2BR en los solteros ' de un 1BR en los casados, mientras !ue en las mu$eres era de un 0JR en las solteras, de un 1BR en las ex casadas ' s lo de un 8R en las casadas. .os datos comparativos para ambos sexos "acen concluir a Kinse' !ue %se "aban producido respuestas de tipo "omosexual en s lo la mitad, aproximadamente, de las mu$eres, ' los contactos con orgasmo en s lo un tercio respecto de los "ombres. Adem)s, siempre en relaci n con los "ombres, las mu$eres preponderante o exclusivamente "omosexuales resultaron ser entre la mitad a un tercio, aproximadamente, en cual!uiera de los perodos de edad estudiados% <1@JHb, p. >A0=. Para completar esta comparaci n respecto a orientaci n sexual ' experiencia "omosexual de ambos sexos, es (til revisar algunos datos adicionales referidos a la extensi n en el tiempo de las actividades "omosexuales, al n(mero de pare$as "omosexuales, a la proporci n de individuos !ue no enca$aban en ninguna de los siete grados de la escala ' a la proporci n de individuos !ue mostraban similar nivel de expresiones "etero ' "omosexuales.

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4al como ocurra con otras formas de conducta sexual, existan diferencias apreciables entre "ombres ' mu$eres en cuanto al n(mero de a9os durante los cuales se "aban tenido experiencias "omosexuales ' en cuanto al n(mero de pare$as, siendo las cifras menores para las mu$eres en ambos aspectos. As, en el H0R de las mu$eres !ue "aban tenido contac>os "omosexuales tales actividades se "aban extendido por menos de tres a9os, ' un H1 R de ellas "aban tenido contactos "omosexuales s lo con una o dos pare$as <a!uellas !ue "aban tenido m)s de 1B pare$as "omosexuales llegaban s lo al >R, en comparaci n con un 00R de los "ombres=. En relaci n a los individuos !ue no enca$aban en ninguno de los siete grados descritos, una ma'or proporci n de mu$eres !ue de "ombres no "aban experimentado reacciones er ticas de ning(n tipo, ni "etero ni "omosexuales <categora N=. En el caso de los "ombres, en esta categora fueron clasificados el 8/>R de los solteros ' el BR de los casados, mientras !ue los porcenta$es correspondientes a las mu$eres eran de 1>/1@R para las solteras ' de 1/8R para las casadas. *n problema especial se presenta al examinar la proporci n de individuos !ue mostraban similar nivel de expresiones "etero ' "omosexuales, es decir, !ue eran clasificados en el grado 8, ' !ue pueden corresponder de manera m)s estrec"a a lo !ue se tiende a considerar como orientaci n bisexual. A!u los datos de Kinse' son muc"o menos precisos, al parecer no se utili#an los mismos criterios para "ombres ' mu$eres, por lo tanto se "ace muc"o m)s difcil la comparaci n entre ambos sexos. As, aparece !ue de acuerdo a la clasificaci n "etero/"omo entre los 0B ' 82 a9os se clasificaran en el grado 8 <%tanto "omo como "etero%= de un > a un 11R de las mu$eres ' de un @ a un 80R de los "ombres. .os datos de Kinse' acerca de la incidencia de experiencias "omosexuales, especialmente en "ombres <8HR=, fueron los !ue provocaron m)s impacto ' rec"a#o en muc"os )mbitos. ,in embargo, a la lu# de algunas evidencias posteriores, actualmente se estima !ue debido a !ue las muestras utili#adas no eran totalmente representativas, las cifras !ue obtuvo Kinse' respecto a la conducta "omosexual eran superiores a las de la poblaci n general. En un re/an)lisis en 1@A@ de datos obtenidos en 1@HB con una muestra representativa de "ombres estadounidenses, se conclu' !ue un 0BR de los "ombres "aba tenido al menos un contacto "omosexual con orgasmo en alg(n momento de su vida <un HR de ellos en la adulte#=. *n dato adicional interesante se refiere al grupo de "ombres !ue "aban tenido alg(n contacto "omosexual durante el a9o anterior al estudio <0R de la muestra=, aproximadamente la mitad de los cuales estaban o "aban estado alguna ve# casados <Fa' ' otros, citados en :'de, 1@@>=. En base a los datos disponibles en Estados *nidos ' a otros similares encontrados tanto en Francia como en Inglaterra, :'de <1@@>= estima !ue e10BR de los "ombres ' el 1BR de las mu$eres se involucran en alguna experiencia "omosexual en la adulte#, ' alrededor de un 0R de los "ombres ' un 1R de las mu$eres seran exclusivamente "omosexuales. 4ambi-n es interesante referirse a algunos datos provenientes de estudios con muestras de estudiantes universitarios, una subpoblaci n !ue difiere de la poblaci n general en varios aspectos. ,"ivel' ' 6eCecco informaron en 1@HA de un estudio acerca de las preferencias sexuales de los estudiantes de una universidad de ,an Francisco, California, bas)ndose en la escala de H grados de Kinse' ' considerando tanto conductas como sentimientos sexuales <citados en Feldman, 1@AH=. .os resultados revelaron !ue la distribuci n de orientaciones sexuales en esta muestra difera de los datos de Kinse', especialmente en el caso de los "ombres. As, podan considerarse como exclusivamente "eterosexuales aproximadamente al ABR de los "ombres ' a1A2R de las mu$eres, como exclusivamente "omosexuales aproximadamente al 12R de los "ombres ' al >R de las mu$eres, ' como bisexuales al 2R de los "ombres ' a1>R de las mu$eres. Al comparar

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estos datos con los de Kinse' "a' !ue tener muc"as precauciones, por tratarse de datos provenientes de su$etos con un rango muc"simo m)s restringido tanto de nivel educacional como de edades, ' adem)s de un )rea geogr)fica <,an Francisco= caracteri#ada por un clima m)s tolerante de la preferencia "omosexual. ,in embargo, es interesante !ue una de las ma'ores discrepancias entre las cifras de Kinse' ' las de este estudio posterior se refiere al porcenta$e de su$etos de ambos sexos clasificados como bisexuales, el cual es notoriamente inferior en el (ltimo estudio. Esto se puede interpretar como un indicio de !ue, en muc"os casos, la orientaci n bisexual se mantiene como producto de la dificultad o temor a asumir de lleno una preferencia "omosexual por las diversas implicaciones personales ' sociales. & a medida !ue el clima cultural en algunos lugares va cambiando "acia una ma'or tolerancia "acia la "omosexualidad, las personas llegan a "acer m)s tempranamente una elecci n "omosexual clara, con lo cual existira menos bisexualidad. Otro estudio !ue entrega datos discrepantes con los de Kinse' es el informado en 1@H@ por +cConag"' ' otros <citado en Feldman, 1@AH=. En este caso la muestra era m)s restringida a(n, estando constituida por alrededor de 8BB estudiantes de medicina australianos de ambos sexos, ' el ob$etivo era conocer la incidencia de sentimientos bisexuales. .os resultados indicaron por una parte !ue casi la mitad de los su$etos reconocan alg(n grado de atracci n "acia personas de su mismo sexo, ' por otra parte el porcenta$e de su$etos !ue se9alaban !ue esos sentimientos "omosexuales eran tan o m)s intensos !ue sus sentimientos "eterosexuales alcan#aba al AR de los "ombres ' al 12R de las mu$eres. Esta proporci n de 0C1 entre mu$eres ' "ombres es un resultado !ue se aparta bastante de los otros datos mencionados anteriormente, ' aun!ue no contamos con los antecedentes especficos del estudio, su car)cter inesperado exige alg(n intento de explicaci n. En primer lugar, los datos presentados se refieren especficamente a sen/ timientos de atracci n ' no necesariamente a conductas sexuales "acia personas del mismo sexo, ' es probable !ue las mu$eres recono#can m)s !ue los "ombres sus diversos sentimientos, tanto de -ste como de cual!uier otro tipo. & a un nivel algo especulativo, tambi-n se puede pensar !ue una carrera como +edicina, !ue tradicionalmente se percibe como un territorio m)s masculino, atraera m)s a mu$eres menos tipificadas sexualmente, ' es esperable !ue a ma'or grado de androginia o e!uilibrio entre rasgos femeninos ' masculinos exista ma'or nivel de atracci n por el mismo sexo. Esta ma'or tendencia de las mu$eres a sentirse atradas por personas de ambos sexos puede relacionarse con el "ec"o !ue una proporci n significativa de mu$eres "omosexuales llegan a identificarse como tales s lo despu-s de un perodo substancial de "eterosexualidad. 6e acuerdo a Kit#inger ' IilEinson <1@@2=, %la ma'ora de las mu$eres !ue se autoidentifican como lesbianas lo "acen as s lo despu-s de un perodo anterior en sus vidas durante el cual ellas se identificaban como "eterosexuales. .os investigadores tpicamente encuentran !ue al menos un cuarto de sus muestras lesbianas "an estado casadas... ' las estimaciones del n(mero de lesbianas con experiencia "eterosexual varan de 2AR a A>R% <pp. @2/@J=. :'de <1@@>= tambi-n plantea !ue los datos disponibles sobre el desarrollo de la bisexualidad revelan !ue algunas mu$eres tienen sus primeras experiencias "omosexuales a los 8B o >B a9os de edad. Das)ndose en investigaciones acerca de mu$eres "eterosexuales !ue llegan a ser lesbianas, ' de lesbianas !ue llegan a ser "eterosexuales, as como en los mismos datos de Kinse' !ue "emos revisado en otro captulo ' !ue muestran !ue las mu$eres parecen ampliar su experiencia sexual a medida !ue maduran, Kit#inger ' IilEilson <1@@2= destacan la naturale#a %fluctuante, fluida ' din)mica% de la sexualidad femenina. Por (ltimo, otra evidencia interesante !ue se puede relacionar con los resultados reci-n comentados es el proveniente de un estudio de .aumann ' otros en 1@@> acerca de

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pr)cticas sexuales en una muestra representativa de la poblaci n estadounidense <citado en Dem, 1@@J=. Respecto a la pregunta "acia !ui-nes se sentan atrado<a=s sexualmente, era m)s probable !ue los "ombres presentaran una distribuci n bimodal e informaran 'a sea m)s atracci n exclusivamente "eterosexual o exclusivamente "omosexual !ue atracci n bisexual. En cambio, era m)s probable !ue las mu$eres informaran atracci n bisexual !ue atracci n exclusivamente "omosexual.

LA ORIENTACION !OMOSEXUAL
,e "an propuesto distintas explicaciones para dar cuenta del "ec"o !ue algunos individuos posean o desarrollen una orientaci n "omosexual. Estas posibles explicaciones abarcan un amplio rango de factores !ue se postulan como determinantes, entre ellos la predisposici n gen-tica, la influencia de las "ormonas prenatales, la naturale#a de la relaci n temprana con los padres, la influencia de los pares ' otros modelos ' la naturale#a de las primeras experiencias sexuales del individuo. 4enemos as un continuo de ex/ plicaciones, estando en un extremo a!uellas !ue enfati#an los factores biol gicos <"erencia, influencias intrauterinas, "ormonas sexuales ' "asta caractersticas de algunas estructuras cerebrales= ' en el otro extremo a!uellas !ue le dan m)s peso a las influencias ambientales <problemas en la identificaci n con los padres o ausencia de alguno de ell s, influencia de ambientes unisexuales, condicionamiento a trav-s de experiencias ' fantasas sexuales, etc.=. Para cada uno de estos factores es factible encontrar evidencias !ue lo apo'an ' otras !ue no lo "acen, como sucede en cual!uier )mbito donde existen m(ltiples explicaciones para un fen meno. 5o "aremos a!u una revisi n de tales evidencias, 'a !ue su an)lisis excede los ob$etivos ' alcances del presente captulo, ' remitimos al lector interesado a los traba$os especficos acerca de la "omosexualidad disponibles en espa9ol en nuestro medio, como los de ,c"ofield <1@JH= ' +asters ' Go"nson <1@H@=. ,in embargo, parece conveniente se9alar algunas caractersticas generales de las principales teoras. Esto con el fin, por una parte, de contrastar algunos postulados generales con las evidencias provenientes de un importante estudio !ue describiremos a continuaci n ', por otra parte, para tener un punto de referencia respecto a algunos modelos recientes del desarrollo de la orientaci n sexual !ue expondremos en el siguiente captulo. Aun!ue las distintas teoras acerca de la "omosexualidad proponen diferentes factores determinantes, sin embargo es posible encontrar en la ma'ora de ellas algunos supuestos b)sicos comunes. As, la ma'or parte de estas teoras postulan !ue la "omose/ xualidad se debera a ciertos desa$ustes o anomalas en el desarrollo individual, 'a sea -ste biol gico, psicol gico o social. & tambi-n !ue estas anomalas llevaran a un fen meno de inversi n sexual, mediante el cual los individuos tienen o desean tener caractersticas del sexo opuesto, inclu'endo la atracci n sexual "acia el mismo sexo. &a sea !ue se postulen como causa de esta inversi n sexual factores biol gicos <anomalas cromos micas, cerebrales, "ormonales, etc.= o experiencias <anomalas en el desarrollo psicosexual, en la relaci n con los padres, en la identificaci n de rol sexual, etc.=, en general se asume !ue los "omosexuales poseen atributos de rol de g-nero correspondientes al sexo opuesto F,torms, 1@AB=. Adem)s la ma'ora de las teoras basadas en la experiencia le dan m)xima importancia a la relaci n con los padres ' las experiencias infantiles tempranas, postulando !ue la orientaci n "omosexual se definira tempranamente en el desarrollo individual.

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E. E,4*6IO 6E. I5,4I4*4O KI5,E&

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Para examinar "asta !u- punto las proposiciones anteriores son apo'adas o no por la evidencia, a continuaci n describiremos los resultados del !ue se considera el me$or estudio existente acerca del desarrollo de la preferencia sexual en "ombres ' mu$eres. Este estudio, reali#ado por el Instituto Kinse' de Investigaci n ,exual, dur aproximadamente die# a9os, inclu' entrevistas detalladas a una muestra de alrededor de 1.BBB "omosexuales ' 2BB "eterosexuales de ambos sexos de ,an Francisco ' fue publicado en 1@A1 por Dell ' otros <citados en Dem, 1@@JF Feldman, 1@AH=. El an)lisis de los datos entreg un mu' escaso o nulo apo'o a muc"as de las explicaciones tradicionales acerca de la "omosexualidad, ' por otra parte revel varios aspectos interesantes sobre el desarrollo de la preferencia sexual. En primer lugar revisaremos a!uellas conclusiones !ue tienden a desconfirmar muc"as nociones tradicionales de tres tipos de explicaciones basadas en la experienciaC la visi n psicoanalticaF ciertos mecanismos de condicionamiento o aprendi#a$e, ' el enfo!ue m)s sociol gico de la interacci n con los pares ' el efecto de la rotulaci n social. .uego de eso, veremos cu)les fueron los principales "alla#gos positivos del estudio de ,an Francisco. Respecto a la importancia !ue concede el enfo!ue psicoanaltico a la relaci n e identificaci n con los padres, se conclu' !ue los ni9os varones !ue "aban sido criados por madres dominantes ' padres d-biles tenan casi la misma probabilidad de llegar a ser "omosexuales !ue a!u-llos criados en contextos familiares m)s tradicionales. 4ampoco exista apo'o para la noci n de !ue la "omosexualidad refle$a un fracaso en la resoluci n del conflicto edpico, 'a !ue casi no "aba asociaci n entre el tipo de relaci n entre los ni9os varones ' sus madres ' sus preferencias sexuales posteriores. En el caso de las mu$eres, no se encontr evidencia de !ue las ni9as pre"omosexuales "ubieran aparentemente usurpado el lugar de sus madres en el afecto de sus padres. Adem)s, se encontr !ue la identificaci n de los individuos con el padre del otro sexo durante su infancia no tena una influencia significativa en el desarrollo posterior de su orientaci n sexual. ,e puede decir !ue, en t-rminos generales, ' a diferencia de lo !ue plantea el enfo!ue psicoanaltico, las variables familiares no tenan un peso importante en el desarrollo de la orientaci n sexual 'a sea de los "ombres o de las mu$eres. Al respecto se puede comentar !ue esto se aplica no s lo al desarrollo de las preferencias sexuales, sino !ue parece tener un alcance muc"o m)s general en todo el desarrollo de la personalidad. Das)ndose en las crecientes evidencias disponibles, cada ve# se concede menos peso a las variables familiares en el desarrollo de la personalidad ' se concede m)s peso a las variables relacionadas con los pares <:arris, 1@@2=. En relaci n con el rol desempe9ado por algunos mecanismos de aprendi#a$e o condicionamiento, se encontr !ue los "omosexuales no "aban tenido m)s experiencias traum)ticas o negativas tales como violaci n o castigo parental por $uegos sexuales con ni9os del otro sexo, ni tampoco exista apo'o para el estereotipo de la seducci n infantil por parte de una persona ma'or del mismo sexo. En especial se encontr !ue los tipos de contactos sexuales !ue podran servir de base a tal aprendi#a$e o condicionamiento, usualmente "aban tenido lugar despu-s !ue el individuo experimentara los sentimientos sexuales relevantes. As, por e$emplo, la ma'ora de los "omosexuales de ambos sexos no "aban participado en actividades sexuales %avan#adas% con personas de su mismo sexo, "asta alrededor de tres a9os despu-s de !ue ellos "aban ad!uirido conciencia de su atracci n "acia el mismo sexo. & en cuanto a la influencia de las relaciones negativas con los pares, se conclu' !ue el aislamiento de los pares se relacionaba m)s con la no conformidad de g-nero

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<preferir actividades ' compa9eros de $uego del otro sexo= !ue con la "omosexualidad mis/ ma. 4ampoco se encontr apo'o para el mecanismo de rotulaci n social seg(n el cual los individuos pueden adoptar una orientaci n "omosexual como consecuencia de "aber sido rotulados durante su desarrollo como "omosexuales o como sexualmente diferentes por parte de los otros. Aun!ue era m)s probable !ue los individuos "omosexuales de ambos sexos informaran !ue "aban sido ob$eto de tal rotulaci n, el an)lisis revel !ue la rotulaci n diferencial cra m)s bien el resultado de una orientaci n "omosexual emergente <atic una causa o aun un factor contribu'ente secundario a ella. .os siguientes son algunos de los resultados positivos m)s importantes !ue emergen del estudio de ,an Francisco. .a preferencia sexual se determina en la adolescencia, se "a'a iniciado o no a(n la actividad sexual. En algunos casos tienen muc"a influencia ciertos procesos del aprendi#a$e, mientras !ue en otros casos parece existir una fuerte predisposici n !ue emerge independientemente de experiencias especficas de aprendi#a$e. 4anto para los "omosexuales como para los "eterosexuales, son los sentimientos sexuales tempranos m)s !ue las actividades sexuales los !ue predicen el desarrollo posterior de la preferencia sexual adulta. +uc"os "omosexuales de ambos sexos reportan experiencias "eterosexuales preadultas, pero ellos tienden a disfrutarlas muc"o menos !ue los "eterosexuales de ambos sexos. En los "omosexuales de ambos sexos "a' una fuerte relaci n entre no conformidad de g-nero ' preferencia "omosexual adulta, sin embargo, existe una amplia variabilidad ' muc"os de ellos mostraban cuando ni9os conformidad con sus roles de g-nero. +ientras !ue, tal como se aprecia en lo visto "asta a!u, los resultados de este estudio no apo'an muc"as nociones de las explicaciones basadas en la experiencia, los autores piensan !ue en algunos "omosexuales su preferencia puede derivar de un precursor biol gico. Para examinar m)s a fondo esto, ellos reali#aron an)lisis separados para los individuos "omosexuales !ue de acuerdo a sus sentimientos ' conductas se clasificaban a s mismos en el grado J de Kinse' <referidos como "omosexuales exclusivos=, ' para a!uellos !ue se clasificaban a s mismos en los grados 0 a > <referidos como bisexuales=. Este an)lisis secundario produ$o los siguientes datos para cada sexo. Respecto a los "ombres, en los exclusivamente "omosexuales "aba un vnculo claro e intenso desde los sentimientos "omosexuales en la infancia a la preferencia "omosexual en la adulte#, ' en ellos la orientaci n "omosexual 'a estaba bien establecida a los 1@ a9os. En cambio en. los bisexuales no apareca este vnculo con la infancia, siendo muc"o m)s importantes las actividades "omosexuales en la adolescencia ' las experiencias despu-s de los IM= a9os. .a "omosexualidad exclusiva parece emerger de una predisposici n fuerte, mientras !ue la bisexualidad estara ba$o la influencia del aprendi#a$e social ' sexual. Para los "ombres %afeminados% los sentimientos "omosexuales tempranos eran el (nico predictor, mientras !ue en los "ombres no afeminados se observaba la influencia de una combinaci n de sentimientos ' conductas "omosexuales, por una parte, ' una relativa falta de excitaci n "eterosexual, por otra. Respecto a las mu$eres, en las "omosexuales %masculinas% la no conformidad de g-nero en la infancia predeca altamente la "omosexualidad adulta, no as en a!u-llas no masculinas. Estas (ltimas "aban sido m)s influenciadas por las actividades "omosexuales en la $uventud. .a no conformidad de g-nero en la infancia era muc"o m)s importante en las "omosexuales exclusivas !ue en las bisexuales. & al igual !ue en el caso de los "ombres, la preferencia sexual de las mu$eres exclusivamente "omosexuales 'a estaba bien establecida a los 1@ a9os, mientras !ue la de las mu$eres bisexuales se estableca en edades posteriores. Como conclusiones tentativas generales de estos datos se pueden formular las siguientes. En primer lugar, la no conformidad de g-nero temprana est) asociada con

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sentimientos "omosexuales tempranos, ' ambos factores en con$unto conducen, al parecer inevitablemente, a una preferencia "omosexual adulta de tipo exclusiva, tanto en "ombres como en mu$eres. &, en segundo lugar, las experiencias "omosexuales placenteras durante la adolescencia o aun m)s tarde seran el factor crucial para el desarrollo de la preferencia "omosexual adulta de tipo bisexual. Oolviendo al factor biol gico, los autores plantean !ue estos datos no se apartan de lo !ue se esperara encontrar si existiera una base biol gica para la preferencia sexual. Adem)s piensan !ue de existir esa base, ella no s lo dara cuenta de la orientaci n sexual sino !ue tambi-n de la no conformidad de g-nero. :O+O,EN*A.I6A6 PRI+ARIA & ,EC*56ARIA Cuando se postulan determinados factores como los m)s importantes para intentar explicar el desarrollo de la preferencia "omosexual, es usual !ue se piense en la "omosexualidad como una categora unitaria ' !ue por lo tanto se pretenda !ue las causas postuladas se aplican a todos los "omosexuales. El enfocar el tema de la "omosexualidad de esta manera "a significado grandes ' usualmente poco fructferas controversias acerca de los factores determinantes considerados m)s importantes, los cuales, como se "a dic"o antes, abarcan un extenso rango !ue se extiende desde un extremo biologicista "asta otro ambientalista. Esta manera de abordar el tema explica en gran medida el "ec"o, tambi-n se9alado anteriormente, de !ue cada una de las posibles explicaciones de la "omosexualidad es apo'ada por algunas evidencias ' al mismo tiempo es contradic"a por otras. & adem)s esta aproximaci n "a implicado !ue "a'an persistido durante muc"o tiempo variadas interrogantes respecto a la "omosexualidad, como por e$emplo si -sta es innataF si se puede reconocer a los "omosexuales por su apariencia o su forma de comportarseF si tienen una identidad sexual invertida o s lo una distinta preferencia sexualF si se manifiesta en la infancia o s lo en la adolescencia, etc. Por ello un aporte mu' significativo a una me$or comprensi n ' aproximaci n al tema lo constitu'e la distinci n establecida "ace muc"os a9os por Feldman ' +acCulloc" <1@H1= entre la preferencia "omosexual primaria ' secundaria, distinci n e!uivalente a la establecida por +asters ' Go"nson <1@H0= para algunas formas de disfunci n sexual. Considerando !ue esta diferenciaci n puede a'udar a clarificar muc"as de las interrogantes se9aladas anteriormente, llama muc"o la atenci n !ue en general no sea mencionada por la gran ma'ora de los autores, con la notoria excepci n de +oir ' Gessel <1@@>, p. 180=. .os &omosexuales primarios son a!uellos !ue nunca "an experimentado excitaci n "eterosexual en ninguna etapa de sus vidas, ' aun!ue pueden "aber presentado conducta "eterosexual, ello se debe (nicamente a ra#ones sociales. En cambio los &omosexuales secundarios usualmente "an experimentado excitaci n "eterosexual, $unto con alg(n grado de actividad "eterosexual. 6entro del grupo de "omosexuales secundarios existen distintas proporciones entre actividades ' sentimientos "omosexuales, por una parte, ' actividades ' sentimientos "eterosexuales, por otra. En t-rminos de la escala de orientaci n sexual de siete grados de Kinse', los "omosexuales primarios seran a!u-llos clasificados en el grado J ' posiblemente en el grado 2, mientras !ue los secundarios podran ocupar distintas posiciones intermedias en la escala. 6esafortunadamente la gran ma'ora de las investigaciones "an considerado a los "omosexuales como un grupo "omog-neo, el cual se compara con otro grupo igualmente "omog-neo de "eterosexuales en una serie de variables, lo cual constitu'e una sobre/ simplificaci n ' a'uda a explicar la poca claridad de muc"as de las evidencias disponibles. Adem)s, usualmente las investigaciones no "an considerado tampoco el "ec"o !ue aun!ue la orientaci n sexual de un individuo tiende a ser algo estable durante toda la vida,

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pueden existir cambios en distintas etapas vitales. As, los individuos ocupan distintas posiciones en un continuo !ue va desde una completa preferencia "eterosexual durante toda su vida, pasando por una tendencia bisexual en diferentes proporciones, "asta una completa orientaci n "omosexual durante toda su vida. Algunas personas ocuparan la misma posici n a trav-s de toda la vida, mientras !ue otras pueden cambiar de posici n. Como se "a expresado anteriormente, la distinci n entre "omosexualidad primaria ' secundaria a'uda a clarificar diversas interrogantes comunes en este campo. Podemos tomar como e$emplo el aspecto de la apariencia corporal, donde existe la creencia popular o el estereotipo de !ue los "ombres "omosexuales tienen una apariencia general m)s %femenina% <' las mu$eres "omosexuales una apariencia m)s %masculina%=, en relaci n a las personas no "omosexuales, aun!ue "a' muc"simos "omosexuales !ue no enca$an en ese estereotipo. *n estudio de Evans <1@H0= compar "ombres "omosexuales ' "eterosexuales respecto a su estructura corporal, algunas conductas infantiles ' ciertas medidas bio!umicas. El grupo "omosexual estaba constituido tanto por su$etos !ue "aban sido exclusivamente "omosexuales como por su$etos !ue informaron "aber tenido actividad "eterosexual intermitente. ,e encontr !ue, aun!ue en general los su$etos "omosexuales eran m)s livianos, menos musculosos ' m)s %lineales% <longitud en relaci n al tronco=, ' su fsico fue clasificado como menos masculino, el rango de punta$es era muc"o ma'or en ellos !ue en los su$etos "eterosexuales. Esta ma'or variabilidad, esperable en un grupo constituido por dos subgrupos relativamente diferentes <presumiblemente "omosexuales primarios ' secundarios=, implicaba !ue mientras algunos "omosexuales tenan punta$es de estructura corporal tan altos <o masculinos= como cual!uiera de los "eterosexuales, ninguno de estos (ltimos tena punta$es tan ba$os como algunos de los "omosexuales. En cuanto a las mediciones bio!umicas, Evans <1@H0= encontr diferencias significativas en varios ndices entre los grupos "omosexual ' "eterosexual, inclu'endo niveles de testosterona en la sangre ' de otras "ormonas androg-nicas, los cuales eran inferiores en el grupo "omosexual. ,in embargo, tal como ocurra con la estructura corporal, el rango de punta$es era ma'or en el grupo "omosexual, sugiriendo nuevamente su naturale#a "eterog-nea. & respecto a las conductas infantiles, los resultados indicaron !ue a nivel de la muestra total los su$etos m)s lineales ' menos musculosos informaban "aber mostrado m)s conductas consideradas femeninas, como evitar los enfrentamientos fsicos ' verse a s mismos como d-biles. ,in embargo, en este aspecto no se compararon directamente los grupos "omosexual ' "eterosexual, por lo cual a partir de estos datos s lo se pueden "acer inferencias indirectas. En un estudio m)s reciente con mu$eres lesbianas, ,ing" ' otros <1@@@= encontraron !ue las autodescritas como %masculinas% diferan significativamente de las lesbianas %femeninas% en algunos ndices morfol gicos, "ormonales ' psicol gicos. Ambos grupos diferan especficamente en la relaci n cintura/cadera, en el nivel de testosterona salival, en el autorreporte retrospectivo de conducta atpica de g-nero en la infancia ' en el deseo de dar a lu# ' criar ni9os. Concordando con la importancia !ue "emos atribuido a la distinci n primaria/secundaria, los autores expresan !ue los estudios previos %"an ignorado la posibilidad de !ue la variabilidad estadstica dentro de los grupos "omosexuales podra re/ fle$ar la presencia de dos subgrupos distintos dentro de la poblaci n "omosexual% <p. 1.B>A=. 4ambi-n la distinci n entre "omosexualidad primaria ' secundaria debe tenerse en cuenta al considerar el rol de los distintos factores causales propuestos para el desarrollo de la orientaci n "omosexual, los cuales se pueden agrupar en influencias gen-ticas, "ormonales, del ambiente familiar ' relaci n con los padres, conductas infantiles ' experiencias sexuales tempranas. ,e espera !ue estos factores tengan diferente peso causal

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seg(n si se trata de explicar una "omosexualidad primaria o secundaria. Especficamente, se espera !ue en la "omosexualidad primaria tengan ma'or importancia las influencias biol gicas <gen-ticas ' "ormonales= ' en la "omosexualidad secundaria, las influencias ambientales ' del aprendi#a$e social. Respecto a la influencia del ambiente familiar ' la relaci n con los padres, muc"os estudios informan !ue los "omosexuales "an tenido una relaci n excesivamente estrec"a con sus madres ' al mismo tiempo una relaci n mu' distante u "ostil con sus padres. ,in embargo, tales estudios son retrospectivos ' se basan en el autoinforme de eventos pasados !ue entregan los mismos su$etos, por lo tanto no puede tenerse muc"a seguridad acerca de la direcci n de la posible relaci n causal entre la influencia ' el supuesto efecto. ,eg(n esto, existe la posibilidad de !ue tanto el rec"a#o como la excesiva cercana paternales, cuando ocurren, sean en respuesta a rasgos existentes en el ni9o m)s !ue factores determinantes de una orientaci n "omosexual posterior en un ni9o no predispuesto. As, es probable !ue un padre !ue esperaba !ue su "i$o fuera mu' masculino rec"ace a un ni9o !ue se muestra afeminado ' !ue frente a esto la madre trate de sobreprotegerlo ' compensar el rec"a#o paterno, siendo por tanto la conducta de los padres una respuesta a las caractersticas o a la situaci n del ni9o, m)s !ue a la inversa. En cambio, en otros casos puede ocurrir !ue los padres desearan una "i$a ' "a'an tenido un "i$o, al !ue responden con rec"a#o ' desalientan intensamente o castigan la conducta masculina, inclu'endo la conducta orientada "eterosexualmente. Igualmente, los padres pueden responder de manera similar si esperaban un "i$o ' tuvieron una "i$a, desalentando en ese caso la conducta femenina de la ni9a. & tambi-n puede ocurrir !ue al tener un padre mu' rec"a#ante o con caractersticas mu' aversivas, una ni9a desarrolle una actitud negativa "acia los "ombres en general ' la creencia de !ue es me$or evitar toda relaci n con ellos. Oolviendo a la distinci n primaria/secundaria, se puede pensar !ue la naturale#a de la relaci n entre el ni9o ' los padres <' tambi-n de los padres entre s= es en gran medida irrelevante para el desarrollo de la "omosexualidad primaria, la cual tendra una determinaci n muc"o m)s temprana ' en gran parte biol gica. En cambio, un ambiente !ue in"iba el desarrollo de la conducta "eterosexual, 'a sea a trav-s de medios directos o por modela$e parental, puede ser un factor determinante en el desarrollo de la "omosexualidad secundaria. En cuanto a las conductas infantiles, se espera !ue los "omosexuales primarios "a'an presentado cuando ni9os tanto conductas inapropiadas para su sexo como expresiones ocasionales del deseo de ser del otro sexo ' no as los "omosexuales secundarios <o muc"o menos frecuentemente ' no m)s !ue los "eterosexuales=. Carrier inform en 1@H1 de un estudio con "ombres "omosexuales mexicanos divididos seg(n su autodescripci n en dos subgrupos, e!uivalentes a las categoras de secundarios ' primarios <citado en Feldman, 1@AH=. ,e encontr !ue una proporci n significativamente ma'or de los (ltimos <primarios= informaba "aber $ugado con mu9ecas, "aberse vestido con ropa femenina cuando ni9os ' "aberse considerado como afeminados tanto en la ni9e# como en la adulte#. Adem)s, mientras ning(n "omosexual secundario "aba experimentado el deseo de ser mu$er, alrededor de un ABR del grupo primario s lo "aba experimentado al menos una ve#. *n dato adicional es !ue no "aba diferencias entre ambos grupos en c mo evaluaban a sus padres en una escala de masculinidad/feminidad, sugiriendo !ue el modela$e parental no explicaba la conducta autodescrita como afeminada del grupo primario. & respecto a la influencia de las experiencias sexuales tempranas, desde el punto de vista del aprendi#a$e social se puede pensar !ue un factor !ue contribu'e al desarrollo de la

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"omosexualidad secundaria sera una combinaci n de experiencias "omosexuales relativamente placenteras ' experiencias "eterosexuales relativamente displacenteras <o al menos neutras=. En relaci n a esto, +anosevit# <1@HB= reali# un estudio donde se compararon "ombres "omosexuales ' "eterosexuales, encontrando !ue el grupo "omosexual informaba ma'or actividad sexual total antes de la adolescencia, siendo similar dic"a actividad en ambos grupos durante ' despu-s de ella. ,e encontr tambi-n !ue los su$etos "eterosexuales "aban evaluado como mu' placentera su primera relaci n sexual, mientras !ue los su$etos "omosexuales !ue "aban tenido relaciones "eterosexuales con orgasmo <' !ue por lo tanto corresponderan a la categora de secundarios= "aban eva/ luado su primera experiencia "eterosexual como s lo moderadamente placentera. Adem)s estos (ltimos informaban reaccionar m)s negativamente <ansiedad, agresividad= frente a la excitaci n "eterosexual. El autor se9ala !ue los resultados sugieren !ue el ni9o pre"omosexual es sexualmente activo antes !ue el ni9o pre"eterosexual, agregando !ue %si -l es sexualmente preco# mientras la ma'ora de sus relaciones sociales son con "ombres, entonces es posible !ue muc"as de sus primeras experiencias sexuales sean con compa9eros del mismo sexo. Es enteramente posible !ue estas experiencias sexuales tempranas con "ombres puedan afectar el desarrollo subsecuente ' las preferencias sexuales adultas% <p. >B1=. Como veremos en el pr ximo captulo, este factor de precocidad sexual desempe9a un rol central en la teora del desarrollo de la orientaci n sexual de ,torms <1@A1=. En sntesis, m)s !ue pensar en los "omosexuales como un grupo unitario cu'a preferencia sexual se explicara por los mismos factores determinantes, parece existir suficiente fundamento para distinguir al menos dos clases de "omosexualidad, una de tipo primario ' otra de tipo secundario. .a "omosexualidad primaria tendra una determinaci n fundamentalmente biol gica <gen-tica, "ormonal ';o cerebral=, se evidencia tempranamente mediante algunos rasgos de apariencia corporal, conductas ' modales !ue se apartan de las asignadas al sexo biol gico del individuo, en una alta proporci n "a' una identificaci n con el otro sexo <no conformidad de g-nero=, ' adem)s las conductas ';o reacciones er ticas posteriores tienden a ser exclusivamente "omosexuales. En cambio la "omosexualidad secundaria no tendra una determinaci n biol gica importante, sino !ue est) m)s influida por diversas variables ambientales ' por los efectos de las experiencias de aprendi#a$e, ' por lo tanto se desarrolla m)s tardamente. En este caso la preferencia "omosexual predominante, la cual puede coexistir con conductas ';o sentimientos "eterosexuales, no va acompa9ada por la presencia de caractersticas correspondientes al otro sexo, tanto a nivel biol gico <balance "ormonal, apariencia corporal, etc=, como conductual <afeminamiento en los "ombres o virili#aci n en las mu$eres= ' psicol gico <no conformidad de g-nero, estilos de reacci n del otro sexo, etc.=.

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DESARROLLO DE LA ORIENTACION SEXUAL

Al presentar el tema del origen ' desarrollo de las fantasas sexuales expres)bamos !ue no era una tarea )cil explicar por !u- algunos estmulos llegan a ad!uirir una valencia er tica ' son incorporados en las fantasas. ,imilar o ma'or comple$idad tendr), por lo tanto, el intentar explicar por !u- algunos individuos le asignan valor er tico o rom)ntico a se9ales o estmulos provenientes de personas de su mismo sexo, mientras !ue otros individuos desarrollan atracci n er tico/rom)ntica "acia estmulos provenientes del otro sexo. A pesar !ue, como tambi-n se vio en el tema de las fantasas sexuales, ciertos procesos de aprendi#a$e pueden explicar por !u- algunos estmulos llegan a ad!uirir valor er tico, "asta "ace pocos a9os no se contaba con un modelo general del desarrollo de la orientaci n er tica. 6e a" !ue, para complementar el tema de la orientaci n sexual, en este captulo expondremos dos interesantes modelos !ue intentan explicar tal desarrollo, especficamente la teora del desarrollo de la orientaci n er tica de ,torms <1@A1= ' la teora evolutiva de la orientaci n sexual de Dem <1@@J=. Ambos modelos intentan explicar el desarrollo de la preferencia "orno ' "eterosexual tanto en los "ombres como en las mll$cres. & adem)s ambos destacan explcitamente el rol determinante !ue tiene la interacci n con los pares en el desarrollo de la ori,entaci n sexual m)s !ue la influencia familiar ' la relaci n con los padres, como se "a planteado "abitualmente en las explicaciones psicol gicas tradicionales. Por lo tanto, a pesar de los a9os !ue los separan, ambos modelos est)n totalmente de acuerdo con los planteamientos modernos acerca del ma'or peso !ue tendra la sociali#aci n grupal o de los pares !ue la familiar en el desarrollo de la personalidad ' la conducta infantiles. 6e acuerdo a la amplia revisi n de estudios "ec"a por :arris <1@@2=, los padres tienen bastante influencia en a!uellas conductas !ue los ni9os muestran en el ambiente familiar, pero no necesariamente en las conductas o caractersticas psicol gicas desplegadas fuera del "ogar, en las cuales la sociali#aci n de los pares tendra muc"o ma'or influencia. Por (ltimo, "a' !ue agregar !ue, al igual como sucede "abitualmente en este campo, ninguno de los modelos mencionados recoge la importante distinci n "ec"a anteriormente entre la "omosexualidad primaria ' secundaria, lo cual a nuestro $uicio limita en alguna medida su innegable valor ' aporte, 'a !ue tiende a refor#ar una visi n de la "omosexualidad como una categora unitaria.

LA TEORIA DEL DESARROLLO DE LA ORIENTACION EROTICA DE STORMS

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El desarrollo de las preferencias er ticas involucra ciertas asociaciones aprendidas entre estados de excitaci n sexual ' determinadas claves o estmulos sexuales. 6entro del enfo!ue del aprendi#a$e se "an planteado dos principales vas para intentar dar cuenta de este proceso de eroti#aci n. Por una parte, la vertiente m)s cl)sica del enfo!ue destaca el rol del impulso sexual ' el condicionamiento de ciertos estmulos mediante el refor#amiento !ue implica la/reducci n del impulso. &, por otra parte, la vertiente m)s social plantea !ue son los patrones de vinculaci n social los !ue determinan !ue los individuos asocien sentimientos sexuales con estmulos sexuales particulares. ,torms <1@A1= plantea !ue una teora del desarrollo de la orientaci n er tica re!uiere una integraci n de ambas vertientes, 'a !ue dic"a orientaci n se determina por la interacci n entre el desarrollo del impulso sexual ' el desarrollo social durante la ado/ lescencia temprana. Por lo tanto, a continuaci n revisaremos sucintamente cada uno de estos dos tipos de desarrollo en relaci n a la orientaci n er tica, para luego revisar algunas predicciones ' evidencias relacionadas con la teora. 6E,ARRO..O 6E. I+P*.,O ,EN*A. & ORIE54ACI75 ER74ICA 6ebido a la importancia !ue ad!uieren tanto el impulso sexual como la masturbaci n ' la fantasa sexual en el proceso de eroti#aci n de ciertos estmulos, se puede considerar la temprana adolescencia como un perodo crtico para el desarrollo er tico. .a emergencia de un impulso sexual activo, expresado en manifestaciones como la excitaci n sexual, la masturbaci n ' las fantasas sexuales, tiene lugar alrededor de los 18 a9os en los "ombres ' alrededor de los 12 a9os en las mu$eres, con una variaci n normal de m)s o menos 0 a9os. +ientras !ue en los "ombres el impulso sexual se desarrolla r)pidamente en un perodo de 0 a 8 a9os, en las mu$eres el impulso sexual emerge m)s tarde ' se desarrolla m)s lentamente, a pesar !ue alcan#an la pubertad a una edad m)s tem/ prana !ue los "ombres. Estas diferencias de g-nero en el desarrollo del impulso sexual en la adolescencia se manifiestan en algunos indicadores referentes a expresiones sexuales 'a examinadas en otros captulos, como la incidencia ' frecuencia de masturbaci n, de relaciones sexuales ' de fantasas sexuales ', adem)s en los autoinformes de excitaci n sexual. Existen fundamentos para considerar !ue la ad!uisici n de estmulos er ticos durante la adolescencia temprana est) relacionada con el desarrollo del impulso sexual ' forma la base de la orientaci n er tica adulta del individuo. Este car)cter determinante !ue tiene el proceso de eroti#aci n adolescente sobre la orirntaci n sexual posterior puede basarse en dos ra#ones. En primer lugar, las primeras fantasas sexuales, especialmente si "an sido acompa9adas de orgasmo, pueden llegar a ser especialmente poderosas ' constituirse en la base de las futuras fantasas sexuales. As, si las primeras fantasas se refieren a las mu$eres, es probable !ue el individuo advierta m)s a las mu$eres en las situaciones sociales, se active m)s en su presencia, fantasee m)s con ellas cuando se siente sexualmente excitado ', en general, tienda a eroti#ar m)s a!uellos estmulos asociados con las mu$eres. &, en segundo lugar, la influencia de las fantasas sexuales tempranas es refor#ada por la consolidaci n de la identidad de g-nero o de rol sexual durante la adolescencia. As, muc"os individuos pueden considerar el contenido de sus primeras fantasas sexuales como un indicador significativo de su orientaci n sexual ' el autoconcepto resultante determina la selecci n !ue "ace el individuo de estmulos er ticos adicionales ' tambi-n su b(s!ueda de experiencias sexuales !ue correspondan a a!uellas primeras fantasas er ticas.

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6E,ARRO..O ,OCIA. & ORIE54ACI75 ER74ICA Aun!ue desde el punto de vista de la concepci n cl)sica del aprendi#a$e cual!uier estmulo !ue se asocia con el impulso sexual puede convertirse en estmulo er tico, es innegable !ue algunos estmulos son m)s com(nmente eroti#ados !ue otros. Por esto es necesario dirigir la atenci n "acia los aspectos del desarrollo social !ue a'udan a explicar la popularidad de ciertas claves o se9ales sexuales dentro de una cultura. Algunos de estos factores de tipo social seran los siguientesC <a= los procesos de sociali#aci n temprana predisponen a los individuos a considerar algunos estmulos como sexuales ' otros como no sexualesF <b= las restricciones sociales sobre la conducta sexual limitan ' dirigen las experiencias sexuales del individuo ' el significado asignado a tales exp-rienciasF ' <c= la comunicaci n de informaci n sexual proporciona al individuo claves sexuales mu' especficas para incorporar en sus fantasas er ticas. Existen diversos mecanismos mediante los cuales las variables sociales afectan la asociaci n entre excitaci n sexual ' estmulos er ticos. As, los factores sociales ' situacionales "acen !ue se preste m)s atenci n a algunos estmulos !ue a otros, facilitan o interfieren las conexiones atribucionales entre ciertos estmulos ' un estado de excitaci n sexual e influ'en sobre las reacciones afectivas ' actitudinales "acia algunos estmulos. 6e modo m)s concreto, algunas influencias sociales determinan !u- estmulos est)n m)s accesibles durante episodios de excitaci n sexual, ' tanto el fantasear sexual como la masturbaci n pueden servir como medios por los cuales los individuos ensa'an ' eroti#an claves sexuales proporcionadas socialmente. 4ambi-n desde un punto de vista social se considera la temprana adolescencia como un perodo crtico para el desarrollo er tico. Aun!ue las concepciones del individuo acerca de la sexualidad reciben influencias sociales a trav-s de toda la vida, en este perodo particular las presiones sociales llegan a ser m)s intensas ' personali#adas. Coincidente con la emergencia del impulso sexual, el adolescente enfrenta intensas presiones para desarrollar actitudes e intereses sexuales similares a los adultos, para ad"erirse a normas ' valores sexuales aceptables socialmente ' para involucrarse o no en conductas sexuales particulares. 6e las diversas presiones sociales !ue enfrentan los adolescentes, ad!uieren especial relevancia los efectos de los patrones de vinculaci n social con los pares. Antes de la adolescencia tanto los ni9os como las ni9as forman grupos "omosociales, es decir, tien/ den a involucrarse en actividades ' amistades casi exclusivamente dentro de los pares del mismo sexo ' esta vinculaci n "omosocial ' la concomitante segregaci n sexual alcan#an su m)xima intensidad alrededor de los 10 a9os. A partir de esta edad emergen gra/ dualmente las interacciones "eterosociales ' se establecen de manera m)s clara alrededor de los 12 a9os, a partir de lo cual se observa un incremento en el tiempo !ue se les dedica, aun!ue se conservan paralelamente algunos grupos "omosociales. *n aspecto importante a considerar es !ue dentro de los grupos "omosociales los pares empie#an a intercambiar informaci n acerca de las actividades "eterosexuales ' a discutir sobre miembros del otro sexo. Como expresa ?agnon <1@AB=, %un tema central de la adolescencia es el aprendi#a$e acerca del sexo en el contexto de vinculaci n social a los compa9eros del mismo sexo... "a' un traslado de valores vinculados con personas del mismo sexo a valores caractersticos de relaciones entre ambos sexos% <p. 080=. .os patrones de interacci n ' vinculaci n con los pares durante el desarrollo social adolescente afectan la exposici n del individuo a las claves sexuales en al menos tres formas. En primer lugar, estos patrones influ'en sobre las experiencias sexuales concretas por medio del control de los contactos sociales del adolescente con el mismo ' el otro

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sexo. Es decir, la ma'or disponibilidad de compa9eros del mismo sexo antes de los 18 a9os da al individuo ma'or acceso a experiencias "omosexuales, mientras !ue la emergencia de interacciones "eterosociales despu-s de esa edad aumenta su acceso a experiencias "eterosexuales. Esta asociaci n entre patrones de vinculaci n social ' experiencias sexuales se puede apreciar claramente en los datos de Kinse' ' colaboradores <1@JHa, 1@JHb= respecto a la incidencia de experiencias "etero ' "omosexuales en distintas edades. As, por e$emplo, el porcenta$e de "ombres !ue "aban tenido experiencias "omosexuales antes de los 18 a9os exceda bastante al porcenta$e con experiencias "eterosexuales antes de esa misma edad <JBR ' >BR respectivamente=. En cambio, entre los 18 ' los 12 a9os las experiencias "omosexuales de los "ombres representaban s lo una cuarta parte del total de experiencias sexuales interpersonales, llegando esa proporci n a un 12R entre los 1J ' 0B a9os. En el caso de las mu$eres se observa una incidencia similar de experiencias "orno ' "eterosexuales antes de los 18 a9os ' luego la proporci n de experiencias "omosexuales disminu'e a 8BR entre los 18 ' 12 a9os ' a s lo 1BR entre los 1J ' 0B a9os. :abra !ue "acer notar !ue las experiencias preadolescentes m)s comunes, tanto "orno como "eterosexuales, consistan en la ex"ibici n mutua de los genitales. En segundo lugar, los patrones de vinculaci n social durante la adolescencia tambi-n afectan la naturale#a de los apegos emocionales del individuo "acia cada sexo. 6urante los a9os preadolescentes los apegos emocionales m)s intensos de un individuo, aparte de su familia inmediata, son "acia miembros del mismo sexo dentro de los grupos "omosociales de pares. &a !ue los apegos emocionales pueden ser experimentados como, o conducir a, sentimientos sexuales, es m)s probable !ue tales sentimientos est-n dirigidos "acia el mismo sexo antes de la adolescencia ' "acia el otro sexo posteriormente. .o anterior se ilustra claramente en un estudio de ,ag"ir ' Robins, !uienes pidieron a "omosexuales ' "eterosexuales adultos recordar los apegos emocionales ' sentimientos sexuales "acia otros durante la preadolescencia ' la adolescencia <citado en ,torms, 1@A1=. .os resultados mostraron !ue la ma'ora de los individuos !ue informaron apegos emocionales ' sentimientos sexuales "acia miembros de su mismo sexo recordaban "aberlos formado antes de los 1> a9os. &, a la inversa, la ma'ora de los individuos !ue informaron apegos emocionales "acia miembros del otro sexo, inclu'endo a!uellos "omosexuales !ue "aban experimentado tales apegos, recordaban "aber formado estos apegos entre los 1> ' 1@ a9os. Este mismo patr n se encontr al indagar el inicio de las fantasas "omo ' "eterosexuales. .a ma'ora de los individuos !ue informaban fantasas "omosexuales, inclu'endo a!uellos "eterosexuales !ue las "aban tenido, recordaban !ue tales fantasas se "aban iniciado antes de los 1> a9os, mientras !ue ma'ora de los individuos !ue informaban fantasas "eterosexuales, inclu'endo a!uellos "omosexuales !ue las "aban tenido, recordaban "aber experimentado inicialmente tales fantasas entre los 1> ' 1@ a9os. &, en tercer lugar, otro aspecto de la vinculaci n social !ue afecta la exposici n del individuo a las claves sexuales durante la adolescencia, involucra la comunicaci n de informaci n sexual entre los pares. .a ma'ora de los individuos reciben gran parte de su informaci n acerca de aspectos sexuales desde sus pares, especialmente entre los 10 ' 12 a9os. Esta informaci n, !ue usualmente es transmitida desde los pares ma'ores a los menores en los grupos "omosociales, inclu'e tanto la descripci n del coito ' otras actividades "eterosexuales como informaci n acerca de <' actitudes en contra de= la "omosexualidad. Esta informaci n sexual puede cumplir al menos dos importantes funciones. Por una parte, puede estimular al adolescente a dirigir sus intereses sexuales emergentes "acia el otro sexo ' le$os del mismo sexo. &, por otra, puede proporcionar al adolescente claves "eterosexuales explcitas para incorporar en sus fantasas er ticas.

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En sntesis, .las tres principales fuentes de claves sexuales durante el desarrollo social adolescente /experiencias sexuales reales, apegos emocionales a otros ' exposici n a informaci n sexualconvergen en revelar un patr n en !ue las claves "omosexuales predominan "asta alrededor de los 18 a9os, mientras !ue las "eterosexuales lo "acen de a" en adelante. 5uevamente, este patr n es consistente con los datos de Kinse' acerca de la responsividad sexual, la cual inclu'e tanto las experiencias sexuales reales como las respuestas sexuales psicol gicas <sentimientos sexuales, fantasas er ticas ' otros indicadores de excitaci n sexual=. Cuando estos ndices son anali#ados en funci n de la edad, se encuentra !ue la ma'ora de los individuos !ue mostraban responsividad sexual antes de los 18 a9os ex"iban alg(n grado de responsividad "omosexual. En cambio a partir de esa edad la tendencia se invierte, disminu'endo bruscamente la proporci n de individuos !ue mostraban responsividad "omosexual. I54E?RACI75 & PRE6ICCIO5E, A partir de los elementos revisados, ' particularmente de su integraci n, ,torms <1@A1= propone !ue la orientaci n er tica de un individuo resulta de la interacci n entre el desarrollo del impulso sexual ' el desarrollo social durante la adolescencia temprana. Es/ pecficamente se plantea !ueC a= la emergencia ' desarrollo del impulso sexual durante la adolescencia temprana inicia el desarrollo de la orientaci n er tica, ' b= la naturale#a de las claves sexuales en el ambiente social del individuo determina la direcci n de la orientaci n er tica. En la medida !ue un individuo experimente el desarrollo del impulso sexual en un perodo cuando est)n m)s socialmente disponibles las claves "omosexuales, es m)s probable !ue -l o ella desarrolle una orientaci n "omoer tica. En la medida !ue las claves "eterosexuales est-n m)s disponibles, es m)s probable !ue se desarrolle una orientaci n "eteroer tica. .a interacci n postulada entre el desarrollo del impulso sexual ' el desarrollo social lleva a formular dos principales predicciones o "ip tesisC 1= dado el patr n de vinculaci n social 'a descrito, el momento del desarrollo del impulso sexual de un individuo se relaciona con su orientaci n er ticaC la emergencia temprana del impulso sexual estimula un desarrollo "omoer tico, mientras !ue la emergencia tarda induce un desarrollo "eteroer tico, ' 0= manteniendo constante el desarrollo del impulso sexual, las variaciones en el desarrollo social se relacionan con la orientaci n er ticaC una vinculaci n "omosocial prolongada o una vinculaci n "eterosocial retrasada estimula un desarrollo "omoer tico, mientras !ue una vinculaci n "omosocial limitada o una vinculaci n "eterosocial preco# inducen un desarrollo "eteroer tico. Con respecto a la primera "ip tesis, la relaci n entre emergencia del impulso sexual ' orientaci n er tica se ve apo'ada por los datos acerca de las diferencias en la emergencia del impulso sexual entre "omosexuales ' "eterosexuales de ambos sexos. Kinse' <1@JHa= destac una relaci n entre el inicio del impulso sexual en los "ombres ' sus experiencias sexuales subsecuentes, indicando !ue las actividades "omosexuales ocurren en una proporci n muc"o ma'or <"asta 1B ' 12 a9os despu-s= en los !ue llegaron a la adolescencia a una edad temprana, respecto a a!uellos !ue llegaron a ser adolescentes P)gina 18B de 121

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m)s tarde. 4anto ,ag"ir ' Robins <citados en ,torms, 1@A1= como +anosevit# <1@HB= encontraron !ue, en comparaci n con los "ombres "eterosexuales, los "omosexuales informaban inicios m)s tempranos de masturbaci n, e'aculaci n, atracci n sexual, excitaci n sexual ' fantasas sexuales. .a proporci n de "ombres !ue "aban experimentado la irrupci n del impulso sexual antes de los 18 a9os era tres veces ma'or entre los "omosexuales !ue entre los "eterosexuales. En el caso de las mu$eres se da un patr n similar de relaci n entre inicio del impulso sexual ' orientaci n sexual, a pesar !ue las manifestaciones del impulso sexual son menores ' m)s tardas !ue en los "ombres. As, de acuerdo a ?oode ' :aber ' ,ag"ir ' Robins <citados en ,torms, 1@A1=, las mu$eres "omosexuales informan inicios m)s tempranos de masturbaci n, sentimientos de excitaci n sexual, fantasas sexuales ' masturbaci n m)s frecuente en edades tempranas !ue las "eterosexuales. Es conveniente enfati#ar !ue el factor importante sera el inicio del impulso sexual ' no la pubertad misma, 'a !ue ambos procesos no son necesariamente simult)neos, especialmente en las mu$eres. Por esto los planteamientos de ,torms <1@A1= no se contradicen con el "ec"o !ue no apare#can diferencias en la edad de inicio de la pubertad entre mu$eres lesbianas ' "eterosexuales <,ing" ' otros, 1@@@=. Otra evidencia indirecta proviene de datos acerca de bieroticismo entre "omosexuales ' "eterosexuales. Al respecto se postula !ue los individuos !ue experimentan un inicio temprano del impulso sexual tienden a desarrollar una orientaci n primaria "omoer tica. ,in embargo, muc"os de ellos contin(an desarrollando su impulso sexual m)s all) del cambio del perodo "omosocial al "eterosocial ' eroti#an algunas claves "eterosexuales a pesar de su orientaci n "omoer tica primaria. En cambio, los individuos !ue experimentan un inicio m)s tardo del impulso sexual 'a "an pasado el pe/ rodo "omosocial ' en el momento !ue ellos comien#an a eroti#ar ciertos estmulos su ambiente social contiene claves "eterosexuales predominantes, por lo cual es m)s probable !ue eroticen exclusivamente estmulos "eterosexuales. .os datos sobre fantasas sexuales muestran un ma'or bieroticismo entre "omosexuales !ue entre "eterosexuales, es decir, los "omosexuales reportan ma'ores niveles de "eteroeroticismo secundario, mientras !ue los "eterosexuales informan mu' poco "omoeroticismo. As, por e$emplo, +asters ' Go"nson <1@H@= encontraron !ue las fantasas "eterosexuales eran bastante comunes entre los "omosexuales, mientras !ue las fantasas "omosexuales eran bastante raras entre los "ete/ rosexuales. Con respecto a la segunda "ip tesis, se plantea !ue las variaciones en los perodos de vinculaci n "omosocial ' "eterosocial afectan la disponibilidad de claves sexuales en el ambiente social del adolescente ', por tanto, la orientaci n er tica resultante. A diferencia de la an<CI%IOIM, esta "ip tesis no es tan factible de contrastar con datos existentes, debido a !ue "abitualmente la transici n desde la vinculaci n "omosocial a la "eterosocial tiene lugar a un nivel grupal o aun institucional <por e$emplo, en los sistemas educacionales=, existiendo mu' poca posibilidad de variaciones individuales. Aun!ue "a' distintas instituciones !ue promueven una vinculaci n "omosocial prolongada en adolescentes <colegios unisexuales, internados, escuelas militares, reformatorios, etc.=, no existen datos especficos acerca de posibles efectos en el desarrollo er tico. 6e acuerdo a ,torms <1@A1=, para esta "ip tesis podra ser relevante un "alla#go algo intrigante informado por diversos investigadores a trav-s de los a9os, consistente en !ue los "omosexuales de ambos sexos tienden a provenir de familias con una proporci n ma'or al promedio de "ermanos del mismo sexo en relaci n a los del otro sexo. ,e puede pensar !ue los individuos con muc"os "ermanos del mismo sexo estaran m)s expuestos tanto a apegos como a claves sexuales del mismo sexo a trav-s de su desarrollo sexual adolescente. En otras palabras, ellos est)n rodeados de claves "omosexuales no s lo en sus grupos "omosociales de pares,

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sino !ue tambi-n en su grupo "omosocial de "ermanos, por lo cual sera m)s probable !ue desarrollen una orientaci n "omoer tica. 6IFERE5CIA, ,EN*A.E, Como 'a se expres antes de proceder a su exposici n, este modelo se aplica tanto a los "ombres como a las mu$eres. ,in embargo, debido a !ue existen diferencias de g-nero tanto en el desarrollo del impulso sexual como en el desarrollo social, tambi-n las "abra en cuanto a la orientaci n sexual resultante. 4al como se ilustr en el captulo anterior, la evidencia muestra !ue las mu$eres presentan incidencias mu' inferiores a los "ombres tanto en conducta "omosexual como en "omosexualidad exclusiva. Estas diferencias de g-nero en orientaci n sexual pueden ser explicadas a partir del presente modelo sobre la base de las reci-n mencionadas diferencias de desarrollo entre ambos sexos. *na primera explicaci n se refiere al "ec"o !ue, como 'a se mencion antes, "ombres ' mu$eres experimentan la emergencia del impulso sexual en distintas edades promedio. .os "ombres muestran distintas manifestaciones del impulso sexual <excitaci n, masturbaci n, fantasas ' orgasmo= al llegar a la pubertad o mu' pronto despu-s, alrededor de los 18 a9os. En cambio, las mu$eres, a pesar de experimentar la pubertad antes !ue los "ombres, muestran signos del impulso sexual m)s tardamente !ue a!u-llos, alrededor de los 12 a9os. Por consiguiente, las mu$eres tienen m)s probabilidades !ue los "ombres de experimentar la emergencia del impulso sexual despu-s !ue "an salido de la vinculaci n "omosocial ' 'a "an iniciado contactos "eterosociales, lo cual resulta en una menor tendencia a eroti#ar claves "omosexuales ' en una menor incidencia de "omoeroticismo ' conducta "omosexual. & una segunda explicaci n tiene !ue ver con diferencias en la sociali#aci n de ambos sexos. A pesar !ue "ombres ' mu$eres pasan por aproximadamente el mismo perodo de vinculaci n "omosocial, desde la infancia "asta el inicio de la adolescencia, las mu$eres est)n m)s expuestas !ue los "ombres a claves "eterosexuales durante ese perodo. A las ni9as se les ense9a desde edades tempranas a identificarse con roles femeninos adultos !ue tienen un car)cter explcitamente "eterosexual, como los de madre ' esposa, ' sus intereses ' $uegos a menudo se focali#an en tales roles "eterosexuales futuros. En cambio, a los ni9os se les ense9a a identificarse con roles masculinos adultos !ue son menos explcitamente "eterosexuales, como los de deportistas o "-roes, ' sus actividades ' $uegos enfati#an estos intereses masculinos no explcitamente "eterosexuales. Por lo tanto, ' debido a estas diferencias en el desarrollo social, aun a!uellas mu$eres !ue experimentan la emergencia del impulso sexual durante la fase "omosocial est)n expuestas a m)s claves explcitas "eterosexuales !ue los "ombres, siendo m)s probable entonces !ue desarrollen una orientaci n "eteroer tica !ue ellos.

LA TEORIA EVOLUTIVA DE LA ORIENTACION SEXUAL DE "EM


.a teora de 6ar'l Dem <1@@J= intenta explicar la atracci n er tica o rom)ntica 'a sea "acia el otro o "acia el mismo sexo, ' tanto en los "ombres como en las mu$eres. Para esto se propone una secuencia temporal de eventos !ue conduce a una determinada orien/ taci n sexual en la ma'ora de los "ombres ' mu$eres, al menos en a!uellas culturas como la nuestra !ue enfati#an las diferencias entre los sexos. .a secuencia temporal propuesta, constituida por J eventos principales, comien#a con algunas variables biol gicas ' culmina en la atracci n er tico/rom)ntica u orientaci n sexual. Primero enunciaremos cada uno de

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estos eventos ' las proposiciones !ue relacionan causalmente tales eventos, luego revisaremos las principales evidencias presentadas en apo'o de la teora ' por (ltimo veremos algunas posibles variaciones individuales en la secuencia propuesta. EOE54O, El primer evento <A= corresponde a varia les iol"gicas, tales como la informaci n gen-tica ' las "ormonas prenatales. El segundo evento <D= corresponde a caractersticas del temperamento infantil, tales como nivel de actividad ' agresividad. El tercer evento <C= corresponde a la conformidad o no conformidad de gnero, expresada en las preferencias de actividades ' compa9ero<a=s de $uegos. El cuarto evento <6= corresponde a los sentimientos de ser distinto/a0 'a sea de los pares del btro o del mismo sexo. El !uinto evento <E= corresponde a la activaci"n auton"mica inespecfica experimentada 'a sea frente a los pares del otro o del mismo sexo. & el sexto evento <F= corresponde a la orientaci n sexual o atracci"n er"tico1 rom#ntica "acia personas 'a sea del otro o del mismo sexo. PROPO,ICIO5E, A D.as variables biol gicas mencionadas <genes ' "ormonas prenatales= no son determinantes directos de la orientaci n sexual de un individuo, sino !ue son factores Vue influ'en en caractersticas del temperamento infantil como nivel de actividad ' agresividad. D C.as caractersticas del temperamento del ni9o lo predisponen a disfrutar algunas actividades m)s !ue otras. As, algunos ni9os preferir)n $uegos rudos ' deportes competitivos, actividades consideradas m)s tpicamente masculinas, mientras otros preferir)n conversar tran!uilamente o saltar una cuerda, actividades consideradas m)s tpicamente femeninas. .os ni9os tambi-n preferir)n $ugar. con pares !ue compartan sus preferencias de actividades, ' as por e$emplo un ni9o !ue disfrute $ugar al f(tbol buscar) a ni9os varones como compa9eros de $uegos. .os ni9os ' ni9as !ue prefieren actividades tpicas ' compa9ero<a=s de $uego de su mismo sexo se dice !ue presentan conformidad de g-nero, mientras !ue a!uello<a=s !ue prefieren actividades atpicas de su sexo ' compa9ero<a=s de $uego del otro sexo se dice !ue presentan no conformidad de g-nero. C 6.os ni9os !ue presentan conformidad de g-nero se sentir)n diferentes a los pares del otro sexo, percibi-ndolos como distintos, no familiares ' ex ticos. 6e manera similar, los ni9os !ue presentan no conformidad de g-nero se sentir)n diferentes /' distantes/ a los pares del mismo sexo, percibi-ndolos como distintos, no familiares ' ex ticos. 6 E.os sentimientos de ser distinto<a= ' de no familiaridad producen alta activaci n auton mica. Esta activaci n en el caso de un ni9o tpicamente masculino puede ser sentida como antipata o menosprecio frente a las ni9as, ' en el caso de una ni9a tpicamente femenina, como timide# o tensi n en presencia de ni9os varones. ,i un ni9o presenta caractersticas o intereses atpicos de su sexo, puede adem)s recibir rec"a#o ' burlas de parte de los otros ni9os debido a su no conformidad de g-nero, P)gina 188 de 121

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' como resultado es probable !ue experimente intensa activaci n auton mica <temor, rabia= en presencia de ellos. Aun!ue las ni9as son muc"o menos castigadas !ue los ni9os por la no conformidad de g-nero, una ni9a atpica !ue es aislada por las otras puede de modo similar experimentar activaci n emocional frente a ellas. ,e plantea entonces !ue cada ni9o, 'a sea !ue presente conformidad o no conformidad de g-nero, experimenta activaci n auton mica inespecfica en presencia de los pares de !uienes -l o ella se siente diferente <o a !uienes percibe como %ex ticos%=. Esta activaci n no necesita ser percibida conscientemente ni tener un tono afectivo preciso. E F ,e postula !ue con independencia de la fuente especfica o tono afectivo de la activaci n auton mica infantil, -sta se transforma a9os despu-s en atracci n er tico/rom)ntica "acia personas del otro o del mismo sexo. .os dos (ltimos pasos <6 E ' E F= involucran mecanismos psicol gicos especficos !ue transforman lo ex tico en er tico <6 F=, ' por ello Dem <1@@J= se refiere a su teora como la teora EDE <Exotic Becomes Erotic=. EOI6E5CIA, El autor organi#a la presentaci n de evidencias en apo'o a la teora EDE en cierta secuencia de proposiciones. .a conformidad o no conformidad de g-nero en la infancia es un antecedente causal de la orientaci n sexual en la adulte# <C F=. Esto es debido a !ue la conformidad o no conformidad de g-nero "ace !ue el ni9o o la ni9a perciba 'a sea a los pares del otro o del mismo sexo como ex ticos <C 6=, ' a!u-llos<as= percibidos como ex ticos<as= posteriormente llegan a ser er tica o rom)nticamente atractivos<as= para -l o ella <6 F=. Esto ocurre por!ue los pares ex ticos producen alta activaci n auton mica <6 E=, la cual es subsecuentemente transformada en atracci n er tico/rom)ntica <E F=. 4oda esta secuencia de eventos puede ser iniciada, entre otras formas, por factores biol gicos !ue influ'en en el temperamento del ni9o <A D=, el cual a su ve# influ'e en sus preferencias por actividades ' pares 'a sea conformes o no conformes a su g-nero <D C=. Antes de revisar ' comentar las principales evidencias presentadas por Dem <1@@J=, debemos se9alar !ue debido a su gran cantidad s lo nos concentraremos en a!uellas !ue parecen tener una relaci n m)s directa con las proposiciones de la teora EDE. Adem)s, "a' !ue agregar !ue, aun!ue Dem <1@@J= recurre a diversas fuentes en apo'o a sus proposiciones, una de las investigaciones m)s citadas para fundamentar sus postulados es el estudio del Instituto Kinse' <o estudio ,an Francisco= !ue 'a fue descrito en el captulo anterior. .A CO5FOR+I6A6 O 5O CO5FOR+I6A6 6E ?c5ERO E5 .A I5FA5CIA E, *5 A54ECE6E54E CA*,A. 6E .A ORIE54ACI75 ,EN*A. E5 .A A6*.4EQ <C F= En el estudio ,an Francisco se conclu' !ue la conformidad o no conformidad de g-nero en la infancia era el (nico predictor infantil significativo de la orientaci n sexual posterior, tanto en "ombres como en mu$eres. Esta conclusi n se basa en las comparaciones entre "omosexuales ' "eterosexuales en las preferencias ' conductas infantiles indicativas de no conformidad de g-nero, como no "aber disfrutado las P)gina 18> de 121

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actividades tpicas de su sexo, "aber disfrutado las actividades tpicas del otro sexo, mostrar una tipificaci n sexual <masculinidad/feminidad= propia del otro sexo ' !ue la ma'ora de los amigos infantiles "a'an sido del otro sexo. En los datos de este estudio se aprecia !ue una proporci n muc"o ma'or de mu$eres !ue de "ombres <tanto "omosexuales como "eterosexuales= "aban disfrutado de actividades atpicas de su sexo ' "aban tenido la ma'ora de sus amigos del otro sexo durante la infancia. As, un ma'or porcenta$e de mu$eres "eterosexuales !ue de "ombres "omosexuales "aban disfrutado de actividades m)s propias de ni9os varones <por e$emplo, b-isbol ' f(tbol= en la infancia. Esta diferencia se puede deber en parte a lo 'a mencionado anteriormente, en el sentido !ue las ni9as son menos castigadas socialmente !ue los ni9os por las manifestaciones de no conformidad de g-nero. Adem)s del estudio ,an Francisco, tambi-n existen otras evidencias !ue apuntan en la misma direcci n. *n metaan)lisis de Daile' ' QucEer <1@@2= !ue inclu' >A estudios conclu' !ue era m)s probable !ue los "omosexuales de ambos sexos recordaran conductas e intereses no conformes con el g-nero !ue los "eterosexuales de ambos sexos. & tambi-n se dispone de algunos estudios prospectivos !ue llegan a las mismas conclusiones, aun!ue desafortunadamente s lo "an incluido ni9os varones. Por una parte ?reen inform en 1@AH de una investigaci n donde se estudi a ni9os con ' sin conformidad de g-nero con un promedio de edad de H a9os. Al volver a evaluar a la ma'or parte de ellos cuando eran adolescentes o adultos $ venes, se determin !ue alrededor del H2R de los !ue cuando ni9os presentaban no conformidad de g-nero eran 'a sea bisexuales u "omosexuales, comparados con s lo el >R de los !ue cuando ni9os presentaban conformidad de g-nero. & por otra parte QucEer inform en 1@@B !ue de un grupo de ni9os sin conformidad de g-nero seguidos "asta la adolescencia o adulte#, el J8R presentaba orientaci n "omosexual <citados en Dem, 1@@J=. .A CO5FOR+I6A6 & 5O CO5FOR+I6A6 6E ?c5ERO PRO6*CE ,E54I+IE54O, 6E ,ER 6IFERE54E A .O, PARE, 6E. O4RO & 6E. +I,+O ,ENO, RE,PEC4IOA+E54E <C 6= En el estudio ,an Francisco, alrededor del HBR de los "omosexuales de ambos sexos recordaban "aberse sentido diferentes a los ni9os de su mismo sexo durante los a9os escolares, comparados con 8AR de los "ombres ' 21R de las mu$eres "eterosexuales. & tambi-n "aban diferencias respecto a en !u- sentido se sentan distintos. Era m)s probable !ue los "omosexuales di$eran !ue no les gustaban los deportes, mientras !ue era m)s probable !ue las lesbianas di$eran !ue ellas estaban m)s interesadas en los deportes o eran m)s masculinas !ue otras ni9as. En cambio, los "ombres ' mu$eres "eterosexuales !ue se "aban sentido diferentes a los pares de su mismo sexo durante la infancia tendan a men/ cionar diferencias menos relacionadas con el g-nero <inteligencia, introversi n, atractivo fsico=. .os datos mostraron !ue el sentimiento del ni9o sin conformidad de g-nero de ser diferente a los pares del mismo sexo, no era una experiencia temprana transitoria sino !ue un sentimiento prolongado ' mantenido a trav-s de la infancia ' la adolescencia. As, en los "ombres la no conformidad de g-nero en la infancia era un predictor significativo de sentirse diferente tambi-n por ra#ones de g-nero durante la adolescencia, lo cual a su ve# era un predictor significativo de una orientaci n "omosexual. .o EN74ICO ..E?A A ,ER ER74ICO <6 F=

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El n(cleo de la teora EDE es la proposici n !ue los individuos llegan a ser er tica o rom)nticamente atrados "acia a!uello<a=s !ue eran diferentes o no familiares a ellos en la infancia. 6e acuerdo a los datos del estudio ,an Francisco, a!uello<a=s !ue $ugaban m)s con ni9as en la infancia <"ombres "omosexuales ' mu$eres "eterosexuales= preferan a los "ombres como compa9eros sexuales; rom)nticos en a9os posterioresF a!uello<a=s !ue $ugaban m)s con ni9os en la infancia <mu$eres "omosexuales ' "ombres "eterosexuales= preferan a las mu$eres como compa9eras sexuales o rom)nticas en a9os posteriores. Esta proposici n parece estar en contradicci n con una de las conclusiones m)s ampliamente aceptadas en la psicologa social, cual es !ue la similitud m)s !ue la complementariedad es la !ue promueve atracci n interpersonal. As, por e$emplo, en diversos estudios con matrimonios se "a encontrado !ue los c n'uges con actitudes, intereses ' personalidades similares muestran m)s cercana, amistad, satisfacci n marital ' menos conflictos maritales !ue las pare$as menos similares <Caspi ' :erbener, 1@@BF Caspi ' otros, 1@@0F +e'er P Pepper, 1@HHF ,mit" ' otros, 1@@8=. ,in embargo, tambi-n "a' !ue considerar !ue la alta relaci n !ue existe entre similitud ' atracci n no se aplica al atributo sexo, 'a !ue la ma'ora de las personas elige miembros del sexo opuesto como compa9eros rom)nticos ' sexuales. *na posible soluci n a esta aparente contradicci n se basa en la distinci n entre gustar ' amar, o entre amor de compa9erismo ' amor apasionado, 'a !ue se plantea !ue la similitud puede promover amistad, compatibilidad ' amor de compa9erismo, pero !ue es la disimilitud la !ue despierta atracci n er tico/rom)ntica ' amor apasionado. 5o obstante, esta explicaci n no da cuenta de la evidencia mencionada de !ue, excepto por la variable sexo, es la similitud ' no la complementariedad la !ue sustenta la ma'ora de las relaciones "eterosexuales exitosas. Frente a esto, la teora EDE tambi-n propone !ue la disimilitud promueve atracci n er tico/rom)ntica, pero locali#a tal disimilitud en la infancia. El pe/ rodo prolongado de sentirse diferente a los pares del mismo o del otro sexo durante la infancia ' adolescencia producira una orientaci n sexual estable en la ma'ora de los individuos, pero dentro de tal orientaci n los atributos de los compa9eros preferidos pueden variar desde los mu' similares "asta los mu' diferentes a s mismo. Por (ltimo, ' en relaci n tanto con el factor de disimilitud como de no familiaridad, la teora EDE propone !ue la "eterosexualidad es el patr n modal a trav-s de las -pocas ' las culturas por!ue virtualmente todas las sociedades polari#an a los sexos en alg(n grado. Esto se manifiesta en establecer una divisi n del traba$o ' del poder basada en el sexo, en enfati#ar o exagerar las diferencias sexuales ' en imponer la dicotoma masculino/feme/ nino en pr)cticamente todos los aspectos de la vida social. Estas pr)cticas de polari#aci n de g-nero aseguran !ue la ma'ora de los ni9os ' ni9as crecer)n viendo al otro sexo como dismil, no familiar ' ex tico, ' por lo tanto m)s adelante como er tico. TC7+O .O EN74ICO ..E?A A ,ER ER74ICOU <6 E F= Como 'a se mencio9 , se propone !ue lo ex tico llega a ser er tico debido a !ue los sentimientos de disimilitud ' no familiaridad en la infancia producen alta activaci n auton mica no especfica <6 E=, la cual se transforma subsecuentemente en atracci n er tico/rom)ntica <E F=. Respecto al primer paso de esta secuencia no "a' a(n evidencias especficas, m)s all) de la observaci n cotidiana de !ue lo nuevo ' no familiar produce ma'or activaci n. En cambio, existen algunos mecanismos !ue pueden potencialmente dar cuenta del segundo paso, la transformaci n de la activaci n generali#ada en atracci n er tico/rom)ntica.

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En primer lugar, est) el llamado efecto de la activaci"n extrnseca. 6e acuerdo a la teora bifactorial de la emoci n, cuando nos sentimos activados o excitados fisiol gicamente buscamos la causa de esos sentimientos en el ambiente !ue nos rodea ' luego tendemos a atribuir nuestra activaci n a alg(n estmulo o situaci n !ue est- presente. As, si nos sentimos activados en presencia de una persona atractiva, podemos rotular tal activaci n como atracci n o amor, independientemente de la causa real de la activaci n. Por lo tanto, la experiencia de atracci n er tico/rom)ntica resulta de la combinaci n de activaci n fisiol gica ' de la atribuci n <o mala atribuci n= cognitiva de !ue la activaci n "a sido provocada por una determinada persona. Como ilustraci n de esto, I"ite ' otros <1@A1= encontraron !ue los "ombres !ue "aban sido activados fisiol gicamente por distintos medios se mostraban luego m)s er ticamente responsivos "acia una mu$er mu' atractiva ' menos er ticamente responsivos "acia una mu$er poco atractiva, !ue a!uellos su$etos control !ue no "aban sido activados. Allen ' otros <1@A@= informaron de dos estudios con "ombres donde se observ !ue la activaci n, provocada 'a sea por el anuncio de s"ocEs el-ctricos o por un intenso e$ercicio fsico, aumentaba la atracci n sexual "acia una mu$er atractiva, aun cuando se "iciera !ue los su$etos prestaran atenci n a la fuente de la activaci n. & tambi-n se "a informado !ue tanto los "ombres como las mu$eres !ue primero eran expuestos a escenas inductoras de ansiedad ' luego a escenas er ticas "eterosexuales, mostraban ma'or excitaci n sexual fisiol gica ante las escenas er ticas, en conip,iraci n con a!uellos !ue primero eran expuestos a escenas no inductoras de ansiedad <:oon ' otros, 1@HHF Iolc"icE et al., 1@AB=. Por tanto, la activaci n auton mica, independientemente de su fuente o tono afectivo, es experimentada cognitiva, emocional ' fisiol gicamente como atracci n er tico/rom)ntica. ,in embargo, el punto crucial ' m)s comple$o es si este efecto puede dar cuenta del vnculo temporal entre activaci n auton mica en la infancia ' atracci n er tico/rom)ntica m)s tarde en la vida. En favor de la teora EDE se plantea !ue mientras en los experimentos mencionados la activaci n era provocada delib-radamente por una fuente extrnseca al ob$etivo intentado, en lo propuesto por la teora para la vida real la activaci n auton mica sera provocada genuinamente por el tipo de personas "acia las cuales m)s tarde se desarrolla la atracci n er tico/rom)ntica. *n segundo mecanismo, m)s comple$o !ue el anterior, !ue puede contribuir a dar cuenta tanto del curso temporal evolutivo de la atracci n er tico/rom)ntica como de la conversi n de afecto negativo a positivo, es el llamado proceso oponente <,olomon, 1@AB=. Esta teora propone !ue cuando ocurre un afecto intenso, el sistema nervioso responde iniciando un proceso de valencia afectiva opuesta !ue reduce la intensidad del afecto original. As, un intenso afecto negativo es contrarrestado por afecto positivo generado internamente, ' el afecto !ue experimenta finalmente el individuo sera la diferencia entre los dos afectos oponentes ' sus cambios en el tiempo. Adem)s, se propone !ue si el proceso oponente es evocado repetidamente, su efecto ser) m)s intenso con el tiempo ' llegar) a condicionarse a la situaci n externa, de modo !ue continuar) siendo evocado aun!ue el afecto negativo inicial 'a no ocurra m)s. Como e$emplo de esto se puede mencionar el sentimiento de euforia !ue llega a experimentar un paracaidista despu-s de muc"os saltos, aun cuando seguramente la experiencia del primer salto no estuvo acompa9ada del mismo sentimiento. Otros e$emplos podran encontrarse en la pr)ctica prolongada del sauna ' tal ve# en el caso de individuos !ue llegan a experimentar placer sexual de tipo maso!uista derivado de estimulaci n inicialmente dolorosa. En el caso de un ni9o sin conformidad de g-nero !ue es "ostili#ado por los otros ni9os, aun cuando al principio ello produce intensa activaci n negativa, al seguirse repitiendo la experiencia a trav-s del tiempo puede llegar a producirse "abituaci n de las

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emociones de temor ' rabia ' el proceso oponente puede llegar a ser el afecto condicionado dominante. 6e esa manera, -l puede encontrarse al final de la ni9e# o en la adolescencia experimentando activaci n afectiva positiva en presencia de los "ombres, una activaci n susceptible de ser eroti#ada. .A CO5ENI75 DIO.7?ICAC A F OER,*, A D En los (ltimos a9os se "a observado la tendencia por parte de algunos investigadores a postular !ue la orientaci n "omosexual tendra una determinaci n predominantemente biol gica, 'a sea a trav-s de la codificaci n gen-tica, la influencia de las "ormonas sexuales prenatales o de ciertos aspectos de la neuroanatoma cerebral. Como 'a se mencion anteriormente, aun los autores del estudio ,an Francisco estaban dispuestos a concederle un rol preponderantee a los factores biol gicos en la causalidad de la "omosexualidad. A!u nuevamente no podemos de$ar de se9alar lo sorprendente !ue resulta !ue se siga "ablando de los "omosexuales como de un grupo "omog-neo cuando se postulan determinados factores causales. Frente a estos planteamientos, la teora EDE propone !ue los factores biol gicos influ'en sobre la orientaci n sexual pero s lo de manera indirecta, interviniendo tempranamente en la cadena de eventos para determinar el temperamento infantil ' las subsecuentes preferencias de actividades. En otras palabras, se postula !ue cual!uier correlaci n significativa entre un factor biol gico ' la orientaci n sexual es m)s probablemente atribuible a la influencia de dic"o factor en la temprana infancia, !ue a una vinculaci n directa con la orientaci n sexual posterior. En relaci n con el factor gen-tico, si bien existen diversos estudios con gemelos !ue "an proporcionado evidencias de una correlaci n entre el componente gen-tico de un individuo ' su orientaci n sexual, esos mismos estudios tambi-n proporcionan evidencias de la relaci n entre ese componente gen-tico ' la no conformidad de g-nero en la infancia, aun cuando la orientaci n sexual se mantenga constante. Por lo tanto, la evidencia parece apo'ar la conexi n propuesta por la teora EDE entre componente gen-tico ' no conformidad de g-nero <A C=, conexi n !ue se puede sub/ dividir en dos partes, una entre componente gen-tico ' temperamento infantil <A D= ' otra entre temperamento infantil ' no conformidad de g-nero <D C=. .o anterior implica !ue las caractersticas del temperamento infantil relevantes deben poseer al menos tres propiedades. En primer lugar, deben estar relacionadas con a!uellas actividades de $uego !ue definen la conformidad o no conformidad de g-nero. En segundo lugar, 'a !ue se manifestaran en preferencias tipificadas sexualmente, deben presentar diferencias sexuales significativas. & en tercer lugar deben tener un componente "ereditario significativo. Entre las diversas caractersticas del temperamento infantil, ' de acuerdo a las evidencias disponibles, existen dos !ue parecen cumplir me$or con los criterios se9alados, ' ellas son el nivel de agresividad ' el nivel de actividad. .os datos disponibles son consistentes con la ruta indirecta !ue postula la teora EDE entre gen-tica ' orientaci n sexual, en la cual la influencia gen-tica se canali#a a trav-s del temperamento infantil ' las subsecuentes preferencias de actividades. Respecto a la influencia de las "ormonas prenatales, ' extrapolando de evidencias obtenidas con animales inferiores, algunos "an postulado !ue los "ombres expuestos prenatalmente a una cantidad excesivamente ba$a, ' las mu$eres a una cantidad excesi/ vamente alta, de testosterona, tendr)n una predisposici n "acia la "omosexualidad en la vida adulta. & en cuanto a datos "umanos, se "a visto !ue las mu$eres !ue tienen "iperplasia adrenal cong-nita <:AC=, un desorden endocrino cbr nico !ue las expone a P)gina 18A de 121

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niveles excesivos de andr genos durante el perodo prenatal, presentan m)s responsividad bisexual ' "omosexual !ue las mu$eres sin :AC. ,in embargo, tambi-n se puede plantear !ue esta conexi n entre "ormonas prenatales ' orientaci n sexual puede ser me$or explicada por los efectos "ormonales sobre el temperamento :ilM8iii 11 ' las preferencias de actividades. As, tanto los ni9os como las ni9as !ue "an sido expuestos a altos niveles de andr genos durante la gestaci n muestran un elevado nivel de agresividad durante la infancia, ' las ni9as con :AC muestran durante la infancia fuertes preferencias por actividades tpicas ' compa9eros de $uego del otro sexo <Derenbaum P ,n'der, 1@@2=. ,e puede afirmar !ue la conducta de no conformidad de g-nero es uno de los efectos m)s claros de la exposici n prenatal a "ormonas masculinas en las mu$eres <Collaer P :ines, 1@@2=. Por tanto, desde el punto de vista de la teora EDE, la ra# n principal para esperar !ue las ni9as con :AC sean predominantemente "omoer ticas en la adulte#, es !ue ellas se "an sentido mu' diferentes a las otras ni9as en diversas dimensiones relevantes de g-nero ' no por!ue ellas tengan un cerebro masculini#ado debido a las influencias "ormonales prenatales. & respecto a los posibles factores neuroanat micos de la orientaci n sexual, se "a informado !ue existiran algunas diferencias neuroanat micas entre los cerebros de "ombres "omosexuales ' "eterosexuales, ' !ue algunas de esas diferencias corresponden a las existentes entre los cerebros de "ombres ' mu$eres. & adem)s se "a informado !ue los "ombres "omosexuales presentan menor rendimiento !ue los "eterosexuales en algunas tareas cognitivas, motoras ' espaciales en las cuales las mu$eres rinden menos !ue los "ombres. Aparte del "ec"o !ue "asta a"ora no existe un solo estudio !ue "a'a comparado estructuras cerebrales de mu$eres "omosexuales ' "eterosexuales <,ing" ' otros, 1@@@=, tambi-n en este caso las diferencias se9aladas son consistentes con la explicaci n de la teo/ ra EDE. As, cual!uier factor biol gico !ue correlacione con uno o m)s de los procesos intervinientes propuestos por la teora puede ser tambi-n un factor de la orientaci n sexual. Por e$emplo, cual!uier caracterstica neuroanat mica cerebral !ue correlacione con el nivel de agresividad ' actividad infantil, podra emerger tambi-n como una diferencia entre "ombres "omosexuales ' "eterosexuales, entre "ombres ' mu$eres ' entre mu$eres "omosexuales ' "eterosexuales. 6IFERE5CIA, I56IOI6*A.E, Como se expres al iniciar su revisi n, la teora de Dem no intenta describir un camino inevitable ' universal "acia la orientaci n sexual, sino s lo la va m)s probable seguida por la ma'ora de los individuos en las culturas polari#adas por el g-nero, por lo cual pueden darse diversas variaciones individuales. Por una parte, diferentes individuos pueden entrar a la va EDE en distintos puntos de la secuencia. As, un ni9o podra llegar a sentirse diferente a los pares del mismo sexo no debido a una preferencia temperamentalmente inducida por las actividades tpicas del otro sexo, sino debido a una falta for#ada de contacto con pares del mismo sexo, a una discapacidad fsica o a una enfermedad. As tambi-n, ' como se mencion anteriormente, en el estudio ,an Francisco las lesbianas no masculinas no presentaban disconformidad de g-nero significativa en la infancia. Pero ellas informaban ma'or tendencia !ue las mu$eres "eterosexuales a "aber tenido preferentemente amigos "ombres en la -poca escolar ' -ste era el predictor m)s significativo en estas mu$eres de involucraci n "omosexual en la adolescencia ' de orientaci n "omosexual en la adulte#.

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En general, la teora EDE predice !ue el efecto de cual!uier variable infantil sobre la orientaci n sexual del individuo depende de si lo o la induce a sentirse m)s similar o m)s diferente a los pares del mismo o del otro sexo. As, por e$emplo, Dlanc"ard ' Dogaert informaron en 1@@J !ue era m)s probable !ue los "ombres "omosexuales tuvieran m)s "ermanos ma'ores !ue los "ombres "eterosexuales <citado en Dem, 1@@J=. Esto puede ser interpretado, en parte, pensando !ue el "ec"o de tener "ermanos ma'ores con conformidad de g-nero podra incrementar particularmente el sentimiento de un ni9o sin conformidad de g-nero de ser diferente a los otros ni9os. 4ambi-n pueden producirse variaciones individuales en la forma en !ue los individuos interpretan la activaci n %ex tica% cleri vada de los a9os infantiles, interpretaci n !ue es influida por las normas ' expectativas sociales. As, las ni9as estaran m)s socialmente predispuestas a interpretar la activaci n como atracci n rom)ntica, mientras !ue los ni9os pueden estar m)s predispuestos a interpretarla como excitaci n sexual. .a ma'ora de los individuos tienden a anticipar, reconocer e interpretar la activaci n frente al otro sexo como atracci n er tica o rom)ntica ' a ignorar, reprimir, o interpretar de manera diferente la activaci n frente al mismo sexo. En algunos casos los procesos postulados por la teora EDE pueden ser suplementados o aun sustituidos por procesos de condicionamiento o aprendi#a$e social, tanto positivos como negativos ' tales procesos pueden tambi-n producir cambios en la orientaci n sexual de un individuo a trav-s del curso vital. Como e$emplo de esto, en el estudio ,an Francisco se apreciaba !ue los pocos individuos !ue eran bisexuales parecan "aber agregado una atracci n er tica "acia el mismo sexo, a una orientaci n "eterosexual 'a establecida despu-s de la adolescencia. *n estudio m)s amplio de la bisexualidad informado en 1@@> por Ieinberg ' otros sugiere algo similar, 'a !ue algunos individuos parecan "aber agregado una atracci n "eterosexual a una orientaci n "omosexual previamente establecida <citado en Dem, 1@@J=. Este mismo estudio muestra !ue puede no existir coincidencia entre diferentes componentes de la orientaci n sexual, ' as por e$emplo algunos individuos bisexuales se sentan m)s atrados er ticamente "acia un sexo pero m)s atrados rom)nticamente "acia otro sexo. 4ambi-n puede darse una instancia de condicionamiento negativo en algunos casos de abuso sexual infantil u otras experiencias sexuales rotuladas negativamente. As, por e$emplo, al reanali#ar los datos de Kinse', Oan I'E ' ?eist conclu'eron en 1@A> !ue era m)s probable !ue una mu$er se involucrara en actividad sexual con otras mu$eres en la adulte#, si antes de la adolescencia ella "aba sido presionada o for#ada a tener actividad sexual con un "ombre de ma'or edad <citados en Dem, 1@@J=. ,in embargo, al respecto "a' !ue recordar lo !ue expres)ramos al revisar el estudio ,an Francisco, en el sentido !ue la ma'ora de las experiencias sexuales !ue usualmente se postulan como posibles factores causales de la "omosexualidad parecen ser m)s bien efectos de una orientaci n "omosexual emergente. Por (ltimo, tambi-n puede ser !ue algunas mu$eres, !ue de acuerdo al modelo EDE deberan "aber desarrollado una orientaci n "eterosexual, por ra#ones sociales o polticas eli$an organi#ar toda su vida alrededor de ellas, evitando cual!uier relaci n sexual o rom)ntica con los "ombres, desarrollando vnculos afectivos ' er ticos con otras mu$eres ' llegando a identificarse a s mismas como lesbianas o bisexuales. Al conceptuali#ar algunas transiciones desde la "eterosexualidad al lesbianismo, Kit#inger ' IilEinson <1@@2= expresan !ue las mu$eres adultas !ue "acen tales transiciones %no est)n m)s impulsadas por la biologa o fuer#as inconscientes !ue cuando ellas, por e$emplo, se cambian de traba$oF tales elecciones podran ser vistas como influidas por una combinaci n de re/evaluaci n personal, necesidad pr)ctica, valores polticos, a#ar ' oportunidad% <p. @J=.

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A modo de conclusi n, se puede afirmar !ue la teora EDE no es acerca de tipos de personas, sino acerca del proceso !ue determina la ubicaci n de las personas respecto a dos posibles dimensiones de orientaci n sexual, una "eteroer tica ' otra "omoer tica. 4e ricamente ambas seran independientes, permitiendo un amplio abanico de diferencias individuales, como por e$emplo !ue una persona se sienta atrada er ticamente "acia un sexo ' atrada rom)nticamente "acia otro sexo. ,in embargo, empricamente es probable !ue ambas dimensiones se correlacionen negativamente en las culturas polari#adas por el g-nero, en las cuales los individuos llegan a sentirse familiares con un sexo ' al mismo tiempo alienados del otro sexo. Como una manifestaci n m)s de las variadas diferencias de g-nero, esto se dara especialmente en los "ombres, 'a !ue los datos disponibles muestran !ue los ni9os tienen menos probabilidades !ue las ni9as de tener amigos de ambos sexos.

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