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“La música de Oppenheimer supera los límites de lo ‘humanamente posible’”

El compositor Ludwig Göransson, ganador de un Óscar y un Grammy, cuenta cómo fue hacer la música de la película de Christopher Nolan. Mirá en esta nota un clip sobre la grabación de la banda de sonido de uno de los films del año

Por  MARLOW STERN

julio 21, 2023

'Oppenheimer', de Christopher Nolan, es una de las mejores películas de 2023

Foto: Gentileza Universal

¿Qué debe tener una película de Christopher Nolan? Inmensas imágenes IMAX. Un reparto estelar. Tomas largas. Una cinematografía ajustada y geométrica. Un relato no lineal. Y, por supuesto, una partitura musical para volverse loco.

Para la música de Oppenheimer, la epopeya descomunal sobre el modo en que J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy) se convirtió en el llamado “padre de la bomba atómica”, el venerado cineasta recurrió nada menos que a Ludwig Göransson. El compositor había trabajado en la película anterior de Nolan, Tenet, y el director sabía que era el hombre adecuado para el trabajo: ponerle música a su película más ambiciosa hasta la fecha.

“La banda sonora de la película creció de una forma muy orgánica y muy gradual a partir de los elementos más pequeños. No tenía ideas preconcebidas sobre cómo tenía que ser”, dice Nolan. “Lo único que sabía es que la música tenía que estar centrada en el violín. Hay una tensión en el sonido que creo que encaja muy bien con el intelecto encumbradamente nervioso y emocional de Robert Oppenheimer”.

“Chris estuvo al lado mío todo a lo largo del camino”, agrega Göransson. “Le puso el pecho a todos los momentos, y con tanta convicción, con ideas profundamente reflexivas y muy específicas de cómo quería que resultara cada escena. Pero a la vez él es maravillosamente colaborativo y abierto, eso es lo raro”.

La música de Oppenheimer, para Göransson, fue una experiencia completamente diferente que Tenet, ya que este drama biográfico que cuenta la historia del Proyecto Manhattan “trasciende toda idea de género” y “de alguna manera se las arregla para ser un thriller apasionante, una biopic poco convencional, una película de terror devastadora y una historia de amor inquietante”.

“Crecí en Suecia, donde tenemos una relación con las armas nucleares muy diferente que en Estados Unidos”, explica Göransson. “Aunque todo el mundo conoce el grado de devastación que permitió el éxito del Proyecto Manhattan, no estoy seguro de que la mayoría de las personas, o al menos las personas de mi generación, sepan de qué manera esta historia ha moldeado nuestras vidas. Al menos no al punto que van a descubrir después de ver la peli. Encontrar el camino a través de estas sensaciones y problemas fue bastante difícil”.

La tapa de la revista Rolling Stone Argentina #304, con Cillian Murphy como protagonista

Pero Göransson no se deja intimidar fácilmente. El maestro conoció a Ryan Coogler en la USC y compuso desde entonces la música de todas las películas de Coogler. Black Panther le valió un Óscar. Su primer trabajo importante fue componer la música para la serie Community de NBC, donde se hizo amigo de Donald Glover. Desde entonces ha producido los cuatro álbumes de Childish Gambino, incluida “This Is America”, la canción ganadora del Grammy. Ah, y ganó un Emmy por la música de la serie The Mandalorian. (Con el Emmy, el Grammy y el Oscar bajo el brazo, solo le falta el premio Tony para completar el acrónimo EGOT de la consagración total.) Pero Göransson igual estaba preocupado. Hacer la música para una película tan gigantesca no es poca cosa.

“Tengo que admitir que, cuando leí el guion y comprendí el vasto terreno que iba a abarcar Oppenheimer, me sentí abrumado. Pero después, al ver las primeras imágenes, algo hizo clic, y se abrió un camino que nos sumergió a Chris y a mí en un territorio desconocido. Algunas de las ideas tardaron en llegar a hacerse realidad, pero tuvimos la suerte de contar con un increíble grupo de músicos, muy abiertos y dedicados al proyecto”, dice Göransson.

“Al final”, continúa, “la música que grabamos supera los límites de lo que creía humanamente posible. Las imágenes desconcertantes de los átomos girando le dieron lugar al increíble frenesí simultáneo de una sección de cuarenta violines. Y la música para las escenas de los tribunales tienen la intensidad de una escena de campo de batalla. Los cambios dinámicos extremos de la partitura, que va desde las profundidades de un viaje íntimamente personal hasta el borde de la destrucción total del planeta, son drásticos, desorientadores y disonantes”.

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